MITOS Y LEYENDAS ANTIGUAS

EL DILUVIO
Al pie de la cordillera de los Andes, se reunieron los jefes de las comunidades, fumaron y discutieron. El rbol de la abundancia alzaba su plenitud hasta ms all del techo del mundo. Desde abajo se vean las altas ramas curveadas por el peso de los racimos, frondosas de pia, cocos, guanbanas, maz, yuca, frijoles Los ratones y los pjaros disfrutaban los manjares. La gente, no. El zorro, que suba y bajaba dndose banquetes, no convidaba. Los hombres que haban intentado trepar se haban estrellado contra el suelo. Qu haremos? Uno de los jefes convoc un hacha en sueos. Despert con un sapo en la mano. Golpe con el sapo el inmenso tronco del rbol de la abundancia, pero el animalito ech el hgado por la boca. Ese sueo ha mentido. Otro jefe so. Pidi un hacha al Padre de todos. E l padre advirti que el rbol se vengara, pero envi un papagayo rojo. Empuando el papagayo, ese jefe abati el rbol de la abundancia. Una lluvia de alimentos cay sobre la tierra y qued la tierra sorda por el estrpito Entonces, la ms descomunal de las tormentas estall en el fondo de los ros. Se alzaron las aguas cubrieron el mundo. De los hombres, solamente uno sobrevivi. Nad y nad, das y noches, hasta que pudo cogerse en la copa de una palmera que sobresala de las aguas.

LOS ROS Y EL MAR

No haba agua en la selva de los chocoes. Dios supo que la hormiga tena y se la pidi. Ella no quiso escucharlo. Dios le apret la cintura, que qued finita para siempre, la hormiga ech el agua que guardaba en el buche. Ahora me dirs de donde la sacaste. La hormiga condujo a Dios hacia un rbol que no tena nada de raro. Cuatro das y cuatro noches estuvieron trabajando las ranas y los hombres, a golpes de hacha, pero el rbol no caa del todo. Una liana impeda que tocara la tierra. Dios mand al tucn: Crtala. El tucn no pudo, y por eso fue condenado a comer los frutos enteros. El guacamayo cort la liana, con su pico duro y afilado. Cuando el rbol del agua se desplom, del tronco naci la mar y de las ramas, los ros. Toda el agua era dulce. Fue el diablo quin anduvo echando puados de sal.

LA LEYENDA DE LAS UVAS

Y aunque muchos digan lo contrario, Adn y Eva fueron, mis queridos sobrinos, negros. Cuando los votaron del paraso, salieron casi calatos, slo vestidos con sus hojas de parra, bien amargos por el desalojo. Adn dej a Eva con los hijos y fue a buscar otro paraso. Caminando, caminando, lleg a Chincha y le gust tanto que peg un salto: No hay que buscar ms grit: aqu est la sucursal del paraso! Tiene agua, campia, frutas, playas, pescados y todo lo que necesitamos. Volvi donde su gente y les dijo:

Vamos a va CHINCHA, familia! Y aqu se vinieron todos, a cosechar algodn para hacer tela y ponerse ropa de gente. Pero, al botar las parras que haban trado del paraso, cayeron algunas semillas y, al poco tiempo, las tierras comenzaron a producir harta uva: quebranta, albilla, moscatel, rosada y tantas otras. Armaron entonces una tremenda fiesta y el ti Abel tocaba el cajn y el to Can, la quijada. Lamentablemente, en medio del festejo, el to Abel se sali del comps y el to Can, de un solo quijadazo, lo mand al otro barri. Apenas las uvas, comenzaron a llorar y su llanto era purito vino, cachina y pisco. Por eso Chincha es la sucursal del cielo y nuestra uva es la ms rica del mundo porque es la uva del mismito paraso.

