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El Deseo De Ramat
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Libro electrónico89 páginas2 horas

El Deseo De Ramat

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El deseo de Ramat es la historia de un conejito llamado Ramat, que al internarse en el bosque conoce a una familia humana, que vive all por circunstancias del destino.

Al ver que son tan diferentes a l, se interesa mucho en observarlos. Y a medida que los observa nace en el un profundo Deseo: Quiere convertirse en un Humano.

Ramat comunica su deseo a su maestro, quien trata de explicarle el gran reto que implica su peticin.

Ramat no escucha las razones de su maestro e insiste en querer ser un humano.

Su maestro decide darle la oportunidad no sin antes someterlo a una dura prueba, para la cual le entrega unas herramientas, las cuales debe utilizar si quiere triunfar.

Ramat acepta la prueba y su aventura comienza.

Al principio la historia parece un libro para nios, pero a medida que se desarrolla se sumerge en un tema profundo que nos hace reflexionar sobre el gran reto que significa estar vivos, teniendo una Experiencia Humana.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento11 nov 2013
ISBN9781463372736
El Deseo De Ramat
Autor

Luz Astrid Montoya

Luz Astrid Montoya Nació en Colombia en Enero de 1968. Hija de German Montoya y Nelly Betancur. Tuvo dos hermanas menores Lina y Doris Estudio Odontología en la Universidad de Antioquia y se graduó como Odontóloga en 1993. Se caso con Luis Jimenez en Diciembre de 1998. Vivió en Colombia con su esposo hasta el ano 2000, y luego decidieron emigrar a los Estados Unidos. En los Estados Unidos se desempeño como Higienista Dental hasta septiembre del 2012. En el 2004 les nació su hijo Simón. Quien es hoy día su motor para crear, aprender y ser un mejor ser humano. Siempre ha tenido mucha curiosidad por los asuntos espirituales y por todo aquello que lleve al ser humano a ser mejor y a lograr su destino. Fue así, como justo después de asistir a un seminario llamado ”Awaken” con el gran motivador y líder mundial Robin Sharma, autor del libro “EL Monje que Vendió su Ferrari en el 2007, que redescubrió su pasión por la escritura. Se dice que redescubrió su pasión por la escritura, porque fue algo que siempre llamó su atención, pero nunca encontraba el tiempo para hacerlo. Como madre, esposa y mujer trabajadora, siempre estaba ocupada y no tenía tiempo para mas cosas. Pero después del seminario descubrió, que el tiempo no existe, uno solo lo maneja y lo administra y decide qué hacer con él. Cada persona decide si lo utiliza en rutinas inútiles o si por el contrario lo utiliza para alanzar sus sueños. Encontró que levantándose un poco antes de lo acostumbrado, podría empezar a tener tiempo para hacer lo que tanto la apasionaba. Empezó levantándose 15 minutos antes y escribía durante ese tiempo. Luego se levantaba 30 minutos antes, hasta hacerlo una hora antes. Poco a poco y con mucha paciencia sus obras empezaron a aparecer. Otra particularidad que descubrió fue que le encantaba escribir pero no sabia que escribir. Entonces descubrió que poniendo la pluma en papel las palabras empezaban a salir y las frases empezaban a fluir. Mágicamente las historias se empezaban a materializar en el papel de una forma fluida y coherente. Al escribir ella siente la misma sensación que tiene el lector por primera vez cuando lee sus libros, ya que ella no sabe lo que va a ocurrir. Llora cuando sus personajes mueren, se angustia cuando los amantes no se encuentran. Pero entendió que las historias solo fluyen y ella no las puede intervenir porque cuando se atreve a hacerlo mutila la esencia de las historias. Ella aprendió que el material se deja salir tal y como es. No importa si es largo o corto, si los personajes se mueren o aparecen otros nuevos. Ella simplemente se dispone y disfruta su escritura confiada en que siempre saldrán historias constructivas y bien logradas porque provienen de una fuente infinita a la que ella procura conectarse antes de empezar a escribir. Cuando la conexión no se establece y se fuerza a salir la historia, ésta se siente fría, vacía y sin sentido. Su intención es motivar al lector a encontrar elementos que le ayuden a vivir mejor, que lo ayuden a volverse mas conciente y a valorar el aprendizaje que implica la vida. Desde siempre ha buscado alimento espiritual como mencionamos anteriormente. Es por ello que ha leído muchos libros que le han dejado valiosas enseñanzas que se dejan ver entre las líneas de sus escritos. Tiene dos modalidades de escritos. Uno, son los cuentos meramente infantiles, historias cortas para leer antes de irse a dormir. Tienen como objetivo sembrar en el subconsciente de los niños ideas positivas sobre el amor, la lealtad y la esperanza antes de que se entreguen al descanso, con la intención de sembrar valores útiles que puedan usar en el transcurso de sus vidas. Contribuyendo con esto en la formación de nuevos seres humanos mas concientes, mas amorosos, mas leales y mas felices Tiene también novelas inspiracionales para adultos. Estos son relatos aparentemente muy simples de la vida cotidiana que tienen como objetivo hacer reflexionar sobre el sentido y el valor que le damos a la vida. Su compromiso con la vida es continuar escribiendo mientras este viva para que muchas historias inspiracionales se materialicen a través de sus manos y cambien y motiven la vida de los seres que se atrevan a cuestionarse y a hacer cambios que los lleve a lograr sus objetivos. Ella esta convencida que “Querer es poder”. Es cuestión de identificar claramente lo que queremos para que el Universo se pueda confabular con el cumplimiento de nuestros sueños. Cuando tenemos claro que es lo que queremos y para donde vamos todo es mas fácil. Pero para lograrlo necesitamos silencio, reflexión, inspiración y compromiso. Darnos cuenta es el primer paso, desear es el segundo, confiar es el tercero y ejecutar es el cuarto. La vida no existe por si sola, la vida se construye día a día, y es tu responsabilidad su construcción. Puede ser mediocre, aburrida, buena o excelente. El grado lo da el nivel de conciencia que tengas y la capacidad de aprendizaje y adaptación que presentes.

