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C.

CABAL

LOS CUENTOS
TRADICIONALES

ASTURIANOS
"^^

MADRID
EDITORIAL ttVOLVNTAD

OBRAS DEL MISMO AUTOR

CovADONGA.--(Estudio histfico

crtico.)

El libro de cmo se hacen todas las cosas.


(Conciencias de Palacio Valds,
la

Condesa de

Pardo Bazn, Benavente,


ra... etc.,

los

Quintero,

Mau-

sobre

el

modo

de escribir una novela,

un cuento, un drama, una comedia, un discurso... etc.)

Del folk-lore de Asturias. Cuentos, leyendas


y tradiciones.

PRXIMAS A PUBLICARSE:
La Mitologa asturiana.

Los CUENTOS tradicionales asturianos. (Se


gunda
serie.)

Imp.

J.

Teff.

Pueyo. Luna, 29. 14-30. MADRID

Para Aurelio de Llano Roza de Ampudia^ el ms tenaz, el ms fiel, el ms ilustre de nuestros folk'loristas,.. Al amigo ^ al hermano, al

compaero,
C. Cabal.

caminos de Astariasy y me par en sus aldeas^ y me hosped en sus mesones, y me acog a sus casuchos, espiando el floSal en peregrinacin
los

por

recer de los vigores actuales


los

y sintiendo

el hervir

de

pasados.

Anduve como romero; rec ante los monumentos como ante cmaras santas, y todo era monumento
en esta tierra delante de mis pasos y mis ojos. Fui

devoto pobrecico que recorri con placer y timidez


las

pginas deleitables de un libro de piedad...! Y hoy ya conozco esta tierra en todo lo que tiene

de divino, de profundo y de sutil En esta maana lnguida se extiende sobre las cosas una rala, misteriosa vaharina

que diluye

los

contornos y que

presta a los objetos la poesa de la imprecisin. Si

hubiera en mis deseos eficacia, brotara de repente


en esta

maana lnguida

la

vida de enjutez y de
lo

bravura de los grandes paladines, con

que tuvo

de audaz, de creador, de fecunda, de aficionada a

sumirse en las interminables lontananzas de las ha-

zaas magnificas. Brotara de repente y se ira alejando sin cesar como un pedazo de espacio que llevara un huracn en cada nube. Entonces, vera yo
sus voluntades,
brosy

ms frreas que

los plastrones; sus

ms seguros que

los petos; sus

puos, ms

agudos que
las lanzas..,

\ vera sus divisas

que

deban afirmar con letras de oro:

No
Nada;

hay nada que nos contenga/


ni los desiertos^ ni los montes, ni el peli-

gro^ ni la muerte.

S de estos caracteres admirables por lo que dice la historia, y los evoco en mis sueos como una multitud de semidioses, que cuando se arrojaban a una empresa llenaban el corazn con el azul de los
cielos.

S de
les

ellos, los

venero, los admiro,

me acerco

con frecuencia de puntillas al sepulcro en que repo-

san y

digo mi plegaria.

De

todos los rincones de esta tierra surge la evo-

cacin

como un perfume.
la

Y en

las viejos iglesias de

esta tierra las piedras tienen

ojos inquietantes. Si
el

esperramos
timiento

noche de rodillas, acendrado


el

sen-

y purificada

alma, acaso frente al altar


tuvo

viramos congregarse los abades y agruparse los


cantores...

Y si

la

iglesia

rgano como

los

que tomaba Carlomagno de modelos bizantinos, de las trompetas del rgano lanzarase un rumor
inarmnico y fantstico, como si hubiera hierros que chirriaran, teclas que se incomodaran y notas

que rezongasen; como si gruera entumecer todos sus msculos...

el

rgano al des-

Luego, acaso llegaran los magnates, los obispos

las

damas; se unira

la

seda al vellorn y

el hierro

de las cotas al sayal. El rgano se abrira en un


acorde potente, se rompera despus en una expo-

9sin de sones, echara

una voz por cada

tubo...

Ha^

bria un temblor de notas estruendosas en cuya den-

sa amplitud rodaran palabras formidables... Todo


lo

que empujara hacia

el altar

sensaciones de fuerza

y de bravura,
trase el

ideas de reconquista, ansias de llevar

la fe sobre el filo de la espada...

que arrascorazn en un tropel de armonas goteando


lo

Todo

sangre hirviente sobre antorchasy sobre hogueras,


sobre astros,., sobre todo lo que fuera un ideal y tuviera una pulvcula de luz...

Y en

tanto, los cantores

gemiran una salmodia

en latn; los abades leeran el misal; el incienso desharase en volutas

subira a prenderse entre los

arrequives

de la bveda,

luego,
el

lentamente,

augustamente, levantara un obispo


tro Seor,

el

rgano vibrara

el

pan de Nuesacorde ms subli-

me, y diran los cantores el salmo el templo llenarase de aromas..,


reina

ms amoroso, y

Y entonces,

la

enamorada

se le escaparan las lgrimas pen-

sando que a la puerta del palacio ya tena el rey su caballo para marchar a la guerra con los moros..,
*
4:

Ay, la vida de ayer qu hechizo tiene cuando se

Las ciudades de ayer eran chiquitas y las cercaban murallas. Acaso los palacios enfilados chorreaban vetustez una vetustez sela

contempla desde

lejos!

rena, augusta, casi orgullosa,


idas,

que hablaba de cosas satisfecha de haberlas presenciado. Los an-

10

chos portalones entreabiertos^ llenos de obscuridad

y de humedady lanzaban vaharadas de frescura y


vibrar de los clarines y sentir el cascar del alazn que tornaba de la guerra
el

esperaban oir alguna vez


con un caballero herido.

Las ventanas, partidas por columnas y florecidas de grecas, anunciaban estopas y brioles, y tenan
gustares de mujer y aromas de poesa; todava contaban de las noches en que promete el amor y es amenaza el canto de los pjaros...! Y de los caserones macilentos salan las viejucas

como sombras:

sus pasos quedos y frgiles, sus ademanes tardos y medrosos... Eran viejucas sarmentosas, febles, que

hablaban con suavidad de secretos de las damas


mientras se encaminaban a la iglesia.

Y en una gr-

gola fosca topaban un pajarillo que arrojaba sus pos como gotas de agua sobre el silencio terso de
la urbe...!

Entonces^ por estos das quizs, llegaron los reyes en peregrinacin al Salvador; quiz rieron seores y pelearon plebeyos; quiz
el

corregidor sali

una tarde, vio una moza como un pino que bajaba a Fuencalada y se enamoric como un rapaz^ con
escndalo de todos...

Y quizs

la

mayor dama de que hablaban entonEra mujer

ces las viejucas, se llamaba Velasquita.

de su casa, probablemente pequeita y frgil, con manos de marfil y ojos de estrella, y su casa era

antigua y principal: salones un poco fros, balcones

11

un poco tristes, un rinconcito amable y deleitjso con un balcn al Jardn, la chimenea en que encender la lea y el silln en que poder arrellanarse. Doa Velasquita madrugaba mucho, en cuanto se marcaban en las nubes los parpadeos del sol y reventaba en los rboles
el

piar de los gorriones;

malibro

drugaba mucho doa Velasquita; tomaba su


luz,

de horas e (base a este rinconcito en espera de la

como

si le

gustara confundirse con

la

poesa

del amanecer.
se

Y ella

quedaba

quieta,

duda era hermosa; cuando con las manos cruzadas sobre el


sin
la

pecho, atisbando los caminos de la urbe que la cla-

ridad difusa sacaba de

sombra poco a poco,

sin

duda pareca esta mujer figura de retablo... Supo de las caricias del amor, la fortuna y la bondad. Las alfombras que pisaba, las lmparas
que encenda y las sedas que vesta, costaran montones de oro... Los socorros que prestaba, las caridades que haca, las piedades que verta sobre los
pobrecicos lacerados costaban montones de
oro...

Y
lo

todos los pobrecicos que pasaban por su vera se

pagaban

diciendo:

Seora Velasquita, que la bendiga Dios... Y Dios mandaba todas las maanas un tropel de
pajaritos al jardn de la seora Velasquita.
* * *

Y hoy
ra,

la vida

en Asturias es intensa, arrollado-

fecunda. Ya en ella no habitan reyes que vayan


a
la

12

ella

guerra contra
las

el

moro; ya en

no viven da-

mas a
de la

que mande Dios


el

los pajaritos...

ruido de la mina,

bramido del taller, el multitud pasan como huracn sobre las urbeSy
se

Hoy, el clamoreo

apagando toda voz que

empape en
la

el

recuerdo

borrando toda huella que proceda de


Pero an en los rincones de
templo
el

la historia.,.

aldea es como
el llar

hogar y

se

sientan las gentes en

cuando

noche se acerca, y hablan de cosas de antao. Chisporrotea la lumbre y esparce un calorcillo halagador y presta intimidad a la tertulia. Chispola

rrotea la lumbre

y van diciendo

los

hombres

lo

que

ellos les decan sus abuelos,

tambin en los co*

miemos de

la historia del rey que gaa ellos les naba batallas de epopeya; no era la historia del principe que iba a San Salvador en romera; no era la historia del corregidor que se prend de una moza... Era la historia de una pobre nia, a la que

noche y a decan no era


la

la vera del fogn.

Y lo que

maltrataba su madrastra, y la historia de un seor que asesinaba a todas sus mujeres, y la historia de

un muchacho que se fu por el mundo de aventura... Eran estas historias milagrosas que han sido vena
de agua y de perfume a lo largo de los siglos, que brotaron en tiempos y lugares desconocidos an y

que llevaron tantos pensamientos y encaminaron tantos corazones hacia los caminitos de la luna...

Los antiguos paladines las que pensaban con dolor bajo

saban.,.
los

Y las

reinas

arcos del templo

las

13

mando
quedaban sode su alma para decirse
rey.,.

en la guerra de los moros,

llamaban a

los hijitos

les as:

Pues

seor, ste era

un

Y las

doas Velasquitas de
lo

los palacios

de antael cuer-

o, tan hermosas, tan dulces^ tan piadosas, despus

de dar a los pobres


po,
les

que necesitaban para

daban tambin a veces para el alma kisto rias de maravilla que empezaban de este modo: Pues seor, ste era un rey... Y cuando contaban esto se paliaban las congojas

de las reinas, y todos los pajaritos del jardn de las damas Velasquitas penetraban en su casa para decirles as:

Seora Velasquita, que os bendiga


* * *

Dios!...

Venas de agua y de perfume; vetas de oro,

d-e

amor y poesa... Cuentecillos populares, todos llenos de luz y de misterio... Ms fuertes que los reyes invencibles;

que

los

imperios magnficos; que los

li-

bros asombrosos.,,
Cuentecillos populares

pegados

al corazn!...
los

La

tradicin los recogi en sus

manos y

fu pa-

seando por

el

mundo a

lo

largo de los tiempos.

fioy viven en

Asturias vida ubrrima y an llenan de color el horizonte de los nios pobrecicos... Todas

mis adoraciones han ido en busca suya humildemente, entreabiertas como rosas. Todas mis adora-

14

dones han ido poniendo en ellos las ternuras y los xtasis como si fueran capas de roco,.. Y aqu estn, como yo los recog, con toda fideli-

como dad, quiz tambin con torpeza; aqu estn, las palaen breviario, donde hasta son oraciones
bras que dicen de este modo: Pues seor, ste era un rey...

Los caprichos de S. M.

Y
que

el rey,
s,

como

si

no, dale que dale:

Que

s,

Que lo que yo deseo es divertirme, y el que no est conforme con ello que se vaya!... Adems, no hay peligro ninguno en esta

que

lo hago!...

distraccin,

porque nadie
animalejo,
le

acertar...

Y
la

mat

al
la

quit

mismo

la piel,

clav a

puerta del palacio con un rtulo que

deca de este modo:


El

que
la

acierte cul es el animal a

que pertenece

esta piel, se casar

con

la

princesa Estrella...
la

Con
ta

princesa Estrella,

muchacha ms boni-

que se pudiera socir: la que era merecedora del trono, an ms que por ser hija de su padre, por derechos de su cara... Ay, qu cara tan linda la de la princesa Estrella, si supierais!... El ejrcito de prncipes que reclamaba su mano, en cuanto se enter de la promesa del rtulo se puso en movimiento, con muchas carrozas, con muchos regalos, con muchas comitivas... [Hala, hala, hasta la corte!... Y en la corte, hala, hala, hasta la piel... Y alrededor de la piel, la multitud. Los prncipes se
acercaban, miraban, meditaban, se rascaban
la


cabeza,
decir:

16

pateaban
la

con

rabia

acababan

por

jNada, no
Y
el rey,

conocemos, es intil!... en un silln, muerto de risa, como para

reventar...

En
sol y

esto se present un palurdo, curtido por el

mal encarado... Se par ante la piel, se present luego ante el monarca, y le pidi la mano de
la princesa...

De

la risa

que

le

entr al monarca se
el

apretaba los
delante.

ijares, se

encoga en
el

asiento, y

daba

unas patadas que mal ao para

que cogiera por


seriedad:

el

palurdo, con
la

mucha

que habis dado? De rey, s, s, ya lo creo que s! Pues os pido la mano de la princesa, porque
palabra de rey
es de pulga!

Es

la piel

Un

rayo que cayera en

el

silln

no

le

hiciera

Su Majestad. Torci la boca, dio un grito, se levant y se arranc medio bigote, una parte de la barba y un puado de pelos... Despus se puso a llorar como un chiquillo; luego solt unos chillidos escandalosos, y pareci que le daba un ataque... Bueno, que daba lstima verle! Pero,
tanto efecto a

amigos,

palabra de rey es palabra de rey, y, a pesar de su pena, de la de su hija y de la de todo


la

el reino, el rey

de

los caprichitos la cumpli.

Y all
casa

fu la pobre princesa Estrella, que se le saltaba el

alma, por los caminos de Dios, en busca de


del palurdo.

la

~
viv

17

iDios

mo dijo
el

al salir

y yo que siempre

en un palaciol
respondi
marido:
palacio!

Y le

Tambin yo tengo

Dios mo
Y
le

dijo Estrella

poco ms all, y yo

que he corrido tanto por


respondi
el

los bosquesl

marido:

Tambin yo tengo bosques!


Dios mo exclam Estrella, al cabo de unos momentos de silencio, y yo que tuve siempre tantos criados que me sirvieran!

Y le respondi el marido: Tambin yo tengo criados... De todas las prendas suyas, slo
dos
perritas:

llevaba Estrella

una se llamaba Jicara] otra, Plvora. Saltaban a su lado con amor, y ella las acariciaba y conversaba con ellas. y/cara exclam una vez al penetrar en una selva, no es verdad que se hace largo este camino? Y el marido dijo as: En medio de esta selva habito yo! La casa del marido era chica y ruinosa. La princesa la contempl con mucha angustia, y le entraron ganas de llorar y de echarse de rodillas... Pero escondi las lgrimas, se propuso fingir, y le dijo

al palurdo:

Ay, cunto me gusta el sitio a


Y

que me

traes!

subi a las escaleras, se asom a las ventani2


tas
te,

18

torre...

y lleg a

la

ventanita de una

De

repen-

oy un silbido. Y el marido le pidi que le esperase un momento, y la cerr en la casa y se march. Ella recorri la casa, y encontr una puertecilla en la cocina, y advirti que llevaba a una cueva. Era una cueva preciosa, llena de colgaduras, de tapices, de lmparas, de espejos... jEl palacio de su marido!... Abri un arca, y hall joyas; otra arca, y hall monedas; otra arca, y hall puales.
Corri a las ventanitas otra vez, y vio entre el laberinto de los rboles un claro del bosque. Este

bosque era largo, largo, largo... Este bosque era el bosque de su marido, y cerca de la casa percibi un rumor. Vio linos hombres con espadas, con puales, con pistolas, de facha de ladrones, y vio entre ellos a su marido; pero no con el traje de aldeano, sino con otro ms lujoso. Y todos los ladrones eran los servidores de su marido, que les

mandaba
mataban.

robar, y robaban, y les


dijo a Plvora:

mandaba matar y

La princesa

Vete

a decirle a mi padre que estamos en una


a
la torre
le

cueva de ladrones.

Y mand
la

habitacin que

a Jicary y ella se encerr en pareci ms segura y de puervolvi el marido y


la

ta

ms

slida.

A poco

mand

que bajara: Baja, Estrella. S, all voy.

Y
pregunt a

19

torre:

la perrita,

que vigilaba en

--Jicara^ viene Plvora?

Ni

viene ni asoma.
sola!
le

Ay, pobre de m, en este monte


Pasaron unos instantes, y
otra vez:
el

marido

mand

Baja, Estrella S, all voy.

ella

pregunt de nuevo a

la perrita:

Jicara, viene Plvora? Ni viene ni asoma. Ay, pobre de m, en este monte


al

sola!

cabo asom Plvora,., La acompaaba el rey, que haba estado llorando inconsolablemente desde que se marchara la princesa. Y con el rey, los soldados.., Muchos, muchos, muchsimos soldados, que cogieron al ladrn, pusieron a hervir aceite, lo echaron en una pipa y asaron vivo al ladrn para que escarmentaran todos los dems.
Pero

El

hombre a quien

le

brillaban los dientes...

Pues
rojos,

s,

seor; una

moza de

perlas.

Guapa, gra-

ciosa, sana,

de ojos

muy

negros, de labios

muy

de pelo

muy

rizo...

As andaban los mucha-

chos del lugar, que apenas si coman ni dorman por rondarle la ventana, cantarle coplas e inventarle msicas. Y como si no, morena, porque ella no aceptaba galanteos.

Pero, mujer decala su madre, en qu


fundas
el

orgullo?
la

moza: Madre, si no tengo orgullol Si es que yo quiero casarme con un hombre a quien le brillen
replicaba
los dientes...

he aqu que el hombre lleg; nadie supo de dnde ni cmo; pero lleg con boato, acompaado

de numerosos servidores y seguido de varios carruajes. Era un mozo como un castillo, guapo, moreno, de pelo de endrina, de ojos como de noche...
Y le brillaban los dientes!...

en cuanto vio a

la

moza

se fu tras

ella,

la

enamor con una

labia

21

que ya ya, y se la pidi a su madre en matrimonio. La moza, no hay que decir... A la segunda vez que habl con l, loca perdida. Su madre la aconsejaba: Mira, mujer, que trae ceniza de muchos llares y no se sabe quin es!... Mira, mujer, que de-

bemos

enterarnos!...

Y contestaba la moza: Pues yo s que le quiero,

basta...

Se casaron, qu, remedio!... Quin le quita a una moza de esta edad lo que a ella se le ponga en la cabeza? Se casaron, bendito Dios, y la nica condicin que la novia puso al novio fu la de llevar consigo dos perritas con que se diverta: una se llamaba Pon^a y otra Monga^ y eran las pobres muy cariosas y leales. De la boda no hay que hablar; la riqueza del

novio

la

pag: msicas de todas

mesas para todo el mundo, comida de lo ms rico, vinos de los ms caros... Los mismos enamorados de la novia a quienes ella haba dado calabazas, estaban encogidos de asombro... A continuacin, el viaje... Qu tronco de caballos, bendito Dios!... Qu carroza tan bonita, madre del alma! Y qu lujo el de aquellos criadones que se pusieron a su lado!... Nunca se vio otra cosa en el lugar. Y la novia, ms preciosa que nunca, preciosa de veras. Y el novio, ms arrogante y ms guapo que nunca... Se fueron entre aclamapartes,

ciones y se perdieron a lo largo del camino...

la


madre de
la

32

se encerr en su habitacin y dio suelta a las lgrimas... Cuando el novio se aso-

moza

m
de

para despedirse de
la

ella, le

pareci a la madre

novia que los dientes

le brillaban

demasiado.

s,

seor; le brillaban demasiado: tambin la

aunque no dijo nada. Y llegaron a un palacio de una hermosura que haba que ver,

moza

lo advirti,

y en cuanto entraron en el palacio, los dientes del novio comenzaron a brillar ms. A la moza le supo

quemado, y quiso disimularlo entretenindose con las perritas. El novio la contemplaba con unos ojos que echaban fuego. Y se quit el sombrero en un descuido, y repar la moza en su cabeza, y vio asomar en ella dos cuerneesto a cuerno
citos...

jDios de mi alma pens


diablo!

me

cas con

el

Pero era
su novio:

lista

como una

centella, y le suplic a

Si me dejaras sola un momento


mejor...

me

arreglara

Y bajars en seguida?
S, hombre; bajar en
Sali
l;

seguida...

cogi

ella

Monga y

se la envi a su

madre para rogarla que acudiera en su ayuda; coloc a Ponga de guardia en el balcn; cerr la puerta, la reforz con unos muebles y se ech amargamente a llorar. A los pocos momentos la
llam
el diablo:


Y
ella le

23

el

Querida ma, no bajas?


respondi disimulando
la perra:

miedo:
voy...

Agurdame otro poco, que ahora


Y
preguntaba a

Ponga, viene Monga?

Ni viene
Ay,

ni asoma!...

pobre de m, en esta casa sola!... Pasaron los instantes que peda, y el diablo llam segunda vez: Mujer, bajas o no bajas? Y ella, agobiada de espanto:

la

Agurdame

otro instante,

que ahora voy.

Ponga, viene Monga? Ni viene ni asoma! jAy, pobre de m, en esta casa


Pas
el

tornaba a su pregunta:

sola!

instante tambin y el diablo se


terrible le

impa-

cient;

con voz

pregunt de nuevo:

Subo yo, o bajas t? Y ella, la pobrecita: Agurdame otro instante nada

ms...

pregunt a

la

perra otra vez:

Ponga, viene Monga?

Ah,

s, s!

jYa est

muy cereal

El diablo subi, dio en la puerta unos porrazos

y se puso a deshacer la cerradura; luego empuj con los hombros, y la moza y los muebles le impedan
abrir;

pero se esforz tanto, que

al fin
la

se

iompi

la puerta,

el

diablo penetr en

habita-

cin.

24

que detenerse:

En

el

mismo
la

instante tuvo

oy gritos a que suba la


la novia,

puerta de palacio y sinti gente escalera. Se detuvo; vio a la madre de

a todos los vecinos del lugar, a todos los


los curas traan

curas...

una

cruz...

un bufido, corri como para que se lo llevaran los demonios y desapareci en el aire... Cuando la desposada se volva a su casa con los suyos, se oy una explosin que hizo temblar la tierra: el palacio del diablo acababa de hundirse
El diablo dio

en los

Infiernos.

Barba Azul.

Este era un padre que tena tres hijas, y las tres tan hermosas, que sali su fama del lugar. Lleg a

odos de un caballero de
dijo al padre:

la

poblacin cercana, e

hizo un viaje para verlas, y luego que las vio, le

Quiero que me conceda


Cuando
lleg el

la

mayor de sus

hijas

para casarme con ella y conducirla a mi palacio... El caballero era apuesto y se verific la boda.

momento de

partir, el caballero le

dijo a su mujer:

No
Y

quieres llevar nada de tu casa?...

ella le

respondi:

Nada!...

se fueron al palacio, que era nuevo, esplndi-

do, grandsimo...

Cuanto pudiera apetecer la vanidad de la novia qued completamente realizado, porque en este
palacio hall lujos, encontr regalos y le ofrecieron msicas. Pero al cabo de unos das, le dijo el caballero su marido:

Querida de mi alma, tengo que abandonarte,


pero por

muy poco

tiempo. Necesito hacer un

26

todo
lo

viaje y te dejo las llaves del palacio;

pue-

des ver y examinar, salvo esta habitacin cerrada, que no debes abrir porque te ocurrira una desdicha...

El caballero se fu.
rri las

la

mujer, una a una, reco-

magnficas estancias, llenas de mrmoles,

de pinturas y de oro... jDios mo, qu riqueza de oro la que se gastara all!... Y tres veces se detuvo la mujer ante la puerta cerrada, y tres veces cogi la llave para abrirla, mas el miedo la detuvo. Pero desde entonces no sosegaba con el
deseo de entrar y de conocer
bitacin...
el

misterio de la ha-

que habr en ella?... se deca... Y una vez se acerc a la puerta con ms deseo que nunca, meti la llave y abri... Dio un grito, y se le escap la llave de las manos: el misterio de la cmara que apareci ante sus ojos, la oblig a retroceder... En la cmara haba un hoyo que rebosaba sangre, y en medio de la sangre, en un montn, los miembros despedazados de numerosas
lo

Qu ser

mujeres!...

Cuando consigui reponerse, la esposa del caballero meti la mano en el hoyo, sac la llave, que cayera en l, y se puso a limpiarla... Pero le qued a la llave una manchita. Y cuando regres el marido, la
le

esposa

le recibi

con inquietud. El marido

pregunt:

No

has abierto

la

puerta que te prohib?

~
Y la esposa: No la he abierto!...
Entonces dame
los puos...
la

27

la llave...

El cogi la llave, la mir, vio la mancha, levant

y arrastr a
destroz y

la

mujer por los cabellos,


el

mat,

la

la

meti en

hoyo con

las

otras...

Despus se disfraz, cogi el camino y se lleg a la aldea... Fu al padre de las hermanas, le habl de la fama de bonitas que tenan sus hijas, le hizo grandes regalos y le pidi la segunda en matrimonio. La boda se efectu solemnemente. Cuando lleg el momento de partir, le dijo el caballero a
su mujer:
"

No
Y

quieres llevar nada de tu casa?...

ella le

respondi:

Y
la

jNada!...

tambin tuvo das de felicidad y de gozo como hermana mayor; y tambin se qued sola, porel

que

rri el

marido se march de viaje; y tambin recopalacio abriendo todas las puertas para ende
las maravillas

terarse

que haba en l; y tambin entr en la habitacin de que el marido le dijera: Aqu no debes entrar, porque te sucedera una
desgracia...

Entr, vio
llave

el

hoyo, dio un
le

grito, se le

escap

la

de

las

manos, se

manch de
lleg el

sangre,

no

pudo

dejarla limpia, y

cuando

marido fu


arrastrada,
la

28

al

despedazada y arrojada
* **

hoyo,

como

hermana mayor...

Despus el caballero se present en la aldea con otro nuevo disfraz. Visit al padre de las jvenes, le habl de la fama de bonita que tena la hija que le quedaba, le hizo grandes regalos y le pidi la menor en matrimonio. La boda se efectu solemnemente. Cuando lleg
caballero
le dijo

el

momento de

partir, el

a su mujer:
llevar

No quieres
Y
ella:

nada de tu

casa?...

Si; dos

palomitas...

llev las palomitas.


le

Y cuando
la

el

caballero se
le

march y

entreg las llaves del palacio,


delante de

reco-

mend tambin
desgracia...

puerta de siempre:
te sucedera

Aqu no debes entrar, porque


Pero
le

una

desobedeci como
le

las otras;

y en
le

el

hoyo

de sangre conoci a sus hermanas, y se


la llave,

escap

y se

manch... Se hizo cargo entonces


le

del peligro

que corra y

escribi a su padre ex-

tensamente, suplicndole que corriese en su ayuda; entreg luego la carta a

una de
la

las

palomitas

para que se
torre.

la llevara,

y con

otra se meti en la

Cuando

volvi

el

caballero,

supuso en

el ins-

tante lo
la

que haba ocurrido, pero disimul; suaviz voz, y la llam con dulzura: Mariquita, bajas t, o subo yo?...

|Me estoy quitando


dre

29
el

rico vestido

que mi pa-

me

dil...

pregunt con ansia a

la

paloma:

Palomita, viene mi padre?... Ni nieva, ni llueve, ni tu padre vienel

Ay, pobre de m!...


Al cabo de unos momentos
otra vez:
el caballero la

llam

Mariquita, bajas t, o subo yo? Me estoy quitando la rica enagua que mi padre

me

dio!...

Y con

ansia a la paloma:

Palomita, viene mi padre? Ni nieva, ni llueve, ni tu padre

viene!...

Ay, pobre de
otra vez:

m!...

Al cabo de unos momentos,

el

caballero la llam

Mariquita, bajas t, o subo yo?... Me estoy quitando las ricas medias que mi padre

me

dio!...

Y
llero

con mayor ansiedad a la paloma: Palomita, viene mi padre?... Ahora vienel...


lleg el padre

con una espada y mat

al

caba-

en

la escalera...

La Cenicienta.

Pues seor, que la hija de esta viuda era fea como un charco, y la hijastra bonita como un oro: la una, boca enorme, ojos pequeos y mirada inquisitiva; la otra, boca chica, ojos profundos y mirada acariciante; la una, como un carbn; la otra, como una luz. Y una maana de invierno que llenara de nieve los caminos y convirtiera en hielo
los arroyos, la madrastra reuni toda su ropa, se la

entreg a

la hijastra,

Anda

a lavarla,

y le mand: que me corre mucha

prisa...

Fu la nia, rompi el hielo, comenz a lavar; mas tiritaba de fro y se le entumecan las manos y se le saltaban las lgrimas... En esto, el jabn se
escap de entre los dedos, y el agua y el hielo se lo ocultaron en el fondo de la corriente. Las lle

grimas de

la

nia se hicieron entonces

gas y copiosas...

Y de

pronto vio

ms amaruna dama como

miraba compasivamente, que se acercaba a su sitio y que la interrogaba de este

un

sol,

que

la

modo:

por qu lloras
le

as?...

La nia

cont su desventura:

iPorque se me escap
tra

el

jabn y mi madras-

me

pegar!...

seora, y en una cuna encontrars un nio, y dos platos de sopa en una mesa: una de las sopas, negra; la
a aquella casita le
la

Vete

mand

otra, blanca...

Al nio dale

la

blanca, y

la

negra c-

metela

t...

La nia obedeci con humildad; y el nio era como un ngel de los cielos, y la sopa negra, de sabor de mieles.,. La nia se arrodill a la vera de la cuna, dile al nio de comer lo que la encomendara la seora, y le cant, le arrull, le bes con dulcedumbre... Cuando al cabo torn al ro, encontr intacto el pedazo de jabn, y la ropa ya lavada, blanca como los copos de la nieve... Al pasar el
puentecillo para volver a su casa, la nia mir a
las

nubes con amorosa expresin de gratitud; y se abrieron las nubes, y cay una estrellita, y se le clav a la nia en medio de la frente, como si fuera un diamante...

La madrastra y
manastra fuera

la

hermanastra

la

hicieron contar

la historia veinte veces.

discurrieron que la her-

al ro, fngiera
llorar.

que se

le

perda el

jabn y se pusiera a le present la dama.

Fu, fngi, llor y se

Por qu lloras as?... Por que se me escap


mi madre...

el

jabn y

me

pegar

Y
un
la

32

dama le dijo con dulzura: Vete a aquella casita: en una cuna encontrars
nio, y dos platos

de sopa en una mesa: una de


Al nio dale
la
t...

las sopas, negra;

la otra, blanca...

blanca, y la negra cmetela

Pero temi
ra veneno; se
sirvi al nio

la

envidiosa que
la

la

sopa negra tuvieal

comi
la

blanca con glotonera, y

negra con desamor,.. Cuando

cabo torn
la

encontrse sin jabn y hall toda ropa sin lavar. Al pasar e puentecillo para volal ro,
ira;

ver a su casa, mir a las nubes con

ron

las

nubes, y cay un rabo, y se

le

y se rasgaclav en la

frente a la envidiosa.
4:

En
que
sa
la

esto, se

anunci una romera con

el

objeto de

el hijo del

rey se pudiera divertir. La envidio-

aguardaba ansiosamente, porque, a pesar de lo mucho que se miraba al espejo, an se consideraba una belleza. Y cuando al cabo lleg, le propuso la viuda a la

que estaba junto al lar: Si peinas a mi nia de tal manera que no se la note el rabo, te dejo que la acompaes. Y la pein la nia de la estrella con toda la destreza posible, y el rabo qued oculto debajo del pelo. Mas aun as, sin el rabo, salpicada de diamantes y vestida de tis, la hija de la madrastra era carbn, y aun vestida de trapos y de harapos.
hijastra,

sala

nia de la estrella era

clavel...

la

viuda no

cumpli su promesa y el clavel se qued en la cocina. Pero he aqu que de repente se apareci a su lado la seora del ro, Nuestra Seora la Virgen, y ella visti con telas de extraordinaria hermosura a
nia castigada, y la calz con zapatitos de oro, y la pein con peinas de crstal... La estrella de la
la

frente de la nia pareci entonces brillante

maravilloso de una corona de luces... Las puertas de la casa se abrieron solas, y la nia se encontr en la romera. Qu pasmo el de la gente! jQu arrobamiento el del prncipe!... Garridez tan armoniosa y
belleza tan completa, ni el prncipe ni nadie la ha-

ba visto.

Todas

las

admiraciones, todas las adora-

ciones, todas las conversaciones iban a su alrededor. El prncipe la obsequi, bail


llevar del ensueo,

le

con ella, se dej dio su corazn cautivo

para siempre.

La viuda y la hermanastra la vieron al pasari pero no les fu posible conocerla; y al declinar de la tarde, la nia se aprovech de un momento de
bullicio, corri

sent a la

a su casa, se visti sus harapos y se vera del fogn. A poco lleg la viuda
la

con su

hija...

Si supieras
prncipe...
dos!...

dijeron,
la

si

supieras qu

mu-

chacha tan requetepreciosa

iQu
la

cara!...

que hoy bail con el Qu talle!... Qu vesti-

Cmo

envidiaras, t, tan fea y tan en-

clenque!...

34

A todo
Y

el

mundo trastorn sigui


el

la

herma-

nastra, y dicen que en casarse con ella...

prncipe es

empeado

era cierto; no menta; estaba tan

que cuando la perdi en el bullicio dolor. Y con objeto de volverla a hallar, dio en el palacio un magnfico baile, al que asistieron todas las princesas, todas las duquesas y todas las condesas...

empeado, tuvo un gran

Y entre

todas, la hijastra de la viuda,


la

pei-

nada otra vez por


la

Virgen, vestida otra vez por


lujosa
le

Virgen, todava
la romera...

ms hermosa y ms
si

que

en

Por

acaso esta vez se

escapaprncipe

ba, en cuanto el baile

comenz, mand
la le

al

a sus servidores que llenaran

escalera de pez...

escap en un momento de descuido, pero uno de sus zapatitos se qued


en efecto,
la la

nia se

pegado a
la

escalera.

Cuando volvieron

del baile
la

viuda y la hermanastra, ya la encontraron a vera del fogn vestida de andrajos.

supieras le dijeron, si supieras cmo resplandeca de hermosura la nia del otro da !..

|Si

Qu envidia

le

tendras t, que eres tan

fea!...

Se
el

corre por

ah sigui

la

hermanastra que

prncipe se ha procurado un zapatito y la va a


l

buscar por Era


tito,

cierto;

en todas partes. en cuanto el prncipe cogiera

el

zapa-

se echara a recorrer todas las casas; las nias

se lo probaban con afn, pero

como

si no...

