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La Luna Encantada
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Libro electrónico430 páginas6 horas

La Luna Encantada

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Dejado a un lado dentro de su propia manada, el aullido de una joven mujer loba es silenciado por el peso aplastante y la voluntad de los lobos que la verían sufrir. Después de que Cecilia es acusada falsamente de asesinato dentro de la manada Zircon Moon, su vida se desmorona en las cenizas de la crueldad y el castigo. Solo después de encontrar la verdadera fuerza de un lobo en su interior, puede esperar escapar de los horrores de su pasado y seguir adelante...
Después de años de lucha y curación, Cecilia, la sobreviviente, se encuentra una vez más en desacuerdo con la antigua manada que una vez marcó su muerte. Se busca una alianza entre sus antiguos captores y la familia que ha encontrado en la manada Garnet Moon. La idea de una paz creciente donde yace el veneno es poco prometedora para la mujer ahora conocida como Daniela. A medida que el creciente estruendo del resentimiento comienza a abrumarla, Daniela se encuentra con una sola opción. Para que sus heridas supurantes sanen de verdad, debe enfrentarse a su pasado antes de que devore a Daniela como hizo con Cecilia. En las sombras crecientes, un camino hacia el perdón parece entrar y salir. Después de todo, no se puede negar el poder de la luna llena, y para Daniela quizás la llamada de la oscuridad pueda resultar igual de inflexible...

IdiomaEspañol
EditorialPublishdrive
Fecha de lanzamiento22 jun 2023
La Luna Encantada

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    La Luna Encantada - PopNovel

    ÍNDICE

    Chapter 1  Intocables - Prólogo.

    Chapter 2  La esclava.

    Chapter 3  El Alfa.

    Chapter 4  El odio.

    Chapter 5  Una persona indeseable.

    Chapter 6  La Ceremonia.

    Chapter 7  El rechazo.

    Chapter 8  La fuga

    Chapter 9  El suicidio

    Chapter 10  La Diosa

    Chapter 11  La elección

    Chapter 12  El renacimiento

    Chapter 13  El milagro

    Chapter 14  La manada Garnet Moon

    Chapter 15  El trauma

    Chapter 16  La amiga

    Chapter 17  Luto

    Chapter 18  La mudanza

    Chapter 19  Los confidentes

    Chapter 20  Los Guerrero

    Chapter 21  La recuperación

    Chapter 22  Las decisiones

    Chapter 23  La lechuza

    Chapter 24  El vínculo

    Chapter 25  La familia

    Chapter 26  El futuro

    Chapter 27  El lamento

    Chapter 28  La verdad

    Chapter 29  La bienvenida

    Chapter 30  La ira

    Chapter 31  La intrusión

    Chapter 32  El apoyo

    Chapter 33  El enfrentamiento.

    Chapter 34  El encuentro.

    Chapter 35  El Gamma.

    Chapter 36  La alianza.

    Chapter 37  Nostalgia.

    Chapter 38  La pesadilla.

    Chapter 39  El fantasma.

    Chapter 40  El despliegue.

    Chapter 41  La Llegada

    Chapter 42  El Misterio

    Chapter 43  La Fiesta

    Chapter 44  El Golpe

    Chapter 45  El Sobrino

    Chapter 46  La Revelación

    Chapter 47  FORMACIÓN

    Chapter 48  LOS RENEGADOS

    Chapter 49  PREOCUPACIÓN

    Chapter 50  LA PETICIÓN

    Chapter 51  COMODIDAD

    Chapter 52  RETRACTACIÓN

    Chapter 53  El enfrentamiento.

    Chapter 1  Intocables - Prólogo.

    (Nota del autor: Intocable, hace referencia a los siguientes temas: abuso, trauma, suicidio, recuperación del trauma y recaída emocional. Este libro y la serie no son adecuados para todo tipo de lectores. Si bien el tema de la lo sobrenatural, los hombres lobo y la magia es el punto focal de la historia, la serie tratará los efectos del trauma y el abandono asociados con la protagonista principal femenina. Si cualquiera de los temas mencionados pudiera llegar a afectarlo, no continúe leyendo por su propia salud mental. Esa es la única advertencia. En caso de que decidiera hacerlo, deberá asumir su propio riesgo.)

    Sangre.