EL TUNCHI MALIGNO
Cuentan que, cuando llega la noche, en la oscuridad de la selva, un espritu en forma de nio pequeo vaga como alma en pena. Unos dicen que es un ave, otros que es un espritu del mal, un diablo que goza aterrorizando a la gente. Realmente nadie lo ha visto, pero todos reconocen que sienten temor cuando en plena oscuridad escuchan en el aire un silbido penetrante fiu fiufiu, que por instantes se pierde en el monte, a lo lejos. Luego, cuando nuevamente vuelve a silbar, ya se escucha sobre el techo de una casa a la orilla del ro. Todo es tan rpido que la gente solo atina a persignase o rezar, porque existe la creencia de que, cuando silba con insistencia por los alrededores de un pueblo, anuncia malos presagios, y cuando lo hace sobre una casa, enfermedad o muerte. Burlarse del Tunchi, insultarlo, puede costarle caro al atrevido, ya que lo har enfurecer y entonces atacar con mayor insistencia, silbandosilbando

LA HISTORIA DE WIRACOCHA
En la maana de los tiempos, lo primero que existi sobre este mundo fue la roca slida cubierta de la tierra (wira) y el agua (cocha). Del espritu de estos dos seres apareci Wiracocha, el primer dios creador que ordena el caos con el Sol, la Luna y las estrellas que dieron la luz. Al principio, Wiracocha viva solitario en medio de una gran penumbra, sin ningn ser que le hiciese compaa; y ya cansado de vagar en la oscuridad decidi fabricar con sus manos a los hombres y a los animales, y cuanto se pudiese hacer. Los hizo de piedra, de todos los tipos y tamaos. Se entretuvo especialmente con los animales, haciendo unos pequeos, iguales a un grano de quinua, y a otros tan grandes como una montaa y los puso a manera de seres dormidos en la entraa de la tierra. Luego, les dio vida, pero los dej en la penumbra. Despus, Wiracocha hizo arder al fuego (KON) sobre una piedra chata que se puso blanca; tambin cubri con el fuego una gran piedra redonda, la meti en su honda y la arroj al cielo; de esa forma, apareci el Sol. Luego, cogi la piedra blanca y la arroj tambin al vaco; esta se convirti en la Luna y, con el tiempo, el Sol y la Luna tuvieron muchos hijos, que se desparramaron como puados de quinua en una pampa negra: fueron las estrellas y los cometas, quienes, juguetones y dando rienda suelta a su imaginacin formaron las constelaciones de estrellas en el negro firmamento. Desde entonces, el todo poderoso dios creador fue llamado Seor Supremo del Fuego, la Tierra y el Agua, es decir, APU KON TIKSE WIRACOCHA.

EL JOVEN DANZAQ
Tena diez aos, viva en pueblecito de los Andes y era hijo de un danzaq ya fallecido. Se llamaba Santiago. De cuando en cuando contemplaba el ropaje del difunto, con su montera y sus prendas recubiertas de hilos de oro y espejuelos. Y

tanto que su madre lo arregl para su talla. Y no slo eso, sino que le prestaba esas dos varita del metal que los bailantes de esa danza tocan con una mano, como si fueran unas tijeras. Y l aprendi a tocarlas. Una noche, antes del amanecer, Santiago se despert con el extrao deseo de ponerse ese atuendo y bailar, como lo haca su padre, pero al son de un violn y un arpa que slo l escuchara. S, de danzar, como si en su corazn anidase el espritu de las montaas. Vestido as, sin despertar a nadie, dej su casa y se dirigi al extremo del casero. Y clareaba ya cuando, animado por esa msica que era como la msica de la tierra, comenz con ese primer paso que, segn se deca, era inspirado por el agua de los manantiales. Danzaba, feliz, cuando sali el sol, ms para asombro del nio no era astro severo de todos los das, adorado por nuestros antepasados, sino un sol de luz suave, fresca. Un sol nio, se habra dicho, que all en lo alto del cielo, sin apartarse de su curso, danzaba, como lo haca Santiago al son de sus tijeras. S, por increble que ello fuera, ms no en contienda, sino en armona. Y as fue, por unos minutos, hasta que al llegar al paso final del baile, el yawarmayu, no se expres en ste, el ro de aguas ardientes de que hablan los mitos, sino una pura e indecible alegra. Santiago dej, finalmente, de danzar, mas no con tristeza, sino con felicidad, y el sol volvi a ser como todos los das, y las cosas retornaron a su orden natural. Santiago emprendi entonces el camino a casa, sabiendo que era ya un danzaq, como su padre, y que con l haba bailado, por asombro que fuera, el sol de los orgenes.

