Anales 37 38
Anales 37 38
ANALES
del Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estticas
Mario J. Buschiazzo
De Paula, Alberto S. J.
Anales 37 38 / por Alberto S. de Paula;
coordinado por Jorge Pablo Willemsen;
edicin literaria a cargo de: Julio Cacciatore.
1a ed. - Buenos Aires: Instituto de Arte
Americano e Investigaciones Estticas.
Facultad de Arquitectura Diseo y Urbanismo.
Universidad de Buenos Aires, 2005.
320p.; 26x18 cm.
(Anales dirigida por Alberto De Paula)
ISBN 950-29-0842-2
1. Arquitectura. 2. Urbanismo.
I.
Las opiniones vertidas en los trabajos publicados no reflejan necesariamente la postura acadmica del Instituto,
siendo de exclusiva responsabilidad de sus respectivos autores.
El material publicado en los Anales podr ser reproducido total o parcialmente a condicin de citar la fuente original.
Toda correspondencia o canje debe dirigirse a:
Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estticas Mario J. Buschiazzo Director
Ciudad Universitaria, Pabelln 3, Piso 4, Nez, (1428) Buenos Aires, Argentina.
Queda hecho el depsito que marca la Ley 11.723 I.S.B.N N 950- 29- 0727- 2
10
IV
Bienal
visin por exceso de enfoque, importa siempre la ventaja del anlisis profundo y minucioso.
Ese modo de pensar ha orientado y orienta a estos Anales... Pero adems, hoy,
cuando hasta en medios cientficos nacionales del ms alto nivel, aparece
cuestionada la existencia misma de revistas cientficas editadas en nuestro pas y a
priori puesta bajo sospecha la calidad de sus contenidos. Cuando el sustento
material de medios como este carece de alicientes. Cuando, a falta de argumentos,
aparece la acusacin vaga y acrtica de endogamia contra la difusin de los
resultados de la labor de un grupo de investigacin, reivindicamos el objetivo
fundacional de esta revista.
Sabemos que ese objetivo representa la tradicin de la Universidad de Buenos
Aires y es un signo material de su presencia sin lmites en el espacio ni en el tiempo.
Una mirada simple y rpida a la cronologa del origen de estos Anales...
comprueba el sentido de su trayectoria. El Instituto de Arte Americano e
Investigaciones Estticas fue creado por la Universidad de Buenos Aires en 1946.
La entonces Facultad de Arquitectura y Urbanismo lo fue en 1947. El nmero 1 de
esta misma revista apareci en 1948. Han sido tres etapas de un mismo proyecto.
Nuestro compromiso con la actual Facultad de Arquitectura, Diseo y Urbanismo
es, pues, indeclinable.
La Facultad ha crecido no slo en la cantidad de estudiantes, sino tambin en
su campo disciplinar. El IAA no puede quedar atrs.
Es claro que las palabras Arte e Investigaciones Estticas no limitan la
actividad del Instituto (ni de sus Anales...) al mbito nico de la Arquitectura. Ni
menos al de una historia de la Arquitectura construida slo por arquitectos y para
arquitectos y estudiantes de arquitectura. Esta cuestin fue arduamente discutida en
la dcada del 1960 y no es el momento para volver a esa polmica. S lo es, en
cambio, para reafirmar nuestro compromiso antes mencionado con la pluralidad
disciplinar de nuestra actual Facultad de Arquitectura, Diseo y Urbanismo, en el
sentido de alentar y promover lneas de investigacin enfocadas a los mltiples
aspectos del Diseo y de su contexto social y cultural.
12
13
EDITORIAL
XVIII
y principios del
XIX.
puntanas, Renca y Merlo, que deben su vida, como tantas otras, al impulso del
marqus de Sobremonte. Se analizan sus posibles trazas originales y su mayor o
menor adhesin al modelo indiano legal, dadas las circunstancias de la realidad y
tambin su evolucin hasta la situacin urbana actual.
El texto siguiente, de Emilio Luque Azcona, analiza detalladamente la
documentacin del azaroso proceso en pos de la consolidacin del sistema
defensivo de la ciudad de Montevideo, reconocido como necesario a partir de su
fundacin en 1726 y que gener obras costosas y en permanente discusin a lo
largo de casi un siglo en cuanto a la real importancia militar de las mismas.
Siempre dentro del perodo colonial y en el campo de la arquitectura
eclesistica, Willemsen y Mirs estudian la espacialidad y los usos en el desaparecido
convento de Monjas Clarisas de la ciudad de Buenos Aires.
La ambicin de mimetizarse con la capital francesa comenz a gestarse cuando
la ciudad era calificada como Gran Aldea. Una prueba que progresamos es que vamos
siendo un pequeo Pars, se escribe en Buenos Aires hacia 1865. En esa poca se
instalan ideas de progreso y de modernidad con referentes europeos que
gradualmente, o a veces abruptamente, irn transformando las pautas de
socializacin, llevarn a implantar un modelo educativo para incorporar una
creciente masa de inmigrantes a esa nueva sociedad, y generarn un desarrollo
edilicio que hacia la poca del Centenario har decir a un visitante extranjero: Buenos
Aires es una gran capital de Europa. Tanto el texto de Rodolfo Giunta como el de
Roberto Fernndez no dejan sin embargo de remarcar que fue una poca de
grandes contradicciones, de improvisaciones, de crecimiento no siempre controlado
14
pero sin duda de una gran actividad cultural, de exteriorizacin de progreso y sobre
todo de constante ilusin apoyada en una fe inquebrantable en el destino brillante
de la Argentina.
Fue ese un pas de proyectos y realizaciones aunque con adopcin de modelos
que la realidad pudo dejar truncos o desvirtuados en su concrecin. As el destino
de ciertas obras de arquitectura, como la iglesia del Seminario de Villa Devoto, cuya
historia desmenuza Carlos O. Jimnez, puntualizando su carcter de obra
inconclusa y sus contradicciones en la solucin arquitectnica y en su implantacin.
Otro caso en la lista de proyectos nunca realizados es el del Palacio de Gobierno
para una Mendoza imaginaria, fruto de un concurso con grandilocuentes
propuestas. Cecilia Raffa relata los avatares en pos de la concrecin del edificio
mendocino que slo alcanz a la construccin de sus cimientos que luego fueron
demolidos. Experiencias de un momento entre los 20 y los 30 del pasado siglo
XX,
15
XX,
XVI
XVI-II.
17
LA LOCALIDAD DE RENCA
Renca es el centro urbano ms antiguo del norte sanluiseo. Est en el sistema
serrano de San Lus y Crdoba, a poco ms de 120 kilmetros al nordeste de la
ciudad de San Luis y a 771 metros sobre el nivel del mar, sobre unas lomas
ribereas a la margen derecha del ro Conlara.3 Este ro baja casi en lnea norte-sur
desde la siena de Pocho al ro Quinto. La ruta 148 entre Villa Dolores y Villa
Mercedes, sigue la misma trayectoria a pocos kilmetros de distancia.
La formacin de Renca comenz, como en otras poblaciones itinerarias, con el
agrupamiento espontneo de vecinos junto a la pequea capilla del Santo Cristo del
Espino. La veneracin de una reliquia, trada de Chile a comienzos del siglo
XVIII,
MARTA MARA HUERTAS, Los caminos de la frontera oeste argentina durante el perodo hispnico, en: Cuaderno N 7,
Mendoza, Centro de Estudios Interdisciplinarios de Fronteras Argentinas, 1981, p. 34.
3 JAVIER MARRAZZO, Ciudades, Pueblos y Colonias de la Repblica Argentina, Diccionario Geogrfico, Buenos Aires, Talleres
Grficos Optimus, 1910, p. 341. (Segn este autor, la fundacin remontara a 1790.)
JUAN W. GEZ, Geografa de la provincia de San Luis, Tomo Segundo, Buenos Aires, S. A. Jacobo Peuser Ltda., 1939, p.
238, 239.
2
18
NARCISO SOSA MORALES, Renca (San Luis), [sin pie de imprenta] 1972, pp. 38, 41, LUIS CSAR PIERCAMILLI, El
milagroso Seor de Renca, cuatro siglos de fe cristiana, San Luis, Talleres Grficos de Payne S.A., 1999, pp. 21 a 23.
5 ALBERTO DE PAULA, Urbanizaciones y urbanstica en Crdoba y Cuyo... cit., pp. 17, 18.
6 NARCISO SOSA MORALES, op. cit., pp. 45, 55. LUIS CSAR PIERCAMILLI, op. cit. pp. 22, 23.
7 NARCISO SOSA MORALES, op. cit., pp. 4, 43, 45, 46, 49, 110. LUIS CSAR PIERCAMILLI, op. Cit. p. 25.
8 NARCISO SOSA MORALES, op. cit., pp. 93, 98, 112 a 116.
9 NARCISO SOSA MORALES, op. cit., pp. 112 a 116. LUIS CSAR PIERCAMILLI, op. cit. pp. 59, 63, 69, 70, 71.
4
19
20
XX.
ALBERTO DE PAULA, Urbanizaciones y urbanstica en Crdoba y Cuyo. op. cit., pp. 20, 23, 24.
21
22
XVIII
1751.
El marqus Rafael de Sobremonte, gobernador intendente de Crdoba del
Tucumn entre 1784 y 1797, desarroll una firme poltica para consolidar los
pequeos poblados existentes y promover nuevos centros urbanos. Con esa
orientacin Juan de Videla, Comandante de Armas y Subdelegado de la Real
Hacienda en San Luis, curs este oficio a Sobremonte el 23 de junio de 1794:
Con motivo de haber salido con el intendente mayor de esta jurisdiccin al recaudo del ramo
de Alcabalas, estuvimos en La Falda, en el paraje de la Piedra Blanca, y lo reconocimos tan de
buenas proporciones para una villa. Lo primero, el terreno [es] de muchsima vista y muy alegre; lo
segundo, mucho agua y superior; lo tercero, hay sesenta y cuatro vecinos que tienen all sus fincas,
valles con arboledas, y cmo poner dos molinos; ya no hay ms que sealarles las calles, porcin de
maderas, y ltimamente, el temperamento tan bello; hay capilla, es perteneciente al curato de
23
Renca. Con que he hallado por conveniente darle a V. S. esta noticia, para que determine lo que
hallase por conveniente.15
Sobremonte dispuso el siguiente 19 de julio con respecto a esta iniciativa, que
el Cabildo de San Luis exponga lo que se le ofrezca [...] sin gastos.
En consecuencia, el cabildo comision el 11 de octubre al juez pedneo
Alberto Aguilar, para reconocer el paraje Piedra Blanca e informar sobre la aptitud
del lugar para erigir una villa. Deba observar la disponibilidad de agua necesaria
para impulsar molinos, buena vista del lugar, existencia de pastos, montes y
arboleda y la presencia de suficientes vecinos.
El sitio tena un marcado carcter rural, con un principio de densificacin en
los campos ms prximos a la capilla. As lo advirti Alberto Aguilar en la visita
comenzada el 11 de octubre de 1794. Lo acompaaron once personas consideradas
como las de ms viso, influencia y madurez... Haba all 60 vecinos con 37 huertas.
Adems, las tierras de la capellana de los Dominicos tenan otros 26 vecinos con 15
huertas, tres aguadas y una opulenta huerta y cuantos sembrados quieran los arrendadores.
Estas referencias permiten estimar en casi un centenar la cantidad de vecinos
(horticultores) agrupados cerca del templo. Algunos eran arrendatarios de la Orden
y otros propietarios.
El informe de Aguijar no menciona en forma explcita la existencia de un
centro urbano compacto. En Piedra Blanca habra slo una aldea apenas incipiente.
El camino
15 ARCHIVO GENERAL DE LA PROVINCIA, San Luis, carpeta 6, documento 974. NORA LILIAN COSTAMAGNA, Historia
de Merlo, ltima fundacin espaola en la provincia de San Luis, San Lus, O. H. L. Editorial, 1995. LEONOR GOROSTIAGA
SALDIAS, Una reliquia olvidada, la capilla de Nuestra Seora del Rosario, Merlo (provincia de San Luis), en: Pginas de Historia
N 1, Buenos Aires, Centro Argentino de Investigadores de Historia octubre de 1959 pp. 18 a 23.
24
25
26
27
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29
30
31
II
en
32
XVIII,
IV,
Ttulo
VII,
clusulas lo siguiente:
Dejando tanto comps abierto que aunque la poblacin vaya en crecimiento, se pueda siempre
proseguir en la misma forma.
Una de las funciones del ejido era servir como espacio de reserva para
ensanchar la traza urbana sin desvirtuarla, como respuesta eficaz al crecimiento
demogrfico de la poblacin.
Las ordenanzas 129 y 130, recopiladas en la leyes 14 y 15 del Ttulo
VII,
del
33
en conformidad de la provedo, sealen los que tuvieren facultad para hacer el descubrimiento y
nueva poblacin, dehesas que confinen con los ejidos, en que pastar los bueyes de labor, caballos y
ganados de la carnicera, y para el nmero ordinario de los otros ganados que los pobladores por
ordenanza han de tener, y alguna buena cantidad ms que sea propios del Concejo, y lo restante en
tierras de labor de que hagan suertes, y sean tantas como los solares que puede haber en la
poblacin.
Y si hubiere tierras de regado, asimismo se hagan suertes y repartan en la misma proporcin
a los primeros pobladores, y las dems queden baldas, para que Nos hagamos merced a los que de
nuevo fueren a poblar; y de estas tierras hagan los virreyes separar las que parecieren convenientes
para propios de los pueblos que no los tuvieren, de que se ayude a la paga de salarios de los
Corregidores, dejando ejidos, dehesas y pastos bastantes como est provedo, y as lo ejecuten.
Las normativas mencionadas eran las estipuladas, pero Sobremonte tropez
con la limitacin que l mismo menciona al definir el rea del ejido hasta donde pueda
extenderse segn lo posibilitaran las cesiones de tierras obtenida para la nueva villa.
En sntesis, la disponibilidad de suelo urbano permita un reparto de 56 parcelas
entre los fundadores; pero la superficie de tierra realenga no alcanzaba para la
distribucin conveniente de predios rurales.
Esta pudo haber sido una dificultad prctica grave para dar formalidad plena a
la fundacin de Melo o Merlo, en el marco de la ley.
34
35
36
est algo levantado del suelo, de forma que se haya de entrar por gradas.
Ese espacio de separacin entre la plaza y el templo deba servir para emplazar
las Casas Reales, Cabildo o Concejo, Aduana y Atarazana, en tal distancia que autoricen al
templo y no lo embaracen, y en caso de necesidad se puedan socorrer.
El proyecto de Sobremonte era similar a la disposicin seguida en sus propias
fundaciones de Villa Reai del Rosario y La Carlota (esta ltima modificada) y en la
ciudad de Crdoba: el templo y el cabildo frente a la plaza mayor, sobre el mismo
lado del paseo pero separados por una calle mediana.
En Villa de Melo, el diagrama segua en aproximadamente el modelo legal
fijado en la ordenanza 115 (o ley 9) que estipula: De la plaza salgan cuatro calles
principales, una por medio de cada costado de la plaza, y dos calles por cada esquina de la plaza.
Pero al fijar las dimensiones, el diagrama de Sobremonte se aparta del modelo
porque asigna a las calles medianas slo 8 varas de ancho, contra las 12 dadas a las
dems. Yen cuanto a la funcin, claramente no eran calles principales sino tan
solo para la comodidad del trnsito.
El proyecto de traza para Villa de Melo era, en sntesis, un ejemplo de variante
cuadricular de la tipologa del modelo indiano legal, con iglesia enfrente de la plaza
y no en el foco de perspectiva a una cuadra de distancia. Esta variante tambin tuvo
aplicacin en las nuevas fundaciones del Ro de la Plata, durante las dcadas finales
del siglo XVIII.
37
XX,
38
16
39
NORMATIVA
demarcndose para su traza siete cuadras, haciendo centro
en la plaza.
2. Dimensiones
3. Orientacin
4. Delineacin
5. El lugar
7.
8. Ejidos, pastos
y chacras
9. Calle de ronda
10. Patrono
11. Reparto
12. Loteo
13. Catastro
14. Pregn
15 Subsidios
41
*FUENTE: Archivo General, San Luis, Carpeta n 6, Documento n 974, fojas 8 a 10.
42
XVIII,
43
44
rea.6
La situacin que veremos present las defensas montevideanas hasta fines del
siglo
XVIII
respecto a las restantes que la Corona espaola realiz en este continente. Los
costes elevados que suponan para las arcas reales la construccin de fortificaciones
en sus posesiones americanas dificultaron el que se las pudiera tener dotadas de
todo lo necesario para su mantenimiento y de guarnicin para defenderlas,
afirmando el ingeniero general Juan Martn Cermeo a Julin de Arriaga desde
Barcelona en junio de 1771 como con la excusa de que no podan ser invadidas por
grandes fuerzas muchas fueron construidas ...sin la solidez y precauciones que en Europa.7
Para el caso montevideano, en el segundo apartado del presente trabajo
comprobaremos que sera especialmente a partir del ao 1794 cuando los esfuerzos
por acelerar sus reales obras de fortificacin se incrementaran, pudiendo contar las
mismas a inicios de la primera dcada del siglo XIX, con unas defensas ms acordes
al papel que desde la metrpoli se les haba asignado.
45
XVIII
como
elemento defensivo de ciudades, cumplan una doble funcin: ser el ltimo reducto
Acuerdos del extinguido Cabildo de Montevideo, Montevideo, Archivo General de la Nacin, vol. 1, 1885, pp. 17 - 19.
R. ALVAREZ LENZI, Fundacin de poblados en el Uruguay, p. cit., p. 12.
11 C. TRAVIESO, Montevideo en la poca colonial, su evolucin vista a travs de mapas y planos espaoles,
Montevideo, 1937, mapa N 2: Planta de la ensenada de Monte video, 1724.
9
10
46
defensivo en caso de la cada del ncleo urbano y posibilitar una lnea de defensa en
caso de una insurreccin interna.12 Y es que al contrario de la mayor parte de las
fortificaciones espaolas de Amrica Central, las Antillas y el Pacfico, pensadas
para responder los ataques martimos ingleses, las del Atlntico y el Ro de la Plata
orientaban su atencin preferente a los frentes de tierra con el fin de frenar en el
caso de las segundas el avance portugus que buscaba el ro Uruguay como lmite
natural de sus territorios.13 Con todo ello el Fuerte Grande perdera su significacin
al hacer falta una nueva fortificacin que cerrara y defendiera la pennsula por el
frente de tierra, pasando ste a llamarse entonces Fuerte Viejo, destinndosele como
sede de la residencia de los Comandantes y Gobernadores de la plaza.14
El nuevo proyecto se insertaba en la poca denominada en el arte militar como
de la fortificacin moderna permanentemente abaluartada, pudindose encontrar a
lo largo del continente americano numerosos testimonios del mismo y para el caso
del Ro de la Plata adems de en Montevideo en Maldonado, Buenos Aires o los
fuertes de Santa Teresa y San Miguel. La presencia de esta arquitectura en el ncleo
urbano que analizamos se explica por la formacin del ya mencionado ingeniero
Domingo Petrarca, el cual, nacido en 1690 en Vizcaya y arribado a tierras
americanas en 1716, haba estudiado en la escuela militar de Sebastin Le Preste,
marqus de Vauban, autor de doctrinas que se haban popularizado en todas las
escuelas militares de la monarqua espaola a fines del siglo XVII y XVIII.15
No obstante, las discrepancias entre el Ingeniero General y Petrarca sobre el
emplazamiento de dicha ciudadela y la falta de caudales retras su ereccin ms all
de la muerte de ste en 1736, no arribando su sucesor el ingeniero segundo Diego
Cardoso hasta julio de 1740, por lo que las obras en todo ese tiempo se limitaron al
mantenimiento y reparo de lo existente.16 Las descripciones del Montevideo de esos
RAMN GUTIRREZ, Territorio y fortificacin-Vauban, Fernndez de Medrano, Ignacio Salas y Flix Prsperi,
influencia en Espaa y Amrica, Madrid, ediciones Tuero, 1991, p. 21.
13 G. CAMPOS THEVERIN, Fortificaciones coloniales de Montevideo, en J. J. ARTEAGA (COMP.) Uruguay, defensas y
comunicaciones en el perodo hispano, Madrid, Ministerio de Obras Pblicas y Urbanismo, 1989, p. 109.
14 A. CAPILLAS DE CASTELLANOS, Montevideo en el siglo XVIII, Montevideo, Editorial Nuestra Tierra, 1971, p.7.
15 G. FURLONG, Arquitectos argentinos durante la dominacin hispnica, Buenos Aires, editorial Huarpes, 1946, pp. 140141.
16 J. A. CALDERN QUIJANO, Las fortificaciones espaolas en Amrica y Filipina, Madrid, Colecciones Mapfre 1492, 1996,
12
47
48
opinar sobre esta cuestin por no ser especialista en la materia y desconocer las
caractersticas geogrficas y necesidades defensivas de Montevideo, hecho que le
llev a decidirse finalmente por el que supona un menor coste.22
Es as como el 13 de octubre de 1741 comenzaron las obras de la Ciudadela,
de la cual afirmaba el ingeniero Cardoso al ao siguiente que no habra ...otra como
ella en toda esta Amrica meridional que es la mitad de este nuevo mundo...23 hacindolo
concretamente ...en la garganta que dejan los dos barrancos o arroyos, inmediatos a la referida
poblacin... oponindose a las reglas de una buena fortificacin al elegirse un lugar
dominado precisamente por la colina prevista como su inicial emplazamiento por
Petrarca y Zabala.24 En 1743 el Virrey limeo tendra que explicar al respecto como
tres aos atrs el gobernador Salcedo le haba remitido tres planos con estado y
razn de sus costos, manifestando como ...con parecer del doctor don Pedro de Peralta,
Catedrtico de prima de matemticas aprob el segundo..., dejando constar que conoca la
existencia del real despacho del 19 de octubre de 1728 por el que se haba aprobado
un proyecto para fortificar Montevideo, aunque ste no se hallaba entre los reales
despachos y cdulas que posea, afirmando que ni el propio gobernador Salcedo le
haba hecho mencin de l.25
Si bien autores como Apolant o Anbal Barrios Pintos opinan que el defecto
bsico de la localizacin de la Ciudadela que le haca prcticamente intil no fue
observado ni criticado abiertamente hasta treinta aos despus del inicio de sus
obras, pocos despus de iniciarse sus obras, en 1741 concretamente, el Cabildo de la
ciudad expuso al Gobernador y Capitn general los inconvenientes que se
produciran si ...el Ingeniero prosigue en hacer la fortaleza en el paraje que la ha delineado por el
grande perjuicio que se sigue a los pobladores por haber de demoler muchas casas que estn
comprendidas en la trama de la Ciudadela. Lo segundo quedar esta Ciudadela sin el sitio de la
Carta del virrey del Per Marqus de Villagarca sobre la fortificacin de Montevideo, 12 de mayo de 1743. A.G.I.,
Audiencia de Buenos Aires, Leg. 523.
23 Carta del ingeniero Diego Cardoso al gobernador Domingo Ortiz de Rosas sobre mano de obra y materiales para
las obras de fortificacin de Montevideo, Montevideo, 26 de febrero de 1742. A.G.N. (Buenos Aires), Sala IX,
Montevideo 2.1.4.
24 J. A. APOLANT, La ruina de la Ciudadela, op. cit., p. 16.
25 Carta del Virrey del Per Marqus de Villagarca sobre la fortificacin de Montevideo, Lima, 12 de mayo de 1743.
AG.I., Audiencia de Buenos Aires, Leg. 523.
22
49
fuente del agua porque las que hay quedan fuera de la muralla. Lo tercero lo sucinto que queda el
recinto de la poblacin y que en el tiempo venidero no habr solares que repartir a los vecinos
pobladores o ms familias que Su Majestad quisiese mandar a esta nueva poblacin que es su
nimo que se aumente...26 A pesar de ello las obras siguieron su curso, encontrndose el
gobernador Domingo Ortiz de Rosas a su llegada a Montevideo a principios de la
dcada de 1740 el comienzo de las obras de la citada Ciudadela y recin efectuadas
las excavaciones para el cimiento de la muralla.27
El ya mencionado gobernador Domingo Ortiz de Rosas, segn manifiesta en
una carta del ao 1743, puso en marcha diferentes mecanismos para incrementar el
ritmo de las obras para la defensa de Montevideo, disponiendo que se remitiesen
delincuentes desde Buenos Aires para ser utilizados como peones y que se
importase la tan necesitada cal desde cuarenta leguas, expresando tras diecisiete
meses de gobierno como gracias a las medidas que haba puesto en prctica
prometa ...el Ingeniero en un ao tener aquella plaza cerrada y lo exterior de la obra concluido
como no lo dudara a no haber sido tan continuas las lluvias que lo han embarazado, respecto de
quedar hoy la Ciudadela levantada al Cordn su muralla principal y el mes que viene se montarn
diez caones en el baluarte del Prncipe ltimamente concluido, con lo que quedarn construidos en
los cuatro baluartes San Felipe, Santa Isabel, Prncipe y Princesa cuarenta caones todos calibres y
si hubieren pueden montarse hasta ochenta. Quedase trabajando en la portada de la Ciudadela y
me avisa el Ingeniero que el mes que viene se dar principio a trabajar en los cuarteles...28 El ao
siguiente, al quedar inservible la fragata San Esteban que se encontraba atracada en
la ensenada de Montevideo, el Comandante entreg sus veintids caones ...de a
12... y quince ...de a 8... para ser instalados en las estructuras defensivas por entonces
levantadas en la ciudad.29
En 1745 el gobernador Jos de Andonaegui manifestaba como haba
reconocido la fortificacin de Montevideo ...que es figura cuadrada regular, con la
Acuerdos del extinguido Cabildo de Montevideo, op. cit., vol. 1, ao 1741.