    De repente, un líquido carmesí cubrió mi rostro, filtrándose de la herida abierta en mi frente. Su sabor metálico mezclado con la salinidad de mis lágrimas sirvió como un recordatorio de mi golpiza anterior. Mi cuerpo aún palpitaba mientras un par de puños fantasmas y unos zapatos con punta de acero parecían abrirse camino en mi carne como si todavía me estuvieran azotando. Con cada movimiento de mis miembros, la agonía se disparaba a través de mi frágil cuerpo hasta que me refugié en la sucia esquina de mi celda, la cual se había convertido en mi hogar durante años.

    Aquel horrible lugar había sido testigo de la transformación de una pequeña niña asustada en una adolescente igualmente atemorizada. A veces, hasta olvidaba que aquellas paredes habían sido testigos de tantas atrocidades cometidas contra mi cuerpo, aún más de las que podía recordar.

    Pero....¿Por qué estaba allí? Supongo que podría decirse que soy un criminal a quien habían acusado. Mi manada estaba convencida de que yo había sido la responsable de la muerte de mi Luna y su hija hace ocho años. A partir de aquel día, comencé a experimentar en carne propia la deshonra que significaba para todos los hombres lobo.  Y desde entonces, soporté su furia ardiente con cada golpe en mi cuerpo demacrado. Cada moretón y corte en mi deslucida piel morena eran mensajes que evidenciaban armoniosamente lo mismo.

    «Mereces sufrir.»

    No importaba cuánto hubiera gritado o llorado, mis súplicas de inocencia jamás fueron oídas. Nadie deseaba creer mi versión de la historia. De hecho, todavía recuerdo aquel día como si hubiera sucedido ayer, porque quedó grabado a fuego en mi mente.

    Liliana Ardith, mi mejor amiga, era hija del gran Alfa Martin Ardith y la Luna Emilia Martine-Ardith. Mi padre, Alan Scott, y mi madre, Sara Scott, eran el Beta y la Beta de Alfa Martin. Nuestras familias estaban unidas entre sí, incluidos los Gamma, Lucas y Zoe Wilson. Liliana y yo éramos muy parecidas entre sí. Nuestras madres nos habían criado juntas y nuestro vínculo comenzó a fortalecerse a partir de ese momento. Disfrutábamos de todo lo que hacían las jóvenes de nuestra edad, jugábamos con muñecas, íbamos a la misma escuela, teníamos pijamadas y muchas cosas más. Si una de nosotras andaba por ahí, la otra probablemente la seguiría por detrás. Incluso hasta podría llegar a decir que era más cercana con Liliana que con Alicia, mi hermana mayor, lo mismo sucedía con ella y su hermano mayor, Lincon. No me malinterpreten, amaba mucho a Alicia, pero la diferencia de dos años que había entre nosotras se notaba demasiado, y ella quería estar con niños de su edad.

    En efecto, Liliana tenía la dulce inocencia de su madre y el aire de autoridad de su padre. Con el tiempo, la manada comenzó a llamarla ángel, lo que le otorgó su nuevo título de Ángel de la manada. Su sonrisa y su risa eran realmente tan contagiosas que podía alegrar hasta los días más sombríos.

    Los ángeles eran hermosos y Liliana era una belleza. Su largo cabello negro le llegaba hasta la mitad de la espalda, el cual había heredado de su madre. Sus ojos azules podían llegar a competir con el más azul de los cielos. Sus mejillas regordetas eran tan dignas de apretujar, que no podía evitar pellizcarlas cada vez que lograba ponerme nerviosa. Estaba orgullosa de poder decir que Liliana era como mi hermana. Sin dudas, estaba segura de que creceríamos para ser un dúo imparable. ¿Las hijas de Alfa y Beta juntas? Era un equipo de ensueño creado por la mismísima diosa de la luna.

    Aquel fatídico día, cuando teníamos nueve años, sentí que una gran audacia me invadía, todo lo contrario a mi comportamiento normalmente tímido. En verdad, Liliana era la valiente, lo cual estaba arraigado en sus genes alfa. Entonces, se me ocurrió la idea de hacer a un lado las reglas para ir a jugar a nuestro lugar favorito, un estanque en lo profundo del bosque de robles. Íbamos allí a jugar a la mancha, a hacer pasteles de barro o a soñar con el aspecto de nuestros lobos. Sin embargo, nuestros padres nos habían advertido que nunca fuéramos solos al bosque debido a posibles ataques de forasteros, pero nos sentíamos una pareja rebelde e hicimos todo lo contrario.

    Nos creíamos intocables.