LA LEYENDA DEL RO HABLADOR

Hace mucho, pero mucho tiempo, viva en la corte celestial del dios Sol, conocido tambin como Inti, un joven de gran apostura y sumamente bondadoso llamado

Rmac. Bajaba ste, de cuando en cuando, al mundo de los humanos a contarles las ms bellas historias, por lo que era muy querido y reverenciado. Un da que, acompaado de los dems dioses, miraba hacia la tierra por las ventanas del palacio dorado vio que los llanos, junto al mar, eran azotados por una grave sequa: las hierbas, las flores y los rboles se marchitaban, y los hombres y animales moran de sed. Los dioses se alarmaron y acudieron al dios Inti, su padre, a pedirle que librase a los hombres de la costa de aquella horrenda sequa, pero Inti les dijo que le era imposible, pues, segn las leyes celestiales, slo sacrificando a uno de ellos en el altar del fuego podra conseguir agua. Los dioses callaron. Sin embargo, ante la sorpresa de todos, Chaclla,la ms bella y virtuosa de las hijas del Sol, ponindose delante de su padre, se ofreci valientemente al sacrificio. Rmac, que adoraba a su hermana, se arrodill implorante y pidi a Inti que lo sacrificase a l en vez de ella. Pero Chaclla, aun cuando agradeci se gesto, no acept, aduciendo que los hombres echaran de menos las bellas historias que aqul saba contarles. Ms Rmac insisti. Finalmente, a ruego de ambos y ante la resignacin de Inti, los dos se dirigieron al altar del fuego para el sacrificio. El dios Sol pudo as hacer llover sobre la tierra. Agradeciendo a los cielos, los yungas as llamados los antiguos hombres de la costa recibieron el agua, jubilosos. Rmac y Chaclla, envueltos en infinidad de gotas, caan sobre las montaas cercanas l gran valle de Lima, y convertidos en un torrentoso ro corran, jugando y riendo, hacia el mar. Una vez all, elevndose en forma de nubes, persiguindose, llegaban al cielo para vaciarse de nuevo.

Pero eso dur slo cuarenta das y cuarenta noches, al cabo de los cuales, Chaclla, qued convertida para siempre en lluvia, y Rmac en el ms bullicioso ro de la costa peruana. Cuenta la leyenda que quienes suelen sentarse a orillas del Rmac y se ponen a escuchar con atencin, perciben claramente que el murmullo de sus aguas se disuelve en una voz humana que cuenta bellsimas historias de ste y de antiguos tiempos. Por eso se le sigue llamando ro hablador.

El NARRADOR
Haba una vez un hombre a quien todos queran porque contaba historias bonitas. Por las maanas sala de su aldea, y cuando volva, al atardecer, los trabajadores, cansados de trajinar todo el da, se agrupaban junto a l, y le decan: Anda, cuntanos lo que has visto hoy. Y l contestaba: He visto en la selva un mono que tocaba la flauta, y a su alrededor muchos enanitos con sus gorras de colore, bailando alegremente. Qu otra cosa viste? Le preguntaban los hombres, que no se cansaban de escucharlo. Cuando llegu a la orilla del mar, a qu no se imaginan lo que vi? No, no podemos imaginar nada. Dinos lo que pas a la orilla del mar. Pues vi a tres sirenas. S, seores, tres sirenas que peinaban sus cabellos verdes con un peine de oro. Y los hombres lo amaban, porque les contaban hermosas historias. Una maana sali de su aldea como todas las maanas, pero cuando lleg a la orilla del mar vio efectivamente a tres sirenas que, al borde de las olas, peinaban sus cabellos verdes con su peine de oro. Y cuando lleg al bosque tambin vio a un mono que tocaba la flauta, mientras los enanos bailaban a su alrededor.

