Estructura Mítica en El Hostigante Verano de Los Dioses
Estructura Mítica en El Hostigante Verano de Los Dioses
Estructura Mítica en El Hostigante Verano de Los Dioses
NO. 2
Estructura mtica en
El hostigante
verano de los
dioses
Jorge Elicer Ordez Muoz
Universidad Pedaggica y Tecnolgica de Colombia
Resumen
Abstract
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BARRANQUILLA, COLOMBIA
Palabras claves
Key words
Que una periodista joven viaje de la capital a una ciudad de provincia a descubrir a un autor annimo, premiado en un certamen nacional, es la llave de entrada a este laberinto de signos que recurre a un ttulo sugestivo y, por aadidura, a
una estructura textual y estructural desconocida por entonces en nuestra narrativa, inscrita en la tradicin de la pobreza. Esta ltima asercin para referirme al paso, lento y escalonado, de la novela romntica a la costumbrista, a la
telrico-sentimental, a la violenta sociolgica, y de contera, a los primeros asomos de una narrativa urbana, cuando por fin las carretas tiradas por caballos
dieron lugar a los buses en forma de igl ovoide, y las sombras que generaban
los fantasmas debajo de macilentos faroles, cedieron ante el espejismo de los
neones: imagen de un capitalismo dependiente, primerizo y romntico de nuestras ciudades-aldeas. As se fragua la atmsfera en El hostigante verano de los
dioses. Se trata de una ciudad cuyo referente histrico-geogrfico ha desvelado
a los comentaristas vidos de encontrar correspondencias con la realidad inmediata: que si Barranquilla, que si Cali, por ciertos datos factuales que la autorareal deja escapar como confeti de verbena. Me parece, por cierta baraja escondida que tengo en mi caletre, que uno de los aciertos de la novela es crear una
ciudad ficcional, mixta, con fragmentos de collage que Fanny Buitrago ha sabido entremezclar. Por lo dems, se torna axiomtica, no exenta de perogrullo,
aquella sentencia que afirma que el escritor est y no est en lo que escribe.
Pero bien, ciudad del trpico, al fin y al cabo, con ro, plantaciones de banano,
carnaval, tertuliadero de bohemios (Remembranzas de La Cueva, en
Barranquilla, o del Caf de los Turcos, en Cali? Vaya uno a saber, tras las andanzas
de los signos, a qu patria, grande o chica, se aferran estas criaturas de aire
urdidas por la escritora).
Llega Marina, la periodista, narradora en primera persona intra-homodiegtica,
y se va entreverando con el grupo de jvenes rebeldes, con un propsito:
investigar un curioso hecho literario que ha conmocionado al pas intelectual
son los tiempos seor: descubrir al enigmtico escritor que ha ganado el
Concurso Sociedad Literaria de Naciones Americanas con un libro annimo.
La periodista viene de la capital a la provincia, a la ciudad sin nombre: construimos en este sitio la nueva ciudad dejndola sin nombre y bendicindola a
ltima hora. (p. 11).
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Lo que encuentra es un espacio surgido de la leyenda, una ciudad nueva que nos
recuerda la utopa de Bob, el personaje de Onetti en su celebrado cuento Bienvenido Bob: Tambin con algn otro muchacho, los sbados, alguno tan rabiosamente joven como l, con quien conversaba de solos, trompas y coros y de la
infinita ciudad que Bob construira sobre la costa cuando fuera arquitecto. (Onetti,
1975:62).
