Encontrarte
Por Mar Vaquerizo
()
Información de este libro electrónico
Con una nueva identidad, ambos huyen de Madrid para refugiarse en un hotel rural de Cid, un pueblo tranquilo y alejado de la ciudad. ¿Conseguirá encontrar la oportunidad para ser feliz y volver a creer de nuevo en el amor?
Sólo lo descubrirás si lees Encontrarte.
Mar Vaquerizo
Mar Vaquerizo es una escritora madrileña que, tras sufrir un accidente doméstico en 2008, comenzó a tomarse en serio su hobby: escribir. Aquella dolorosa y prolongada baja derivó en varias obras aún inéditas, como El guardián de tormentas y Más de ti.Tras ellas llegaron pequeñas colaboraciones, como relatos en diferentes antologías, revistas y concursos, hasta que en mayo de 2014 publicó la primera edición de Lady Shadow para una pequeña editorial y quedó finalista en la categoría de suspense romántico en la web RNR. Además es autora de Mi vida en tus manos, Todo lo que desees, obra que recibió el premio Dama 2015 a la mejor novela de suspense de Club Romántica, Mil luciérnagas en el jardín, Encontrarte y Tenía que ser él.Actualmente sigue sumergida en nuevos proyectos, aprendiendo y buscando ideas para crear historias que contaros.Encontrarás más información de la autora y su obra en: www.facebook.com/marvaquerizoescritora, www.instagram.com/marvaquerizo y www.twitter.com/MarVaquerizo
Relacionado con Encontrarte
Títulos en esta serie (100)
Destruyendo mis sombras Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Sonríe, mi amor, en Nueva York Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Mi príncipe canalla Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Llámame bombón Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Un café con sal Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Cuarentañeras Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCampanilla olvidó volar Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Me conformo con un para siempre Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesUn príncipe de Nueva York en la Toscana Calificación: 4 de 5 estrellas4/5No te enamores de mí Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Los besos más dulces son la mejor medicina Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Si Dios puso la manzana, fue para morder Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Tú me salvarás Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Saque directo al corazón Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Nunca dejes de bailar Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMentiras arriesgadas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesConquistando a Rebeca Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesUna melodía para Clarisse Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Un sueño real Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Apuesta por mí Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Mi perfecto sapo azul Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Una irresistible excepción Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Diario de una chirli Calificación: 5 de 5 estrellas5/5No me avisaste, corazón Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La sorpresa de mi vida Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Carlota y el cactus de color rojo Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Ámame sin más Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Amor con fecha de entrega Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Quiéreme menos pero quiéreme bien Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Bajo tus condiciones Calificación: 4 de 5 estrellas4/5
Libros electrónicos relacionados
Y llegaste tú 11. Jaime Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Mi error fue ser solo tu mejor amiga. Serie Mi error 9: Serie Mi Error 9 Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Mi error fue ser solo tu vecina. Parte I Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Y llegaste tú 12. Danielle Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Seducido Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesNunca dejes de bailar Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCautivado Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesUn amor sin reglas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesPara regalo Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Luces en las sombras Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl amor no cierra a mediodía Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesTu mitad, mi mitad Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Un error por Navidad Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesNo quiero ser tu quimera, pretendo ser tu realidad Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMisión: seducir a la chica mala Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesSpicy Chicago Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Compañías peligrosas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMecida por el viento Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Misión: una llamada a tu corazón Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Sin amor no hay magia Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones¡Estoy en apuros! Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesSiempre tú 3. Zoe Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Prefiero que mi príncipe sea verde Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Siempre tú 1. Dulce Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Mil luciérnagas en el jardín Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Outsiders 4. Alicia y Cedric Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Lo peor de mí Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Priscila deslumbrada: Catriona, #1 Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesSimplemente ellas 2. Bekah Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El corazón de una estrella Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
Romance contemporáneo para usted
Vaya vaya, cómo has crecido Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Dos Mucho para Tí Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Esposa por contrato Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Después de Ti Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La Asistente Virgen Del Billonario Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Una y mil veces que me tropiece contigo Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Al Borde Del Deseo: Romance De Un Millonario: Los Secretos Del Multimillonario, #1 Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Resiste al motero Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Sin compromiso Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Tú de menta y yo de fresa Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Un orgullo tonto Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Un café con sal Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Un Buen Amigo Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Padre a la fuerza Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Las tres reglas de mi jefe Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Matrimonio de conveniencia Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Tomada por el Alfa Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Novio por treinta días Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Matrimonio por contrato: Lorenzo Bruni, #2 Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Vendida al mejor postor Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Drácula: Clásicos de la literatura Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Un capricho del destino Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Éxtasis... Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Una virgen para el billonario Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Fiesta de empresa Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Como Llamas Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La chica de mis sueños. Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Prometida falsa Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Hielo y Fuego Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Tres años después Calificación: 5 de 5 estrellas5/5
Categorías relacionadas
Comentarios para Encontrarte
0 clasificaciones0 comentarios
Vista previa del libro
Encontrarte - Mar Vaquerizo
ÍNDICE
PORTADA
SINOPSIS
PORTADILLA
DEDICATORIA
CITA
PRÓLOGO
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
EPÍLOGO
AGRADECIMIENTOS
BIOGRAFÍA
REFERENCIAS A LAS CANCIONES
CRÉDITOS
Gracias por adquirir este eBook
Visita Planetadelibros.com y descubre una
nueva forma de disfrutar de la lectura
¡Regístrate y accede a contenidos exclusivos!
