Los Misterios de Los Egipcios El Hombre Sus Componentes y El Ms All 0
Los Misterios de Los Egipcios El Hombre Sus Componentes y El Ms All 0
inteligencia solamente del Ser que la Diosa Isis nos anima a buscar cerca de ella, puesto
que vive y reside en ella.
Los iniciados en los Misterios, preocupados esencialmente por el conocimiento
de la divinidad, buscaban que sus cuerpos, la mera envoltura fsica de sus almas, fuesen
espacios ligeros y esbeltos, para que el principio divino que existe en ellos no se viese
comprimido ni ahogado debido a la preponderancia y pesadez del elemento perecedero.
En suma, segn las noticias que los autores helensticos nos han transmitido, el
fin ltimo de la iniciacin en los Misterios egipcios no era sino la bsqueda de la verdad
en lo que hace referencia al conocimiento del Ser Primero, as como el encuentro con el
principio divino que habita en todos y cada uno de los hombres. A travs del
conocimiento del Gran dios el iniciado alcanzaba el conocimiento interior de s mismo.
La ltima etapa del proceso mistrico culminara con el deseo de conseguir la liberacin
de ese principio divino que habita en el hombre, lo que permitira al iniciado el acceso
en vida a la divinidad.
LA ASCENSIN HIERTICA
Jmblico pensaba que solamente la mntica divina, al unir al hombre con dios, le
hace ser plenamente participe de esa divinidad convirtindole en un ser divino. El
hombre, concebido inicialmente participando de la divinidad, habra entrado luego en
un alma encarnada en el cuerpo humano, estando como consecuencia de ello ligado a
los vnculos de la necesidad y de la fatalidad. Gracias a la iniciacin el hombre
consegua liberar y evadir el alma de esos vnculos, alcanzando as el pleno
conocimiento de dios. A travs de la iniciacin los egipcios habran conseguido dominar
la naturaleza falaz y demnica y elevarse a la inteligible y divina.
Esta experiencia de ascensin hiertica propia de los Misterios tendra, segn
Jmblico, varias etapas sucesivas. En la primera de ellas se buscara alcanzar una pureza
del alma ms perfecta que la mera pureza del cuerpo. En la segunda se intentara
preparar la mente del iniciado para la contemplacin de la divinidad. En la tercera,
finalmente, el alma del hombre se integrara con dios:
Y cuando ha unido el alma con cada una de las partes del Todo y con los
poderes divinos que las penetran, entonces la tergia conduce el alma al demiurgo
universal, la pone a su lado, la une, fuera de toda materia, a la razn eterna y nica;
es decir, lo repito, ella une al alma al poder autoengendrado, movido por s mismo,
que mantiene todo... Entonces ella instala el alma en la completa divinidad
creadora. Este es el fin de la ascensin hiertica entre los egipcios.
TRADICIONES MILENARIAS
Las creencias que impregnaban la religiosidad egipcia no se formaron en un solo
momento sino que durante milenios de historia fueron variando en las distintas
provincias y ciudades. Multitud de dioses y de mitos locales se fueron integrando a lo
largo del tiempo con las creencias de mbito nacional que en cada momento imperaban
en el pas. Ra, Amn y Osiris estaban acompaados por una multitud de dioses menores
cuyo culto, sin embargo, tomaba relevancia especial en cada lugar concreto. Del mismo
modo, las creencias sobre la muerte y la pervivencia del espritu en el Ms All tampoco
fueron siempre uniformes sino que se desarrollaron en un proceso paulatino de
maduracin y democratizacin de las esperanzas de pervivencia. Si algo distingue a esas
creencias es la multitud de aadidos que fueron incorporando a lo largo de los siglos.
Los denominados Cantos de Arpista, incluso, acreditan que hubo momentos concretos
en que lleg a ser puesta en duda la supervivencia del hombre tras la muerte:
(As pues) nos dice el arpista del rey Intef- pasa una feliz jornada,
no languidezcas en ella.
