Terapia grupal: Manual para la acción
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SOBRE LA AUTORA
Marta Sanz Amador es psiquiatra. Doctora en psiquiatría por la Universidad Complutense de Madrid, especialista universitaria en Clínica y Psicoterapia Psicoanalítica por la Universidad Pontificia de Comillas de Madrid, diplomada en Estadística en Ciencias de la Salud por la Universidad Autónoma de Barcelona, Diploma Superior de Metodología en Investigación Clínica (Agencia Laín Entralgo). Tiene experiencia en tratamiento grupal con pacientes diagnosticados de trastorno afectivo y como coterapeuta en grupos ambulatorios para el trabajo con el insight en pacientes psicóticos en la Unidad de Hospitalización Breve del Hospital General Universitario Gregorio Marañón. En la actualidad es jefa de estudios en el Instituto Psiquiátrico José Germain de Madrid.
SOBRE LA COLECCIÓN SALUD MENTAL COLECTIVA
"Es aquí, en esta encrucijada en la que nos instala con urgencia el debate sobre el tipo de sanidad del futuro, donde surge la iniciativa de esta colección. Hacer frente al reto que supone mantener, en estos tiempos pragmáticos y sin valores, un modelo comunitario que haga posible una atención integral, equitativa y eficiente significa una opción política y una opción ciudadana, pero también una responsabilidad de los profesionales de la salud mental. Significa la imperiosa necesidad de adecuar nuestras técnicas, nuestros programas, a una realidad vertiginosamente cambiante. La viabilidad de un modelo público, colectivo, sostenible, implica hacerlo creíble a la población para que lo incluya entre sus prioridades reivindicativas; pero para ello tenemos que avanzar en nuestros programas, en la clínica, en el conocimiento. Tenemos que romper la brecha entre acción y conocimiento para, desde la propia práctica, construir una nueva clínica y una nueva psicopatología hecha desde el cuidado y el respeto a la autonomía de las personas con problemas de salud mental. Los textos de esta colección quieren contribuir a esta tarea." - Manuel Desviat, Director de la colección Salud mental colectiva
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Terapia grupal - Marta Sanz Amador
PRIMERA PARTE
Introducción
1. Presentación y motivación del manual
Marta Sanz Amador
La vida humana precisa un entorno social, de relación con los otros, lleno de interacciones y vínculos. Las emociones y la conducta son un fenómeno intersubjetivo (Gamo y Pazos Pezzi, 2007). Es un aspecto fundamental en la evaluación del paciente que acude a Salud Mental conocer su biografía, relaciones familiares, desempeño laboral y vínculos significativos. La exploración de estos aspectos nos permite evaluar la disfunción que provoca el síntoma objeto de la demanda y estimar aspectos sanos y recursos internos del paciente. Esta valoración se deduce en la mayoría de los casos de la información que aporta el paciente en una entrevista individual desestimando la necesidad de la valoración del entorno más significativo para el individuo así como las interacciones que establece. Así mismo, a la hora de indicar tratamientos en los recursos ambulatorios de atención en salud mental, utilizamos menos de lo que sería deseable el encuadre grupal para trabajar en la mejoría sintomática y en un mejor ajuste psicosocial.
La psicoterapia de grupo ofrece un beneficio adicional a las terapias individuales, y es la posibilidad de ofrecer un tratamiento científicamente demostrado eficaz (tanto como una intervención individual) a varias personas a la vez, optimizando tiempo y recursos dentro del sistema sanitario (Fernández Liria y otros, 2012). Así mismo el espacio grupal permite un corte en el discurso previo, centrado en la mejoría médica y las coordenadas sintomáticas (Gamo y Pazos Pezzi, 2007). Este espacio favorece la aparición de factores terapéuticos adicionales no presentes en la psicoterapia individual. Estos factores terapéuticos son comunes a todos los tipos de psicoterapia grupal y fueron descritos por Yalom (1985).
La psicoterapia de grupos se ofrece como parte del catálogo de prestaciones del sistema nacional de salud en la actualidad. En el sistema público la indicación de la intervención ha de estar justificada por un criterio que va mas allá del mero deseo del paciente y ha de tomar en consideración aspectos como la necesidad o la eficiencia (Fernández Liria y otros, 2012). Sin embargo la investigación en el sistema público acerca de la eficacia de las terapias grupales plantea muchas dificultades. La puesta en marcha de terapias grupales se da en un ámbito fundamentalmente asistencial en el que concurren varios factores que dificultan el llevar a cabo una evaluación sistemática del trabajo grupal. Aunque como hemos comentado se oferta dentro del catálogo de prestaciones, la puesta en marcha de un grupo depende actual-mente del esfuerzo del profesional en hacerse un hueco incluso fuera de su horario laboral para programar, documentar y dejar espacio para la puesta en marcha del grupo terapéutico en una agenda colapsada de entrevistas individuales. En los contratos de gestión en salud mental la actividad grupal no es considerada como una actividad clínica relevante, de hecho no se estiman indicadores que midan esta actividad. Por otro lado, es inevitable señalar que el encuadre grupal requiere una continuidad que la precariedad actual en muchos contratos no favorece.
