Cuentos Tradicionales Asturianos - Constantino Cabal
Cuentos Tradicionales Asturianos - Constantino Cabal
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C.
CABAL
LOS CUENTOS
TRADICIONALES
ASTURIANOS
"^^
MADRID
EDITORIAL ttVOLVNTAD
CovADONGA.--(Estudio histfico
crtico.)
Condesa de
los
Quintero,
Mau-
sobre
el
modo
PRXIMAS A PUBLICARSE:
La Mitologa asturiana.
Imp.
J.
Teff.
Para Aurelio de Llano Roza de Ampudia^ el ms tenaz, el ms fiel, el ms ilustre de nuestros folk'loristas,.. Al amigo ^ al hermano, al
compaero,
C. Cabal.
caminos de Astariasy y me par en sus aldeas^ y me hosped en sus mesones, y me acog a sus casuchos, espiando el floSal en peregrinacin
los
por
y sintiendo
el hervir
de
pasados.
Anduve como romero; rec ante los monumentos como ante cmaras santas, y todo era monumento
en esta tierra delante de mis pasos y mis ojos. Fui
pginas deleitables de un libro de piedad...! Y hoy ya conozco esta tierra en todo lo que tiene
de divino, de profundo y de sutil En esta maana lnguida se extiende sobre las cosas una rala, misteriosa vaharina
que diluye
los
contornos y que
maana lnguida
la
vida de enjutez y de
lo
que tuvo
zaas magnificas. Brotara de repente y se ira alejando sin cesar como un pedazo de espacio que llevara un huracn en cada nube. Entonces, vera yo
sus voluntades,
brosy
ms frreas que
ms seguros que
puos, ms
agudos que
las lanzas..,
que
No
Nada;
gro^ ni la muerte.
S de estos caracteres admirables por lo que dice la historia, y los evoco en mis sueos como una multitud de semidioses, que cuando se arrojaban a una empresa llenaban el corazn con el azul de los
cielos.
S de
les
ellos, los
me acerco
san y
digo mi plegaria.
De
cacin
como un perfume.
la
Y en
ojos inquietantes. Si
el
esperramos
timiento
sen-
y purificada
Y si
la
iglesia
rgano como
los
que tomaba Carlomagno de modelos bizantinos, de las trompetas del rgano lanzarase un rumor
inarmnico y fantstico, como si hubiera hierros que chirriaran, teclas que se incomodaran y notas
el
rgano al des-
las
damas; se unira
la
seda al vellorn y
el hierro
tubo...
Ha^
el altar
sensaciones de fuerza
y de bravura,
trase el
Todo
Y en
arrequives
de la bveda,
luego,
el
lentamente,
el
rgano vibrara
el
ms amoroso, y
Y entonces,
la
enamorada
sando que a la puerta del palacio ya tena el rey su caballo para marchar a la guerra con los moros..,
*
4:
Las ciudades de ayer eran chiquitas y las cercaban murallas. Acaso los palacios enfilados chorreaban vetustez una vetustez sela
contempla desde
lejos!
10
Las ventanas, partidas por columnas y florecidas de grecas, anunciaban estopas y brioles, y tenan
gustares de mujer y aromas de poesa; todava contaban de las noches en que promete el amor y es amenaza el canto de los pjaros...! Y de los caserones macilentos salan las viejucas
como sombras:
sus pasos quedos y frgiles, sus ademanes tardos y medrosos... Eran viejucas sarmentosas, febles, que
Y en una gr-
gola fosca topaban un pajarillo que arrojaba sus pos como gotas de agua sobre el silencio terso de
la urbe...!
Entonces^ por estos das quizs, llegaron los reyes en peregrinacin al Salvador; quiz rieron seores y pelearon plebeyos; quiz
el
corregidor sali
una tarde, vio una moza como un pino que bajaba a Fuencalada y se enamoric como un rapaz^ con
escndalo de todos...
Y quizs
la
de su casa, probablemente pequeita y frgil, con manos de marfil y ojos de estrella, y su casa era
11
un poco tristes, un rinconcito amable y deleitjso con un balcn al Jardn, la chimenea en que encender la lea y el silln en que poder arrellanarse. Doa Velasquita madrugaba mucho, en cuanto se marcaban en las nubes los parpadeos del sol y reventaba en los rboles
el
malibro
como
si le
la
poesa
del amanecer.
se
Y ella
quedaba
quieta,
sin
duda pareca esta mujer figura de retablo... Supo de las caricias del amor, la fortuna y la bondad. Las alfombras que pisaba, las lmparas
que encenda y las sedas que vesta, costaran montones de oro... Los socorros que prestaba, las caridades que haca, las piedades que verta sobre los
pobrecicos lacerados costaban montones de
oro...
Y
lo
pagaban
diciendo:
Seora Velasquita, que la bendiga Dios... Y Dios mandaba todas las maanas un tropel de
pajaritos al jardn de la seora Velasquita.
* * *
Y hoy
ra,
la vida
a
la
12
ella
guerra contra
las
el
moro; ya en
no viven da-
mas a
de la
los pajaritos...
ruido de la mina,
bramido del taller, el multitud pasan como huracn sobre las urbeSy
se
Hoy, el clamoreo
empape en
la
el
recuerdo
la historia.,.
aldea es como
el llar
hogar y
se
cuando
noche se acerca, y hablan de cosas de antao. Chisporrotea la lumbre y esparce un calorcillo halagador y presta intimidad a la tertulia. Chispola
rrotea la lumbre
y van diciendo
los
hombres
lo
que
miemos de
la historia del rey que gaa ellos les naba batallas de epopeya; no era la historia del principe que iba a San Salvador en romera; no era la historia del corregidor que se prend de una moza... Era la historia de una pobre nia, a la que
Y lo que
maltrataba su madrastra, y la historia de un seor que asesinaba a todas sus mujeres, y la historia de
un muchacho que se fu por el mundo de aventura... Eran estas historias milagrosas que han sido vena
de agua y de perfume a lo largo de los siglos, que brotaron en tiempos y lugares desconocidos an y
que llevaron tantos pensamientos y encaminaron tantos corazones hacia los caminitos de la luna...
saban.,.
los
Y las
reinas
las
13
mando
quedaban sode su alma para decirse
rey.,.
llamaban a
los hijitos
les as:
Pues
un
Y las
doas Velasquitas de
lo
los palacios
de antael cuer-
daban tambin a veces para el alma kisto rias de maravilla que empezaban de este modo: Pues seor, ste era un rey... Y cuando contaban esto se paliaban las congojas
de las reinas, y todos los pajaritos del jardn de las damas Velasquitas penetraban en su casa para decirles as:
Dios!...
d-e
amor y poesa... Cuentecillos populares, todos llenos de luz y de misterio... Ms fuertes que los reyes invencibles;
que
los
li-
bros asombrosos.,,
Cuentecillos populares
pegados
al corazn!...
los
La
manos y
fu pa-
seando por
el
mundo a
lo
fioy viven en
Asturias vida ubrrima y an llenan de color el horizonte de los nios pobrecicos... Todas
mis adoraciones han ido en busca suya humildemente, entreabiertas como rosas. Todas mis adora-
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dones han ido poniendo en ellos las ternuras y los xtasis como si fueran capas de roco,.. Y aqu estn, como yo los recog, con toda fideli-
como dad, quiz tambin con torpeza; aqu estn, las palaen breviario, donde hasta son oraciones
bras que dicen de este modo: Pues seor, ste era un rey...
Los caprichos de S. M.
Y
que
el rey,
s,
como
si
Que
s,
Que lo que yo deseo es divertirme, y el que no est conforme con ello que se vaya!... Adems, no hay peligro ninguno en esta
que
lo hago!...
distraccin,
porque nadie
animalejo,
le
acertar...
Y
la
mat
al
la
quit
mismo
la piel,
clav a
que
la
que pertenece
con
la
princesa Estrella...
la
Con
ta
princesa Estrella,
muchacha ms boni-
que se pudiera socir: la que era merecedora del trono, an ms que por ser hija de su padre, por derechos de su cara... Ay, qu cara tan linda la de la princesa Estrella, si supierais!... El ejrcito de prncipes que reclamaba su mano, en cuanto se enter de la promesa del rtulo se puso en movimiento, con muchas carrozas, con muchos regalos, con muchas comitivas... [Hala, hala, hasta la corte!... Y en la corte, hala, hala, hasta la piel... Y alrededor de la piel, la multitud. Los prncipes se
acercaban, miraban, meditaban, se rascaban
la
cabeza,
decir:
16
pateaban
la
con
rabia
acababan
por
jNada, no
Y
el rey,
reventar...
En
sol y
mal encarado... Se par ante la piel, se present luego ante el monarca, y le pidi la mano de
la princesa...
De
la risa
que
le
entr al monarca se
el
apretaba los
delante.
ijares, se
encoga en
el
asiento, y
daba
el
palurdo, con
la
mucha
que habis dado? De rey, s, s, ya lo creo que s! Pues os pido la mano de la princesa, porque
palabra de rey
es de pulga!
Es
la piel
Un
el
silln
no
le
hiciera
Su Majestad. Torci la boca, dio un grito, se levant y se arranc medio bigote, una parte de la barba y un puado de pelos... Despus se puso a llorar como un chiquillo; luego solt unos chillidos escandalosos, y pareci que le daba un ataque... Bueno, que daba lstima verle! Pero,
tanto efecto a
amigos,
el reino, el rey
de
Y all
casa
la
~
viv
17
iDios
mo dijo
el
al salir
y yo que siempre
en un palaciol
respondi
marido:
palacio!
Y le
Tambin yo tengo
Dios mo
Y
le
dijo Estrella
poco ms all, y yo
los bosquesl
marido:
Y le respondi el marido: Tambin yo tengo criados... De todas las prendas suyas, slo
dos
perritas:
llevaba Estrella
una se llamaba Jicara] otra, Plvora. Saltaban a su lado con amor, y ella las acariciaba y conversaba con ellas. y/cara exclam una vez al penetrar en una selva, no es verdad que se hace largo este camino? Y el marido dijo as: En medio de esta selva habito yo! La casa del marido era chica y ruinosa. La princesa la contempl con mucha angustia, y le entraron ganas de llorar y de echarse de rodillas... Pero escondi las lgrimas, se propuso fingir, y le dijo
al palurdo:
que me
traes!
tas
te,
18
torre...
y lleg a
la
ventanita de una
De
repen-
oy un silbido. Y el marido le pidi que le esperase un momento, y la cerr en la casa y se march. Ella recorri la casa, y encontr una puertecilla en la cocina, y advirti que llevaba a una cueva. Era una cueva preciosa, llena de colgaduras, de tapices, de lmparas, de espejos... jEl palacio de su marido!... Abri un arca, y hall joyas; otra arca, y hall monedas; otra arca, y hall puales.
Corri a las ventanitas otra vez, y vio entre el laberinto de los rboles un claro del bosque. Este
bosque era largo, largo, largo... Este bosque era el bosque de su marido, y cerca de la casa percibi un rumor. Vio linos hombres con espadas, con puales, con pistolas, de facha de ladrones, y vio entre ellos a su marido; pero no con el traje de aldeano, sino con otro ms lujoso. Y todos los ladrones eran los servidores de su marido, que les
mandaba
mataban.
mandaba matar y
La princesa
Vete
cueva de ladrones.
Y mand
la
habitacin que
ta
ms
slida.
A poco
mand
Y
pregunt a
19
torre:
la perrita,
que vigilaba en
Ni
viene ni asoma.
sola!
le
marido
mand
ella
pregunt de nuevo a
la perrita:
sola!
cabo asom Plvora,., La acompaaba el rey, que haba estado llorando inconsolablemente desde que se marchara la princesa. Y con el rey, los soldados.., Muchos, muchos, muchsimos soldados, que cogieron al ladrn, pusieron a hervir aceite, lo echaron en una pipa y asaron vivo al ladrn para que escarmentaran todos los dems.
Pero
El
hombre a quien
le
Pues
rojos,
s,
seor; una
moza de
perlas.
Guapa, gra-
ciosa, sana,
de ojos
muy
negros, de labios
muy
de pelo
muy
rizo...
chos del lugar, que apenas si coman ni dorman por rondarle la ventana, cantarle coplas e inventarle msicas. Y como si no, morena, porque ella no aceptaba galanteos.
orgullo?
la
moza: Madre, si no tengo orgullol Si es que yo quiero casarme con un hombre a quien le brillen
replicaba
los dientes...
he aqu que el hombre lleg; nadie supo de dnde ni cmo; pero lleg con boato, acompaado
de numerosos servidores y seguido de varios carruajes. Era un mozo como un castillo, guapo, moreno, de pelo de endrina, de ojos como de noche...
Y le brillaban los dientes!...
en cuanto vio a
la
moza
se fu tras
ella,
la
labia
21
que ya ya, y se la pidi a su madre en matrimonio. La moza, no hay que decir... A la segunda vez que habl con l, loca perdida. Su madre la aconsejaba: Mira, mujer, que trae ceniza de muchos llares y no se sabe quin es!... Mira, mujer, que de-
bemos
enterarnos!...
basta...
Se casaron, qu, remedio!... Quin le quita a una moza de esta edad lo que a ella se le ponga en la cabeza? Se casaron, bendito Dios, y la nica condicin que la novia puso al novio fu la de llevar consigo dos perritas con que se diverta: una se llamaba Pon^a y otra Monga^ y eran las pobres muy cariosas y leales. De la boda no hay que hablar; la riqueza del
novio
la
mesas para todo el mundo, comida de lo ms rico, vinos de los ms caros... Los mismos enamorados de la novia a quienes ella haba dado calabazas, estaban encogidos de asombro... A continuacin, el viaje... Qu tronco de caballos, bendito Dios!... Qu carroza tan bonita, madre del alma! Y qu lujo el de aquellos criadones que se pusieron a su lado!... Nunca se vio otra cosa en el lugar. Y la novia, ms preciosa que nunca, preciosa de veras. Y el novio, ms arrogante y ms guapo que nunca... Se fueron entre aclamapartes,
la
madre de
la
32
moza
m
de
para despedirse de
la
ella, le
pareci a la madre
le brillaban
demasiado.
s,
aunque no dijo nada. Y llegaron a un palacio de una hermosura que haba que ver,
moza
lo advirti,
y en cuanto entraron en el palacio, los dientes del novio comenzaron a brillar ms. A la moza le supo
quemado, y quiso disimularlo entretenindose con las perritas. El novio la contemplaba con unos ojos que echaban fuego. Y se quit el sombrero en un descuido, y repar la moza en su cabeza, y vio asomar en ella dos cuerneesto a cuerno
citos...
me
cas con
el
Pero era
su novio:
lista
como una
centella, y le suplic a
me
arreglara
Y bajars en seguida?
S, hombre; bajar en
Sali
l;
seguida...
cogi
ella
Monga y
se la envi a su
madre para rogarla que acudiera en su ayuda; coloc a Ponga de guardia en el balcn; cerr la puerta, la reforz con unos muebles y se ech amargamente a llorar. A los pocos momentos la
llam
el diablo:
Y
ella le
23
el
miedo:
voy...
Ni viene
Ay,
ni asoma!...
pobre de m, en esta casa sola!... Pasaron los instantes que peda, y el diablo llam segunda vez: Mujer, bajas o no bajas? Y ella, agobiada de espanto:
la
Agurdame
otro instante,
tornaba a su pregunta:
sola!
impa-
cient;
con voz
pregunt de nuevo:
ms...
pregunt a
la
Ah,
s, s!
jYa est
muy cereal
y se puso a deshacer la cerradura; luego empuj con los hombros, y la moza y los muebles le impedan
abrir;
al fin
la
se
iompi
la puerta,
el
diablo penetr en
habita-
cin.
24
que detenerse:
En
el
mismo
la
instante tuvo
curas...
una
cruz...
un bufido, corri como para que se lo llevaran los demonios y desapareci en el aire... Cuando la desposada se volva a su casa con los suyos, se oy una explosin que hizo temblar la tierra: el palacio del diablo acababa de hundirse
El diablo dio
en los
Infiernos.
Barba Azul.
Este era un padre que tena tres hijas, y las tres tan hermosas, que sali su fama del lugar. Lleg a
odos de un caballero de
dijo al padre:
la
poblacin cercana, e
la
mayor de sus
hijas
para casarme con ella y conducirla a mi palacio... El caballero era apuesto y se verific la boda.
momento de
partir, el caballero le
dijo a su mujer:
No
Y
ella le
respondi:
Nada!...
do, grandsimo...
Cuanto pudiera apetecer la vanidad de la novia qued completamente realizado, porque en este
palacio hall lujos, encontr regalos y le ofrecieron msicas. Pero al cabo de unos das, le dijo el caballero su marido:
muy poco
26
todo
lo
pue-
des ver y examinar, salvo esta habitacin cerrada, que no debes abrir porque te ocurrira una desdicha...
El caballero se fu.
rri las
la
de pinturas y de oro... jDios mo, qu riqueza de oro la que se gastara all!... Y tres veces se detuvo la mujer ante la puerta cerrada, y tres veces cogi la llave para abrirla, mas el miedo la detuvo. Pero desde entonces no sosegaba con el
deseo de entrar y de conocer
bitacin...
el
misterio de la ha-
que habr en ella?... se deca... Y una vez se acerc a la puerta con ms deseo que nunca, meti la llave y abri... Dio un grito, y se le escap la llave de las manos: el misterio de la cmara que apareci ante sus ojos, la oblig a retroceder... En la cmara haba un hoyo que rebosaba sangre, y en medio de la sangre, en un montn, los miembros despedazados de numerosas
lo
Qu ser
mujeres!...
Cuando consigui reponerse, la esposa del caballero meti la mano en el hoyo, sac la llave, que cayera en l, y se puso a limpiarla... Pero le qued a la llave una manchita. Y cuando regres el marido, la
le
esposa
le recibi
pregunt:
No
has abierto
la
~
Y la esposa: No la he abierto!...
Entonces dame
los puos...
la
27
la llave...
y arrastr a
destroz y
la
mat,
la
la
meti en
hoyo con
las
otras...
Despus se disfraz, cogi el camino y se lleg a la aldea... Fu al padre de las hermanas, le habl de la fama de bonitas que tenan sus hijas, le hizo grandes regalos y le pidi la segunda en matrimonio. La boda se efectu solemnemente. Cuando lleg el momento de partir, le dijo el caballero a
su mujer:
"
No
Y
ella le
respondi:
Y
la
jNada!...
tambin tuvo das de felicidad y de gozo como hermana mayor; y tambin se qued sola, porel
que
rri el
marido se march de viaje; y tambin recopalacio abriendo todas las puertas para ende
las maravillas
terarse
que haba en l; y tambin entr en la habitacin de que el marido le dijera: Aqu no debes entrar, porque te sucedera una
desgracia...
Entr, vio
llave
el
hoyo, dio un
le
grito, se le
escap
la
de
las
manos, se
manch de
lleg el
sangre,
no
pudo
dejarla limpia, y
cuando
marido fu
arrastrada,
la
28
al
despedazada y arrojada
* **
hoyo,
como
hermana mayor...
Despus el caballero se present en la aldea con otro nuevo disfraz. Visit al padre de las jvenes, le habl de la fama de bonita que tena la hija que le quedaba, le hizo grandes regalos y le pidi la menor en matrimonio. La boda se efectu solemnemente. Cuando lleg
caballero
le dijo
el
momento de
partir, el
a su mujer:
llevar
No quieres
Y
ella:
nada de tu
casa?...
Si; dos
palomitas...
Y cuando
la
el
caballero se
le
march y
reco-
mend tambin
desgracia...
puerta de siempre:
te sucedera
una
desobedeci como
le
las otras;
y en
le
el
hoyo
escap
y se
del peligro
que corra y
una de
la
las
palomitas
para que se
torre.
la llevara,
y con
otra se meti en la
Cuando
volvi
el
caballero,
supuso en
el ins-
tante lo
la
que haba ocurrido, pero disimul; suaviz voz, y la llam con dulzura: Mariquita, bajas t, o subo yo?...
29
el
rico vestido
que mi pa-
me
dil...
la
paloma:
llam
Mariquita, bajas t, o subo yo? Me estoy quitando la rica enagua que mi padre
me
dio!...
Y con
ansia a la paloma:
viene!...
Ay, pobre de
otra vez:
m!...
el
caballero la llam
Mariquita, bajas t, o subo yo?... Me estoy quitando las ricas medias que mi padre
me
dio!...
Y
llero
al
caba-
en
la escalera...
La Cenicienta.
Pues seor, que la hija de esta viuda era fea como un charco, y la hijastra bonita como un oro: la una, boca enorme, ojos pequeos y mirada inquisitiva; la otra, boca chica, ojos profundos y mirada acariciante; la una, como un carbn; la otra, como una luz. Y una maana de invierno que llenara de nieve los caminos y convirtiera en hielo
los arroyos, la madrastra reuni toda su ropa, se la
entreg a
la hijastra,
Anda
a lavarla,
prisa...
Fu la nia, rompi el hielo, comenz a lavar; mas tiritaba de fro y se le entumecan las manos y se le saltaban las lgrimas... En esto, el jabn se
escap de entre los dedos, y el agua y el hielo se lo ocultaron en el fondo de la corriente. Las lle
grimas de
la
gas y copiosas...
Y de
pronto vio
un
sol,
que
la
modo:
por qu lloras
le
as?...
La nia
cont su desventura:
iPorque se me escap
tra
el
jabn y mi madras-
me
pegar!...
seora, y en una cuna encontrars un nio, y dos platos de sopa en una mesa: una de las sopas, negra; la
a aquella casita le
la
Vete
mand
otra, blanca...
Al nio dale
la
blanca, y
la
negra c-
metela
t...
La nia obedeci con humildad; y el nio era como un ngel de los cielos, y la sopa negra, de sabor de mieles.,. La nia se arrodill a la vera de la cuna, dile al nio de comer lo que la encomendara la seora, y le cant, le arrull, le bes con dulcedumbre... Cuando al cabo torn al ro, encontr intacto el pedazo de jabn, y la ropa ya lavada, blanca como los copos de la nieve... Al pasar el
puentecillo para volver a su casa, la nia mir a
las
nubes con amorosa expresin de gratitud; y se abrieron las nubes, y cay una estrellita, y se le clav a la nia en medio de la frente, como si fuera un diamante...
La madrastra y
manastra fuera
la
hermanastra
la
hicieron contar
al ro, fngiera
llorar.
que se
le
perda el
el
jabn y
me
pegar
Y
un
la
32
dama le dijo con dulzura: Vete a aquella casita: en una cuna encontrars
nio, y dos platos
la otra, blanca...
Pero temi
ra veneno; se
sirvi al nio
la
envidiosa que
la
la
comi
la
cabo torn
la
encontrse sin jabn y hall toda ropa sin lavar. Al pasar e puentecillo para volal ro,
ira;
ron
las
le
y se rasgaclav en la
frente a la envidiosa.
4:
En
que
sa
la
esto, se
el
objeto de
el hijo del
aguardaba ansiosamente, porque, a pesar de lo mucho que se miraba al espejo, an se consideraba una belleza. Y cuando al cabo lleg, le propuso la viuda a la
que estaba junto al lar: Si peinas a mi nia de tal manera que no se la note el rabo, te dejo que la acompaes. Y la pein la nia de la estrella con toda la destreza posible, y el rabo qued oculto debajo del pelo. Mas aun as, sin el rabo, salpicada de diamantes y vestida de tis, la hija de la madrastra era carbn, y aun vestida de trapos y de harapos.
hijastra,
sala
clavel...
la
viuda no
cumpli su promesa y el clavel se qued en la cocina. Pero he aqu que de repente se apareci a su lado la seora del ro, Nuestra Seora la Virgen, y ella visti con telas de extraordinaria hermosura a
nia castigada, y la calz con zapatitos de oro, y la pein con peinas de crstal... La estrella de la
la
maravilloso de una corona de luces... Las puertas de la casa se abrieron solas, y la nia se encontr en la romera. Qu pasmo el de la gente! jQu arrobamiento el del prncipe!... Garridez tan armoniosa y
belleza tan completa, ni el prncipe ni nadie la ha-
ba visto.
Todas
las
le
para siempre.
La viuda y la hermanastra la vieron al pasari pero no les fu posible conocerla; y al declinar de la tarde, la nia se aprovech de un momento de
bullicio, corri
sent a la
a su casa, se visti sus harapos y se vera del fogn. A poco lleg la viuda
la
con su
hija...
Si supieras
prncipe...
dos!...
dijeron,
la
si
supieras qu
mu-
iQu
la
cara!...
Cmo
clenque!...
34
A todo
Y
el
la
herma-
prncipe es
empeado
que cuando la perdi en el bullicio dolor. Y con objeto de volverla a hallar, dio en el palacio un magnfico baile, al que asistieron todas las princesas, todas las duquesas y todas las condesas...
Y entre
pei-
Virgen, todava
la romera...
ms hermosa y ms
si
que
en
Por
escapaprncipe
comenz, mand
la le
al
escalera de pez...
nia se
pegado a
la
escalera.
Cuando volvieron
del baile
la
supieras le dijeron, si supieras cmo resplandeca de hermosura la nia del otro da !..
|Si
Qu envidia
le
fea!...
Se
el
corre por
ah sigui
la
hermanastra que
cierto;
el
zapa-
como
si no...
Cuan-
do
apresuradamente
sobraba medio
el
35
el pelo,
si
rabo bajo
como
Le dio un coraje a la madre, que se hubiera colgado de una viga Y le dio un coraje a la moza, que se hubiera colgado con su
.
madre.
que se
lo
pudiera
jAy,
Y
sali
s,
pero est
la
muy
la
sucia!...
la traiga.
nia de
la
estrella
en
la
y calzada por la Virgen, ms llena de belleza y de luz que en las fiestas anteriores... El prncipe solt un grito de placer, y
La
viuda y
la
dndose puetazos de rabia; y un perrito que llevaba el prncipe psose a cantar as, saltando con
regocijo:
Estrellita
de oro
en coche va,
y rabo cochino en casa est.
