Algunas Reflexiones en Torno ARaza de Bronce

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Algu.

nas reflexiones en torno a Raza de Bronce

ANTONIO LORENTE MEDINA

Tradicionalmente la crtica ha venido aceptando que Raza de bronce


inici lo que se ha dado en llamar novela indigenista 1 , o como dice Fernando
Alegra 2 siguiendo la denominacin de Henrquez Ureria, la literatura
indianista de tendencia poltico-social, y que Alcides Arguedas ampli en
ella su relato novelesco Wuata Wuara, publicado hacia 1904 3 . Lo que no
- ha observado es que esta novela . supone, en la evolucin del autor, la sintesis
mejorada de toda su obra anterior, ya que en ella se funden la historia, el
.ensayo y la narracin novelesca, dando unidad a una vasta labor creadora,
de la que sobresalen su espritu combativo e inconforniista y su afn de
.perfeccionamiento, claramente manifestados en su inveterada costumbre de
vOlver sobre lo hecho para ampliarlo, componerlo y perfilalo mejor, como
Para una aproximacin a la vida y obra de Alcides Arguedas, veanse los siguientes
.estudios: CARRIN, Beniamn: Los creadores de la Nueva Amrica: (Tinse Vasconcelns,
Manuel Ugarte...) Pars, Imprenta Omnez y Ca, 1928, pp. 167-217; DfAZ mAaric.Ao,
Porfirio: Prosa y verso de Bolivia. La Paz. Edit. Amigos del libro, 1966, T. I., pp. 211-212
y antologa: 213-244; FINOT, Enrique: Historia de la literatura boliviana. La Paz, Gisbert & Ca., S. A., Libreros-Editores, 1975, pp. 329-332; GuzmN, Augusto: Pnetas y es,critores de Bolivia. La Paz, Edit. Los Arni rlos del Pas (pp. 151-156); LAZO, Raimundo:
La novela andina. Mxico, Edit. Porra. 1971, pp. 27-42; ORTEGA, J. : "La preocupacin
nacionalista en el ensavo y novela bnlivianos". En Cuadernos Hispano-Americanos, n. 246,
Junio 1970, pp. 655-668; OTERO, G.: Figuras de la cultura boliviana. Quito, Casa de la
Culnira Ecuatoriana, 1952, .pp. 323-353; PLEVICH, Mary: "Unamuno y Arguedas".
,ruadernos Hispano-Anzericanos, n. 208, Abril de 1967; VILELA, Hugo: Alcides Arguedas
y otros nonzbres en la literatura de Bolivia. B. Aires, Kier, 1945.
2 ALEGRfA, Fernando: Historia de la novela hispanoamericana. Mxico. Ediciones Andrea, 1966, p. 196.
La edicin que he manejado se encuentra en la Biblioteca Nacional de Madrid, presenta en su interior dos lugares y dos fechas (La Paz, 1903 y Sevilla. 1904), aunque no especifica ninguno de los dos datos, antes al contrario, fue editala en Barcelona, Imprenta de
Luis Tasso, sin ao.

