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El príncipe del desierto
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El príncipe del desierto
Libro electrónico138 páginas2 horas

El príncipe del desierto

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Información de este libro electrónico

Nada más verla, el millonario Darian Wildman supo que Lara Black era la elegida; tanto para ser la nueva imagen de su campaña publicitaria... como para convertirla en su amante.
La atracción que había entre ellos era cada vez más fuerte y ninguno de los dos era capaz de mantenerse alejado del otro. Y el deseo se apoderó de ellos... pero entonces Darian descubrió algo que iba a cambiar su vida por completo... y también la de Lara.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento11 oct 2018
ISBN9788413070193
El príncipe del desierto
Autor

Sharon Kendrick

Sharon Kendrick started story-telling at the age of eleven and has never stopped. She likes to write fast-paced, feel-good romances with heroes who are so sexy they’ll make your toes curl! She lives in the beautiful city of Winchester – where she can see the cathedral from her window (when standing on tip-toe!). She has two children, Celia and Patrick and her passions include music, books, cooking and eating – and drifting into daydreams while working out new plots.

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    El príncipe del desierto - Sharon Kendrick

    Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO si necesita reproducir algún fragmento de esta obra. www.conlicencia.com - Tels.: 91 702 19 70 / 93 272 04 47

    Editado por Harlequin Ibérica.

    Una división de HarperCollins Ibérica, S.A.

    Núñez de Balboa, 56

    28001 Madrid

    © 2004 Sharon Kendrick

    © 2018 Harlequin Ibérica, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.

    El príncipe del desierto, n.º 1497 - octubre 2018

    Título original: The Desert Prince’s Mistress

    Publicada originalmente por Harlequin Enterprises, Ltd.

    Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial.

    Esta edición ha sido publicada con autorización de Harlequin Books S.A.

    Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, lugares, y situaciones son producto de la imaginación del autor o son utilizados ficticiamente, y cualquier parecido con personas, vivas o muertas, establecimientos de negocios (comerciales), hechos o situaciones son pura coincidencia.

    ® Harlequin, Bianca y logotipo Harlequin son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited.

    ® y ™ son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited y sus filiales, utilizadas con licencia.

    Las marcas que lleven ® están registradas en la Oficina Española de Patentes y Marcas y en otros países.

    Imagen de cubierta utilizada con permiso de Harlequin Enterprises Limited.

    Todos los derechos están reservados.

    I.S.B.N.: 978-84-1307-019-3

    Conversión ebook: MT Color & Diseño, S.L.

    Índice

    Créditos

    Capítulo 1

    Capítulo 2

    Capítulo 3

    Capítulo 4

    Capítulo 5

    Capítulo 6

    Capítulo 7

    Capítulo 8

    Capítulo 9

    Capítulo 10

    Capítulo 11

    Capítulo 12

    Capítulo 13

    Capítulo 14

    Capítulo 15

    Epílogo

    Si te ha gustado este libro…

    Capítulo 1

    Lo que tenía en las manos era pura dinamita.

    No era dinamita de verdad. pero era igual de explosivo, así que a Lara le temblaban las manos mientras leía la carta.

    Sobre su cabeza, lucían los maravillosos candelabros de la embajada de Maraban. Lara sabía que aquella carta contenía una información que podía cambiar la vida de muchas personas.

    Si era verdad.

    Tragó saliva mientras se preguntaba si debería haberla abierto. Lo cierto era que dentro de las responsabilidades de su trabajo de secretaria se incluía el abrir el correo.

    Aquel trabajo le había parecido hasta hacía diez minutos perfecto, sobre todo porque hacía ya tiempo que no trabajaba como actriz ni como modelo, que era a lo que se dedicaba en realidad.

    La carta estaba fechada hacía dos años, pero el matasellos era reciente.

    ¿Sería una broma? Podría serlo.

    Lara volvió a leerla lentamente.

    Estimados señores:

    Les informó de que mi hijo, Darian Wildman, es hijo del fallecido jeque Makim, monarca de Maraban. El jeque no tenía conocimiento de la existencia de este hijo y Darian no sabe quién es su verdadero padre. Para cuando ustedes lean esta carta yo ya habré muerto, pero no me podía ir a la tumba con este secreto tan grande.

    A continuación les detallo la dirección de mi hijo. Les doy esta información con la esperanza de que ustedes hagan con ella lo que estimen oportuno.

    Atentamente

    Joanna Wildman

    Efectivamente, bajo la firma de la autora de la carta, figuraba la dirección de su hijo. Era la dirección de una oficina en Londres.

    Lara metió la carta en su sobre.

    Menuda historia tan dramática. Claro que Lara sabía que la vida en Maraban estaba llena de dramas e intrigas. Su mejor amiga, Rose, se había casado con el príncipe Khalim y le había contado lo diferente que era la vida allí.

    Si hubiera sido otra persona la que hubiera abierto la carta, ¿qué habría hecho? ¿La habría destruido?

    Lo cierto era que la existencia de un hermano desconocido podía suponer una amenaza para Khalim y para su país. Si fuera mayor que él, podría querer reclamar el trono.

    Lara se puso en pie lentamente y se miró en el enorme espejo que colgaba sobre la chimenea. Estaba pálida. Parecía atemorizada, como si hubiera visto un fantasma. De alguna manera, había sido así.

    ¡El príncipe Khalim tenía un hermano!

