Historia Universal, Tomo 1 PDF
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PRLOGO.
POR WALTER GOETZ.
La Historia universal se halla al presente ante
problemas punto menos que insolubles. El investigador
particular difcilmente podr dominar la Historia
universal, que consta hoy de muchos territorios de
investigacin completamente independientes, a no ser
que desde un principio renuncie a la solidez y
veracidad de su exposicin. Otra solucin, la que
consistiera en componer la Historia universal con
narraciones y exposiciones a cargo de diferentes
investigadores, conduce casi necesariamente a la
prdida de la unidad interna; pero mientras no
aparezca algn valiente que intente por s solo la
obra magna, slo queda ese segundo camino: reunir en
trabajo comn un grupo de investigadores. Existen en
no pequeo nmero historias universales de esta clase.
Pero todas sufren del defecto inherente a semejante
comunidad; intentan dominar el curso total de la
historia
humana,
en
sucesivas
exposiciones
particulares, pero renunciando desde luego a la unidad
interna.
La Historia universal que ofrecemos a nuestros
lectores
pretende
evitar
estos
defectos.
Hase
construido sobre la idea de exponer la evolucin
espiritual de la Humanidad como ncleo de su historia;
el propsito de esta nueva empresa es, pues, el de una
Historia de la cultura humana. Sin duda, no toda la
vida histrica habr de subordinarse a lo espiritual,
y la independencia de las distintas esferas en la
vida humana quedar mantenida. Pero la disposicin de
toda la obra habr de manifestar claramente su
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progresos
de
la
investigacin
sido extraordinarios en toda la
descubierto
entre
los
pueblos
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INTRODUCCIN.
POR WALTER GOETZ.
Comprender el curso y el sentido de la Historia
universal es afn eterno del gnero humano. El
conocimiento cientfico ha descubierto mucho; pero en
la obscuridad permanecen an los largos perodos
iniciales de esa historia y el fin de su evolucin.
Slo unos cinco milenios se dilatan -contados desde
el presente hacia atrs- ante nuestra mirada; pero la
prehistoria de diez milenios y aun de muchos
centenares de ellos elude todava los ataques de la
investigacin. Y, sin embargo, son estos los tiempos
importantes, durante los cuales el hombre se hizo
hombre, creando las primeras bases de la cultura.
Infinitamente largas pocas debi tardar el hombre en
descubrir las primeras herramientas, las primeras
armas que facilitaron su trabajo, convirtindolo en
dominador de la naturaleza. Miles de aos han debido
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de
pueblos
pertenecan?
Si
los
semitas,
como
recientemente se ha sostenido, pertenecen al grupo de
los pueblos llamados indogermnicas, entonces todos
esos pueblos son, en ltimo termino, parientes entre
s, aunque tras larga separacin se hayan convertido
en razas aparentemente distintas. En todo caso,
prodjose
luego
una
mezcla
por
emigracin
indogermnica y los sumerios, mitanos, hetitas, que
quiz sean indogermnicas, fueron con el tiempo a
fundirse en el medio predominantemente semtico. En
cambio, en Egipto es claro el cuo semtico, pero
parece haberse producido por la mezcla de un pueblo
indgena africano con inmigrantes semitas, y entonces
aqu seria donde podra encontrarse ms marcada que
en
ninguna
otra
parte
cierta
antiqusima
sedentariedad de poblacin y de cultura. Pero, segn
los hallazgos prehistricos, el pueblo ms antiguo que
se seala en el Alto y Bajo Egipto es de origen
completamente distinto.
No se sabe bien por qu justamente ha sido en Egipto
y en el Oriente anterior donde primero se ha
desarrollado una vida cultural de tan rpida pujanza.
En estos territorios dense en conjunto iguales
frmulas de evolucin que en los dems; pero aqu
aparecen no slo con anterioridad, sino tambin con
ms riqueza que en ninguna otra parte. Aqu es donde
primeramente se produce una gran cultura humana, y el
arte y el espritu ha influido sobre toda la
evolucin ulterior de estas comarcas, como tambin en
los pases mediterrneos y occidentales. Muchas de las
imperecederas adquisiciones de la Humanidad han
nacido en estas tierras. Tratbase acaso de pueblos
especialmente bien dotados? Era quiz un cuadrante
de especial fecundidad? Colaboraban en trabajo comn
hacia un fin conjunto? La naturaleza no vino
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precisamente
en
auxilio
de
estos
pueblos.
La
Mesopotamia fue cultivada econmicamente por ellos,
como tambin el Bajo Egipto fue por ellos convertido,
tras larga y dura labor, de pantanosa extensin en
fecunda llanura. Ms que en otras comarcas era aqu el
desierto inmediatamente fronterizo de la tierra
cultivada. Queda en pie el hecho de que aqu una
mltiple mezcla de pueblos -pues ninguno de stos es
uniforme en su raza-, laborando con incesante celo,
llev a cabo las primeras grandes hazaas de la
Humanidad. Un profundo misterio envuelve para nosotros
el advenimiento de estas romotsimas pocas. Si con
ciertos puntos de apoyo podemos retroceder en Egipto
hasta el milenio quinto antes de Jesucristo, y en
Mesopotamia hasta el cuarto, es lo cierto que en
Egipto la historia conexa y palpable no comienza
hasta tres mil doscientos, y en Mesopotamia hasta dos
mil ochocientos aos antes de nuestra Era. Pero en
estos momentos ya poseen esos pueblos escritura y
arte, ambas cosas, que por su mera existencia son
testimonio de largo ejercicio anterior. Y en el
Estado,
como
tambin
en
la
cultura
religiosa,
comprubase lo mismo. Es maravilloso lo que estos
pueblos, en lucha uno con otro, y a veces vencindose
totalmente uno a otro, han llevado a cabo en tres
milenios. Existen aqu no slo Estados con orden
jurdico
y
administrativo,
con
estrategia
y
diplomacia, con religin y sacerdocio, con un arte de
poderosa arquitectura como de la ms delicada y fina
decoracin, con economa y comercio, sino tambin se
encuentran
en
estas
comarcas
legisladores,
verdaderamente grandes, como Hammurabi y Moiss; una
administracin estructurada hasta en los menores
detalles, avances progresivos de la economa en lucha
con la Naturaleza, monotesmo religioso que, con
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pues, abierto el
nos ensee y nos
impulse a la ms
haga enmudecer de
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LA HISTORIA Y EL PRESENTE.
En sus Consideraciones inactuales: De la utilidad y
perjuicio de la Historia para la vida ha colocado
Nietzsche todo el conocimiento histrico bajo la
superior inspeccin y tutela de una doctrina de la
salud, de la vida y de la cultura. Con esto ha
sealado el punto a partir del cual cabe decidir el
valor o no valor de la Historia en general; y no slo
esto, sino tambin comprender el contenido y la
estructura de una concepcin determinada de la
Historia. La Historia sirve para la vida. Los
problemas y necesidades del presente determinan la
medida y los lmites del sentido histrico, la
direccin del pensamiento histrico, la estructuracin
de la imagen vlida del pasado.
Por dos motivos podo intitularse inactual esa
consideracin de Nietzsche: Primero, porque se atreva
a poner en cuestin y, aun llegado el caso, a sealar
como un peligro, y en el presente incluso como una
enfermedad aguda, la ciencia y la educacin histrica,
precisamente en el siglo que haba producido un
florecimiento inaudito de las ciencias histricas y
que con orgullo se llamaba a s mismo el siglo de la
Historia. En segundo lugar, porque en una poca para
la cual la ciencia libre, sin finalidad, slo
responsable ante s misma, constitua un valor
evidente, emprendi la tarea de aplicar a la Historia
normas extracientficas y aventur la sentencia
siguiente: Que la Historia ha de estudiarse para los
fines de la vida.
La Historia tiene, en efecto, para Nietzsche un
sentido necesario en la economa de una cultura sana.
Toda vida requiere recuerdos. Toda vida espiritual,
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poca
clsica
de
la
antigedad
griega
es
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considerada,
generalmente,
con
razn,
como
una
situacin espiritual tpica en la cual no puede haber
Historia universal, sino slo la Historia de estrechas
unidades culturales. Existe all, sin duda. un gran
mito histrico que envuelve a todo el mundo, y en
Platn se le advierte claramente. Tambin han llegado
hasta nosotros, bien que en fragmentos, construcciones
psicolgicas sobre la serie de las pocas culturales.
Pero estos pensamientos de la Historia universal no
encontraron arraigo en la filosofa griega, que se
dedica al conocimiento de las leyes intemporales,
busca el sentido del todo en su orden invariable y no
constituye
nunca
una
filosofa
del
acontecer
histrico.
La gran historiografa griega nace inmediatamente de
la vida poltica activa, a la que est mezclado el
historiador, muchas veces personalmente. Alimntase
con los gloriosos hechos de las guerras mdicas y con
el
juego
poltico
activsimo
de
los
Estados
particulares griegos. Significa la aplicacin del alto
talento poltico de los griegos a la Historia del
tiempo y a la prehistoria inmediata del propio Estado
y de su contorno poltico. El griego siente lo griego
como la nica plenitud de la norma humana y considera
todos los dems pueblos como brbaros; esto constituye
un obstculo insuperable para la dilatacin del
sentido histrico en forma universal. Sin duda, para
los griegos el comienzo de la evolucin histrica se
halla en Oriente; pero despus del victorioso choque
con el mundo oriental, la propia Grecia se convierte
en centro y nico objeto valioso de la consideracin
histrica. El inters, por lo remoto y ajeno, produce
indudablemente un notorio deleite en narraciones y
referencias (Herodoto); pero ningn impulso hacia la
Historia universal. Las ideas generales que se
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manifiestan
en
las
disposiciones
histricas
particulares apunta a la Historia universal, sino a
una teora ingeniosa de las formas polticas y sus
cambios regulares. Pero lo ms grande que el sentido
histrico de los griegos crea sigue siendo la
iluminacin de los acontecimientos polticos en el
pasado inmediato y en el propio presente del
historiador. En ellos puede actualizarse la seguridad
soberana de la visin poltica; y ellos constituyen el
tema constante de toda historiografa griega El genio
histrico de Tucdides es, pues, en este sentido la
mxima oposicin a toda voluntad de conocimiento
enderezada hacia la Historia universal.
Cuando el mundo antiguo se concentra en el Imperio
romano es cuando se prepara el terreno para una
consideracin de la Historia universal. Prodcese
entonces un presente que es sentido como en s
valioso y, por decirlo as, como una isla inteligible
en medio de la tierra humana; pero, adems, es
considerado como la desembocadura de I a Humanidad, el
apaciguamiento de las luchas, la formacin definitiva
de la pluralidad espiritual en un conjunto unitario.
La realidad del Imperio romano, ms an que la idea de
la Humanidad -que bajo la influencia de la filosofa
esttica
adquiere
gran
poder-,
constituye
el
fundamento para una Historia universal. El audaz
problema de cmo haya advenido el Imperio romano, la
temerosa pregunta de cun slido sea Y de si las
causas de su grandeza actan todava y de cul haya
de ser su sucesor, todos estos problemas suscitan
temas de Historia universal y dan a los historiadores
romanos perspectivas universalistas.
El primero y ms alto documento de esta vuelta hacia
la Historia universal es la obra de Polibio. Polibio,
que vive en el ambiente de los Escipiones, llega a una
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histrico,
generales,
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su diversidad.
Este universalismo concreto domina la historiografa
del siglo XIX. En este sentido, toda la labor
histrica de Leopoldo Ranke es Historia universal; en
su consideracin entran las naciones, por cuanto
actuando unas sobre otras aparecen unas tras obras,
constituyendo entre todas un conjunto vivo, y las
famosas obras de Historia universal en el siglo XIX
(desde Schlosser hasta Lindner) tienen en este mismo
fondo filosfico histrico, bien que algo desvanecido.
