Perfil Del Instructor
Perfil Del Instructor
Es decir, que un/a docente del ámbito de la Capacitación Laboral debiera conocer entre
otros, los siguientes aspectos:
.-La edad promedio del grupo destinatario (que por tratarse de Formación Laboral para y
en el trabajo, los y las destinatarios/as debieran ser adultos/as y/o jóvenes con 17 años
cumplidos a la fecha de Inscripción).
.-La situación educativa inicial de los y las aspirantes (Titulación)
.-El tiempo aproximado de alejamiento del destinatario del cursado activo de estudios
formales o no formales.
.-La situación socio económica aproximada del entorno familiar de los destinatarios.
.-Precisar conocimientos de áreas transversales intelectuales (procesos cognitivos
necesarios para operar con símbolos, saberes), como así también aquellos
conocimientos tecnológicos relacionados al sector de influencia de la oferta formativa.
.-Identificar expectativas y propósitos respecto a la capacitación buscada.
.-Actuación ocupacional pasada y presente, referente al ámbito laboral general y en
particular sobre el ámbito de incumbencia de la oferta educativa elegida
Entonces y por cuanto a que sabemos que las formas de admisión a Talleres de
Capacitación Laboral admiten formas de Ingreso diferenciadas a los requisitos académicos
propios de los niveles y ciclos de la educación formal, el y la docente de formación laboral
debiera contar entre otras con capacidades para:
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.-Ser curioso/a, en lo relativo a tener inquietudes que lo muevan a conocer el ámbito
ocupacional amplio de incumbencia de la especialidad que ofrece (Estadísticas de la
PEA, índices de desocupación, demandas de empleo solicitados, etc).
.-Desarrollar una “escucha atenta” hacia aquello que dicen sus alumnos/as.
.-Preparar, previo al desarrollo de una tarea se deben tener preparados los materiales
necesarios para llevar adelante lo programado. Ya sea que hablemos de herramientas,
de la planificación de la tarea, o de la clase, etc. Para el desarrollo del curso o taller
debe haber una preparación pedagógica. El obrero/a calificado/a debe actualizarse, por
ende debe existir una preparación técnica actualizada.
.-Promover búsqueda y aprendizaje, cada tarea y/o actividad debe despertar el interés del
destinatario/a y dar confianza. El tema debe presentarse en forma interesante. El y la
docente debe tener la habilidad suficiente para crear la necesidad y promover la
búsqueda de la tarea y/o actividad programada.
.-Aplicar, el y la alumno/a debe tener claro cuáles son las condiciones del trabajo, dentro
de qué parámetros realizar el mismo y de la evaluación predispuesta; y ello es lo que el
y la docente debe especificar, ese “modelo”, luego permitirá supervisar los
aprendizajes.
.-Evaluar, al juzgar se tendría que emitir un juicio lo mas objetivo y justo posible. Esta
fase se debe caracterizar por el registro de las observaciones, hecho que permitirá
tomar nota de las fallas que identifiquen el obrar de cada alumno, destacando los
puntos a cuidar en la próxima clase. Estas notas deben ser usadas para mejorar la
documentación de los programas e intercambiarlas con otras experiencias.
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Paralelamente y sobre la base que todo/a docente de un Taller de Formación Profesional
debe poseer y saber interpretar (entre otros) el perfil laboral del puesto ocupacional sobre el
que proyecta el Taller, también debe ser capaz de trasladar todo ello a una planificación del
desarrollo del Taller de la especialidad que dicta. Es sumamente importante aislar la
improvisación como práctica docente y para ello, hay que conocer y desarrollar, con una
metodología propia de Adultos, conocimientos, habilidades (analíticas y creativas) y prácticas,
referentes a plasmar en una planificación la tarea que se pretende desarrollar.
Por ello, es que la tarea del docente de formación profesional también debiera abarcar la
capacidad de ir consensuando Perfiles Profesionales para brindar una Capacitación Laboral
que se identifique con las necesidades sociales actuales, e ir aportando experiencia para la
conformación definitiva de ese Sistema Provincial de Formación Profesional.
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correspondientes. Entonces, es indispensable instalar en el ámbito, no solo la figura del
idóneo, sino la figura del Instructor idóneo.
Iniciar este debate es abordar el dilema entre el Mundo del Trabajo y el Mundo de la
Escuela. Es un elemento necesario de definir, si se pretende mejorar la patológica falta de
puntería del sistema (tal como lo menciona el Dr. De Moura Castro) e intentar abordar
conscientemente la inestabilidad intrínseca de la FP.