Primeros capítulos
Fragmentos de próximas publicaciones
Clubs de lectura con los autores
Concursos, sorteos y promociones
Participa en presentaciones de libros
Comparte tu opinión en la ficha del libro
y en nuestras redes sociales:
Explora Descubre Comparte
SINOPSIS
Hacía mucho tiempo que Diana no era feliz, pero soportaba lo que ninguna mujer debería por garantizar su seguridad y la de su hijo. Sin embargo, cuando ve que sus vidas corren peligro, toma una importante decisión.
Con una nueva identidad, ambos huyen de Madrid para refugiarse en un hotel rural de Cid, un pueblo tranquilo y alejado de la ciudad. ¿Conseguirá encontrar la oportunidad para ser feliz y volver a creer de nuevo en el amor?
Sólo lo descubrirás si lees Encontrarte.
ENCONTRARTE
Mar Vaquerizo
A mi abuela Guadalupe.
Su esencia está tan presente en las gentes del pueblo donde se desarrolla esta historia,
en sus tradiciones y su san Antonio, que no podía dedicársela a otra persona.
A todos los que han sufrido y/o sufren algún tipo de maltrato.
Ojalá la sociedad cambie lo suficiente como para que no tengamos
que contemplar en las noticias ni un caso más.
Ponte guapa para ti,
sonríe para ti,
haz planes para ti,
sé feliz para ti...
y si él quiere compartirlo contigo, bien,
y, si no, más para ti.
GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ
PRÓLOGO
Diana había guardado minuciosamente toda su documentación y la del pequeño Quique en la lata de juguetes que el niño llevaba siempre en su mochila de Spiderman. Era la forma más segura de tenerlo preparado con discreción para el momento de la huida.
Las maletas estaban hechas. Poco a poco había ido guardando ropa, calzado, objetos de aseo y personales, cuando Miguel estaba trabajando o de cervezas con los amigos o con la mujer que tocara esa noche.
Las sacó del armario mientras el crío la observaba.
—¿Has cogido a Rubble? —le preguntó a su hijo, refiriéndose a su muñeco favorito de los dibujos de «Patrulla canina». Si lo perdían, éste no sería capaz de dormir tranquilo.
—Sí, mamá —contestó con voz asustada.
Diana sabía que tenía mucho miedo; ella también, pero era su única oportunidad.
Se arrodilló frente a él para ponerse a su altura. Le sonrió para transmitirle tranquilidad.
—Todo va a salir genial. Vamos a ir a un sitio precioso, donde vas a conocer a un montón de niños con los que podrás jugar todo el verano, ¿vale?
—¿Lo prometes, mamá? —replicó con los ojos llorosos.
—Lo prometo, mi vida —juró acariciando el moratón de su rostro, que ya estaba empezando a ponerse verdoso. Él la imitó, retirando sus gafas de sol para tocar el cardenal de su ojo, que tapaba muy cuidadosamente con maquillaje.
Hacía dos días de la última agresión y, por defenderla, el chiquillo también recibió un golpe. Por suerte no había sido fuerte y las consecuencias no eran graves, pero fue lo que precipitó la escapada. No podía esperar ni un día más.
—¿Recuerdas lo planeado? No te muevas de aquí mientras mamá baja el equipaje. No abras la puerta a nadie. Enseguida vengo a buscarte.
El niño asintió con dos golpes de cabeza con seguridad. Lo habían hablado muchas veces en los últimos días y había guardado el secreto como si de un tesoro se tratara.
Quería mucho a su padre... hasta que empezó a pegar a su mamá. Cuando lo agredió a él, el minúsculo vínculo que quedaba entre ellos se rompió... Ahora lo temía y no quería estar cerca de él.
