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LA DECEPCIN AMOROSA EN GARCILASO por Alfredo Ivan Mata Noyola

Garcilaso de la Vega, poeta espaol que inaugura el Siglo de Oro, tiene en su poesa una constante que no puede pasarse por alto: el tema de la decepcin amorosa, del encuentro con el dolor resultante de un amor inasible. Una motivacin para estudiar el tema est en el hecho de que al respecto se tiene vasto material. Por la misma razn he decidido concentrarme en los sonetos e ir marcando una gua de cmo el tema va evolucionando a travs de ellos. Cabe aclarar que por decepcin no me estoy refiriendo solamente al dolor de un rechazo, sino a todo el sentimiento que se puede desprender de un amor que, por una u otra causa pensando en un verso de Jos Emilio Pacheco que dice la vida los separ o los desuni la muerte, no se pudo realizar. Me parece importante hacer un recorrido por la obra de Garcilaso y tomarlo como una puerta que nos lleva a comprender lo que fue el Siglo de Oro, pues el concepto de amor que l integr al imaginario de nuestros poetas fue imprescindible para que existiera dicho periodo. Aunque no pretendo ahondar en las cuestiones bibliogrficas, tampoco puedo suprimir ciertas de ellas que me remembran a la materia de estudio de esta potica. La de Garcilaso fue la vida de un soldado y aristcrata que anduvo en las batallas y dentro y fuera de ellas sufri varios infortunios de un destino revoltoso. En lo correspondiente al amor: se le oblig a casarse con una dama de sociedad, Elena de Ziga, de quien l no estaba enamorado ni lo estuvo nunca, segn las conclusiones de sus bigrafos, y despus se enamor de una dama presuntamente llamada Isabel Freire que vino a ser inspiracin para la mayor parte de su obra. Ese amor nunca fue consumado, tal vez ni siquiera correspondido, pues se sabe que la dama termin casndose con

otro caballero. Mientras tanto a Garcilaso le pasaron otra serie de desventuras que lo llevaron al destierro, pero mejoraron los tiempos y pasados unos aos volvi a pisar sus tierras natales, slo para encontrarse con la noticia de la muerte de su amada Isabel Freire. Roto el corazn march hacia tierras extranjeras donde tiempo despus encontrara consuelo en una joven napolitana, la que sera el ltimo amor de su vida, antes de sucumbir a una muerte prematura cuando estaba en la cspide de su creatividad. Lo importante, la figura de Isabel Freire, se vuelve centro de su poesa, y se aprecia el retrato del recorrido emocional que el poeta sufri por ella, descendiendo en el ms hondo de los pozos, hasta salir a flote, en Npoles, gracias a la nueva dama. En su obra se nos presenta un dolor vvido, que surge del amor, que no puede existir sin l, pues citando las Voces de Antonio Porchia: El amor que no es todo dolor, no es todo amor. Es la aseveracin que llev a Octavio Paz a concluir en La llama doble que el amor es la participacin en el sufrimiento del otro; la compatha de la que hablaba Petrarca. Como prembulo al contenido de los sonetos, mencionar un estudio que hace Antonio Alatorre sobre los sueos en la obra de Garcilaso. Toma la gloga II, donde nos seala cmo el sueo entra en accin en un momento culminante del poema: Albanio es torturado por el desdn de Camila rasgo que Alatorre toma como proyeccin del poeta, y vaga por el campo absorto en sus pensamientos hasta que el insomnio se le vuelve intolerable y se queda dormido. Pasa por ah su amigo Salicio y se detiene a verlo, y piensa: Pobre muchacho! Al menos ahora est dormido. Aqu Alatorre nos menciona: Quienes viven felices y se despiertan despus de unas tranquilas horas de sueo, sonren y hasta sienten nueva y fresca su felicidad; y para quienes tienen el corazn despedazado y logran dormir,

aquel breve descanso, aquel reposo, basta para cobrar de nuevo aliento con que se pase el curso trabajoso. (v. 94) Albanio habla entre sueos, hasta que finalmente despierta y, al darse cuenta que su sueo se ha terminado, injuria, pues sabe que le espera la fatdica realidad, el desasosiego, y dice: Ah, sueo, ests burlando! Yo estbate creyendo como loco. Oh cuitado de mi! T vas volando con prestas alas por la ebrnea puerta; yo qudome tendido aqu llorando. (v. 118) Brevemente, Alatorre contrasta su opinin con aquella de Octavio Paz sobre la gloga II, pues Octavio Paz nos dice sobre la misma que es el poema ms enigmtico del renacimiento espaol en su obra Sor Juana Ins de la Cruz o Las trampas de la fe. La opinin de Alatorre es que el sueo es muy verosmil, real, y no hay enigma alguno. Visto desde la perspectiva de Alatorre entonces, nos encontramos ante un discurso de dolor, que nos sirve para ilustrar la sensibilidad que tena el poeta para tratar asuntos de esa ndole. Si se sigue ms adelante con el mismo poema veremos el dilogo de los dos personajes enmarcado por ese sentimiento funesto. Supuestamente Garcilaso escribe la gloga II lejos de su tierra, con la noticia de la boda de Isabel Freire an zumbando en su memoria, y un profundo sentimiento de desposesin, mismo que retrata en el personaje ya mencionado de Albanio, y vislumbra tal vez un Severo que le pueda dar tranquilidad. Vayamos al comienzo, cuando conoci a Isabel Freire y qued prendado de su belleza:

