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Bennett Tony El Complejo Expositivo
Bennett Tony El Complejo Expositivo
EL COMPLEJO EXPOSITIVO
THE EXHIBITIONARY COMPLEX
Sujeto a las formas omnipresentes de vigilancia por medio de las cuales se le transmita
en directo el mensaje del poder para volverlo dcil, el cuerpo ya no serva como superficie
sobre la cual, mediante el sistema de marcas de represalia infligidas en l en nombre del
soberano, se escriban las lecciones de poder para que otros las leyeran:
El cadalso, donde el cuerpo del supliciado se
los objetos para inspeccin pblica y simultneamente ordenaban al pblico que los
inspeccionaba, en el desarrollo subsiguiente de museos, galeras de arte, exposiciones y
tiendas de departamentosgrandes tiendas.
Estas historias tampoco estn separadas por completo. En ciertos momentos se
superponen, a menudo con una transferencia de significados y efectos entre las dos. Sin
embargo, para comprender sus interrelaciones ser necesario, recurriendo a Foucault,
puntualizar los trminos que propone para investigar el desarrollo de las relaciones entre
poder y conocimiento durante la formacin del periodo moderno, puesto que el conjunto
de relaciones asociadas con el desarrollo del complejo expositivo sirve como freno para
las conclusiones generalizadas que Foucault deduce de su examen del sistema
carcelario. En particular, hay que cuestionar su propuesta de que la penitenciara se limit
a perfeccionar las tecnologas individualistas y normalizadoras asociadas con un
verdadero enjambre de formas de vigilancia y mecanismos disciplinarios que llegaron a
permear la sociedad con una nueva y dominante economa poltica del poder. Esto no
quiere decir que las tecnologas de vigilancia no tuvieran lugar en el complejo expositivo,
sino que, ms bien, su intrincacin con formas nuevas de espectculo produjo un grupo
ms complejo y matizado de relaciones mediante las cuales se ejerca el poder y se
transmita (y, en parte, a travs de y por) a la plebe, de lo que permite el anlisis de
Foucault.
Por supuesto, la preocupacin primaria de Foucault es el problema del orden. Foucault
concibe el desarrollo de las nuevas formas de disciplina y vigilancia, segn lo plantea
Jeffrey Minson, como un intento por reducir el populacho ingobernable a una poblacin
diversa y diferenciada, partes de un movimiento histrico que pretende transformar
conflictos econmicos sumamente negativos y formas polticas de desorden en problemas
cuasi tcnicos o morales para administracin social. Estos mecanismos suponen,
contina Minson, que la clave de la rebelda social y poltica de la plebe, y tambin el
medio de combatirla, radica en la opacidad del populacho para las fuerzas del orden
(Minson 1985: 24). El complejo expositivo fue tambin una respuesta al problema del
orden, pero -que funcion de manera diferente, ya que trataba de transformar ese
problema en uno de cultura: una cuestin de ganarse los corazones y las mentes, adems
de disciplinar y entrenar los cuerpos. Como tal, sus instituciones constitutivas invirtieron
las orientaciones de los aparatos disciplinarios para que las fuerzas y los principios del
orden fueran visibles para el populacho (transformado aqu en pueblo, en ciudadana) en
lugar de que fuera al contrario. No trataron de trazar un mapa del cuerpo social para conocer al populacho y volverlo visible para el poder. En cambio, mediante la imparticin de
lecciones objetivas de poder (el poder para ordenar y disponer objetos y cuerpos para
exhibicin pblica) trataron de permitir que el pueblo, en masse ms que en lo individual,
conociera ms que ser conocido, y se convirtiera en sujeto ms que en objeto de
conocimiento. No obstante, idealmente, tambin trataron de permitir que la gente se
conociera y, por tanto, se regulara, para llegar a ser, vindose desde el lado del poder,
tanto sujeto como objeto del conocimiento, conociendo el poder y lo que el poder conoce
y conocindose a s mismo como (idealmente) lo conoce el poder, interiorizando su
mirada como principio de autovigilancia y, por consiguiente, de autorregulacin.
