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Blanca Varela
Lima, 10 de agosto, 1926 - Lima, 12 de marzo, 2009.





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Antes
de escribir
estas lneas
Blanca Varela
ntes de escribir estas lneas durante
varios das dej un papel en blanco
sobre la mesa. Lo miraba en las
maanas cuando sala a mis obligaciones, y
all estaba: blanco, rectangular y vaco.
Cuando regresaba por las noches
continuaba exactamente igual. Nada lo haba
alterado. Segua en el mismo sitio: blanco,
rectangular y vaco.
Transcurrieron algunos das y, finalmente, perd las esperanzas y comprend que nadie lo hara
por m. Tena que escribir lo que estoy leyndoles. Estas pocas palabras en las que he tratado con
enorme dificultad de hablar sobre un tema que no domino y que me produce un gran pudor: me
estoy refiriendo a mi trabajo de muchos aos, a mi poesa.
Encontrar una coherencia entre estos textos y las circunstancias en que han sido escritos sera lo
indicado. Ejercitar lo que Roger Caillois llama "la imaginacin justa". Es decir, poner los pies en
algn lugar de la realidad y repetir en este pequeo testimonio lo que creo haber perseguido
siempre con la escritura: no evadir la realidad sino explorarla, encontrarle un sentido, convivir con
ella, asumirla.
Terminada esta frase, me doy cuenta de mi pretensin, pues s perfectamente que no lograr
este propsito, en la misma medida en que mi poesa tampoco lo ha conseguido jams.
Este acoso de la realidad al que hago mencin no es sino un pretexto ms para continuar
creyendo que podemos librarnos de ella, de ser "otros" y no aceptar que es ella la que produce
nuestros fantasmas, obsesiones y deseos. Que es ella la nica que dicta nuestros crmenes o
nuestros sueos.
Alguien ha dicho algo que para m es cierto: que la poesa es un vicio que se adquiere con la
infancia. Tambin es cierto que algunos se curan con los aos, y que otros quedamos enredados
para siempre en sus buenas o malas artes.
En mi caso particular todo comenz desde muy nia, como un juego secreto y obsesivo.
Recuerdo claramente que no me gustaba mucho lo que me rodeaba y que, al mismo tiempo, me
gustaban demasiado las palabras, su sinsentido, su msica.
Recuerdo, tambin, que poda y sola repetir una misma palabra durante mucho rato, palabras
especiales que tenan una rara fascinacin en mis odos y en mi mente. Las repeta si fatiga, las
deca al revs, tan rpido como me fuera posible. O demasiado despacio, alargndolas,
estirndolas, adelgazndolas. Tambin poda usarlas para lo que no se deba, o inverta sus slabas
o cambiaba sus acentos, sin otra regla que mi humor o mi voluntad.
Ms tarde, cerca de la adolescencia, estas palabras -no las de todos los das, sino las de mi
pequeo juego- comenzaron a adquirir su propio sentido y, cuando no lo encontraban, a
reclamarlo.
Vinieron las frecuentes y numerosas preguntas de esa edad, y la evidente sorpresa de los
mayores. Nada ni nadie consegua aplacar mis temores ni satisfacer mis dudas.
A
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Entonces, opt por responderme a m misma, buscndole una variacin a mi viejo juego:
escondindome en lo que se poda llamar mi propio discurso, trataba de confundirme con algo o
alguien diferente y de hablar con otra voz en la que me esforzaba en no reconocer la ma.
As, poco a poco, me fui aventurando en una regin cada vez ms imprecisa y delgada de mi
pensamiento. Siempre movida por estas pequeas palabras y sonidos que inventaba, aprenda a
irme cada vez un poco ms lejos de los objetos y de los gestos y tambin aprend a regresar
acompaada por pequeos objetos, extraos restos, fragmentos de cosas misteriosas y
aparentemente irreconocibles.
Con estos intentos de poemas en mis cuadernos, pas por la escuela y llegu a la universidad.
Conocer a Sebastin Salazar Bondy, recin llegada a la universidad y frecuentar a travs de l a
un grupo de jvenes poetas, fue toda una revelacin para m y un cambio fundamental en mi vida.
Lecturas, conversaciones y discusiones apasionantes, comenzaron a llenar los das, las tardes y las
noches.
En contraste con mi experiencia propiamente dicha de estudiante en un mundo de hombres -
experiencia que no fue especialmente grata ni fcil en el mundo de la universidad peruana de
mediados de los cuarenta-, mi entrada al grupo de los jvenes escritores que he mencionado fue
absolutamente natural. De inmediato me sent aceptada sin reparos, no obstante mi escassimo o
ningn mrito. Me prestaron los libros que lean y as fui descubriendo autores desconocidos en
lecturas voraces, incesantes, renovadas y muy poco ortodoxas. Lecturas que no vinieron solas, sino
acompaadas con un inters comn por la pintura, la msica y el teatro.
Recuerdo an las plidas reproducciones que nos permitieron descubrir el cubismo y confundir
como se debe a Braque con Picasso y a Picasso con Juan Gris. Tambin aquellas largas sesiones de
msica, escuchando por primersima vez a Schenberg o Bartok; y cmo, no obstante la
precariedad econmica de nuestros bolsillos de estudiantes, tratbamos de no perdernos el estreno
de alguna pieza de teatro que nos interesaba.
Pero esto no fue todo, pues le debo a Sebastin Salazar Bondy algo ms. Gracias a l conoc, por
primera vez tambin, a escritores de carne y hueso; poetas y novelistas que caminaban por las
calles de Lima. Los mayores, los mejores, que siempre haba admirado y mirado de lejos con un
respeto casi reverencial. Entre ellos, dos en particular: un novelista y un poeta. O, mejor dicho, dos
poetas quienes nos revelaron cosas muy diferentes pero igualmente valiosas.
Esta vez he hablado en plural porque creo que esta experiencia fue comn a toda mi generacin.
Me estoy refiriendo a Jos Mara Arguedas y a Emilio Adolfo Westphalen, y a sus respectivas obras
y personalidades. La poesa que escribo no sera la que es sin esas dos influencias que jams se me
impusieron de manera inmediata ni anecdtica, sino, ms bien, en esa forma sutil, misteriosa,
velada y alusiva, con que suele trabajar en nuestro subconsciente la realidad: creando ecos,
correspondencias y formas que la imaginacin puede trabajar y devolver trasmutados, convertidos
en escritura.
Si bien es cierto que ya haba tenido noticias, por pequeas lecturas previas, de la existencia
histrica de Andr Breton y su grupo, Westphalen signific la encarnacin viva y prxima del
surrealismo, su libertad y su rigor. El mundo -mi mundo- se hizo mayor, ms grande y respirable
gracias a la lectura de su poesa. No slo era la belleza de las imgenes lo que me seduca, ni lo
inslito de ellas ni la posibilidad de encuentros con el azar. Haba en la leccin de surrelismo que
me daba Westphalen, algo que trascenda la pura literatura, y que tena que ver con la dignidad del
espritu y de la inteligencia.
Por otro camino, no fue menor ni menos importante la enseanza de Arguedas. Su manera de
vivir, de hablar, de ver el mundo, y especialmente su obra constituyeron la revelacin de una
verdad oscura, dolorosa e impronunciable, con la que hemos nacido todos los peruanos, aunque
pretendamos ignorarla.
A l le debe mi poesa no la forma ni la intencin inmediata, sino su paisaje ms profundo, algo
semejante a la sangre o las races. Algo que ms tarde, mucho ms tarde, en Pars, se convirti en
mi primer poema legible y adulto, al cual titul en secreto homenaje a Arguedas: "Puerto Supe".
He mencionado Pars, que fue una etapa definitiva de mi aventura. A partir de all, de Pars, ya
no pude volver atrs.
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Siempre he pensado que el destino ha sido demasiado generoso conmigo, en lo que se refiere a
mi vocacin por la literatura, pues siempre la ha alimentado con extraordinarios encuentros y
amistades. Existen, es verdad, un instinto y un azar "electivos". Slo as puedo explicarme tambin
por qu tuve la suerte de toparme durante aquel fro y oscuro invierno de un Pars de posguerra
con una persona como Octavio Paz. Sin su ejemplo, jams hubiera perseverado en mi empeo de
escribir poesa, o tal vez hubiera pasado a su lado maltratndola, confundindola, traicionndola. Y
en verdad no me estoy refiriendo en absoluto a los resultados, sino a la intencin que se puede o
debe tener frente a ella. Intencin presentida ya en la actitud de Westphalen.
A travs de Paz y del poeta nicaragense Carlos Martnez Rivas, comprend y aprend que la
poesa es un trabajo de todos los das, y que no la elegimos sino que nos elige, que no nos pertenece
sino que le pertenecemos, que no es otra cosa que la realidad y a la vez su nica y legtima puerta
de escape.
En un ensayo, en el que se refiere precisamente a esa poca, Octavio Paz ha contado cul fue la
experiencia de un grupo de personas, escritores y artistas en su mayora latinoamericanos, que
comparti con l aquellos tiempos poco felices que significaron los aos inmediatamente
posteriores a la ltima guerra. Habla de un tnel largo que se abri ante nosotros, un tnel que
exploramos juntos "como se explora un continente desierto, una enfermedad, una prisin".
Es verdad, como lo dice, que aprendimos no slo a conocer nuestro tnel, sino reconocerlo y
aceptarlo. Algunos usamos la poesa, y la continuamos usando todava con ese propsito. Se
trataba y se trata de darle nombre a todas las sombras, a todos los fantasmas de ese tnel; de
domesticarlos con la palabra o con el canto, de confundirnos con ellos, de ser ellos, de asumirlos.
Para m no fueron tan claras las cosas en un primer momento. Sum mi pequea voz a ese coro de
los mejores. Los imit. Desenton como se debe, segu escribiendo.
Si es cierto que conoc al Breton de los libros y los manifiestos por obra de Westphalen, la
amistad de Paz me permiti acercarme a l de otra manera y sentarme a su mesa en el caf de la
Place Blanche. All pude escucharlo a mis anchas y admirar la majestad leonina de sus gestos y de
su mirada.
Pero Pars tena que acabarse. Era como si se hubiera terminado, agotado un tiempo, un ciclo, y
que en otro lado del mundo, justamente desde donde haba partido, en el Per, me estuviera
esperando lo que precisamente haba salido a buscar. Florencia fue la ciudad de salida, la de los
adioses, la de las mejores revelaciones, que siempre, helas, son las ltimas. Pero no se trata de un
regreso forzado sino de una eleccin alimentada por un propsito.
Propsito de preservar una recin nacida identidad, que tena que ver profundamente con lo
que estaba tratando de expresar con mis poemas.
Fue tambin por eso, seguramente, que ya desde antes haba estado tratando de no perderme en
el vrtigo de aquellos tiempos, de no ser devorada por un mundo que me era extrao, con otra
lengua, otras costumbres, otros dioses y otros muertos.
En aquel trance haba echado mano a lo nico que, en ese magnfico caos, reconoc como mo: mi
memoria. Y trat de recordar los cantos peruanos, lejansimos y misteriosos de Arguedas, y de
nombrar y recrear mis paisajes de infancia, y llevar mis animales y mis astros, enormemente altos y
distantes, hasta mi pequea ventana de la Rue de Laneau, en pleno Barrio Latino.
Lo que pas despus, lo dems, si no est escondido entre mis poemas, est entonces
definitivamente perdido. Hablo de lo que hace la vida de cualquier persona, de cualquier mujer,
como es mi caso. La casa, el amor, los nios, la lectura, la msica, los viajes, la ciudad, y tambin el
tedio, el dolor, la impotencia, la soledad y el silencio.

En El Dominical de El Comercio, Per, 5 de agosto 2001
http://www.letra2.s5.com/varela2510.htm





