El Teatro Español A Partir de 1975
El Teatro Español A Partir de 1975
1. Introducción
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2. Año de cambios: 1975
Aunque la iniciativa pública había sido bastante pujante en las primeras décadas del
franquismo, en torno a 1975, la mayor parte de sus actividades estaba en franca
decadencia: los Teatros Nacionales, cerrados o sin director; los Festivales de España,
movidos básicamente por criterios comerciales; y el teatro no profesional, en general,
reconvertido en el llamado Teatro Independiente.
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de los teatros: empresas públicas, fundaciones, consorcios, etc., que permiten rentabilizar
los recursos y obtener una gestión mucho más ágil.
De esos 812 teatros gestionados con fondos públicos, únicamente un muy reducido
número de ellos posee su propio núcleo de producción (Centro Dramático Nacional,
Compañía Nacional de Teatro Clásico, La Zarzuela y Español, en Madrid; Teatres de la
Generalitat Valenciá; Centro Andaluz de Teatro y Teatro de la Maestranza, en Andalucía;
Centro Dramático de Aragón; Centro Dramático Galego; y Teatre Nacional de Catalunya),
de modo que en ellos se cumple el ciclo completo de producción, exhibición y
programación. El resto de espacios se limitan a programar respondiendo a lo que se
considera la demanda del núcleo urbano o rural en que dicho teatro está inserto. En este
esquema se enmarcan el más de un centenar de espacios escénicos públicos y once
circuitos autonómicos (con un total de casi 400 espacios públicos) que componen la "Red
Española de Teatros, Auditorios y Circuitos de Titularidad Pública", cuya creación se
remonta a 1992 y entre cuyos objetivos se encuentran "optimizar las inversiones y
rentabilizar al máximo las programaciones, tanto cultural como económicamente, de los
locales adscritos a ese proyecto". Esta Red, debido a su suficiente infraestructura técnica y
capacidad presupuestaria, ha permitido una real descentralización teatral y ha contribuido a
regularizar la vida teatral.
Otra iniciativa pública cuyo origen se remonta a la década de los 80, aunque su
desarrollo es de la última década, es la de las Ferias de Artes Escénicas, cuyo número, al
filo del 2000, asciende a 13 en todo el Estado español. Su finalidad es potenciar el mercado
escénico, de modo que, con un presupuesto de 2,5 millones de euros, se genera un
volumen de ventas de unos 12 millones de euros, según Ferias de Teatro del Estado
español.
Una mirada a la Guía de las Artes Escénicas en su edición más reciente nos informa
de un nuevo dato relativo a nuestra realidad escénica: la inmensa mayoría de los 570
festivales que se celebran en España, están organizados o patrocinados por entidades
públicas, lo cual, unido a las subvenciones al teatro privado, no hace más que corroborar la
idea del gran peso que las diferentes administraciones ejercen sobre nuestra vida teatral,
afirmación que se confirma con las cifras proporcionadas por el Anuario SGAE 2001 de las
Artes Escénicas, Musicales y Audiovisuales, según el cual, el sector público subvencionó
casi el 84% de las representaciones.
Pese a unas quejas contra el teatro público que, con seguridad, muchas veces son
crudas realidades, no podemos dejar de señalar como balance positivo en la cuenta de la
iniciativa pública, la revitalización de la vida teatral que han propiciado la rehabilitación y
apertura de tan elevado número de espacios escénicos, lo que ha repercutido en el más
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elevado número de obras representadas y en las mayores posibilidades para los núcleos de
producción. En este sentido cabría comparar las 481 producciones estrenadas en la
temporada 1984/85 (Anuario Teatral 1985) con las casi 1.000 recogidas en el Anuario
Teatral 2000, o los más de 700 núcleos de producción reseñados en la Guía de las Artes
Escénicas 1992 con las más de 2.300 compañías que, según la Guía de las Artes
Escénicas del 2000, desarrollan su actividad en nuestro país. Es digno de mención,
igualmente, el esfuerzo de los teatros públicos por rescatar el teatro clásico y los más
innovadores textos de la historia del teatro occidental, por no mencionar que las escasas
compañías extranjeras que han mostrado sus producciones al amparo, generalmente, de
los festivales, lo hacen en los teatros públicos, si bien en los últimos años, las salas
alternativas acogen algunos de estos trabajos.