Es as, como un conjunto de tecnologas culturales que tienen que ver con organizar a
una ciudadana que voluntariamente se autorre- gula, que propongo examinar la
formacin del complejo expositivo. Al hacerlo, me basar en la perspectiva de Antonio
Gramsci de la funcin tica y educativa del eEstado moderno para explicar las relaciones
de este complejo con el desarrollo de la poltica democrtica burguesa. No obstante,
aunque deseara resistirme a la tendencia en Foucault hacia las generalizaciones fuera de
lugar en Foucault, recurrir al su trabajo de Foucault para desentraar las relaciones entre
conocimiento y poder que producen las tecnologas de la visin, plasmadas en las formas
arquitectnicas del complejo expositivo.
Disciplina, vigilancia, espectculo
Al analizar las propuestas de los reformadores penales de finales del siglo XVIII, Foucault
seala que el castigo, aunque segua siendo una leccin legible organizada en relacin
con el cuerpo del ofendido, se conceba como una escuela ms que una fiesta; un libro
siempre abierto antes que una ceremonia (Foucault 1977: 111)]. Por tanto, en los planes
para usar el trabajo forzado de los prisioneros en contextos pblicos, se contemplaba que
el condenado pagara dos veces su deuda con la sociedad: una vez por el trabajo que
realizaba, y la segunda, vez por los signos que produca, enfoque tanto del lucro como de
la significacin en al servir como recordatorio siempre presente de la conexin que hay
entre el crimen y el castigo:
Sera preciso que los nios pudieran acudir a los lugares donde se ejecuta la pena;
all tomaran sus clases de civismo. Y los hombres hechos volveran a aprender
peridicamente las leyes. Concibamos los lugares de castigo como un Jardn de las
Leyes que las familias visitaran los domingos. (Foucault 1977: 111).
Con el transcurso del tiempo, el castigo tom un camino distinto con el desarrollo del
sistema carcelario. Tanto en el anden ancien rgime como en los proyectos de los
reformadores de finales del siglo XVIII, el castigo haba formado parte de un sistema
pblico de representacin. Ambos regmenes obedecan a una lgica segn la cual pena
secreta, pena casi perdida (Foucault 1977; 111). En contraste, con el desarrollo del
sistema carcelario, la pena se sustrajo a la mirada pblica, ya que se ejecutaba tras las
paredes cerradas de la penitenciara, y tena en mente no la produccin de signos para la
sociedad, sino corregir al infractor. En virtud de que dej de ser un arte de efectos
pblicos, el castigo tena como objetivo una transformacin calculada del comportamiento
del convicto. El cuerpo de transgresor, que haba dejado de ser el medio para transmitir
los signos del poder, se dividi en zonas como blanco de las tecnologas disciplinarias
que intentaban modificar el comportamiento mediante la repeticin.
El cuerpo y el alma, como principios de comportamiento, forman el elemento que se
propone ahora a la intervencin punitiva. Ms que sobre un arte de representacin,
esta intervencin punitiva debe basarse en una manipulacin reflexiva del individuo
[...] En cuanto a los instrumentos utilizados, no son ya complejos de representacin
que se refuerzan y se hacen circular, sino formas de coercin, esquemas de
coaccin, aplicados y repetidos. Ejercicios, no signos [...] (Foucault 1977: 128).