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Elogio de Blanca Varela
Mario Vargas Llosa
lueven los premios sobre Blanca Varela -ayer el
Octavio Paz de Poesa y Ensayo, el Ciudad de
Granada, el Federico Garca Lorca, ahora el Reina
Sofa- justamente cuando no est en condiciones de saberlo,
pues se halla retirada y sola en un territorio que imagino tan
privado, misterioso y mgico como su poesa. Pero, si
pudiera enterarse, s muy bien cul sera su reaccin: de
maravillamiento y susto, porque, entre todos los poetas de
este tiempo que me ha tocado conocer, no hay uno solo tan
ajeno a la feria de las vanidades y a la ilusin o a la codicia
del xito como Blanca Varela. Aunque, sin duda, la poesa
haya sido la pasin ms sostenida de su vida, para ella
nunca fue un oficio, un quehacer pblico. Ms bien, un vicio
recndito, inconfesable, cultivado en la clandestinidad, con celo y reserva tenaces, como si su
exposicin a la luz, a los ojos de los dems, pudiera daarlo.
Que llegara a publicar esa media docena de libros ha sido una especie de milagro, ms obra de
la insistencia de sus amigos que de su propia voluntad. Entre esos lectores privilegiados a los que
mostraba sus versos a escondidas estuvo Octavio Paz, que prolog su primer libro y la ayud a
ponerle ttulo. (Ella quera que se llamara Puerto Supe y a l no le gustaba. "Pero ese puerto existe,
Octavio". "Ah tienes el ttulo, Blanca: Ese puerto existe).
La conoc a mediados de 1958, cuando ella y su esposo de entonces, el pintor Fernando de
Szyszlo, hacan maletas para viajar a los Estados Unidos, donde pasaran dos aos. Vivan en un
estudio precario construido en una azotea del barrio limeo de Santa Beatriz. Yo parta en esos das
a Europa y durante cuatro aos no volv a verla, pero, sin embargo, desde ese primer da la quise y
la admir, como han querido y admirado a Blanca Varela todos quienes han tenido la fortuna de
frecuentarla, de gozar de su generosidad y de su inteligencia, de esa manera tan clida y tan limpia
de entregarse a la amistad, de enriquecer la vida de quienes se le acercan. En medio siglo de
amistad, sobre todo en aquellas largas reuniones de los sbados, la he odo hablar casi de todo. De
esa generacin de poetas del cincuenta de que form parte, Sebastin Salazar Bondy, Javier
Sologuren, Jorge Eduardo Eielson, que, con dos poetas de una generacin anterior, Csar Moro y
Emilio Adolfo Westphalen, revolucionara la poesa peruana, enclavndola en la vanguardia de la
modernidad. De Breton y los surrealistas, de Sartre, Simone de Beauvoir y los existencialistas a los
que conoci en los aos que vivi en Pars. De sus filias y fobias literarias y de tanta gente que la
impresionaba y que am o detest. Y la he odo, cmo no, muchas veces, ayudada por un par de
whiskies para vencer su timidez, decir esas maldades y ferocidades impregnadas de tanta gracia y
humor que hacan la felicidad de sus oyentes y que irremediablemente se volvan bondades porque
Blanca, pese a haber pasado por experiencias muy difciles y haber sido tan perceptible y tan
sensible al dolor y al sacrificio, ha sido siempre un ser ontolgicamente alrgico a toda forma de
maldad, mezquindad e incluso a esas menudas miserias que resultan de la vanidad, el egosmo y
dems sordideces de la condicin humana. Pero estoy seguro de no haberla odo jams decir
palabra sobre su propia poesa, y, en cambio, la he visto tantas veces, cuando la interrogaban sobre
ella, escabullirse con frases esquivas y cambiar rpidamente de conversacin.
Su poesa participa de esa misma reserva y, aunque alude a muchos temas, es de una parquedad
glacial sobre s misma. A diferencia de otras, a veces de alta estirpe, que se lucen y pavonean,
orgullosas de s mismas, la de Blanca Varela se retrae y disimula, mostrndose apenas en escorzos,
y dejando slo huellas, anticipos, a fin de que, nuestro apetito desatado por esos lampos de belleza,
busquemos, indaguemos, lo que oculta en su entraa, ejercitando nuestra fantasa y volcando
nuestros deseos para gozarla a cabalidad.
L
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Discreta y elegante, como las hadas de los cuentos, la poesa de Blanca Varela ha ido
apareciendo de tanto en tanto, con largos intervalos, en unos poemarios breves, ceidos y
perfectos, Ese puerto existe (1959), Luz de da (1963), Valses y otras falsas confesiones (1972), Canto
villano (1978), Ejercicios materiales (1993) y, por fin, su poesa reunida, con dos recopilaciones
inditas, Donde todo termina abre las alas (2001). Cada libro suyo dejaba a su paso un relente de
imgenes de engaosa apariencia, pues, bajo la delicadeza de su factura, sus juegos de palabras, la
levedad de su msica, se embosca una spera impregnacin de la existencia, una fra abjuracin del
ser en trance de vivir para morir. La vida late siempre en ellas, pero amenazada y en capilla,
sometida sin cesar a ordalas atroces. En uno de sus ms intensos poemas, de Ejercicios materiales, la
vida ("ms antigua y oscura que la muerte"), aparece transfigurada en una ternera a la que acosan
miles de moscas, un pattico animal impotente para defenderse de las menudas bestezuelas que la
atormentan. La fuerza del poema reside en que consigue hacernos sentir que aquel destino no es
slo lastimoso, que hay en l cierta inevitable grandeza, la de los hroes de las tragedias clsicas,
que moran sin resignarse, resistiendo, a sabiendas de que la derrota sera inevitable.
As ha resistido Blanca la adversidad y las pruebas a que est sometida toda vida, con gran
coraje y estoicismo, y con una elegancia natural, inconsciente. Toda su vida trabaj, en trabajos
alimenticios que afrontaba con buen humor y empeo -periodismo, relaciones pblicas, librera,
editora-, crecindose hasta lo indecible, con temple de hierro, ante las vicisitudes ms duras,
incluida la ms terrible de todas: la prdida de su hijo Lorenzo, en un accidente de aviacin, hace
once aos. Al mismo tiempo, siempre hubo en ella el ser que escriba, un ser frgil, delicado,
inseguro, sensible, indefenso por su inconmensurable decencia e integridad ante las vilezas y
ruindades cotidianas de este mundo srdido, de frustraciones y traiciones, por el que ella siempre
consigui pasar incontaminada, sin hacer una sola concesin, sin desfallecimientos ni cobarda. sa
es la historia que relata su avara y sutil poesa, bajo sus inusitadas metforas, y sus extraas
exploraciones en el mundo de las cosas menudas, los insectos, los rumores del mar, los pjaros
marinos, las voces del arenal y los paisajes del cielo.
A fines de los aos setenta, cuando, ms por amistad hacia m, que se lo ped, que porque la
tarea la entusiasmara, Blanca resucit el centro peruano del P. E.N., viajamos juntos a esas
conferencias y congresos que convoca aquella organizacin de escritores que por tres aos me toc
presidir. En Egipto, en Dinamarca, en Alemania, en Espaa recuerdo a Blanca haciendo esfuerzos
denodados para pasar inadvertida, para ser invisible, y la angustia que la sobrecoga cuando no
tena ms remedio que intervenir (lo haca en voz baja y veloz, en un francs monosilbico, plida y
demacrada por el esfuerzo). Y, sin embargo, todos los que se codearon con ella y la conocieron en
aquellas reuniones, la recuerdan y siempre voy encontrando por el mundo poetas y escritores que
me preguntan por ella, porque en esos fugaces encuentros su inconfundible manera de ser, su halo,
su varita, su silencio locuaz, su encanto involuntario, los chispazos luminosos de su inteligencia, se
les grabaron en la memoria, y les dej el convencimiento de haber entrevisto a un ser fuera de lo
comn, a una mujer de carne y hueso que estaba tambin hecha de sueo, gracia y fantasa.
Pese a ella misma, en los ltimos aos, poco a poco, la poesa de Blanca Varela ha ido
conquistando dentro y fuera del Per los lectores y la admiracin que mereca, rompiendo el
crculo entraable en que hasta entonces estuvo reducida, y muchos poetas jvenes, sobre todo
mujeres, se han ido acercando a ella, buscando su amistad y sus consejos. Eso debe haberla hecho
feliz, sin duda: sentir que estaba viva entre los seres ms vivos que tiene la existencia, que son los
jvenes, y, sobre todo, saber que su poesa no slo a ella la haba hecho vivir y defendido contra el
infortunio, que tambin a otros ayudaba y daba fuerzas para soportar la existencia y nimos para
escribir.
Blanca, queridsima Blanca: yo siempre lo supe, pero qu bueno que en este invierno callado de
tu vida, cada vez ms gente lo sepa tambin, y te lea, te quiera, te premie y reconozca en ti toda la
inmensa sabidura, talento y humanidad generosa que has contagiado a tu alrededor, con que has
escrito y vivido la poesa.
- 20/05/2007 Diario El Pas - Madrid. Espaa

www.elpais.com/articulo/opinion/Elogio/Blanca/Varela/elpporopi/20070520elpepiopi_5/Tes
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Blanca Varela con Fernando de Szyszlo.
BLANCA VRELA Y SUS CONTEMPORNEOS
Marco Martos Carrera
Academia Peruana de la Lengua

l Per ha sido, desde el momento que empez a ser llamado con ese nombre, tierra de poetas.
Puede que en otras reas de la creacin artstica haya intermitencias y discontinuidad. No
ocurre lo mismo con la lrica, en todo tiempo y circunstancia. Sin embargo, salvo las
excepciones de rigor, pocas mujeres, a lo largo de los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX, se han dedicado
a la poesa. En la poca virreinal, la mitolgica Amarilis que intercambi escritos en verso con el
clebre Lope de Vega, permanece, a pesar de su rostro difuminado en su deseado anonimato, como
el mejor ejemplo de una mujer de temple que escoge la literatura como vehculo de su naturaleza
femenina. La incipiente marca literaria de la mujer en el Per, fue la de aquella fmina que se
atrevi a hacer lo que las otras soaban.
En el primer siglo de nuestra poca republicana, el XIX, hubo muchas mujeres que escribieron
versos. Aparecen en sesudas investigaciones, pero no nos dejaron nada memorable. Fueron
novelistas las que destacaron, Clorinda Matto de Turner y Mercedes Cabello de Carbonera.
Iniciado el siglo XX, hubo una dama que pronto llamara la atencin, por lo descarnado de sus
versos y su capacidad de entrar de lleno en la accin poltica. Tempranamente conocida por Jos
Carlos Maritegui, su prestigio de luchadora opac un poco su actividad literaria. Finada su vida,
lentamente se le empieza a valorar, como una de las ms importantes escritoras peruanas de estos
tiempos difciles. Magda Portal es ahora estudiada en artculos de revistas especializadas, en tesis y
en libros que le son dedicados.
La poesa peruana en el siglo XX, aparte del caso de Magda Portal, fue privilegio de varones.
Dos de ellos, Csar Vallejo y Jos Mara Eguren, copan, ellos solos, con la calidad de sus versos,
cuatro dcadas de poesa en el Per.
En los aos cuarenta, dos jvenes poetas, Jorge Eduardo Eielson y Sebastin Salazar Bondy, se
reunan en los alrededores de la Universidad de San Marcos con una incipiente escritora, menor
que ellos mismos. Blanca Varela haba nacido en 1926 y tena una profunda vocacin literaria que
desarrollara recin a partir de 1959, cuando public en Veracruz, Mxico, con un prlogo de
E
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Octavio Paz, su primer libro Ese puerto existe. Se cuenta la ancdota de que leyendo el poema
liminar, titulado Puerto Supe, Paz le pregunt a su amiga. Ese puerto existe? Y como ese puerto
exista, Blanca Varela le dijo, ese puerto existe, y Paz concluy, ese puerto existe es el ttulo del
libro. Y as fue, el libro Puerto Supe se transform en Ese puerto existe, pero sin duda Puerto Supe
tambin era muy hermoso.
La llamada ahora generacin del cincuenta, evolucion a partir de 1945. Hubo poetas que
genricamente podemos llamar platnicos como Javier Sologuren, Jorge Eduardo Eielson y otros
aristotlicos, como Sebastin Salazar Bondy, Wshington Delgado, Alejandro Romualdo, Gonzalo
Rose, y otros a los que podemos llamar sofistas, porque adoptan cualquier punto de vista en su
discurso potico, como Pablo Guevara.
Detenindonos ms en el detalle podemos decir que a principios de los aos cuarenta hubo un
grupo conformado por Javier Sologuren, cuyos primeros versos se publicaron en 1939, Jorge
Eduardo Eielson, Sebastin Salazar Bondy y Blanca Varela. Cada uno de estos poetas ha alcanzado
mucha calidad y se ha convertido en paradigma de entrega al oficio. Uno de ellos, Sebastin
Salazar Bondy, se transform en animador cultural, en periodista, en crtico de arte y poco a poco
fue ejerciendo un liderazgo no en el grupo inicial sino en toda la sociedad. En vsperas de su
muerte, en 1965, escribi uno de los libros ms bellos del siglo XX: El tacto de la araa.
La poesa inicial de Sologuren y Eielson muestra un gran conocimiento de la tradicin tanto de
la espaola como la que viene del simbolismo y del surrealismo, adems de la poesa peruana del
siglo XX. Algunos de los poemas de Detenimientos (1947) de Sologuren o de Reinos (1945) de
Eielson, continan ahora mismo estando entre los mejores de sus respectivos autores.
Paralelamente a esta actividad de los poetas mencionados y sin ninguna relacin con ella,
algunos estudiantes de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos se agruparon bajo la
denominacin "Los poetas del pueblo". Entre ellos figuraban Mario Florin, Gustavo Valcrcel,
Felipe Neira, Eduardo Jibaja, Guillermo Carnero H., Luis Carnero Checa. Aparte de Mario Florin,
el ms destacado fue Gustavo Valcrcel, quien en su propia prctica potica mostr que ciertos
decires limeos de media voz no se ajustaban a la verdad. Se sostena que haba una distancia muy
grande entre estos jvenes de patio y plazuela y Sologuren, Eielson y Salazar. A estos ltimos se les
reconoca calidad potica y se les atribua arte purismo y a los del grupo de Valcrcel se les tena
por ignaros en poesa. Valcrcel escribi un poemario Confn del tiempo y de la rosa que renda
expreso homenaje, a travs de varios epgrafes elegidos, a Jorge Eduardo Eielson y Martn Adn.
Con ese libro Valcrcel mereci en 1948 el Premio Nacional de Poesa. Esa distincin la haba
obtenido en 1944 Mario Florin y en 1945 Jorge Eduardo Eileson.
En los aos cincuenta emigraron Eielson, Sologuren y Blanca Varela y aparece otra promocin
de escritores de la misma generacin. Uno de ellos, Alejandro Romualdo Valle (1926) hizo, junto
con Sebastin Salazar Bondy, una de las mejores antologas de la poesa peruana. Con este hecho se
prueba que entre los poetas de la poca hubo no solamente cordialidad sino continuidad en el
trabajo potico. Poco tiempo despus que Romualdo entraron la liza literaria Carlos Germn Belli,
Francisco Bendez, Wshington Delgado, Efran Miranda, Leoncio Bueno, Pablo Guevara, Amrico
Ferrari, Jos Ruiz Rosas, Fernando Quspez Asn, Leopoldo Chariarse, Yolanda Westphalen, Cecilia
Bustamante, Francisco Carrillo, Manuel Velzquez, todos ellos poetas de reconocido talento dentro
y fuera del Per.
Hay una leyenda falsa que habla de una oposicin y hasta de una polmica entre los poetas
llamados puros y los considerados sociales. Machado deca no conocer la poesa pura y eso vale
para los poetas peruanos. Un orfice como Eielson es capaz de los ms desgarrados acentos en un
libro como Habitacin en Roma (1954) y un poeta aparentemente ensimismado como Javier
Sologuren puede entregarnos un poema sentido que busca la entraa del significado del Inca
Garcilaso. Lo que hubo entre 1958 y 1959 fue una polmica entre un poeta, Alejandro Romualdo,
que haba escrito en 1958 Edicin extraordinaria y algunos crticos como Jos Miguel Oviedo o Mario
Vargas Llosa que le reprochaban a Romualdo "el sacrificio de la poesa" como puede verse en la
revista Literatura N 3 de 1959, publicacin que dirigan Abelardo Oquendo, Luis Loayza y Mario
Vargas Llosa. Ms all de la hojarasca que deja un enfrentamiento de circunstancias, los crticos se
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equivocaron porque en ese manojo de poemas de Romualdo hay tres o cuatro que merecen estar en
toda antologa de poesa peruana.
Reactivado en los aos cincuenta el grupo "poetas del pueblo", incorpor entre sus miembros a
Juan Gonzalo Rose y a Manuel Scorza. Rose es uno de los lricos ms finos del siglo XX y Scorza
despus de haber publicado tres libros de poesa, ha destacado como novelista y como animador
cultural.
Han pasado poco ms de cincuenta aos desde que estos poetas empezaron a escribir. Algunos
crticos prefieren la escritura de Jorge Eduardo Eielson; otros, la de Javier Sologuren o la de Blanca
Varela, o la de Washington Delgado, o la de Carlos Germn Belli, o la de Alejandro Romulado o la
de Francisco Bendez. En todo caso les debemos agradecer a todos. En numerosos momentos de su
historia el Per tuvo poetas de gran calidad desde Gonzlez Prada, Vallejo, Eguren, Martn Adn,
Westphalen, Moro, Oquendo, Abril, pero entre ellos y sus coetneos hubo a veces diferencias
abismales. No ocurre esto con los poetas de los aos cincuenta. Nunca hubo en el Per antes un
grupo de tanta calidad. Despus de este necesario parntesis, volvamos a Blanca Varela. Si existen,
como dice Northrop Frye, poetas del cielo, del edn, de la tierra y de las cavernas, aunque algunos
como Dante, atraviesan todas las zonas, conviene sealar que Blanca Varela es poeta de la tierra y,
principalmente, de las cavernas. Es una poeta que excava en sus propias entraas y que establece
un curioso contraste entre una diccin lmpida y el sentimiento exacerbado de estar arrojada en el
mundo. Es, si las comparaciones caben, el par femenino de Paul Celan. Y si hablamos de formacin
literaria, sin duda conoce bien el expresionismo, el surrealismo y el existencialismo, pero resulta
aventurado juzgarla de acuerdo a los moldes de cualquier escuela literaria. La potencia de ese
primer poema que public Puerto Supe, llega intacta hasta nosotros, cuarenta aos despus de su
publicacin.
Puerto Supe
Esta mi infancia en esta costa,
bajo el cielo tan alto,
cielo como ninguno, cielo, sombra veloz,
nubes de espanto, oscuro torbellino de alas,
azules casas en el horizonte.
Junto a la gran morada sin ventanas,
junto a las vacas ciegas,
junto al turbio licor y al pjaro carnvoro.
Oh mar de todos los das, mar montaa,
boca lluviosa de la costa fra!
All destruyo con brillantes piedras
la casa de mis padres,
all destruyo la jaula de las aves pequeas,
destapo las botellas y un humo negro escapa
y tie tiernamente el aire y sus jardines.
Estn mis horas junto al ro seco, entre el polvo y sus hojas palpitantes, en los ojos ardientes de esta
tierra adonde lanza el mar su blanco dardo.
Una sola estacin, un mismo tiempo
de chorreantes dedos y aliento de pescado.
Toda una noche larga entre la arena.
Amo la costa, ese espejo muerto
en donde el aire gira como loco,
esa ola de fuego que arrasa corredores,
crculos de sombra y cristales perfectos.
Aqu en la costa escala un negro pozo, voy de la noche hacia la noche honda, voy hacia el viento que recorre
ciego pupilas luminosas y vacas, o habito el interior de un fruto muerto, esa asfixiante seda, ese pesado
espacio poblado de agua y de plidas corolas.
En esta costa soy el que despierta entre el follaje de alas pardas, el que ocupa esa rama vaca, el que no
quiere ver la noche.
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Aqu en la costa tengo races, manos imperfectas,
un lecho ardiente en donde lloro a solas.
Este poema llam la atencin cuando se public y contina llamndola, cuando se le somete a
diferentes anlisis literarios. Basta decir que la originalidad, reside tanto en la lmpida diccin, en la
que con una imaginera de herencia simbolista, se da cuenta de una situacin donde la hermosura
de naturaleza, contrasta con una voluntad de destruccin y un sufrimiento. Quien dice que
destruye la casa de sus padres, est separndose de manera violenta de su tradicin y de su propia
historia. Nace independiente de su prosapia. El otro aspecto que la crtica ha subrayado ha sido el
carcter masculino de la vox que narra el poema. Aunque este hecho aparece solo al final del texto,
resulta ingenuo negar que tie desde esa posicin todo el poema. Es, pues, una vox varonil, la que
nos dice todo lo que expresa Puerto Supe. Represe que esta situacin no volver a repetirse en toda
la escritura de Blanca Varela. Aun as, la eleccin de una vox masculina para el primer poema que
en su vida da a conocer una mujer es un hecho revelador dentro de una sociedad patriarcal. Cierto
es que existen otras formas literarias diferentes de la poesa lrica, el teatro por ejemplo o la novela,
donde una mujer escritora, indistintamente desarrolla parlamentos o modos de pensar de hombres,
pero pocas veces en la historia literaria, las mujeres, cuando se expresan lricamente, escogen una
vox masculina. El hecho amerita un esbozo de interpretacin por lo menos. Jung, el clebre
discpulo de Freud que tempranamente se apart de las enseanzas del maestro, sostena que los
varones tienen una parte femenina a la que llam alma, y que las mujeres tienen una parte
masculina, a la que llam animus. Aceptemos o no las denominaciones de Jung, no cuesta mucho
consentir en que muchas mujeres de valor, llmense Teresa de Avila o Sor Juana Ins de la Cruz,
destacan precisamente por su nimo. Adjudicarle al nimo, al temple, a la fortaleza, valores
masculinos, sin duda es una variable de la sociedad patriarcal. Lo que hay en el texto de Blanca
Varela es la desolacin de un individuo que rompe con el pasado, simbolizado por la casa de los
padres destruida, que rompe su mundo afectivo y queda desolado, en una costa hermosa que es
como un lecho donde llora a solas.
En uno de sus libros posteriores Valses y otras falsas confesiones de 1971 Blanca Varela escribe un
texto que conviene contrastar con el que acabamos de leer. Es su Vals del "ngelus". Dice:
Ve lo que has hecho de m, la santa ms pobre del museo, la de la ltima sala, junto a las letrinas, la de la
herida negra como un ojo bajo el seno izquierdo.
Ve lo que has hecho de m, la madre que devora a sus cras, la que se traga sus lgrimas y engorda. la que
debe abortar en cada luna, la que sangra todos los das del ao.
As te he visto vertiendo plomo derretido en las orejas inocentes, castrando bueyes, arrastrando tu azucena,
tu inmaculado miembro, en la sangre de los mataderos. Disfrazado de mago o de proxeneta en la plaza de la
Bastilla -Jules te llamabas ese da y tus besos hedan a fsforo y cebolla. De general en Bolivia, de tanquista en
Vietnam, de eunuco en la puerta de los burdeles en la Plaza Mxico.
Formidable pelele frente a los tableros de control; gran chef de la desgracia revolviendo catstrofes en la
inmensa marmita celeste. Ve lo que has hecho de m.
Aqu estoy por tu mano en esta ineludible cmara de tortura, guindome con sangre y con gemidos, ciega
por obra y gracia de tu divina baba.
Mira mi piel envejecida al paso de tu aliento, mira el tambor estril de mi vientre que slo conoce el ritmo de
la angustia, el golpe sordo de tu vientre que hace silbar al prisionero, al feto, a la mentira.
Escucha las trompetas de tu reino. No naufraga cada maana, todo mar es terrible, todo sol es de hielo,
todo cielo es de piedra. Qu ms quieres de m?
Quieres que ciega, irremediablemente a oscuras deje de ser el alacrn en su nido, la tortuga desollada, el
rbol bajo el hacha, la serpiente sin piel, el que vende a su madre con el primer vagido, y el que slo es espalda
y jams frente, el que siempre tropieza, el que nace de rodillas, el viperino, el potroso, el que enterr sus
piernas y est vivo, el dueo de la otra mejilla, el que no sabe amar como a s mismo porque siempre est solo.
Ve lo que has hecho de m. Predestinado estircol, cieno de ojos vaciados.