Carta del gobernador Domingo Ortiz de Rosas sobre la fortificacin de Montevideo, Buenos Aires, 20 de
diciembre de 1743. A.G.I., Audiencia de Buenos Aires, Leg. 523.
28 Carta del gobernador Domingo Ortiz de la Roza sobre la fortificacin de Montevideo, Buenos Aires, 20 de
diciembre de 1743. A.G.I., Audiencia de Buenos Aires, Leg. 523.
29 Carta del gobernador Domingo Ortiz de la Roza sobre la entrega de treinta y siete caones para la defensa de
Montevideo, Buenos Aires, 29 de octubre de 1744. A.G.I., Audiencia de Buenos Aires, Leg. 523.
26
27
50
51
muros de piedra que albergaban dos largos galpones para cuadras de tropa y otros
de menores dimensiones destinados a servir como polvorn, cocina, depsito de
vveres y taller de reparacin de material blico, denominndosele a partir de
entonces como fuerte de San Jos.33
No obstante, ese mismo ao empezaran a sucederse contratiempos en las
obras ejecutadas por Cardoso haciendo ...uno de los baluartes ...de la Ciudadela de la
plaza de Montevideo... sentimiento por la cara que mira la pueblo, quebrantndose por cuatro o
cinco partes y creando una grande barriga... en el mes de febrero, encargando el
gobernador Andonaegui la realizacin de un expediente en el que el teniente
coronel Domingo Santos de Iriarte, comandante de Montevideo, y el capitn de
infantera Francisco Gorriti, especificasen las caractersticas del desastre y las causas
que lo haban originado. Entre ellas se planeaban algunas como ...la mala mezcla o de
la cal mal sentada..., por estar mal ...niveladas las piedras y poco espesor... o ...por la
inadvertencia de tener al pie y excavacin del foso alguna balsa o balsas de agua que penetrasen y
ablandasen los cimientos de manera que stos faltasen..., debiendo determinarse cuales eran
las medidas necesarias a emprender y cual era el estado general del resto del
complejo defensivo.34 En dicho expediente se explica asimismo como el baluarte
afectado haba sido el de la Princesa, si bien realmente fue el del Prncipe (San
Fernando), segn nos aclara Apolant, el cual haca unos cinco meses que ya vena
presentado grietas que el ...coronel Don Diego Cardoso ...las ms de las veces la haca tapar
con cal... hasta que habiendo levantado una pared o cajn para mantener el terrapln encima de
este baluarte, y puesto algunos caones de artillera de a cuatro, y seis sobre l por direccin de dicho
Ingeniero, cay un aguacero que se empap en aquella tierra fresca mal apisonada, y este peso con el
movimiento que hara al dispararse dicha artillera...pudo hacerle abrir dichas cuatro rajas...,
encontrndose ...el fundamento del quebrantamiento... en una balsa de agua que durante
cuatro aos haba estado en el foso al pie de dicho baluarte, creyendo conveniente
el derribo total del mismo para edificarlo nuevamente. Concretamente, dicho
33 J. GLORIA, La arquitectura en el Uruguay, Montevideo, Universidad de la Repblica / Instituto de Historia de la
Arquitectura, vol. I, 1955, p. 51.
34 Carta del gobernador Jos de Andonaegui sobre el estado de las obras de fortificacin de Montevideo, Buenos
Aires, 23 de Julio de 1748. A.G.I., Audiencia de Buenos Aires, Leg. 523.
52
baluarte era el ltimo que se haba construido de los cuatro que componan la
Ciudadela, encontrando los encargados de realizar el citado expediente
agrietamientos en las dos caras del llamado del Rey y en la cara del de la Princesa
que mira al sur, as como en ...la bveda que est a la parte del sur donde hoy se hayan
acuarteladas las cuatro compaas de Cantabria..., encontrndose al segundo da que
entraron stas una ...abertura sutil que atraviesa por la parte de arriba toda la bveda a lo
largo.
Autos como el que enfrent al ingeniero Diego Cardoso con el teniente Jos
Gmez al que acus de mulato muestran como el primero ya era por entonces
objeto de burlas por el estado del edificio emblemtico de las fortificaciones de la
ciudad, manifestando el mencionado teniente como ...estaba esperando a coger algunas
piezas de beatilla o bretaa para vendar la Ciudadela, que se estaba cayendo... o que ...la
Ciudadela estaba rajada de suerte que poda meter el bastn por las rajas.35 La existencia de
estas deficiencias en construcciones de la poca realizadas en la regin rioplatense
era algo bastante cotidiano, informando por ejemplo para el caso de Buenos Aires el
gobernador Miguel de Salcedo en 1734 cmo el fuerte de dicha ciudad contaba slo
con ...cuatro murallas pues sus almacenes, cuerpos de Guardia, capilla y habitacin del
Gobernador se estn cayendo y no hay caudales destinados para su reedificacin y el revelln que es
el nico que tiene esta fortaleza que est a la parte de la ciudad, es de tierra incapaz de poderlo
defender pues est casi por tierra, el camino cubierto solo se conoce que lo hay por haber un poco de
tierra levantada hacia la explanada36 Asimismo, resulta llamativo que una de las
principales fortalezas realizadas en la Banda Oriental, la de Santa Teresa, tambin
fuera situada en un emplazamiento inadecuado por quedar descubierta hacia el lado
de los caminos provenientes del Ro Grande y no incluir dentro del recinto la
cspide del cerro en el que se le localiz, aspecto que Horacio Arredomado achaca a
haberse querido aprovechar parte de la fortificacin empezada por los portugueses
Autos hechos por el teniente Jos Gmez contra el Coronel Diego Cardoso y el teniente Esteban Durn por
haberle indicado de mulato, Montevideo, 1749. A.G.I., Audiencia de Buenos Aires, Leg. 551.
36 Carta del gobernador Miguel de Salcedo sobre la situacin militar en el Ro de la Plata, Buenos Ares, 22 de julio de
1734. A.G.I., Audiencia de Buenos Aires, Leg. 523.
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manifestando respecto a lo segundo que ...si es preciso que las obras que corren por cuesta
abajo hayan de igualarse a una lnea horizontal, o del nivel diremos que en la Corte de Madrid
habrn faltado hombres inteligentes, supuesto que no han igualado la muralla que corre por la
Puerta de San Vicente bajando al ro de Manzanares.43
El gobernador Agustn de la Rosa al arribar a Montevideo en 1764
manifestaba el estado de indefensin en el que continuaba la plaza: ...Montevideo,
seor, est indefenso, la que llama Ciudadela que no lo es, es tan defectuosa que cualquier enemigo
que la ataque por tierra, respecto de no tener fortificacin exterior; empezar a batirla por el
cimiento, sus fuegos de aquella parte, no pueden ser ms que horizontales, y a excepcin de la
artillera de los medios baluartes que tiene, los restantes al primer caonazo estn expuestos a
rodar y caer en la Plaza de Armas por no estar terraplenada su muralla, los fuegos de la parte del
ro no pueden defender el puerto por estar por medio la ciudad distante de la fortificacin, por lo
que ni an por elevacin pueden ser tiles. La plaza por todo lo que mira al puerto est por cerrar;
y le faltarn ochocientas varas de muralla, esto es lo que encima puedo decir a VE. lo que no debe
dudar, ni el Rey, como que es la llave de todo el Per, donde est balanceando mi honor; en el caso
de un rompimiento...44
La situacin de peligro era tal que el propio Gobernador no dud en
construirse ...un fuertecillo de palo a pique a treinta leguas de aquella ciudad... (Montevideo)
...tierra adentro, con el designio de retirarse a l, abandonando la plaza luego que se presenten a
ella enemigos.45 Con el fin de paliar esta situacin se celebr en dicho ao una Junta
en la casa del Gobernador y Capitn general de Buenos Aires para tratar las obras
que deban realizarse en Montevideo y Maldonado, concluyndose respecto a la
primera que ...ante todas las cosas se construya de la parte del puerto una muralla, desde la torre
del norte hasta la batera de San Jos, y de sta a la torre del sur; flanqueada del mejor modo que
la situacin del terreno lo permita dndole seis pies de grueso y doce de alto con su terrapln que
Carta del ingeniero Francisco Rodrguez Cardoso al gobernador J. J. de Vianda sobre las Reales Obras,
Montevideo, 12 de marzo de 1762. A.G.I. (Buenos Aires), Sala IX, Montevideo 2.2.2.
44 E. LUQUE AZCONA, Evolucin urbana de Montevideo en el siglo XVIII, un inundo de frontera, luchas y contrabando, en: E.
MARTN AGOSTA, C. PARCELO TORRE y E. AGARRA GABAZO (COMPS.), Metodologa y nuevas lneas de
investigacin de la Historia de Amrica. Burgos, Servicios de Publicaciones de la Universidad de Burgos, 2001, p. 95.
45 Carta del gobernador Pedro de Cevallos a Juan Manuel Labardn sobre el gobernador Agustn de la Rosa, Buenos
Aires, 26 de marzo de 1765. A.G.I., Audiencia de Buenos Aires, Leg. 538.
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sirva de banqueta, haciendo en los lugares que parezcan mas propios para la defensa del puerto, las
bateras que se juzgasen precisas, ... que al mismo tiempo en que se haya de trabajar la muralla
acordada en el capitulo antecedente se acabe tambin una de las dos puertas de la plaza que estn
empezadas... formando la muralla de la misma suerte que lo deber estar en el resto del cuerpo de
la plaza, donde se ha de levantar con su terrapln y contraes-carpa a la altura correspondiente, que
se haga un buen camino cubierto en la parte de la Ciudadela que mira a la campaa con sus
Plazas de Armas entrantes y salientes, guarnecidas de traversas en los lugares que se considerare
necesario y asimismo se haga un glacis que vaya a morir en la campaa, como tambin que se
terraplenen enteramente los dos baluartes que miran al Pueblo y se haga una argamasa que se ha
de poner en la superficie de las bvedas de la misma Ciudadela para impedir la filtracin de las
aguas..., aprobndose asimismo diferentes reparos de construcciones ya existentes,
para todo lo cual el Gobernador se comprometi a facilitar los capitales y
presidiarios que le fuera posible.46 Al ao siguiente el ingeniero Francisco Rodrguez
Cardoso manifestaba que si ...a los tiempos me ayudan con lo necesario en pocos meses cerrara
esta marina con sus murallas de modo, que primero saltaran las de Cdiz que subir por estas.47
La coyuntura del momento dificultara an ms el desarrollo de las obras
montevideanas, dado que el reinicio de las hostilidades con los portugueses en 1763
y tras la toma de la Colonia del Sacramento por el gobernador Pedro de Cevallos,
los preparativos de ataque y defensa pasaran a centrarse en Maldonado, con el
objetivo de realizar desde ella incursiones en los territorios del Ro Grande.48 Es as
como adems de disminuirse el capital destinado a Montevideo y con ello el ritmo
de las obras a ejecutar, las construcciones existentes comenzaron a deteriorarse, a
pesar de manifestarle el gobernador Agustn de la Rosa al Ministro de Guerra Juan
Gregorio Minuain en 1768 como ...esta plaza est toda abierta y con consiguiente indefensa y
en nada se mira por ella, P.E. es ministro de la Guerra y mi obligacin es notificrselo y perdido
Junta para la fortificacin de Montevideo y Maldonado, Buenos Aires, 27 de marzo de 1764. A.G.N. (Buenos
Aires), Sala IX, Montevideo 2.2.3
47 Carta del ingeniero Francisco Rodrguez Cardoso al gobernador Pedro de Cevallos sobre las Reales Obras,
Montevideo, 15 de julio de 1765. A.G.N. (Buenos Aires), Sala IX, Montevideo 2.2.3.
48 C. CURBELO y A. CARRERA PREZ, Arqueologa histrica en Isla Gorriti. Proyecto de recuperacin y puesta en
valor de los bienes histricos-culturales de la Baha de Maldonado, en: Patrimonio cultural, Montevideo: ao 2, N 2,
1993, p. 38.
46
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49 Carta del gobernador Agustn de la Rosa al Ministro de Guerra sobre la indefensin de Montevideo., Montevideo,
26 de abril de 1768. A.G.I., Audiencia de Buenos Aires, Leg. 293.
50 J. A. CALDERN QUIJANO, Las fortificaciones espaolas en Amrica y Filipinas, op. cit., p. 386.
51 Expediente sobre el estado de las obras de fortificacin de Montevideo, 9 de marzo de 1771. A.G.I, Audiencia de
Buenos Aires, Leg. 555
52 Carta de Melchor de Viana sobre el estado de la casa del ingeniero Jos Antonio de Borja, Montevideo, 10 de
octubre de 1770. A.G.N. (Buenos Aires), Sala IX, Montevideo 2.2.5.
53 Carta del gobernador Agustn de la Rosa al gobernador J. J. de Vrtiz sobre el estado de defensa de Montevideo,
Montevideo, 3 de noviembre de 1770. A.G.N. (Buenos Aires), Sala IX, Montevideo 2.2.5.
54 La toesa es una medida de longitud antigua francesa que equivala a seis pies franceses de a treinta y dos
centmetros y medio, siendo su equivalencia en medidas espaolas de siete pies castellanos o pies de la vara.
58
R. LAGUARDA TRIAS, Vida y obra de los Ingenieros militares que actuaron en la Banda Oriental, en: J. J. ARTEAGA, Uruguay,
defensas y comunicaciones en el perodo hispano, op. cit., p. 166.
56 Carta del ingeniero Jos Antonio de Borja al gobernador J. J. de Viana sobre las obras reales, Montevideo, 30 de
diciembre de 1771. A.G.N. (Buenos Aires): Sala IX, Montevideo 2.2.7.
57 Al respecto consultar el ya citado trabajo de Juan Alejandro Apolant sobre la Ciudadela al aparecer en el mismo los
fragmentos de las inspecciones que se realizaron as como los diferentes proyectos trascritos que se fueron
presentando.
58 J. MARCHEN FERNNDEZ, El poder de las piedras del Rey. El impacto de los modelos europeos de fortificacin en la ciudad
barroca americana, en: A. M. AGRANDA, R. GUTIRREZ, A. MORENO, F. QUILES (COMPS), Barroco Iberoamericano.
Territorio, Arte, Espacio y Sociedad, Actas del III Congreso Internacional del Barroco Iberoamericano celebrado en
Sevilla en octubre de 2001, Sevilla, Ediciones Giralda / Universidad Pablo de Olvide, 2001, p. 1248.
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concerna a ...sus tablados, puertas, ventanas y azoteas... respecto de estar sus pisos en el mayor
deterioro, evidentemente expuestos a muchas desgracias..., estimndose como necesario para
ello la remisin de unos siete mil pesos y que la tropa que se encontraba en ella
acuartelada acampase durante el verano fuera de la misma, quedando nicamente la
necesaria para la custodia de los presos. Junto a ello otras actuaciones secundarias
resaltadas como necesarias fueron la construccin de un nuevo almacn para el
resguardo de vveres y efectos de la artillera as como de varios cuerpos de guardia
para los destacamentos, los reparos necesarios en el edificio del Fuerte y la
recomposicin del muelle.61 Durante el ao siguiente los reparos de la Ciudadela
continuaban, construyndose adems quinientas varas de pared corrida del parapeto
que daba al puerto y terminndose asimismo el revoque,62 del que iba desde la
batera de San Jos hasta el torren del Sur, completndose las actuaciones con la
construccin de unas veinticinco garitas.63 En el mes de marzo se daba parte al
Intendente general de que los cuarteles de la mencionada batera de San Jos
estaban amenazando ruina ...a causa de estar las maderas podridas... temindose la cada
de los techos y siendo numerosos los puntales que los estaban sosteniendo.64
Dos aos despus el Gobernador de Montevideo expona la situacin de
indefensin en la que se continuaba por ...el deplorable estado de las murallas del recinto de
tierra desde los Cubos del Norte y Sur...65 manifestando al ao siguiente como en caso de
ataque los enemigos podran ...tomarla por asalto..., hecho que le llev a ...poner a unos
cinco pies de su mayor altura unos palos o pedazos de cuartones de pino clavados en la pared y
encima unas tablas corridas de la misma madera...66 Dos aos despus el ya mencionado
Juan Francisco de Aguirre explicaba en su diario como ...la fortificacin de la plaza se
Carta del gobernador Joaqun del Pino al gobernador J. J. de Vrtiz sobre obras de reparo en la Ciudadela,
Montevideo, 26 de septiembre de 1778. A.G.N. (Buenos Aires), Sala IX, Montevideo 2.3.4.; El gobernador Joaqun
del Pino al gobernador J. J. de Vrtiz sobre obras de reparo en la Ciudadela, Montevideo, 26 de noviembre de 1778.
A.G.N. (Buenos Aires), Sala IX, Montevideo 2.3.4.
62 Revocar: volver a enlucir las paredes exteriores de un edificio con mezcla de cal y arena.
63 Carta del gobernador Joaqun del Pino al gobernador J. J. de Vrtiz sobre las reales obras, Montevideo, 30 de
noviembre de 1779. A.G.I. (Buenos Aires), Sala IX, Montevideo 2.3.4.
64 Carta del Intendente General Manuel Ignacio Fernndez al Oficial real de Montevideo sobre el estado de la batera
de San Jos, Buenos Aires, 31 de marzo de 1779. A.G.N. (Montevideo/Seccin Histrico), A.G.A., 88.5.67.
65 Carta del gobernador Joaqun del Pino al gobernador J. J. de Vrtiz sobre las reales obras., Montevideo, 21 de
agosto de 1780. A.G.N. (Buenos Aires), Sala IX, Montevideo 2.3.7.
66 Carta del gobernador Joaqun del Pino al gobernador J. J. de Verti sobre las obras reales, Montevideo, 12 de junio
de 1781. A.G.I. (Buenos Aires), Sala IX, Montevideo 2.4.1.
61
64
reduce a un muro de mampostera bajo, pues an los animales lo salvan, desde el fuerte de San Jos
hasta la muralla, que empieza a cubrir; la parte de tierra desde el ro al puerto y el resto que queda
desde este paraje al fuerte referido de San Jos est abierto con solo una batera que defiende su
desembarco..., afirmando como ...toda la fortificacin est deteriorada y parece se trata de su
renovacin con ms amplitud de la ciudad y mejor calidad. Ese mismo ao se dispuso la
construccin de un nuevo cuartel de Dragones, dado que el existente tena ...las
maderas podridas y las paredes de barro amenazando ruina a causa de que no tienen el grueso que
corresponde y estar trasminadas de las ratas..., siendo por ello temporalmente trasladada la
tropa en l acuartelada a la batera de San Jos junto a los miembros del Real
Cuerpo de Artillera.67
En 1783 el virrey Verti informaba de como se haba aumentado por el frente
de tierra ...la muralla en algunos parajes a una determinada altura, pues en ella se hallaba a solo
dos varas y media de alto, y expuesta a una escalada, y en casi todo su mbito se colocaron
puntales, o estacas de cuartos de pino para que el caso de ataque, con las tablas que se pusiesen
sobre ellos, sirviesen su piso de Banqueta, y la Muralla de Parapeto...; asimismo, ...a distancia
de un cuarto de legua se construy una batera capaz para ocho caones de a 24 con designio de
defender el desembarco que los enemigos intentasen en dos playas inmediatas, cmodas para
efectuarlo....; se levantaron dos tambores para la defensa de las puertas principales de
la muralla hasta entonces enteramente descubiertas (en el llamado Portn Viejo y en
el de San Juan); las obras del Hospital Militar seguan su curso; dos manantiales se
haban cubierto ...de bveda..., realizndose asimismo diversos ...reparos de cuarteles,
tinglados, almacenes de los que acostumbra hacerse anualmente.68 No obstante, a trece aos de
la cada del baluarte de San Fernando y a diez aos de haberse aprobado la reforma
y reconstruccin de la Ciudadela mediante el proyecto del hornabeque
anteriormente citado, el ingeniero Jos Mal. Cabrear describa en su diario como la
segunda posea para entonces todava ...gran parte de su terrapln para desprenderse y caer
al foso, por la gran grieta que hay en la cara del baluarte de la parte del Norte de la ciudad, cuyo
67 Carta del gobernador Joaqun del Pino al gobernador J. J. de Vrtiz sobre el cuartel de Dragones, Montevideo, 2 de
julio de 1782. A.G.I. (Buenos Aires), Sala IX, Montevideo 2.4.2.
68 Carta del virrey J. J. de Verti sobre las obras provisionales realizadas durante la guerra en Buenos Aires y
Montevideo, Buenos Aires, 31 de diciembre de 1783. A.G.I., Audiencia de Buenos Aires, Leg. 530.
65
Diario de la segunda subdivisin de lmites espaoles entre los dominios de Espaa y Portugal en America
Meridional, por el 2 comisario y gegrafo don Jos M Cabrer, ayudante del real Cuerpo de Ingenieros, principiada
en 29 de diciembre de 1782 y finalizada en 26 de octubre de 1801. En Revista Histrica. Montevideo: vol. 1, 1907/8, p.
780.
70 J. A. CALDERN QUIJANO, Las fortificaciones espaolas en Amrica y Filipinas, op. cit., p. 389.
71 Carta del gobernador Joaqun del Pino al virrey Cristbal del Campo sobre las reales obras, Montevideo, 31 de
diciembre de 1786. A.G.N. (Buenos Aires), Sala IX, Montevideo 2.5.2. Carta del gobernador Joaqun del Pino al
virrey Cristbal del Campo sobre las reales obras, Montevideo, 30 de junio de 1787. A.G.N. (Buenos Aires), Sala IX,
Montevideo 2.5.4.
69
66
guaranes para la reparacin del sistema defensivo.72 El paso de las personas por
encima de los muros fue un factor importante que incidi en el deterioro de los
mismos, llegndose a proponer aos ms tarde la construccin de cuatro garitas
desde la Batera de San Jos hasta el Cubo del Sur en las que poner centinelas que
impidieran que la gente saltara por encima del parapeto y lo destruyesen,
exponindose como ...hasta se llevan las tablas de las explanadas, y pueden hacer dao a las
cureas, y an a los mismos caones.73
Durante los primeros seis meses de 1788 no se realizaron nuevas obras en la
fortificacin, nicamente algunos reparos en las azoteas de la Ciudadela ...por las
muchas y grandes grietas que tenan aquellas, y era causa que se inundaban de agua los cuarteles
en que se haya colocada parte de la tropa de esta Guarnicin..., arrancndose asimismo
piedra que se fue trasladando hasta el muelle del puerto, situacin en la que se
continuaba al trmino del ao e incluso del siguiente.74 En los primeros meses de
1790 se informaba al virrey Nicols de Arredondo de que la contraescarpa de la
Ciudadela que mira a la plaza se haba arruinado ...en trminos de haberse cortado la
entrada a dicho fuerte a causa del mal estado y de las repetidas lluvias..., as como de que los
cuarteles los presidiarios en el mismo edificio se inundaban ...de agua con perjuicio de su
salud a causa del mal estado de sus tejados presupuestndose el coste total de los reparos
a realizar en mil doscientos veintin pesos y dos reales.75
67
68
Ciudadela, las murallas viejas fueron sustituidas por otras de mayor altura y anchura,
se levantaron los terraplenes en toda su extensin, se reemplaz el Cubo del Norte
por otro de mayor solidez, se reforz y dot de terraplenes el semibaluarte que ms
tarde pasara a ser el baluarte de San Pascual y se construyeron las Bvedas. Estas
ltimas fueron casamatas de murallas paralelas unidas por muros transversales y una
cubierta en treinta y seis bvedas tabicadas de can seguido terminada con una
plataforma sobre la que se disponan las piezas de artillera, construyndose en la
parte izquierda del citado Cubo y durando sus obras hasta 1806, siendo utilizadas
como almacenes de boca y guerra, alojamiento de tropas, albergue de familias,
prisin y hospital de sangre.81
En la Amrica espaola se construyeron edificios de similares caractersticas en
Cartagena de Indias, aadindosele a sus veintitrs bvedas un prtico de arcos de
ladrillo y cielo raso para que la Tropa pueda comunicarse sin salir a la intemperie, o en las
cortinas del recinto fortificado de Panam junta al baluarte de la Punta de Chriqu82.
Junto a las obras del mencionado complejo edilicio es muy probable que durante la
ltima dcada del siglo
XVIII
69
apacible. La falta de parapetos en algunos parajes, la poca altura de otros y la muralla abierta en
distintos puntos del recinto ofrece desde luego a los enemigos una ocasin favorable para su empresa.