    ¿Por qué no habría abierto otra persona la carta? De haber sido así, no se encontraría en aquel terrible dilema de tener cierta información y no saber qué hacer con ella.

    Si el príncipe no estuviera casado con su amiga todo sería mucho más fácil, pero lo estaba. Le gustara o no, estaba metida en aquel asunto desde que el sobre había caído en sus manos.

    Lara miró por la ventana el tráfico londinense mientras volvía a pensar en su amiga. A veces, le seguía pareciendo increíble que su amiga, que era una chica normal exactamente igual que ella, estuviera casada con un príncipe reinante.

    Pero así era.

    ¿Qué debía hacer? ¿Debía llamar a Rose para decirle que era posible que su marido tuviera un hermano ilegítimo?

    El problema era que Rose estaba embarazada de nuevo y no quería preocuparla.

    ¿Debía entonces hablar con el embajador?

    Probablemente, lo primero que haría el embajador al enterarse sería hablar con Khalim, lo que sería lo mismo.

    Tras devanarse los sesos durante un buen rato, se le ocurrió la solución: ella, Lara, iría a buscar a Darian Wildman y juzgaría por sí misma, como si fuera una cuestión de evaluar las aptitudes de un posible novio.

    Lara guardó el sobre en el bolso mientras decidía que, si era un buen hombre, llamaría a Rose y a Khalim para hablarles de él.

    ¿Y si no lo era?

    Entonces, podría destruir la carta y nunca nadie se enteraría de nada.

    Sintió que el corazón se le desbocaba. Tal vez, estaba jugando a ser Dios con una información muy valiosa que había caído en sus manos por casualidad.

    Khalim decía que en esta vida nada ocurre por casualidad, que todo está predestinado. Tal vez, Lara estuviera predestinada a leer aquella carta.

    Repitió el nombre de aquel desconocido varias veces. Darian Wildman. Un hombre curioso para una situación curiosa.

    Decidió ir a verlo y descubrir qué tipo de hombre era.

    Mientras descolgaba el teléfono para averiguar su número, Lara sintió que el corazón le latía aceleradamente.

    Por la noche cuando llegó a casa, Jake, su compañero de piso, estaba cocinando algo con mucho curry. Jake era actor, como ella, y hacía tiempo que compartían casa aunque nunca había habido ningún tipo de relación sentimental entre ellos.

    –¿Me das una copa de vino, por favor? –dijo Lara dejándose caer en el sofá.

    –Por supuesto, contestó Jake.

    –Jake, si quisieras concertar una cita con una persona a la que no conoces de nada y que trabaja en una empresa, ¿qué harías?

    –Supongo que me estás hablando de un hombre, ¿no?

    –Eh, sí. ¿Cómo lo has sabido?

    –Porque conozco a las mujeres –contestó Jake–. Además, tienes esa mirada entre secreta y excitada que me indica que todo esto tiene algo que ver con un miembro del sexo opuesto. ¿Tengo razón?

    Lara decidió que era más fácil decirle que sí que explicarle la verdad. Así, de paso, Jake no haría demasiadas preguntas.

    –Más o menos –mintió.

    –¿Es un actor?

    –¡Sabes que antes de liarme con un actor me tiro al fuego! –contestó Lara.

    –Vaya, muchas gracias –dijo Jake.

    –Ya sabes a lo que me refiero.

    –Claro que sí. Fobia al compromiso y corazón de hielo, así somos los actores. ¿De quién se trata? –preguntó Jake mientras removía el guiso.

    –Es un empresario.

    –¿De dinero?

    –Eso creo –contestó Lara.

    La empresa de Darian llevaba su nombre y apellido lo que debía de querer decir que era un hombre de dinero.

    –¿No lo conoces? –preguntó Jake extrañado.

    –Eh, no.

    –¿Y entonces? ¿Lo viste en una fiesta y decidiste que era el hombre de tu vida sin haber hablado con él? ¿Preguntaste de quién se trataba y ahora lo estás persiguiendo?

    –En absoluto –contestó Lara–. Es demasiado complicado de explicar. Lo único que quiero es hablar con él.

    –Pues llama a su despacho –le aconsejó Jake añadiendo cilantro a la cacerola.

    –¿Con qué excusa?

    –¡Invéntate algo! ¡Eres actriz! Invéntatelo sobre la marcha. Estoy seguro de que en cuanto te vea, con esa melena oscura maravillosa y esos impresionantes ojos azules que tienes, caerá a tus pies.

    Lara se terminó la copa de vino y le pidió a Jake que le sirviera otra. Su amigo la miró extrañado pues jamás tomaba más de una, pero aquella noche lo necesitaba.

    ¿Así de sencillo? ¿Por qué no? Después de todo, no tenía nada que perder. Necesitaba conocerlo para decidir qué hacer con la información que había llegado a sus manos.

    –Es una buena idea, Jake –reflexionó.

    –¡Pues claro! Venga, que no soy tu esclavo. Haz el favor de venir a ayudarme con el arroz.

    Aquello hizo reír a Lara, que se levantó y fue ayudar con la cena. Era increíble lo bien que se llevaba con Jake, claro que eso era porque no se gustaban.

    Después de cenar, vieron una película de Jake que, por supuesto, él criticó y se fueron a dormir.

    Lara había conseguido dejar de pensar en la carta, pero una vez en la cama no pudo evitar quedarse mirando al techo.

    Tenía la

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