3.2. Entrando en el siglo XXI. La iniciativa privada sólida, pero muy apoyada
Las llamadas Salas Alternativas son espacios con un aforo inferior a 200 localidades
cuyo espíritu ha sido definido por Toni Casares, director de la sala Beckett de Barcelona:
"La Alternativa es un teatro que atiende con prioridad a la expresión honesta y personal del
creador, al compromiso de éste con su obra y con su tiempo, al respeto por la capacidad
intelectual del espectador, a la búsqueda permanente de nuevas formas expresivas que
permitan al teatro hablar de la realidad contemporánea en un lenguaje contemporáneo. Y
todo ello, por encima de valores como la rentabilidad comercial, la más o menos cómoda
digestión de sus contenidos, su oportunismo sociocultural o su adecuación a un
pensamiento estandarizado." Cumplir estos objetivos no es fácil en un mundo en el que el
mercado marca sus reglas, pero estos colectivos, en general, demuestran que es posible,
aunque sea al precio de un esfuerzo personal impagado, permanente déficit económico y la
lucha por un reconocimiento a veces regateado. Y es cierto que en ocasiones, estas
dificultades les han llevado a rayar la frontera de la filosofía de las alternativas con la
incongruencia del teatro comercial de pequeño formato. Esta desviación, no obstante, no
debe enmascarar la realidad: en estas salas se asiste a excelentes espectáculos; al
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nacimiento y práctica de autores, directores, actores, escenógrafos, etc.; y en ellas se
defiende con ahínco la dramaturgia española contemporánea.
Actualmente, la Coordinadora de Salas Alternativas se compone de 24 salas
correspondientes a 11 Comunidades Autónomas.
Una primera transformación que cambió el panorama teatral fue la que convirtió, en
1977, el Ministerio de Información y Turismo en Ministerio de Cultura y Bienestar Social,
posteriormente Ministerio de Cultura, lo que daba cuenta del interés que esta materia
despertaba en los nuevos gobernantes. En 1986 se creó, dentro de éste, un Instituto
Nacional de las Artes Escénicas y de la Música cuya finalidad exclusiva era la atención a
estas disciplinas. Una vez realizadas las transferencias, las diferentes Comunidades
Autónomas han creado organismos con similares funciones y mayores competencias. Con
posterioridad, los sucesivos gobiernos aunque a veces han unido la cultura a la educación
e, incluso, al deporte, siempre han visto en la cultura un elemento esencial del desarrollo
humano.
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4.2. Desaparición de la censura
4.4. Descentralización
4.5. Incremento del asociacionismo que ha permitido una mayor vertebración de los
diferentes sectores de la profesión teatral
4.6. Pero… no todo lo que reluce es oro. Los problemas de la escena española actual
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un altísimo porcentaje imposible de cuantificar, especialmente fuera de las dos grandes
capitales del teatro (Madrid y Barcelona).
Otro de los grandes problemas radica en la imposibilidad de distribuir todo lo que se
produce. Todas las Comunidades Autónomas poseen ayudas a la producción pero los
cauces de distribución, la Red Nacional de Teatros y Auditorios Públicos, los circuitos
autonómicos y los teatros privados, son incapaces de asumir tanta producción. No por
menores, debemos dejar de mencionar, entre los males que aquejan a nuestra escena, la
competencia desleal de las televisiones y de la industria cinematográfica, la falta de
atención hacia el teatro por parte de los medios de comunicación, la necesidad de
promocionar el teatro español fuera de nuestro país en mucha mayor medida, la nula
formación en los equipos de gestión de las empresas y compañías, la aceptable existencia
de espacios escénicos para producciones de formato grande y medio, pero insuficientes
infraestructuras para las de formato pequeño o las de carácter más experimental, la
ausencia de medidas encaminadas a la creación de nuevos públicos y la falta de
coordinación entre Comunidades Autónomas y la Administración General del Estado.
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