Mira, nadie puede llevar sus cosas consigo.
Mira, no hay nadie que haya partido
(y despus) haya regresado.
faran hubiera admitido que en las paredes de su tumba se esculpiesen cantos tan
claramente escpticos sobre la vida en el Ms All como los que el arpista de Intef
habra de atreverse a cantar.
En su obra Sobre los misterios de los egipcios, Jmblico mostraba su
conformidad con la necesidad de conservar la Tradicin que los antiguos egipcios
haban transmitido. Para este pensador era necesaria la conservacin de las frmulas de
las plegarias antiguas, que constituan una especie de templo inviolable del que no se
deba suprimir nada, ya que era notorio que de ese modo resultaban especialmente
gratas a la divinidad. Los dioses, segn Jmblico, gozaban de manera especial cuando
eran invocados por los hombres de acuerdo con las tradicionales frmulas rituales
egipcias. El motivo reposara en que los egipcios habran sido los primeros hombres que
consiguieron entrar a participar de la relacin con los dioses.
Esa necesidad que Jmblico menciona de conservar todo lo que la Tradicin nos
ha legado es lo que hace que las creencias egipcias se nos aparezcan hoy como un
conjunto farragoso y frecuentemente heterogneo e incluso contradictorio. A lo largo de
miles de aos se fueron incorporando nuevas creencias al corpus tradicional pero
nunca se desecharon las antiguas, que por su carcter sagrado se deban mantener. Ese
es el motivo de que los textos funerarios de tiempos ms recientes conserven junto a las
novedades propias de cada momento las creencias ms antiguas que ya se plasmaban,
por ejemplo, en los primeros Textos de las Pirmides. Los egipcios sentan un gran
respeto por la Tradicin y las creencias sagradas antiguas se mantenan aun cuando
estuvieran en conflicto con las nuevas.
por ellos. El difunto debe conocer los peligros con los que se va a enfrentar en su viaje
tras la muerte y debe conocer las palabras apropiadas a cada situacin y como se deben
recitar correctamente. As, en el Libro de lo que se encuentra en el Duat, que nos
habla del viaje del dios Ra por el mundo de las Tinieblas durante la noche, encontramos
una referencia a esa necesidad de conocimientos mgicos:
Es lo mismo realizar estas cosas (conjuros) en el Ms All o en la tierra.
Quien conoce estos misterios es uno de los que se sentarn en la barca de Ra, en el
cielo o en la tierra. Si uno no tiene el conocimiento de estas cosas misteriosas no se
haya en situacin de rechazar a Nakht (encarnacin del Caos y de las Tinieblas).
Nakht, en cambio, no puede beber el agua de aquel que tiene conocimientos de
estos misterios en la tierra. El alma de aquel que conoce estas cosas se halla
inmune a las violencias de los dioses que se encuentran en este sector del Ms All.
Aquel que tiene conocimiento de estos misterios no puede ser devorado...
EL KA Y LA ENERGA
Cuando analizamos las creencias egipcias relacionadas con los componentes que
se integran en el ser humano pronto descubrimos que su sensibilidad era distinta de la
nuestra. El hombre moderno distingue entre el cuerpo y el alma o espritu, los egipcios,
sin embargo, eran ms sutiles que nosotros al enfrentarse con la cuestin de los
compuestos que forman el espritu humano.
