CARMEN MOLA El escritor no debe imponerse límites ni autocensurarse
Su caso es tan particular, que el lector puede sentir mucha curiosidad sobre cómo se escribe a seis manos. Ha habido y hay casos de parejas de personas que escriben al alimón, ¿pero tres? ¿Son pioneros en eso?
¿Pioneros? Supongo que no, que habrá habido otros grupos de escritores a seis manos, a ocho y hasta a diez, lo que seguro que somos es los primeros que han ganado un premio tan importante como el Planeta escribiendo así. Nosotros mismos no descartamos que el grupo se amplíe en un futuro—o incluso se reduzca ocasionalmente si alguno de nosotros está ocupado en otros quehaceres—, de hecho, alguna vez hemos contado con ayuda para asuntos de documentación que dominamos menos, por ejemplo en el Internet oculto de la Red Púrpura. También hemos recabado la colaboración de otros compañeros, en concreto, en La novia gitana, una cuarta guionista, Irene Rodríguez, nos ayudó en la elaboración de la estructura de la novela. La decisión de ser tres en el grupo fijo de Carmen Mola es bastante útil, tratamos de que todo se haga por consenso, pero hay veces que no se consigue. En ese caso hay que someterlo a votación y los empates son imposibles. De cualquier forma, seamos tres o veintitrés, lo importante es llevarse bien, respetar el trabajo de los demás y tener claros los objetivos de la novela que estamos escribiendo.
Precisamente, un acto tan personal como elegir las palabras adecuadas para la expresión y lo argumental parece difícil que pueda desarrollarse entre tres personas. ¿Cómo es una sesión de trabajo de ustedes? ¿Tienen roles marcados para hacer tareas diferentes de escritura,
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