La madrastra*
una mujer segunda vez, y sta con un labrantn, que antes que de la belleza de su alma, se preocup de la belleza de su rostro. Y esta mujer era mala porque se gozaba en la crueldad: cuando hizo este matrimonio ya tena una rapazuela de quince aos, y tambin era viudo el labrantn, con una doncellica
viejos se cas
All en tiempos
muy
como un ngel de
bre doncellica...
los cielos...
Y aqu
tenis
que
la
la
po-
duro
martirio...
Largas horas en
el ro
la
cocina en
ir
el
en
el
invierno;
por
agua a la fuente en las albadas y por troncos al bosque en los crepsculos... Y reuni una vez su madrastra todo el lino de la cosecha, se lo dio a la doncellica y la dijo de este modo:
a comer...
37
hilarlo,
no vengas
La doncellica fu al monte, se sent en una piedra y se puso a llorar... Los montones de lino que
llevaba significaban trabajo para
mucho
tiempo!...
de pronto que la tocaban en la frente... Alz los ojos y se top una viejecita que, a pesar de las arrugas, las canas y los aos, era hermosa como un sol al morir de la tarde. Se top una viejecita que le dijo:
Se puso a
llorar,
sinti
Hija
la
La nia se
ella la acarici, la
consol,
monte se acercaron al grupo, y dijo la viejecita: Esa vaca morena pace lino... Dale todo lo que
te
dieron a
ti...
Y la vaca lo
lo
paci
como
si
fuera hierba, y a
tal
poco
finura y
con tan
como
la
si
Y ahora
ya no lloraba
nia por
imposibilidad
Cuando quiso
desaparecer a
res...
viejecita envuelta
en resplando-
Y cuando
deanos se decan con asombro: Pero si lleva una estrella en la frente!... Y un seor que la vio, dijo tambin: |0h, qu nia tan hermosal... En el mundo no hay otra nia tan hermosa!...
Y
jecita la
estrella;
38
al
ponerle
la vie-
mano en
y porque
la frente, le
la doncellica, hijastra
de
la
viuda,
era la nia
ms hermosa
del mundo!...
* * *
Cuando
guntas y luego
alma!
la
abrumaron a denuestos.
le la
Si
puy
el
dieran arrancrselas,
arrancaran
la estrella
Mas
lo
que hizo
madejas de
lino, entregrselas
y decirle
si
llorar,
se te
le
aparece
cont...
la
vieja, cuntala lo
que
tu
hermana
as fu;
sucedi
as:
Hija
Porque tengo que hilar todo este lino, que no lo acabe no me darn de comer...
La
miera
viejecita la consol, le
la frente,
y hasta
llam a
la
puso las manos sobre vaca morena para que se cola viejecita
el lino...
desapareci
envuelta
en resplandores; pero la vaca morena se qued con el lino en las entraas, y cuando volvi a su casa
la
asombro:
iPero
Y
el
si
lleva
un rabo en
la frente!...
seor que
la vio, dijo
tambin:
39
En
el
mundo no
pue-
HH
Qu rabia la de ia madrastra!... Qu modo de jurar, de maldecir, de renegar de la fortuna!... Pero se calm de pronto, porque el seor del lugar, que se haba enamorado de la doncellita, fu a hablarle a la madrastra de su amor y a pedirle a la doncellita por esposa. La madrastra le escuch con inters y le respondi que s. S; os la doy por esposa... Pero venid maana
a buscarla...
Y
le
luego llam a su
hija, le refiri lo
expuso su plan: ella le serrara el frente, le echara en la herida polvos de oro, le llenara todo el cuerpo de perfumes... Y cuando vofviera el seor, la cubrira con un velo y se la entregara
sucedido y cuerno de la
como
si
fuera la doncellita...
Y de
A
Y
la
ella,
ella la
as fu;
sucedi
Lleg
el
el
seor, recibi a
la
engao,
mont en su
hacanea y principi a caminar... Pero llevaba el seor una perrita muy lista, y la perrita comenz a
decir:
Il
40
el
seor
le
trella...,
y colorn, colorao...
(1).
dado viudo con una hijita muy linda, blanca como los copos de la nieve, de ojos como las estrellas.
Y
le
el
labrador era bueno, y aquella hijita tan linda llenaba el corazn; pero necesitaba una mujer
que le cuidara la casa, y al cabo de ao y medio de viudez se uni a una vecina suya en matrimonio...
La vecina era envidiosa... La carita bonita de la hijastra se le convirti en cuchillo, y no pudo sosegar hasta que dio con el modo de quitarla de en medio. Y una vez que el labrador tuvo que hacer un viaje, la madrastra se compuso, se ech el velo a la cabeza y le dijo a la hijastra: Es necesario que cuides de los higos, porque
me voy
la iglesia
a rezar.
Yo
La nia se sent bajo la higuera para cuidarlos mejor. Y a poco se le present su misma madrastra, disfrazada de mendiga, encorvada y vaci-
lante,
42
bculo...
higo por
el
amor de
Dios!...
no os lo puedo dar respondi ella; pero os juro que lo siento mucho! Y lo senta la nia, porque era compasiva y generosa con verdadera ternura. Los dolores de su prjimo se le entraban por el alma y se le convertan en dolores propios. Y se imagin que la mendiga era una viejecita pobre, y tuvo mucha lstima de ella... La mendiga continu: Y un poco de agua, no me lo puedes dar?... Porque mira que me muero de sed!... Y la nia entr en la casa, cogi un vaso, lo llen de agua y sali a drselo a la vieja... Pero la vieja aprovech el momento, y de un salto alcanz un higo y lo escondi... Bebi el agua, dio las gracias
y se
fu...
jAy,
No,
seora.
A ver,
Y
ver...
Vamos
a contarlos.
dos y advirti la pobre nia con espanto que le haban robado uno... La madrastra la arrastr, hizo un hoyo en el huerto de la casa y la enterr viva en l. Pero se quedaron fuelos contaron las
ra los cabellos, y al
virtieron
cabo de algunos das se conen una mata de pimientos que tap comla sepultura.
pletamente
Volvi
el
43
padre.
est la
la
Y dnde
nia? pregunt.
Le respondi
madrastra:
Y para
tiene...
la
mata cant
as:
Cocinera, cocinera, no me arranques el cabeUo; Mi madrastra me ha enterrado por un higo que ha faltado...
Llense de espanto
tar al hortelano,
la
cocinera, y se lo fu a conla
que sospechaba de
la
madrastra.
el
nia,
que se acerc a
mata de pimientos y
la
oy
todava repetir:
Mi madrastra me ha
por un higo que ha
enterrado
faltado...
El padre se arrodill...
Mand que
levantaran
la
tierra,
44
la
y hall a su hijita viva y sonriente, que as librara Dios para premiarle sus virtudes. Pero quedaba el hoyo abierto, y el padre meti
l
en
tierra
encima.
la
La flor del
lilo-va*
de pron-
y sin saber de qu mal, se qued ciego. Cuanto le pidi su mdico, cuanto le pidieron luego los dems mdicos, hzolo con el ansia de curarse; pero no lo consigui Y se estaba una vez lleno de
.
pena a
la
lentamente una viejecita y le dijo con dulzura: Si quiere recobrar la vista, tiene que lavarse
los ojos
con agua de
encuentra por
el
mundo.
hijos,
Bueno: pues
les
y les pint
la flor
la
herencia al que de
vosotros
El
me la
traiga.
menor de
Tuvo que
encontr
la flor
46
pensando en la felicidad que iba a causar a su padre, cuando tropez en el camino a sus hermanos. Iban tambin por el mundo en busca de la flor, pero no por el inters de la curacin del ciego, sino por el de la parte de la herencia, y haban aguardado tanto para empezar la excursin, porque les llevaran demasiado tiempo los preparativos. Al encontrarse con su hermanito se llenaron de asombro:
ella se volva,
con
Pero cmo? Ya
contrado
ests de vuelta?
Y has en-
que
s.
Dnoslal
No
puedo
drosla. Quiero ser
yo quien se
la
mas
la
de-
cedo toda la herencia les deca al mismo tiempo; pero os suplico que me dejis la flor. No quisieron; le mataron, le enterraron en un campo, y en la tierra de su fosa a poco apareci un caaveral.
F
"I*
Os
la
casa, entregaron la
puso en agua, se lav los ojos, y recobr la vista. Fu tan grande su jbilo, que seal aquel da como de fiesta para todos sus
a su padre, y ste
la
criados. Pero en
47
medio de la fiesta se acord del otro hijo, y se puso a suspirar. Los hermanos intentaron consolarle: sin duda que el otro hijo andaba de un lado para otro sin acordarse de nadie ni de nada. La busca de la flor del lilo-va, sin duda
de pretexto para satisfacer su deseo de libertad y su afn de rodar por los caminos. Y el padre, en un momento de clera, reparti toda su herencia entre los dos hermanos crimile sirviera
nales.
Mas he
al
menor;
can-
en
ella.
lo haca, la flauta
taba tristemente:
Pastorcito, pastorcito,
no
me
arranques el
cabello...
Al pastorcito
pasm
que an soaba con el hijo que perdiera, y en cuanto son la flauta y sta dijo su cantar, el viejo, que la oy, sali a la puerta: Esa es la voz de mi hijo! sollozaba Yo la conozco muy bien! Y pregunt al pastorcito:
viejo,
.
Muchacho,
la
arrancaste?
Y
cuando
48
se lo cont, el anciano a sus servidores llam a los dos hermanos, reuni caaveral. All les mand a y se fu con todos al una caa; lo hicieron, los hermanos que cortaran cortada dijo asi: plidos y temblorosos, y la caa
el pastorcito
Hermanitos, hermanitos,
no
me
cortis el cabello,
mand inme-
cavaran una fosa diatamente a sus servidores que en ella a los dos hijos e hizo que enterraran vivos
mayores.
y por ms que se agenciaba, que sudaba, que luchaba para darles de comer, lo lograba unas veces y otras no.
Este era un aldeano
tres hijos;
con
el
beneficio
que le quedaba entre las uas, y andaba perpetuamente la miseria alrededor de su hogar. Un da, el hijo mayor se cans de soportarla, y al cabo le dijo
a su padre:
Padre, yo quiero salir de aqu... Y adonde has de ir, hijo mo? ...
el
mundo...
le
un morral,
coloc en
l el
unos
senel
tom
al
cen con tranquilidad, y cuando quiso continuar la marcha, le cay la noche encima. El bosque se envolvi en obscuridades, y los senderos del bosque se llenaron de murmullos. El mozo tuvo miedo, se ech c llorar y dijo as:
una
fuente;
Dios
50
De pronto advirti a su lado una seora hermosa como el sol; la coronaban estrellas, y cuando levantaba
seora
la le
luces.
La
y ahora no s adon-
de oro, chala a rodar, para donde pare, entra en la casa y coge lo que
esta bolicha
Toma
encuentres.
Se apoder
su placer
al
el
ocup
el
pensando que en la casa adonde se diriga hallara el oro en espuertas... Y en el romper del alba ech la bola a rodar... La bola se lanz pendiente abajo, salt escarpes, salv obstculos, y fu a desaparecer en un ro caudaloso, cuyas aguas irritadas rodaban ente andars,
tonces tempestuosamente.
El
el
mozo
una cantera, solicit trabajo, se lo dieron, y cuando soaba apalear el oro, tuvo que contentarse con apalear la guija... Y he aqu que el hijo segundo se despidi tamcamino. Encontr en
bin de su padre:
Padre le
dijo, yo
me voy
por
tarde
51
la
ma y esta misma
me
lanzo a
la
ventura.
bosque, cen y
obscureci.
menz a
seora...
llorar.
De
la
seora
le
mand
netrar
monte abajo, correr tras ella y peen una casa. La codicia le ceg de tal modo,
arrojarla
mozo
a la cantera.
*
das, el
hermano me-
a su padre:
Padre, quiero buscar a mis hermanos, pues hace mucho que no sabemos de ellos y pudo sucederles algn mal; pero no te cause pena el que te quedes solo, porque yo he de volver.
t eres
muy pequeo!
quiero mucho,
cogi
zar el
la
obscuridad...
la
el
herma-
deslumhr un resplandor maravilloso y descubri a su lado una seora ms linda que la luna. El hermanito menor se puso instansneamente de rodillas, como si se encontrase delante de la Virgen...
De
pronto
52
de mi
cabaal
no se
lo
Y ahora, por qu
Porque no
Cuando can como
se fu
la
lloras,
nio mo?
piedras preciosas y el nio las fu besando una por una. Se senta arrebatado de ale-
de gratitud. Y pensaba en que el oro de la casa librara a su padre de inquietudes y hara el porvenir de sus hermanos. Cuando lleg el amanecer ech la bola a rodar y la sigui a la carrera. La bola se detuvo al pie de una casita; estaba la puerta abierta y l entr: en una habitacin hall otras dos bolas las que perdieran sus hermanos en el ro - en otra, dos montones de dinero, y en el zagun, un caballo. Cogi
gra y lleno
;
las bolas,
recogi
el
se fu.
Pero antes de regresar a su cabana quiso dar con sus hermanos, y se encamin en su busca. En
la
cantera pregunt por ellos y le salieron los dos. El les habl de su suerte, les present su fortuna,
les
53
Los hermanos fingieron alegrarse mucho y se volvieron con l; pero al llegar a un lugar solitario le exigieron que les entre
ense
las tres bolas...
gara su tesoro.
jAy, no os puedo dar! jMira que va a costar vida! Aunque me cueste vida!
lo te
la
la
la
vida
le cost.
le
campo, y para determinar el sitio clavaron un arbolito encima de la fosa. Cuando llegaron a la cabana de su padre,
Los hermanos
enterraron en
el
de mirar siquiera la fortuna que por las puertas se le entraba, les pregunt por su hermano: Y no habis encontrado a vuestro hermano? No, padre. Pero ahora no te ocupes de l, que estamos aqu nosotros.
padre no se ocup de Pero su corazn iba tras l.
el
por complacerles.
* * *
Pues seor, sucedi que un pastor que cuidaba sus ovejas en el campo donde abrieron la fosa, fu a descansar una vez al pie del arbolito, y con una varita diles un golpe a las ramas. Y sucedi que las ramas empezaron a decir:
Hermanito mo, que alegre me tocas, que mi hermano grande me mat y me quit tres bolichas de oro, que la reina del cielo me
dio...
Asustse
el
54
compaeros, que fueron a admirar la maravilla. Quitaron el arbolito, cavaron la tierra y hallaron
vivo
al
hermano que
se haba
la justicia,
la
fosa en que a
l le
enterraron, de
(2).
El zurrn maravilloso.
Una
hijita
Una
hijita
vez,
la
viuda compr a su
prendidos de sus orejas y resaltando sobre sus cabellos, eran como dos estrellas
unos
en una noche obscura. La viuda estaba loca de satisfaccin. Era tan linda su hijita, tan
buena y tan
adorable!...
tar
tena
fina
como
el
can-
de un jilguero.
tarde se present en su casa con otras ami-
Una
dejara
el sol
madre que
la
al ro. El
achicharraba
campia;
la splica:
s!...
{Ande,
daremos.
Djela usted...
Ya
nosotras
la cui-
56
Y la madre la dej;
y
la hijita
de
la
aretes,
y antes de entrar en el ro se los quit y los puso en una piedra. Lo que se divirtieron en el
agua!... Lo
que gozaron
las
nias chapuzndose,
nadando, arrojndose el agua unas a otras!... Tanto, tanto, que salieron, se vistieron, se alejaron, rindose todava, y ninguna se acord de los
aretes.
La
hijita
de
la
viuda se acord a
la
senderos de
la aldea.
la hijita
la
campia lejana. Lleg a la orilla del ro, y en vez de con los aretes, se encontr con un hombrn... Un hombrn de cara muy roja, de pelo muy largo, de ojos muy brillantes, sucio, borracho, roto; un hombrn que le dijo as, mostrndole los dientes y las
uas:
Vaya, muchacha, que te agradezco la visita! Y la meti en un zurrn y se ech el zurrn al hombro. Y anda que te andars... que te andars por esos mundos de Dios, llegaron a una posada. El hombrn busc asilo en el pajar y coloc el zurrn a su derecha; y la pobrecita nia, pensando que haba
llegado
hacia su
el
57
volvi
el
momento de su muerte,
as:
alma
que en la pea los dej; que por ellos morir, que por ellos morir...
de la hijita de la viuda!... Lo mismo que una rosa que se convirtiera en voz... Fina, dulce, blanda, pareca penetrar en el corazn como una luz e irse deshaciendo en copos... Y cuando la oy el hombrn, que haba pensado efectivamente asesinar a la nia, desisti de su pro[Amigos, qu voz
la
Hacindola cantar en todas partes ganar lo que me d la gana, y al cabo de unos aos de trahar desaparecer y podr vivir tranquilo gozando del sosiego y la fortuna. E iba desde aquella noche recorriendo aldeas, bajo
la
y ciudades, parndose en los mesones, visitando las tabernas, penetrando en los ventorros y
villas
enseando en todas partes el zurrn. Para obligar a la nia cuando no tena ganas de cantar, compr una lanza y la pinchaba con ella. Reuna a la gente
y deca
villoso
as:
Este
el
zurrn marael
que llama
atencin de todo
mundo!...
le
mandaba
al zurrn:
Canta
si
58
zurrn, canta;
con
vocecita
de oro,
el
zurrn
cantaba
siempre:
Por
los rcticos,
madre,
que en la pea los dej; que por ellos morir, que por ellos morir!...
Y ved lo
la
que son
el
andando, lleg
hombre
madre de la nia; y ved lo que son las coel hombre le pidi posada y la madre se la sasl,..
dio...
Entr
en
la cocina,
se arrellan junto al
as:
fuego, pos
el
Pero tengo un zurrn que canta maravillosamente. Y os voy a pagar este favor hacindole cantar... Y en el momento djole al zurrn:
pobre...
Canta, zurrn,
si
canta;
En cuanto
su
hijita la
la
madre oy
le
la
voz y entendi
el
que voz de
lo
que se
entraba en
corazn como
voz tan querida, tan armoniosa, tan inconfundible!... La de la hijita del alma que ella no se cansaba de llorar desde la tarde en que volviera al ro a buscar los rcticos... Qu alegra
una
flecha; aquella
tan grande la de
59
Pero supo disimularlo y aguard con paciencia a que se durmiera el hombre... Entonces abri el zurrn, sac a su hijita del
la viuda!...
terrible...
la
el
zurrn y fu
a presentar
la
maravilla al public-
se reuni mucho pblico, y el hombre mand ai zurrn que principiara el cantar. El zurrn como
si no...
El
hombre
le dijo as:
Canta,
si
zurrn, canta;
el
zurrn,
como
si no...
Desesperse
el
hombre
y dio un pinchazo... Del zurrn sali un bufido. Y el hombre con la lanza abri un jirn y el gato terrible le salt a la cara y le clav las uas en los
de la viuda refiri lo sucedido en el lugar, y en cuanto lo supo el pblico que rodeaba al hombre, se ech sobre l, le arrasojos.
En
tanto, la hijita
tr
le
mat a pedradas...
(3).
La
bruja.
Eranse que se eran dos hermanos y una hermana, y los hermanos tuvieron que marcharse por el
mundo, y dejaron a la hermana sola y llorosa como una Magdalena. Ellos tambin se fueron con el alma muy triste, porque los tres se queran a matar. Y habis de saber que la gracia y la belleza de los ojos de la nia ganaban mucho, pero mucho, mucho, cuando los llenaban las lgrimas. Sus hermanos le dejaron un collar; se lo ci a
la
como
pedacitos de
Pas
soledad
el
tiempo y
y
la
el
la
la afliga
desconocer
la suerte
de sus
hermanos le daba mucha tristeza. Al fin se determin a marchar en su busca, recorri muchos caminos, y se detuvo a preguntar en muchos lugares.
Nadie pudo decirle dnde estaban. Y fatigada la nia se sent bajo unos rboles y se puso a llorar con desconsuelo. Una urraca la vio, se le acerc,
revol detrs de ella unos instantes,
collar
le
arrebat
el
en un descuido, y con
en
el
pico se fu a
61
le
suplic la
Pega-pegarata,
dame
el
mo
collarn
de
plata!...
La pega
le
contest:
Y
ras
de camino encontr una casita en un campo, y su collar encima de la puerta. Le rebos de placer el corazn, mir por la ventanita y vio que la casita estaba sola. Entr silenciosamente en el vestbulo, pero la puerta no cedi, y la nia se escondi en un argomal en espera de que llegaran sus
la casa, salieron
poco despus, y los vio ocultar la llave detrs de una columna. La nia la cogi y abri la puerta:
todas las habitaciones eran claras
ara el
las
li,
como
si las
basalu-
sol; la
En seguida en el mismo
gar en que
dejaran sus hermanos, y se escondi otra vez entre las argomas. Cuando volvieron sus
hermanos y vieron la casita tan ordenada y limpia, se miraron con asombro... Y con mayor asombro al otro da, porque al otro da se repiti el prodigio.
62
dijeron quin
visita
Debemos averiguar se
Con el fin de averiguarlo salieron los dos a la maana siguiente, pero el menor se ocult detrs
de los rboles, y cuando estaba barrindoles la cocina, sorprendi a su hermana con un abrazo apretadsimo. Ella dio un grito y se ech a llorar; luego le refiri su aventura y le dijo que se ocultara de aquella manera por temor de disgustarlos... Pero en vez de disgustarse, los hermanos extremaron la
alegra,
La nia era feliz en la casita, al lado de sus hermanos, junto al bosque. Siempre que se asomaba a la ventana, el bosque la saludaba con murmullos... jEra tan linda la nia y la hermoseaba tanto su
collar!...
Todos los que pasaban por all la miraban con placer, como si la nia desparramara luz. La nica
odiaba era una vieja raqutica muy fea, que habitaba una choza en el calvero. Era bruja; con-
que
la
versaba con
cielo
el
que conversara con Dios Nuestro Seor... En la choza la acompaaba su hija, jorobada, repugnante, fastidiosa, de cara como la pez... Y cuando
hallaba a la nia
63
asomada a la ventana, la bruja la saludaba de este modo: Ay, nia, qu bonita eres!... Por qu no vas a mi choza a ver a mi hija, que quiere jugar contigo?
Pero la nia no iba nunca. Hasta que una tarde se descuid en conservar la lumbre, y como le faltaban medios de encenderla, fu a la choza a suplicar que se la diesen. Tuvo que entrar en el bosque, y entre el tiempo del camino y el tiempo que
la vieja la distrajo,
casita
ya en
el
el cielo
se obscurecan todas
los senderos...
is
nubes, y en
bosque todos
la
dertel...
Pero
me suceda
alguna desgracia!...
comen los lobos!... Y la nia se qued. Cuando lleg el momento de acostarse, la bruja la meti en la cama con su hija, a la cual recomend con mucho empeo que
se acostara a la parte de la pared. Pero se figur la
hija
jMayor ser
que se
el
lo
mandaba
as
para que
la
nia ocula
para
lugar de preferencia, y
no hizo caso: a
como una
santa,
to conoci
64
cogi un cuchillo
que dorman
las dos,
y penetr en el cuarto; por temor a despertarlas no llev luz. Palp la cama y tropez con su hija a la
parte de fuera; tocle el cuello, la not el collar, y pensando que mataba a la nia del collar, en el
pecho de su
hija
clav
el
cuchillo.
la
maana
siguiente vio su error, pero disimul su rabia, y guard el cuerpo de su hija antes de que la nia
ungentos, y al levantarse la nia le dio lumbre. jAqu tienes la lumbre; ya puedes volverte con
tus hermanos!
La aguardaban
les refiri el
en adelante que la pidiera la bruja: Por qu no vas a mi choza a jugar con mi hija, que tantsimo cario te tom? Fu intil en adelante.
* * ^
"
Pero
la
nia se peinaba en
la
el vestbulo,
bruja en
el
con dulzura:
dejaras peinarte con la
Si me
maa que yo
s,
tu belleza sera
mucho mayor.
65
La nia dud un instante, pero insisti la bruja y la dio el peine. La bruja lo meti con suavidad en los cabellos de oro y los levant con falso gozo
frente a la luz.
la
paloma,
el otro.
Se
ci,
que
le ocurriera,
brieron
la bruja.
La
fiera
la bella.
Pues habis de saber que ste era un comerciante que se arruin, y sus hijas tan lindas y dulces, despus de ceirse joyas de muchsimo precio, tuvieron que vestirse de percal. Pero avisaron al comerciante, inesperadamente, de que uno de los vapores que consideraba perdido estaba para
prximo, y renacieron otra vez todas sus ilusiones; se despidi de los suyos con
llegar al puerto
les
pregunt a sus
traiga.
hijas:
Un vestido lujoso.
Y
la
segunda:
igual.
Otro vestido
modo:
La tercera le miraba con mucho cario, y al cabo de un momento de silencio, le dijo de este
A m no me traigas nada...