Esa tarde, al volver a su aldea, los trabajadores le dijeron como de costumbre: Anda cuntanos lo que has visto hoy! Y l contest: Hoy no he visto nada.

LA LEYENDA DEL LAGO TITICACA

Cuenta la leyenda, que el dios Sol, compadecido del estado de barbarie que vivan los pueblos, envi a sus hijos; nacidos de las espumas del lago, Manco Capac y Mama Ocllo, con el fin de civilizar y ensear a los hombres. Les entreg entonces una barretilla, encargndoles que por donde fueran buscaran introducirla en el suelo y que el sitio donde se hundiera designara el lugar donde deba fundarse la capital de su imperio. Obedeciendo el mandato divino, la pareja sali de una de las islas del lago Titicaca, hoy llamada Isla del Sol y se dirigi hacia el norte en busca del sitio donde estableceran la cuidad imperial . Despus de varios das de viaje y de hincar infructuosamente el suelo, llegaron al cerro Huanacaure y all la barretilla se hundi al primer golpe. Entonces, en ese lugar, Manco Capac y Mama Ocllo fundaron la capital del Imperio Incaico, cumpliendo con su misin. Manco Capac enseo a los hombres los secretos de la agricultura como el cultivo de la tierra, el sembro de las semillas y la fabricacin de instrumentos necesarios para dichas faenas. Tambin les enseo a construir sus casas, caminos y acueductos. Mama Ocllo, por su parte, enseo a las mujeres a hilar y a tejer, a confeccionar vestidos y realizar labores domsticas, como cocinar, lavar, etc.

EL CABALLITO DEL DIABLO O CHINCHILEJO

La liblula es un insecto llamado comnmente caballito del diablo; en la selva lo llaman tambin chinchilejo. Vive junto a las lagunas, su vuelo es rpido y se alimenta de otros insectos y de gusanos. Refieren que un da, el menos pensado, en un pueblo tranquilo de la selva, apareci un joven alto, delgado, con un vestido de color rojo oscuro y muy charlatn. Cuando le preguntaron de dnde haba venido, a unos les deca que sali de la copa de una lupuna y a otros, de las races de un renaco y que por consiguiente era pariente del diablo y que cuando era pequeo slo lo haban alimentado con esprragos, por lo que era flaco, y que haba venido al pueblo a implantar una fbrica de sogas y palos de escoba. Todo esto contestaba en son de mofa. Su ocupacin no era ms que andar de casa en casa, engaando a la gente e intrigando a unos y a otros con noticias a las que pona a su antojo pies y manos, de tal manera que, en poco tiempo, el pueblo, tranquilo antes, se convirti en un infierno, pues imperaba el chisme y la calumnia. Convencidos los moradores de que todo aquello se deba a la incorregible lengua del forastero, resolvieron aplicarle un severo castigo, para lo cual se valieron de tres brujos, quienes despus de alzar oraciones y hacer icaros extraos, le convidaron un lquido color chocolate y lo convirtieron en un insecto al que pusieron el nombre de chinchilejo. Sin embargo, el joven charlatn, a pesar de haber sido convertido en chichilejo, no se ha arrepentido del castigo, pues contina dando noticias, pero ya no intrigantes, sino benficas. Por eso, cuando un chinchilejo entra a una casa, da vueltas en ella y luego sale, es signo seguro de que la familia va a tener visita o alguien va a recibir una carta portadora de buenas noticias.