La guarnicin de esta plaza no es tampoco suficiente para ocurrir a estos diversos ataques.84
En ese mismo ao otros de los complejos defensivos de la Banda Oriental
continuaban presentando numerosas deficiencias, caso del fuerte de Santa Teresa, el
cual segn una informacin de la poca careca ...de obras exteriores, de foso y camino
cubierto y de explanadas. Su figura es un pentgono tan reducido que en los flancos no hay ms de
una embrasura o caonera yen los ms no cabe otra. Los parapetos en lo general slo tienen la
tercera parte del grueso que se les da en las fortificaciones arregladas. Todava carece de puerta
aunque se est concluyendo para ponerla y el terrapln de la cortina en que esta se halla tan
incompleta que ni tiene banqueta ni se puede poner artillera. Finalmente, las murallas son de
canteras sentadas con barro y por consiguiente tienen poqusima ligazn...., o el de San Miguel,
el cual careca de ...foso y de todo obra exterior; reducindose a un cuadrado muy pequeo con
cuatro baluartes hecho de piedra y barro, rajado y ruinoso de muchas partes, de modo que si se
batiese con artillera vendra abajo en un instante.85
A comienzos del siglo XIX Montevideo era una ciudad totalmente circunvalada
por paos de muralla reforzados por varios baluartes anillados, dndose trmino en
1803 a las obras del Frente de Tierra al Norte de la Ciudadela, terraplenndose los
adarves y comenzndose los parapetos, reconstruyndose asimismo el Portn de
San Pedro (durante varios aos la nica puerta de entrada y salida de ja ciudad)86 as
como el puente levadizo de la Ciudadela. No obstante en 1805 se Continuaba
exponiendo al Virrey el estado e indefensin en que la misma se encontraba,
tenindose que reedificar el baluarte intil de la Ciudadela, habilitar la plataforma
que serva de parque provisional de Artillera, as como perfeccionar todos los
parapetos y terraplenes del recinto, manifestando al ao siguiente como era fcil que
el enemigo pudiese entrar en ella ...por uno de sus muchos flancos, bien por sus dbiles
murallas, si tal nombre debe drseles... en circunstancias de poder ser atacada por los enemigos...
84 Carta del gobernador Jos de Bustamante y Guerra sobre el estado de defensa de Montevideo, Montevideo, 17 de
julio de 1797. A.G.S., Secretara/Guerra, 7245, ex. 13.
85 Estado de las fortalezas a cargo de Antonio Olaguer, 1797. A.H.N., Diversos, 31, doc. 101.
86 Al respecto ver H. ARREDONDO, Fortificaciones de Montevideo, el portn de San Pedro, en: Revista del Instituto Histrico
y Geogrfico del Uruguay, Montevideo, vol. 5 (2), 1926, pp. 685 y 686.
70
71
por
el
Gobernador
montevideano
pocos
meses
despus
M. CORTS ARTEAGA, El cerro de Montevideo y su fortaleza (1520-1935), op. cit., pp. 43-45.
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XIX.
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XVIII
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y Secular y todas las religiones (...) se form una procesin muy solemne a la que asisti todo el
pueblo (...) Hubo en toda la ciudad tres noches sucesivas luminarias yen dicho convento tres das de
fiestas con sermn.7
No se han encontrado registros similares sobre la llegada a la ciudad de
Buenos Aires de las monjas Capuchinas.
Comparando las dos comunidades que se instalaron en Buenos Aires, se
observa que para las monjas Catalinas las diferencias jerrquicas dentro de la
comunidad resultaban sumamente marcadas y era necesario contar con una dote
para ingresar. Para las Capuchinas la dote fue excepcional yen ningn caso para las
donadas, siervas o esclavas. Las diferencias sobre la base del origen social y
legitimidad de sangre tuvieron importancia relativa y segn la poca. En general
ingresaban al convento hijas de familias nobles pero de menores recursos que en
las Catalinas.
Sin embargo, a pesar de las diferencias planteadas, en ambos conventos
coexistan dos jerarquas de monjas, las de velo negro y las de velo blanco.8
Las monjas de velo negro eran las de mayor rango dentro de la comunidad,
participaban del coro en la ceremonia religiosa, deban cumplir con el Oficio Divino
y la misa conventual. Este grupo ejerca los cargos ejecutivos que eran abadesa,
priora, consejeras y maestras de novicias y posean decisin sobre el grupo ya que
integraban las reuniones capitulares con voz y voto. Dentro de este grupo otras
actuaban como oficialas desempeando tareas de jerarqua menor, eran
sacristanas, torneras, secretarias, roperas, enfermeras y cocineras.
Las monjas de velo blanco fueron consideradas como monjas legas o
conversas. No integraban el coro ni los Captulos, y se ocupaban especialmente de
tareas domsticas.
En los conventos convivan con las monjas otros grupos sociales como
donadas, esclavos, y hermanos legos. Las donadas fueron consideradas sirvientas,
7 Archivo de convento de Santa Catalina de Siena, en adelante AMSCS, citado por ALICIA FRASCHINA, Los conventos
de monjas y la sociedad del Buenos Aires tardo-colonial, tesis de licenciatura (Mime, 1996).
8 Imgenes de los diferentes hbitos, de fines del siglo XIX, pueden observarse en una serie de ejemplos del archivo
fotogrfico del Monasterio.
82
vestan hbito pero no profesaban votos, supervisaban a los esclavos y slo las
autorizadas podan ingresar a la clausura.
Los esclavos ocupaban rancheras por fuera del convento y slo algunos
podan ingresar al recinto de la clausura.
Los hermanos legos que slo posean las Capuchinas, estaban dedicados a
pedir limosna, eran los limosneros del convento ya que segn la Regla de esta
comunidad, las monjas no podan ...recibir ni tener posesin o propiedad (...) fuera de aquel
tanto de terreno que sea necesario para el decoro y el aislamiento de monasterio.9
Este funcionamiento de la estructura social definida por diferenciaciones
jerrquicas se tradujo espacialmente en la particular conformacin arquitectnica de
los dos conjuntos que se instalan en la ciudad.
La expresin simblica determinante de los mismos estaba dada por el rea
sagrada y exclusiva de la clausura, que como centro de mayor jerarqua da sentido a
todo el conjunto, y produce toda una gradacin de otros espacios que actuaban de
articulacin, resguardo y servicio de esta condicin controlada.
Como cierre de este trabajo analizamos este programa arquitectnico en el
convento de Nuestra Seora del Pilar de Zaragoza, observando como se fue
complejizando a lo largo del tiempo para dar respuesta a la secuencia de ritos y
actividades regladas.
VI
83
En 1741, el prior de los franciscanos fray Jos de Peralta, con el apoyo del
Obispo de Buenos. Aires fue uno de los primeros solicitantes locales. Yen 1745 el
Rey de Espaa expide la autorizacin disponiendo la inmediata ejecucin del
convento de las monjas Capuchinas en la ciudad.
Los documentos del archivo del monasterio de Nuestra Seora del Pilar (en
adelante AMNSP) revelan cules fueron las circunstancias de su llegada y que la
obra pudo concretarse debido al apoyo y la caridad de los vecinos de la ciudad.
Tambin echan luz sobre un tema que en la historiografa se presenta con algunas
disidencias: dnde se ubicaron las monjas provisoriamente al llegar al puerto de
Santa Mara de Buenos Aires.10 En el detalle de Partidas de gastos qued
registrado que se alojaron en una vivienda que ...perteneca a un Seor llamado D.
Salvador del Castillo, suponiendo estara inmediata a San Nicols, para desde all poder indicar
con menos dificultad los trabajos que intentaban hacer11
La primera adjudicacin en la ciudad fue la iglesia existente de San Nicols de
Bari. As la describen los documentos: ...era ella ms que de regulares dimensiones lo
prueban dos cosas; la primera que fue posible de las piezas con que contaba improvisar capilla
pblica, coro, locutorio, torno, refectorio y las oficinas ms precisas. Inicialmente se realizaron
algunos trabajos: ...fue necesario blanquean pintan asegurar la clausura; no pudiendo menos de
admirar lo agitadas que en todo anduvieron, contemplando emocionadas que los primeros claustros
los fabricaron de madera i lona, para poder transitar sin susto i con alguna seguridad a la media
noche para asistir a Maitines.12
Las monjas Capuchinas permanecieron muy poco tiempo en esta localizacin.
La conformacin de la iglesia de San Nicols de Bari les presentaba serias
dificultades para adaptarla al culto monjil, pues al realizarse el coro del tamao
necesario se tema que colapsara el muro resistente lateral. El coro es un mbito
fundamental en los conventos de clausura porque es all donde las monjas
10 Segn Furlong, en 1747 llegaron a Buenos Aires las monjas Capuchinas y se alojan en unas habitaciones junto a la
iglesia de San Nicols de Bari. Para Udaondo llegaron a Buenos Aires desde Chile en 1749 llegan a y se alojaron en
una chacra de los franciscanos en los alrededores de la ciudad. Ver: ENRIQUE UDAONDO, op. Cit.
11 AMNSP, Libro de gastos por clasificar, tem 1. Primeramente por el arrendamiento de la casa del D. Salvador Castillo.
12 AMNSP, Resumen histrico del convento de monjas capuchinas de Buenos Aires. Sacado de apuntes antiguos que se
conservan en el Archivo del convento (indito).
84
ETAPAS EN LA CONFORMACIN
URBANO-ARQUITECTNICA
1. Crecimiento-consolidacin (1753-1860): localizacin definitiva en la ciudad,
anexin de solares, reedificacin de la iglesia de San Juan Bautista, crecimiento y
consolidacin de los distintos claustros. Se cristaliza la conformacin de mayor
expansin que adquiri el conjunto conventual.
2. Reduccin-transformaciones (1860-1910): son incorporados a la propiedad
otros usos ajenos a la clausura que se convierten en dispositivos de su resguardo.
Los relatos dicen: El maestro de campo, seor D. Juan de San Martn en tiempos anteriores, segn parece en 1730
haba edificado a sus expensas aunque no de muy buena fbrica, una capilla dedicada a San Juan Bautista, movido de
devocin al Santo de su nombre y celo de nuestra santa religin, la cual con anuencia del prelado diocesano se
destin para parroquia auxiliar o semi parroquia de la Catedral, con el fin de prestar su cooperacin, asistiendo a
los indios transentes, que existan en gran nmero, particularmente en los meses de la cosecha en que ellos venan a
trabajar, esta iglesia es la que, como dir adelante, se demoli, construyendo en el mismo local, la que al presente nos
pertenece. Este buen seor, al conocer el trastorno con que se interrumpa la fundacin por el inesperado
inconveniente con que se encontraron las madres fundadoras de San Nicols, y por otra parte, comprendiendo que,
como auxiliar, era esta mas a propsito, resolvi ofrecer una permuta a las religiosas, quienes la recibieron con la
gratitud y alegra que se deja comprender, tomando la propuesta como bajada del cielo. AMNSP. Registrado en
AGN, como Trmite 1751- 1753.
13
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87
88
XX.
Se realizaron de este
89
otro contiguo a la iglesia para los hermanos limosneros que obtuvieron los
fondos de distintos donantes.
Los mayores avances y expansin se producen a fines del siglo
XVIII,
y estn
XIX,
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En esta etapa inicial, por debajo del coro se realiz tambin una cripta para
entierro de las religiosas. A la misma se accede por una escalera lateral al coro que
an se conserva, aunque ha sido bastante modificada.
En 1778 la comunidad obtiene los fondos necesarios para poder reedificar la
primitiva iglesia que hasta el momento era slo una precaria adaptacin de la
anterior.24
Las obras se realizan debido al importante ingreso de dinero. El virrey Pedro
de Ceballos ante los pedidos del Sndico Isidro Lorea accede a concederles una
suma ya adjudicada que el gobernador les retena. Lorea le haba dirigido una carta a
las nuevas autoridades relatando el lamentable estado de la iglesia.
A fines del siglo las monjas lograron completar y mejorar las terminaciones y
detalles ornamentales. Segn los documentos, la Abadesa expresa que se estaba
...necesitando adornarla y refaccionar los claustros y techos del convento. En 1797 se sepulta al
virrey Pedro de Melo del lado de la epstola del altar mayor, junto a la reja del coro
de las monjas.
XIX,
104
Calle Moreno (N 841 / 853 / 863 / 871 / 883) y calle Tacuara (N 252 / 270 / 278 / 288 / 292), ENRIQUE
UDAONDO, op. cit. p. 103. La tira dispuesta sobre la calle Tacuar estaba compuesta por una unidad tipo conformada
por: negocio en planta baja que con pileta y WC bajo la escalera y una vivienda en el piso superior compuesta por
dos dormitorios, sala, comedor, azotea a modo de hall, cocina con fogn y pileta de cocina exterior, y WC. La unidad
mnima se inscribe en un rectngulo de 8.65 metros frente por 12 metros de profundidad. Las unidades de los
extremos y esquina presentaban la misma tipologa pero con mayor superficie 12 metros por 15,50 m de frente
aproximadamente. La tira dispuesta sobre la calle Moreno tambin posea algunas variaciones dimensionales. Las
unidades eran de 8,65 metros u 8,50 metros de frente por 10,5 metros de profundidad, con la del extremo con frente
de 16,65 metros.
26 AMNSP, Historia manuscrita.
27 Hacia 1860 Don Manuel Leyes (lote I), Doa Mara Rosas de Valds (lote II), Don Francisco Civilis (lote III), la
ms importante es la parcela III de 18 varas por 66, con 18 habitaciones de mampostera todas en planta baja
organizadas formando dos patios y posea un corral al fondo, puerta y tres ventanas con reja al frente. La fraccin II
que ocupa la esquina de Albina y Tacuara de 19 varas de frente por calle, y 52 varas sobre la calle Tacuari, 11
habitaciones en planta baja dispuestas alrededor de dos patios; posee dos accesos en correspondencia con cada patio,
seis ventanas con reja a la calle. La fraccin I, de menor tamao 12 por 19 varas con 7 habitaciones de material
alrededor de un patio, zagun de acceso y una ventana a la calle. Todas ellas con vereda de piedra, e iluminacin a
gas.
28 El edificio presenta la particularidad de poseer un patio circular, con columnata petimetras en forma de octgono.
La atpica resolucin est determinada por la existencia de una gran cisterna, de casi cuatro metros de dimetro, del
edificio demolido.
25
105
XIX,
el convento describindolo de este modo: Por hoy es ante la humildsima puerta de una
pobre iglesia que vamos a detenernos: ni la parte material del edificio, ni su exterior llaman la
atencin del que la ve. La iglesia es pequea, su aspecto externo destituido en mrito. 30
En el catastro Besare podemos constatar que la estructura conventual
mantiene la disposicin general alcanzada hacia a fines del siglo
XVIII.
Patios y
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Este tema ha sido minuciosamente estudiado por Vicente Rodrguez Villamil en un texto an indito.
111
por delante de la existente. Esto gener en la planta baja el espacio suficiente para la
ubicacin de un nrtex y en la planta alta fue ubicado el coro del rgano.
Sobre la calle Piedras tambin se agreg un cuerpo apendicular a modo de
torre, retranqueado con respecto a la lnea de fachada, que remataba en un cuerpo
de planta octogonal, un pequeo tambor y un cupuln afacetado con cruz metlica.
Hacia el convento, la fachada se complet con el agregado de una torre que se
vincula con el cuerpo del claustro cuyo muro lateral avanzado forma uno de los
lados del pequeo atrio de la iglesia.
La reforma se complet con la sustitucin de todo los revoques externos por
terminaciones en similpiedra, el reemplazo de carpinteras y herreras y el agregado
de un renovado repertorio ornamental.
Poco tiempo despus se realiz tambin la reforma general del interior de la
iglesia con los fondos destinados en el legado de la seorita Ins Nazar.37
EL SENTIDO DE LAS PRCTICAS DE LAS MONJAS CAPUCHINAS
Reglas y constituciones
Las Capuchinas basan sus prcticas en la Regla de Santa Clara de Ass (1253),
pero se produjeron dos reformas significativas que devinieron en la puesta en
prctica de distintas Constituciones.
La primera de estas reformas fue llevada a cabo por Colette Ballet, (Flandes
1381), aprobada por el papa Po II en 1458. Su principal objetivo estaba vinculado a
incentives la condicin de pobreza de la vida en comunidad, reafirmando el
discurso esgrimido en la Regla de Santa Clara. La segunda reforma fue iniciada en
Npoles en 1538 por Mara Lorena Long, con similar intencin que la reforma
anterior en cuanto a la vuelta al ideal primitivo de la congregacin. Se bas en las
Constituciones de la Santa Coleta, pero agregando prcticas de las Constituciones
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115
GASTN BACHELARD, La Potica del Espacio, Buenos Aires. FCE. 1990. p.226 y ss.
ALICIA FRASCHINA, op. cit. p. 130.
116
Debe estar separado del publico por una reja de fierros cruzados que impida el paso de una mano, por dentro velado por una tela
tensada por un bastidor que impide que se trasluzcan las personas, de dentro y defiera en El Directorio Prctico, op. cit.
49 MICHEL FOUCAULT, Las Palabras y las cosas, Barcelona, Planeta Agostini, 1984. p. 174.
48
117
XX.
SICyT, FADU,
UBA.
Asimismo se desempea como Asesor Consulto de la Comisin Nacional de Museos y de
Monumentos y Lugares Histricos.
118
TAREAS DE LA METROPOLI
ASPECTOS DE LA HAUSSMANIZACIN DE BUENOS AIRES
AL FILO DE FIN DEL SIGLO XIX1
Roberto Fernndez
ligadas a una maduracin, o an eclosin, alrededor de los aos 80y hasta el fin del
XIX.
119
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1943.
Esa situacin de proliferacin de hbitat extremadamente deficitario se ligaba
obviamente a una mala relacin entre renta inmobiliaria e ingresos: hacia 1890, si un
alquiler promedio de una casa pequea alcanzaba los $100 al mes, el salario
promedio era de algo ms de $ 48 (36, 45, 75, 90 y 140 respectivamente para
peones, panaderos, zapateros, litgrafos y tenedores de libros). En lugares muy
marginales de la ciudad (Flores, Belgrano, La Boca o Barracas, en general, sin agua
ni cloacas de red) poda alquilarse una pieza de 4x4 a unos doce pesos al mes.
Sobre tal soporte actan los emprendimientos privados, extendiendo la ciudad
a travs de la proliferacin de los loteos. Al mismo tiempo que crece la oferta de
suelo urbano, aumentan los precios, intensificando todava ms el inters de
inversin en el sector y multiplicando la conversin de las propiedades semi-rurales
en loteos.
As surgen las villas, una denominacin prestigian de los loteros: Villa
Albear, hoy Palermo Viejo, Villa Crespo, Villa Devoto, Villa del Parque, Villa
Urquiza, etctera. Todo este tejido nuevo se desarroll tratando de cumplir las
exigencias mnimas del Municipio: por ello el trazado expansivo de los sub-sistemas
vicario y parcelario sigue la pauta de la ciudad vieja y tambin con ella, los
problemas de su estructura de tejido sumamente compacto y mezquino respecto del
subsiste de espacios abiertos.
El desarrollo de estos fragmentos de ciudad por una parte, se fue dando
mediante un proceso de agregado tipo patchwork, anexando predios rurales como
quintas en relacin con las vas internas de la ciudad como las avenidas Montes de
Oca, Santa Fe, San Martn, Libertad (hoy Constituyentes), Rivadavia, las calles del
Charango (hoy Las Hebras), del Ministro Ingls (hoy Scalabrini Ortz), Pampa o los
caminos de Puente Alsina, de La Floresta (hoy Lacarra), de Campana y Pilar (hoy
avenida del Trabajo), etctera, que rodeaban esos territorios y le provean bordes
desde los que se originaba la geometra del loteamiento.
Por otra parte, las suburbanizaciones emergentes eran de diversa clase: de
122
XIX
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J. SCOBIE, Buenos Aires del centro a los barrios. 1870-1910, Editorial Solar-Hachette, Buenos Aires, 1977.
125
126
hecho por Madero con el auxilio tcnico de Hawkshaw (que en cierto modo recoge
la tradicin de puertos militares o defensivos que casi ya estaba empezando a ser
desconsiderada en esos aos y que es semejante al proyecto Bateman en cuanto a la
idea higienista de cerrar los docks para regular la contaminacin que podra proveer
el Riachuelo), Huergo prepara su proyecto alternativo de peine de muelles abiertos,
dado que se daba cuenta de la inefabilidad poltica de insistir con el puerto del
Riachuelo, an con recientes arreglos a su cargo.
La idea de Huergo, ms acorde con los puertos comerciales modernos que por
entonces se construan en USA, Canad o Australia, consista en repetir, tantas
veces como fuera necesario, el modelo de muelle que irrumpe perpendicularmente
sobre el ro, en realidad un poco sesgado al sur a favor de las embocaduras de
canalizacin de ese rumbo.
Una de las cuestiones que agit el debate fue la observacin de Huergo acerca
que el proyecto Madero no slo era un proyecto hecho a la inglesa, sino pensado
casi exclusivamente para el movimiento naviero de intercambio comercial con ese
estado. Huergo por el contrario, pensaba que deba de proyectarse un puerto
bifronte, es decir, con una cara hacia el comercio de ultramar y otra orientado al
comercio fluvial interno.
Ambos proyectos compartan una boca de acceso sur que permita la
bifurcacin del doble acceso al puerto del Riachuelo y al principal frontal. El
proyecto Madero agregaba una salida norte, con una drsena que fue la que se
ejecut, y en cambio, hacia tal rumbo el proyecto Huelgo se presentaba cerrado,
concentrando su operatividad en la boca norte.
E. Corthell, un especialista ingls en diseo portuario iba a presentar en 1902,
ya constatadas las insuficiencias del puerto Madero original, un proyecto singular,
consistente en anteponer ro adentro y ms all que el puerto construido,
simplemente el propuesto por Huelgo, con su forma de batera de espigones
abiertos, aunque en este caso, sesgadas al norte, ya que se propona un uso
preferente de ese rumbo de acceso a travs de la canalizacin.
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arte.... pero que desean ser artsticos... Kilmetros y kilmetros de muelles y puertos, pero an
existe el lugar donde desembarcamos en carretas despus de haber recorrido 24 kilmetros en bote
desde el canal exterior...
135
Dirigi las revistas de arquitectura Dos Puntos, Zigma y Arquitectura Sur y codirige
actualmente la revista Astrgalo, que se edita en Madrid. Tambin codirige la revista de esttica
del arte y la arquitectura Pasajes, que se edita en Buenos Aires con el patrocinio de la
Universidad de Buenos Aires.
Ha publicado ms de 300 artculos especializados en numerosas publicaciones dedicadas ala
arquitectura y el urbanismo en Argentina, Chile, Colombia, Italia, Espaa, Brasil, Per, USA,
Reino Unido, Francia, Portugal, Mxico y Venezuela. Public, entre otros, los siguientes libros:
Sistema de la Calidad de Vida (Editorial Troquel, Buenos Aires, 1980), Las perspectivas
del conocimiento en la dimensin ambiental del desarrollo (Editorial Siglo
XXI,
136
137
Vicente Nada Mora (1947) sostuvo que Buenos Aires es una ciudad que no ha amado su pasado. La defini
como una urbe agitada en continua renovacin renaciendo de s misma en nuevas concepciones. Sostuvo que
la vieja heredad de los abuelos fue totalmente modificada con el paso del tiempo y concluy que fue la influencia
europea la que convirti luego la gran aldea en urbe populosa y cosmopolita.
2 Un primer grupo, vinculado al accionar rivadaviano con Prspero Catean, Pedro Benoit, Carlos Enrique Pellegrini y
Carlos Zucchi y un segundo grupo que lleg a nuestro pas posteriormente a la Batalla de Caseros con Priliadino
Pueyrredn, Carlos Enrique Pellegrini y Eduardo Taylor complementado con quienes desarrollaron su obra despus
de la unin nacional como Emilio Lancis, Nicols Canales y su hijo Jos, Manuel Rallo, Pedro Luzetti, Otto Von
Arnim y Enrique Hunt.
3 Criterio que se mantuvo en la historia cultural que propuso Jos Luis Cosmelli lbaez (1975) quien sostuvo que el
estilo renacimiento italiano continu su predominio durante las presidencias de Mitre, Sarmiento y Avellanada. A
su entender se trat de un transplante lento y gradual que fue realizado por arquitectos y albailes peninsulares que
llegaron a nuestro pas luego del perodo prosista. Concluy que el mismo declin una vez que se produjo el arribo
de tcnicos procedentes de otros pases europeos cuyas obras dieron origen a un variado eclecticismo a partir del
ao 1880.
4 Mediante un equipo de trabajo integrado por los arquitectos Ricardo Braun Menndez, Horacio J. Pando y Mario
J. Buschiazzo como directores; los arquitectos Jos Mara Pea y Jos Xavier Martini como colaboradores
inmediatos; los doctores Susana A. de Latiente y Juan Carlos Arias como investigadores en archivos, y el seor Ral
Colla, a cargo del laboratorio fotogrfico [Prlogo a la primera edicin] (MCBA/UBA, 1965).
5 Aquella iniciativa inicial, siempre en el marco del IBA, fue profundizada por las investigaciones de Alberto S. J. de
Paula (1998) y resignificada con las investigaciones de Fernando Alicata (1992; 1994) y Graciela Favelukes (1992;
1994; 1999; 2002) (perodo del neoclasicismo borbnico); y de Francisco Liernur y Graciela Silvestre (1993) y de
Adrin Gorelik (1998) (perodo del clasicismo italianiza).
1
138
Con motivo de la inauguracin del trayecto hasta San Fernando del Ferrocarril al Norte en 1864 se reseo: A las
10 de la maana del da 5 de Febrero, a los 12 aos de la Nueva Era de la Libertad y del Progreso, parti del Retiro el
tren de honor en direccin a San Fernando, trmino actual del camino de fierro del Norte (CD, t. I, n4.
(24/ENE/1864), 89 (s/f., Inauguracin del camino de fierro San Fernando-Baile en el Hotel Nacional).
7 Adrian Gorelik en el artculo imaginarios urbanos e imaginacin urbana advirti sobre las contradicciones que suelen
evidenciarse en los trabajos sobre imaginarios urbanos: no es infrecuente encontrar trabajos en los que se sostienen
visiones diametralmente opuestas, de modo tal que por momentos los imaginarios urbanos parecen producirse en
una multiplicidad de territorios en los cuales cada sujeto (individual o colectivo) construye formas de identidad
liberadas y liberadoras y, con pocos prrafos de diferencia, el espacio-poder gana una completa determinacin sobre
los sujetos, con lo cual los imaginarios urbanos quedan re-definidos como mecanismos ideolgicos de la
manipulacin.