    Nuestros hermanos mayores se mantenían ocupados con lo que solían hacer los preadolescentes, así que, como la pareja desobediente que éramos, nos fuimos.

    No mucho tiempo después, Luna Emilia, o tía Emy, como la llamaba cariñosamente, nos siguió y nos reprendió a ambas por escabullirnos en contra de sus órdenes. Pero Liliana y yo nos divertíamos allí, y de hecho lo volveríamos a hacer. Pero parece que la tía Emy se dio cuenta por la mirada que nos lanzó.

    Aquel debería haber sido el final de aquella historia, por lo que deberíamos haber regresado a la manada y continuar viviendo nuestras felices vidas, pero el destino parecía tener una forma enfermiza de acercarse sigilosamente a las personas desprevenidas.

    De hecho, debería haber tomado en serio las advertencias de nuestros padres. Pero aquella osadía también acarreó consigo la estupidez, y fui demasiado tonta aquel día. En aquel momento no había habido ataques durante un par de meses, así que realmente pensé que estábamos a salvo. Pero... de repente una docena de repugnantes perros se abalanzaron desde todos los ángulos a nuestro alrededor y fue entonces cuando comprendí que nunca habíamos estado a salvo.

    ¡Chicas, corran a casa, ahora! ¡No se detengan hasta llegar allí! La tía Emy nos gritó antes de convertirse en una hermosa loba negra, lista para protegernos con todo su poder.

    Liliana y yo corrimos por nuestras vidas. Nos tomamos de las manos y nos deslizamos tan rápido como nuestras pequeñas piernas nos permitieron.

    Pero no llegamos muy lejos antes de que un renegado, más grande que la vida y sin nada que perder, literalmente nos separara la una de la otra. Recuerdo mirar hacia atrás para ver al mayor de los renegados, su líder, desgarrar a mi tía como si fuera un pedazo de papel. El forastero moreno que separó a Liliana de mí no tuvo remordimiento ni conciencia por la forma en que hundió su garra en su pequeño cuerpo. Los gritos de Liliana y la tía Emy quedaron grabados para siempre en mi mente mientras su sangre inocente cubría el denso suelo del bosque. Yo, por alguna razón desconocida, permanecí con vida aquel día, aunque tenía una profunda mordida en mi brazo derecho.

    A continuación, el líder, un gran hombre lobo transformado en humano, caminó hacia mí con la sangre de la Luna goteando de su mano, cara y mandíbulas. Extendió la mano y pintó mi cara con su sangre, mientras se reía. Jamás olvidaré esos ojos de un color azul profundo, casi inyectados en sangre, mirando profundamente mi alma temblorosa.

    Había perdido a mi mejor amiga y a mi tía. Sus cuerpos destrozados, vacíos de vida, quedaron en medio de charcos de sangre. Y lo único que pude hacer era mirarlas. Parecía como si nada hubiera quedado registrado en mi mente. Todavía sentía el calor fugaz de la mano de Liliana en la mía.

    ¡Ella no estaba muerta! ¡No podía estar muerta!

    ¿Bien?

    Lo que siguió después fue una horrible pesadilla. El calvario llegó demasiado tarde al lugar porque el ataque ocurrió sin previo aviso. La bocina de alerta, que normalmente tocan las patrullas por un ataque entrante, nunca sonó. Más tarde, se supo que los forasteros habían matado a las patrullas, lo que aumentó el número de muertos. De pronto, escuché el aullido desconsolado de Alfa Martin cuando el vínculo de pareja entre él y Luna Emilia se desvaneció y finalmente murió. También escuché los gritos de Lincon mientras lamentaba la pérdida de su madre y su hermana pequeña y los aullidos destrozados de todos los miembros de la manada. Más tarde ese mismo día, los líderes de Zircon Moon informaron a todas las manadas vecinas de la trágica pérdida después de limpiar la horrible escena.

    Entonces, todos los ojos se volvieron hacia mí, la pequeña cubierta de sangre tanto de la madre como de la niña. La única sobreviviente de aquella masacre, quien realmente no debería haber vivido, y sobre quien ahora recaía la culpa, y a quien cuestionaban por no haber muerto.

    ¿Por qué yo, un cachorro de Beta, tuve la suerte de vivir, mientras que nuestra Luna y nuestro ángel, tuvieron que morir?