Yo no nac sino para quereros; mi alma os ha cortado a su medida; por hbito del alma misma os quiero; Fragmentos del Soneto V que nos retratan un galanteo, la promesa de un amor tan inevitable, tan fatal incluso, que sin embargo es solo unilateral. No hay reciprocidad, no habla del objeto de su afecto, sino de ese afecto. La composicin de este soneto se puede ubicar por el tiempo de la boda de Isabel de Portugal y Carlos V, boda a la cual asisti Isabel Freire, y en la cual Garcilaso pudo haber tenido su primer contacto con ella. Un amor incondicional y absoluto, y una mujer que se vuelve una idealizacin. Poniendo en retrospectiva lo que ha de venir, hay que recordar que Garcilaso viene de una tradicin que parte del dolce stil nuovo, de Petrarca, de Dante, del renacimiento que ya se apoder de Italia. El tema del amor que desarrolla Garcilaso no es tan sencillo como para llamarlo simplemente el amor esquivo; fue mucho ms profundo que eso: tal vez deba ser esquivo para encajar en su tradicin aquella concepcin del amor que haba surgido en la baja edad media, que nos devela al amor como una pasin, y no como un deber cristiano, o tal vez Garcilaso se daba cuenta de eso al vivirlo esquivo. Si se me permite, divagar un momento de los sonetos hacia la Copla II que creo ilustra mejor el punto que a continuacin sucede en la desdichada historia del poeta: Culpa debe ser quereros, segn lo que en m hacis, mas all lo pagaris do no sabrn conoceros, por mal que me conocis.

La cancin nos habla de un reproche por la no correspondencia del amor. No se dio hasta aqu una mejor solucin que hacerla ver a la mujer que lo rechaza como una ingrata. En el Soneto II se presenta una voz de derrota, que incluso termina

pidiendo la muerte para poner fin a sus tormentos. El tema de la muerte como fin del tormento es tambin el del Soneto III, que en mi opinin se desarrolla de una manera ms estilizada: De cualquier mal pudiera socorrerme con veros yo, seora, o esperallo, si esperallo pudiera sin perdello; mas de no veros ya para valerme, si no es morir, ningn remedio hallo, y si este lo es, tampoco podr habello. Como he mencionado, el poeta vislumbra la muerte como un remedio a la ausencia de la amada, aunque sabe que la muerte en s no es un remedio. El soneto logra una hazaa, al enmarcar en una misma pintura el alejamiento voluntario del ser amado y la sensacin de desasosiego antes mencionada que busca una salida, queriendo que sea la muerte, pero reflexionando sobre su falaz efectividad. Al principio como ya mencion se habla de un retiro entre mares hacia otras tierras, por lo que nos hace pensar sobre si est hablando de alguna empresa de guerra o sobre el destierro del que fue vctima Garcilaso y que, momentneamente, pareca arrebatarle la posibilidad de saber a Isabel Freire siquiera en el mismo suelo que l. Al mismo tiempo lleg a pensar que la distancia podra ser un remedio, pero poco le dur al menos en el poema esa creencia. Entonces no existir remedio?

El Soneto XI, maravillosamente logrado, nos habla de la disolucin transformacin de un hombre en lgrimas a causa de su dolor, lgrimas que se unirn con un todo mayor: Hermosas ninfas, que en el rio metidas, que o no podris de lstima escucharme, o convertido en agua aqu llorando, podris all despacio consolarme. El poema denota cierta serenidad comienza con una imagen muy sensual, que va cambiando hasta volverse finalmente dramtica, a diferencia de los anteriores sonetos, donde el dolor an est reciente. El poeta no deja de lado el tema del dolor como no puede dejar su dolor propio pero cada vez parece un poco ms lejano. En una observacin personal, creo que la influencia de este soneto nos llega hasta La cancin desesperada de Neruda: El ro anuda al mar su lamento obstinado, como muestra de la huella de Garcilaso en los poetas contemporneos. Hay que mencionar otras dos fuentes de las que se nutri la poesa de Garcilaso, que se nos hacen presentes en estos poemas: aunado al petrarquismo y las formas italianas, se encuentra una tradicin ya existente en Espaa: las cntigas de amor gallegoportuguesas, donde los caballeros se lamentaban del desdn de la amada; y tambin el mundo clsico, del que Garcilaso toma algunos elementos de su imaginario. Todos estos elementos no se encuentran simplemente congregados, sino armonizados en voces disonantes. Como Rafael Lapesa lo seala: Garcilaso no copia, sino reelabora y vivifica. Despus de la noticia de la muerte de Isabel Freire, el dolor del poeta sufre una metamorfosis hacia otro tipo de dolor: la prdida ahora es absoluta. Guillermo Suazo Pascual nos comenta al respecto: la intensidad