Tu imagen en el espejo de la feria me habla de una terrible semejanza.

La diferencia con el primer texto de la escritura de Blanca Varela es muy grande. Ahora la
escritora no necesita recurrir a ningn recurso retrico. No intenta guarecer su vox bajo ropajes
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masculinos. Es una mujer la que habla, est claro. Y esta mujer tiene todas las marcas del
sufrimiento en la sociedad patriarcal. Pobre, miserable, debe abortar cada luna. El hombre adopta,
en cambio disfraces, mago o proxeneta, general en Bolivia o tanquista en Vietnam, o eunuco en las
puertas de los burdeles. Individuo que expresa en sus actos la explotacin smbolo de la muerte,
imagen de la castracin. La vox narradora del poema se compara con el alacrn en su nido, con la
tortura desollada, el rbol bajo el hacha.
La intensidad expresiva de este texto, pocas veces alcanzada en la poesa del Per,
descarnadamente denuncia a un mundo hecho para la guerra entre pases, para la confrontacin de
gnero, con ventaja aparente para el varn, pero en verdad causa una degradacin que envuelve
tanto al hombre como a la mujer, como se evidencia en la ltima lnea: "Tu imagen en el espejo me
habla de una terrible semejanza".
El ttulo del poemario y el propio ttulo del poema merecen tambin una breve explicacin. El
vals europeo se adopt en el Per y sufri una serie de transformaciones musicales. Pero ms
importante, para lo que nos interesa, es que el vals peruano tiene letra, y esta letra es
preferentemente quejumbrosa. Los ms conocidos valses peruanos, los de Felipe Pinglo, nos hablan
de amores imposibles entre un plebeyo y una aristcrata o del triste transcurrir de la vida en los
barrios populares. Cuando no es as, los valses estn colmados de nostalgia por un tiempo pasado
mejor como ocurre con las composiciones de Chabuca Granda. Durante dcadas, el vals fue el tipo
de pieza preferida en las fiestas, tanto en las llamadas de sociedad como en las populares. En los
aos setenta el vals ya haba iniciado su decadencia en el gusto de los peruanos. Hoy mismo existe
un corpus intocable de valses que son los mismos desde hace treinta aos. Cristalizados, son piezas
de museo que los peruanos recuerdan de cuando en cuando, pero que no expresan sentimiento
alguno, aunque cuando fueron concebidos y cantados hayan parecido desgarradores. Cantando un
vals, nadie se confiesa. Un vals es necesariamente una falsa confesin. Escogiendo el ttulo Valses y
otras falsas confesiones, la autora se distancia de la materia que narra, horrorizada hasta cierto punto
de exhibir un sufrimiento como Benn, el gran poeta alemn quien dijo: "Sentimientos? Yo no tengo
sentimientos."
La mayor parte de la poesa de Blanca Varela est atravesada por el dolor que se resiste a
exhibirse. Escribir para ella no es acumular poemas, ni libros, ni distinciones. Es una obligacin
interior. Cada uno de sus poemas es cabal, antologable, de un despiadado rigor. Veamos ste, por
ejemplo.
Secreto de familia
soe con perro
con un perro desollado
cantaba su cuerpo su cuerpo rojo silbaba
pregunt al otro
al que apaga la luz al carnicero
qu ha sucedido
por qu estamos a oscuras
es un sueo ests sola no hay otro la luz no existe
t eres el perro t eres la flor que ladra
afila dulcemente tu lengua
tu dulce negra lengua de cuatro patas
la piel del hombre se quema con el sueo arde desaparece la piel humana solo la roja pulpa de can es limpia
la verdadera luz habita su legaa t eres el perro
t eres el desollado can de cada noche suea contigo misma y basta
Han transcurrido ms de cuarenta aos despus de la publicacin del primer libro de Blanca
Varela y su nombre se encuentra ahora, junto con el de Jorge Eduardo Eielson, a la cabeza de ese
extraordinario grupo llamado generacin del cincuenta, y an ms, su poesa, dura, metlica, sin
concesiones, est entre las ms ledas de hispanoamrica. En su libro titulado Concierto animal de
1999 escribe estos versos: mi cabeza como una gran canasta lleva su pesca
deja pasar el agua mi cabeza
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mi cabeza dentro de otra cabeza y ms adentro an la no ma cabeza
mi cabeza llena de agua de rumores y ruinas seca sus negras cavidades bajo un sol semivivo
mi cabeza en el ms crudo invierno
dentro de otra cabeza
retoa
En el texto "Visitacin", publicado en 2000 en su libro El falso teclado, escribe:

dej al demonio encerrado en un cajn
en su pequeo lecho de crespn
afuera el ngel vuela toca la puerta espera
en una mano la rima como una lgrima en la otra el silencio como una espada
chame de mi cuerpo
son las doce
sin sol ni estrellas
Demasiado se ha hablado en occidente sobre la poesa del silencio, tanto que a algunos parece
una moda, una manera de hablar de los poetas y de sus crculos; sin embargo, en los orfices ms
entregados al oficio, es con el silencio con el que se dialoga. Como lo dijo Francisco Bendez,
cuando edit en 1961 su libro Los aos, la poesa es palabra y silencio. Al borde del silencio es
cuando la poesa dice con mayor profundidad y nitidez su verdad. Ahorra palabras, como en el
texto que hemos copiado de Blanca Varela, es expresin definitiva, mordaz que sabe concentrar en
un puado de versos desolados, toda la profundidad que resume la existencia humana.
Difundida durante dcadas, la poesa de Blanca Varela ha sobrevivido a las inclemencias del
tiempo, a la incuria, al desdn, gracias al impacto profundo que ha hecho en tantos lectores.
Estamos seguros, de que su lectora aumentar ms todava en el futuro.
Tradicionalmente la poesa occidental ha sido escrita por varones. Sus mejores logros,
conseguidos a partir de Dante y Petrarca, estn asociados a un platonismo que idealiza a la mujer.
Su origen es medieval y se construye sobre la estructura del vasallaje. La mujer es alta dama y
seora; con el poeta que la canta existen obligaciones, de reciprocidad, o por lo menos de
tolerancia, como ocurra en el siglo XVI con Fernando de Herrera y su inalcanzable musa, pero el
sujeto que emite el discurso es narcisista, tiene enfermiza satisfaccin en su propio canto. Pero,
como se ha dicho en numerosas ocasiones, el siglo XX se caracteriza en la poesa hispanoamericana
por la variacin de los registros del lenguaje. El sujeto emisor, mezcla, como en el caso de Vallejo, el
lenguaje de la ciudad y el lenguaje del campo, el habla culta y el habla familiar. En esa direcci n, lo
que hace Blanca Varela es abandonar el centro del discurso y hablar desde periferias y violentar al
sujeto emisor. En el poema Puerto Supe, cambia la mscara habitual, que es de identidad entre la
mano del sujeto emisor y la vox que emite el discurso, por la discordancia. La vox que habla en el
poema bien puede ser femenina o masculina, slo al final se percibe que es masculina. Traslada as
Blanca Varela a la poesa lrica, una caracterstica de la novela o del teatro; la no necesaria
coincidencia entre personajes y el sexo del propio autor.
Pero hay algo ms. El enmascaramiento, bajo la apariencia de un discurso autobiogrfico,
prosigue a lo largo de toda la produccin potica de Blanca Varela. Sus confesiones son
deliberadamente falsas, son sumamente intensas, pero al mismo tiempo, por su parquedad, por su
cultivada sequedad, producen en poesa ese efecto de distanciamiento que anhelaba para la escena
Bertolt Brecht. Varela introduce en sus versos, como Vallejo, distintos registros de lenguaje, una
alusin culta puede convivir con una expresin tpica limea, esa yuxtaposicin da como resultado
una sensacin de extraeza. Esa extraeza, esa dureza metlica que envuelve a un corazn
palpitante y secretamente sentimental, da a esta escritura un parentesco, como queda dicho, con
Paul Celan y con Arthur Rimbaud. "Yo soy otro" haba dicho el extraordinario poeta francs. "Mi
yo es andrgino" y abarca todo el sufrimiento humano, podra decir si no Blanca Varela, su propia
escritura, si acaso pudiera reflexionar sobre s misma.
Boletn de la Academia Peruana de la Lengua, Nmero 45, Enero-julio 2008.
http://es.scribd.com/doc/169037177/6281607-Marco-Martos-Blanca-Varela-y-Sus-
Contemporaneos
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Desglosando "Ese puerto existe" de Blanca Varela
Por Lady Rojas Benavente




























Blanca Varela en Playa La Isla, Supe Puerto, Barranca, Lima.