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ANTONIO LORENTE MEDINA

en el caso de sus dos lbros esenciales: Pueblo enfermo y la novela que nos
ocupa 4.
Tampoco se ha especificado con claridad qu es lo que aprovech el
pacerio de Wuata Wuara para la composicin de Raza de bronce y qu es lo
que desech, ni cules fueron las variantes que introdujo; tampoco, en fin,
la importancia que alguna otra obra suya pudo tener en el proceso de formacin de la novela.
Raimundo Lazo 5 esboza dos de las modificaciones secundarias que el
autor introdujo en Raza de bronce, pero confunde al menos, una de ellas
(tambin confunde la fecha de la prmera edicin: 1917 por 1919):
...pero en sta introdujo a su vez modificaciones secundarias, tales
como el cambio de nombre de los protagonistas, Agustn y Maruja, por las
denominaciones Agiali y Wata Wara, ...
Se impone, por tanto, una delimitacin clara y precisa:
De Wuata Wuara Alcides Arguedas aprovechci principalmente 6 , 10S siguientes motivos: parte de los nombres de los personajes (aunque cambien
en sus actitudes); la belleza de la heroina, como lastre romntico, la prohibicin y el castigo que acaece a sta por transgredir la prohibicin (profanar
el misterio de la cueva, o, en su versin orginal, profanar el misterio del
templo) y su muerte violenta a manos de los patrones; el miedo de stos
a las consecuencias que la muerte de Wata-Wara les poda acarrear; la obligacin de los indios de asistir a misa, por rdenes del patrn; la destruccin
de la hacienda y la muerte de los patrones.
Pero no se mantienen identicos en ambas narraciones, sino que sufren
una serie de modificaciones, derivadas del cambio de actitud del narrador,
4 Pueblo enferrno apareci publicado en Barcelona, Imprenta de Luis Tasso, 1909,
aunque el autor dio repetidas veces referencias a este ensayo, antes de 1909. En cuanto a
Raza de bronce, Arguedas declara en la Advertencia que coloca delante de la edicin de Buenos Aires, Losada, 1945, que "no ha sido escrito en tres meses. ni en tres aos siquiera.
Ocup los mejores momentos de una vida, aquellos en que todo hombre de letras cree que
ha nacido para algo muy serio". Las futuras referencias a Raza de bronce, en este artculo,
las hare a traves de esta edicin.
5 LAZO, Raimundo: Op. cit., p. 31.
6 No se agotan con estos los motivos literarios tomados de Wuata Wuara en la enumeracin comentada, sino que se mantienen otros muchos, tales como parte de las caractersticas psicolgicas del sacerdote, el miedo fundado de Agiali a que Wata Wara vaya a
la hacienda, ciertas narraciones paisajsticas del yermo, la escena de Choquehuanka y el
perro de Tokorcunki, etc.

ALGUNAS REFLEXIONES...

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hasta extremos de parecer obras de distintos autores 7 . Observando detenidamente ambas novelas, se puede precisar un proceso de seleccin estetica en
los motivos literarios de Raza de bronce, perceptible en la profundizacin
realizada por el autor en asuntos de la vida real indgena y en la supresin
de pasajes que, por su truculencia, encajaban ms en un naturalismo descarnado. Innumerables ejemplos se podran aducir al respecto, pero sirvan como
botones de muestra la supresin de la escena final de Wuata Wuara en Raza
de bronce y la diferente informacin que se ofrece al lector en ellas, del
carcter de Choquehuanka.
En Wuata Wuara:
La sangre flua en abundancia de la horrible herida, pero no llega a
caer toda al suelo, pues las mujeres, las infernales arpas, recogiendola en el
hueco de las manos, se la sorban y la paladeaban con fruicin... (pg. 180).
En Raza de bronce:
Una de las lucecillas trocse en antorcha, y la antorcha en llama. La
llama onde, roja, en la oscuridad, como lengua .de reptil; y mil chispas,
crepitantes, saltaron de su cuerpo, desvaneciendose en lo alto de las sombras.
Otro grito humano, agnico y penetrante, rompi el silencio ahora
velado por las sombras, y volvieron a aullar los perros con furia (...) y los
gritos de terror y de angustia (...) se hacan ms intensos, hasta confundirse
todas las voces en un solo aullido pavoroso, indescriptible... (pg. 265).
En Wuata Wuara:
...entregado a sus lecturas, Choquehuanka sola hablar de cosas nunca
odas, de aquellas que son buenas para soriadas pero no para sabidas ( ...)
Y por eso, porque comprendan que siendo de los suyos por el corazn era
de los otros, de los blancos por el espritu, que es lo nico que de bueno
tienen, era por lo que le veneraban (pg. 32).
7 No debemos olvidar, al respecto, oue la obra y la vida de A. Arguedas estuvieron en
continua transformacin, y que el afn de este por incorporar cualquier avance cientfico o
literario a su elenco cultural fue constante. Las diferencias de estructura, intencionalidad e influencias, sobre todo de les ltimas, han sido expresadas, con acierto, nor G. Otero: "Flaubert
fue para Arguedas el maestro de la nueva tecnica, cuyos conocimientos aplicara en su novela
Raza de bronce (...) Los novelistas rusos del tipo romntico y realista corno Tolstoy, Turgeneff, Gorki, Goucharoff, dieron a Arguedas la visin de un mundo nuevo, para el estudio y an41isis del hombre poblador del Altinlano boliviano (...) Con estos nuevos elementos esteticos, Areuedas afront la remodelacin de su novela prirnigenia W(Wata W(u)ara".
Op. cit. pp. 343-344.