Otro aspecto es la franca división entre el ámbito asistencial y el investigador en el sistema nacional de salud. Claramente la actividad clínica y la investigación deben ir de la mano, ya que lo contrario supone un empobrecimiento progresivo y una labor ineficaz en ambos campos. La presión asistencial y la falta de formación previa hacen que el clínico no esté actualizado y no se sienta cómodo en el uso de técnicas de investigación relativamente sencillas aplicables en el área que trabaja, en este caso la terapia grupal. Hay que señalar también las dificultades que plantea el diseño de la investigación sobre todo desde la óptica de la investigación cuantitativa y de la medicina basada en la evidencia. Una mejor formación en investigación cualitativa permitirá quizás en próximos estudios un estudio más enriquecedor de la dinámica grupal.
Por último, hay que plantear una reflexión en cómo la dinámica social claramente individualista y alienante en la que estamos inmersos puede condicionar la participación de los pacientes en un encuadre grupal. Aunque en este contexto el grupo ofrece una experiencia terapéutica fundamental, con frecuencia los pacientes se muestran reacios al tratamiento grupal, les genera mucha angustia y desconfianza el verse expuestos a la mirada y juicio de otros, prefieren desconocer y evitar los problemas de otros posibles participantes en el grupo y se sienten con más control y más seguros en un contexto individual. Hay que dedicar el tiempo necesario a informar al paciente de los objetivos de la terapia grupal y los posibles beneficios de la misma en el proceso que padece, así como explorar sus miedos y razones y trabajarlas.
A pesar de las dificultades hay publicados diversos trabajos acerca de experiencias grupales, guías de terapias de grupo, experiencias clínicas grupales, trabajos de investigación y estudios de coste-eficacia. El trabajo de Smith y otros (1980) supuso un punto de referencia en cuanto a la eficacia de la psicoterapia, especialmente la de grupo, ya que gran parte de los estudios que revisaron (49% estaban basados intervenciones grupales) demostraron no sólo que la terapia era efectiva, sino que las diferencias entre los resultados obtenidos por terapias de diferente orientación teórica eran mínimas (Fernández Liria y otros, 2012). Por otra parte, los resultados del meta-análisis de Shapiro, que incluyó criterios de selección más estrictos, fueron aún más consistentes que los hallazgos de Smith (Shapiro y Shapiro, 1982).
A grandes rasgos las terapias de grupo se pueden englobar en tres grupos:
Psicoterapia de apoyo (terapia ocupacional, relajación).
Grupos centrados en problemáticas, patologías o ámbitos más concretos, dirigidas a trabajar en un síntoma y modificar la conducta.
Psicoterapia psicoanalítica con objetivos más globales.
Quizás los grupos más estudiados hayan sido los dirigidos al tratamiento de trastornos afectivos y de ansiedad (Garriga y otros, 2009; Monleón, 2005; Fernández Méndez y otros, 2010) aunque también hay experiencias muy positivas en terapia de grupo en trastornos mentales graves. La mayoría de la investigación en psicoterapia de trastornos psicóticos se ha centrado en la esquizofrenia. Las intervenciones familiares y las intervenciones psicoeducativas han demostrado eficacia en cuanto a la prevención de recaídas. La terapia cognitivoconductual de los síntomas psicóticos sobre la reducción de la gravedad de los síntomas positivos también ha demostrado ser eficaz (Fernández Liria y otros, 2012). En los trastornos bipolares hay publicaciones recientes que apoyan que los abordajes grupales en estos pacientes reducen el riesgo de recaída de cualquier tipo y son costo-eficientes (Tafalla y otros, 2010; Scott y otros, 2009). Colom y Vieta han demostrado que la psicoeducación grupal (en formato de seis meses de duración) es eficaz a largo plazo (cinco años de seguimiento) en cuanto a la prevención de recurrencias y la disminución del tiempo que permanecen enfermos (Fernández Liria y otros, 2012). Se han utilizado también formatos grupales para pacientes que sufren distintas alteraciones médicas (cáncer, fibromialgia, síntomas somáticos…) (Narváez y otros, 2008; De Felipe García-Bardón y otros, 2007; López García y otros, 2012).