8 Francisco Liernur (1992; 1993) seal que es razonable pensar que durante su vertiginoso crecimiento Buenos
Aires tuviera ms aspecto de Far West que de chato pueblo colonial o de luminosa metrpolis europea. La
defini sugerentemente como una ciudad efmera que se fue diluyendo frente a la mirada de los investigadores ante
la prdida de rastros materiales sobre todo por una modalidad constructiva, por ejemplo para las estaciones de tren,
que posibilitaba un rpido armado, desarmado y traslado, todo lo cual les otorgaba un carcter precario.
6
139
140
lo ocurrido entre cada edicin dominical del Semanario Literario El Correo del
Domingo, que en su primera etapa se edit entre 1864 y 1868. El autor, Jos Mara
Cantilo14, firmaba con el seudnimo Bruno los editoriales que llevaron los ttulos
de La Semana y Crnicas. Se trata de un discurso que transit por el borde de
lo testimonial y lo ficcional, que segn las necesidades del autor inclua dilogos
propios de las obras teatrales, con algunos personajes paradigmticos, por ejemplo
Don Roque (un nostlgico crtico de las tradiciones perdidas) o el dandy Zoilo
(un representante de los nuevos criterios de la juventud de la poca). Este borde
lo llev a Cantilo a escribir desde una doble posicin: actor involucrado, en tanto
relat sus vivencias desde una postura ficcional y observador o espectador que
asuma una actitud de juez tico desde donde poda ejercer una mirada crtica de la
sociedad, donde se encuentran los relatos ms cercano a lo testimonial.
Se trata pues de una narrativa prolijamente controlada por Cantilo, no slo
para expresarse libremente detrs de un seudnimo (utilizado por ser un hombre
pblico) sino con la clara intencin de moldear la opinin pblica mediante la
oferta de nuevos parmetros de evaluacin. Esa suerte de caricatura discursiva de
la realidad que presentaba frecuentemente como sus vivencias fue la estrategia
para lograr un mayor clima de confianza en sus lectores, reiteradamente
identificados como lectoras, en tanto pblico mayoritario reconocido por el autor
para este tipo de publicaciones, que ofreca desde fragmentos de novelas por
entregas y poesas, hasta figurines de moda, pasando por artculos de actualidad
nacional e internacional (Cf. Auza, 1980).
El inters en la construccin discursiva urbana de Jos Mara Cantilo est dado
porque permite recuperar las primeras vivencias del impacto de la expansin
industrial en la vida cotidiana de ciudad de Buenos Aires y tambin por ser uno de
los primeros intentos de conceptualizacin sobre lo moderno que se ofrece a la
opinin pblica.
14 Jos Mara Cantilo (1816-1872). Fue qumico y boticario, y estando exiliado en Montevideo, se vincul al
periodismo. De regreso a Buenos Aires fund varios peridicos como El Siglo, El Correo del Domingo y La Verdad.
Desempe diversos cargos pblicos (Diputado en varias ocasiones y Secretario de Gobierno en otras), importa a los
fines de este trabajo, el haber sido el primer Secretario de la Municipalidad de Buenos Aires (1856 - 1859).
141
142
143
XIX.
ciudades, seal que en el marco de unos cinco mil aos que el hombre vive en
ciudades ...la proporcin de la poblacin humana concentrada en ciudades no empez a aumentar
144
de forma significativa hasta hace unos cien aos, lo cual provoc en ese momento no slo
un quiebre definitivo con las ciudades preindustriales sino la gnesis de las mayores
concentraciones humanas que haya conocido la humanidad.
Esta necesidad de diferenciacin entre pueblo y ciudad, tambin la
intentaron dirimir ciertos viajeros; tomar como ejemplo a Richard Burton (1870):
Buenos Aires es evidentemente una ciudad, tiene un apresuramiento y excitacin cvicos; hay una
actitud pulida de ciudadano en ella; la primera mirada nos dice que no es, como Montevideo, un
pueblo. En ambos casos (Cantilo y Burton) podemos apreciar que no se recurri
tanto a una definicin como a la posibilidad de establecer diferencias a partir de
comparaciones efectuadas entre tipos de asentamientos urbanos. As como Burton
recurre a Montevideo para marcar diferencias ms bien cvico-polticas24, Cantilo lo
hizo con Asuncin, para caracterizar estilos de vida que hacan de Asuncin una
ciudad ...quieta, tranquila, contenida, fija; mira y no ve (pasando en su discurso a estar
asociada a lo tradicional) y de Buenos Aires una ciudad: ...movible, anhelosa, mira hacia
adelante; anda, alienta, se precipita, quisiera tener alas... (como fenmeno propio de
aquellas ciudades que tenan una vida moderna).
La comparacin de Cantilo resulta muy significativa y sin duda tena mayor
peso para la opinin pblica local en tanto Buenos Aires, que naci como un
derivado de Asuncin, ya estaba experimentado un proceso transformador superior.
Por cierto cabe preguntarse qu implicaba esa vida moderna para Cantilo?
Podran desagregarse dos niveles: uno sensitivo ...me refiero a ese vrtigo que suele subir a
la cabeza y produce emociones que no dejan pensar en maana... y otro abstracto ...eso solo
pasa en las ciudades grandes, especialmente all donde se vive segn el modelo francs o ms bien
parisiense... [CD, t. 1, N 24, (12/JUN/1864), 370 (Bruno, La Semana)].
Este modelo parisiense, en tanto imagen utilizada como si fuera un figurn
de la moda indumentaria, seguramente provino de diferentes fuentes, desde la
literatura francesa que empezaba a rendir cuenta de los profundos cambios fsicos y
Lo cual remite al concepto clsico de considerar a los habitantes de las ciudades como ciudadanos con
determinados derechos de participacin en el gobierno local.
24
145
sociales que se estaban operando desde haca unas dcadas en Pars25, hasta relatos,
orales y escritos, de viajeros en ambos sentidos (los que venan de Europa y
aquellos que viajaban a Pars). Resulta evidente que algunos sectores sociales de
Buenos Aires, disponan de nuevos parmetros para poder mirar la profunda
aceleracin (ese vrtigo) que pareca caracterizar a los fenmenos urbanos de la
poca, dnde lo nuevo estaba esencialmente ligado a la velocidad. Stephen Kern
(1983) en el captulo Speed, analiz toda una gama de repercusiones, favorables o
detractoras, que tuvieron aquellas innovaciones que provocaron una profunda
aceleracin tanto en los procesos tecnificados como en la vivencia de los mismos,
donde ...muchos escritores, sin embargo, dieron la bienvenida al colapso de viejas empalizadas y
consideraron a la nueva velocidad de modo favorable como un smbolo de vitalidad, una
magnificacin de las posibilidades de la experiencia, o como un antdoto al provincialismo... (128).
Remarcando Kern que ms all de la posicin asumida o ...a pesar de la mezcla de
sentimientos, sin embargo, se puede decir sin connotaciones que la nueva velocidad tuvo un
profundo impacto en la civilizacin. (129).
La velocidad en el discurso de Cantilo apareci como el soporte de acciones
sociales que cambiaron sus ritmos provocando un cambio cultural en cuanto a las
expectativas respecto del tiempo y se densificaron socialmente por el nmero de
personas implicadas. En tanto aceleracin de prcticas, la velocidad estara
funcionando como una frontera entre tradicin y progreso; en tanto densificacin
social como desviacin de sentido de una inmigracin pensada para el mbito rural
pero que estaba asentndose, ms all de lo previsto, en la ciudad.
La presentacin que hizo Cantilo de Buenos Aires como Babilonia e
infierno26, adems de ofrecer un paisaje urbano muy diferente al de Lucio V.
25 El Doctor Juan Mara Gutirrez en su artculo Estadstica bibliogrfica de Buenos Aires correspondiente al ao de 1863
(La Revista de Buenos Aires, Tomo 1) seal: Hemos deseado obtener noticias sobre el nmero de libros
extranjeros que se consumen entre nosotros; pero no hemos obtenido resultados satisfactorios [...1. Como hasta
ahora los libros no pagaban derechos al pasar por la Aduana, no han quedado consignados en los registros sino muy
pocos hechos relativos nuestro propsito (279).
26 Si no nos vamos a vivir a otra parte, en esta ciudad corremos riesgo de morir impensadamente. Los jinetes andan
a escape, los carruajes disparan, los cargadores llenan las veredas con bultos encima, los albailes no dejan paso por
ellas ni los enfermos; en la Bolsa hay una caballada, en las galeras del Cabildo grupos densos de gente afanada por
ganar pleitos; por el muelle no se puede pasar, porque los changadores asaltan a la gente a fuerza de quererlas servir, los
trenes de los caminos de fierro se obstruyen de pasajeros, en los hospitales no caben los enfermos ![...]Tanto
146
147
148
poner en contacto los mbitos productores de materias primas con los centros
productores de manufacturas. Ferrocarriles y barcos a vapor conformaron el
binomio adecuado para el transporte de cargas para el nuevo sistema global que
empezaba a consolidarse. Dicho binomio se complement con el telgrafo, cuyo
tendido terrestre acompaaba la extensin de los rieles del ferrocarril, en tanto los
mensajes deban anticipar, incluso, la mayor velocidad lograda para las cargas. La
triloga resultante adecu el sistema de comunicacin de la poca a la actividad
comercial entre los diferentes pases del nuevo sistema global, que estaba
sustentado por una nueva red de intercambios, que modific sustancialmente la
relacin espacio-tiempo entre regiones. Las distancias ya no se consideraran
tanto en su dimensin geogrfica como en la comunicacional.
A su vez, dichos medios de transporte y comunicacin, produjeron
importantes cambios en la vida cotidiana de los habitantes de la ciudad de Buenos
Aires al propiciar una de las percepciones ms ntidas del fenmeno moderno en
varias dimensiones: desde el primer contacto con empresas capitalistas en gran
escala, sobre todo con el ferrocarril, por el nivel de capitales implicados,
infraestructura fsica y ocupacin de mano de obra, hasta el poder de
transformacin del espacio.
Hans Ulrich Gumbrecht (1997) sostuvo que: Las estructuras y leyes internas de los
ferrocarriles no pueden ser negociadas por individuos y por esa razn son vistas como un emblema
de una casualidad existencial impuesta. Pero tambin se han transformado en sistemas que, siendo
coextensivos con el mundo, excluyen la posibilidad de ser observados desde el exterior. A su
entender esta es la razn por la cual ...los ferrocarriles emergen como la metfora preferida en
discursos que intentan explicar a los lectores no especializados los aspectos ms revolucionarias de
la ciencia y la filosofa modernas.
El espacio fsico interceptado por el comunicacional, pareca desdibujar los
lmites entre el adentro y el afuera de la ciudad. De all que para Cantilo aquello
que tradicionalmente se entenda como irse al campo comenz a resinificarse en
tanto ...quiere decir en suma irse a Flores, a San Fernando, a Bel-grano. Esto es como no salir de
149
Buenos Aires. En esos pueblitos etiqueteros se vive como aqu, con las mismsimas exigencias que
tanto incomodan en verano. Eso pues no es irse al campo. A lo ms es mudar de barrio. [CD, t.
I,
XIX,
visible, al menos parcialmente, hasta nuestros das. Est estructurado por el ferrocarril. Este no
solamente hizo poca, como dice Sombart, sino que tambin hizo naturaleza, de estar
permitido expresarse en estos trminos. Por todos lados donde las montaas y los tneles, las
quebradas y los viaductos, los torrentes y los telefricos, los ros y los puentes de hierro, aparecen
asociados de una manera curiosa pero muy estrecha, uno encuentra los puntos de concentracin de
ese paisaje histrico, sus vistas sublimes que, en su oscuridad a lo Ruysdael, atraen hacia ellas toda
la atencin de sus contemporneos, estas que han sido mil veces miradas, pintadas y mostradas por
los visionarios. De una forma muy extraa esos lugares prueban que, bajo el triunfo de la
civilizacin tcnica, la naturaleza no zozobr en lo innominado ni en la ausencia de imgenes, que
la mera construccin del puente, o del tnel no constituan en si mismo un objeto de contemplacin,
de admiracin, de orgullo previamente a todas las caractersticas del paisaje, sino que el ro o la
montaa se asociaban enseguida a este aspecto tcnico, por otra parte no como un vencido
sometindose a su vencedor, sino por el contrario como una potencia amiga que reivindica
plenamente el prestigio que adquiere en este nuevo entorno.
Resulta interesante la resignificacin del paisaje que propuso Jos Mara
Cantilo para cuando el ferrocarril permitiese alcanzar mbitos como Las Conchas
que era definido como otra cosa respecto a los pueblos ya asimilados
espacialmente a la ciudad de Buenos Aires, en tanto ...all s que se vive con esa holgura
que hace agradable los paseos campestres. Un lugar todava signado ...por el misterio... y ...por
la naturaleza majestuosa... que con respecto a la relacin analizada por Dolf
Sternberger entre lo natural y lo artificial, se redefinira gracias al ferrocarril: Las
Conchas por consiguiente van llevndose pobladores de la ciudad. A vuelta de poco tiempo aquella
150
naturaleza primitiva habr cambiado: el ferro carril tocar esos parajes y los har el jardn de
Buenos Aires. [CD, t. I, N 48.-27/Nov/1864, 754-755 (Bruno, La Semana)]. Lo
natural interceptado por lo artificial implicara una marca cultural en ...aquella
naturaleza primitiva... convirtindola en un jardn.
El ferrocarril, era visto pues como un instrumento determinante en su poder
de transformacin y modernizacin de los distintos mbitos que iba alcanzado31.
Adems, en el seno mismo de la ciudad, era el promotor de una gran cantidad de
construcciones de un nuevo tipo de equipamiento urbano, que lleg a valorizarse
como nuevas obras de arte, tal fue el caso del Puente de fierro en Barracas del
Ferrocarril del Sud, adems de la profunda ciruga urbana que implicaba el tendido
de rieles hasta prcticamente el centro neurlgico de la ciudad, actuales Plaza de
Mayo (ramales Norte y Sur) y Lavalle (ramal Oeste)32.
Para la vida cotidiana de los pobladores de la ciudad, el ferrocarril adems
abri un conjunto de opciones para los das feriados: En los das de fiesta la ciudad
queda abandonada por millares de sus moradores que se marchan a los pueblos que ponen en
contacto con la capital las dos vas actuales. Los caminos de fierro han creado pues una necesidad.
[CD, t. I, N 10, (06/MAR/1864), 147 (Bruno, La Semana)].
De all que las estaciones de tren fueran consideradas como improntas de una
nueva cultura que dispusieron, sobre todo los sectores acomodados, para la
exhibicin de una moda que se internacionalizaba: El gusto escocs en los trajes y sus
adornos est en boga. No veo ms que graciosas escocesas por todas partes. El sombrerillo sigue en
auge, en los paseos de los trenes sobre todo, y en los pueblos a que ellos conducen. Esto puede ver en
las principales estaciones. [CD, t. I, N 10, (06/MAR/1864), 147 (Bruno, La Semana)].
En un artculo (sin firma) titulado Una excursin al Tigre, de 1866 todava est
presente el impacto del ferrocarril pese a su rpida difusin: De poco tiempo a esta parte
Morn que ha resucitado al toque de los rieles del camino de fierro, y que es un pueblo puesto a la moderna...
[CD, t. I, N 43, -23/OCT/1864-, 674-5 (Bruno, La Semana)].
32 De poco tiempo a esta parte se ofrece en Buenos Aires un espectculo que no haban presenciado jams los
porteos viejos. Ms claro: no se haban imaginado siquiera que sucedera semejante cosa. Hablamos de las escenas
de los caminos de fierro, no menos interesantes porque sean repetidas. Hace muy poco tiempo que ciertas mujeres
nerviosas daban una prueba de mucho valor al pasar el puente del primer camino de fierro, en medio de
exclamaciones que mostraban sus impresiones nuevas. Pero hoy muy pocas personas ha de haber que no hayan
viajado en el ferro [CD, t. III, n108, -21/Ene/1866-, 50-53 (Bruno La Semana)].
31
151
se ofrece en Buenos Aires un espectculo que no haban presenciado jams los porteos viejos. Mas
claro: no se haban imaginado siquiera que sucedera semejante cosa. Hablamos de las escenas de
los caminos de fierro, no menos interesantes porque sean repetidas. [CD, t.
III,
N 108.
21/Ene/1866, 50-53].
A los usos comunes del ferrocarril, se fueron aadiendo nuevas prcticas
como el caso de una pareja que alquil un tren para pasar la noche de boda: Ese tren
especial, oh lectoras mas!, conducir fuera de la ciudad [habr ya conducido anoche] a una feliz
pareja despus de pronunciar el s que une para toda la vida. [CD, t.
III,
N 117
152
ciertos conceptos. Adems al connotar los medios de comunicacin con los usos y
costumbres de los habitantes de Buenos Aires, intent separarse de una concepcin
abstracta del progreso en trminos productivos y comerciales para resignificar
prcticas cotidianas, lo cual a su vez presupona la necesidad de generar cambios en
la forma de leer los nuevos fenmenos urbanos.
33
153
154
155
IV,
Crnica)].
A partir de la incorporacin de conocimientos de una medicina preventiva en
el campo de la higiene, con todo un sustrato cientfico de convalidacin, se
reforzaron los reclamos: La municipalidad se halla entre la espada y la pared, con el asunto
de las aguas corrientes, el de empedrado y de caos maestros. Es preciso obrar al fin. El agua del
ro es enfermiza. El empedrado es abominable. La higiene privada no existe como conviene. [CD,
t. IV, N 178, (26/MAY/1867), 391-392 (s/f, Crnica)].
La escasez de cuadras pavimentadas38, que adems se hallaban en tan mal
estado que dificultaba la circulacin de los carruajes, era objeto continuo de
reclamos en tanto la ciudad se cubra rpidamente de polvo en los das de viento.
Por otro lado tambin se asista a un punto de inflexin con relacin a los paseos
pblicos39 que se vean incrementados en su nmero, pero no siempre contaban
con los cuidados necesarios: La plaza del Retiro, el favorito paseo de la moda, yace
abandonada y desierta. Pero as no ser el ao que viene, porque se estn haciendo all trabajos
esmerados. Habr jardines, muchos bancos cmodos; de modo que la plaza del Parque tendr que
habrselas con el Retiro como sitio de descanso y de recreo. [CD, t. V, N 202. NOV/1867,
273 (s/f, Crnica)].
A las crticas y reclamos de ejecuciones y mejoras se sumaba un fenmeno
que, sobretodo para el extranjero, era desconcertante: una ciudad cuya funcin
38 Segn la Memoria de la Municipalidad de 1862 estaban empedradas las calles delimitadas entre CrdobaIndependencia (Norte-Sur) hasta Talcahuano-Santiago del Estero (Este-Oeste).
39 La ciudad haba contado tradicionalmente con paseos de cara al Ro de la Plata: La Alameda, y sobre el mismo
emplazamiento el posterior Paseo de Julio (actualmente Avenida Leandro N. Alem).
156
3. CONSIDERACIONES FINALES.
Resulta lgico pensar que en toda situacin de cambio fuerte, que termina
marcando aquello que en Historia llamamos un punto de inflexin se adviertan, en
diferentes imaginarios, incertidumbres y contradicciones sobre todo en el momento
de intentar un auto referenciamiento social. Situacin esta que nos obliga a un
anlisis ms minucioso para recuperar as cada cuadro de poca en la mayor
complejidad y heterogeneidad posible.
Quizs no se trate de un fenmeno muy diferente al actual. Nstor Garca
Canclini (1999) sostiene que una de las preguntas claves con la globalizacin es A
dnde pertenezco? Advirtiendo que sobre todo en las megas ciudades debemos
imaginar de otro modo nuestra ubicacin geogrfica y geocultural en tanto ...se
desdibuja y vuelve incierto lo que antes entendamos por lugar.
157
158
en la arquitectura haban sido privativas de las iglesias con aquellas cpulas que
durante siglos fueron los referentes ms destacados en los discursos de viajeros; por
ello debe haber sido todo un desafo en la esfera de los edificios pblicos, la forma
semicircular de la Aduana Nueva (1856), que dise el arquitecto ingls Eduardo
Taylor. Otro ejemplo puede ser dado con relacin al uso de nuevos materiales,
como la construccin del Teatro Cristbal Coln (1857) en plena Plaza Victoria
(actual sede del Banco Nacin) proyectado por el ingeniero francs Carlos Enrique
Pellegrini por ser la primera obra en realizarse con una cubierta de hierro. La
novedad implicaba incluso la importacin de piezas desde Irlanda, lo cual hizo que
el orgullo nativo de los autores del Manual del Ro de al Plata, la presentaran como la
mejor obra de arquitectura moderna de la que podemos jactarnos42. Desde una perspectiva
cultural se advierte claramente una resignificacin profunda, nada menos, que en los
conceptos de espacio y tiempo que son los que estructuran nuestro pensamiento
formal. Para intentar captar lo relevante del proceso diramos que el tiempo se
aceler y el espacio se concentr, tenindose en ese momento adems la certeza que
esta situacin evolucionara geomtricamente, tal como pudimos apreciarlo en
algunos ejemplos incluidos en el trabajo: veinte aos antes que efectivamente
sucediera, Flores y Belgrano fueron vistos como barrios de Buenos Aires y
empez a considerarse incluso la posibilidad de contar con espacios verdes para
la ciudad, fuera de sus lmites jurisdiccionales, al percibir a Las Conchas como el
jardn de Buenos Aires.
Frente a un proyecto tan ambicioso, que por momentos pareca inalcanzable
por todo lo que faltaba hacer en materia de infraestructura, se perciban fragmentos
sueltos de modernidad que deban aunarse mentalmente para entender lo moderno;
posiblemente con la ayuda de cierta amalgama provista por una literatura extranjera
Los viajeros brindaron diferentes juicios: para Hinchliff era un teatro grande y elegante que con sus palcos
abiertos presentaba un espectculo encantador llegando a considerarlo slo segundo a los mejores de Europa. Sin
embargo, para Hadfield, el teatro [...] est mal formado y las decoraciones son demasiado pesadas. Las lmparas de
gas son feas, siendo simples mecheros en vez de pequeas araas de gas. Le dan al todo una apariencia muy vulgar.
Los pisos de palcos se ven demasiado como cajas y deberan ser ligeros y abiertos, de acuerdo con el pas. Las
entradas y corredores son tambin muy toscos [...]. Para Burton Su exterior es muy elogiado con poca razn; [...] lo
ms que podemos decir de l es que su fealdad no es tan fea como la de otros edificios de ese tipo. [...] El interior
est deslucido y mal iluminado.
42
159
que relataba procesos similares de modernizacin por los que haban pasado
algunas capitales europeas y que seguramente fueron instalando (en ciertos sectores
sociales) el deseo de la modernizacin. Analizando el fenmeno desde otra
perspectiva podramos indagar la oferta del proceso de modernizacin de quienes
(pases e inversores privados) estaban en condiciones de financiar algn aspecto del
mismo.
La rpida acumulacin de capitales que posibilitaban los procesos de
comercializacin en un nuevo circuito comercial internacional; la previsin de una
infinita explotacin a futuro de materias primas; la posibilidad de civilizar un gran
fragmento del territorio nacional, todava no efectivamente controlado, mediante el
ferrocarril, telgrafos e inmigrantes, fueron algunos de los factores que iban
conformando toda una plataforma donde apoyar las ideas de progreso no slo para
Buenos Aires, sino para todo el pas. Todo lo cual implicaba una profunda
resignificacin en los procesos de produccin tanto en la escala de las nuevas
empresas capitalistas como en la progresiva modificacin del sector de trabajo en
tanto la mano de obra tradicionalmente a cargo de aborgenes y esclavos africanos,
se reemplazara totalmente con las sucesivas oleadas de inmigrantes.
Resultara interesante indagar cmo se fue construyendo este nuevo otro del
sus productivo, desde una perspectiva antropolgica cultural.
El marco de este complejo proceso era una ciudad que creca y se
diversificaba. En cuanto a la tipologa de viviendas se advierte una clara hegemona
las casas de azoteas que incrementaban progresivamente su altura y en cuan a la
distribucin de la poblacin43 en lo que podramos denominar el Centro de la
ciudad (desde Leandro N. Alem-Paseo Colon hasta las Avenidas Callao-Entre Ros
y desde la Avenida Crdoba hasta la Avenida Independencia), el fragmento al Norte
de la Avenida Rivadavia contaba con 45.199 habitantes (Secciones 1,3 y 5)
superando casi en un 10% al fragmento al Sur que contaba con 38.261 habitantes
Las Secciones 1 a la 6, 13 y 14, cuentan cada una con un nmero mayor de habitantes de 10.111; Las Secciones
7; 8; 15; 16y 18 contaban entre 5.111 y 11.011 habitantes y las Secciones 9 y 11 tenan un nmero inferior a los
5.111 habitantes.
43
160
Existan ciertas Reglas de Comportamiento: Para el teatro y espectculos pblicos- Lo mejor es proporcionarse un
anteojo, chiquito, de carey ncar; que sea chiche, es lo principal; porque si no sirve para ver, tiene los honores de una
alhaja. Obtenido, entrar despus de la introduccin, la mitad del primer acto, pisando un poco fuerte, con
naturalidad bastante, para llamar la atencin; lo que da cierto aire de elegancia. El cigarro debe arrojarse adentro,
despus de fumar un poco, aunque no sea mas que para mostrar la Polica, que contra la elegancia la autoridad es
impotente, y es aun mas elegante, esperar que el vigilante pida de favor que no se fume. y Entonces se mira el
cigarro, lo que de l falta, se le da el adis, todo con calma en silencio; y despus de una pausa simptica de cinco
minutos, se le arroja. Con esto, se protesta, contra la autoridad y triunfa la elegancia, en apoyo de la que damos estas
reglas. Durante el espectculo, sienta bien un aire negligente. Se puede conversas en tono bien inteligible, que si causa
alguna interrupcin, todo eso cede ante el aire distinguido y come il faut. La entrada, se compra cuando hay mas
apretura en la boleteria; esto proporciona el placer de la brega, que da emociones de pugilato. [CD, T. I , N 33.