Tambin aqu la situacin real del presente es la que
produce el pensamiento histrico y le da su forma: la
constante y creciente complicacin mutua de las
naciones y las culturas en la economa y poltica
mundiales, la expansin de la civilizacin europea
sobre el mundo entero. Con esto (como dice Troeltsch)
se dilata enormemente la situacin creada por la
ilustracin, sin duda, con la diferencia esencial de
que la muchedumbre de material histrico que hoy
dominamos supera con mucho el horizonte de Voltaire o
de Herder, y de que la intuicin en la diferencia
esencial entre los mundos culturales ajenos se ha
profundizado
enormemente.
Adems,
con
esta
otra
que
ha
disminuido
esencial
distincin
tambin:
notablemente la seguridad con que la ilustracin
europea se consideraba a s misma como norma absoluta
de toda cultura. De aqu resultan, para el pensamiento
histrico universal del presente, tres posibilidades
fundamentales. O se concibe la Historia universal como
simple concepto de coleccin, cuyo contenido est
formado
por
la
pluralidad
de
las
culturas
particulares, que ms o menos independientes unas de
otras florecen y decaen conforme a su propio espritu
(Spengler), o se conserva el movimiento del europesmo
hacia la civilizacin mundial como sentido de la
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Historia
a
priori,
cuyo
plan
conjunto,
cuya
periodicidad, pueden derivarse de conceptos poros. En
cambio, los historiadores empricos se oponen, con
razn, a esta manera de pensar. Y si aqu hemos de
destacar una serie de frmulas estructurales como las
formas tpicas fundamentales de la Historia universal,
ello no quiere decir que esos esquemas se encuentren
de antemano en la conciencia del historiador, y que el
material histrico resulte violentamente introducido
o modelado en sus moldes. Pero el anlisis de las
obras sobre Historia universal nos ensea que la
concepcin conjunta del transcurso histrico, as como
su articulacin y acentuacin en detalle, se acomoda a
un determinado nmero de posibilidades tpicas. No se
puede reunir el acontecer histrico en la unidad de
un transcurso sin pensar este transcurso como una
lnea de determinado ritmo. De las exposiciones
histricas
mismas
surgen
los
principios
de
articulacin y los esquemas de estructura. Y si se
sabe discernirlos exactamente en las obras histricas,
se encuentra en ellos la filosofa histrica del
investigador en cuestin, su respuesta a las preguntas
acerca del sentido de la Historia. Son, propiamente,
los
sistemas
de
la
consideracin
histrica
universal.
Tres formas fundamentales del pensamiento histrico
debemos distinguir: la idea del progreso, del ciclo y
de la evolucin dialctica. Cada uno de ellos puede
manifestarse en varias subformas y unirse en formas
mixtas con alguna otra concepcin histrica, de suerte
que resulta posible una gran variedad de concepciones
histricas, y, en ltimo termino, cada historiador
productivo desarrolla BU propia imagen del total
curso histrico. Estas formas fundamentales del
pensamiento histrico slo se encuentran expresamente
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idea
del
progreso
sirve
de
base
esquema
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unitario de la Historia
historias nacionales.
universal
frente
las
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de la Humanidad.
La historiografa concreta no ha aplicado quiz nunca
completamente al curso total de la Historia universal
ese esquema cclico que vuelve a su punto de partida.
Slo han sido sistemas de la filosofa de la Historia
los que han aventurado esta interpretacin. En cambio,
la doctrina de los movimientos cclicos en los
pueblos particulares, en las culturas particulares y,
en general, en las reducidas unidades histricas,
constituye uno de los pensamientos ms fecundos que
conoce la historiografa. La Historia de la Humanidad
se compone entonces de cursos parciales que tienen en
si mismos su remate interior, que se repiten rtmica o
irregularmente y que se corresponden unos a otros en
la sucesin de sus estadios. En parte son utilizadas
de nuevo las antiguas imgenes del ciclo vital
individual o del ciclo anual para simbolizar el
cambio de los estados por que cada cultura atraviesa.
En
parte
son
trasladados
a
los
estados
correspondientes de otras culturas conceptos que al
principio slo valan para una cultura determinada
(as, por ejemplo, se habla del barroco griego, de la
Edad Media griega o del cesarismo moderno). En parte,
finalmente, se crea una teora propia sobre la
articulacin interna del transcurso cultural, por
decirlo as, una biologa propia de ese gran ser vivo
llamado cultura. As se consigue trasladar la idea del
ciclo histrico al idioma del concepto. La teora del
ciclo regular de las constituciones polticas que
desde Platn y Aristteles, a travs de Polibio, se
prosigue hasta en las teoras polticas modernas, es
el primer territorio histrico en el cual esta forma
del pensamiento histrico ha llegado a ser importante.
Ms
all
de
esto
la
historiografa
moderna,
particularmente el siglo XIX, ha desarrollado la
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entre
tambin
como
elemento
en
su
concepcin
histrica. Por debajo del gran movimiento de la
Historia marcha el ms breve ritmo del florecimiento
y decaimiento de los pueblos particulares, y se
verifica el curso regular de sus culturas. Y en la
medida en que la idea de la unidad humana y de la
continuidad histrica retrocede o se deshace, trnase
ms independiente la segunda forma del pensar
histrico. En lugar de una cultura que progresa
continuamente, una pluralidad de culturas histricas;
en lugar de una Historia universal, una pluralidad de
ciclos culturales conclusos; esta filosofa de la
Historia constituye hoy la base evidente para una
gran parte del pensar histrico. Hace ya mucho tiempo
que se dijo que la evolucin de la cultura antigua
representa un paralelo a la evolucin de la cultura
moderna. Dtelo, por ejemplo: Wilamowitz en su discurso
sobre Perodos del universo (1897). Pero tambin se
aplica hoy el pensamiento a otras culturas ms
antiguas y de esta idea se deriva la de una
morfologa universal comparada de la Historia.
Es claro que as se plantea el problema de hasta qu
punto quepa hablar entonces de Historia universal;
esto es, de una unidad inteligible de la Humanidad y
de su evolucin. La ciencia histrica del presente
ofrece tres respuestas a esta pregunta: Primera, la
Historia universal se deshace efectivamente en la
pluralidad de las culturas particulares que, sin
relacin interna unas con otras, desarrollan su
contenido espiritual y cumplen su destino histrico;
Spengler es un representante puro de este tipo.
Segunda, sobre los ciclos conclusos de las culturas
abovdase la unidad de la Historia universal en un
arco de superior dimetro; esta Historia encuentra su
contenido en el producto espiritual que cada pueblo
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porque
slo
l
aspira
a
utilizar
un
pasado,
conscientemente conservado, para construir un futuro
conscientemente dirigido (Troeltsch). Aqu arraiga la
justificacin intima de toda limitacin de contenido
en la Historia universal, limitacin de que ya hemos
hablado. Slo lo que ha penetrado inmediata o
mediatamente en el contenido de la realidad presente
como elemento o como condicin eficaz se incorpora en
el curso dialctico de la Historia. Cuanto ms
profundamente se comprenda a si mismo el presente,
tanto ms remoto habr de iniciarse el sistema de sus
supuestos y orgenes. Pero aun en la ms vasta
dilatacin sirve la Historia conscientemente a la
finalidad de que el presente se comprenda a si mismo
y conozca sus problemas histricos.
LA RAZA Y LA HISTORIA.
POR FRIEDRICH HERTZ.
LA RAZA Y LA HISTORIA.
Raza es, ante todo, un concepto de la ciencia natural.
Designa una subdivisin de la especie (species) que
hereda sus caracteres. Una definicin precisa de los
conceptos de especie y de raza no se ha logrado
todava.
Sin
embargo,
estn
hoy
unnimes
los
cientficos sobre que la Humanidad constituye slo
una especie que se divide en numerosas razas. Pero el
problema de cmo haya de hacerse esta divisin
obtiene muy distintas respuestas. As, Cuvier y
Quatrefages creen que la Humanidad se divide en tres
razas; Linneo y Huxley distinguen cuatro; Blumenbach,
cinco; Buffon, seis, Prichard, Hunter y Peschel, siete;
Agassiz, ocho; Desmoulins y Pickering, 11; Haekel y F.
Mller, 12; Bory Saint Vincent, 15; Malle Brun, 16;
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valiosas
contribuciones
para
cualidades espirituales de la raza.
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determinar
las
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realmente extraordinarios.
La etnografa nos da a conocer que los tan
menospreciados salvajes han producido en el Derecho,
en el lenguaje, en el arte, en la economa, en la
tcnica, en la medicina, obras que delatan importantes
capacidades espirituales. Tambin en el terreno de la
religin, de los mitos, de la moral, del Derecho, de
las costumbres y usos, se han dado a conocer
innumerables
y
muchas
veces
sorprendentes
coincidencias entre pueblos de muy diferentes razas, y
particularmente muchos paralelismos con el estadio
cultural de nuestros propios antepasados. Los juicios
de algunos de los primeros investigadores en estas
cuestiones pueden confirmar lo que decimos. Por lo que
a la moral se refiere, ha expuesto Westermarck la
coincidencia entre las ms diferentes razas con
pruebas materiales abundantsimas. En el terreno del
Derecho, dice Fernando de Andrian: Es hoy axioma
inatacable la independencia de las formas sociales
ms importantes y extendidas con respecto a la raza.
Con consecuencia casi inquietante -dice Post, el
fundador de la ciencia del Derecho comparadoaparecen muchas veces los mismos usos jurdicos
peculiares en las ms diferentes poblaciones de la
tierra y a veces en circunstancias que hacen
imposible
pensar
que
no
hayan
nacido
all
originariamente. Por eso, es casi imposible sacar del
Derecho de un pueblo conclusiones acerca de su origen.
La unidad de la especie humana se patentiza aqu de
modo realmente sorprendente. Sobre el arte afirma
Mauricio Hoernes: La homogeneidad de los productos de
los perodos inferiores del arte en los ms distintos
tiempos y pases est en oposicin a la diversidad de
las razas humanas y demuestra que las peculiaridades
raciales no tienen una importancia decisiva para la
primera evolucin del arte.
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en
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antroposocilogos
carecen
de
Todos
los
conocimientos histricosociales y de su inteligencia;
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en
dos
determinados
casos
existir
las
mismas
disposiciones materiales y, sin embargo, ofrecer un
cuadro completamente distinto por ser distinta la
estructura formal del carcter. Aqu tropezamos con el
temperamento, en el cual desde tiempos remotos se ha
querido
ver
un
motivo
fundamental
para
las
diferencias de raza. Indudablemente, algunos pueblos
producen la impresin de fogosos y otros la de
flemticos, aun cuando en esto, el modo de vida, la
tradicin, la educacin, el estado social de los
nervios
pueden
contribuir
a
modificar
considerablemente un temperamento dado. Sobre el
temperamento de las razas se ha escrito mucho, desde
Aristteles e Hipcrates y Galeno hasta Montesquieu y
Taine, y aun en nuestros das los socilogos,
principalmente los franceses, atribuyen a este factor
una importancia grande en la determinacin de la
Historia.
Desgraciadamente,
la
esencia
del
temperamento permanece harto indeterminada, a pesar de
los esfuerzos hechos por los psiclogos. Entindese
por temperamento en general un temple bsico que se
halla sin duda en estrecha relacin con hechos
fsicos (de las secreciones internas); es un ritmo del
alma, rapidez y fuerza en la reaccin a determinados
motivos, agresividad, resistencia, ritmo, intensidad de
la conducta anmica. A estos elementos formales nanse
otros materiales, como el placer y el dolor, la
alegra y la tristeza.
Gustavo Rmelin ha descrito el temperamento en uno de
sus discursos: En cualquier temperamento puede haber
hombres nobles y excelentes y tambin vagos y
criminales. Sea fogoso o fro, tranquilo o exaltado,
jocoso o serio, arrastrado por la impresin del
momento o prudente, hombre d sentimiento o de
intelecto, cualquiera puede llenar su puesto, cumplir
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EL SUELO Y LA HISTORIA
POR WALTER VOGEL.
EL SUELO Y LA HISTORIA.
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altas.