Cuan-

do

lleg a la casa de la viuda, su hija escondi

apresuradamente
sobraba medio
el

35

el pelo,
si

rabo bajo

calzarse el zapatito; pero


pie...

como

y pretendi no, porque le

Le dio un coraje a la madre, que se hubiera colgado de una viga Y le dio un coraje a la moza, que se hubiera colgado con su
.

madre.

A sta le dijo el prncipe: No tiene usted otra hija


probar?

que se

lo

pudiera

jAy,
Y
sali

s,

pero est
la

muy
la

sucia!...
la traiga.

Sin embargo, deseo que


de
cocina
frente: sali peinada, vestida

nia de

la

estrella

en

la

y calzada por la Virgen, ms llena de belleza y de luz que en las fiestas anteriores... El prncipe solt un grito de placer, y

sin probarle el zapatito la llev a su carroza...

La

viuda y

la

hermanastra corrieron a esconderse,

dndose puetazos de rabia; y un perrito que llevaba el prncipe psose a cantar as, saltando con
regocijo:
Estrellita

de oro

en coche va,
y rabo cochino en casa est.

La madrastra*

una mujer segunda vez, y sta con un labrantn, que antes que de la belleza de su alma, se preocup de la belleza de su rostro. Y esta mujer era mala porque se gozaba en la crueldad: cuando hizo este matrimonio ya tena una rapazuela de quince aos, y tambin era viudo el labrantn, con una doncellica
viejos se cas

All en tiempos

muy

de catorce: la rapazuela, tragona, envidiosa, ceuda, mala tambin en pensamientos y miradas; la


doncellica, humilde, buena, tan bonita y virtuosa

como un ngel de
bre doncellica...

los cielos...

Y aqu

tenis

que
la

la

mujer maltrataba sin motivo, a cada paso, a

po-

El labrantn se muri a los pocos meses, y la

vida de su hija se convirti desde entonces en un

duro

martirio...

Largas horas en
el ro

la

cocina en
ir

el

verano; largas horas en

en

el

invierno;

por

agua a la fuente en las albadas y por troncos al bosque en los crepsculos... Y reuni una vez su madrastra todo el lino de la cosecha, se lo dio a la doncellica y la dijo de este modo:


a comer...

37

hilarlo,

Hasta que no termines de

no vengas

La doncellica fu al monte, se sent en una piedra y se puso a llorar... Los montones de lino que
llevaba significaban trabajo para

mucho

tiempo!...

de pronto que la tocaban en la frente... Alz los ojos y se top una viejecita que, a pesar de las arrugas, las canas y los aos, era hermosa como un sol al morir de la tarde. Se top una viejecita que le dijo:

Se puso a

llorar,

sinti

Hija
la

ma, por qu lloras?...


lo cont.

La nia se

ella la acarici, la

consol,

dio esperanzas... Las vacas que pacan en el

monte se acercaron al grupo, y dijo la viejecita: Esa vaca morena pace lino... Dale todo lo que
te

dieron a

ti...

Y la vaca lo
lo

paci

como

si

fuera hierba, y a
tal

poco

devolvi naturalmente, hilado con


brillante color

finura y

con tan

como
la

si

fuera hilo de oro...


la

Y ahora

ya no lloraba

nia por

imposibilidad

de acabar su trabajo, sino de gratitud y de cario.

Cuando quiso
desaparecer a
res...

arrodillarse para besarla los pies, vio


la

viejecita envuelta

en resplando-

Y cuando

volvi a su casa, oy que los al-

deanos se decan con asombro: Pero si lleva una estrella en la frente!... Y un seor que la vio, dijo tambin: |0h, qu nia tan hermosal... En el mundo no hay otra nia tan hermosa!...

Y
jecita la
estrella;

38

al

todos decan verdad, porque

ponerle

la vie-

mano en
y porque

la frente, le

haba clavado una

la doncellica, hijastra

de

la

viuda,

era la nia

ms hermosa

del mundo!...

* * *

viuda y su hija la vieron llegar, se abrasaron de envidia; primero la fatigaron a prela

Cuando

guntas y luego
alma!

la

abrumaron a denuestos.
le la

Si

puy
el

dieran arrancrselas,

arrancaran

la estrella

Mas

lo

que hizo

madrastra fu buscar otras


a su
hija,

madejas de

lino, entregrselas

y decirle
si

de este modo: Vete al monte, chate a

llorar,

se te
le

aparece
cont...

la

vieja, cuntala lo

que

tu

hermana

as fu;

sucedi

as:

Hija

ma, por qu lloras?...

Porque tengo que hilar todo este lino, que no lo acabe no me darn de comer...
La
miera
viejecita la consol, le
la frente,

y hasta

llam a

la

puso las manos sobre vaca morena para que se cola viejecita

el lino...

desapareci

envuelta

en resplandores; pero la vaca morena se qued con el lino en las entraas, y cuando volvi a su casa
la

envidiosa, oy que los aldeanos exclamaban con

asombro:

iPero
Y
el

si

lleva

un rabo en

la frente!...

seor que

la vio, dijo

tambin:

39

En
el

iOh, qu nia tan feal.

mundo no

pue-

de haber otra nia tan fea!... Y todos decan la verdad...


4:

HH

Qu rabia la de ia madrastra!... Qu modo de jurar, de maldecir, de renegar de la fortuna!... Pero se calm de pronto, porque el seor del lugar, que se haba enamorado de la doncellita, fu a hablarle a la madrastra de su amor y a pedirle a la doncellita por esposa. La madrastra le escuch con inters y le respondi que s. S; os la doy por esposa... Pero venid maana
a buscarla...

Y
le

luego llam a su

hija, le refiri lo

expuso su plan: ella le serrara el frente, le echara en la herida polvos de oro, le llenara todo el cuerpo de perfumes... Y cuando vofviera el seor, la cubrira con un velo y se la entregara

sucedido y cuerno de la

como

si

fuera la doncellita...

Y de
A
Y
la

ella,

ella la

qu hemos de hacer?... meter en una cuba...


as.

as fu;

sucedi

Lleg
el

el

seor, recibi a
la

envidiosa sin conocer

engao,

mont en su

hacanea y principi a caminar... Pero llevaba el seor una perrita muy lista, y la perrita comenz a
decir:

Il

40

- Rabo de cabra \ a en la burra, estrella de oro est en la cuba!...

quit el velo a la envidiosa, se la la esdevolvi a su madre, se cas con la nia de

el

seor

le

trella...,

y colorn, colorao...

(1).

Los higos de la madrastra*

Erase que se era un labrador que se haba que-

dado viudo con una hijita muy linda, blanca como los copos de la nieve, de ojos como las estrellas.

Y
le

el

labrador era bueno, y aquella hijita tan linda llenaba el corazn; pero necesitaba una mujer

que le cuidara la casa, y al cabo de ao y medio de viudez se uni a una vecina suya en matrimonio...

La vecina era envidiosa... La carita bonita de la hijastra se le convirti en cuchillo, y no pudo sosegar hasta que dio con el modo de quitarla de en medio. Y una vez que el labrador tuvo que hacer un viaje, la madrastra se compuso, se ech el velo a la cabeza y le dijo a la hijastra: Es necesario que cuides de los higos, porque

me voy

la iglesia

a rezar.

Yo

los cont, y si te roel huerto!...

baran uno solo te enterrara viva en

La nia se sent bajo la higuera para cuidarlos mejor. Y a poco se le present su misma madrastra, disfrazada de mendiga, encorvada y vaci-

lante,

42

bculo...

mano temblona sobre un Hermosa nia le dijo te pido un


con
la

higo por

el

amor de

Dios!...

no os lo puedo dar respondi ella; pero os juro que lo siento mucho! Y lo senta la nia, porque era compasiva y generosa con verdadera ternura. Los dolores de su prjimo se le entraban por el alma y se le convertan en dolores propios. Y se imagin que la mendiga era una viejecita pobre, y tuvo mucha lstima de ella... La mendiga continu: Y un poco de agua, no me lo puedes dar?... Porque mira que me muero de sed!... Y la nia entr en la casa, cogi un vaso, lo llen de agua y sali a drselo a la vieja... Pero la vieja aprovech el momento, y de un salto alcanz un higo y lo escondi... Bebi el agua, dio las gracias
y se
fu...

jAy,

poco volvi sin el disfraz. Qu, te han robado algn higo?

No,

seora.

A ver,
Y

ver...

Vamos

a contarlos.

dos y advirti la pobre nia con espanto que le haban robado uno... La madrastra la arrastr, hizo un hoyo en el huerto de la casa y la enterr viva en l. Pero se quedaron fuelos contaron las
ra los cabellos, y al

virtieron

cabo de algunos das se conen una mata de pimientos que tap comla sepultura.

pletamente

Volvi
el

43

padre.
est la
la

Y dnde

nia? pregunt.

Le respondi

madrastra:

Est en casa de su madrina.


de ella la imaginacin, le mand a la cocinera que preparase una comida excepcional... La cocinera reuni todas las cosas, y advirti que le faltaban los pimientos. Dios mo! se dijo, me faltan los pimientos. Dnde ir ahora a buscarlos? Pero se le ocurri de pronto: iCalial Si en el huerto hay una mata que los
apartarle

Y para

tiene...

Fu en su busca, arranc uno; y

la

mata cant

as:

Cocinera, cocinera, no me arranques el cabeUo; Mi madrastra me ha enterrado por un higo que ha faltado...

Llense de espanto
tar al hortelano,

la

cocinera, y se lo fu a conla

que sospechaba de
la

madrastra.

el

hortelano se lo fu a contar al padre de la

nia,

que se acerc a

mata de pimientos y

la

oy

todava repetir:

Mi madrastra me ha
por un higo que ha

enterrado

faltado...

El padre se arrodill...

Mand que

levantaran

la

tierra,

44

la

y hall a su hijita viva y sonriente, que as librara Dios para premiarle sus virtudes. Pero quedaba el hoyo abierto, y el padre meti
l

en

madrastra y ech la madrastra ya no la libr Dios.


a
la

tierra

encima.

la

La flor del

lilo-va*

Este era un padre que tena tres hijos.


to,

de pron-

y sin saber de qu mal, se qued ciego. Cuanto le pidi su mdico, cuanto le pidieron luego los dems mdicos, hzolo con el ansia de curarse; pero no lo consigui Y se estaba una vez lleno de
.

pena a

la

puerta de su casa, cuando se le acerc

lentamente una viejecita y le dijo con dulzura: Si quiere recobrar la vista, tiene que lavarse
los ojos

con agua de
encuentra por
el

la flor del lilo-va.

Y esa flor, dnde se encuentra?


Se
el

mundo.
hijos,

Bueno: pues

padre llam a sus


la viejecita

les

habl del consejo de


consejo.

y les pint

la flor

maravillosa, segn se la pint a l la viejecita del

En seguida aadi: Dar la mayor parte de

la

herencia al que de

vosotros
El

me la

traiga.

hermanos era un nio, y quera ciegamente a su padre. No se detuvo un momento:


los
le

menor de

bes, se despidi, se meti por las campias, los

valles y los montes.

Tuvo que

pedir limosna, tuvo

que dormir en despoblado, tuvo que ensangrentar-

encontr
la flor

46

se los pies; pero su sacrificio no fu intil, porque


del lilo-va.

pensando en la felicidad que iba a causar a su padre, cuando tropez en el camino a sus hermanos. Iban tambin por el mundo en busca de la flor, pero no por el inters de la curacin del ciego, sino por el de la parte de la herencia, y haban aguardado tanto para empezar la excursin, porque les llevaran demasiado tiempo los preparativos. Al encontrarse con su hermanito se llenaron de asombro:
ella se volva,

con

Pero cmo? Ya
contrado

ests de vuelta?

Y has en-

la flor del lilo-va?

El hermanito les respondi

que

s.

Dnoslal
No
puedo
drosla. Quiero ser

yo quien se

la

lleve a nuestro padre.

Intentaron entonces arrancrsela;

mas

la

de-

fendi con valenta.

cedo toda la herencia les deca al mismo tiempo; pero os suplico que me dejis la flor. No quisieron; le mataron, le enterraron en un campo, y en la tierra de su fosa a poco apareci un caaveral.
F
"I*

Os

Llegaron los hermanos a


flor

la

casa, entregaron la

puso en agua, se lav los ojos, y recobr la vista. Fu tan grande su jbilo, que seal aquel da como de fiesta para todos sus
a su padre, y ste
la


criados. Pero en

47

medio de la fiesta se acord del otro hijo, y se puso a suspirar. Los hermanos intentaron consolarle: sin duda que el otro hijo andaba de un lado para otro sin acordarse de nadie ni de nada. La busca de la flor del lilo-va, sin duda
de pretexto para satisfacer su deseo de libertad y su afn de rodar por los caminos. Y el padre, en un momento de clera, reparti toda su herencia entre los dos hermanos crimile sirviera

nales.

Mas he
al

aqu que un pastorcito se acerc una vez


el hijo

caaveral donde estaba enterrado

menor;
can-

cort una caa, form una flauta y psose a soplar

en

ella.

cada vez que

lo haca, la flauta

taba tristemente:
Pastorcito, pastorcito,

no

me

arranques el

cabello...

Mis hermanos me enterraron


por la
flor del lilo-va...

maravilla, y principi a mostrarla en todas partes. As lleg a la casa del


le
la

Al pastorcito

pasm

que an soaba con el hijo que perdiera, y en cuanto son la flauta y sta dijo su cantar, el viejo, que la oy, sali a la puerta: Esa es la voz de mi hijo! sollozaba Yo la conozco muy bien! Y pregunt al pastorcito:
viejo,
.

Muchacho,

esa flauta de dnde

la

arrancaste?

Y
cuando

48

se lo cont, el anciano a sus servidores llam a los dos hermanos, reuni caaveral. All les mand a y se fu con todos al una caa; lo hicieron, los hermanos que cortaran cortada dijo asi: plidos y temblorosos, y la caa
el pastorcito

Hermanitos, hermanitos,
no

me

cortis el cabello,

que vosotros me matasteis


por la
flor del lilo-va...

dolor; El padre se volvi loco de

mand inme-

cavaran una fosa diatamente a sus servidores que en ella a los dos hijos e hizo que enterraran vivos
mayores.

Las tres bolas de oro.

y por ms que se agenciaba, que sudaba, que luchaba para darles de comer, lo lograba unas veces y otras no.
Este era un aldeano
tres hijos;

con

Era demasiado su trabajo, era poco

el

beneficio

que le quedaba entre las uas, y andaba perpetuamente la miseria alrededor de su hogar. Un da, el hijo mayor se cans de soportarla, y al cabo le dijo
a su padre:

A buscar fortuna por


El padre le hizo

Padre, yo quiero salir de aqu... Y adonde has de ir, hijo mo? ...
el

mundo...
le

un morral,

coloc en

l el

unos
senel

vveres, y le dio su bendicin. El hijo

tom

dero que guiaba


pie de

bosque, y entr en l hacia crepsculo... Se sent en un repecho florecido,


al

al

cen con tranquilidad, y cuando quiso continuar la marcha, le cay la noche encima. El bosque se envolvi en obscuridades, y los senderos del bosque se llenaron de murmullos. El mozo tuvo miedo, se ech c llorar y dijo as:

una

fuente;

Dios

mo, y adonde ir?


4

50

De pronto advirti a su lado una seora hermosa como el sol; la coronaban estrellas, y cuando levantaba
seora
la le

mano, pareca que sembraba dijo con ternura:


te
la

luces.

La

Qu sucede, zagal? Que termin comida,


de
ir.

y ahora no s adon-

de oro, chala a rodar, para donde pare, entra en la casa y coge lo que
esta bolicha

Toma

encuentres.

Se apoder
su placer
al

el

zagal de la bolicha, y fu tanto

sopesarla y verla de oro, que no se

ocup
el

siquiera de volver los ojos a la seora, de

darle las gracias y de decirle adis.., Adentrse en

pensando que en la casa adonde se diriga hallara el oro en espuertas... Y en el romper del alba ech la bola a rodar... La bola se lanz pendiente abajo, salt escarpes, salv obstculos, y fu a desaparecer en un ro caudaloso, cuyas aguas irritadas rodaban ente andars,

bosque, anda que

tonces tempestuosamente.
El
el

mozo

se llen de angustia y volvi a tomar


l

una cantera, solicit trabajo, se lo dieron, y cuando soaba apalear el oro, tuvo que contentarse con apalear la guija... Y he aqu que el hijo segundo se despidi tamcamino. Encontr en
bin de su padre:

Padre le

dijo, yo

me voy

por

Nuestro hermano no acaba de regresar,

mundo. y sin duda


el

tarde

51

la

tuvo suerte; yo quiero probar

ma y esta misma

me

lanzo a

la

ventura.

se lanz con el morral al hombro. Lleg al


le

bosque, cen y

obscureci.

menz a
seora...

llorar.

De

tuvo miedo y copronto advirti a su lado una


le

la

seora

entreg una bolicha, y

le

mand
netrar

monte abajo, correr tras ella y peen una casa. La codicia le ceg de tal modo,
arrojarla

que ni siquiera se despidi de la seora, como su hermano mayor. Y la bolicha fu a parar al ro y el

mozo

a la cantera.
*

Pues yendo das y viniendo


nor
le dijo

das, el

hermano me-

a su padre:

Padre, quiero buscar a mis hermanos, pues hace mucho que no sabemos de ellos y pudo sucederles algn mal; pero no te cause pena el que te quedes solo, porque yo he de volver.

ly, hijo mo,


S, pero
te

t eres

muy pequeo!

quiero mucho,

cogi

zar el

morralito con los vveres, y al comencrepsculo se encontr a la vera del bosque.


el

Descans, cen, lleg


nito
rrer sus lgrimas.

la

obscuridad...
la

el

herma-

menor tuvo miedo de

obscuridad y dej cole

deslumhr un resplandor maravilloso y descubri a su lado una seora ms linda que la luna. El hermanito menor se puso instansneamente de rodillas, como si se encontrase delante de la Virgen...

De

pronto

52

de mi

Qu te sucede? preguntle ella. Que ya no s adonde ir, y me acuerdo


padre, que se qued solo en
la

cabaal

Toma esta bolicha de oro, chala a rodar, para


donde
tres.

pare, entra en la casa y coge lo

no se

lo

que encuendes a nadie, aun cuando te mata-

ran por conservarlo.


El nio lloraba an.

Y ahora, por qu
Porque no
Cuando can como
se fu
la

lloras,

nio mo?

tengo otra manera de poderos demostrar mi agradecimiento.


seora, sus huellas resplande-

piedras preciosas y el nio las fu besando una por una. Se senta arrebatado de ale-

de gratitud. Y pensaba en que el oro de la casa librara a su padre de inquietudes y hara el porvenir de sus hermanos. Cuando lleg el amanecer ech la bola a rodar y la sigui a la carrera. La bola se detuvo al pie de una casita; estaba la puerta abierta y l entr: en una habitacin hall otras dos bolas las que perdieran sus hermanos en el ro - en otra, dos montones de dinero, y en el zagun, un caballo. Cogi
gra y lleno
;

las bolas,

recogi

el

dinero, carg el caballo y

se fu.

Pero antes de regresar a su cabana quiso dar con sus hermanos, y se encamin en su busca. En
la

cantera pregunt por ellos y le salieron los dos. El les habl de su suerte, les present su fortuna,

les

53

Los hermanos fingieron alegrarse mucho y se volvieron con l; pero al llegar a un lugar solitario le exigieron que les entre
ense
las tres bolas...

gara su tesoro.

jAy, no os puedo dar! jMira que va a costar vida! Aunque me cueste vida!
lo te
la

la

la

vida

le cost.
le

campo, y para determinar el sitio clavaron un arbolito encima de la fosa. Cuando llegaron a la cabana de su padre,
Los hermanos
enterraron en
el

ste corri a abrazarles apasionadamente; y antes

de mirar siquiera la fortuna que por las puertas se le entraba, les pregunt por su hermano: Y no habis encontrado a vuestro hermano? No, padre. Pero ahora no te ocupes de l, que estamos aqu nosotros.
padre no se ocup de Pero su corazn iba tras l.
el

por complacerles.

* * *

Pues seor, sucedi que un pastor que cuidaba sus ovejas en el campo donde abrieron la fosa, fu a descansar una vez al pie del arbolito, y con una varita diles un golpe a las ramas. Y sucedi que las ramas empezaron a decir:

Hermanito mo, que alegre me tocas, que mi hermano grande me mat y me quit tres bolichas de oro, que la reina del cielo me

dio...


Asustse
el

54

pastor al escucharlo y llam a sus

compaeros, que fueron a admirar la maravilla. Quitaron el arbolito, cavaron la tierra y hallaron
vivo
al

hermano que

se haba

apoderado del teso-

ro. El les refiri

su historia y avisaron a su padre. aunque quiso el hermano perdonar, no perdon

la justicia,

la

fosa en que a

l le

enterraron, de

sepultura sirvi a los otros dos

(2).

El zurrn maravilloso.

Una vez era una viuda, cuya sola adoracin y cuyo


solo contento se cifraban en una hijita que tena.

Una

hijita

tan bonita y tan blanca

de luna sobre nieve; de ojos nudos, color rosado. Y todas


sos de su
hijita...

como un rayo negros, dientes melas tristezas


al

viuda se convertan en felicidad

de la calor de los be-

Una
hijita

vez,

con sus ahorros


aretes;

la

viuda compr a su

prendidos de sus orejas y resaltando sobre sus cabellos, eran como dos estrellas

unos

en una noche obscura. La viuda estaba loca de satisfaccin. Era tan linda su hijita, tan

buena y tan

adorable!...
tar

tena

una voz tan

fina

como

el

can-

de un jilguero.
tarde se present en su casa con otras ami-

Una
dejara
el sol

guitas de su barrio y le suplic a su


ir

madre que

la

al ro. El

tiempo calentaba como hoguera;


agua, plcida y tentacin. Las amiguitas dijeron
la
el

achicharraba

campia;

mansa, era como


para apoyar

la splica:
s!...

{Ande,
daremos.

Djela usted...

Ya

nosotras

la cui-

56

Y la madre la dej;
y
la hijita

de

la

y llegaron al ro y se baaron; viuda temi que se le perdieran los

aretes,

y antes de entrar en el ro se los quit y los puso en una piedra. Lo que se divirtieron en el

agua!... Lo

que gozaron

las

nias chapuzndose,

nadando, arrojndose el agua unas a otras!... Tanto, tanto, que salieron, se vistieron, se alejaron, rindose todava, y ninguna se acord de los
aretes.

La

hijita

de

la

viuda se acord a

la

mitad del calas luces del

mino, cuando iban ya desapareciendo

crepsculo; cuando ya se quedaban solitarios los

senderos de

la aldea.

Ay, Dios mo, que se me olvidaron los aretes!


Las nias que
-de volverse,
la

acompaaban tuvieron miedo


de
la

la hijita

viuda se fu sola por

la

campia lejana. Lleg a la orilla del ro, y en vez de con los aretes, se encontr con un hombrn... Un hombrn de cara muy roja, de pelo muy largo, de ojos muy brillantes, sucio, borracho, roto; un hombrn que le dijo as, mostrndole los dientes y las
uas:

Vaya, muchacha, que te agradezco la visita! Y la meti en un zurrn y se ech el zurrn al hombro. Y anda que te andars... que te andars por esos mundos de Dios, llegaron a una posada. El hombrn busc asilo en el pajar y coloc el zurrn a su derecha; y la pobrecita nia, pensando que haba

llegado
hacia su
el

57

volvi
el

momento de su muerte,
as:

alma

madre y cant Por

los rcticos, madre,

que en la pea los dej; que por ellos morir, que por ellos morir...

de la hijita de la viuda!... Lo mismo que una rosa que se convirtiera en voz... Fina, dulce, blanda, pareca penetrar en el corazn como una luz e irse deshaciendo en copos... Y cuando la oy el hombrn, que haba pensado efectivamente asesinar a la nia, desisti de su pro[Amigos, qu voz
la

psito y se puso a calcular:

Hacindola cantar en todas partes ganar lo que me d la gana, y al cabo de unos aos de trahar desaparecer y podr vivir tranquilo gozando del sosiego y la fortuna. E iba desde aquella noche recorriendo aldeas, bajo
la

y ciudades, parndose en los mesones, visitando las tabernas, penetrando en los ventorros y
villas

enseando en todas partes el zurrn. Para obligar a la nia cuando no tena ganas de cantar, compr una lanza y la pinchaba con ella. Reuna a la gente
y deca
villoso
as:

Este

es el zurrn que canta...,


la

el

zurrn marael

que llama

atencin de todo

mundo!...

le

mandaba

al zurrn:


Canta
si

58

zurrn, canta;

no, te pincho con la lanzal...

con

vocecita

de oro,

el

zurrn

cantaba

siempre:

Por

los rcticos,

madre,

que en la pea los dej; que por ellos morir, que por ellos morir!...

Y ved lo
la

que son
el

las cosasl... , andando...,

andando, lleg

hombre

del zurrn a la aldea de

madre de la nia; y ved lo que son las coel hombre le pidi posada y la madre se la sasl,..
dio...

Entr

en

la cocina,

se arrellan junto al
as:

fuego, pos

el

Pero tengo un zurrn que canta maravillosamente. Y os voy a pagar este favor hacindole cantar... Y en el momento djole al zurrn:
pobre...

Yo, buena mujer, soy

zurrn a su lado, y dijo

Canta, zurrn,
si

canta;

no, te pincho con la lanza!...

En cuanto
su
hijita la

la

madre oy
le

la

voz y entendi
el

deca, crey volverse loca de gozo... Era la

que voz de
lo

que se

entraba en

corazn como

voz tan querida, tan armoniosa, tan inconfundible!... La de la hijita del alma que ella no se cansaba de llorar desde la tarde en que volviera al ro a buscar los rcticos... Qu alegra

una

flecha; aquella


tan grande la de

59

Pero supo disimularlo y aguard con paciencia a que se durmiera el hombre... Entonces abri el zurrn, sac a su hijita del
la viuda!...

alma, y meti en su lugar un gato maana siguiente, el hombre cogi

terrible...

la

el

zurrn y fu

a presentar

la

maravilla al public-

se reuni mucho pblico, y el hombre mand ai zurrn que principiara el cantar. El zurrn como
si no...

El

hombre

le dijo as:

Canta,
si

zurrn, canta;

no, te pincho con la lanza!...

el

zurrn,

como

si no...

Desesperse

el

hombre

y dio un pinchazo... Del zurrn sali un bufido. Y el hombre con la lanza abri un jirn y el gato terrible le salt a la cara y le clav las uas en los

de la viuda refiri lo sucedido en el lugar, y en cuanto lo supo el pblico que rodeaba al hombre, se ech sobre l, le arrasojos.

En

tanto, la hijita

tr

le

mat a pedradas...

(3).

La

bruja.

Eranse que se eran dos hermanos y una hermana, y los hermanos tuvieron que marcharse por el

mundo, y dejaron a la hermana sola y llorosa como una Magdalena. Ellos tambin se fueron con el alma muy triste, porque los tres se queran a matar. Y habis de saber que la gracia y la belleza de los ojos de la nia ganaban mucho, pero mucho, mucho, cuando los llenaban las lgrimas. Sus hermanos le dejaron un collar; se lo ci a
la

garganta, y eran las perlas rosa sobre nieve.

como

pedacitos de

Pas
soledad

el

tiempo y
y

la
el

nia se cans de esperar;

la

la afliga

desconocer

la suerte

de sus

hermanos le daba mucha tristeza. Al fin se determin a marchar en su busca, recorri muchos caminos, y se detuvo a preguntar en muchos lugares.

Nadie pudo decirle dnde estaban. Y fatigada la nia se sent bajo unos rboles y se puso a llorar con desconsuelo. Una urraca la vio, se le acerc,
revol detrs de ella unos instantes,
collar
le

arrebat

el

en un descuido, y con

en

el

pico se fu a

61

le

un lamo. Con muchsima congoja nia que se lo devolviera:

suplic la

Pega-pegarata,
dame
el

mo

collarn

de

plata!...

La pega

le

contest:

Andars, andars, a la puerta de tus hermanos lo encontrars... y

Y
ras

sucedi de este modo, porque a las varias ho-

de camino encontr una casita en un campo, y su collar encima de la puerta. Le rebos de placer el corazn, mir por la ventanita y vio que la casita estaba sola. Entr silenciosamente en el vestbulo, pero la puerta no cedi, y la nia se escondi en un argomal en espera de que llegaran sus

hermanos. Llegaron, entraron en

la casa, salieron

poco despus, y los vio ocultar la llave detrs de una columna. La nia la cogi y abri la puerta:
todas las habitaciones eran claras
ara el
las
li,

como

si las

basalu-

sol; la

nia las limpi afanosamente, hizo


las cosas.

camas y orden todas


la

cerr la puerta, coloc la llave

En seguida en el mismo

gar en que

dejaran sus hermanos, y se escondi otra vez entre las argomas. Cuando volvieron sus

hermanos y vieron la casita tan ordenada y limpia, se miraron con asombro... Y con mayor asombro al otro da, porque al otro da se repiti el prodigio.

62

dijeron quin
visita

Debemos averiguar se

nuestra casa durante nuestra ausencia...

Con el fin de averiguarlo salieron los dos a la maana siguiente, pero el menor se ocult detrs
de los rboles, y cuando estaba barrindoles la cocina, sorprendi a su hermana con un abrazo apretadsimo. Ella dio un grito y se ech a llorar; luego le refiri su aventura y le dijo que se ocultara de aquella manera por temor de disgustarlos... Pero en vez de disgustarse, los hermanos extremaron la
alegra,

y dijronle a la nia cariosamente: Vivirs en adelante con nosotros, y no volveti!...

remos jams a separarnos de

La nia era feliz en la casita, al lado de sus hermanos, junto al bosque. Siempre que se asomaba a la ventana, el bosque la saludaba con murmullos... jEra tan linda la nia y la hermoseaba tanto su
collar!...

Todos los que pasaban por all la miraban con placer, como si la nia desparramara luz. La nica
odiaba era una vieja raqutica muy fea, que habitaba una choza en el calvero. Era bruja; con-

que

la

versaba con
cielo

el

diablo; pero se presentaba ante la

nia con tanta mansedumbre, que ni una santa del

que conversara con Dios Nuestro Seor... En la choza la acompaaba su hija, jorobada, repugnante, fastidiosa, de cara como la pez... Y cuando


hallaba a la nia

63

asomada a la ventana, la bruja la saludaba de este modo: Ay, nia, qu bonita eres!... Por qu no vas a mi choza a ver a mi hija, que quiere jugar contigo?

Pero la nia no iba nunca. Hasta que una tarde se descuid en conservar la lumbre, y como le faltaban medios de encenderla, fu a la choza a suplicar que se la diesen. Tuvo que entrar en el bosque, y entre el tiempo del camino y el tiempo que
la vieja la distrajo,

cuando quiso volver a su


1

casita

ya en
el

el cielo

se obscurecan todas
los senderos...

is

nubes, y en

bosque todos
la

Ay,no le pidi la bruja, no te vayas!... Mira


que
noche
te

sorprender y que puedes per-

dertel...

Pero

mis hermanos temern que


su pena
si te

me suceda

alguna desgracia!...

comen los lobos!... Y la nia se qued. Cuando lleg el momento de acostarse, la bruja la meti en la cama con su hija, a la cual recomend con mucho empeo que
se acostara a la parte de la pared. Pero se figur la
hija

jMayor ser

que se
el

lo

mandaba

as

para que

la

nia ocula

para

lugar de preferencia, y

no hizo caso: a

parte de la pared ech a la nia, y en cuanto se

apercibi de que estaba dormida


le

como una

santa,

rob su collar y se lo puso. La bruja se haba quedado al acecho, y en cuan-

to conoci

64

cogi un cuchillo

que dorman

las dos,

y penetr en el cuarto; por temor a despertarlas no llev luz. Palp la cama y tropez con su hija a la
parte de fuera; tocle el cuello, la not el collar, y pensando que mataba a la nia del collar, en el

pecho de su

hija

clav

el

cuchillo.

la

maana

siguiente vio su error, pero disimul su rabia, y guard el cuerpo de su hija antes de que la nia

despertase; borr en seguida toda la sangre con

ungentos, y al levantarse la nia le dio lumbre. jAqu tienes la lumbre; ya puedes volverte con

tus hermanos!

La aguardaban
les refiri el

hermanos con inquietud. Ella suceso, y ellos la aconsejaron que no


los

saliera ms. Les prometi obedecerles, y fu intil

en adelante que la pidiera la bruja: Por qu no vas a mi choza a jugar con mi hija, que tantsimo cario te tom? Fu intil en adelante.
* * ^
"

Pero

la

nia se peinaba en
la

el vestbulo,

sus cabellos de oro tan bonitos

una vez pas

bruja en

el

como momento en que

y eran rayos de sol.


la

nia se peinaba, y se detuvo a mirarla fingiendo complacerse en su belleza. Luego se le acerc, y le


dijo

con dulzura:
dejaras peinarte con la

Si me

maa que yo

s,

tu belleza sera

mucho mayor.

65

La nia dud un instante, pero insisti la bruja y la dio el peine. La bruja lo meti con suavidad en los cabellos de oro y los levant con falso gozo
frente a la luz.

Ay, qu pelo tan riqusimo!


de repente hundi un largo alfiler en la cabeza de la nia y la convirti en paloma. Cuando
volvieron los jvenes llamaron intilmente a su

hermana; pero vieron


za
el alfiler.

la

paloma,

acariciaron con mimo...

cogieron y la encontraron en su cabela

iQu cosa ms extraa! dijo uno. Dame que se quite dijo


lo

el otro.

Se
ci,

con cuidado y la paloma desapareconvirtindose en la nia. Esta les refiri lo


lo quit
la

que

le ocurriera,

brieron

y ellos fueron al bosque, descuchoza, penetraron en ella y mataron a

la bruja.

La

fiera

la bella.

Pues habis de saber que ste era un comerciante que se arruin, y sus hijas tan lindas y dulces, despus de ceirse joyas de muchsimo precio, tuvieron que vestirse de percal. Pero avisaron al comerciante, inesperadamente, de que uno de los vapores que consideraba perdido estaba para
prximo, y renacieron otra vez todas sus ilusiones; se despidi de los suyos con
llegar al puerto

ms gozo que pena, y

les

pregunt a sus
traiga.

hijas:

A ver qu queris que os


La primera respondi:

Un vestido lujoso.
Y
la

segunda:
igual.