14/AGO/1864, pp. 524 (firmado Z, Gua del Buen Tono)].
44
161
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DE LA
CIUDAD
DE
165
166
Este trabajo, que forma parte de una investigacin mayor que estamos desarrollando, sobre la incidencia de los
imaginarios en la historia urbana- cultural de las Plazas Independencia y Pedro del Castillo, fue presentado
parcialmente como ponencia en el II Congreso Interocenico de estudios Latinoamericanos Sujeto y Utopa, que se
realiz en la Facultad de Filosofa y Letras de la UN Cuyo, en septiembre de 2113.
2 NOE JITRIK, Sobre Latinoamrica: las ciudades y las ideas, en: Revista Puntos de Vista N71, Buenos Aires, diciembre
2001, p. 41.
3 BRONISLAW BACZKO, Los imaginarios sociales. Memorias y esperanzas colectivas, Buenos Aires, Nueva Visin, 1991, p. 8.
1
167
XX,
ALEJANDRO ULLOA. Globalizacin ciudad y representaciones sociales. El caso de Cali, Colombia, Univ. Pontificia
Bolivariana, 2100, p. 143 y ss.
5 La Mendoza hispnica, fundada en 1561, sufri un temblor de tierra el 21 de marzo de 1861, que destruy la ciudad
entera. El siniestro propici traslado de la ciudad hacia el oeste, a la entonces Hacienda de San Nicols, que se
convertira en centro del nuevo trazado en damero, con una plaza central de cuatro manzanas y cuatro plazas
satelitales. Como parte de la estrategia de apropiacin de esta porcin de territorio se empezaron a construir en tomo
a la Plaza Mayor los principales edificios pblicos: Casa de Gobierno y Departamento de Polica (1863), Iglesia
Matriz (1864), Hospital (1864) y por supuesto la Crcel (1864) ya que la antigua prisin que funcionaba en el Cabildo
haba colapsado en el terremoto junto con aqul. Estos edificios construidos en los aos siguientes a la catstrofe en
la ciudad nueva, formaron parte de un oportuno anclaje espacial por parte del gobierno local, que pretendi
borrar el pasado colonial y crear una sociedad mendocina moderna y por ende anti-hispnica.
6 SILVIA CIRVINI, La estructura profesional y tcnica de Mendoza, tomo I Los Agrimensores, Mendoza, Inst. Argentino de
Investigaciones de Historia de la Arquitectura y del Urbanismo, p. 85.
4
168
XX,
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2. ANTECEDENTES E INTENCIONES
La Casa de Gobierno, fue el primer edificio pblico que se construy en la
Ciudad Nueva en 1863, sobre la base del proyecto del ingeniero Pompeyo Moneta,
claros en el Album en Homenaje a Emilio Civit, editado en 1919, es probable que la propuesta del nuevo emplazamiento
para la Casa de Gobierno se haya originado en ese momento y que Carrasco la haya tenido en cuenta para la
intervencin que planific sobre la Plaza Independencia. No obstante lo cual el proyecto no prosper y hacia 1922 la
manzana es ocupada por el conjunto conformado por el Plaza Hotel y el teatro Independencia. Ver: CECILIA RAFFA,
El urbanismo de Benito Carrasco: entre Parques y Jardines y la propuesta para la ciudad de Mendoza, Mendoza, Mimeo, 2114.
10 Ver: SILVIA CIRVINI, El proyecto para el Palacio de Gobierno en la Plaza Independencia, en: Informe anual 1989-1991,
Mimeo, Cricyt- Conicet, 1991, p. 253-268.
170
XX
se empez a
proponer su reemplazo por considerar que ya no cumpla con las funciones que le
haban dado origen, ni con las expectativas arquitectnicas de la clase dirigente
finisecular:
...la casa vetusta y tradicional que actualmente sirve de sede al gobierno y que ha sido
escenario de los acontecimientos ms destacados de nuestra evolucin cvica, ha desempeado ya su
misin histrica a travs de la vida institucional mendocina, pero el rodar incesante de los aos y la
accin de los elementos naturales han dejado impresa su huella indeleble evidenciando su
inadaptabilidad alas exigencias actuales del gobierno, determinando la necesidad imperiosa de
reemplazarla con un edificio que a la vez que cuente con todas las comodidades modernas, est en
armona con las modalidades que el progreso ha impuesto al mecanismo gubernativo.12
Luego de dos intentos frustrados (1906 y 1909), a mediados de la dcada del
20, con una ciudad moderna ya consolidada en torno al nuevo trazado, el
gobernador Orfila eleva un proyecto de ley al poder legislativo provincial para la
aprobacin de la construccin del edificio del Palacio de Gobierno en el centro
de la Plaza Independencia.
Alejandro Orfila lleg a la gobernacin en 1926 y se mantuvo en ella hasta
1928. Nacido en Mendoza en 1894, el entonces gobernador se gradu de abogado
en Buenos Aires y milit en las filas del lencinismo, movimiento populista13 que en
La Comisin Filantrpica fue creada por el presidente Mitre el 7 de abril de 1863, para instrumentar la ayuda postterremoto a la provincia de Mendoza. La Comisin estaba compuesta por siete vecinos de Mendoza y un presidente,
elegidos por el Gobierno Nacional. Los objetivos principales de la misma eran: proyectar las obras necesarias, realizar
el presupuesto y hacer trazar los planos correspondientes, girar los fondos y dirigir la construccin de las obras
celebrando los contratos de ejecucin. Fue suprimida por ineficiencia operativa por el mismo Mitre mediante
decreto, el 16 de agosto de 1864. Ver: SILVIA CIRVINI, La Estructura profesional y..., op. cit., p. 81 y ss.
12 Ver La piedra fundamental del nuevo Palacio de Gobierno, en diario Los Andes, 27 de mayo de 1927, 2 seccin, p. 1.
13 El lencinismo fue un desprendimiento del Partido Radical de Mendoza que tom el nombre de su lder Jos
Nstor Bencinas, gobernador de la provincia entre 1918 y 1921. El lencinismo introdujo un nuevo concepto de
Estado incorporando los problemas sociales a la poltica: se cre la Secretara de Trabajo (1918), se sancion la ley de
salario mnimo, se inauguraron los sistemas de jubilaciones y pensiones (1919), etctera. Este movimiento, se
mantuvo en la gobernacin de Mendoza desde 1918 hasta 1928, entre medio de varias intervenciones federales. Con
gestos como la organizacin grandes banquetes en los jardines de la Plaza Independencia o la instalacin de clubes
populares en el Parque San Martn, Bencinas abri a los pobladores comunes los lugares reservados hasta entonces a
la oligarqua. Pero el lencinismo tambin se caracteriz por la mala administracin, la creciente corrupcin entre sus
filas y porque sus medidas no siempre se enmarcaban dentro de la legislacin vigente. Poniendo en prctica un
11
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la dcada que va desde 1918 a 1928 tom en sus manos la dirigencia de la provincia.
Si bien los gobiernos lencinistas no se destacaron por la obra pblica realizada,
Orfila se mostr muy interesado en la concrecin de este proyecto que sera, segn
entendemos, una forma de ...dar presencia fsica a su cuestionado gobierno...14 y de
...perpetuar materialmente al lencinismo en franca decadencia.
Uno de los problemas de mayor importancia a que se encuentra abocado el Gobierno de la
Provincia, es la construccin del edificio destinado a Casa de Gobierno, cuya construccin el Poder
Ejecutivo se propone encararla de inmediato, y encuentra que la nica forma, la ms conveniente,
la que mejor consulta los intereses de distinto orden, de llevar ala prctica el propsito, es levantar
ese edificio en el centro de la Plaza Independencia.15
El 25 de junio de 1926, cuatro meses despus de su asuncin, el gobernador
eleva a las cmaras Alta y Baja de la provincia el proyecto de ley para autorizar la
construccin de la sede de gobierno en la Plaza Independencia. El funcionario
consideraba que tratndose de la Casa de Gobierno, deba hacerse un gran edificio
(de hecho un palacio), construido teniendo en cuenta el ...porvenir creciente de la
provincia.16
Adjunta al proyecto, un mensaje en el que aduce una serie de razones de orden
esttico y prctico-funcionales tanto para la concrecin del tan anhelado recinto,
como para su ubicacin en la Plaza Independencia.
En las primeras argumentaciones se vislumbra la idea de reflejar por medio de
lo construido la imagen de una ciudad cosmopolita: ...la ciudad de Mendoza ...tiene una
falla capital en su edificacin. Faltan edificios monumentales que le den aspecto de gran
ciudad,...stos deben ser levantados con relacin a su importancia, en sitios que ofrezcan la
aparato represivo (agresin fsica, impedimento de reuniones partidarias, incendio de viviendas de los opositores,
etctera), en contra de sus adversarios polticos, el lencinismo utiliz el terror como arma poltica. A Jos Bencinas le
siguieron en su cargo de gobernador, su hijo Carlos Washington Lencinas (1922-24) y Alejandro Orfila (1926-28.
Ver: PABLO LACOSTE. El lencinismo, Mendoza, Diario Uno, 1992.
14 Orfila, de familia de vitivinicultores, fue acusado de realizar negociados con el Estado al venderle objetos
inservibles de su bodega. Tambin durante su gobierno se descubre una falsificacin de letras de tesorera por ms de
dos millones de pesos, que serian introducidas por Santiago de Chile desde el ao 1923. Durante su gobierno adems
se contrajo un abultado prstamo con EEUU aumentando la deuda provincial. Ver: Cien Aos de vida
mendocina, Diario Los Andes, Mendoza, 1982, p. 82.
15 Mensaje del Gobernador Orfila a la Legislatura de Mendoza. Ver Ley n 908, en: Recopilacin de leyes y decretos
reglamentarios (1926-1937), Tomo 1, Serie 2, p. 174- 176.
16Ibdem.
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174
cada lema conteniendo el nombre del o de los autores slo seran abiertos en el
caso de los proyectos premiados.
Los artculos 7, 8, 9 y 10 hablaban del funcionamiento general del
concurso haciendo referencia a la recepcin de los trabajos y el derecho de
propiedad con el que estaba facultado el Gobierno de Mendoza sobre los
anteproyectos premiados.
De la composicin del jurado y de la retribucin que ste percibira por el
desempeo sus funciones hacen referencia los apartados 11 y 12 de las bases. El
mencionado grupo estara compuesto por el Ministro de Industria y Obras Pblicas
de la Provincia, un ingeniero designado por el Ejecutivo, dos representantes de la
Sociedad Central de Arquitectos y un representante de los concursantes. Por
supuesto las bases contemplan la previsin de proyectar un edificio antissmico que
deber seguir para el clculo la ltima norma del Gobierno italiano al respecto.
Advierten, tambin, y debido a la existencia de leyes que regulan el encargo de
obra pblica a profesionales egresados en nuestro pas, que ...slo podrn presentarse
ingenieros o arquitectos con ttulo expedido por Universidad Nacional.25 Se establecieron tres
premios de $15000; $10000 y $ 5000, segn correspondieran al primero, segundo o
tercer puesto.
Por ltimo, el artculo 18 marcaba como costo total de la construccin $
4.500.000, suma lmite que luego fuera tenida en cuenta por el jurado, a la hora de
las eliminaciones parciales de los trabajos presentados.
Las bases proporcionaban adems un programa detallado, aunque sin
superficies, de las ...reparticiones y dependencias que deben contenerse en el Palacio de
Gobierno.26 El mismo estaba compuesto por 7 reparticiones y alrededor de 210
dependencias: Gobernacin (15 dependencias); Ministerio de Gobierno (40
dependencias); Ministerio de Hacienda (56 dependencias); Ministerio de Industrias y
Obras Pblicas (12 dependencias); Direccin General de Obras (36 dependencias);
25 Extrado de Concurso de ante- proyectos para el Palacio de Gobierno de Mendoza, en: Revista de Arquitectura, rgano
Central de la Sociedad Central de Arquitectos y Centro de Estudiantes de Arquitectura, febrero 1927, p. 71- 73
26 Ver: Bases y el Programa del Concurso de Anteproyectos, en: Recopilacin de leyes y decretos reglamentarios (1926-1937),
Tomo 1, Serie 2, p. 178- 186.
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XX
estticas.
De hecho existen sugerencias en la enunciacin de los concursos, como el
Ver la carta del arquitecto Christophersen: Sobre concurso de planos, enviada a la Sociedad Central de Arquitectos,
publicada en: Revista de Arquitectura, rgano Central de la Sociedad Central de Arquitectos y Centro de Estudiantes
de Arquitectura, mayo de 1927, p. 173.
28 Ibdem.
29 El origen de los mismos en nuestro pas se remonta a 1914. Ver: SILVIA CIRVINI, Nosotros los arquitectos. La
constitucin disciplinar de la Arquitectura en la Argentina Moderna, Mendoza, 2114, p. 291 y ss.
30 Tengamos en cuenta que en el Concurso para el Palacio de Gobierno los representantes de la SCA, llegaban al
51% de los miembros del jurado; mientras que a principios del XX, la participacin de arquitectos en los jurados era
mnima. Ibdem, p. 299 y ss.
27
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del Palacio, del empleo de una escala monumental y una esttica que, aunque no
aludida directamente, respondiera a esa escala: el eclecticismo acadmico o
historicista.
Los intervinientes en el Concurso del Palacio en calidad de jurado o de
participantes, estaban de alguna o muchas maneras familiarizados con el
eclecticismo en alguna de sus vertientes.
De los representantes provinciales en el jurado, Jos Aguilar, Ministro de
Obras Pblicas, particip en la bsqueda de datos para la elaboracin de un
programa que se ajustara a un Palacio de Gobierno, al menos en la inspeccin de
mismo lo que debe haberlo puesto al corriente de los estilos que respondan esa
tipologa.
En cuanto a los miembros del SCA, sabemos que tanto Togneri31 y principal y
mucho ms destacadamente Christophersen32, adheran al mencionado estilo terica
y prcticamente. La designacin de ste ltimo como representante de los
concursantes, que por los nombres que conocemos (Pater, Morea, lvarez) tambin
tenan formacin clsica y que en su amplia (o total) mayora
Ral Togneri (Buenos Aires, 1890-Buenos Aires, 1958). Arquitecto argentino que actu en la primera mitad del
siglo XX integrando el estudio Togneri-Fitte, con el que realiz una importante cantidad di obras en Capital Federal y
localidades del interior del pas. Se gradu en 1913, en la Escuela de Arquitectura di Buenos Aires, donde fue
distinguido con la entrega del diploma de honor y el premio de un viaje de perfeccionamiento a Europa. Viviendas
individuales (villas y petit htels) y agrupadas, obras en grandes estancias, casas de renta y salas de espectculos, son
algunos de los temas abordados en una produccin que, dentro de su gran heterogeneidad, bien podra caracterizarse
por el predominio de los estilos neocolonial, ingleses y principal mente franceses en una primera etapa y de un
racionalismo con declinaciones expresionistas en los ltimos ao de labor. Ver: FERNANDO ALIATA Y FRANCISCO
LIERNUR (DIR.), Diccionario Histrico de Arquitectura, Hbitat y Urbanismo en la Argentina, (edicin preliminar), Buenos Aires,
Proyecto editorial, 2 tomos, 1992.
32 Alejandro Christophersen (Cdiz, 1866-Buenos. Aires., 1946). Decano de los arquitectos acadmicos, era hijo del
cnsul noruego en Cdiz, Espaa. Medalla de honor en L Ecole des BeauxArts de Para tambin estudi en la Academie
Royale de BeauxArts de Amberes. Lleg con 21 aos a la Argentina donde si afinc por el resto de su vida. Fundador
de la Escuela de Arquitectura, presidente y miembro activo de la Sociedad Central de Arquitectos, fue un defensor y
promotor de los Concursos de Arquitectura y miembro di numerosos jurados. Pintor y escultor reuna todos los
atributos del arquitecto artista. Ver: SILVIA CIRVINI, Nosotros los arquitectos..., op. cit. presentaron propuestas acadmicas
y/o eclcticas, es parte del camino sealado para este concurso que tuvo a la exposicin gubernamental, a travs
de la arquitectura, como gua en la realizacin y como fin ltimo del proyecto.
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fachadas, lo que no est expresamente vedado por las bases, el Jurado adopta para la crtica de la
misma la solucin denominada B, que reconoce ms acertada y a la vez ms econmica por la
supresin del techo a la mansard que corona la solucin A.
Las plantas estudiadas a base de la iluminacin y ventilacin que proporciona tres patios
transversales, ofrecen locales y corredores generalmente bien iluminados. Los corredores auxiliares,
proyectados alrededor de los patios extremos, son demasiado angostos, lo que no se considera un
gran defecto, toda vez que la circulacin mayor se realizar por los grandes corredores internos. La
interdependencia de oficinas, bien resuelta en general. Algunas superficies de locales resultan
pequeas, como acontece con las salas de espera de las Direcciones Generales. La fachada principal
equilibrada y bien movida, ganara en belleza con un estudio ms acabado del coronamiento del
cuerpo saliente central. Las dems fachadas acompaan en su desarrollo las buenas proporciones de
la citada fachada principal.
Entre la primera reunin del jurado y la decisin final pasaron 5 das. La
designacin de los proyectos premiados fue el da 4 de mayo y se dieron a conocer
en los medios locales un da despus. El 6 de mayo por decreto del gobernador se
aprueba el veredicto del jurado.
Ver: La piedra fundamental del nuevo Palacio de Gobierno, en: diario Las Andes, 27 de mayo de 1927, 2 seccin, p. 1.
186
hacer mencin, claro est a las oposiciones surgidas dentro de la misma legislatura.
Respecto del ante- proyecto premiado, Orfila habl de sus lneas severas e
imponentes, de su ponderado gusto esttico y del hermoso marco que al edificio
le brindara la plaza secular.39 Seria esta obra una reafirmacin del destino que el
porvenir reserva a la tierra mendocina, la que no debida ...estancar su adelanto, ni
detener su marcha hacia su embellecimiento por la amenaza de los movimientos ssmicos, desde el
momento que, con el testimonio de los hechos, se ha demostrado que se puede perfectamente
contrarrestar el peligro, mediante la adopcin de sistemas que aseguren la solidez de los edificios y
que constituyan una garanta para todos.40
El Palacio de Gobierno era para el gobernador un homenaje del pueblo a los
...hroes que formaron la nacionalidad...41, la realizacin de una obra ...en pro de un progreso y
de su engrandecimiento...42, la materializacin de ... uno de los ms altos anhelos del pueblo
...ejemplo de lo que representa la accin y perseverancia de los hombres, puestas noblemente al
servicio del engrandecimiento de un pueblo...43, pero sobretodo, entendemos, de su
gobierno.
Antes de ser colocada en el lugar designado, la piedra fue bendecida por el
obispo de Cuyo, monseor Orzali, despus de lo cual se deposit bajo tierra. A
partir de las 20 se llevaron a cabo los festejos patrios en la Plaza Independencia. Un
facsmil del palacio en forma pirotcnica formaba parte del conjunto de los fuegos
artificiales que fue, segn la prensa, muy aplaudido por la concurrencia.
El 5 de agosto, por decreto 554 bis, se dispone sacar ...a licitacin pblica la
construccin del edificio del Palacio de Gobierno...44, establecindose un plazo no mayor de
30 das para publicacin de los avisos, pero el plazo se prorroga hasta el 17 de
septiembre. Se presentan 3 proponentes: los seores Mauricio Kimbaum y Ca.; la
Compaa General de Obras Pblicas y la Empresa S. H. Schmidt y Ca. La
La empresa Luis Constantin e Hijos, con sede central en Callao 21 de la Capital Federal, se ocup del proyecto de
los jardines que rodearan al Palacio. Datos extrados de: lbum Mendoza, Mendoza, Ed. Oficial, 1939, s/n.
40 La piedra fundamental..., diario Los Andes, op. cit.
41 Ibdem.
42 Ibdem.
43 Ibdem.
44 GUILLERMO CANO, Construccin de la Casa de Gobierno. Antecedentes y estado actual del asunto, en: Labor de gobierno,
Mendoza, Ed. Oficial, 1937, tomo 7, p. 199y ss.
39
187
Ibdem.
El ex gobernador Cfila, se alej de la militancia poltica y se dedic a su profesin de abogado instalndose en
Buenos Aires donde muri el 11 de diciembre de 1958. Ver: PABLO SACCHERO EN ALT, Historia de Mendoza,
Mendoza, Ed. Los Andes, fascculo 20, p. 6-28.
45
46
188
47
Ver: GUILLERMO CANO, Construccin de la Casa de Gobierno..., op. cit., p. 202y ss.
48Ibdem.
Tambin hacen mencin en el texto de los costos que implicaran una transformacin estilstica
Existe en el Diccionario Histrico de Arquitectura..., op. cit.; referencia a la intervencin de los arquitectos Perrone y
Ayerza en la realizacin de la obra de la Casa de Gobierno de Mendoza, comenzada con proyecto de Pater y Morea.
Si bien no hemos detectado ni en los documentos ni en las crnicas de la poca mayores referencias al respecto, es
probable que la actuacin se remita al momento en que se planea el reinicio de las obras.
49
50
189
190
6. EPLOGO
Dentro de la historia de las instituciones nacionales, y por el sistema
presidencialista argentino, el Poder Ejecutivo y los edificios destinados a su
funcionamiento, tuvieron un papel prioritario en la obra pblica urbana.
Desde los primeros recintos coloniales de los Cabildos, hasta las Casas de
Gobierno construidas en el periodo de organizacin de la Nacin y los Centros
Cvicos a mediados del siglo XX, el orden poltico tom representacin simblica
en la ciudad a travs de la arquitectura. Esa representacin tena relacin directa no
slo con el estilo adoptado para la materializacin de los edificios, sino tambin con
la ubicacin siempre central de los mismos en relacin directa con las plazas (Casas
de Gobierno de Tucumn, San Luis, Santa Fe).
En Mendoza, las condiciones de precariedad en el traslado de la ciudad, dadas
por la particular situacin post-terremoto de 1861, no disminuyeron el peso
simblico del acto de posesin del nuevo trazado, al construirse en primera
medida el edificio para la Casa de Gobierno frente al centro, al menos geogrfico,
de la ciudad nueva: la plaza Independencia.
Desde fines del
XIX
hasta comenzado el
XX,
191
XX
55
Ver: La piedra fundamental del nuevo Palacio de Gobierno, en: diario Los Andes, 27 de mayo de 1927, 2 seccin, p. 1.
192
BIBLIOGRAFA Y FUENTES
General
FERNANDO ALIATA
ET ALT.,
Los
ET ALT.,
FEDERICO ORTIZ
ET ALT.,
ET ALT.,
194
CURRCULUM DE LA AUTORA
Arquitecta, Universidad de Mendoza, 2000. Becaria interna doctoral de Conicet, 20032007, su rea de trabajo es Historia y Cultura de la Arquitectura y la Ciudad.
Maestrando de la Maestra en Arte Latinoamericano, Facultad de Artes y Diseo,
Universidad Nacional de Cuyo (tesis en elaboracin). Doctoranda del Doctorado en Ciencias
Sociales-sistema personalizado-, Facultad de Ciencias Polticas y Sociales, Universidad Nacional
de Cuyo. Ha realizado cursos de postgrado relacionados con las siguientes reas de conocimiento:
Historia, Arte, Arquitectura, Metodologa y Epistemologa y Teora de la Cultura, en diversas
instituciones del pas (Universidad Nacional del Nordeste, Universidad Nacional de Cuyo,
Universidad Torcuato Di Tella, Cricyt). Disertante en Congresos y postgrados (Universidad de
Mendoza, Universidad de Buenos Aires, Universidad Nacional de Cuyo, Cricyt- Conicet).
195
INTRODUCCION
XIX.
La construccin de un nuevo
196
conjunto del Seminario, que adems, pudiese ser utilizada como iglesia pblica.
...Entre estos dos pabellones quedara libre una fraccin de terreno reservado para la iglesia, de algo
ms de 30 metros de frente por ms de 60 de fondo...4
El 27 de mayo de 1897 fueron colocadas las respectivas piedras fundamentales
del edificio para el Seminario Metropolitano y la iglesia. Esta fue puesta bajo la
advocacin de la Inmaculada Concepcin y consagrada el 6 de diciembre de 1899
por el arzobispo de Buenos Aires, Uladislao Castellano.5I
IMPLANTACIN
El trazado de Villa Devoto, que combina la superposicin de dos avenidas
diagonales a un damero bsico, define la presencia de dos diferentes tipos de
manzana.
Unas, las correspondientes a la retcula primaria, son de planta cuadrada o
rectangular; otras, de planta triangular o pentagonal, son las que resultan como
consecuencia de la interseccin de las diagonales con ese damero bsico.
Categora aparte componen las manzanas que resultan modificadas por el
tendido de las vas del ferrocarril.
Cuando en el ao 1896 fueron adquiridas las cuatro fracciones de tierra para
construir el edificio del Seminario, fueron unificadas en un nico terreno. Esto fue
posible interrumpiendo el desarrollo de las actuales calles Emilio Lamarca (en una
de las direcciones del damero) y Vallejos (en la otra direccin); modificacin en el
trazado urbano que autoriz la Intendencia Municipal de la Capital (fig. 2).