Dedicaremos también un capítulo a revisar las terapias grupales en el alcoholismo, patología que hoy por hoy se trata en la red de salud mental (Calvo Estopiñán y otros, 2009).
Revisaremos en este manual la bibliografía más relevante publicada acerca de los fundamentos teóricos de los grupos de terapia y experiencias grupales desarrolladas en el sistema público de salud en España. Los profesionales del sistema público tenemos la responsabilidad de documentar y negociar con la Administración las modalidades de tratamiento más eficientes para favorecer la mejor gestión de los recursos públicos y dar una respuesta óptima a las necesidades de la población. Este breve manual pretende ser una pequeña aportación que ayude a fundamentar la puesta en marcha de tratamientos psicoterapéuticos grupales en un contexto ambulatorio
2. Funcionamiento y características de la psicoterapia grupal
Sandra Pacheco Cantero
INTRODUCCIÓN
Definición de psicoterapia de grupo
Entendemos por psicoterapia de grupo a la aplicación de técnicas psicoterapéuticas de forma planificada por un profesional, sobre un grupo de pacientes, que tiene por objetivo modificar las conductas inadaptadas de cada uno de ellos.
Evolución de la terapia de grupo
Desde la Antigüedad se han utilizado grupos con finalidad terapéutica. Podemos poner como ejemplo los ritos llevados a cabo los brujos o líderes religiosos con la intención de cambiar la conducta humana, o el objetivo claramente moralizante de las tragedias griegas (Díaz, 2002). No obstante, la terapia de grupo, tal y como la entendemos ahora, no tiene lugar hasta principios del Siglo XX y curiosamente no parte del mundo de la psiquiatría, sino de la medicina. En 1905, J.H. Pratt, en su sanatorio de Boston, comenzó a realizar sesiones grupales con sus pacientes tuberculosos y al observar la mejoría psicológica lo aplicó también a diabéticos e incluso a neuróticos.
Hay que señalar, sin embargo, que desde 1902 se estaban realizando las conocidas como reuniones de los miércoles, en las que Freud reunía en su casa a sus discípulos. Aunque con un objetivo didáctico, no dejaban de ser un grupo de personas que se analizaban conjuntamente, por lo que son consideras el primer estudio de grupo analítico (Guimón, 2003). En su obra Psicología colectiva y análisis del yo (1922), Freud (1992) desarrolla sus concepciones sobre los grupos, destacando dos elementos: la regresión (entendida como un debilitamiento de las funciones racionales y una voluntad dispuesta a unirse a las emociones de la masa) y la pérdida de identidad individual. De este modo, la identidad de grupo se establecería mediante la pérdida de la individualidad, delegando las decisiones en un líder idealizado, a cambio del placer de expresar emociones primitivas junto a la multitud.
En la década de los treinta del siglo XX se produjo el auge de la terapia grupal en Estados Unidos y fueron muchos los autores que desarrollaron teorías propias, combinando conceptos freudianos con la transferencia familiar. Cabe destacar a figuras como Slavson, que promovió una psicoterapia orientada a la expresión de emociones y fantasías (conflictos) mediante el juego, en un contexto de seguridad; o Redl, psicoanalista que utilizó el abordaje grupal en niños y adolescentes y que ayudó a la aceptación de este tipo de terapia entre sus colegas. Fue fundamental la influencia de J.L Moreno, fundador del psicodrama y que apostaba por métodos de acción con relación a la vida real (lo que llamó teatro de la espontaneidad) sirviéndose de interacciones dramáticas basadas en la teoría de roles. Fue Moreno quien en 1923 acuñó el término psicoterapia de grupo.
Con la Segunda Guerra Mundial, debido al aumento de las enfermedades psiquiátricas y a la escasez de psiquiatras militares, la terapia de grupo cobró un gran impulso por pura necesidad. De este modo, los hospitales militares británicos y americanos se convirtieron en escuela de los que más tarde serían grandes expertos en psicoterapia de grupo (W.R. Bion, S.H. Foulkes o A. Wolf, entre otros).
CARACTERÍSTICAS DE LA PSICOTERAPIA DE GRUPO
La terapia de grupo presenta una serie de propiedades que no comparten otras psicoterapias. Los factores terapéuticos que determinan la efectividad de la terapia de grupo fueron descritos por Yalom (1985):
Infundir esperanza: es fundamental para la buena evolución de toda terapia, pues permite al paciente no abandonar y que otros factores terapéuticos puedan ser efectivos. En el contexto grupal, la mejoría de otros miembros ayuda a mantener esta esperanza de curación.