Otro vestido
modo:

La tercera le miraba con mucho cario, y al cabo de un momento de silencio, le dijo de este

A m no me traigas nada...
Pero el padre insisti, dijo que sL.. Y ella se content con una rosa: Ya que te empeas, treme una rosa... Al fin de varios das de camino, el comerciante

lleg al puerto; el vapor

67

le

que

anunciaran no hadespertadas

ba llegado todava, y se ignoraba otra vez cul


fuera su rumbo.

Todas

las ilusiones

volvieron a morirse, y el comerciante renunci a las telas que le pidieran sus hijas con lgrimas en
los ojos...

Sali de noche, dej la ciudad y se lanz

campo

a travs; deseaba llegar pronto a su casa en espera

de consuelo. Encontr un hombre en el camino que regaba de noche su huerto, y le pidi noticia
del atajo; el

hombre se

lo indic:

Siga usted por

aqu, y

cuando llegue

al

bos-

que tuerza a la izquierda. Pero iba tan pensativo y tan dentro de su dolor, que en vez de orillar el bosque se meti en l y se perdi; el bosque, negro y hondo, pareci que le coga entre sus brazos. De repente estall una tempestad, y el bosque se llen de relampagueos y de ruidos; era como si alrededor del comerciante temblaran todas las cosas... Pero vio una lucecilla, se encamin hacia ella y encontr un palacio de extraordinaria hermosura. Llam dos veces y nadie apareci; entr y hall un pesebre lleno de paja, que fu para su caballo el placer de los placeres. Asomse despus a una escalera, toda de mrmol y oro, y ella le condujo a una sala, en cuyo centro vio una mesa con manjares exquisitos. Una linterna iluminaba la habitacin. El comerciante llam

-^ 68

de nuevo y no le respondieron tampoco; entonces, obligado por el hambre, se sent a la mesa y cen
a su gusto. Al terminar dijo
as:

Ah,

si

tuviera

cafl...

fondo de la sala, y una mano misteriosa se aproxim a la mesa y sirvi caf. Despus que lo tom el comerciante quiso dormir. La linterna de la mesa se puso en movimiento, invitndole a seguirla, y llegaron de este
Apareci otra linterna en
el

modo
mi
bre
ves,
la

al

dormitorio. El comerciante se acost, dur-

tranquilo; a la

maana

siguiente encontr so-

mesa el desayuno: cogi un manojo de llaabri una puerta, baj al jardn y dio un grito
porque
la
el

de
el

alegra,

jardn estaba lleno

de rosas.

jAh se dijo
regalo de
menorl...

comerciante, por lo menos rosa se lo podr hacer a mi hijita


el

se puso a buscar la rosa * * %

ms

bonita.

Al cortarla oy un ruido tan grande


le dijo as:

como

si

se

derribara una montaa, y en seguida una voz que

Nunca pude imaginar que me robaras mi prenda ms quesuponer tanta


la

Nunca pude
en pago de

ingratitud...

rida,

hospitalidad que recibiste en

comerciante, y sin ver a quien hablaba, respondi:


el

mi palacio! Se arrodill

le

69

~
me
perdonisl...
hija

Ay, seor, yo os
Os he cogido
menor, y yo
El
^ris,
la la

ruego que

rosa porque

me

la

encarg mi

quiero muchsimo.

que hablara al comerciante era un oso de pelo de ojos dulces y de tamao enorme. Y el oso
as:

contest

El
por
el

castigo

que

te

entregues una de tus

impongo es el de que me hijas para que viva a mi lado.


le llev

El comerciante le ofreci entregrsela, obligado

miedo.
cargar

Y
el

el

oso

a una habitacin, le

mand
llo, lo

oro que pudiera soportar su cabaal

bosque, y le mostr el camino de su casa. Al encontrarse ante sus hijas se

condujo luego
la

pena al comerciante; arroj el oro en la sala, ocult la cabeza entre las manos, se volvi hacia la pared y se puso a llorar desconsoladamente. Sus hijas le rodearon con amor. Pero qu tienes, si ya eres rico otra vez.? Y l les cont la historia. La mayor responle

aument

di

as:
ir.

No tengas miedo, padre mo, que yo


Y
la

segunda dijo: No, no se lo consientas, que ir yo. Pero la ataj la tercera: La rosa era para m, y yo debo salvar a nuesfu la hermana tercera la que se despidi de
a

tro padre.

sus hermanas.
# * *

Se despidi en
ron hasta
generosas
l.

70

porque
la

el palacio,

acompaaal palacio,

Las hijas del comerciante eran todas


luces.

como
l

La menor subi

y encontr en

colgaduras de ramaje, llenas de

claveles, puestas para recibirla; encontr

en

una

mesa soberbia; encontr en l una cama suntuosa... Pero encontr tambin una soledad profunda y callada en todas partes. Hasta que al segundo da sinti un ruido y sali el oso. Me quieres, bella ma?~le pregunt el oso.

Y ella, con sinceridad: No, no te quiero.


El oso rugi y se fu.

Los menores antojos de


milagro en
el

la

nia se realizaban

como por

palacio

que apeteci, las flores que dese, los manjares que pidi... se fueron presentando ante sus ojos, sin que nadie los llevara. Pas
del bosque. Las joyas
el

tiempo, volvi

el

oso y

le

pregunt otra vez:

Y ahora, me
Y
la

quieres ya?

nia respondi sinceramente:


te quiero.

No, no
que
la

El oso rugi y se fu.

Y pudo
el

advertir la nia

envolva de continuo en

palacio una gran

Por ella tocaban msicas, esparcan aromas, desparramaban flores. Y un da en el coadoracin.

oso entrar lentamente, y pasar lentamente por su lado, y bajar hacia el jardn. Le sigui con inters, y vio que se arrojaba en el estanal

medor vio

que, mirndola con tristeza.

la

nia

le

dio

lsti-


ma, y corri a
la orilla,
el

71

le

tendi

la

mano

al oso.

al darle

su pata

oso, la pregunt de nuevo:

Y ahora, me
Y
le

quieres?
la nia:

respondi

S,
virti

ya

te quiero...

El oso salt del agua, e instantneamente se con-

en un prncipe. Era un gallardo y poderoso prncipe, que la envidia de una bruja haba cambiado en oso con una maldicin. Y en cuanto volvi
a su ser,
el

prncipe le habl de su amor, de su

ternura, de su gratitud a la hija del comerciante,


la

y
el

llev a su
la

reino

como

reina; las

hermanas y

padre de

reina se sentaron a su lado llenos de

felicidad (4).

La selva encantada.

con fortuna, con honra y con salud; con una nia tan linda que hechizaba los ojos el mirarla; todos los que pasa* ban por su lado lo notaban con asombro: Oh, Dios mo, qu linda!... Y quien lo notaba ms y con asombro mayor era un gallardo mancebo, que desde que la vio se
feliz:

Este era un matrimonio

muy

convirti en esclavo suyo.

Y como

era tan gallar-

do, la nia

le

tom mucho

cario; pero el

mancebo

era pobre, y los padres de la nia se enteraron de

estos

amores con disgusto, y cuando


le
no!...

se present
as:

para pedrsela en matrimonio,

respondieron

Ay,
Y
al

jPor nosotros, nunca!...

ver a

la

nia

triste, la

dijeron:
l,

Antes que

te cases

con

permita Dios que

te lleven a la selva!...

Cmo

fu?

Cmo no
la

fu? Nadie
siguiente la

averiguarlo!

maana

pudo jams cama de la

nia se hall intacta, y por mucho que sus padres la buscaron, y por mucho que lloraron de desesperacin y de arrepentimiento, la nia no pareci y

el

73

corazn de los padres no vio una lucecilla de


*

esperanza!...

**

Entonces llamaron al galn. Le entregaron un caballo, una espada y una bolsa y le prometieron la nia si se marchaba a buscarla por el mundo...

aqu tenis que acept y que sali camino de la selva, que se extenda interminablemente a unas
leguas del lugar.

fondo de esta selva se levantaba un palacio; pero eran los senderos tan difciles y tan grandes los peligros que en ellos se
el

En

encontraban, que jams ni

la

osada ni

el

valor se

acercaban a sus prticos.


acerc
el

Mas

aqu tenis que se

amor, porque

el

galn se entr selva adeermita...

lante y a
el

poco encontr una


recibirle,

ermitao a
si

Se adelant llevando tras s un len

como

fuera un perrillo carioso. El ermitao le

estrech las

manos y

le dijo:

---No lemas,

le

que yo te esperaba!... ofreci de cenar, y cenaron juntos. El ermis a lo que vienes, y te ayudar.

tao continu:

Ya

Maana,

cuando desaparezca el sol, encontrars otro ermi* tao, hermano mo; has de hacer lo que te diga, porque te prometo que tambin te ayudar...

Y
de

le

ech su bendicin, y
l,

le dijo al

len a la hora

partir:

Vete con
A
la

y defindelel...
el

cada del sol,

camino

los

condujo a

la

74

otra ermita; se adelant el ermitao a recibirlos, y tras l marchaba un tigre como si fuera un perrillo

carioso.

el

ermitao

le dijo al galn:

No temas, que yo te esperaba!... Y despus de la cena continu:

Ya

s a lo

que vienes, y

te ayudar.

Maana,

cuando desaparezca el sol, encontrars otro ermitao, hermano mo; has de hacer lo que te diga, porque te prometo que tambin te ayudar!... Y le ech su bendicin, y a la hora de partir le
dijo al tigre:

Vete con
A
la

l,

y defindele!...
el

cada del sol,

camino
si

los

condujo a

la

otra ermita; se adelant el ermitao a recibirlos,


tras l

marchaba un oso como

fuera un

perrillo...

El ermitao le dijo al galn:

Gracias a Dios que por fin llegaste!... S a lo que vienes, y te ayudar de todo corazn si te encomiendas a Dios! Y al oso le dijo as: {Vete con l, y defindele!...

***

aqu tenis que

el

galn, el len, el tigre y el

oso llegaron a un puentecillo que guardaba un gigante. Era el gigante feroz, tan grande como una montaa y con unos ojos que parecan echar fuego
y con una boca que pareca quererse comer a medio

mundo. En una mano

tena

una maza como

75
y a la cintura una honda como una serpiente. En cuanto vio al mancebillo fu hacia l, lo

una

torre,

examin con desprecio y

le

pregunt con rabia:

Adonde vas?... A pasarl...

jNo se puede!...
S

se puede, con la ayuda de Diosl...

El gigante levant la maza; pero antes

de que

la

descargara sobre

el

mancebillo, ste

le

clav su

espada en un costado y pudo pasar el puente. El gigante dio un bramido, sac la honda y le arroj varios peascos terribles; pero los animales se

mataron a mordiscos... El mancebillo sigui y encontr una vieja; hilaba copos de camo, y en cuanto le vio llegar dej la rueca y sali a preguntarle:
echaron sobre
l, lo

tiraron al suelo y lo

Adonde

vas?

Al palacio...

No se puede...

jS se puede, con la ayuda de Diosl...


Silb entonces la vieja, que era la bruja

mala de todo
toros,

el pas,

y salieron de

la selva

ms muchos

muchos
el

carneros,

muchos

perros...

Los ani-

males que
ellos

mancebo

llevaba se arrojaron sobre

y los mataron en un tris, a pesar de los aullidos de la bruja, que muri tambin en el zipizape

de un abrazo del

oso...

El mancebillo sigui y encontr el palacio.

En

un balcn aguardaba

la ifla,

resplandeciente de

76

la

hermosura; pero los guardias que cuidaban puerta le pararon tambin:

Adonde
No

vas?...

Adentrol...

se puede!...

iS se puede, con la ayuda de Dios!...


Llegaron los animales, y los guardias entraron en la casa, se detuvieron en un saln y de repente

son una corneta. El saln se llen de guerreros, y entre los animales y los guerreros se inici una lucha mortal. El mancebillo aprovech el momento para correr a la nia, y no hizo ms que tocarla, y en el instante cesaron los clamores y los ruidos y
desaparecieron los guerreros, los animales y el palacio. Se encontraron en un campo, y la hermosura
del

campo y

la fatiga les

cerraron los ojos y los hi-

cieron dormir... Soaron que estaban en misa y que reciban la bendicin de Dios. Al despertar se

encontraron en

la

casa de la nia, rodeados de sus

padres, de sus amigos y de sus criados...

En

sefui

guida se casaron y fueron vine, ao me dieron nada.

felices,

y a mi, que

El gato casamentero.

Erase vez y vez un pobre hurfano, que no encontr en la casa ms hacienda, a ia muerte de su
padre, que una peseta y un duro. Se puso a meditar

en su desgracia, y no andaba muy lejos de renegar de su suerte, cuando el gato de sus padres
le

se

acerc respetuoso a ofrecerle sus servicios.


hicieras caso a

Si me

m le

dijo, an pu-

dieras casarte con la viuda.

Esta viuda era joven, hermosa, y posea una fortuna extraordinaria; habitaba en un palacio, al lado

de la casa del mancebo, y hay que decir que si ste deseaba hacerse rico, ms que por ambicin o por codicia, era por acercarse a esta mujer. El gato le
aconsej con discrecin, y el mancebo se resolvi a seguir sus consejos. El gato se acical, llam lue-

go a

la

puerta de

la

viuda, y

le

pidi un celemn:
,

Lo
mo

necesita mi

amo le dijo

y maana mis-

se lo devolver.

La viuda se lo prest de buena gana; el gato cogi el duro de la herencia, busc una resquebradura en la medida, y en ella lo coloc. A la tarde siguiente se present de nuevo en el palacio, pre-

^
/ gunt por
la

78

seora y le devolvi el celemn; a la vez aprovech la ocasin para poner en las nubes a su seor, que le mandaba las gracias. En esto la
el

seora vio

duro, y

el

gato se neg a recogerlo:


si

mi amo maldita la falta que le hace: tiene tantsimos, que desde ayer hasta hoy los estuvo contando a cele-

Dselo

a los criados

quiere.

mines!

Se asombr la seora, porque no se imaginaba que tuviera el mancebo tan importante caudal. Y al cabo de pocos das volvi el gato a pedirle el celemn. Se lo prest y l introdujo en la resquebradura
vrselo
la
la

peseta de

la herencia.

Cuando
la

al

devolel

gato

la

y se rechaz arrogantemente:

seora

la advirti

quiso dar,

No,

no; djela usted para los criados! Mi

amo

tiene tantsimas,

que desde ayer hasta hoy

las es-

tuvo contando a celemines!

Luego fu
decimiento a

el

amo

del gato a exponerle su agra-

la

seora, ofrecindose a sus rde-

nes, y pagndole con flores su atencin, y la seora le encontr de su gusto e hizo que se repitieran
las visitas.

De

este

modo acabaron

del gato, la seora y el

por casarse, y el amo gato fueron felices hasta

que murieron. Dios


Jess.

los tenga

en su

gloria,

amn,

1 ahorcado*

Pues sta era una mujer que deca as: Pero, Dios mo! por qu no me dais un hijo que me alegre la casa? Y lo deca tantas veces, con tan grande fervor y tan sincero deseo, que Dios Nuestro Seor oy sus splicas, y la mujer tuvo un nio, fuerte, robusto, gracioso, que sonrea con los ojos y los labios, y que fuera la esperanza y el consuelo de sus padres, de no haberle el destino sealado para un terrible dolor. En la espalda de este nio escribiera
el

destino

el

porvenir; y le anunciaba la horca para

cuando cumpliera los diez y ocho aos. Pasaron los de su infancia, y al cabo lleg la mocedad. Era bueno, generoso y ayudador de los pobres; lstima que saba, lstima a que llevaba el
corazn.

en todas partes dejaba algn remedio,

alguna alegra, alguna caridad, y en todos escuchaba a cada instante:

Que Dios
gen
te

te

bendiga! Que

la

Santsima Vir-

d buena suerte!
partes dejaba la alegra, que en su casa

En todas

significaba la tristeza.

Sus padres

le

miraban con

80

angustia y lloraban a solas. Su madre le besaba con amor, y se ocultaba despus para que no la
viera las lgrimas.

acab por notarlo, y tantas veces la sorprendi, y tantas la interrog, que la madre le confes lo que saba. jEl destino era implacable y la edad que le fijaba estaba cereal Pero
l el hijo la

anim,

le

pidi su bendicin, solicit per-

miso de su padre para marchar por el mundo, y por el mundo se fu, al encuentro del destino.

hala... hala...

por
la

el

mundo. Lleg a un pue-

blo a altas horas de

noche, y ya estaban cerradas las posadas. Fu. al prtico de la iglesia y se


la

tendi a

un banco; y cuando principiaba a adormecerse, oy tocar las campanas y vio en la obscuridad un esqueleto que tiraba de la cuerda, con ropn de sacristn. El mancebo se levant con susto y retrocedi en seguida; pero tamlarga sobre

bin se repuso en seguida:

Que sea lo que Dios quiera! dijo


Acab de
acerc a su husped:

l.

tocar el esqueleto, at la cuerda y se

Sabes ayudar

a misa?

S, seor. Quieres ayudarme a m? Si me necesita usted, con mucho gusto. Abrironse las puertas de la iglesia sin que nadie las tocara, entraron el esqueleto y el condena-

-sido a
la

horca, fueron a la sacrista, y


vestirse.

el

esqueleto

comenz a

Sobre los huesos brillantes, descarnados y sonoros, fu colocando las prendas, despus de murmurar unas palabras; el mozo le arregl el alba, le at el cngulo, le coloc la casulla.

salieron al altar.
iglesia, llena

La

de
la

do; la lucecilla de

y de tinieblas, daba mielmpara temblaba de terror.


fro

En

los rincones

ms negros se vislumbraban apa-

gadamente bultos y movimientos de fantasmas. Y en el silencio agobiador y lgubre, saltaron de repente bisbseos, ruidos de pasos, vuelos de rumores,

como
la

si

los fantasmas avanzaran, se acercaran

al altar

gr

y rezaran una oracin. El esqueleto consahostia, y el cuerpo del Seor se levant en

sus manos, que se llenaron de luz. El muchacho,

con profunda devocin, sin volver un solo instante la cabeza, toc la campanilla. Y las gotitas de msica rodaron a lo largo de las naves como cuentas de rosario, y empezaron los rumores a apagary los pasos a atenuarse, y los fantasmas a desvanecerse. Y principi el esqueleto a llenarse de claridad... Cuando la misa acab, an temblaba la luz sobre sus dedos.
se,

entonces

le dijo al

mozo:

Dios

te lo

pague, hijo mol Fui cura de esta

aunque hice caridades en abundancia, siempre puse ms aficin en el dinero que la que permite Dios, y lo que me sobraba lo enterraba en
parroquia, y
6

82

un campo. Para purgar este pecado, me conden Nuestro Seor a venir a este lugar todas las noches, hasta que tropezara una persona de bastante valor y abnegacin para ayudarme a la misa. Llevaba algunos aos de esta manera sin que se acercara nadie, y acabas ahora de redimirme t. Acompame adonde tengo mi fortuna y te pagar este bien que acabas de hacerme. Llegaron a una tierra solitaria, con un solo arbolillo.

Escarbaron

al

pie de este arbolillo, y salieron

monedas a montones. Una fuente de monedas pareca el agujero, y un arroyo de oro el que forlas

maban. Y el esqueleto dispuso: La mitad se la entregas a los pobres, y

te

guar-

das para
al

ti

la otra

mitad.

despedirse del

mozo

le

prometi defenderle
le

de todos los peligros de su vida. Se despidi, bendijo y desapareci en la noche.


* *

repente se oyeron pasos, y aparecieron varios bultos en la sombra. Se acercaron al mozo, le


vieron
el

De

tesoro que guardaba, y se volvieron locos

de placer. Eran una cuadrilla de ladrones que andaba de merodeo por all: la presa que de repente les deparaba la casualidad, significaba para todos la riqueza. Se la quitaron al mozo, y para evitar que
pudiera descubrirlos, resolvieron ahorcarle.
El capitn pregunt:

83

feliz?

Qu da es
Ante

el

de hoy, para nosotros tan

Y le respondi un ladrn: El veinticinco de noviembre.


los ojos del

mozo apareci de repente su

que se haba olvidado aquellos das con la novedad del viaje, la bulla de las posadas y la aventura de la iglesia. El veinticinco de noviembre, y en punto del comienzo de la aurora, cumpla los diez y ocho aos. Los ladrones le enlazaron una cuerda alrededor del cuello, le subieron al arbolillo y le colgaron de l. El arbolillo se encorv y se lament, y el mozo qued en el aire esperando que la muerte le acadestino, del

bara.

Pero de repente aparecieron en


ces, vivas, temblorosas,

el

aire

dos

lulas

deslumbradoras,

como

que
to.

brillaran

en
el

la

misa en los dedos del esqueleinvisible,

Y como si

esqueleto se escondiera detrs de

ellas

permaneciendo

fueron bajando, bael

jando, llegndose
del cordel.

al arbolillo,

girando sobre

nudo

Se llenaron los ladrones de terror y huyeron diseminados, abandonando el tesoro, abandonando con l el dinero que llevaban. Y se quem la cuerda y el mozo cay al suelo; cuando se levant, vio que las luces se deshacan y oy que le decan
con ternura:

Hijo mo, vete

en pa de Dios, que ya no

tie-

nes nada que temer!

El soldado valeroso.

jUn... do...,
litar

y a correr
el

en su correr

mundo! Y lleg este mimundo a un pueblecillo astuel

riano, pregunt por el alcalde


to.

le

pidi alojamienalcalde!
el

compromiso el del meter aquel mozo que por el aire,


Seor, qu pueblecillo
sadas...

Dnde

uniforme y la figura era digno del palacio de los reyes? Y en este

no haba

reyes, ni

palacios, ni

po-

-Pero, bueno, hay iglesia?


seor. Hombre, Pues entonces no se preocupe usted, que hace
iglesia, s,

mucho calor y dormir en la iglesia. Ave Mara Pursima le respondi


santigundose, que semejante propsito!
el

el alcalde,

Seor

le libre

a usted de

le

explic

la

razn: en la iglesia aconteca

desde aos atrs una cosa extraordinaria: todas las noches, a las doce en punto, comenzaban las campanas a tocar sin que se supiera cmo; en la iglesia no quedaba nadie, en el campanario no asoma-

ba nadie.

estaban los vecinos aterrados y

le

da-

la torre

85

ban mil pesetas como un oro a quien durmiera en


y descubriera
la
el misterio. el

Caramba salt
pues es
pesetas!

militar al oir el

relato,
lleve las

gran ocasin para que yo

me

Pero va usted...? Ya lo creo que voy! Como que a m me


tan los fantasmas!

asus-

s,

seor, fu a la torre. El alcalde

le

dio

la

cena, una escopeta, una espada y una bota de vino

y se atrac el soldado como un prncipe y ech unos cuantos tragos como un rey. Pero he aqu

que a las doce en punto de la noche comenzaron las campanas: dan, dan, dan, dan, dan, danl Y en el campanario, nadie. El soldado lo mir y aun observ los badajos por si algn mecanismo los mova. Nada; nadie. Y las campanas, dan... danl...
ma

* *
el

Pero
grit:

el misterio

termin de pronto;

soldado

oy pasos en
y
-lAltoI

la escalera,

descendi algunos tramos

Suba por
sentndole

la

escalera

un sacerdote y no respon-

di a su grito. El soldado baj


la

ms y

le dijo

pre-

espada:
es,

Si no me dice quin

dse por muerto!

Valor
Para

tienes!

esto y para ms.

86

qued unos
instantes

El sacerdote se detuvo, se

pensativo y al cabo le pregunt: Y tendrs valor para ayudarme a misa?

Ah, ya lo
Entonces
le

creo que
explic
el

sil

sacerdote

la

razn de que

tocaran las campanas: haba cobrado en vida adelantadas varias misas de difuntos, y se haba muerto

cuando todava

faltaba una. El difunto

que ha-

ba de recibir este beneficio lo esperaba ansiosa-

mente, padeca por

inagotables dolores, y no cesaba de pedir al sacerdote que le libertara de


la falta

ellos,

mortificndole en su tumba para que fuera a

la iglesia

-Y

y le aplicara la misa. ahora que conoces el

misterio,

quieres

ayudarme? S, seor.
--Pero, veas lo que veas y oigas lo que oigas, no vuelvas la cabeza, porque de lo contrario nos

perderemos.

No tenga usted cuidado, que no la


Y
seiueron
al altar.

volver.

* * *

El silencio de la iglesia era absoluto: las pala-

bras del sacerdote y del soldado resonaban en

con precisin. Ni por un solo momento se le ocurri al soldado vacilar, ni por un solo momento se le meti el temor en el espritu... Como si nada extrao le sucediera. Y de pronto lleg el Sanctus.

Lo
dijo el

87

la

sacerdote gravemente, llena

voz de

temblor y de inquietud.

Sanctus,../ Sanctas,,.! Sanctus,../


El soldado toc la campanilla.

todos los esp-

ritus

malignos se lanzaron en

la iglesia
al

empujndose, chillando, rodeando


seosos de arrastrar
al sacerdote...

de repente, militar, de-

se gritaban los

unos a

los otros:

Agrrale!
Llvale!

que est ms cereal Pero el militar no volvi la cara, aunque se le pasaron buenas ganas de decirles alguna cosa a los espritus. Y la misa continu con estas apariciones, estos gritos, estas bullas, hasta que el sacerdoTira
t por ste
te

mand
jlte,

as:

missa

esf!

Obedecieron las sombras; la iglesia qued desierta nuevamente y el silencio fu de nuevo sepulcral.

a
la

la

cura y el aclito se recogieron sacrista, en los ojos del primero resplandeca


el

Cuando

gracia y en los del segundo el jbilo. El cura

se desvisti, coloc luego las

manos en

los

hom-

bros del soldado, y

le dijo

con dulzura:
le

Que Dios te pague este bien!


Y
despus de bendecirle

mand preguntar en
de mayor catego-

el

lugar por

uno de
le

los vecinos

ra, referirle

este suceso y pedirle los papeles

que

el

sacerdote

haba encomendado. Despus des-


apareci.

88

Cuando

el

alcalde n*!*^

que le hallana af militar, creyendo de de alegra, Porque vo, le encontr saltando

"f do ^^''f a po reduc

J
una

ms de
fortuna.

las mil pesetas del

premio acababa de gaentregarle

narse unos papeles que

mandaban

El espectro.

Pues seor, que estos dos

militares, tan

buenos

mozos y

tan valientes, regresan a su pueblo del

servicio y piden alojamiento dondequiera que llegan. Y llegan a este lugar, y buscan al seor alcal-

de y

le

dicen de este modo:


alcalde, a ver

Seor
noche.

dnde dormimos
si

esta

Misericordia divina,

como

que meterse en una casa, cama y que llenar el pueblo de ronquidosl El alcalde se excus: Miren ustedes que tal... Miren ustedes que cual... Adviertan que este pueblo es muy pequeo y que no es fcil colocar a dos personas. Y entonces, qu demonios quiere usted, que

no hubiera ms que tumbarse en una

durmamos en
iCielos,
calle

la calle?

eso tampoco, no era posible! En

la

dos soldados, heroicos defensores de

la patria

y glorias indiscutibles del pas!


or.

En

la calle

no, se-

Aguardaran un momento y se resolvera este conflicto con toda felicidad. Precisamente, eso es... Si los soldados deseaban adquirir renombre y

as,

90

el

ganar cincuenta duros cada uno, dos hombres tan


tan valerosos, los estaba aguardando

pueblo

como regalo de Dios. Pero entonces, qu ocurre?


hay una casa de miedo en la calle principal y en ella suenan cadenas, se ven luces y se oyen suspiros. La llamamos la casa del escribano. Uno de los soldados empalideci. El otro se

Que

ech a

reir.

dan cincuenta duros a quien duerma una noche en esa casal Tiene acaso alguna leyenda memorable? Leyenda memorable, no, seor. Pero el escribano que viviera en ella haba sido ms malo que Can y muerto sin sacramentos. Nada ms: eso era todo. Y el soldado valeroso se meti decididamente en la aventura. Y el soldado cobarde le acompa, porque los cincuenta duros le tentaban la comiedo...! V le
dicia.

Conque una casa de

y ya es de noche. Pero el soldado cobarde no se detuvo en el dormitorio,

ya estn en

la casa,

porque cuando empezaba a desvestirse sinti un porrazo en la espalda, y dijo asi: jAy, Dios mo! Y escap como si se lo llevaran los diablos. Su compaero se sent sobre la cama, encendi una vela y se puso a leer. Oy ruido de cadenas

de repente, y levant

la

cabeza y dijo

as:

91

intill

jEh, que no quiero ruido, que es

Pero el ruido continu, y l suspendi la lectura, se puso en pie y dio esta orden: El que sea, que baje, que le espero. Al punto sonaron pasos. Y baj la escalera un viejecito, todo arrugado, encorvado, consumido,
tembln. Sus ojos,

una llama; su do de hierros que sonaban con estrpito al moverse. Llam desde el primer tramo al militar, contemplndole con asombro; pero el militar sigui su lectura hasta que el viejecito lleg a l, le toc y le
pregunt:

como dos brasas; su boca, como carne, como una hoguera. Iba carga-

Tendrs
.

valor para venir


s.

conmigo?

S, me parece que

Entonces
cmo
fro aqu

vas a salvarme. Porque yo no s

sern las penas del infierno, pero las que su-

son espantosas.

Yo soy

el

escribano sin

entraas que empobreci este lugar y que estoy condenado eternamente; mas los demonios me

buscan, tiran de m,

me

atormentan y no pueden

arrancarme de este

sitio.

por qu?
el

Porque en

hbito que llevo, y que

me

pu-

sieron de mortaja, hay una onza de oro que tiene

una cruz. Y lo que te suplico es que me quites el hbito, sacndome primero la manga de la parte de la onza. Salironse a un corredor, obedecile el soldado,

y apenas sac
ste se
la

92

el

I
espectro le peda,

manga que

esfum en el aire. Volvi a la calle el soldado y cobr los cincuenta duros, consintiendo en que cobrara otros cincuenta el compaero medroso; en seguida se fueron los dos en busca de nuevas hazaas. La casa del escribano no volvi a causar miedo a los vecinos, porque cesaron los
ruidos, los relmpagos, los ayes, y al pobrecillo es-

cribano lo llevaron los demonios

al infierno.

La calumnia*

Esta era una nia que idolatraba a su galn, pri-

mer amor de su
vida iban a

vida,

fijarse

y todos los ensueos de su en l. Le esperaba con pasin

todas las noches, y los gestos, las palabras, la figura del galn le parecan hechizos que le llenaban

Le esperaba con pasin todas las noches; pero una le esper sin resultado y la inquietud no la dejaba sosegar. Dios mo se deca, estar enfermo? Y le esper otra noche intilmente; el reloj conel

alma de caminitos de

luz.

t las horas, ella cont los instantes

el

galn no

maana, la nia se empe en averiguar el motivo de la ausencia, y se enter por la madre del galn de que ste se marchara lejos, a la ventura de Dios y sin determinar
apareci.
lleg la

Cuando

adonde.

Pero, Dios mo, por qu?

se lo dijo la madre:
le

Porque
Pero no

le

han engaado, hija ma. dijo cmo, y la nia se llen de des-

94

consuelo. Se encerr en su habitacin y se puso a recordar y a sollozar, como si todos sus sueos y

todas las razones de su vida y todos los deseos de su alma se hubieran extinguido de repente. A poco
principi a languidecer a solas con el dolor y la

desesperanza. Y buscaba en sus recuerdos una sombra de pecado que hubiera dado motivo a
la

sos-

pecha, y no encontraba ninguna; todo en ellos esparca claridad y respiraba adoracin. Y a poco lle-

rumores que corran por la calle: el galn haba embarcado para Amrica porque la haba calumniado una vecina. Y la nia se sec como una rosa, y toda su hermosura se apag como una luz.
garon a
ella los
* *

Cuando
miento
el

lo

oy

la

vecina, le mordi el remordila

corazn y comprendi
la

magnitud de

su maldad. Haban sido

envidia y los celos los

que movieran su lengua y llenaran de baba sus palabras, y haba sido la murmuracin de quienes las recogieran la que las aventara a todas partes como chispas de un incendio. Le mordi el remordimiento el corazn, y
la

vecina se meti en

la iglesia

en

busca de

paliativo; se arrodill en
le

escapar las lgrimas. Luego


sericordia.

un rincn y dej pidi al Seor mipregunt con ca-

Un
rio:

cura viejecito que

la

vio

le

Y
ella le

95

la

Quiere usted confesarse? Yo


respondi que
s.

oigo.

Le confes su maldad; le confes que el nombre de la nia haba sido manchado por su causa y rodado por su causa entre la burla, el escndalo, la risa de las comadres; le confes que la nia se haba muerto de vergenza y de dolor. Y el cura viejecito se espant de la gravedad del crimen, y le puso en penitencia, para que Dios y la nia la perdonaran, el ir a Roma, recorrer todos sus templos y dormir una noche en cada uno. Fu a Roma de peregrina, rasgndose los pies en los caminos y pidiendo limosna en las posadas. Lleg a Roma y se sent a descansar a la puerta de un mesn; entraban los recueros, los

seores, los aldeanos, los


la iglesia

criados...

Y un

criado que llegaba de

les

dijo

esta

noticia:

Se sabe que esta noche aparecer una difunta


en una de
las iglesias

de

la

ciudad.

quin lo cont? le preguntaron.


sacerdote

Un

muy bueno

lo

anunciaba en este

momento desde
entre sollozos:

el pulpito.

La mujer, traspasada de pena, se puso a clamar

Ay, qu va a ser de
Se acercaron
guntaron
la

m!

los parroquianos del

mesn,

le

pre-

causa de su angustia, y ella se la cont punto por punto. Al criado le dio lstima, y para

alentarla
la puerta.

96

un poco se ofreci a acompaarla hasta

Pero, Dios mo, y despus?

le

respondi
la
ir

el criado:

Yo

aguardar en
la

el prtico,

si

corriera

algn peligro
Entr en
ll

en su ayuda.
la

a la

mujer y se arrodientrada. El criado paseaba por el prtiprimera iglesia

co. Y, de repente, la mujer vio

un resplandor en un rincn y que en seguida se levantaba un bulto. Se le anud la voz en la garganta y, temblando de miedo, se ech sobre la losa; sinti entonces que la tocaban en el hombro, y al levantar la cabeza

vio a la nia calumniada, envuelta en resplandores,

muy

blanca y

muy

linda.

Vio a

la

nia,

que

la dijo:

Sigeme! La sigui; llegaron unas tras otra a agua bendita, y la nia le mand:

la pila

del

Vuelca
Obedeci

la pila

en

el suelo.

la

mujer.
el

agua que esparciste. La mujer respondi llena de espanto: No puedo! Pues tan imposible como es el juntar esa agua, lo es el volverme el crdito que me quitaste, por mucho que lo desees.
junta

Ahora

Call la nia;

le

mand luego
lengua.

la

mujer:

Ahora, saca

la

Y
do
la

97
la

la

mujer

la

sac y

nia se

arranc, dicien-

as:

jPara que no quites el crdito a nadie ms!