Pero el padre insisti, dijo que sL.. Y ella se content con una rosa: Ya que te empeas, treme una rosa... Al fin de varios das de camino, el comerciante
67
le
que
anunciaran no hadespertadas
Todas
las ilusiones
volvieron a morirse, y el comerciante renunci a las telas que le pidieran sus hijas con lgrimas en
los ojos...
campo
de consuelo. Encontr un hombre en el camino que regaba de noche su huerto, y le pidi noticia
del atajo; el
hombre se
lo indic:
aqu, y
cuando llegue
al
bos-
que tuerza a la izquierda. Pero iba tan pensativo y tan dentro de su dolor, que en vez de orillar el bosque se meti en l y se perdi; el bosque, negro y hondo, pareci que le coga entre sus brazos. De repente estall una tempestad, y el bosque se llen de relampagueos y de ruidos; era como si alrededor del comerciante temblaran todas las cosas... Pero vio una lucecilla, se encamin hacia ella y encontr un palacio de extraordinaria hermosura. Llam dos veces y nadie apareci; entr y hall un pesebre lleno de paja, que fu para su caballo el placer de los placeres. Asomse despus a una escalera, toda de mrmol y oro, y ella le condujo a una sala, en cuyo centro vio una mesa con manjares exquisitos. Una linterna iluminaba la habitacin. El comerciante llam
-^ 68
de nuevo y no le respondieron tampoco; entonces, obligado por el hambre, se sent a la mesa y cen
a su gusto. Al terminar dijo
as:
Ah,
si
tuviera
cafl...
fondo de la sala, y una mano misteriosa se aproxim a la mesa y sirvi caf. Despus que lo tom el comerciante quiso dormir. La linterna de la mesa se puso en movimiento, invitndole a seguirla, y llegaron de este
Apareci otra linterna en
el
modo
mi
bre
ves,
la
al
tranquilo; a la
maana
mesa el desayuno: cogi un manojo de llaabri una puerta, baj al jardn y dio un grito
porque
la
el
de
el
alegra,
de rosas.
jAh se dijo
regalo de
menorl...
ms
bonita.
como
si
se
Nunca pude
en pago de
ingratitud...
rida,
mi palacio! Se arrodill
le
69
~
me
perdonisl...
hija
Ay, seor, yo os
Os he cogido
menor, y yo
El
^ris,
la la
ruego que
rosa porque
me
la
encarg mi
quiero muchsimo.
que hablara al comerciante era un oso de pelo de ojos dulces y de tamao enorme. Y el oso
as:
contest
El
por
el
castigo
que
te
miedo.
cargar
Y
el
el
oso
a una habitacin, le
mand
llo, lo
condujo luego
la
pena al comerciante; arroj el oro en la sala, ocult la cabeza entre las manos, se volvi hacia la pared y se puso a llorar desconsoladamente. Sus hijas le rodearon con amor. Pero qu tienes, si ya eres rico otra vez.? Y l les cont la historia. La mayor responle
aument
di
as:
ir.
segunda dijo: No, no se lo consientas, que ir yo. Pero la ataj la tercera: La rosa era para m, y yo debo salvar a nuesfu la hermana tercera la que se despidi de
a
tro padre.
sus hermanas.
# * *
Se despidi en
ron hasta
generosas
l.
70
porque
la
el palacio,
acompaaal palacio,
como
l
La menor subi
y encontr en
en
una
mesa soberbia; encontr en l una cama suntuosa... Pero encontr tambin una soledad profunda y callada en todas partes. Hasta que al segundo da sinti un ruido y sali el oso. Me quieres, bella ma?~le pregunt el oso.
la
nia se realizaban
como por
palacio
que apeteci, las flores que dese, los manjares que pidi... se fueron presentando ante sus ojos, sin que nadie los llevara. Pas
del bosque. Las joyas
el
tiempo, volvi
el
oso y
le
Y ahora, me
Y
la
quieres ya?
No, no
que
la
Y pudo
el
advertir la nia
envolva de continuo en
oso entrar lentamente, y pasar lentamente por su lado, y bajar hacia el jardn. Le sigui con inters, y vio que se arrojaba en el estanal
medor vio
la
nia
le
dio
lsti-
ma, y corri a
la orilla,
el
71
le
tendi
la
mano
al oso.
al darle
su pata
Y ahora, me
Y
le
quieres?
la nia:
respondi
S,
virti
ya
te quiero...
en un prncipe. Era un gallardo y poderoso prncipe, que la envidia de una bruja haba cambiado en oso con una maldicin. Y en cuanto volvi
a su ser,
el
y
el
llev a su
la
reino
como
reina; las
hermanas y
padre de
felicidad (4).
La selva encantada.
con fortuna, con honra y con salud; con una nia tan linda que hechizaba los ojos el mirarla; todos los que pasa* ban por su lado lo notaban con asombro: Oh, Dios mo, qu linda!... Y quien lo notaba ms y con asombro mayor era un gallardo mancebo, que desde que la vio se
feliz:
muy
Y como
do, la nia
le
tom mucho
cario; pero el
mancebo
estos
se present
as:
respondieron
Ay,
Y
al
ver a
la
nia
triste, la
dijeron:
l,
Antes que
te cases
con
te lleven a la selva!...
Cmo
fu?
Cmo no
la
fu? Nadie
siguiente la
averiguarlo!
maana
nia se hall intacta, y por mucho que sus padres la buscaron, y por mucho que lloraron de desesperacin y de arrepentimiento, la nia no pareci y
el
73
esperanza!...
**
Entonces llamaron al galn. Le entregaron un caballo, una espada y una bolsa y le prometieron la nia si se marchaba a buscarla por el mundo...
aqu tenis que acept y que sali camino de la selva, que se extenda interminablemente a unas
leguas del lugar.
fondo de esta selva se levantaba un palacio; pero eran los senderos tan difciles y tan grandes los peligros que en ellos se
el
En
la
osada ni
el
valor se
Mas
amor, porque
el
lante y a
el
ermitao a
si
como
estrech las
manos y
le dijo:
---No lemas,
le
que yo te esperaba!... ofreci de cenar, y cenaron juntos. El ermis a lo que vienes, y te ayudar.
tao continu:
Ya
Maana,
cuando desaparezca el sol, encontrars otro ermi* tao, hermano mo; has de hacer lo que te diga, porque te prometo que tambin te ayudar...
Y
de
le
ech su bendicin, y
l,
le dijo al
len a la hora
partir:
Vete con
A
la
y defindelel...
el
camino
los
condujo a
la
74
otra ermita; se adelant el ermitao a recibirlos, y tras l marchaba un tigre como si fuera un perrillo
carioso.
el
ermitao
le dijo al galn:
Ya
s a lo
que vienes, y
te ayudar.
Maana,
cuando desaparezca el sol, encontrars otro ermitao, hermano mo; has de hacer lo que te diga, porque te prometo que tambin te ayudar!... Y le ech su bendicin, y a la hora de partir le
dijo al tigre:
Vete con
A
la
l,
y defindele!...
el
camino
si
los
condujo a
la
fuera un
perrillo...
Gracias a Dios que por fin llegaste!... S a lo que vienes, y te ayudar de todo corazn si te encomiendas a Dios! Y al oso le dijo as: {Vete con l, y defindele!...
***
el
oso llegaron a un puentecillo que guardaba un gigante. Era el gigante feroz, tan grande como una montaa y con unos ojos que parecan echar fuego
y con una boca que pareca quererse comer a medio
tena
75
y a la cintura una honda como una serpiente. En cuanto vio al mancebillo fu hacia l, lo
una
torre,
le
jNo se puede!...
S
de que
la
descargara sobre
el
mancebillo, ste
le
clav su
espada en un costado y pudo pasar el puente. El gigante dio un bramido, sac la honda y le arroj varios peascos terribles; pero los animales se
mataron a mordiscos... El mancebillo sigui y encontr una vieja; hilaba copos de camo, y en cuanto le vio llegar dej la rueca y sali a preguntarle:
echaron sobre
l, lo
tiraron al suelo y lo
Adonde
vas?
Al palacio...
No se puede...
mala de todo
toros,
el pas,
y salieron de
la selva
ms muchos
muchos
el
carneros,
muchos
perros...
Los ani-
males que
ellos
mancebo
y los mataron en un tris, a pesar de los aullidos de la bruja, que muri tambin en el zipizape
de un abrazo del
oso...
En
un balcn aguardaba
la ifla,
resplandeciente de
76
la
Adonde
No
vas?...
Adentrol...
se puede!...
son una corneta. El saln se llen de guerreros, y entre los animales y los guerreros se inici una lucha mortal. El mancebillo aprovech el momento para correr a la nia, y no hizo ms que tocarla, y en el instante cesaron los clamores y los ruidos y
desaparecieron los guerreros, los animales y el palacio. Se encontraron en un campo, y la hermosura
del
campo y
la fatiga les
cieron dormir... Soaron que estaban en misa y que reciban la bendicin de Dios. Al despertar se
encontraron en
la
En
sefui
felices,
y a mi, que
El gato casamentero.
Erase vez y vez un pobre hurfano, que no encontr en la casa ms hacienda, a ia muerte de su
padre, que una peseta y un duro. Se puso a meditar
en su desgracia, y no andaba muy lejos de renegar de su suerte, cuando el gato de sus padres
le
se
Si me
m le
dijo, an pu-
Esta viuda era joven, hermosa, y posea una fortuna extraordinaria; habitaba en un palacio, al lado
de la casa del mancebo, y hay que decir que si ste deseaba hacerse rico, ms que por ambicin o por codicia, era por acercarse a esta mujer. El gato le
aconsej con discrecin, y el mancebo se resolvi a seguir sus consejos. El gato se acical, llam lue-
go a
la
puerta de
la
viuda, y
le
pidi un celemn:
,
Lo
mo
necesita mi
amo le dijo
y maana mis-
se lo devolver.
La viuda se lo prest de buena gana; el gato cogi el duro de la herencia, busc una resquebradura en la medida, y en ella lo coloc. A la tarde siguiente se present de nuevo en el palacio, pre-
^
/ gunt por
la
78
seora y le devolvi el celemn; a la vez aprovech la ocasin para poner en las nubes a su seor, que le mandaba las gracias. En esto la
el
seora vio
duro, y
el
mi amo maldita la falta que le hace: tiene tantsimos, que desde ayer hasta hoy los estuvo contando a cele-
Dselo
a los criados
quiere.
mines!
Se asombr la seora, porque no se imaginaba que tuviera el mancebo tan importante caudal. Y al cabo de pocos das volvi el gato a pedirle el celemn. Se lo prest y l introdujo en la resquebradura
vrselo
la
la
peseta de
la herencia.
Cuando
la
al
devolel
gato
la
y se rechaz arrogantemente:
seora
la advirti
quiso dar,
No,
amo
tiene tantsimas,
las es-
Luego fu
decimiento a
el
amo
la
nes, y pagndole con flores su atencin, y la seora le encontr de su gusto e hizo que se repitieran
las visitas.
De
este
modo acabaron
los tenga
en su
gloria,
amn,
1 ahorcado*
Pues sta era una mujer que deca as: Pero, Dios mo! por qu no me dais un hijo que me alegre la casa? Y lo deca tantas veces, con tan grande fervor y tan sincero deseo, que Dios Nuestro Seor oy sus splicas, y la mujer tuvo un nio, fuerte, robusto, gracioso, que sonrea con los ojos y los labios, y que fuera la esperanza y el consuelo de sus padres, de no haberle el destino sealado para un terrible dolor. En la espalda de este nio escribiera
el
destino
el
cuando cumpliera los diez y ocho aos. Pasaron los de su infancia, y al cabo lleg la mocedad. Era bueno, generoso y ayudador de los pobres; lstima que saba, lstima a que llevaba el
corazn.
Que Dios
gen
te
te
bendiga! Que
la
Santsima Vir-
d buena suerte!
partes dejaba la alegra, que en su casa
En todas
significaba la tristeza.
Sus padres
le
miraban con
80
angustia y lloraban a solas. Su madre le besaba con amor, y se ocultaba despus para que no la
viera las lgrimas.
acab por notarlo, y tantas veces la sorprendi, y tantas la interrog, que la madre le confes lo que saba. jEl destino era implacable y la edad que le fijaba estaba cereal Pero
l el hijo la
anim,
le
miso de su padre para marchar por el mundo, y por el mundo se fu, al encuentro del destino.
hala... hala...
por
la
el
tendi a
un banco; y cuando principiaba a adormecerse, oy tocar las campanas y vio en la obscuridad un esqueleto que tiraba de la cuerda, con ropn de sacristn. El mancebo se levant con susto y retrocedi en seguida; pero tamlarga sobre
l.
Sabes ayudar
a misa?
S, seor. Quieres ayudarme a m? Si me necesita usted, con mucho gusto. Abrironse las puertas de la iglesia sin que nadie las tocara, entraron el esqueleto y el condena-
-sido a
la
el
esqueleto
comenz a
Sobre los huesos brillantes, descarnados y sonoros, fu colocando las prendas, despus de murmurar unas palabras; el mozo le arregl el alba, le at el cngulo, le coloc la casulla.
salieron al altar.
iglesia, llena
La
de
la
do; la lucecilla de
En
los rincones
gadamente bultos y movimientos de fantasmas. Y en el silencio agobiador y lgubre, saltaron de repente bisbseos, ruidos de pasos, vuelos de rumores,
como
la
si
al altar
gr
con profunda devocin, sin volver un solo instante la cabeza, toc la campanilla. Y las gotitas de msica rodaron a lo largo de las naves como cuentas de rosario, y empezaron los rumores a apagary los pasos a atenuarse, y los fantasmas a desvanecerse. Y principi el esqueleto a llenarse de claridad... Cuando la misa acab, an temblaba la luz sobre sus dedos.
se,
entonces
le dijo al
mozo:
Dios
te lo
aunque hice caridades en abundancia, siempre puse ms aficin en el dinero que la que permite Dios, y lo que me sobraba lo enterraba en
parroquia, y
6
82
un campo. Para purgar este pecado, me conden Nuestro Seor a venir a este lugar todas las noches, hasta que tropezara una persona de bastante valor y abnegacin para ayudarme a la misa. Llevaba algunos aos de esta manera sin que se acercara nadie, y acabas ahora de redimirme t. Acompame adonde tengo mi fortuna y te pagar este bien que acabas de hacerme. Llegaron a una tierra solitaria, con un solo arbolillo.
Escarbaron
al
monedas a montones. Una fuente de monedas pareca el agujero, y un arroyo de oro el que forlas
te
guar-
das para
al
ti
la otra
mitad.
despedirse del
mozo
le
prometi defenderle
le
De
de placer. Eran una cuadrilla de ladrones que andaba de merodeo por all: la presa que de repente les deparaba la casualidad, significaba para todos la riqueza. Se la quitaron al mozo, y para evitar que
pudiera descubrirlos, resolvieron ahorcarle.
El capitn pregunt:
83
feliz?
Qu da es
Ante
el
que se haba olvidado aquellos das con la novedad del viaje, la bulla de las posadas y la aventura de la iglesia. El veinticinco de noviembre, y en punto del comienzo de la aurora, cumpla los diez y ocho aos. Los ladrones le enlazaron una cuerda alrededor del cuello, le subieron al arbolillo y le colgaron de l. El arbolillo se encorv y se lament, y el mozo qued en el aire esperando que la muerte le acadestino, del
bara.
el
aire
dos
lulas
deslumbradoras,
como
que
to.
brillaran
en
el
la
Y como si
ellas
permaneciendo
jando, llegndose
del cordel.
al arbolillo,
girando sobre
nudo
Se llenaron los ladrones de terror y huyeron diseminados, abandonando el tesoro, abandonando con l el dinero que llevaban. Y se quem la cuerda y el mozo cay al suelo; cuando se levant, vio que las luces se deshacan y oy que le decan
con ternura:
en pa de Dios, que ya no
tie-
El soldado valeroso.
jUn... do...,
litar
y a correr
el
en su correr
le
pidi alojamienalcalde!
el
Dnde
no haba
reyes, ni
palacios, ni
po-
el alcalde,
Seor
le libre
a usted de
le
explic
la
desde aos atrs una cosa extraordinaria: todas las noches, a las doce en punto, comenzaban las campanas a tocar sin que se supiera cmo; en la iglesia no quedaba nadie, en el campanario no asoma-
ba nadie.
le
da-
la torre
85
Caramba salt
pues es
pesetas!
militar al oir el
relato,
lleve las
me
asus-
s,
le
dio
la
y se atrac el soldado como un prncipe y ech unos cuantos tragos como un rey. Pero he aqu
que a las doce en punto de la noche comenzaron las campanas: dan, dan, dan, dan, dan, danl Y en el campanario, nadie. El soldado lo mir y aun observ los badajos por si algn mecanismo los mova. Nada; nadie. Y las campanas, dan... danl...
ma
* *
el
Pero
grit:
el misterio
termin de pronto;
soldado
oy pasos en
y
-lAltoI
la escalera,
Suba por
sentndole
la
escalera
un sacerdote y no respon-
ms y
le dijo
pre-
espada:
es,
Si no me dice quin
Valor
Para
tienes!
86
qued unos
instantes
El sacerdote se detuvo, se
Ah, ya lo
Entonces
le
creo que
explic
el
sil
sacerdote
la
razn de que
tocaran las campanas: haba cobrado en vida adelantadas varias misas de difuntos, y se haba muerto
cuando todava
que ha-
ellos,
la iglesia
-Y
misterio,
quieres
ayudarme? S, seor.
--Pero, veas lo que veas y oigas lo que oigas, no vuelvas la cabeza, porque de lo contrario nos
perderemos.
volver.
* * *
con precisin. Ni por un solo momento se le ocurri al soldado vacilar, ni por un solo momento se le meti el temor en el espritu... Como si nada extrao le sucediera. Y de pronto lleg el Sanctus.
Lo
dijo el
87
la
voz de
temblor y de inquietud.
ritus
malignos se lanzaron en
la iglesia
al
se gritaban los
unos a
los otros:
Agrrale!
Llvale!
que est ms cereal Pero el militar no volvi la cara, aunque se le pasaron buenas ganas de decirles alguna cosa a los espritus. Y la misa continu con estas apariciones, estos gritos, estas bullas, hasta que el sacerdoTira
t por ste
te
mand
jlte,
as:
missa
esf!
Obedecieron las sombras; la iglesia qued desierta nuevamente y el silencio fu de nuevo sepulcral.
a
la
la
Cuando
manos en
los
hom-
le dijo
con dulzura:
le
mand preguntar en
de mayor catego-
el
lugar por
uno de
le
los vecinos
ra, referirle
que
el
sacerdote
apareci.
88
Cuando
el
alcalde n*!*^
J
una
ms de
fortuna.
mandaban
El espectro.
militares, tan
buenos
mozos y
servicio y piden alojamiento dondequiera que llegan. Y llegan a este lugar, y buscan al seor alcal-
de y
le
Seor
noche.
dnde dormimos
si
esta
Misericordia divina,
como
que meterse en una casa, cama y que llenar el pueblo de ronquidosl El alcalde se excus: Miren ustedes que tal... Miren ustedes que cual... Adviertan que este pueblo es muy pequeo y que no es fcil colocar a dos personas. Y entonces, qu demonios quiere usted, que
durmamos en
iCielos,
calle
la calle?
la
la patria
En
la calle
no, se-
Aguardaran un momento y se resolvera este conflicto con toda felicidad. Precisamente, eso es... Si los soldados deseaban adquirir renombre y
as,
90
el
pueblo
Que
ech a
reir.
dan cincuenta duros a quien duerma una noche en esa casal Tiene acaso alguna leyenda memorable? Leyenda memorable, no, seor. Pero el escribano que viviera en ella haba sido ms malo que Can y muerto sin sacramentos. Nada ms: eso era todo. Y el soldado valeroso se meti decididamente en la aventura. Y el soldado cobarde le acompa, porque los cincuenta duros le tentaban la comiedo...! V le
dicia.
ya estn en
la casa,
porque cuando empezaba a desvestirse sinti un porrazo en la espalda, y dijo asi: jAy, Dios mo! Y escap como si se lo llevaran los diablos. Su compaero se sent sobre la cama, encendi una vela y se puso a leer. Oy ruido de cadenas
de repente, y levant
la
cabeza y dijo
as:
91
intill
Pero el ruido continu, y l suspendi la lectura, se puso en pie y dio esta orden: El que sea, que baje, que le espero. Al punto sonaron pasos. Y baj la escalera un viejecito, todo arrugado, encorvado, consumido,
tembln. Sus ojos,
una llama; su do de hierros que sonaban con estrpito al moverse. Llam desde el primer tramo al militar, contemplndole con asombro; pero el militar sigui su lectura hasta que el viejecito lleg a l, le toc y le
pregunt:
como dos brasas; su boca, como carne, como una hoguera. Iba carga-
Tendrs
.
conmigo?
S, me parece que
Entonces
cmo
fro aqu
son espantosas.
Yo soy
el
escribano sin
entraas que empobreci este lugar y que estoy condenado eternamente; mas los demonios me
buscan, tiran de m,
me
atormentan y no pueden
arrancarme de este
sitio.
por qu?
el
Porque en
me
pu-
una cruz. Y lo que te suplico es que me quites el hbito, sacndome primero la manga de la parte de la onza. Salironse a un corredor, obedecile el soldado,
y apenas sac
ste se
la
92
el
I
espectro le peda,
manga que
esfum en el aire. Volvi a la calle el soldado y cobr los cincuenta duros, consintiendo en que cobrara otros cincuenta el compaero medroso; en seguida se fueron los dos en busca de nuevas hazaas. La casa del escribano no volvi a causar miedo a los vecinos, porque cesaron los
ruidos, los relmpagos, los ayes, y al pobrecillo es-
al infierno.
La calumnia*
mer amor de su
vida iban a
vida,
fijarse
todas las noches, y los gestos, las palabras, la figura del galn le parecan hechizos que le llenaban
Le esperaba con pasin todas las noches; pero una le esper sin resultado y la inquietud no la dejaba sosegar. Dios mo se deca, estar enfermo? Y le esper otra noche intilmente; el reloj conel
alma de caminitos de
luz.
el
galn no
maana, la nia se empe en averiguar el motivo de la ausencia, y se enter por la madre del galn de que ste se marchara lejos, a la ventura de Dios y sin determinar
apareci.
lleg la
Cuando
adonde.
se lo dijo la madre:
le
Porque
Pero no
le
94
consuelo. Se encerr en su habitacin y se puso a recordar y a sollozar, como si todos sus sueos y
todas las razones de su vida y todos los deseos de su alma se hubieran extinguido de repente. A poco
principi a languidecer a solas con el dolor y la
desesperanza. Y buscaba en sus recuerdos una sombra de pecado que hubiera dado motivo a
la
sos-
pecha, y no encontraba ninguna; todo en ellos esparca claridad y respiraba adoracin. Y a poco lle-
rumores que corran por la calle: el galn haba embarcado para Amrica porque la haba calumniado una vecina. Y la nia se sec como una rosa, y toda su hermosura se apag como una luz.
garon a
ella los
* *
Cuando
miento
el
lo
oy
la
corazn y comprendi
la
magnitud de
que movieran su lengua y llenaran de baba sus palabras, y haba sido la murmuracin de quienes las recogieran la que las aventara a todas partes como chispas de un incendio. Le mordi el remordimiento el corazn, y
la
vecina se meti en
la iglesia
en
busca de
paliativo; se arrodill en
le
Un
rio:
la
vio
le
Y
ella le
95
la
oigo.
Le confes su maldad; le confes que el nombre de la nia haba sido manchado por su causa y rodado por su causa entre la burla, el escndalo, la risa de las comadres; le confes que la nia se haba muerto de vergenza y de dolor. Y el cura viejecito se espant de la gravedad del crimen, y le puso en penitencia, para que Dios y la nia la perdonaran, el ir a Roma, recorrer todos sus templos y dormir una noche en cada uno. Fu a Roma de peregrina, rasgndose los pies en los caminos y pidiendo limosna en las posadas. Lleg a Roma y se sent a descansar a la puerta de un mesn; entraban los recueros, los
criados...
Y un
les
dijo
esta
noticia:
de
la
ciudad.
Un
muy bueno
lo
anunciaba en este
momento desde
entre sollozos:
el pulpito.
Ay, qu va a ser de
Se acercaron
guntaron
la
m!
mesn,
le
pre-
causa de su angustia, y ella se la cont punto por punto. Al criado le dio lstima, y para
alentarla
la puerta.
96
le
respondi
la
ir
el criado:
Yo
aguardar en
la
el prtico,
si
corriera
algn peligro
Entr en
ll
en su ayuda.
la
a la
un resplandor en un rincn y que en seguida se levantaba un bulto. Se le anud la voz en la garganta y, temblando de miedo, se ech sobre la losa; sinti entonces que la tocaban en el hombro, y al levantar la cabeza
muy
blanca y
muy
linda.
Vio a
la
nia,
que
la dijo:
Sigeme! La sigui; llegaron unas tras otra a agua bendita, y la nia le mand:
la pila
del
Vuelca
Obedeci
la pila
en
el suelo.
la
mujer.
el
agua que esparciste. La mujer respondi llena de espanto: No puedo! Pues tan imposible como es el juntar esa agua, lo es el volverme el crdito que me quitaste, por mucho que lo desees.
junta
Ahora
Call la nia;
le
mand luego
lengua.
la
mujer:
Ahora, saca
la
Y
do
la
97
la
la
mujer
la
sac y
nia se
arranc, dicien-
as:
en
la
le
El
madero de
la horca*
Conducan a la horca un criminal. Y un ermitao que viva en una cueva, al pasar la comitiva
suspendi su oracin para decir:
Sabe Dios
justo
las infamias
que
le
ahorquen.
La vida del ermitao era de penitencia y privacin, y su alma estaba llena de dulzura y caridad. As, hablaba con los ngeles, y un ngel le llevaba la comida cuando le faltaban hierbas de los campos. Aquel da le faltaron, porque ya no las haba en los alrededores de su cueva, y divertido con sus rezos, no pudo marchar lejos a buscarlas. Pero el ngel no lleg. Se impacient el ermitao,
se arrodill otra vez y solloz otra vez sus largas oraciones. Pero el ngel no lleg. Al otro da el
ermitao recorri
fuera ajusticiado
el
criminal. El
se levantaba en
el
el
pico y de
horca
el er-
mitao vio al ngel que le llevaba el sustento, con las alas plegadas y los ojos llorosos.