    No obstante, nadie jamás se imaginó el dolor que sentí al ver a mi mejor amiga morir mutilada, o los gritos distantes de Luna que no podía manejar el ataque por sí misma. En ese momento, Lincon me miró con una tristeza realmente insoportable. Alfa Martin me frunció el ceño con tanta repugnancia que mi mente infantil no pudo comprender el calor de su ira. Pero no era solo su odio, en realidad era el odio de toda la manada, incluidos mis padres y mi hermana mayor.

    Una vez que supieron que había sido idea mía que con Liliana fuéramos al estanque, mi destino quedó sellado.

    Aquel día, no solo perdí a Liliana y a la tía Emy, también perdí a mi manada y a mi familia, quienes nunca más me miraron de la misma manera. Me marcaron oficialmente como una mancha de excremento de hombre lobo. Yo, Cecilia Scott, fui tildada de criminal.

    Con el tiempo, Lincon también llegó a odiarme, aunque no lo culpaba, ya que debido a mi imprudencia había perdido a la mitad de su familia.

    Después de ocho años de aquella desgracia, aún me encontraba en una celda de prisión hecha solo para los hombres lobo de menor rango. A lo lejos podían observarse otras celdas donde los guardias encerraban a los delincuentes y renegados para interrogarlos y torturarlos. El hecho de haber sido llevada al mismo calabozo que las bestias reales hablaba por sí mismo sobre cómo me veía la manada.

    Incluso, cuando los guardias estaban aburridos se divertían conmigo. Nadie podía detenerlos, y en caso de que lo hicieran, tampoco hubieran querido. Me cortaban y me golpeaban, solo para ver cuánto podía soportar antes de desmayarme.

    Aunque, eso no fue lo peor de todo. Había un guardia al que odiaba más y quien más me aterrorizaba. Había llevado su juego a otro nivel. Eran juegos diferentes a los que estaba acostumbrado, desde que tenía catorce años, pero..., a medida que fui creciendo, entendí lo que significaban aquellos juegos, que terminaron dejándome arruinada, toda golpeada y sucia.

    Cuando no estaba allí abajo en el frío glacial, debía trabajar como esclava de la manada. Esa era la única razón por la que Alfa Martin todavía no me había ejecutado. Fregar los pisos de la casa de arriba a abajo, lavar la ropa y lavar los platos eran solo algunas de mis funciones. Además, tenía prohibido acercarme a la comida, porque temían que pudiera envenenar a la manada.

    Inevitablemente, los rumores parecen tener más peso contra los indefensos.

    Los Omegas supervisaban la cocina, aunque sus miradas de odio no eran nada nuevo para mí. Dar un paso en dirección a la cocina de la manada equivalía a escupirles en la cara. Cuando lavaba los platos era la única vez que me permitían estar en la cocina, y esperaban que cada plato estuviera impecable. Con cada cosa que hacía mal, Molly, la cocinera en jefe, y el jefe de los Omega me golpeaban con un arma de su elección, incluidos cuchillos. A veces, los otros Omegas saboteaban mi trabajo a propósito, para ver cómo me golpeaban. En consecuencia, mi dolor se convirtió en su entretenimiento y, a juzgar por sus sonrisas siniestras, no planeaban detenerse pronto.

    A veces, las palizas eran tan fuertes que tenía que ser atendida por un médico. Pero él era como el resto de la manada y también me culpaba por la pérdida. Tan solo me daba un analgésico suave para que luego continuara como si nada. Ni una sola vez había vendado mis heridas, sino que las dejaba que cicatrizaran y se curaran por sí mismas, por lo tanto, mi cuerpo estaba lleno de cicatrices que nunca había recibido el tratamiento adecuado que necesitaban.

    Nunca me permitieron un día libre, ya que el Alfa había determinado que no merecía el ocio. Trabajé sin descanso desde el amanecer hasta el atardecer, con las manos en un balde de agua jabonosa, de rodillas limpiando la suciedad de los pisos impolutos. Nunca hubo un momento aburrido, porque constantemente me derribaban mi balde, o me empujaban dentro de él, o era golpeada en la cara o en la espalda por un miembro al azar. Se suponía que los esclavos debían ser abusados. Además de ser sirvientes incluso hasta podían servir como sacos de boxeo, y ese fue mi destino.

    Tuve que soportarlo todo, incluso no me permitían gritar, llorar o rogar. Me había convertido en la muñeca silenciosa de Zircon Moon. De hecho, las muñecas no hablan ni se quejan, reciben el trato que legítimamente se merecen. Pero las muñecas reales incluso eran tratadas mejor que yo. En el caso en que un cachorro arruinara una muñeca, la madre podría volver a coserla y volvería a estar bien. Por consiguiente, el cachorro estaría feliz hasta la próxima lágrima.

