Los intensos enfrentamientos armados han vuelto a la provincia de Ituri, República Democrática del Congo, que atraviesa décadas de violencia y conflicto intercomunitario. Huida, temor a más violencia y la imposibilidad de cosechar y de alimentarse son la gran preocupación de estas mujeres -algunas, madres-.

MSF
12/07/2023

Desde principios de enero de 2023, la provincia de Ituri, en el este de República Democrática del Congo, atraviesa de nuevo intensos enfrentamientos armados. Un nuevo giro dramático al conflicto intercomunitario prolongado que afecta gravemente a la población civil, forzándola a huir en busca de seguridad. Si bien algunas personas han encontrado refugio en puntos para desplazados internos, la mayoría se está quedando con familias de acogida.

La violencia -y el temor a aún más violencia- ha dificultado el acceso a la atención médica. Cuando hay ataques o amenazas en los alrededores, los pacientes y el personal médico abandonan las estructuras médicas. Traumatizadas por décadas de violencia, las personas temen ir a los centros de salud, ya que son vistos como objetivos potenciales. En consecuencia, solo buscan atención en casos de emergencia extrema.

Desde 2019, trabajamos en la zona de salud de Drodro, prestando servicios médicos, con foco en la atención pediátrica, y respondiendo a las necesidades de ambas comunidades, en línea con nuestro principio de imparcialidad.

  • Voces desde Drodro - testimonio de Marie-Janine

“Cuando vi sus ojos sin expresión, me preocupé”

Marie-Janine tiene 38 años y vive con sus siete hijos en el sitio para desplazados internos de Rho desde enero de 2023, tras huir de los ataques en su pueblo, ubicado a pocos kilómetros de dicho lugar, en la provincia de Ituri.

“Tenía diarrea severa y estaba vomitando. Pero fue cuando vi sus ojos sin expresión, que me preocupé”, explica Marie-Janine con su hija Préférence, de 8 meses, en brazos, amamantándola en la cama del hospital de Drodro.

Llegó al sitio de Rho a principios de enero con sus hijos: “Todos los del pueblo de donde vengo se fueron durante los ataques y mataron a mi esposo. Ahora estoy sola, ¿cómo puedo cuidar a mis hijos? Antes cultivaba maíz y frijol, pero hoy no puedo ir a los campos. Lo intenté hace unas semanas, pero ya estaba todo cortado. No queda nada, y no sé qué hacer: no comemos todos los días”.

Su bebé Préférence está diagnosticada con desnutrición aguda. Otros dos de sus hijos también tenían desnutrición. “Recibí un vale para la distribución, pero el camión aún no ha llegado”. Ella no sabe cuándo sería la próxima distribución.

  • Voces desde Drodro - testimonio de Marianne

“Mi hija lloraba de forma inusual, luchaba por respirar, y tenía fiebre alta. Acudí al centro de salud en cuanto pude”

Marianne tiene 38 años y vive con sus hijos y su esposo en el recinto para personas desplazadas de Rho desde enero de 2023, después de huir de su pueblo, no lejos de allí, en la provincia de Ituri.

Con una voz llena de emoción, Marianne cuenta: "Mi hija lloraba de forma inusual, luchaba por respirar y tenía fiebre alta. Fui al centro de salud [en Rho] tan pronto como pude". Mientras habla, su bebé de 1 mes, Dori, dormita pacíficamente en sus brazos, sin ser consciente de las dificultades que enfrentan.

“Todo el pueblo ha desertado; no tenemos pensado volver. Mi esposo y yo cultivábamos antes yuca, frijol y maíz. Hoy ya no podemos acceder a los campos. No pudimos cosechar para esta temporada, ni sembrar para la próxima. Entonces, ¿qué nos sucederá?, se pregunta mientras coloca a la bebé Dori en la cama, mirándola dormir tranquilamente. “Hoy lo que más me preocupa es el hambre”.

El miedo al hambre pesa mucho en el corazón de Marianne. Aunque su esposo logra encontrar trabajo esporádico en el sitio, a menudo es insuficiente para satisfacer las necesidades de su familia. “Hay días que no tenemos suficiente, entonces le damos solo a los niños, pero mi esposo y yo no comemos. Al menos tenemos agua potable”, un recurso preciado en su situación actual.

