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Los Trasterrados de Comala - Roa
Los Trasterrados de Comala - Roa
Los
trasterrados
de
Cmala*
PAR
Augusto ROA BASTOS
Universit de Toulouse-Le Mirait.
A Guillermo SCHAVELZON
Hinterland m. (pal. al.) Interior de un territorio
colonial cuya parte principal est en la costa.
(Se ha propuesto para su traduccin : trastierra.)
Pequeo LAROUSSE ilustrado.
Confesin de parte
Cuando releo los textos de Rulfo, es decir cuando vuelvo a visitarlos,
a entrar en ellos, a habitarlos como uno cualquiera de sus moradores
(me sucede esto muy a menudo como en los sueos insistentes que se
repiten siempre en lo esencial aunque varen de imagen), tengo la
sensacin de no haber salido ms de Cmala en tierras de la Media
Luna, desde la primera vez que baj cunto hace ! a esta trastierra.
Cmala. Por qu Cmala ? Debe ser porque es un lugar que repre
senta todos los otros lugares del mundo rulfiano como los puntos de
una esfera cuya realidad est en todas partes y su centro en ninguna.
Ha de ser porque, segn el propio Rulfo, es el lugar de las brasas.
Un lugar que se llev su lugar a otro lugar.
Debe de ocurrirme lo que sucedi a Juan Preciado cuando descen
di
al antro de Cmala y ya no pudo salir. A veces converso con l en
el entresueo y me dice cosas que slo recordadas pesan mucho. O le
(*) Captulo de EL TEXTO CAUTIVO : Apuntes de un narrador sobre la pro
duccin
y la lectura de textos bajo l signo del poder cultural.
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La odisea comparatista.
No se usurpa impunemente un espacio de palabra. No se puede
plantar un sicmoro en el espacio que ocupa un naranjo o implantar
un mito sobre otro mito en el cruce de sus semejanzas y diferencias.
Lo que interesa en los textos cautivos no es nicamente el descifr
amiento de las formas simblicas. Adivinar los orculos de la Esfinge
despus de matarla. Es tambin descubrir la significacin de las for
mas ideolgicas. Un texto libre y liberador puede ser capturado y
recuperado ideolgicamente en los hinterland culturales.
Es evidente que el texto de Rulfo se compadece mal al menos no
enteramente con la significacin literal y paralgica del mito de
Edipo. El inventario es ms amplio de todos modos. Juan Preciado es
equiparado a Edipo-Orfeo. Alguien lo define como ese joven Telmaco que inicia la contra-odisea en busca de su padre (2) . Dolores
Preciado es Yocasta-Eurdice . Susana San Juan, Electra al
revs . Pedro Pramo, Ulises de piedra y barro ( por qu no Tzon(2) Carlos Fuentes, La nueva novela hispanoamericana. En esta obra, sin
embargo, el propio Fuentes describe, a partir de la obra de Thomas Mann, los
efectos ideolgicos que proceden de una situacin histrica objetiva sobre la obra
de un escritor. Thomas Mann escribe Fuentes representa la culminacin
de la novela burguesa europea, en el sentido de que es el ltimo gran escritor que
puede convocar, lcitamente, las categoras de su cultura como categoras univers
ales.Despus de Mann, no se puede volver a escribir como Mann porque los eu
ropeos
saben que su cultura ya no es central; el poder se desplaza a los polos
excntricos previstos por Alexis de Tocqueville : los Estados Unidos y Rusia;
la conciencia la exigencia del ser se desplaza a la excentricidad central,
sin polo : Amrica Latina, frica y Asia. Pero al perder su universalidad apriori
y a-crtica , el escritor europeo descubre que debe conquistar una nueva
universalidad, esta vez verdaderamente comn al quehacer literario : la univer
salidad de la imaginacin mtica, inseparable de las escructuras del lenguaje .
Es lo que parecera haber ocurrido con D.H. Lawrence, Graham Greene y Mal
colm Lovry, por ejemplo, tres escritores ingleses que logran su obra ms signi
ficativa
en la atmsfera de la vida histrico-cultural de Mxico : su gente, sus
mitos, sus costumbres. Pero antes que ellos y en forma inversa desplazndose
de una cultura perifrica a una central y de su lengua de origen a la lengua de
esa cultura dominante Joseph Conrad realiza toda su obra en el mundo sin
fronteras de la universalidad mtica, con la misma eficacia y fuerza creativa
en todos los temas que abord. Sera interesante, sin embargo, situar en un
esquema semejante una obra como la de Juan Rulfo y deducir las diferencias que
separan a los escritores europeos de los latinoamericanos. Podran los
escritores de una cultura perifrica que no ha salido del todo an de las sutiles
y a veces brutales compulsiones de la colonizacin cultural, insertarse sin ms
en la excentricidad central, sin polo , en la universalidad de la imaginacin
mtica adoptando deliberamente es decir descubriendo que debe hacer
lo
los mitos universales ? Las obras de los mejores escritores latinoamericanos
en el exilio no muestran, en general, estas tendencias; ms vale la opuesta : la
necesidad creativa de mantenerse fieles a la expresin de sus propias esencias
culturales, cuanto ms hondas ms universales; a intensificar a travs de la
distancia y del distanciamiento y precisamente a favor de ellos la vida signi
ficativa
de su imaginacin mtica, inseparable de las estructuras del lenguaje ,
que es a su vez inseparable de las estructuras de la vida histrica y social.