    Pero yo no tenía a nadie que me cosiera de nuevo. Mi madre había renunciado a ese deber y mi padre había actuado como si yo no existiera. Alicia, mi alguna vez amada hermana, participó en mi tormento, junto con sus amigos. Como hermana mayor, uno pensaría que no dudaría en protegerme, pero, por el contrario, encontró un inmenso placer en lastimarme.

    No obstante, no podía decir que su abandono ya no me lastimaba, de hecho sentía el mismo dolor con cada paliza que me daban, al menos que fueran propinadas por Alfa Martin o Lincon. Dado su estado y la cantidad de poder que fluía a través de su sangre Alfa, su brutalidad era suficiente para dejarme incapacitada durante varios días.

    Me culpaban por la destrucción de su familia. Para ellos, había sido yo quien había arrancado el corazón de nuestra manada. Sin embargo, en el fondo, estaba segura de que creían que yo era inocente, pero necesitaban un chivo expiatorio para desahogar sus sentimientos de ira, y yo cumplía todos los requisitos.

    A pesar de todo el dolor por el que me habían hecho pasar, todavía tenía esperanzas. Ansiaba que algún día pudiera encontrar a mi pareja, la otra mitad de mi alma. Cada lobo tenía un compañero, su amante eterno, emparejado por la mismísima Diosa de la Luna. Esperaba que mi compañero, quienquiera que fuera, me sacara de aquel infierno y me amara .

    Eso era lo único que deseaba. Aquella pequeña pizca de felicidad a través del vínculo de pareja.

    «Por favor, diosa de la luna. Concédeme esa felicidad, sálvame de este lugar.»

    «Por favor…»

    Chapter 2  La esclava.

    ¿Y qué pasaría si… qué sentirías si las personas que se supone que deberían amarte te dejan como si no fueras nada? - Elizabeth Scott.

    Cecilia.

    Aplausos y palabras de aliento surgieron del patio, haciendo eco como sirenas a través del aire boscoso.

    Rápidamente, me asomé a través de la ventana de la cocina para ver de donde provenía la conmoción, mientras entrecerraba los ojos por el resplandor del sol. Tenía una vista completa del exuberante jardín delantero, lo que me permitió presenciar el espectáculo con un asiento en primera fila. Los miembros de la manada de todas las edades estaban reunidos alrededor de un muchacho púber de cabello rubio que parecía estar experimentando su primer cambio. Su madre lo consolaba con la cabeza en su regazo, mientras que su padre lo entrenaba a través del dolor. El pequeño Tommy no hizo nada para amortiguar el estado de ánimo alegre, pero aun así consiguió gran cantidad de apoyo dirigido a él. El amor y el cuidado que irradiaban los miembros de la manada eran palpables, abrumando mis sentidos hasta el punto de que podía sentir la extraña sensación a mi alrededor.

    Su amor por Tommy me había sofocado completamente, invocando el doloroso recordatorio de que nunca podría conseguir lo que él tenía.

    Los primeros cambios eran un evento de celebración para Zircon Moon. Marcaban el paso sagrado de cachorro de lobo a lobo adulto, lo cual sería similar a cuando uno pasa por la pubertad por primera vez. Durante ese período, los miembros de la manada solían reunirse alrededor del niño cambiante con amor y compasión, transmitiendo sus buenos deseos mientras recordaban lo dramático y doloroso que era el primer cambio, protegiendo al niño y fortaleciendo su vínculo con la manada. Sus padres servían como guías y los miembros de la manada actuaban como su apoyo inquebrantable. Honestamente, era el momento que cada cachorro de lobo esperaba, el hecho de saber que su comunidad los apreciaba.

    De pronto, el chasquido de huesos jóvenes llenó mis oídos. Casi me estremecí ante su volumen estridente. Luego, observé que al niño le brotaba pelaje negro de su piel pálida y su rostro se estaba transformando en el hocico de un lobo. Así como el cambio comenzó de la nada, también términó de la misma manera. Cada miembro se había acercado allí para felicitar al niño por su entrada oficial en el mundo de los lobos con una palmadita en la cabeza o una caricia en su pelaje negro como la tinta. En tanto, Tommy lanzó un aullido de puro deleite, y el resto de los miembros aullaron junto con él, por lo que aquel sonido agudo parecía sacudir los cimientos del edificio de la manada.