La mujer bajó rápido los bultos, con cautela, para no encontrarse con nadie. Era por la mañana, y hacía dos horas que Miguel se había marchado al trabajo, igual que la mayoría de sus vecinos. Además, esa vez tenía una intervención fuera de la capital, era policía e iba a estar ausente como mínimo tres días. Eso les daba una gran ventaja, sobre todo porque él nunca llamaba a casa, decía que para no perder la concentración... A Diana le costó habituarse al principio, tenía miedo por él, por su relación, pero él siguió con la misma costumbre, y en ese instante ella lo agradecía.
En aquel barrio nuevo del extrarradio de Madrid, todo el mundo se marchaba a trabajar temprano y sólo había movimiento en las viviendas por las tardes o en las horas clave de entrada y salida de los colegios.
Las clases habían acabado por la tarde hacía una semana; la actividad se limitaba a ir al cole por la mañana, y el resto del día, al disfrute de las piscinas, parques y tiempo libre. Ella había avisado al colegio de que Quique no volvería más este curso porque sus vacaciones habían cambiado y se marchaban de viaje. Como por el trabajo de su marido ya había sucedido en otras ocasiones, a nadie le extrañó.
Guardó el equipaje en el coche, que estaba aparcado en el garaje para que el portero del edificio no los viera partir. No había cámaras de vigilancia, a pesar de que muchos vecinos, incluido su marido, insistían en ponerlas. Cogió de nuevo el ascensor y subió a su casa.
Abrió la puerta, esperando que el niño estuviese allí aguardando, pero no lo vio.
—¿Quique? —lo llamó avanzando por el pasillo para revisar habitación por habitación.
No contestaba.
Apresuró el paso. El perfume de Miguel lo delataba a kilómetros de distancia y allí no había ni rastro de él. Estaban solos. ¿Dónde se había metido el crío?
Respiró cuando lo encontró sentado en su cama, abrazando al peluche de Rubble.
Diana cogió aire.
Era muy triste tener que huir, pero, si seguían en aquella casa, las consecuencias serían muy graves.
—Cariño... —lo llamó en un susurro—, tenemos que irnos.
—Voy a echar de menos mi cama —declaró tocando el edredón con sus pequeñas manos—. No quiero irme de mi habitación.
La mujer se armó de valor. Era demasiado pequeño, tan sólo tenía seis años, como para comprender todo lo que estaba sucediendo a su alrededor, pero debían marcharse.
—Te prometo que volveremos —dijo con voz temblorosa—. Quique, te juro que volverás a tu habitación, que regresaremos a casa.
El niño la miró con una tímida sonrisa.
Si su mamá lo decía, así sería. Nunca le había mentido y siempre cumplía lo que prometía.
CAPÍTULO 1
Madrid, una hora después de la huida
Diana llegó al despacho de su abogado sin incidentes.
Había conseguido su objetivo. Nadie los había visto marcharse.
Con la mano de Quique bien cogida con la suya, subió la escalera hasta la puerta de entrada.
Llamó al timbre mientras le sonreía al pequeño.
—Sólo serán unos minutos, lo prometo. Después nos iremos a ese sitio tan chulo del que te he hablado.
Quique asintió.
La puerta se abrió. Esteban estaba al otro lado.
Su cara era seria, pero al ver al chiquillo, la cambió por otra más amable.
—¡Hola, campeón! ¿Qué tal estás? ¿Ya has conseguido hacer el cubo de Rubik? —le preguntó dejándolos pasar mientras se cercioraba de que nadie los había visto llegar. Cerró la puerta tras de sí.
—Aún no —contestó el pequeño con gesto triste.
Esteban le revolvió el pelo con cariño.
—Lo vas a lograr. Sólo necesitas practicar un poco. ¿Te apetece intentarlo mientras hablo con mamá un momento allí dentro? —le propuso, sabiendo que, siempre que lo retaban a algo, él aceptaba.
El abogado arrugó el ceño al descubrir el golpe de la mejilla, pero no dijo nada. Tampoco lo tocó.
Como era de esperar, aceptó. Abrió su mochila de Spiderman para sacar el juguete y se puso manos a la obra.
El abogado cogió a Diana de la cintura y la metió en otra estancia; era su despacho.
—Enseguida salgo, cielo —le dijo ella antes de desaparecer, guiñándole un ojo.
El pequeño asintió tranquilo. Conocía muy bien a aquel hombre: era un gran amigo de su mamá y siempre se había sentido seguro con él y en aquel despacho.
Esteban entornó la puerta.
—¿Estás loca? No es el momento aún —susurró para que no pudiera oírlos.
—¿Has hecho lo que te he pedido? —le soltó sin contestar a su pregunta.