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    El Deseo De Ramat - Luz Astrid Montoya

    Copyright © 2013 por Luz Astrid Montoya.

    Imagen de portada por Dario Posada.

    Fotografía de autor por Santiago Betancur.

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Las opiniones expresadas en este trabajo son exclusivas del autor y no reflejan necesariamente las opiniones del editor. La editorial se exime de cualquier responsabilidad derivada de las mismas.

    Fecha de revisión: 06/11/2013

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    Fax: 01.812.355.1576

    [email protected]

    493172

    Índice

    Introducción

    Primera parte

    Segunda parte

    Introducción

    Miami, 13 de junio de 2007

    Hoy es el comienzo de una nueva etapa en mi vida. Hoy empezaré a hacer oficialmente lo que siempre había deseado: escribir.

    Al ver las páginas en blanco, uno se pregunta: ¿Qué escribiré? Y en mi caso, creo que la respuesta la he encontrado siguiendo adelante y dejando que las palabras salgan del fondo del corazón sin que la mente interfiera.

    Lo que sí sé es que estos escritos estarán cargados de buena intención, fe y energía positiva.

    Buena intención, porque solo quiero que cosas buenas y constructivas sean plasmadas.

    Fe, porque confío en que estoy siendo asistida por alguien a quien no puedo ver, pero que siento.

    Y energía positiva, porque solo quiero transmitir bienestar, paz y amor.

    Esta es la historia de un pequeño conejito con muchas habilidades, pero también con grandes inquietudes, que quiere llegar a donde nadie más ha llegado y está dispuesto a todo para lograrlo.

    Con la guía de su maestro, se adentra en una serie de vivencias que le ayudan a comprender mejor y a aprender lo deseado.

    Quiero dedicar este primer escrito al ser más maravilloso que Dios ha puesto en mi camino: mi esposo, Luis, que siempre me ha impulsado a seguir mi sueño. A mi hijo, Simón, que me da la energía que vigoriza mi vida. Y a Robin Sharma, maravilloso escritor y conferencista con quien tuve la oportunidad hace poco de compartir un seminario que me despertó y me llevó a empezar a desarrollar, al fin, mi sueño.

    Espero que todos aquellos que lean esta historia la disfruten, aprendan algo que les sea útil para su vida y se impregnen de una maravillosa energía positiva.