No es esta explicacin la que se cuestiona aqu, sino algunas de las aseveraciones ms
generales que Foucault elabora partiendo de esta base. En su anlisis del enjambre de
mecanismos disciplinarios, Foucault sostiene que las tecnologas disciplinarias y las
formas de observacin creadas en el sistema carcelario (en el especial, el principio
panpticopanptico, que todo lo vuelve visible para el ojo del poder) muestran cierta
tendencia a desinstitucionalizarse, a salir de las fortalezas cerradas en que funcionaban
y a circular en estado libre (Foucault 1977: 211). Estos nuevos sistemas de vigilancia,
que correlacionan el cuerpo social para volverlo conocible y dispuesto a la regulacin
social, significan, segn argumenta Foucault, que se puede hablar, pues, de la formacin
de una sociedad disciplinaria [...] que va de las disciplinas cerradas, una especie de
cuarentena social, hasta el mecanismo indefinidamente generalizable del panoptismo
(Ibdem 216). Una sociedad, segn Foucault en su cita aprobatoria de Julius, que es no
del espectculo, sino de la vigilancia:
La antigedad haba sido una civilizacin del espectculo. Hacer accesible a una
multitud de hombres la inspeccin de un pequeo nmero de objetos: a este
problema responda la arquitectura de los templos, los teatros y los circos. [...] En
de sus instituciones organizadoras, no tiene paralelo alguno con los espectculos de los
regmenes anteriores en los que la visin del poder era siempre desde abajo. Esta
ambicin de alcanzar un dominio especular sobre una totalidad fue an ms evidente en
la concepcin de las exposiciones internacionales, las cuales, en su apogeo, trataron, en
sentido metonmico, de hacer accesible el mundo entero, pasado y presente, en las
colecciones de objetos y personas que reunan y, desde sus torres, colocarlo frente a una
visin controladora.
Segundo, la creciente intervencin del Estado en la oferta de tales espectculos. En el
caso ingls, y todava ms en el estadounidense, dicha intervencin fue tpicamente
indirecta. Nicholas Pearson seala que, mientras el mbito de la cultura caa cada vez
ms bajo la regulacin gubernamental en la segunda mitad del siglo XIX, la forma
preferida de administracin de museos, galeras de arte y exposiciones era (y sigue siendo) por medio de una junta directiva. Gracias a estas, el Estado poda retener la
direccin eficaz de la poltica en virtud del control que ejerca sobre las designaciones,
pero sin intervenir en la conduccin cotidiana de los asuntos, infringiendo as, al parecer,
el imperativo kantiano de subordinar la cultura a las necesidades prcticas (Pearson 1982:
8-13, 46-47). Aunque en un principio el Estado se anim a regaadientes a participar a
regaadientes en esta esfera de actividad, que no hayano debe haber ninguna duda
acerca de la importancia que cobr con el tiempo. Los museos, las galeras y, de manera
ms intermitente, las exposiciones, desempearon un papel decisivo en la formacin del
Eestado moderno y son fundamentales en su concepcin, entre otras cosas, como
agencias educativas y civilizadoras. Desde finales del siglo XIX, han ocupado los puestos
ms altos en las prioridades de financiamiento de todas naciones-Eestado desarrolladas y
han resultado ser tecnologas culturales notablemente influyentes en la medida en que
reclutado el inters y la participacin de la ciudadana.
Por ltimo, el complejo expositivo proporcion el contexto para la exhibicin permanente
del poder y el conocimiento. En su anlisis de la exhibicin de poder en el anden ancien
rgime, Foucault destaca esta cualidad episdica. El espectculo del cadalso formaba
parte de un sistema de poder que a falta de una vigilancia ininterrumpida, buscaba la
renovacin de su efecto en el espectculo de sus manifestaciones singulares; de un poder
que cobraba nuevo vigor con la manifestacin ritual de su realidad de superpoder
(Foucault 1977: 57). No es que el siglo XIX haya prescindido del todo de la necesidad de
la exacerbacin peridica del poder por medio de su despliegue excesivo, ya que las
exposiciones desempeaban esta funcin. Sin embargo, lo hacan en relacin con una
red de instituciones que proporcionaban los mecanismos para la exhibicin permanente
del poder. Y de un poder que no se reduca a efectos peridicos sino que, por el contrario,
se manifestaba precisamente en el despliegue continuo de su capacidad de dirigir,
ordenar y controlar objetos y cuerpos, vivos o muertos.
