Ícaro: Diario de un artista incomprendido
Por TOT y Marisol Ulloa
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Un artista debe enfrentarse a la terrible realidad y a la incertidumbre de perseguir su sueño o mantener una vida que lo hace miserable. Viajamos a través de sus pensamientos vemos y entendemos su perspectiva de la vida y como todo esto se ve reflejado en sus obras.
De pronto nuestro jóven protagonista comienza a comparar su vida con la leyenda de ícaro ¿Está siendo demasiado ambicioso? ¿Vuela demasiado cerca del sol? o ¿Está esperando un poco? ¿Vuela muy bajo y comienza a rozar las olas del mar? Ambas son capaces de matarlo.
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Ícaro - TOT
Hoy, mientras caminaba por la calle, presencié un acto que verdaderamente me dejó asqueado. No sé si escribir es la forma que tengo de sacar el impacto que aún queda en mi sistema o simplemente es mi impulso de artista el querer hacer algo con todo lo que tengo delante mío, pero siento que tengo que hablar, procesar y entender lo que pasó.
Una mujer caminaba a mi ritmo, si hubiéramos estado en el mismo lado de la acera, nuestros pies se hubieran coordinado a la perfección y si nos vieran desde la perspectiva correcta habría parecido que nos tomábamos las manos. La realidad es que ella caminaba en la acera contraria y al igual que yo, al igual que el mundo, ella venía pensando en sus cosas, concentrada en llegar a su destino, fuera cual fuera.
Después de unas cuantas cuadras de caminata, de esquivar a los vagabundos que estorban la vía pública, tener que acelerar y bajar la velocidad debido a la gente que tienes enfrente o detrás, noté que la mujer comenzó a mirar a su alrededor y buscar unos ojos cómplices que la acompañarán en lo que le estaba sucediendo. Les soy honesto, si ella no se hubiera encontrado en ese mismo lugar, en ese mismo espacio en el que me encontraba yo, seguramente no habría tenido la misma suerte, la gente en esta ciudad no se preocupa por nada ni por nadie, pero yo, yo tengo esta cosa de que lo ordinario es lo que me parece extraordinario. Siempre fuí ese niño que mientras todos veían impresionados a los tigres en su jaula en el zoológico, yo notaba los restos de un globo de helio en uno de los árboles que nos rodeaban, por que para mi eso tiene una historia más particular que aquellos tigres.
El punto es que la miré e hicimos un contacto visual magnético, que me llenó de vida, de algo especial, pude sentir en cada espacio de mi cuerpo el miedo que sentía esa mujer; con solo una mirada. Fue cuando noté que además de haber coincidido varias cuadras con ella, habíamos coincidido con dos hombres que cada vez la tenían más cerca y su caminata dejó de parecer casual para ella en ese preciso instante. Sin ese contacto visual tan brutal que tuvimos, jamás lo habría pensado, jamás me habría imaginado que se encontraba en peligro porque bueno, como hombre, se nos olvida que esas cosas pasan, pero estaban ahí frente a mis ojos.
Con un pequeño ademán, le indiqué que se cambiara de banqueta, que viniera conmigo pero era muy obvio para mi lo que pasaba por su cabeza. ¿Por qué habría de confiar en mí más que en ellos? ¿Qué tal si todo eso era parte del plan? Yo habría pensado eso, noté que estaba intentando decidir, la notaba paralizada por el miedo, podría ser una decisión que lo cambiara todo, para bien o para mal. Así que antes de que esta situación terminará mal por una decisión imposible, me crucé a su lado y fingí que la conocía intentando que mi actuación fuera convincente tanto para los cabrones que la perseguían y que la tenían en la mira, como para que ella no pensara que estaba por morir o desaparecer para siempre.
Le dije:
–Linda, por fin te encuentro. Te he estado buscando como loco ¿Por qué no me contestas mis mensajes? –La saludé con un beso en la mejilla –Ay nena te ves hermosa ¿Tienes tiempo para ir por un café?
Ella me miró fijamente, confundida, pero su silencio aplicaba a la perfección. Yo seguí hablando y la abracé hasta que me cerciore de que estos hombres se encontrarán lo suficientemente lejos. La hice entrar en la primera cafetería donde encontramos que tuviera suficiente gente en su interior.
–Gracias –dijo aliviada y devolviéndome ese abrazo, esta vez no fingido.
–No hay de qué ¿Hay alguien a quien le puedas hablar o necesitas que te acompañe a casa? –respondí algo nervioso ahora que ya no existía ese personaje de por medio.
–Estoy bien, puedo hablarle a mi amiga que vive cerca.
–De acuerdo –dije intentando salir de esa situación que había vuelto a ser incómoda ahora que había que convivir con alguien.
–Toma –Intentó darme dinero
–¿Eso qué? –dije ahora molesto.
–Por tu ayuda, quiero agradecerte.
–No, no lo quiero, gracias... No lo hice por eso, solo hice lo que era correcto.
–Por lo menos déjame comprarte un café, un sándwich... Algo. –Me hubiera gustado decir que no y salir de ese lugar con la simple satisfacción de haber ayudado a alguien, pero seamos realistas, en esta vida todo es un intercambio y la vida de artista no es fácil.
Salí de ese café con una doble satisfacción, el estómago lleno y el recuerdo de que soy mejor persona que muchas más en este mundo... A veces esos pensamientos narcisistas son necesarios, recordarnos quiénes somos y que nuestras acciones tienen una consecuencia en este mundo tan loco. Claro que esa satisfacción falsa duró muy poco, a los poco minutos me encontraba en un dilema, sentía que la culpa me carcomía y que pronto ese sandwich saldría por mi boca, eso si que me haría sentir mejor.
Continué mi día tranquilo como siempre, pero supongo que lo que había pasado más temprano me dejó un poco más susceptible que otros días. Sentía que cada mujer que veía en la calle corría algún tipo de peligro ¿No es así? Me dí cuenta de tantas cosas, de tantas acciones, incluso mías que están tan mal y que son violentas.
Cada vez que pasa una mujer, sea