Marianne recibió un vale para la distribución de alimentos, pero desafortunadamente, debido a un incidente reciente, nadie llegó para distribuir las provisiones que tanto se necesitaban.

  • Voces desde Drodro - Micheline

"No es tiempo de la cosecha ahora, así que no hay comida”

Micheline tiene 43 años y es conocida dentro de su comunidad en Gokpa como la ‘líder de las mamás’. Vive con sus hijos y su esposo en un pueblo cercano, donde acoge a muchas personas desplazadas en su hogar.

“Donde yo vivo no hay sitio para desplazados, viven con nosotros, en familias de acogida. En casa recibo a más de 10 personas, mientras que en mi familia con mi esposo y mis hijos ya somos ocho, y esto desde principios de año”.

“Lo que más me preocupa es la comida. Nosotros logramos ir al campo, pero no es así para todas las familias. La mayoría de nosotros no comemos todos los días, ni siquiera los niños. No es tiempo de cosecha ahora, así que no hay nada. No hemos tenido ninguna distribución desde 2020. Ni siquiera hay agua potable al alcance de la mano”, comparte Micheline, desanimada y mirando hacia otro lado.

“La gente está cansada de esta situación y esto los impacta en su salud. A veces, la gente se pone violenta”, explica. “Hay casos de violencia sexual, pero no hablamos de eso, es tabú. Lo que llama la atención es que algunos casos son con niños, menores de 18 años, como ellos”, dice Micheline mientras señala a los niños y niñas que encajan en el mismo grupo de edad de los menores supervivientes.

  • Voces desde Drodro - Joecie

“El miedo a morir y dejar huérfanos a nuestros hijos: por eso no volvemos a casa”

Joecie, de 43 años, fue una de las primeras personas desplazadas en llegar al sitio de Rho en 2018. Su hijo Salomon, de 17 meses, está ingresado por desnutrición con complicaciones de anemia y fiebre alta en el hospital de Drodro. Estaba casi en estado de shock durante su admisión.

El día anterior, tras escuchar disparos a lo lejos y tras un ataque armado ocurrido a pocos kilómetros por la mañana, pacientes y personal médico decidieron huir del hospital en pocos minutos. 

Joecie comparte con nosotros por qué huyó con los demás.

“Estaba en la cama del hospital con mi bebé cuando los otros pacientes se nos acercaron y nos dijeron 'tenemos que irnos, hay disparos a unos metros': me asusté. La gente corría. Sin entender lo que pasaba, envolví a mi pequeño en el fular, lo puse sobre mi espalda y me fui. Pero en el pánico, olvidé algunas de mis cosas: su historial médico y mis utensilios de cocina”, describe Joecie.

“Primero quise huir a Rho, de regreso a casa, pero el camino no era seguro, así que fui en otra dirección. Mi hijo estaba demasiado enfermo: tenía fiebre alta y nada para comer. Está en tratamiento con leche terapéutica pero como huimos, yo no tenía. Traté de amamantarlo, pero no es suficiente para su salud. Entonces, regresé con algunos de los otros pacientes al hospital. La noche fue muy complicada; me estaba volviendo loca y apenas dormí”.

Joecie es una de los pocos pacientes que regresan en dirección al hospital después de huir, y la ambulancia los llevó de regreso al hospital. Allí, todos se apretujaron en una habitación para refugiarse. La noche era intensa y la tensión, palpable.

“Esta mañana estoy bien, no hay rumores de otro ataque y MSF está aquí”, dice Joecie con una sonrisa esperanzada en su rostro, sintiéndose aliviada. “Otros pacientes volvieron a las distintas salas del hospital”. Hubiera preferido estar en el campamento durante los eventos, pero, como su hijo está enfermo, prefiere quedarse aquí hasta que se recupere.

“Tengo otros ocho niños en casa y mi esposo se fue a buscar comida, así que no sé cómo están”, explica Joecie con emoción. “Rho está en casa ahora, no podemos volver a nuestro pueblo, es demasiado peligroso, así que nos quedamos en el sitio con nuestros hijos. El miedo a morir y dejar huérfanos a nuestros hijos: por eso no volvemos a casa”.