Son
difcilmente
atacables,
pero
tambin
difcilmente accesibles al trfico pacfico, y en
consecuencia
desarrollan
un
rasgo
peculiar
conservador,
mostrndose
muchas
voces
fieles
guardadores de las tradiciones antiguas. Sean ejemplos
de ello Abisinia, el Tbet, Castilla. Los Estados
insulares tienen de comn con estos ltimos su
hermetismo; pero el mar es un obstculo solamente para
los que no dominan la navegacin, y por eso Inglaterra
y el Japn han necesitado conservar superioridad
martima para mantenerse en esa seguridad.
El clima, la constitucin del suelo y la forma de ste
determinan conjuntamente lo esencial de la flora en
un pas. La flora constituye, como hemos visto, en
muchos casos, el medio por el cual esas causas
influyen en la formacin de los Estados. En resumen,
podemos repetir que la flora, tanto en su accin de
obstculo como en sentido caracterstico, tiene gran
importancia para el reparto de la poblacin. Espesos
bosques desiertos que, como Csar dice una vez del
bosque Bacenis, entre los queruscos y los suevos, se
extienden como una muralla, separaban las tribus
germnicas unas de otras, y otro tanto vemos en las
regiones de los bosques africanos y sudamericanos.
Tambin
constituyen
impenetrables
barreras
los
pantanos del Norte. El cultivo de plantas tiles
condensa la poblacin, pero tambin atrae a los
conquistadores de fuera. As, llanuras particularmente
fecundas
han
sido
reducidas
con
frecuencia
a
servidumbre, como Egipto y Mesenia; en el efecto
contrario y en el difcil acceso descansa la accin
libertadora de regiones montaosas pobres (Asturias,
Suiza, Dalarne, La Maina griega, Persia). La agricultura
que exige un trabajo penoso o aptitudes especiales ha
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s y reproducirse.
El hombre, pese a todas las diferencias de raza,
constituye zoolgicamente una especie nica. Por eso
no pueden haberse reunido ramas distintas de los
primates para formar un tronco nico humano, sino que
la evolucin debe de haber partido de un solo y mismo
tipo, aun cuando ste se haya dividido, a su vez, en
diferentes grupos de formas. De la forma arcaica
africana, representada por el hombre primitivo de
Rodesia, puede haber surgido el tipo australiano negro
del hombre actual, como del hombre de Neanderthal
europeo puede haber nacido el tipo europeo asitico,
porque la forma particular de la regin nasal y de
las mandbulas es muy diferente en esas dos formas
primarias, y revela notables concordancias con la
peculiar
configuracin
de
las
razas
actuales
correspondientes. Pero, sin embargo, debe admitirse que
tuvieron lugar constantemente mezclas; pues ya los
hombres ms antiguos de la Edad del Hielo, que vivan
y moran juntos, revelan caractersticas diferencias
de forma. La idea expresada por muchos de que las
diferencias de raza son consecuencias perjudiciales
de la civilizacin moderna y de que las razas se
mantienen tanto ms puras cuanto ms se retrocede
hacia el origen de la Humanidad, es una idea
fantstica que carece de toda base efectiva. La
tendencia a la formacin de diferentes crculos de
caracteres
durante
todo
el
transcurso
del
advenimiento humano no es menos enrgica que la
tendencia a la mezcla mutua. Cruzamientos y nuevos
caracteres han ido siempre de la mano.
El problema de las fuerzas que han destacado al
hombre sobre el mundo animal y han determinado su
transformacin actual, partiendo del tipo simple del
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orden
de los primates, toca a los problemas fundamentales de
la biologa, ya que se refiere a la capacidad de
transformacin de todos los organismos. Lamarck se
representaba que el ambiente modela los seres vivos
obligndoles a acomodarse a sus condiciones. La
plasticidad y adaptabilidad que esto supone sera,
pues, una propiedad fundamental de los organismos, que
habra
que
aceptar
como
primaria
sin
posible
explicacin. Una segunda hiptesis consiste en creer
que la modificacin de forma obtenida por la nueva
actitud de individuos aislados se mantiene de tal
modo
que
es
transmitida
a
los
descendientes,
convirtindose
as
en
comn
carcter
de
las
generaciones
siguientes.
Darwin
explica
la
configuracin de los tipos mediante el principio de
la seleccin. La ducha por la vida permite, segn l,
la supervivencia slo a aquellas formas que resultan
mejor dispuestas. para esta lucha. La supervivencia de
los ms aptos asegura la posibilidad de reproduccin
y transmisin justamente de aquellas propiedades que
se han revelado ms favorables para la vida. La teora
de Darwin no da en el fondo ninguna explicacin para
el cambio de tipo en s mismo y a lo sumo permite
comprender por qu determinados tipos existen y otros
desaparecen. Slo el neodarwinismo de Augusto Weismann
ataca el ncleo de la cuestin. Weismann admite que
todos
los
seres
vivos
a
consecuencia
de
una
peculiaridad propia varan por s mismos sin plan y
caprichosamente en toda una serie de pequeos
detalles,
pero
que
slo
se
conservan
aquellas
variaciones de forma que han sufrido victoriosas la
prueba darwiniana de la vida.
Si trasladamos estas representaciones generales al
caso particular del advenimiento humano, hallamos que
el erguimiento y la correspondiente transformacin de
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entre
la
prehistoria
absoluta
y
la
relativa,
entendiendo por sta los tiempos en que un pueblo, sin
escritura, es presa y objeto de la escritura de otro
pueblo ya histrico, mientras que en la prehistoria
absoluta los monumentos son los nicos que hablan.
Los mtodos de la prehistoria han de ser distintos de
los de la Historia, siendo, sin embargo, el fin el
mismo, esto es, obtener una imagen lo ms completa
posible de la situacin de la humanidad en los
tiempos primitivos. En lugar de literatura histrica
constituyen las fuentes del saber las antigedades
mismas. Las imgenes as obtenidas tienen naturalmente
distinto
contenido:
all
predominan
los
acontecimientos de la vida pblica; aqu, los de la
vida privada; all, la Historia poltica; aqu, la
Historia de la cultura. Entendemos por cultura la suma
de todo cuanto el hombre ha aadido a la Naturaleza,
o, dicho con otras palabras, lo que distingue al
hombre del animal, sindole caracterstico y propio.
No hay cultura sin hombre, como tambin es absurdo el
hombre sin la cultura, no existiendo ningn pueblo
natural, sino slo pueblos primitivos, o sea prximos
a la Naturaleza. Los primeros comienzos de la vida
cultural son tan inaprehensibles como el trnsito del
hombre cuando sale de la esfera animal; ambas
revoluciones se verifican no en un salto sbito, sino
en lento y regular desarrollo. En las regiones
primeras de su investigacin la prehistoria tiene
mltiples contactos con disciplinas auxiliares de
carcter naturalista, la antropologa, la geologa, la
mineraloga, la paleozoologa, la paleobotnica, la
etnologa, que aparecern ms o menos y retrocedern
ms o menos en los captulos siguientes.
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LA CULTURA MATERIAL.
Nunca en la Historia de la Humanidad ha vuelto a
haber una cultura de cazadores tan pura y autntica
como en la poca diluvial. Es sta el ejemplo mejor y
acaso incluso el nico de lo que los etnlogos llaman
el estadio de coleccin en la cultura. La caza,
lejos de ser un deporte, era la necesidad misma de la
vida y dominaba toda la vida material y espiritual de
este perodo hasta en sus menores ramificaciones. El
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LA CULTURA ESPIRITUAL.
Los
supuestos
para
dos
de
las
ms
importantes
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deben
interpretarse
como
auxilios
para
una
inteligencia convencional, y ello en un estadio de
evolucin ya muy progresivo, cuyas formas y sentido no
conocemos. A la entrada de la cueva de Pasiega, en
Espaa, que parece no haber servido de habitculo,
sino de lugar para el culto, hay pintado en la pared
un grupo de signos en el cual todava pueden
interpretarse en el sentido naturalista dos signos de
la planta del pie. Como la imagen del pie tiene en
casi todas las escrituras jeroglficas del mundo el
sentido de andar o ir, acaso puede interpretarse
dicha inscripcin como la prohibicin de la entrada a
los
no
iniciados;
tendramos
aqu
un
estadio
antiqusimo de la evolucin de la escritura, ms
antiguo an que los signos de las piedras de Azil,
entre los cuales ninguno recuerda la significacin
figurada del objeto a que se refiere. Rasgos sencillos
y cruzados, como los que se ven muchas veces en los
utensilios de cocina, no pueden considerarse como
escritura y son probablemente marcas de propiedad.
Ya es muchas veces difcil obtener una imagen clara y
completa de las representaciones religiosas de un
pueblo histrico, puesto que las ltimas emociones de
la vida religiosa transcurren muchas veces sin dejar
sedimento literario; ha de ser, por tanto, poco
probable encontrar e inferir algo sobre la religin
de las pocas prehistricas. Nunca se podr obtener
una imagen conclusa y exhaustiva en ninguna cuestin;
pues nuestros testimonios de las representaciones
religiosas prehistricas son fundamentalmente de
ndole material y tocan ms al culto que a la fe,
hallndose sin relacin interior e iluminando siempre
tan slo cuestiones particulares y no el conjunto
total de la religin. Nuestras fuentes de conocimiento
ms importantes y ricas son para nosotros las
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estatuillas
de
mujeres
desaparecen
fines
de
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naturalismo,
bien
que
no
en
el
modo
de
una
reproduccin esquemtica de los rasgos mnimos sino
desde un principio con la mirada puesta en lo
esencial. As concebido, el arte diluvial pierde lo
incomprensible que no le corresponde y se acomoda en
la gran regularidad de la vida. Regular es tambin la
ltima evolucin hacia una estilizacin progresiva, no
a consecuencia de influencias exteriores, sino por la
va de una exaltacin inmanente del contenido
espiritual desde un principio presente; es una
evolucin hacia el barroco, como la que atraviesa todo
perodo del estilo. Propio de cazadores, como es la
forma estilstica, es tambin el contenido de este
arte. La caza es ocupacin varonil, y la mujer no es
todava sujeto equivalente en la vida cultural, sino
totalmente un objeto. Varonil es tambin el arte de la
poca glacial; la mujer y la res constituyen su
contenido constante. La importancia de las obras de
arte diluviales ha sido discutida. Si no se quiere
reconocer aqu, como en las culturas espiritualizadas,
evidentes destellos del genio artstico, hay que
plantear el problema de la determinacin finalista. Si
se
toman
las
innumerables
representaciones
de
animales como testimonio de caceras, queda sin
explicar el otro grupo de figuras humanas, pues es
claro que stas no pueden considerarse desde distinto
punto de vista que las primeras. Frente a la
interpretacin
de
1118
imgenes
animales,
como
crnicas de caza, opnese un hecho que muchas veces ha
sido
pasado
por
alto:
las
especies
animales
representadas en las pinturas y dibujos y las
especies que por los hallazgos de huesos en la misma
cueva fueron consumidas por el hombre, no coinciden
jams. Por el contrario, represntanse en el arte
animales que faltan totalmente en la cocina. As, las
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tambin
hasta
hoy
antiqusimos perodos.
muchas
formas
usos
de
CRCULOS DE CULTURA.
En este perodo distnguense los crculos de cultura
con mayor precisin que en la poca glacial; su
separacin resulta de la diferencia econmica entro
los establecimientos, y de las diferentes formas de
los utensilios, sobre todo de la cermica, que se nos
ofrece ahora en gran perfeccin de forma y ornamento.
Pero slo en muy raros casos han sido pensados estos
ltimos primaria y fundamentalmente para el barro,
pues la cermica es en muy gran parte un arte
derivado, imitativo, en el cual se copian vasijas
trenzadas o hechas de madera y cuero, y a veces con
tal fidelidad, que podemos por las imitaciones
reconstruir
los
modelos
perdidos.
Los
crculos
culturales coinciden en conjunto con los crculos de
poblacin y en las regiones de contacto mzclanse los
pueblos y las culturas. Contrariamente a la tendencia
natural de la cultura agrcola hacia la sedentariedad,
esta poca est llena de enormes migraciones de
pueblos. Europa experimentaba entonces el primer gran
fenmeno
de
migracin.
