Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Si estuviera vivo...
Si estuviera vivo...
Si estuviera vivo...
Libro electrónico50 páginas38 minutos

Si estuviera vivo...

Calificación: 5 de 5 estrellas

5/5

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Cuando un escritor del movimiento surrealista del siglo XX busca desesperadamente la concentración necesaria para comenzar un ensayo de escritura automática, y el alma de un niño que ha muerto de una larga enfermedad pasa a través de él, el resultado es una larga carta, cuyo contenido se recoge en esta obra. A lo largo de este breve relato, descubrirá a un autor que se ha convertido en el espejo de un niño de 8 años que sueña desde el más allá con la existencia que habría tenido si hubiera permanecido vivo, desde el resto de su infancia hasta la tumba.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento10 may 2023
ISBN9798223212584
Si estuviera vivo...

Lee más de Bloodwitch Luz Oscuria

Relacionado con Si estuviera vivo...

Libros electrónicos relacionados

Biografías y autoficción para usted

Ver más

Artículos relacionados

Categorías relacionadas

Comentarios para Si estuviera vivo...

Calificación: 5 de 5 estrellas
5/5

1 clasificación0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Si estuviera vivo... - Bloodwitch Luz Oscuria

    PRÓLOGO

    La escritura automática es un proceso bastante especial que se originó en el siglo XX. El objetivo consiste en despejar la cabeza hasta dejarla vacía de cualquier conciencia y voluntad, y plasmar sobre el papel todo lo que nos venga a la mente, sin tratar de ceñirse a ningún orden lógico. Por supuesto, es muy difícil entrar en este estado de trance casi espiritual. Este método se integra en el movimiento surrealista, una corriente artística bastante reciente ya que, como he dicho, data del siglo XX. Muchos autores lo han intentado, como Robert Desnos o André Breton, su fundador. Cabe destacar el Manifiesto del surrealismo de 1924, su primer ensayo, en el que ofrecía una definición bastante clara y concisa de la escritura automática:

    «Tráigase algo con lo que escribir, después de haberse instalado en un lugar lo más favorable posible a la concentración de su mente en sí misma. Colóquese en el estado más pasivo, o receptivo que pueda. Prescinda de su propio genio, de sus talentos y de los de los demás. Dígase a sí mismo que la literatura es uno de los caminos más tristes hacia todo. Escriba deprisa sin ningún tema preconcebido, lo bastante rápido como para no reprimirse y no caer en la tentación de releer. La primera frase vendrá sola, porque a cada segundo hay una frase, ajena a nuestro pensamiento consciente, que está esperando para salir...»

    Varios autores se han acercado al surrealismo, del que forma parte este particular estilo de escritura, como Paul Éluard y Louis Aragon. En la actualidad, este proceso de escritura se presenta principalmente con el objetivo de hacer hablar a los muertos, es decir, proporcionarles la mano de una persona viva para que puedan transmitir un mensaje a sus seres queridos. Puede ser una simple creencia o una realidad, y algunos autores se han atrevido a practicarlo, entre ellos un escritor desconocido llamado Antoine, hacia el año 1950.

    Durante mucho tiempo, este hombre de unos treinta años no conseguía abrirse camino entre el público, a pesar de darlo todo en sus textos. Tardaba muchos meses en considerar finalizado cada uno de esos escritos, hasta el punto de que tenía que volver sobre ellos una y otra vez. Nunca estaba satisfecho. Un día, cuando hubo perdido la paciencia al tratar de escribir unas pocas palabras en una página que permanecía irremediablemente en blanco, agarró el papel y lo trituró con ambas manos antes de lanzarlo hacia la papelera. Mientras la bola se estrellaba contra el suelo, unas lágrimas de rabia brotaban de sus ojos. «Solo soy un autor fracasado», murmuró.

    Unos días antes, se dispuso a acudir a la rue Champollion, al Théâtre des Noctambules, en pleno centro de la capital, para asistir a la primera representación de la obra La Cantatrice chauve, de un tal Eugène Ionesco1[1]. La obra no parecía muy interesante, así que hubo poco público. Para sorpresa general, ¡los críticos la calificaron de extraordinaria! Nuestro autor, que no lograba crear un texto que le pareciera bueno, refunfuñaba en su subconsciente, pues no era capaz de crear una historia realmente atractiva para los lectores. Aun así, llevaba la escritura en la sangre desde niño, siempre había sentido que había nacido para escribir.

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1