El criado
trar

en

la

oy un rugido espantoso y quiso eniglesia para cumplir su palabra; pero no


si

pudo moverse, como

le

sujetaran por los pies.

El

madero de

la horca*

Conducan a la horca un criminal. Y un ermitao que viva en una cueva, al pasar la comitiva
suspendi su oracin para decir:

Sabe Dios
justo

las infamias

que habr hecho! Es

que

le

ahorquen.

La vida del ermitao era de penitencia y privacin, y su alma estaba llena de dulzura y caridad. As, hablaba con los ngeles, y un ngel le llevaba la comida cuando le faltaban hierbas de los campos. Aquel da le faltaron, porque ya no las haba en los alrededores de su cueva, y divertido con sus rezos, no pudo marchar lejos a buscarlas. Pero el ngel no lleg. Se impacient el ermitao,
se arrodill otra vez y solloz otra vez sus largas oraciones. Pero el ngel no lleg. Al otro da el

ermitao recorri
fuera ajusticiado

el

desierto en busca de las hierla

bas de costumbre, y tropez


el

criminal. El

montaa en que madero de la horca


estaba suspendido
la

se levantaba en
el

el

pico y de

cadver. Encima del madero de

horca

el er-

mitao vio al ngel que le llevaba el sustento, con las alas plegadas y los ojos llorosos.


Dios

99

mo, qu haces ah?

Esperaba a que vinieras para darte este pedazo del madero de la horca. Grande era el criminal que aqu muri; pero por grande que fuera, tenas
obligacin de compadecerle. La falta de compasin

con que le viste pasar camino del patbulo, significa una mancha que necesitas borrar. Dormirs en adelante sin otro cabezal que este madero; abandonars tu cueva para irte por el mundo, y sabrs que la mancha se borr cuando el madero eche
flores.

El ermitao se puso de rodillas, cogi el


ro, se fu

made-

por

el

mundo...

muchos caminos, descans en muchas cabanas y durmi en muchos palacios... Y siempre


Recorri

colocaba su cabeza sobre

madero, en espera de una flor... Recorri muchos caminos, lleg a un bosque y vio una choza. Llam, para pedir que le
el

diesen albergue, y apareci una vieja que le dijo: Aqti no debis deteneros, porque corris pe-

ligro

de

morir...
le

respondi, no temis nada, que est Dios en el cielo velando por mi vida!... Y le cont su historia. La vieja le escuch con atencin, sinti apesarada el alma, y llor de arrepentimiento... Porque aqulla era una cueva de ladrones y los ladrones eran sus hijos... El ermitao coloc el madero en un rincn, y se acost, y se durmi tranquilamente. Los ladrones eran tres y

Ay, no

que tuviesen caridad, y


acercaron y tocaron
vieja les suplic
el

100

mostr en
el

llegaron en seguida. La vieja los abraz, les pidi


les

rincn

al

ermitao, refirindoles su vida. Los ladrones se

madero de

la horca...

La

con lgrimas en los ojos: Abandonemos esta vida de pecado, y volvmonos a Dios nuestro Seor!...

los ladrones dijeron:


el

~|S, madre; cuando

madero

florezca!...

Lo decan^por^burlarse de su madre... A la maana siguiente la cara del ermitao amaneci transfigurada;


ella
la

muerte

le

haba puesto en

muchsima dulzura, y ios rayos de sol que penetraban en la. choza foimaban una aureola a su cabeza. jEl madero en que posaba su cabeza estaba lleno de flores!... Y los ladrones cayeron de rodillas, quisieron murmurar una plegaria, no los dej su dolor y se echaron a llorar!...

1 herrero y el diablo.

Pues rase que se eray


para todos sea, y
el

el

bien que resulte


lo fuere

mal para quien

a bus-

carun

herrero pobrecito, que trabajaba infatiga-

blemente y siempre sin resultado. En su masera ni harina y en su arca ni camisa... Los siete rapazuelos hijos suyos,

que

le

llenaban

la casa,

cantazos

se comeran

si

se los envolvieran en aceitel... \Y el

herrero pobrecito, pasndose las noches sobre el

yunque, y sin poderlos hartar


rias!...

ni siquiera

con

fa-

una vez les falt cena. Y el padre sali a la calle renegando de su fortuna y dndose a todos los demonios. jSi no fuera por lo que es pensaba l ya hubiera vendido el alma, y a buen seguro que el diablo no habra de rechazrmela por el preciol... Y en cuanto lo pens, como por arte de birlibirloque!... [El diablo mismo, el mismsimo, con rabo, cuernos y ojos de llama!... Se le apareci de repente, le cogi por un brazo y le detuvo... Conque s?... Pues no hay ms que hablar! lEl alma no te sirve para nada> t me la vendes.


yo
te la

102

cabo de tres aos me la entregas, y a divertirse se ha dicho! El herrero se qued en una pieza del pasmo, pero se repuso luego y respondi: Ni tanto ni tan calvo, compadre, que el negocio es de peligro!... Y antes de meterme en l, necesito enterarme de lo que produce...
compro;
al

El diablo contest as:

hartura para tus hijos y para ti la tranquilidad; todo lo que quieras en la mesa, y todo lo que se te antoje en el bolsillo: pajaritas de
los cielos a la

Pues produce

hora de comer, y doblones a destajo

a las horas de gastar...

Y
Y

el

herrero, sin pensarlo otro instante:


hecha!...

Cosa

el diablo:

Pues que buena pro

4(

te haga!...

Desde entonces se acab


cender
el

la

mohina.

sin en-

horno, sin martillear las barras y sin mover los fuelles, la fragua del herrero pobrecito se
convirti en

mina de oro inagotable. Los siete rapazuelos hijos suyos se daban unos hartazgos como para morir de indigestin, y l se hinchaba
de alegra vindolos engordar y prosperar... De su pacto con el diablo no quiso aprovechar otra ventaja. Nada de excesos, de bullas, de peticiones
fantsticas,

de soberbias fabulosas...

El,

el

herrero

de siempre, que
si

103

s,

no trabajaba para

trabajaba

con frecuencia en bien del prjimo... Y tambin debe decirse que en cuanto se enteraba de una necesidad o de una miseria, echaba mano a la bolsa y aplicaba el remedio en el instante. Lo cual inco-

modaba

al

diablo

como

si

le

clavaran banderillas,

porque eso de emplear en caridades el dinero de su caja era cosa que no entraba en su plan... Como que los vecinos de su amigo, que se imaginaban que el dinero lo recibiera de una herencia, siempre que hablaban de l, se expresaban as: Que todos los beneficios que nos hace se los pague en la gloria Dios nuestro Seor!... Y el herrero advirti de repente que slo le faltaban unos das para dejar el mundo. Los tres aos convenidos estaban al expirar; la satisfaccin de comer sin inquietudes y de ver engordar a los rapaces, le hiciera olvidarse del peligro que se le echaba encima. Y se puso triste y de mal humor, aunque no de tan mal humor que espantara a los pobres. Esta fu su salvacin: porque una noche dio hospitalidad a un ancianito, le prest su cama, le ofreci su mesa y le entreg una limosna... Y el ancianito sospech que al herrero le pasaba algo y
le

pregunt por

ello:

Si quisiera descubrrmelo,
diera remediarle...

yo pienso que pu-

Se

lo

descubri

el

herrero con los ojos llenos de

lgrimas.

el

ancianito le consol de este

modo:


Cuando
al infierno,
el

104

la escalera,

diablo se presente para conducirte

procura que se suba a


t,

ya no podr escapar... dejes de aprovechar esta ocasin para hartarle a


tizonazos!...

mientras no quieras

que Y no

El viejecito se fu. Lleg el diablo a los


das, entr
le

pocos

en la fragua dndoselas de personaje y pregunt al herrero:

Supongo
buscar...

que ya sabrs

lo

que vengo a

S,

seor...

~Y

ests preparado?...

S, seor...

Ah tengo

la

maleta con

la

ropa, en

sa habitacin

alta... ah...

Si t

fueras tan amable

que quisieras apurrrmela!... ^ Subi el diablo a la escalera, cogi un hierro candente su compadre y se lo aplic al cogote: e diablo solt un chillido que hizo temblar a todos los demonios del infierno; pero intent volverse para lanzarse sobre el verdugo y deshacerle entre sus uas, y advirti que no poda. La escalera le amarraba por los pies, e hizo terribles esfuerzos para librarse de ella y escapar, y todos fueron intiles. Y el herrero, con el hierro no paraba un
instante: se lo pona

rabo y en la espalda, se lo hunda en el pecho y el estmago, se lo clavaba en la rabadilla y en las piernas... Y el diablo, bufar,

en

el

chillar, tirarse

gritar

de los cuernos, encogerse de a cada paso:

rabia..*

Djame
bajar,

105

que no te llevar... Hasta que al cabo el herrero se cans. Me dejars en paz?... jY tan en paz!... Como que ni volver a tentarte en los das de mi vida!... Est bien... Puedes largarte cuando quieras!... Y el diablo se larg con tal horror, que no apareci jams ni en las quinientas leguas del con-

torno...
*

1-

Pero se muri el herrero cuando le lleg la hora, colmado de bendiciones de todo su lugar. Y pam... pam... nubes arriba, hasta la portera del cielo.
Llam, sali San Pedro, y hablaron: Vaya si te conozco, hombre!...
Povedal... El
El

herrero de

que fu a

visitar

Nuestro Seor disfu

frazado de mendigo... Y que no


paliza
lo

menuda

la

que

le metiste a Satans!...

Excuso decirte

que aqu nos divertimos aquel da!... Pero, bueno, y a qu vienes?... Hombre, pues ya usted lo puede suponer! A quedarte en la gloria?

S, seor. Ca! Dios me


bre que pact con

libre
el

de dejarte pasar!

Un hom-

demonio, meterse entre los

ngeles! Abajo, abajo! T, abajo!

le

dio con la puerta en las narices. El herrero

se ech a llorar y contempl la puerta con dolor;

en seguida fu bajando poco a poco.

de repente

encontrse ante

106

que estaba

el infierno. Ei diablillo

de portero

le

detuvo:

Adonde va

usted?
es usted para venir

Adentro. Y se puede saber quin

con esos modos? El herrero de Poveda. iPiff! Qu espanto el del diablillo en cuanto oy este nombre! Cerr, tranc, ech a correr. Y a todos los diablillos que encontraba les iba diciendo as: Que ah viene el herrero de Poveda! El diablo grande se llen de pnico, salt del trono y escap. A todos los diablillos que encon-

traba los tiraba patas arriba.


tro

atropellando a dies-

y a

siniestro, lleg al ltimo


all

corri la tapa, y

pozo de su casa, se agazap dando diente con

diente

el infeliz.

qued como quien ve visiones. Y tras mucho meditarlo, se encamin otra vez nubes arriba. Llam otra vez en la gloria y le cont a San Pedro lo ocurrido; San Pedro se rea como un alma de Dios. Pero cuando termin el relato volvi el
El herrero se

herrero a su tema:

Ande, djeme usted entrar! Y San Pedro, irreductible: Pero, hombre, si no puede

ser!

Entonces salt
resignaba

el

herrero fingiendo que se


as,

abra

la

puerta un poquitn

para que


gloria.

107

lo

pueda asomarme y hacerme cargo de

que es

la

Se prest a complacerle e apstol, y el herrero se asom. Pero de pronto, ech mano a la montera y la arroj en el zagun. Cuando supuso San Pedro que haba visto o bastante, quiso cerrar otra vez; pero le rog el herrero: jMire usted que se me cay la montera! Djeme que la coja en un tris!

El apstol le dej.

entr, cogi la montera,


ella,

cogi despus una


est.

silla,

arrellanse en

all

San Pedro no pudo echarle, y cuando fu a decrselo al Seor, el Seor sonri complacida-

mente.

La suegra

del diablo.

verdad, y valga la franqueza: la ta Petronila era pesada, pero la Manolita era imposible: se
la

No,

pasaba

la

vida ante

el

espejo, en el paseo, al bal-

cn, y a todos los muchachos del lugar los traa medio locos. Como guapa, era guapa hasta dejarlo

de sobra. Los ojos, de luz; la boca, de fresa; los colores, de manzana; la gracia, de garabato. Y el palique? Dios mo, qu palique! Como para hablar en pblico! Pues con todo y con eso, insoportable. Ni fregaba, ni cosa, ni arreglaba la casuca, ni se preocupa-

ba del fogn... Ella novios y cortejos, y su madre lo dems. Y as estaba la vieja erre que erre, unas veces con los potes, otras veces con las camas, otras veces con los platos... Y as se explica que aquella tarde, en un momento de clera, al ver a Manolita de palique con el centesimo galn, la vieja le espetara estas palabras:

Jess, hija; as te casaras


* * *

con

el

diablo!

Bueno. Pues aqu

est el

mozo de

la

suerte:


guapo,
rico, inteligente

109

y amado de Manolita. Lo que se dice una alhaja o un premio gordo. Las muchachas del lugar estaban que se daban de puetazos por cogerle en la red. Pero la Manolita se acer-

dos sonrisitas y ie encaden en su charla. Ay, Dios mo, qu charla la de Manolita! Y a continuacin el casorio. Vamos! Qu se crean las
c, le solt

muchachas? Boda de rumbo, y con alegra. Pero la sea Petronila no quiso ni alegrarse ni divertirse; se lo impeda una idea que llevaba clavada en el meollo desde la noche anterior. Aquella su terrible maldicin, que record de repente, no la dejara dormir, y pensaba que su hija acababa de casarse con el diablo, el Seor nos libre, amnl Y encontr la manera de saberlo, que no en vano doa Petronila tena fama de astuta; y llam a Manolita y la advirti:

T
el

de estas cosas, hija de mi alma, no sabes pe-a-pa; mas para que un matrimonio tenga

debe tapar en la noche de la boda todos los agujeros de la habitacin, excepto el de la cerradura, y cuando llegue el marido, le debe recibir con un hisopo y echarle agua bendita. Y la novia dio palabra de respetar la costumbre. iOh, qu olfato el de la vieja! Porque en cuanto Manolita le atiz un hisopazo a su marido, ste se puso a bufar, a chillar, a correr de un lado a otro. Y de repente, ipaf estall como una bomba. Desuerte, la novia
I

bi oirse
el estallido

lio

cuatrocientas leguas

ms de

de distancia. Pero en la habitacin qued el espritu. Y aqu tenis el espritu, que daba cada bote que impona buscando un agujero. Y vio el de la cerradura. Y entr por la cerradura. Pero ayl que no contaba con la huspeda, porque doa Petronila haba puesto una redoma a la salida del ojo, y en la redoma se col el espritu. Su suegra la cerr con un tapn, la agit con fuerza, la coloc despus a la ventana, y en cuanto tena libres dos minutos iba a agitarla otra vez, con lo cual no se acababan nunca
los sudores, los dolores

la

y los gritos del demonio. Pero no: se acabaron, se acabaron... Pasaba por calle un soldadito, vio la redoma, se par a con-

templarla, y el

demonio

le

llam:
instantel
Si tiras

Eh,

chissl Atiende

un

piedra a esta redoma y

la

haces aicos, te

una prometo

una fortunal

Cuntos duros? Veinte mil.

Me parecen muy pocos.


Treinta
mil.

Si

quieres que te salve, cien mil.


si

Pero yo no los tengo! Pues entonces, adis y que


meti en
ellas

te diviertas.

Qu hacer con un soldado de


tambin
al

esta talla? El dia-

blo refunfu, colm de maldiciones a su suegra,


soldadito y se resign al

dnde sacaba
seguir
el

111

negocio. Cien mil duros! Un desastre! A ver de


diablo cien mil duros! Pero haba
sufrido tanto en la redoma,
la libertad

que a trueque de conhubiera dado un milln. El solen


libertad.

dadito le'arroj la piedra, salt el cristal en pedazos, y he aqu al diablo

le

dijoalsoldadito:

Puedes creerme que yo no tengo una peseta, pero s la manera de encontrarlas. Nos vamos al
que es una maravilla de hermosura. Yo me introduzco en su cuerpo y la hago enfermar: pretendern sanarla los doctores, y ser como si no... Entonces llegas
reino prximo,

donde hay una

princesita

t,

le

dices

al rey: Si

me

dais cien mil duros, tal

tal..

en cuanto

me

lo indiques,

yo

me

largo

y negocio concluido.

hala, hala, al reino

prximo.
* * *

Qu bonita la princesa! Mucho ms que Manolita, y eso que Manolita era un encanto. Pues bueno; lleg el demonio, esper a que bostezara, y en
cuanto bostez, paf
el
1

all fu.

le

quit el apetito,

humor y

la salud.

Acudieron los doctores despus de quemarse los ojos sobre muchsimos libros, y el mal cada vez ms fuerte. La cansaron a recetas, y el mal cada vez

ms

esto se desesperaba el rey y la reina lloraba sin consuelo. Y entonces lleg al


fuerte.

Con todo

palacio

el

soldadito.


Le preguntaron

112

los guardias:

Qu vienes Y respondi:

a buscar?

iCien
dijo as:

mil duros por curar a la princesa!

Se lo llevaron al rey, que le prometi la cantidad que peda si lograba su propsito, y que a la vez no la curas, ya puedes prepararte: pagars la farsa con la vida. Y, amigos, que lo oy el diablo, y que se dijo: jAhora vers lo que es bueno! No quisiste abusar de mi desgracia pidindome imposibles? Pues ahora me toca a m rerme a tu costa, porque no voy a salir y te cortarn la cabeza. Y, en efecto, no sali. Vamos, hombre, haz el favor ie rogaba el
si

Pero

soldado.

Yl:

No

quiero.
la

Pero, hombre, y

palabra que

me

diste?

de

S, s,

palabras a m, que buen caso hago yo

las palabras!

Y
la

as

un

da...

as dos...

Al tercero dijo

el rey:

Avisen
cabeza.
El diablo

al

soldadito que esta tarde le cortarn

oy aquella maana unos


la calle.

martillazos,

y dijo a su salvador:

Oigo unos martillazos en


Es

que me van a matar y levantan

el

tablado.

113

Anda, hazme el favor de salir de la princesa, no te pongas majadero. Salir de la princesa? Y para qu? Para qu? Se ech a dormir. Y de repente se levant el soldadito y mand que tocaran las campanas. El diablo se despert; se llen de temor;
quiso enterarse.

Caramba, y ahora qu sucede?

Y le

respondi

el

soldado:

Pstl Casi nadal


tu suegra de llegar.

Como quien

dice nadal

Que

estn tocando en todas las iglesias porque acaba

Se oy un silbido terrible... El diablo se escap como un relmpago y no par hasta el fondo del
infierno.

se cur

la

princesa, y consigui la for-

tuna

el soldadito.

Una apuesta con

el diablo.

Pues seor,

all,

antaazo, hace de esto

muchos

siglos, el diablo

uno tentando al costa. Lo que el diablo discurri para pillarle el alma a San Crispn ni en un mes se contara, y

y San Crispn andaban juntos, el otro y el otro divirtindose a su

como
al

si

no, morena.

Y llegaron las cosas a tal pun-

to en esto

de

diablo

le

de tentar, de fracasar, que llevaban los demonios.


discurrir,

Pues habis de saber que a San Crispn le dio una vez por convertirse en labrador: arrend un campo, lo ar, lo cultiv y lo puso de tal modo en dos semanas, que era una bendicin el contemplarlo. Al diablo le entr una envidia, que se morda las uas. {Miren con los antojos del santito! Y anden con las coles, las patatas, las habas y los arvejos que iba a recoger el santitol De pronto se le ocurri al diablo una idea: se peg un puetazo en la frente, solt una carcajada y dio una zancada de puro gusto. En seguida se llev unos bueyes a otro campo y psose a trabajar, como si no tuviera qu comer. Cada gota que sudaba era mayor que una uva.

115

le

en cuanto termin fu a San Crispn. Hola, hola dijo el santo en cuanto

vio

Ya tenemos tentacinl Ya est aqu Pateta con el anzuelo preparado, y habr que ponerse
llegar
.

en guardia! Pero le pareci tan inocente lo que el diablo le propuso, que no tuvo reparo en acceder. Ya ve usted le dijo el diablo con la cara compungida, tambin yo me he metido a labradorl Eso de trabajar es cosa muy buena que le conviene incluso a la salud, y la vida se pone de tal modo, que una buena cosecha a nadie le estorba. Y San Crispn, con dulzura: S, seor. A nadie le estorba.
El diablo continu:

Precisamente
ta,

se

me ha

ocurrido a m que

si

usted quisiera y fuera listo, adems de su cosecha pudiera quedarse con la ma. Una especie de apues-

sabe usted?
la

Yo sembrar una
ir

simiente, usted

la

ver crecer, acertar en seguida con su

nombre
veces

y toda
hrreo.

cosecha de mi campo
si

a meterse en su
tres

En cambio,

no

acierta a las

ser ma la cosecha de su campo.

Le gust la proposicin a San Crispn, y el diablo se puso loco de alegra. Tena la seguridad de que el santo caera en el garlito: l comprara la simiente de la apuesta en una poblacin remota, y el santo no acertara con su nombre; perdera su trabajo, quedara reducido a la miseria, se pondra

116

de mal humor y acaso, acaso y por qu no, si era hombre como todos? acaso en un momento de clera diera unas pataditas contra el suelo y le-

vantara los puos.

Desde entonces se dedic San Crispn a recode todos sus vecinos, y en cuanto hallaba una planta cuyo nombre no saba, les preguntaba por l:
rrer las tierras

Esta? Pues
Y
-Y
-El
sta?

la

zanahoria.

El nabo.
sta?
frjol.

ya estaba de plantas y de nombres, que ni acaso Salomn, cuando empez a florecer la simiente sembrada por el diablo. Pero qu pena

y qu pasmo los de San Crispn! No conoca la planta... No saba su nombre... Nadie la cultivaba en el lugar y nadie le daba razn de lo que pudiera
el
ser...

Y el

diablo, para apretarle y despertarle

enojo, pasaba todos los das por la puerta de su

y cada vez ms hinchado, ms lleno de vanidad, ms convencido de su triunfo. Pero he aqu que una maana se levant San Crispn que era una gloria el contemplarle. Qu risas! Qu zancadas! Qu paseos! Y cuando pas el diablo, como siempre, hzole aproximarse y le
casa,
advirti:

Ten

cuidado con

el

campo, que anoche

di

yo


una vuelta por
bestia
all

117
vi

revolcndose en

una

muy extraa... Todo el contento del

diablo desapareci en se-

guida.
le

se propuso velar para evitar que la bestia


el

echara a perder

negocio.

En cuanto

lleg la

noche se meti San Crispn en un cubo de miel, se revolc a continuacin en un montn de plumas y se fu al campo enemigo. Desconcertaba su aspecto: tena traza de animal, de hombre y de pjaro; lleg al campo, se agach, y en cuanto el diablo comenz la vela psose a caminar a cuatro patas, metindose por los surcos, roncando alguna vez tremendamente. El diablo, que le vio en la obscuridad, tuvo que santiguarse. El nunca se imaginara que en el mundo hubiera monstruos as. Y hubo de reconocer que le temblaba de miedo el corazn y que empezaba a sentirse mal. Sin embargo, sac fuerzas

como pudo y

quiso espantar

al

monstruo.

Hola, monstruo le grit, que me


tropeando
las lentejas!

ests es-

el

monstruo, pesadamente, desapareci en


^ ^ *

la

noche.

lleg el da terrible. El diablo se acical para

choza con una arrogancia tan provocativa, que otro santo que no fuera San Crispn le hubiera echado a puntapis. Sabe usted a lo que vengo?
visitar al santo,

y se present en

la

S,

118

que yo sembr en mi campo, toda su cosecha ma; en cambio, si acierta, toda la ma le pertenecer. Pues bien, respndame usted, porque lleg la hora: qu es lo que sembr en mi campo?
Si
la

seor. Y recuerda usted apuesta? S, seor. a tercera vez no acierta usted


la

lo

Lino.
No.

Mijo. Tampoco.

El diablo reventaba de alegra.

Por

ltima vez, Crispn,

Qu

es lo que tengo

en mi campo? Lentejas, hombre, lentejas. El diablo solt un bufido y sali ms corrido que

una

liebre (5).

Premio de rey*

Una vez

era

un rey un poco tonto, cuyo deseo

de probar el ingenio de sus subditos le llevaba a los mayores desatinos. Tanto, que en una ocasin, para probarlo mejor, aventur la mano de la princesa.

princesa dijeron por el reino los heraldos ser premio que d el rey a quien le lleve un vaso de todas las aguas, un ramillete de todas las flores y un pauelo de avellanas de jay...
de
la

La mano

ay... ay!...

La princesa era monsima, verdadera figurita de biscuit, con unos ojos... jqu ojos!, con unos labios... qu labios!, y con unos colores... jqu co lores para un ptalo de rosa! Todos los caballeros de la corte se quedaban turulatos delante de sus colores, de sus labios, de sus ojos; pero slo el ms gentil, el ms lleno de valor y juventud, quiso encomendar su vida al capricho de la fortuna, y se march por el mundo en busca del ramillete, las avellanas y el vaso. Y anda que te andars, que te andars, lleg a una aldea y se meti en una cho-


za;

120

fogn vio un puchero y a la vera del fogn encontr un nio. Nio le pregunt qu haces ah?
en
el

El nio le respondi:

Comindome

las

que vienen y esperando

las

que vendrn. Y era que se coma las habas que flotaban en el pote y esperaba a que flotaran las del fondo para comerlas tambin. De pronto, el caballero oy un gemido y el nio se lo explic de esta manera: Es mi hermana, que el ao pasado no tena nada y hoy lo tiene. Y lo tena, en efecto, porque estaba dando a luz. Y tus padres, dnde estn? pregunt el ca-

ballero

con asombro.
nio
le

el

respondi:
tras

Andan corriendo
Y
era

de

la

cena de

ayer...

que andaban corriendo de bardal en bardal, arrancando los copos de lana que dejaran en ellos las ovejas, para venderlos despus y pagar lo que compraran la noche precedente. Pasmse el caballero de estas cosas y djole al nio sabio: Yo he venido a buscar en esta aldea un vaso de todas las aguas, un ramillete de todas las flores y un pauelo de avellanas de jay... ay... ay! Podras buscrmelos t?

el

nio respondi:
s!

jBah, ya lo creo que


Y
con un tesoro.

121

pag

se los busc en seguida, y el caballero le


:

* *

Volvi a la corte; se present en palacio, y supo que unos caballeros extranjeros que tambin se
presentaran a resolver los enigmas del rey, no haban podido encontar
la

solucin, y que en castigo


la noticia,

a su torpeza haban sido encarcelados.

acab de decidirle, porque no era la ambicin la que encaminaba sus pasos, sino el amor de los ojos, de los labios, de los colores de la princesita de bscuit, que cuando tropezaba al caballero miraban con ms dulzura, sonrean con ms gracia y se avivaban con mayor facilidad. Volvi a la corte, se present en palacio. Sentse el rey en el trono, psose a su derecha

En vez de contenerle

roderonlos los ministros y el caballero se adelant. Y la princesita, vuelta a sonla princesita,


reirle,
jillas.

a mirarle con agrado y a abrasarse las

me-

El rey, orguUosamente:

Encontraste

las

cosas que ped?

el caballero:

la

S, seor. Qu asombro el de la corte, qu ansiedad princesita y qu temblor el del rey!

la

de

Y
Y

el rey:

A ver la

primera.

el caballero:


Aqu est. Y le ofreci un
enigma de este modo:

122

le

vaso de agua, y

explic el

En

este vaso, seor, estn todas las aguas,

porque lo llen en el mar, donde se juntan las aguas de la lluvia, donde desembocan las aguas de los ros, y donde paran al fin las aguas de las fuentes,

porque stas forman arroyos, y los


los arroyos.
el

ros reco-

gen

Y Y

rey tuvo que decir:


bien.
silencio:

Est

despus de un momento de A ver la segunda cosa.


est.

el caballero:

Aqu

Le ofreci un panal de abejas con una amapola encima, y le explic el enigma de este modo: Este, seor, es el ramillete de todas las flores, porque en ese panal pusieron las abejas una partecita

de todas las flores. Y el rey tuvo que gruir:

Est bien.
Y
Y

despus de un momento de
la tercera cosa.
el caballero:

silencio:

A ver
Aqu
mano

est.

Ofrecile
el rey;

un puado de avellanas y meti la pero en cuanto la meti lanz un chila

llido, la

sac rpidamente, se

llev a los labios,

la

123

el

chup, alz una pierna y encogi Y a cada movimiento repeta:

estmago.

Ay... ay... ayl...


Las espinas que llevaba
las avellanas, se le
el

caballero junto con


la

clavaron en

mano.

mien-

ayeaba rease la princesita como una bendita de Dios sin poderse contener, y all se iban con ella los ministros, aunque por otros motivos. Y ocurri lo de costumbre: se casaron la princesa y
tras l
el

galn,

hubo
fui

fiestas,

se celebraron banquetes, y

yo vine y

y no saqu nada.

Los enig2na&.

Todos
Cierto;

los servidores del obispo le juzgaban as:

jEs un pedazo de pan!


un pedazo de pan, pero le gustaba el orden: cada cosa en su sitio y Dios con todos. Y del abad del convento de las afueras de la poblacin
todas las opiniones
le

decan:

Seor obispo, que no sabe nada! |Que ocupa ese lugar sin merecerlo, y los frailes no le quieren! Y tanto le machacaron con que si tal y si cual, y con que si la justicia, el mrito, el inters, que el
obispo cogi
el

coche, se apareci de pronto en

el

convento y se meti en la celda del abad. Hablaron muchas cosas en latn, que es una lengua muy mala, y result que el obispo no qued muy satisfecho del examen.

No

estaba

el

seor abad a

la al-

tura de su cargo, y verdaderamente


los

no exageraban

que se desataban en su contra. Vaya, seor abad le dijo el obispo, que

ese ingenio pide aceite!

amor de Dios! Lo tiene usted tan mohoso de no manejarlo que no funciona ninguna de las ruedas. Yo voy a
el

{Seor obispo, por


hacerlo trabajar, y se lo bendiga.
si

125

proponerle tres cuestiones para darle ocasin de


vuestra agudeza no las resolviere, a quien le diere

Dios

el

abadiato,

San Pedro

Y qu plazo me concedis? El de un ao, que es abondo.


,

y se le encogi el corazn; pero ya se sabe que a la fuerza ahorcan, e

Torci

el

abad

las narices

hizo de tripas espritu, y dijo

as:

Seor

obispo, vengan esas cuestiones.

dijo el

seor obispo despus de meditar unos


la siguiente: si

momentos:

La
dara?

primera cuestin es

yo quitar-

siera dar la vuelta al

mundo, cunto tiempo

La segunda,

la siguiente: si

yo quisiera vena

derme, cunto valdra?

la tercera,

siguiente:

qu cosa pienso yo que no es verdad? Y el obispo cogi el coche y regres a la poblacin. El abad qued en su celda como si se le cayera el mundo encima de los hombros.
* * *

Qu das los que pas tan aburridosl Se meti en la biblioteca quizs por primera vez desde que resida en el convento y revolvi unos volmenes. No encontr la solucin a las cuestiones. Se tumb sobre la cama, se abraz a la almohada, se dio de cabezadas contra la pared. No encontr

la solucin,

126

y sali al campo. El convento tena fincas que se desparramaban a lo lejos. Y anduvo


el

abad hasta la finca de la linde. All se sent debajo de unos rboles, dej caer la cabeza y dio suelta a un suspiro como un puo. Oylo un frailecico muy humilde que guardaba las ovejas de la casa, y a quien el seor abad lo que son las sugestiones del demonio! haba mirado siempre con desprecio; oylo, se aproxim, y como era generoso, con verdadero espritu cristiano, alent al seor abad y se enter de su pena. Yo le dijo generosamente, yo me ofrezco

a saearos del atolladero.

Pero cmo? Puede ser? Estis seguro?


Estaba
el el frailecico

tan seguro, que al acercarse

trmino del plazo se march a


da del trmino visit al

mismo

poblacin y el seor obispo. El


la

cual le recibi con alegra, le hizo sentarse a su


lado, le entretuvo

unos instantes y luego


en
el

le

pregun-

t por las tres cuestiones.

Conque
raros lo

disteis

quid! ;No podis figuel

que

me

hubiera dolido

teneros que qui-

tar la dignidad!

Y
la

en seguida gravemente:
la

A ver
Y

primera cuestin. Si yo quisiera dar


tardara?

vuelta al

mundo, cunto tiempo

el frailecico:

-Segn.

Cmo

se entiende segn?


Segn
rais tan
la prisa

127

solamente
las

con que caminis. Si caminael sol, tardarais

de prisa como
el

veinticuatro horas.

Sonri
guntas:

seor

o)ispo y continu

pre-

Y cunto valdra Y el frailecico:

yo,

si

quisiera

venderme?

Quince dineros. Hombre, quince dineros! y por qu? Porque Jesucristo Nuuestro Seor era Dios y vali treinta; y es justo que Su Ilustrsima valga
slo la mitad que Jesucristo Nuestro Seor.

Parecile agradable la salida y volvi

el

seor

obispo a sonrer. Juzg entonces extremada ligereza el haber dado odos a las gentes que censura-

ban

abad, y aun el haberle apurado en el anterior examen del convento, donde fuera sin dudadla
al

sorpresa, el temor, la turbacin, lo

que

le

haba im-

pedido responder. Y se encantaba de escucharle ahora, tan desenvuelto y agudo como pudiera mostrarse,

no ya

el

abad, sino el obispo de ms inge-

nio y de

ms

ciencia.

A ver, tercera cuestin.


que no es verdad?

Qu cosa pienso yo

el frailecico:

Pues Su
baos.

Ilustrsima piensa

del monasterio, y soy el fraile

que yo soy que guarda

el

abad

los re-

El seor obispo dio

un bote del asombro; qued

meditabundo unos

128

y en seguida dijo asi: entregis -Vais ahora mismo al convento, le que l los apaciente, y os los rebaos al abad para ponis vos de abad. Y as fu, gracias a Dios (6).
instantes,

El destino

Erase vez y vez un comerciante que habitaba en un palacio, que paseaba en carroza y que alterna-

ba con prncipes... Erase vez y vez un comerciante cuya extremada fortuna le llenara de soberbia. Al lado de su palacio haba un casucho, en el que trabajaba un zapatero; y era este zapatero tan humilde, tan bueno y tan pobrecillo, que, a excepcin del comerciante, que ni siquiera reparara en l, todo el mundo le estimaba en la ciudad. Y aqu tenis que la mujer del comerciante se conceptuaba infeliz porque le faltaba un hijo, y rezaba a todas
horas.