    «¿Podría haber sido yo? Si no hubiera sido condenada a una vida de dolor y servidumbre, ¿podría haber tenido una celebración como esa? ¿Podría haber sentido el amor y la admiración de la manada y de mis padres?» De hecho, tuve mi primer cambio sola en mi prisión sucia y hedionda a los doce años. No tenía guía, ni consuelo, ni apoyo, ni nadie que me animara a través del dolor. Ni siquiera me atrevía a aullar, porque los guardias me habrían golpeado para silenciarme.

    Olvidas que no nos consideran parte de esta manada. Mi loba habló a través de nuestro enlace mental. Ella debió haber sentido mi dolor, como siempre. Eso nos impidió recibir el apoyo y la celebración que merecíamos. Duele.

    Así es, respondí con tristeza, guardando los últimos platos. Llevaba la marca de Zircon Moon en mi omóplato derecho, un lobo aullando a una luna creciente, pero sería un día amargo en el purgatorio antes de que me consideraran miembro. De nada sirve deprimirse por algo que nunca sucederá, Artemis.

    Tomé mi balde y lo llené con jabón y agua tibia, y me puse a fregar el piso de la cocina con mi cepillo de nailon. Mis rodillas huesudas estaban rojas y ampolladas por el trabajo constante, y mis dedos estaban arrugados como pasas. Sin embargo, descubrí que cuanto antes perdían la sensibilidad, más fácil era trabajar, y estaba agradecida por eso.

    Artemis, mi hermosa loba blanca, era mi única amiga y confidente. Me era imposible poder tener amistades, y mucho menos alguien con quien tener una charla ociosa. En verdad, aquel día, hacía cinco años, no pude evitar horrorizarme al ver que me había transformado en una loba blanca. La historia de los hombres lobos considera que los lobos blancos son la forma más rara de lobo. Había una posibilidad entre un millón de que alguien pudiera cambiar a un lobo blanco. Y, sin embargo, yo era la elegida. La escoria más baja de la tierra era especial. En realidad, yo pensaba que era especial.

    Pero Alfa Martin se aseguró de que recordara que no había nada especial en mí. Yo era inútil y repugnante. Según él, el hecho de ser una loba blanca no borraba, ni jamás borraría mis pecados. A continuación, golpeó tanto a Artemis como a mí, consolidando mis oscuros pensamientos de que estaba mejor muerta. No pude caminar ni arrodillarme durante días. Su brutalidad era lo que más temía, porque él era el poderoso Alfa. En efecto, no pude evitar temblar violentamente al pensar en él cerniéndose sobre mí con los puños en alto.

    Para el momento en que los miembros de la manada entraron en la casa, hacía mucho tiempo que había terminado los pisos de la cocina. De inmediato, me deslicé sin ser vista, y me puse a trabajar en los ante baños. Me dolía el cuerpo, pero la única motivación que tenía era que cuanto antes terminara con todo, podría quedarme sola. No estaba de humor para encontrarme con ningún miembro de la manada, pero los problemas siempre parecen asomar su horrible cabeza a alguien como yo.

    Estaba trapeando los pasillos, sumida en mis pensamientos, cuando de repente me empujaron hacia adelante. Sin nada en lo que pudiera sostenerme, caí de rodillas contra el inmaculado suelo. Al instante, viejas ampollas reventaron y comenzaron a brotar mientras me quejaba silenciosamente de dolor.

    Pensé que estaba oliendo algo rancio. Una vil voz resonó en el aire. Rápidamente, me di la vuelta para ver a Alicia, mi hermana mayor, junto con Estrella de pie a su izquierda. Alicia, dos años mayor, me superaba con un metro setenta y cinco. Su piel castaña podría absorber los rayos del sol durante días. Sus largos rizos negros rebotaban con cada uno de sus movimientos, y la camiseta sin mangas azul que llevaba puesta revelaba sus brazos musculosos. Sus profundos ojos marrones enfocados hacia arriba revelaban las oscuras intenciones que tenía, provocando involuntariamente que intensos escalofríos recorrieran mi espalda.

    Estrella era otra belleza, su cabello castaño rivalizaba con la suavidad de la seda. Era la amante de nuestro futuro Alfa y estaba destinada a ser la próxima Luna. Su tez daba paso a su belleza griega, piel de tono oliváceo, fascinantes ojos almendrados color avellana y labios en forma de arco de cupido destinados a provocar que cualquier hombre cayera de rodillas. De hecho, ella nunca ocultó su odio hacia mí, y siempre me castigaba cada vez que tenía la oportunidad.

