Viaje al pulmón del mundo
Por Gerardo Treviño
()
Información de este libro electrónico
En este diario se redacta la crónica julioverniana que promete el hallazgo de uno de los tesoros más grandes del milenio. Encuéntralo, resuelve el acertijo y sigue la aventura en este Viaje al Pulmón del Mundo #VPM
Relacionado con Viaje al pulmón del mundo
Libros electrónicos relacionados
Encuentra tu vino ideal Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCocina vegetariana rica y sabrosa Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesNo como animales: Un corredor de larga distancia y un objetivo más allá de llegar el primero a la línea de meta Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAlimentarse En El Camino: Viajando Ligero Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesPescados (Kilodiet) Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesDieta Paleolítica: Increíbles Recetas Paleolíticas Para Bajar De Peso Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesBitácora de un Viajero Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesComidas Sabrosas y Saludables con la Freidora de Aire: Aprenda a Preparar Comidas Rápidas y Nutritivas con Recetas Para Freidoras de Aire, de Principiantes a Avanzado Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesPérdidas de risa. Historias de una mujer imperfecta Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesPedaleando hacia el éxito Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAteísmo ideológico: La ruina de las ideologías Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa buena cocina sin colesterol Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa buena cocina ligera Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesSuplementos Que Mejoran Mi Salud Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesBarcelona Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesRecetario Navideño saludable para diabeticos- 47 recetas para celebrar sin preocupaciones Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesSueños del viento noctámbulo y sus rimas despiertas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesDieta de Reflujo Acido Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEnsaladas a Toda Hora: 60 Formas Creativas Para Preparar Ensaladas Gourmet en Casa Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesDieta Vegana: 45+ Batidos Veganos Para Mantenerse Saludable Y Fresco Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesNuestra India Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa súper guía del té verde: El té verde puede cambiar tu vida 2da parte: El té verde puede cambiar tu vida, #2 Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Gracias, Francia Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLow Carb: El Recetario Definitivo De Salsas Bajas En Carnohidratos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesPedaleando en el purgatorio Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAthanatos: Inmortal Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa guía definitiva para cocinar pollo al estilo indio: Cocinando en un periquete, #5 Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCorrer con el alma es posible: Testimonio de un maratonista Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La cocina de la salud Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMedicina en tu cocina: Cómo los alimentos benefician al sistema inmune Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
Viajes por América del Sur para usted
Conversación para viaje: Portugués Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La crónica del Perú: Parte que trata del señorio de los Incas Yupanquis y de sus grandes hechos y gobernacion Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesDías de ocio en la Patagonia Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Historia de la Conquista del Perú y de Pizarro Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesBogotana[mente] Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Turismo Sustentable: Un modelo de planificación Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesBuenos Aires. En un fin de semana Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesDiez rutas turísticas del departamento del Magdalena que deberías visitar Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCartas: Descubrimiento y conquista de Chile Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa Conquista del Perú Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesSpanish for Beginners:Short Spanish Lessons to Improve Your Vocabulary Everyday Fast: Spanish Lessons for Beginners, #2 Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesViaje al río de la Plata Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesDiario austral: Crónica de un viaje a la Argentina Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl viejo puerto Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Espacio-tiempo y movilidad: Narrativas del viaje y de la lejanía Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl ladrón de recuerdos: Viaje por río a través de Colombia Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa piel de La Boca Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesUna semana en Malvinas: Crónica de unas islas (casi) desconocidas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa voz de las víctimas: Reto para la academia ante el posconflicto Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesRecorriendo Sudamérica: En busca de nuestros niños interiores Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesMujeres viajeras: Política, derechos y aventuras desde miradas pioneras 1864-1920 Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesSpanish Short Stories for Beginners: Spanish Reading for Beginners: Learn Spanish with Stories, #1 Calificación: 5 de 5 estrellas5/5
Categorías relacionadas
Comentarios para Viaje al pulmón del mundo
0 clasificaciones0 comentarios
Vista previa del libro
Viaje al pulmón del mundo - Gerardo Treviño
Un especial agradecimiento
a mis padres y hermanas. A la asociación
Travelers With Cause por su inmensa labor,
a Roberta, Adrián, Jimena, Raúl, Rafa, Tere
y Mariana por acompañarme en el lodo y en las
estrellas; a doña María, don Poro, doña Valda,
Eriadne, Emiliano, Yslla Kawane, Sandriane,
«Piraña», «Escorpión», la propia Valquiria…
pues sin ellos, el viaje carecería de sentido.