Virgen, Seora ma,

dame un

hijol

aqu tenis que

la

mujer del zapatero no era


le

dichosa tampoco, y tambin continuamente gaba a la Virgen:

ro-

Virgen, Seora ma,

la

Virgen

las

oy:

dame un hijo! y el mismo da y a


el

la

misma

hora naci una hermosa nia en

palacio y naci

un hermoso nio en

el

casucho.
* * *

Juntos crecieron, jugaron y vieron florecer sus

130

Se buscaban

ilusiones en los aos de la infancia.

con afn y se comunicaban con ternura.

era el

nio tan gallardo, tan galn y tan valiente, que ni el vestirse de harapos le disminua la belleza; y era
la
el

nia tan linda, tan gentil y tan cariosa, que ni vestirse de sedas la apartaba del afecto de los
el

pobres. Pero advirti


el

comerciante que visitaba

casucho y que no se separaba del muchacho; advirti que hablaba de l con frecuencia y que iba naciendo el amor en el fondo de su alma. Y un da se lo dijo a su mujer: Debemos poner trmino a esa amistad. El hijo de un zapatero no es amigo a propsito para nues-

tra hija.

llam a su criado
le

ms

antiguo,

le

dio una or-

den y

entreg una bolsa. El hijo del zapatero

y ya no volvi a su casa. El criado ms antiguo le enga, le sac de la ciudad y le llev toda la noche por los campos.
sali a corretear aquella tarde

Anduvieron... Anduvieron... Anduvieron...

En

la

primera claridad del amanecer llegaron a una playa

de una aldehuela dormida. Y el criado ms antiguo puso al nio en el borde de un cantil, y le dio un empujn y le ech al mar. Un barco dobl el cantil en el momento y oy los gritos del nio; un hombre se arroj al agua en su busca. El criado ms antiguo, que huyera a toda prisa y no lo vio, djole secretamente al comerciante:

Y
los

131

Seor, ya no temis, porque ya no vive!


pobres zapateros lloraban en su choza con
desesperacin.

la hija del

comerciante cay en-

ferma de

tristeza...
* f *

Transcurrieron los meses... y los aos... Y el nio de los pobres zapateros cumpli los diez y ocho.

Era un mozo

como un

pino, de arrogante, de gua-

po y de resuelto. Los marineros del buque hablaban de l con cario, y con orgullo, y el capitn le miraba como a un hijo. Y hay que decir de este buque que era el que le llevaba mercancas al comerciante del crimen, y del capitn del buque, que al ver las cualidades del mancebo le puso en su
lugar y le entreg sus poderes.
As, fu frecuentemente a la ciudad y entr
el palacio; as,

en

habl frecuentemente con

la

nia,

que alcanzara en este tiempo la suma perfeccin de su belleza. Y no le conoci, pero le am: encontr en
l la

apostura, la altivez y la generosi-

dad del pequeuelo que encantara su infancia, y la misma sonria, los mismos ojos y la misma voz. Y pensando la nia en estas cosas, se deca algunas
veces:

Pero, Dios mo, qu raro!


El
le

mozo

se apretaba el corazn para

que no se

escapara su secreto, y dej renacer sus ilusiones. El comerciante le llamaba a su despacho, le


le

sentaba a su mesa,

llevaba en su carroza.

en
las

132

expediciones que emprendi, ms lejanas y felices cada vez, fu el mozo amontonando una
fortuna y hacindose un prestigio.

tambin se

apretaba

el

corazn cuando pasaba por delante del

casucho de sus padres, deseoso de consolarlos, de abrazarlos, de ampararlos, y se acercaba a veces a la puerta y les preguntaba as:

Hay mucho que trabajar? Y el padre le contestaba: No hay mucho, no crea usted. Y l les daba ocupacin y los favoreca con misterio. Y su madre le deca algunas veces: Es usted como un hijo que tuvimos. Y el hijo se apretaba el corazn y la madre contena los sollozos.

Un
supo
go,

da
la

que fu al palacio a ultimar un asunto, muerte de la mujer del comerciante. Luetarde, otro da, le declar a la hija su amor.

ms

la hija del

comerciante baj los ojos, rompi a


sinti tan
*
feliz

llorar

trara

de ternura y se en el cielo.

como

si

en-

9{:

Cuando

se concert la boda, el

mozo

pidi

que

asistieran sus

amigos a

la fiesta

del palacio, e invi-

t a los zapateros, a los marineros del buque, al

capitn que le salvara la vida...


el

sucedi que en

banquete
da,

el

capitn cont la historia del mozo.

Tal

en

tal lugar,

en

tal cantil...

Un hombre que
el instante;

arroj al nio y

que se dio a

la

fuga en

133

esta ocasin

que pasaba en

el

buque e hizo en

de Providencia.

el

mozo

se levant para decir lo que tanto

haba callado.

Y aqu

tenis a mis padres, los humildes za-

pateros del casucho.

con las manos en el pecho y cay desplomado de repente, porque se le haba roto el corazn. Los humildes zapateros del casucho vivieron en su palacio, y calmada con el tiempo la amargura de la esposa, todo fu para
El comerciante se levant

todos alegra

(7).

El

buen consejoi

Pues ste era un matrimonio bien avenido; pero una vez tuvieron un disgusto sin que supieran por qu, y el marido cogi un hato de ropa y se march. Quedse la mujer ante la cuna en que dorma su nio y le cubri de lgrimas y de besos. El marido se march, lleg a una poblacin y busc un amo; le sirvi con lealtad, le hizo prosperar la hacienda y le sac con fortuna de varios atolladeros
de peligro. El amo le tom afecto, y a los veintids aos de pagarle la soldada ya no era un amo, era un padre para l. Pero una cuaresma fu a confesar y el cura le
exigi bajo penas seversimas que despidiera al
criado.

Me
hijo.

he enterado de que ese hombre tiene un

S, seor. de que dej su esposa abandonada.


S, seor.

El

Pues
amo

antes de atender a las ajenas, necesita

atender a sus obligaciones.

reconoci que esto era justo, y llam

al


criado y
ci,
le

135

cont
si

como

obedeen aquel momento reconociera tamlo

que

ocurra. El criado

bin su gran pecado, y se resign a marchar. El amo le despidi muy conmovido y le entreg una

empanada para que


jer,

la

comiera con

el hijo

la

mu-

le

dio por experiencia este consejo para el

viaje:

No
viejo,

te

detengas donde encuentres un marido


la

una esposa joven y un gato prieto a


lumbre.

vera

de

la

jY

hala... hala...

de camino por
* * *

el

mundo!

A
la

la

entrada de un lugar hall una casa donde


flores,

y lumbrada del fogn se reflejaba alegremente en las vidrieras. Pero antes de pedir hospitalidad mir el hombre al interior y vio en el lar una preciosa joven, en el escao un viejo adormecido y al lado de la lumbre un gato prieto. Se detuvo, dio la vuelta, e iba a seguir su camino en busca de otra casa ms segura, cuando percibi unos pasos, vio avanzar una persona, entr en curiosidad y la acech. Se aproxim a la puerta esta persona y llam con timidez. Abrironle despacio desde dentro y penetr de puntillas. El criado se acerc y oy distintamente estas palabras:

todo respiraba placidez; era blanca, tena

Duerme?
-S,

Y
la

136

la luz,

jPues fuera estorbos!


persona se acerc a
y
el criado,

que

iftiraba

por un ventanillo, pudo observarla a satis-

faccin: era la tal

un mancebo, aunque por los aos no, por la apariencia; se envolva en una capa lujossima y llevaba sobre el pecho insignias de valor y autoridad. La mujer le dio un cuchillo y cogi otro, y los dos se lanzaron sobre el viejo dormido en el escao, y le arrancaron la vida antes de que pudiera revolverse. Lo cargaron despus y salieron a enterrarle. El criado, agazapado cuidadosamente detrs de la parra que adornaba la puerta, al pasar el mancebo por su lado le cort un pedacito de la capa. A la maana siguiente, las seales de sangre que hallaron los vecinos descubrieron el crimen. La mujer de la vctima lloraba sin consuelo y relataba una historia. Aquella noche se acostara temprano su marido, se quedara junto al lar, divertido con el gato, complacido con la lumbre, y ella percibiera ruido de repente: crey que era su marido y no grit. Slo cuando la llamaran a la aurora pudo
enterarse de la desgracia.

se hicieron conjeturas, y se habl de

un va-

gabundo que haba dormido en


gar; haba llegado a tal hora

otra casa del lu-

con muestras de agitacin; llevaba un hato en la mano, que era, sin duda, producto de sus robos; se levantara en el amanecer y se marchara con prisa... Salieron los

137

vecinos en su busca y a poco le detuvieron. El criado protest de su inocencia; pero todos los indicios estaban en su contra.

De

los

que

le

acusa-

ban con ms energa, uno era el autor del crimen, que llevaba la capa de la noche. El criado pregunt:

se,

quin es?
del crimen es el alcalde.
el

El alcalde. Pues el autor

Este se llen de espanto; pero dijo que

criado

se haba vuelto loco. El criado refiri su aventura,

el terror

creciente del alcalde acab de descu-

brirle.

Sin embargo, negaba con tenacidad y reda-

maba una prueba: Una prueba!

jAqu est!
Y
le
el

criado present la partecilla de capa que

haba cortado, y fu prueba concluyente, porque vio el seor juez que se acomodaba con toda precisin al agujero. El alcalde y la mujer del viejo

fueron conducidos a un calabozo y

qued libre. E iba pensando despus que el consejo que le diera su amo vala ms que una fortuna, y que no procediera con acierto al no seguirlo del todo.
el

criado

Slo
la

la

curiosidad

le

haba llevado a dos pasos de

horca; de haber entrado en la casa y de haber


ella,

dormido en
remedio.

en

la

horca hubiera acabado sin

hala, hala...

de camino... Cuando lleg a su

lugar, hall
las

138

en

una alegra inusitada: repicaban

campanas, atronaban los cohetes, iban todos

los vecinos a la iglesia.

averigu que su hijo se

haba ordenado de cura, y que cantaba la primera misa en aquel mismo instante. La oy con devocin y con dolor, y creyndole en el pueblo un caminante que iba a seguir a otros pueblos, le invitaron a comer y
le

sentaron al lado de su esposa.

Lgrimas de alegra y de arrepentimiento salpicaban sus bocados. Y cuando se fu la gente, se arrodill ante

su esposa y le dijo as: jSoy tu marido! Perdname!

Ella le

perdon de buena gana y

el hijo le

abra-

z con verdadera ternura. El les cont lo que haba sido de su vida y les habl del consejo de su

amo. Abri luego amo, y la encontr


para su casa
la

la

empanada que

le

regalara el

llena

de onzas que significaban

riqueza.

La

envidia.

muy voluble que tena doce primas y un primlto. Y tan voluble era el rey, que
Este era un rey

siempre se dejaba llevar del ltimo consejo que

le

daban; pareca una veleta sobre un trono. La reina,

que era muy aprovechaba

linda, pero

tambin

muy

envidiosa,

esta debilidad para cometer toda clase

de maldades, y una vez oy decir: |Ojos como los de las primas del rey no los

hay en Y en

el reino!

efecto, a

qu negarlo? Ni

los ojos

de

la

reina los alcanzaban en brillo, en tamao, en ex-

aun siendo los de la reina muy hermosos. La reina se fu a su cmara tan triste, que las lgrimas le salpicaban las mejillas, y cuando el rey la llam se ech en sus brazos y rompi a llorar. Pero qu te sucede? -preguntle el rey. iQue ya no ser feliz hasta que tus primas no ^ se queden ciegasl
presin...

el

rey

mand

a sus verdugos que buscaran a

sus primas y les sacaran los ojos. Ciegas quedaron las doce; ciegas andaban desde entonces por los

caminitos del jardn,

como sombras, en

silencio,

guiadas por
del rey
el

140

la

primito.

reina
la

Hermosura tan
no
la

dulce
el

como

oy una vez: de las primas

hay en

mundo!

qu negarlo? La hermosura de la reina no significaba nada delante de la hermosura de las primas. La reina volvi a su cmara tan triste, que la cegaban las lgrimas y la mataba el dolor. El rey le pregunt con inters: Y ahora, qu te sucede? Que yo no ser feliz hasta que no encierres a tus primas en un calabozo. Y el rey las encerr en un calabozo. Se qued
efecto, a

En

solo

el

primito para recorrer los jardines, perderse

en los bosques, meterse en los campos. Y se lleg una vez al huerto de la reina y encontr unas manzanas hermossimas. Cay en la tentacin, cogi las mejores y se las llev a sus hermanas. La reina se llen de furor cuando las ech de menos y puso
guardias que cuidasen de los rboles:
el

nio vol-

vi por manzanas y fu visto. La reina se puso en-

ferma de coraje.

Si

quieres que

bes mandar a tu
la pantera.

me cure le dijo al rey, deprimo que me traiga la leche de


y el destrozara. Pero sucedi

sali el nio a buscrsela, seguros la reina


le

rey de que la pantera

que cerca de la cueva en que la pantera se refugiaba encontr el nio un hombrecito que le pregunt
por
el

objeto de su viaje, y

el

nio se lo cont.


Si me
le dijo el

141

la

das

la

mitad de

leche que ordees

hombrecito
a

|Ay, ya lo creo que


Pues ordea
yo toque
las
la

te
s!

ayudar a conseguirla
el

pantera en

momento que
las

campanas.
l

en

el

momento en que

tocaba

campanas

orde el nio a la pantera; luego parti la leche con el hombrecito y le llev a la reina la mitad. Pero empeor la reina y volvi a decirle al rey: Si quieres que me cure, debes mandar a tu primo que me traiga la leche de la leona. Y sali el nio a buscrsela y tropez de nuevo con el hombrecito:

Me dars
Cierto que
yo toque
las

la
s.

mitad?
a la leona en el

Pues ordea

momento en que
las

campanas.
la

Y
el
el

en

el

momento en que

nio orde a

campanas, leona; luego parti la leche con


l

tocaba

hombrecito y le llev a la reina la mitad. Y la bebi la reina y se muri. El rey se arrepinti de


su conducta; conoci que

muerte de su mujer era castigo del Cielo, y desde entonces las doce primas y el primito del rey fueron felices.
la

Un

cuento de aventuras*

Pues seor, en este reino desaparecieron las tres princesas en la misma noche, y el reino se llen de consternacin. El rey, cuya salud era muy dbil,

crey morir de pesar, y prometi


las princesas
el

la

mano de

sus hijas a los tres caballeros que las libertasen.

Spose que
castillo

haban sido llevadas a un

bajo

que de

valor,

poder de un encanto, y que, ms los caballeros que las libertasen ne


y eran

cesitaran

de

la astucia;

muchos

los

hombres

de valor en

los

dominios del

rey; pero, desgracia-

damente, los de astucia eran

muy

pocos.

Tres hermanos que supieron la noticia se lanzaron a la empresa; los dos mayores se vistieron la
armadura, se cieron
ballo.

espada y partieron a caEl menor junt clavos, busc pitas y sali


la

solo y a pie.

Cuando

divis el castillo, vio

que

es-

taban sus hermanos acometiendo intilmente a los


portones. El encanto del castillo estaba precisa-

mente en
les.

los portones, y todos los esfuerzos por

abrirlos, derribarlos

o romperlos resultaban

estri-

El

hermano menor cogi sus

clavos, los fu

metiendo en
el

143

muro, fu componiendo con ellos

una escala y lleg de este modo al almenaje. Enl amarr las pitas, que formaban otra escala, y descendi
al interior;

las tres

princesas le recibieron
el

enloquecidas de alegra, y por consiguieron la libertad.

mismo camino

Los hermanos mayores se percataron con envidia de la hazaa del pequeo, y mientras l ascenda por el interior del muro, quitaron del exterior todos los clavos. El pequeo los vio alejarse desde las almenas, llevndose las princesas como premio de la infamia que cometan con l. Y vio que la

menor de las princesas, con gesto desfallecido, se volva muchas veces a mirarle. La menor de las princesas le haba dado una sortija en el momento
de coger
a
la

escala y le haba advertido as:

Cuando
la sortija.

quieras obtener alguna cosa, pdesela

le

pidi un caballo volador que le llevara a la

y se apareci el caballo, mont en l, cruz los aires y le dej el caballo en el campo, junto a
corte;
la

quinta del rey y al pie de una chozuela.

ropa con un gan y se present en la quinta para que le tomaran de criado. Le tomaron, en efecto, y all se enter de
la la

En

chozuela cambi

que sus hermanos se haban casado con las dos princesas mayores y de que la princesa menor es-

taba

144

boda
el

muy

triste.

Como

regalo de

rey les

haba dado a sus hermanos dos bolas de oro de


extraordinario valor.

Pero he aqu que la tristeza de la princesita la llevaba a buscar la soledad en los jardines del rey, e iba a los de la quinta a cada paso. Vio en ella al
criado nuevo, y a pesar del disfraz
le

conoci. Pa-

sombra de los rboles, l le cont su aventura y ella le expuso su plan: Ver a mi padre le dijo y le contar toda
searon a
la la historia.

Pero por consejo de l desisti de contrsela, y fu a su padre y comenz a gemir. Hija ma, qu te ocurre? le pregunt su padre, que era muy bueno y la quera muchsimo. Que estoy enamorada de un criado, y si t te opones a que se case conmigo, me voy a morir de pena. El rey se escandaliz, dijo que nones y ri a su
hija.

Pero la pena de su hija se le qued clavada en el corazn y acab por enfermarse. Se reunieron los mdicos, y uno muy ancianito, muy famoso, el

ms

hbil y

ms

sabio, dijo as:

El
la

rey se morir en esta

semana

si

no

le

dan

leche de leona.

Qu atrocidad! La leche de leona! Andaba una leona por el monte seguida de los cachorros; pero quin iba a ordearla? Los dos yernos del rey cambiaron impresiones y acordaron engaarle

145

con una comedia. Dijeron, pues, que se arrojaban a la gran aventura. Pero en el caminito del monte encontraron a su hermano de regreso con un cntaro de leche; pasmaron de asombro, mas se
hicieron los desentendidos y le abrazaron, y
le

pi-

dieron noticias de su hazaa... El temi de su intencin y les ocult


le la

verdad, y era

la

verdad que
leo-

haba dicho a

la sortija:

Quiero que en cuanto'me vea se amanse la na de tal modo, que me permita ordearla
peligro.

sin

Y mansa
Si nos
de oro que
Hicieron

haba encontrado a
dijeron:

la

leona.

Los hermanos
el el

cedieras la leche te daramos las bolas


rey nos regal.

cambio y

el

rey bebi

la

leche y re-

cobr

al

momento

la salud.

Pero quiso un rey ve-

cino aprovechar la ocasin para invadir sus esta-

dos y exigirle tributos; se juntaron los ministros en consejo y los dos yernos del rey creyeron de su deber el ponerse a la cabeza de las tropas. Llegaron a una llanura y all se enteraron de que el ene-

migo avanzaba contra ellos; hicieron que las tropas acamparan y salieron los dos de exploracin. Pero he aqu que en el camino encontraron a su hermano, que volva de acabar al enemigo y llevaba sus banderas. Pasmaron de asombro, pero se
hicieron los desentendidos; le abrazaron y le pidieron noticias de la hazaa. El temi de su intencin
10

146

la

y les ocult la verdad, y era dicho a la sortija:

verdad que
el

le

haba

Quiero que infundas


que viene contra
troce.
el

el

pnico en

ejrcito

rey y que l

mismo

se des-

as fu.

Los hermanos le dijeron: Si nos cedieras las banderas lo que se te antojara.

te

daramos todo

respondi:

Se
dente.

me

antoja marcaros con un hierro can-

Pero y por qu? Por capricho.


Los hermanos accedieron al capricho, l di las banderas y ellos se las presentaron
atribuyndose
la victoria.

les ceal

rey

^ * *

La

princesita
le

menor volvi a su padre:


dijo,

Padre

me

es imposible olvidarme

de mi amor, y si vuelves a oponerte a que con l, me dejar morir.


El rey se resign; se hizo
la

me

case

boda y se celebr un banquete. Haba que ver qu banquete! Qu de aves! Qu de dulces! jQu de licores! La princesita se sent junto a su padre, reclin contra su

pecho

la

Te

cabeza y djole con ternura: han engaado, padre mo. Quien destroz

el ejrcito

147

invasor no fueron mis cuados, fu mi

esposo.

Tienes una prueba?...


La marca de hierro candente que llevan mis cuados en la espalda... El rey mand que les descubrieran la espalda, y se convenci de que la princesita no menta. Pero, al menos dijo el rey, ellos me devolvieron la salud con la leche de leona .. |Te engaaron tambinl... Quien te busc la leche de leona fu mi esposo... Tienes una prueba?... S... Las bolas de oro que les diste t cuando se casaron con mis hermanas, y que ellos le entregaron a mi esposo a cambio de la leche... Y puso sobre la mesa las dos bolas. Pero, al menos dijo el rey, ellos te libertaS...

ron del

castillo...

jTe engaaron tambin!...


castillo fu

Quien nos sac del

mi esposo... Y el rey ya no pidi prueba, y mand que entregaran al verdugo a los hermanos mayores; por fortuna para
dieron
su
rey...

ellos, el influjo del

menor

los libr

de

la

cuchilla, pero fueron arrojados del


el

amor

palacio y perde sus princesas, sus amigos y

El viaje maravilloso.

ranse un padre y
a
la escuela,

tres

hijos; y l, viejo, fatiga-

do, lastimado; y ellos, jvenes y fuertes. Ellos iban

y en los momentos de asueto dedicbanse a pedir; ellos iban a la escuela tan astrosos,

que

los nios les decan:


el

Por qu con
pris

dinero que ganis no os com-

un vestido? Y el hermano mayor le dijo al padre: Padre, si no me compras un vestido me marel

char por

mundo...

El padre le respondi:

que ganen tus hermanos y ahorraremos lo que ganes t... Pero al hermano mayor le gustaban demasiado las aventuras, y como se cansaba en el lugar y no era buena su vida, resolvi partir de una vez. No, padre; yo me marcho.
lo

Comeremos

se march y anduvo, anduvo... hasta que en un recodo del camino se le apareci un caballero.
El caballero se enter de sus propsitos, y le re-

Y Y

se march.

gal una mua.

Cuanto
tir,

quieras de comer, de beber o de vesdijo.

no tienes ms que pedrselo le


el

mozo le pidi inmediatamente: Mua, quiero comer a todo gusto... Y la mua dio una coz, y el mozo se encontr con una mesa, de la que fueron brotando los manjares ms sabrosos y los vinos ms ricos. Cuando el mozo se hart, pidi a la mua que le diera un
traje.

Mua,

necesito un

traje...

Y
pies,

encontr de repente un

traje

riqusimo a sus

puso y parti... Pero a poco lleg a un io> la mua se meti en el agua, y l no qjso molestarse en perseguirla. La dej, se volvi y encontr nuevamente al caballero. Este sonri con pena, le entreg una barra de oro, y el mozo abri un comercio a la entrada del lugar. Un da vio a sus hermanos, qne venan a pedirle una limosna: ;Una limosna por el amor de Dios!... Y les dijo con orgullo:
y se
lo

jYo soy
El

solol...

***
hermano siguiente cay tambin en
partir
la

tentael

cin de

en busca de fortuna. de
vestir,

dio con

caballero y recibi sus regalos.

A la mua le pedirs
beber...

de comer y de

l,

en seguida:


Mua,
Sucedi
ber a mi gusto...

150

quiero vestir, quiero comer, quiero bemilagro; pero

comi tambin ms de la cuenta, y cuando encontr el ro, y vio que la mua se entraba en el agua, no quiso molestarse en detenerla. Se volvi y encontr nuevamente al caballero; ste le entreg una suma, y l se j'int al hermano comerciante... El hermano menor lleg
el

a pedirles:

Una

limosna por

el

amor de

Diosl...

Nosotros somos solos -le dijeron. Y le volvieron la espalda. El hermano menor se march
llorando.

Y reuni
pudo y

los vveres, las telas y las

monedas que

se las llev a su padre.

Padre le
vestir, vveres

dijo, yo

me voy

tambin, pero

volver en seguida. En tanto, aqu tienes telas que

se fu, de regalo.

que comer y monedas que gastarencontr al caballero, y recibi la mua


el
-

Yo dijo

nio necesito un

traje,

pero

p-

damelo usted... Se lo pidi a la mua el caballero, y era un traje tan hermoso el que apareci, que el nio no quiso aceptarlo, porque se avergonzaba de que le viesen con prenda tan rica: la mua le dio entonces un sayal> y l se lo puso con gozo. Rog luego al caballero que le proporcionara de comer, porque le

-^ 151 apretaba
el

hambre; y rechaz manjares exquisitos, y slo se comi los ms humildes... Despus de cenar, rez y luego se ech a llorar con desconsuelo...

El caballero le pregunt:

Hijo mo, por qu lloras? Porque me acuerdo de mi

padre... Si

usted

me permitiera enviarle esta mua, yo ira por el mundo mucho ms contento, porque l ya no
tendra que tener apuros de miseria...
El caballero se lo permiti, y el
la

nio

mismo

se

fu a llevar. La alegra de su padre fu

infinita

cuando le estrech "en sus brazos. Y l le suplic a la mua que les levantara una choza, y la mua solt una coz, y apareci un palacio colosal, todo mrmol, oro y ncar... Los muebles eran verdaderas maravillas, y los jardines encanto de los ojos. En el palacio trabajaban numerosos sirvientes, y el stano estaba lleno de cajas que contenan toda
clase de piedras preciosas.

el

nio

le dijo al

padre:
te
falta;

Padre,

ya

nada

pero yo

necesito

marcharme por el mundo, porque estas cosas me demuestran que tengo que cumplir alguna misin. Y se march por el mundo.

mua, y los dos pasaron sin mojarse. Se hall entonces en un prado muy exal ro la

Lleg

con

152

que los animales que pacan en l eran slo armazones esquelticas, totalmente descarnadas. La hierba estaba en el prado salpicada de florecillas, y los pjaros las cortaban con el pico, las cogan e iban con ellas a perderse entre las nubes. El nio encontr despus un ro de sangre; despus, otro de leche; despus, un camino en cuesta, y en el camino dos enormes peascos que se combatan con
furor.

tenso, de pasto dulce y vicioso, y not

Iba

montado en
peascos

la

mua y se ape para

evitar

que

los

la

aplastaran; instantneamente

se apartaron ellos, dejndole el paso libre.


lleg a

poco

un palacio y vio en l una hermossima mujer, toda vestida de luto, que clamaba de continuo con angustia: jAy, mi esposo!... jAy, hijo de mi almal El nio la mir con tristeza, deseoso de consolarla; pero no se determin, y sali de este palacio, y lleg a otro; todas las personas que encontraba

en l levantaban los puos, maldecan, blasfemaban sin cesar. En una habitacin haba dos camas;
toc una y en ella se le qued un pedazo de dedo. Sigui luego su camino y hubo de pasar un puente

de extraordinaria estrechez, a cuyo


arenal: los animales

fin se

tenda

andaban se apacentaban slo de la arena, y sin embargo estaban gordos. Terminaba el arenal ante una puerta magnfica, y en ella se sentaba una seora de soberana

un

que por

guntaba
as:

158

hermosura, que a quienes se acercaban los pre-

Tenis sed?
iS, seora!

mi hijo?
*

Est esperndonos.
no pas de este lugar. Desanduvo su camino y lleg nuevamente al caballero, que le recibi con amor. El nio le refiri las cosas que
El nio

encontrara, y
selas.

el

caballero se ofreci a explicr-

El ro de agua que viste le explic est formado de lgrimas y separa esta vida de la otra Las
lgrimas son las tuyas y las de todos los hombres

como

t; las

que

lloran las

ren sus hijos; las

madres cuando se mueque verti la Virgen cuando male

taron al suyo.

Y
to

el

prado que
los

segua?

El prado de avaros, que tienen mucho pasque comer y sufren toda clase de miserias. Y pjaros que vuelan junto a ellos?
los

nios que se mueren inocentes y que andan buscando flores para obsequiar a la Virgen...

Los

el ro

de sangre?
la

El que lleva sangre del Seor. Y de leche?


el ro
-

El que

lleva

la

leche que

maman

las

cria-

turas.

~Y
las

154

el

rocas que se batan en

camino?

hermanos, que fueron como rocas. En vida los envenenaron las envidias, las disensiones
y los odios; no tuvieron un momento de tranquilidad y murieron maldicindose. Cuando t los encontraste iban los dos camino del infierno.

Tus

Y han

dejado sus tesoros enterrados para que padre los recogierais.


Call
el

ni t ni tu

nio con dolor y volvi


palacio

al

poco

rato a

preguntar:

donde todos maldecan? El palacio del infierno. Las camas que caste estaban aguardando a tus hermanos.

Y el

to-

Y
Y
Los

el

puente?
la gloria.

El camino de

los animales

que engordaban con arena? obreros que ganaron en la vida un jornal

de explotacin. Y la seora hermossima? Mi madre... Tu madre... La Santsima Virgen..

continu

el caballero:

Ya

has cumplido tu destino y ya puedes real

gresar a tu palacio.

Regres, llam
cibirle. El

palacio y sali un fraile a re-

mir con extraeza y pregunt por su padre. Su padre haca muchos aos que se
nio
le

encontraba con Dios, y el palacio se haba convertido en convento por su propia voluntad. El
fraile

cont

la

historia: se trataba

de un anciano


que haba tenido

155

y dos murieron odindose, y nadie supiera del menor, que se fu por el


tres hijos,

mundo.
fraile

Historia

tradicional
la

ejemplo los libros de


ya era historia
antigua.

que narraban para casa y que en el decir de 1


antigua, excesivamente

muy

Tendr

doscientos aos?
llevaban flores

jMs an!
Slo en mirar a los pjaros, que
a
la
le

pasado el nio treinta y tres aunque le parecieran un instante. Y se meti en el convento, se hizo frailecito en l, y cuntase que
Virgen, haba
fu santo el frailecito
(8).

El anillo de por aqu.

Erase que se era una nia


ta,

que iba
ech
la

al

bonita y pobrecimonte con frecuencia a coger lea, Y

muy

le

sucedi una vez que, entretenida en buscarla, se

le

noche encima. Tuvo miedo, y se perdi. jDios mo se dijo, qu va a ser de m!...

La noche, hmeda y obscura; el camino, largo y malo; la nia, pequeita y temerosa... Anduvo, an-

duvo, y descubri una


ella y vio

luz...

una

casa, y a la

Se encamin hacia puerta de la casa vio un

gigante.

Pero ya no pudo escapar, y le dijo al gigante humildemente: Me he perdido, estoy cansada y no tengo dn-

de pasar
ei

la

noche. Si usted

me

hiciera el favor

de

recogerme...

gigante respondi:
s,

Ay,
Y

nia; ya lo creo

|El bribn!... El

que s! gigante era un bribn!

se volvi a la puerta y dijo:

brete, plpora.
Entraron, y
puerta:
el

gigante otra vez

mand

la


Cirrate, plpora.

157

La puerta se cerr. Se encontraron en la cocina; un fuego grandsimo iluminaba el llar, y en las trbedes enormes descansaba una olla formidable. El
gigante

tom

asiento junto a la lumbre, y ios resla

plandores de

lumbre

le

envolvieron; entonces

le

vio la nia claramente: era negro de color, fiero de


traza,

de dientes largos y de un ojo solo; y tena en la frente el ojo solo... El miedo de la nia se acreci, pero supo disimularlo. Y despus de contemplarla con alegra visible,
el

gigante

la

mand

preparar

la

cena.
la

cena en esa olla; ah tienes un carnero... En adelante vivirs conmigo, y si un da intentaras escaparte, en vez de la carne de cordero comera la tuya, que es mejor... Le obedeci la nia y se puso en la cocina a trajinar; el

Preprame

gigante sonri, y en cuanto la vio resignada con su suerte se fu a dormir a su cuarto.

En
dijo,

cuanto acabes de arreglar

la

cena la

me

la llevas

la

cama.

Y se
el

acost, se durmi y

empez a roncar con


cena, y coloc sobre
registr

estrpito.

La nia arregi

la

fuego un hierro puntiagudo que encontr. Arrela

gl

cena, se

comi su parte y

toda

la

Colgadas de las paredes vio numerosas pieles de carnero. Y una puerta que daba a la cocina, vio que era la del corral. El corral era grandsimo,
casa.

y en

estaban

la

multitud de ovejas de que cui-

daba
tillas.

158

al llar,

el

gigante.

La nia se volvi

cogi

el

hierro,

ya candente, y se acerc al gigante de punDorma con un sueo de marmota, y los ronle

quidos que se

escapaban hacan retemblar

la

habitacin. La nia levant el hierro y se lo clav

en

el ojo.

El grito

que dio

el

gigante debi oirse a muchas


la

leguas de distancia. Se peg puetazos en


te,

fren-

en

la

boca, en las narices; corri de un lado a

otro,
ras,

pateando.

no ces en

los golpes, las carre-

los saltos y los chillidos, sino para intentar


la nia.

vengarse de

La manera mejor de impedirla escapar le pareci que sera el colocarse delante de la puerta. Y la nia, que lo vio, abri la del corral, cogi una piel y se escondi bajo la piel. Las ovejas se lanzaron apretadamente en busca de salida; y farfullaba el gigante, con las piernas abiertas en la puerta, un pie contra cada jamba:

Ya

vers

t!...

Ya vers

tul...

Las ovejas comenzaron a salir. Pasaban por entre las piernas de su amo, que las iba tocando una
por una, a
la

vez que deca:


Esta,
negra...

Esta,

blanca...

Esta,

blanca...

Esta, negra...

La nia, bajo la piel, se meti entre las ovejas, y una oveja crey que era el pobre ciego. La palp, la dej irse; cuando tena la piel entre las manos,
la

nia se sali de ella y se escap: Esta, blanca... Esta, negra... Ya estoy fuera!

Qu rabia
la del

159

Se abrasaba de rabia hasta las uas, y, sin embargo, sonri a la nia. Y se quit un anillo que llevaba, y se lo tir a los pies, dicindole con dulzura:
gigante!

Porque
ba de que
quiero.
te

eres ingeniosa, te perdono.

en prue-

perdono,

te

regalo el anillo que

ms

Cay

el anillo

en

la

hierba

como

si

fuera

un gu-

sano de luz. La nia, temerosa de un engao, lo mir y no lo cogi; pero el gigante se sent calmosamente, y el anillo brillaba de tal modo que,
al

cabo,

la

pobrecita se inclin, le ech


el

mano y

se

lo meti

en

dedo. En

el

mismo

instante, el anillo

comenz a

cantar:

Por
tras

aqu!...
el

Por aqu voy!...