    Primera parte

    Ramat era un conejito que vivía en un bello y frondoso bosque. Ramat era hermoso, tierno y pequeño. Era inquieto, muy alegre y aventurero por naturaleza, y lo caracterizaba, en especial, un inmenso deseo de aprender. Se metía en cada una de las aventuras que se le presentaban, y —sin embargo— salía siempre ileso. Con el paso del tiempo, se dio cuenta de que a través de sus aventuras, adquiría conocimiento, y este conocimiento en verdad le gustaba, quizás más que las aventuras mismas.

    Un día, Ramat se internó en una parte del bosque que nunca había visitado porque estaba muy lejos del sitio donde él habitaba, y allí descubrió a una familia de humanos conformada por una madre, un padre y tres hijos: dos niñas y un niño. De inmediato, se interesó por la forma como vivían, así que decidió observarlos un poco.

    Aquella familia se encontraba allí desde hacía un tiempo. Se habían instalado en aquel bosque en busca de una nueva vida. El padre, Allan, era un alto ejecutivo, Ingeniero de Sistemas, y siempre había sentido atracción hacia lo nuevo, pero a causa de las ocupaciones diarias y del rápido ascenso en su carrera profesional, nunca había realizado sus sueños. La madre, Cathy, era una hermosa y joven mujer, Decoradora de Interiores, que nunca había ejercido su profesión porque se había casado muy temprano, y luego habían venido los hijos… Las dos niñas mayores, Linda y Melisa, eran mellizas y tenían ocho años, y su hermano, Bob, tenía cinco.

    Esta preciosa familia había vivido siempre en una gran ciudad, en una linda casa, con todas las comodidades, y todos eran, aparentemente, felices. Pero, en el fondo, algo no andaba bien. Allan, aunque enamorado de Cathy y de sus hijos, jamás tenía tiempo para otra cosa que no fuera trabajar. Sostenía una lucha interna, porque quería disfrutar de pasar más tiempo con ellos, pero al mismo tiempo, temía perder todas las comodidades de las que disponían gracias a su exitoso empleo. Cathy lo amaba y lo admiraba, y estaba dispuesta a todo por él. Y a pesar de que deseaba tenerlo más horas en el hogar, también comprendía su enorme responsabilidad económica. A su manera, también intentaba compensar a sus hijos por el tiempo en el cual el padre no estaba presente. Linda, Melisa y Bob eran cariñosos y educados, y podían considerarse niños felices, aunque siempre sentían el vacío de no poder compartir nada con su padre. Llegaron incluso a acostumbrarse a verlo ya casi como un adorno en las fotos. Sabían que era bueno, que les suministraba todas las comodidades de las que disfrutaban, pero eso era todo.

    Un día, por esas cosas de la vida, Allan fue llamado ante los miembros de la Junta Directiva, quienes le informaron que el hasta entonces dueño y presidente de la compañía había renunciado a su puesto porque ya se sentía muy cansado para continuar, y que habría algunos cambios. Él era quien siempre le había dado todas las oportunidades a Allan porque lo quería mucho y veía su gran talento, y esto había llenado de celos a otros que llevaban más tiempo trabajando allí. Por lo tanto, cuando tuvieron la oportunidad —y a pesar de que antes de su retiro el viejo había ordenado hacer todo lo posible para conservar a aquel excelente empleado— ellos comenzaron a sabotear su desempeño. Le recargaron las tareas con el fin de que no pudiera terminarlas y, de este modo, lo mostrarían como una persona incompetente y tendrían argumentos ante el viejo para despedirlo. Después de tres meses en los que Allan sufrió el estrés del trabajo interminable, el plan de los que querían perjudicarlo dio resultado y lograron echarlo a la calle.

    Allan vio toda su vida derrumbarse y se llenó de angustia al pensar cómo iba a lograr obtener otro empleo como ese, que permitiera vivir del modo en el que estaban acostumbrados él y su familia. No sabía de qué modo decírselo a su esposa y a sus hijos, pero no había otra salida que comunicarles la desafortunada noticia. Esa noche, cuando se sentaron alrededor de la mesa para cenar, por primera vez juntos en años, empezó a contar lo sucedido. Su esposa y sus hijos lo abrazaron y lo apoyaron,

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