se puerto existe", primer volumen de poesa de Blanca Varela, fue publicado en 1959. El
libro se divide en seis partes: El fuego y sus jardines, que consta de diez poemas;
Puerto supe, que incluye once poemas; El capitn, un poema largo; Historias de
Oriente, poema compuesto de tres secciones; Primer baile, formado por ocho composiciones de
prosa potica, y Destiempo, que tiene dos secciones nueve poemas en la primera y tres poemas
cortos sin ttulo en la segunda.
El fuego y sus jardines
La primera parte de "Ese puerto existe" toma su nombre del ltimo verso de uno de los poemas que
la componen, El sueo (29) y est formada por siete poemas La ciudad, El da, Los
navos, El sueo, Casi pjaro, Retrato y En el espejo y tres composiciones de prosa
potica Elega, Esta oscura flor y Arpa de la edad. Todos los textos se caracterizan por su
brevedad; entre los poemas, el ms largo, Retrato, tiene apenas 22 versos, mientras que la ms
extensa de las composiciones en prosa, Arpa de la edad, ocupa apenas una pgina y siete lneas.
Los textos de El fuego y sus jardines pueden dividirse en general en cuatro grupos segn los
motivos que les dan origen. As, La ciudad, Los navos y Casi pjaro parten de la descripcin
de objetos concretos como la urbe costera, los viejos barcos y el rayo, respectivamente. El da y
El sueo se ocupan de dos momentos del da: el amanecer y el ocaso. Esta oscura flor,
Retrato y En el espejo abordan preocupaciones de la interioridad del sujeto lrico. Por ltimo,
Elega y Arpa de la edad, dos de las composiciones en prosa, comparten el hermetismo de su
significado. Por otro lado, son distintos los rasgos que unen y relacionan los poemas mencionados.
Por ejemplo, las imgenes del mar, de la costa, de diversos animales, de la luz y del fuego, son
comunes a muchos de los textos. Sin embargo, cada uno presenta un aspecto particular del motivo
"E
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que aborda. En efecto, La ciudad (19) elabora una visin dinmica de una poblacin portea; la
urbe se presenta con rasgos humanizados de vitalidad y movilidad.
En El da (21), se mezclan dos elementos poticos: el amanecer junto al mar; en este breve
poema se utilizan eficazmente las sinestesias. En Los navos (23), los vetustos barcos en el puerto,
ya casi intiles, constituyen una imagen que mezcla la nostalgia del pasado con la presencia de lo
decadente. Elega (25) comparte con el texto anterior el motivo del paso del tiempo y sus efectos
en lo arruinado; sin embargo, la oscuridad de las referencias de esta composicin en prosa
profundiza su carcter sombro. Esta oscura flor (27) es el primer texto del volumen en el que el
sujeto lrico hace referencia al universo interno de sus sentimientos. El sueo (29) describe con
brevedad el anochecer y el pasaje temporal en el que el da cede suavemente a lo nocturno. En
Casi pjaro (31), el sujeto lrico imagina la vida subterrnea de un rayo, tras caer a tierra; un
fenmeno instantneo y perecedero se vuelve en el poema un proceso que contina en secreto en
las regiones subterrneas. Retrato (33) es un poema ertico que refuerza la conviccin de que en
el cuerpo se origina el centro de lo carnal y lo sensual. En el espejo (35) el sujeto lrico construye
un universo surrealista a partir de las imgenes del fuego y del propio reflejo. Finalmente, Arpa
de la edad (37) una composicin en prosa, de manera un tanto hermtica, presenta una visin de
la tierra costea al mediar el da.
Por ltimo, cabe mencionar que el orden de los poemas de El fuego y sus jardines muestra
cierta intencin con respecto a elementos clave de una cosmogona. Esta parte del libro se abre y
cierra con dos textos que combinan dos elementos primarios del cosmos: lo slido y lo lquido
encarnados en la tierra y el mar; as, tenemos la imagen de una urbe en La ciudad y la
descripcin de la regin costera en Arpa de la edad. Adems, el tiempo interno de los textos
progresa ya que parece ir del amanecer El da, segundo poema al anochecer El sueo,
Retrato y En el espejo, ltimos poemas.
Puerto Supe
Puerto Supe es el ttulo de la segunda parte del libro, nombre tomado del primer texto. Diez
poemas Puerto Supe, Una ventana, Los pasos, Carta, Fuente, La leccin, El paseo,
El observador, Medioda y Divertimento y una composicin en prosa, Las cosas que digo
son ciertas, constituyen esta segunda parte. Si se exceptan los poemas primero Puerto Supe y
el ltimo, Divertimento, las composiciones destacan por su brevedad y densidad al mismo
tiempo.
Los poemas de esta seccin de Ese puerto existe pueden agruparse tambin segn ciertas
caractersticas comunes. En efecto, el tema de la exhortacin a la libertad es comn a los poemas
El paseo, El observador y Divertimento. Las cosas que digo son ciertas, Una ventana y
Medioda comparten una sombra atmsfera de pesimismo. La referencia a elementos personales
e ntimos es el rasgo comn de Puerto supe, Los pasos y Carta, mientras que Fuente y La
leccin son dos poemas que revelan la aspiracin del sujeto lrico a poseer el conocimiento
interior.
Una vez ms, varan los motivos abordados, las atmsferas evocadas y las imgenes que se
utilizan. As, Puerto supe (41) evoca la costa, lugar al que el sujeto lrico se muestra ligado por su
pasado y su presente. Las cosas que digo son ciertas (45) es uno de los poemas ms surrealistas
del volumen; trata de la muerte, la enfermedad del alma y la soledad. En Una ventana (47) se
crea una oscura atmsfera de encierro mediante imgenes que evocan lo horrible. Los pasos (49)
constituye una recapitulacin personal de lo experimentado, en la que la vida se concibe como la
suma de los caminos andados. En Carta (51), el sujeto lrico describe a un personaje femenino
que le es esencial por su sencillez. En Fuente (53), el sujeto lrico alcanza la unidad y el
conocimiento de s mismo.
La leccin (55) se refiere tambin al conocimiento, esta vez de lo exterior, y a sus consecuencias
positivas. En El paseo (57) se formula una invitacin a viajar, en un tono optimista y favorable.
El observador (59) incluye el mismo motivo lrico, pero en este caso se exhorta a un hombre a
escapar de su encierro. Medioda (61) es la visin terrible de un rastro o matadero, que se
contrasta con la luminosa e impasible hora media del da.
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Por ltimo, en Divertimento (63) se evoca la playa y el sol, y se invita a la libertad y al gozo.
Como en el caso de la primera parte del libro, El fuego y sus jardines, la segunda parte se abre y
se cierra con poemas que hacen referencia a la tierra costea del sur del Pacfico, Puerto supe y
Divertimento respectivamente. En los poemas de la primera parte, sin embargo, hay un mayor
nmero de imgenes concretas que remiten a lo marino y costeo; en la segunda parte, Puerto
Supe, este tipo de imgenes disminuye para dar paso a referencias y motivos existenciales que
incitan al sujeto lrico a reconocer la importancia de la libertad, el conocimiento y el erotismo. La
brevedad de los poemas, el nmero de ellos en cada parte, el recurso a la prosa potica y la
presencia constante del puerto que se mantiene en todos los textos, son caractersticas comunes de
la primera y la segunda partes de Ese puerto existe.
El capitn
Esta composicin en prosa constituye la tercera parte del volumen; se divide en ocho secciones y
est construida en torno de dos perspectivas que se evidencian estructuralmente. As, en las cinco
primeras secciones (69-70) el sujeto lrico se identifica con el capitn de un navo, quien reflexiona
antes y despus de un combate en el mar. En las tres ltimas secciones (71), el sujeto lrico deja de
ser el capitn, con lo cual la perspectiva cambia. Este juego de doble perspectiva permite contrastar
la imagen que de s mismo y de las hazaas de los marinos presenta el capitn, con la parte oculta
de s propio que se descubre en las ltimas secciones de esta composicin en prosa.
En las cinco primeras secciones abundan las imgenes marinas y blicas.
En efecto, en las secciones uno y dos (69), el capitn se presenta en la vspera de una batalla; la
descripcin que hace de s mismo incluye elementos ntimos: Los capitanes somos castos y
...somos insomnes (69) y referencias al clima en el mar. En la tercera seccin (69, 70) predomina el
motivo de la muerte, pues se exhibe la escena del puente del barco tras la batalla y se describen los
cadveres de los marinos. En la cuarta seccin (70) los marinos se presentan como guerreros
triunfantes que obtienen la gloria. Sin embargo, la quinta seccin (70), que consta solamente de dos
oraciones, introduce la duda sobre lo referido: Vencedores nos sorprende el alba. Hemos
soado? (70). A partir de la sexta seccin (71) el sujeto lrico deja de ser el capitn; se introduce as
una nueva perspectiva que resume y cuestiona las secciones anteriores de la composicin. De esta
manera, la seccin seis muestra a los marinos tras la batalla en trminos opuestos a los de la cuarta
seccin; en esta ltima el capitn dice de s y de sus hombres: Nuestras espadas cruzan el
firmamento como rayos, nuestros ojos viajan/ como soles, la cabellera crece violentamente y se
multiplican nuestras/ sonrisas sin ley (70).
En la seccin seis, el sujeto lrico los exhibe de manera muy distinta: Lvidos, tibios,
afeminados, los guerreros contemplan atnitos el nuevo da (71).
Las tres primeras oraciones de la seccin siete (71) retoman las imgenes de las dos primeras
secciones de la composicin: el insomnio del capitn, su aliento comparado con un insecto y la
espera de la batalla. La ltima oracin refuerza la imagen de la debilidad del capitn y de sus
hombres al comparar la fuerza de ste con la de una nia atacada de malaria (71) y al adjudicar a
sus marinos actividades ocultamente homoerticas, sus huestes se acoplan en las bodegas
hmedas (71).
La seccin ocho (71) formada de una sola oracin se refiere al carcter secreto de lo revelado.
En El capitn, la figura del guerrero se cuestiona al mostrar el aspecto subyacente de debilidad
que la conforma, aspecto que en la composicin se magnifica con rasgos de afeminamiento y actos
de homosexualismo.
Historias de Oriente
Este poema forma la cuarta parte de Ese puerto existe. Es probable que su ttulo haga referencia a las
resonancias bblicas de las imgenes utilizadas. El poema consta de tres secciones divididas
claramente mediante numerales romanos. La primera seccin es un poema; la segunda, una
composicin en prosa potica, y la tercera, una mezcla de verso y prosa.
En la primera seccin (75-76), las imgenes utilizadas evocan el mundo recin creado en su
primera maana. Al inicio de esta seccin, una voz referencia probable al dios creador del mito
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bblico anuncia el nacimiento del sol; el poema termina cuando el astro ha llegado a su cenit, l o
que expresa la relacin temporal de la creacin.
En la segunda seccin (76), las imgenes integran el relato de una conspiracin. Se describe la
inquietud de un grupo de hombres los vstagos, luego llamados los rebeldes, quienes
deciden quemar sus obras; desisten, sin embargo, ante la presencia de terribles presagios. Es
posible que esta seccin haga referencia a la rebelin de las criaturas, los hijos de Dios, contra su
creador.
La tercera seccin es la ms hermtica (77-78). El sujeto lrico presenta la historia de un perro que
amanece envuelto en una nube azul y se vuelve as inaccesible a Cosme, su dueo. Las imgenes
insisten en el sufrimiento del animal y en la ira y el dolor del hombre, sentimientos originados por
la separacin. Los motivos que as se construyen son la prdida, la persecucin de lo que se ha
querido y se ha perdido, y la permanencia del dolor ante el alejamiento de ambos seres. La imagen
de la nube recuerda tangencialmente el caso de ciertos personajes bblicos que son arrebatados de
la tierra hacia el cielo Ezequiel, por ejemplo.
Historias de Oriente es un poema que presenta tres episodios de inspiracin bblica. La
utilizacin de imgenes de lo maravilloso o lo fantstico une como elemento comn a las tres
secciones: la voz, los presagios y la nube azul, respectivamente. Se genera as un proceso de
desacralizacin debido al tratamiento personal de dichos episodios.
Primer baile
Esta composicin en prosa potica constituye uno de los textos ms largos del volumen. Se divide
en ocho secciones de extensin desigual; la ms larga (VII) posee treinta y dos lneas, mientras que
la ms corta (VIII) consta de seis. Las secciones se relacionan entre s mediante dos motivos
predominantes: movimiento e inmovilidad; al efecto se utilizan las imgenes del baile y del desfile
como metforas de lo primero, en tanto que la imagen del sueo ejemplifica lo segundo.
En la primera seccin (81), el sujeto lrico enfatiza su carcter animal y carnal, as como las
consecuencias positivas de tales rasgos, es decir, vitalidad, sensualidad y movimiento: Soy un
simio, nada ms que eso y trepo por esta gigantesca flor roja.
En la seccin II (82), el sujeto lrico se refiere a un tipo de movimiento especfico: la ascensin;
sta se considera una forma de movilidad penosa pero transformadora.
En la seccin III (82), el sujeto lrico deja de ser actor para convertirse en espectador; abandona el
propio movimiento para describir el de otros seres, esto es, el de un cortejo de araas y pulpos. Se
introducen imgenes de violencia Una espada los persigue [a las araas y a los pulpos] y les
arranca los ojos que otros espectadores el pueblo aplauden.
En la seccin IV (83) se repiten las imgenes del cortejo o desfile y de la violencia; ahora es el
mar quien pasa y deja atrs extraas especies revolvindose, que luego los imbciles atacan
slo para amanecer muertos ellos mismos. De nuevo, el sujeto lrico es espectador del movimiento
y la violencia ajenos.
En la seccin V (83-84), el sujeto lrico se vuelve hacia su interior y reflexiona respecto del
universo del sueo. Se utiliza aqu la dualidad clsica sueo-vigilia para simbolizar y oponer los
espacios de lo ntimo y lo externo. De este modo, el sujeto lrico expresa el amor que siente hacia su
rico y ambivalente universo onrico.
La seccin VI (84-85) abunda en breves referencias a diversos mitos de la creacin del mundo.
As, se inicia con una imagen que recuerda el mito pitagrico: Los nmeros arden. Se habla
tambin de una rueda como metfora del destino, imagen que recupera el smbolo tradicional
del azar. La santa palabra que igualmente se menciona aqu se refiere sin duda al mito bblico de
la creacin mediante justamente la palabra considerado el soplo original. Estas referencias
mticas, sin embargo, se tien de un carcter negativo, el cual se expresa con claridad en la oracin
que califica la creacin, por parte de Dios, del propio ser humano: Es triste ser la invencin de un
loco, un ojo de otro ojo.
Al final de la seccin reaparece el motivo del baile en la imagen de un lagarto que danza.
La seccin VII (85-85) recoge de modo velado el motivo adnico de la pareja original. La nia y
el hroe representan aqu los dos seres humanos primigenios, pero el sujeto lrico da a la creacin
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rasgos de mero espectculo que se presenta frente a un alcalde y a un pblico arrebatado. En
esta seccin, las imgenes surrealistas se acumulan para crear un ambiente de drama (o incluso
farsa), con lo cual se desacraliza de nuevo la referencia original al mito bblico.
En la seccin VIII (86) se retoman los motivos de lo corporal y el movimiento, mediante
imgenes del cuerpo y del baile. Se efectan una vez ms veladas referencias bblicas, en cuanto a
la imagen de la luz como elemento que comienza todo. La seccin y el poema entero se cierran con
una imagen irnica que opone dos elementos distintos enlazados por el movimiento: Inician el
baile el elefante y la justicia./ Quin vencer? De esta manera, en la ltima seccin se reiteran
varios de los motivos que se desarrollan a lo largo de todo el poema: la presentacin de contrarios,
las referencias a mitos bblicos, el movimiento y las imgenes surrealistas.
Destiempo
La ltima seccin del libro est formada por un conjunto inicial de nueve poemas (cada uno
numerado con una cifra romana), y tres poemas independientes sin ttulo.
El conjunto inicial de nueve poemas destaca en general por su brevedad; el ms largo (V) posee
veinticuatro versos, mientras que el ms corto (VIII) slo tiene cinco. No parece haber un tema
nico que relacione entre s estos poemas; ms bien, en ellos se encuentran motivos e imgenes
recurrentes del universo potico de Blanca Varela: la noche, la soledad, la decadencia, el sueo, el
amor y la muerte.
En el primer poema de la serie (89), la imagen de la noche sirve como trasfondo contra el cual se
presenta el motivo de la soledad y del aislamiento. Distintos elementos de color rojo -llamas, coral
y sangre- se utilizan para introducir la imagen del otoo.
El poema II (90) est construido con base en contrastes humanos estrchame - aljate y del
universo fro paisaje- desierto, cielo derribado. Se abordan as los sentimientos amorosos y
los motivos del viaje y del olvido.
El poema III (90-91) est formado por imgenes sombras y pesimistas. En efecto, los motivos de
este poema son la destruccin rayo, rbol talado, la indiferencia csmica ante la desgracia
humana Contemplamos el cielo. No hay seales, el desconocimiento de la propia circunstancia
Es de da? Es de noche?, y la decrepitud slo hay un viejo muro.
El motivo del poema IV (91) es la huda en pos del ideal. Abundan las imgenes de la
naturaleza. El sujeto lrico explica, con un tono optimista, cmo es el mundo prototpico que
persigue. El poema V (91-92) destaca por la musicalidad de sus versos. El sujeto lrico describe una
nube y su travesa por el cielo; esto le sirve para mostrar cmo este sencillo elemento de la
naturaleza constituye un universo en s mismo. El motivo principal del poema VI (92-93) es la
insignificancia del ser humano frente a la inmensidad, simbolizada aqu por el mar, la ciudad y la
eternidad. La condicin frgil del hombre se subraya al compararlo con una plida burbuja y un
silencio.
El poema VII (93) es el ms breve del conjunto. En l, apenas se insina el motivo de la vista
como el sentido que permite aprehender la realidad exterior.
El poema VIII (93-94) describe en seis versos el proceso de despertar como acto que introduce al
sujeto lrico en el mundo de la conciencia. Los objetos, los sentimientos, los espacios cotidianos y la
mirada de los dems conforman paulatinamente la realidad de quien despierta. En el poema IX
(94), los motivos del amor, los recuerdos y la promesa se entretejen mediante las i mgenes de la
msica y del tiempo.
Tres poemas sin ttulo cierran la ltima seccin de Destiempo. En el primero de ellos (95), el
motivo es el paso del tiempo. Se utiliza la imagen del atardecer para subrayar la irreparable huda
de lo temporal, simbolizada en las horas que son plidas viajeras. El segundo poema (97-98) tiene
como motivo la noche y su eterno retorno. El sujeto lrico presenta la noche como un ente
humanizado que aguarda el amanecer con esperanza. La sucesin interminable de das y noches se
concibe como una forma de permanencia, una hoguera posible contra la muerte. El tercer poema
(99) es probablemente el ms crptico de esta seccin. De nuevo, se utilizan en gran medida
imgenes de la naturaleza. La estructura del poema muestra un equilibrio premeditado, en el que
las estrofas primera y ltima estn construidas como una imagen en espejo.
- 18 -