Para los egipcios, como para nosotros, el primer componente del ser era el
cuerpo, la materia fsica en la que el espritu est encarnado. Cuando llegaba el
momento de la muerte pensaban que el cuerpo no deba desaparecer, ya que era la
garanta de que los otros componentes del hombre pudieran seguir existiendo. Era
necesaria la conservacin indefinida del cuerpo, lo que se consegua a travs de las
prcticas de la momificacin. Al parecer crean que dentro de los elementos que se
integran en el cuerpo fsico el ms importante era el corazn, rgano en el que radicaba
la conciencia del hombre. En el Juicio de los Muertos era el corazn, precisamente, el
rgano humano que se pesaba en la balanza de Maat, para conocer si su poseedor, en su
existencia, haba sido justo. En ese momento exista el peligro de que el hombre que
haba actuado con maldad fuese denunciado por su propio corazn, que poda declarar,
pensaban, en contra de quien haba sido su dueo. Para evitar ese peligro existan
diversos conjuros en el Libro de los Muertos. Veamos el que se expone en el captulo
30 B:
Oh corazn (proveniente) de mi madre, oh corazn (proveniente) de mi madre,
oh vscera de mi corazn de mis diferentes edades! No levantis falsos testimonios
contra m en el juicio, no os opongis a m ante el tribunal, no demostris
hostilidad contra m en presencia del guardin de la balanza (del juicio)! ... No
digas falsas palabras contra m en presencia del Gran dios, Seor del Occidente.
Mira, el ser proclamado justo se basa en tu lealtad!.
EL KA Y LOS ANCESTROS
En los antiguos textos funerarios y sapienciales encontramos referencias que
parecen sugerir que en el proceso de iniciacin en los Misterios se pretenda conseguir
sabidura sabr como hacer que se extiendan alrededor de s mismo los beneficiosos
efectos de la energa creadora. Libera la energa creadora nos dice Ptahhotep-, T que
la amas sin cesar. Quien da la potencia (energa del ka) est en compaa de Dios. El
amor, finalmente, en el que reposa la fuerza de creacin del espritu del sabio, es decir
de quien tiene conocimiento, crece gracias a la potencia del ka.
10
LA CASA DEL KA
Los iniciados en los Misterios egipcios pensaban que los kas de los ancestros era
una fuente de vida y de poder para los vivientes. Eran los ancestros, los grandes
hombres de generaciones anteriores, quienes dirigan la energa ka hacia los hombres y,
en general, hacia todos los seres. Eran ellos los que aseguraban la vida, las cosechas y la
felicidad. En las necrpolis, en las tumbas, era donde se produca ese intercambio vital
de dones y de fuerza vital entre los hombres y los muertos.
Para los egipcios la tumba era la Casa del ka. En sus textos funerarios nos han
dejado escrito, una y otra vez, que cuando al hombre llega a la muerte lo que ocurre,
realmente, es que el difunto pasa a su ka. Pasar al ka era para los egipcios sinnimo de
morir. En ese momento la energa o fuerza vital que haba tenido el hombre en vida
pasaba a ser absorbida por los kas del grupo ancestral. Convertido ya en un ancestro, el
difunto, en el futuro, pasara a recibir en la tumba las ofrendas y oraciones de sus
deudos; a cambio, como compensacin, contribuira a que la energa vital de los
ancestros siguiera fluyendo hacia los vivos.
Si bien el ka del difunto se integraba en la energa de los ancestros, lo cierto es
que su cuerpo segua perteneciendo a la tierra, es decir, al mundo fsico, corriendo un
claro peligro de descomposicin del que solamente le poda salvar que la energa del ka
siguiera afluyendo a l, finalidad para la que se precisaba renovar continuamente esa
fuerza vital, lo que los egipcios pensaban que se consegua aportando ofrendas
alimenticias a las tumbas, ofrendas que se destinaban a mantener viva la energa ka del
difunto. En ese sentido, las creencias ms antiguas ya parecen sugerir claramente que
los egipcios eran conscientes desde esos primeros momentos de que los muertos
necesitaban de ofrendas alimenticias, creencia que se mantuvo inalterada a lo largo de
toda la historia del pas del Nilo. Existe, y se expresa de manera muy clara, un miedo
intenso de los difuntos a que en el futuro les falten las ofrendas y que ante esa falta de
alimentos se vean obligados, incluso, a tener que comer sus propios excrementos, cosa
que consideraban una abominacin insufrible. En el captulo 53 del Libro de los
Muertos encontramos un conjuro que pretende evitar a toda costa esa situacin:
Mi abominacin es lo que yo repugno: no comer excrementos, no beber orina,
no avanzar con la cabeza baja. Poseo porciones alimentarias en Helipolis: mis
porciones estn en el cielo cerca de Ra; mis porciones estn en la tierra cerca de
Geb y son las barcas de la noche y del da las que me traen de la morada del Gran
dios que est en Helipolis. Feliz me hallo cuando tomo la barca (y navego del
Occidente hasta el Oriente) del cielo. Como lo que (los dioses) comen, vivo de lo
que ellos viven. He comido de los panes de las ofrendas que proceden de la cmara
del Seor de las ofrendas.