NTorno .LORENTE s.IVIEDINA

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Evoc los tiempos (...) en que ellos eran los duerios y seriores absolutos del terreno (...), y la esclavitud en que yacan, y al travs de sus palabras, se descubra la secreta y malsana intencin de sublevar esos nimos
enardecklos ya por el influjo de su voz... (pgs. 160-161).
.En Raza de bronce:
Tambin he pensado que sera bueno aprender a leer, porque leyendo
acaso llegaramos a descubrir el secreto de su fuerza; pero alg n veneno
horrible han de tener las letras, porque cuantos las conocen de nuestra casta
se tornan otros, reniegan hasta de su origen y llegan a servirse de su saber
para explotarnos tambin (pg. 263).
Nunca discursos de violencia y de odio produjeron en una reunin tan
grande arrebato de clera como las palabras medidas, pero de honda intencin, del viejo Choquehuanka.
Surgi de todos los pechos un rugido de furia... (pg. 264).
Pero tanta importancia como Wuata Wuara para la composicin de Raza
de bronce, tuvo su ensayo Pueblo enfermo. De l obtuvo el autor las visiones
de los distintos paisajes (cap. I) que constituyen la primera parte de la novela, as como las continuas evocaciones del paisaje gris y desolado de la
puna; de l, el pensamiento del indigena, la conciencia .de diferenciacin racial
del pueblo boliviano y su odio de castas (caps. 11, III y IV); de l, en fin,
el espritu aleccionador que se desprende de la novela.
Enmarcada la obra en su exacta perspectiva, resulta ms fcil realizar
una lectura comprensiva de la misma, que, externamente, se nos aparece
dividida al menos desde su segunda edicin (Valencia, 1923), en dos
libros de desigual extensin (seis captulos, el primero; catorce, el segundo),
titulados El valle y El yermo, escenarios respectivos de la lucha del hombre contra la Naturaleza 8 , y de la lucha del hombre contra el hombre 9 , en
una naturaleza cruel y desoladora.
No se percibe su estructura interna con la misma claridad. El autor
intent aunar en la accin principal el amor de Agiali y Wata Wara entorpecido en ,principio y destruido finalmente, por el atropello brutal de que es
objeto la heroina, por parte del duerio de la hacienda (Pablo 'Pantoja) y de
8 La Naturaleza como enemiea del hombre, el espacio oPresor del individuo prefigura
de leuna manera La Varcine, de T. E. Rirera, como parece indicar el pro pin Areuedas en
a dvertencia l lector, de la edicin de 1945. En Ra7a cle bronce se manifiesta con toda
intensidad ,en el cap. III de la 1:' parte, con la embestida de 'I mazamorra (pp. 40-43).
9 As ha sido vista por Raimundo Lazo, op. cit., p. 32, en opinin que suscribo plenamente.

ALGITNAS REFLEXIONES...

125.

sus amigos, y la muerte de esta, con una paulatina intensificacin de la


explotacin abusiva (agudizada por el hambre de los colonos) que el terrateniente ejerce sobre los indios de la hacienda, a la que pertenecen los enamorados. La muerte de Wata Wara colma la paciencia de los indios y provoca
su sublevacin y la muerte de los patronos, responsables de una cadena ininterrumpida de atropellos.
Ahora bien, consigue Alcides Arguedas la coherencia estructural que
intentaba? Desde luego que no. La primera parte de la novela no es sino
una larga desviacin de la accin principal, como afirma Lazo. En ella se
nos presenta una serie de episodios que describen la impotencia de los personajes, ante la fuerza desvastadora de la Naturaleza, o bien escenas costumbristas, con las que se resiente la estructura de la novela. Los elementos de
cohesin de una y otra parte se diluyen o brillan por su ausencia y el
doble proceso de amor impedido y opresin de la indiada, se interrumpe
repetidas veces con la intercalacin de episodios que, o tienen poco que ver
con la narracin fundamental, o se unen a ella de manera abrupta, sin una
cuidada conexin ", aunque obedezcan siempre a un plan preconcebido del
autor: exponer la vasta realidad econOmico-social y cultural boliviana, como
medio de realizar una terapeutica nacional, desde el camoo de la narrativa, al igual que lo haba hecho antes desde el periodismo, la historia o el
ensayo 12
El contenido de la novela incluye ya los temas fundamentales dela ulterior novela indigenista: la opresin del indio por cholos y blancos; el odio
de castas, en este caso consecuencia de una desigualdad fundamentalmente

