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(Fernández) Sonetos de Góngora y Shakespeare
(Fernández) Sonetos de Góngora y Shakespeare
RESUMEN
Desde los cnones ms ortodoxos del amor petrarquista, se considera la produccin potica
de dos genios de la literatura universal, William Shakespeare y Luis de Gngora, para ejemplificar dos formas de abordar el amor desde los catorce versos de un soneto; dos formas
muy distintas pero que tienen en comn el enfrentamiento ms o menos apasionado a las
convenciones que forjaron su propia sensibilidad lrica.
PALABRAS CLAVE: Gngora, Shakespeare, petrarquismo, soneto, antipetrarquismo.
Love feeling in Shakespeares and Gngoras sonnets: two reactions against Petrarchism.
This paper is focused on the poetic production of two geniouses of universal literature,
William Shakespeare and Luis de Gngora, from the point of view of the orthodox canon
of Petrarchism in order to exemplify two paths of dealing with love through the fourteen
verses of a sonnet; two different paths which share the more or less passionate confrontation
towards the conventions that modelled their own lyrical sensitivity.
KEYWORDS: Gngora, Shakespeare, petrarchism, sonnet, antipetrarchism.
PETRARQUISMO Y ANTIPETRARQUISMO
Desde que en 1501 el cardenal Pietro Bembo recuperase y editase las Rerum
vulgarium fragmenta de Francesco Petrarca (1304-1374), la nueva sensibilidad
renacentista hall en los versos del aretino su caudalosa fuente de expresin potica.
En los sonetos del Canzoniere, se remodelaba la retrica del finamor provenzal y del
dolce stil nuovo, aadiendo esas fuertes dosis de lirismo e introspeccin que llegaran
a convertir los poemas in vita e in morte di Madonna Laura en un autntico declogo di una esperienza damore (Baldacci, citado por Manero Sorolla, p. 116). Pero
el petrarquismo es mucho ms que un compendio de tropos para ensalzar la belleza
de la dama o calibrar la fuerza de la pasin; el petrarquismo refleja toda una forma
de interpretar el mundo y el hombre o, ms bien, de situar al hombre en el mundo.
Este componente existencial y humano de los endecaslabos petrarquescos los situ
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ABSTRACT
en un lugar privilegiado ante una mentalidad que hizo del explicarse a s misma su
principal meta intelectual y espiritual: la renacentista.
Desde sus inicios, y en su propia cuna italiana, la imitacin petrarquista hallar detractores ms o menos acrrimos. Pero sern las inevitables transformaciones
acarreadas por el paso del tiempo y las sucesivas reinterpretaciones del modelo las que,
paulatinamente, irn empujando al universo global del Canzoniere hacia su completa
disolucin. William Shakespeare y Luis de Gngora, casi estrictamente contemporneos, viven en ese lapso intermedio en el que la imitacin petrarquista, sin haberse ni
mucho menos agotado, se va remodelando en funcin de una nueva esttica y, ante
todo, de una nueva mentalidad. En ninguno de los dos casos podremos hablar, por
tanto, de una fidelidad plena a aquel modelo o modelos que haba marcado las
directrices de la creacin potica en la Europa quinientista. Pero en sus sonetos de
amor se adivina, intacta, la huella del aretino bajo una superficie de automatizacin,
acumulacin o, incluso, autntico afn de ruptura. Es inevitable acudir al cdigo
petrarquesco al tratar de valorar el quehacer lrico de unos genios que, cronolgicamente,
se convertan en herederos directos de quienes lo haban perfeccionado en sus respectivas tierras. Los ecos de Sir Thomas Wyatt y Henry Howard, Garcilaso de la Vega y
Fernando de Herrera, resonaban con fuerza todava en los aos finales del siglo XVI,
cuando Shakespeare y Gngora, a punto de verse iluminados por la estela barroca,
dan sus primeros pasos en la complejidad tcnica del soneto.