Se levant
de
la

gigante hecho una furia y corri nia, profiriendo espantosas maldiciones.


Por aqu voy!...

El anillo le guiaba:

Por

aqu!...

la

nia haca grandes esfuerzos por sacrselo

del dedo, y

no poda. As

lleg junto a
lluvias,

un
al

ro,

em-

bravecido entonces por


le faltaba

muy
la

y ya poco para apoderarse de


las

gigante

entonces
el

navaja con que podaba las

Sac ramitas en
ella.

monte, y de un tajo se cort el dedo del anillo. lo cogi y lo ech al agua. El anillo en el agua

dijo an:

Por

aqu!...

Por aqu voy!...

El gigante se dej llevar de la voz y se meti en


el

160

le

o. El agua

le

envolvi con toda fuerza, y


le

empuj a un remolino, que


mento.

trag en un

mo-

La nia volvi a

la

casa, cogi todas las ovejas

choza. del gigante y se las llev a su

El real del sastre*

Este era un

infeliz,

algo tramposo, que estaba


los vecinos.

empeado con todos


rran

Y como

le

abu-

demasiado pidindole su dinero, fingi una enfermedad y se meti en la cama. Eran los vecinos nobles y fueron a visitarle; se sentaron a la vera de su cama, tuvieron lstima de l y empezaron a decirle:

que es por m, no te apures... Yo te perdono las pesetas que me debes... -iPobrecito!... Y yo tambin... -Pues yo no quiero ser menos, y tambin... Y as todos, menos uno; el sastre no perdon: A m me debe un real, y me lo paga... Pero, hombre, jten caridad!... T no ves que se muere el pobrecito?...

Lo

Si

se muere,

que se muera... jPero a m ya

lo

creo que

me

paga!

Se incomod tanto el enfermo con la codicia del sastre, que fingi que se mora, para que no se saliera con la suya. Le metieron en la caja, le pusieron en las andas y le hicieron el entierro. Y el sastre,

como

si

no:
11

162

S,
la

Pues no faltaba ms que no me pagase!... s, que bueno soy yo para estas cosas...
Colocaron
el

cadver en
cogi

como

si

no; se refugi en el
le
la

y el sastre confesonario, y en el
iglesia,

confesonario

noche.

sucedi que a

la

noche llegaron doce ladrones a la iglesia, y se pusieron a contar el oro que llevaban en un saco. Pero aqu tenis que, en vez de doce montones de
oro, el capitn
fiero

dispuso trece. El capitn era tan

y tan sin entraas, que, para acostumbrar a los bandidos a las mayores atrocidades, les seal
el

decimotercio montn, y les dijo de este modo: -Yo le dar ese montn a quien pegue una pu-

alada a ese cadver.

Y
al

se levant un bandido, y sac su pual, y fu


le iba

cadver. jSeor, para todo hay hombresl... Al

cadver se

un sudor y se le vena otro; y no se muri de miedo por milagro; pero al ver que el peligro arreciaba, hizo de tripas corazn y dio un
brinco de repente.

la

vez gritle

al sastre,

que

continuaba en su escondite:

Venid,

difuntos!...

el sastre

ech por

tierra el

confesonario, y

le

contest

al

cadver:
los ladrones a correr
el

|Al vamos todos juntos!...


Echaron
pnico, hasta meterse en

con verdadero bosque; en el bosque

se recobraron un poco, y se acordaron del tesoro que dejaran. Entonces mand a uno el capun


que se aLcrcara a que ocurra.
Hzolo
prtico
la

163

y procurara saber lo

iglesia

el infeliz, lleno el

cuando
la

de miedo, y entr en el cadver y el sastre se estaban

repartiendo

fortuna.

Terminaron

el

reparto, se
el

encontraron de repente poderosos, y

sastre,

como

si no...

Bueno le
Y
el

dijo al
real...

cadver, ahora haz

el fa-

vor de darme mi
ladrn,

que oy, esto se ech a temblar como un azogado y se fu corriendo al bosque a


decir a los bandidos:

hay que pensar en volver por el tesoro, porque son tantos los difuntos que hay en la iglesia, que slo tocan a real...

No

Catalina*

Para tonta retonta, Catalina,


seso de Terees; pero nunca
descosido, y
ella

la

mujer de menos

falta

un roto para un

dio con un roto y se cas.

para

mayor

fortuna, al marido le sobraban los posibles,

campos, pomaradas, ganados y pesetas. En uno de los campos sembr trigo, y a la hora de cosecharlo llam a

los

cogedores del lugar y


el

le

dijo a su

mujer:

Catalina, arroxa
tortas

horno y prepara unas de borona, que tenemos cogedores a la

noche.

Obedeci Catalina, meti en el horno las argomas y a poco lo enrojeci; pero en esta operacin la cogi el sueo, y se puso a dormitar... De pronto despert con sobresalto, se acord de las tortas, las igu y las coloc en la pala. Pero estaba todava adormecida, y en vez de echarlas al horno las ech por la ventana en un montn de basura. No se dio cuenta de ello, se sent, y con el calorcillo de las argomas y el exceso de modorra volvi a inclinar la cabeza y se durmi otra vez como una
bendita.

la

165

el

Llegaron los cogedores. Lleg

marido,

la

vio

sacudi por un hombro:

|Eh, Catalina, a ver esas tortas, que ya estamos


cansados de ayunarl

Y como
lina,

dentro del horno no encontraron

si-

quiera una migaja, se santigu de asombro Cata-

junt las manos, levant los ojos y solt esta


se consumieronl

exclamacin:

jDios mo,
Y
los pobres

cogedores tuvieron que marcharse sin comer. El marido se incomod, pero no pudo remediarlo y tuvo que resignarse con la suerte.

Cuando

San Martn, escogi el mejor cebado y el mayor de los gorrinos para el suyo; y pes los jamones, entreg a Catalina el que le pareci de ms substancia, y le dijo de este modo: A ver si me lo cuidas bien, que es para mayo
lleg el

largo.

En
de
res,

el

mes de mayo
un
das,
si

largo,

largo porque es

mes

treinta y

esperaba necesitar trabajado-

y por

Catalina se dorma en el
el

momento de

preparar las tortas, les reservaba

jamn. Pero he
y que

aqu que lleg un mendigo a


hizo a

la

puerta de Catalina
las vacas,
le

cuando andaba su marido con


la

mujer esta pregunta:


la

No hay nada en esta casa para un pobre? Y respondi mujer: Si es usted Mayolargo, hay; no es Mas lo si

yolargo, no.


Y
le

166

soy Mayolargo-

replic el mendigo:
s,

Pues

seora,

s...

Yo

-Entonces, espere usted.

aun se ofreci a cargrselo un momento, por si le pesaba mucho. Cuando lleg su marido y Catalina le cont ia historia, grit, jur, reneg y sali en busca del mendigo; pero tuvo que regresar sin encontrarlo, y era su turbacin tan extremada, que vio un cerdo con torga en una huerta destrozando los maces, y en vez de calificar al maizal de maduro j al cerdo de torgado, y en vez de mandar al cerdo
fu por
el

jamn, se

lo entreg, y

salir

por donde entrara, dijo

as:

Usa, usa, en aquel maizal torgau hay un gochu

maduru! Usa, usa, entra por donde salisti! Cuando conoci su error, pens que no hay desgracia en este mundo como la de casarse con una
tonta.

Los pollos

Pues en

este matrimonio, el tonto era el

marido

y la lista la mujer. La mujer iba al mercado, regateaba las ventas, compraba los menesteres y man-

daba en la casera. Y fu una vez al mercado y le encarg a su marido que cuidase de los pollos, que eran muchos. No los pierdas de vista le dijo, porque anda una raposa por el monte. Y psose el marido a discurrir: Pues el sitio ms seguro para que no se los lleve la raposa es el medio del ro, que es muy hondo. Y reuni los polluelos, los amarr por el pico, los llev al medio del ro, y all los sujet con unas

piedras.

Por fortuna, dio

la

vuelta

muy

pronto

la

mujer,

se enter del suceso, puso

el grito

en

las

nubes, se

fu al agua y sac vivos un gran


llos;

nmero de po-

se los volvi a entregar a su marido y le dijo

lo siguiente:

Djalos en
viene
la

el pollero,

que

si

te

huele a

ti

no

raposa.

Pero march
currir:
la

168

el

mujer, y psose

marido a dissi

Y
Y
tas y

si la

raposa

me

huele y

me come? Y

en

vez de los pollos muero yo?


para evitar
el

riesgo

abandon

los pollos, se
las

meti en su casa, puso todas las trancas a

puer-

ech todas las llaves... Lleg en tanto la raposa, mat los pollos mejores, carg los que pudo y se march.

Cuando

volvi

los berridos, las

mujer y se enter del suceso, injurias, las voces que lanz se


la

oyeron a tres leguas del contorno; pero tuvo que marcharse nuevamente, y para ponerse a salvo de desgracias mand al marido que matara los pocos
pollos que les

quedaban

todava..

psose

el

ma-

rido a discurrir:

Si
cn y

les retuerzo el

pescuezo uno por uno voy


del balpiedras.

a tardar

mucho tiempo; mejor es arrojarlos de ese modo se estrellarn contra las


lo

Como
ron, los
ellos

pens lo hizo; pero los pollos revolavieron unos milanos, se echaron sobre
las garras...

y se los llevaron en
la

Cuando

vol-

vi

la

mujer, pens que no hay desgracia en este

mundo como

de casarse con un tonto.

Un

chico de talento.

hubo siempre, s, seor; pero como aqul, ninguno. Su madre, vieja y enferma, se cansaba de reirle; su hermano, agudo y trabajador, se cansaba de aguijarle... Y l se rea como lo que
Tontos
los

era y se alejaba a brinquios. Para evitarse disgustos,

su madre
el

le

echaba con
listo

en tanto,

hermano

monte, y se quedaba en el lugar


las

ovejas

al

para cuidar de

la casa,

ocuparse de

la tierra

y ha-

cer y deshacer en los negocios.

Y una

vez exigieron los negocios que fuera

el

hermano listo a recontar el ganado y se quedara el tonto con la madre. El listo le encomend discrecin, y la madre, que pusiera la comida. Puso un caldero de agua en el llar, lo atiborr de harina
de maz, la revolvi, la coci y se la ofreci a su madre, que tom una migaja en la cuchara, se la
llev a los labios, la escupi y le pregunt
lera:

con c-

Pero,

el

qu demonio hiciste aqu? tonto, llena la boca y relamindose de


t,

gusto:

-Unes

faries riqusimes.

170

viendo que su madre las tiraba, se empe el tonto en probarla que eran muy buenas para la en-

fermedad que padeca, y le dio una cucharada y otra y otra. La vieja se retorca de coraje y se apretaba los dientes y se cerraba los labios, y el tonto le abra los labios y los dientes y le meta las cu-

charadas a

con angustia: Por Dios, hijo, que ya no me caben ms! Y el tonto cogi una prtiga, se la meti en la boca y'^empuj para apretar la harina en el estmago. La vieja lanz un chillido, cerr los ojos y estir la pata. Cuando el tonto repar en el desenlace, se arranc los pelos, berre y se dio de puetazos en la frente, porque al cabo era buen
la fuerza...

la vieja,

hijo...

discurri subir el cadver a la tanovia>

del hrreo, sentarlo en ella, colocarle en las


la

manos

huso, y aguardar lo que pudiera suceder... Sucedi que el hijo listo regres del mon-

rueca y

el

te,

vio a su madre en

la

tanovia>, supuso que esla salud,

taba hilando, porque ya recobrara


darla

y fu a

un abrazo de alegra. Y se lo dio con tal empuje, que la vieja salt de su lugar y cay sobre
los pasos del patn; el golpe la hiri en la frente,

y de

la

herida salt un chorro de sangre... El dolor

del hijo listo fu terrible...

Ay, Dios mo, qu desgracia!...


Pero temi a
dver,
le

la justicia

y se le ocurri un recurel

so para librarse de sus indagaciones: cogi

ca-

amarr un mandil,

lo

coloc en

la

higue-

171
ra del seor cura y le
higos...

ech en

el

mandil algunos
la

Estos higos eran grandes, les reventaba

miel, y el seor cura los estimaba

como
le

si

fueran

de oro.

Un

criado que tena para que


el

cuidara de

la huerta,

vio a la mujer en

rbol, not el bulto

del mandil y

psose a

gritarle al

seor cura:

iSeor cura, que le


Y
la
el

dejan sin higos!

el

seor cura se ceg de clera, ech


al

mano

escopeta y dispar, y la mujer cay pecho atravesado de un balazo...

suelo con

iQu miedo el del seor cura, que era el hombre mejor que coma pan!... Qu lgrimas de pesar y de congoja las que le salpicaban las mejillasl... Y de pronto, el hijo listo se puso a dar pataletas, a levantar los puos y a decir: |Ay mi madre de mi alma, qu

fn

tan desas-

trado

que te dio este hombrel Anduvieron en dimes y diretes


el

l,

seor cura y celebraron conferencias reservadas y, al cabo,


el le ofreci:
si

el

seor cura

Pues

bueno; como

nada hubiera sucedido,

y te regalo mi nca...

La finca del seor cura, tan fecunda, tan llana y tan hermosa... Una de las mayores ilusiones de los vecinos del pueblo, y sobre todo del hermano listo, a quien se le iban los ojos detrs de ella cada vez que pasaba por las lindes. La nca del seor cura!... Trato hecho y buena pro; y el muerto al hoyo, y aqu paz y despus gloria. Pero el herma-

172

no

tonto,

que

lo supo,

quiso alzarse con su parte

de cosecha, y se lo dijo a su hermano: me das una parte, o te denuncio a

la

Po-

lica...

el hermano; no necesitas amenazarme para que te d una parte de lo que recoja. Sin que t me la pidieses, ya tena yo el

No le

respondi

propsito de ofrecrtela...
As,

rompieron

la finca

entre los dos, y a

la

hora

de sembrar, el hermano listo le pregunt al hermano tonto: Y t, qu parte prefieres cuando llegue el momento de la recoleccin, la de debajo de tierra o la de encima?

el tonto, sin vacilar:

Hombre,
bajo!...

es

natural

que

prefiera la

de de-

Sembraron toda la finca de maz, y a la hora de la cosecha, el hermano listo se ISev todas las mazorcas y el hermano tonto las caas. Claro que se puso furioso y se tir de los pelos; pero el trato era trato, y se aguant. Al cabo de algunos meses, volvieron a la finca a trabajar; y cuando abrieron
los surcos y regaron el estircol, volvieron a tratar

de condiciones.

Esta vez dijo

el

tonto es
prefieres,

intil

que

te pro-

pongas engaarme... Entonces, qu tierra o lo de encima?

lo

de debajo de

173

Pues hombre, jes natural que lo de encima!... Y llenaron la finca de patatas. Y a la hora de repartir la cosecha, llevse el fruto,

hermano

listo

todo

el

y fueron todas las ramas para el tonto. Claro que se puso furioso y se tir de los pelos; pero
el trato

era trato, y se aguant...

Y se

cans de dis-

gustos, reuni de

nuevo

las

ovejas y volvi para

siempre a

la

cabana, en las alturas del monte.

Los doa hermano.

Este era un padre que tena dos hijos, y a hora de morir les dijo as:

la

Os

dejo a cada uno dos mil

reales...

ver

cmo os arreglis con ellos lo mejor que podis... Y el menor, que era tonto, cogi los suyos y
se march a correr tierras. Pidi entrar a servir en

una

casa, y le dio al
el

guardara en

amo el dinero para que se lo armario. Y el amo era codicioso y

le dijo lo siguiente:

Quieres que hagamos una apuesta que te conviene mucho? Si yo me canso de ti y te echo de mi servicio, te dar otros dos mil reales para que los renas con los tuyos; pero si te cansas t
y

me

dejas porque te d

la

gana, pierdes los dos

que me diste a guardar... Y el tonto cay en la red. ~Ay, s, seor, ya lo creo que sil... El amo, entonces, principi a matarle de hambre, a encargarle trabajos imposibles y a no dejarle vivir. Y el tonto acab por armar un alboroto y marcharse de la casa, dejando sueldo y fortuna en
mil reales
^

poder del seor.

175

Cuando
so,

hermano listo se enter de este sucefu a buscar al mismo amo, y le entreg sus
el

dos mil reales para que se los guardara. El


hizo
la

amo

le

misma

oferta

que

al

hermano

tonto, y l

acept sin vacilar.

Si yo me canso de ti, la ganas t. Me parece muy bien. Y si t te cansas de m, la gano yo...

Conformes. Y a la maana
la

siguiente, el

amo

le

mand coger

yunta e

ir

a labrar la era. Pas en esto un tra-

tante de ganado, y se ofreci a comprarle la pareja


si

se la venda en precio razonable y

si

se la en-

tregaba en

momento. Hubo trato, y cuando


el

el

amo

repar en que

el

mozo tornaba
la

sin los bueyes, se llev las


l

manos a

cabeza, fu contra

le dijo

con

furia:

qu hiciste de los bueyes, bribn? Toma, qu quera usted que hiciera con los bueyes? Los vend!...

Y
Y

el

dinero que te dieron?


quera usted que hiciera con el

Toma, qu
Al

dinero? jLo regali

amo

le

entr una berrenchina terrible,

y
f

el

mozo le pregunt: Pero qu?... Se incomoda


pondi con blandura:

usted?...
el

Y, temeroso de perder la apuesta,

amo

le

res-

No

me incomodo,

pero

me

parece

mal...

176
Al otro da se repiti
al
la

historia:

el

mozo

sali

campo con la piara de cerdos, la vendi por un puado de pesetas y se qued con los rabos.
Fuese luego a una laguna e hinc los rabos en ella, con los extremos al aire. El amo le recibi con lgrimas de dolor y desesperacin.

Pero

dnde estn

los cerdos?...

En

la

laguna quedaron... Se empearon en

baarse y no pude impedir que lo hicieran. Corri el amo a sacarlos de la laguna, que era insignificante y cenagosa, y

rabos con ellos en las

segn iba tirando de los manos se quedaba; mas hubo


el

de aguantar y de callarse, porque gunt en seguida:

criado

le

pre-

Pero qu?... Se incomoda usted? No me incomodo, pero me parece mal. Y a las veces, el amo maquinaba:

|Ya vers, ya vers t la que te espera!


*
>

encomend las ovejas, y le mand llevarlas al monte. En l habitaba un gigante, que ya haba cometido muchos
a fn de deshacerse del criado,
le

crmenes, y que mataba irremisiblemente a cuantos se acercaban a su coto. Y el mozo lleg a su

desde su casa y fu a su encuentro. El mozo era de muchsimo valor y no se


coto, y el gigante le vio
le

encogi

la pajarilla

cuando vio

el peligro;

antes

bien,

177

ech mano a una oveja, la tumb de un solo golpe, la desoll en un instante y la colg de un
rbol para asarla.

Vas a comer? pregunt gigante. seor... respondi-. Y me dispenle el

S,

le

si

sis el

honor de acompaarme, tendr un verdadegigante accedi, comi con


l,

ro gusto.

Y el

l le

obse-

qui con las tajadas ms hermosas. Entre bocado y bocado le cont de su seor que era un bribn,

porque hasta del gigante hablaba mal. Su rebao es inmensamente grande, de ovejas continu pero tena miedo de que vos me lo robarais, y slo me dej traer las pequeitas. Ya yo me encargar de convencerle de que sois un gigante ms honrado que l, y maana traer todo el rebao. El gigante se relami de satisfaccin, y se deshizo en cumplidos. El mozo volvi a la casa y le cont a su amo que haba matado una oveja.

Pero, y

la carne,

En mi
Y
le

tierra

dnde se paga con


al

est?
la piel.

puso
al

la piel

entre las manos.


otro da con

Volvi
yor, y el

un rebao magigante se puso contentsimo y se empe-

monte

en llevarle a su cueva. All le dijo -mataremos otra oveja y cenaremos con ms tranquilidad. Fueron, mataron la oveja y necesitaron lea

para asarla. Salieron

al

bosque, y mientras

el

gi-

12

rribar, el

178

gante daba de puetazos a un rbol que quera de-

mozo abarc con una cuerda cincuenta y


pregunt
el

dos encinas.

Y eso, para qu? le


Para

gigante.

la

un tirn. Ay, no, que me dejaras el bosque estropeado! Y mientras obligaba a caer de un puetazo ms encina que golpeaba, el gigante pensaba con
derribarlas todas de

recelo:

Demonio con
pelo de
la ropa...

la

fuerza de este chico...! Hasta


librar

que no ronque bien, ya me

de tocarle un
el

Y
le

he aqu que lleg

la

noche y que
el

gigante

pidi al rapaz:

Mete
casa...

todas tus ovejas en

corral

con

las

mas, porque ya

no es hora de que vuelvas a

tu

Lo hizo el rapaz, y se acost despus; pero en cuanto qued a solas, psose a registrar la habitacin. Encontr varios cadveres debajo de la cama y puso uno sobre ella, en su lugar. Se escondi luego y, fingidamente, comenz a dar ronquidos; a poco vio entrar al. gigante de puntillas, aproximarse a la cama, levantar un mazo enorme y estrellarle al cadver la cabeza. En seguida le vio irse, dando unas carcajadas espantosas.

Le vio irse, sali de su rincn, guard el cadver d nuevo y se meti tan satisfecho en la cama. En cuanto amaneci llam al gigante. Este,


al orle,

179

si

se llen de pnico; pero lo disimul lo mele

jor

que pudo, y

pregunt

descansara bien.
dira

que descans perfectamente, si no hubiera sentido un mosquito que me pas por encima de la cabeza... Y el gigante pens con verdadero susto: jQu resistencia la que tiene ese chicol... Ser conveniente que se vaya de mi casa antes que me

jPtsI... le respondi el rapaz. Te

haga

polvol...

Y con toda

afabilidad, le indic

que recogiera

sus ovejas y que se volviera al monte. Y como las ovejas del muchacho se juntaran con las suyas, le

pregunt

el

gigante amablemente:

Tienen tus ovejas


distinguirlas?...

alguna seal que permita

le

contest

el

rapaz: tienen un agujero

debajo del rabo.


El gigante se coloc entonces a la puerta para registrarlas a

medida que pasaban, y todas resultaron de su amigo, el cual las condujo al sendero y por l a la poblacin. Pero supuso que el gigante corredetrs de l en cuanto le volvieran los alientos,

ra

y por lo que pudiera ocurrir, mat una oveja, llen con la sangre la vejiga, abrile a la vejiga un agujero y se la coloc debajo del brazo. La sangre le

cayendo casi a chorro, cuando pas junto a un ro donde estaban lavando unas mujeres. Oiga, seor le dijo una; qu le ha pasado a usted que sangra de esa manera?
iba

~
Es

18Q

que llevo mucha prisa y para obligarme a correr mucho, me di yo mismo una pualada... As
corro a
la fuerza,

para curarme.

Dio un

chillido la mujer, se santiguaron las otras

y continu el muchacho su camino. Y sucedi que a los pocos momentos, el gigante se repuso de su

asombro, y al verse sin una oveja, cogi la porra y sali en persecucin del burlador. Cuando lleg al
lavadero, iba
el

hombre mascullando

nazas y pregunt a las mujeres si muchacho con un rebao enorme,

amehaban visto a un
terribles

S, le vimos le respondi una. Y por cierto que llevaba mucha prisa, porque l mismo se haba dado una gran pualada para obligarse a correr
ms...

Se

le

apagaron

al

gigante todos los mpetus y


la

volvi a temblar de miedo.

ne,

Dios

mol se dijo. jQu ferocidad

de

ese mozo! Si de ese

modo procede con

su car-

qu no har con la ma si la coge? Y para evitar que se la cogiera, el gigante volvi


el

a esconderse en

bosque...

* * *

Antes de presentarse
dirle a

al

amo,

el

criado fu a pelas ovejas,

un amigo que
el

le

guardara

y se

apareci en su casa sin ninguna.

rebao, dnde est?


El

181

El gigante del bosque me lo rob.

contenerse y patale de clera. Pero^qu, se enfada usted?

amo no pudo

Pues hombre, cmo quieres que no me enfade, si me ests arruinando? Y antes de que le arruinara del todo, le entreg
los

dos mil reales de

la

casa.

as fu el
el

mozo

apuesta y le ech de su a ia suya con dos grandes


el

rebaos,

dinero de los cerdos,

dinero de los
/9).

bueyes y

el

dinero de su hermano tonto

Las aventuras de un tonto*

muchos aos; tantos, que cuando lo contaban los antiguos empezaban como yo: Hace de esto muchos aos... Eranse dos hermanos pobretucos, uno demasiado listo, y otro demasiado bobo, que se pasaban la vida en el monte cuidando las ovejas de su amo, durmiendo en una cabana y comiendo un pedazo de borona. Y como su mala Vida ya era difcil que llegara a ms, el
Hace de
esto
listo

camino y se encamin a poner a prueba la fortuna.


cogi
el

la corte

para

Tuvo

fortuna, lleg a hacerse persona de valer;

y cuando su hermano el tonto pasaba con el rebao por el pueblo, todos los aldeanos que encontra-

ba

le

aconsejaban

as:

Por qu no te marchas con tu hermano, que tiene un palacio en la corte del rey, y puede hacerte rico? Y tanto se lo dijeron, que una tarde abandon el
eresl

Pero, hombre, qu tonto

rebao,

y, pam... pam... se

fu a

la corte.

No

hay

que decir que el hermano se qued con la boca abierta: l, amigo de marqueses y de duques, cargar con un hermano tan cerril que a cada paso que

183

daba cometa una atrocidad y que a cada palabra que soltaba deca una tontera...! Y pens el modo de deshacerse de l, y le meti en un cuarto obscuro, sin ventanas ni rendijas por
entrar la claridad.

donde pudiera

Cuando amanezca le
te

dijo

-vendr a buscarel

y nos iremos de paseo... Transcurrieron varios das, y a cada instante:

tonto preguntaba

Pero, curdo amanece en

la

corte?

Y
Y
gi

avisados los criados,

le

respondan siempre:
falta mucho!...

lOh, sabe Dios!


En cuanto
el

Todava

se cans de esperar y

una noche se escap.

se vio en la calle, respir satisfecho, co-

campo, busc en seguida el camino y anduvo sin ton ni son hasta que encontr una posada.

En aquel momento
jaba
la

se retiraban los huspedes, de-

posadera

el

mostrador e iba
le

el

posadero a

cerrar la puerta: el tonto le pidi


ra

que

le

despacha-

una copa de vino y

hizo a continuacin esta

pregunta:

Y aqu,
corte?
El
l le

tarda tanto en amanecer

como en

la

posadero

le

conoci

el flaco,

y por rerse de

respondi:
si

Oh, que
te ms!...

tarda! Aqu tarda todava bastan-

Entonces replic el tonto no terme en habitacin; me quedo fuera...

quiero me-


Lo
peor ser
si si

16.4

viene la xixnganal...

Pues
maba
el

viene, yo la espero...
el fro,

La xixngana era

y el posadero lo llaas por burla. Cerr en seguida el mesn, y


la pedriza;

tonto se acost fuera, en


las

a poco, agi-

gantados por
tos: la

sombras, vio acercrsele dos bul-

burra y el pollino de la casa, que, cansados de pacer en el monte, volvan al pesebre. Pero el

tonto,

que esperaba a la xixngana, tom a la burra por ella, cogi una tranca y le estrell los sesos. Y en cuanto la vio caer gritle al amo: Amo, ya mat a la xixngana, y ahora falta el
xixanganillo!...

acab con

el pollinito

de otro golpe...

* * *

Luego volvi a caminar. Y le sorprendi la noche al pie de una iglesia. Quiso pasarla en el prtico, penetr en l y se tendi en un banco; de repente oy una voz; escuch con atencin y se percat de que hablaban tres personas en el interior del templo. Vio en seguida que la puerta estaba abierta, y entr sin que le viesen ni sintiesen, y se ocult en un rincn. En la nave central divis un bulto: una caja mortuoria y un cadver. Y las personas que hablaban, tres ladrones. Yo s contaba el primero que le dejaron
sus pulseras, sus anillos y sus collares de diamantes...


Y yo contaba Y
zarcillos
el

185

le

segundo que
le

dejaron

tambin su corona de esmeraldas... yo contaba el tercero que


de
rubes... las

dejaron sus

Hablaban de

joyas de

la

muerta, que era

dama
ban

principal de

muchsima fortuna, y se anima-

porque no se decidan a levantarla del fretro y despojarla de todo. El tonto se arrastr con suavidad y con astucia, y se tendi delante de la dama. Al cabo se atrevieron los ladrones a habrselas con ella, y cuando quiso uno de ellos echar mano al cadver, el tonto solt un chillido, le cogi por una pierna y le oblig a caer de rodillas. Los ladrones se llenaron de terror y escaparon tan co rriendo, que ni aun el propio tesoro se detuvieron
as

a recoger.
El tonto lo recogi, y
las joyas al

como no
carg en

se andaba con

escrpulos porque era tonto retonto, quit todas

cadver y

las

el

saco que de-

jaran los ladrones.


Hfi

^ ^

anduvo...

anduvo

otra vez.

se meti por los

puertos y encontr pastores que llevaban las ovejas al aprisco. Ofrecironle

posada,

le

regalaron leel

che y
las

le

pidieron noticias de su vida. El abri

saco, les ense las alhajas y les puso ante los ojos

monedas.
dijeron ellos.

Pero eso es una fortuna!~le


Oh,
claro

186

que sil les respondi l. Y luego se ech a dormir. Y a poco se durmi como un lirn. En cuanto lo notaron los pastores
le

robaron

la fortuna, le

cortaron

el pelo, le afeita-

ron, le cogieron entre dos y lo tendieron debajo de

unos rboles. Estaba tan rendido del camino, que de nada se dio cuenta; y cuando despert y se encontr sin saco, rapada la cabeza, limpia la cara y lejos de la cabana, despus de contemplarse y de
palparse, se puso a gimotear:

Dios mo, yo no soy

yo!

para saber quin era se encamin a su pueblo

y fu a su casa: asomse un pastor a un ventanillo y preguntle el bobo ansiosamente:

Alonso, vino Toms?


bobo
se llamaba

El

Toms.
as:

No, no vino todava. Y el tonto dio un suspiro,

Y
vez

y dijo Pues entonces yo soy yo.

as
al

puso remate a su aventura y volvi otra monte a cuidar ovejas.

El cadver prodigioso.

Tras...

tras!...

Quin

es?

Es de noche y por el lugar se extiende el silencio. Hay dos mozas junto el fogn en la casa donde llaman, bonitas, graciosas y arrogantes; la lea derrama chispas, y las mozas hilan camo.

|Tras...

trasl,..

Quin es?
Las mozas tienen galanes, pero no los aguardan
esta noche; sus padres se acostaron en el hrreo y ellas se quedaron solas trabajando. Abren, y los que

llaman son

tres

soldados, que

desean hacerles

han visto varas veces en el pueblo; los sorprendi su hermosura y quieren cortejarlas. Las mozas se miran con indecisin, luego sonren, luego vuelven a sentarse junto a la lumbre y luecompaa:
las

go escuchan con gozo

el platicar

de los soldados...

Pero de repente llaman otra

vez...

|Tras... tras!...

Quin

es?

de

Nosotros!...

Son

los galanes

de

las

mozas, que se enteraron

la visita

de los soldados, buscaron dos amigos

188

valentones y corrieron a la casa llenos de celosLas mozas se echaron a temblar y les suplicaron a
los soldados

que se escondieran entre

el

camo;

y por no comprometerlas, los soldados se escondieron entre el camo. Entraron los galanes, entraron sus amigos y, disimuladamente, recorrieron
los rincones

de

la casa.

En

los

montones de ca-

mo

vieron

brillar

un cinturn.

Oh,

Os

queda mucho camo todava dijo uno.


s, sil

Y parece dijo

otro que debierais mayarlo

un poco ms. Ellos mismos se pusieron a mayarlo, y lo hicieron con tanta furia, que cuando se cansaron de la
labor ya estaban los tres soldados moribundos...

quisieron remediarlos, pero


tres

como

si

no, porque los

murieron en seguida.
^ t *

Los mozos se asustaron de su hazaa y conferenciaron detenidamente sobre el modo de librarse de peligros. Al lado de la casa de uno de ellos haba un calero muy hondo de gran extensin, y discurrieron arrojar en
l los tres

cadveres.

Mi hermano
r

el

tonto

- dijo uno se

encarga-

de hacerlo

as,

y no habr miedo de que nos de-

nuncie.

llamaron

al tonto, le

mostraron un soldado y

le dijeron:

189

Este soldado, que


y
lo lleves al calero

vino con nosotros, se en-

ferm de repente y acaba de morirse... Y como t eres tan listo, queremos que lo saques de la casa de
la cria...

Bueno, s respondi l; pero qu me


a dar?

vais

Pues

te

daremos una montera picena.


al

El tonto carg el soldado y se dirigi al calero.

Al pasar por frente

hrreo, los padres de las

mo-

zas oyeron ruido, se asomaron con recelo, y


jo pregunt sin ver al tonto:

el vie-

Quin va

ah?

El diablo!

qu lleva? |Un hombrel Los padres de las mozas se retiraron a toda prisa y se cerraron con toda rapidez. El tonto lleg al
cadver y regres a la casa de las mozas para exigir el premio. Los mozos se aprovecharon de su ausencia para colocar el secalero, arroj
l el

en

gundo cadver en

y en la misma posicin que el anterior, y cuando el tonto lleg, sali su mismo hermano a recibirle.
el sitio

mismo

qu diantre has hecho? Por qu no cuidaste bien de que el soldado no se te escapara? jEscapar!... Qu iba a escapar, si yo mismo lo vi que se hunda! Claro, s; perose hundi para engaarte, y en
t

Pero, hombre le pregunt, y


cuanto diste
la

igo

'

vuelta sali del calero y aqu vino


t.

corriendo antes que

S, eh?... Pues ya ver ahora!,.. Cogi el tonto el soldado segundo, lo ech al hombro, lleg al calero otra vez y en l enterr la carga. Los mozos colocaron el tercer soldado en el mismo lugar y de la misma manera que los otros
dos, y al regreso del tonto
le

dijeron as:
te

Pero, caramba, t
ciste

cmo
el

arreglas?

No

hi-

ms que

salir

Pero otra Y es Cmo posible! Mrale dnde Pues ahora dijo tonto ahora
vez...

y entr

muerto otra vez.


est!

posible?...

el

ya veris

cmo no

vuelve.

llev el tercer cadver, lo


la cal

dos bajo

ech con los otros y arroj encima un sinnmero de


esta

piedras y terrones.

A
No,

que no volvi
la

vez? pregunt luego


lo ase-

en cuanto lleg a
esta vez

casa.

no volvi. Se conoce que


la

guraste de firme.