io Esto se percibe claramente en la abismal diferencia que, en cuanto a Drotazonismo,


presentan los personaies en una u otra parte (si exceDruamos a el terrateniente
Pantnia, Choaueh-anka y Wata Wara, mximos actantes en la 2.* Darte de la ohra. son
prIcticamente inexistentes en la 1. parte; y reciprocamente, el Manuno, Quilco y Cachapa',.
mincimos actantes en la 1. parte. lo son en la 2.. Se Dodra aducir de estos aue las mnertes
del Manuno y Qiilco les irrnide adquirir un Drotagonismo relevante (auncale- el ltimo
viva hasta el final del cao. IV, 2. Darte). Pero lo que ya no se- p"ede iustificar cnn tanta
facilidad es la desapariciOn de CachaDa del universo novelesco, o la desprenc n taciOn del
autor Dor aclarar a los lectores en que acaba la precaria situacin de las familias de los
dos primeros.
Sirvan como ejemplos los cuentos que el autor intercala a lo largo de la novela, o
la informaciOn de la historia boliviana, referente a la tirana deMelgarejo, en la que inserta, de manera abrupta, el origen de la riqueza de los Pantoja.
12' La poltica "quirrgica", preconizada por Joaqun Costa, caus6 impacto en medios
culturales hispanoamericanos, y buena muestra de ello es la influencia que ejerci6 sobre
Alcides Arguedas, quien esruvo empeado, desde todos los campos que frecuent6 en la solucin de los males que aquejaban al "enfermo" pueblo boliviano. Veanse al respecto, C.ARRION. Benjamn: op. cit., pp. 170-217 y ORTEGA, : Art. cit., pp. 655-657.

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ANTONIO LORENTE MEDINA

econmica 13 ; religiosidad efectista, con mezcla de elementos crstianos y precolombinos; la maleabilidad del clero serrano; presentacin de los personajes
al lector como representantes de un status socio-racial-econmico especfico; espacio novelesco opresor del individuo, etc. Entresacamos a continuacin dos de ellos para mostrar la rqueza y complejidad de matices que ofrece,
al lector actual, Raza de bronce.
1. Supersticin y religiosidad milagrera.

Como creo haber mostrado en otro lugar 14, en el ndio andino se dan,
profundamente mezcladas, creencias superpuestas. A la primitiva mentalidad
mgico-maravillosa-animista se le ha impuesto, por el conquistador y el misionero, una religin de carcter fieramente efectista ms que hondamente
cristiano, y el resultado de ello ha sido la formacin de una imaginacin
popular que asocia, en intrincada mixtura, sus dioses primitivos a los santos
cristianos que, por sus caractersticas, son ms afines a los intereses de la
primitiva comunidad rural o acutico-rural. Este proceso explica por s solo
una serie de actitudes del indio y el cholo andinos, y la preemnencia del
clero serrano, generalmente vinculado a los intereses del gamonal 15.
La afirmacin, de carcter general para toda el rea geogrfica indicada,
encaja perfectamente con las creencias indgenas que nos ofrece Alcides Arguedas en Raza de bronce si bien con modalidades especficas, y confirma su lnea de pensamiento, claramente expuesta en Pueblo enfermo 16:
Es supersticioso y credulo: lo que sus yatiris (adivinos) predicen, ha
de suceder fatal e irremediablemente. ( ...) Su concepcin del Dios cristiano
es en absoluto fetichista y no deja de adorar ciertas fuerzas inconscientes que
juzga todopoderosas sin escapar a una serie de fatalismo desconsolador (...)
Se puede asegurar, por punto general, que el indio no tiene creencias determinadas. Venera un retazo de carne podrida dejada por un yatiri a la vera
de un camino, e igual fervor siente por la bestia que juzga propicia a sus
destinos e intereses.
Observando con cierto detenimiento la novela objeto de nuestro estudio,
concluimos diciendo que no se percibe, a traves de la mentalidad indgena,
13 Recuerdense los caps. II y III de Pueblo enfernto, o prrafos como los que encontramos, cargados de irona, en las pp. 170-172 de Raza de bronce.
14 me refiero a mi libro La narrativa menor de Jorge Icaza, Valladolid, Servicio de
Publ. Universidad, 1980, pp. 275-281.
15 Ibidem. pp. 93, 108, 111, 174, 189. 204 y 280-281.
16 Op. cit., p. 46.