En pequeos mundos de catorce versos, ambos irn dejando translucir su
espritu y el de su poca, y ambos dejarn constancia de que algo est cambiando. Pero
el diferente cariz de su reaccin ante algo que era mucho ms que una norma esttica,
convierte sus poemarios en dos exponentes distintos de un nico fenmeno: la progresiva disolucin del petrarquismo como esencia de la expresin lrica del sentimiento
amoroso. Mientras que Shakespeare transgreder consciente e intensamente el canon
desde su base, Gngora ilustrando una peculiaridad espaola dejar que el ms
ortodoxo de los petrarquismos que de pura acumulacin dejar de serlo conviva
con su propia parodia, a veces demasiado sutil. En todo caso, la cosmovisin impresa
en los versos del Canzoniere, y matizada durante una centuria por el espritu renacentista,
late en nuestros Sonnets y sonetos sometida a la irrevocable y letal labor del paso del
tiempo. No queda mucho de aquellas rimas emocionadas, y casi msticas, que celebraban la Belleza de una Laura cuya realidad histrica poco importa. Y, sin embargo, slo
se podrn comprender en su autntica dimensin algunos aspectos del amor potico
shakespeareano o gongorino si las tenemos, en todo momento, presentes. A propsito
de Shakespeare son bien significativas las palabras de Maurice Evans: Shakespeares
sonnet drama is most profitably approached, I think, through the orthodox petrarchism
against which it is a reaction (p. XV).
EL LEGADO DE PLATN Y EL MATERIALISMO BARROCO
La Laura petrarquesca es una de las grandes amadas de la literatura universal. Sorteando el prejuicio eclesistico, la revalorizacin de lo femenino que trajo
consigo la lrica trovadoresca y la posterior divinizacin de ese amor en torno a la
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Y es este juego entre realidad e irrealidad lo que convierte, creo, al poema en un emblema de barroquismo.
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Cito por la edicin de Agustn Garca Calvo.
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Al contrario de lo que sucede en el caso de Gngora, donde tenemos una serie de poemas similares entre s pero independientes, los Sonnets de Shakespeare constituyen una secuencia
unitaria, coherente aunque enormemente compleja, en la que cada uno de los sonetos debera ponerse en relacin con todos los dems. Evidentemente, esto no limita la posibilidad de analizar cada
poema como una obra autnoma, pero para una comprensin ms detallada del fenmeno potico
shakespeareano hay que abordar la coleccin de manera global. Por eso, al hablar del contexto de
estos versos, no me estoy refiriendo exclusivamente al poema en el que forman un primer cuarteto,
sino al conjunto de sonetos.
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ye el que nos ocupa estn dedicados a un hombre, al lovely boy, algo que independientemente de posibles interpretaciones biografistas carentes ahora de inters constituye una alteracin bsica de una norma potica ya convencional. El depositario de
esa excelsitud que se le atribuye a Laura es aqu un thou masculino, cuya exaltacin ya
no pasa tanto por convertirlo en reflejo inasible de Dios como por fusionarlo con el
propio sujeto lrico en una comunin mental portadora de la excelencia espiritual.
Junto a expresiones en clara desarmona con la tradicin de la lrica amorosa, Shakespeare
deja translucir en sus versos algunas imgenes plenamente imbuidas de ortodoxia, pero
que han de interpretarse a partir de esta ruptura de base:
As easy might I from myself depart
as from my soul, which in thy breast doth lie (CIX).
El corazn del ser amado como morada del alma del poeta... una formulacin tradicional que, en manos del genio shakespeareano y a la luz del corpus de su
obra potica, remite a la idea platnica de la superpersona, de una comunin mental trascendente entre los dos enamorados. Es el matrimonio de almas verdaderas,
the marriage of true minds, que se perfila en el soneto CXVI y que sugiere algunos
aspectos esenciales de este amor lrico shakespeareano:
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mos decir que estemos ante una actitud petrarquista cannica. Lo que encontramos
en los Sonnets es una dicotoma absoluta entre el verdadero amor y la lujuria, pero
sin que el deseo quede excluido del primero:
Then can no horse with my desire keep pace;
therefore desire, of perfectst love being made,
shall neigh, no dull flesh, in his fiery race (LI).