...como el terreno comprado estaba cruzado por dos caminos pblicos destinados a convertirse
en calles, a medida que creciese la poblacin, Monseor Terrero solicit y obtuvo de la
Municipalidad, con fecha 8 de agosto de 1896, poder cerrar dichas calles, para que los edificios no
estuviesen separados... De esta suerte, la superficie total del terreno del Seminario ascendi
4
5
197
198
EL EXTERIOR
Siguiendo el desarrollo de este eje compositivo se accede, mediante escalera, al
pequeo atrio.
La fachada principal de la iglesia est resuelta, en su basamento,
reinterpretando un arco de triunfo romano; recurso tantas veces utilizado a lo largo
de la historia a partir de las reinterpretaciones hechas por Len Bautista Alberti en
el siglo XV, para los diseos de las fachadas de sus iglesias (fig. 3).
Esto significa que existen dos sistemas tectnicos relacionados entre si: un
orden de pilastras que soporta un entablamento recto y un segundo orden de
pilastras menores sobre las que descansan tres arcos. Quedan as definidas tres
aberturas que posibilitan el acceso al cortex (fig.4).
El nivel del nrtex sirve de arranque para el desarrollo de la torrecampanario, que es el motivo de composicin central de todo este exterior (fig. 5).
Esta idea, de una torre-campanario nica con un pronunciado desarrollo vertical,
cuyo basamento es utilizado para la ubicacin de un cortex, y que adems se
convierte en el elemento protagnico del exterior del templo, remite a soluciones
adoptadas en el centro de Europa en el siglo
199
XVIII.
200
201
202
203
204
205
206
207
EL INTERIOR
El espacio interior responde a una distribucin de cruz latina de tres naves. La
relacin de alturas entre la nave principal y las naves laterales se resuelve con la
utilizacin de un esquema de corte basilical.
Se ubican detrs de la amplia cabecera una sacrista y una contra-sacristia,
desde donde se accede a una galera que conecta el edificio de la iglesia con el
pabelln del Seminario (fig 8).
En algunos de los elementos expresivos que definen el espacio interior de la
iglesia se percibe una continuidad con las formas de filiacin clsica utilizadas en el
exterior, pero las proporciones generales no conservan la acentuada verticalidad
externa. Las proporciones entre los elementos que materializan los distintos niveles
murarios de la nave principal resultan toscas y pesadas en la comparacin.
En la definicin de estos muros est concentrada la mayor riqueza expresiva
de este interior. La articulacin espacial entre la nave principal y el espacio del
crucero, motivo constante de experimentacin y creacin de la arquitectura
religiosa, aqu no presenta una solucin particular, sino que por el contrario,
pareciese que no ha sido buscada. La nave principal irrumpe sobre el crucero sin
interposicin de elemento de transicin alguno y sin la habitual progresin del
recorrido hacia el altar.
En el tratamiento exterior de la iglesia y en el de su relacin con el entorno
inmediato se observa una rica utilizacin de recursos proyectuales. Se hace evidente
208
209
INTRODUCCIN
210
XVIII
XIX,
GUTIRREZ, El neocolonial en el Ro de la Plata, en: ARACY AMARAL op. cit., pp. 62 y 63.
MARGARITA GUTMAN, Neocolonial: un tema olvidado, en: Revista de Arquitectura N 140, Buenos Aires, 1988, pp. 12
y13.
4 ARACY AMARAL, Arquitectura neocolonial: Amrica Latina, Caribe, Estados Unidos, San Pablo, Memorial. Fondo de
Cultura Econmica,1994, p. 13
5 JUAN JOS SEBRELI, El asedio a la modernidad, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1991
3
211
movimiento cultural que se produjo en Europa entre 1780 y 1830, sin embargo, el
romanticismo como actitud de una sociedad frente a su momento histrico puede
ser considerado una constante que trasciende la Europa del siglo pasado para
aparecer en distintos perodos de nuestra cultura. El abandono de la sociedad
occidental de lo que significaron las caractersticas principales del Iluminismo, es
decir el racionalismo, la creencia en la ciencia, la idea de progreso, fue una
caracterstica predominante en una parte de intelectualidad del siglo
XIX.
Mientras
XIX
XX.6
A la
concepcin objetiva de los valores sociales se opuso una nueva visin del mundo,
desde el universalismo propio de la modernidad hacia los relativismos culturales,
tal como define el historiador Juan Jos Sebreli a esta cosmovisin. Este
relativismo dio razones filosficas a los nacionalismos, los fundamentalismos, los
populismos, los primitivismos. La Restauracin Nacionalista fue el primer
movimiento cultural nacional en este sentido. Lo que fue estimado como una
particularidad local estaba vinculado a tendencias generales dominantes en el
mundo. Paradjicamente este movimiento, que revalorizaba la cultura particular del
pas contra el universalismo cosmopolita europeo, se nutri en estas corrientes
antiiluministas originadas en la Europa de los siglos
XVIII
XIX.
La actitud
212
XX
requiere,
previamente, analizar cules son las caractersticas del romanticismo europeo que
son tomadas en cuenta al hacer dicha afirmacin. Es importante sealar que se
tratan aqu ciertos rasgos generales de tal movimiento que pueden ser usados para
caracterizar a la actitud romntica en su sentido de constante histrica. Tales
rasgos son considerados como tendencias ms bien que de conceptos fijos o exclusivos9. Con
esta aclaracin se previenen las fciles objeciones sobre la existencia en las obras
romnticas de muchos elementos que en esta enumeracin no se encuentran y otros
que deberan estar excluidos. Adems, tal como sostiene Ferrater Mora, ...el
Martn Noel. Su tiempo y su obra, Sevilla, Junta de Andaluca, 1995, p.158). Por otra parte, tambin se reconoce
como influencia de la formacin del pensamiento nacionalista a otros escritores europeos pertenecientes a esta lnea
de pensamiento, entre ellos a Charles Maurrs, Oswald Spengler y Ramiro de Maetzu. (CRISTIAN BUCHRUCKER,
Nacionalismo y Peronismo, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1987, p. 163).
8 RICARDO ROJAS, La Restauracin Nacionalista, [1ra. Edicin 1909] 2da. Edicin, Buenos Aires, Librera La Facultad,
1922, pp. 16y 17.
9 JOS FERRATER MORA, Diccionario de Filosofa, Tomo 3, Barcelona, Gustavo Gilli, p. 584.
213
romanticismo tiene segn los autores, las generaciones y los pases, caracteres propios irreductibles a
esquemas demasiado generales10
Las actitudes propias del Romanticismo que fueron cotejadas con el
pensamiento de la Restauracin Nacionalista son:
1. La evasin de la realidad.
Existan dos modos de evasin: en el tiempo y en el espacio. La evasin en el
tiempo consista en transportarse a una poca en donde se crea se haba concretado
una vida idealizada. Los romnticos europeos fueron una generacin que se
caracteriz ms que ninguna por el sentimiento de ser heredera y descendiente de
periodos anteriores y por su fuerte deseo de repetir simplemente ese pasado, esa
cultura perdida y despertarlos a una nueva vida. El Romanticismo buscaba
constantemente recuerdos y analogas en la historia y encontraba su ms alta
inspiracin en ideales que crea ver ya realizados en el pasado.11 Esta fuga al
pasado constituye una de las tpicas actitudes romnticas. Aunque la asociacin
ms frecuente es la del Romanticismo con la Edad Media, la huda del presente y la
bsqueda de ejemplaridad no estaban limitados a una sola poca del pasado. As el
Romanticismo tambin tuvo admiracin por el pasado grecorromano. Clasicismo y
medievalismo fueron las fuentes donde los romnticos europeos se refugiaron de su
presente.12 Fundamentalmente, la fuga al pasado es un modo general de enfrentar
la realidad. En este sentido todos los historicismos derivan de una actitud
romntica.
Exista tambin otro tipo de evasin en el tiempo, la fuga al futuro, a la
utopa que no es sino otra forma de evitar concretar definiciones al respecto de lo
que el presente deba ser.
La evasin en el espacio, por su parte, consista en ubicar estas pocas en
escenarios exticos ajenos a la realidad inmediata. Si bien el Romanticismo europeo
manifest la fuga en el espacio fundamentalmente como una atraccin hacia el
JOS FERRATER MORA, op. cit. p. 585.
JOS FERRATER MORA, Historia social de la literatura y el arte, Vol. 2, Madrid, 1957, p. 343.
12 RAFAEL IGLESIA, Arquitectura historicista en el siglo XIX, Buenos Aires, Espacio Editora, 1979, pp.38-40.
10
11
214
215
216
que pona en riesgo los valores espirituales y morales de la patria. Otro sntoma fue
el disconformismo de aquellos que comenzaban a quedar excluidos del modelo. En
especial de aquellos que haban llegado al pas con la esperanza de hacerse la
Amrica pero que finalmente engrosaron las filas del proletariado. Esta reaccin
comenz a manifestarse con huelgas, conflictos y luchas sociales por lo que la
celebracin del Centenario debi realizarse bajo el estado de sitio declarado por el
Presidente Figueroa Alcorta. La organizacin de estos movimientos de protesta
estuvo en muchas ocasiones liderada por inmigrantes. Se comenz a hablar de
doctrinas exticas y de que todos los males eran la consecuencia de la
importacin de resentimientos trados del extranjero.16 La valoracin positiva de
los inmigrantes que haban venido a labrar la tierra frtil comenz a revertirse.
Los protagonistas de la Restauracin Nacionalista, pertenecieron justamente a
la generacin que haba visto esta increble transformacin que el pas vivi. Vieron
brotar, en esos aos, una Argentina cosmopolita, europeizada cuyo mximo
exponente era la ciudad de Buenos Aires. Esta transformacin influy notablemente
en sus posteriores desarrollos intelectuales. Al prologar la segunda edicin de La
Restauracin Nacionalista, Rojas explicaba este sentimiento diciendo:
Yo haba sentido la primera intuicin emocional de este libro cuando era un adolescente, al
venir de mi provincia mediterrnea a Buenos Aires, y experimentan como hijo de el pas de la
selva , el primer contacto con la ciudad cosmopolita, informe y enorme .17
Ante esta base cultural heterognea, la actitud lgica hubiera sido una apertura
a esas ideas, el deseo de asimilar todo lo nuevo en un acervo cultural tan rico como
variado. Sin embargo, la difcil convivencia con los distintos grupos de inmigrantes,
que para 1914 representaba un tercio de la poblacin, despert el temor a la
disolucin Se gener as una corriente intelectual caracterizada por la defensa a una
identidad cultural que sentan estaba amenazada desde afuera. Esta defensa
implicaba la doble tarea de definir cul era la identidad en cuestin. Cuando esta
CRISTIAN BUCHRUCKER, op. Cit.
RICARDO ROJAS, La Restauracin Nacionalista, 2da. Edicin [1ra.edicin 1909], Buenos Aires, Librera La Facultad,
1922, p. 20.
16
17
217
18
218
219
XVIII.
220
XV,
gobiernos de los Austrias y los Borbones, se contradeca con el gran valor cultural
que le asignaban al siglo
XVII
y al
XVIII
XV
221
222
223
224
225
226
227
228
229
XVIII
y despus de la
RICARDO ROJAS,
230
determinarn muy luego, los primeros arquetipos del naciente estilo hispano-americano .25
La lnea prehispnica tuvo un alcance muy restringido en lo que hace a la
arquitectura. La Mansin Neoazteca de ngel Pascual y el Mausoleo
Americano de Hctor Greslebin, fueron algunos de los escasos ejemplos. La obra
de ste ltimo merece destacarse en esta lnea, ya que fue quien ms insisti en ella,
aunque sus diseos hayan quedado en proyectos. Un campo donde s fueron
empleados abundantemente los motivos indgenas fue el de las artes aplicadas.
Tapices, alfombras, azulejos, etctera, se emplearon en la decoracin de los
interiores de muchas obras neocoloniales.
La conviccin de que el pasado fue ms virtuoso que el presente constituy
una de las bases fundamentales de la concepcin de la historia de la Restauracin
Nacionalista. Pero, a diferencia de lo que fue el Romanticismo europeo, utilizaba a
la historia como un punto de partida. No deseaba repetir simplemente este
pasado sino aspiraba a rescatar sus valores y proyectarlos al futuro. Noel deca al
respecto que la arquitectura heredaba de la historia un impulso de vida. La idea de
que nosotros y nuestra cultura estamos en un eterno fluir y el reconocimiento de
que hay una especie de destino histrico y que somos lo que somos porque tenemos
por detrs un determinado curso vital es una conquista del Romanticismo. Una
ideologa de esta clase, y el historicismo que refleja, eran totalmente ajenos a la
Ilustracin.26 En un acto de auto reconocimiento de su filiacin neorromntica.
Noel proclamaba:
Creemos, pues, con Muntz, con Viollet-Le-Duc y con don Vicente Lamprez y Romea,
erudito historiador y arquitecto de la Espaa contempornea, que todo retorno a viejos modos de
arquitectura responde, no a un deseo de mera imitacin, sino que ese salto atrs tan necesario busca
la adaptacin desde un punto de vista particular, de los elementos de la antigedad a las
necesidades de la poca.27
MARTN NOEL, Contribucin a la historia de la arquitectura hispanoamericana, 2da. Edicin, Buenos Aires, Talleres
Peuser, 1923, pp. VIII, IX, 11.
26 ARNOLD HAUSER, op. cit., p.346.
27 MARTN NOEL, op. cit., p.8.
25
231
XVII
XVIII,
progresistas tienen por la vetustez el mismo horror que los cristianos de Castilla por los azulejos y
artesonados de las mezquitas mozrabes; tomadas Crdoba o Toledo a los moriscos, las mandaron
blanquear a casi todas.28
Aos ms tarde, el hngaro Johannes Kronfuss indicaba la importancia de
28
232
233
cabalmente, los caminos para hallar las soluciones eran trazados, pero el trnsito
por ellos siempre se hara en un futuro. De este modo el presente solo era
planteado como una transicin entre pasado y futuro. En definitiva el presente
pareca que siempre estaba por concretarse. Cualquiera sea el tema o problema de la
realidad que se encarase, se dejaba librado a un futuro incierto su solucin. En una
conferencia en la Universidad Nacional del Litoral, Guido expresaba sinceramente
esta actitud:
Eurindia adquiere en la arquitectura americana dos posturas diferenciadas: Eurindia
arqueolgica y Eurindia viva [...] Eurindia arqueolgica responde al ya realizado proceso de fusin
de lo indio con lo europeo en el arte colonial. Eurindia viva corresponde a las proyecciones que esta
ensambladura de lo americano con lo europeo realizar en el campo de nuestro arte moderno
presente, inmediato y mediato.
Sin duda que este ltimo captulo de Eurindia sera, seguramente, ms interesante para
vosotros, ya que hablar del presente ofrece siempre mayor expectativa y curiosidad que hablar de lo
pasado y muy especialmente de la arqueologa de lo pasado. Pero, mi intento por hoy ser el de
detener vuestra atencin para hablaros exclusivamente de la primera.
En efecto, hablar de la orientacin actual que debiera adquirir nuestra arquitectura
argentina, es, como dijramos antes, correr una seria aventura esttica.31
Dichas estas palabras, Guido dedic la conferencia entera a explicar la
Eurindia arqueolgica.
Otra manifestacin de esta fuga al futuro consista en la sobrevaloracin del
accionar de las jvenes futuras generaciones, en las que siempre recaa la
responsabilidad de concretar el modelo por ellos trazado.
4. La fuga en el espacio
Tanto en el campo del diseo como en las tareas de investigacin, los puntos
de partida se ubicaron fuera de los lmites del territorio argentino, en otros lugares
apartados en el espacio. En principio no se acierta a comprender cmo puede
ANGEL GUIDO, Eurindia en la arquitectura americana, 2da edicin [1ra. Edicin 1930]. Santa Fe, Instituto Social,
Universidad Nacional del Litoral, 1936, p. 7.
31
234
235
JOHANNES KRONFUSS, El Cortijo, en: Revista de Arquitectura, Buenos Aires, SCA, 1929, p. 57.
236
MARTN NOEL, Contribucin a la historia de la arquitectura hispanoamericana, 2da. Edicin, Buenos Aires, Talleres
Peuser, 1923, pp. 15 y 16.
33
237
5. La introspeccin
Tambin este tipo de escape form parte de la postura crtica frente a la
realidad de algunos miembros de la Restauracin Nacionalista. La introspeccin de
estos romnticos argentinos debe ser entendida en su sentido de autoobservacin,
de mirada interior y de alejamiento de la realidad. Tal vez la ms cabal
demostracin de esta tendencia sea el primer escrito de Ricardo Rojas, La
Restauracin Nacionalista, en el cual bajo el pretexto de redactar un informe oficial
sobre el estado de la educacin argentina, se introdujo en una revisin total de la
cultura, de la cual no dej prcticamente aspecto sin ahondar. En este mismo texto,
propiciaba una vuelta introspectiva sobre nuestras realidades: en vez de meditar
sobre nuestras realidades, preferimos pedir a las ms recientes revistas extranjeras,
la solucin absurda de nuestros problemas peculiares.34
Guido tenia una postura ms compleja frente a este tema y una visin mucho
ms pragmtica de la realidad y de sus urgencias. Es fundamental destacar que, ms
all de su personalidad racional, Guido escribi estas palabras en 1930, diez aos
despus de que Rojas escribiera el mencionado prlogo y veinte desde la primera
edicin del mencionado libro. En estos aos transcurridos haban pasado nada
menos que la primera guerra mundial y la crisis econmica de 1929 que torceran el
pensamiento del mundo occidental. Si bien aplauda el hecho de que Amrica ha
comenzado a pensar en s misma, criticaba tambin a la introspeccin romntica
diciendo:
El artista de nuestro tiempo tiene que aceptar el sacrificio de su cmodo atrincheramiento en
suyo. De la posicin introspectiva debe saltar a la extrospectiva. Y repito que es prudente en estos
instantes dejar de escuchar la sirena de la soledad para or el ruido y el gemido de la calle.
Aquella postura introspectiva fue lgica y tuvo quicio histrico weltanschauung a fin de siglo
y en algunos lustros del presente; pero hoy no. Estara desubicada en su tiempo.
pocas hay, efectivamente, de euforia introspectiva y otras de pasin social. El
individualismo exacerbado de fin de siglo, desemboc en ese arte dedicado a mimar la soledad de
34RICARDO
238
cada artista. Ms, los tiempos han cambiado y en esta poca de milicia, el imperativo de la hora no
es la evasin especulativa del mundo y de la realidad.35
No menos importante es resaltar que estas palabras no implicaban la negacin
de atender a los problemas del pas y de Amrica, los cuales continuaron siendo el
eje de la obra de Guido, sino que proponan hacerlo con un criterio ms
pragmtico.
Esta obsesin introspectiva fue muy positiva en el campo de la arquitectura ya
que gracias a ella se iniciaron los primeros estudios sobre el patrimonio
arquitectnico local: los exhaustivos anlisis de Kronfuss, las obras de Nadal Mora,
o los estudios de los hermanos Wagner sobre la ornamentacin de las cermicas del
NOA, entre otros. Aos ms tarde, estas obras habran de fructificar, superando
esta primera instancia de evasin de la realidad concreta para producir una
arquitectura que tomaba como punto de partida precisamente esa produccin local
y la adecuaba a las posibilidades del momento. Recin entonces se produjo el
deseado giro, verdaderamente introspectivo, hacia las realidades nacionales. Esto se
evidencia en la apertura en las bsquedas formales de Guido o de Noel, a partir de
la dcada del 30. Sobre ste ltimo Margarita Gutman sostiene que. Pocos aos ms
tarde valor y tambin se inspir en la riqueza volumtrica de los modestos conjuntos pampeanos.36
Se cumplan as los objetivos trazados por Kronfuss en la introduccin a su
Arquitectura colonial en la Argentina:
An quedan muchas hojas histricas y artsticas diseminadas en las vastedades del territorio
argentino [...] cada uno de ellos es un eslabn precioso en la cadena de la documentacin histrica
del pasado [...] Quiera Dios que estos restos perdidos del pasado sean fecunda semilla, que a su
tiempo den frutos de an ms glorioso porvenir, si es posible, para la gran Nacin Argentina! 37
35 ANGEL GUIDO, Redescubrimiento de Amrica en el arte, 3ra. Edicin [1ra. Edicin 1940], Buenos Aires, Librera El
Ateneo, 1944, p. 20.
36 MARGARITA GUTMAN, La arquitectura de Martn Noel: Revisin y reflexiones, en: RAMN GUTIRREZ ET ALT, op. cit., p.
288.
37KRONFUSS cit. en: JORGE TARTARINI, op. cit., p.232.
239
BIBLIOGRAFA
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241
CURRCULUM DE LA AUTORA
Arquitecta (1988), Magister en Historia de la Arquitectura y el Urbanismo
Latinoamericanos en UNT, (1998), profesora adjunta de Introduccin ala Historia de la
Arquitectura en FAU/UNT Codirectora del proyecto de investigacin Evolucin histrica de
los planes habitacionales y de los prototipos de vivienda en Argentina del CIUNT, directora de
la publicacin Cuadernos de historia de la vivienda y codirectora de Cuadernos de
historia urbana, ambas del Instituto de Historia de la FAU/UNT. Ha publicado artculos en
diversos libros y revistas profesionales, entre los que caben destacar: Transformaciones de la
vivienda neocolonial en Tucumn, 1920-1950 en: AAVY Ba cultura en Tucumn
yen el Noroeste argentino, Tucumn, Fundacin Miguel Lillo, 1997; El ideal
arquitectnico del Centenario en: AAVV, La Generacin del centenario y su proyeccin en
el noroeste argentino, Tucumn, Fundacin Miguel Lillo, 2000; La vivienda del peronismo,
Buenos Aires, Academia Nacional de la Historia, 2001. Participa en tareas de preservacin del
patrimonio. Ha redactado el proyecto de Ley de Preservacin del Patrimonio Cultural, Urbano y
Arquitectnico de la Provincia de Tucumn.
242
LA CIUDAD REPRESENTADA.1
METFORAS, ANALOGAS Y FIGURACIONES EN EL
URBANISMO DE BUENOS AIRES, 1927-1989.2
Horacio Eduardo Caride
243
XX,
que aquel recibi como objeto de estudio histrico durante la segunda mitad y la
evaluacin de los lenguajes y las palabras utilizados como sintetizadores de la
problemtica suburbana, han sido los principales insumos de este estudio.3
Al finalizar una revisin sobre los textos de los planes para Buenos Aires,
elaborados a partir de 1948, se observ una tendencia a utilizar imgenes
condensadoras que, con cierta recurrencia, eran presentadas como metforas para lo
urbano. En tanto algunas surgan como condensadores de diagnsticos o
propuestas, otras operaban como la figura que las diferentes disciplinas buscaban
para caracterizar el heterogneo universo del fenmeno metropolitano. Este
panorama sugiri la idea presentar una breve historia de los diagnsticos y planes
urbanos para Buenos Aires a travs de su relacin con determinadas
representaciones o, ms bien, paradigmas interpretativos que los haban sustentado
o definido.4
La vigencia de ciertas representaciones urbanas, operando en imgenes
condensadoras (y totalizadoras) para la ciudad, se mantuvo mientras persistieron las
teoras urbansticas que, instaladas en el debate internacional de la disciplina, la
visualizaron como campo de operacin total. La necesidad de una urbe
homognea, y equilibrada propia de la modernidad, operaba como principal
fundamento terico. Su desplazamiento y recusacin final, sobrevino con la
adopcin de nuevos paradigmas que no buscaron trabajar en una ciudad
completa, apuntando en cambio a sus fragmentos. Consistente con este proceso
de parcializacin urbana, tambin se verifica la tensin entre el creciente grado de
HORACIO CARIDE, La idea del Conurbano Bonaerense, 1925-1947, Documentos de Trabajo N 14, Universidad
Nacional de General Sarmiento, San Miguel, 1999; HORACIO CARIDE, Conurbano y metropolizacin, 1950-1995. Apuntes
de una revisin bibliogrfica, Buenos Aires, 1999 (mmeo); ALICIA NOVICK y HORACIO CARIDE, La constitucin del suburbio
en Buenos Aires, ponencia presentada en el 2me. Sminaire International Les Mots de la Ville, Ecole de Hautes
Etudes en Sciences Sociales (EHESS), CNRS, UNESCO, Pars, diciembre de 1997.
4 En este caso se emplea la definicin de paradigma propuesta por Kuhn, entendido como ...la realizacin cientfica
universalmente reconocida que, durante cierto tiempo, proporciona modelos de problemas y soluciones a una comunidad cientfica.
THOMAS KUHN, p.13.
3
244
abstraccin que Buenos Aires fue adquiriendo para los mismos planes y
diagnsticos que proclamaban operaciones concretas en la ciudad
Desde el punto de vista metodolgico se procedi a:
1.
sntesis de lo urbano.
2.
categoras de anlisis.
3.
Relacionar los registros con las ideas centrales de cada plan o diagnstico,
Cfr. GERARD HOLTON, pp. 23 y 47; REN THOM, pp. 122 y 123.
245
biolgicas
2.
3.
246
247
ms se parece es a los desarrollos de un gran arrecife de coral. Bajo esa mirada, la ciudad era,
en definitiva, un arrecife humano, de esqueleto ptreo y plipos vivos.11
Desde su formacin de historiador, Marcel Pote construy una imagen
semejante. La ciudad era ...un ser viviente que debemos estudiar en su pasado para poder
estabilizar el grado de evolucin: un ser que vive sobre la tierra y de la tierra; lo cual significa que
las noticias histricas deben agregarse a las geogrficas, geolgicas y econmicas12 Con las
influencias recibidas por Geddes, adems de Comte, Bergson y Vidal de Blanche,
logr explicar la razn urbana, apuntando al alma de la ciudad, mediante figuras
que solicitaban lo biolgico pero superaban lo elemental de la analoga, en cuanto
traducan el suceder de lo orgnico (vida, evolucin), al acontecer de lo
humano (noticias histricas), actividad cuyo escenario privilegiado era justamente la
ciudad.