Enseguida, hay otra serie que Foucault examina al detallar el desplazamiento de inters
de la ceremonia del cadalso a los rigores disciplinarios de la penitenciaria. Sin embargo,
es una serie que tiene ecos y, en algunos aspectos, se basa en otra seccin del aparato
sociojurdico: el juicio. La escena del juicio y la del castigo se entrecruzaron mientras se
movan en direccin opuesta durante los primeros tiempos del periodo moderno. Cuando
el castigo se retir de la mirada pblica y se transfiri al espacio cerrado de la
penitenciara, los procedimientos de juicio y sentencia los cuales, salvo en Inglaterra,
se haban realizado hasta entonces en secreto en la mayora de los casos y eran opacos
no slo para el pblico, sino tambin para el propio acusado (Foucault 1977: 35) se
volvieron pblicos como parte de un nuevo sistema de verdad judicial que, para funcionar
como verdad, necesitaba darse a conocer a todos. Si la asimetra de estos movimientos
es convincente, no lo es ms que la simetra del movimiento que siguieron el juicio y el
museo en la transicin que hicieron de contextos cerrados y restringidos a abiertos y
pblicos. Adems, como parte de la transformacin profunda de su funcionamiento social,
fue a estas instituciones a las que en ltima instancia y no presenciando el castigo
ejecutado en las calles, ni, como Bentham haba imaginado, abriendo las penitenciaras a
la inspeccin pblica fueron invitados los nios y sus padres a tomar lecciones de
civismo.
Ms an, dichas lecciones consistan no en una exhibicin de poder que, tratando de
aterrorizar, colocaba a la gente del otro lado del poder tumo como sus destinatarios
potenciales, sino que ms bien pona a la gente (concebida como ciudadana
nacionalizada) de este lado del poder, tanto en calidad de sujeto como de beneficiario.
Para que se identificara con el poder, para que lo considerara, si no directamente suyo,
entonces indirectamente, una fuerza regulada y canalizada por los grupos dirigentes de la
sociedad, pero para el bien de todos: esta era la retrica del poder plasmada en el
complejo expositivo, un poder que se manifestaba no en su capacidad de infligir dolor,
sino en su capacidad de organizar y coordinar un orden de cosas y producir un lugar para
la gente en relacin con dicho orden. As, los estudios detallados de las exposiciones del
siglo xix XIX destacan con insistencia la economa ideolgica de sus principios
organizativos, que transformaban las exhibiciones de maquinaria y procesos industriales,
de productos terminados y objets dart, en significantes materiales del progreso, pero del
progreso como logro nacional colectivo con el capital como el gran coordinador (Silverman
1977, Rydell 1984). Este poder subyugado as por la adulacin, que se coloca al lado de
la gente al darle un lugar dentro de su funcionamiento; un poder que coloca a la gente tras
l, envuelta en complicidad con l ms que sometida y temerosa ante l. Este poder
marc la distincin entre los sujetos y los objetos del poder no dentro del cuerpo nacio nal,
sino, como prescriben las numerosas retricas del imperialismo, entre ese cuerpo y otros
pueblos no civilizados sobre cuyos cuerpos se desataron los efectos del poder con tanta
fuerza y teatralidad como se haban manifestado en el cadalso. En otras palabras, fue un
poder que tena el propsito de producir un efecto retrico; ms que un efecto
disciplinario, mediante su representacin de la otredad.