11
Igualmente, para el caso de que desde el reino de los vivos no se enviaran las
necesarias ofrendas al difunto se incluyen en el Libro de los Muertos diversos
conjuros que pretenden conseguir que las mismas sean facilitadas por las propias
divinidades. Veamos uno de esos encantamientos, que se incluye en el captulo 1 del
Libro:
Oh vosotros, (espritus divinos), que dais pan y cerveza a las almas perfectas en
la mansin de Osiris, dad pan y cerveza a mi alma, en las pocas rituales, estando
(victorioso) con vosotros!.
EL BA Y EL CIELO
Hemos venido estudiando que la tumba, adems del lugar donde reposa el
cadver momificado, era considerada por los egipcios la Casa del ka, es decir el espacio
en el que sigue habitando ese componente energtico del ser, que all entraba en
contacto con los kas de los ancestros. De algn modo la tumba era un laboratorio en el
que los hombres depositaban ofrendas y en compensacin reciban la benfica energa o
fuerza vital de los antepasados.
Sin embargo, en las creencias egipcias, la tumba no era el destino final del
difunto. El captulo 175 A del Libro de los Muertos reproduce una conversacin entre
un difunto y el Gran dios creador Atum, que nos transmite informacin muy valiosa
sobre esas creencias. El espritu del muerto comienza el dilogo mostrando su sorpresa
al descubrir que se encuentra en un lugar que le resulta inhspito, su propia tumba:
-
12
Ya hemos comentado que el ba era un componente del ser humano pero tambin
lo era de los propios dioses. El ba de Ra, a modo de ejemplo, se identificaba con el
denominado pjaro bennu (garza o ave Fnix de Helipolis). En el captulo 29 C del
Libro de los Muertos el espritu del difunto desea identificarse con l. Veamos:
Palabras dichas por N. (el difunto): Soy el pjaro bennu, el alma de Ra, que gua a
los bienaventurados hacia la Duat (Ms All)....
Tambin se pensaba que Osiris era otra de las formas en que se manifestaba el
ba de Ra, en la medida en que el dios de los muertos era una emanacin espiritual del
dios solar.
EL BA Y LA INICIACIN
Comentamos antes que en uno de los momentos de la iniciacin en los Misterios
se pretenda conseguir la aproximacin del hombre, en vida, a la energa de su ka. Los
13
autores de los Libros de Sabidura nos han dejado escrito que el hombre que tiene
conocimiento conseguir vivir en constante y consciente armona con su ka. Cuando el
maestro vive en esa armona con la energa vital, se nos deca, no solamente l sino
tambin sus discpulos se beneficiarn de ello. La energa de los sabios y de los
ancestros influa sobre los hombres y por tanto resultaba beneficioso que estos, los
iniciados en el conocimiento, supieran como utilizar adecuadamente esa fuente
inagotable de vida.
Otro momento de la iniciacin en los Misterios hubo de estar vinculado con la
experiencia de sentir, tambin en vida, el contacto del hombre con su ba. Se tratara de
que el iniciado pudiese vivir la experiencia de salir de su propio cuerpo y convertido en
espritu tomar contacto con otros mundos que resultan ajenos a los sentidos humanos
habituales. Es conocido que en las iniciaciones mistricas uno de los momentos
culminantes se alcanza cuando el iniciado llega a sentir su propia muerte fsica y su
renacimiento como espritu. Del mismo modo que Osiris haba muerto y haba luego
resucitado gracias a la magia de Isis, los iniciados en los Misterios, al pasar por esa
misma experiencia de muerte y resurreccin, tenan luego la esperanza de renacer
nuevamente como espritus cuando les alcanzase la muerte definitiva.
