Dos Cuentos Cortos: ¿Porque Me Acusas De Sida?; Tiburon Agradecido
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Víctor M. Martell
Nacido en Cienfuegos, Cuba, viajo a los Estados Unidos, viviendo en New York y últimamente en Miami. Estudió periodismo aunque nunca se dedico a esta profesión a tiempo completo, lo hizo en el comercio y logro ser un profesional en ventas. Sin embargo, su inquietud por ayudar a los necesitados lo ha hecho escribir profusamente en periódicos y revistas, ganando algunos premios, como el "Press Award" en Canadá con un ensayo sobre La Madre Teresa de Calcuta de la que fue un ferviente admirador. Este es el cuarto libro publicado por este autor de cuentos de ficción pero todos llevan un mensaje a sus lectores. El primero "El Santo" historia que se desarrolla en una cárcel, se vendieron todos sus ejemplares y el producto en su totalidad fue a parar a los necesitados, a través de una institución a la que él ha sido voluntario por más de veinticinco años. Del segundo "Destruidos por la computadora" ha recibido muchos elogios. El tercer libro "Dos Cuentos Cortos" nos mostro dos historias completamente diferentes, en ellas nos puso a pensar y tomar nuestras propias decisiones, no hay duda que en las dos historias hay elementos y actitudes de las cuales podemos sacar grandes enseñanzas para nuestra vida. Ahora nos entrega esta historia que aunque su titulo nos produce temor, hay grandes similitudes con las experiencias que vivimos a diario donde la sutileza del mal se nos entrega disfrazada de los placeres mundanos: sexo, poder, dinero, lujos y todo no es más que dejarnos arrastrar por los caminos que están muy lejos de la verdadera felicidad.
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Dos Cuentos Cortos - Víctor M. Martell
Copyright © 2015 por Víctor M. Martell.
Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.: 2015912836
ISBN: Tapa Dura 978-1-5065-0744-6
Tapa Blanda 978-1-5065-0743-9
Libro Electrónico 978-1-5065-0742-2
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.
Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.
Fecha de revisión: 18/08/2015
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aids-108235_1280.jpg¿POR QUE ME ACUSAS
DE SIDA?
El doctor Frank Montenegro, movió en sus manos los espejuelos, nerviosamente, miró profundamente a su paciente y aunque era un profesional, titubeo, aquella situación le molestaba, ella era una mujer aún joven, a lo largo de su carrera, había dado malas noticias; pero aquella en particular sabía que iba hacer muy sorpresiva, por lo que estaba preparando, para la reacción que no se haría esperar.
Estimada Lucy, sabes, he sido muy exigente en los exámenes que te he realizado, por lo que creo que mi diagnostico, no está equivocado, no obstante, estás en tu derecho de visitar a otro médico, para tener una segunda opinión, cosa que no me molestaría, estando dispuesto a darles toda, la información que deseen, además, si tu esposo, u, otro familiar tuyo desea conversar conmigo puede hacerlo.
Frank, por favor, me tienes angustiada, acaba de decirme que es lo que tengo, acaso, cáncer, vamos dime la verdad, por favorcito.
Lucy, es algo peor, tú tienes SIDA.
Aquellas palabras, sonaron como un látigo en el cerebro de Lucy, abrió los ojos desmesuradamente, dando un brinco en el asiento y corrió hacia la mesa del doctor, al cual se le aferro all cuello, gritando más que hablando.
No, no, noooo, por favor dime que estas equivocado, estás loco, eso no puede ser, entando en shock, inmediatamente, gritaba, lloraba, estaba al borde de la locura.
El doctor, saco de la mesita una inyección que tenía preparada, administrándosela rápidamente.
Lucy, te comprendo, por favor, trata de tranquilizarte, te sentirás mejor, puedo estar equivocado, por favor.
Dos enfermeras, entraron rápidamente en la habitación y entre los tres, la acostaron en una mesa de reconocimiento, estaba completamente fuera de sí, únicamente el efecto de aquella inyección la iba calmando, se quedo extasiada y sus ojos se cerraron.
No sabe el tiempo que estuvo dormida, cuando despertó, estaba su hijo al lado, con las manos entre las suyas, tenía los ojos enrojecidos, por lo que pensó que ya sabía la verdad, también estaba el doctor Montenegro, y dirigiéndose a el volvió a preguntarle por si acaso, aquello había sido una pesadilla.
Frank, por favor, es verdad.
La respuesta del médico, fue elocuente, hizo un sí, con la cabeza, diciendo despacio:
Lo siento Lucy, como te dije; debemos buscar una segunda opinión, ya estoy haciendo las gestiones oportunas, para que así sea, ahora que te sientes mejor, quiero conversar contigo a solas; diciendo esto mando a salir a todos, incluyendo a su hijo.
Lucy como te dije anteriormente, esto es muy lamentable; pero dentro de la gravedad del caso, te diré, primeramente, no es mortal; ya que tu eres solamente portadora de la enfermedad y aunque tienes el virus en tu organismo, no se desarrolla, eso sí; debes de mantener un sistema de vida controlado, además de saber; que al ser portadora, podrás enfermar a otra persona.
Pero; Doctor, ¿Como pude yo enfermarme?
Entre las razones que tuve, de no llamar a tu marido si no a tu hijo, es porque después de revisar tu historial médico, tú no has recibido ninguna transfusión nunca, además no has sido operada en los últimos diez años; por lo que estoy seguro en un ciento por ciento, que esta enfermedad la obtuviste por contacto sexual.
Si el golpe de haber oído de boca, de aquel, su médico, que estaba enferma de Sida, había sido demoledor, para ella, este, sin duda, era como si la hubiesen matado en vida, cerró los ojos volviendo nuevamente a perder el conocímiento.
Ramón López, era un hombre triunfador, había dedicado todo su tiempo a trabajar duro, para sacar a su familia adelante, para él no habían vacaciones, entretenimientos, solo pensaba en trabajar para superar el estado económico de su familia, que en estos momentos aunque no eran ricos, si tenían una buena posición, inclusive ya su esposa Lucy, no trabajaba y sus hijos estaban en la Universidad, inclusive Gladys su hija, que ya estaba casada, aun así, el le estaba pagando su carrera, en la Universidad. Esa tarde estaba rendido, quería darse un baño, para meterse en la cama temprano; aunque había