Por desgracia, muchas personas se han visto obligadas a abandonar sus casas por diversas causas. Pero salir corriendo de tu hogar porque una fuerza invisible y agresiva te está haciendo la vida imposible es, cuanto menos, asombroso. Este es el caso de la familia Tobeña. La historia sale a la luz cuando en la calurosa madrugada del 9 de julio del año 1935, un joven parte de su casa, situada en el número 11 de la calle Agullers, en Barcelona, para dirigirse a la comisaría de Policía más cercana. Manuel Tobeña, muy nervioso, se presentó ante los adormilados agentes de guardia, quienes no salieron de su asombro cuando nuestro protagonista denunció que en su hogar, desde hacía varias noches, unos ruidos terribles no dejaban dormir ni a su familia ni a él. El muchacho aseguraba que tales sonidos eran producidos por un fantasma.
«¡ME QUIEREN MATAR!»
Unos meses antes, en el invierno de ese mismo año, la sociedad española había asistido expectante a los sorprendentes sucesos paranormales provocados por el llamado «duende de Zaragoza», lo que había dado para numerosas noticias en la prensa nacional. Quizá por eso, los responsables de los principales diarios de la época no tuvieron reparo en dedicarle espacio en sus páginas al caso de la familia Tobeño. Por ejemplo, el diario El Heraldo de Madrid titulaba: «Un vecino de la casa número 11 de la calle Agullers denuncia a la Policía la presencia de un fantasma en sus habitaciones».