ALGUNAS RIEFLEXIONES...

127

una idea concreta de Dios 17 (para una mentalidad europea, no lo olvidemos


nunca). Desde luego, no es una visin cristiana, aunque el clero serrano
intervenga en todas las fiestas de alguna trascendencia para la comunidad,
como el alma despachu (cap. VI, 2.a parte), el entierro de Quilco (cap. V,
2.a parte) o las bodas de Agiali y Wata Wara (cap. VI, 2 a parte). Ms bien
se advierte un fetichismo, un pantesmo natural, en el que tienen cabida
divinidades locales acuticas, transformadas en agrarias, cuyos orgenes pudieramos relacionar, quiz, con oscuras hilogenias aymaras.
La importancia que estas divinidades de carcter local tienen en el arraigo de los mitos, leyendas y rituales de los pueblos primitivos, en los que se
da el simbolismo acutico 18 , es extraordinaria. Una vez incarnadas en la
mentalidad popular, intervienen en su vida, hasta extremos de ser relacionadas con la fertilidad y el nacimiento, la purificacin, la muerte humana, o con
las causas de las adversidades de la comunidad, pues esta les confiere caractersticas similares a las humanas y les hace partcipes de sus enojos, sus
odios, etc. De ah que la comunidad indgena en Raza de bronce sienta la
necesidad de hacerles ofrendas, nor el afio de sequa, y realice el rito de la
fecundacin pisccola en el lago Titicaca:
Era, pues, preciso poner algn remedio a tan grande afliccin. Urga
no descuidarse en ofrendar a las divinidades lacustres, quizs celosas por el
abandono en que las tenan la incuria de los hombres (...) Entonces comenz
la ceremonia.
Cada una de las autoridades, segn su rango, coga de la lata, con precauciones. un pez, le apretaba nor las agallas y le abra la boca, en la que
el vieio Choquehuanka introduca una hoia de coca y verta algunas gotas
de alcohol, pronunciando las palabras mgicas forjadas al calor del com n
deseo y de iguales esperanzas:
pez, y fecunda en el misterio de tu morada la prole que ha
de matar en nosotros, los pobrecitos hombres el hambre que nos devora!...
(pgs. 110-113).
Estrechamente relacionada con la visin de la divinidad est la del diablo, aunque en esta se perciben ms rasgos cristianos que en la anterior. Slo
quiero resaltar de este la multiplicidad de formas bajo las que puede presen---

17 Bien es verdad que, algunas veces, la visin de la divinidad por parte del indgena,
reviste formas cristianas sirnilares a la siguiente: "...pero muchos, ganados por la idea de
que Dios estaba dolido por los crmenes de los hombres y quera convertir en yesca el suelo en que delinquan, cifraron sus esperanzas en la pesca". (p. 132).
18 ELIADE, Mircea: Tratado de historia de las religiones. Madrid, ed. Cristiandad,
1975, T. I.; pp. 222-249.

