Jamás Me Miró - Elizabeth Schön
Jamás Me Miró - Elizabeth Schön
JAMS ME MIR
1972
JAMAS ME MIR fue estrenada por Arte de Venezuela en 1972, bajo la direccin de
Levy Rossell con el siguiente reparto:
Escenario: una habitacin pequea. Las paredes estn revestidas con un papel de flores
gualdas, menudas. En el centro se destaca una urna pequea, blanca. Al pie de ella descansan
las coronas. Un hombre y una mujer, contemplan el interior de la urna. Alumbran cirios.
Algunas mujeres estn sentadas en las sillas. Rezan apenas moviendo los labios.
HOMBRE: La nuestra. (Calla). La nuestra que omos hablar la noche en que, por primera vez,
lanc el trompo.
MUJER: Te refieres al que gira junto a los dos?
HOMBRE: S, me lo regalaron el da en que cumpl cuatro aos.
MUJER: Y que, de vez en cuando, ponemos a girar (Calla).
HOMBRE: En las aceras y, de pronto, se detiene y (Calla).
MUJER: Y entonces? (Medita). Y entonces, qu ocurre?
HOMBRE (Reaccionando): Lo ms lgico entre los que se aman: que se digan, como te digo
ahora: vamos a casarnos.
(Silencio).
MUJER: El da que el trompo se detuvo, nuestros padres murieron sin darnos el consentimiento
para casarnos.
HOMBRE:
Pero lo importante fue que el trompo sigui girando el tiempo preciso para
conseguir ese consentimiento. (Calla). Recuerdas? Despus tuvimos nuestra hija, ahora
muerta.
MUJER: Como mueren todas.
HOMBRE: Como le sucedi a mi padre cuando nos casamos.
MUJER: No recuerdes nuestra boda, menos en estos momentos.
(Se inclinan ms sobre la urna).
HOMBRE: Sabes lo que ocurre s dos personas se casan?
MUJER: No.
HOMBRE: Por eso te suplico que no la mires ni la palpes. (Calla). Ella naci as.
MUJER: Sin que lo notramos.
HOMBRE: Y ahora est muerta. (Medita). Como mueren las hojas, como mueren las semillas,
como muere el sol, como mueren los instantes que deseamos nunca concluyan.
(Callan. Miran la nia que est dentro de la urna).
MUJER: Sabes? (Calla). Puedo verla y (Calla). No siento necesidad de llorar. (Medita).
Ser que el trompo sigue girando?
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HOMBRE: Como fuiste una madre tan amorosa, nuestra hija nunca quiso apartarse de tus
brazos, de tu regazo, de tus hombros.
MUJER: Mi padre nunca me mir. Mi padre jams se acerc a preguntarme: Cmo te llamas?
HOMBRE (Con alegra): Entonces Eres libre?
MUJER: Pero tampoco vi a mi padre ni s cmo se llam.
HOMBRE: Quieres decir que s te casas conmigo?
MUJER: Mejor es soldar la tapa de la urna antes de que el cuerpo se corrompa.
HOMBRE: Tienes razn. La piel est demasiado blanca y transparente. Dame el soplete.
(La Mujer recoge el soplete del suelo y se lo da al Hombre. El Hombre comienza a soldar la
urna).
MUJER: Date prisa. Hay que concluir pronto, despus no podramos casarnos.
HOMBRE: Ni rezarle diariamente.
MUJER: S que mi padre jams rez. (Calla). Crea slo en su vigor, en su fuerza. Siempre me
deca: hay una sola actitud importante en la vida
HOMBRE (Interrumpindola): Slo s que nuestra hija se suba todos los das a mis rodillas.
MUJER: Callar. Decir que s hay sol, que s hay brisa.
HOMBRE: Recuerdo, nuestra hija jugaba con mi anillo y me rogaba que le contara los milagros
de Jess.
MUJER: No s si mi padre am a Cristo, pero se pasaba las horas con semillas en las manos y
viendo hacia el horizonte.
HOMBRE: Cada vez que se me ocurri describir a Jess, nuestra hija me peda que le regalara
la corona de espinas.
MUJER: Mi padre me deca que fue imposible arrancrsela, se le haba adherido demasiado a
los huesos.
HOMBRE: Un da, nuestra hija me pregunt por qu las gotas de sangre de Cristo permanecan
en su frente.
MUJER: Mi padre deca que mientras un rbol permaneciese firme, jams se secara la
naciente.
(Callan).
HOMBRE: En cambio, nuestra hija nunca sinti miedo. En cada mano, en cada mirada,
encontraba el mismo calor que hay en las aguas frescas, olorosas de un ro cubierto con sol y
sombra.
MUJER: Pero la destroz el primer rbol con que tropez.
HOMBRE: Y no pudimos evitarlo. (Medita). Lo haba sembrado tu padre
MUJER: (Interrumpindolo): El da que percibi sus manos tan pesadas, tan intiles, como el
cuerpo despedazado de una fiera.
(Callan).
HOMBRE: Una maana nuestra hija me pidi que la besara y la bes para siempre.
MUJER: Mi padre slo se conoca a s mismo.
HOMBRE: Por eso no pudo dar sino lo que l quiso y se exigi.
MUJER: Pero nunca me am, y cmo iba a amarme? S jams me mir, s nunca comprendi
el cario tan especial que siento por el rbol, por la semilla, por la raz.
HOMBRE: Tenemos que concluir antes de que los dems quieran acercarse a verla.
(Sueldan).
HOMBRE (Suspirando): Por fin concluimos!
MUJER: Tienes razn.
(La Mujer se reclina sobre la urna y empieza a llorar).
HOMBRE: Tranquilzate.
MUJER: Quiero llorar. Tengo que llorar. (Medita). Nuestra hija naci, como le nacen al mar los
destellos que llegan a la cuenca.
(La Mujer llora).
HOMBRE: Clmate. Te estn mirando con demasiada curiosidad.
MUJER: No importa. Quiero llorar, es todo lo que s.
(Llora).
MUCHACHA (A la Vieja que est sentada a su lado): Por qu llorar tanto?
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Teln.