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Nicolas Rosa Sombras de Borges
Nicolas Rosa Sombras de Borges
"Se dira entonces que haba estado leyendo en Las Mil y Una
Noches un relato que se refera a m mismo. Mil aos antes de
nacer estuve prefigurado en personajes que habitaron las riberas
del Tigris. El terror y el desaliento me infundieron esta idea."
Dos opciones: o este es un texto fraguado por m, simulacro de la copia
borgiana, o si el lector prefiere es un texto de Thomas de Quincey extrado de su
Suspiria de profundis, que es copia borgiana de De Quincy o texto borgiano de De
Quincy que anticipa a Borges. La teora de los precursores no implica ninguna
relacin de certeza, de bsqueda del origen de la verdad, sino ms bien culmina en
la dehiescencia de la raz: encrucijada de la genealoga, desorientacin del linaje.
Escribir sobre Borges hoy significa escribir con Borges. El problema es saber
qu parte le corresponde a cada uno. Toda escritura sobre Borges divide al texto
borgiano y opera sobre una parte: el Borges crtico, el Borges poeta, el Borges
cuentista, o el Borges del Carriego, o el del Martn Fierro o el Borges de las puras
ficciones. Y en cada parte, otra parte ms pequea: parte sobre parte o partes
contra partes, toda escritura sobre Borges debe conjeturarcalcular, decimos un
encuentro de bordes roce con una parte de la obra de Borges, o presumir una
congruencia icnica de un punto del texto escrito operacin de plegado topolgico
con el texto a escribir. Este texto tiene como bordura a Funes el Memorioso,
otorgndole un final que su oculta disposicin propone: una metfora de la lectura
y una versin irrisoria de toda hermenutica. Que los que se ocuparon de la
escritura borgiana hagan del Quijote de Pierre Mnard su victorioso y altivo
simulacro, obliga a aquellos que se ocupan de la lectura borgiana a proponer a
Funes el Memorioso como una trama axiomtica de esas operaciones que llamamos
el leer y el escribir. Nadie puede escribirlo todo puesto que Todo no puede ser
escrito. Nadie puede leerlo todo, puesto que Todo no puede ser ledo. Incertidumbre
y olvido pueblan los fantasmas de la lectura.
El objeto Borges (llmese su corpus, su texto, su escritura), que como tal es
un objeto, es el texto de Borges ms todos los textos que Borges ha ledo sus
precursores o quiz mejor sus ancestros textuales, ms las lecturas que sobre el
texto de Borges se han operado lecturas estilsticas, sociocrticas, psicoanalticas
las ms inconsistentes segn creemos desde la izquierda y la derecha, desde el
discurso universitario y desde la extra-territorialidad, desde la zona literaria
argentina o desde los sistemas literarios y crticos extranjeros, el objeto Borges,
decamos, se ha convertido en un objeto excesivamente potente, en un artefacto
semafrico que marca los caminos, las vas, los derroteros, las fronteras y los
lmites de las zonas literarias y de los recorridos de escritura. De tanta luz, luz
enceguecedora, no podran negarse las sombras. El objeto Borges se ha vuelto
opaco y de esa opacidad nos vamos a ocupar.
Potente, arroja tanto su luz como su sombra de escritura desde hace aos
sobre los escritores argentinos para fagocitarlos o expulsarlos, someterlos o
excluirlos de su circuito. Hijo potente de padres, ancestros y filiaciones poderosas
(todo lo que Borges ha ledo-recordado en su escritura) se ha convertido en un
Padre Textual omnvoro y omnipotente, genera ambivalentemente odio y amor, es
el Padre con el que no se puede pactar para la divisin de los bienes textuales, l lo
posee todo y su herencia permanece indivisa. Padre que, regenerndose en una
voraz apropiacin-desapropiacin de los textos y en un consumo ingente de los
despojos textuales, no ha permitido todava no ha permitido el intercambio
simblico en la libre circulacin textual. La herencia textual borgiana es una marca
indeleble, como una marca de fbrica y todava no nos ha permitido esa traslacin,
esa transferencia, en el sentido mercantil pero tambin psicoanaltico del trmino,
propia de los linajes textuales: asentarse sobre la marca para borrarla, convertir la
propiedad textual privada, privadsima, en bienes mostrencos. La Biblioteca
borgiana ese imaginario colectivizado en la cultura desde Alejandra y que se
confunde con el Laberinto, desde Helipolis, hasta la Biblioteca Nacional pasando
por los palimpsestos medievales, es una Biblioteca Hermtica, no de un saber
hermtico, sino hermticamente clausurada. Se est siempre o demasiado cerca o
demasiado lejos. Dentro de ella o fuera de ella.
