MODA

¿Hasta siempre, tacones? Una reflexión sobre el auge imparable del zapato plano

De la bailarina al ‘kitten heel’, el triunfo de diseños más planos abre el debate: ¿Son los ‘stilettos’ una especie en peligro de extinción?
zapatos de valentino
Silvia Tortajada

Le bastó un “no me puedo concentrar en zapatos planos” para forjar esa leyenda. Con su particular sentido del humor, Victoria Beckham hizo viral en 2019 una camiseta que comercializó con esta frase que le atribuye internet. Y aunque es cierto que las apariciones de la ‘Spice pija’, el contoneo de caderas de Marilyn Monroe o los atuendos postdivorcio de Lady Di no serían lo mismo sin unos buenos stilettos, parece que todas esas alturas quedan olvidadas tras una neblina que desdibuja todo período anterior a la pandemia.

¿Quién recuerda acaso las icónicas sandalias Tribute de Yves Saint Laurent o los peep-toes con plataforma dorada de Charlotte Olympia? Hoy las distancias entre la suela y el suelo se acortan hasta mínimos históricos en una clara preferencia por un diseño más cómodo. “En este momento, el calzado plano es más popular que el tacón”, sostiene Madé Lapuerta, una ingeniera de software que dirige la plataforma Data, But Make it Fashion. “Según los análisis que hago de miles de noticias online, prensa y posts mensuales, ahora mismo las bailarinas son un 30% más populares que los tacones”, comenta refiriéndose al lapso de tiempo entre febrero y marzo. “Y el reconocimiento de estos zapatos solo está creciendo”. A esta inclinación también apunta Tiffany Hsu, directora de compras de Mytheresa: “Definitivamente hemos visto cómo se ha ido haciendo cada vez más popular en las últimas dos temporadas, especialmente el estilo mercedita de firmas como Alaïa, Miu Miu y Khaite, en variados materiales como la malla o las tipo joya”, señala para Vogue España.

Silvia Tortajada

En cuanto a tacones se refiere, Lapuerta incide en una prioridad del formato kitten heel o chupete. Este tipo de diseño bajo es uno de los favoritos absolutos sobre la pasarela. Ya sea con efecto origami o forrado en un satén de tonos ácidos, Prada lo ha convertido en el fetiche de sus últimas colecciones. Ha sido elevado a categoría de alta costura por Chanel o Valentino, mientras que Gucci lo ha teñido de ese rojo oscuro –ancora– ya definitorio de esta nueva etapa de la marca bajo la batuta de Sabato de Sarno.

Zapatos destalonados de charol de Gucci y caramelos de violetas de La Duquesita.Silvia Tortajada

En un artículo de The New York Times que trataba de hallar respuesta a las motivaciones femeninas para seguir llevando stilettos, la periodista Vanessa Friedman hablaba de lo exageradas que resultaban las especulaciones sobre su fecha de caducidad. “Los tacones crean un cambio psicológico, de humor y del lenguaje corporal”, sostenía en ese mismo tema Tamara Mellon, antigua directora creativa de Jimmy Choo, citando sus propiedades catalizadoras sobre la autoconfianza. En realidad, la fascinación por la elevación física es mucho más dispar y compleja, como deja claro su uso masculino en el s. XVII o los chapines, unas plataformas femeninas de hasta 54 centímetros que se llevaron desde antiguo en Italia y España. “Creo que la mejor manera de considerar los tacones es como una herramienta de estatus”, opina Elizabeth Semmelhack, comisaria y directora del Bata Shoe Museum de Canadá. “Históricamente las mujeres han sido un accesorio de la posición social familiar, ya que su riqueza a menudo se exhibía a través de lo que ellas vestían. A medida que fueron incorporándose a los trabajos de oficina en los 80 y 90, los tacones caros de diseño se convirtieron en una manera de proclamar el propio éxito individual, aunque de una forma que también trajo consigo un complejo reverso erótico”, reflexiona.

Zapatos Slingback con strass y lazo de grosgrain de Chanel y golosinas de Belros.Silvia Tortajada
Silvia Tortajada

La pandemia fue una especie de borrón y cuenta nueva en lo relativo al calzado. Habiendo hecho de los leggings y las zapatillas el uniforme de la nueva normalidad, tras el confinamiento mucha gente se quejaba del regreso de pantalones y zapatos tan rígidos. Como apunta Semmelhack, los tacones altos en particular parecieron perder su relevancia, y mientras sus ventas se desplomaron, los mocasines o las bailarinas aumentaron su popularidad. “Algunas personas pensaron que podríamos ver un retorno postpandémico al vestido adornado y sofisticado, como sucedió en los locos años veinte, pero eso no ha sucedido ya que el mundo es un lugar muy diferente –desde el punto de vista político y económico– a como era entonces”, sopesa.

Aunque las ventas de zapatos, como opina Tiffany Hsu, ya no están vinculadas a la influencia de la pandemia, el panorama actual nada tiene que ver con aquellos años de normcore. Los tacones no desaparecen, pero las deportivas tampoco son la única opción viable a la hora de vestir. “Ahora somos mucho más tolerantes a un amplio rango de looks y la moda es mucho más ecléctica que nunca. Creo que esto refleja muchas cosas, desde el impacto de la ropa de teletrabajo a un enfoque cada vez mayor en el individualismo”, cavila Semmelhack. Para Elena Dapra, psicóloga sanitaria experta en coaching, actualmente nos encontramos en un punto intermedio: “Se intenta mezclar todo lo que a nivel psicológico puede representar el tacón con esa comodidad que reclamamos, consecuencia en parte de la pandemia”.

Silvia Tortajada

En el entorno profesional, los tacones se han definido como una parte integral del power dressing: al ganar en altura visualmente se ocupa más espacio, una estrategia vinculada a la tradicional masculinización de la imagen para parecer más poderosa. “Creo que justamente prescindir de los tacones se podría entender desde un posición de ‘no necesito nada para empoderarme, porque ya lo estoy”, apunta Dapra. En 2024, los stilettos ya no son un elemento exclusivo para transmitir este tipo de mensaje ya que calzarse unas bailarinas o unos kitten heels puede ser un ejercicio igual de efectivo. “Pienso que tener y ejercer esta variedad de opciones es una evidencia de poder”, matiza Semmelhack. “Los tacones como principal símbolo de poder femenino suponen una cuestión complicada, porque durante mucho tiempo han sido fundamentales para la construcción de la deseabilidad hipersexualizada. Sin embargo, ser deseable no es lo mismo que ser poderosa”.