MILI KK
Cuando llegaban las vacaciones de verano, por las mañanas, nos poníamos en el lado del bloque en el que había sombra, junto a nuestro portal, el 152. La sombra se iba acortando a medida que pasaba el día, pero era suficiente hasta la hora de irnos a comer. Allí estábamos Dani, Jose, David y yo. Ninguno con más de trece años. Chavales viendo pasar el día, esperando a que pasase algo que animase la jornada. Y las cosas solían pasar en La Garza, el bar que estaba al lado.
La Garza era un lugar oscuro, de suelo sucio y pringoso. Olía a tabaco negro, aceite requemado y sudor. Del bar salía el sonido de Los Cantores de Hispalis: “A