Universalidad: con el testimonio de otros miembros del grupo, cada paciente es un poco más consciente de que no es el único que sufre.
Información participativa: es importante informar al paciente sobre la enfermedad mental. Los consejos, que pueden proceder del terapeuta o de otros pacientes, aunque no son útiles directamente, forman parte del proceso.
Altruismo: en el grupo los pacientes se ayudan mucho entre sí. Para un paciente que piensa que no puede ofrecer nada, la experiencia de ayudar a otros puede ser muy enriquecedora y además de aumentar la autoestima permite salir de la autoflagelación.
Recapitulación del grupo familiar primario: los pacientes pueden interaccionar con otros miembros del grupo como lo llevan haciendo desde siempre con su familia. Esta transferencia, que puede ser utilizada en todos los formatos grupales, es utilizada fundamentalmente en los psicoanalíticos.
Socialización: aunque el desarrollo de habilidades sociales básicas es objeto específico de algunos formatos grupales, puede aparecer y ser enriquecedora en todos.
Imitación: los pacientes pueden beneficiarse de la observación de otros miembros.
Catársis: para los pacientes es muy poderoso no sólo compartir emociones en ocasiones desagradables, sino que éstas sean aceptadas por el resto del grupo.
El grupo permite a los pacientes enfrentarse a factores existenciales como afrontar la vida solos, asumir la responsabilidad de sus acciones o, incluso, la enfermedad o la muerte.
Cohesión: al estar compuesto de tantos miembros la cohesión en el grupo es un factor complejo. Por ello es fundamental hacer una buena selección de los miembros que lo van a componer.
Aprendizaje interpersonal: el grupo permite desarrollar patrones de relación más saludables a través de la interacción con el resto de miembros.
En estudios recientes, como el publicado por Norcross y Wamplond (2011), se han revisado qué elementos de la relación terapéutica son efectivos. Han demostrado eficacia la alianza terapéutica (tanto en formato individual como en grupos con jóvenes o con familias), la cohesión del grupo, la empatía y recoger el feedback que te da el paciente.
La terapia de grupo engloba un gran número de prácticas que varían en función de características como la composición del grupo, su duración y objetivos. A grandes rasgos, podemos dividirlas en los tres grupos que se detallan en la tabla de la página siguiente.
ASPECTOS TÉCNICOS
Encuadre
El encuadre es la suma de los elementos estructurales y de dinámica grupal. Es fundamental para un funcionamiento adecuado y debe mantenerse constante para entender todos elementos que surgen entre los miembros del grupo.
Elementos del encuadre:
Lugar físico en que se llevan a cabo las sesiones: puede ser en un contexto de hospitalización o ambulatorio. El sitio elegido debe ser íntimo y confortable.
Composición: en grupoanálisis se considera que la heterogeneidad en sexo, edad, sintomatología y estructura de personalidad favorece las identificaciones y la puesta en escena de fantasías individuales. No obstante, es necesaria cierta homogeneidad sociocultural para evitar exclusiones. En los grupos centrados en un problema determinado se elegirá a los miembros que presenten el síntoma focal. En cuanto a los grupos psicoeducativos y de apoyo, también es recomendable cierta homogeneidad.
Cantidad: el número óptimo de pacientes varía en función del tipo de grupo. En terapia de grupo psicoanalítico se considera ideal entre seis y diez miembros, pues permite que emerjan elementos transferenciales sin que se vea dificultada la comunicación. Como veremos en el capítulo correspondiente, en el grupo multifamiliar pueden participar hasta 100 personas. Los grupos psicoeducativos o centrados en un problema pueden contener un mayor número de pacientes.
Frecuencia: puede ser de una a cinco veces por semana. En el origen de la psicoterapia de grupo se consideraban necesarias al menos dos sesiones por semana, para evitar que se acumulase material. No obstante, actualmente se acepta que una sesión semanal puede ser de utilidad.
Duración:
- De las sesiones: la duración de las sesiones puede variar entre 40 y 150 minutos. Existe consenso en cuanto a que un menor tiempo de terapia no permite que se instale el proceso multipersonal ni que el terapeuta pueda analizar los elementos que emergen.
- Del tratamiento: varía en función del tipo de grupo. En grupos heterogéneos en los que se pretenden modificaciones estructurales la duración es ilimitada, pues no es posible predecir en cuánto tiempo se van a conseguir estos cambios. En grupos homogéneos con objetivos focalizados la duración suele ser limitada.
Indicaciones de terapia de grupo
La terapia de grupo estará indicada cuando un terapeuta grupal, después de un proceso de selección, recomiende a un paciente una forma de psicoterapia de grupo determinada. Además, habrá que