Fue la autora más importante del género policial a partir de 1950. Patricia Highsmith dio un paso de la novela del detective a la novela del asesino. La batuta, la voz cantante, ha cambiado de manos, y resulta incluso más inquietante cómo va a sonar ahora la muerte violenta. Lo psicológico –las motivaciones, los sentimientos–, de este modo, vuelve a cobrar importancia, pues no en vano y, ¿sorprendentemente?, la autora texana tuvo entre sus lecturas a Dostoievski, Conrad, Melville y Poe, es decir, literatos que usaban la acción de forma psicológica, que mostraban la psicología de sus personajes mediante sus acciones.
, en su libro (1944), dijo que « devolvió el asesinato al tipo de personas que lo cometen por algún motivo, y no por el solo hecho de proporcionar un cadáver», dando un paso más allá de la novela de intriga burguesa; Highsmith, por su parte, dará la espalda a todos los antecedentes dentro del género policial –reconociendo sin embargo el estilo de Chandler, el frustrado adaptador de para , quien lo despediría– y se interesará por el alma del criminal, por sus deseos más oscuros; el resultado será una introspección en la parte más díscola y perturbada de la mente humana.