Marcionismo
Marcionismo
Marcionismo
Marcin invoca aqu a Glatas 3:13, "Cristo nos ha comprado" (y dicho sea de
paso, cambiando dos letras, lee tambin, en Glatas 2:20, me compr
[] por me am [], una de las enmiendas de texto
caractersticas de Marcin), y argumenta: evidentemente como a extraos,
porque nadie compra nunca a los que le pertenecen.
[9. Adolf von Harnack, Marcin: Das Evangelium vom fremden Gott, Leipzig,
1921, pg. 31, nota 1. El libro de Harnack es un clsico, por lejos la mejor
monografa sobre cualquier captulo particular del gnosticismo].
El precio del rescate fue la sangre de Cristo, que fue dada no para redimir
pecados o para lavar la culpa de la Humanidad o como expiacin sustituta
cumpliendo la Ley; en resumen, no como una reconciliacin de la Humanidad
con Dios, sino para cancelar el reclamo del creador sobre su propiedad. La
legalidad de esta reclamacin es reconocida, igual que la validez de la Ley, a la
cual, como sbditos del seor del mundo y mientras lo sean, los hombres
deben obediencia. Marcin entiende en este sentido el argumento paulino
concerniente a la Ley, y en general interpreta todas las expresiones del apstol
de otro modo inconvenientes para su postura que enfatizan la validez de la
revelacin del Antiguo Testamento. A ste Marcin lo reconoce como el
documento autntico del dios del mundo, y en su interpretacin se pone de
parte de la exgesis juda contra sus contemporneos cristianos al insistir en su
significado literal y rechazar el mtodo alegrico que la Iglesia aplic al Antiguo
Testamento para establecer una concordancia con el Nuevo.
Marcin no slo no estaba interesado en tal concordancia sino que ni siquiera
poda admitirla, viendo que el Antiguo Testamento se declaraba a s mismo
como revelacin de ese dios que cre el mundo y que lo gobierna. Al aceptar
esta afirmacin, Marcin poda aceptar, en su sentido literal, juicios que la
Iglesia slo poda reconciliar con la revelacin cristiana por medio de la
interpretacin alegrica. As, Marcin concord con los judos en que su
prometido Mesas, el terrenal, hijo del dios del mundo, estaba todava por llegar
y establecera su reino terrenal como los profetas haban declarado, slo que
esto no tiene nada que ver con la salvacin trada por Cristo, la cual es
acsmica en su naturaleza y no cambia el curso de los acontecimientos
mundanos, ni siquiera en el sentido de un mejoramiento: de hecho, slo
cambia la perspectiva de la vida futura del alma redimida y, a travs de la fe
en ese futuro, su condicin espiritual actual, pero deja al mundo a su suerte, es
decir, a su eventual auto-destruccin. Durante el resto de su estancia terrenal,
la conducta de los creyentes queda determinada no tanto por un inters
positivo en una vida santificadora sino por l inters negativo en reducir
cualquier contacto con el dominio del creador. La felicidad futura slo puede
ser anticipada en este mundo por la fe, y la fe es en realidad la nica forma por
la cual la adopcin divina ofrecida por Cristo puede ser aceptada, as como
mediante su negacin puede ser rechazada: aquellos que permanecen bajo el
dominio del creador lo hacen por su propia voluntad [10]. De este modo,
ninguna "experiencia pneumtica", ninguna iluminacin de los elegidos por una
"gnosis" que transforma su naturaleza o que saque a luz el elemento divino
oculto en l, interviene en esta transaccin estrictamente legal entre el Dios
Bueno, el Creador, y las almas adoptadas en la paternidad del primero. Los
salvados son creyentes, no "gnsticos", aunque la fe con su certeza implica su
propia experiencia de bienaventuranza.
[10. En conexin con esto, Marcin ofrece una explicacin original, cuando no
un tanto jocosa, para el supuesto hecho de que, en contraste con Can, los
sodomitas y sus similares, Abel, los patriarcas y todos los hombres justos y
profetas de la tradicin bblica no fueron salvados cuando Cristo descendi al
infierno. porque sabiendo tras una larga experiencia que a su Dios le agradaba
tentarlos, ellos sospecharon una tentacin tambin esta vez y por lo tanto no
creyeron en el Evangelio de Cristo (Ireneo, I 27.3)].
[11. Generalmente Marcin determina el carcter del dios del mundo segn el
del mundo, porque lo hecho debe ser como su hacedor (Hiplito, Refut. X.
19.2); la sabidura de dicho dios es idntica a la "sabidura de este mundo" en
el sentido peyorativo de la religin trascendental. En la exgesis de ciertos
pasajes de Pablo, Marcin simplemente identifica al creador con el mundo,
tomando lo que se dice de este ltimo como aplicable al primero, y segn
Marcin, dicho dios finalmente perece con el mundo por una especie de autodestruccin, lo que muestra en el anlisis final que aqul no es genuinamente
un dios sino el espritu de este mundo].
Para Marcin, por un lado una mente inferior y por tanto ms adicta a la
pulcritud de la consistencia formal y a la justicia, y la bondad, por otro, son
contradictorias, razn por la cual no pueden residir en un mismo dios: el
concepto de cada dios, y ciertamente el del Dios verdadero, debe ser
inequvoco, la falacia de todo dualismo teolgico. El dios justo es el "de la Ley",
y el dios bueno, el "del Evangelio". Aqu y en otros casos, Marcin, simplifica a
Pablo excesivamente, entiende la "justicia" de la Ley como algo meramente
formal, estrecho, retributivo y vindicativo ("ojo por ojo, diente por diente"): esta
justicia, no maldad pura y simple, es la propiedad cardinal del dios creador. As,
el dios a quien Cristo ha puesto como el mal no es el persa Ahrimn, no la
oscuridad absoluta Marcin situ al diablo en la existencia como una figura
separada dentro del dominio del creador, ni la materia, sino simplemente el
dios del mundo que la Ley y los profetas haban enseado. La bondad moral
bajo la Ley, aunque segn las normas intramundanas preferible al libertinaje,
es irrelevante desde el punto de vista de la salvacin trascendente.
As como el dios creador es conocido, obvio y "justo", el verdadero Dios es
desconocido, extrao y bueno. Es desconocido porque el mundo no puede
ensear nada acerca de l. Como no ha participado en la creacin, no hay
ningn rastro en toda la Naturaleza a partir del cual pueda sospecharse
siquiera su existencia. Como lo resume Tertuliano: El Dios de Marcin,
naturalmente desconocido y nunca revelado, excepto en el Evangelio (op. cit.
Vemos que la bondad del Dios Bueno est conectada con su ajenidad en que
esta ltima elimina todos los dems motivos en su preocupacin por el
Hombre. La bondad de su accin salvadora es an mayor por el hecho de que
es un extrao y est tratando con extraos: El Hombre, esta obra del dios
creador, que el Dios de bondad eligi amar, y para beneficio del cual se esforz
en descender desde el tercer cielo a estos miserables elementos, y por cuya
causa fue crucificado en esta desmedrada celda del creador (ibid. 14).