La situación que vivimos en España con respecto a los derechos del colectivo LGB-TIQ+ no es otra que la amenaza. El auge de la ultraderecha se ha visto beneficiado por el apoyo de grandes medios de comunicación que están contribuyendo, día a día, al blanqueamiento del fascismo y a la legitimación de los delitos de odio.
Este es el panorama. Así de peligroso. La respuesta del colectivo es, como siempre, la resistencia y la sororidad mariKa. Protegernos en comunidad, asistirnos, cuidarnos, apoyarnos y celebrarnos. Todo lo que se avance sobre el papel requiere de una determinante correspondencia en la calle. Las leyes parecen solo existir para responder tras la agresión, pero no para prevenirla. Y esto último es urgente.
La educación inclusiva, la formación del funcionariado (cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, personal administrativo y jurídico, personal médico…) y la persecución y condena de los delitos de odio en los medios de comunicación resultan claves para que la LGBTIQ+fobia sea prevenida, localizada y condenada.
Con el voto arcoiris se ha jugado, y se juega, y con los derechos del colectivo LGBTIQ+ se negocian los repartos de carteras, asientos y cargos. Pues bien, nuestros derechos no se negocian. Nuestros derechos (derechos humanos) se respetan y se garantizan. La ciudadanía de una persona disidente en un régimen heteronormativo parece abocado a una categoría de segunda. No lo vamos a permitir.
Las palabras