Dios
99
Esperaba a que vinieras para darte este pedazo del madero de la horca. Grande era el criminal que aqu muri; pero por grande que fuera, tenas
obligacin de compadecerle. La falta de compasin
con que le viste pasar camino del patbulo, significa una mancha que necesitas borrar. Dormirs en adelante sin otro cabezal que este madero; abandonars tu cueva para irte por el mundo, y sabrs que la mancha se borr cuando el madero eche
flores.
made-
por
el
mundo...
madero, en espera de una flor... Recorri muchos caminos, lleg a un bosque y vio una choza. Llam, para pedir que le
el
diesen albergue, y apareci una vieja que le dijo: Aqti no debis deteneros, porque corris pe-
ligro
de
morir...
le
respondi, no temis nada, que est Dios en el cielo velando por mi vida!... Y le cont su historia. La vieja le escuch con atencin, sinti apesarada el alma, y llor de arrepentimiento... Porque aqulla era una cueva de ladrones y los ladrones eran sus hijos... El ermitao coloc el madero en un rincn, y se acost, y se durmi tranquilamente. Los ladrones eran tres y
Ay, no
100
mostr en
el
rincn
al
madero de
la horca...
La
con lgrimas en los ojos: Abandonemos esta vida de pecado, y volvmonos a Dios nuestro Seor!...
madero
florezca!...
muerte
le
haba puesto en
muchsima dulzura, y ios rayos de sol que penetraban en la. choza foimaban una aureola a su cabeza. jEl madero en que posaba su cabeza estaba lleno de flores!... Y los ladrones cayeron de rodillas, quisieron murmurar una plegaria, no los dej su dolor y se echaron a llorar!...
1 herrero y el diablo.
el
a bus-
carun
blemente y siempre sin resultado. En su masera ni harina y en su arca ni camisa... Los siete rapazuelos hijos suyos,
que
le
llenaban
la casa,
cantazos
se comeran
si
ni siquiera
con
fa-
una vez les falt cena. Y el padre sali a la calle renegando de su fortuna y dndose a todos los demonios. jSi no fuera por lo que es pensaba l ya hubiera vendido el alma, y a buen seguro que el diablo no habra de rechazrmela por el preciol... Y en cuanto lo pens, como por arte de birlibirloque!... [El diablo mismo, el mismsimo, con rabo, cuernos y ojos de llama!... Se le apareci de repente, le cogi por un brazo y le detuvo... Conque s?... Pues no hay ms que hablar! lEl alma no te sirve para nada> t me la vendes.
yo
te la
102
cabo de tres aos me la entregas, y a divertirse se ha dicho! El herrero se qued en una pieza del pasmo, pero se repuso luego y respondi: Ni tanto ni tan calvo, compadre, que el negocio es de peligro!... Y antes de meterme en l, necesito enterarme de lo que produce...
compro;
al
hartura para tus hijos y para ti la tranquilidad; todo lo que quieras en la mesa, y todo lo que se te antoje en el bolsillo: pajaritas de
los cielos a la
Pues produce
Y
Y
el
Cosa
el diablo:
4(
te haga!...
la
mohina.
sin en-
horno, sin martillear las barras y sin mover los fuelles, la fragua del herrero pobrecito se
convirti en
mina de oro inagotable. Los siete rapazuelos hijos suyos se daban unos hartazgos como para morir de indigestin, y l se hinchaba
de alegra vindolos engordar y prosperar... De su pacto con el diablo no quiso aprovechar otra ventaja. Nada de excesos, de bullas, de peticiones
fantsticas,
de soberbias fabulosas...
El,
el
herrero
de siempre, que
si
103
s,
no trabajaba para
trabajaba
con frecuencia en bien del prjimo... Y tambin debe decirse que en cuanto se enteraba de una necesidad o de una miseria, echaba mano a la bolsa y aplicaba el remedio en el instante. Lo cual inco-
modaba
al
diablo
como
si
le
clavaran banderillas,
porque eso de emplear en caridades el dinero de su caja era cosa que no entraba en su plan... Como que los vecinos de su amigo, que se imaginaban que el dinero lo recibiera de una herencia, siempre que hablaban de l, se expresaban as: Que todos los beneficios que nos hace se los pague en la gloria Dios nuestro Seor!... Y el herrero advirti de repente que slo le faltaban unos das para dejar el mundo. Los tres aos convenidos estaban al expirar; la satisfaccin de comer sin inquietudes y de ver engordar a los rapaces, le hiciera olvidarse del peligro que se le echaba encima. Y se puso triste y de mal humor, aunque no de tan mal humor que espantara a los pobres. Esta fu su salvacin: porque una noche dio hospitalidad a un ancianito, le prest su cama, le ofreci su mesa y le entreg una limosna... Y el ancianito sospech que al herrero le pasaba algo y
le
pregunt por
ello:
Si quisiera descubrrmelo,
diera remediarle...
Se
lo
descubri
el
lgrimas.
el
modo:
Cuando
al infierno,
el
104
la escalera,
mientras no quieras
que Y no
pocos
Supongo
buscar...
que ya sabrs
lo
que vengo a
S,
seor...
~Y
ests preparado?...
S, seor...
Ah tengo
la
maleta con
la
ropa, en
sa habitacin
alta... ah...
Si t
que quisieras apurrrmela!... ^ Subi el diablo a la escalera, cogi un hierro candente su compadre y se lo aplic al cogote: e diablo solt un chillido que hizo temblar a todos los demonios del infierno; pero intent volverse para lanzarse sobre el verdugo y deshacerle entre sus uas, y advirti que no poda. La escalera le amarraba por los pies, e hizo terribles esfuerzos para librarse de ella y escapar, y todos fueron intiles. Y el herrero, con el hierro no paraba un
instante: se lo pona
rabo y en la espalda, se lo hunda en el pecho y el estmago, se lo clavaba en la rabadilla y en las piernas... Y el diablo, bufar,
en
el
chillar, tirarse
gritar
rabia..*
Djame
bajar,
105
que no te llevar... Hasta que al cabo el herrero se cans. Me dejars en paz?... jY tan en paz!... Como que ni volver a tentarte en los das de mi vida!... Est bien... Puedes largarte cuando quieras!... Y el diablo se larg con tal horror, que no apareci jams ni en las quinientas leguas del con-
torno...
*
1-
Pero se muri el herrero cuando le lleg la hora, colmado de bendiciones de todo su lugar. Y pam... pam... nubes arriba, hasta la portera del cielo.
Llam, sali San Pedro, y hablaron: Vaya si te conozco, hombre!...
Povedal... El
El
herrero de
que fu a
visitar
menuda
la
que
le metiste a Satans!...
Excuso decirte
que aqu nos divertimos aquel da!... Pero, bueno, y a qu vienes?... Hombre, pues ya usted lo puede suponer! A quedarte en la gloria?
libre
el
de dejarte pasar!
Un hom-
le
de repente
encontrse ante
106
que estaba
el infierno. Ei diablillo
de portero
le
detuvo:
Adonde va
usted?
es usted para venir
con esos modos? El herrero de Poveda. iPiff! Qu espanto el del diablillo en cuanto oy este nombre! Cerr, tranc, ech a correr. Y a todos los diablillos que encontraba les iba diciendo as: Que ah viene el herrero de Poveda! El diablo grande se llen de pnico, salt del trono y escap. A todos los diablillos que encon-
atropellando a dies-
y a
corri la tapa, y
diente
el infeliz.
qued como quien ve visiones. Y tras mucho meditarlo, se encamin otra vez nubes arriba. Llam otra vez en la gloria y le cont a San Pedro lo ocurrido; San Pedro se rea como un alma de Dios. Pero cuando termin el relato volvi el
El herrero se
herrero a su tema:
Ande, djeme usted entrar! Y San Pedro, irreductible: Pero, hombre, si no puede
ser!
Entonces salt
resignaba
el
abra
la
puerta un poquitn
para que
gloria.
107
lo
que es
la
Se prest a complacerle e apstol, y el herrero se asom. Pero de pronto, ech mano a la montera y la arroj en el zagun. Cuando supuso San Pedro que haba visto o bastante, quiso cerrar otra vez; pero le rog el herrero: jMire usted que se me cay la montera! Djeme que la coja en un tris!
El apstol le dej.
silla,
arrellanse en
all
San Pedro no pudo echarle, y cuando fu a decrselo al Seor, el Seor sonri complacida-
mente.
La suegra
del diablo.
verdad, y valga la franqueza: la ta Petronila era pesada, pero la Manolita era imposible: se
la
No,
pasaba
la
vida ante
el
cn, y a todos los muchachos del lugar los traa medio locos. Como guapa, era guapa hasta dejarlo
de sobra. Los ojos, de luz; la boca, de fresa; los colores, de manzana; la gracia, de garabato. Y el palique? Dios mo, qu palique! Como para hablar en pblico! Pues con todo y con eso, insoportable. Ni fregaba, ni cosa, ni arreglaba la casuca, ni se preocupa-
ba del fogn... Ella novios y cortejos, y su madre lo dems. Y as estaba la vieja erre que erre, unas veces con los potes, otras veces con las camas, otras veces con los platos... Y as se explica que aquella tarde, en un momento de clera, al ver a Manolita de palique con el centesimo galn, la vieja le espetara estas palabras:
con
el
diablo!
est el
mozo de
la
suerte:
guapo,
rico, inteligente
109
y amado de Manolita. Lo que se dice una alhaja o un premio gordo. Las muchachas del lugar estaban que se daban de puetazos por cogerle en la red. Pero la Manolita se acer-
dos sonrisitas y ie encaden en su charla. Ay, Dios mo, qu charla la de Manolita! Y a continuacin el casorio. Vamos! Qu se crean las
c, le solt
muchachas? Boda de rumbo, y con alegra. Pero la sea Petronila no quiso ni alegrarse ni divertirse; se lo impeda una idea que llevaba clavada en el meollo desde la noche anterior. Aquella su terrible maldicin, que record de repente, no la dejara dormir, y pensaba que su hija acababa de casarse con el diablo, el Seor nos libre, amnl Y encontr la manera de saberlo, que no en vano doa Petronila tena fama de astuta; y llam a Manolita y la advirti:
T
el
de estas cosas, hija de mi alma, no sabes pe-a-pa; mas para que un matrimonio tenga
debe tapar en la noche de la boda todos los agujeros de la habitacin, excepto el de la cerradura, y cuando llegue el marido, le debe recibir con un hisopo y echarle agua bendita. Y la novia dio palabra de respetar la costumbre. iOh, qu olfato el de la vieja! Porque en cuanto Manolita le atiz un hisopazo a su marido, ste se puso a bufar, a chillar, a correr de un lado a otro. Y de repente, ipaf estall como una bomba. Desuerte, la novia
I
bi oirse
el estallido
lio
cuatrocientas leguas
ms de
de distancia. Pero en la habitacin qued el espritu. Y aqu tenis el espritu, que daba cada bote que impona buscando un agujero. Y vio el de la cerradura. Y entr por la cerradura. Pero ayl que no contaba con la huspeda, porque doa Petronila haba puesto una redoma a la salida del ojo, y en la redoma se col el espritu. Su suegra la cerr con un tapn, la agit con fuerza, la coloc despus a la ventana, y en cuanto tena libres dos minutos iba a agitarla otra vez, con lo cual no se acababan nunca
los sudores, los dolores
la
y los gritos del demonio. Pero no: se acabaron, se acabaron... Pasaba por calle un soldadito, vio la redoma, se par a con-
templarla, y el
demonio
le
llam:
instantel
Si tiras
Eh,
chissl Atiende
un
la
haces aicos, te
una prometo
una fortunal
Si
te diviertas.
dnde sacaba
seguir
el
111
le
dijoalsoldadito:
Puedes creerme que yo no tengo una peseta, pero s la manera de encontrarlas. Nos vamos al
que es una maravilla de hermosura. Yo me introduzco en su cuerpo y la hago enfermar: pretendern sanarla los doctores, y ser como si no... Entonces llegas
reino prximo,
princesita
t,
le
dices
al rey: Si
me
tal..
en cuanto
me
lo indiques,
yo
me
largo
y negocio concluido.
prximo.
* * *
Qu bonita la princesa! Mucho ms que Manolita, y eso que Manolita era un encanto. Pues bueno; lleg el demonio, esper a que bostezara, y en
cuanto bostez, paf
el
1
all fu.
le
quit el apetito,
humor y
la salud.
Acudieron los doctores despus de quemarse los ojos sobre muchsimos libros, y el mal cada vez ms fuerte. La cansaron a recetas, y el mal cada vez
ms
Con todo
palacio
el
soldadito.
Le preguntaron
112
los guardias:
Qu vienes Y respondi:
a buscar?
iCien
dijo as:
Se lo llevaron al rey, que le prometi la cantidad que peda si lograba su propsito, y que a la vez no la curas, ya puedes prepararte: pagars la farsa con la vida. Y, amigos, que lo oy el diablo, y que se dijo: jAhora vers lo que es bueno! No quisiste abusar de mi desgracia pidindome imposibles? Pues ahora me toca a m rerme a tu costa, porque no voy a salir y te cortarn la cabeza. Y, en efecto, no sali. Vamos, hombre, haz el favor ie rogaba el
si
Pero
soldado.
Yl:
No
quiero.
la
Pero, hombre, y
palabra que
me
diste?
de
S, s,
las palabras!
Y
la
as
un
da...
as dos...
Al tercero dijo
el rey:
Avisen
cabeza.
El diablo
al
martillazos,
y dijo a su salvador:
el
tablado.
113
Anda, hazme el favor de salir de la princesa, no te pongas majadero. Salir de la princesa? Y para qu? Para qu? Se ech a dormir. Y de repente se levant el soldadito y mand que tocaran las campanas. El diablo se despert; se llen de temor;
quiso enterarse.
Y le
respondi
el
soldado:
Como quien
dice nadal
Que
Se oy un silbido terrible... El diablo se escap como un relmpago y no par hasta el fondo del
infierno.
se cur
la
tuna
el soldadito.
el diablo.
Pues seor,
all,
muchos
siglos, el diablo
uno tentando al costa. Lo que el diablo discurri para pillarle el alma a San Crispn ni en un mes se contara, y
como
al
si
no, morena.
to en esto
de
diablo
le
Pues habis de saber que a San Crispn le dio una vez por convertirse en labrador: arrend un campo, lo ar, lo cultiv y lo puso de tal modo en dos semanas, que era una bendicin el contemplarlo. Al diablo le entr una envidia, que se morda las uas. {Miren con los antojos del santito! Y anden con las coles, las patatas, las habas y los arvejos que iba a recoger el santitol De pronto se le ocurri al diablo una idea: se peg un puetazo en la frente, solt una carcajada y dio una zancada de puro gusto. En seguida se llev unos bueyes a otro campo y psose a trabajar, como si no tuviera qu comer. Cada gota que sudaba era mayor que una uva.
115
le
vio
Ya tenemos tentacinl Ya est aqu Pateta con el anzuelo preparado, y habr que ponerse
llegar
.
en guardia! Pero le pareci tan inocente lo que el diablo le propuso, que no tuvo reparo en acceder. Ya ve usted le dijo el diablo con la cara compungida, tambin yo me he metido a labradorl Eso de trabajar es cosa muy buena que le conviene incluso a la salud, y la vida se pone de tal modo, que una buena cosecha a nadie le estorba. Y San Crispn, con dulzura: S, seor. A nadie le estorba.
El diablo continu:
Precisamente
ta,
se
me ha
ocurrido a m que
si
usted quisiera y fuera listo, adems de su cosecha pudiera quedarse con la ma. Una especie de apues-
sabe usted?
la
Yo sembrar una
ir
simiente, usted
la
nombre
veces
y toda
hrreo.
cosecha de mi campo
si
a meterse en su
tres
En cambio,
no
acierta a las
Le gust la proposicin a San Crispn, y el diablo se puso loco de alegra. Tena la seguridad de que el santo caera en el garlito: l comprara la simiente de la apuesta en una poblacin remota, y el santo no acertara con su nombre; perdera su trabajo, quedara reducido a la miseria, se pondra
116
de mal humor y acaso, acaso y por qu no, si era hombre como todos? acaso en un momento de clera diera unas pataditas contra el suelo y le-
Desde entonces se dedic San Crispn a recode todos sus vecinos, y en cuanto hallaba una planta cuyo nombre no saba, les preguntaba por l:
rrer las tierras
Esta? Pues
Y
-Y
-El
sta?
la
zanahoria.
El nabo.
sta?
frjol.
ya estaba de plantas y de nombres, que ni acaso Salomn, cuando empez a florecer la simiente sembrada por el diablo. Pero qu pena
y qu pasmo los de San Crispn! No conoca la planta... No saba su nombre... Nadie la cultivaba en el lugar y nadie le daba razn de lo que pudiera
el
ser...
Y el
y cada vez ms hinchado, ms lleno de vanidad, ms convencido de su triunfo. Pero he aqu que una maana se levant San Crispn que era una gloria el contemplarle. Qu risas! Qu zancadas! Qu paseos! Y cuando pas el diablo, como siempre, hzole aproximarse y le
casa,
advirti:
Ten
cuidado con
el
di
yo
una vuelta por
bestia
all
117
vi
revolcndose en
una
guida.
le
echara a perder
negocio.
En cuanto
lleg la
noche se meti San Crispn en un cubo de miel, se revolc a continuacin en un montn de plumas y se fu al campo enemigo. Desconcertaba su aspecto: tena traza de animal, de hombre y de pjaro; lleg al campo, se agach, y en cuanto el diablo comenz la vela psose a caminar a cuatro patas, metindose por los surcos, roncando alguna vez tremendamente. El diablo, que le vio en la obscuridad, tuvo que santiguarse. El nunca se imaginara que en el mundo hubiera monstruos as. Y hubo de reconocer que le temblaba de miedo el corazn y que empezaba a sentirse mal. Sin embargo, sac fuerzas
como pudo y
quiso espantar
al
monstruo.
ests es-
el
la
noche.
choza con una arrogancia tan provocativa, que otro santo que no fuera San Crispn le hubiera echado a puntapis. Sabe usted a lo que vengo?
visitar al santo,
y se present en
la
S,
118
que yo sembr en mi campo, toda su cosecha ma; en cambio, si acierta, toda la ma le pertenecer. Pues bien, respndame usted, porque lleg la hora: qu es lo que sembr en mi campo?
Si
la
lo
Lino.
No.
Mijo. Tampoco.
Por
Qu
es lo que tengo
en mi campo? Lentejas, hombre, lentejas. El diablo solt un bufido y sali ms corrido que
una
liebre (5).
Premio de rey*
Una vez
era
de probar el ingenio de sus subditos le llevaba a los mayores desatinos. Tanto, que en una ocasin, para probarlo mejor, aventur la mano de la princesa.
princesa dijeron por el reino los heraldos ser premio que d el rey a quien le lleve un vaso de todas las aguas, un ramillete de todas las flores y un pauelo de avellanas de jay...
de
la
La mano
ay... ay!...
La princesa era monsima, verdadera figurita de biscuit, con unos ojos... jqu ojos!, con unos labios... qu labios!, y con unos colores... jqu co lores para un ptalo de rosa! Todos los caballeros de la corte se quedaban turulatos delante de sus colores, de sus labios, de sus ojos; pero slo el ms gentil, el ms lleno de valor y juventud, quiso encomendar su vida al capricho de la fortuna, y se march por el mundo en busca del ramillete, las avellanas y el vaso. Y anda que te andars, que te andars, lleg a una aldea y se meti en una cho-
za;
120
fogn vio un puchero y a la vera del fogn encontr un nio. Nio le pregunt qu haces ah?
en
el
El nio le respondi:
Comindome
las
las
que vendrn. Y era que se coma las habas que flotaban en el pote y esperaba a que flotaran las del fondo para comerlas tambin. De pronto, el caballero oy un gemido y el nio se lo explic de esta manera: Es mi hermana, que el ao pasado no tena nada y hoy lo tiene. Y lo tena, en efecto, porque estaba dando a luz. Y tus padres, dnde estn? pregunt el ca-
ballero
con asombro.
nio
le
el
respondi:
tras
Andan corriendo
Y
era
de
la
cena de
ayer...
que andaban corriendo de bardal en bardal, arrancando los copos de lana que dejaran en ellos las ovejas, para venderlos despus y pagar lo que compraran la noche precedente. Pasmse el caballero de estas cosas y djole al nio sabio: Yo he venido a buscar en esta aldea un vaso de todas las aguas, un ramillete de todas las flores y un pauelo de avellanas de jay... ay... ay! Podras buscrmelos t?
el
nio respondi:
s!
Y
con un tesoro.
121
pag
* *
Volvi a la corte; se present en palacio, y supo que unos caballeros extranjeros que tambin se
presentaran a resolver los enigmas del rey, no haban podido encontar
la
acab de decidirle, porque no era la ambicin la que encaminaba sus pasos, sino el amor de los ojos, de los labios, de los colores de la princesita de bscuit, que cuando tropezaba al caballero miraban con ms dulzura, sonrean con ms gracia y se avivaban con mayor facilidad. Volvi a la corte, se present en palacio. Sentse el rey en el trono, psose a su derecha
En vez de contenerle
me-
El rey, orguUosamente:
Encontraste
las
el caballero:
la
la
de
Y
Y
el rey:
A ver la
primera.
el caballero:
Aqu est. Y le ofreci un
enigma de este modo:
122
le
vaso de agua, y
explic el
En
porque lo llen en el mar, donde se juntan las aguas de la lluvia, donde desembocan las aguas de los ros, y donde paran al fin las aguas de las fuentes,
ros reco-
gen
Y Y
Est
el caballero:
Aqu
Le ofreci un panal de abejas con una amapola encima, y le explic el enigma de este modo: Este, seor, es el ramillete de todas las flores, porque en ese panal pusieron las abejas una partecita
Est bien.
Y
Y
despus de un momento de
la tercera cosa.
el caballero:
silencio:
A ver
Aqu
mano
est.
Ofrecile
el rey;
llido, la
sac rpidamente, se
la
123
el
estmago.
clavaron en
mano.
mien-
ayeaba rease la princesita como una bendita de Dios sin poderse contener, y all se iban con ella los ministros, aunque por otros motivos. Y ocurri lo de costumbre: se casaron la princesa y
tras l
el
galn,
hubo
fui
fiestas,
se celebraron banquetes, y
yo vine y
y no saqu nada.
Los enig2na&.
Todos
Cierto;
decan:
Seor obispo, que no sabe nada! |Que ocupa ese lugar sin merecerlo, y los frailes no le quieren! Y tanto le machacaron con que si tal y si cual, y con que si la justicia, el mrito, el inters, que el
obispo cogi
el
el
convento y se meti en la celda del abad. Hablaron muchas cosas en latn, que es una lengua muy mala, y result que el obispo no qued muy satisfecho del examen.
No
estaba
el
seor abad a
la al-
no exageraban
amor de Dios! Lo tiene usted tan mohoso de no manejarlo que no funciona ninguna de las ruedas. Yo voy a
el
hacerlo trabajar, y se lo bendiga.
si
125
Dios
el
abadiato,
San Pedro
Torci
el
abad
las narices
as:
Seor
dijo el
momentos:
La
dara?
primera cuestin es
yo quitar-
La segunda,
la siguiente: si
yo quisiera vena
la tercera,
siguiente:
qu cosa pienso yo que no es verdad? Y el obispo cogi el coche y regres a la poblacin. El abad qued en su celda como si se le cayera el mundo encima de los hombros.
* * *
Qu das los que pas tan aburridosl Se meti en la biblioteca quizs por primera vez desde que resida en el convento y revolvi unos volmenes. No encontr la solucin a las cuestiones. Se tumb sobre la cama, se abraz a la almohada, se dio de cabezadas contra la pared. No encontr
la solucin,
126
abad hasta la finca de la linde. All se sent debajo de unos rboles, dej caer la cabeza y dio suelta a un suspiro como un puo. Oylo un frailecico muy humilde que guardaba las ovejas de la casa, y a quien el seor abad lo que son las sugestiones del demonio! haba mirado siempre con desprecio; oylo, se aproxim, y como era generoso, con verdadero espritu cristiano, alent al seor abad y se enter de su pena. Yo le dijo generosamente, yo me ofrezco
mismo
le
pregun-
Conque
raros lo
disteis
que
me
hubiera dolido
tar la dignidad!
Y
la
en seguida gravemente:
la
A ver
Y
vuelta al
el frailecico:
-Segn.
Cmo
se entiende segn?
Segn
rais tan
la prisa
127
solamente
las
de prisa como
el
veinticuatro horas.
Sonri
guntas:
seor
o)ispo y continu
pre-
yo,
si
quisiera
venderme?
Quince dineros. Hombre, quince dineros! y por qu? Porque Jesucristo Nuuestro Seor era Dios y vali treinta; y es justo que Su Ilustrsima valga
slo la mitad que Jesucristo Nuestro Seor.
el
seor
obispo a sonrer. Juzg entonces extremada ligereza el haber dado odos a las gentes que censura-
ban
abad, y aun el haberle apurado en el anterior examen del convento, donde fuera sin dudadla
al
que
le
haba im-
pedido responder. Y se encantaba de escucharle ahora, tan desenvuelto y agudo como pudiera mostrarse,
no ya
el
nio y de
ms
ciencia.
Qu cosa pienso yo
el frailecico:
Pues Su
baos.
Ilustrsima piensa
el
abad
los re-
meditabundo unos
128
y en seguida dijo asi: entregis -Vais ahora mismo al convento, le que l los apaciente, y os los rebaos al abad para ponis vos de abad. Y as fu, gracias a Dios (6).
instantes,
El destino
Erase vez y vez un comerciante que habitaba en un palacio, que paseaba en carroza y que alterna-
ba con prncipes... Erase vez y vez un comerciante cuya extremada fortuna le llenara de soberbia. Al lado de su palacio haba un casucho, en el que trabajaba un zapatero; y era este zapatero tan humilde, tan bueno y tan pobrecillo, que, a excepcin del comerciante, que ni siquiera reparara en l, todo el mundo le estimaba en la ciudad. Y aqu tenis que la mujer del comerciante se conceptuaba infeliz porque le faltaba un hijo, y rezaba a todas
horas.
dame un
hijol
la
ro-
la
Virgen
las
oy:
la
misma
palacio y naci
un hermoso nio en
el
casucho.