    'Debes permanecer de rodillas', me decía.

    Alicia y Estrella eran amigas de la infancia, al igual que Liliana y yo. Inevitablemente, sus sonrisas burlonas y los movimientos de sus cabezas presagiaron lo que vendría a continuación. Y aunque quería correr, no podía. ¿Cómo podría? Las dos me perseguían y me arrastraban hacia atrás, mientras yo pateaba y gritaba. Además, eran mucho más fuertes que yo y podían destrozarme si así lo deseaban. Entonces, mis ojos le suplicaron a Alicia que me dejara en paz.

    A continuación, con un movimiento rápido, Alicia agarró el agua del balde, me rodeó y la tiró sobre mi cabeza. En consecuencia, cerré los ojos y dejé que el agua jabonosa me salpicara, empapando mi vestido andrajoso. Como de costumbre, no hice ningún sonido, no lloré, ni siquiera sollocé. Tan solo enfoqué mis ojos en el suelo y esperé la siguiente parte de la tortura.

    ¿Qué hubieran dicho los humanos? Nadie jamás podría haberse imaginado que algo tan bello pudiera esconder semejante maldad.

    El agua no ayudó en absoluto a frenar el olor. Luego, Alicia se burló detrás de mí, con una voz que evidenciaba un terrible desagrado. Huele como un perro mojado. Cada vez es peor, probablemente a ese ritmo toda la manada devolverá su almuerzo. Yo ya estoy a punto de hacerlo. 

    Tengo una idea. Escuché la respuesta de Estrella, la maldad en su voz era realmente clara. Enseguida, una mano se estiró y agarró mi cabello rizado, crujiente y sin vida, que llevaba muchos días sin un lavado decente. Luego, me arrastró por el suelo, incapaz de escapar de las garras de la morena que se encargó que la misión de su vida fuera causarme el mayor infierno. Sin embargo, mis débiles intentos por resistirme no pudieron hacer nada para disuadirla. 

    En tanto, me llevaron a un baño vacío que acababa de limpiar y me tiraron contra el suelo. Escuché el chirrido de un grifo abrirse frente a mí, mientras rápidos chorros de agua comenzaban a llenar la bañera. El vapor llenó rápidamente la habitación, entonces Alicia colocó su pie en mi espalda, mientras me ordenaba que me quedara quieta.

    Por consiguiente, no pude evitar temblar de miedo por lo que estaba por venir. ¿Cómo podría no estar aterrorizada? Mis brazos estaban demasiado doloridos por todo el trabajo que había hecho como para intentar quitarle el pie de encima.

    ¿Ya está llena? El hedor está provocando que mis ojos se llenen de lágrimas. Alicia se burló.

    ¡Casi, Alicia! Pásame los jabones. Escuché el ruido de botellas vertiendo un líquido y el chapoteo del agua. ¡Maldita sea, esto está caliente!"

    "¡Perfecto! ¡Hora de tu baño, p*rra! De prisa, me obligaron a ponerme descalza y luego, sin previo aviso, me arrojaron a la bañera caliente. Mis gritos resonaron en las paredes del baño, ahogando su risa demoníaca. Las dos mujeres me sujetaron todo el tiempo que pudieron en el agua hirviendo, insultándome por lo sucia que estaba y por lo agradecida que debía estar de que me limpiaran. Entonces, intenté defenderme, desesperada por escapar de aquella prisión hirviendo. Al instante, el agua caliente, lenta, pero segura, entró en mis pulmones, quemándome de adentro hacia afuera.

    ¿Sería aquel el día en que finalmente pudiera morir?

    ¿Qué están haciendo, chicas? Se escuchó la voz áspera de alguien que estaba entrando en el baño, y de repente, la diversión de Alicia y Estrella se desvaneció. Sus manos me soltaron para que saliera de la bañera mientras tosía el agua caliente de mis pulmones. De inmediato, reconocí la voz de mi padre, Beta Alan Scott.

    ¡Alan, hola! ¡Te ves bien hoy! Estrella le dirigió aquel cumplido con una sonrisa en su rostro.

    Chicas, ¿no tienen nada mejor que hacer que molestar a un esclavo?. Les preguntó mi padre.