ÍNDICE
PORTADA
CONTRAPORTADA
AGRADECIMIENTOS
VIAJE AL PULMÓN DEL MUNDO
PÁGINA LEGAL
AUTOR
PUBLICIDAD LID EDITORIAL
Inscritos en mi memoria se ubican recuerdos de infancia: océanos de incuantificable información sobre civilizaciones antiguas, guerras mundiales, leyendas, dioses de antaño y excursiones pioneras impulsadas por la valentía y el arrojo. Eran las noches húmedas, relampagueantes y sin sueño en que mi padre solía recostarse en mi cama y tomaba libros del antiguo Egipto para leerme páginas enteras.
Con su voz cálida suavizaba mi inquietud narrando sucesos prehistóricos; transportándome a los veleros del Mar Rojo, al norte del desierto oriental, mientras miraba por binóculos el valle del Nilo y el oasis de Farafra. Volaba hacia los sepulcros monumentales de los reyes egipcios, las estatuas gemelas de Lúxor, la gran bestia Esfinge amarillada, rodeada de arenas interminables.
Las cavernas alumbradas con fogatas, repletas de sombras danzantes, tintas enmarcadas y leyendas antiguas alertaban una parte de mi cerebro que ansiaba encontrar tesoros sepultados en criptas antiquísimas y escuchar de nuevo tantas lenguas extintas que murieron con las civilizaciones que les dieron origen.
Desde aquellas noches lluviosas en las que flotaba sobre majestuosas pirámides, supe que el mundo era una creación incomprensible. Reconocí el esfuerzo de los esclavos que ofrendaban su vida por pan y agua a merced de los rayos violentos del sol, agobiados por la transportación de bloques gigantes de piedra. Me interesé por la fe ciega, motivadora e impetuosa de las mentes de civiles reprimidos por el reinado en turno. En mí se materializó —valga la paradoja— un espíritu aventurero que me impulsaba a descifrar los secretos de la Tierra, las creaciones de los humanos que, por su enorme esfuerzo, nos continúan sorprendiendo.
Este libro narrará mi primer intento de emular a los antiguos excursionistas que ponían en peligro sus vidas por hallar los misterios del universo. Aquellos viajeros auténticos que se transportaban en cuerpo y alma a las ubicaciones más riesgosas del planeta para descubrir algunos jirones del pasado, antes ocultos, sobre una repisa con polvo y telarañas. Aquellos valientes viajeros que caminaban con no más que agua, una brújula, un mapa, una antorcha y la fe esperanzadora de poder revelar el secreto de las sombras agazapadas en las cavernas, debajo de construcciones colosales.
Aun cuando se afirma que ya todo se ha descubierto, que ya no hay nada más por hacer, dentro de mí sé que existen millones de secretos por revelar e historias que contar. Cada humano alumbra un universo dentro de sí, cada uno es un cronista a punto de darse a conocer, un juglar que a la menor provocación se abandonará al canto, a disgusto con el silencio. Para el humano el olvido es mortal.
A pesar de habitar en un mundo tecnólogo con rascacielos erigidos sobre hierro y cemento, se debe recordar que antes estas tierras desérticas eran labradas por otras almas: eran el hogar de pueblos deseosos de una recompensa en el más allá, virtuosos por necesidad y nómadas por destino.
6 de septiembre de 2008
Las lluvias septembrinas del año bisiesto azotaban la ciudad regiomontana: parteras de estruendosos relámpagos que levantaban a cualquier ser vivo circundante. Tendido bocarriba, miraba pensativo el techo de mi recámara adornado con estrellas fosforescentes que brillaban en la oscuridad.
Inquieto por el clima y por las historias que había contado mi padre antes de abandonar el cuarto, imaginaba qué sería de mí si hubiera nacido en el periodo clásico (500 - 336 a. C.) en la antigua Grecia, donde al cumplir siete años los niños eran enviados a campamentos militares para convertirse en guerreros invencibles al servicio del pueblo. Me preguntaba qué hubiera sacrificado para alabar a los dioses griegos, domiciliados en la cima de la Acrópolis atenea. Me parecía absurdo el sacrificio de una vida para alimentar el fuego de una guerra, para incitar la conquista de territorios que no pertenecían a los invasores.