* * *
130
Se buscaban
era el
nio tan gallardo, tan galn y tan valiente, que ni el vestirse de harapos le disminua la belleza; y era
la
el
nia tan linda, tan gentil y tan cariosa, que ni vestirse de sedas la apartaba del afecto de los
el
casucho y que no se separaba del muchacho; advirti que hablaba de l con frecuencia y que iba naciendo el amor en el fondo de su alma. Y un da se lo dijo a su mujer: Debemos poner trmino a esa amistad. El hijo de un zapatero no es amigo a propsito para nues-
tra hija.
llam a su criado
le
ms
antiguo,
le
den y
y ya no volvi a su casa. El criado ms antiguo le enga, le sac de la ciudad y le llev toda la noche por los campos.
sali a corretear aquella tarde
En
la
de una aldehuela dormida. Y el criado ms antiguo puso al nio en el borde de un cantil, y le dio un empujn y le ech al mar. Un barco dobl el cantil en el momento y oy los gritos del nio; un hombre se arroj al agua en su busca. El criado ms antiguo, que huyera a toda prisa y no lo vio, djole secretamente al comerciante:
Y
los
131
la hija del
ferma de
tristeza...
* f *
Transcurrieron los meses... y los aos... Y el nio de los pobres zapateros cumpli los diez y ocho.
Era un mozo
como un
po y de resuelto. Los marineros del buque hablaban de l con cario, y con orgullo, y el capitn le miraba como a un hijo. Y hay que decir de este buque que era el que le llevaba mercancas al comerciante del crimen, y del capitn del buque, que al ver las cualidades del mancebo le puso en su
lugar y le entreg sus poderes.
As, fu frecuentemente a la ciudad y entr
el palacio; as,
en
la
nia,
que alcanzara en este tiempo la suma perfeccin de su belleza. Y no le conoci, pero le am: encontr en
l la
dad del pequeuelo que encantara su infancia, y la misma sonria, los mismos ojos y la misma voz. Y pensando la nia en estas cosas, se deca algunas
veces:
mozo
que no se
sentaba a su mesa,
llevaba en su carroza.
en
las
132
expediciones que emprendi, ms lejanas y felices cada vez, fu el mozo amontonando una
fortuna y hacindose un prestigio.
tambin se
apretaba
el
casucho de sus padres, deseoso de consolarlos, de abrazarlos, de ampararlos, y se acercaba a veces a la puerta y les preguntaba as:
Hay mucho que trabajar? Y el padre le contestaba: No hay mucho, no crea usted. Y l les daba ocupacin y los favoreca con misterio. Y su madre le deca algunas veces: Es usted como un hijo que tuvimos. Y el hijo se apretaba el corazn y la madre contena los sollozos.
Un
supo
go,
da
la
que fu al palacio a ultimar un asunto, muerte de la mujer del comerciante. Luetarde, otro da, le declar a la hija su amor.
ms
la hija del
llorar
trara
de ternura y se en el cielo.
como
si
en-
9{:
Cuando
se concert la boda, el
mozo
pidi
que
asistieran sus
amigos a
la fiesta
sucedi que en
banquete
da,
el
Tal
en
tal lugar,
en
tal cantil...
Un hombre que
el instante;
arroj al nio y
que se dio a
la
fuga en
133
esta ocasin
que pasaba en
el
buque e hizo en
de Providencia.
el
mozo
haba callado.
Y aqu
con las manos en el pecho y cay desplomado de repente, porque se le haba roto el corazn. Los humildes zapateros del casucho vivieron en su palacio, y calmada con el tiempo la amargura de la esposa, todo fu para
El comerciante se levant
todos alegra
(7).
El
buen consejoi
Pues ste era un matrimonio bien avenido; pero una vez tuvieron un disgusto sin que supieran por qu, y el marido cogi un hato de ropa y se march. Quedse la mujer ante la cuna en que dorma su nio y le cubri de lgrimas y de besos. El marido se march, lleg a una poblacin y busc un amo; le sirvi con lealtad, le hizo prosperar la hacienda y le sac con fortuna de varios atolladeros
de peligro. El amo le tom afecto, y a los veintids aos de pagarle la soldada ya no era un amo, era un padre para l. Pero una cuaresma fu a confesar y el cura le
exigi bajo penas seversimas que despidiera al
criado.
Me
hijo.
El
Pues
amo
al
criado y
ci,
le
135
cont
si
como
que
ocurra. El criado
bin su gran pecado, y se resign a marchar. El amo le despidi muy conmovido y le entreg una
la
comiera con
el hijo
la
mu-
le
viaje:
No
viejo,
te
vera
de
la
jY
hala... hala...
de camino por
* * *
el
mundo!
A
la
la
y lumbrada del fogn se reflejaba alegremente en las vidrieras. Pero antes de pedir hospitalidad mir el hombre al interior y vio en el lar una preciosa joven, en el escao un viejo adormecido y al lado de la lumbre un gato prieto. Se detuvo, dio la vuelta, e iba a seguir su camino en busca de otra casa ms segura, cuando percibi unos pasos, vio avanzar una persona, entr en curiosidad y la acech. Se aproxim a la puerta esta persona y llam con timidez. Abrironle despacio desde dentro y penetr de puntillas. El criado se acerc y oy distintamente estas palabras:
Duerme?
-S,
Y
la
136
la luz,
que
iftiraba
un mancebo, aunque por los aos no, por la apariencia; se envolva en una capa lujossima y llevaba sobre el pecho insignias de valor y autoridad. La mujer le dio un cuchillo y cogi otro, y los dos se lanzaron sobre el viejo dormido en el escao, y le arrancaron la vida antes de que pudiera revolverse. Lo cargaron despus y salieron a enterrarle. El criado, agazapado cuidadosamente detrs de la parra que adornaba la puerta, al pasar el mancebo por su lado le cort un pedacito de la capa. A la maana siguiente, las seales de sangre que hallaron los vecinos descubrieron el crimen. La mujer de la vctima lloraba sin consuelo y relataba una historia. Aquella noche se acostara temprano su marido, se quedara junto al lar, divertido con el gato, complacido con la lumbre, y ella percibiera ruido de repente: crey que era su marido y no grit. Slo cuando la llamaran a la aurora pudo
enterarse de la desgracia.
un va-
con muestras de agitacin; llevaba un hato en la mano, que era, sin duda, producto de sus robos; se levantara en el amanecer y se marchara con prisa... Salieron los
137
vecinos en su busca y a poco le detuvieron. El criado protest de su inocencia; pero todos los indicios estaban en su contra.
De
los
que
le
acusa-
ban con ms energa, uno era el autor del crimen, que llevaba la capa de la noche. El criado pregunt:
se,
quin es?
del crimen es el alcalde.
el
criado
el terror
brirle.
jAqu est!
Y
le
el
haba cortado, y fu prueba concluyente, porque vio el seor juez que se acomodaba con toda precisin al agujero. El alcalde y la mujer del viejo
qued libre. E iba pensando despus que el consejo que le diera su amo vala ms que una fortuna, y que no procediera con acierto al no seguirlo del todo.
el
criado
Slo
la
la
curiosidad
le
dormido en
remedio.
en
la
hala, hala...
lugar, hall
las
138
en
haba ordenado de cura, y que cantaba la primera misa en aquel mismo instante. La oy con devocin y con dolor, y creyndole en el pueblo un caminante que iba a seguir a otros pueblos, le invitaron a comer y
le
Lgrimas de alegra y de arrepentimiento salpicaban sus bocados. Y cuando se fu la gente, se arrodill ante
Ella le
el hijo le
abra-
z con verdadera ternura. El les cont lo que haba sido de su vida y les habl del consejo de su
la
empanada que
le
regalara el
llena
riqueza.
La
envidia.
muy voluble que tena doce primas y un primlto. Y tan voluble era el rey, que
Este era un rey
le
linda, pero
tambin
muy
envidiosa,
de maldades, y una vez oy decir: |Ojos como los de las primas del rey no los
hay en Y en
el reino!
efecto, a
qu negarlo? Ni
los ojos
de
la
aun siendo los de la reina muy hermosos. La reina se fu a su cmara tan triste, que las lgrimas le salpicaban las mejillas, y cuando el rey la llam se ech en sus brazos y rompi a llorar. Pero qu te sucede? -preguntle el rey. iQue ya no ser feliz hasta que tus primas no ^ se queden ciegasl
presin...
el
rey
mand
sus primas y les sacaran los ojos. Ciegas quedaron las doce; ciegas andaban desde entonces por los
como sombras, en
silencio,
guiadas por
del rey
el
140
la
primito.
reina
la
Hermosura tan
no
la
dulce
el
como
hay en
mundo!
qu negarlo? La hermosura de la reina no significaba nada delante de la hermosura de las primas. La reina volvi a su cmara tan triste, que la cegaban las lgrimas y la mataba el dolor. El rey le pregunt con inters: Y ahora, qu te sucede? Que yo no ser feliz hasta que no encierres a tus primas en un calabozo. Y el rey las encerr en un calabozo. Se qued
efecto, a
En
solo
el
en los bosques, meterse en los campos. Y se lleg una vez al huerto de la reina y encontr unas manzanas hermossimas. Cay en la tentacin, cogi las mejores y se las llev a sus hermanas. La reina se llen de furor cuando las ech de menos y puso
guardias que cuidasen de los rboles:
el
nio vol-
ferma de coraje.
Si
quieres que
bes mandar a tu
la pantera.
que cerca de la cueva en que la pantera se refugiaba encontr el nio un hombrecito que le pregunt
por
el
objeto de su viaje, y
el
nio se lo cont.
Si me
le dijo el
141
la
das
la
mitad de
hombrecito
a
te
s!
ayudar a conseguirla
el
pantera en
momento que
las
campanas.
l
en
el
momento en que
tocaba
campanas
orde el nio a la pantera; luego parti la leche con el hombrecito y le llev a la reina la mitad. Pero empeor la reina y volvi a decirle al rey: Si quieres que me cure, debes mandar a tu primo que me traiga la leche de la leona. Y sali el nio a buscrsela y tropez de nuevo con el hombrecito:
Me dars
Cierto que
yo toque
las
la
s.
mitad?
a la leona en el
Pues ordea
momento en que
las
campanas.
la
Y
el
el
en
el
momento en que
nio orde a
tocaba
muerte de su mujer era castigo del Cielo, y desde entonces las doce primas y el primito del rey fueron felices.
la
Un
cuento de aventuras*
Pues seor, en este reino desaparecieron las tres princesas en la misma noche, y el reino se llen de consternacin. El rey, cuya salud era muy dbil,
la
mano de
Spose que
castillo
bajo
que de
valor,
cesitaran
de
la astucia;
muchos
los
hombres
de valor en
los
dominios del
muy
pocos.
Tres hermanos que supieron la noticia se lanzaron a la empresa; los dos mayores se vistieron la
armadura, se cieron
ballo.
solo y a pie.
Cuando
que
es-
mente en
les.
abrirlos, derribarlos
o romperlos resultaban
estri-
El
clavos, los fu
metiendo en
el
143
una escala y lleg de este modo al almenaje. Enl amarr las pitas, que formaban otra escala, y descendi
al interior;
las tres
princesas le recibieron
el
mismo camino
Los hermanos mayores se percataron con envidia de la hazaa del pequeo, y mientras l ascenda por el interior del muro, quitaron del exterior todos los clavos. El pequeo los vio alejarse desde las almenas, llevndose las princesas como premio de la infamia que cometan con l. Y vio que la
menor de las princesas, con gesto desfallecido, se volva muchas veces a mirarle. La menor de las princesas le haba dado una sortija en el momento
de coger
a
la
Cuando
la sortija.
le
y se apareci el caballo, mont en l, cruz los aires y le dej el caballo en el campo, junto a
corte;
la
ropa con un gan y se present en la quinta para que le tomaran de criado. Le tomaron, en efecto, y all se enter de
la la
En
chozuela cambi
que sus hermanos se haban casado con las dos princesas mayores y de que la princesa menor es-
taba
144
boda
el
muy
triste.
Como
regalo de
rey les
Pero he aqu que la tristeza de la princesita la llevaba a buscar la soledad en los jardines del rey, e iba a los de la quinta a cada paso. Vio en ella al
criado nuevo, y a pesar del disfraz
le
conoci. Pa-
sombra de los rboles, l le cont su aventura y ella le expuso su plan: Ver a mi padre le dijo y le contar toda
searon a
la la historia.
Pero por consejo de l desisti de contrsela, y fu a su padre y comenz a gemir. Hija ma, qu te ocurre? le pregunt su padre, que era muy bueno y la quera muchsimo. Que estoy enamorada de un criado, y si t te opones a que se case conmigo, me voy a morir de pena. El rey se escandaliz, dijo que nones y ri a su
hija.
Pero la pena de su hija se le qued clavada en el corazn y acab por enfermarse. Se reunieron los mdicos, y uno muy ancianito, muy famoso, el
ms
hbil y
ms
El
la
semana
si
no
le
dan
leche de leona.
Qu atrocidad! La leche de leona! Andaba una leona por el monte seguida de los cachorros; pero quin iba a ordearla? Los dos yernos del rey cambiaron impresiones y acordaron engaarle
145
con una comedia. Dijeron, pues, que se arrojaban a la gran aventura. Pero en el caminito del monte encontraron a su hermano de regreso con un cntaro de leche; pasmaron de asombro, mas se
hicieron los desentendidos y le abrazaron, y
le
pi-
verdad, y era
la
verdad que
leo-
haba dicho a
la sortija:
Quiero que en cuanto'me vea se amanse la na de tal modo, que me permita ordearla
peligro.
sin
Y mansa
Si nos
de oro que
Hicieron
haba encontrado a
dijeron:
la
leona.
Los hermanos
el el
cambio y
el
rey bebi
la
leche y re-
cobr
al
momento
la salud.
dos y exigirle tributos; se juntaron los ministros en consejo y los dos yernos del rey creyeron de su deber el ponerse a la cabeza de las tropas. Llegaron a una llanura y all se enteraron de que el ene-
migo avanzaba contra ellos; hicieron que las tropas acamparan y salieron los dos de exploracin. Pero he aqu que en el camino encontraron a su hermano, que volva de acabar al enemigo y llevaba sus banderas. Pasmaron de asombro, pero se
hicieron los desentendidos; le abrazaron y le pidieron noticias de la hazaa. El temi de su intencin
10
146
la
verdad que
el
le
haba
el
pnico en
ejrcito
rey y que l
mismo
se des-
as fu.
te
daramos todo
respondi:
Se
dente.
me
les ceal
rey
^ * *
La
princesita
le
Padre
me
es imposible olvidarme
me
case
boda y se celebr un banquete. Haba que ver qu banquete! Qu de aves! Qu de dulces! jQu de licores! La princesita se sent junto a su padre, reclin contra su
pecho
la
Te
cabeza y djole con ternura: han engaado, padre mo. Quien destroz
el ejrcito
147
esposo.
ron del
castillo...
mi esposo... Y el rey ya no pidi prueba, y mand que entregaran al verdugo a los hermanos mayores; por fortuna para
dieron
su
rey...
menor
los libr
de
la
amor
El viaje maravilloso.
ranse un padre y
a
la escuela,
tres
y en los momentos de asueto dedicbanse a pedir; ellos iban a la escuela tan astrosos,
que
Por qu con
pris
char por
mundo...
El padre le respondi:
que ganen tus hermanos y ahorraremos lo que ganes t... Pero al hermano mayor le gustaban demasiado las aventuras, y como se cansaba en el lugar y no era buena su vida, resolvi partir de una vez. No, padre; yo me marcho.
lo
Comeremos
se march y anduvo, anduvo... hasta que en un recodo del camino se le apareci un caballero.
El caballero se enter de sus propsitos, y le re-
Y Y
se march.
Cuanto
tir,
mozo le pidi inmediatamente: Mua, quiero comer a todo gusto... Y la mua dio una coz, y el mozo se encontr con una mesa, de la que fueron brotando los manjares ms sabrosos y los vinos ms ricos. Cuando el mozo se hart, pidi a la mua que le diera un
traje.
Mua,
necesito un
traje...
Y
pies,
encontr de repente un
traje
riqusimo a sus
puso y parti... Pero a poco lleg a un io> la mua se meti en el agua, y l no qjso molestarse en perseguirla. La dej, se volvi y encontr nuevamente al caballero. Este sonri con pena, le entreg una barra de oro, y el mozo abri un comercio a la entrada del lugar. Un da vio a sus hermanos, qne venan a pedirle una limosna: ;Una limosna por el amor de Dios!... Y les dijo con orgullo:
y se
lo
jYo soy
El
solol...
***
hermano siguiente cay tambin en
partir
la
tentael
cin de
en busca de fortuna. de
vestir,
dio con
A la mua le pedirs
beber...
de comer y de
l,
en seguida:
Mua,
Sucedi
ber a mi gusto...
150
comi tambin ms de la cuenta, y cuando encontr el ro, y vio que la mua se entraba en el agua, no quiso molestarse en detenerla. Se volvi y encontr nuevamente al caballero; ste le entreg una suma, y l se j'int al hermano comerciante... El hermano menor lleg
el
a pedirles:
Una
limosna por
el
amor de
Diosl...
Nosotros somos solos -le dijeron. Y le volvieron la espalda. El hermano menor se march
llorando.
Y reuni
pudo y
monedas que
Padre le
vestir, vveres
dijo, yo
me voy
tambin, pero
se fu, de regalo.
Yo dijo
nio necesito un
traje,
pero
p-
damelo usted... Se lo pidi a la mua el caballero, y era un traje tan hermoso el que apareci, que el nio no quiso aceptarlo, porque se avergonzaba de que le viesen con prenda tan rica: la mua le dio entonces un sayal> y l se lo puso con gozo. Rog luego al caballero que le proporcionara de comer, porque le
-^ 151 apretaba
el
hambre; y rechaz manjares exquisitos, y slo se comi los ms humildes... Despus de cenar, rez y luego se ech a llorar con desconsuelo...
El caballero le pregunt:
padre... Si
usted
me permitiera enviarle esta mua, yo ira por el mundo mucho ms contento, porque l ya no
tendra que tener apuros de miseria...
El caballero se lo permiti, y el
la
nio
mismo
se
infinita
cuando le estrech "en sus brazos. Y l le suplic a la mua que les levantara una choza, y la mua solt una coz, y apareci un palacio colosal, todo mrmol, oro y ncar... Los muebles eran verdaderas maravillas, y los jardines encanto de los ojos. En el palacio trabajaban numerosos sirvientes, y el stano estaba lleno de cajas que contenan toda
clase de piedras preciosas.
el
nio
le dijo al
padre:
te
falta;
Padre,
ya
nada
pero yo
necesito
marcharme por el mundo, porque estas cosas me demuestran que tengo que cumplir alguna misin. Y se march por el mundo.
mua, y los dos pasaron sin mojarse. Se hall entonces en un prado muy exal ro la
Lleg
con
152
que los animales que pacan en l eran slo armazones esquelticas, totalmente descarnadas. La hierba estaba en el prado salpicada de florecillas, y los pjaros las cortaban con el pico, las cogan e iban con ellas a perderse entre las nubes. El nio encontr despus un ro de sangre; despus, otro de leche; despus, un camino en cuesta, y en el camino dos enormes peascos que se combatan con
furor.
Iba
montado en
peascos
la
evitar
que
los
la
aplastaran; instantneamente
poco
un palacio y vio en l una hermossima mujer, toda vestida de luto, que clamaba de continuo con angustia: jAy, mi esposo!... jAy, hijo de mi almal El nio la mir con tristeza, deseoso de consolarla; pero no se determin, y sali de este palacio, y lleg a otro; todas las personas que encontraba
en l levantaban los puos, maldecan, blasfemaban sin cesar. En una habitacin haba dos camas;
toc una y en ella se le qued un pedazo de dedo. Sigui luego su camino y hubo de pasar un puente
fin se
tenda
andaban se apacentaban slo de la arena, y sin embargo estaban gordos. Terminaba el arenal ante una puerta magnfica, y en ella se sentaba una seora de soberana
un
que por
guntaba
as:
158
Tenis sed?
iS, seora!
mi hijo?
*
Est esperndonos.
no pas de este lugar. Desanduvo su camino y lleg nuevamente al caballero, que le recibi con amor. El nio le refiri las cosas que
El nio
encontrara, y
selas.
el
El ro de agua que viste le explic est formado de lgrimas y separa esta vida de la otra Las
lgrimas son las tuyas y las de todos los hombres
como
t; las
que
lloran las
taron al suyo.
Y
to
el
prado que
los
segua?
El prado de avaros, que tienen mucho pasque comer y sufren toda clase de miserias. Y pjaros que vuelan junto a ellos?
los
nios que se mueren inocentes y que andan buscando flores para obsequiar a la Virgen...
Los
el ro
de sangre?
la
El que
lleva
la
leche que
maman
las
cria-
turas.
~Y
las
154
el
camino?
hermanos, que fueron como rocas. En vida los envenenaron las envidias, las disensiones
y los odios; no tuvieron un momento de tranquilidad y murieron maldicindose. Cuando t los encontraste iban los dos camino del infierno.
Tus
Y han
ni t ni tu
al
poco
rato a
preguntar:
donde todos maldecan? El palacio del infierno. Las camas que caste estaban aguardando a tus hermanos.
Y el
to-
Y
Y
Los
el
puente?
la gloria.
El camino de
los animales
continu
el caballero:
Ya
gresar a tu palacio.
Regres, llam
cibirle. El
mir con extraeza y pregunt por su padre. Su padre haca muchos aos que se
nio
le
encontraba con Dios, y el palacio se haba convertido en convento por su propia voluntad. El
fraile
cont
la
historia: se trataba
de un anciano
que haba tenido
155
mundo.
fraile
Historia
tradicional
la
muy
Tendr
doscientos aos?
llevaban flores
jMs an!
Slo en mirar a los pjaros, que
a
la
le
pasado el nio treinta y tres aunque le parecieran un instante. Y se meti en el convento, se hizo frailecito en l, y cuntase que
Virgen, haba
fu santo el frailecito
(8).
que iba
ech
la
al
muy
le
le
La noche, hmeda y obscura; el camino, largo y malo; la nia, pequeita y temerosa... Anduvo, an-
luz...
una
casa, y a la
gigante.
Pero ya no pudo escapar, y le dijo al gigante humildemente: Me he perdido, estoy cansada y no tengo dn-
de pasar
ei
la
noche. Si usted
me
hiciera el favor
de
recogerme...
gigante respondi:
s,
Ay,
Y
nia; ya lo creo
|El bribn!... El
brete, plpora.
Entraron, y
puerta:
el
mand
la
Cirrate, plpora.
157
La puerta se cerr. Se encontraron en la cocina; un fuego grandsimo iluminaba el llar, y en las trbedes enormes descansaba una olla formidable. El
gigante
tom
plandores de
lumbre
le
envolvieron; entonces
le
de dientes largos y de un ojo solo; y tena en la frente el ojo solo... El miedo de la nia se acreci, pero supo disimularlo. Y despus de contemplarla con alegra visible,
el
gigante
la
mand
preparar
la
cena.
la
cena en esa olla; ah tienes un carnero... En adelante vivirs conmigo, y si un da intentaras escaparte, en vez de la carne de cordero comera la tuya, que es mejor... Le obedeci la nia y se puso en la cocina a trajinar; el
Preprame
En
dijo,
la
cena la
me
la llevas
la
cama.
Y se
el
acost, se durmi y
estrpito.
La nia arregi
la
gl
cena, se
comi su parte y
toda
la
Colgadas de las paredes vio numerosas pieles de carnero. Y una puerta que daba a la cocina, vio que era la del corral. El corral era grandsimo,
casa.
y en
estaban
la
daba
tillas.
158
al llar,
el
gigante.
La nia se volvi
cogi
el
hierro,
quidos que se
la
en
el ojo.
El grito
que dio
el
fren-
en
la
otro,
ras,
pateando.
no ces en
vengarse de
La manera mejor de impedirla escapar le pareci que sera el colocarse delante de la puerta. Y la nia, que lo vio, abri la del corral, cogi una piel y se escondi bajo la piel. Las ovejas se lanzaron apretadamente en busca de salida; y farfullaba el gigante, con las piernas abiertas en la puerta, un pie contra cada jamba:
Ya
vers
t!...
Ya vers
tul...
Las ovejas comenzaron a salir. Pasaban por entre las piernas de su amo, que las iba tocando una
por una, a
la
Esta,
blanca...
Esta,
blanca...
Esta, negra...
La nia, bajo la piel, se meti entre las ovejas, y una oveja crey que era el pobre ciego. La palp, la dej irse; cuando tena la piel entre las manos,
la
nia se sali de ella y se escap: Esta, blanca... Esta, negra... Ya estoy fuera!
Qu rabia
la del
159
Se abrasaba de rabia hasta las uas, y, sin embargo, sonri a la nia. Y se quit un anillo que llevaba, y se lo tir a los pies, dicindole con dulzura:
gigante!
Porque
ba de que
quiero.
te
en prue-
perdono,
te
ms
Cay
el anillo
en
la
hierba
como
si
fuera
un gu-
sano de luz. La nia, temerosa de un engao, lo mir y no lo cogi; pero el gigante se sent calmosamente, y el anillo brillaba de tal modo que,
al
cabo,
la
mano y
se
lo meti
en
dedo. En
el
mismo
instante, el anillo
comenz a
cantar:
Por
tras
aqu!...
el
Se levant
de
la
El anillo le guiaba:
Por
aqu!...
la
del dedo, y
no poda. As
lleg junto a
lluvias,
un
al
ro,
em-
muy
la
gigante
entonces
el
Sac ramitas en
ella.
monte, y de un tajo se cort el dedo del anillo. lo cogi y lo ech al agua. El anillo en el agua
dijo an:
Por
aqu!...
el
160
le
o. El agua
le
trag en un
mo-
La nia volvi a
la
Este era un
infeliz,
Y como
le
abu-
demasiado pidindole su dinero, fingi una enfermedad y se meti en la cama. Eran los vecinos nobles y fueron a visitarle; se sentaron a la vera de su cama, tuvieron lstima de l y empezaron a decirle:
que es por m, no te apures... Yo te perdono las pesetas que me debes... -iPobrecito!... Y yo tambin... -Pues yo no quiero ser menos, y tambin... Y as todos, menos uno; el sastre no perdon: A m me debe un real, y me lo paga... Pero, hombre, jten caridad!... T no ves que se muere el pobrecito?...
