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Indígena desplazada por

las Farc se reencontró 38 años después con su familia

Elena huyó de su casa cuando tenía 15 años por temor a ser convertida en una esclava sexual de las Farc.

  • Elena pudo reencontrarse con su familia de manera virtual, ahora espera el momento en que pueda volver a abrazarlos y regresar a su tierra en el Vaupés. FOTO UBPD
    Elena pudo reencontrarse con su familia de manera virtual, ahora espera el momento en que pueda volver a abrazarlos y regresar a su tierra en el Vaupés. FOTO UBPD
08 de julio de 2024
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Elena* llevaba más de la mitad de su vida desaparecida, nadie la buscó, con su rostro no había ni una sola hoja en calles o postes con la leyenda “SE BUSCA”. Salió de su casa, en la inmensidad de la selva del Vaupés, cuando apenas tenía 15 años; algo tenía claro y era que no terminaría como esclava sexual de los guerrilleros de las Farc que para 1986 disponían de la población indígena según su antojo.

Creció viendo como a las mujeres de sus resguardos las condenaban a los abusos como parte de la rutina, por eso, buscando la salvación, huyó.

En su cuerpo aún tiene las cicatrices de la vez que ocurrieron varias explosiones cerca a su comunidad. Le dejaron marcado el rostro, la espalda y los brazos, pero lo que más le duele es invisible, lo lleva en lo más profundo de su alma. Nunca cerraron las heridas de culpa y remordimiento por no haberse despedido de su mamá. Cuando decidió desplazarse no se lo contó a nadie; temía que alguien intentara convencerla y la condenaran al abuso como rutina.

Las posibilidades de escapar y salir con vida eran muy pocas, cómo podía una menor de edad sin estudio, sin preparación y con la guerrilla encima anhelar al menos una vida mejor lejos de ahí; por eso 38 años después agradece el día que, ahí mismo en Mitú, conoció a un hombre que alimentó su idea de huir y se ofreció a recibirla en Santa Marta de donde era oriundo.

Al menos ya tenía un plan. Determinada pasaba largas jornadas raspando coca, guardaba lo que le pagaban y así logró juntar lo del boleto de salida. Ocho mil pesos de la época le costó la salvación: un pasaje en avión de Mitú a Bogotá y de ahí, según las indicaciones de su amigo, en bus hasta Santa Marta. No sabía Elena que pasarían 38 años desde aquella vez para volver a saber de su familia.

“Desde que me fui, nunca volví a saber de ellos, mi familia me dio por muerta, en ese tiempo la guerrilla tenía el control de las cosas, yo no quería ser una de las esclavas, yo llegué a Santa Marta y ya, nunca supe nada de ellos”, cuenta esta mujer a sus 57 años.

Una vez instalada en Santa Marta se puso en contacto con la Defensoría del Pueblo regional y otras instituciones para reportar su caso y buscar la manera de restablecer contacto con su familia, lo intentó una y otra vez los años siguientes a la vez que se marchó; pero la respuesta siempre fue la misma: “su familia está en una zona apartada donde no se logra establecer contacto”. Resignada entonces dejó de buscar a los suyos; ellos, mientras tanto la creían muerta.

Y así con las heridas que todos veían y las del alma que guardaba para ella, siguió viviendo su vida y lejos de los suyo se dedicó al trabajo doméstico, conformó su hogar y sacó adelante a sus hijos.

El reencuentro

Elena ya había perdido la esperanza. Hacía las cuentas de los muertos que no pudo velar. “Yo sí creía que habían muerto algunos hermanos, lo suponía, también suponía que mi mamá también había muerto, imagínese si estoy vieja yo, como estaría mi madre”, cuenta Elena, cuyo nombre pidió cambiar por seguridad.

Una conversación con una exjefe el año pasado le cambió la vida, literalmente. “¿Elena y tu familia, dónde están?, fue la pregunta que dio inicio al reencuentro con sus seres amados. “No sé nada de ellos desde que me fui de mi casa a los 15 años, los traté de buscar pero nadie me pudo ayudar”, respondió.

En esa conversación la mujer le sugirió ponerse en contacto con la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD).

“Entonces fui y me metí al internet y busqué a la Unidad, reporté mi caso y de ahí me contactaron, yo no podía creer lo que estaba pasando”.

Semanas más tarde, un funcionario de esa Unidad de la regional Atlántico, se puso en contacto y por medio de una comunicación telefónica le tomó la solicitud de búsqueda de sus 11 hermanos, todos ellos residenciados en el Vaupés. Nunca en los listados apareció Elena como desaparecida, ella en cambio reportó a sus hermanos para que su búsqueda ya no fuera solo suya. Y así fue.

“A finales del año pasado se realizó en Santa Marta el diálogo ampliado con Elena, lo que permitió a nuestros servidores avanzar con el proceso de búsqueda. El trabajo articulado de los equipos de la UBPD en el Atlántico y Guaviare y la Secretaría de Gobierno de Mitú —que entregó bases de datos de la población rural del departamento—, y el apoyo de la Organización Nacional Indígena de Colombia, facilitaron la identificación de un representante de la etnia Kubeo. Con ello, se abrió la posibilidad de encontrar a sus seres queridos con vida”, contó Ella Cecilia del Castillo, coordinadora del equipo de la UBPD en el Atlántico.

El trabajo fue dispendioso, los funcionarios de la UBPD gestionaron contactos, hicieron cruce de información con sus colegas en Vaupés, contactaron los líderes del resguardo del que hacía parte Elena y su familia. Hasta que finalmente, varios meses después el milagro ocurrió. Elena por fin se reportaría como viva.

La cita fue el 29 de mayo pasado, estaba lista para verse con los suyos, atenta esperaba la aparición de su familia en una pantalla. Esta vez el contacto inicial fue virtual en tanto se concretan las gestiones para el desplazamiento de algunas de las partes. Al otro lado, a más de 1.200 kilómetros de distancia, en la ciudad de Mitú, la saludaron sus cuatro hermanos, los únicos aún con vida. Le atinó a las cuentas, su mamá y varios hermanos ya habían muerto. “Yo creía que mi madre había muerto pero cuando me lo dijeron me desmoroné, me dio un dolor muy grande en mi corazón, nunca me pude despedir, mi madre murió sin saber que estaba viva”, dice entre lágrimas.

Ahora espera que llegue el día de volver a abrazar a sus hermanos, al menos ahora están a una llamada de distancia y la certeza de que están vivos.

Las cifras de desaparecidos

En Colombia hay registro de 111.640 personas dadas por desaparecidas. La mayoría fueron víctimas de algún actor armado en el marco del conflicto en el país. De estos, alcanzan mayorías las poblaciones indígenas, afro, campesinos y familias humildes de las zonas rurales del territorio nacional. Recientemente, la Unidad de Víctimas informó que fueron recuperados 929 cuerpos de personas dadas por desparecidas incluidas en el registro total hasta el 2023.

Hace más de 10 años, las cifras sobre desaparición forzada en el país estaban dispersas en diversas instituciones y organizaciones sociales. En la actualidad se avanza en las tareas para unificar la información y optimizar las búsquedas.

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