Jonathan Daniel Pryce

Podríamos decir que la cronología vital de la relación que mantiene cualquier chica con el estampado de leopardo podría ser, más o menos, esta : hasta lo 20, rechazo absoluto; entre los 20 y los 30, acercamiento tímido; de los 30 a los 40, la relación comienza a asentarse; de los 40 en adelante, amor eterno e incondicional para toda la vida.

Es como si tuviéramos que aprender a entenderlo y, en consecuencia, a quererlo. Porque no es fácil, sobre todo porque requiere conocer a fondo su manual de uso estilístico. Hablemos claro: el leopardo es maravilloso... Si sabes cómo llevarlo. Hay miles de referencias, mezclas y versiones, desde la más clásica –imposible no pensar en Anne Bancroft en El Graduado con su abriguito de pelo con print animal fumando compulsivamente–, hasta la más moderna y audaz: combinándolo con colores subidos de tono e incluso con otros estampados. Pero hay un detalle muy concreto que está a medio camino de lo tradicional y de lo hipster que nunca, nunca, –insistimos– nunca falla: con una pequeña dosis de color rojo.

Puede ser a través de unos guantes de piel, como hizo Pernille Teisbaek en la pasada alta costura; o un bolso con asa rendonda, como mandan los cánones; unos botines kitten heel o incluso unos labios pintados con tu rouge favorito. Da igual cual sea el complemento elegido, pero el efecto del rojo es instantáneo: sube la intención del print animal y multiplica su carisma.

Abrigo de Maje.

Cortesía de la firma

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Abrigo estampado, de Maje (197,50 €).

Bolso de Bimba y Lola.

Cortesía de la firma