Me parecía absurdo que la gente arriesgara su vida por un trozo de pan, por un botín de oro y perlas o por un día de paz con su familia. Me enfurecía saber que muchos reinados esclavizaban a los ciudadanos para crear esculturas ególatras de sí mismos; la gente pasaba hambre, sed y calor por una persona que no los representaba. Fue hasta 508 a. C. que se introdujo la democracia en Atenas, sin embargo, el pueblo aún seguía sometido por tradiciones insensatas e insalubres.
Desde la comodidad de mi recámara, imaginaba las condiciones incómodas a las que se enfrentaron mis antepasados y decía para mí: qué debo hacer para que esto no vuelva a ocurrir. Un pequeño humano de poco conocimiento que aún tenía mucho que explorar sobre la Tierra.
_______________
Conforme pasaron los años me eduqué de distintas maneras para solucionar hipotéticamente los conflictos que atormentaron a los ciudadanos de antiguas civilizaciones. Guerras, hambrunas y desacuerdos que no son ajenos a la actualidad; si acaso han disminuido en alcance territorial y duración, jamás cesaron.
Interesado por salvaguardar la vida de todos los humanos, me informé sobre las crisis que acechan al mundo del siglo XXI: disputas entre países por territorios mal administrados, como el conflicto israelí-palestino; desacuerdos diplomáticos entre hegemonías globales; caídas económicas de sociedades emergentes, como las distantes Rusia, Argentina, Sudáfrica y Turquía, además de otras problemáticas que siguen presentes.
Pero en este macroanálisis escarbé hasta llegar, a lo que considero, el origen de todo. El núcleo, la raíz o el nacimiento del conflicto es la falta de educación. Podrá parecer un argumento sobrexplotado o inclusive una propuesta ya muy recurrente, pero jamás se le debe restar importancia a la adquisición de conocimiento. Creo firmemente que el conocimiento del pasado, de los valores humanos y de los derechos son los cimientos para el fortalecimiento de una nación.
Nunca me había interesado por el servicio a la comunidad, pero me propuse a mí mismo encontrar el rumbo que señalaba la brújula. Rumbo que me encaminaría posteriormente a hallar una misión en esta vida.
8 de diciembre de 2018
Desde la tranquilidad del hogar llamábamos a los animales con lámparas. Buscábamos la respuesta en la provocación de dos focos de luz parpadeantes. «Escorpión» trajo consigo una linterna mientras explicaba en vocablos ajenos que iríamos por jacarés en la oscuridad. Caminamos alertas a los sonidos de la jungla y nos trepamos sobre el vehículo acuático que sería manejado por un hombre descalzo, armado solo con un remo y una lanza.
En medio de un río burbujeante de vida desconocida, debajo de un sinfín de estrellas, pensaba en el riesgo que conllevaría esto. Una canoa que crujía bajo nuestro peso, y solo remos para guiarnos por la profundidad del pantano. Interpretábamos en carne propia la exposición a estos animales que en algunas películas se presentan como antagonistas voraces, capaces de tragarte el cuerpo entero sin tomarse la molestia de masticar. Los temibles cocodrilos nos esperaban en las entrañas del río Arari. Sostenía mi teléfono celular como lámpara encendida con el fin de observar lo que se escondía debajo de las aguas turbias del río, pero el intento fue en vano: el curso ocultaba cualquier bestia que nadara por la corriente amazónica. Tal vez esperaba ansioso por una falla en la selección natural darwiniana…
Mi corazón comienza a palpitar e intento desviar el hecho de que una caída al agua en este momento llamaría la atención de pirañas con eficaz dentadura. En cambio, enfoco la mirada en el cielo: un cielo real, sin obstrucción química, abundante de constelaciones, trazadas por un camino de estrellas resplandecientes. Las miro y me sonríen. Y la paz se manifiesta, puedo respirar al fin. Me concentro en sobrevivir e ideo estrategias de escape… solo en caso de algún ataque.
«Escorpión» rema hacia aquellos focos parpadeantes que, confundidos con luciérnagas, revelan la presencia de sujetos majestuosos de colores miméticos con la vegetación. En silencio se detiene la canoa y nuestro valiente guía espera por alguna señal de movimiento. El agua salpica entonces y mi cuerpo se congela por completo a pesar del calor húmedo, casi sofocante, del Amazonas.
Se para en la punta de la canoa y echa el tridente al agua con una velocidad animal. «Escorpión» ha atrapado un jacaré. Aterrorizado, me deslizo hacia atrás, levantando mis botas de combate. Nuestro valeroso amigo se ríe y comprendemos que no hay nada que temer. Pone al