En este aprendizaje inicitico de morir y renacer hubo de jugar un papel de
especial trascendencia la experiencia del hombre de sentirse como ser espiritual, es
decir, como ba, pudiendo a su voluntad abandonar el cuerpo fsico y viajar a otros
mundos. Pensamos que estas situaciones de abandono del cuerpo podran ser similares a
lo que hoy conocemos como viaje astral, estado alterado de conciencia en el que el
hombre sensible siente como su espritu abandona la materia y se desplaza, con
amplsima libertad de movimientos, por mundos que resultan desconocidos al resto de
los mortales.
En suma, el ba, componente espiritual del ser, era algo que no se manifestaba a
travs de la sensibilidad ordinaria, sino solamente en los momentos excepcionales en
que el espritu, por causas diversas, era capaz de abandonar la materia corprea en que
habitualmente tiene su aposento. Vivir la experiencia del ba, es decir, sentir nuestro
propio espritu desencarnado, sera una de las fases de la iniciacin mistrica a la que
intentamos aproximarnos; en ella se vivira esa experiencia excepcional que supone
elevarse desde la materia hacia lo eterno, hacia lo puramente espiritual, hacia el mundo
celeste.
Veamos uno de los conjuros del Libro de los Muertos en los que el difunto, en
el proceso de Glorificacin, se ve transformado en un pjaro que asciende a los cielos
(Captulo 78):
He aparecido dice el difunto- como un halcn divino, (porque) Horus me ha
dotado de su ba para llevar sus pensamientos a Osiris y a la Duat.... Horus me
haba dotado de su ba y vi lo que haba all dentro; (pero), si (lo) digo, los
poderosos de Shu me expulsarn y quebrantarn mi arrogancia. Soy el que ha sido
encargado de traer sus pensamientos a Osiris y a la Duat. Soy yo, halcn que habita
en la luz, el que es poderoso gracias a su diadema, el que es poderoso gracias a su
resplandor (y) realizar la ida y el regreso hasta los confines del cielo.
14
hombre iniciado, que tena conocimiento y que saba lo que su ba significaba, poda
enfrentarse con xito a los peligros que en ese viaje le acecharan. En el captulo 178 del
Libro de los Muertos el difunto, que va a comenzar el proceso de Glorificacin,
solicita la ayuda de la divinidad:
Oh Ra, ten misericordia hoy con el Osiris N. (el difunto), ten misericordia!...
Que se le otorguen panes y cerveza a N. y que se le preparen en este da todas las
cosas buenas y puras necesarias para caminar y viajar, que se le d poder del Ojo
de Horus, de la barca (de Ra) y de cuantas cosas contemple la mirada del dios!.
15
conceda a los difuntos una parcela de tierra, situada en lo que los egipcios
denominaban Campia de las Juncias. All los espritus, libres de las inquietudes que
haban tenido en la tierra, llevaban una vida feliz.
Se pensaba que en esa vida de ultratumba, que supona un avance importante
con respecto a los tiempos en que solamente el faran tena asegurada la inmortalidad,
el espritu disfrutaba de una existencia similar a la que haba tenido en la tierra, si bien
disponiendo de una amplsima libertad de movimientos, pudiendo desplazarse a la tierra
a su voluntad as como entrar y salir de los Campos de Osiris siempre que lo deseara.
Esa gran movilidad es el motivo, como vimos, de que el ba o espritu se representase
como un pjaro con rostro humano.