Un motivo frecuente en los poemas de Puerto Supe es el simbolismo de la regin costera. En
varias partes del libro, diversos poemas desarrollan dicho motivo directamente o de modo
tangencial. As, en la seccin El fuego y sus jardines, los poemas La ciudad y Arpa de la
edad abordan el motivo mencionado; en Puerto supe, ocurre lo mismo con el poema que da
ttulo a esta parte, as como con Medioda y Divertimento; y en Destiempo, el poema VI se
refiere al motivo que nos ocupa. Sin embargo, aunque el motivo es el mismo, la autora lo utiliza
con fines distintos en cada caso. Esto resulta evidente al comparar tres poemas: La ciudad,
Puerto supe y el poema VI de Divertimento. La ciudad (19) elabora una visin dinmica de
una poblacin portea; la urbe se presenta con rasgos humanizados de vitalidad y movilidad. Por
su parte, Puerto supe (41) evoca varios elementos de la regin costera como marco inseparable
del pasado y del presente del sujeto lrico. En el poema VI de Destiempo (92), la regin de la
costa se convierte en un smbolo de la inmensidad que el ser humano enfrenta desde su pequeez.
Tenemos as tres enfoques distintos de un mismo motivo. Esto tambin se evidencia si se
consideran los espacios poticos de cada composicin. En La ciudad, la atencin se centra en el
espacio urbano; en Puerto supe, en los espacios ntimos de la memoria y de los sentimientos; en
el poema VI, en el espacio abstracto de la condicin del ser humano. Es posible decir, entonces, que
en el primer caso el sujeto lrico describe una ciudad real y dinmica; en el segundo, evoca una
ciudad de la memoria; en el tercero, adjudica valor simblico a una ciudad sin lmites (93).
Se halla tambin una diferencia en cuanto al tiempo interno de los poemas. En efecto, la imagen
de la urbe vital y llena de movimiento de La ciudad ha quedado captada en un instante de
continuo presente. El tono de evocacin de Puerto supe hace referencia al pasado. El motivo
abstracto de la inmensidad y de lo infinito en el poema VI, crea una atmsfera atemporal.
Las imgenes que se utilizan en los tres poemas muestran rasgos comunes, aunque su uso se
adecua, en cada caso, al enfoque particular del motivo. Por ejemplo, las imgenes de elementos de
la naturaleza abundan en las tres composiciones poticas; sin embargo, en cada una cumplen un
papel distinto. As, en La ciudad dichas imgenes sirven para caracterizar a la urbe como parte
de su entorno; sta se compara con un rbol, una isla, un bosque, el cielo. En Puerto supe, las
imgenes de la naturaleza se acumulan para describir el paisaje de la costa, el cual constituye a la
vez el panorama interno de los sentimientos y recuerdos del sujeto lrico. En el poema VI de
Destiempo, las imgenes de la naturaleza se reducen al mar, el sol y la luz, y su valor es sobre
todo simblico, pues pretenden expresar lo inmenso y lo infinito.
El mar es una de las imgenes de la naturaleza que se repiten con insistencia en todo el libro. En
los poemas que analizamos, esta imagen sirve de nuevo como ejemplo del uso variado que la
autora hace de un mismo elemento potico para distintos fines. As, en La ciudad el mar es una
presencia implcita que apenas puede adivinarse o deducirse a partir de otras imgenes peces
sobre espejos de oro, isla abandonada (19).
En Puerto supe, por el contrario, el mar es un personaje central del universo del poema, a
quien se dirige directamente el sujeto lrico:

Oh, mar de todos los das,
mar montaa,
boca lluviosa de la costa fra! (41)

En el poema VI, el mar encarna el smbolo de lo infinito, junto al cual el ser humano es casi nada:

El mar pliega las alas al atardecer,
t no eres sino una plida burbuja
navegando al golpe del aliento... (92)

Por ltimo, cabe mencionar que la imagen doble mar-ciudad o mar-costa es una constante en la
obra de Blanca Varela.
Ese puerto existe de Blanca Varela es sin duda uno de los libros de poesa ms significativos de la
autora. Uno de los elementos ms destacados de este volumen es la variada riqueza de sus motivos
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poticos, entre los cuales destacan por su aparicin constante en todo el libro la naturaleza y las
referencias a mitos bblicos.
Las imgenes de la naturaleza constituyen una presencia constante en Ese puerto existe. La
oposicin puerto-mar, oposicin entre lo terrestre y lo acutico, es quiz el motivo que genera un
mayor nmero de imgenes relacionadas con lo natural. Sin embargo, no slo lo marino sirve a la
autora para referirse a la naturaleza; los jardines, la selva tropical, los animales, los insectos e
incluso los distintos momentos del da el amanecer, el atardecer, la noche le permiten incluir a la
naturaleza como parte fundamental y activa de su universo potico. No obstante, cabe aclarar que
en la poesa de Blanca Varela, la naturaleza no es ni presencia decorativa o paisajstica, ni mero
espejo de los sentimientos del sujeto lrico. La naturaleza en Ese puerto existe y en otros libros de
Blanca Varela, es una fuerza oscura, multiforme y siempre activa en la que los seres animales y
plantas hallan lugar y sentido; el ser humano, sin embargo, se presenta a menudo como un mero
observador, un ser ajeno a esa comunidad de lo natural.
En distintos poemas de Ese puerto existe se utilizan referencias a mitos y personajes bblicos.
Dichas referencias se usan como parte de una estrategia de desacralizacin y cuestionamiento de
los smbolos religiosos de la tradicin judeocristiana. El ejemplo ms claro de esta estrategia se
halla en las composiciones de Historias de Oriente, donde mitos como la creacin y la rebelin de
los seres contra su creador, se presentan desde un punto de vista muy personal. Se altera as la
versin original del mito, y ste se reinterpreta mediante un punto de vista distinto como medio
para desacralizar y cuestionar la validez de lo mtico. La desacralizacin se subraya de modo
inequvoco con el uso de imgenes que pertenecen a un registro muy distinto y alejado al de la
imaginera tradicional judeocristiana; por ejemplo, ya no es un profeta quien vuela envuelto en una
nube, sino un perro que orina (77-78). De esta manera, la deconstruccin de la mitologa
judeocristiana adquiere, en la obra de Blanca Varela, un carcter de subversin y franco
cuestionamiento.
El tiempo ha demostrado la originalidad de la voz potica de Blanca Varela. Ese puerto existe es
un volumen en donde dicha voz aparece con un timbre propio, y en donde el lector puede
reconocerse los motivos lricos y las obsesiones existenciales de la autora. La importancia de este
libro en el contexto de la poesa peruana del siglo XX es, por lo tanto, innegable.

14 de diciembre del 2008.
(*)Lady Rojas Benavente Poeta, crtica literaria. - Concordia University, Canad

http://scriptura-blog.blogspot.com/2008/12/desglosando-ese-puerto-existe-de-blanca.html

