Trece años después de la prolongada crisis de Siria, Líbano sigue acogiendo a unos 1,5 millones de refugiados sirios. En las ciudades fronterizas de Qaa, Hermel y Arsal, vemos cómo aumenta la ansiedad, unido a un preocupante sentimiento antirrefugiados y a medidas más estrictas. Nuestros pacientes confiesan tener miedo a ser capturados en los puestos de control.

MSF
02/07/2024
Little Companions

“Me quiero morir”, dice Umm Khattab, una refugiada siria que lleva años viviendo en una endeble tienda de campaña en la frontera noreste de Líbano. “Vivimos en constante ansiedad y terror. La muerte se ha vuelto más misericordiosa que vivir aquí”. 

Sus palabras dan cuenta de la cruda realidad a la que se enfrentan decenas de miles de refugiados en Hermel, Qaa y Arsal, donde campamentos improvisados de lonas y chatarra salpican el árido paisaje. Estos frágiles refugios ofrecen escasa protección contra las inclemencias del tiempo y aún menos contra la creciente ola de sentimiento antirrefugiados en el país. Los refugiados, hacinados en espacios inadecuados con suelos de tierra y sin calefacción, lidian a diario con el miedo a los controles de seguridad y las tensiones locales.

“El miedo mantiene a mi familia de 10 miembros hacinada en la tienda todo el día”, dice Wael, un padre de 36 años con hipertensión y diabetes.  
 
“Nunca salimos de la tienda después de las 6 de la tarde, ya que es cuando se impone el toque de queda a los sirios. Los niños nunca salen, y se enfrentan al acoso de los niños locales”. 

Wael es paciente de nuestra clínica Hermel desde hace unos años, donde recibe medicación vital para su enfermedad crónica, pero las recientes medidas han dificultado cada vez más el acceso a una atención que puede salvarle la vida. 

Desde abril, Líbano ha intensificado las redadas y las medidas de seguridad contra personas no registradas. Como resultado, los pacientes sirios que buscan atención médica en nuestras clínicas en la gobernación de Baalbek Hermel se enfrentan a crecientes impedimentos debido al miedo y a las restricciones de movimiento. Un ejemplo es Wael, que debe cruzar un puesto de control para llegar a nuestra clínica en Hermel. 

  • In Search of a Childhood

“Siempre siento ansiedad cuando tengo una cita en la clínica de MSF”, confiesa Wael. “Temo los controles de seguridad. Mi cita era el 20 de mayo, pero tenía miedo de salir debido a una campaña de seguridad en la zona, así que decidí no ir. El miedo hace que me suba el azúcar y me preocupa no tener medios para bajarlo”. Durante estas campañas de seguridad, los ciudadanos sirios con papeles caducados suelen ser capturados en los puestos de control y deportados a la fuerza de vuelta a Siria, normalmente sin posibilidad de ponerse en contacto con sus familias en Líbano. 

Acogidos inicialmente por la calidez de la comunidad de acogida, su refugio se ha agriado desde entonces en medio de la debacle económica del Líbano. “Al principio, el ayuntamiento nos ayudó cuando llegamos a Arsal”, cuenta a Maya, que ha pasado más tiempo de su vida en Líbano que en Siria. “Nos dieron algunos artículos para asentarnos. Luego me matricularon y empecé a ir a la escuela. Al principio, la comunidad nos acogió y no nos hizo sentir como extraños”. 

Sin embargo, Líbano se enfrenta ahora a su quinto año de grave crisis económica y los refugiados sirios sufren una mayor intolerancia en el país. Las dificultades económicas, agravadas por el miedo a desplazarse, han obligado a los refugiados a elegir entre su seguridad y su salud. En estos momentos, su salud mental ocupa un lugar aún más bajo en la lista de prioridades de los refugiados. 

“Vivimos en constante ansiedad y terror. Ni siquiera puedo dormir debido a estas campañas de seguridad y al miedo que siento por mis hijos”, afirma Umm Khattab, que sufre crisis nerviosas desde que deportaron a su hijo a finales de 2023. “El corazón de nuestros hijos se acelera de miedo y ansiedad durante estas campañas, y sólo oímos la frase: '¡Ahí vienen!'. Intento consolar a mis hijos, pero por dentro tengo más miedo que ellos”.

“Vivimos en constante ansiedad y terror. Ni siquiera puedo dormir debido a estas campañas de seguridad y al miedo que siento por mis hijos”, afirma Umm Khattab, que sufre crisis nerviosas desde que deportaron a su hijo a finales de 2023.

“Tras varios años de desplazamiento, algunos refugiados sirios han desarrollado más síntomas psicológicos”, afirma Amani Al Mashaqba, responsable de actividades de salud mental de MSF en Baalbek-Hermel. “Los refugiados presentan un elevado malestar psicológico debido a los repetidos acontecimientos de crisis. Nuestros pacientes de salud mental han informado de cambios de comportamiento relacionados con la exposición a acontecimientos traumáticos, tanto en adultos como en niños. Su vida cotidiana se ha visto afectada y ha cambiado; ya nada es como antes. Salen menos, tienen menos momentos de relax, las familias están separadas y la gente ya no es tan abierta como antes. La gente está cansada. Se sienten inseguros, deprimidos y abatidos. No saben cómo afrontar la vida: no pueden volver atrás, pero tampoco avanzar. Están atrapados en un 'punto muerto', un estado de limbo perpetuo, que afecta a toda la familia”.  
 

“Todo el mundo está al límite”, dice Umm Khattab, describiendo sin querer los síntomas de los episodios postraumáticos. “Cuando oímos a alguien hablar alto o un ruido fuerte, pensamos que ha empezado una redada de seguridad y nos entra el pánico”. Los refugiados de Arsal y Hermel comparten testimonios similares. 
 

  • Maya Holds Dove

El desgaste físico y mental de la población refugiada es profundo. “Nuestra principal esperanza es vivir seguros y no ser abordados por las fuerzas de seguridad. El miedo es nuestro principal sufrimiento aquí”, dice otro refugiado. Este miedo omnipresente no es solo un obstáculo para la atención sanitaria, sino un compañero constante en su vida cotidiana.

“Créeme, si nuestro hogar en Siria fuera seguro, no me quedaría aquí ni un minuto. ¿Qué haremos en Siria? Allí no nos queda nada”, dice Umm Khattab. 

La guerra siria, que comenzó en 2011, provocó destrucción y violencia generalizadas, desplazando a millones de personas a los países vecinos como Líbano, Turquía, Jordania o Irak. La continua inestabilidad en Siria dificulta el regreso de los refugiados.