Podemos
entrever
estas
migraciones principalmente por los restos de la
cermica, y vernos que en lo esencial se redujeron a
tres direcciones, de Norte a Sur, con desviaciones
hacia el Suroeste y el Sureste; de Oriente a
Occidente, y de Occidente a Oriente. Hay que aadir un
movimiento de irradiacin en todos los sentidos, que
arranca de Alemania Central con gran fuerza de
expansin. Todos estos movimientos se entrecruzan en
la Alemania del Sur, que por este motivo ofrece ms
ricos hallazgos de este perodo que ningn otro pas
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nueces,
bellotas,
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edificios
ms
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EL PROBLEMA INDO-GERMNICO.
La ciencia comparada del lenguaje reconoci ya hace
un siglo la afinidad entre muchos idiomas europeos y
asiticos: el germnico, el griego, el latn, el
snscrito, el persa, el armenio, el cltico, el eslavo,
el livonio, etc. Esta afinidad supone la procedencia
comn de un idioma primario, y con ella la existencia
de un pueblo primigenio, que recibi entonces el
nombre de Indogermnico, comprendiendo las entonces
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EL HIERRO.
Cuando el bronce hubo constituido durante todo un
milenio la base material de la cultura, conduciendo
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LA CULTURA DE HALLSTATT.
El hierro constituy la base de la cultura en forma
muy distinta que el bronce. Produjo revoluciones
profundas en la tcnica, pero por sus peculiares
propiedades resulta apropiado para utensilios de
finalidad
determinada,
sin
poder
asumir
formas
artsticas como el bronce. Los lmites entre la Edad
del Bronce y la Edad del Hierro son mucho ms
difciles de trazar que los lmites entre la Edad de
Piedra y la Edad del Bronce, no slo porque se trata
en este ltimo caso del trnsito de una cultura sin
metal a una cultura metlica, mientras que en el
primer caso se trata de sustituir un metal por otro,
sino porque el desplazamiento del bronce por el
hierro tuvo lugar durante una larga evolucin. Por eso
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mayores
que
los
establecimientos
coloniales
en
Occidente. Las formas del Sur entraron no por un solo
punto sino por una lnea de gran longitud. Un factor
cultural
tan
importante
como
la
moneda
pas
principalmente por Macedonia, no desempeando en esto
Marsella papel alguno importante. La nueva cultura
(como la anterior) ha recibido su nombre del primer
lugar en que se han hecho los hallazgos importantes.
Latne, junto al lago de Neuenburgo, establecimiento
palaftico
de
carcter
militar,
acaso
estacin
aduanera en las vas que de Occidente conducan al
lago. Entre los hallazgos descubiertos en este lugar
fueron los ms importantes las vainas de numerosas
espadas de hierro, que, en su terminacin superior,
llevan adornos imposibles de clasificar en ninguno de
los grupos estilsticos prehistricos conocidos hasta
ahora, siendo, por tanto, las primeras pruebas de un
grupo de formas distintas de la cultura de Hallstatt
y peculiares de un perodo prerromano. Lo mismo que en
Hallstatt sucede tambin en Latne, que, a pesar de
dar su nombre al grupo, no contiene ejemplares de los
sectores ms antiguos.
La cuestin de la raza puede precisarse aqu con
mayor seguridad que en los estadios anteriores. Los
depositarios
de
la
cultura
de
Latne
son
indudablemente los celtas. Este pueblo indogermnico
es afn a los germanos y constituye para la etnologa
de los antiguos griegos un nombre colectivo vago, que
designa a todos los pueblos establecidos en las
extensas regiones al Noroeste de los pases clsicos.
Antes de la estructuracin sistemtica que se ha
logrado en la prehistoria, dicho pueblo ha sido muchas
veces
favorecido
inmerecidamente
con
todos
los
fenmenos de la manifestacin cultural prehistrica.
Disctese la patria primera de los celtas, que se ha
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CHINA.
COMIENZOS DE LA CULTURA.
Son los chinos, sin duda alguna, uno de los ms viejos
pueblos cultos de la tierra. Pero, contrariamente a lo
que sucede en Egipto y Babilonia, cae relativamente
tarde el comienzo de la Historia documentada de la
China. Fija cronologa poseemos tan slo desde el ao
800 antes de Jesucristo, y los acontecimientos
histricos casi no rebasan en nuestro conocimiento el
primer milenio precristiano. La tradicin de los ms
antiguos perodos ofrece un carcter semimtico. El
cuadro histrico del segundo al cuarto milenio antes
de Jesucristo no puede determinarse sino en lneas y
contornos muy generales.
Las fuentes del conocimiento histrico son casi
exclusivamente
los
testimonios
de
la
antigua
literatura. Una investigacin practicada en el suelo
para poner de manifiesto los objetos pertenecientes a
la cultura prehistrica acaba de iniciarse en el
presente. Ahora bien; la literatura de los chinos no
se ha transmitido hasta nosotros en la forma de su
primera redaccin, sino que ha sufrido numerosas
reelaboraciones y grandes transformaciones. En todo
caso es, pues, necesaria una rigurosa crtica de los
textos. En la forma actual, todas las redacciones son
de la poca Han, esto es, no anteriores al segundo
siglo antes de Jesucristo.
La peculiar evolucin de la escritura en China; el
inters tendencioso en la redaccin de las antiguas
obras;
el
destino
de
parcial
aniquilamiento
y
represin del tesoro literario y, sobre todo, de la
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COMIENZOS DE LA HISTORIA.
No trataremos en este punto la discutida cuestin de
si la poblacin primera que encontramos establecida
en el valle del Huang-Ho y Wei-Ho debe considerarse
como autctona o venida por emigracin de otros
pases, ya sea del Sur, en unin con poblaciones de
Indochina, ya sea del Noroeste, procedente de las
grandes extensiones del Centro de Asia. Sobre este
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Chou........................................ 557-581 d. de J. C.
Liu-Sung..................................... 420-479 d. de J. C.
Ch'i......................................... 479-502 d. de J. C.
Liang........................................ 502-557 d. de J. C.
Ch'en........................................ 557-589 d. de J. C.
Sui...........................................589-618 d. de J. C.
T'ang........................................ 618-907 d. de J. C.
Wu-Tai (cinco dinastas)..................... 907-960 d. de J. C.
Hou-Liang.....................................907-923 d. de J. C.
Hou-Liang.................................... 923-936 d. de J. C.
Hou-Chin..................................... 936-947 d. de J. C.
Hou-Han...................................... 947-951 d. de J. C.
Hou-Chou..................................... 951-960 d. de J. C.
Sung........................................960-1.280 d. de J. C.
Yan(mongoles)............................1.280-1.368 d. de J. C.
Ming (mongoles)...........................1.368-1.644 d. de J. C.
Ch'ing(manches)..........................1.644-1.912 d. de J. C.
Liao(Ch'i-Tan)..............................937-1.125 d. de J. C.
Liao occidental (Kara-Kitai)..............1.125-1.218 d. de J.
C.
Hsi-Hsia (Tangutos)..........................990-1227 d. de J. C.
Chin(Ju-Chen).............................1.115-1.234 d. de J. C.
La divisin del territorio de China ha cambiado bajo
las distintas dinastas. La consideracin de la
geografa
histrica
en
cada
poca
dificultara
extraordinariamente nuestra exposicin. Enumeramos,
pues, las denominaciones locales en general, segn el
cuadro de la China actual, esto es, por la divisin
del territorio en las diez y ocho provincias de la
dinasta manch: 1, Chih-li; 2, Shan-Tung; 3, Shan-Hsi;
4, Shen-Hsi; 5, Kan-Su; 6, Ho-Nan; 7, Hu-Pei; 8, Hu-Nan;
9, Chiang-Su; 10, An-Hui; 11, Che-Chiang; 12, Chiang-Hsi;
13, Fu-Chien; 14, Kuang-Tung; 15, Kuang-Hsi; 16,
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LA POCA CHOU.
La fundacin de la dinasta Chou ofrece inequvocos
rasgos de leyenda. Su fundador, Wu-Wang, el padre de
ste, Wen-Wang, y el hermano, Chou-Kung, son figuras
ideales, a las cuales se atribuyen numerosas acciones
sobresalientes de importancia cultural. Durante los
tiempos de la dinasta Shang, los prncipes de Chou
-cuyo territorio estaba en el Oriente de la actual
provincia de Shen-Hsi-, hubieron de asumir la tarea de
proteger la China en su frontera Noroeste contra las
tribus hostiles de los brbaros. Esta actividad les
dio una importancia singular en la poltica del pas
y al mismo tiempo les permiti anudar relaciones con
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pueblos extranjeros.
El prncipe Ch'ang, que ms tarde obtuvo el nombre
honorfico de Wen-Wang, amplific su territorio en la
frontera occidental, en donde tena el mando supremo
de las tropas. Su hijo, Fa, el que luego fue Wu-Wang,
que, aliado con otros prncipes vasallos, se deslig
de la soberana imperial, produjo en 1122 la cada de
la dinasta Shang con su victoria en la batalla de
Mu-Yeh. Los miembros de la familia imperial destronada
siguieron en posesin de ciertas partes del pas, en
donde sus descendientes desempearon ms tarde el
papel de seores feudales. Un to del ltimo
emperador, Chi-Tse, huy a Corea, segn la leyenda, y
fue el fundador del primer Estado coreano.
A la muerte de Wu-Wang, en 1115, su hermano asumi la
regencia con el ttulo de Chou-Kung, en nombre de su
sobrino Ch'eng-Wang, menor de edad. Gobern sabiamente
hasta 1105. A l es debida la organizacin poltica y
social del Estado chino. Dentro del Imperio habanse
formado ya durante la dinasta Shang distintos
Estados territoriales y el sistema feudal fue
establecido Como un orden fijo y regular.
Tericamente,
todo
el
pas
era
propiedad
del
emperador; pero en la realidad grandes extensiones de
terreno pasaron a manos de casas principescas, cuyo
rango se fij en cinco clases, segn la extensin de
sus territorios. La relacin de estos vasallos con el
poder imperial fue regulada por la ley. Para la
administracin del pas se cre una organizacin
uniforme de funcionarios imperiales. Los parientes de
la
nueva
casa
imperial
obtuvieron
privilegios
especiales, y juntos con los parientes de las
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Ho-Nan Fu).
La corte se libr as de la amenaza de los pueblos
occidentales, pero cay en mayor dependencia de los
prncipes feudales.
Hasta entonces, los mismos Chou haban cuidado de
defender la frontera occidental. Despus del cambio de
capital, confiaron dicha defensa a los prncipes de
Ch'in, a quienes dieron en feudo su antigua tierra
originaria,
en
Shen-Hsi.
Con
esto
comenz
la
decadencia
poltica
de
la
dinasta
y
el
encumbramiento de la casa Ch'in. Cuando se inicia la
Historia cierta, en el siglo VIII, encontramos, pues,
en China no un Imperio unitario, sino un Imperio
dividido
en
numerosas
soberanas
feudales.
El
emperador no era tanto soberano absoluto como jefe de
cuyos
miembros
una
federacin
de
prncipes,
particulares gozaban de mayor o menor independencia,
segn el territorio que posean y la relacin feudal
en ste fundada.
Los grandes prncipes feudales se hacan unos a otros
la guerra, sin preocuparse del emperador en la
capital. A partir del ao 700 empezaron a destacarse
sobre el gran nmero de los Estados vasallos cinco
grandes reinos de considerable extensin y de
correspondiente influencia poltica. Los pequeos
territorios dependan de estos cinco reinos mayores.
Eran ellos los Estados de Ch'I, Chin, Sung, Ch'in, Ch'u,
que durante los siglos que transcurren del sptimo al
quinto mantuvieron entre s un equilibrio estable,
conservando por esas rivalidades mutuas la existencia
de la dinasta imperial, que, desde el cambio de
residencia, haba perdido casi por completo toda
autoridad.
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LA POCA CH'IN.