En la Campia de las Juncias los espritus tenan que trabajar los campos, como
haban hecho en su vida, para producir alimentos. No obstante, gracias a la magia de la
palabra se poda conseguir que pequeas imgenes de sirvientes que se depositaban en
las tumbas cobrasen vida y se dedicaran a realizar esos trabajos fsicos, con lo que el
difunto poda disfrutar de su vida en el Ms All de manera muy plcida. Gracias a las
cosechas que se producan en los Campos de Osiris los alimentos no faltaran nunca a
los espritus, incluso a aquellos que haban muerto haca mucho tiempo y cuyas tumbas
haban quedado abandonadas. Esa segura provisin de alimentos para los espritus tena
un importante efecto tranquilizador para los vivos, que tras los acontecimientos del
denominado Primer Periodo Intermedio eran conscientes de que en los momentos de
revolucin y enfrentamiento entre los hombres se haba visto como las tumbas eran
saqueadas por los alborotadores y las momias haban rodado por los suelos.
El captulo 6 del Libro de los Muertos contiene una curiosa frmula que debe
permitir que la representacin escultrica de un sirviente (ushebti) cobre vida y pase a
ejecutar los trabajos que en otro caso tendra que haber realizado el difunto:
Palabras dichas por N. (el difunto): Que diga:
- Oh ushebti de N.! Si soy llamado, si soy designado para hacer todos los trabajos
que se hacen habitualmente en el Ms All (en la Campia de las Juncias), (sabe)
bien que la carga te ser inflingida all. Como (se debe) alguien a su trabajo, toma
t mi lugar en todo momento para cultivar los campos, para irrigar las riberas y
para transportar la arena de Oriente a Occidente.
- Heme aqu (dirs tu, figurilla).
- Ir a donde me mandes, Osiris N. Justificado.
inquietudes que haban tenido en su vida terrena, pero de algn modo se piensa que la
vida plena del espritu no se desarrollar en este lugar, sino en otro mundo ms elevado
una vez que ultimado el proceso de Glorificacin el ba consiga salir a lo que los
egipcios denominaban Plena Luz del Da.
16
En el Libro de los Dos Caminos, texto que forma parte de los Textos de los
Sarcfagos, se dice que en el Ms All existen espacios a los que no todos los espritus
pueden tener acceso, ya que para ello se precisara contar con conocimientos que no
todos poseen:
Este es el lugar de un espritu transfigurado que sabe como entrar en el fuego y
atravesar las tinieblas (pero) que no tiene el conocimiento para subir a este cielo de
Ra-Horus el Antiguo, en el cortejo (de Ra-Horus el Antiguo) en medio de las
ofrendas ....
En el captulo 171 A del mismo libro encontramos otro conjuro que, por contra,
procedera de un espritu que anhela quedar plenamente liberado de impurezas para
dejando atrs el Reino de Osiris poder arribar a la Luz de Ra:
... oh, dioses del Norte, que estis en el cielo y que estis en la tierra, conceded el
vestido uab (el vestido de la plena pureza) al bienaventurado perfecto, N.! Haced
que este (vestido) le sea provechoso. Arrojad las impurezas que estn agarradas a
su ser! Que el vestido uab de N. le sea concedido para siempre y (para toda) la
Eternidad! Quitadle las impurezas que estn agarradas a su ser!.
EL ESPRITU DIVINIZADO
La ltima etapa del proceso de iniciacin mistrica, tras haber vivido
previamente las experiencias del ka y del ba, a las que antes nos hemos referido, sera la
de sentir como nuestro espritu toma contacto con lo que los egipcios denominaban akh,
que podramos traducir por espritu divinizado. En un proceso anlogo al que antes
hemos estudiado para el ka y su vida en la tumba, y para el ba y su estancia en los
Campos de Osiris, la experiencia del akh supona, una vez que la muerte alcanzaba al
hombre que su espritu, plenamente libre de impurezas y ultimado el proceso de
Glorificacin, arribase al Reino de la Luz Pura de Ra.
En los textos funerarios podemos comprobar que los egipcios pensaban que
Osiris, el gran dios de los muertos y Seor del Reino de Ultratumba, no era realmente
ms que una emanacin de Ra, que era la Gran divinidad que gobernaba el mundo.
