Oficios y Artes Del Siglo Xix
Oficios y Artes Del Siglo Xix
En 1880 las minas de El Zancudo de Titiribí eran ya la empresa más grande de cualquier
tipo que hubiera existido hasta entonces en Colombia. Mucho más grande e importante que
la Ferrería de Pacho, la empresa textil de Samacá, la Cervecería Bavaria y la Ferrería de
Amagá. En noviembre de 1887 logró la producción mensual sin precedentes de 68 libras de
oro, y 53 de plata con utilidades de $ 61.000. Durante estos años empleó más de 1.200
trabajadores y era una empresa montada con las técnicas más avanzadas de producción de
la época. Con la llegada de Nuñez y la regeneración al poder, también llegaron los mejores
tiempos para la sociedad y empresa de El Zancudo, que poseía una extensión de terrenos de
más de ochocientas hectáreas, y un avalúo total de $ 6.200.000.
Ahí se vislumbraba ya lo que sería la lógica del empresario del siglo XIX: defender sus
intereses más allá de su progreso. El por que de esta afirmación se retrata en unos pocos,
muy pocos comerciantes, llamados ya empresarios cuyas riquezas iban en aumento, quizá no
tanto por su gran visión comercial e industrial; Sino por sus vínculos estrechos y maltrechos
con la corona real y sus gobernantes en el territorio de la nueva América.,[Author ID0: at ]
Sin embargo muy contadas son las excepciones al pensamiento erróneo de preferir amasar
fortuna que invertir en maquinaria industrial que podría traer mejores condiciones a las
industrias nacientes e ingresos que permitirían a sus dueños un auge en sus incipientes
cuentas bancarias. (La segunda expulsión de los Jesuitas, decretada por Tomas Cipriano de
Mosquera, llevó a la desamortización de bienes de manos muertas, que no era otra cosa que
la puesta en el mercado de los bienes del clero y que se encontraban hipotecados por éste, no
pudiendo ser sujetos de libre comercio. De esta manera se inició la desarticulación del sistema
crediticio del clero y el nacimiento de un sistema bancario incipiente). [Author ID0: at ]
Una de las excepciones fue la aparición de la primera empresa con algún grado de
refinamiento en Colombia, nacida de esa necesidad de crear un sustituto de los bienes que
antes eran importados, fue la fábrica de loza fundada en 1832 en Santafé de Bogotá, que
contaba con la asesoría de técnicos ingleses. La empresa retomó la larga tradición alfarera
que ya existía en Colombia desde la época prehispánica y la aunó a las más modernas
técnicas industriales conocidas en la época. [Author ID0: at ]
Los empresarios colombianos en las postrimerías de la primera mitad del siglo XIX decidieron
agruparse nuevamente, esta vez en una Sociedad Democrática de Artesanos que para 1850
ya contaba con sesenta y tres agremiaciones similares dispersas a lo largo del país. En teoría,
tales asociaciones buscaban la capacitación de los empresarios, la igualdad de condiciones
para todos, las buenas prácticas empresariales de cada sector productivo y la defensa de las
“buenas costumbres”.[Author ID0: at ]
Los esfuerzos de los sectores por reestablecer condiciones favorables para los artesanos y el
mal manejo de la fuerza con la que contó la Sociedad de Artesanos terminó por convertir a
ésta en una fuerza política que aún sin proponérselo les llevó a ser uno de los factores que
desencadenó la guerra civil de 1851, que acabó por sumir en la crisis al sector empresarial.
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En medio de esta crisis, hay un nuevo aire para los empresarios de Santander, Cundinamarca
y Antioquia quienes se consolidaban desde entonces como los estados con mayor número de
empresas constituidas, la mayoría de ellas del sector manufacturero, minero, agroindustrial y
comercial.[Author ID0: at ]
La creación del Banco Nacional en 1880, la sobreemisión de billetes por parte de éste, la
prohibición a la banca libre de emitir los propios y la inflación de 1889 terminaron por llevar a
los empresarios colombianos a una de las peores crisis que se recuerden.[Author ID0: at ]
Pero en ese mismo decenio de 1879 a 1890 es donde hay un segundo auge de la empresa
colombiana, con el mejoramiento de los carreteables y la aparición de las redes ferroviarias,
que dinamizaron el comercio en las regiones más apartadas de la capital, como fue el caso
del Ferrocarril del Pacifico que oxigeno las operaciones de las empresas vallecaucanas, el
Ferrocarril de Antioquia (obra del cubano-norteamericano Francisco Javier Cisneros), que hizo
otro tanto por las empresas antioqueñas y el Ferrocarril de la Frontera que dio un mayor auge
al comercio cucuteño con Venezuela. Para esta primera fase del tendido de vías, Colombia
contó con un total de 201 kilómetros.[Author ID0: at ]
Santander, Valle del Cauca y Antioquia se afianzan en el panorama empresarial con las
exportaciones de Chocolate, café, tabaco, caucho, loza cerámica (producida por la Compañía
Cerámica Antioqueña, fundada en 1881) y piezas maquinadas a Sudamérica.[Author ID0: at ]
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La desidia de la corona española por tener a sus colonias al día en cuanto a la tecnología
derivada de la primera revolución industrial, debido a la necesidad de invertir todos los
recursos provenientes de las colonias en mantener la guerra con Inglaterra y con la Francia
napoleónica fue causa fundamental para que tampoco bajo el dominio real se lograra
perfeccionar la industria en el país.[Author ID0: at ]
Sumado a todo esto, se fortalece una práctica antigua fue el contrabando de tejidos, alcoholes
potables, harinas y muebles ingleses que llegaban a Cartagena de Indias desde Jamaica, que
lesionaba, como hoy, a los empresarios del país y que produjo un grave estancamiento de la
empresa colombiana que hasta este siglo XXI se está, al parecer, reparando.[Author ID0: at ]
El contrabando de alcohol causó un grave perjuicio a las finanzas del Valle del Cauca que vio
descender sus ingresos fiscales con la arremetida de los aguardientes y rones caribeños en el
mercado nacional, toda vez que el cultivo de la caña de azúcar siempre ha estado vinculado al
quehacer empresarial de esa región desde la época de la colonia. [Author ID0: at ]
Como consecuencia de la independencia de América con España, todo el continente cambio
su estructura política hacia la división de los territorios en pequeñas soberanías, siguiendo las
grandes divisiones administrativas coloniales.
Cada región de éstas se convertiría en el futuro en un Estado Nación, no sin antes haber
pasado por un complejo proceso de transición de sus estructuras coloniales económicas y
políticas a unas “modernas” avaladas por las ideas de la ilustración traídas a América por la
naciente clase criolla.