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Te elegí eternamente
Te elegí eternamente
Te elegí eternamente
Libro electrónico108 páginas1 hora

Te elegí eternamente

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Información de este libro electrónico

A Naira y Gael se les ha complicado el fin de semana, debido a la inesperada noticia que reciben a su vuelta. Y es que, para Naira, las cosas perfectas siempre acababan estropeándose por algún motivo.  
Pero ahora es el momento de luchar por su amor con todas sus fuerzas y demostrar que se amaran eternamente. 
Una noticia que nadie esperaba, una decisión sin precedentes, un amor consolidado y un final de infarto es lo que encontraréis en esta décima y última parte de la serie "Por amor" con sorpresa incluida. 
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento23 ene 2018
ISBN9788408180685
Te elegí eternamente
Autor

María Beatobe

María Beatobe nació en Madrid un 14 de febrero de 1979. Educadora Infantil de profesión y graduada en Educación Social, practica la docencia en un centro educativo desde 2002. Su vida diaria se desarrolla entre su familia, el trabajo en una Casa de Niños y la escritura en los tiempos que consigue sacar. Escritora de romántica desde la adolescencia, es amante de caminar descalza, sentarse en el suelo, leer a Benedetti y cantar a voz en grito en el coche. Autora de “Nos dejamos llevar por una mirada” y la serie de diez partes new adult “Por amor” publicadas por Planeta de Libros, entre otras. Disfruta escribiendo y creando historias que como ella dice “le dicta el corazón a cualquier hora del día. La inspiración no tiene horarios” Muy activa en redes sociales ya que para ella, la cercanía entre lectores y autores es primordial.   Sigue a la autora:  Facebook: maria beatobe escritora Twitter: @mariabeatobe Instagram: @mariabeatobe Pinterest: maria beatobe    

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    Te elegí eternamente - María Beatobe

    Portada

    Índice

    Capítulo 178

    Capítulo 179

    Capítulo 180

    Capítulo 181

    Capítulo 182

    Capítulo 183

    Capítulo 184

    Capítulo 185

    Capítulo 186

    Capítulo 187

    Capítulo 188

    Capítulo 189

    Capítulo 190

    Capítulo 191

    Capítulo 192

    Capítulo 193

    Capítulo 194

    Capítulo 195

    Epílogo

    Agradecimientos

    Carta a los lectores

    Biografía

    Créditos

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    178

    capitulo.jpg

    Me encerré en mi habitación pensando que el mundo se acababa en ese mismo momento, que mi vida se terminaba para siempre y que era la persona más desgraciada de todo el planeta por tener unos padres así, que no habían contado conmigo para tomar una decisión tan importante, como era mudarnos fuera de la ciudad nada más y nada menos que ¡dos meses!

    Tumbada boca abajo sobre la cama, me abracé a la almohada como a un salvavidas y empecé a llorar como hacía tiempo que no lo hacía. Sentía tanta rabia e impotencia que temía escupir fuego en cualquier momento si se me ocurría abrir la boca, aunque fuera solo para suspirar.

    Alguien dio dos sutiles golpes con los nudillos en la puerta de mi cuarto, se asomó con cautela y, sin verla y ni siquiera darme la vuelta, supe que era mi madre. De mi boca salió un «¡Fuera! ¡Quiero estar sola!» lleno de veneno y furia, y debió de entenderlo a la primera porque cerró la puerta tras de sí y se marchó.

    No comprendía nada, ¿qué coño estaba pasando? Intentaba convencerme a mí misma de que estaba viviendo un mal sueño del que esperaba despertar pronto. Pero algo me decía a gritos que era más real que la vida misma. ¿En qué momento se les pasó por la cabeza que yo me iría con ellos? Ni siquiera me habían pedido mi opinión; habían decidido por mí sin consultarme, y eso no era justo. No, no lo era, porque no se me ocurría ninguna razón, por ínfima que fuera, que les hiciera pensar por un solo segundo que querría irme con ellos.