Pese a todo, el complejo expositivo no debe evaluarse meramente en trminos de la
economa ideolgica. Aunque los museos y las exposiciones pueden haber comenzado
con la resolucin de ganarse el corazn y la mente de sus visitantes, estos tambin
llevaban sus cuerpos consigo y crearon problemas arquitectnicos tan molestos como los
que planteaba el desarrollo del archipilago carcelario. El nacimiento del segundo,
sostiene Foucault, plante toda una nueva problemtica arquitectnica:
[...] la de una arquitectura que ya no est hecha simplemente para ser vista (como el
fausto de los palacios), o para observar el espacio exterior (cf. la geometra de las
fortalezas), sino para permitir un control interior, articulado y detallado,; para hacer
visibles a quienes se encuentran dentro; en trminos ms generales, una arquitectura que habra de ser un operador para la trasformacin de los individuos: que
obre sobre aquellos a quienes abriga, que proporcione un asidero para su conducta,
que lleve hasta ellos los efectos del poder, que haga posible conocerlos,
modificarlos. (Foucault 1977: 172)
Como seala Davison, el desarrollo del complejo expositivo tambin plante una nueva
exigencia: que todos deban ver, y no slo la ostentacin de las fachadas imponentes,
sino tambin su contenido. Esto cre, asimismo, una serie de problemas arquitectnicos
que finalmente se resolvieron con una economa poltica del detalle semejante a la que
se aplic a la regulacin de las relaciones entre cuerpos, espacio y tiempo dentro de la
penitenciara. En Gran Bretaa, Francia y Alemania, a finales del siglo XVIII y principios
del XIX hubo una avalancha de concursos arquitectnicos patrocinados por el Estado
para el diseo de museos, en los que paulatinamente se desvi la atencin de organizar
espacios de exhibicin para el placer privado del prncipe o aristcrata, para centrarla en
la organizacin del espacio y la visin que permitiran que los museos funcionaran como
rganos de instruccin pblica (Seling 1967). Sin embargo, como ya he indicado, es
del futuro, que prometa la inminente disipacin de las tensiones sociales, una vez que el
progreso hubiera llegado al punto en que sus beneficios pudieran generalizarse (Rydell
1984:4).
Iain Chambers sostiene que las culturas de las clases medias y trabajadoras se volvieron
claramente distintas en Inglaterra, en el siglo XIX, cuando la cultura popular urbana
comercial se desarroll ms all del alcance de la economa moral de la religin y la
respetabilidad. Como consecuencia, argumenta, la cultura oficial se limit pblicamente a
la retrica de los monumentos en el centro de la ciudad: la universidad, el museo, el
teatro, la sala de conciertos; por lo dems, estaba reservada para el espacio priva do de
la residencia victoriana (Chambers 1985:9). Aunque no se discuten los trminos
generales de este argumento, omite toda consideracin de la funcin de las exposiciones
que proporcionaron a la cultura oficial cabezas de puente poderosas para la cultura
popular recin desarrollada. Lo De manera ms evidente, las zonas oficiales de las
exposiciones ofrecan el contexto para el despliegue de las disciplinas expositivas que
llegaban a un pblico ms amplio que el que alcanzaba por lo comn el sistema pblico
de museos. El intercambio, tanto de personal como de muestras, entre museos y
exposiciones era un aspecto normal y recurrente de sus relaciones y constitua el eje
institucional de la implementacin social ampliada de un conjunto de disciplinas
distintivamente nuevo. Incluso dentro de las zonas oficiales de las exposiciones, las
disciplinas expositivas lograron tener contacto con pblicos muy extensos que incluso
hasta las formas ms comercializadas de cultura popular podan reivindicar: 32 millones
de personas asistieron a la Exposicin de Pars de 1889,' 27.5 millones fueron a la
Exposicin Colombina de Chicago en 1893 y casi 49 millones visitaron la eExposicin Un
Ssiglo de pProgreso, tambin en Chicago, en 1933-1934; la Exposicin Imperial de
Glasgow, de 1938, atrajo a 12 millones de visitantes, y ms de 27 millones asistieron a la
Exposicin Imperial de Wembley en 1924-1925 (MacKenzie 1984: 101). Sin embargo, el
alcance ideolgico de las exposiciones a menudo se extenda considerablemente ms
all, ya que estableca su influencia en las zonas populares de entretenimiento; aunque
las autoridades de las exposiciones deploraron al principio la existencia de estas zonas
populares, despus se manejaron como anexos planeados planificados a las zonas de
exposicin oficiales y, a veces, se incorporaban a estas. A travs de esta red de
relaciones, la cultura pblica oficial de los museos lleg a la cultura popular urbana en
vas de desarrollo, definiendo y dirigiendo su desarrollo al someter la temtica ideolgica
del entretenimiento popular a la retrica del progreso.
El acontecimiento ms crtico en este respecto consisti en la extensin del mbito