Entonces ya he ganado

montera?

Y
llo.

S, s,

la

ganaste! El primer

domingo

te

la

compraremos.
as fu; se la

compraron y

la luci

con orgu-

Y aunque

se hicieron averiguaciones para sael

ber lo que fuera de las vctimas,

tonto no dijo
los ga-

nada porque no se diera cuenta de nada, y lanes no tuvieron que sentir (10).

El huerf anito.

Erase que se era un huerfanito que sali por

el

mundo
los

ventura de Dios, y un da le cogi la noche en un bosque. Desaparecieron a sus ojos


a
la

senderos y se apretaron los rboles; todos los ruidos del bosque principiaron a sonar... Pero continu
si

el

huerfanito hundindose en la maleza

como

no tuviera miedo a nada. Vio una luz y fu en su busca; escondida en el bosque hall una choza; mir por un ventanito y descubri una vieja acurrucada en el tramo del fogn. El huerfanito se lleg a la puerta y llam con
timidez:

Tras...

tras!...

Quin?

Un
bosque.

huerfanito que se

ha extraviado en

el

Abri

y le mand pasar. Pasa, que tengo cama para ti.


la vieja

de aspecto repulsivo y lastimoso, dientes largos y salientes y ojos hondos y brillantes. Caminaba encorvada y arrastrando los pies; hablaba con lentitud y mareaba sus palabras
flaca,

Era una vieja

muy

con
el

192

ritmo de sus manos, de dedos temblorosos

y afilados como de ave de rapia. Pasa, que tengo cama para ti.

Y
y
le

el

huerfanito pas, se sent junto a la lumbre


la vieja

su historia: andaba solo de camino en camino, buscando seor que quisiera utilizarle; pero era tan pequeuelo, que de todas
las puertas le

cont a

rechazaban.

pan y le acost. Y ahora le aconsej duerme con tranquilidad, porque voy a tomarte a mi servicio. El nio cerr los ojos, pero no para dormir; el aspecto de la vieja le inquietaba y se puso a observarla con astucia. La vio salir de la choza y aparecer otra vez con un brazado de lea, con una carga de rozo, con varias cargas de helchos... La vio seguidamente abrir el horno, meter las cargas en l, prenderles fuego y soplar. Oy luego que llamaban a la puerta, y vio entrar algunos hombres de mala catadura, que llevaban puales en el cinto y sacos abultados a la espalda; un saco estaba lleno de dinero, otro de alhajas, otro de papeles... El capitn de estos hombres le pregunt a la
vieja le dio

La

mujer:

Y por qu arroxas
cubierto nuestro escondite.

as?

Porque hay que quemar un nio que ha

des-

Y En

dnde

lo tienes?

esa habitacin.

193
nio estas palabras, y evitando con cuidado que llegara el menor ruido a los ladrones, se
el

Oy

fu por

el

ventanillo.

Comenzaba a amanecer, y

pudo ver
cont
el

los

senderos blanquear entre los rboles.


la

Lleg luego a

ciudad, busc a los guardias, les

suceso y los guia hasta la choza. La vieja estaba *arroxando todava, y un guardia la pregunt:

para qu arroxa usted?

Para

cocer

el

pan.

Y dnde lo tiene? Lo tengo fermentando.


empuj a la vieja y la hizo caer en el horno; a pesar de los chillidos que daba, el guardia en el horno la cerr; acudieron los ladrones, los
El guardia

guardias los detuvieron y de a la crcel.

la

choza

los llevaron

13

Roberto

el diablo.

Esta era una mujer tan deseosa de tener un hijo, que, no logrando que se lo concediera Dios, lleg
a pedrselo al diablo.

el

diablo,

que no
la

las
la

quiso

ver

ms gordas,
al

la

hizo

salir

con

suya, y

mujer

poco tiempo. Y era el chico tan malo y se dejaba arrebatar de la ira con tanta facilidad, que su nombre de Roberto la gente lo convirti en Rodio a luz
berto
el diablo. la

En

escuela les pegaba a los nios, en su casa

maltrataba a su madre, en su calle cometi un asesinato y,

como

le

persiguiera la justicia, se ech al

monte a robar y a matar. Los crmenes y los desafueros que desde aquel momento realiz, fueron tan numerosos como las estrellas en el cielo; y era que el mismo diablo en persona le inspiraba!... El mismo diablo en persona le regal un caballo invulnerable, contra cuya piel las espadas e partan sin herir, y una bayoneta mgica que destrozaba todos los ejrcitos que pudieran combatirle...

195

Pero aqu tenis que en un instante de mala suerte toda la labor del diablo se la llev la trampa, porque su hijo entr por casualidad en una iglesia y, sin saberse cmo ni cmo no, se encontr de rodillas ante un fraile y confes sus delitos.
El fraile lloraba oyndolos!...

dile por peniten-

cia

que se pusiera a

trabajar y comiera solamente,

durante siete aos, las sobras de los perros en los


jardines del rey...

entr de jardinero en los jar-

dines y slo se alimentaba de las sobras... Adems,


el

confesor

le

conden

al silencio

durante los siete


repartir su

aos, e iba siempre por los caminos sin hablar...

Adems,

el

confesor

le

conden a

ga*

nancia entre los pobres, y todos los sbados reparta su ganancia...

Al rey, que paseaba con su

hija, le

llam

la

aten-

cin esta conduca y se dedic a observarle. Quin eres?... le pregunt una vez. Pero

no

le

respondi y
su

el

rey le

tom por mudo.


hija.

jEs mudo! dijo


Y
le replic

a su

hija:

|Ay, qu
y que coma

lstima!...
el

Otra vez advirti


que^a Roberto
la le

rey que los panes enteros


los

daban

guardaba en un arcn
hija.

bazofia de los perros.

|Es tonto!... dijo a su


replic su hija:

Y le Y

Ay, qu lstima!...
otra vez observ el rey

que todo

el

dinero que

ganaba por cuidar


pobres.

196

daba a los

los jardines se lo

|Es ioco!... dijo a su hija.


Y
le replic

su

hija:

jAy, qu
Y

lstima!...

en esto lleg una guerra. de Y cayeron de pronto sobre el reino infinidad el rey por este soldados enemigos, y, sorprendido

que guiara sus troataque, se encontr sin capitn sin tropas tampas -y aun se pudiera decir que saber a los bin-. Para escapar del peligro hizo prximos que preprncipes de los reinos ms quien libertara el miara con la mano de su hija a
suyo.

aos que esto se terminaron los siete penitencia y, el da haba de pasar Roberto en acabaron, volvi al monte... En la

En

en que se esperaba el cabacueva en que habitara, an le estaba en su lugar la bayollo invulnerable, y an se mont en el otro, neta maravillosa; cogi la una, un momento le desse fu contra el enemigo y en
barat...

Cuando seguida, a la corte y al palacio... a decir compasicont la aventura, el rey volvi

r>

En

vamente:

Nada,

hija ma, est loco!...

Y la princesa, con Qu lstima de

pena:
galn!...

llegaron en sePero no estaba loco, no; porque mensajeros, y stos, guida, a toda prisa, numerosos


pamento de
los

107

cam-

todos, confirmaron su relato, y el rey vio el

enemigos lleno de cadveres y las tiendas del enemigo llenas de botn,.. La princesa se alegr infinitamente y se cas con Roberto, y este cuento se acab (11).

Los dineros del sacristn*

Este era un padre que tena dos hijos y los dos eran pastores. Y con frecuencia les deca as:

Cuidad bien de las ovejas, que una que perdis puede costaros cara!... Y s les costaba cara cada oveja que perdan:
palos, insultos, das sin comer... Y, sin

aquella tarde

la

embargo, perdieron; cuando quisieron conmejor. Los dos nios se miraban


al

ducirlas al corral, las contaron varias veces y siem-

pre les faltaba


asustados,
y,

la

por temor

ayuno,
la

las injurias
la

golpes, resolvieron pasar

noche en

y los montaa.

Cerca estaba
la

cementerio y al pie del cementerio huesera... Para despistar mejor a quienes los
el

fueran a buscar, entraron en la huesera y, como todava era temprano, uno de los hermanos dijo
al otro:

Madre, que arroxaba hoy,


ne bollos a estas
horas!...

sin

duda que

tie-

Y
era tan

190

buena la madre, y les gustaba tanto a los nios el pan caliente, que el hermano menor se decidi a correr el peligro de toparse con su padre y se encamin a su casa en busca de un pan. Rond los alrededores, pero he aqu que de pronto sinti miedo y no se decidi a llamar a la puerta. As, se volvi a la huesera con slo un puado de nueces que recogi en el camino. El hermano mayor le tach de cobarde y le oblig a tornar al empeo...

mientras

el

del bollo se alejaba, l se

puso a comer las nueces escondido entre los huesos, que formaban un montn. Y sucedi que el sacristn y un primo suyo, temerosos de unos ladrones que andaban por el lugar, haban enterrado en la huesera toda su fortuna; y sucedi que el sacristn fu aquella tarde a recoger unos cuartos, y se meti en la huesera sin imaginarse que le observaban, y abri el hoyo en que guardaba su tesoro; pero antes de que tocara las monedas sinti ruido, y era el ruido de nueces que el nio parta entre las manos y lo crey de mandbulas... El sacristn se llen de terror y ech a correr... Corri en busca de su primo, que pasaba en el lugar por valentn y que le reprendi su pnico. Y se dirigieron los dos a la huesera, a la vez que el hermano menor regresaba con dos bollos. El mayor, que le vio, le dijo as:

Y
Y
le

qu,

me

traes alguno?...
el

respondi

menor:

200

Traigo uno para cada uno!... El sacristn y su primo no cesaron de correr hasta su casa, y aun se atrancaron en ella. Intrigados por su fuga los dos nios, cavaron el
agujero, descubrieron
selo a su madre...
el

tesoro y fueron a llevr-

La

sorpresa.

Pues ste era un matrimonio que viva muy en paz, y una vez tuvo el marido que salir de viaje, y qued sola en casa la mujer con un nio pequeito. Estaban a la noche junto al fogn, ella preparando la cena y el nio calentndose, cuando lleg a la puerta una pobre. Ay, seora le dijo a la mujer, s usted me diera posada me hara un gran favor!... La mujer era caritativa y le dio posada con la mejor voluntad del mundo. La mendiga se deshizo en palabras de gratitud, y se sent a la vera del llar, porque temblaba de fro. All comenz a referir sus aventuras, y la mujer la escuchaba con la

sonrisa en los labios.

En
la

esto, pidile el nio a la

mujer:

Madre, scame

huerta, que

no puedo

re-

sistirme otro momento...

cuando le sac, la dijo as: Esa pobre te ha engaado, porque yo vi que le asoman los pantalones por debajo de las faldas. La madre volvi a la casa, y el nio fu a llamar a los vecinos. La madre subi al desvn, como

202

que iba a colgar unas cebollas, y se arm de una escopeta. La mendiga sospech lo que ocurra; se
lleg a la escalera

y pregunt a

la

mujer:

Bajas

t,

o subo yo?

la

mujer, apuntndole:

Ni subes t, ni bajo yo!... Pero la mendiga comenz a subir, y dispar con tal acierto que le atraves
al

la

mujer

le

el

corazn

primer

tiro.

Llegaron los vecinos en

el

mismo
Tocadems
lle-

instante, le quitaron a la

pobre

la

ropa, y vieron
silbato.

que era un ladrn y que llevaba un


ron
el silbato

y se escondieron; entraron los ladrones, que esperaban la seal; los prendieron


los vecinos por sorpresa, y toda la riqueza

que

vaban encima qued para

la

mujer.

La cuba de

los ladrones.

Fueron unos ladrones a un convento, disfrazados de mercaderes, y, fingindose devotos de los santos y amigos de las monjitas, consiguieron que les autorizasen para guardar una cuba en la bodega. El capitn, que era astuto y sabidor, enga a la superiora: le dijo que la cuba era de aceite, y que, por ser las monjitas incapaces de robrsela, a ellas se la confiaba, mientras l y los suyos iban por el pueblo en busca de compradores. Bajaron a la bodega, colocaron la cuba y se marcharon...
Pero se termin el aceite en la cocina del convento, y no era la cocinera de las que se paraban en escrpulos. La tienda estaba lejos, la noche era
obscura, y antes que echarse a la calle le pareci preferible aprovechar la ocasin y extraer de la

cuba una botella. Despus de todo- se dijo nadie

lo

ha de

saber.

Baj y dio unos golpes en

la

tapa del barril.

Con

la

sorpresa que puede suponerse, oy que

de dentro de l la preguntaban: Es ya la hora?...

204

as:

Se asust, pero dimul, y respondi Falta muy poco...

Subi en seguida, reuni a las monjitas y les cont lo que acababa de pasarle. Inmediatamente
cogieron as monjitas avisaron a los guardias... Y un pual y al ladrn de la cuba, y le encontraron

y tocaron las fuemonjitas el silbato; por la tapia del convento la ron apareciendo los dems ladrones; los cogi en Polica de repente, y la mayor parte acabaron

un

silbato.

Se escondi

la Polica

laliorca...

La

veleta.

Una vez

era un seor

muy

rico

muy bueno,

que una tarde se fu con su criado al bosque. Y estaban partiendo lea, cuando el amo dej el hacha, se limpi con las mangas el sudor y le dijo al
criado de este

modo:

que soy feliz!... Tengo bienes de fortuna, mujer que me quiere y comodidades a placer.

Mira

Interrumpile

el criado:

De querer
equivocarse...

de mujeres no se
la

fie,

que puede
seguro!...

jAy, no; del querer de ma estoy Pero, por acaso, no haga usted
si

la prueba...

Bastaron estas palabras para que

el

amo

se enel

caprichara, y quiso hacer la prueba en

mo-

mento.
As,

acordaron que

a los hombros

criado le cargara, y con l fu a decirle a la mujer:


el
el

Se cay de un castao en un descuido, y cuando yo


se mat...
le vi

Ama,

abra usted, que

amo

ya estaba muerto...
tee-

El

ama le respondi con frialdad: chale detrs de la puerta, que tiempo


mos de cambiarle de
mer,

206
ropa.

Y
ahora vamos a co-

que yo estoy que no puedo conmigo de


no comodijo
el

hambre.

Ay, ama, yo

mozo,

por-

que la muerte del amo me quit la ganal... - No seas mentecato le respondi ella, que en cuanto pase el tiempo de costumbre nadie ser mi marido sino t. Comieron; y luego que acabaron, el ama busc la ropa para amortajar al muerto. Sac unos pantalones en buen uso, y el criado los cogi para mortaja; pero ella se los quit de entre las manos, reprendindole:

Trae ac, que mos nosotros...

sos son para cuando nos case-

busc unos cuantos harapos, y se aproxim con ellos al cadver. Este se levant, ech mano a una tranca y le dio tal paliza a la mujer, que en vez de salir ella detrs de l en direccin al camposanto, l fu quien sali a poco detrs de ella... Y desde entonces pensaba que el hacer pruebas tan radicales en estas cosas del querer es una verdadera locura.

De

tal palo tal astilla.

Lo que son las tentaciones del demonio!... De-

dominar del apetito y decirle a una juda, ay, seor, nada menos que a una juda!, decirle que es muy hermosa, y que si quiere casarse ya est todo preparado...! Esto lo hizo un infeliz, y no hubo novedad en los principios: mucho amor, muchas palabras y un nio como un carnero... Y a los tres aos tuvo l que salir de viaje.
jarse

Cuando
le

volvi a su casa,

el

nio estaba sentado

junto al fogn, cuidando de los potes. El


dio un beso, se aproxim al
llar,

hombre y en uno de los

potes vio una mano:

Y esa mano, de quin


De
El

es?...

mi abuela, que era ya para que no nos molestara.

vieja,

la

matamos

hombre

reflexion:

Dios mo, entonces cuando yo bin me matarn...!

sea viejo tam-

Y sin
al

presentarse siquiera ante su mujer, cogi

nio y se fu por el mundo. Caminaron varios dias, y al pasar una maana por un puente muy es-


r.

2p8
al

nio y se lo ech a
la

trecho, el

hombre levant

espalda.

Ay,
Ah,

padre salt

el

nio de repente cuando

iban as, qu pescuecito tan gordo tiene usted, y qu hebras para comerl...

conque sas tenemos?... dijo el hombre. Y ech al nio puente abajo, renegando del momento en que se casara con una juda

La mujer de poco

seso

que se era un matrimonio joven* y tuvo el marido que salir de viaje cuando ya estaba encinta Ja mujer. Al cabo de algunos meses dio
vez, rase

Una

a luz esta mujer tres criaturas. Pero

le

gustaban de-

masiado

las

romeras y

mucha
jer

esclavitud la

vanidades, y le pareci de cuidar de las tres. Esta mulas

era mala y

no

tenia corazn; as
le

que pens en
pro-

librarse

de dos y

habl a

la

sirvienta del

yecto.

Maana
la

vas a lavar, las metes en


dejas en
el ro.

el

balde con
continu:

ropa y

las

al

ver que se asustaba


si

la sirvienta,

Pero, mujer,
garte bien!

nadie se enterar, y he de pa-

La

sirvienta le dijo

que

la

obedecera, y cuando

un recodo con el amo, que regresaba del viaje y se sentara un momento a descansar. Lloraban los dos nios quedamente, y la sirvienta psose a cantar a voz en grito para que no se oyera su lloro; pero el amo la detuvo para pedirla noticias de su casa, y entonces tuvo ella que aproximrsele y que dejar su oanto.
iba para el ro

se encontr en

14

Cmo
est

210

mi mujer?
se percibi el lloro de los ni-

Ya est buena! En aquel momento

os con toda claridad. t, qu llevas ah? pregunt

el

hombre.

Llevo ropa para


balde en
el

el ro.

Cmo va a ser ropa, si la ropa no llora? A la mujer se le saltaron las lgrimas, puso
perdn. Entonces
refiri lo

el

suelo y cay de rodillas para pedirle

sucedido, y el hombre vio de repente la ruindad y la miseria de su esposa. En el lgarcillo prximo habitaba una hermana

de este hombre, mujer


y
l le dijo

rica,

de excelente corazn,
los

la sirvienta:

Le

llevas a

mi hermana

de mi parte que los cre, y le cumpliste su deseo y que se los ha llevado


rriente.

dos nios, le pides dices a mi esposa que


la

co-

la sirvienta,

llorando:

S, seor!

En
uno,

efecto;

as lo hizo.

pasaron los aos

dos y

los nios,

que crecan, se semejaban


lgarcillo

en todo. Sucedi que en

el

de

la

hermana se
le

celebr una romera, y que la esposa marido que la llevara a la tarde.

suplic al

Verdad que me llevars?


S, mujer,
te llevar!
la

Y cenaremos

en casa de

mi hermana, que ya

he avisado a tiempo.

"- 211

que la avisara, y aun la llevara un traje del hijito que salvara su mujer para que les hiciera otro igual a cada uno de los otros dos. A la hora de salir dijo la esposa: El nio puede quedarse, porque en la romera
cierto

va a estorbarnos.

Ca, no
Pero
al

lo creas!

Yo
la

le

cuidar!
el

sentarse a
la

mento de cenar,
cara.

mesa cuando lleg mujer vio con asombro

mo-

los tres

nios, iguales en

el

vestido, en la figura, en la

Dios mol dijo


quin los trajo?
nuestro?

esposo. Y estos nios Pero ven ac, mujer; cul es el


el

La mujer le respondi con terror: |No acierto a distinguirlos!

Pero, bien, cul es Te digo que no


fjate

el

nuestro?

lo s!

Y
jaste

el

marido, con rabia,


tres

le dijo as: el

Los
mismo

son nuestros, mujer... Este,

que dero.
all

en casa, y stos, los que mandaste para el De espanto a la mujer le dio un ataque, y
se muri.

La metamorfosis

Aqu tenis una moza a quien se le meti en cabeza el llegar a reina. Era bonita, as nos salve
Seor; pero,

la
el

cmo conseguir

este propsito? El

rey estaba casado y slo tenia una hija: adems esta moza era plebeya y de familia pobre. Y no
obstante, erre que erre.

Pues me empeo en

reinar, y reinar!

Se disfraz de mancebo, sent plaza de soldado y fu al palacio a servir. La princesa la vio, cay en la trampa y la tom por galn. Poco a poco fu subiendo en el favor, y la princesa tom al galn por novio. Mas sus compaeros de armas comenzaron
a observarle, y por la voz, por la cara, por la figura, por todo, llegaron a sospechar que era mujer y fueron a contrselo al monarca. El monarca era curioso y quiso descubrir este misterio ofreciendo a los soldados un banquete.

y sillas bajas, y si fuera mujer, lo averiguaremos en seguida, porque las


sillas altas

Pondremos

mujeres se sientan con preferencia en

las

sillas

bajas cont

el

rey a sus amigos.

213
Pero
novio:
la

princesa lo oy y se lo espet a su

|Vaya qu tontera la de mi padre,


t eres mujer

pensar que

y que vas a sentarte en silla baja! Ah, conque s? Pues ahora vers!
la

banquete y ech a un lado las sillas bajas, diciendo con disgusto: los hombres se les ponen sillas altas, porque las bajas son para las hembras. Torcieron los soldados el hocico y se puso rojo
penetr en
sala del

el rey.

Pero

al

caer de

la

tarde se le ocurri pasear,

llegarse al

mar como sin intencin y ordenar a los soldados que tomaran un bao. Pase, lleg al mar
y dijo
as:

Hombre, buena ocasin para baarse!


al

|A ver,

vosotros,

agua

Temiera esto la moza de antemano y furase por un monte donde abundaban las corzas. Mat una,
le

quit

la

cabezada, se

la

colg a

la cintura

y se

meti mar adentro. La cabezada se peg a su carne, y

cuando sali del mar, la moza ya no era moza, que era mozo. Y avergonzado el rey de sus sospechas, le redobl los favores y acab por casarle con
su hija (12).

El calambre

Este era un rey, que aseguraba a cada paso:

Dios mo, qu
no vino
ai

listo soy!...

Como que

todava

d de bobo, y no tengo inconveniente en ofrecer la mano de mi hija


quien
la

mundo

me

al

que consiga burlarme...

Y en

efecto, la ofreci,

porque era un rey demalos

siado testarudo.

Su
que
tal

Majestad dijeron
y
cual.,.

heraldos promete

Y
de en

un caballero del

la

que estaba enamorado princesa, se disfraz de mujer y se present


reino,
el

la corte.

Consigui que en

palacio lo aceptaran

como
aten-

criada, y en su aspecto

de mujer llamaba
el

la

cin de los golosos, y conocerle.

rey sinti curiosidad por

Le llam,
en seguida:

le

pareci buena

moza y

le

pregunt

Te

Y
que

S, la

acompaar a la princesa? seor; jya lo creo que sil


gustara
tenis

acompa desde entonces. Pero aqu

la

princesa padeca frecuentemente de un ca-


lambre, y que
ella le
el

215

~
lo

mancebo

supo;

as,

cuando

pregunt su nombre, su historia y su condi-

cin, el caballero la dijo:

mi tierra me llaman Calambre... Era un picaro, la verdad... Porque, al decirlo as, la miraba con unos ojos que se la coman. Y a ttulo de mujer y compaera de la princesa, una noche se qued en su dormitorio. En la habitacin contigua soaba el rey que a l nadie se la daba de bobo, cuando le hizo despertar el grito de
su
hija:

En

jEl

calambre, papal... Corre, pap!...

El rey le contest de mal

humor:

Pues
conoci

si

es

el

calambre, esprrete.

se volvi a dormir tranquilamente.


el la

Cuando

engao, para cumplir su palabra tuvo


bendicin a
la

que dar

princesa y que preparar

su boda.

La barca de San Antonio.

San Antonio pequeito de nueve, de diez aos, a todo lo ms de once, ya tena ganas de aprender las cosas de Dios y se
era pequeito

Cuando

escapaba de su casa. Para


sitaba atravesar

llegar a la escuela nece-

y el amo de la barca era su padre. Pero su padre temi que algn da le suce-

un

ro,

diera al nio

una malaventura, y
le

le

prohibi

al

barquero que

volviera a pasar. As, cuando a los

pocos das lleg el nio otra vez y le pidi al barquero que le llevase a la otra orilla, el barquero no
quiso complacerle.

jPsamel...

con

iNol...

El nio se

puso

triste

y se qued en
el suelo.

la

ribera

los ojos clavados

en

t su capa, la

puso sobre el la pis, advirti que no se hunda, y se sent en la capa, como en un barco. La capa cruz el ro sua-

Despus se quiagua, avanz un pie,

vemente, y el nio salt a tierra a la otra parte; y tambin cuando aquel da habl el maestro a sus
discpulos de las cosas de Dios, entre sus discpulos le

escuchaba San Antonio.

217
padre y reprendi al barquero. Este aleg su inocencia, y tuvo que alegarla tantas veces que, para salir de dudas, el padre sigui al
el

Lo supo

nio una maana, y le acech tras unos rboles, y le vio hacer el milagro: la capa gaminaba sobre el
ro,

y San Antonio iba en ella

como

si

los

condual

jeran
El

manos

invisibles...

padre entonces se arrodill, mand


al

bar-

quero que pasara


batado de
alegra...

nio cuantas veces se lo pi-

diera en adelante, y luego se

ech a

llorar,

arre-

La herencia

Erase que se era un padre bonachn, a quien los

arrumacos de sus hijos haban hecho imaginarse el hombre ms querido del mundo. Pasaba de mediana su fortuna, y le andaban los hijos detrs de ella, dicindole a cada paso: Pero, padre... a qu espera usted? Por qu no nos entrega ya lo que nos corresponde de su dinero, si slo hemos de emplearlo en rodearle a
usted de comodidades?...

trampa e hizo la reparticin. Se separaron sus hijos en cuanto se salieron con la suya, y l qued con el ms joven. Pero inmediatamente comenz su calvario: todo lo que l
el viejo

cay en

la

haca le serva
peto.

al hijo

de motivo para

faltarle al res-

poco insostenible, y tuvo que buscar en la casa de su segundo hijo un poco de justicia y de amor.
situacin result a

Su

No

los encontr.

No

encontr nada:

ni

siquiera

Se haba convertido en un estorbo insoportable desde que no era dueo de lo suyo. Y fuese al hijo mayor, y con l le sucedi lo mismo: con l slo top palabras speras y reprensiones
caridad.


cin.

219 -en su peregrina-

injustas. El viejo llevaba ur arca

de repente comenz a cuidarla mucho, a abrirla frecuentemente, a quedarse frecuentemente

contemplndola con

las llaves

en

la

mano. Sala a

veces, y tardaba en regresar; y a veces regresaba

como temeroso de que


trapos,

le viesen,

con un bulto de

que desaparecan... Preocupronle estas cosas al hijo mayor, y tuvo con sus hermanos una consulta. En ella resolvieron los tres que su padre los haba engaado, que se haba quedado con montones de oro, y que la chochez y la codicia le obligaban ahora a descubrirse. Para convencerse de ello tomaron en peso el arca, y dedujeron del peso que las barras deban
ser

muy

abundantes.
otra vez para
las

Desde aquel momento todo cambi


el viejecito. Tornaron los

mimos, volvieron

com-

placencias, y se le colmaron los gustos... Los hijos

honor de agasajarle y de guardar en su casa un arca que pesaba de tal modo y un padre que an conservaba tal riqueza... Y l continuaba manteniendo el misterio, y a veces se acompaaba de un notario amigo suyo, y se encerraba
se disputaban
el

con

en su habitacin...

los hijos,

cada da ms

amables, no se hartaban de decirle:

En esta casa, ya usted


el amo...

lo sabe, padre: usted es

se muri; y cuando abrieron el arca los tres hijos reunidos.


el

Pero, al cabo de unos aos,

amo

palpitantes de

220

la liallaron

emocin y de ansiedad,

atiborrada de pedruscos, y sobre ellos un papel

que deca

as:

El que da lo que tien antes de la muerte, merez que i den con un cantu en la frente...

Los apuros del prroco.

Se celebraba
el

fiesta

en

el

lugar y asistieron
al

mu-

chos curas. El del lugar

mand

ama que matase

cordero ms cebado...

Y como
tn lejos las

algunos tienen que marcharse y esparroquias aadi prepranos el


,

gape para en cuanto

la

misa se termine. Ests

en ello? S, seor; descuide usted... Y la misa comenz con lujo y concurrencia excepcionales. La cantaba el mismo prroco; le ayudaban los dems. Y en esto repar el ama que se le haba olvidado preguntar cmo deseaba el seor cura que les compusiera el cordero. Y se le
ocurri cogerlo entre los brazos, presentarse con
entre la gente y hacer
l

que

el

seor cura
latines.

lo notara

cuando se volvi a cantar unos


lo not; dise

En

efecto,

cuenta de todo en

el instante,

y con-

tinu cantando de este

modo:

Vicenta, Vicenta, me has enseado nos lo pondrs estofado con perejil y pimienta... (13).
eso que

La montera

mg^ica*

debe saber, para contar, que dos estudiantes picaros invitaron a comer a un estudiante bodoque. Llevronle a la posada, pidieron pajaritas de los cielos, bebieron el mejor vino que les pudieron servir y preguntronle al amo:
se

Pues

Qu
Uno de

le

debemos a usted?
mesa una

Veinte

pesetas...

los estudiantes coloc sobre la

montera con un pico hacia su pecho; hzola describir un crculo y pregunt nuevamente: Y qu debemos ahora?...

amo, que ya estaba en el negocio: Ahora, nada!... El estudiante bodoque se pasm, y despus de muchas splicas consigui de los dos picaros que le descubrieran el quid: secretos de la montera, que haba sido encantada por un sabio... Maravillas de
el

magia que peimitan hartarse a costa de los posaderos. Y el estudiante bodoque se puso tenazla

mente a machacar:

Doivos por ella mil

rales!...

jNo, home,

no!...


Dos
Se
la llev

223

jCuatro
mili...

mil!... iTres~mil!...

en cuatro mil y se meti en un mesn; exigi las golleras ms costosas y los vinos

ms

Cunto debo? Veintisiete veinticinco...


Y
cogi
la

caros, y al fin pidi la cuenta:

montera y

la

volvi y repiti

la

pre-

gunta:

ahora, cunto debo?

Veintisiete veinticinco...

|Ay, seorn, ser


con turbacin
el

el

otro piquinini... se dijo


el

pobre hombre, y puso piquinn en direccin a su pecho.

otro

ahora?...

Veintisiete veinticinco, y no

me fastidie

msi...

Y como no

las tena, fu

la crcel...

3emasiada prsa

Erase ste un malhechor empedernido, condena-

do por

los jueces a la horca.

le lleg

la

hora de

morir, y por ms que el seor cura se lo rogaba, se negaba a confesarse.

Vamos, hombre le

deca

el

seor cura

que esta noche ya cena usted con Nuestro Seor!... Y f u tanta su paciencia y era tan grande su celo que al cabo el malhechor se conmovi, se arroj de rodillas a Sus pies y le confes sus crmenes. A poco lleg el momento de salir para la horca; montaron en un burro al malhechor, e iba el burro tan de prisa, a pesar de los esfuerzos del jinete por acortarle el mpetu, que al ver ste los del cura
por seguirle,
-Seor cura le grit:
paso, en vez de
ir

me

parece que a este

a cenar con Nuestro Seor, ten-

dr que

ir

a comer de medioda!...

Fierabrs*

Varisto

el

dura, sastre.

de Tornn era valiente y, por aadiAndaba de casa en casa y, en verdad,

trabajaba demasiado...

Y como un

da es

un

da,

una noche cogi una borrachera. El acontecimiento ocurri en Deo, y al marchar hacia Tornn sinti Evaristo que le cogan por detrs.

No
aquel

volvi los ojos;

la

obscuridad

le

pareci en

momento

espantosa. Se limit a encogerse y

a decir:

jPor el amor de Dios, no


soy padre de
familia!...

me hagan

nada, que

Pero no

le

hicieron caso, y continu:

Llevo

cuatro pesetas y all van... Pero djen-

me seguir, que soy un pobrel... Mas tampoco le dejaron. Y


suplicando,

as

pas

la

noche,

ponindose de rodillas, intentando mover a compasin... Pero quien le coga era una

roca...

Mejor dicho, era un cardo de una sebe. Lo vio Varistoen cuanto^amaneci; era un cardo de una
15

226
sebe que se
le

la

haba prendido a

chaqueta.

el

sastre se llen

de clera, ech mano a


Si

las tijeras,

cort el cardo y dijo as:

jfotel...

como

yes un cardu fueses un

hombre, harate

lo mesmo...!

La racin de Quico*

Este Quico era de


nal y la comida.

Abeo y

era sastre.

Un

da fu
el

a trabajar a la casa de una viuda y ganaba

jor-

La viuda

le

sirvi

un huevo, y

Quico principi a canturrear con desesperante lentitud:

Un huevu, un huevu ye!... Bahl pens la mujer. Tiene

razn... Indu-

dablemente un huevo es poco para un hombre... Y le puso dos a la comida siguiente. Y Quico canturreaba despus de devorarlos, cosiendo toda-

poco a poco, pero con ms prisa que antes: Dos huevos son dos huevos!... Vaya!... pens de nuevo la mujer. Hay que ponerle algo ms... Y le puso dos huevos y un pedazo de longaniza. Y entonces se enton Quico, y, cosiendo con
va

gran rapidez, empez a cantar


cose un sastre que^non se

as:

Con dos huevos y un cachu de llonganiza,


divisa!...

ya

El Cid.

era ste el sastre de Vega: se llamaba Fernanle

dn, y

apellidaban

el

Cid. Le pusieron

el

apodo

porque al volver a su casa de una excursin por las de Torre tropez una babosa en el camino y no se atrevi a pasar. Pero se cal el dedal, sac la
aguja y empez a
tirar

pinchazos y a decir:

fote con la aguya,


fote col dedal...

Non vendr ningn hombre que mate esti animal?

Y como

el

animal no se mora, clam por

fin

con

desesperacin:

Animal

del monte,
(14).

dexa a los sastres y vete a los hombres!

Galimatas.

Pidi un pobre posada en una casa donde esta-

ban haciendo el sanmartn. Se la dieron, se sent, psose a curiosear. Y por burlarse de l le dijo e amo: En este pueblo no tienen las cosas el mismo nombre que en los otros pueblos. Esto que fuera de aqu tiene el nombre de botiellu, aqu se llama

el

gordito; y

la

morcilla, el Juanito; y el gallo, el

prximunostru; y las clamiyeres, la abstinencia; y la cama, San Sebastin; y el fuego, la alegra; y el amo, Sancantor; y la gallina, la mujer; y el gato,
tidis.