A partir del soneto CXXVII el lovely boy deja paso a la dark lady como destinataria
de la pasin del sujeto lrico. Lo femenino irrumpe en el texto y, aparentemente, se
supera aquella alteracin de base que alejaba de raz la secuencia shakespeareana de los
cauces petrarquistas ms ortodoxos. Pero, en realidad, es justamente en los poemas dedicados a la dama donde se percibe con claridad el afn de ruptura de William Shakespea-
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LA FIGURA FEMENINA
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Shakespeare reacciona abiertamente contra este canon sustituyendo la blancura de las rubias damas por la oscuridad del cabello, la piel y los ojos:
Therefore my mistresshairs are raven black,
her eyes so suited, and they mourners seem
at such who, not born fair, no beauty lack,
slandring creation with a false esteem (CXXVII).
Y una tmida concesin al subjetivismo sin llegar a los extremos shakespeareanos la observamos en otro soneto de Gngora:
Cuando sali bastante a dar Leonora
cuerpo a los vientos y a las piedras alma,
cantando de su rico albergue, y luego
ni o las aves ms, ni vi la Aurora;
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Es la actitud de Lope de Vega, otro contemporneo, en el soneto Bien puedo yo pintar
una hermosura. El terceto final es determinante: Pues si ha de hallar algunas partes feas, / Juana, no
quiera Dios que a nadie engae, / basta que para m tan linda seas. La insistencia del Fnix en la
sinceridad del sentimiento amoroso frente a las hiprboles petrarquistas estas musas de Amor
hiperboleas crea, adems, sugestivos paralelismos con el llamativo soneto XXI de Shakespeare que
acabamos de transcribir.
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Es una curiosa reinterpretacin del tpico de la ceguedad de amor que choca frontalmente con la actitud de los petrarquistas ortodoxos. Sirvan, a modo de
ejemplo, los siguientes versos de Garcilaso de la Vega, donde no se concibe que la
belleza de su amada pueda pasarles a otros desapercibida:
Frente al tpico de que la presencia de la dama es capaz de alterar las condiciones de la naturaleza, Gngora admite la posibilidad de que sea l y slo l quien
sufra los letales efectos de la aparicin de su Leonora que, an as, sigue siendo depositaria de atributos divinos.
Aparte de todos estos aspectos comentados, la deconstruccin shakespeareana
del cdigo petrarquista en lo referente a la descripcin de la dama se plasma, de manera
bien llamativa, en el soneto CXXX. No slo se atacar la idealizacin esttica en nombre
de un, a veces crudo, realismo, sino la propia condicin semidivina de la amada:
My mistress eyes are nothing like the sun;
coral is far more red than her lips red;
if snow be white, why then her breasts are dun;
if hairs be wires, black wires grow on her head.
I have seen roses damasked, red and white,
but no such roses see I in her cheeks;
and in some perfumes there is more delight
than in the breath that from my mistress reeks.
I love to hear her speak, yet well I know
that music hath a far more pleasing sound.
I grant I never saw a goddess go:
my mistress when she walks treads on the ground.
And yet, by heaven, I think my love as rare
as any se belied with false compare.
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Pero, una vez ms, a pesar de la rigurosa coincidencia formal con los cnones
petrarquistas, la descripcin idealizada de la mujer en los versos de Gngora no pasa de
ser una convencin potica, sin conexin alguna con el universo de la espiritualidad.
Inspirndose en la retrica trovadoresca, Petrarca haba recogido y perfilado
la imagen de la dama esquiva, la belle dame sans merci que cifraba su honestidad en
el recato ms absoluto e intensificaba la pasin de su cantor por la va de la ms
hiriente indiferencia. Esto inspiraba aquel llanto doliente de los enamorados no
correspondidos que hicieron del lamento de amor una constante ms en sus versos.
Gngora mostrar, tambin en este aspecto, esa actitud alternante y equvoca que
hemos ido observando a lo largo de todo el anlisis. Las referencias al fiero desdn de
su seora, a su triste llanto, a la bella desdeosa... conviven con un soneto en el que se
anula de forma sistemtica la imagen del enamorado resignado a soportar los desplantes de su amada y que Andrs Snchez Robayna no ha dudado en analizar como
un autntico ejemplo de la parodia del canon petrarquista:
Adis, ninfa crel; quedaos con ella,
dura roca, red de oro, alegre prado (71).
