Año/Cero

REMEDIOS CONTRA EL MAL DE OJO

No solo los humanos, sino también las plantas o las cosas pueden recibir esos malos influjos. Según la tradición, determinados alimentos, como el vino o el pan, son susceptibles de ser aojados, por lo que son objeto de ritos de protección como pasar un diente de ajo haciendo una cruz por el fondo del barril o de la prensa de vino, justo cuando este se va a trasegar.

En Galicia se piensa que hay aojadores (aolladores) voluntarios –que causan el mal a sabiendas–e involuntarios, que no quieren provocar calamidades en otros, pero que no pueden controlar la perniciosa acción de su mirada. Los primeros, conocedores del poder incontrolado de sus ojos, sufren ante la perspectiva de causar daño a inocentes, así que suelen tomar medidas para que eso no ocurra, como no mirar directamente a la gente o llevar gafas aun sin necesitarlas, para atenuar la potencia de su mirada. Un individuo, convencido de ser un aojador, me dijo que habitualmente los relojes se paraban en cuanto los observaba. En cuanto a los aojadores intencionados, emplean sus capacidades para hacer el mal fundamentalmente por envidia. Esa pulsión irrefrenable de codiciar lo ajeno en personas supuestamente dotadas de esa «fuerza maligna» es lo que desencadena toda esa sucesión de desgracias en las víctimas. Cuando una persona o animal sufre el mal de ojo, las consecuencias son diversas: desde desgracias a enfermedades.

Toda sociedad tradicional tiene especialistas en la gestión de las fuerzas que producen el mal y la enfermedad y que pueden hacer peligrar la supervivencia de la comunidad. Son individuos a los que se atribuye la facultad de curar, de viajar al mundo de los espíritus y solucionar los problemas que se originan fuera del plano tangible, de ver el futuro, de o atadores, levantadores da paletilla, o , ensalmadores, exorcistas… según sea su especialidad dentro del campo de la medicina popular y de las artes adivinatorias. Por supuesto, también están los curas, que son intermediarios entre lo terrenal y lo celestial y representantes de Dios, por eso están capacitados para curar. Hay que recordar que en la medicina popular se combinan conocimientos etnobotánicos y anatómicos con prácticas mágicas y religiosas.

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