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El lago
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El lago
Libro electrónico52 páginas36 minutos

El lago

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Relato a cerca de algo ocurrido a una persona quien se ve arrastraba a la indigencia y la desesperacion. Un abismo llama a otro abismo. Sobre conflictos y dilemas que pueden llevar a las personas a la enajenacion.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento12 jun 2017
ISBN9781370248759
El lago
Autor

Richard Guerra

Richard Guerra is a Cuban author, who is part of a small literary group in that country, From many years ago he has been writing short stories and even novels, publishing them as an independent publisher. His work deals with a variety of themes, from novels and stories for adults, to illustrated novels for children. He was graduated in 1991 as Electrical Engineer. He live in Miami, and is still writing.

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    El lago - Richard Guerra

    El lago

    Abyssus Abyssum Invocat.

    Psalms 42:7

    —No pude hacer nada, apenas quitarle la pistola de sus manos y dejarlo morir en paz—dijo pesarosamente y dejó sus pupilas ir desde los secos dedos en sus manos hasta los cristales que reverberaban sobre el lago como libélulas.

    Eran cristales o los creía yo así, como cuarzos teñidos por el sol y el color del estanque; el azul asentado en la planicie como si de repente brotara un mar entre la verdura de árboles y juncos. El lago se partía en mil cristales multicolores, millones de ondas, reflejos y curvas en el agua que venían, se iban, se amodorraban en la orilla empujadas por el viento. Iban atenuándose hasta enredarse junto a los patos silvestres, entre las gallinuelas diminutas que corrían picoteando el agua.

    —Déjalo ir—recomendó mi padre desde la muerte—y le dejé, pero le dije antes de verle de nuevo doblar con fuerza los huesudos y delgados dedos—Los muertos pesan más que los vivos y no se les puede sacar del recuerdo.

    Yo miraba el semblante lúgubre de aquel hombre al que casi nunca lograba arrancar más de cuatro palabras y con el que ahora convergía en ver saltar los trozos de líquido y espuma pintados de matices. Conseguía en poco de paz como yo; con las frágiles transparencias de sueños que volaban en burbujas y se rompían.

    El lago estaba ubicado en un parque cercano y yo iba allí para aliviar mi encierro, para aligerar la fatiga del trabajo y distraerme con la naturaleza. Siempre fui un apasionado amante de la naturaleza. De niño realicé excursiones por cuevas, ríos, lomas y todo lo que sonara a aventura. Participé junto a grupos de aficionados a la espeleología y arqueología en diferentes eventos y viajes por mi país natal.

    En mi nuevo país de residencia no había podido efectuar ninguno; todo el tiempo lo ocupaba el trabajo. Había que luchar por vivir. Mientras la mayoría de mis colegas y conocidos invertían su tiempo libre comprando cosas o realizando viajes a lugares en los cuales solo había conglomerados diferentes de las mismas frugales personas y cuyo objetivo solo era exprimirte y sacar hasta el último centavo, yo usaba mi tiempo en apreciar las cosas que todos podíamos ver sin embargo tal vez a pocos importaban.

    El lago era uno de esos lugares. Mi sitio preferido. Yo llevaba mi cámara y mi arsenal de tarecos. Tomaba fotos de todo; del lago, de los animales, de la vegetación, de los niños cuando los había, de cualquier cosa curiosa que cruzara por delante de mi lente y también fotos que elaboraría después para lograr la idea que me había hecho tomarla.

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