Lo
Si
se muere,
lo
creo que
me
paga!
Se incomod tanto el enfermo con la codicia del sastre, que fingi que se mora, para que no se saliera con la suya. Le metieron en la caja, le pusieron en las andas y le hicieron el entierro. Y el sastre,
como
si
no:
11
162
S,
la
Pues no faltaba ms que no me pagase!... s, que bueno soy yo para estas cosas...
Colocaron
el
cadver en
cogi
como
si
no; se refugi en el
le
la
y el sastre confesonario, y en el
iglesia,
confesonario
noche.
sucedi que a
la
noche llegaron doce ladrones a la iglesia, y se pusieron a contar el oro que llevaban en un saco. Pero aqu tenis que, en vez de doce montones de
oro, el capitn
fiero
y tan sin entraas, que, para acostumbrar a los bandidos a las mayores atrocidades, les seal
el
decimotercio montn, y les dijo de este modo: -Yo le dar ese montn a quien pegue una pu-
Y
al
cadver se
un sudor y se le vena otro; y no se muri de miedo por milagro; pero al ver que el peligro arreciaba, hizo de tripas corazn y dio un
brinco de repente.
la
vez gritle
al sastre,
que
continuaba en su escondite:
Venid,
difuntos!...
el sastre
ech por
tierra el
confesonario, y
le
contest
al
cadver:
los ladrones a correr
el
se recobraron un poco, y se acordaron del tesoro que dejaran. Entonces mand a uno el capun
que se aLcrcara a que ocurra.
Hzolo
prtico
la
163
y procurara saber lo
iglesia
el infeliz, lleno el
cuando
la
repartiendo
fortuna.
Terminaron
el
reparto, se
el
sastre,
como
si no...
Bueno le
Y
el
dijo al
real...
el fa-
vor de darme mi
ladrn,
hay que pensar en volver por el tesoro, porque son tantos los difuntos que hay en la iglesia, que slo tocan a real...
No
Catalina*
la
mujer de menos
falta
un roto para un
para
mayor
campos, pomaradas, ganados y pesetas. En uno de los campos sembr trigo, y a la hora de cosecharlo llam a
los
le
dijo a su
mujer:
Catalina, arroxa
tortas
noche.
Obedeci Catalina, meti en el horno las argomas y a poco lo enrojeci; pero en esta operacin la cogi el sueo, y se puso a dormitar... De pronto despert con sobresalto, se acord de las tortas, las igu y las coloc en la pala. Pero estaba todava adormecida, y en vez de echarlas al horno las ech por la ventana en un montn de basura. No se dio cuenta de ello, se sent, y con el calorcillo de las argomas y el exceso de modorra volvi a inclinar la cabeza y se durmi otra vez como una
bendita.
la
165
el
marido,
la
vio
Y como
lina,
si-
exclamacin:
jDios mo,
Y
los pobres
cogedores tuvieron que marcharse sin comer. El marido se incomod, pero no pudo remediarlo y tuvo que resignarse con la suerte.
Cuando
San Martn, escogi el mejor cebado y el mayor de los gorrinos para el suyo; y pes los jamones, entreg a Catalina el que le pareci de ms substancia, y le dijo de este modo: A ver si me lo cuidas bien, que es para mayo
lleg el
largo.
En
de
res,
el
mes de mayo
un
das,
si
largo,
largo porque es
mes
treinta y
y por
Catalina se dorma en el
el
momento de
jamn. Pero he
y que
la
puerta de Catalina
las vacas,
le
No hay nada en esta casa para un pobre? Y respondi mujer: Si es usted Mayolargo, hay; no es Mas lo si
yolargo, no.
Y
le
166
soy Mayolargo-
replic el mendigo:
s,
Pues
seora,
s...
Yo
aun se ofreci a cargrselo un momento, por si le pesaba mucho. Cuando lleg su marido y Catalina le cont ia historia, grit, jur, reneg y sali en busca del mendigo; pero tuvo que regresar sin encontrarlo, y era su turbacin tan extremada, que vio un cerdo con torga en una huerta destrozando los maces, y en vez de calificar al maizal de maduro j al cerdo de torgado, y en vez de mandar al cerdo
fu por
el
jamn, se
lo entreg, y
salir
as:
maduru! Usa, usa, entra por donde salisti! Cuando conoci su error, pens que no hay desgracia en este mundo como la de casarse con una
tonta.
Los pollos
Pues en
marido
y la lista la mujer. La mujer iba al mercado, regateaba las ventas, compraba los menesteres y man-
daba en la casera. Y fu una vez al mercado y le encarg a su marido que cuidase de los pollos, que eran muchos. No los pierdas de vista le dijo, porque anda una raposa por el monte. Y psose el marido a discurrir: Pues el sitio ms seguro para que no se los lleve la raposa es el medio del ro, que es muy hondo. Y reuni los polluelos, los amarr por el pico, los llev al medio del ro, y all los sujet con unas
piedras.
la
vuelta
muy
pronto
la
mujer,
el grito
en
las
nubes, se
nmero de po-
lo siguiente:
Djalos en
viene
la
el pollero,
que
si
te
huele a
ti
no
raposa.
Pero march
currir:
la
168
el
mujer, y psose
marido a dissi
Y
Y
tas y
si la
raposa
me
huele y
me come? Y
en
riesgo
abandon
los pollos, se
las
puer-
ech todas las llaves... Lleg en tanto la raposa, mat los pollos mejores, carg los que pudo y se march.
Cuando
volvi
oyeron a tres leguas del contorno; pero tuvo que marcharse nuevamente, y para ponerse a salvo de desgracias mand al marido que matara los pocos
pollos que les
quedaban
todava..
psose
el
ma-
rido a discurrir:
Si
cn y
les retuerzo el
a tardar
Como
ron, los
ellos
pens lo hizo; pero los pollos revolavieron unos milanos, se echaron sobre
las garras...
y se los llevaron en
la
Cuando
vol-
vi
la
mundo como
Un
chico de talento.
hubo siempre, s, seor; pero como aqul, ninguno. Su madre, vieja y enferma, se cansaba de reirle; su hermano, agudo y trabajador, se cansaba de aguijarle... Y l se rea como lo que
Tontos
los
su madre
el
le
echaba con
listo
en tanto,
hermano
ovejas
al
para cuidar de
la casa,
ocuparse de
la tierra
y ha-
Y una
el
hermano listo a recontar el ganado y se quedara el tonto con la madre. El listo le encomend discrecin, y la madre, que pusiera la comida. Puso un caldero de agua en el llar, lo atiborr de harina
de maz, la revolvi, la coci y se la ofreci a su madre, que tom una migaja en la cuchara, se la
llev a los labios, la escupi y le pregunt
lera:
con c-
Pero,
el
gusto:
-Unes
faries riqusimes.
170
viendo que su madre las tiraba, se empe el tonto en probarla que eran muy buenas para la en-
fermedad que padeca, y le dio una cucharada y otra y otra. La vieja se retorca de coraje y se apretaba los dientes y se cerraba los labios, y el tonto le abra los labios y los dientes y le meta las cu-
charadas a
con angustia: Por Dios, hijo, que ya no me caben ms! Y el tonto cogi una prtiga, se la meti en la boca y'^empuj para apretar la harina en el estmago. La vieja lanz un chillido, cerr los ojos y estir la pata. Cuando el tonto repar en el desenlace, se arranc los pelos, berre y se dio de puetazos en la frente, porque al cabo era buen
la fuerza...
la vieja,
hijo...
manos
huso, y aguardar lo que pudiera suceder... Sucedi que el hijo listo regres del mon-
rueca y
el
te,
vio a su madre en
la
y fu a
un abrazo de alegra. Y se lo dio con tal empuje, que la vieja salt de su lugar y cay sobre
los pasos del patn; el golpe la hiri en la frente,
y de
la
la justicia
y se le ocurri un recurel
ca-
amarr un mandil,
lo
coloc en
la
higue-
171
ra del seor cura y le
higos...
ech en
el
mandil algunos
la
como
le
si
fueran
de oro.
Un
cuidara de
la huerta,
vio a la mujer en
del mandil y
psose a
gritarle al
seor cura:
el
mano
suelo con
iQu miedo el del seor cura, que era el hombre mejor que coma pan!... Qu lgrimas de pesar y de congoja las que le salpicaban las mejillasl... Y de pronto, el hijo listo se puso a dar pataletas, a levantar los puos y a decir: |Ay mi madre de mi alma, qu
fn
tan desas-
trado
l,
el
seor cura
Pues
bueno; como
y te regalo mi nca...
La finca del seor cura, tan fecunda, tan llana y tan hermosa... Una de las mayores ilusiones de los vecinos del pueblo, y sobre todo del hermano listo, a quien se le iban los ojos detrs de ella cada vez que pasaba por las lindes. La nca del seor cura!... Trato hecho y buena pro; y el muerto al hoyo, y aqu paz y despus gloria. Pero el herma-
172
no
tonto,
que
lo supo,
la
Po-
lica...
el hermano; no necesitas amenazarme para que te d una parte de lo que recoja. Sin que t me la pidieses, ya tena yo el
No le
respondi
propsito de ofrecrtela...
As,
rompieron
la finca
la
hora
de sembrar, el hermano listo le pregunt al hermano tonto: Y t, qu parte prefieres cuando llegue el momento de la recoleccin, la de debajo de tierra o la de encima?
Hombre,
bajo!...
es
natural
que
prefiera la
de de-
Sembraron toda la finca de maz, y a la hora de la cosecha, el hermano listo se ISev todas las mazorcas y el hermano tonto las caas. Claro que se puso furioso y se tir de los pelos; pero el trato era trato, y se aguant. Al cabo de algunos meses, volvieron a la finca a trabajar; y cuando abrieron
los surcos y regaron el estircol, volvieron a tratar
de condiciones.
el
tonto es
prefieres,
intil
que
te pro-
lo
de debajo de
173
Pues hombre, jes natural que lo de encima!... Y llenaron la finca de patatas. Y a la hora de repartir la cosecha, llevse el fruto,
hermano
listo
todo
el
y fueron todas las ramas para el tonto. Claro que se puso furioso y se tir de los pelos; pero
el trato
Y se
cans de dis-
gustos, reuni de
nuevo
las
siempre a
la
Este era un padre que tena dos hijos, y a hora de morir les dijo as:
la
Os
reales...
ver
cmo os arreglis con ellos lo mejor que podis... Y el menor, que era tonto, cogi los suyos y
se march a correr tierras. Pidi entrar a servir en
una
casa, y le dio al
el
guardara en
le dijo lo siguiente:
Quieres que hagamos una apuesta que te conviene mucho? Si yo me canso de ti y te echo de mi servicio, te dar otros dos mil reales para que los renas con los tuyos; pero si te cansas t
y
me
dejas porque te d
la
que me diste a guardar... Y el tonto cay en la red. ~Ay, s, seor, ya lo creo que sil... El amo, entonces, principi a matarle de hambre, a encargarle trabajos imposibles y a no dejarle vivir. Y el tonto acab por armar un alboroto y marcharse de la casa, dejando sueldo y fortuna en
mil reales
^
175
Cuando
so,
hermano listo se enter de este sucefu a buscar al mismo amo, y le entreg sus
el
amo
le
misma
oferta
que
al
hermano
tonto, y l
Conformes. Y a la maana
la
siguiente, el
amo
le
mand coger
yunta e
ir
si
se la en-
tregaba en
el
amo
repar en que
el
mozo tornaba
la
manos a
cabeza, fu contra
le dijo
con
furia:
qu hiciste de los bueyes, bribn? Toma, qu quera usted que hiciera con los bueyes? Los vend!...
Y
Y
el
Toma, qu
Al
amo
le
y
f
el
usted?...
el
amo
le
res-
No
me incomodo,
pero
me
parece
mal...
176
Al otro da se repiti
al
la
historia:
el
mozo
sali
campo con la piara de cerdos, la vendi por un puado de pesetas y se qued con los rabos.
Fuese luego a una laguna e hinc los rabos en ella, con los extremos al aire. El amo le recibi con lgrimas de dolor y desesperacin.
Pero
dnde estn
los cerdos?...
En
la
baarse y no pude impedir que lo hicieran. Corri el amo a sacarlos de la laguna, que era insignificante y cenagosa, y
criado
le
pre-
Pero qu?... Se incomoda usted? No me incomodo, pero me parece mal. Y a las veces, el amo maquinaba:
encomend las ovejas, y le mand llevarlas al monte. En l habitaba un gigante, que ya haba cometido muchos
a fn de deshacerse del criado,
le
encogi
la pajarilla
cuando vio
el peligro;
antes
bien,
177
ech mano a una oveja, la tumb de un solo golpe, la desoll en un instante y la colg de un
rbol para asarla.
S,
le
si
sis el
ro gusto.
Y el
l le
obse-
qui con las tajadas ms hermosas. Entre bocado y bocado le cont de su seor que era un bribn,
porque hasta del gigante hablaba mal. Su rebao es inmensamente grande, de ovejas continu pero tena miedo de que vos me lo robarais, y slo me dej traer las pequeitas. Ya yo me encargar de convencerle de que sois un gigante ms honrado que l, y maana traer todo el rebao. El gigante se relami de satisfaccin, y se deshizo en cumplidos. El mozo volvi a la casa y le cont a su amo que haba matado una oveja.
Pero, y
la carne,
En mi
Y
le
tierra
est?
la piel.
puso
al
la piel
Volvi
yor, y el
monte
en llevarle a su cueva. All le dijo -mataremos otra oveja y cenaremos con ms tranquilidad. Fueron, mataron la oveja y necesitaron lea
al
bosque, y mientras
el
gi-
12
rribar, el
178
dos encinas.
gigante.
la
un tirn. Ay, no, que me dejaras el bosque estropeado! Y mientras obligaba a caer de un puetazo ms encina que golpeaba, el gigante pensaba con
derribarlas todas de
recelo:
Demonio con
pelo de
la ropa...
la
de tocarle un
el
Y
le
la
noche y que
el
gigante
pidi al rapaz:
Mete
casa...
corral
con
las
mas, porque ya
tu
Lo hizo el rapaz, y se acost despus; pero en cuanto qued a solas, psose a registrar la habitacin. Encontr varios cadveres debajo de la cama y puso uno sobre ella, en su lugar. Se escondi luego y, fingidamente, comenz a dar ronquidos; a poco vio entrar al. gigante de puntillas, aproximarse a la cama, levantar un mazo enorme y estrellarle al cadver la cabeza. En seguida le vio irse, dando unas carcajadas espantosas.
Le vio irse, sali de su rincn, guard el cadver d nuevo y se meti tan satisfecho en la cama. En cuanto amaneci llam al gigante. Este,
al orle,
179
si
jor
que pudo, y
pregunt
descansara bien.
dira
que descans perfectamente, si no hubiera sentido un mosquito que me pas por encima de la cabeza... Y el gigante pens con verdadero susto: jQu resistencia la que tiene ese chicol... Ser conveniente que se vaya de mi casa antes que me
haga
polvol...
Y con toda
afabilidad, le indic
que recogiera
sus ovejas y que se volviera al monte. Y como las ovejas del muchacho se juntaran con las suyas, le
pregunt
el
gigante amablemente:
le
contest
el
medida que pasaban, y todas resultaron de su amigo, el cual las condujo al sendero y por l a la poblacin. Pero supuso que el gigante corredetrs de l en cuanto le volvieran los alientos,
ra
y por lo que pudiera ocurrir, mat una oveja, llen con la sangre la vejiga, abrile a la vejiga un agujero y se la coloc debajo del brazo. La sangre le
cayendo casi a chorro, cuando pas junto a un ro donde estaban lavando unas mujeres. Oiga, seor le dijo una; qu le ha pasado a usted que sangra de esa manera?
iba
~
Es
18Q
que llevo mucha prisa y para obligarme a correr mucho, me di yo mismo una pualada... As
corro a
la fuerza,
para curarme.
Dio un
y continu el muchacho su camino. Y sucedi que a los pocos momentos, el gigante se repuso de su
asombro, y al verse sin una oveja, cogi la porra y sali en persecucin del burlador. Cuando lleg al
lavadero, iba
el
hombre mascullando
amehaban visto a un
terribles
S, le vimos le respondi una. Y por cierto que llevaba mucha prisa, porque l mismo se haba dado una gran pualada para obligarse a correr
ms...
Se
le
apagaron
al
ne,
Dios
de
su car-
a esconderse en
bosque...
* * *
Antes de presentarse
dirle a
al
amo,
el
un amigo que
el
le
guardara
y se
El
181
amo no pudo
Pues hombre, cmo quieres que no me enfade, si me ests arruinando? Y antes de que le arruinara del todo, le entreg
los
la
casa.
as fu el
el
mozo
rebaos,
dinero de los
/9).
bueyes y
el
muchos aos; tantos, que cuando lo contaban los antiguos empezaban como yo: Hace de esto muchos aos... Eranse dos hermanos pobretucos, uno demasiado listo, y otro demasiado bobo, que se pasaban la vida en el monte cuidando las ovejas de su amo, durmiendo en una cabana y comiendo un pedazo de borona. Y como su mala Vida ya era difcil que llegara a ms, el
Hace de
esto
listo
la corte
para
Tuvo
y cuando su hermano el tonto pasaba con el rebao por el pueblo, todos los aldeanos que encontra-
ba
le
aconsejaban
as:
Por qu no te marchas con tu hermano, que tiene un palacio en la corte del rey, y puede hacerte rico? Y tanto se lo dijeron, que una tarde abandon el
eresl
rebao,
y, pam... pam... se
fu a
la corte.
No
hay
que decir que el hermano se qued con la boca abierta: l, amigo de marqueses y de duques, cargar con un hermano tan cerril que a cada paso que
183
daba cometa una atrocidad y que a cada palabra que soltaba deca una tontera...! Y pens el modo de deshacerse de l, y le meti en un cuarto obscuro, sin ventanas ni rendijas por
entrar la claridad.
donde pudiera
Cuando amanezca le
te
dijo
-vendr a buscarel
tonto preguntaba
la
corte?
Y
Y
gi
le
respondan siempre:
falta mucho!...
Todava
se cans de esperar y
campo, busc en seguida el camino y anduvo sin ton ni son hasta que encontr una posada.
En aquel momento
jaba
la
posadera
el
mostrador e iba
le
el
posadero a
que
le
despacha-
pregunta:
Y aqu,
corte?
El
l le
como en
la
posadero
le
conoci
el flaco,
y por rerse de
respondi:
si
Oh, que
te ms!...
quiero me-
Lo
peor ser
si si
16.4
viene la xixnganal...
Pues
maba
el
viene, yo la espero...
el fro,
La xixngana era
a poco, agi-
gantados por
tos: la
burra y el pollino de la casa, que, cansados de pacer en el monte, volvan al pesebre. Pero el
tonto,
que esperaba a la xixngana, tom a la burra por ella, cogi una tranca y le estrell los sesos. Y en cuanto la vio caer gritle al amo: Amo, ya mat a la xixngana, y ahora falta el
xixanganillo!...
acab con
el pollinito
de otro golpe...
* * *
Luego volvi a caminar. Y le sorprendi la noche al pie de una iglesia. Quiso pasarla en el prtico, penetr en l y se tendi en un banco; de repente oy una voz; escuch con atencin y se percat de que hablaban tres personas en el interior del templo. Vio en seguida que la puerta estaba abierta, y entr sin que le viesen ni sintiesen, y se ocult en un rincn. En la nave central divis un bulto: una caja mortuoria y un cadver. Y las personas que hablaban, tres ladrones. Yo s contaba el primero que le dejaron
sus pulseras, sus anillos y sus collares de diamantes...
Y yo contaba Y
zarcillos
el
185
le
segundo que
le
dejaron
dejaron sus
Hablaban de
joyas de
la
dama
ban
principal de
porque no se decidan a levantarla del fretro y despojarla de todo. El tonto se arrastr con suavidad y con astucia, y se tendi delante de la dama. Al cabo se atrevieron los ladrones a habrselas con ella, y cuando quiso uno de ellos echar mano al cadver, el tonto solt un chillido, le cogi por una pierna y le oblig a caer de rodillas. Los ladrones se llenaron de terror y escaparon tan co rriendo, que ni aun el propio tesoro se detuvieron
as
a recoger.
El tonto lo recogi, y
las joyas al
como no
carg en
se andaba con
cadver y
las
el
^ ^
anduvo...
anduvo
otra vez.
posada,
le
regalaron leel
che y
las
le
saco, les ense las alhajas y les puso ante los ojos
monedas.
dijeron ellos.
Oh,
claro
186
que sil les respondi l. Y luego se ech a dormir. Y a poco se durmi como un lirn. En cuanto lo notaron los pastores
le
robaron
la fortuna, le
cortaron
el pelo, le afeita-
unos rboles. Estaba tan rendido del camino, que de nada se dio cuenta; y cuando despert y se encontr sin saco, rapada la cabeza, limpia la cara y lejos de la cabana, despus de contemplarse y de
palparse, se puso a gimotear:
yo!
El
Toms.
as:
Y
vez
as
al
El cadver prodigioso.
Tras...
tras!...
Quin
es?
Es de noche y por el lugar se extiende el silencio. Hay dos mozas junto el fogn en la casa donde llaman, bonitas, graciosas y arrogantes; la lea derrama chispas, y las mozas hilan camo.
|Tras...
trasl,..
Quin es?
Las mozas tienen galanes, pero no los aguardan
esta noche; sus padres se acostaron en el hrreo y ellas se quedaron solas trabajando. Abren, y los que
llaman son
tres
soldados, que
desean hacerles
han visto varas veces en el pueblo; los sorprendi su hermosura y quieren cortejarlas. Las mozas se miran con indecisin, luego sonren, luego vuelven a sentarse junto a la lumbre y luecompaa:
las
el platicar
de los soldados...
vez...
|Tras... tras!...
Quin
es?
de
Nosotros!...
Son
los galanes
de
las
la visita
188
valentones y corrieron a la casa llenos de celosLas mozas se echaron a temblar y les suplicaron a
los soldados
el
camo;
y por no comprometerlas, los soldados se escondieron entre el camo. Entraron los galanes, entraron sus amigos y, disimuladamente, recorrieron
los rincones
de
la casa.
En
los
montones de ca-
mo
vieron
brillar
un cinturn.
Oh,
Os
Y parece dijo
un poco ms. Ellos mismos se pusieron a mayarlo, y lo hicieron con tanta furia, que cuando se cansaron de la
labor ya estaban los tres soldados moribundos...
como
si
murieron en seguida.
^ t *
Los mozos se asustaron de su hazaa y conferenciaron detenidamente sobre el modo de librarse de peligros. Al lado de la casa de uno de ellos haba un calero muy hondo de gran extensin, y discurrieron arrojar en
l los tres
cadveres.
Mi hermano
r
el
tonto
- dijo uno se
encarga-
de hacerlo
as,
nuncie.
llamaron
al tonto, le
mostraron un soldado y
le dijeron:
189
ferm de repente y acaba de morirse... Y como t eres tan listo, queremos que lo saques de la casa de
la cria...
vais
Pues
te
mo-
el vie-
Quin va
ah?
El diablo!
qu lleva? |Un hombrel Los padres de las mozas se retiraron a toda prisa y se cerraron con toda rapidez. El tonto lleg al
cadver y regres a la casa de las mozas para exigir el premio. Los mozos se aprovecharon de su ausencia para colocar el secalero, arroj
l el
en
gundo cadver en
y en la misma posicin que el anterior, y cuando el tonto lleg, sali su mismo hermano a recibirle.
el sitio
mismo
qu diantre has hecho? Por qu no cuidaste bien de que el soldado no se te escapara? jEscapar!... Qu iba a escapar, si yo mismo lo vi que se hunda! Claro, s; perose hundi para engaarte, y en
t
cuanto diste
la
igo
'
S, eh?... Pues ya ver ahora!,.. Cogi el tonto el soldado segundo, lo ech al hombro, lleg al calero otra vez y en l enterr la carga. Los mozos colocaron el tercer soldado en el mismo lugar y de la misma manera que los otros
dos, y al regreso del tonto
le
dijeron as:
te
Pero, caramba, t
ciste
cmo
el
arreglas?
No
hi-
ms que
salir
Pero otra Y es Cmo posible! Mrale dnde Pues ahora dijo tonto ahora
vez...
y entr
posible?...
el
ya veris
cmo no
vuelve.
dos bajo
piedras y terrones.
A
No,
que no volvi
la
en cuanto lleg a
esta vez
casa.
guraste de firme.
Entonces ya he ganado
montera?
Y
llo.
S, s,
la
ganaste! El primer
domingo
te
la
compraremos.
as fu; se la
compraron y
la luci
con orgu-
Y aunque
tonto no dijo
los ga-
nada porque no se diera cuenta de nada, y lanes no tuvieron que sentir (10).
El huerf anito.
el
mundo
los
senderos y se apretaron los rboles; todos los ruidos del bosque principiaron a sonar... Pero continu
si
el
como
no tuviera miedo a nada. Vio una luz y fu en su busca; escondida en el bosque hall una choza; mir por un ventanito y descubri una vieja acurrucada en el tramo del fogn. El huerfanito se lleg a la puerta y llam con
timidez:
Tras...
tras!...
