En septiembre de 1837, en un pequeño municipio situado al noroeste de Londres llamado Barnes, ocurrió algo realmente singular. Varias mujeres se acercaron hasta las dependencias de las autoridades locales para denunciar una serie de ataques. Al ser preguntadas al respecto, las aterradas señoras describieron al causante de los ataques como un demonio en forma de toro blanco. Ante esta declaración, los agentes no hicieron demasiado caso pensando que era una exageración. Sin embargo, tras esa primera denuncia fueron llegando otras, y pronto las historias similares, ocurridas en diversos puntos, se fueron acumulando. ¿Qué estaba pasando? Unos hablaban de fantasmas, otros de demonios y algunos, en un intento de dar una explicación lógica, aseguraban que el siniestro atacante era un oso que andaba suelto por la zona.
Un carpintero apellidado Jones y residente en Isleworth afirmó que había sido atacado por una figura ataviada con una reluciente armadura y que calzaba unos zapatos de color blanco. Ante los agentes de la ley, Jones continuo relatando que el misterioso ser se había ayudado de otros dos demonios para continuar con su embestida, fruto de la cual el carpintero había recibido una brutal paliza. El testimonio de Jones cobró fuerza cuando, poco después, un comerciante de la localidad de Hammersmith contó una historia sorprendentemente similar. Poco a poco, las andanzas de «Jack», como ya se le empezaba a conocer, comenzaron a hacerse frecuentes. Muchos aseguraban haberlo visto. Se hablaba ya sin tapujos de un ser que no parecía de este mundo y que atacaba tanto a hombres como a mujeres.
LOS PRIMEROS ATAQUES
Tal y como recogió el diario , lugares como Brixton, Vauxhall o Stokcwell fueron escenarios de las apariciones de ese supuesto demonio. Incluso hubo quien dijo haberlo visto escalando y danzando por el tejado del Palacio de Kensington, tal y como afirmó . Los periódicos
