Abogacía

Baltasar Garzón Los disfraces del fascismo

De la judicatura al ejercicio privado de la profesión, ¿qué ha sido de Baltasar Garzón?

En 2010 fui suspendido de las funciones por investigar los crímenes franquistas. En 2008 empecé esas investigaciones en el contexto de crímenes contra la humanidad. El Tribunal Supremo consideró que no era viable, por razón de la Ley de Amnistía. No obstante, es curioso y paradójico el destino, pero desde hace apenas un par de semanas es ley en España la Ley de Memoria Democrática que recoge los argumentos, casi al cien por ciento, que en 2008 me permitieron iniciar la investigación y que en 2009-2010 fueron el fundamento para que el Tribunal Supremo me suspendiera de las actividades jurisdiccionales; lo que entonces para ellos era delito, hoy es ley para todos. Aunque han sido duros los años, se ve uno recompensado.

Un segundo caso del que fui objeto, y por el que también fui suspendido, fue la investigación sobre la corrupción de representantes del Partido Popular, un partido conservador español, que dio lugar a que se volviera el caso de corrupción política más grande de la democracia española y, probablemente, de la historia judicial española, por ordenar la interceptación de las comunicaciones de los líderes de esa organización criminal que después resultaron condenados, pues había indicios racionales de que estaban continuando la actividad delictiva de blanqueo desde prisión. Eso motivó, a petición tanto del ministerio fiscal como de la policía, que yo ordenara la interceptación de sus comunicaciones. Esto fue ratificado por el juez que me sucedió, quien incluso amplió esa medida en el tiempo y en la forma de llevarla a cabo y jamás tuvo ningún problema en ningún momento, como ninguno otro de los jueces afectados. En mi caso, dio lugar a una querella que produjo la suspensión y, finalmente, una condena de inhabilitación, por parte del Tribunal Supremo, en única instancia.

Eso provocó que empezara a ejercer la profesión de abogado al frente de un despacho que fundé de manera independiente, con mucho esfuerzo, para no tener que depender de nadie más que de los clientes y de las personas que quisieran aceptar nuestra defensa.

En lo que a la profesión

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