Bella Poarch estaba superando un caso de Covid-19 al momento de esta plática, pero eso no la estresaba. Fue la entrevista misma, en realidad. Ella, al igual que innumerables personas en todo el mundo, tiene una grave ansiedad social. Tal vez, en cierto modo, es bueno que haya explotado –con 2,000 millones de likes y 88 millones de seguidores en TilcTok-. Es la tercera persona más seguida en la plataforma, tiene la canción de debut más pegajosa que haya salido de esa aplicación (“Build a Bitch”, que si no la has escuchado, sí lo has hecho) y ahora un contrato con Warner Records, todo eso en medio de una pandemia mundial. Y aún así, rara vez ha tenido que estar en situaciones sociales 1:1. O incluso en situaciones de Zoom 1:1, como en la que estuvimos.
Hay muchas cosas que diferencian la historia de Bella de la de la estrella del pop que sube y sube y se siente muy ansiosa. Para empezar, nació y se crió en Filipinas, primero con su abuela y luego con unos padres adoptivos. Con el tiempo, la familia se trasladó a Estados Unidos, donde Bella se graduó de la escuela antes de tiempo y se alistó rápidamente en la Marina. Cuando terminó el campamento de entrenamiento se hizo su primer tatuaje, un candado y una llave de corazón que desde entonces ha dado paso a una tinta distintiva que cubre gran parte de su