    No podía parar de llorar y me jodía que el fin de semana tan bonito que había pasado con Gael y mis amigas, celebrando el dieciocho cumpleaños de Cloe, terminara así. Tendría que haberme ido a comer con mi novio y así me habría evitado el disgusto, aunque en realidad solamente lo habría pospuesto, habría apartado el problema para tarde o temprano darme de bruces con él.

    Pensé en llamarlo y desahogarme, pero probablemente lo que en principio sería una conversación de consuelo acabaría convirtiéndose en una excusa para pagar mi frustración con él, y no se lo merecía.

    Me daban ganas de dar un puñetazo a la pared con todas mis fuerzas y descargar mi cabreo en algo. ¡Joder! ¡No quería irme! ¿Tenía que explicárselo en otro idioma para que lo entendieran? Porque creí que lo había dejado muy claro nada más conocer la noticia. Aun así, me levanté de un arrebato y me encaminé de nuevo al salón en busca de mis padres.

    Pero no los encontré allí; estaban hablando en la cocina, y lo poco que escuché fue a mi madre decirle a mi padre que tenía que entenderme, que mi vida estaba hecha aquí y que había sido un shock para mí conocer sus planes.

    Y no podía tener más razón, porque en un segundo me había derrumbado como un edificio en ruinas. Mi respiración era cada vez más desacompasada y notaba una presión en el pecho que me asustaba.

    ¿En qué coño estaban pensando para decidir así sobre mí? Ya era mayor de edad y tenía voz en la familia. Es más, siempre la había tenido, ¿por qué ahora no?

    Cada pensamiento que atravesaba mi cabeza hacía que me enfadara más, así que, tras enjugarme las lágrimas, apreté los puños y, con toda la fuerza que conseguí reunir, entré en la cocina.

    Mis padres se volvieron al oírme y esperaron tensos mi reacción. Por unos segundos, lo único que se oyó fue mi respiración alterada, hasta que abrí la boca.

    —No voy a ir a ninguna parte —dije contundente.

    —Sí vas a venir —respondió mi padre, casi sin dejarme terminar.

    —Espera un momento —interrumpió mi madre, poniéndole la mano en el hombro—. Déjala que hable.

    Mi padre resopló, negando con la cabeza, y se apoyó en la encimera con los brazos cruzados y los labios apretados. Estaba clarísimo que no tenía ninguna gana de escuchar mis razones. Aun así, continué con mi discurso.

    —¿Se puede saber en qué momento decidisteis que sería bueno para mí irme dos meses?

    —Cariño —se acercó mi madre—, es por trabajo.

    —¡Pero es por VUESTRO trabajo! —Me aparté—. ¡No por el mío! ¡Tengo la universidad aquí! ¡Mis amigas están aquí!

    —Y tu novio está aquí —rebatió mi padre con hostilidad.

    Escucharle decir eso, y sobre todo la manera en que lo hizo, incrementó mi irritación hasta límites que ni yo reconocía.

    —¡Pues sí! —vociferé—. ¡Gael está aquí! ¿Y qué? ¿También es malo?

    —¡No pensarás que te vamos a dejar aquí sola con él! —replicó.

    —¡Soy mayor de edad!

    —¡Pero yo soy tu padre!

    —Calmaos —intentó apaciguar mi madre.

    Pero estábamos metidos en tal vorágine que esto se había convertido en algo entre él y yo.

    —¡Y qué! —me quejé.

    —Que mientras vivamos bajo el mismo techo, acatarás lo que aquí se diga —sentenció—. Y lo que se dice es que tú te vienes con nosotros.

    Respiré aún con mayor dificultad tras escuchar su réplica y las palabras salieron a borbotones por mi boca, sin poder pararlas aunque hubiera querido.

    —Pues a lo mejor ha llegado el momento de dejar de hacerlo —exploté.

    Y me di la vuelta como una exhalación, cogí el bolso del salón y me dirigí a la puerta de casa para salir de allí como alma que lleva al diablo. Oí a mi madre tras de mí gritar mi nombre, pero no me detuve y corrí escaleras abajo sin mirar atrás, con los ojos llenos de lágrimas.

    179

    capitulo.jpg

    GAEL

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