Dentro de este circuito de ideas podra interpretarse el origen de las
aproximaciones a la metfora biolgica en lo urbano para nuestro mbito, que fue
indudablemente la ms persistente dentro de los discursos formulados para la
ciudad de Buenos Aires y los suburbios conurbados, durante dcadas.
Es el caso de los discursos iniciales en el campo del planeamiento cientfico
para el territorio de la capital argentina con argumentos extractados de la biologa,
se deban acaso a los estudios de Carlos Mara Della Paolera. Discpulo de Pote e
ingeniero de profesin, haba formulado desde Europa un Plan Regulador para la
Aglomeracin Bonaerense, desarrollado en su tesis de doctorado en el Instituto de
Urbanismo de la Universidad de Pars, entre 1922 y 1928.
Tal como se debata en el medio europeo durante aquellos aos, su referente
eran algunas grandes ciudades que ya consideraban, segn la tcnica urbanstica
moderna, adems del ncleo urbano original o rea fundacional de la ciudad, las
reas conurbadas caracterizadas por Geddes. En el desarrollo del Plan, Della
Paolera visualiz como objeto de estudio el territorio global de la conurbacin. Su
trabajo daba cuenta de la metodologa propuesta por Pote en Evolucin de las
11
12
248
249
250
251
La comparacin con el cuerpo (humano, claro est) fue llevada hasta sus
ltimas consecuencias. As, en forma semejante a la Ville Radieuse, el sistema vial se
entendi como sistema cardaco, por lo tanto las avenidas fueron arterias y las
calles arteriolas (sic), elementos de una circulacin que, en lugar de vincular
zonas, deba irrigar determinados rganos, o sea, ciertos programas de
arquitectura que la ciudad necesitaba. Y que el plan tena la responsabilidad de
proveer.
Dentro de este planteo coronario, restaba el tema de los suburbios. All la
metfora encontr su lmite conceptual por la sencilla razn de que ellos no
formaban parte del cuerpo. Es ms, se confiaba en su desaparicin (o extirpacin)
por efecto mismo de la aplicacin del Plan. Lejos de integrar el organismo, la
desmesura y esterilidad que presentaban agotaba el cuerpo urbano.24
Resumiendo, la metfora que haba sido manejada dentro el Plan Director, ms all
de representar el soporte de la idea, mostraba ser el vehiculo de un esquema
antojadizo, que mutilaba partes o las ensamblaba segn criterios abstractos, alejando
la posibilidad de su concrecin del verdadero cuerpo, aquel que se correspondera
con la realidad urbana.
Menos anatmico, de fines de la dcada de 1940 data el Estudio del Plan de
Buenos Aires, 1948-1949 (publicado recin en 1956) que recuper la analoga con
ciertos habitantes marinos. En la propuesta, los ejes de crecimiento urbano a travs
de los cuales se extenda el Gran Buenos Aires regresan como tentculos
lineales.25 Pero este registro debe ser tambin contextualizado.
Bajo el subtitulo Factores determinantes del desarrollo tridimensional del Gran Buenos
Aires se definan aquellos elementos dominantes en el conglomerado.26 En sintona
Cfr. ibdem, pp. 30, 31, 37y 47.
Cfr. Estudio del Plan de Buenos Aires, 1948-1949, 1956, p. 69. Publicado bajo el ttulo Evolucin del Gran Buenos Aires en
el tiempo y en el espacio, no es plan sino un importante diagnstico urbano y regional. Se trataba, en conjunto, de un
anlisis que se haba gestado con la direccin de los arquitectos Jorge Ferrari Hardoy, Manuel Roca, Jorge Vivanco y
Antonio Bonet.
26 Aunque hoy puede resultar algo confusa, en el contexto de 1948, la palabra tridimensional era entendible para
los iniciados. En 1933, la Carta de Atenas (punto de doctrina N 82) afirmaba: El urbanismo es una ciencia de tres
dimensiones, y no de dos. Es haciendo intervenir el elemento en altura como se dar solucin a las circulaciones modernas.... LE
CORBUSIER, 1954.
24
25
252
27
XIX.
253
254
255
del 58 que todava en 1963 estaba en vigencia. Por lo menos, quedaba claro que
para la reiterada enfermedad de la ciudad tentacular (como tambin la defini),
todava no se haba conseguido un remedio confiable.
Dos dcadas despus, el tema de los tentculos regres en un trabajo de Elena
Chiozza, cuyo ttulo evidenciaba ya otra tipo de aproximacin. En La integracin del
Gran Buenos Aires defini la forma y dimensin del crecimiento de los suburbios a
travs de los tentculos urbanos. La visin de Chiozza esta centrada en estos
tentculos que organizaron la estructura del texto. Contempl cuatro: los tres
histricos, norte, oeste, sur y, con posterioridad, el sudoeste en donde cruz dos
factores principales. El primero, atendi la configuracin del medio fsico que haba
determinado los rumbos del crecimiento de la ciudad hacia la campaa. El segundo,
la infraestructura de los medios de transporte verbigracia, trenes y autos que sobre
este medio se iba conformando.
An recuperando la informacin suministrada por DAngelo su enfoque, ms
cercano a la categora de registros positivos, contempl una percepcin global con
la incorporacin de los elementos de afectacin ambiental, casi novedosos a
principios de los ochenta. La antigua analoga geddesiana recordaba ahora su
vigencia a travs ...del satlite Landsat, que nos devuelve la imagen de un pulpo gigantesco en el
que late la vida de diez u once millones de seres, atrapados en sus dilatados tentculos.36 En el
texto de Chiozza (acaso por ltima vez) la figura, an ms retrica que sus
antecedentes, remitida a la bsqueda de elementales valores didcticos: el
Conurbano se presentaba como un caos, que sin embargo posea un orden natural
que deba ser interpretado y respetado para su sostenibilidad futura.
Con la intencin de comprender este caos y lograr operar dentro de l, otras
imgenes ya haban sido convocadas. As, yen cierto sentido, el desarrollo de la
figuracin formal dentro de las metforas generadas por el urbanismo, podra
interpretarse como un desprendimiento de la analoga biolgica.
Esta ltima consideracin necesita de cierta mirada retrospectiva. Hacia el ao
36
256
1800, mientras Jean Baptiste Lamarck creaba el neologismo biologa, para definir
el campo de los estudios para una ciencia de la vida, simultneamente otro
cientfico, mejor conocido por su obra potica, Johann Goethe, introduca el
concepto de morfologa. En su origen, la expresin propuesta era susceptible de
ser aplicada tanto a las formas vivientes, sus rganos y apndices, como a las
inanimadas, concretamente a los minerales y a sus estructuras cristalogrficas.37
Esta dualidad interpretativa gener un debate donde intervinieron literatos,
filsofos, arquitectos y bilogos, que se extendi por Europa Occidental durante
toda la primera mitad del siglo
XIX.
257
Una sntesis de este de debate en: PETER HALL, pp. 308 y ss.
LEWIS MUMFORD, 1959, pp. 8 y 397.
258
estas aspiraciones fueron los que Patrick Abercrombie formul para el Gran
Londres (1943-44) y ms an, el Plan General para Estocolmo (1945-1946) de Sven
Markelius. Un elemento en particular iba a caracterizar ambas propuestas. Se trataba
de la ejecucin de las ciudades satlites, las llamadas new towns. La urbe, llammosle
entonces old town, encontraba un lmite definido, una frontera materializada en
cinturn verde que podra alcanzar varios kilmetros de ancho. Dentro de l
gravitaban los nuevos asentamientos con vocacin de autosuficientes. Ms all del
aparente fracaso ingls y del celebrado xito sueco, en ellos la forma urbana
pretenda alcanzar una definicin precisa.40 Su planta, vista a vuelo de pjaro, ahora
responda mejor a las exigencias de Mumford.
Con mandatos claros y ejemplos concretos, de aquella poca, el Estudio del Plan
de Buenos Aires, 1948-1949 ya mencionado, se hace eco de las novedades urbanas
transatlnticas. Reconocida la informalidad de la expansin de la metrpoli
argentina, otra figura acudi como ayuda para transmitir la idea de un desorden
como conclusin del diagnstico y un orden como propuesta. Por lo tanto y
paradjicamente, la extensin de esta la ciudad que, como vimos, pudo verse segn
la proyeccin de ciertos tentculos lineales, tambin necesitaba, en simultneo, de
otra imagen complementaria.
El diagnstico formal provisto por el Estudio aclaraba interpretaciones
cuando observaba importantes ...zonas de relleno que se desarrollan entre las primitivas
direcciones dominantes de expansin urbana. Adems, El asfalto contribuye ala expansin de la
ciudad como una mancha de aceite, en la misma forma que anteriormente lo hizo el riel del
tranva.41
Con la introduccin de esta figura, en paralelo con aquel pulpo implcito,
resulta notable observar que los autores no vean contradiccin alguna en plantear,
dentro del mismo esquema, la imagen de mancha de aceite que sin demasiado
esfuerzo remite a lo amorfo, o al menos a lo carente de una estructura reconocible,
Una evaluacin de las propuestas de Abercrombie y Markelius en BENEDETTO GRAVAGNUOLO, pp. 162 y ss.
Estudio del Plan de Buenos Aires, 1956, p. 69. Al parecer, el trmino mancha de aceite era de vieja data. Habra sido
empleado para caracterizar la incontrolada expansin de la banlieue parisina, en los planes de 1919 y de 1939. Cfr.
BENEDETTO GRAVAGNUOLO, p. 170.
40
41
259
en combinacin con una imagen tentacular, que s manifestaba una clara morfologa
y estructuracin concreta.
El Estudio tuvo la voluntad de cruzar varias de las ideas ms potentes del
urbanismo de su poca. Pero a la dogmtica corbusierana que proporcionaba
categoras de anlisis tan sugestivas como sintetizadoras, le faltaban ejemplos
concretos. Brasilia y Chandigarh an no haban pasado por los tableros de dibujo.
El plan de Abercrombie, asombrosamente gestado en plena guerra, era en cambio
una palpable realidad, que los problemas de gestin institucional impidieron
concretar en Buenos Aires. A pesar de estas ambigedades, la puerta que abra el
diagnstico fue cruzada por otras propuestas que dejaran marcas indelebles en la
estructura urbana.
Si las hiptesis que haban sostenido la intervencin en el Gran Londres
podan trasuntarse en el Estudio del Plan, la continuidad de la idea ejecutada en el
Plan Regulador de la Ciudad de Buenos Aires de 1958, al que regresamos, dejar de
manifiesto aquella influencia con toda claridad.42
Este Plan defini con precisin su territorio de aplicacin. Estableci dos
grandes espacios a los que llam reas de planeamiento adoptadas. La primera
correspondi al rea metropolitana (y en este trmino tambin haba una eco de
las novedad), entendida como el conjunto de la Capital Federal y las 17 comunas la
expansin de lavecinas, o sea a Buenos Aires y al Gran Buenos Aires. Se trataba de
algo ms de transmitir la idea de unas 264.000 hectreas, extendidas en una franja de
60 kilmetros de largo, paralela al Ro de la Plata, con 30 kilmetros de
profundidad.
Ms all de la anterior, se extenda el rea regional de Buenos Aires que se
defina como una gran rea de contorno que abarcaba casi 2.500.000 hectreas,
medidas dentro de un sector de circunferencia cuyo radio, de 100 kilmetros, haca
centro en la ciudad de Buenos Aires.
El transporte de corta y media distancia y las caractersticas socio productivas,
Este Plan estuvo principalmente inspirado por la filosofa, y la prctica administrativa, del lineamiento britnico y
de su plan de Londres (formulado en 1945 por Sir Patrick Abercrombie). ODILIA SUREZ, p. 17.
42
260
261
encontraba una figura en la imagen del satlite, tomada directamente del Plan de
Abercrombie. Como en aqul, la clasificacin de los ncleos urbano que rodeaban
Buenos Aires, aparecieron categorizados segn su grado de preeminencia
econmica y financiera. As, una serie de ciudades cabecera de municipio, de
primera, segunda o tercera categora, formaron una constelacin de satlites
naturales (fig. 4) fueron los elementos de una micro descentralizacin regional
que tendran la misin de absorber los crecimientos del rea, ... concepcin afn con la
poltica adoptada en Gran Bretaa para las reas metropolitanas.46
La idea de un conjunto de ciudades satlite, entendidas en el Plan Regulador lisa
y llanamente como aquellos centros urbanos dependientes de otro mayores, que
orbitaran especialmente alrededor de Buenos Aires, fue alga ms que una figura
explicativa que, realmente, se utiliz en tales trminos pocas veces.47 Se trataba, de
hecho, de la expresin formal de un concepto que, una vez ms, traera orden al
caos metropolitano. La seduccin por (y la confianza en esta dimensin formal, en
articulacin con la dinmica y caractersticas poblacionales, oper como un
principio estructurante de todo el Plan. En efecto, uno de los seis equipos tcnicos
con los que se organiz todo el Plan Regulador respondi al ttulo de Morfologa
Urbana y sociologa.48
Pero la condicin satelitaria tampoco se agotaba en una cuestin formal.
Tambin incorpor alguna referencia al comportamiento general. De esta manera, y
como si se tratara de fuerzas gravitacionales de una verdadera mecnica celeste, el
concepto de lmite de reaccin alcanzaba a las posibilidades de des centralizar la
administracin y la provisin de servicios a otros ncleos urbanos
Este limite reactivo, es decir, simplemente hasta donde se poda des
centralizar (en municipios o en barrios de la propia ciudad) dependera de la
ODILIA SUREZ, pp.16. Por otro lado, la idea de un satlite artificial era tambin bastante moderna como para
aportar un aggiornamiento de la imagen. El primero en orbitar la Tierra, el Sputnik I, haba sido lanzado por la Unin
Sovitica el 4 de octubre de 1957.
47 Cfr. OPRBA, p. 124.
48 Los consejeros principales de este equipo (sus directores) fueron Eduardo Sarrailh, Odilia Surez, Clorindo Testa y
Jorge Goldemberg, arquitectos todos ellos. Los otros cinco equipos fueron reas rurales, puerto, industria y
energa; Legislacin; Administracin pblica; Economa y finanzas y Relaciones pblicas y difusin.
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por un organismo de alcance nacional que operaba desde 1961, el Consejo Nacional
de Desarrollo (CONADE), a travs de la Oficina de la Regin Metropolitana.52
Desde el comienzo, el titulo buscaba superar el problema jurisdiccional que haba
determinado el fracaso de la propuesta anterior.
Para su rea de aplicacin, se parti de una hiptesis que fijaba un extenso
corredor urbano, paralelo al sistema Ro Paran-Ro de la Plata y con centro en
Buenos Aires, desde la ciudad de Zrate al norte, hasta la ciudad de la Plata al sur,
extendindose por unos 140 kilmetros de largo y 20 kilmetros de ancho (fig. 5). El
modelo explcitamente adoptado fue, en este caso, el Esquema Director de la Regin
Parisina (1965-1972), de Paul Delouvrier. La relacin con el plan de Paris fue mucho
ms all del ttulo. Un grupo de tcnicos franceses se instalaron en Buenos Aires
por varios meses para formar parte del equipo de trabajo. Como parte central del
convenio, trajeron una verdadera biblioteca que qued en Buenos Aires.
Uno de los elementos ms salientes de la propuesta fue la incorporacin de la
Red Expreso Regional (RER) que, al igual que su simil francs, se constituira, en la
va de comunicacin ms importante de las ciudades satlites. Ciudades que, para el
caso francs serian construidas ex novo, mientras que en el caso argentino se
consolidaran en ncleos urbanos existentes. Como Londres, Estocolmo y ahora
Pars, Buenos Aires tendra (por segunda vez) su propuesta de ciudades satlites.
Las diferencias de escala y de distancia en relacin a la ciudad central, eran
importantes en todos los ejemplos. En especial entre las New Towns inglesas con
respecto a las Villes Nouvelles francesas, de tamao mucho mayor y bastante ms
cercanas a la ciudad capital.53
En cuanto a la registros empleados para caracterizar la problemtica urbana de
Buenos Aires, el Esquema, en versin argentina, no fue demasiado original con
respecto a los diagnsticos anteriores. Por ejemplo, el discurso corbusierano en
clave patolgica regres en la esclerosis acelerada del rea central y una anemia
Juan Antonio Ballester Pea fue su director, asesorado por Flix Della Paolera (primo de Carlos Mara), Jorge
Gabrinetti, Juan Pablo Lobert y Antonio Margariti.
53 Dos crticas bastante crudas al Plan de Pars pueden hallarse en PETER HALL, pp. 323-325 y en BENEDETTO
GRAVAGNUOLO, pp. 171 y 172.
52
275
LA MEGALPOLIS
As como la figuracin de la forma sera un desprendimiento de la metfora
biolgica, la figuracin dimensional, en cuanto representacin del tamao de la
urbe, estara estrechamente vinculada con la figuracin formal. Una palabra obrara
como la sntesis de esta imagen: megalpolis.
El origen del trmino se remonta al pasado, en milenios. Megalpolis fue el
nombre dado a la ciudad - estado, capital de la Liga de Arcadia, que naci de la
unin de las pequeas tribus del noroeste del Peloponeso sometidas a Esparta,
54
55
CONADE, p. 120.
Ibdem, p. 53.
276
a.C. Su
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La calificacin era demasiado poderosa para ser obviada por los planes
urbanos, posteriores al desarrollo de estas ideas. En efecto, el Esquema Director para el
Ao 2000 hizo una observacin, aunque ms no sea para rechazarla. En una nota
del apartado Ejes referenciales de urbanizacin, se aclar la posicin: El Esquema
Director elude el divulgado (y confuso) vocablo de megalpolis para denominar la orientacin
lineal del crecimiento de la Aglomeracin. Suponer un continuo edificado de La Plata a Rosario
implica admitir un monopolio demogrfico y econmico del Litoral, cuyas consecuencias, desde el
punto de vista de la organizacin del territorio nacional, se reflejara en una fuerte acentuacin de
59
60
278
279
DE LA SNTESIS AL FRAGMENTO
Dentro del esquema terico propuesto y esencialmente en apoyo de la hiptesis que
dio origen a estas notas, cabe evaluar brevemente dos ltimos planes para Buenos
Aires y su regin. En realidad, el calificativo de plan, con su amplio alcance y el
necesario grado de definicin en las propuestas, que difcilmente le hubiese
correspondido al Esquema Director, tampoco se aplicara, en rigor, al conjunto de
lineamientos generales que proveyeron tanto el SIMEB como el Proyecto '90.
El Sistema Metropolitano Bonaerense (SIMEB) fue desarrollado entre 1975 y 1978
Banco de la Provincia de Buenos Aires, Tomo I, p. 31. La bsqueda de una clasificacin consistente que ordenara el
plan de la obra, determin que las otras dos divisiones para el territorio provincial fueran Eje Mediterrneo (tomo
II) y Eje Pampeano (tomo III), bastante discutibles por cierto.
64
280
281
que, por ejemplo, en la vieja idea de la ciudad como organismo (usada y abusada
recurrentemente) subyaca la misma concepcin. El tema era que, ahora, no se
trataba de mejorar al organismo, sino directamente de reemplazarlo. En efecto, al
igual que el Esquema Director de 1970, la nueva propuesta atacara de raz la forma y
comportamiento de toda el rea (trmino superado, como se vio), agregando
territorios y dimensiones analticas y aportando nuevas relaciones entre las partes.
De hecho, uno de los objetivos principales fue, nada menos, ...modificarla estructura
radio concntrica actual del SIMEB, que asfixia las actividades de su rea urbanizada e impide el
desarrollo autnomo de gran parte del interior de la Provincia de Buenos Aires.68 Dicho de otro
modo, una nueva idea megalpolis, an ms ambiciosa que en el caso anterior, se
recuperaba para detener el crecimiento tierra adentro, alentando nuevamente el
desarrollo del eje costero, sobre el que se recostara lo fundamental del sistema.
A pesar de la poca originalidad de ciertos contenidos, la introduccin de la
dimensin ambiental en el planeamiento urbano argentino (el nuevo paradigma que
comenzaba su carrera ascendente) fue un aporte sustancial de SIMEB. La enorme
generalidad de la propuesta, sin entrar en desarrollos particulares a nivel territorial
o conceptual, podra explicarse por esta dimensin ambiental que puede observarse,
claro est, en los estudios para recuperar reas verdes, pero que tambin atraviesa el
enfoque otorgado, por ejemplo, a los anlisis demogrficos, de mercado de tierras,
de movilidad o de equipamientos y servicios. En otras palabras, se tratara en
realidad de la introduccin de otra variante de la metfora funcional, tambin de
origen biolgico, aunque verdaderamente original: la ciudad como ecosistema.
La ciudad sera, entonces, susceptible de ser interpretada segn los modelos
ecosistmicos abundantemente descritos y analizados para otros mbitos y
disciplinas. Con los aos transcurridos resulta evidente que el concepto de
ecosistema aplicado a las ciudades trasciende la dimensin de un simple modelo
interpretativo. De hecho, cabria acuerdo en que la ciudad no puede entenderse al
margen de la condiciones naturales en medio de las cuales se desarrolla y que, a su
CONHABIT DG02, Documento General del Programa, presentado en la Conferencia Internacional del Hbitat,
Vancouver, 1976. Ibdem
68
282
vez ha modificado.69 Este parece haber sido uno de los objetivos principales de la
propuesta, cuando aclar que ...los trabajos producidos por el CONHABIT se identifican
plenamente con la problemtica ambiental en la perspectiva de salvaguardar los recursos naturales
y la calidad de vida de los habitantes de la Repblica.70
Dentro de nuestro desarrollo, se puede interpretar que el SIMEB marc un
punto de inflexin en las representaciones incluidas en los discursos de los planes y
diagnsticos urbanos para la ciudad de Buenos Aires. Con l, la ltima referencia a
alguna variante de metfora o figuracin, que buscase resumir las posibilidades de
evaluacin e intervencin en la ciudad en forma global, se diluye como registro del
lenguaje disciplinar.
La extrema sntesis que aportaba el SIMEB para el diagnstico y las
alternativas de intervencin en el rea Metropolitana de Buenos Aires y su regin,
demostr ser uno de los lmites del movimiento pendular que se completara con el
Proyecto 90.
El ltimo ejemplo a tratar, escapa decididamente al concepto de plan, hecho
del cual nos alerta el mismo ttulo. Concebido en 1989 desde la Comisin Nacional
del rea Metropolitana de Buenos Aires (CARAMBA) (otro de los intentos de
nacionales de superar las fronteras polticas y administrativas entre Capital y
Provincia) bas gran parte de sus consideraciones generales en las del SIMEB,
tambin por la continuidad de alguno de sus integrantes.71 A diferencia de aquel, el
nuevo mbito de aplicacin se restringi al rea Metropolitana de Buenos Aires, es
decir, a las dos primeras escalas indicadas por el SIMEB e integradas por la Capital
Federal y los entonces diecinueve partidos del Gran Buenos Aires.
Las alternativas generales de intervencin del Proyecto '90, dentro de esta
dimensin metropolitana, descansaron en un conjunto de ideas fuerza que
recuperaron la concepcin sinttica, pero descritas ahora como 1) funcionamiento
Cfr. MARA DI PACE y HORACIO CARIBE, p. 60.
COHABIT, 1977. Subrayados en el original
71 El estudio tuvo presidido por la misma autoridad de la Comisin, Juan Portes, con Rubn Pesci como coordinador
tcnico de un equipo integrado por Graciela Devano, Adriana Gamba, Graciela Guide, Graciela Rolando, Osvaldo
Sseles y Roberto Pitluk. Entre las aspiraciones principales del Proyecto, figuraba ...superar la divisin entre la instancia
tcnica y la instancia poltica...para ejercer una permanente articulacin y enriquecimiento entre ambas..., CONAMBA, p. 47.
69
70
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285
286
2.
3.
los registros que las explicitan como figuraciones en los textos. Este
287
288
necesidad de revisar la historia de las palabras para una ciudad, que reflejan los
modos de pensarla y las ideas que los sustentaron, pero, tambin sus xitos y
fracasos. Acaso, hoy en da, nuevas metforas puedan actuar como representacin
de nuevas formas de pensar lo urbano. La ciudad como organizacin empresarial,
como elemento de un sistema global o producto autosustentable sean algunos de
los prximos paradigmas.
De todos modos, convendra recordar el dilogo que Italo Calvino imagin
entre Marco Polo y el emperador de China, para describir a la ciudad de Olivia:
Nadie sabe mejor que t, sabio Kublai, que no se debe confundir nunca la ciudad con las palabras
que la describen, para terminar sentenciando: la mentira no est en las palabras, est en las
cosas.
289
BIBLIOGRAFIA CONSULTADA
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1976.
REN THOM, La ciencia y el sentido, en: LORENA PRETA (COMPILADORA),
290
DE
DE LA
PROVINCIA
DE
292
293
294
IN HOC SIGNO...
UNA MIRADA AL MUNDO
Marta Ztonyi
onstantino I suea con una cruz rodeada por la premonitoria frase: In hoc
signo vences.1 La fuerza de este signo (como la de los otros de estas
295
296
existiera esta dinmica, la tica se vera eternizada con sus siniestras consecuencias.