Furonse luego a dormir los de la casa, burlndose del mendigo porque se haba molestado en aprender estas palabras de memoria, y l se qued en la cocina. Y he aqu que el gato se subi al hogar,

donde an quedaba una


al
la

llama, y se prendi

fuego

rabo. Trastornado de dolor, subi por las

clamiyeras a coger

chimenea.

el

mendigo pesmeti en su

el gallo, la gallina

la morcilla, los

costal y grit as:

Levntate, Santidis, del alto de San Sebas-


tin,

230

que all va prximunostru por la abstinencia arriba con la alegra. El gordito y el Juanito, el cantor y la mujer, aqui van en mi fardel. El amo, que lo oy, se pregunt: Y ese tochu qu dir? No le hizo caso. Y el mendigo se march tranquilamente, y cuando los de la casa advirtieron el
incendio, ya les era imposible combatirlo (15).

Facecias*

Una seora muy


mdico y
le

fina

tuvo necesidad de ver

al

expuso su mal de esta manera: Seor meriquiqui, he comido unas atrevidilias que se me pusieron en el crisol... Me duele la media naranja, me tiemblan las columnas y se me descompuso el artificio. Seora le dijo el mdico, no la he entendido a usted una palabra. Pues entonces respondile la seora que le explique mi criada lo que tengo, que ella es ms basta que yo.

la

criada habl

as:

Seor
duele
la

meriguico, mi seora ha comido unas


le

jabarrotas que se

pusieron en

el

pechaco, y

le

caraca y

le

tiemblan las pernacas... (16).


* * *

Iba

un hombre de vuelta del mercado, donde

vendiera sus vacas, y llevaba dos bueyes por delante. Al atravesar un monte encontr un individuo

de rodillas que

le

rezaba a

la

Virgen:

Santa

Mara, madre de Dios...

Al ver
consejo:
al

232

aldeano se detuvo para darle este


usted
el

Guarde

dinero en buen lugar, porque

andan ladrones por

ah...

respondi
s;

el

aldeano:

S,
llidas

ya

me

cuido yo, que lo llevo en

las

mu-

de los bueyes.
esto aparecieron los ladrones, y el

En

hombre

rezador, que era

uno de

la

banda, volvi a rezar


ja las

de este modo:

Santa Mara,
un cntimo.

madre de Dios,

mullidas

de los bueyes! Y pag el aldeano su tontera quedndose sin


* *

Andaba un sacamuelas por

la

plaza vendiendo

unos polvos mgicos para matar las pulgas. Le rodearon numerosas mujeres, y una que se los compr quiso que le explicara la manera de proceder con los polvos.

respondi

el

charlatn:

Pesca le pulgue,
abre
le

boca,

mete

los polvos adentro


la

y vers

pulga morta.

Las mujeres echaron a correr.


* *

233^ J

Cierto rey tena un caballo que estimaba much-

simo, y deca algunas veces: Ay, qu disgusto tan grande

me

va a dar este

caballo

cuando se muera! melo lo mandar ahorcar.

quien venga a decr-

Y, amigos, el caballo se muri.

Lo cuidaban un gallego y un asturiano, y se pusieron a disputar sobre cul de los dos


trselo al rey.
ira

a con-

TI Yo?... Dios me
Y

libre.

T!
le dijo:

fu el gallego, y lleg al rey y


seor... Al caballo le

A Y
de

Mire, Qu

pasa una
la

cosa...

cosa,

Que

las

hombre? moscas le entran por

boca y

le

sa-

len por debajo del rabo.

jCaray, entonces se ha muerto!


lo

que respondi
la

el

gallego

muy
el

gozoso:
rey se enter

Vuestra Majestad
se libr de
lo del caballo sin

lo

ha dicho.
l

muerte, porque

que

se lo comunicara.

NOTAS

(1)

La

Cenicienta^

Las notas que requieren estos cuentos Barba Azly La Madrastra... los que forman este tomo-

llenaran gran

nmero de

libros.

No

es nuestro objeto estulas

dio semejante, y slo

como de paso

iremos dejando ac
sin

y all

..

Este de La Madrastra exige una:


versin bretona,
relato

En una
nuestra
la nia:

ms prxima

duda que

la

al

primitivo, la madrastra le dice as

Vete
Ya

buscarme

el libro

que se

me

olvid en la capilla

del pueblo...

es de noche, y a la noche suelen danzar enanos peligrossimos en una encrucijada que la nia ha de cruzar in-

evitablemente.
lar,

all

los halla en efecto, y la invitan a baile

y baila blemente sagaz, graciosa y

de buena gana. En pago,


bella...

conceden

el ser

do-

El cuento sigue luego

que responde a la versin ms difundida; la hija de la madrastra va otra noche en busca de los enanos; no quiere bailar con ellos; los injuria; la castigan... Y cuando el prncipe engaado se la lleva, la perrita de la hijastra y un pajarito amigo la descubren. (Contes populaires de Basse-Bretcgne F. M. Luzes.

como

el nuestro,

Tomo

III,

pg. 115.)

Este cuento es famossimo, y se le halla en muchas (2) partes y con muchos variantes de importancia. En Catalua, los hermanos son unas veces tres y otras dos, y el padre rey, como indudablemente debe ser. El pequeo halla la flor del Penical, que ha de curar a su padre, y lo que dicen
las

caas que cantan

la felona

delhermano, es lo^que dice

este verso:

238

Pastoret, bon pastoret, t que 'm tocas y que *m menas, so colgat al ru d'arenas per la flor del penical, per la cama del meu pare, que si feya tan de mal...

Cuando
gina 33.)

lleg el rey, el nio colgado estaba vivo an.

(Maspons y Labros: Lo Rondallayre. Barcelona,

1871, p-

En
un

la

Alta Bretaa, lo que canta es un hueso que parece

silbato,

y dice

as:

Mon
dans

frre

m'a tu

la foret d'Ardennes...

(P. Sebillot: Litterature rale

de la H. Bretagne. Pars, 1881

pgina 220.)
(3)

En

el

Vocabulario, de Correas, hay un frase que dice:

Canta,
si

zurrn, canta; no, darte he una puada...

Correas

la

explica de este modo:

El cuento que fingen es que un romero traa un gran

zurrn y deca que le hara cantar por sacar mucho con la invencin, y era que llevaba dentro un muchacho que cantaba, dicindole esto. (Madrid, 1906, pg. 324.)

El cuento es popularsimo, pero no parece que

el
el

viejo

maestro

lo

supiera bien.

En Andaluca, cuando

viejo

mandaba cantar
modo:

a la nia robada, sta lo haca de este

Por agua fui a la fuente que est fuera del lugar, y perd mi gargantilla,
gargantilla de coral. Ay, la mi madre del alma qu enfadada se pondr! Volvme luego a la fuente

por

239

si poda encontrar mi perdida gargantilla, gargantilla de coral. jAy, la mi madre del alma qu apurada estar!... No encontr mi gargantilla, gargantilla de coral; no encontr mi gargantilla, y perd mi libertad. Ay, la mi madre del alma qu afligida estar!...

(Fernn Caballero: Cuentos de encantamiento.

Tomo

XIII

de las Obras completas, 1911. Madrid, pg. 115.) En la versin portuguesa, lo que pierde la nia es un anillo de oro, y su cantar dice as:

Num
num
por

surrn voy metida, surrn morir,

um

que

anelito d'oro nel pilar qued...

Tradigao, A.

Thomaz

Pires:

Cantos populares alemte-

janos, 1903, 47.)


(4)

En versiones de
el

este cuento

ms conformes a su
cuando
el

origen, la primera de las hijas dice as,

padre

la

propone

casarse con

la fiera:

Yo

no!...

la

segunda:
.

Yo tampoco!.
Slo
la

tercera se resigna a ello, por

amor

al

pobrecillo

va y con ella vive a gusto, hasta que la visitan las hermanas o uno de los dos hermanos, y la induce a mostrarle su marido o la tienta a examinarlo cuando se duerma a la noche. La hermanita la obedece, le cae una gota de aceite sobre el marido donriido, ste despierta y desaparece todo...
mercader.

con

la fiera se

240

desierto.

La hermanita se encuentra en un buena le dice: La fiera con que dormas era un


tar,

un hada

rey,

y se desencan-

pero ya no se acordar de
otra dice:

ti.

Lo que t puedes hacer es puerta de la iglesia a hilar hilo de oro. La novia te querr comprar la rueca, pero debes responderle:
rey se casa maana...
la

El

ponerte a

Ni

se

compra

ni se da;

mas

la tendris

si

me

dejis

con vuestro marido.

as ocurre,

durmi.

lo

mismo sucedi

y esto logra; pero aquella noche el rey se la segunda noche, que compr
oro; pero a la
el

la pobrecilla

con un devanador de

tercera,

que

le

cost un plato de oro, no se durmi


la reconoci...

rey,

y la re-

cord y

(Vase, por ejemplo, Antonin Perboc: Contes populars


GZsco/25. Traducido
al

cataln por Michel Ventura Bala-

a. Reus, 1905, pg. 3.)

hace un negro, que se lleva a su morada a la hija de una pobre lavandera. La cual le pide permiso para ir a visitar a su madre, y l se lo otorga a condicin de que no cuente nada de lo que le sucede. Pero lo cuenta, y la abuela astuta la aconseja encender una vela y sorprender al negro dormido
el

En versin de Extremadura,

papel de

la fiera

lo

Lo hace

y halla que el negro es un joven hermoso y arrogante, con un cristal en el pecho, y en el cristal una sala donde seis mujeres bordan una canastilla para el nio
as:

que

la

joven va a tener...
cera que
le

Una gota de
desaparezca.
S. H. Soto:

cae es causa de que

el

joven

Cuentos populares de Extremadura. Nari,

1886, pg. 217. Y as se entra en la fbula de Psiquis. Con este cuento tiene analoga el francs de Raca(5)

un infeliz el trabajo agobiadorgqueilno^puedeacabar cuando se^lo piden.


peiuludiquedon. Aqu
el

diablo le termina a

Se
lo termina,

iii

si

pero a condicin de que

luego, a las]tres

veces, no acierta con su nombre, se lo lleva. Y le dice su nombre al infeliz, pero es tan enrevesado que ste lo olvida
al

momento.
Triste por este motivo, va a meditar en
all

un bosque, y alegra: de oy al diablo gritar en un furioso arrebato Cmo se va a acordar el pobre hombre de que
llamo Racapeluludiquedon...?

me

Lleg

la hora:

Cmo me
-iUna...!

llamo?

Mathurin...!

Mathieu...!
Dos...!

{Racapeluludiquedon...!
Y
el

diablo escap
la

como una

centella.

(De
Por

Picarda. Co/zfes transcrites par Maurice Rouchor

d'aprs la radition frangaise.Pavis, 1911; pg. 202.)

aventura de San Crispn y el diablo ya es viejsima, y tiene muchas variantes. La novela 33 de Le grand parangn, de Detroyes (Pars, 1869, pg. 134), parelo

dems,

la

ce una: en esta novela, hay un pobre enamorado que promete al diablo el alma si se casa con la joven a quien quiere.

Pero puede, no obstante, quedar libre si al cabo de los diez aos presenta al diablo una bestia que ste desconozca. Y la bestia es su mujer, que astutamente se suelta los cabellos, se unta de pez, se cubre de plumas y aparece en el campo a cuatro patas, El diablo se queda bobo, porque nunca vio una bestia con plumas y cabellos...! El viejo DeTroyes (Le grand parangn, novela 40, (6) pgina 177; Pars, 1869) convierte al obispo en un gran seor empeado en que le vendan tierras de una abada. El abad se niega a ello, y l entonces le amenaza con un castigo terrible, si no le resuelve tres enigmas en veinticuatro
'

horas.

)6

242

del

Cunto valgo yo? Dnde est el medio Y qu cosa pienso yo que no -es verdad?

mundo?

Las respuestas son idnticas a las del cuento anterior, Cii los enigmas iguales. La respuesta al segundo dice asi: El medio del mundo es este lugar; y si no, coged una cuerda, clavadla aqui, dad con ella la vuelta al mundo y lo
veris...

Este cuento del destino, con variedad copiosa de nmero de pueblos y en gran nmero de historias. Hela aqu en su forma vieja, traducida
(7)

detalles, aparece en gran

del Gesta

emperador Csar Courad, y su mujer, la condesa, tiene tambin que marcharse de la corte. Pero el emperador anda de caza, y llega a posar en la cabana donde la condesa se oculta la misma noche en que sta da a luz. Y una voz le avisa as: Ese nio que acaba de nacer ser tu yerno. El emperador manda a sus servidores que lo maten, pero stos le colocan en un rbol y le presentan a Csar el corazn de una liebre. Un duque recoge al nio, y cuando aos despus Csar lo ve, entra en sospechas, y le manda llevar una carta a la emperatriz, en la que la ordena que mate al portador. En el camino, el portador se duerme, un sacerdote le coge la carta, la lee, y se la cambia por otra en la que aparece el emperador mandando a su mujer que case al portador con la princesa. (Le fiolier des histoires romaines.Pas, 1858, cap. XIX, pgina 65.) Nuestra versin arranca sin duda de esta fuente, pero est ya en extremo desviada. (H) En variante portuguesa, el nio encuentra una fuente de leche, un ro de agua, un ro de sangre, dos peascos que luchan. Y son: La fuente, los demonios que estavan derretando chumbo, para beber quern aii passasse para morrer. iil ro de
el

Huye

romanorum: conde Leopoldo de

la clera del

243

agua, las lgrimas que llor la Virgen cuando arrastraban a su hijo por la calle de la Amargura. El ro de sangre, la

sangre que derram Nuestro Seor.


cha, las lenguas de las
la

Los peascos en lumurmuradoras que hablaban mal de Revue Hispanique,


1906,
I,

madre

del nio..-

(Z. Consigliri Pedroso:

p-

gina 150.)

La explicacin de
en
el cielo; otras, ni

los encuentros cambia, pues: as,

en

variante gascona, las vacas gordas representan las almas

gordas

ni flacas, las

torio; y las flacas, las

almas en el Contes populaires de la Gascogne, W, 191. Pars, 1886.) En cambio, en versin bretona, las vacas gordas en los cam-

almas en el purgainfierno. (M. S. Blad:

pos sin hierba son los pobres que en la tierra han vivido de poco, sin quejarse; y las vacas flacas en campos abundantes, los ricos a quienes jams satisfizo su fortuna. (Anatole le Braz: La lgende de la mortchez les bretons armoricaines, Pars, 1923. Tomo II, pginas 375 y 388 ) El carcter de este cuento parece enteramente mitolgico.
(9)

En

otras versiones, el
el quitarle

amo impone
de

al

criado

como

condicin
tira se

una

tira

pellejo, si se enoja... Sin la

queda el pobre Juan, que hace de tonto en Galicia, y su hermano le pide que le conduzca al amo que se la quit, y le venga de la ofensa. (A. Machado y Alvarez. Biblioteca de las tradiciones espaolas. T. IV, pg. 139.
drid, 1881.)

Ma-

Aqu, los hermanos son tres. El tema de dejarse cortar un pedazo de piel abunda mucho, y sin duda era el propio de este cuento, desfigurado en Asturias. En la versin portuguesa de Consigliri Pedroso (Revue Hispanique, 1906. T. I, pg. 163), casi idntica a la nuestra, el que ganase la apuesta entre amo y criado, deba tambin tirar av outro uma crrela de pelle das costas. En otras partes es un molinero quien asesina a dos (10) monjes. Llegan al pueblo soldados y l pide que le manden

a su casa
el

244

A
ste le llaman el

que crean ms valiente.

y a ste encarga el molinero, mediante la promei^a de una paga, el llevar al ro el nico cadver que presenta al diablo, y el nico, por tanto,
es,

diablo de tan brbaro

como

cuya conduccin ajusta. Carga el diablo con l, y


del convento,
le

al rio va;

mas

al

pasar por cerca

preguntan:

Quin

es?
as:

responde

El

diablo que se lleva un monje.

Cuando vuelve
recio del trabajo:

a la casa del criminal, se lamenta de lo

Pero trabajo de qu? le dice el molinero astutamente, si el cadver todava sigue aqu... Y carga el diablo con el monje segundo, y al pasar junto al convento le preguntan otra vez:

Quin

es?

Ca, yo no paro aqu ms!...

El diablo que se lleva un monje. Y un monje tuvo miedo y dijo as:

Cogi un asno, mont en l y huy en direccin al molino. Por desdicha, lo vio el diablo cuando volva de arrojar su carga y le tom por el monje que acababa de soltar. Claro!... se dijo. Ahora me explico que llegues antes que yo!... jComo que yo voy a dos patas y t vas a
cuatro!...

Y lo ech al ro tambin. (Eugenio Robland: Coates de Vals. Romana, 1884. T. XIII,


pg. 428.)

Esta versin es ms pura que la nuestra. Este cuentecillo de Roberto el diablo se llama en (11) portugus Alberto el diablo, y en l se hallan detalles muy curiosos. He aqu uno: Cuando Alberto naci, estuvo lloviendo tres das y tres noches. Su vida de bandolero

mat

al

padre de pesar, y entonces

fu a su casa arrepen-

245
tido,

mas su madre no quiso recibirle. Por esto se march Roma; por esto se arrepinti; por esto hizo penitencia... En la corte del rey encontr un turco que ansiaba a la princesa para esposa; y le gan tres batallas y termin por matarle. (Consiglhieri Pedroso: Revue Hispanique, 1906.
a
T.
I,

pg. 181.)

(12)

He

aqu un cuentecillo absurdo que parece pedazo


le halla

de otro cuento. En Portugal se

de este modo:

La

hija del rey es

moza

caprichosa, y dcele as a su

padre:

Yo slo me casar con un


de
marfil.

hombre que tenga dientes


los tiene.

se casa con un

hombre que

va a

llevarla

consigo, y el caballo crdeno le aconseja a la novia: Dile a tu padre que deseas que te acompae yo...

se lo otorg su padre.

Fueron, pues, anda que te anda.


cesita:

en

el

camino desapa-

reci el marido de repente. El caballo aconsej a la prin-

Entra en aquella

casa, coge lo

que vieres y no mires a

ningn lado... Entr y cogi dos canutos y un papel. Sali, y vio que el marido la segua. Y el caballo la dice de este modo: Tira el papel!... Lo tira, y sale una niebla que hace por unos momentos que la pierda de vista su marido. Pero la niebla se va y el marido se acerca nuevamente. Y el caballo: Tira un canuto!...

Lo

tira

trasa, pero a

y se convierte en un peascal. Y poco aparece cerca de ellos...


el

el

marido se reel caballo:

Tira

otro canuto!...
ro.

Lo

tira

y se convierte en un

Y antes de que
te

el

marido
de

lo atraviese, el

caballo la aconseja:

Entra en aquella casa y que


hombre...

vendan un

traje

Lo consigue y

246

prximo. El rey quiere


la dice as:

as llega al reino

comprarle su caballo, pero ste No me vendas!...

toma a la joven, que cree un chico, para cuidar Pero este rey es soltero y los ojos de este chico le parecen demasiado luminosos. Una hechicera le dice:
el

rey

el jardn.

Convdale a comer y pcnle una


se sienta en la baja, es una hembra.

silla

baja y otra

alta; si

Y Y

el caballo la

avisa de esta suerte:


el rey:

Sintate en
la

la silla alta.

hechicera insiste con

Dile que duerma contigo,


Se
lo dice.

porque tienes miedo...

Y la pregunta:
o eres mujer?...

Eres hombre,
Le responde:

|Soy mujer!...
Y
se casan y son felices. (Triidade Coelho: Mis amores. Calpe,
El defecto

Madrid, 1919;

pg. 228.)
(13)

ms

corriente de los cuentos de curas,

populares, suele ser

el pecar de atrevimiento, y aun a veces de maldad. Considero inofensivo el del cordero y el prroco, del que recog tambin las siguientes versiones de in-

ters:

Pues ocurri que un cura pobrecico tuvo que hacer una fiesta. Y falto de despensa a que acudir y de plata que
gastar, slo invit a dos prrocos amigos, a quienes consi-

deraba como de la casa. Los dos eran humildes y apacibles y se resignaban de buena voluntad a lo que les dieran. Pues os dar faries, porque no tengo otra cosa! El ama las prepar. Mas he aqu que se enteraron de la fiesta otros curas comarcanos, y que se presentaron sin aviso. El ama se ech a temblar y fu a contrselo al prroco.

Le encontr diciendo misa, a

la

vez que llegaban los


intrusos.
lo

247

que
le

hzole ella unas seas


l

dieron a entender

que suceda, y

se volvi y cant as:

Amn dico
les
celes...!

vobis!...

Pa

ti,

en platu fondu y clcales;

pa m y pa los de casa, chapa los otros en Uanu y espr-

hallse otro pobre cura en el trance de convidar a sus


la fiesta del
el

amigos a

mer. Enterse

pueblo y no tener qu darles de cosacristn, y se ofreci a remediarlo.

Pero cmo?

Usted
cogi
rros,
el

ver...

El sacristn saba de

una casa donde abundaba

el tocino;

caballo del cura sin decirle adonde iba y fu a robarlo; pero quiso su poca suerte que le salieran los pe-

que llegaran los amos, que le quitaran la cabalgadura, que le dieran una paliza y que le hicieran huir. Corri a la
iglesia;
altar...

encontr a los

fieles;

descubri

al

seor cura en

el

Y subi al coro Amn dico vobis

y cant:

agrrales,
quitado...!

vinieron

los

que no traje nada,..! Salieron los aguazales, y el jij me lo han

el seor cura: a xMara la nostra, que nos componga Amn...! Vete I un ajorio con su sal y pimentorio y que por Dios si va al horrio- que del tocn parta pocu, que me cost rial y

respondi

medio. Per Christum Dominum Nostrum...! Y el ensoado banquete se qued en una sopa de

ajo,

En
y en

Galicia, el final se cuenta as, en


la del prroco:

boca del sacristn

Seor
lie

cura, seor cura,

ven a criada, aqu que He ten que perguntar cmo se guisa unha cabra.

248

Aceitorum vinagrorum,
t un pouco perixelorum,
et in saecula saeculorum...!

(Cancionero popular gallego. j. P. Ballesteros. Madrid, 1886,

tomo

II,

pg. 261.)

cuento lleg a Cuba de esta suerte: No sabe el ama en la fiesta de qu modo poner el pescado y corre a preguntrselo al seor cura. Le encuentra diciendo misa y el ama expone su apuro al sacristn; el cual canta el Padrenuestro y dice as: Pater noster.J Dice Mariquita la nostra que cmo

Y el

quiere

el

pescado, si

lo quiere frito o

asado, -guisadito o

salcochado...!

Pater
tad

noster...! Dile a Mariquita la

nostra que

la

mi-

me

lo

fra y

la

mitad

me

lo

ase con su pimentillo

y su pimentn... Per omnia saecula saeculorum...

En

nuestros cuentistas clsicos aparece un relato seme-

jante: Un obispo de anillo manda a cierto vizcano, su criado, a buscar una asadura fiada al carnicero David. Vuelve el criado y halla al amo predicando:

Dice

Isaas profeta...

Dice Jeremas

profeta...

Pues qu

dice David...?

el

criado le responde:

David
bofes
si

que jura a Dios que no dar asadura primero no pagas...


dice
54.)

ni

(Cuentos de Garibay, C.

he aqu que en el Don Quijote (cap. I de la segunda parte) se habla de cierto romance en el que un cura avisa al rey en el prefacio de que le han robado cien doblas y su mua andariega. Todos los cuentos copiados tienen cierta analoga con el caso del romance. En Valencia se refiere

349

todava el cuento a que se alude en el Quijote, y en l hay un ladrn que roba a un cura lo que el Quijote refiere, y le amenaza con gravsimo castigo si lo dijera a hombre o a mujer. El cura jura que no le descubrir; pero ante el rey,

en

el

Orate fratres se

lo dice a

Dios

as:

Anant de Valencia a Catarrocha,


me me
furtarent sent duros y

una mua rocha;

digueren que no ho diguera

a ningn

home

ni

a ninguna dona...

Y agarren

al lladre,

que est baix

la trona...!

Y el

ladrn cay en poder de la justicia.


el

En Santander

cuentecillo

es ste:

Le roban a un

pobre prroco su dinero y su burra y le obligan a jurar que no dir del robo una palabra ni a hombre ni a mujer.

canta de este

modo en
faltar

el

prefacio

Por no
el

yo a un juramento,

tendr un hombre gran tormento;

que me rob la borrica, ya s que est oyendo misa; tambin me rob el dinero la maana de San Pedro. El ladrn que est presente se condenar eternamente. San Jos, que est a su lado,
le libre

Dios

le

de otro pecado. toque al corazn,


el

para que alcance

perdn,

per Christum

Dominum nostrum.J

el

ladrn pas a la crcel.

{Boletn de la Biblioteca

Menndez Pelayo, marzo y

abril

pg. 100.)
(14)

250

de 1920. C. Maza Solano: Temas de folk-lore regional,


El concepto en que antao se tena a los sastres

tran. Antao,

era tremendamente despectivo, y estos cuentos lo demuesen el sentir de la garulla y vino de las gentes

de pro, ser sastre era mentir, era engaar, era morirse de miedo, era meter cizaa en las familias y era pellizcar el pao para hacerse el jubn de los pellizcos. No pasa un alma; todos son sastres se deca por entonces. Cada cual de lo que trata, y los sastres a coser se agregaba con
desprecio.

Un sastre, un zapatero y un barbero, son tres personas distintas y ninguno es verdadero se continuaba tambin. Y este modo de verlos y enjuiciarlos era por aquel tiempo general: los vaqueiros de alzada lo cantaas:

ban

Sete xastres fain un rome,


catorce fain un testigo,
veintidous se necesitan

para firmar un recibo.

en Galicia les cantaban de este modo:

Sete

xastres fan un

home

o ano de pan barato;

o ano qu'e caro o pan facen falta veinte e catro.

tambin:

to

Amaro

era xastre,

pero despois

foi ladrn;

non houbo xastre n-o mundo que non roubase un calzn...

La

serie de cantares es

muy

larga tratndose de esta


ella,

gente, y no hay uno que no apriete encima de

como

si

251
cada sastre fuera un yunque. En el teatro clsico espaol tambin les daban lo suyo, y decan los Pendones de graciosos cuando se presentaba ia ocasin de los elogios burlescos:

Dios
y
el

se llama Alfa y

Omega,

sastre es, por

ms

quilate,

en Portugal, alfayate, con que el alfa se le pega...


(Santo y sastre. Tuso de Molina. Acto II, esc. V.) Alfayate en Portugal y fuera de Portugal: en Asturias,
verbigracia.

caso es que estos mismos elementos de combate y de chacota, aparecen en gran nmero de pueblos. Cul era la conducta de los sastres, que asi los presentaba a la opinin? Los sastres de aquellos siglos andaban de casa en

Y el

casa solicitando trabajo y en las casas donde hallaban qu coser, se quedaban a comer, a murmurar y a dormir. Este
bullas, y

gnero de vida se prestaba a los enredos, celestinajes y cuando el ro sonaba, sin duda que llevaba agua
bastante.

este gnero de vida no lo han

abandonado to-

talmente los alfayates de hogao. En mis andancias folklricas, hall

Amieva, volv a ennuevamente en Espinama... Y entr en los Picos de Europa y recorr sus macizos, fui a parar en un atardecer a Posada de Valden... Y montado en un caballo, con toda la figura de un centauro perdido en la soledad, trotando camino arriba, tropec al sastre sin piernas, que tambin iba a coser a los pueblos ms ocultos de
sin piernas en

un sastre

contrarle en Ons, le top

los Picos...

Por eso an cantan los viejos, y no les

falta

motivo:

La semana que viene


llegan los xastres;
si

no llegan

el

lunes,

llegan el martes,.

252

los sastres

de otro tiempo, en esta vida de angustia, de

peregrinacin y de miseria se les formaba el espritu. Cuando los alfayates de este siglo cobran a peso de oro su
labor y encima cogen del pao, no hacen ms que vengar a sus abuelos, que iban los amaneceres en busca de un fal-

dn que remendar, a cambio de un torrezno que comer y un ochavo que meter en la calceta... Y luego, si se quedaban con alguna cosicosa, decan que eran ladrones...
(15)

En

Andaluca,

el

cuento dice
y,

as:

El P. Juan es un santo,

adems, est pobrsimo. E iba

a buscar los papeles para poder decir misa, y se aloj en el camino, en la casa del cura de la Puebla. El cual, por burlarse de
l, le

pregunt:

Cmo
Curas.

llaman en su pueblo a los curas?

Pues

aqu, Papideos.

as sucesivamente...

d, y

Tanto que el P. Juan se incomocuando todos dorman pendi un tizn al rabo del
gritar:

gato y psose a

Levntate, Papideo; de los brazos de jorgancia (la cama), que va el ppoli las ratas (el gato) por el espote lente (la escalera del pajar) arriba, con claritate (lumbre) al rabo. Abundancia (agua), que se le quema al Papideo la
arbengancia (la Esta es, en
casa)!...
lo

que atae a incontables variantes que hay.

los
(El

nombres, una de las Folk-lore andaluz.

Ao

1882-83, pg. 135.)

(16)

Variante, asturiana tambin:


seorita a una pescadora:

Una

-Graciosa joven, esos hmedos habitantes de los cncavos cercleos que portas en limpia corbella sobre tu encfalo, son marinos o fluviales?

La pescadora: Son truches!...

ndice

Pginas.

Los caprichos de
El

S.

M
dientes

15

hombre a quien

le brillaban los

20
25 30

Barba Azul La Cenicienta La madrastra Los higos de la madrastra La lor del lilo-va Las tres bolas de oro
El zurrn maravilloso

36
41

45

49

55 60
66 72 77

La bruja La fiera y la bella La selva encantada


El gato casamentero El ahorcado

79
74

El soldado valeroso El espectro

89

La calumnia El madero de La suegra

93
la

horca

98
101

El herrero y el diablo
del diablo
el

108

Una apuesta con


Premio de rey Los enigmas
1

diablo

114
119 124 129

destino

254
Pginas.

El buen consejo La envidia

134
139

Un

cuento de aventuras

El viaje maravilloso

X43 148
156
101

El anillo de por aqu

El real del sastre

Catalina

164
167

Los pollos

Un

chico de talento

169
174

Los dos hermanos Las aventuras de un tonto El cadver prodigioso


El huerfanito

182
187
191

Roberto

el

diablo

194

Los dineros del sacristn La sorpresa ... La cuba de los ladrones La veleta.

198
201

203 205
=

De

tal palo, tal astilla

207

L? mujer de poco seso La metamorfosis


El calambre

209
212

214 216

La barca de San Antoni* La herencia Los apuros del prroco La montera mgica Demasiada prisa
Fierabrs

218
221

222

224
225

La racin de Quico
El Cid

227
228

Galimatas
Facecias

229
231

Notas

235

Voluntad publicar en breve:


Historia general de la Iglesia.
Por Mourret. La. obra ms trascendental y ms documentada de todas las emprendidas para mostrar la vida de
la Iglesia

y su desenvolvimiento magnfico a travs de los siglos. En este maravilloso estudio, de calor apologtico e histrico inestimable, se halla perfecta exposicin y agudo

comentario de lo que constituye la Historia de la Iglesia, que es al decir de Bossuet y de Pascal la historia misma

de

la

Verdad.

Historia de Cristo.
Por PapinL Todava no se han extinguido las polmicas violentsimas que suscit la aparicin de la Histoiia de Cristo en Italia, en Francia y en cuantos pases se ha traducido. Ms que historia, en el sentido ordinario, es una apologa donde el tormentoso espritu de Papini ha volcado todo su mpetu arroUador. Los captulos se suceden con una turbulencia magnfica, envueltos en los ms vibrantes anatemas contra los siete pecados capitales, que nos impiden el leal conocimiento de Cristo. Papini, que ha batallado en todos los partidos ms radicales y junto a las ideas ms demoledoras, se arroja en una ltima esperanza en los brazos de Cristo, y toda su vehemencia primitiva la encauza por un nuevo apostolado. Grita y apostrofa con palabras de una fuerza desconocida, y los espritus ms escpticos se asoman con curiosidad y hasta con temblor a estas pginas desbordadas. No es, pues, primariamente esta Historia de Cristo para los fieles que escuchan devotamente cada semana la explicacin dominical del Evangelio, sino para quienes, lejos del
redil del

Buen

Pastor, necesitan or

el grito

de quien anduvo

con

ellos

y volvi.

Vida de Po X.
el xito inmenso que esta obra ha obtenido en Inglaterra y en Italia, donde fu traducida inmediatamente, damos por descontada la buena acogida que

Por Forbes. Ante

ha de obtener entre nuestro pblico piadoso. La bondadosa figura de Po X, el Papa de los nios y de la Eucarista, vuelve a revivir en estas pginas con todo el sugestivo encanto de su santidad. Son estas pginas conmovedoramente sencillas, humildes, como la eximia virtud del que, en la jerarqua ms alta de la tierra, sigui siendo el prroco de los humildes. Los prrocos encontrarn en ellas la llave del xito de su accin parroquial y un ejemplo vivo que les aliente en su difcil misin. Y todos los fieles, el fuego de caridad de aquel corazn que an ayer lata entre nosotros.

Santa Catalina de Siena.


Por Joergensen.He aqu
cisco de Ass
el

la obra que con el San Franconsolidar entre los catlicos de ha acabado alto renombre que Joergensen supo conquistarse con su
el

obra de conversin
grandiosa

Libro de la ruta.

Santa Catalina de Siena, la monja que llen con su figura el atormentado y esplendoroso siglo xv, trae a estas pginas los anales de su edad con una justeza histrica y un colorido deslumbrador. Su personalidad, descolorida con el paso de los siglos, readquiere la grandeza con que se encumbr hasta ser consejera de Papas y reyes, y aquella impetuosidad de su alma
de fuego vuelve a levantarse evocada por
la

maravillosa

pluma de Joergensen.

Libro de Job.
Versin del doctor Caminero. Como un verdadero tesoro,

entre los

muchos que guarda

la

Biblioteca de

Menndez

y Pelayo, se conservaba indita, hasta ahora, traduccin que del Libro de Job haba hecho

la
el

valiossima

doctor Ca-

minero, prologada con un estudio profundsimo y una carta inditos del insigne Maestro.

No

existe en castellano traduccin ninguna que,

del doctor Caminero, rena a la fidelidad

como la ms escrupulosa

y admirable tan excelsos primores literarios. Su lectura ser igualmente provechosa para los sacerdotes y seminaristas

que se dedican a

Escritura, y para los simples fieles,

los estudios de Sagrada que buscan en este libro

de

la

resignacin consuelo a sus amarguras.

Jorsalafaerd.
Ultima produccin de Joergensen, en la que el exquisito dans refleja las emociones de su peregrinacin a los Santos Lugares.
espritu del celebrrimo escritor

17

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