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ANTONIO LORENTE^ MET/INA

tarse a la imaginacin popular, su zoantropia, consecuencia de la concepcin


mgico-maravillosa que el indio tiene del mundo:
Alarmronse los indios, y en ellos surgi la creencia de que el mismo.
demonio se ocultaba bajo la piel del mallcu. Y fue repetido con tanta insistenca el absurdo, que aun los hacendados concluyeron por participar de esta
opinin... (pgs. 59-60).
iMiren! All est!...
Que?
diablo!....
Y temblaba de veras ., despavorida, como con fiebre
Y t, .por que no entras? le pregunt Pantoja.
No, tata; tengo miedo.
iQue tonta! vkcaso no ves ah al diablo? y serial al bho muerto.
Es que se ha convertido en eso. El diablo no muere a bala..., (pginas, 241-242).
La credulidad indgena, como se desprende de los textos anteriores, favo,
rece el ascendiente que sobre ella ejercen , los sacerdotes, o los adivinos
indios (yatiris), e incide en sus concepciones vitales, trasoasadas por un determinismo fatalista, que le hacen vctima fcil de cualquier explotacin y
paciente sufridor de agravios. Sus actos estn movidos oor ese determinismo
fatalsta, en el que tienen gran importancia los augurios: as la entrada de
Wata Wara en la cueva orohibida por los yatiris, tiene su castigo en su
muerte, oresagiada por Agiali (Ya vers; senuro que te ha de suceder algo...
como al Manuno) (pg. 12); la muerte del Manuno estaba escrita por la
chulpa (pg. 46); la vbora que se atraviesa a la siniestra del camino de.
Cisco y su mujer les hace desistir de su proosito (robar el dinero del cadver
del Manuno; pg. 49); el exodo indgena tiene lugar cuando los bruios han
anunciado que los campos estn embruiados (pRs. 127 y 242); la apariccin
de chocas en el cielo es, para Wata Wara, serial de desgracias...
Frente a estas concepciones indgenas, con algunas resonancias romnticas 19, la actitud del narrador refleja que este es un hijo de la mentalidad
positivista y del progresismo europeo, todava en la lnea sarmientina, que
le distancia de posteriores escritores indigenistas que han ahondado en la
psicolOga del indio (Ciro Alegra y . Jose M. Arguedas, por ejemplo) y le
19 Los augurios y presagios hacen su aparicin en la novela indianista decimonnica
(si bien son motiva literario de todas las literaturas). Como botn de muestra, valga la novela Cumand, de Len Mera.

ALGUNAS REFLEXIONES...

129

sitan a caballo de la novela indianista romntica y del movimiento reivindicador que supone la novela indigenista en nuestro siglo.
En muchas ocasiones se percibe la actitud europesta del autor y su finalidad pedaggica, a lo largo de Raza de bronce, pero nunca con tanta claridad
como en la crtica que emite de las creencias indgenas. Y si no, recordemos
algunos textos que avalan este aserto: la creencia de que el demonio se ocultaba en el mallcu, la matiza al lector, como absurda (pgs. 59-60); las
ceremonias y rituales indgenas le parecen abominables de abandono y embriaguez (pg. 197); las prcticas sanitarias de los curanderos 20 son para
el autor una inverosmil cochinada (pg. 137); y, en fin, la escena de
la fecundaciOn pisccola la concluye con esta frase cargada
irona:
Cada especie recibi el estupendo encargo y su raciOn de coca y alcohol, mientras bata el tambor y se desgaitaba el flautista; mas no bien
se retiraron los pescadores rumbo a sus moradas, que mijis, keullas, patos
y macamacas revoloteaban lanzando agudos chillidos alrededor de los pobres
peces ebrios y lastimados, y se abatan, con ruido de picos y alas sobadas, a
devorar los pescados que llevaban la misin de reproducirse para aplacar
el hambre de los pobrecitos hombres... (pgs. 113-114).
2. Los personajes.
Como ya anticipamos al referirnos a la estructura de la novela 21 , no
existe un protagonista claramente visible en ella. Wata Wara, Agiali, Choquehuanka y Pantoja, que son los personajes que ms aparecen en el discurso
narrativo, pueden intercambiar frecuentemente las funciones de .protagonista,
antagonista (aunque sta parezca adecuarse ms al ltimo) y adyuvantes. Si
cuantitativamente la mayor frecuencia de aparicin corresponde a Agiali, su
actuacin, fundamental en la primera parte, queda muy diluida en la segunda, en la que se destaca la omnipresencia del temido gamonal (desde el captulo VII). Y esto sin tener en cuenta el protagonismo de personajes secundarios, en eterminados episodios: el Manuno (caps. II y III, 1 . a parte);
Tokorcunki (cap. V, 2 . a parte); o Surez (caps. XI y XII) 22
Esquemticamente representada, podemos observar la actuaciOn de los
personajes en el cuadro siguiente:
20 Tambien se dan estas prcticas curanderas en las novelas y cuentos de Jor r-e Tcaza,
pero en este como medio de resaltar las srdidas condiciones en que se debate el indio
ecuatoriano, no como prcicas aborrecibles.
21 Cfr. con nota n. 10 del presente artculo.
22 El protagonismo de este persona :e coincide con la intercalacin de la "Leyenda
Inca" (cap. XI), o con el reoroche oue hace a sus compaeros de excursin, por el atropello brutal de que ha sido objeto Wata Wara.
9