Encuentro con Blanca Varela
Por Yolanda Pantn
Hablar de poesa
urante la semana que dur la invitacin que la trajo a Caracas para dictar el veredicto del
Premio Internacional de Poesa Juan Antonio Prez Bonalde en Agosto de 1996, escuch
hablar a Blanca Varela. Fueron pocas las veces que me permiti acotar algo al ro de su
conversacin. No me import, yo quera escucharla. Me fascinaba descubrir en sus
relatos y, sobre todo, en las ancdotas domsticas, triviales, banales, llenas de mnimos detalles: el
tipo de ropa que le gusta, dnde la compra, cuntas veces a la semana se arregla el cabello, el
carcter de sus hijos, tan diferentes, en la mencin a sus nueras, sus nietas, sus empleadas, a
Szyszlo, a su madre, a sus hermanas, los signos terribles de su poesa, la implacabilidad de su
mirada. Tena la intencin de hacerle una entrevista literaria pero oyndola hablar tuve casi la
certeza de que cualquier cosa que me dijera, sin que mediara un mnimo de intimidad entre
nosotras, iban a ser lecciones aprendidas a lo largo de la vida, lugares comunes de un discurso
mayor del que descree. Las mujeres le escuch decir hemos abordado temas ms modestos,
menos importantes.
D
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Soy una persona terriblemente previsible, siempre he sido as, me deca mientras revisaba
cada una de las gavetas de la cmoda del hotel. Pareca tener miedo de dejar algo; revis sus
maletas y sus papeles varias veces.
Lo nico que en el trayecto llam su atencin de una ciudad que no conoca, un momento de
asombro, fue el verde de las colinas que se derraman desde Caracas hacia el aeropuerto Simn
Bolvar en Maiqueta. Qu bonito me dijo. Trat de recordar en sus libros momentos de
celebracin. No pude entonces. El cielo, testigo de su feroz interpelacin a un dios muy cruel,
parece cubrir con calma indiferencia aquel oscuro laberinto profundo que puede ser la vida. Un
cielo semejante al de algunos de los poemas de su coterrneo y contemporneo Jorge Eduardo
Eielson que lea entonces con mucho inters y admiracin. Pero vindola contemplar el hermoso
paisaje no dej de pensar en otro de sus versos: el suplicio comienza con la luz.
En Maiqueta buscamos un lugar tranquilo para seguir conversando. Blanca hua del ruido, de la
gente. Encontramos refugio en uno de esos restaurantes que son iguales en todos los aeropuertos
del mundo. El hecho de que no hubiese caf la confundi. Mientras tomaba el refresco que pidi a
cambio, sacaba la cuenta de las horas que poda dormir y descansar antes de salir al da siguiente
para Chile atendiendo otra invitacin. Estaba cansada, la noche anterior haba dormido poco.
Odiaba verse as, plida, ojerosa. Cuando nos despedimos, al fin, frente a la aduana, lo ltimo que
me dijo con aquella elegancia que nace del hartazgo, del enorme fastidio que parece producirle la
humanidad, sin muchos aspavientos, sin demasiada efusin, fue: Adis Yolanda, s feliz.
Entonces, al llegar a mi casa, para que no se perdiera lo vivido y las palabras no se las llevara el
viento, escrib este retrato que en su momento ella me autoriz publicar:
Retrato de memoria
Yo vivo en una casa muy grande, de tres pisos, frente al ocano. A veces, tarde en la noche, mi hijo
Vicente que vive justo debajo de m, me llama por telfono y me pregunta: Qu haces, Varela? Me
llama as, Varela. Yo le digo: nada, estoy viendo televisin. Entonces l me invita a tomar un
whisky para ver la luna desde su terraza, una vista preciosa.
Desde la ventana de mi oficina miro a un terreno baldo. El otro da estaba una criatura como de
once aos rodeada por un grupo de nios que aspiraban pegamento. Escrib un poema llamado
Ternera acosada por tbanos. Un buen ttulo, no? Es terrible.
Yo he tenido una vida esplndida, no me puedo quejar. He viajado por el mundo entero, he
vivido en Pars, en Nueva York, en Washington, pero quise regresar al Per. Eleg vivir en la
pobreza.
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No s, he ledo mucha poesasoy una buena lectora de poesa. A veces veo que hay poetas que
son demasiado poetas, me entiendes? Muy pendientes de lo esttico eso me distancia un
poquito. Yo no hago concesiones. Mis poemas nacen de otra cosa.
Veo que en la poesa venezolana hay muchas referencias a los asuntos familiares: los padres, los
tos, los hermanos, la casa solariega. Yo tambin tengo mi retrato de familia, pero ya sabes cmo es.
Cuando mi hijo Lorenzo tena catorce aos, pasaba al lado mo y no me vea, como si yo no
existiera, como si fuese transparente. No sabes cmo me dola. Entonces escrib Casa de cuervos.
Yo miento mucho. Pero miento en las cosas pequeas, es curioso, en las cosas que no ti enen
importancia, digo mentiras tontas; te dije que el lunes es el cumpleaos de mi madre, pero no es
as, es el cumpleaos de una de mis nietas. No se por qu te dije eso. Quien no miente es la poesa,
cierto?
Me llevo estupendamente bien con mi madre. Es una mujer fantstica. Tiene noventa y un aos
y todava usa tacones. Adems, huele a rosas. Se ha casado tres veces, una mujer muy fuerte, llena
de vitalidad. Es una especie de gloria patria, la gente la adora, sus cumpleaos son fiestas
nacionales, escribe poemas populares, canciones. Mi madre me admira mucho, est muy pendiente
de m. Yo la mimo. Cuando voy de viaje le llevo cosas preciosas. La ltima vez que fui a Nueva
York, le compr un traje de paillete, no pude evitarlo, un traje negro, una maravilla.
Mi padre era un hombre muy fino, el primer marido de mi madre. De una vieja familia de la
oligarqua venida a menos, gente que no trabaj nunca en la vida, que se fueron comiendo la
herencia hasta quedar prcticamente sin nada. Era de verdad un hombre muy refinado. Cuando yo
sala era l quien me haca las uas. A los quince aos comenc a fumar. Mi padre un da me abri
la cartera y vio la caja de cerillas. Sabes qu hizo? La sac y sin decir palabra, meti dentro del
bolso un encendedor de oro, muy bello. As era mi padre.
Un sicoanalista amigo mo, un hombre brillante, Max Hernndez, me dijo que yo era ms padre
que madre. Qu curioso, no?
Yo he sido una mujer muy seductora. A veces me miraba en el espejo y me encantaba, ese brillo
de la mirada. Hasta que no me gust ms. Cuando era joven e iba a las fiestas, me fijaba en el
hombre ms guapo de la reunin, y puedes creerlo? enseguida estaba al lado mo y me invitaba a
bailar. Pero siempre resultaban tan aburridos
No me gustan las mujeres pero tampoco me gustan los hombres. A ver qu clase de hombres
me gustan a m? Odio a los hombres con las uas arregladas, me horroriza la idea de que una mano
as me toque. Es extrao, pero cuando era joven y viva en Pars, me gust un hombre pequeo, feo,
con una pelusa en la cabeza y gotas de sudor sobre el labio. Yo no poda creerlo, qu me est
pasando, pero me gustaba, tena algo.
Me gusta mucho la pintura de Bacon, esas figuras borradas. Hace poco fui a ver una exposicin
de l en Nueva York y me tuve que salir de la sala. No lo pude resistir.
Yo no digo lisuras, pero ahora me gustara decir: Carajo. Ustedes dicen carajo? Quiero irme al
quinto coo. No quiero despedirme de nadie, odio las despedidas.
Mi nieta Manuela me imita, qu graciosa. Cmo hace tu abuela? le preguntan. Y ella tuerce un
poquito la boca, ese rictus que yo tengo. Te fijaste? Lo hace perfecto.
Cuando nia, la boca de los adultos me daba asco. Me besaban y yo inmediatamente me secaba
la mejilla.
A las mujeres les gusta que les regalen perfumes, no? Yo uso un perfume muy raro de Guerlain,
un perfume difcil de conseguir.
No hemos hablado casi de poesa. Hace poco en Lima, invit a mi casa a un grupo de poetas.
Una de ellas las previno: Blanca Varela es una seoritinga, nos va a ofrecer whisky, ya vern.
Bueno, les ofrec whisky, vino, vodka, lo que ellas quisieron. Sabes de qu hablamos toda la tarde?
Pues de hombres, de cosas de mujeres.
Te gustaron las cosas que le de Ejercicios materiales? Yo creo que no voy a escribir ms as, creo
que toqu un lmite, me da miedo caer en una retrica del horror, por decir algo. Son poemas
tremendos, cuando digo que Dios es una mosca que mato contra la pared. Qu bruta no? Ese
poema lo escrib en cama, con un resfriado terrible. Agarr un papel y lo escrib. Al da siguiente lo
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pas a mquina, un poco para saber qu era lo que haba hecho. Y me gust, le correg muy pocas
cosas.
Lo que escrib despus de ese libro es diferente, se llama El libro de barro. Sent la necesidad de
hacer un recuento de mi vida. El libro vino solo, como suele suceder, sin que yo lo buscara. Estaba
en una casa de playa con unas amigas que me invitaron a pasar con ellas unos das. Cuando
llegamos me dieron un cuarto para m sola: Blanca quiere estar sola. Se los agradec muchsimo. Yo
me iba en las tardes a mirar el ocano. Entonces, un da, hund las manos en la arena y sent que
estaba tocando algo muy antiguo. En ese libro hago por primera vez mencin a mi padre cuando
digo: mi padre sonre. Y es que en mi poesa hay mucha ternura.
El poso
Leo este retrato muchos aos despus aunque conservo intacta la emocin que me anim hacerlo.
Del trato con Blanca Varela surgi el permiso para publicar en la editorial Pequea Venecia de
Caracas, el poemario Ejercicios Materiales que haba salido antes en Lima. Luego recib por correo
un ejemplar de El libro de barro. Y ocurri el accidente donde muri su hijo Lorenzo. La otra vez que
nos vimos fue en Lima en 1999, el mismo ao que public Concierto animal. Estuve un rato en su
casa frente al ocano hasta que un grupo de poetisas nos fuimos junto con ella a la casa de
Giovanna Pollarollo para seguir hablando de las cosas de la vida, como hacemos las mujeres
cuando nos reunimos.
Tengo una deuda personal con Blanca Varela, una deuda de la que ella en su lucidez me previno
al decirme que tena la certeza de que al pagarla la iba a matar simblicamente dentro de m. Le
debo en intencin, al menos, como tantas amigas, desconfiar de las palabras, no prodigarlas, no
dejarse encantar ni encandilar por bellos edificios verbales. Ser compasiva y cruel, al mismo
tiempo, cuando nos ha tocado a nosotras mismas romper nuestra imagen frente al espejo y con ello
los mitos que sostienen nuestra condicin de madres, de amantes y de hijas para rehacer nuestras
rotas identidades. As, la mayor deuda que podemos tener con esta poeta es su riguroso ascetismo,
su trato tico con las palabras, y la libertad de atreverse a ver ms all de las cosas, de los objetos,
de los gestos; saber regresar de los frecuentes viajes al fondo de s misma (aquella regin muy
delgada, muy peligrosa a veces como le dijo a Edgar OHara*), con pequeos objetos, con
restos extraos, con fragmentos de cosas misteriosamente irreconocibles.
Blanca fue muy generosa al permitirme en esos dilogos en Caracas volver la vista para
reconocer al padre. Esa extraordinaria posibilidad que deviene en otra forma de escritura cuando
se abren otras puertas, pude verla en los poemas de El libro de barro que le entonces como una
invitacin al desprendimiento. Recuerdo cmo me llam la atencin la frase mi padre sonre y el
hecho segn su relato de que ese poemario hubiese surgido cuando hundi la mano en la
arena y toc algo misterioso y extrao. Ese frgil huesecillo de la estirpe que la poet a encontr al
azar un da que fue a la playa con sus amigas, es tambin lo menor, lo deleznable, lo que nadie se
detendra jams a considerar, pero donde ella pens la posibilidad de una respuesta a su
angustioso requerimiento. Es verdad que Concierto animal cierra esa puerta, pero tambin es cierto
que en ese libro la poeta encontr el hueso de la escritura.
As, volviendo a la deuda que muchos tenemos con Blanca Varela, quisiera agregar algo. Yo creo
que parte del trabajo de un poeta consiste en olvidar todo lo que ha ledo, todo lo que ha amado
intensamente, para que quede la escritura como un poso donde las voces se confunden y no le
pertenecen a nadie. Si eso no se hiciera, deslastrarse de los recuerdos y de los poemas que nos han
marcado con la misma intensidad que una relacin amorosa, sera imposible igual vivir que escribir
(si se entiende como escritura eso que llaman equvocamente tener voz propia).

Publicado en Silva Santisteban, Roco y Mariela Dreyfus. Nadie sabe mis cosas.
Ensayos sobre la poesa de Blanca Varela. Lima: Fondo Editorial del Congreso, 2007.
Una versin abreviada apareci originalmente en El Libro Actual 20, 1996-1997, Caracas.

* OHara, Edgar. El recuerdo del recuerdo. Entrevista con Blanca Varela. La Gaceta del Fondo de
Cultura Econmica. Nueva poca. N 178. Mxico D.F., octubre de 1985.
http://notaszonadenoticas.blogspot.com/2007/10/encuentro-con-blanca-varela.html
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Blanca Varela con sus hijos Vicente de Szyszlo (derecha) y Lorenzo de Szyszlo (izquierda)
Blanca Varela:
Esto es lo que me ha tocado vivir
[1]