de la emocin, unida a su dominio ya completo del arte, se reflejar en las creaciones ms bellas del poeta. En poco espacio yacen mis amores, y toda la esperanza de mis cosas, tornados en cenizas desdeosas y sordas a mis quejas y clamores. Las lgrimas, que en esta sepultura se vierten hoy en da y se vertieron, recibe, aunque sin fruto all te sean, hasta que aquella eterna noche escura, me cierre aquestos ojos que te vieron, dejndome con otros que te vean. Rafael Lapesa Melgar, en sus estudios sobre Garcilaso, afirma que el Soneto XXV, arriba citado, es la ms inmediata expresin del dolor experimentado. Aqu el poeta ve todas sus esperanzas convertidas en cenizas, y no encuentra consuelo al ms grande de sus dolores, justo aqu se aprecia la metamorfosis de cmo una esperanza que se resisti siempre a morir se convierte en muerte, en cenizas, que desembocan en un clamor ms alto que los otros. Es bastante obvio que se refiere a una tumba, por lo que se conjetura que Garcilaso debi visitar la tumba de Isabel Freire antes de regresar a su retiro en Npoles. Despus vendra la nostalgia, despus maldecira a la vida de haberle tenido para l siempre guardado un trgico destino. Despus vendra el Soneto X, donde la memoria de la difunta Isabel Freire se presenta para seguirle recordando su desdicha: Oh dulces prendas por mi mal halladas, dulces y alegres cuando Dios quera,

juntas estis en la memoria ma y con ella en mi muerte conjuradas! Quin me dijera, cuando las pasadas horas quen tanto bien por vos me va, que me habiades de ser en algn da con tan grave dolor representadas? Lino Garca Jr., en su ensayo El renacimiento espaol, nos recuerda la remembranza del viejo amor que el poeta sufre al sentir que ese fulgor resucita con el simple acontecimiento de encontrarse una vieja prenda de su amada. El soneto termina con una nota de tristeza, de lamento, despus de haber pedido en la tercera estrofa que los males se lo lleven: Hay una meloda gentil, de suavidad, en el amor profundo que el poeta todava siente por ella. El Soneto VII nos habla sobre un amor que viene al rescate de las desdichas, ahora el amor es dichoso, lo que nos hace pensar que por fin hay una correspondencia de ambas partes. Esto nos lleva a conjeturar que este soneto fue escrito para la dama de Npoles con la que el poeta tuvo sus ltimos tal vez los nicos consumados amores, justo antes de su muerte: No pierda ms quien ha tanto perdido; bstete, Amor, lo que ha por m pasado; vlgame ora jams haber probado a defenderme de lo que has querido. Tu templo y sus paredes he vestido de mis mojadas ropas y adornado, como acontece a quien ha ya escapado libre de la tormenta en que se vido.

Se nota el cambio radical en la temtica, as como en las formas, pues en una perfecta distribucin retrata a la perfeccin la redencin del amor y todo su concepto que le llegan a Garcilaso. Esto es, a grandes rasgos, aquel recorrido emocional que sufri el poeta por Isabel Freire, su desembocadura en aquellos estanques de pasiones, y su airoso escape, su napolitana redencin. Ah se tienen las evidencias, aquellas evidencias donde su obra puede mostrar los temas recurrentes en su poesa: el enamoramiento, la no correspondencia, una miseria de la que el poeta no se puede abstraer, y en la que muestra los adjetivos del dolor ms finamente escritos, de ese dolor que viene del amor, de ese amor que finalmente es todo amor.

BIBLIOGRAFA: Alatorre, A. (2003). El sueo ertico en la poesa espaola de los siglos de oro. Mxico: Fondo de Cultura Econmica. Lapesa, R. (1985). Garcilaso, estudios completos. Madrid: Istmo. Paz, O. (1999). Obras completas. Mxico: Fondo de Cultura Econmica. Rodrguez Prez, A. S., & Garca Jr., L. (2010). Cruzando el umbral de la palabra. Monterrey: Universidad Autnoma de Nuevo Len. Vega, G. d. (2004). Obra completa. Edicin de Guillermo Suazo Pascual. Madrid: EDAF.

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