Quin?
Un
bosque.
huerfanito que se
ha extraviado en
el
Abri
de aspecto repulsivo y lastimoso, dientes largos y salientes y ojos hondos y brillantes. Caminaba encorvada y arrastrando los pies; hablaba con lentitud y mareaba sus palabras
flaca,
muy
con
el
192
y afilados como de ave de rapia. Pasa, que tengo cama para ti.
Y
y
le
el
su historia: andaba solo de camino en camino, buscando seor que quisiera utilizarle; pero era tan pequeuelo, que de todas
las puertas le
cont a
rechazaban.
pan y le acost. Y ahora le aconsej duerme con tranquilidad, porque voy a tomarte a mi servicio. El nio cerr los ojos, pero no para dormir; el aspecto de la vieja le inquietaba y se puso a observarla con astucia. La vio salir de la choza y aparecer otra vez con un brazado de lea, con una carga de rozo, con varias cargas de helchos... La vio seguidamente abrir el horno, meter las cargas en l, prenderles fuego y soplar. Oy luego que llamaban a la puerta, y vio entrar algunos hombres de mala catadura, que llevaban puales en el cinto y sacos abultados a la espalda; un saco estaba lleno de dinero, otro de alhajas, otro de papeles... El capitn de estos hombres le pregunt a la
vieja le dio
La
mujer:
Y por qu arroxas
cubierto nuestro escondite.
as?
des-
Y En
dnde
lo tienes?
esa habitacin.
193
nio estas palabras, y evitando con cuidado que llegara el menor ruido a los ladrones, se
el
Oy
fu por
el
ventanillo.
Comenzaba a amanecer, y
pudo ver
cont
el
los
Lleg luego a
suceso y los guia hasta la choza. La vieja estaba *arroxando todava, y un guardia la pregunt:
Para
cocer
el
pan.
la
choza
los llevaron
13
Roberto
el diablo.
Esta era una mujer tan deseosa de tener un hijo, que, no logrando que se lo concediera Dios, lleg
a pedrselo al diablo.
el
diablo,
que no
la
las
la
quiso
ver
ms gordas,
al
la
hizo
salir
con
suya, y
mujer
poco tiempo. Y era el chico tan malo y se dejaba arrebatar de la ira con tanta facilidad, que su nombre de Roberto la gente lo convirti en Rodio a luz
berto
el diablo. la
En
como
le
monte a robar y a matar. Los crmenes y los desafueros que desde aquel momento realiz, fueron tan numerosos como las estrellas en el cielo; y era que el mismo diablo en persona le inspiraba!... El mismo diablo en persona le regal un caballo invulnerable, contra cuya piel las espadas e partan sin herir, y una bayoneta mgica que destrozaba todos los ejrcitos que pudieran combatirle...
195
Pero aqu tenis que en un instante de mala suerte toda la labor del diablo se la llev la trampa, porque su hijo entr por casualidad en una iglesia y, sin saberse cmo ni cmo no, se encontr de rodillas ante un fraile y confes sus delitos.
El fraile lloraba oyndolos!...
cia
que se pusiera a
confesor
le
conden
al silencio
Adems,
el
confesor
le
conden a
ga*
hija, le
llam
la
aten-
cin esta conduca y se dedic a observarle. Quin eres?... le pregunt una vez. Pero
no
le
respondi y
su
el
rey le
a su
hija:
|Ay, qu
y que coma
lstima!...
el
daban
guardaba en un arcn
hija.
Y le Y
Ay, qu lstima!...
otra vez observ el rey
que todo
el
dinero que
196
daba a los
los jardines se lo
su
hija:
jAy, qu
Y
lstima!...
en esto lleg una guerra. de Y cayeron de pronto sobre el reino infinidad el rey por este soldados enemigos, y, sorprendido
que guiara sus troataque, se encontr sin capitn sin tropas tampas -y aun se pudiera decir que saber a los bin-. Para escapar del peligro hizo prximos que preprncipes de los reinos ms quien libertara el miara con la mano de su hija a
suyo.
aos que esto se terminaron los siete penitencia y, el da haba de pasar Roberto en acabaron, volvi al monte... En la
En
en que se esperaba el cabacueva en que habitara, an le estaba en su lugar la bayollo invulnerable, y an se mont en el otro, neta maravillosa; cogi la una, un momento le desse fu contra el enemigo y en
barat...
r>
En
vamente:
Nada,
pena:
galn!...
llegaron en sePero no estaba loco, no; porque mensajeros, y stos, guida, a toda prisa, numerosos
pamento de
los
107
cam-
enemigos lleno de cadveres y las tiendas del enemigo llenas de botn,.. La princesa se alegr infinitamente y se cas con Roberto, y este cuento se acab (11).
Este era un padre que tena dos hijos y los dos eran pastores. Y con frecuencia les deca as:
Cuidad bien de las ovejas, que una que perdis puede costaros cara!... Y s les costaba cara cada oveja que perdan:
palos, insultos, das sin comer... Y, sin
aquella tarde
la
la
por temor
ayuno,
la
las injurias
la
noche en
y los montaa.
Cerca estaba
la
cementerio y al pie del cementerio huesera... Para despistar mejor a quienes los
el
fueran a buscar, entraron en la huesera y, como todava era temprano, uno de los hermanos dijo
al otro:
sin
duda que
tie-
Y
era tan
190
buena la madre, y les gustaba tanto a los nios el pan caliente, que el hermano menor se decidi a correr el peligro de toparse con su padre y se encamin a su casa en busca de un pan. Rond los alrededores, pero he aqu que de pronto sinti miedo y no se decidi a llamar a la puerta. As, se volvi a la huesera con slo un puado de nueces que recogi en el camino. El hermano mayor le tach de cobarde y le oblig a tornar al empeo...
mientras
el
puso a comer las nueces escondido entre los huesos, que formaban un montn. Y sucedi que el sacristn y un primo suyo, temerosos de unos ladrones que andaban por el lugar, haban enterrado en la huesera toda su fortuna; y sucedi que el sacristn fu aquella tarde a recoger unos cuartos, y se meti en la huesera sin imaginarse que le observaban, y abri el hoyo en que guardaba su tesoro; pero antes de que tocara las monedas sinti ruido, y era el ruido de nueces que el nio parta entre las manos y lo crey de mandbulas... El sacristn se llen de terror y ech a correr... Corri en busca de su primo, que pasaba en el lugar por valentn y que le reprendi su pnico. Y se dirigieron los dos a la huesera, a la vez que el hermano menor regresaba con dos bollos. El mayor, que le vio, le dijo as:
Y
Y
le
qu,
me
traes alguno?...
el
respondi
menor:
200
Traigo uno para cada uno!... El sacristn y su primo no cesaron de correr hasta su casa, y aun se atrancaron en ella. Intrigados por su fuga los dos nios, cavaron el
agujero, descubrieron
selo a su madre...
el
La
sorpresa.
Pues ste era un matrimonio que viva muy en paz, y una vez tuvo el marido que salir de viaje, y qued sola en casa la mujer con un nio pequeito. Estaban a la noche junto al fogn, ella preparando la cena y el nio calentndose, cuando lleg a la puerta una pobre. Ay, seora le dijo a la mujer, s usted me diera posada me hara un gran favor!... La mujer era caritativa y le dio posada con la mejor voluntad del mundo. La mendiga se deshizo en palabras de gratitud, y se sent a la vera del llar, porque temblaba de fro. All comenz a referir sus aventuras, y la mujer la escuchaba con la
En
la
mujer:
Madre, scame
huerta, que
no puedo
re-
cuando le sac, la dijo as: Esa pobre te ha engaado, porque yo vi que le asoman los pantalones por debajo de las faldas. La madre volvi a la casa, y el nio fu a llamar a los vecinos. La madre subi al desvn, como
202
que iba a colgar unas cebollas, y se arm de una escopeta. La mendiga sospech lo que ocurra; se
lleg a la escalera
y pregunt a
la
mujer:
Bajas
t,
o subo yo?
la
mujer, apuntndole:
Ni subes t, ni bajo yo!... Pero la mendiga comenz a subir, y dispar con tal acierto que le atraves
al
la
mujer
le
el
corazn
primer
tiro.
el
mismo
Tocadems
lle-
instante, le quitaron a la
pobre
la
ropa, y vieron
silbato.
que
la
mujer.
La cuba de
los ladrones.
Fueron unos ladrones a un convento, disfrazados de mercaderes, y, fingindose devotos de los santos y amigos de las monjitas, consiguieron que les autorizasen para guardar una cuba en la bodega. El capitn, que era astuto y sabidor, enga a la superiora: le dijo que la cuba era de aceite, y que, por ser las monjitas incapaces de robrsela, a ellas se la confiaba, mientras l y los suyos iban por el pueblo en busca de compradores. Bajaron a la bodega, colocaron la cuba y se marcharon...
Pero se termin el aceite en la cocina del convento, y no era la cocinera de las que se paraban en escrpulos. La tienda estaba lejos, la noche era
obscura, y antes que echarse a la calle le pareci preferible aprovechar la ocasin y extraer de la
lo
ha de
saber.
la
Con
la
204
as:
Subi en seguida, reuni a las monjitas y les cont lo que acababa de pasarle. Inmediatamente
cogieron as monjitas avisaron a los guardias... Y un pual y al ladrn de la cuba, y le encontraron
y tocaron las fuemonjitas el silbato; por la tapia del convento la ron apareciendo los dems ladrones; los cogi en Polica de repente, y la mayor parte acabaron
un
silbato.
Se escondi
la Polica
laliorca...
La
veleta.
Una vez
era un seor
muy
rico
muy bueno,
que una tarde se fu con su criado al bosque. Y estaban partiendo lea, cuando el amo dej el hacha, se limpi con las mangas el sudor y le dijo al
criado de este
modo:
que soy feliz!... Tengo bienes de fortuna, mujer que me quiere y comodidades a placer.
Mira
Interrumpile
el criado:
De querer
equivocarse...
de mujeres no se
la
fie,
que puede
seguro!...
jAy, no; del querer de ma estoy Pero, por acaso, no haga usted
si
la prueba...
el
amo
se enel
mo-
mento.
As,
acordaron que
a los hombros
Ama,
amo
ya estaba muerto...
tee-
El
mos de cambiarle de
mer,
206
ropa.
Y
ahora vamos a co-
hambre.
Ay, ama, yo
mozo,
por-
que la muerte del amo me quit la ganal... - No seas mentecato le respondi ella, que en cuanto pase el tiempo de costumbre nadie ser mi marido sino t. Comieron; y luego que acabaron, el ama busc la ropa para amortajar al muerto. Sac unos pantalones en buen uso, y el criado los cogi para mortaja; pero ella se los quit de entre las manos, reprendindole:
busc unos cuantos harapos, y se aproxim con ellos al cadver. Este se levant, ech mano a una tranca y le dio tal paliza a la mujer, que en vez de salir ella detrs de l en direccin al camposanto, l fu quien sali a poco detrs de ella... Y desde entonces pensaba que el hacer pruebas tan radicales en estas cosas del querer es una verdadera locura.
De
dominar del apetito y decirle a una juda, ay, seor, nada menos que a una juda!, decirle que es muy hermosa, y que si quiere casarse ya est todo preparado...! Esto lo hizo un infeliz, y no hubo novedad en los principios: mucho amor, muchas palabras y un nio como un carnero... Y a los tres aos tuvo l que salir de viaje.
jarse
Cuando
le
volvi a su casa,
el
es?...
vieja,
la
matamos
hombre
reflexion:
Y sin
al
nio y se fu por el mundo. Caminaron varios dias, y al pasar una maana por un puente muy es-
r.
2p8
al
nio y se lo ech a
la
trecho, el
hombre levant
espalda.
Ay,
Ah,
padre salt
el
iban as, qu pescuecito tan gordo tiene usted, y qu hebras para comerl...
conque sas tenemos?... dijo el hombre. Y ech al nio puente abajo, renegando del momento en que se casara con una juda
La mujer de poco
seso
que se era un matrimonio joven* y tuvo el marido que salir de viaje cuando ya estaba encinta Ja mujer. Al cabo de algunos meses dio
vez, rase
Una
le
gustaban de-
masiado
las
romeras y
mucha
jer
esclavitud la
era mala y
no
tenia corazn; as
le
que pens en
pro-
librarse
de dos y
habl a
la
sirvienta del
yecto.
Maana
la
el
balde con
continu:
ropa y
las
al
la sirvienta,
Pero, mujer,
garte bien!
La
sirvienta le dijo
que
la
obedecera, y cuando
un recodo con el amo, que regresaba del viaje y se sentara un momento a descansar. Lloraban los dos nios quedamente, y la sirvienta psose a cantar a voz en grito para que no se oyera su lloro; pero el amo la detuvo para pedirla noticias de su casa, y entonces tuvo ella que aproximrsele y que dejar su oanto.
iba para el ro
se encontr en
14
Cmo
est
210
mi mujer?
se percibi el lloro de los ni-
el
hombre.
el ro.
Cmo va a ser ropa, si la ropa no llora? A la mujer se le saltaron las lgrimas, puso
perdn. Entonces
refiri lo
el
sucedido, y el hombre vio de repente la ruindad y la miseria de su esposa. En el lgarcillo prximo habitaba una hermana
rica,
de excelente corazn,
los
la sirvienta:
Le
llevas a
mi hermana
co-
la sirvienta,
llorando:
S, seor!
En
uno,
efecto;
as lo hizo.
dos y
los nios,
el
de
la
hermana se
le
suplic al
Y cenaremos
en casa de
mi hermana, que ya
he avisado a tiempo.
"- 211
que la avisara, y aun la llevara un traje del hijito que salvara su mujer para que les hiciera otro igual a cada uno de los otros dos. A la hora de salir dijo la esposa: El nio puede quedarse, porque en la romera
cierto
va a estorbarnos.
Ca, no
Pero
al
lo creas!
Yo
la
le
cuidar!
el
sentarse a
la
mento de cenar,
cara.
mo-
los tres
nios, iguales en
el
vestido, en la figura, en la
el
nuestro?
lo s!
Y
jaste
el
le dijo as: el
Los
mismo
que dero.
all
en casa, y stos, los que mandaste para el De espanto a la mujer le dio un ataque, y
se muri.
La metamorfosis
Aqu tenis una moza a quien se le meti en cabeza el llegar a reina. Era bonita, as nos salve
Seor; pero,
la
el
cmo conseguir
este propsito? El
rey estaba casado y slo tenia una hija: adems esta moza era plebeya y de familia pobre. Y no
obstante, erre que erre.
Pues me empeo en
reinar, y reinar!
Se disfraz de mancebo, sent plaza de soldado y fu al palacio a servir. La princesa la vio, cay en la trampa y la tom por galn. Poco a poco fu subiendo en el favor, y la princesa tom al galn por novio. Mas sus compaeros de armas comenzaron
a observarle, y por la voz, por la cara, por la figura, por todo, llegaron a sospechar que era mujer y fueron a contrselo al monarca. El monarca era curioso y quiso descubrir este misterio ofreciendo a los soldados un banquete.
Pondremos
las
sillas
bajas cont
el
213
Pero
novio:
la
princesa lo oy y se lo espet a su
pensar que
y que vas a sentarte en silla baja! Ah, conque s? Pues ahora vers!
la
banquete y ech a un lado las sillas bajas, diciendo con disgusto: los hombres se les ponen sillas altas, porque las bajas son para las hembras. Torcieron los soldados el hocico y se puso rojo
penetr en
sala del
el rey.
Pero
al
caer de
la
llegarse al
mar como sin intencin y ordenar a los soldados que tomaran un bao. Pase, lleg al mar
y dijo
as:
|A ver,
vosotros,
agua
Temiera esto la moza de antemano y furase por un monte donde abundaban las corzas. Mat una,
le
quit
la
cabezada, se
la
colg a
la cintura
y se
cuando sali del mar, la moza ya no era moza, que era mozo. Y avergonzado el rey de sus sospechas, le redobl los favores y acab por casarle con
su hija (12).
El calambre
Dios mo, qu
no vino
ai
listo soy!...
Como que
todava
mundo
me
al
Y en
efecto, la ofreci,
siado testarudo.
Su
que
tal
Majestad dijeron
y
cual.,.
heraldos promete
Y
de en
un caballero del
la
la corte.
Consigui que en
palacio lo aceptaran
como
aten-
criada, y en su aspecto
de mujer llamaba
el
la
Le llam,
en seguida:
le
pareci buena
moza y
le
pregunt
Te
Y
que
S, la
la
lambre, y que
ella le
el
215
~
lo
mancebo
supo;
as,
cuando
mi tierra me llaman Calambre... Era un picaro, la verdad... Porque, al decirlo as, la miraba con unos ojos que se la coman. Y a ttulo de mujer y compaera de la princesa, una noche se qued en su dormitorio. En la habitacin contigua soaba el rey que a l nadie se la daba de bobo, cuando le hizo despertar el grito de
su
hija:
En
jEl
humor:
Pues
conoci
si
es
el
calambre, esprrete.
Cuando
que dar
su boda.
San Antonio pequeito de nueve, de diez aos, a todo lo ms de once, ya tena ganas de aprender las cosas de Dios y se
era pequeito
Cuando
y el amo de la barca era su padre. Pero su padre temi que algn da le suce-
un
ro,
diera al nio
una malaventura, y
le
le
prohibi
al
barquero que
pocos das lleg el nio otra vez y le pidi al barquero que le llevase a la otra orilla, el barquero no
quiso complacerle.
jPsamel...
con
iNol...
El nio se
puso
triste
y se qued en
el suelo.
la
ribera
en
t su capa, la
puso sobre el la pis, advirti que no se hunda, y se sent en la capa, como en un barco. La capa cruz el ro sua-
vemente, y el nio salt a tierra a la otra parte; y tambin cuando aquel da habl el maestro a sus
discpulos de las cosas de Dios, entre sus discpulos le
217
padre y reprendi al barquero. Este aleg su inocencia, y tuvo que alegarla tantas veces que, para salir de dudas, el padre sigui al
el
Lo supo
nio una maana, y le acech tras unos rboles, y le vio hacer el milagro: la capa gaminaba sobre el
ro,
como
si
los
condual
jeran
El
manos
invisibles...
bar-
ech a
llorar,
arre-
La herencia
arrumacos de sus hijos haban hecho imaginarse el hombre ms querido del mundo. Pasaba de mediana su fortuna, y le andaban los hijos detrs de ella, dicindole a cada paso: Pero, padre... a qu espera usted? Por qu no nos entrega ya lo que nos corresponde de su dinero, si slo hemos de emplearlo en rodearle a
usted de comodidades?...
trampa e hizo la reparticin. Se separaron sus hijos en cuanto se salieron con la suya, y l qued con el ms joven. Pero inmediatamente comenz su calvario: todo lo que l
el viejo
cay en
la
haca le serva
peto.
al hijo
de motivo para
faltarle al res-
poco insostenible, y tuvo que buscar en la casa de su segundo hijo un poco de justicia y de amor.
situacin result a
Su
No
los encontr.
No
encontr nada:
ni
siquiera
Se haba convertido en un estorbo insoportable desde que no era dueo de lo suyo. Y fuese al hijo mayor, y con l le sucedi lo mismo: con l slo top palabras speras y reprensiones
caridad.
cin.
contemplndola con
las llaves
en
la
mano. Sala a
le viesen,
con un bulto de
que desaparecan... Preocupronle estas cosas al hijo mayor, y tuvo con sus hermanos una consulta. En ella resolvieron los tres que su padre los haba engaado, que se haba quedado con montones de oro, y que la chochez y la codicia le obligaban ahora a descubrirse. Para convencerse de ello tomaron en peso el arca, y dedujeron del peso que las barras deban
ser
muy
abundantes.
otra vez para
las
mimos, volvieron
com-
honor de agasajarle y de guardar en su casa un arca que pesaba de tal modo y un padre que an conservaba tal riqueza... Y l continuaba manteniendo el misterio, y a veces se acompaaba de un notario amigo suyo, y se encerraba
se disputaban
el
con
en su habitacin...
los hijos,
cada da ms
amo
palpitantes de
220
la liallaron
emocin y de ansiedad,
que deca
as:
El que da lo que tien antes de la muerte, merez que i den con un cantu en la frente...
Se celebraba
el
fiesta
en
el
lugar y asistieron
al
mu-
mand
cordero ms cebado...
Y como
tn lejos las
la
en ello? S, seor; descuide usted... Y la misa comenz con lujo y concurrencia excepcionales. La cantaba el mismo prroco; le ayudaban los dems. Y en esto repar el ama que se le haba olvidado preguntar cmo deseaba el seor cura que les compusiera el cordero. Y se le
ocurri cogerlo entre los brazos, presentarse con
entre la gente y hacer
l
que
el
seor cura
latines.
lo notara
En
efecto,
cuenta de todo en
el instante,
y con-
modo:
Vicenta, Vicenta, me has enseado nos lo pondrs estofado con perejil y pimienta... (13).
eso que
La montera
mg^ica*
debe saber, para contar, que dos estudiantes picaros invitaron a comer a un estudiante bodoque. Llevronle a la posada, pidieron pajaritas de los cielos, bebieron el mejor vino que les pudieron servir y preguntronle al amo:
se
Pues
Qu
Uno de
le
debemos a usted?
mesa una
Veinte
pesetas...
montera con un pico hacia su pecho; hzola describir un crculo y pregunt nuevamente: Y qu debemos ahora?...
amo, que ya estaba en el negocio: Ahora, nada!... El estudiante bodoque se pasm, y despus de muchas splicas consigui de los dos picaros que le descubrieran el quid: secretos de la montera, que haba sido encantada por un sabio... Maravillas de
el
magia que peimitan hartarse a costa de los posaderos. Y el estudiante bodoque se puso tenazla
mente a machacar:
rales!...
jNo, home,
no!...
Dos
Se
la llev
223
jCuatro
mili...
mil!... iTres~mil!...
en cuatro mil y se meti en un mesn; exigi las golleras ms costosas y los vinos
ms
montera y
la
volvi y repiti
la
pre-
gunta:
Veintisiete veinticinco...
el
otro
ahora?...
Veintisiete veinticinco, y no
me fastidie
msi...
Y como no
las tena, fu
la crcel...
3emasiada prsa
do por
le lleg
la
hora de
Vamos, hombre le
deca
el
seor cura
que esta noche ya cena usted con Nuestro Seor!... Y f u tanta su paciencia y era tan grande su celo que al cabo el malhechor se conmovi, se arroj de rodillas a Sus pies y le confes sus crmenes. A poco lleg el momento de salir para la horca; montaron en un burro al malhechor, e iba el burro tan de prisa, a pesar de los esfuerzos del jinete por acortarle el mpetu, que al ver ste los del cura
por seguirle,
-Seor cura le grit:
paso, en vez de
ir
me
dr que
ir
a comer de medioda!...
Fierabrs*
Varisto
el
dura, sastre.
trabajaba demasiado...
Y como un
da es
un
da,
una noche cogi una borrachera. El acontecimiento ocurri en Deo, y al marchar hacia Tornn sinti Evaristo que le cogan por detrs.
No
aquel
la
obscuridad
le
pareci en
momento
a decir:
me hagan
nada, que
Pero no
le
Llevo
as
pas
la
noche,
ponindose de rodillas, intentando mover a compasin... Pero quien le coga era una
roca...
Mejor dicho, era un cardo de una sebe. Lo vio Varistoen cuanto^amaneci; era un cardo de una
15
226
sebe que se
le
la
haba prendido a
chaqueta.
el
sastre se llen
las tijeras,
jfotel...
como
hombre, harate
lo mesmo...!
La racin de Quico*
Abeo y
era sastre.
Un
da fu
el
jor-
La viuda
le
sirvi
un huevo, y
razn... Indu-
dablemente un huevo es poco para un hombre... Y le puso dos a la comida siguiente. Y Quico canturreaba despus de devorarlos, cosiendo toda-
poco a poco, pero con ms prisa que antes: Dos huevos son dos huevos!... Vaya!... pens de nuevo la mujer. Hay que ponerle algo ms... Y le puso dos huevos y un pedazo de longaniza. Y entonces se enton Quico, y, cosiendo con
va
as:
ya
El Cid.
dn, y
apellidaban
el
Cid. Le pusieron
el
apodo
porque al volver a su casa de una excursin por las de Torre tropez una babosa en el camino y no se atrevi a pasar. Pero se cal el dedal, sac la
aguja y empez a
tirar
pinchazos y a decir:
Y como
el
fin
con
desesperacin:
Animal
del monte,
(14).
Galimatas.
ban haciendo el sanmartn. Se la dieron, se sent, psose a curiosear. Y por burlarse de l le dijo e amo: En este pueblo no tienen las cosas el mismo nombre que en los otros pueblos. Esto que fuera de aqu tiene el nombre de botiellu, aqu se llama
el
gordito; y
la
prximunostru; y las clamiyeres, la abstinencia; y la cama, San Sebastin; y el fuego, la alegra; y el amo, Sancantor; y la gallina, la mujer; y el gato,
tidis.
Furonse luego a dormir los de la casa, burlndose del mendigo porque se haba molestado en aprender estas palabras de memoria, y l se qued en la cocina. Y he aqu que el gato se subi al hogar,
llama, y se prendi
fuego
clamiyeras a coger
chimenea.
el
mendigo pesmeti en su
el gallo, la gallina
la morcilla, los
tin,
230
que all va prximunostru por la abstinencia arriba con la alegra. El gordito y el Juanito, el cantor y la mujer, aqui van en mi fardel. El amo, que lo oy, se pregunt: Y ese tochu qu dir? No le hizo caso. Y el mendigo se march tranquilamente, y cuando los de la casa advirtieron el
incendio, ya les era imposible combatirlo (15).