130

ANTONIO LORENTE MEDINA

Nmero de veces que intervienen los personajes


1.3 PARTE
I
Wata -Wara
Agiali
Manuno
Choquehuanka
Coyllor Z.
Quilco
Cachapa
Choque
Cisco
Mallcu
Kalahumana
Tokorcunki
Troche
Melgarejo
M. Pantoja
Choquela
La Chulpa
A paria
Choquehuami
Clorinda
T). Hermgenes
Carmela
Asunta
Surez
Ocampo
Aguirre
Valle
P. Pantoja
Limachi
Katupaya
Tiquimani
Checa
Condori

6
5
2
1
2

2.6 PARTE

II III IV V VI

7 22 23 10 6
28 23 2 1 2

4
2
7

11 15
6 6

8
3

II III IV V VI VII VIII

12
26
4
1 10 13 18
8
7

10
12
1
7
3

XII

IX

XI

3
1

11 22
11

XIII

XIV

5
13

2
1

23
16
6

_
_
_
_

5
4

2
7
6
5

14
3

3
1

6
11

11

17
8

1
3

_
. ---- _

8
4

1
1

3
2

_ 4
_
5 I

1
1

2
7

1
2 _.___ __. _

1
7
3
3
2
20

4
_
35

2 8
13
8
2 28

4
4

7 10 13
3 10 9
1 6 13
9 4 9
17 18 21

1
8
4

I
12

ALGIJNAS REFLEXIONES...

131

Tampoco existe un anlisis psicolgico profundo de los mismos. Son


personajes planos y verdaderos arquetipos, que responden a la concepcin
ideolgica del autor y a la finalidad que pretende con la novela: la denuncia
de la situacin de injusticia en que se debate el indio boliviano y el odio
socio-racial que se genera de esta. Agiali, Tokorcunki, Wata Wara, Quilco,
Manuno, Choquela, Cheka, Cachapa, etc., no son sino variantes simblicas
del indio aymara, sometidas a la extorsin gamonal (mantenida por mayordomos mestizos y sacerdotes mestizos tambien), que subrayan el tono
pico de Raza de bronce. No importa que en un momento determinado se
individualice a alguno de ellos, todos participan de las mismas caractersticas.
Son duros como el bronce (pg. 242); desconfiados, sinuosos (pgs. 19-20);
crueles y vengativos cuando pueden (pgs. 33 y 102); supersticiosos, sumidos en la brutalidad (pg. 196) Y lo mismo ocurre con los blancos.
Valle, Ocampo, Pantoja y Surez 23 son la encarnacin del patrn con diversos matices.
Slo sobresale la personalidad de Choquehuanka, y esta, por oposicin
al patrn, caracterizada de todas las excelencias. Si Pantoja representa el
atropello a la justicia (pgs. 196, 216, 220, 224, 248, 250), la alimaa temible a aniquilar y el endiablado blanco (pg. 194), para el indgena; Choquehuanka es el justo y bondadoso, de una superioridad intelectual y moral reconocida, al que nada se le oculta a sus ojos penetrantes e investigadores:
Choquehuanka era el jefe espiritual incontestable de la comarca, y su
fama de justo, sabido y prudente le traa por herencia (...) De todo haca
Choquehuanka en la regin: era consejero, astrnomo (...) Pareca poseer
los secretos del cielo y de la tierra (...) No tena envidiosos (...), salvo los
curas de los pueblos (...) que le acusaban de hechicero (...) Como curandero,
haca maravillas...
Su actuacin a lo largo de la segunda parte de la novela se va haciendo
necesaria (por oposicin a Pantoja), y culmina en la arenga que dirige a la
asamblea de indios convocada por el para vengar la muerte de Wata Wara
y, en ella, todos los agravios recibidos del patrn:
De poco a esta parte, mis ojos se han cansado de ver tanta crueldad
y tan grande injusticia, y a cada paso que doy en esta tierra me parece sentirla empapada con la sangre de nuestros iguales (pg. 262).
23 El mismo Surez, con su paternalismo bienhechor y su incapacidad para actuar, no
es sino un remedo del indianismo decimonnico y el reverso de la rnoneda, cnvo anverso lo
representa Pablo Pantoja, hasta el punto de oue sus comp aireros no ven en el un antagonista, sino un tonto sentimental, y los indios, "un loco bueno".