Al trasladarse el centro de gravedad de Occidente a
Oriente, en el ao 770, fue el prncipe de Ch'in
investido con la mitad occidental de las tierras
primitivas de la familia imperial. Obtuvo as en el
conjunto del Imperio la misma posicin que antao
haban posedo los prncipes de Chou y que les haba
valido en 1122 para llegar a la dignidad imperial. El
problema de defender la frontera occidental fue ahora
tambin la ocasin para el encumbramiento de la casa
Ch'in y para la supremaca poltica que esta casa
adquiri finalmente sobre todos los dems Estados
feudales.
La soberana de los Ch'in descans en una fuerza
puramente militar, como era natural tratndose de una
defensa permanente contra el enemigo exterior. La
afirmacin de su poder debila este Estado en primer
trmino
a
la
actividad
del
enrgico
ministro
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chinos
se
haban
limitado
hasta
entonces
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LA POCA HAN.
El perodo de 425 aos durante el cual se desarrolla
el gobierno esencialmente pacfico de la dinasta Han
(206 antes de Cristo a 220 despus de Cristo) es la
poca ms brillante de China, su Era clsica. El
cuadro cultural de este perodo ha sido determinante
para todos los tiempos posteriores.
Shih-Huang-Ti haba unido el Imperio y abolido el
sistema feudal. La autocracia tirnica desapareci con
su persona; pero el sello exterior que haba impreso
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***
Wang-Mang tuvo primero la tutela del joven emperador
P'ing-Ti,
a
quien
mand
envenenar,
hacindose
finalmente dueo del Imperio en el ao 9 despus de
Jesucristo. Su dinasta lleva el nombre de Hsin.
Intent abolir la propiedad privada y restablecer la
antigua organizacin de los nueve campos. Contra sus
proyectos tuvieron lugar sublevaciones en el pas. La
sociedad secreta de las Cejas rojas, en Shan-Tung,
se propona restablecer la dinasta Han. Al frente del
movimiento contra el usurpador pusironse varios
prncipes de una lnea lateral de la familia imperial
Liu. Uno de stos, Liu-Hsiu, logr, en el ao 23,
conquistar la capital, siendo Wang-Mang muerto cuando
escapaba del palacio incendiado.
El vencedor ocup el trono y as se prolong la
dinasta por una lnea lateral. Por eso se distingue
la dinasta antigua de Han (206 antes de Jesucristo a
9 despus de Jesucristo), y tras la interrupcin de
Wang-Mang (9-23), la dinasta moderna de Han (25-220
despus de Jesucristo), que tambin se llaman Han
occidental y Han oriental, porque a la cada del
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destronada
parciales
emperador
supremaca
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LA POCA T'ANG.
El gobierno de la dinasta Sui (589-618) fue breve y
poco afortunado, a pesar de haber sido recobrada la
unidad de toda China. Al primer soberano, Wen-Ti,
hombre capaz, sucedi en 605 su hijo Yang-Ti, cuya
aficin a la suntuosidad y al despilfarro produjo
graves daos al pas. En la capital Lo-Yang mand
construir magnficos edificios y celebrar esplndidas
fiestas. El Yang-Tse y el Huang-Ho fueron unidos por
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LA POCA SUNG.
Los xitos brillantes con que la poca T'ang comenz
en la poltica exterior y en la administracin
interior de China fueron seguidos en este perodo por
disensiones intestinas, decadencia econmica, cruel
lucha
partidista.
y
amenazas
de
los
enemigos
exteriores. Los amplios territorios que las armas
chinas haban conquistado se perdieron de nuevo y la
poderosa influencia ganada sobre los Estados del
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XII
las
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sus
trajes
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LA POCA MING.
Parece casi una posada broma de la Historia el hecho
de que aquel fraile y capitn de bandidos de
Shan-Tung, que se haba puesto al frente de la
oposicin
china
contra
el
yugo
monglico,
restableciese
de
nuevo
la
soberana
nacional.
Chu-Yan-Chang, despus de la victoria de T'ung-Chou.
en 1368, subi al trono de China, y con el nombre de
T'ai-Tsu fue el fundador de la dinasta Ming.
Eligi por capital Chin-Ling, la ciudad que ms tarde
se llam Nankn. El tercer emperador de la dinasta
traslad su corte en 1409 al Norte, a la anterior
capital monglica, T'ai-Tu, que por oposicin a la
capital meridional, Nankn, recibi el nombre de
Pei-Ching (Pekn), o sea capital del Norte. El
establecimiento definitivo de la capital y centro del
gobierno tuvo lugar en el ao de 1421.
La dinasta Ming trajo en China un perodo de
debilidad poltica. Propiamente significa tan slo el
largo trnsito de una dominacin extranjera a otra.
Slo un emperador de esta casa acometi empresas
allende las fronteras del Imperio. Pero despus vise
China de nuevo en la necesidad de rechazar ataques
enemigos, hasta que otra vez fue vctima de los
conquistadores extranjeros.
Si
al
pronto
la
poca
Ming
represent
una
resurreccin nacional, porque libraba, a los chinos
del yugo de los mongoles, sin embargo, las fuerzas
internas de la China no eran bastante poderosas para
fundar una renovacin perdurable de su Estado. China
necesitaba una direccin extranjera para sus asuntos
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LA POCA MANCH.
Al mismo tiempo que penetraban los manches del Norte
produjronse en China disturbios que las malas
cosechas
y
las
inundaciones
aumentaron
hasta
convertirlos
en
una
revolucin
general.
Los
emperadores
de
la
dinasta
Ming
se
mostraron
incapaces y dbiles. Los eunucos, que mandaban a
capricho, fueron la ponzoa que trajo la decadencia de
la casa soberana. La inquietud del pueblo se convirti
en rebelda abierta.
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Los acontecimientos militares que estn en relacin
con la conquista del pas y la represin de las
distintas sublevaciones llenaron el gobierno del
primer emperador y prosiguieron durante el gobierno
de su sucesor. Shun-Chih cre las bases de un orden
poltico, al cual prest nueva fuerza con la energa
militar de los manches, conservando en su forma
tradicional
las
slidas
instituciones
de
la
administracin china. Con prudente intencin procur
el emperador fundir en un solo pueblo a los
conquistadores con los conquistados. Los extranjeros
adoptaron la cultura china, nico modo de asegurar el
xito de su conquista.
El segundo emperador de la casa gobern sesenta aos
(1662-1723) y fue el ms eminente soberano de la
dinasta, prestando al Imperio chino el ms brillante
esplendor y la ms dilatada fama que jams alcanzara.
Terminada la conquista de China, restablecida la paz y
el orden en todas las partes del pas, la nueva
dinasta comenz a extender su autoridad allende las
fronteras. El Anam fue de nuevo reducido a Estado
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EL JAPN.
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Polticamente el pas japons no constitua al
principio una unidad. Era un Estado compuesto de
estirpes, cuya nica relacin consista en vivir unas
al lado de otras su vida independiente, pero sin
reconocer
la
incondicional
jefatura
de
ningn
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ocasion
budista.
el
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total
reconocimiento
de
la
religin
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sistemticamente,
japons.
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constituy
la
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del
Estado
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centrales,
que
funcionarios.
enviaban
las
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provincias
sus
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LA POCA DE TOKUGAWA.
El ltimo Sho-Gun de la casa Ashikaga fue derribado
en 1573 por su general O-Ta Nobu-Naga y muri en la
obscuridad en 1597 en Kyo-To. El vencedor Nobu-Naga,
descendiente de la familia Taira fue entonces el
representante del poder imperial. Pero no tom la
dignidad de Sho-Gun, aun cuando dominaba en todo el
pas. Sus generales fueron Toyo-Tomi Hide-Yoshi y
Tokugawa Ye-Yasu, que haban de ser los hombres ms
famosos en la Historia japonesa.
Nobu-Naga era enemigo declarado del budismo, destruy
los grandes conventos de los monjes guerreros y se
manifest favorable a los cristianos. Los primeros
misioneros que desembarcaron en las islas japonesas
fueron los jesuitas en 1549. El poder en el pas pas
luego a Toyo-Tomi Hide-Yoshi, que era hijo de, un
aldeano y lleg a general sirviendo en el ejrcito,
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seor;
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COREA.
El papel peculiar que en la Historia del Asia
oriental ha correspondido a la pennsula de Corea por
su situacin entre el Japn y la China justifica el
hecho de que tratemos aparte su evolucin histrica.
La poblacin es una mezcla de distintos elementos:
tribus tunguises venidas del Norte son las que
principalmente han tenido parte en su formacin.
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HISTORIA DE EGIPTO.
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EL PUEBLO.
Los ms antiguos rastros de existencia humana en
Egipto han sido encontrados en las alturas desiertas
del alto valle del Nilo: utensilios de pedernal come
los que han sido hallados en igual forma en otros
puntos del frica septentrional y de la Europa
occidental. Pertenecen al paleoltico superior, al ms
antiguo perodo de la Edad de Piedra, y proceden de un
momento en la Historia terrestre que se encuentra
allende todo conocimiento histrico. Era una poca en
que la tierra de Egipto, tal como la conocemos, no
estaba an formada, sino que el mar llegaba hasta el
Alto Egipto y un gran lago llenaba el valle mismo. No
sabemos cmo eran los hombres que habitaban en las
llanuras del valle y labraron y utilizaron esos
instrumentos.
A comienzos de la poca histrica, que milenios
separan de ese tiempo absolutamente primitivo, est
habitado Egipto por un pueblo que se consideraba
autctono
y
que,
en
oposicin
a
sus
vecinos
extranjeros, los libios de Occidente, los asiticos en
el Noroeste y los nubios en el Sur, se denominaba a s
mismo La Humanidad, con fuerte conciencia de s y no
sin cierto orgullo de raza. El problema de la afinidad
entre esos antiguos egipcios y otros pueblos est en
relacin estrecha con el problema de la patria
primigenia del pueblo egipcio y en general de la
cultura egipcia. Sobre este punto ha habido durante
mucho tiempo dos opiniones completamente diferentes.
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CRONOLOGA.
Ya en poca prehistrica contaban los egipcios el
tiempo por aos de doce meses de treinta das cada
uno, a los cuales los confeccionadores de calendarios
aadan cinco das intercalarios. Cada cuatro de estos
meses correspondan a una estacin establecida por la
vida campesina: la estacin de la inundacin, la de la
sementera y la de la cosecha. Los cinco das que se
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La
opinin,
muy
extendida
y
ya
por
Herodoto
manifestada, de que el aldeano egipcio, sobre todo el
establecido en el delta, cosechaba los frutos de la
tierra con mucho menos trabajo que el de los dems
pueblos, no es exacta. Sin duda, el ro, con su
depsito de cieno, aligera notablemente el trabajo de
abonar las tierras; pero, por lo dems, el labrador
egipcio tena que trabajar con no menor esfuerzo que
los trabajadores de otros pases. Slo una ventaja le
concede la situacin, y es que no necesita temer los
caprichos del clima y tiene asegurada la cosecha en
todos los terrenos puestos en cultivo, a no ser que
los gusanos le coman la mitad del trigo y los
hipoptamos la otra mitad; y aun hay en los campos
muchos ratones, y hay la langosta y el ganado, que se
come el grano, y los pjaros, que lo roban).
Entre los utensilios agrcolas usados en los tiempos
primitivos, y de los cuales muchos se han conservado
hasta el presente, el ms primitivo es el pico, que se
haca de madera, y consista en un mango y una piedra
adherida a ste. Se utilizaba para destripar los
terrones, que despus de la inundacin se haban
endurecido al sol, y para abrir los surcos para la
sementera. El mismo rey manejaba este instrumento en
las pocas remotsimas, cuando se presentaba con gran
squito junto al ro para dar solemnemente la seal
de comenzar los trabajos agrcolas despus de la
inundacin, o para inaugurar por s mismo el trabajo
de alguna empresa general. Tambin el arado era
conocido de los egipcios primitivos. Tirbanlo bueyes
y servanlo dos hombres, uno de los cuales empujaba el
arado y el otro diriga a los animales. Con hoces,
consistentes en un pedazo de madera curvada y el filo
de pedacitos de pedernal, cortbanse los tallos
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EL ANTIGUO IMPERIO.