Facecias*
fina
al
expuso su mal de esta manera: Seor meriquiqui, he comido unas atrevidilias que se me pusieron en el crisol... Me duele la media naranja, me tiemblan las columnas y se me descompuso el artificio. Seora le dijo el mdico, no la he entendido a usted una palabra. Pues entonces respondile la seora que le explique mi criada lo que tengo, que ella es ms basta que yo.
la
criada habl
as:
Seor
duele
la
jabarrotas que se
pusieron en
el
pechaco, y
le
caraca y
le
Iba
vendiera sus vacas, y llevaba dos bueyes por delante. Al atravesar un monte encontr un individuo
de rodillas que
le
rezaba a
la
Virgen:
Santa
Al ver
consejo:
al
232
Guarde
ah...
respondi
s;
el
aldeano:
S,
llidas
ya
me
las
mu-
de los bueyes.
esto aparecieron los ladrones, y el
En
hombre
uno de
la
de este modo:
Santa Mara,
un cntimo.
madre de Dios,
mullidas
la
plaza vendiendo
unos polvos mgicos para matar las pulgas. Le rodearon numerosas mujeres, y una que se los compr quiso que le explicara la manera de proceder con los polvos.
respondi
el
charlatn:
Pesca le pulgue,
abre
le
boca,
mete
y vers
pulga morta.
233^ J
me
va a dar este
caballo
a con-
TI Yo?... Dios me
Y
libre.
T!
le dijo:
A Y
de
Mire, Qu
pasa una
la
cosa...
cosa,
Que
las
boca y
le
sa-
que respondi
la
el
gallego
muy
el
gozoso:
rey se enter
Vuestra Majestad
se libr de
lo del caballo sin
lo
ha dicho.
l
muerte, porque
que
se lo comunicara.
NOTAS
(1)
La
Cenicienta^
Las notas que requieren estos cuentos Barba Azly La Madrastra... los que forman este tomo-
llenaran gran
nmero de
libros.
No
como de paso
iremos dejando ac
sin
y all
..
En una
nuestra
la nia:
ms prxima
duda que
la
al
Vete
Ya
buscarme
el libro
que se
me
olvid en la capilla
del pueblo...
es de noche, y a la noche suelen danzar enanos peligrossimos en una encrucijada que la nia ha de cruzar in-
evitablemente.
lar,
all
conceden
el ser
do-
que responde a la versin ms difundida; la hija de la madrastra va otra noche en busca de los enanos; no quiere bailar con ellos; los injuria; la castigan... Y cuando el prncipe engaado se la lleva, la perrita de la hijastra y un pajarito amigo la descubren. (Contes populaires de Basse-Bretcgne F. M. Luzes.
como
el nuestro,
Tomo
III,
pg. 115.)
Este cuento es famossimo, y se le halla en muchas (2) partes y con muchos variantes de importancia. En Catalua, los hermanos son unas veces tres y otras dos, y el padre rey, como indudablemente debe ser. El pequeo halla la flor del Penical, que ha de curar a su padre, y lo que dicen
las
la felona
este verso:
238
Pastoret, bon pastoret, t que 'm tocas y que *m menas, so colgat al ru d'arenas per la flor del penical, per la cama del meu pare, que si feya tan de mal...
Cuando
gina 33.)
1871, p-
En
un
la
silbato,
y dice
as:
Mon
dans
frre
m'a tu
la foret d'Ardennes...
pgina 220.)
(3)
En
el
Canta,
si
Correas
la
zurrn y deca que le hara cantar por sacar mucho con la invencin, y era que llevaba dentro un muchacho que cantaba, dicindole esto. (Madrid, 1906, pg. 324.)
el
el
viejo
maestro
lo
supiera bien.
En Andaluca, cuando
viejo
mandaba cantar
modo:
Por agua fui a la fuente que est fuera del lugar, y perd mi gargantilla,
gargantilla de coral. Ay, la mi madre del alma qu enfadada se pondr! Volvme luego a la fuente
por
239
si poda encontrar mi perdida gargantilla, gargantilla de coral. jAy, la mi madre del alma qu apurada estar!... No encontr mi gargantilla, gargantilla de coral; no encontr mi gargantilla, y perd mi libertad. Ay, la mi madre del alma qu afligida estar!...
Tomo
XIII
de las Obras completas, 1911. Madrid, pg. 115.) En la versin portuguesa, lo que pierde la nia es un anillo de oro, y su cantar dice as:
Num
num
por
um
que
Tradigao, A.
Thomaz
Pires:
En versiones de
el
este cuento
ms conformes a su
cuando
el
padre
la
propone
casarse con
la fiera:
Yo
no!...
la
segunda:
.
Yo tampoco!.
Slo
la
amor
al
pobrecillo
va y con ella vive a gusto, hasta que la visitan las hermanas o uno de los dos hermanos, y la induce a mostrarle su marido o la tienta a examinarlo cuando se duerma a la noche. La hermanita la obedece, le cae una gota de aceite sobre el marido donriido, ste despierta y desaparece todo...
mercader.
con
la fiera se
240
desierto.
un hada
rey,
y se desencan-
pero ya no se acordar de
otra dice:
ti.
Lo que t puedes hacer es puerta de la iglesia a hilar hilo de oro. La novia te querr comprar la rueca, pero debes responderle:
rey se casa maana...
la
El
ponerte a
Ni
se
compra
ni se da;
mas
la tendris
si
me
dejis
as ocurre,
durmi.
lo
mismo sucedi
y esto logra; pero aquella noche el rey se la segunda noche, que compr
oro; pero a la
el
la pobrecilla
con un devanador de
tercera,
que
le
rey,
y la re-
cord y
hace un negro, que se lleva a su morada a la hija de una pobre lavandera. La cual le pide permiso para ir a visitar a su madre, y l se lo otorga a condicin de que no cuente nada de lo que le sucede. Pero lo cuenta, y la abuela astuta la aconseja encender una vela y sorprender al negro dormido
el
En versin de Extremadura,
papel de
la fiera
lo
Lo hace
y halla que el negro es un joven hermoso y arrogante, con un cristal en el pecho, y en el cristal una sala donde seis mujeres bordan una canastilla para el nio
as:
que
la
joven va a tener...
cera que
le
Una gota de
desaparezca.
S. H. Soto:
el
joven
1886, pg. 217. Y as se entra en la fbula de Psiquis. Con este cuento tiene analoga el francs de Raca(5)
diablo le termina a
Se
lo termina,
iii
si
luego, a las]tres
veces, no acierta con su nombre, se lo lleva. Y le dice su nombre al infeliz, pero es tan enrevesado que ste lo olvida
al
momento.
Triste por este motivo, va a meditar en
all
un bosque, y alegra: de oy al diablo gritar en un furioso arrebato Cmo se va a acordar el pobre hombre de que
llamo Racapeluludiquedon...?
me
Lleg
la hora:
Cmo me
-iUna...!
llamo?
Mathurin...!
Mathieu...!
Dos...!
{Racapeluludiquedon...!
Y
el
diablo escap
la
como una
centella.
(De
Por
aventura de San Crispn y el diablo ya es viejsima, y tiene muchas variantes. La novela 33 de Le grand parangn, de Detroyes (Pars, 1869, pg. 134), parelo
dems,
la
ce una: en esta novela, hay un pobre enamorado que promete al diablo el alma si se casa con la joven a quien quiere.
Pero puede, no obstante, quedar libre si al cabo de los diez aos presenta al diablo una bestia que ste desconozca. Y la bestia es su mujer, que astutamente se suelta los cabellos, se unta de pez, se cubre de plumas y aparece en el campo a cuatro patas, El diablo se queda bobo, porque nunca vio una bestia con plumas y cabellos...! El viejo DeTroyes (Le grand parangn, novela 40, (6) pgina 177; Pars, 1869) convierte al obispo en un gran seor empeado en que le vendan tierras de una abada. El abad se niega a ello, y l entonces le amenaza con un castigo terrible, si no le resuelve tres enigmas en veinticuatro
'
horas.
)6
242
del
Cunto valgo yo? Dnde est el medio Y qu cosa pienso yo que no -es verdad?
mundo?
Las respuestas son idnticas a las del cuento anterior, Cii los enigmas iguales. La respuesta al segundo dice asi: El medio del mundo es este lugar; y si no, coged una cuerda, clavadla aqui, dad con ella la vuelta al mundo y lo
veris...
Este cuento del destino, con variedad copiosa de nmero de pueblos y en gran nmero de historias. Hela aqu en su forma vieja, traducida
(7)
del Gesta
emperador Csar Courad, y su mujer, la condesa, tiene tambin que marcharse de la corte. Pero el emperador anda de caza, y llega a posar en la cabana donde la condesa se oculta la misma noche en que sta da a luz. Y una voz le avisa as: Ese nio que acaba de nacer ser tu yerno. El emperador manda a sus servidores que lo maten, pero stos le colocan en un rbol y le presentan a Csar el corazn de una liebre. Un duque recoge al nio, y cuando aos despus Csar lo ve, entra en sospechas, y le manda llevar una carta a la emperatriz, en la que la ordena que mate al portador. En el camino, el portador se duerme, un sacerdote le coge la carta, la lee, y se la cambia por otra en la que aparece el emperador mandando a su mujer que case al portador con la princesa. (Le fiolier des histoires romaines.Pas, 1858, cap. XIX, pgina 65.) Nuestra versin arranca sin duda de esta fuente, pero est ya en extremo desviada. (H) En variante portuguesa, el nio encuentra una fuente de leche, un ro de agua, un ro de sangre, dos peascos que luchan. Y son: La fuente, los demonios que estavan derretando chumbo, para beber quern aii passasse para morrer. iil ro de
el
Huye
la clera del
243
agua, las lgrimas que llor la Virgen cuando arrastraban a su hijo por la calle de la Amargura. El ro de sangre, la
madre
del nio..-
p-
gina 150.)
La explicacin de
en
el cielo; otras, ni
en
gordas
ni flacas, las
almas en el Contes populaires de la Gascogne, W, 191. Pars, 1886.) En cambio, en versin bretona, las vacas gordas en los cam-
pos sin hierba son los pobres que en la tierra han vivido de poco, sin quejarse; y las vacas flacas en campos abundantes, los ricos a quienes jams satisfizo su fortuna. (Anatole le Braz: La lgende de la mortchez les bretons armoricaines, Pars, 1923. Tomo II, pginas 375 y 388 ) El carcter de este cuento parece enteramente mitolgico.
(9)
En
otras versiones, el
el quitarle
amo impone
de
al
criado
como
condicin
tira se
una
tira
queda el pobre Juan, que hace de tonto en Galicia, y su hermano le pide que le conduzca al amo que se la quit, y le venga de la ofensa. (A. Machado y Alvarez. Biblioteca de las tradiciones espaolas. T. IV, pg. 139.
drid, 1881.)
Ma-
Aqu, los hermanos son tres. El tema de dejarse cortar un pedazo de piel abunda mucho, y sin duda era el propio de este cuento, desfigurado en Asturias. En la versin portuguesa de Consigliri Pedroso (Revue Hispanique, 1906. T. I, pg. 163), casi idntica a la nuestra, el que ganase la apuesta entre amo y criado, deba tambin tirar av outro uma crrela de pelle das costas. En otras partes es un molinero quien asesina a dos (10) monjes. Llegan al pueblo soldados y l pide que le manden
a su casa
el
244
A
ste le llaman el
y a ste encarga el molinero, mediante la promei^a de una paga, el llevar al ro el nico cadver que presenta al diablo, y el nico, por tanto,
es,
como
al rio va;
mas
al
preguntan:
Quin
es?
as:
responde
El
Cuando vuelve
recio del trabajo:
Pero trabajo de qu? le dice el molinero astutamente, si el cadver todava sigue aqu... Y carga el diablo con el monje segundo, y al pasar junto al convento le preguntan otra vez:
Quin
es?
Cogi un asno, mont en l y huy en direccin al molino. Por desdicha, lo vio el diablo cuando volva de arrojar su carga y le tom por el monje que acababa de soltar. Claro!... se dijo. Ahora me explico que llegues antes que yo!... jComo que yo voy a dos patas y t vas a
cuatro!...
Esta versin es ms pura que la nuestra. Este cuentecillo de Roberto el diablo se llama en (11) portugus Alberto el diablo, y en l se hallan detalles muy curiosos. He aqu uno: Cuando Alberto naci, estuvo lloviendo tres das y tres noches. Su vida de bandolero
mat
al
fu a su casa arrepen-
245
tido,
mas su madre no quiso recibirle. Por esto se march Roma; por esto se arrepinti; por esto hizo penitencia... En la corte del rey encontr un turco que ansiaba a la princesa para esposa; y le gan tres batallas y termin por matarle. (Consiglhieri Pedroso: Revue Hispanique, 1906.
a
T.
I,
pg. 181.)
(12)
He
de este modo:
La
moza
caprichosa, y dcele as a su
padre:
se casa con un
hombre que
va a
llevarla
consigo, y el caballo crdeno le aconseja a la novia: Dile a tu padre que deseas que te acompae yo...
se lo otorg su padre.
en
el
camino desapa-
Entra en aquella
casa, coge lo
ningn lado... Entr y cogi dos canutos y un papel. Sali, y vio que el marido la segua. Y el caballo la dice de este modo: Tira el papel!... Lo tira, y sale una niebla que hace por unos momentos que la pierda de vista su marido. Pero la niebla se va y el marido se acerca nuevamente. Y el caballo: Tira un canuto!...
Lo
tira
trasa, pero a
el
Tira
otro canuto!...
ro.
Lo
tira
y se convierte en un
Y antes de que
te
el
marido
de
lo atraviese, el
caballo la aconseja:
vendan un
traje
Lo consigue y
246
as llega al reino
toma a la joven, que cree un chico, para cuidar Pero este rey es soltero y los ojos de este chico le parecen demasiado luminosos. Una hechicera le dice:
el
rey
el jardn.
silla
baja y otra
alta; si
Y Y
el caballo la
Sintate en
la
la silla alta.
Y la pregunta:
o eres mujer?...
Eres hombre,
Le responde:
|Soy mujer!...
Y
se casan y son felices. (Triidade Coelho: Mis amores. Calpe,
El defecto
Madrid, 1919;
pg. 228.)
(13)
ms
el pecar de atrevimiento, y aun a veces de maldad. Considero inofensivo el del cordero y el prroco, del que recog tambin las siguientes versiones de in-
ters:
Pues ocurri que un cura pobrecico tuvo que hacer una fiesta. Y falto de despensa a que acudir y de plata que
gastar, slo invit a dos prrocos amigos, a quienes consi-
deraba como de la casa. Los dos eran humildes y apacibles y se resignaban de buena voluntad a lo que les dieran. Pues os dar faries, porque no tengo otra cosa! El ama las prepar. Mas he aqu que se enteraron de la fiesta otros curas comarcanos, y que se presentaron sin aviso. El ama se ech a temblar y fu a contrselo al prroco.
la
intrusos.
lo
247
que
le
dieron a entender
que suceda, y
Amn dico
les
celes...!
vobis!...
Pa
ti,
amigos a
mer. Enterse
Pero cmo?
Usted
cogi
rros,
el
ver...
El sacristn saba de
el tocino;
caballo del cura sin decirle adonde iba y fu a robarlo; pero quiso su poca suerte que le salieran los pe-
que llegaran los amos, que le quitaran la cabalgadura, que le dieran una paliza y que le hicieran huir. Corri a la
iglesia;
altar...
encontr a los
fieles;
descubri
al
seor cura en
el
y cant:
agrrales,
quitado...!
vinieron
los
el seor cura: a xMara la nostra, que nos componga Amn...! Vete I un ajorio con su sal y pimentorio y que por Dios si va al horrio- que del tocn parta pocu, que me cost rial y
respondi
medio. Per Christum Dominum Nostrum...! Y el ensoado banquete se qued en una sopa de
ajo,
En
y en
Seor
lie
ven a criada, aqu que He ten que perguntar cmo se guisa unha cabra.
248
Aceitorum vinagrorum,
t un pouco perixelorum,
et in saecula saeculorum...!
tomo
II,
pg. 261.)
cuento lleg a Cuba de esta suerte: No sabe el ama en la fiesta de qu modo poner el pescado y corre a preguntrselo al seor cura. Le encuentra diciendo misa y el ama expone su apuro al sacristn; el cual canta el Padrenuestro y dice as: Pater noster.J Dice Mariquita la nostra que cmo
Y el
quiere
el
pescado, si
lo quiere frito o
asado, -guisadito o
salcochado...!
Pater
tad
nostra que
la
mi-
me
lo
fra y
la
mitad
me
lo
En
jante: Un obispo de anillo manda a cierto vizcano, su criado, a buscar una asadura fiada al carnicero David. Vuelve el criado y halla al amo predicando:
Dice
Isaas profeta...
Dice Jeremas
profeta...
Pues qu
dice David...?
el
criado le responde:
David
bofes
si
ni
(Cuentos de Garibay, C.
he aqu que en el Don Quijote (cap. I de la segunda parte) se habla de cierto romance en el que un cura avisa al rey en el prefacio de que le han robado cien doblas y su mua andariega. Todos los cuentos copiados tienen cierta analoga con el caso del romance. En Valencia se refiere
349
todava el cuento a que se alude en el Quijote, y en l hay un ladrn que roba a un cura lo que el Quijote refiere, y le amenaza con gravsimo castigo si lo dijera a hombre o a mujer. El cura jura que no le descubrir; pero ante el rey,
en
el
Orate fratres se
lo dice a
Dios
as:
a ningn
home
ni
a ninguna dona...
Y agarren
al lladre,
la trona...!
Y el
En Santander
cuentecillo
es ste:
Le roban a un
pobre prroco su dinero y su burra y le obligan a jurar que no dir del robo una palabra ni a hombre ni a mujer.
canta de este
modo en
faltar
el
prefacio
Por no
el
yo a un juramento,
que me rob la borrica, ya s que est oyendo misa; tambin me rob el dinero la maana de San Pedro. El ladrn que est presente se condenar eternamente. San Jos, que est a su lado,
le libre
Dios
le
perdn,
per Christum
Dominum nostrum.J
el
{Boletn de la Biblioteca
abril
pg. 100.)
(14)
250
tran. Antao,
era tremendamente despectivo, y estos cuentos lo demuesen el sentir de la garulla y vino de las gentes
de pro, ser sastre era mentir, era engaar, era morirse de miedo, era meter cizaa en las familias y era pellizcar el pao para hacerse el jubn de los pellizcos. No pasa un alma; todos son sastres se deca por entonces. Cada cual de lo que trata, y los sastres a coser se agregaba con
desprecio.
Un sastre, un zapatero y un barbero, son tres personas distintas y ninguno es verdadero se continuaba tambin. Y este modo de verlos y enjuiciarlos era por aquel tiempo general: los vaqueiros de alzada lo cantaas:
ban
Sete
xastres fan un
home
tambin:
to
Amaro
era xastre,
pero despois
foi ladrn;
La
serie de cantares es
muy
como
si
251
cada sastre fuera un yunque. En el teatro clsico espaol tambin les daban lo suyo, y decan los Pendones de graciosos cuando se presentaba ia ocasin de los elogios burlescos:
Dios
y
el
se llama Alfa y
Omega,
ms
quilate,
caso es que estos mismos elementos de combate y de chacota, aparecen en gran nmero de pueblos. Cul era la conducta de los sastres, que asi los presentaba a la opinin? Los sastres de aquellos siglos andaban de casa en
Y el
casa solicitando trabajo y en las casas donde hallaban qu coser, se quedaban a comer, a murmurar y a dormir. Este
bullas, y
gnero de vida se prestaba a los enredos, celestinajes y cuando el ro sonaba, sin duda que llevaba agua
bastante.
abandonado to-
Amieva, volv a ennuevamente en Espinama... Y entr en los Picos de Europa y recorr sus macizos, fui a parar en un atardecer a Posada de Valden... Y montado en un caballo, con toda la figura de un centauro perdido en la soledad, trotando camino arriba, tropec al sastre sin piernas, que tambin iba a coser a los pueblos ms ocultos de
sin piernas en
un sastre
los Picos...
falta
motivo:
no llegan
el
lunes,
llegan el martes,.
252
los sastres
peregrinacin y de miseria se les formaba el espritu. Cuando los alfayates de este siglo cobran a peso de oro su
labor y encima cogen del pao, no hacen ms que vengar a sus abuelos, que iban los amaneceres en busca de un fal-
dn que remendar, a cambio de un torrezno que comer y un ochavo que meter en la calceta... Y luego, si se quedaban con alguna cosicosa, decan que eran ladrones...
(15)
En
Andaluca,
el
cuento dice
y,
as:
El P. Juan es un santo,
a buscar los papeles para poder decir misa, y se aloj en el camino, en la casa del cura de la Puebla. El cual, por burlarse de
l, le
pregunt:
Cmo
Curas.
Pues
aqu, Papideos.
as sucesivamente...
d, y
Tanto que el P. Juan se incomocuando todos dorman pendi un tizn al rabo del
gritar:
gato y psose a
Levntate, Papideo; de los brazos de jorgancia (la cama), que va el ppoli las ratas (el gato) por el espote lente (la escalera del pajar) arriba, con claritate (lumbre) al rabo. Abundancia (agua), que se le quema al Papideo la
arbengancia (la Esta es, en
casa)!...
lo
los
(El
Ao
(16)
Una
-Graciosa joven, esos hmedos habitantes de los cncavos cercleos que portas en limpia corbella sobre tu encfalo, son marinos o fluviales?
ndice
Pginas.
Los caprichos de
El
S.
M
dientes
15
hombre a quien
le brillaban los
20
25 30
Barba Azul La Cenicienta La madrastra Los higos de la madrastra La lor del lilo-va Las tres bolas de oro
El zurrn maravilloso
36
41
45
49
55 60
66 72 77
79
74
89
93
la
horca
98
101
El herrero y el diablo
del diablo
el
108
diablo
114
119 124 129
destino
254
Pginas.
134
139
Un
cuento de aventuras
El viaje maravilloso
X43 148
156
101
Catalina
164
167
Los pollos
Un
chico de talento
169
174
182
187
191
Roberto
el
diablo
194
Los dineros del sacristn La sorpresa ... La cuba de los ladrones La veleta.
198
201
203 205
=
De
207
209
212
214 216
La barca de San Antoni* La herencia Los apuros del prroco La montera mgica Demasiada prisa
Fierabrs
218
221
222
224
225
La racin de Quico
El Cid
227
228
Galimatas
Facecias
229
231
Notas
235
y su desenvolvimiento magnfico a travs de los siglos. En este maravilloso estudio, de calor apologtico e histrico inestimable, se halla perfecta exposicin y agudo
comentario de lo que constituye la Historia de la Iglesia, que es al decir de Bossuet y de Pascal la historia misma
de
la
Verdad.
Historia de Cristo.
Por PapinL Todava no se han extinguido las polmicas violentsimas que suscit la aparicin de la Histoiia de Cristo en Italia, en Francia y en cuantos pases se ha traducido. Ms que historia, en el sentido ordinario, es una apologa donde el tormentoso espritu de Papini ha volcado todo su mpetu arroUador. Los captulos se suceden con una turbulencia magnfica, envueltos en los ms vibrantes anatemas contra los siete pecados capitales, que nos impiden el leal conocimiento de Cristo. Papini, que ha batallado en todos los partidos ms radicales y junto a las ideas ms demoledoras, se arroja en una ltima esperanza en los brazos de Cristo, y toda su vehemencia primitiva la encauza por un nuevo apostolado. Grita y apostrofa con palabras de una fuerza desconocida, y los espritus ms escpticos se asoman con curiosidad y hasta con temblor a estas pginas desbordadas. No es, pues, primariamente esta Historia de Cristo para los fieles que escuchan devotamente cada semana la explicacin dominical del Evangelio, sino para quienes, lejos del
redil del
Buen
Pastor, necesitan or
el grito
de quien anduvo
con
ellos
y volvi.
Vida de Po X.
el xito inmenso que esta obra ha obtenido en Inglaterra y en Italia, donde fu traducida inmediatamente, damos por descontada la buena acogida que
ha de obtener entre nuestro pblico piadoso. La bondadosa figura de Po X, el Papa de los nios y de la Eucarista, vuelve a revivir en estas pginas con todo el sugestivo encanto de su santidad. Son estas pginas conmovedoramente sencillas, humildes, como la eximia virtud del que, en la jerarqua ms alta de la tierra, sigui siendo el prroco de los humildes. Los prrocos encontrarn en ellas la llave del xito de su accin parroquial y un ejemplo vivo que les aliente en su difcil misin. Y todos los fieles, el fuego de caridad de aquel corazn que an ayer lata entre nosotros.
la obra que con el San Franconsolidar entre los catlicos de ha acabado alto renombre que Joergensen supo conquistarse con su
el
obra de conversin
grandiosa
Libro de la ruta.
Santa Catalina de Siena, la monja que llen con su figura el atormentado y esplendoroso siglo xv, trae a estas pginas los anales de su edad con una justeza histrica y un colorido deslumbrador. Su personalidad, descolorida con el paso de los siglos, readquiere la grandeza con que se encumbr hasta ser consejera de Papas y reyes, y aquella impetuosidad de su alma
de fuego vuelve a levantarse evocada por
la
maravillosa
pluma de Joergensen.
Libro de Job.
Versin del doctor Caminero. Como un verdadero tesoro,
entre los
la
Biblioteca de
Menndez
y Pelayo, se conservaba indita, hasta ahora, traduccin que del Libro de Job haba hecho
la
el
valiossima
doctor Ca-
minero, prologada con un estudio profundsimo y una carta inditos del insigne Maestro.
No
como la ms escrupulosa
y admirable tan excelsos primores literarios. Su lectura ser igualmente provechosa para los sacerdotes y seminaristas
que se dedican a
de
la
Jorsalafaerd.
Ultima produccin de Joergensen, en la que el exquisito dans refleja las emociones de su peregrinacin a los Santos Lugares.
espritu del celebrrimo escritor
17
j|ir>*iiiins
4iiipii
I .rqiMiii iiJLi
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