Hay que revalorizar el costado idóneo del perfil, pues ello implica incorporar el ámbito
laboral al aula/taller. Desde las nuevas concepciones para la Formación Profesional, nos
aclaran que la Competencia Laboral es mucho más que un cúmulo de conocimientos, también
son destrezas, habilidades, valores, actitudes y que esos atributos de las personas deben tener
su correlato en un desempeño efectivo real. De esta manera, hay que aceptar que no es
coherente que técnicos/as no idóneos/as se desempeñen dentro del ámbito. En los Centros,
donde se capacitan laboralmente a jóvenes y adultos, quienes lleven a cabo la enseñanza
debieran mínimamente estar habilitados/as profesionalmente (Asociaciones, Colegios,
Matrículas, Habilitaciones Comerciales, etc) para el desarrollo de las tareas que pretendan
enseñar. Ello, debido a que en oportunidad de las prácticas, donde se realizan trabajos reales,
independientemente que se desarrollen en los propios Centros, las tareas deben estar acorde a
las exigencias previstas en la reglamentación y acorde también a las pautas del mercado
laboral. ¿Cómo haría un/a técnico/a no idóneo/a para facilitar la adquisición de habilidades,
destrezas, actitudes y en definitiva transmitir el valor del oficio o profesión, si no ejerciera la
misma?
Cada docente de formación profesional debiera reflexionar sobre que, por cada no
idóneo/a que ingresa u ocupa un cargo, son decenas de personas que amplían su posibilidad de
vivir un futuro más incierto del que se vislumbra. Por cada no idóneo/a que ingresa al sistema
para “capacitar”, varios pares padecen cotidianamente la desvalorización del esfuerzo y del
respeto por la profesión.
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Esta revalorización del perfil del docente de formación profesional debiera tener al CPE
como su mayor mentor. Pero, actualmente, para la cobertura de Interinatos y suplencias rige la
Resolución 629/00 (numerosos fueron los Reclamos de “idóneos” que expresaron sentirse
marginados por esa normativa) y entre sus procedimientos, claramente se destaca la ventaja de
valoración que gozan los técnicos/as por encima de los idóneos/as. Lo paradójico de ello, es
que para inscribirse como MEP en la especialidad Gas, hay que ser gasista en actividad
matriculado (detalles en Resolución 1114/04 y Acta 13/04 de la Junta de Clasificación de
Adultos). ¿Hay que esperar la llegada de marcos regulatorios de oficios y/o profesiones para
rescatar la figura del idóneo? ¿Por qué para el resto de los oficios esa relación descripto no es
legitimada?
Además, ese idóneo/a en actividad que proviene del mundo del trabajo, trajo consigo
una lógica propia de ese ambiente laboral. Es decir, revelan un campo donde se valora
positivamente la jerarquía basada en saberes de la técnica y esa es la caracterización que hace
prevalecer en relación al “aprendiz”, su alumno/a. Por ello, es que por lo general la pareja
educativa se identifica más con capataz/operario, que con instructor/alumno. Pues, recordemos
y tengamos bien presente que la Formación Profesional es necesariamente el sistema
educativo vinculado al mundo del trabajo, ese es su ADN.
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Por todo ello, es que el y la docente de formación profesional debe ser capaz de discernir
y reconocer las diferencias entre el ámbito ocupacional del oficio y el ámbito de la
capacitación laboral. Debe ser capaz de poner en práctica un proceso de enseñanza y
aprendizaje que se identifique con un desarrollo de competencias propias de la comunidad
educativa, que se corresponda con las necesidades y expectativas de los/as destinatarios/as y
que sea el más indicado para sus propósitos e ideales. También debe ser capaz de comprender
que de la misma manera en que ninguna persona nace idónea, tampoco se nace siendo
Instructor/a, si no que es una profesión que se abraza y se construye. Se construye sobre la
base de las diferencias personales y profesionales, pero compartiendo ciertas características
con sus pares docentes y para ello debe ser capaz de saber ciertos contenidos (competencias
intelectuales), saber hacer ciertas cosas (competencias prácticas) y ser de una manera
determinada (competencias sociales).
e) En relación a la evaluación
Tenemos que saber los tipos y momentos de evaluación para incorporar a nuestras prácticas
cotidianas (Evaluación Inicial o diagnóstica, Evaluación Formativa procesual, Evaluación
sumativa).
Además, el y la docente de formación profesional debe dominar las estrategias básicas para
la elaboración de los ítems que conforman las pruebas de evaluación, ya sea que estemos
hablando de pruebas estructuradas tipo múltiple choice o de pruebas de redacción libre. En
este tipo de cuestionarios, es muy común caer en reproducir la secuencia del texto
(apareamiento) más que en indagar sobre el proceso de enseñanza y aprendizaje, es decir, dada
la pregunta su respuesta puede ser hallada de acuerdo a la construcción sintáctica del mismo u
a oraciones que se reproduzcan literalmente, provocando que no sea necesario poner en juego
todas las habilidades que implican una comprensión reflexiva y exhaustiva. Debemos tener la
capacidad de no caer en evaluaciones que se limitan a una resolución desde una lectura
superficial y a una acción mecánica que no insume la menor comprensión (en este caso
transcribir oraciones y/o párrafos enteros es decir, pasar información de un lugar a otro).