Pero cuando Bob desciende a Roberto, con todos sus sueos y su realidad degradados por las minucias de la vida, actor y objeto de la quimera sufren una metamorfosis regresiva:
mi odio se conservar clido y nuevo mientras pueda seguir
viendo y escuchando a Roberto; nadie sabe de mi venganza, pero
la vivo gozosa y enfurecida, un da y otro. Hablo con l, sonro,
fumo, tomo caf. Todo el tiempo pensando en Bob, en su pureza,
su fe, en la audacia de sus pasados sueos. Pensando en el Bob
que amaba la msica, en el Bob que planeaba ennoblecer la vida
de los hombres construyendo una ciudad de enceguecedora belleza para cinco millones de habitantes, a lo largo de la costa del
ro; el Bob que no poda mentir nunca; el Bob que proclamaba la
lucha de jvenes contra viejos; el Bob dueo del futuro y del mundo. Pensando minucioso y plcido en todo eso frente al hombre
de dedos sucios de tabaco que se llama Roberto, que lleva una
vida grotesca, trabajando en cualquier hedionda oficina, casado
con una gorda mujer a quien nombra mi seora; el hombre que
pasa estos largos domingos hundido en el asiento del caf, examinando diarios y jugando a las carreras por telfono (Ibd., 67).
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El verano, una de las dos pocas climticas del trpico, con su calor infernal y su
humedad, con sus cometas y su fiesta del ro, con sus mujeres deseables y deseantes,
en oposicin al invierno de dioses viejos, incapaces ya de utopas, como el Roberto que alguna vez fue Bob. Tiempo mensurable y tiempo subjetivo, el primero sirve
de marco referencial para que el segundo configure el destino de los actores de la
trama. Todos viven su verano, pero en l se agitan los inviernos y los infiernos
interiores. Temporalidad cclica, como los mitos, como el ro... Segn el decir
popular el monte se puebla da a da de trinos y ojillos ciegos. Y la leyenda indica
que el ave slo puede ser atrapada con una red hecha de cabellos de una jovencita
impura cuya alma no haya sido contaminada por el remordimiento... (Epgrafe).
Este epgrafe-poema arroja las claves semnticas del texto. Todo es fundacional a
partir de la leyenda y el ro. Atrapar el ave, smbolo de vuelo, libertad, autonoma,
slo es posible, en esta lgica paradjica, si se le tiende una red hecha con los
cabellos de una jovencita impura, no contaminada por el remordimiento (Hade,
Abia, Edna...?).
Ciudad de leyenda, sin nombre, fundada por un grupo de muchachos que se atreven a vivir y a equivocarse, con esa fuerza telrica que da el trpico, donde la
sangre y el sopor no permiten otra cosa que vivir antes que elucubrar. Se tratara,
por supuesto, no de la fundacin histrica hecha por algn conquistador de luengas
barbas y armadura medieval, sino de la otra, la que hacemos desde nuestra ms
honda cotidianidad; la fundacin de nuestra ciudad interior, esa que cargada con la
historia y las Visiones de Mundo ya existentes, va configurando su propia geografa, su tono particular, su mito y su leyenda, sus sinestesias valga recordar ese
entrecruce de sensaciones que nos otorga y le otorgamos a nuestras ciudades, y
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En esta fase primera del mito, con la presencia de los nacimientos: ciudad, hroesdioses, aparece la victoria sobre las fuerzas de las tinieblas, sobre el invierno y
sobre la muerte. El ro, consustancial con uno de los cuatro elementos, juega un
papel primordial porque en l se permean los dos regmenes contrapuestos: construccin-destruccin; l es sinnimo de fertilidad, pero tambin de devastacin:
porque los ros son viciosos como el hombre y no se secan de vejez sino de
hasto. (p.11).