(3200-2270 a. de J. C.).
La reunin de los dos pases en un solo Estado
unitario inicia un nuevo perodo de la Historia
egipcia: el antiguo Imperio. Nada sabemos sobre el
curso que tuvieron las guerras, cuyo final fue el
sometimiento del Imperio del Norte. El predecesor de
Menes, el rey Escorpin ya mencionado, hubo de
comenzarlas llevando a la victoria a su pueblo contra
los egipcios de la regin baja y sus aliados, los
libios. Menes termin estas guerras y estableci un
severo castigo para los rebeldes en los pantanos de
papiro del delta. Los jefes fueron decapitados,
numerosos
prisioneros
fueron
hechos
-no
sin
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que
de
nuevo
se
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Es
problemtico
que
hayan
existido
intensas
relaciones comerciales con los vecinos del Oeste, con
el pueblo bereber de los Tiehenu, esparcido por el
borde oriental del Sahara. El nico producto que los
egipcios importaban de esa regin era el aceite
libio; el grano, los dtiles y el ganado que hoy
proporciona la comarca occidental exista en cantidad
suficiente en el antiguo Egipto, que, por tanto, no
necesitaba traerlo de fuera. En cambio, no faltaban
los choques sangrientos en la frontera occidental. La
fecunda tierra egipcia atraa a los pueblos nmadas,
inquietos sobre todo en los aos de mala cosecha, y
muy pronto hubieron de preocuparse los reyes de
defenderse contra esos ataques de rapia, de los
cuales obtenan compensacin con el rico botn que
les proporcionaban sus expediciones defensivas. Sehur
condujo una gran guerra contra el pas de los Tiehenu,
a quienes cogi gran cantidad de bueyes, burros,
cabras y carneros y, adems, hombres, mujeres y nios,
entre los cuales, la hija y los hijos pequeos de un
prncipe libio, a quienes se llev en calidad de
rehenes.
Para todas estas empresas guerreras no dispona el
rey de un ejercito permanente y organizado. Tena
desde luego una fuerte guardia personal; adems, cada
distrito posea su milicia mandada por el prncipe
del distrito, y las ciudades, as como los grandes
santuarios y otros cuerpos de la administracin,
mantenan tropas protectoras para hacer respetar el
orden en sus territorios. Pero no haba un ejrcito
imperial. Cuando haca falta tropa para una expedicin
importante, el rey encargaba a un funcionario de su
confianza, y particularmente capaz, que reuniese un
ejrcito. Este funcionario recoga los diferentes
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LA POCA DE TRANSICIN.
(2270-2100 a. de J. C.)
Un gran movimiento revolucionario haba convertido en
ruinas el slido edificio del Estado de la poca de
las pirmides. Los funcionarios, que haban sido
siempre el ms firme apoyo de la realeza, con ella
ntimamente desarrollados, haban ido poco a poco
apartndose
de
los
reyes
y
hacindose
ms
independientes,
para
su
propia
desdicha.
Los
funcionarios se haban tornado soberbios, codiciosos,
atenidos a su propio provecho. Una desmoralizacin
general de la administracin haba hecho presa en el
cuerpo poltico y tena que acabar arruinando al
Estado. No sabemos en detalle cmo se desarroll este
proceso. Tampoco sabemos dnde estuvo el centro del
movimiento ni quin atiz el fuego que, al fin
convertido en aniquilador incendio, se extendi por
todo el pas. Slo en sus grandes rasgos podemos
hacernos una idea de las consecuencias que tuvo tan
importante trastorno social. Para ello nos proporciona
gran auxilio un libro que contiene las Advertencias
de un profeta egipcio. Pero este libro, por desgracia
muy estropeado, describe la situacin de aquella poca
y procede de un hombre que debi vivir unos dos o
tres siglos despus. Segn sus noticias, la tierra
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EL IMPERIO MEDIO.
(2100-1700 a. de J. C.)
Los primeros Intef se haban llamado Prncipes de
Tebas. Uno de sus sucesores, de igual nombre y
estirpe, adopt los ttulos de rey. Aun cuando
seguramente no reinaba sobre el Sur y el Norte y su
poder se extenda poco ms all de Abydos, designse,
sin embargo, orgullosamente como Rey del Alto y del
Bajo Egipto. Su segundo sucesor, Mentuhotep I, llev
la lucha en el Norte a trmino victorioso, y despus
de mucho tiempo, reuni, al fin, a los dos pases en un
solo Imperio. Fue el primer rey de la dinasta XI, con
la cual comienza un nuevo perodo en la Historia de
Egipto,
perodo
denominado
el
Imperio
medio.
Siguironse cuatro reyes de igual nombre. Las escasas
noticias contenidas en documentos contemporneos nos
permiten saber que las circunstancias econmicas
haban mejorado y que las relaciones exteriores,
durante largo tiempo interrumpidas, haban podido
reanudarse. Las canteras de Wadi Hammamat, en el
desierto
oriental,
fueron
puestas
de
nuevo
en
explotacin, trasladndose a Egipto los bloques para
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En
el
interior
del
Imperio,
nuevamente
unido,
Amenemms I dej subsistentes los prncipes de los
distritos y se content con investir a los seores de
la tierra con sus regiones originarias, a modo de
feudo. Muchos de estos prncipes le haban ayudado a
restablecer la unidad poltica y hubiera sido
ingratitud a la par que imprudencia menoscabar su
poder en el pas. Estos prncipes cobraban para la
Corte los impuestos en especie y eran muy alabados
cuando cada ao de impuestos en ganado entregaban
con puntualidad los ingresos a la casa del rey. Cuando
el rey necesitaba tropas para una campaa o una
empresa cualquiera al exterior, los prncipes de los
distritos formaban con sus milicias una parte
importante del ejrcito, como ya haba acontecido en
tiempos del antiguo Imperio. As, Imeni, que era
prncipe del distrito de Antlope, en el Alto Egipto,
bajo Sesostris I, prciase de haber dado al rey
contingente militar cuando el rey camin hacia el
Sur para aniquilar a sus enemigos en Kusch (Nubia).
Tambin refiere con orgullo haber conducido 400 de
sus mejores hombres ad prncipe heredero cuando ste
emprendi una expedicin a las minas de oro de Nubia.
Bajo Sesostris III, que
volvi a reunir en su mano el poder total del Estado,
tuvo trmino la independencia de los prncipes de
distrito,
siendo
desde
entonces
confiada
la
administracin
de
los
distritos
a
funcionarios
nombrados por el rey.
Donde ms fuerte se revel el poder de la XII
dinasta fue en sus empresas extranjeras. Siguise
trabajando en las minas de cobre de la pennsula del
Sina; acometironse expediciones hacia Libia; el
suelo de Palestina fue -bien que de modo transitorio-
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XII
dinasta
su
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LOS HIKSOS.
(1700-1555 a. de J. C.)
En esta poca, segn refiere Manethos, hubo un dios
enemigo, y contra toda esperanza, vinieron de las
comarcas orientales hombres de razas desconocidas,
acometiendo
al
pas
por
tierra,
conquistndolo
fcilmente
y
apoderndose
de
los
que
en
el
dominaban..., adems, hicieron rey a uno de ellos, que
se llamaba Salitis. Manethos indica como nombre de
estos extranjeros conquistadores el de hiksos (segn
otra versin hikussos), que en egipcio significa, al
parecer, reyes pastores; pues, aada, la palabra ik
significa en el idioma sagrado (antiguo egipcio) rey,
y la palabra sos es pastor en el idioma popular.
Esta explicacin de Manethos es, sin duda, una
etimologa popular posterior. En realidad, el nombre
de Hiksos desciende de una palabra antigua egipcia
Heku josvet, que se pronunciaba ms tarde Hyku jose o
algo
semejante,
y
significa
soberano de los
extranjeros. Es este un ttulo egipcio que se
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y que los
el pueblo
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EL NUEVO IMPERIO.
(1555-712 a. de J. C.).
Amenofis I rein veintin aos en Egipto. No habiendo
dejado hijos, pas el derecho a la corona a la hermana
del rey, la princesa Ahmes, que estaba casada con un
Thutmosis, quiz pariente de la casa reinante. No
pudiendo Ahmes ser reina, por la costumbre egipcia, su
marido asumi la dignidad regia, y ella se content
con el ttulo de gran esposa regia, siendo, pues, la
reina oficial. La entrada de Thutmosis I en el
gobierno constituye el comienzo de una nueva dinasta.
Por eso nosotros hacemos empezar la dinasta XVIII
por este rey, apartndonos de la tradicin de
Manethos, que coloca el comienzo de la nueva dinasta
en Amosis y la expulsin de los hiksos.
Durante el primer ao de su reinado, Thutmosis I
march sobre Nubia para reprimir un levantamiento de
los indgenas, que haban esperado sacudir el yugo
egipcio durante la confusin que ocasionara el cambio
de monarca y negar los tributos debidos. La guerra
termin rpidamente, restablecindose el orden en
Nubia. Pero en el tercer ao del reinado volvi a
reproducirse la sublevacin. Los rebeldes fueron
vencidos, la msera Nubia fue derrotada y, habiendo
restablecido un antiguo canal por las cataratas de
Asauan, pudo el rey regresar embarcado a la capital
Tebas. Sin duda, en la poca siguiente ser frecuente
que las tribus del Sudn tomen las armas contra
Egipto; pero, en conjunto, puede decirse que la Nubia
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Amenofis III tom por esposa una hija del rey Mitani,
llamada Sutarna. Cuando ms tarde el hijo del rey
mitano, Tuschratta, subi al trono, dio tambin al rey
egipcio su hija por esposa, la cual fue despus tomada
por Amenofis IV en su harn como esposa secundaria.
Relaciones semejantes unan ya desde los tiempos de
Thutmosis III a Egipto con Chipre y con el Imperio de
los hetitas en el Asia Menor. Igualmente exista un
trfico martimo considerable con los grandes de
Creta y las islas del mar Egeo. De esta suerte se
estableci un cambio de productos entre el mundo
cultural egipcio y egeo.
Cuando Amenophis III cerr los ojos, hacia el ao
1375, subi al trono Amenofis IV, hijo del anterior y
de Teye. Tan pronto como se sent en el trono,
dispsose el rey -que por entonces tena veinticinco
o veintisis aos- a reformar la religin egipcia y a
dar una nueva fe a su pueblo. Parecale necesario
eliminar las contradicciones entre los distintos
dogmas, superar las fuerzas espirituales y polticas
contrarias en el interior y al mismo tiempo ligar por
un solo vnculo espiritual a la metrpoli con los
pueblos extranjeros, negros y asiticos, sometidos al
Imperio. Desde haca ms de un milenio, el dios Horas,
de Helipolis, en figura de halcn, el Re-Harajte,
vena
siendo
el
dios
principal
de
Egipto
y
propiamente el dios del Imperio. Pero cuando, a
principios del Imperio nuevo, Tebas fue nombrada
capital, el dios Amun-Re, procedente de Hermpolis y
adorado desde el Imperio medio, vino a situarse al
frente de las deidades egipcias. En su nombre,
emprendieron Thutmosis y Amenofis las grandes guerras
en Nubia y en Siria. A Amun-Re fueron construidos
santuarios en las comarcas conquistadas, y a sus
templos en Tebas correspondi la mayor parte del
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adems
palacios
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-inaudita
decisinal
rey
de
los
hetitas,
Schubbiluliuma, rogndole que le enviara uno de sus
numerosos hijos para casarse con el y hacerle rey de
Egipto. El hetita desconfi primero de tan extraa
proposicin, pero luego se convenci de que la reina
hablaba en serio. Lleg, pues, del Asia Menor un
candidato al trono; pero antes de alcanzar la capital
fue acometido y muerto en el camino, sin duda por
iniciativa del partido contrario. Este suceso violento
puso fin a las pretensiones de Nofretete. Su yerno
mayor, Smenjkere, subi al trono. Este Smenjkere haba
sido ya durante una temporada corregente con Ejnaton.