17
Osiris sera la forma que Ra adoptaba durante su presencia en el mundo del Ms All.
El captulo 180 del Libro de los Muertos lo confirma:
Oh Ra, que te manifiestas como Osiris a travs de las gloriosas apariciones de los
bienaventurados y de los dioses del Occidente. Forma nica, misterio de la Duat,
alma santa que preside en el Occidente, Unnefer, que vivir para siempre!.
La experiencia del akh, en suma, se desarrollara, tanto durante la vida como tras
la muerte, en el Reino de Ra, en el Cielo, en el Reino de la Luz, en el lugar al que ya se
dirigan los espritus de los primeros faraones cuando fallecan, segn vimos que se
expona en los antiguos Textos de las Pirmides. Antes, sin embargo, de llegar a la
18
Luz el espritu del difunto habra atravesado el otro mundo (el Duat) y tomado contacto
con Osiris, la emanacin de Ra. Una vez culminada con xito la travesa por los
Campos de Osiris, el akh del difunto se manifestara en las esferas de Luz que se sitan
ms all, en el Reino de los espritus puros, luminosos, en donde se encuentra la fuente
de la Creacin.
Para terminar no podemos sino recordar el conjuro del captulo 86 del Libro de
los Muertos, en el que el difunto, previamente purificado en el Reino de Osiris,
manifiesta su ansia de entrar en la Luz, punto final de su proceso de Glorificacin:
Me he purificado en la gran altiplanicie, (all) arroje mis faltas, extirp mis
pecados y lanc las impurezas que tena unidas a m en mi vida terrenal.
Guardianes de las puertas, despejadme el camino, pues soy vuestro igual!
BIBLIOGRAFA
Allen, James P. (1989): La Cosmologa de los Textos de las Pirmides (en Yale
Egyptological Studies 3, Religin and Philosophy in Ancient Egypt). Versin
espaola en Internet, de R. M. Thode, en http://www.egiptologia.org
Bergua, Juan B., edicin (1967): El Libro de los Muertos de los antiguos egipcios.
Madrid.
Blanco Freijeiro, A. y otros. (1995): Faraones y pirmides. Madrid.
Budge, E.A.W. (2005): La magia egipcia. Barcelona.
Cant, G. (2002): Misterios esotricos del Antiguo Egipto. Barcelona.
Castel, Elisa (1999): Egipto. Signos y smbolos de lo sagrado. Madrid.
Castel, Elisa (1998): Los Sacerdotes en el Antiguo Egipto. Madrid.
Castel, Elisa (1995): Diccionario de Mitologa Egipcia. Madrid.
Daumas, F. (2000): La civilizacin del Egipto faranico. Barcelona.
David, R. (2003): Religin y magia en el Antiguo Egipto. Barcelona.
Drioton y Vandier (1973): Historia de Egipto. Buenos Aires.
Dunand, F. y Lichtenberg, R. (1999): Las momias, un viaje a la eternidad. Barcelona.
Fletcher, Joann (2002): Egipto: el libro de la vida y la muerte. Barcelona.
Gros de Beler (1998): Mitologa egipcia. Pars.
Gros de Beler (2001): Los faraones. Pars.
Herdoto (1992): Historia (Libros I-II). Traduccin y notas de Carlos Schrader.
Madrid.
Hornung, E. (1999): El Uno y los Mltiples. Concepciones egipcias de la
Madrid.
Jacq, C. (1998): Las mximas de Ptahhotep. Madrid.
Jacq, C. (1999): El saber mgico en el Antiguo Egipto. Barcelona.
Jacq, C. (1999): La sabidura viva del Antiguo Egipto. Barcelona.
Jacq, C. (2001): Poder y sabidura en el Antiguo Egipto. Barcelona.
divinidad.
Jmblico (1997): Sobre los misterios egipcios. Edicin de Enrique ngel Ramos
Jurado. Madrid.
19