Marina, la periodista narradora que investiga un hecho literario, Esteban Lago,
hroe primordial de la saga, Edna, la alienada mental que lleva el cabrito y que vive
en la casa singular de Esteban repleta de lagartos y tortugas configuran las primeras secuencias. La narracin adquiere la forma del contrapunto polifnico: se
trata de veinte captulos, titulados con el nombre de la persona que lleva la voz
narrativa. Esta es una audacia digna de anotarse en una poca ao 1963 cuando an en Colombia imperaban rasgos de literatura terrgena, con recurrente pre30
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Pareciera un declogo fascista, una evocacin del etnocentrismo nazi, con alusiones al anticlericalismo y desfogue pansexualista del Marqus de Sade, pero tambin, un collage de proclamas Nadastas y efusiones de los camisas negras. Discurso de diversas vertientes, contradictorio s, pero revelador de la eclosin social
que ha vivido el pas desde sus orgenes. Pas multitnico y pluriclasista, sin que
quiera reconocerse como tal, con severas fracturas y omisiones al negro y al indgena, al zambo, al mulato, al cimarrn, quienes, por extraa coincidencia, han
pasado a engrosar las castas de los desposedos, los emergentes, los alternativos,
los de los oficios varios, o quizs, los de mejor suerte, choferes, celadores,
policas, domsticas, escobitas, vendedores ambulantes, slo por citar menesteres ajustados a las leyes y las buenas costumbres. Por encima de ellos, en la
cspide de la pirmide, una clase dominante que reclama para s el abolengo, la
pureza de la sangre y un sitio de honor entre las elites civiles, polticas, religiosas y
militares, esto es, la cpula, cuya estirpe, hastiada de la insidiosa cotidianidad
decide rebelarse por las tangentes: Destruyamos los principios establecidos y
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Este fragmento es una carta que Isabel dejara a Daniel como despedida; est
citada en la macrocarta de Hade a Esteban; recurso recurrente en El hostigante
verano de los dioses: el protolibro desarrollado en el metalibro, la carta dentro
de la carta, en un juego constante de cajas chinas. La novela est dentro de la
novela, sus personajes son conscientes de ello, crecen o decrecen en las voces
narrativas femeninas, pero adems la trama se extiende mediante las cartas que se
cruzan los actores, el diario de Esteban Lago, por supuesto, los dilogos que son
portadores de informaciones importantes, cuando no, complementarias.
Los mitos de la apoteosis y las bodas sacras estn en esta segunda fase de la
estructura mtica. Fernando Lago al casarse con Abia por el rito catlico entra en
esta dimensin; no obstante, ella que es voluble y temeraria, desaparece por un
tiempo, se enrola en un circo y reaparece en las vsperas de la navidad, vistiendo
una malla bordada en lentejuelas y presentando el espectculo que fugazmente
pasara por la ciudad. (p.183).
Se entra al paraso como sucesin al mito en su tercera fase, pero la irona lo
convierte en infierno. Cada actor de la trama elucubra su objeto de deseo y alcanzarlo sera su cenit: Fernando a Abia que, no obstante su juventud desaforada y
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El carnaval en todo su estrpito y su miseria: el mundo al revs como lo ha denominado Mijail Bajtin, con la entronizacin y la desentronizacin de sus hroes
cotidianos, con las desavenencias de clase social y de etnia amos blancos, esclavos negros, con sus mscaras y su representacin bufa de la vida, danzando en el
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pndulo que oscila entre la realidad y el deseo, entre las fuerzas telricas del Eros
y el Thnatos: el amor es un sarcoma, tan mortal como el de Abia. (p. 234).
Todos los actores del grupo (hay quienes han querido ver en l una velada alusin
al Nadasmo, tambin quien ensaya estos signos trashumantes) cruzan el lmite que
les seala el mito. Nadie puede escapar a su destino. Son hijos del ro que cruza la
ciudad y cruza sus vidas efmeras y rebeldes, donde los hombres se arrugan
jvenes bajo un sol lujurioso y los ros son ms poderosos que los mitos y los
hombres, para volver sobre el epgrafe autorial.