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Los murmullos de Cmala evocan ese ruido que hace la tierra cuan
do
est llena de hervores, como cuando ha llovido y se enchina de
gusanos. Esa sensacin en la que senta que se levantaba algo as
como el calor de muchos hombres (dice Rulfo).
Los murmullos subterrneos de los muertos evocan la sabidura,
la sobriedad, la verdad, la sinceridad, la fraternidad, la independenc
ia,
esos bienes ms importantes que todos los imperios (dice
Luciano).
Las diferencias valen tanto como las semejanzas en los textos de
Juan Rulfo y Luciano de Samosata. Los dos hablan de cosas esenciales
que las diferentes lenguas, los diferentes mitos expresan de la misma
manera. Como el simple e irreductible uno nace, vive y muere ,
inscripto en la vuelta del anillo.
Esos bienes ms importantes que todos los imperios (dice Luciano)
los vivos los dejaron en herencia a los muertos. Y es entonces cuando
cada uno ha de dar pblicamente cuenta de su vida en el lenguaje
brbaro de la verdad que juzga a todos, as al fuerte como al dbil,
por boca del condenado y del desheredado.
No dicen en esencia lo mismo las voces de Cmala entreodas por
Rulfo ? No lo dicen los murmullos enterrados en los cdices ?
El dios y la diosa del ms profundo inframundo (responde o corres
ponde el texto nhuatl al texto de Luciano de Samosata) devoran
manos y pies. Su condimento es el escarabajo rojo,, su sopa el pusAquel que cuando viva coma muchos tamales los come en el infr
amundo lleno de agujeros. En fin, todo lo que no se come en vida, se
come en el inframundo, y dice que nada ms se come all... Hay
gran pobreza y miseria y hace muchsimo fro... Fatigas pesan sobre
los muertos...
Una estrella junto al sol.
La obra de Rulfo, en general, pero el mundo nocturno de Pedro
Pramo, en particular, estn trasparados por estas estelas del pensa
miento mtico y mgico de la cultura ancestral. Lo que no contradice
lo que est dicho en los grandes libros que hacen los pueblos para
que los particulares lean.
Sobre Cmala parece planear el sexto cielo en el que estn todos
los aires y, en medio de ellos, el Seor-de-nuestra-carne y su Mujer.
Es decir el primer sol que de da andaba y no de noche porque ll
egando
al cnit volva al oriente y era slo su resplandor el que iba
hacia el poniente. Haba tambin una luna que iba vuelta del revs
y con los ojos tapados .
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Esa luna y el primer sol al que iba siguiendo, son entrevistos por
Pedro Pramo en sus ensueos culpables. Giran lentamente sobre el
paisaje saturado de tormenta en la noche de Cmala.
Lo que sorprende es que los que mencionan a Caronte con relacin
a Abundio para no citar sino esta obvia simetra no nombren a
Chiconahuapn, el nueve veces ro (como los nueve que forman la
laguna Estigia) que se cruza para llegar a los nueve infiernos.
Lo que hago advierte Rulfo es una trasposicin de los hechos
de mi propia conciencia . Y esa conciencia puede emerger de los sub
suelos
de una memoria mtica raigal.
Es preferible tranquilizarse seorialmente con las Eumnides que
inquietarse plebeyamente con las Tzitzimines, esas sombras descarna
das
de mujeres que destejen en las tinieblas del inframundo nhuatl
los rayos del Quinto Sol que nos alumbra y con el que hemos de pere
cerel da final de la Gran Destruccin (3).
No es evidente acaso que todo este trasfondo mtico de la cultura
enterrada permite a Rulfo proyectar la ambigedad humana de un
cacique, sus mujeres, sus pistoleros y sus vctimas y, a travs de ellos,
incorporar la temtica del campo y la revolucin mexicanos a un con
texto universal ? Con ms propiedad y fuerza ms genuina que el
uso sutil de los grandes mitos universales .
Dejemos que cada lector se fabrique sus textos de acuerdo con sus
gustos personales, las predisposiciones o prejuicios de su formacin
cultural, los juegos sutiles de su ideologa. Es su derecho. Y este dere
cho es uno de los hechos que hacen proliferar la multiplicidad de los
sentidos, la polifona de las lecturas.
La impracticable caucin del autor.
Ultimo sobreviviente de una gran catstrofe de recuerdos , cmo
podra pedrsele a Rulfo que explique sus textos, que traduzca
su habla individual traspasada por muchas voces. O que nos relate
de otra manera el temblor, el sabor coloquial de su escritura en
la que quedaron guardados y transformados los secretos que segura
mente l mismo no conoce. El que habla relata al que oye sus
(3) He aqu otro mito profundamente significativo de la cosmogona nhuatl :
la humanizacin u hominizacin de las energas del cosmos en el que los
soles son alimentados y puestos en movimiento por la sangre de los sacrificios.
El Quinto Sol forjado por el sacrificio de Nanahuatzin, el hombre comn, el
buboso , no tiene en Cmala la representacin del destino humano en gener
al,de los hombres de todo tiempo y lugar ahora fuesen seores o principales o
gente baja ? Lo que hoy en jerga de escuela se denomina, con cierto prurito
de blasn, la puesta en abismo de un mito literario.
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(4) Distante sin soberbia, elusivo sin acritud, con el humor de una irona
nostlgica que a l debe divertirle y dolerle a la vez, Juan Rulfo parece repetir
invariablemente, pero en silencio, lo que declar una vez : El hombre est
solo. Y si quiere comunicarse lo hace por medios que estn a su alcance. El escri
torno desea comunicarse, sino que quiere explicarse a s mismo.