Ocup el trono poco tiempo. Despus rein Tutanjaton,
que apenas haba llegado a la edad adulta. Tras l se
hallaban, sin duda, importantes personalidades, que
tenan en las manos las riendas del Gobierno y
conducan
los
pasos
del
joven
soberano.
Estas
personalidades eran, probablemente, el generalsimo
Haremhab y un cierto Eye, uno de los favoritos de
Ejnaton, que en la Corte de Amarna desempeaba
igualmente un cargo militar de importancia. La muerte
de Ejnaton dio un rudo golpe a la obra de la reforma
religiosa. Apenas hubo cerrado los ojos el Faran,
cuando los partidarios de la antigua fe, y al frente
de ellos los sacerdotes tebanos de Amun, pusieron en
juego todas sus fuerzas para restituir a los dioses
expulsados y recobrar la posesin de los ingresos
perdidos. Ya Smenjkere conoci que haban pasado los
das de la Doctrina y que la dinasta, para
mantenerse, haba de concertar la paz con la antigua
fe. Declar libre el culto de los antiguos dioses, sin
por ello separarse de la doctrina de Aton y sin
abandonar su residencia de Amarna. Cuando', despus de
breve gobierno, dej el puesto a su cuado Tutanjaton,
ste sigui al principio la misma poltica de su
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comarca
de
Damasco.
En
los
aos
siguientes
repitironse las luchas en Palestina y en Siria, pero
sin proporcionar a los egipcios ningn xito notable.
Finalmente, en el ao vigsimoprimero del reinado de
Ramss termin el constante pelear y se concert un
tratado de amistad entre Egipto y Jattuschil, hermano
y sucesor de Mutallu. Conocemos este tratado, tanto en
su redaccin egipcia como tambin en su redaccin
babilnica, escrita en caracteres cuneiformes; esta
ltima ha sido descubierta en el archivo del Estado
hetita, hallado en las excavaciones de Boghazkoi.
Segn el texto del tratado, los dos Estados se
consideraban como iguales y establecan entre ambos
reyes y sus sucesores paz y fraternidad eternas.
Establcense claramente las esferas de intereses
pertenecientes a cada uno de los dos Imperios. El
Norte de Siria, sobre todo el disputado reino de los
amoritas, hubo de pasar a manos de los hetitas,
mientras todo el Sur con Palestina sigui en posesin
de los egipcios. No se puede saber con seguridad si
despus de este tratado se reprodujeron las guerras.
El hecho es que en el ao trigsimocuarto del reinado
de Ramss la hostilidad entre las dos grandes
potencias lleg a un trmino definitivo y duradero,
pues Ramss tom por esposa a la hija del rey hetita,
concedindole el rango de gran esposa regia, es
decir, el de verdadera reina y no el de concubina. No
sabemos ms sobre las relaciones entre los egipcios y
los hetitas. La segunda mitad del reinado de Ramss II
transcurri seguramente en paz. Ramss habitaba casi
siempre en su residencia favorita, que se haba
construido en la frontera Nordeste del delta (no lejos
del canal de Suez, en la posterior ciudad de Pelusio),
en los lmites entre Palestina y Egipto. Los poetas de
la poca no se cansan de celebrar el hermoso palacio;
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***
El Egipto del Imperio nuevo ofrece un aspecto
completamente distinto del Egipto de los Imperios
antiguo y medio. La laguna que separa a la dinasta
XII de la XVIII es menor en duracin; pero ms
profunda y en todos sentidos ms importante que la
que separa a la dinasta VI de la XI. Una revolucin
completa se ha verificado en las capas sociales y con
ella una recomposicin de la. vida profana. Los
prncipes independientes que, desde fines del antiguo
Imperio hasta mediada la XII dinasta, haban dominado
en el Estado, han desparecido y con ellos tambin la
nobleza antigua, en cuya posesin haba estado la
mayor parte del suelo, habiendo administrado sus
extensas propiedades con considerable independencia.
Los campos pasaron, en su mayor parte, a manos de la
corona y de los grandes santuarios. Las circunstancias
deban de corresponder aproximadamente a las que se
describen en el 47 captulo del primer libro de
Moiss. Segn la narracin bblica, la inteligente
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LA POCA POSTERIOR.
(712-332 a. de J. C.)
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Ba'Ales
de
las
ciudades
fenicias
no
son,
consecuentemente, sino los invisibles y supremos
seores y ordenadores de aquellas ciudades colocados
al lado y detrs da los dinastas terrestres; son los
reyes de la ciudad (melkart). As, el Ba'Al del cielo
o el del sol o el seor del cielo, en la Arabia
meridional, y otros entes divinos semejantes, no son
simplemente personificaciones del sol y del cielo,
sino potencias independientes y personales, que estn
tras y sobre la Naturaleza. La imagen del seor y
soberano parece haberse conservado tambin aqu. As
como el soberano mora en su palacio como persona
independiente y desde su trono manda a los sbditos,
as el dios es el ltimo y mximo seor de la ciudad
y la comarca, manda en el sol y en el cielo, dirige
los astros en su curso y ordena al sol y a la luna
que enven su luz.
Se comprende que, como casi siempre que se trata de
una multiplicidad de dioses, se estableciese una
gradacin entre ellos. El resultado suele ser en estos
casos el politesmo monrquico, que es un grado
inferior del monotesmo: un dios manda sobre todos los
dems, como el primero entre ellos, como su seor. As,
por ejemplo, los textos de Taanak, en Palestina, en la
poca de Amarna, conocen un seor de los dioses,
cuyo nombre ignoramos, pero que esta denominacin
coloca con suficiente claridad por encima de todos
los dems dioses de aquel crculo. Ms claramente y
mucho antes aparece el mismo pensamiento en Babilonia.
Aqu ya en los tiempos ms remotos es Anu rey de los
dioses y Enlil es rey de los pases y padre de los
dioses y tambin rey del cielo y de la tierra.
Tambin Ischtar es llamada con frecuencia seora del
cielo y de la tierra o cosa semejante. Cuando se
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conquistadora
de
los
reyes
akkadios,
aprovech,
naturalmente, al trfico y al comercio. Al guerrero
sigue inmediatamente el comerciante. Y aun no es raro
que el deseo y la necesidad de establecer relaciones
comerciales fueran la ocasin para un empuje militar
en una regin apartada. De esta manera establecise,
segn la tradicin, la colonia comercial asiria en
Asia Menor. Ya Sargn envi por todas partes sus
caravanas y construy en la capital, Akkad, grandes
puertos y muelles. Pues tambin la importancia de la
navegacin para el trfico y el comercio se present
claramente ante sus ojos. Sus naves traen del mar Rojo
las mercancas de Egipto y de Arabia y por el golfo
Prsico las llevan sin interrupcin ni transbordo
hasta la Babilonia del Norte. Tambin mejor Sargn la
administracin
del
Imperio,
dividiendo
ste
en
unidades menores administrativas, a cuyo frente pona
hombres de su confianza, hijos de su palacio. Igual
poltica llev a cabo Naram-Sin, aunque haciendo a los
antiguos sacerdotes sumerios ciertas concesiones
cuyas consecuencias hubo de lamentar amargamente.
En sus representaciones de figuras. Sargn tom como
modelo muchas veces la famosa estela de los buitres
de Eannatum. Pero poco despus acontece un cambio. Ya
los artistas de Manischtusu disponen de la dura
diorita con mayor libertad, sabiendo reproducir
perfectamente el cuerpo humano. Y bajo Naram-Sin
alcanza el arte una altura que provoca nuestra
admiracin, tanto por la disposicin como por la
ejecucin. Su columna triunfal es, sin duda, un
monumento que hace poca en la Historia del arte. En
contraposicin
con
los
anteriores
ensayos
para
reproducir en figuras un acontecimiento complicado, se
ha creado aqu una composicin de conjunto armnico.
Al pie de una montaa yrguese el rey divino y a sus
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fortificadas.
Aqu
los
habitantes
cananeos
les
opusieron resistencia con sus carros de guerra y tras
de sus murallas fortificadas. Pero consiguieron ganar
las alturas y las pendientes de las montaas y desde
ellas fueron extendindose poco a poco, hasta que en
el transcurso de largas guerras lograron apoderarse
de las ciudades y hacerse dueos de todo el pas.
Fundaron entonces un reino que en la poca de David y
de Salomn ocupa en Siria una posicin respetada. En
conjunto,
esta
tradicin
parece
corresponder
efectivamente a los hechos. La llegada de elementos
extranjeros
procedentes
del
desierto
est
testimoniada por el caso de los cabirios. Tambin
parece que los nombres de Jacob y de Jos aparecen
pronto en Canan como nombres de localidades y de
tribus; y lo mismo sucede ms tarde con el nombre de
Israel.
Incluso el nombre de Abraham parece disfrutar en el
pas de antiguo abolengo y testimonio. En realidad,
resulta plausible poner la entrada de estos elementos
en relacin con la emigracin de los cabirios. Tambin
existen motivos para tener por cierto el paso a
Egipto de algunas estirpes israelitas y su regreso
posterior al pas.
La relacin con Egipto era muy intensa desde los
tiempos
ms
remotos.
Tambin
es
acontecimiento
repetidamente verificado el que gentes de Canan, con
motivos comerciales, o beduinos del desierto, por
falta de recursos, solicitasen entrada en el Imperio
de los Faraones. El hecho de que bajo la direccin de
un gran profeta se verificase el xodo de Egipto a
travs del desierto es un hecho que no slo arraiga
profundamente en la tradicin del pueblo, sino adems
se apoya y fortalece por otra circunstancia muy
esencial, y es que estos israelitas, que entraron
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deseado.
Tambin
a
la
cada
del
rey
asirio
consiguieron los babilonios reducir a su dependencia
al insignificante sucesor, no siendo por entonces
Asiria ms que un Estado vasallo del rey de Babilonia.
Pero las cosas cambiaron con Assur-Resch-Ischi I, que
gobern hasta 1117. Este rey se sinti de nuevo con
fuerzas suficientes para afirmar la posicin de
Asiria
e
incluso
hostilizar
al
poderoso
rey
Nebukadrezzar de Babilonia. Titlase conquistador de
los pases, dominador de los soberbios; luch contra
los inquietos montaeses del Este de Asiria y mantuvo
en sus fronteras a los beduinos arameos que desde
haca un siglo salieron del desierto sirio arbigo.
Por el Occidente, bajo el nombre de cabirios y otros
nombres, tambin haban invadido esos beduinos la
tierra frtil de Siria y Palestina, y en Oriente
quisieron invadir Asiria. Pero Assur-Resch-Ischi les
redujo a la obediencia. Estos xitos hubieron de
inquietar a Nebukadrezzar de Babel, quien, como sus
predecesores, pretenda decir la ltima palabra en los
asuntos de Asiria. Confiado en la fortuna habitual de
sus armas, march hacia el Norte. Pero fue vencido y
muri sin lograr lo que se propona. Asiria vuelve a
ser duea de sus propios destinos. Queda puesta la
base para un encumbramiento brillantsimo.
Pero el fundador de la potencia mundial asiria no fue
el afortunado vencedor de Nebukadrezzar I, no fue el
que haba librado a Asiria del yugo babilnico. Ni
sabemos si tendra para ello fuerzas y condiciones
suficientes. Tvolas, empero, su hijo Tiglatpilasar I
(1116-1090), que ha sido uno de los ms grandes
conquistadores que han ocupado el trono asirio y que,
sintindose con fuerza para desafiar al mundo,
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entregue
troncos
suntuosos.
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de
cedro
para
sus
edificios
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Janigalbat,
en
la
Mesopotamia
septentrional,
incorporando definitivamente esta regin a su Imperio.
