Andreu Nin Un caso sin resolver
La primavera de 1937 fue la más sangrienta que se recuerda de la Guerra Civil española. A la lucha en el frente del Ebro, entre otras, se unió otra guerra civil en plena Barcelona republicana. Fue una guerra civil dentro de una guerra civil: si la primera fue una guerra entre hermanos, esta segunda se libró entre aliados y camaradas, que aún es peor. El bando republicano se dividió en dos, dos maneras distintas de interpretar la doctrina marxista que acabarían luchando entre ellas para conseguir la hegemonía ideológica en su bando. Ambas facciones entendían la revolución social de dos maneras diferentes. Mientras que los comunistas sostenían que lo importante era ganar la guerra y que después se realizaría la revolución social, los anarquistas y trotskistas luchaban por conseguir en primer término la revolución social y después ganar la guerra. Dicha teoría fue puesta en práctica en tierras de Aragón y Cataluña por parte de los anarquistas, que colectivizaron las tierras y las trabajaron de forma diferente a la acostumbrada. Tuvieron éxito en sus reformas, pero estaban en un tiempo de guerra, y los comunistas preferían ganar la guerra contra el bando franquista antes que alimentar a sus propias tropas.
BARCELONA, CAMPO DE BATALLA
La situación el primero de mayo de 1937 en Barcelona era ciertamente kafkiana. Según la calle o el edificio, unos estaban ocupados por una facción y otros por otra. Los anarquistas controlaban el emblemático edificio de la Telefónica, evidentemente fundamental para las comunicaciones, y otras calles