Debemos generar evaluaciones donde las “buenas notas” asignadas a un tema no se confunda
o responda a habilidades y/o conocimientos para copiar definiciones y/o conceptos sin
significación para el aspirante.
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f) En relación al modelo de gestión Institucional
Debiera resultar decisivo para una institución de formación profesional que la gestión de la
misma sea clara, transparente, con cohesión social/laboral, con objetivos concretos y
planificados desde una óptica de participación sustantiva en el proyecto productivo provincial.
Esto, debe ser conocido por el y la docente del ámbito, cuyo último objetivo debiera estar
guiado por la búsqueda del mejoramiento de las prácticas de enseñanza.
En síntesis y a través del vínculo con pares, otros/as docentes y terceros, con la práctica de
derechos y deberes, con el ejercicio de la responsabilidad, con la coparticipación en la toma de
decisiones, con la participación en equipos, con la indagación en la realidad y la constante
reflexión sobre lo tratado u observado, debemos buscar construir una Formación Laboral, que
reproduzca y vivencie un ámbito laboral de cooperación y solidaridad.
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a lo cotidiano de la capacitación (puntualidad, responsabilidad, asistencia, motivación del
trabajo en grupo y/o equipo, estimular los emprendimientos personales independientes, etc.).
El proceso de reforma económica y productiva del Estado Provincial tiene como uno de
sus principales efectos el transformar la capacitación en uno de los pilares más importantes de
la mencionada reconversión. En este contexto, nos plantean la necesidad de atender los nuevos
desafíos de la Formación Profesional, especialmente en lo referido al uso óptimo de los
recursos y al aumento de la productividad. Todo ello, sobre la base de resaltar la subjetividad
del trabajo humano, valorizando paralelamente el legítimo principio de la participación
decisiva del trabajador/a en todo el proceso de producción, es decir de la primacía de la
persona sobre las cosas.
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Ahora, ese vínculo estrecho con el sector, también implica que el y la docente deban
conocer también la importancia de focalizar la capacitación al servicio de un proyecto
educativo y de país y no librarla exclusivamente a las necesidades empresariales
circunstanciales.
En este sentido, sería sumamente valioso programar como obligatorio para las
capacitaciones, charlas y/o módulos de “Formación u orientación ocupacional”. Ello
contribuiría a la construcción progresiva de algo más que una simple formación para un puesto
laboral, evitando que todo se reduzca a una actividad puntual. El y la docente de formación
profesional debe de concebir a la capacitación como un sistema global. Por ello, es que debiera
tener presente en la planificación aspectos relacionados a la gestión laboral, derechos y
obligaciones de la actividad, normas de seguridad e higiene, aspectos relacionados a la
calidad, la certificación y la productividad, etc.
Resulta evidente en los tiempos que nos ha tocado vivir en estos últimos años, el
aumento de la necesidad de un porcentaje importante de la población económicamente activa
por capacitarse y aprender un oficio para ampliar sus posibilidades de obtener o incrementar
sus ingresos económicos. En este marco, la Capacitación Laboral resulta una atractiva
propuesta. Tan solo, si nos tomáramos el trabajo de revisar los periódicos de los últimos
meses, podríamos advertir dicha necesidad, reflejada también en el número creciente de
ofertas formativas que se pueden encontrar de Capacitación Laboral en los centros urbanos.
Este sector de la PEA, valora positivamente la existencia de tales oportunidades de formación.
Los Centros de Formación Profesional al igual que la Escuela, hace años que entraron en
crisis, a la que el sistema parece no poder encontrarle la vuelta. Por ello, es que sí podemos
encontrar buenas ofertas formativas, pero aisladas de un contexto desorientado. La PEA
demandante de capacitación no es ajena a dicho pensar, aun así y al momento de publicar y/o
promocionar el inicio de una Capacitación Laboral, la población acude a inscribirse. Todos los
nos desempeñamos en el ámbito sabemos que es así. Observamos año tras año la cantidad de
personas que se inscriben deseosas de aprender un oficio que les permita ampliar las
posibilidades laborales futuras. También sabemos, que algunos logran cubrir sus expectativas
y otros no, situación que depende mucho más de la Institución y los docentes, que de las
capacidades de los jóvenes y adultos/as que buscan generar su futuro.
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