En los versos de Shakespeare, no estamos ante la belle dame sans merci, sino
ante una dame sans merci que no destaca precisamente por su hermosura, como l
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mismo deja claro. Su crueldad procede, esta vez, no de una honestidad proverbial,
sino de su confianza en la constancia amorosa del sujeto lrico. Y es que la oscura
dama de los Sonnets poco tiene que ver ya con aquellas cndidas mujeres de los
sonetos de los petrarquistas o del propio Gngora: His [Shakespeares] cycle is
revolutionary in that it stands the conventional Petrarchan situation on its head,
turning the sonnet-lady into a whore and attaching all the idealized emotion to a
young man (Evans, p. XV) (La negrita es ma). Adems del propio enamorado, son
muchos otros los que rodean y consiguen a la dark lady, de ah que las menciones a
the others aparezcan en varios poemas. La promiscuidad de la dama llega, incluso, a
plantearse como una especie de va hacia la esperanza:
Shall Will in others seem right gracious,
and in my Will no fair acceptance shine?
[...]
Let no unkind No fair beseechers kill:
think all but one, and me in that one Will (CXXXV).
El ciclo antipetrarquista queda perfectamente cerrado en los Sonnets. Shakespeare no deja prcticamente nada sin remodelar de acuerdo con una voluntad
deconstructiva del cdigo tradicional. El resultado es una nueva potica amorosa,
cargada de complejidades y sutilezas a las que apenas nos hemos asomado en las
pginas anteriores, y que arranca del petrarquismo para ir, verso a verso, sometindolo a una implacable labor de desintegracin. Luis de Gngora representa, en la
misma poca, una forma distinta de mostrar que la norma potica imperante durante un siglo estaba agotndose:
La escritura amorosa del vate cordobs no responde a una querencia biogrfica o a
una pulsin ntima, sino que se funda en una prctica imitativa de aprendizaje y
asimilacin de frmulas y argumentos compendiados por toda una tradicin potica. (Ponce Crdenas, p. 40)
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Nuestro poeta no imita a Petrarca, sino que acumula sus constantes retricas bajo un prisma de sensualismo y exageracin tpicamente barroco. Mientras que
los versos de Shakespeare son una autntica recreacin lrica de su mundo interior,
en una perfecta fusin de la ideologa con la vida, Gngora remodela conscientemente el canon adaptndolo a las coordenadas estticas emergentes. Los Sonnets no
son una mera parodia formal del petrarquismo, sino toda una negacin de sus directrices filosficas en nombre de una nueva o precisamente no tan nueva comprensin del hecho amoroso:
Los Sonetos de Shakespeare: un hermoso devocionario de amor, un tratado de
amor, en una de las grandes pocas del soneto, y con mucha experiencia de sonetos
al dorso. La quintaesencia lrica de un poeta que explay su genio, su furor, en la
poesa dramtica. Un cmulo de hiptesis en torno a unas iniciales y a un morbo
masculino... Pero, sobre todo, una bellsima coleccin de poemas de amor, sobre el
Amor que da la mano a la Belleza y el Tiempo. (Villena, p. 7)
BIBLIOGRAFA
CAMPBELL, S. C. (1978): Only Begotten Sonnets. A Reconstruction of Shakespeares Sonnet Sequence,
London: Bell & Hyman.
EVANS, Maurice (1977): Elizabethan Sonnets, London: Rowman & Littlefield.
GNGORA, Luis de (1969): Sonetos Completos, ed. Birtut Ciplijauskait, Madrid: Castalia.
MANERO SOROLLA, Pilar (1987): Introduccin al estudio del petrarquismo en Espaa, Barcelona: Promociones y Publicaciones Universitarias.
PETRARCA, Francesco (1999): Cancionero, Madrid: Ctedra.
PONCE CRDENAS, Jess (2001): Gngora y la poesa culta del siglo XVII, Madrid: Laberinto.
SNCHEZ ROBAYNA, Andrs (1993): Petrarquismo y parodia (Gngora y Lope), en Silva Gongorina,
Madrid: Ctedra, 27-41.
SHAKESPEARE, William (1974): The Sonnets, ed. y trad. Agustn Garca Calvo, Barcelona: Anagrama.
(1997): Sonetos, ed. Luis Antonio de Villena, trad. Manuel Mujica Linez, Madrid: Orbis.
VEGA, Lope de (1998): Rimas humanas y otros versos, ed. Antonio Carreo, Barcelona: Crtica.
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