Por Rosina Valcrcel
Blanca Varela (Lima, 1926) tuvo que afrontar la dolorosa experiencia de perder a su hijo Lorenzo Szyszlo,
fenecido en un trgico accidente de aviacin en el verano de 1996. Sobreponindose a sus heridas, la poeta
afront con estoicismo la situacin. De inmediato recibi la solidaridad de viejos y nuevos amigos. Pero por
esas misteriosas cosas que tiene la vida que suele compensar lo incompensable, su obra potica completa, hasta
la fecha, se ha publicado en su integridad, bajo el rtulo de Canto villano (Mxico: FCE, l996). Asimismo,
por su brillante produccin lrica mereci que la condecorasen con la Medalla Internacional Gabriela
Mistral, que otorga el gobierno chileno a personalidades de la cultura de todo el mundo. Sin mayores
prembulos presentamos su palabra clida y directa.
Inicios de Mujer
Cuando a los siete aos garabate mis primeros versos mi abuela y mi madre reaccionaron como
suelen reaccionar los seres que nos quieren: piensan que todos en la familia entre comillas son
muy inteligentes. En realidad, en casa era una especie de costumbre hacer versos. Eso viene desde
atrs, un poco tambin entre comillas.
Quizs el hecho de haber sido criada en un hogar de mujeres influy en mi capacidad de
observar el mundo, el entorno. Creo que tena mucho que hacer tambin el carcter particular del
individuo, en este caso yo. Tena cierta actitud congnita, digamos, para ser observadora y curiosa.
Indudablemente la presencia de mujeres afin en m esa capacidad de mirar. Somos por naturaleza
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muy observadoras. Como el gnero femenino ha estado reducido a un papel secundario en la vida,
de alguna manera ha tenido que callar y observar ms las cosas.
El otro da estaba leyendo algo sobre la percepcin que tienen las brujas. De ah reafirmo que la
mujer es muy sensible, noto que una mujer tiene un grado de sensibilidad muy fuerte y si a eso le
sumas algo de lectura, estudios, temperamento (inquisitivo en mi caso), a lo mejor el resultado es
otro. Tengo mucha intuicin, creo ser una persona muy intuitiva. A veces alguien me est diciendo
alguna cosa y yo s qu es lo que quiere, o tal vez eso es tener capacidad psicolgica. Todo este
asunto tiene que ver con la intuicin. Hay una cosa muy animal detrs de todo esto.
Las mujeres, en general, somos muy valientes. Afrontamos muchas cosas que aparentemente
son poco importantes pero que en realidad son tremendamente importantes. Tenemos mucho que
hacer por los hijos, por la sobrevivencia, no es cierto?. Nuestra condicin de individuos que hemos
llevado de alguna manera una carga viva dentro de s, nos hace fuertes, muy fuertes.
El padre ausente
El hecho de que mi padre no viviera con nosotros no es condicin definitiva para que algunos
lectores perciban en mi poesa la ausencia de la figura paterna. Mi padre era una persona a quien
yo quera mucho y con el cual tuve una muy buena relacin. Es verdad que no estaba en el hogar,
como presencia, pero era una persona a quien yo quera y con la cual tena amistad, que es una cosa
mucho ms bonita, porque a veces t puedes querer mucho a tus padres y no tener confianza ni
amistad con ellos. Mi padre era una persona crtica, era una persona muy divertida, que deca cosas
a veces duras, pero con tanta gracia, adems con mucha sabidura. Con l tuve mucho muchsimo
dilogo. No slo eso, mi padre fue una de las personas que determin mis gustos literarios, claro
que s. Cuando yo era muy pequea, l me prestaba me daba los libros que lea. El lea mucho
a los espaoles, Unamuno, Baroja, lea a Valle Incln. Imagnate, yo era una nia muy pequea,
tena nueve o diez aos y ya lea todas esas cosas. Tal vez no las entenda del todo, pero las lea. Es
decir no entenda lo que puedes entender cuando eres mayor y has desarrollado otros elementos de
juicio. Pero s, era una especie de atmsfera que l me ayudaba mucho a crear en particular
historias; tal vez ms dirigida a la ancdota que a la esencia de las cosas. Eso me familiariz con la
literatura y con la lengua. En mi casa por mi madre y por mi abuela ese fenmeno se reforzaba.
Era gente, como ya lo he dicho, que hablaba y escriba bien.
De la Soledad, Los Monlogos y Otros Asuntos
Siempre he sido bastante solitaria y adems me entretena mucho conmigo misma. Era
fantasiosa, segn trmino que usaba mi abuela. Siempre estaba creando situaciones y personajes.
De pronto, por estados de nimo, me imaginaba una situacin triste o una situacin romntica, aun
desde muy pequea. Yo creo que no me senta sola en absoluto. La sordera de Dios es evidente,
hasta hoy la siento. De los adultos creo que ms que sordera es un dilogo de sordos y esto va a la
poltica, a las relaciones amorosas, a todo lo que quieras. Cada uno habla, siente y cree; las
respuestas son ajenas y son las propias.
El Vals, La Guitarra y lo Villano
Mi madre no fue a la universidad, mi abuela tampoco. Eran buenas lectoras, eran personas que
haban tenido ms bien un tipo de universidad familiar. Amigas de muchos escritores, tenan
parientes que eran buenos escritores, amigos que eran gente importante de las letras, pero era otra
cosa. Yo, digamos, fui ms moderna, tuve acceso a ciertas cosas, entonces todo lo popular
aprendido en casa era un lastre para poder avanzar. A lo mejor, era para poder volver a lo popular,
sin comillas, de otra manera, como he podido volver despus. Aparentemente todo el mundo cree
que yo me burlo de los valses cuando escribo un vals; es una especie de nostalgia y de
transposicin, y de ascenso tambin, de esos sentimientos. Yo creo que al vals trat de darle otro
valor. Yo no escribo valses, pero el vals es indudablemente algo que ha marcado particularmente a
la gente de Lima. Lo s y por eso me margino. Es significativa toda esta cancioncita de cuna, la que
hemos escuchado de nios. Antes mucho ms que hoy porque uno tena la radio, en la poca en
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que no haba televisin. En la radio haba programas de msica criolla. Mi madre era una persona
que siempre cant muy bien, muy entonada, aunque nunca profesionalmente. Le gustaba rasguear
su guitarrita y despus, cuando pudo, no en una primera poca, sino ms bien tardamente
tuvo contacto con algunas personas que hacan msica. Primero con su prima, que es con la que
escribi canciones y todo. Despus vino Chabuca Granda, Alicia Maguia y las que t quieras. Hoy
da todas las nias pueden cantar criollo, Julie Freundt, por ejemplo, y lo hacen muy bien, con todo
derecho y sabiendo que estn pisando un terreno muy vlido. No estoy haciendo una apologa de
la msica criolla, casualmente porque no es uno de mis fuertes, lo cual no quiere decir que no me
impacte porque a veces hay cosas que son bonitas y que de repente hasta me emocionan; eso es
otra cosa, eso tiene que ver con la niez. En mi libro Canto villano todo este asunto se manifiesta de
alguna manera. Mi madre siempre ha sido muy atenta a lo que la rodeaba, muy generosa con lo
poco que tena y siempre tuvo una muy buena relacin con la gente, digamos, de extraccin
popular. No era una persona que se jaraneaba, nada, en absoluto, que yo recuerde en mi infancia
no; pero s visitaba a las amigas pobres y no como la seorona rica, porque no lo era. Yo, por
ejemplo, me acuerdo de haber estado en la casa de Las Criollitas en La Victoria. Mi mam me
llev y cuando regres a mi casa imit perfectamente a una de Las Criollitas. Las Criollitas eran
una hermanas que hacan do. Mi mam fue porque iban a cantar algo de ella, la invitaron, y me
dijo no quieres venir?, y yo que era curiosa fui y me pareci muy entretenido y atractivo.
Cuando me refiero a Canto villano es al canto de extramuro, o sea al canto que no se hace en el
castillo; el canto no oculto. Yo hago esa especie de juego, indudablemente tiene que haber
reminiscencias en esta especie de cosas de la cancin popular; una cosa juglaresca tal vez. Franoise
Villon, el poeta francs, que era un tipo que haca barbaridad y media y que era hasta un
malhechor, cantaba. Adems fjate t, cmo ha cambiado la situacin del poeta desde tiempos
anteriores, inclusive hablando del Per. Ser poeta era ser bohemio, ser borrachito, no servir para
nada. Y el poeta no es eso, es un ser humano como cualquier otro que adems canta y suea un
poco, que adems tiene un hogar donde se retira y donde habla de otra manera, pero no es
diferente a los dems. Puede trabajar ferozmente y puede ganarse su pan de todos los das, es
verdad y t lo sabes y yo lo s.
Lima Pars
El poema Puerto Supe [Aqu en la costa tengo races, / manos imperfectas, / un lecho
ardiente en donde lloro a solas.] lo escrib recin llegada a Pars. Lo considero como un poema
inicial. Es un poema en el cual me enfrento con un pas, con una sociedad, con una situacin. Yo era
una chica peruana que haba llegado a Pars en condiciones modestas, recin casada, buscando
conocer cosas. Sent muy fuerte la indiferencia, es decir mi identidad se hizo muy insistente. No es
que la tuviera formada, tal vez, pero comenz a formarse como una especie de gran dolor y
aoranza de lo otro. Entonces, cuando me refiero a mi infancia, me refiero al Per, a la sociedad
peruana. La familia es una consecuencia de las cosas y de las situaciones. Creo que no era un pleito
con padre o madre o situacin social o econmica, no. Yo creo que era contra toda una cosa mucho
ms fuerte que eso, y la soledad que tena era la soledad de quien se busca desesperadamente. Pero
que quede claro, por entonces yo era una persona que todava haca palotes en poesa.
El Cine
A m el cine siempre me ha encantado. Yo sigo yendo al cine cada vez que puedo y miro las
cosas que me parecen importantes, pero cuando era nia, cuando era joven, ya casada, nosotros
bamos en grupo un grupo de amigos bamos a diario al cine y veamos todo; yo he hecho
crtica de cine. A m me interesaba tanto el cine, primero cuando llegamos a Pars, cuando fui la
primera vez, vivamos en la cinemateca, entonces vimos todo lo que se haba hecho en la historia
del cine, puedo decir que tengo una buena formacin. No retena mucho el nombre de los
directores, claro, los importantsimos s, pero no los retena para usarlo en forma erudita, sino por
cultura general. Despus, cuando regres a Lima, despus de mucho tiempo, escrib para la revista
Oiga cuando era un tabloide; trabajaba con Sebastin Salazar Bondy y con Paco Moncloa. Haba
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una serie de personas que todava andan por all, aunque algunos ya han muerto, haciendo
periodismo. Yo haca muchas cosas en Oiga, hasta he hecho editoriales, con eso te cuento todo, pero
no era mi funcin. Pero s haca crtica de cine y firmaba con un seudnimo de hombre: Cosme.
Firmaba Cosme no s por qu, seguramente porque haba vuelto de Italia y me gustaba Cosme
de Mdicis. Cosme a veces me pareca un hombre bien indio, bien cholo, bien peruano y al
mismo tiempo un nombre italiano, me encantaba, me gustaba; adems porque no era mi asunto el
cine, pero s he mirado el cine con mucha atencin y me encanta. Bergman siempre me ha gustado,
en fin todo el cine nuevo. Me gusta mucho el cine underground americano tambin.
Animales en Casa
Yo tengo una relacin muy curiosa con los animales, no s por qu, pero no puedo vivir con un
animal en casa. Sin embargo he tenido que vivir con ellos porque a mis hijos o a mi ex marido le
gustaban los animales y los he soportado, y les he dado un trato casi humano. Era yo la que me
ocupaba de que comieran, de que fueran vacunados, porque me pareca que no se puede tener un
animal para slo hacerles cariitos y que te haga guau guau. Una animal es algo que t tienes que
respetar. No me gustaba dormir con un perro, no me gustaba que el perro estuviera debajo de la
mesa pidindote comida, cosas que tampoco se las aguanto a un ser humano, que hacen cosas
similares a los perros y peores todava, ya sabemos. El perro para m es un individuo respetable.
Puros y Sociales
T sabes que yo siempre me he resistido a la divisin entre poetas puros y poetas sociales, creo
que la poesa es buena y punto, mala poesa no hay. Los temas, los asuntos son los que el poeta
necesita en un momento de su vida para decir lo que siente, lo que est forzndolo a expresarse,
no te parece? T escribes porque tienes urgencia de escribir. Creo que la poesa es social en
general, est dirigida al hombre, al otro que puedes ser t mismo, porque la poesa es dilogo.
Incluso aquella poesa que monologa, que es en realidad un dilogo muy particular.
Un Trabajo Solitario
Yo creo que los seres humanos no tenemos mucho tiempo para hacer lo que quisiramos hacer
y tal vez tenemos limitaciones. Si a m me preguntan qu me hubiera gustado ser en la vida, yo
dira que me hubiera gustado ser un hroe o una herona. No importa qu tipo de hroe, no s pero
me hubiera gustado ser alguien que hubiera pasado por este mundo habiendo dejado alguna
huella que sirva para los dems. Algo que ayude a los que vienen atrs a vivir los mismos
problemas que t de alguna manera ya has vivido. A denunciar ciertas cosas, a luchar contra
ciertas cosas, pero ya ves, no me toc ese rol. Me hubiera gustado en un momento ser una herona.
Cuando era ms joven senta que era capaz de dar la vida por algo. Ahora ya no, ya mi vida vale
poco, son muy pocos los aos que me quedan, ya qu puedes dar. Me comprendes? Es importante
la juventud, pero siento que la juventud ignora el valor que tiene el potencial de la existencia.
Siempre estamos postergando, maana voy hacer tal cosa, voy a luchar contra tales cosas. A mi
manera he luchado, en un aspecto que tal vez es muy hermtico, como es el de la poesa misma. Ha
sido un trabajo muy solitario.
A m siempre me ha interesado la literatura de mujeres, siempre y adems creo que la base de
mi poesa es mucho ms poesa femenina o literatura femenina en general de lo que se cree. Es una
poesa de experiencia humana y biolgica tambin. Yo tengo mucha simpata por las mujeres en
general y ahora que soy una persona mayor he vivido muchas dudas, muchas frustraciones,
muchas cosas hermosas tambin. Recin ahora puedo ser todo lo clara para poder tener una
relacin ms suelta, ms viva con las mujeres. No me toc tenerlas con las mujeres de mi
generacin, entonces estaba muy preocupada en formarme como individuo, las mujeres somos
individuos, somos seres, claro que existimos, vaya que existimos! Entonces en ese momento yo
estaba todava tanteando, buscando cosas, las cosas me iban llegando, pero ahora que me paro
sobre los pies muy cansados hay un poema Los pies cansados y miro alrededor, me da un
gran placer ver a las mujeres cmo estn funcionando, cmo hacen cosas, cmo se atreven, cmo
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han dejado ese papel de bambalinas, secundario, de ser la mano que aparece detrs del teln y
acerca el vaso de agua, o la que recibe la bofetada en la cocina. Ya se acab. Yo siempre he sido
muy rebelde. Yo nunca me he sentido inferior a un hombre; jams. Me he sentido una persona que
tiene conciencia de que un ser humano jams ser inferior a nadie. No importa cul sea su
condicin.
Mi Generacin
Mi grupo era un grupo de muchachos, un poco mayores que yo o un poco menores, como
Bendez. Son amigos que hice en la Universidad, mis amigas en ese momento, las muchachas de
mi edad no escriban. Estaba tambin Lola Thorne, creo que ramos cercanas a Magda Portal, haba
poltica y en ese momento la poltica a m no me interesaba, mejor dicho me interesaba pero no
estaba preparada para eso seguramente. Las poetas de entonces como Cecilia Bustamante, Sarina
Helfgot, Julia Ferrer a m me parecan todas ellas muy buenas, mujeres que escriban muy bien,
generalmente cada una a su manera. A quien s conoc ms fue a Raquel Jodorowski, hace tiempo
que no la veo, muchos aos, era muy divertida y adems tena talento, mucho talento.
La Sombra Surrealista y Algunas Amistades
Hay una investigadora mexicano-espaola que me ha escrito una carta porque est haciendo un
estudio sobre el surrealismo en Amrica Latina en general y quiere saber si mi poesa es o no es
surrealista. Yo le digo que no soy surrealista, creo que en la poca que yo escrib, en la anterior
tambin, el surrealismo ya haba teido de una manera, digamos, una forma de imaginar diferente.
Creo que he tenido el paso normal, accidentado, que tiene cualquier poeta o cualquier persona que
pretende escribir poesa y que ha sido abierta a lo que pasaba alrededor de ella en el mundo. He
tenido la suerte de haber contenido la influencia primersima del surrealismo, es verdad, pero ms
que a travs de Breton a quien conoc ms tarde a travs de lecturas; he conocido surrealistas
importantes luego; la pintura surrealista despus, cuando fui a Pars; primero conoc a Westphalen
y a Moro, entonces all estaba todo, estaba Manuel Moreno Jimeno, que no era surrealista pero que
tena la mejor biblioteca de revistas y de documentos surrealistas que t te puedas imaginar,
tenamos acceso a todo ese material. Mantenamos muy buena relacin con la gente mayor de ese
grupo, el de la pea Pancho Fierro, pero tambin tenamos relacin con el indigenismo, con Jos
Mara Arguedas y con Enrique Camino Brent; pero nunca lo he hecho acadmicamente ni
organizadamente. Yo siempre he tenido el problema de la sobrevivencia, me cas con un pintor que
no tena plata, tenamos que trabajar; tenamos que ir adelante, no tena dinero ni fortuna familiar,
no la tena; haba nacido cuando ya la familia se haba ido al suelo, estaban viviendo muy
modestamente con ciertos estilos, que no era lo real. Entonces s, yo he tenido antenas muy grandes
y mucha suerte de conocer a Cortzar, a Paz, de salir de este grupo maravilloso del Per, de haber
