‘La ciudad sin imágenes’, una historia para pasear con otros ojos

En el ensayo de Juan Gallego Benot, las calles no dejan de moverse ante la mirada de un protagonista con prosopagnosia.
Turistaviajero explorando la ciudad de Barcelona
Alexander Spatari

El protagonista de La ciudad sin imágenes (La Caja Books), ensayo escrito por Juan Gallego Benot, sufre de prosopagnosia. Una enfermedad de la mirada poco conocida que impide al que la tiene reconocer las caras de los demás, aunque sean personas muy cercanas. Pero este personaje, además, no fija las imágenes de las ciudades. De esta manera, por mucho que camine por las que le son familiares, no son más que un laberinto para él. En cuanto cambia la mirada, la calle en la que estaba ya es otra.

Un hecho que le lleva a entender la ciudad de otro modo, a recorrerla por otros caminos a los que no estamos acostumbrados. Y así, nos presenta a un paseador o flanéur inútil que recorre las calles de Madrid, Sevilla o Londres y en las que solo ve movimiento, no algo fijo. Una metáfora que le sirve para explicar el sentimiento real que viven muchos otros en estas ciudades modernas en las que las tiendas, bares y todo en general, cambian muy deprisa, haciendo que no podamos asirlas, que se nos escapen de las manos.

‘La ciudad sin imágenes’, Juan Gallego Benot.

La Caja Books

Condé Nast Traveler: El protagonista del libro sufre de prosopagnosia. ¿Qué es esta enfermedad y cómo le afecta para relacionarse con la ciudad?

Juan Gallego Benot: Es una enfermedad de la mirada que no es física, sino mental. Se trata de una incapacidad que tiene el cerebro para fijar imágenes en nuestra memoria. El prosopagnósico percibe lo que ve, pero no es capaz de asignarle un sentido fijo. No relaciona los rostros de los amigos o familiares con un significado. Pero en el libro, yo lo llevo a que ese reconocimiento también afecta a la ciudad, a las imágenes que deberíamos identificar rápidamente, como puede ser un monumento, una iglesia o un museo.

CNT: ¿Qué se encuentra entonces en esos paseos?

J.G.B.: Cuando se pasea por el centro de una ciudad y se ve una catedral, la persona sin prosopagnosia ve el edificio que se supone que existía cuando se construyó. Tiene la idea de que está ahí desde el siglo que se levantó. Sin embargo, el prosopagnósico percibe las obras que se han hecho, la restauración, la remodelación del entorno urbano… Ve el cambio por encima de la imagen fija. Y por eso no distingue la catedral del nuevo centro comercial o de la tienda que haya abierto al otro lado.

CNT: La ciudad de Mérida es un buen ejemplo de esto. Como dices en el libro, todas contienen muchas urbes dentro de ella misma.

J.G.B.: Me hace mucha gracia esta referencia. Viene de una profesora que tuve en el bachillerato que decía que en Mérida cada vez que se excavaba aparecía más Mérida. Hablaba de su pasado, claro. Me hacía gracia hablar, no solo de ese sentido material, de excavación, sino entender la ciudad como un espacio de excavación de la imagen. Cada vez que quitas una imagen de algo, aparece otra detrás. Cada vez que deshaces un monumento, aparece otro. Como si fueran una especie de círculos de imágenes. Siempre hay algo detrás. La propia ciudad tiene como origen la propia ciudad y como futuro, más ciudad. De alguna forma no hay escapatoria en ese sentido.

Juan Gallego Benot nos descubre la ciudad a través de la prosopagnosia.

JEOSM

CNT: ¿Cómo son esas ciudades que ve él?

J.G.B.: Él es capaz de ver el engaño de las ciudades modernas, es decir, que son fijas y están basadas en espacios monumentales y periféricos, en centros y suburbios. Para él, todo ese tipo de jerarquías y organizaciones que nos vienen dadas, de repente, se rompen. Creo que, igual que le pasa a él, debemos reformular y volver a pensar las ciudades siguiendo otros caminos. Ese es el sentido de hacer recorridos por Madrid, Londres y Sevilla en el que se replantean todas esas cosas de dónde están los monumentos, dónde debemos de mirar, qué es lo que siempre se dice que ha estado ahí, etcétera.

CNT: ¿Cómo definirías tú a una ciudad?

J.G.B.: Un conglomerado de imágenes en movimiento.

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CNT: Con este libro también animas al lector a vivir la ciudad de otro forma. A cerrar los ojos y a ver esa ciudad en movimiento.

J.G.B.: Intento plantear una forma de paseo y de visita que no implique siempre ir al sitio obligatorio, ir al monumento y hacernos una foto allí. Lo pienso mucho, por ejemplo, en el Louvre, con la foto de la Mona Lisa. Lo que interesa es demostrar que se ha estado allí. Intento quitar un poco ese peso y plantear un sentido mucho más especulativo, que no requiera tanto esfuerzo físico y permita una experiencia de la ciudad que vaya más allá. Es decir, buscar otras formas de vivir la ciudad.

CNT: Al final, de alguna forma, todos sufrimos de prosopagnosia.

J.G.B.: La prosopagnosia es algo bastante común en muchos sentidos. Muchos me han venido a decir que tienen esa sensación de sentir que la ciudad se les escapa de las manos, de que les abruma, que cambia muy rápido: los bares, las tiendas, todo. La gentrificación que moldea las ciudades, todo ese tipo de cambios que no podemos asir y que modifican nuestra propia vida y experiencia. La prosopagnosia es una forma muy contemporánea de entender y vivir la ciudad. No es que sea ni buena ni mala, pero está ahí.

¿Y si la ciudad siempre estuviese en movimiento?

Amos Bar Zeev / Unsplash

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