EL LADO OCULTO DE JIMÉNEZ DEL OSO
“Hubo una vez un adolescente al que la vida había concedido dones tan inapreciables como un viejo sillón, un cuarto cuya puerta podía cerrarse y una reducida familia de hábitos tranquilos y respetuosa intimidad ajena, eficaz en sus estudios sin dedicar demasiado tiempo a ello. El aprendiz de hombre disponía de algunas horas cada día para aquellas actividades que más le complacían y en las que no solía contar con otro compañero que sí mismo. La magra biblioteca de su padre, heterogénea y ausente de lomos gofrados, como corresponde a quien ama más la lectura que los libros, sirvió, como complemento por un número ingente de tebeos, para nutrir aquel inmaduro intelecto durante unos años… Hasta que un día, el más nefasto de los días, la novela gótica entró en su vida y el muchacho cayó en las innobles redes de su encanto. Estremecido y gozoso, temiendo y deseando el horror que aguardaba entre sus páginas, fue comprando en librerías de lance cuanto libro de terror le permitía su escasa economía. Y aún arrastró esa enfermedad durante décadas, mientras el cabello huía de su cabeza, tal vez harto de tanto erizarse, y el rostro se le cubría de encanecida barba…”. (Drácula, el señor de las sombras, artículo firmado por Jiménez del Oso, en MÁS ALLÁ, abril de 1990).
CUÉNTAME…
Fernando Jiménez del Oso nació en Madrid un 21 de julio de 1941. Sus padres, Felicísimo y Dolores, vivían en el extrarradio de la capital, al otro lado del Manzanares, donde los niños jugaban en la calle a las “chapas” o al trompo. Era aún época de posguerra, donde todavía podían apreciarse los dramáticos impactos de obuses de la contienda y donde la inocente avidez de los niños no encontraba en las vainas desperdigadas más que un pequeño tesoro que luego podía intercambiarse por cromos.
Fernando era un niño tremendamente tímido. Su infancia transcurrió como si fuera hijo único, pues su hermana, mayor que él, solía
Estás leyendo una previsualización, suscríbete para leer más.
Comienza tus 30 días gratuitos