Demasiado cerca: se establece con l, con ella, una relacin perversa, de
perversin textual, que produce copias de copias, imitaciones de la Imitacin,
pastiches de los pastiches borgianos (que en realidad nunca son tales pues slo
estn citados, aludidos pero nunca efectuados), o da lugar a travestismos
inconscientes. Los escritores que estn ahora entre los 40 y los 50 aos, todos han
escrito textos borgianos, es decir textos mimticos. Este hecho no es de por s
negativo, es un camino de pasaje, si se quiere, de rito de iniciacin a la escritura
necesario para el escritor argentino, pero es un camino de alienacin sin duda que
debe dejar lugar a la separacin. Separacin que por el momento tiene figura de
rito canibalstico, de ingestin del cuerpo textual en el festn de las letras totmicas.
Pagada la deuda paterna, de hecho nunca saldada completamente, podr el escritor
establecer un dilogo textual donde su voz pueda llegar a otros.
En otro nivel, en el de la produccin es una comprobacin emprica pero
vlida la sombra de Borges se ha tendido sobre toda una generacin de
escritores, de grandes escritores, como Hctor Tizn, Antonio Di Benedetto, Juan
Jos Saer, Daniel Moyano o sobre nuestros grandes poetas que han vivido no de la
sombra de Borges (esos son otros, los otros que han hecho valer en el mercado
internacional la sombra borgiana) sino que han sufrido la sombra de Borges: o
demasiado cerca, Bioy Casares, pongamos por caso, o demasiado lejos, Juan L.
Ortiz.
Para la crtica, y prcticamente las ltimas generaciones a partir de 1955 no
han dejado de escribir sobre Borges, este objeto potente se ha vuelto tambin
opaco: absorbe todos los fulgores y no refleja ninguno. Podra decirse que es, en el
caso, una eleccin de objeto narcisista invertida, donde la crtica slo puede
comprobar su propia especularidad. Este hecho se debe, segn entendemos, por lo
menos a dos fenmenos:
a la elevacin a objeto de culto social del texto Borges (texto + personaje +
autor + persona), fenmeno que desconcert siempre al mismo Borges;
y al carcter fundamentalmente hiperliterario propio de la escritura
borgiana. Literatura de literaturas, sobre literaturas, el acceso crtico, la
entrada, si se prefiere, a la obra, queda siempre atrapada en la ficcin crtica,
que por su propia sustancia, anonada tanto al crtico como a la crtica. Esa
excentrizacin del texto recae sobre la aniquilacin del sujeto crtico que
puede elegir el argumento de la carta obligada y slo elegir los caminos del
silencio, los de la repeticin o los del goce. Convengamos que estos dos
ltimos no son sino otras formas del silencio. Reposar-se en el texto y dejar
que el texto repose.
Lo sorprendente en Borges no es tanto las mltiples lecturas que puede
provocar su riqueza textual (en realidad un imaginario de la crtica) sino su
monstruosa ilegibilidad (distinta de la de Sade o la de Joyce) y por ende su inhumanidad. Todo texto legible, aunque est hipotecado por la estereotipia, es un
texto humano: propone sus cdigos, sus protocolos de lectura, su gramtica nsita,
sus vectores de fuerza, en suma, las reglas de su legibilidad. Pero la obra de
Borges, y tal vez all resida el secreto de su escritura secreto a voces como el de
Polichinella desanima y desconcierta los protocolos crticos, slo remite a una
experiencia de lectura y reenva al crtico a esa totalidad imposible del texto