—Sí, claro que lo he hecho, pero no creo que sea buena idea. ¿Tú sabes en el lío que te puedes meter? ¿Por qué no has ido al hospital a por un parte de lesiones? Ésta no es la forma correcta de actuar, Diana. Así, no.
Ella era consciente de ello. Desde luego que lo sabía, pero ya no había otra solución.
—Si lo denuncio, me matará. Si me quedo, me pegará hasta que un día me mate o peor, que vuelva a golpear a Quique y le haga daño... No tengo otra salida.
—¿Has llamado al teléfono de atención a la mujer maltratada como te dije? —se interesó.
—Sí; tienen constancia de mi situación, pero no pueden ofrecerme una solución inmediata, y la necesito ya. Es el momento. Mi oportunidad.
Esteban la miró dolido. No quería ver a su amiga en esa situación. Ella se negaba a denunciar. Miguel la amenazaba constantemente con separarse y quitarle la custodia del niño, además de la insistencia que ponía en asegurarle que nadie la creería y que sus compañeros lo apoyarían de forma incondicional.
El abogado no creía que el policía fuese capaz de nada de todo eso, lo que muchas veces lo había colocado en una tesitura odiosa... hasta llegar a ese momento tan complicado.
Diana lo sabía; conocía al tipo que tenía ante ella desde la niñez y por eso confiaba en él. En ese instante era el único hombre mayor de seis años en el que confiaba.
Lo abrazó sin previo aviso.
Él la envolvió entre sus brazos.
—Te echaré de menos —le susurró estrechándose contra él.
—Yo también —contestó dolido—. Ojalá los juzgados fuesen más rápidos y las leyes, más justas.
—Tú no eres la ley. No tienes la culpa. —Le quitó ese peso de encima. Bastante estaba haciendo encubriéndola—. ¿Has conseguido lo que necesito? —le preguntó. No tenían mucho más tiempo.
Esteban asintió, deshizo el abrazo con pesar y se acercó a la mesa que había tras ellos.
Sacó un sobre de un armario situado tras el escritorio.
—Ésta es la documentación que he podido conseguir. —Diana abrió mucho los ojos. ¿Cómo lo había hecho? Esteban vio la sorpresa en su rostro y se apresuró a hablar—. No preguntes —pidió, negando con la cabeza, porque sabía que lo haría—. A partir de ahora te llamas Ariadna Gutiérrez y Quique se llamará igual, sólo le he cambiado el apellido. Es demasiado pequeño como para entender y recordar un cambio así... —Los dos guardaron silencio unos segundos, mientras Diana se secaba las lágrimas.
—No sé cómo voy a pagarte esto —le dijo con un hilo de voz, observando los papeles—. Es más de lo que te había pedido.
El abogado lo sabía. Ella sólo quería que le buscase un trabajo en algún sitio lejos de la ciudad y un coche nuevo con el que huir; aquello era mucho más, algo que lo comprometía profesionalmente.
—Lo sé, pero es la única forma de que no dé contigo durante un tiempo. No debes llamar la atención y no puedes dudar cuando cuentes tu historia: eres una madre soltera que ha llegado al pueblo por la oferta de trabajo, ya que llevas tiempo en paro. Nada más.
Diana asintió.
—Va a llamarte. Lo sabes, ¿verdad?
—Estoy preparado para lo que haga falta. Es policía, pero no es Dios. No lo quieren tanto como cree, no lo van a ayudar tan fácilmente.
Ella asintió cogiendo aire.
—Sólo tú sabrás dónde estamos. No quiero que mi madre se entere, ni nadie que me conozca. Sólo tú —insistió.
—Así será.
—Quiero que le digas a mi madre que estamos bien y seguros, pero que, por su seguridad y por la nuestra, es mejor que desconozca el resto. Cuando pueda, la llamaré.
Esteban alargó la mano para que Diana le diera lo que necesitaba.
Le entregó su móvil. A cambio, el abogado le tendió otro.
—Éste es tu nuevo número de teléfono. Sólo lo tengo yo. En la agenda aparecen exclusivamente mi número y el de tu madre.
—De acuerdo —aceptó ella.
—No puedes hablar con nadie más y, cuando nos llames, hazlo con número oculto. —Diana asintió—. No puedes usar tus redes sociales, ni siquiera para ver qué está pasando en los perfiles de tus contactos, ¿entendido? Si no te ves capaz de hacerlo, es mejor que las borres.
—Puedo hacerlo. No te preocupes.
—Cuando llegues al pueblo, tienes que buscar un hotel rural llamado La Casa del Médico. He reservado una habitación doble con