    Por lo cierto, no podía recordar la última vez que se refirió a mí como su hija. Mi corazón se sentía como una roca en mi pecho. Y aunque no debería seguir molestándome después de tanto tiempo, no podía evitarlo.

    Estábamos limpiándola, papá. La voz de Alicia ya no evidenciaba el disgusto anterior, y en ese momento parecía llena de una dulzura repulsiva. Eso. Yo solo quise hacer algo. ¡Estaba apestando en el pasillo!

    Luego, escuché a papá suspirar. Alicia. Puede hacerlo sola, al igual que limpiar el desorden en el pasillo. Estrella, Lincon preguntó por ti.

    ¡Oh! Bueno, esa es mi señal para irme. Enseguida, Estrella le dio a mi hermana un abrazo. "Tenemos planes para su traspaso en la ceremonia alfa que necesitamos discutir. ¡Encuéntrame en el garaje más tarde para que podamos ir de compras!

    ¡Esta vez no usaremos mi auto! ¡Avery todavía no nos ha perdonado por haber chocado el suyo! Alicia gritó mientras seguía a su amiga en medio de un ataque de risa. Sentí la presencia de mi padre persistir por un momento más, incapaz de mirarme a los ojos. Seguidamente, me resbalé en el suelo mojado. Esperaba, no, rezaba para que mi padre me diera algunas palabras de consuelo. ¡No estaba pidiendo mucho! Solo quería saber si una pequeña parte de él todavía se preocupaba por mí...  y todavía me amaba...

    Pero, un gesto de ‘repugnancia’ y un portazo fue lo único que obtuve de su parte.

    Por consiguiente, el dolor se disparó a través de mi cuerpo debilitado mientras mis ojos ardían con lágrimas no derramadas. No necesitaba mirar mi carne para saber que el color marrón se había vuelto rojo con la quemazón. Si yo hubiera sido un humano, seguramente habría muerto. Realmente debía agradecerle a Artemis por ayudarme a sanar. Y aunque no podía hacer demasiado teniendo en cuenta que ambas éramos débiles, ella me ayudó a calmar el dolor para que pudiera ponerme de pie.

    Cecilia… Artemis gimió en nuestra cabeza.

    Artemis, por favor. No digas nada. Le respondí, derrotada Tal vez las cosas hubieran sido mejores si hubiera muerto. La muerte es mejor que esto.

    No puedes rendirte todavía, Cecilia. Debemos vivir, porque nuestro compañero está ahí afuera. Es nuestra única oportunidad de felicidad. Ella ladró de vuelta.

    Artemis tenía razón. Tenía que haber alguien por ahí que quisiera un lobo roto y magullado como propio, ¿verdad? Miré el espejo encima de la esteatita por primera vez en mucho tiempo y las lágrimas me abrumaron. Un fuerte sollozo se me escapó mientras me cubría lentamente la cara con mis manos temblorosas. Pude observar, mi cabello rizado, torcido por los cortes forzados y los rizos debilitados pegados a mi piel, que ahora estaba estropeada de color rojo con coloridos moretones que cubrían mi cuerpo de la cabeza a los pies. Mis mejillas estaban hundidas, las bolsas debajo de mis ojos eran pesadas y mis labios estaban crujientes. Mi única prenda, un horrible vestido gris sin mangas, se pegaba a mi cuerpo como una segunda piel. Alguien probablemente debería quererme, o de lo contrario, ¿cuál era el punto de soportar tanto dolor? Esa era la única razón por la que continuaba aguantando. Sin embargo, mientras más me miraba en el espejo, más disgustada me sentía.

    La chica del reflejo era repugnante. Yo era repugnante.

    ¿A quién estaba engañando? ¿Quién querría esta cosa fea que se reflejaba en el espejo? En consecuencia, me desplomé de rodillas, ahogándome con mis sollozos desgarradores durante casi un minuto. En ese momento, el dolor y el abandono de mi familia inundaron mi cuerpo, provocando que llorara aún más fuerte. Estaba sola, en una casa llena de extraños que deseaban mi tormento. «¿Por qué no podía simplemente morir?»

    Diosa de la Luna, ¿por qué me estás sometiendo a este horrible destino? ¿Crees que merezco este trato? ¡Respóndeme!

    Por favor…

    -------------------------------------------------- -

    ¡No te acerques, cariño! ¡Es una abominación y no quiero que te lastime!

    ¿Es como un monstruo, mami?

    "Sí, lo es. Mató a nuestra Luna y al Ángel. ¿Quieres estar cerca de eso?

    "No,

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