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José María Álvarez, nacido en Cartagena (Murcia) en 1942, es un poeta y novelista español.

La principal obra de José María Álvarez es Museo de cera (1970 [con el título de 87 poemas], 1974, 1978, 1984, 1990, 1993 y

2002), ha ido haciéndose a lo largo de los años por el empeño de su autor en realizar un libro único y totalizador. No

obstante, al sacar a la luz la última edición, el poeta dio por terminado el ciclo de forma explícita. José María Álvarez ha

emprendido múltiples caminos de la poesía española contemporánea pasando de una poesía social y de escarceos con la

vanguardia a un culturalismo vivencial. El protagonista de sus poemas no es ya el revolucionario que quiere cambiar la vida,

sino un decadente vividor que desdeña al vulgo, que ama las causas perdidas

Sus poemas suelen componerse de dos partes:

1. una cita introductoria (alusiones a mitos del cine, diálogos de teatro, fragmentos de novelas, poemas,

ensayos, letras de canciones, etc.) y

2. el poema propiamente dicho, que intenta la organización del caos, la explicación de un mundo

incomprensible.

En este deseo de intercomunicar un mundo esencialmente incomunicado, el papel del poeta está visto como un destino fatal

(Acepta tu destino como el precio/ de tu palabra. Escribe.); y el tiempo -una constante en Álvarez- viene a corroboramos que

todo lo que hacemos es inútil (Antes de levantar los ojos de estos versos/ ya no seré más que el polvo de una época/ que no

será recordada).

En 2003 apareció Los decorados del olvido, un libro poético dentro de la experiencia testimonial donde son los ejes principales

el sexo y la sociedad, en un tono general de sarcasmo. También hay elegía, homenajes, e introspección en una escenografía

de fuerte sensorialidad.
Argent Vivo

¿Lo recuerdas? Tuvimos


la Luna en la palma de la mano.
Nunca otra vez la música
de aquel tambalillo de la playa
volverá a hacernos bailar,
ni, sin que nosotros lo escuchemos,
a crujir el mundo volverá.
Volverá tu marido, no es mal tipo,
en su jardín tu aburrimiento a colgar,

y el calorcillo que alumbra entre tus muslos


¿a quién llamará?
Quizá otros brazos y otros besos
profundamente sentirás,
y tu marido y yo quizá acabemos
bebiendo solitarios en un bar,
haciéndonos amigos; como es lógico
evocarte nos unirá.
Pero recuerda, como yo te he leído a Scott Fitzgerald
nadie te lo leerá.

Hetora

Armonía cosmopolita
Zoilo Escobar
Deliciosa la cena,
señora,
y aún más delicioso
todo lo que la cena ha convocado.
Yo os miraba y pensaba:
Reina Carme Riera
-sobre las copas de excelente vino-
feliz,
dosificando la inteligencia de los invitados.
Más atractiva que la conversación
misma. Dosificando los placeres
de la Cultura. Hasta la noche
se estremece
envidiosa de la belleza de este instante.

Zebech

Ese
relamerse, esos labios
brillantes de saliva, ese mohín
entre infantil y disoluto,
esos ojos burlones que cruzan como un rayo
el universo de plástico del aeropuerto...

Su amiga, sin embargo,


aún siendo hermosa, acaso más hermosa, no
excita.

Y es que no es la belleza la que irradia


ese misterio que te hechiza,
esa lumbre de júbilo,
ese pájaro con las alas en llamas.

No es la belleza de esos ojos, sino su forma de mirar;


el desmadejamiento de esas piernas,
esa lengüecita incandescente,
esa lividez canalla bajo sus ojos,
cómo mueve el pelo,
cómo lo sabe

Eso
que los Dioses conceden
sólo a muy pocas,
y a veces sólo por poco tiempo.
Esa dicha a la que no puede
tocar
el Destino.

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