  • Voces desde Drodro - Angel

“No comemos cuando hay inseguridad”

Angel, de 35 años, vive con su esposo y sus seis hijos en el campamento para desplazados internos de Rho desde noviembre de 2020, después de huir de los ataques en su aldea, a solo unos kilómetros de distancia, en la provincia de Ituri.

“Nos remitieron al hospital de Drodro porque mi hija, Merciane, ha estado enferma con desnutrición y neumonía grave. Llevamos 10 días aquí, pero su salud ha mejorado mucho y espero que nos vayamos pronto”, comparte mientras alimenta a su hija con plumpy’nut, una pasta médica a base de cacahuete para el tratamiento de la desnutrición aguda severa. Merciane es una de las dos gemelas nacidas hace 13 meses. Su hermano gemelo Olivier goza de buena salud, sonríe y juega con un bolígrafo en la cama, junto a su hermana, su madre y su tía.

Sin embargo, ayer huyeron del hospital. Angel comparte su experiencia: “Huí porque la gente huía a mi alrededor. La gente corría, pero ¿qué estaba pasando? Fue muy confuso. Los niños lloraban y nos fuimos rápidamente, con prisa. ¡Hasta olvidé mi palangana!”.

Tras escuchar disparos a lo lejos y tras un ataque armado ocurrido a pocos kilómetros de distancia por la mañana, pacientes y personal médico decidieron huir del hospital, en pocos minutos. Algunos pacientes pudieron escapar del área rápidamente, antes de que las carreteras se volvieran demasiado peligrosas para viajar, pero otros llegaron demasiado tarde. Tuvieron que dar la vuelta en dirección al hospital. Angel es parte de los pacientes que regresaron al hospital: la ambulancia los llevó de regreso. Allí, todos fueron apretados en una habitación para refugiarse.

“Hoy me siento segura pero ayer estaba muy asustada. ¡Durante la noche no sabemos adónde y cómo huir si pasa algo! Logré dormir un poco porque estábamos todos juntos en la misma habitación”.

Angel está ansiosa por volver al sitio de desplazados internos de Rho, donde vive con su familia, a pesar de que están luchando por encontrar comida. Cuando estaban en casa, cultivaban frijol, maíz y yuca. Pero hoy, no pueden acceder a sus campos. “No comemos cuando hay inseguridad”, expresa Angel, con tono confuso. "Esto es nuevo para mí; es la primera vez que uno de mis hijos tiene un problema de desnutrición".

  • Voces desde Drodro - Rutha

“No quería irme, pero la habitación estaba vacía, sentí que no tenía otra opción”.

Rutha proviene de un pueblo no muy lejos del sitio de Rho, por eso fue al puesto de salud avanzado en Rho para recibir atención para su hijo, Bariki, de 4 años.

Le diagnosticaron una infección gastrointestinal y una sepsis. Llegaron casi demasiado tarde al puesto de salud de Rho, tuvo complicaciones, por lo que fue derivado de urgencia al hospital de Drodro. “Gritaba en nombre del dolor de estómago y sudaba mucho, tosía y vomitaba; me preocupé”, explica Rutha. “Aquí, en el hospital, sé que lo pueden cuidar, ayer no quería irme”.

El día anterior, tras escuchar disparos a lo lejos y tras un ataque armado ocurrido a pocos kilómetros por la mañana, pacientes y personal médico decidieron huir del hospital en pocos minutos.

Rutha comparte con nosotros por qué tuvo que huir: “Huí porque mis vecinos [en el servicio] huyeron. No quería irme, pero la habitación estaba vacía, sentía que no tenía otra opción. Los pacientes y las enfermeras se fueron, así que los seguí. Pero después de algunas horas, mi hijo evolucionaba a peor, con fiebre alta, lo que me llevó a regresar aquí al hospital para pasar la noche. No dormí mucho pero sí un poco porque sabía que la puerta estaba cerrada por dentro”, describe Rutha con emoción.