En esa bsqueda desaforada por sobreponerse ha dicho el poeta Rilke, la galera de personajes de El hostigante verano de los dioses deja un fuerte desequilibrio en el que la energa thantica supera a la ertica. Las parejas que finalmente
se establecen, despus de la ruleta rusa a que han jugado previamente, declinan
por el designio de la parca: Esteban-Edna-Magnolia. La joven alienada y contrahecha termina en un asilo; Magnolia muere en la inundacin, luego de abortar el
hijo procreado con Esteban, quien en un acto simblico e irnico, a medio camino
entre la visin cmica y la visin trgica, decide sacrificar a sus animales en un
holocausto que incluye su propia casa: ritual de expiacin que remite al texto primigenio de Can y Abel agricultor y pastor, decididamente rivales, como los
gemelos Fernando y Esteban Lago.
Hade, la veleidosa en amores, despus de ser amante de Leo y de Fernando
termina casada con Yves de Patio Laclos, y su vida cotidiana se disuelve en tejer
prendas infantiles. Leo, sin mayores afectos se casa con Marina, la periodista, a
quien previamente ha embarazado. Fernando, antao machista, prepotente y despiadado con las mujeres y los trabajadores de su finca, concluye como un manso
cordero en los brazos dominantes y sutiles de Abia, quien, iconoclasta, irresistible
y fugaz, se va del mundo sin una mnima seal de remordimiento, para cerrar as la
estructura mtica del relato: y la leyenda indica que el ave slo puede ser atrapada
con una red hecha con los cabellos de una jovencita impura cuya alma no haya
sido contaminada por el remordimiento. (Epgrafe autorial).
Isaas Bande ha logrado manipular los hilos del poder, se casa con Inari y terminan
de dueos del casino. De una de sus manos son ausentados los dedos en una
extraa venganza. Daniel, el guerrillero romntico ha perdido a Isabel, quien se
suicida; Milva, su compaera, es fusilada en los Llanos en estado de embarazo. La
militancia subversiva del muchacho es ironizada porque se degrada al caer en las
redes viciosas de Dalia Arce, en un trueque de sexo por armas para la revolucin.
Termina preso en la isla de Gorgona. Otra alusin mtica: el monstruo con serpientes en la cabeza, que convierte en piedra todo cuanto es mirado.
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Como en toda fbula, con moraleja implcita o explcita, se busca encontrar apropiaciones, identificaciones, sesgos de similitud entre lo narrado y lo vivido, bien
podramos a aventurarnos en el juego. Pudiera pensarse que la cazadora es Marina, la investigadora del hecho que desencadena la historia: descubrir al autor real
del libro premiado. Ella es el cebo, a su alrededor se van arremolinando los lobos
esteparios, se embriagan en sus destinos contradictorios, tejen su propia red, escriben con sangre a la manera nietzscheana sus historias de tristes trpicos y
terminan exhaustos, desangrados... Pero quizs la cazadora sea la Fanny Buitrago
ficcional, la que en el captulo veinte dice la frase lacnica, lo siento, olvid lo
dems. Otra hiptesis de lectura: y por qu no pensar que los cazadores somos
los lectores, o seremos los lobos?
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Bibliografa
Arajo, H. (1988). Siete novelistas colombianas. En: Manual de literatura colombiana, tomo II. Bogot: Procultura-Planeta.
Bajtin, M. (1971). Carnaval y Literatura. En: Revista Eco N 129. Bogot:
Librera Buchhols.
Buitrago F. (s.f.). El hostigante verano de los dioses. Bogot: Oveja Negra.
Marchese, A. y Forradellas, J. (1986). Diccionario de retrica, crtica y terminologa literaria. Barcelona: Ariel.
Onetti, J.C. (1975). Cuentos Completos. Barcelona: Crculo de Lectores.
Pineda Botero, A. (2001). Juicios de Residencia. Medelln: Fondo Editorial Universidad Eafit, Coleccin Antorcha y Daga.
Trujillo Meja, L. (2000). Advertencias, prlogos y noticias: desplazamiento
de lo liminal en la obra de Fanny Buitrago. En: Literatura y cultura, narrativa
colombiana del siglo XX, Vol. II. Bogot: Ministerio de Cultura.
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