Tambin fue constructor de edificios y protector de
la agricultura. Pero sobre todo fue apasionado de la
caza. Ahora bien; su gran fama la debe principalmente
a haber sido el iniciador de una nueva lista de
epnimos en Asiria. Los asirios cuentan una nueva
poca de la Historia a partir de l. Era vieja
costumbre la de denominar cada ao con el nombre de
un alto funcionario, como sola hacerse en Atenas. Por
esta razn llambase en Atenas epnimo al funcionario
que daba su nombre al ao. Esto mismo se deca en
asirio limu. Antes de Adadnirari exista ya este
sistema. Pero comenzando con l una nueva lista, es
claro que los personajes ms importantes del Estado
quieren dar a entender que con l se inicia una nueva
poca. Los grandes xitos de sus armas demostraron que
un nuevo espritu se haba infundido en el Imperio.
Particularmente frente a Babilonia hubo de sentirse
la emocin libertadora de que haba terminado por fin
la poca de la humillacin. Un eclipse de sol, que
tuvo lugar el 15 de junio del ao 763, da la
posibilidad de establecer una cronologa segura a
partir del ao 911 en que empieza el reinado de
Adadnirari.
***
El nieto de ste, Assurnasirpal II (883-859), inicia
nuevamente la poltica occidental de los reyes
asirios. Las montaas del Lbano, cubiertas de cedros,
y las ciudades martimas comerciales y ricas de la
costa fenicia atraan constantemente a los asirios. Y
cuando el inters de los grandes reyes asirios se
haba
dirigido
hacia
aquella
parte,
hubo
de
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venganzas
reino.
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de
Haza'El
contra
Yehu
su
desgraciado
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ste.
Los
cananeos
tienen
ya
una
civilizacin
abundante y en parte incluso exuberante. Estn en
posesin de la agricultura y de la horticultura. La
via y el olivo prosperan en el pas. Son maestros en
el provechoso comercio y trafican y producen todos
los bienes de una vida abundante y floreciente: telas
ricas, tejidos finos, productos del arte industrial en
barro y metal. Poseen ciudades bien amuralladas y
conocen el arte de construir castillos y fortalezas.
Su estrategia dispone de la tcnica superior del
carro guerrero. Dominan el arte de la escritura,
primero en los caracteres cuneiformes de Babilonia,
pero despus y muy pronto con una escritura literal
propia. El descubrimiento de esta manera de escribir,
realizado por ellos lo ms tarde entre el siglo XIII
y el XII antes de J. C. -escritura que despus
acogieron los israelitas y los vecinos arameos y
moabitas- debe considerarse como una de las hazaas
ms importantes del espritu humano. No sabemos a
quin se debi el descubrimiento. Pero es sumamente
verosmil que surgiera en las comarcas fronterizas de
la pennsula del Sina, entre Egipto y Canan y como
creacin de aquella poblacin, mezcla de elementos
cananeos y egipcios, puesto que este modo de escritura
representa un importante desarrollo progresivo de la
escritura jeroglfica egipcia. Este alfabeto antiguo
semtico occidental, acaso antiguo cananeo, con sus
dos docenas de letras, representa una simplificacin
tan fundamental de la escritura, que ha sido de hecho
el origen de la escritura de casi todos los pueblos
cultos de la tierra.
Con hombres de este nivel cultural entraron en
relacin diaria los hijos de Israel al penetrar en el
pas; primero en la regin montaosa comunicaron con
los restos de los propietarios expulsados de sus
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tiempo
hubo
de
labrarse
algo
ms
finamente.
Considerbase como smbolo del numen y sin duda
tambin en muchos casos como habitculo del mismo. En
contraposicin de la masseba perteneciente a Baal y
que, sin duda alguna, no faltaba en ningn santuario
notorio, est la aschera o estaca sagrada de Aschtart.
Consiste, probablemente, en un rbol seco con ramas,
como smbolo de la fecundidad, clavado en la tierra y
al cual se colgaban toda suerte de ofrendas en honor
de Aschtart.
La adoracin de Baal y de Aschtart se lleva a cabo
con sacrificios y comidas sagradas, que simbolizan la
comunidad con el dios, y tambin haban de hacerse
oraciones y cnticos festivales. Indudablemente, hubo
en este culto mucha autntica piedad. Pero las fiestas
sacras, unidas a abundante bebida (Baal es tambin el
Dionysos de Canan) y a regocijos ruidosos, no se
suelen limitar a la contemplacin y veneracin del
dios o al disfrute de su presencia y comunidad. El
entusiasmo degenera a veces en salvaje estruendo y en
una verdadera orga, en donde no falta el ltimo
elemento: la unin mstica de los exaltados con la
diosa del amor sensual, que se expresa en la unin
corporal con las servidoras del santuario, las
consagradas.
***
Si en temas de la vida diaria aprendi Israel tantas
y tan variadas cosas de sus maestros en el pas, cmo
no haban de ponerse tambin a su escuela en el tema
y asunto de la adoracin a Dios? Lo que para Israel
representaba un peligro especial era la circunstancia
de ser los baales distribuidores de los productos del
pas. Si queran los israelitas vivir en aquella
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Videntes,
sacerdotes,
hombres
que
perciben
con
especial intensidad la inmediata presencia de Dios ha
habido, como en Israel, tambin en otros tiempos y en
otros pueblos. En los das de Samuel y de Sal, y
acaso en relacin con la plaga de los filisteos, que
por entonces opriman la nacin, reciben en Israel la
influencia de un fenmeno peculiar que a veces se
seala con el nombre de los nabi. Sbitamente
aparecen en aquella poca gentes que en grandes
muchedumbres o tropeles, y al parecer contaminados y
arrastrados unos por otros, deambulan precedidos de
arpas, tambores, flautas y ctaras, y transidos de
entusiasmo. No sabemos de dnde venan estos hombres
exaltados, que siempre parecen estar en conexin con
algn santuario del culto; quiz viniesen del Asia
Menor y de Tracia, en donde, segn testimonios
fehacientes, existan tales cultos de la exaltacin.
Se llaman Nabi o Nebi'Im, que solemos traducir con la
palabra profeta. As, pues, un entusiasmo religioso,
que conduce hasta el xtasis, constituye, en relacin
con los antiguos videntes, la base natural del
profetismo israelita.
Con el tiempo, estos Nebi'Im han ido purificndose en
Israel. El espritu de la religin de Jehov, cuyo
Dios no es de por s un Dios del xtasis salvaje, sino
un Dios de la voluntad moral, entra en ellos con
Samuel y los adoctrina en su escuela. Y as, desde la
poca asiria, desde la poca en que el profetismo vive
su tiempo clsico, retrocede cada vez ms el elemento
naturalista
y
exttico
y
toma
cada
vez
ms
importancia el elemento de la sublimidad espiritual,
en relacin directa con Dios, una encendida y pura
emocin de la presencia divina, que da a los
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suyo,
edificado
sobre
la
violencia,
no
poda
mantenerse ms que en constante guerra. De las ms
remotas comarcas, incluso de la alejada Chipre,
reciba Sargn tributo. Pero tambin de todas partes
llegaban continuamente noticias de nuevos disturbios.
Cuando al fin, en el ao 705, marchaba contra una
tribu salvaje de brbaros, encontr la muerte, corno
ms tarde Ciro, en la lucha contra el enemigo. Su
cadver permaneci en tierra enemiga, desventura que
era casi insoportable para la conciencia de los
antiguos.
En realidad, Sargn se haba imaginado su fin de muy
distinta
manera.
Construyse
una
residencia
al
Nordeste de Nnive, al pie de la montaa, y le dio por
nombre castillo de Sargn. Pensaba terminar all su
vida rodeado de sus leales probados en innumerables
campaas. El castillo pareca una fortaleza y en l
abundaban las estancias suntuosas.
Sargn, como muchos otros grandes conquistadores
asirios, es una figura alta y brillante, pero frgida,
como las poderosas montaas envueltas en nieve y
hielo perpetuo, desprovista de todas las cualidades
que pudieran hacrnoslo humanamente accesible hoy da.
Cuando el hijo de Sargn, Sanherib, subi al trono, era
el Imperio tan amplio, extenso y poderoso como en los
das de Tiglatpilasar III. Pero era imposible a la
larga conservar un conjunto construido sobre la
violencia brutal. Si a pesar de todo lo consiguieron
sus sucesores inmediatos Sanherib y Asarhaddon, ello
prueba el valor sobresaliente de estos dos hombres.
Sobre todo Asarhaddon. Pero tambin Sanherib, aunque
alcanzado a veces por la desventura, supo mantener la
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Los
chacales
mismos
descubren
su
pecho
para
amamantar a sus hijos: la hija de mi pueblo era cruel
como el avestruz en la estepa. Manos de mujeres con
tiernos corazones guisaban a sus hijos. stos eran el
alimento cuando cayeron las hijas de mi pueblo.
Un intento de Hofra para obligar al rey a levantar el
sitio de Jerusaln fracas. Zedequias intent salir
por una brecha, pero fue preso y llevado ante
Nebukadrezzar, que le arranc los ojos y le condujo
hasta Babel cargado de cadenas. La ciudad fue
abandonada durante un mes al saqueo de la soldadesca,
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La ambicin de los partidos, y sobre todo la soberbia
de los sacerdotes. impidieron a un hombre de la gran
vala de Nebukadrezzar que evitara la cada rpida
del poderoso Imperio fundado por su padre y por l. El
desconsiderado
rgimen
militar
que
permiti
al
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En Lidia y a la muerte de Aliates sucedile su hijo
Creso, que reanuda la antigua poltica y somete a
todos los pueblos (aquende el Halys. Impdenle pasar
este ro el estrecho parentesco con Astiages, que
desde 585 era su cuado. Pero, como veremos, Astiages
fue derribado por Ciro y ya no hay motivo que impida
a Creso perseguir sus ambiciosos planes, si es que
haca falta por su parte una propulsin a la lucha.
Ciro, que penetra ahora en nuestro campo visual, era,
segn Herodoto, nieto del rey meda Astiages, e hijo de
un noble persa Cambises. Astiages, asustado por un
sueo, no dio su hija a ningn meda, sino a uno de los
persas sojuzgados. Un hijo de semejante matrimonio no
poda aspirar de ningn modo al trono de Media. Sin
embargo, Astiages instituy por heredero al hijo de
ese matrimonio, Ciro. Ciro, que s3 conserv en vida por
una serie de felices circunstancias, derrib a su
abuelo e impuso la soberana de los persas sobre los
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Si tuvisemos mayor nmero de noticias sobre los
pueblos sometidos conoceramos, probablemente, algunas
medidas que podran testimoniar el alto sentido y la
amplia visin, con que Ciro intervino en sus destinos.
El favor de las circunstancias nos ha proporcionado
en los libros sagrados de los judos un testimonio al
menos de esa clase y sin duda el ms destacado y para
la posteridad el ms importante.
Desde Nebukadrezzar una parte del pueblo judo qued
establecida en Babilonia. Pero los de entre ellos que
conservaban la conciencia nacional y religiosa no
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posteriores
todava ms
templo qued
los primeros
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En religin fue Daro secuaz del gran profeta
Zaratustra. Y es el primero de los reyes persas de
quien podemos tener la certidumbre de esta adhesin.
Desgraciadamente, la poca de Zaratustra sigue siendo
objeto de numerosas controversias. Pero es lo ms
probable que el profeta haya vivido no en los siglos
XII u XI, sino en el siglo VI antes de Jesucristo. La
religin debi ganar ya mucho terreno en los tiempos
de Cambises, puesto que el mago Gaumata destruy
santuarios que evidentemente pertenecan a Zaratustra.
Puede
ser,
empero,
que
Histaspes,
el
conocido
favorecedor del profeta, no sea la misma persona que
el padre de Daro. De Daro poseemos un gran nmero de
testimonios que lo revelan adorador de Ahura-Mazda y,
por tanto, creyente en la religin de Zaratustra.
Tanto ms difcil resulta resolver la cuestin de
cul
fuera
propiamente
la
religin
de
sus
predecesores, sobre todo de Ciro y de Cambises.
Leyendo las propias manifestaciones de Ciro podra
creerse que este rey era secuaz de Marduk y de Nebo,
esto es, de los reyes babilnicos. Pero conocemos cul
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A Daro sucedi en 486 su hijo Jerjes (hasta 465). Lo
esencial del reinado de ste desarrllase en la lucha
con los griegos, habiendo, pues, de ser objeto de
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