Algunos pacientes pudieron escapar del área rápidamente, antes de que las carreteras se volvieran demasiado peligrosas para viajar, pero otros llegaron demasiado tarde. Tuvieron que dar la vuelta en dirección al hospital. Rutha es una de los pacientes que regresaron al hospital: la ambulancia los llevó de regreso. Allí, todos fueron apretados en una habitación para refugiarse.

Rutha es agricultora junto a su esposo. Solían cultivar batatas, frijoles, maíz y yuca. Sin embargo, la inseguridad reinante les impide acceder a sus campos desde principios de año: “Si llegas al campo te mueres”.

En consecuencia, permanecen en su pueblo, donde se ven obligados a trabajar para otros. A través de este trabajo, logran asegurar el sustento diario, para comer todos los días.

  • Voces desde Drodro - Estalla

“Si vuelvo a mi pueblo, no me quedo más de dos o tres meses antes de volver a huir”

Estalla, de 45 años, vive en Dhenja, cerca del pueblo de Ndjala. Huyó de su pueblo ubicado a unos 30 kilómetros de distancia en 2017. Su familia es una familia de acogida.

“Si vuelvo a mi pueblo, no me quedo más de dos o tres meses antes de volver a huir. Aquí, no necesito huir mientras esté allí, necesito huir todo el tiempo. Aquí alquilo campos con mi esposo y cultivamos yuca, papas y frijoles”.

“Tengo 9 hijos, pero no todos viven en su choza. Desde enero, he recibido a más de 15 personas en esta cabaña. Desde entonces, construyeron su pequeña choza alrededor. Una pareja todavía vive con nosotros. La gente encontró refugio aquí porque tiene miedo. Los “otros” pueden venir a tu pueblo y crear problemas”, comparte Estalla con temor.

“A la gente le falta comida, entonces huyen, siempre más lejos. Tienen miedo de ir al campo. A veces, logran ir al mercado. Pero con la inseguridad, el mercado no sucede todas las semanas ahora. Nuestra familia, no vamos a Blukwa'Mbi. Es demasiado peligroso ahora. Seguimos cerca”.

El miedo al peligro ha restringido su capacidad para viajar a pueblos cercanos, como Blukwa'Mbi, que consideran demasiado peligroso. Eligen permanecer cerca de su ubicación actual, garantizando la seguridad de su familia. Estalla menciona que los niños asisten a la escuela en Ndjala, enfatizando la importancia de la educación en medio de las difíciles circunstancias.

  • Voces desde Drodro - Denise

“Es la segunda vez que pierdo un hijo durante el parto”

Denise, de 28 años, acudió al centro de salud de Blukwa'Mbi para su consulta de prenatal con motivo de sus 7 meses de embarazo.

Denise habla sobre sus experiencias trágicas anteriores: “Vine aquí para que las matronas pudieran averiguar si hay algún problema con el bebé. Mi anterior murió durante el parto. Ya no tenía fuerzas para empujar, nació muerto. Es la segunda vez que pierdo un hijo durante el parto. Mis bebés son demasiado grandes”. Las emociones se apoderan de sus palabras mientras comparte el dolor inimaginable que ha soportado.

Desafortunadamente, este centro de salud de Blukwa'Mbi aún no cuenta con la capacidad técnica para una atención más especializada como una cesárea para esta situación. Para continuar brindando ayuda imparcial y facilitando el acceso a la atención médica para todos, nuestros equipos están rehabilitando el centro para transformarlo en un centro de referencia que pueda brindar atención médica especializada y llevar a cabo dichos procedimientos.

Huí de mi pueblo porque escuché disparos. Como estoy embarazada, prefiero no quedarme, por si las peleas se acercan a mi pueblo. Huí a Ndjala y construí una pequeña choza para dormir con mis dos hijos. Mi marido va y viene a traer comida. No como todos los días porque no como cuando mi esposo no puede regresar”, dice Denise. “La última distribución de alimentos fue en noviembre de 2022. Aquí ni siquiera hay suficiente agua para todos”.

“Lo que me preocupa es que cuando vuelva a casa, ¿qué voy a hacer? Vivo de la actividad rural y de la cosecha, pero, con la precariedad, no pude sembrar. Mi esposo trató de hacer un poco, pero no será suficiente para sostener la próxima temporada”. La incertidumbre que rodea su futuro pesa mucho en la mente de Denise.