sido tan amiga de Sebastin Salazar Bondy, de Ral Deustua. Yo era muy jovencita, ingres a San
Marcos cuando tena 16 aos, sabes lo que es eso. Cumpl 16 aos entrando a San Marcos, es
increble. Mira qu rebelde era, no pens en la Catlica, no pens en nada de eso; pens en San
Marcos. Para decirte ms, vengo de una familia de librepensadores, soy agnstica. Aunque fui a un
colegio religioso, sin embargo, siempre tom distancia con espritu crtico y al mismo tiempo
respetando, porque no se trata tampoco de denigrar. En un momento he sido muy rebelde y
seguramente muy despectiva. Ahora te voy a decir la verdad, una de las personas que ms respeto
y admiro es al padre Gustavo Gutirrez, que es mi amigo, cuntas veces hemos conversado!
Algo sobre la Crtica
Siempre es excesivo lo que opina la crtica sobre mi obra. No creo que mi poesa merezca tanta
atencin. A lo mejor soy un fenmeno de tipo socialliterario, soy una mujer que tiene una edad y
que se atrevi a escribir ciertas cosas y que las guard en su cajn de escolar mucho tiempo y
despus las comenc a publicar. Te hago una confesin: a m no me gusta mi poesa, pero es la
nica que puedo escribir. Es una poesa honesta; no poda haber escrito de otra manera. Si hubiera
querido fingir un mundo feliz no hubiera podido hacerlo. Mi apreciacin del mundo es el de un
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mundo difcil, duro, a veces hermoso. A pesar de todo, es gratificante tener conciencia de todo ello.
En este momento estoy ms o menos reconcilindome con mi poesa, a travs de cierto tipo de
poetas. Hay ciertos tipos de poetas alemanes que estoy descubriendo prcticamente desde hace
unos aos. Siempre me ha gustado Vallejo. Yo tengo un temperamento seco, un temperamento un
poco asctico, huyo de lo que es florido, a pesar de que me encanta el campo, pero eso no tiene
nada que hacer con la manera de apreciar las cosas y de expresarlas, sobre todo. Pero, claro, hay
elementos que me avasallan, por ejemplo, hablo de la luz, de la noche, de la oscuridad, de la carne;
como hay un tipo de noche y un tipo de luz tambin al mismo tiempo. Por qu no me gusta mi
poesa? Tal vez porque soy una insatisfecha, creo que es el destino de toda persona que aspira a ser
autntica; eso s, creo que ser autntico es buscar siempre algo que uno no alcanza.
Entre Pinceles
En este plan de confesar cosas te cuento que yo no me siento una artista plstica que frustr su
vocacin porque se cas con un pintor. Si la pintura hubiera sido muy importante para m, pues
mira, mala suerte, habramos sido dos pintores en la familia y hubiramos estado pelendonos por
el tubo de leo, que era con lo que se pintaba en esa poca, por el pincel. Pero no, creo que no soy
una pintora frustrada. A pesar que a m me encanta la pintura, tengo una formacin pictrica y
tengo adems una enorme capacidad para acercarme al lenguaje pictrico, a la plstica.
De Temas y Formas
Entre mis temas recurrentes estn el mar, el tiempo y el color, desde el primer poemario hasta el
ltimo. Y algo ms, el equilibrio, la forma no es la clsica. Las formas a las que me refiero tienen
que sostener las cosas, tienen que sostener inclusive el pensamiento. Hay una armona que tiene
que existir en el pensamiento. Tengo la absoluta preocupacin de ordenar. No creas que es un
orden formal, pero s de poner las cosas en sus lugares, en los lugares que yo creo que deben de
estar; soy arbitraria tambin. Tengo una gran necesidad de saber dnde estn las cosas, no puedo
vivir en el caos. Sabes por qu? Tal vez porque mi esencia es catica, la nica manera de alcanzar
una dureza, una permanencia dentro de m es ordenando mi entorno. Tengo una gran capacidad
de delirio y de locura, que tienen todos los seres humanos que piensan; sin embargo, yo creo en el
orden. Me gusta controlarlo todo y a la vez tengo un gran autocontrol, yo creo que s.
Yo no soy de las que ahuyentan a sus demonios, manejo el coro. Trato de que canten a mi ritmo,
que no me hagan extraos, porque puedo patinar terriblemente. La poesa sigue siendo para m
una manera de seguir explorando, de darle nombre a los demonios. Los demonios estn tan de
moda que a m ya me fastidian, que hay un solo demonio que es uno mismo, todos los dems son
invenciones. Por eso a veces mis grandes silencios en poesa, t sabes que he dejado de escribir por
pocas y despus soy una gran jardinera. Puedo escribir muchas pginas y de pronto me quedo
con muy pocas lneas, porque el poema est all metido, hay que saber encontrarlo.
Los Cambios que da la Maternidad
Te confieso que recin cuando tengo hijos tengo sentimientos estables y legtimos; compromisos
realmente. Antes no, tan era as que poda estar muy enamorada, lo he estado, amar mucho a algo
o a alguien, sin embargo todo era digamos no necesariamente efmero, pero no era permanente, era
algo que poda pasar. En el caso de los hijos es diferente, los hijos me dieron una gran estabilidad,
me colocaron en un lugar en la naturaleza y tal vez en mi mente tambin. Creo que antes de
escribir, por ejemplo, Casa de Cuervo tena un pequeo poema que se llamaba Ftbol de 4 5
lneas que escrib mirando a mis hijos y escrib tambin un pequeo poema Toy que es el juguete;
todo est inspirado en el mundo de nios, en un mundo infantil. Por ejemplo, hay otra cosa que
escrib viendo al pjaro devorando al gusano, fue tambin mirando a un nio mo que descubri
muy pequeito el nido de pajaritos en el jardn de la casa un jardn pequeo que tenamos
entonces all su pap le estaba enseando y entonces pens en el pjaro, en el nio y en la vida y
sali esa cosa terrible: Justicia, as creo que se llama. Pero todo nace de imgenes que me
relacionan con mis hijos en un momento.
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Los Designios de la Vida
Es probable que la prdida de mi hijo Lorenzo algo me haya cambiado, no lo s con exactitud. Es
tal el contacto con el escndalo, con el horror de la muerte. Quieres que te diga una cosa? Aunque
suene escalofriante, casi no me sorprendi. Eso es terrible, porque es algo que yo esperaba. Creo
que hay que esperar esas cosas terribles, ese es el destino en la vida, pero no lo esperaba
evidentemente.
A la ltima persona que hubiera esperado que le sucediera era a uno de mis nios.
Qu demonios hay detrs de toda esta especie de juego increble que es la vida, el estar aqu, el
pelear por cosas que sabes que son efmeras, sin embargo hay que denunciar esto, hay que decirlo
mientras uno viva. Yo siempre he dicho una cosa que es una especie de contradiccin, la eternidad
es hoy. Entonces hoy en que estoy todava viva tengo que decir que todo esto no me convence, que
tengo que estar buscndole sentido a las cosas todava.
Poemas y Personas
Qu poema mo prefiero? Creo que ninguno y es la verdad. No s, tal vez un poema que no es
muy autntico, ni muy caracterstico de lo que escribo y se llama Persona, que habla de un
animal que se da la vuelta, que es el ser. No me acuerdo en este momento, tal vez ese es con el cual
ms me identifico, es mi sello personal al mismo tiempo. No hay un perro all, pero hay esa especie
de individuo que da vueltas, se muerde la cola, se pregunta, indaga y sabe que los dems van a un
cierto destino y van a reaccionar de determinada manera, de una o de otra. Hay una suerte de
fatalismo en l y al mismo tiempo de gran coraje. Aunque resulte contradictorio, siento que es as.
Te lo voy a decir, y va a sonar horrible y vanidoso, yo creo que soy una persona valiente, muy
valiente. Soy una persona de mucho coraje, porque siento en el fondo que es la ni ca manera que
tengo de demostrar que no estoy conforme; de poner sobre el tapete mi gran inconformidad. Por
eso me molesta que el hombre no se respete, que los individuos seamos tan egostas los unos con
los otros, que no nos tengamos respeto. No s trata de amor, que yo quiero a todo el mundo, que
buena soy. Creo que hay que conocer el lmite donde comienza otro individuo y donde hay que
tener respeto, una suerte de consideracin.
Estmulos para la Vida y la Escritura
En general los viajes, las exposiciones de pintura, los libros me han estimulado muchsimo para
poder escribir. El trabajo me estimula tambin. Trabajo desde que tena 15 aos, 55 aos que trabajo
sin cesar, con pequeos descansos cuando fui madre o cuando estuvimos en Estados Unidos con
un pequeito y otro que naci all, tuve que ocuparme de toda la familia. Es el primer ao en que
no he podido viajar tal como acostumbro, y no creas que haya sido por una cuestin econmica,
sino por una cuestin emocional. He viajado dos veces este ao, una por cuestin de trabajo a
Mxico y otra apenas muri mi hijo para separarme y ver las cosas desde otra parte, me fui a
Nueva York. Pero a m me encanta salir de viaje porque veo paisajes, veo arquitectura que me
interesa, otro tipo de historia. Me encanta el Per tambin, he ido al Cusco no hace mucho, voy a
Arequipa muchas veces, pero hay tambin una atraccin literaria de ciertos lugares y me gusta
hacerlo. Por ejemplo he estado viajando ltimamente, una hermana ma vive en Espaa y tengo
cmo llegar y que no me cueste tanto. Hice un viaje por toda Andaluca y otro por todo Galicia. Es
que me gusta el arte, la obra del hombre, lo que el hombre hace de bueno, de permanente o de
duradero. Desgraciadamente no son claros los grandes pensamientos, los grandes ideales. Lo nico
que nos hace vivir de una manera, alejarnos de una posicin infame es tener ideas. Luego me gusta
ver las cosas que los hombres hacen annimamente porque t vas a ver una catedral y te das cuen-
ta que eso lo hizo un pueblo, una multitud. Como tambin vas a las ruinas de Machu Picchu y all
no hay una persona que firme eso lo hizo el hombre en general, eso me encanta. Las grandes
manifestaciones del hombre te reconcilian con esta cosa mezquina de todos los das, rutinaria, en
que te envuelves, en que envejeces, te llenas de resentimientos. Ojo que yo no soy una persona
resentida, eso s que no, pero s a veces me desencanto. No soy permisiva, pero al mismo tiempo
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me doy cuenta que la gente tiene que actuar a veces de cierta manera porque de otra forma no
podra estar viva. La vida en este momento no es hermosa, seguramente es hermosa hasta cierta
edad; para la gente joven. Algunos sufren mucho y desaparecen en esta especie de mquina
moledora de carne que es el mundo actual. Creo que hasta cierta edad ests llena de ilusiones y
esperanzas. A m me gusta la soledad, un hermoso jardn, una puesta de sol, el mar, una luna
bonita que est casi plena, eso me encanta. La aprecio cuando estoy acompaada, pero sola creo
que la aprecio ms.
Compaeras de Ruta
Veo que hay muchas escritoras, algunas me han precedido, otras son un poco decir mis hijas
sera ridculo, porque yo no puedo tener hijas hoy da pero s tengo edad y las estimo y las
aprecio muchsimo. Creo que hay mujeres que estn haciendo cosas estupendas, en todos los
planos, no solamente en la poesa sino en todo: social, laboral, intelectualmente. Creo que el
feminismo ha sido una corriente muy importante porque ha incorporado al mundo, a la sociedad, a
la historia a un grupo completamente de guetos, las mujeres ramos un gueto. Por qu no salir?,
por qu no sacar la cara?
No soy una persona a la cual le importa el xito, definitivamente, no me importa y no creo en l.
Creo que inclusive es hasta nocivo, a la gente joven le hace mucho dao. Esa cosa de estar fichada
en la primera pgina cuando has escrito un par de cositas y no has vivido es malo, te pesa, te lastra.
Es mejor que puedas volar, a lo mejor hasta que te pierdas, que nadie se acuerde de ti. Hay
personas como Kafka, quin se dio cuenta de lo maravilloso que era, apenas unos cuantos amigos;
sin embargo hoy qu escritores son los que nos importan. Si te fijas bien, siempre estamos rodeados
de agnsticos. Yo creo que hay una mirada muy especial en la mujer. Lo he dicho ya, la mujer se
atreve a mirar los rincones, las manchas de las paredes, la suciedad, el dolor, pero de otra manera.
Frente al Espejo de la Conciencia
Que cmo me autopercibo? Es una pregunta difcil. Creo que mi sensualidad y mi sexualidad
controlan mi inteligencia de alguna manera, de veras creo eso. Te dir la verdad, el humor negro,
todos esos elementos existen en m, es parte de mi idiosincrasia, de mi forma de ser, pero creo que
no soy en absoluto inteligente cuando escribo poesa, en absoluto. Es una cosa absolutamente de
intuicin y no s cmo lo hago, indudablemente es un conocimiento que he adquirido, es un oficio
que tengo y que lo he adquirido de una manera inconsciente; es decir algo ha funcionado en m que
ha puesto de lado ciertos elementos, que ha escogido otros y que ha hecho como una especie de
clave y ha aparecido la poesa. Funciona cuando trato los adjetivos, cuando repito cosas, cuando
uso algunos silencios y ciertos elementos. Cuando me releo me doy cuenta de todo esto. Por eso es
que quise editar El libro de barro, este poemario es distinto a todos los anteriores. Mi poesa estaba
hacindose de una retrica inconsciente. Ya pienso y concibo el poema como una forma, es decir ya
escribo, ya siento como una forma.
Yo me pongo muchas dificultades para escribir poesa; muchos obstculos, tremendas trampas.
Primero no me siento al lado que me debo de sentar para escribir poesa, no tengo un lpiz a la
mano cuando quiero escribir; es decir hago todo lo imposible para no escribir un poema. Suena
ridculo, pero es verdad, ya cuando me encuentro con esta especie de batalla, entonces all los
obstculos ya son de otra ndole. Entonces hay cosas que yo no quiero, que son fciles y que yo
evito; la facilidad me molesta.
Ese sentimiento llamado Amor
Una se casa con un individuo, tienes hijos, piensas dedicar tu vida a pasarla con un hombre,
porque sientes un gran amor. Pero en realidad, el amor es algo hecho de una serie de sucesiones de
cosas. Cuando uno escribe un poema en el que hay un personaje que se supone que es pareja o al
amante al que le hablas, le hablas en el fondo a todos los amantes del mundo, en nombre de todas
las mujeres del mundo; es cierto, es muy pretencioso, pero es as un poco el juego. Ahora muy
pocas veces escribes para una persona determinada, cuando escrib Casa de cuervos, s era
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absolutamente para Lorenzo, para mi hijo. Es decir estaba movida por un sentimiento de madre
que se impona al verlo vivir. Era un nio de 13 14 aos y yo vea que este ser se iba alejando de
lo que yo era como persona, como individuo, como carne. Era un chico que estaba saliendo del
cascarn totalmente y que se haba echado a volar ya evidentemente como debe de ser.
Entiendo que lo maravilloso y lo mgico tiene que hacer un poco con la fe, con la fe que no es la
fe religiosa, aunque a lo mejor lo es, porque siempre ests esperando que suceda algo
extraordinario, una sorpresa. Yo en un poema digo: . . .mis ngeles, mis calles donde siempre hay
una sorpresa. Pero yo creo que tiene algo que ver con eso, porque siempre ests pensando que vas
encontrar algo. Creo que es una especie de no aceptacin de la muerte, de la vejez, del decaimiento,
la decadencia; un decaimiento es una decadencia. Por eso me gusta tanto mi mam, porque mi
mam a pesar de tener 94 aos siempre est esperando algo muy hermoso de la vida y eso es
maravilloso.
Amistades
Te voy a decir una cosa que tal vez te llame la atencin, mis mejores amigas son mujeres que no
tienen que ver con la literatura. Hay pocas, pero viejas amigas, otras mucho ms jvenes que yo,
me resultan ms fcil. Creo que cuando las mujeres trabajamos de verdad lo hacemos muy
seriamente, con honradez y con muy buena intencin. Creo que puede haber mujeres pcaras, las
hay; lo leemos en los peridicos. Pero por lo general a la mujer si se le da una responsabilidad la
asume. No te olvides que la figura de Flora Tristn es un personaje que me atrae mucho.
Entre Verduras, Licores y Tabaco
Yo fui una cocinera por necesidad. Cuando llegu a Pars no saba cocinar y aprend muy
rpidamente. Mi escuela es francesa porque es donde aprend a cocinar. Soy una persona que le
encanta las ensaladas, las sopas. En un momento cocinaba bien. No soy una persona muy
aficionada a la comida, no soy una gran comelona, pero s me gusta mucho la comida fina, bien
hecha y al mismo tiempo me gusta la comida natural. En el sentido de no arruinar el sabor de las
cosas, de las verduras, prefiero que no lleven demasiado condimento.
En cuanto a las bebidas prefiero el whisky. Soy una buena bebedora de scotch y ahora me gusta
el vino. Ahora ltimo estoy tomando ms vino. En otro tiempo tomaba ms, mnimo una copa al
da, pero de un tiempo a esta parte menos.
He fumado muchsimo, hasta hace unos 20 aos fum de dos a tres cajetillas al da. Comenc a
fumar desde muy chiquilla porque tena unas amigas mayores que fumaban y me invitaban.
Primero fumaba mentolados, atroces, unos que se llamaba Kool y luego Salem y despus fum
cigarrillos Chesterfield que eran sin filtro. Cuando fui a Pars tuve que aprender a fumar cigarrillos
negros. Hubo una poca en que fumaba cigarrillos Kent y all dej de fumar, pero he fumado
muchos aos, unos 30 aos de mi vida.
Futurologa
Me hubiera gustado ser msico, me encanta la msica. Y en cuanto al tiempo que hubiera
preferido para vivir te digo que acepto absolutamente mi poca, mi destino, esto es lo que me ha
tocado vivir y no pienso en otras cosas. Ni siquiera tengo aoranza de otras cosas.


[1] La Casa de Cartn, dic 1996-1997: II poca N 10, pp. 2-15

http://isla_negra.zoomblog.com/archivo/2009/04/01/blanca-Varela-por-Rosina-Valcarcel.html

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