132

ANTONIO LORENTE MEDINA

As comienza la arenga que, tras un breve y apretado recuento de penalidades, concluye:


Pronto he de morirme, y he querido hablar antes de dejarles en esta
tierra de miseria y de dolor. He dicho ya lo que tena que decir, y ahora
a ustedes les corresponde hablar. Unicamente repito: si quieren que mariana
vivan libres sus hijos, no cierren nunca los ojos a la injusticia y repriman
con inexorables castigos la maldad y los abusos; si anhelan la esclavitud,
acurdense entonces en el momento de la prueba que tienen bienes y son
Ahora, elijan ustedes (pgs. 263-264).
padres de
Y el alma del periodista boliviano, que inform parte de la vida de
Alcides Arguedas, se transparenta tras de estos textos.
Muchos son los personajes que act an como elemento decorativo en la
narracin. Don Hermgenes, Valle, Aguirre, Ocampo, la Chulpa, etc., tienen
como misin ambientar la historia narrada, para ariadirle una nota de color
local y concederle verosimilitud. De entre stos hay que destacar la figura
de Troche (el mayordomo mestizo), por la importancia que adquirir en posteriores relatos del rea andina 24 . Pero, volviendo a Raza de bronce, ecmo
nos lo presenta el narrador?
Las primeras referencias a su persona las encontramos en el captulo I,
L a parte, y ya revestido de un carcter colrico y brutal con los indios; libidinoso con las indias (pg. 15). A estas cualidades que se van a mantener a lo largo de la novela se le unen otras dos, para completar el esterectipo que Arguedas nos ofrece del mestizo. Es habilidoso, usurero y supersticioso (pg. 95), ya que participa del pensamiento mgico-maravilloso del
indgena. As vemos que asiste a la muerte de Quilco, porque intenta cobrarle
una deuda de diez pesos que el moribundo le deba, y con esta intencin
coge un frasco de quinina del botiqun de su casa. Pero nada ms verlo, sabe
que Quilco se muere, y, a pesar de ello, observa respetuoso y asustado las
evoluciones de la Chulpa. Por eso, tras la muerte de Quilco, Troche, despavorido, huy, poniendo a ocultas su frasco de quinina (pg. 137).
En Sintesis, la visin que Arguedas nos ofrece del mestizo, es la que
ya nos haba ofrecido diez arios antes en su fundamental ensayo Pueblo
enfermo

25:

24 Entre otros, merecen destacarse los cuentos y novelas de Jorge Icaza, en los que
la probl_emtica del mestizo, con sus complejos ocultos, sus pasiones, y sus ms Intimas aspiraciones adquieren la mxima relevancia, aparecida ya en Cholos (1938) y continuada y
perfeccionada en Media vida deslumbradDs (1942), Huai napamushcas (1947), "Mama Pacha", "El nuevo San Jorge", "Cholo Ashco" (1952) y El chulla Romero y Flores (1958).
25 Op cit., pp. 62-64.

ALGUNAS REFLEXIONES...

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Es altivo, aunque inclinado a la rapiria; valiente pero holgazn; tmido,


a la vez que altanero (...), se exaltan sus instintos dominadores, y es ambicioso por cosas vulgares (...) Fuerte, audaz, corajudo, sus facultades se exaltan cuando se ve en medio de los suyos, as como disminuyen o desaparecen
en el aislamiento; y es bueno como soldado, pero no sirve como iniciador
(pgs. 62-64).
Prejuicios raciales stos, que encontramos diluidos a lo largo de Raza
de bronce, donde se nos presenta a Troche, simultneamente, como explotador ambicioso del indio, para su beneficio personal, y respetuoso y servil
con el patrn. Actitud bifronte que le reporta pingries beneficios:
Troche supo aprovechar a maravilla la terrible concesin. Instal en
casa de hacienda un tenducho de comestibles y licores, e impuso a los indios
la obligacin de comprarle sus artculos, que l los venda al triple de su
valor, castigando con saria a quienes no acudan al puesto... (pg. 95).

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