Y si la Moral no tuviera las barreras de la tica, el caos y la anarqua destruiran la
vida de la sociedad y con ello, la del individuo tambin. No habra espacio privado
que pudiera resistir duraderamente a las consecuencias de la ausencia de la ley. Y el
espacio pblico, sin tardar mucho, se convertira en escombro, real y
metafricamente.
Scorsese muestra la ausencia de la Ley de la comunidad, mientras la norma de
cada grupo crece de manera enferma e impera la ley de la selva. Sus hroes
combaten hasta la muerte. Quien triunfa impone sus reglas. El espacio pblico se
definir por sus signos como medios comunicativos y definitorios. No obstante,
ninguna de las pandillas beligerantes triunfa: en lugar de la sentencia divina3, los
caonazos de las naves del Estado deciden el destino.
Los miembros de cada pandilla muestran una pattica identificacin con sus
signos: signos heredados, a la vez, de otros poderes, como hijos fieles a sus padres
sin tener padres fieles a ellos. Los irlandeses y sus aliados combaten contra el Mal
con el estandarte de la cruz cltica y con el emblema de San Miguel que vence el
Mal. En las primeras secuencias de la pelcula, estos dos signos adquieren no slo
peso sino sealan ya una trayectoria hacia el futuro. A pesar de que el arcngel
venci al demonio, su tropa no logra la victoria y ser aniquilada, junto con la cruz.
Signos que no funcionaban segn lo esperado, tal vez (entre otros motivos) porque
no eran propios, porque no tenan la fuerza de generar por su propia fuerza signos,
adecuados a sus condiciones. Comunican algo que no son ellos.
Sin querer embarcarme en una comparacin valorativa, quiero mencionar slo dos ejemplos desde otras reas, entre
s muy diferentes, pero a su vez muy parecidos tambin. Shakespeare, en sus obras de la historia britnica, representa
un mundo tempestuoso e iracundo, donde pandillas, pues son pandillas al fin, dirigidas por reyes o prncipes, leales o
traidores, se empean a exterminarse, para subordinar un mundo catico bajo su propia voluntad y lograr con ello la
unidad. El otro ejemplo se refiere a una de las poco conocidas pelculas de Pasolini, Apuntes para una orestiada africana.
En un momento muestra partes de diversos documentales sobre la guerra de Biafra, con hombres bestiales,
matndose uno al otro, con la brutalidad caracterstica de quienes no tenan la suerte de ser herederos de culturas ms
consolidadas, ms justas. Como dice en off el mismo Pasolini: donde todava los hombres no lograron hacer sus propios
tribunales. Y tambin en off, Palsolini, al presentar a estos temibles y terribles personajes, estas caras con sed de venganza
y de sangre, comenta: ste podra ser Ulises, ste Agamenon y aqul, Aquiles. S, mal que nos pese, herederos de la
cultura griega, aquellos hroes homricos tambin fueron una pandilla que debata, en una guerra sangrienta, contra
los troyanos. Pero a nosotros nos llega bajo el manto embellecedor de la epopeya: guerreros que luchaban por el
Bien y contra el Mal, guerreros justificados por una noble causa, bajo la tutela de la voluntad de los dioses.
297
XIX,
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303
304
casi inolvidable. Y esta frase, con otros carteles, ms grande o ms chicos, diseados
con ms o menos cuidado, aparecen en mltiples otras situaciones parecidas. Vaya
a saber quin la invent, quin la escribi primero! Y ni siquiera es importante
saberlo. Un ejemplo para el diseo popular que muestra el rechazo a la
dicotomizacin del mundo: no es cuestin de luchar entre el Bien y el Mal, sino
aprender a resolver de otra manera los problemas. Tambin las banderas
multicolores, de un diseo maravilloso, que dicen una sola palabra: PAZ. Se da en
Italia, en Espaa, en los Estados Unidos, en Siria, en Japn, en todas partes del
mundo. Los signos son infinitos, los espacios de los acontecimientos y los
receptores tambin.
Es imposible no registrar estos signos. Cuando el mundo corre el riesgo de
convertirse en una gigantesca lucha libre pero ya sin la metfora del deporte, estos
signos son de un inmenso valor. No prometen triunfo. Slo quieren preservar la
vida. Podramos decir que su mensaje no es Con este signo triunfars sino En
este signo vivirs. Pues bajo los escombros ya no hay vida, ya no hay signos.
IN HOC SIGNO...
Con este signo... vencers, perders, vivirs o morirs. El mensaje de estos
signos penetra en el tejido histrico y social, lo marcan indeleblemente, participan
en su configuracin, provocan su esclerotizacin o su renovacin; atrapan, pujan,
movilizan o paralizan, dependiendo de mltiples, concordantes y, a la vez,
contradictorios y complejos factores. Pero el aporte, es decir el signo creado,
vaciado o viviente, forma parte de un patrimonio universal, para aprender de su
enseanza, de su historia, para ser recuperado, para ser resinificado.
305
CURRICULUM DE LA AUTORA
Naci en Budapest y est radicada en Argentina desde 1969. Licenciada en Filologa
neolatina y finugor (ELTE, Budapest) y doctora en Esttica (La Sorbona, Pars). Profesora
titular de la Ctedra de Estltica en las carreras de Arquitectura, Diseo Grfico e Imagen y
Sonido (FADU/UBA); de Historia del Diseo Grfico y de Introduccin a la Historia
(FADU-UNL). Investigadora en Esttica e Historia del Arte en la UBA (1AA) y en la
UNL. Profesora invitada en diversas universidades y entidades, nacionales e internacionales,
donde dicta seminarios. Fundadora (1981) y titular de ETHOS, Estudio de Historia del Arte y
Esttica. Autora de las siguientes obras: Una Esttica del Arte y el Diseo, de Imagen y
Sonido; Arquitectura y Diseo, teora y anlisis; Aportes a la Esttica desde las artes
y las ciencias del siglo
XX;
306
PATRIMONIO I
(Legislacin Patrimonial)
CONVENIO ARGENTINO-PERUANO REFERIDO A LA
RESTITUCIN DE BIENES CULTURALES
Oscar Andrs De Masi
307
d)
producto
de
excavaciones
autorizadas
clandestinas
y/o
de
descubrimientos arqueolgicos;
e)
sus fragmentos;
f)
litografas originales);
308
h)
grabados;
j)
k)
cientficas;
1) patrimonio cultural subacutico.
Si bien podran insertarse en alguno de los tems genricos, dada la por
menorizada enumeracin que la norma parece proponerse, estimo que hubieran
merecido una mencin expresa las armas, la joyera y los elementos herldicos.
El artculo 3 regula el procedimiento informativo entre partes en caso de robo,
incluyendo como requisito del trmite, una descripcin tanto de los bienes como de
la metodologa empleada para su sustraccin.
El artculo 4 libera de tasas aduaneras a los bienes recuperados y devueltos,
quedando los gastos de recupero y devolucin a cargo de la parte requirente.
El Convenio es susceptible de modificacin a pedido de las partes (art. 5) y su
vigencia es indefinida (art. 6).
A modo de conclusin puede anotarse que esta norma se suma a la aprobacin
argentina de la Convencin de San Salvador sobre Defensa del Patrimonio Arqueolgico,
Histrico y Artstico de las Naciones Americanas (mayo de 2002), la cual, en su Art. 18,
habilita la celebracin de acuerdos bilaterales como el que comentamos. De este
modo nuestro pas va incorporando a su ordenamiento jurdico interno,
instrumentos normativos actualizados para la tutela de su patrimonio cultural y del
patrimonio de terceros pases, privilegiando la cooperacin regional. Valga pues
como un eco de aquel espritu americanista que orient el pensamiento y el obrar de
hombres de la vala de San Martn y de Buschiazzo.
309
310
PATRIMONIO II
(Museologa)
CONSTRUCCIN Y RESTAURACIN
DEL RETABLO DE SANTA ANA.
ATRIBUIDO AL MAESTRO DE SINOVAS, ESPAA, 1503
Vivian Mallol
Pilar Vigil
Ariel Fridman
INTRODUCCIN
La conservacin y restauracin de bienes artsticos del pasado es una labor
muy especial, que nos conecta a los que la llevamos adelante con aspectos de la
vida, el quehacer y el pensamiento del hombre de otros tiempos de un modo
particularmente vvido. Tenemos entre manos evidencias del paso de personas que,
como nosotros, dejaron la huella de su esfuerzo, su pensamiento, su fe. Hace cien,
trescientos, seiscientos aos... Sus nombres se han olvidado, la traza de sus hogares,
sus vestimentas, su fisonoma. Quedan estos objetos que, de modo elocuente o
fragmentario y mudo, nos hablan de ellos. El papel de los museos y todo su
entorno se hace ms emotivo y urgente desde esta ptica. El conservador, al
abordar estos bienes de modo material para protegerlos, tiene en sus manos una
informacin muy privada, que tiene la obligacin y el privilegio de recoger y
comunicar. En objetos de naturaleza histrico-artstica y religiosa, los planos de
informacin pueden ser mltiples. Aspectos relacionados con la faz inmaterial o
sutil de los mismos son su significacin cultural, su contenido simblico, la
311
gramtica formal empleada para transmitir ese contenido, los datos que
identifican la imagen con una poca, una tendencia, una personalidad. Por otra
parte, y no menos ricos, los aspectos materiales del objeto no slo hablan de una
materia dctil al contenido, una simple vasija, sino que refieren a todo un trajn,
esfuerzo y artificio, para domar la materia y hacerla arte o devocin.
La belleza de estos objetos, apreciados hoy como netamente artsticos, suele
distraernos de uno de sus primitivos valores, que era el de ornato y auxilio de culto
en lugares destinados a la liturgia. En muchos casos, como en el que nos ocupa, las
obras exceden ampliamente su aspecto funcional, y la tarea artesanal
(antiguamente tan valorada) invita a una valoracin artstica. Asimismo, en muchos
casos el devenir histrico trajo consigo sucesivas y a veces contradictorias
apreciaciones sobre ellos. Estas consideraciones, as como la actual valoracin,
deben ser puestas en la balanza del conservador durante la intervencin.
Por otra parte, en nuestro medio es poco frecuente para el conservador
trabajar sobre objetos que son fruto de una labor colectiva, como es el caso de gran
parte del arte religioso, desde el romnico hasta el barroco. Nos resulta ms familiar
la imagen romntica del artista (un individuo consagrado a su obra personal, con o
sin consenso de la sociedad que lo rodea), que la idea de una labor conjunta y
severamente estratificada de maestro, oficiales, entalladores, ensambladores,
doradores y aprendices. Como tratando de emular el trabajo colectivo de antao,
consideramos ms rica y constructiva la labor en equipo.
313
B)
C)
Estructura de sostn
314
1.
Bancal
2.
Predel a
3.
Retablo
Cumple la funcin de cartela del conjunto. Es de labra muy tosca aunque bien
alisado por su cara anterior.
2.
vetas en posicin horizontal. Cada panel contiene dos motivos pintados separados
por pilastras delgadas (ver B).
3.
o sisa
Sucesivas
315
o sisa
Sucesivas
Capa
Recubrimiento
Capa pictrica
Estructura compuesta: dorado y materia pictrica.
Dorado: Parte de la superficie (vestiduras y algunos fondos) ha sido dorada
a la hoja. Resulta interesante consignar que el oro aqu empleado es, por la fecha,
muy temprana para la conquista del suelo americano, muy probablemente de
procedencia europea. Tiene bastante espesor. Presenta una rica ornamentacin
trabajada a partir de plantillas, de las que se traspas los motivos por suave
presin con pequeos instrumentos redondeados. Tambin se observan trazos
hechos con instrumentos fijados a un comps (en el centro de los limbos puede
verse el orificio de la punta seca). Algunos resaltes fueron realizados con
purpurina de oro a punta de pincel.
Materia pictrica: Es posiblemente un temple mixto. Predomina un
acabado muy magro, poroso y sensible al agua, aunque se advierten diferencias de
brillo delimitadas por formas y colores. Esto da cuenta de diferentes cantidades de
mdium, variantes en la absorcin del mismo por los pigmentos, distinto brillo de
estos e incluso un posible empleo diferenciado de distintos preparados como
mdium, segn los colores. As, los azules, de acabado spero y mate, pueden
haber sido realizados con azurita y clara de huevo, como era prctica comn en los
siglos
XV
XVI.
luminosidad (brillo mineral del pigmento) sin la refraccin de la luz producida por
el ligante. Los rojos oscuros, supuestamente, laca carmn, son muy brillantes, y
fueron aplicados as para dotarlos de transparencia y profundidad. La pintura
muestra en una capa inferior un tratamiento del claroscuro, obtenido
316
fundamentalmente por trazos paralelos de un color gris fro. Otras zonas parecen
haber sido ejecutadas de forma directa sobre la base blanca, como por ejemplo los
cielos. Hay, por otra parte, muchos elementos pintados sobre el oro. Respecto al
modo de emplearse el color, hay una extensa gama de alternativas. En general,
sobre la grisalla preparatoria, que crea los volmenes, hay una aplicacin
semitranslcida del color, que insiste sobre el modelado y delimitacin de los
motivos. Es particularmente elaborado el tratamiento de los verdes, los rojos y las
carnaciones. Los verdes se realizaron por superposicin de numerosas capas:
grisalla, modulado en ocres y pardos y veladuras muy delgadas de verde o a la
inversa, veladuras de pardo sobre un verde ms pleno. Los rojos parecen constar
de bermelln y carmn, ambos sobre la grisalla Esta secuencia estaba muy
extendida entre los antiguos pintores, que realizan con el rojo clido un fondo
modulado y tratan las sombras con el rojo transparente y oscuro. Las carnaciones
tambin presentan una labor de transparencias, que dejan ver en las sombras parte
de la grisalla. El color se extendi sobre las superficies de manera blanda y fluida, a
diferencia de la grisalla, lo que abona la suposicin del uso de un temple graso
(posiblemente, emulsin de huevo con aceites secantes), que permite una mayor
ductilidad y tiempo de secado que un temple magro o de predominio acuoso. Las
pinceladas se hacen ms reconocibles en pequeos planos (ropas, partes de
arquitecturas y paisajes), donde se aprecia una ejecucin segura, de trazos largos y
curvilneos. Son netas y caligrficas en los detalles y ornatos. En algunos casos
parece haberse utilizado pluma en vez de pincel, dada la firmeza y continuidad de
trazos muy delgados. Sobre el oro, quedan restos que permiten apreciar dos tipos
de elaboracin: un claroscuro a grandes planos (simulando pliegues, sombras,
etctera), algo torpe a causa de la dificultad de modular el color sobre el oro,
resbaladizo, y otro neto y preciso, ajustado al contorno de los motivos cincelados.
En algunos casos, como en el Juicio de un santo obispo, el color azul forma un
cordoncillo que asoma del surco.
317
Capa de proteccin
Difcilmente discernible. Aparentemente se halla muy integrada a la capa
pictrica. Es delgada, de tono amarillento. La fluorescencia bajo radiacin
ultravioleta es incolora o ligeramente opalina, de tendencia clida, por lo que se
manifiesta como no resinoso. Distribucin irregular.
Predela
2.
Retablo
Soporte
Es de gran riqueza y complejidad. El nmero de piezas ensambladas y
talladas es muy grande y su disposicin es compleja (por lo que nos abstendremos
de una por menorizacin, limitndonos a caracterizar los distintos tipos).
1. Predela: enmarcada en sus bordes laterales y superior por un
guardapolvo realizado en tracera, compuesta por una moldura de madera, de
seccin casi triangular (la cara expuesta es ligeramente cncava), y una tracera u
ornamentacin convexa (una media caa) con elementos vegetales estilizados,
realizados por talla y calado directo. Tiene tres pilastras de estilo gtico, con la
parte posterior ms ancha y lisa y la anterior ms delgada y compleja acabada en
pinculo. A ambos lados, junto al marco hay dos varillas de seccin circular de
1,2 cm de dimetro. Sobre cada pintura (4) hay baldaquinos compuestos,
adornados con tracera calada, en dos cuerpos, con arcos lobulados y pinculos.
Formados por dos baldaquinos unidos en ngulo obtuso, y reforzados por
tablillas internas. En la parte inferior, dos tablas alargadas limitan la base de
pinturas y arquitectura. Todos estos elementos van clavados al anverso de las
tablas.
2. Retablo: (dos cuerpos, tres calles) repite de modo similar el esquema: cuatro
pilares, enmarcando y separando las tres calles. Los mismos son macizos. Estos
318
Policroma
Toda la superficie arquitectnica del retablo ha sido dorada a la hoja. El
oro, de tono amarillo, tiene cierto espesor. Algunos elementos han sido
policromados. La policroma es muy elemental, en tonos carmn o verde fro.
C) Estructura de sostn:
Conviene discriminar la estructura de sostn original de la estructura actual.
319
320
Original
El conjunto se encuentra reforzado por travesaos horizontales y verticales,
clavados al reverso de las tablas. Cada tabla fue reforzada por tres travesaos,
perpendiculares a la posicin de la veta y las juntas, situados en los extremos y en
el centro. Las dos tablas que forman la predela, horizontales, tienen travesaos
verticales, y las seis que componen el retablo, travesaos horizontales.
Moderna (montaje)
Dados los mltiples armados y desarmados, el conjunto ha experimentado
un debilitamiento general, adems de haberse removido algunos elementos
originales que deberan vincular las partes del retablo y dotarlo de rigidez. Ello fue
paliado en parte por una serie de aadidos de madera, clavados y atornillados al
reverso. Hay mltiples indicios de los mencionados movimientos, entre ellos, dos o
tres juegos de inscripciones, numerando en distintas pocas las piezas, desmontadas
una a una. Actualmente el retablo se halla atornillado y clavado por reverso a unos
tirantes de madera que se encuentran fijados al muro, aunque apoya parte de su
peso sobre una mesa de altar (de fecha prxima, aunque no corresponde a la obra).
A la derecha, apoya 50 cm, mientras que a la izquierda apenas si apoya. En la parte
superior izquierda presenta un tornillo moderno, que permanece amurado
PRINCIPALES PROBLEMAS
Se da entre restauradores una humorstica contradiccin: la de recibir con
mucho agrado una obra que no haya sido tratada por un restaurador en el pasado.
Esta aspiracin, que bien podra echar sombra sobre la vigencia futura de nuestros
propios criterios, no es caprichosa. Ocurre que muchas restauraciones antiguas eran
quiz muy invasivas y solan dejar una marca indeleble en las obras. En muchos
casos, adems de quedar asociadas de manera indeseable a aquellas, entorpeciendo
para siempre su lectura, produjeron alteraciones en su naturaleza y han
condicionado todo tratamiento futuro. Este retablo, valga la introduccin, es una
321
Predela: Las tablas que corresponden a las pinturas del Martirio de Santa
Retablo: De manera similar, las tablas que, unidas, forman los paneles
producindose una separacin respecto del soporte que llega a superar los 9 mm
(parte superior de la Anunciacin a San Joaqun). En general coincide con
afecciones del soporte, muy especialmente a lo largo de grietas y desensambladuras
de tablas, producindose desprendimientos con extroflexin y pequeos faltantes
en zonas adyacentes, que acentan el desnivel entre las partes separadas. Este
desperfecto va acompaado por grietas, desprendimientos y prdida de pequeas
reas de base de preparacin.
323
325
TRATAMIENTO REALIZADO
Encontrar la manera de abordar el conjunto de forma completa y segura, a fin
de eliminar los factores de deterioro y reforzar su estructura requiri, de un estudio,
una discusin y reflexin en conjunto. Por tratarse de una obra fijada al muro,
desconocamos la constitucin fsica y el estado de su reverso (la parte portante y su
esqueleto). Una intervencin que pretendiera aportar a su conservacin futura no
poda obviar este conocimiento aunque, a todas luces, era imposible acceder a l
por propios medios. Se realizaron consultas entre el personal del Museo que ms
aos lleva en servicio, se consult a la familia de Larreta y hasta a la empresa
mudadora. Sin embargo, era escaso lo que se recordaba en este sentido. Lo que s
poda deducirse era que, para sus traslados, se haba desarmado pieza a pieza. Con
la firme intencin de analizar la estructura interna del retablo, para su posterior
tratamiento, se lleg a esbozar hasta nueve estrategias distintas, que iban desde una
minuciosa proteccin y un desmontaje en bloque hasta un desarmado de los ya
habituales. Cada alternativa obligaba a planificar conjuntamente un nuevo montaje,
que deba igualar o superar al existente. Entre las alternativas, la que finalmente
triunf fue una de las menos convencionales, que presentaba un balance favorable
entre ventajas .y desventajas. Consiste en tratar el reverso in situ, introducindose
tras la obra reptando por un espacio de un metro y medio dejado hueco tras el
frontal de altar. Para acceder a las partes altas, se confeccion una escalera
totalmente desarmable, que fue ensamblada en el interior. Asimismo, se cre un
sistema de ventilacin e iluminacin artificiales para poder trabajar all. Las dems
intervenciones realizadas son ms convencionales, y se enumeran as:
Estudio
tcnico escrito.
Fotografa,
Toma
326
de un insecticida especial.
pictricas y el oro.
tablas).
Tablas:
reconocible, el trateggio.
acuarela.
327
Bancal: se enton con acuarela las partes de base blanca que contrastaran.
veces imitando el rojo del bol y otras con un ocre verdoso. Donde estaban la
madera o el bol a la vista, no se intervino.
*NOTA: los materiales utilizados para esta intervencin responden a las exigencias
internacionales vigentes en conservacin de bienes culturales. Anan una alta reversibilidad con
un envejecimiento tardo y sin riesgos.
328
329
PATRIMONIO III
(Subacutico)
DERROTEROS MISTERIOSOS
SUBMARINOS ALEMANES EN LA PATAGONIA
ARGENTINA? UNA INSTANCIA DE CONFRONTACIN
A TRAVS DE LA ARQUEOLOGA.
Mnica P Valentini
Javier Garca Cano
DESDE LA ARQUEOLOGA
La clase de datos relevados nos permiti acceder a un proceso cognitivo
donde, pudimos corroborar o rechazar las hiptesis planteadas a partir, sobre todo,
de lo que la historia oral haba impuesto como cierto.
La metodologa arqueolgica, conjuntamente con la tecnologa, se puso en
esta ocasin al servicio de producir, por medio de la informacin emprica
obtenida, la clase de datos necesarios a travs del registro arqueolgico para
corroborar la veracidad de las hiptesis.
Con demasiada frecuencia se han considerado incompatibles las visiones del
pasado presentadas desde la Arqueologa y la Historia, dos visiones diferentes tanto
por sus problemas como por la informacin que proporcionan. Pero, no sera
razonable aplicar, dnde es necesario, las tcnicas de investigacin arqueolgica
hasta en momentos histricos modernos? De su integracin, desde el uso de los
mtodos arqueolgicos, se podran extender las posibilidades de una historia con
perspectivas ms amplias. All dnde lo cercano en el tiempo hace que los
testimonios no sean claros ni precisos, ms bien confusos y hasta mticos, la
Arqueologa presenta una perspectiva de anlisis concreta.
330
331
332
Debido a que con profundidades mayores a los 40 metros y fuertes corrientes, el buceo en esas aguas es altamente
riesgoso y se desaconseja
6 El ROV se utiliz en la cuarta y hasta ahora ltima campaa (febrero del 2003).
7 M. RAMOS, 2002, p. 656.
5
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339
EL MARCO GEOGRFICO
Las costas patagnicas presentan rasgos similares a los del relieve continental
adyacente, en su mayora con acantilados de fuerte gradiente, que imitan el relieve
340
de las mesetas patagnicas, prolongado bajo el nivel del mar en una extensa
plataforma submarina. Es una costa en permanente ascenso, parcialmente
constituida por materiales blandos que facilitan los procesos de abrasin. La
monotona de la costa patagnica se ve interrumpida por tres rasgos fundamentales: el golfo San Matas, la pennsula de Valds y el golfo San Jorge. El Golfo de
San Matas es una amplia escotadura de origen tectnico cuya boca mide 117
kilmetros de ancho. Es resultado de los movimientos epirognicos sufridos por la
Patagonia extraandina. Esta transformacin se complement con el modelado
producido por los procesos glaciarios e interglaciarios y con los subsiguientes
ascensos y descensos del nivel del mar. Los amplios golfos y senos marinos
patagnicos, son adems producto de la accin combinada de la erosin elica y del
mar sobre los terrenos blandos (fig. 2).
En su gran mayora las costas del Golfo San Matas son altas, en forma de
acantilados que pueden superar los 150 metros de altura, alternndose en muy
pocos sectores con playas, por ejemplo como en Caleta de los Loros y San Antonio
Oeste (costa norte del Golfo). En la costa oeste, (que tiene direccin norte - sur) el
terreno alto est alejado del mar.
En sus costas asoman las formaciones cristalinas que se prolongan mar
adentro en las denominadas restingas (fondo duro patagoniano), que afloran con
las mareas bajas y que se presentan tambin bajo el agua en sectores que nunca se
descubren.
Estas formaciones estn asociadas al proceso de erosin mecnica producido
sobre una superficie rocosa litoral por materiales duros transportados por el oleaje
(abrasin marina), presentndose en casi todos los cabos que limitan las playas.
En el San Matas hay un predominio de sedimentos mviles que cubren o
descubren estas formaciones, segn la influencia de las mareas y las corrientes. En
muchos casos, los sedimentos mviles (arenas finas entre 0,125 y 0,25 mm) cubren
las formaciones pero no regularizan el nivel del suelo, de modo que las diferencias
topogrficas siguen siendo visibles (fig. 3).
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342
La mayora de los testimonios fueron recabados por una investigacin periodstica que llevo adelante el diario La
Maana del Sur, en otros casos tuvimos acceso a algunos de los testigos por medio de entrevista personales
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353
el sonar, sin dejar de hacer algunos buceos que permitieran definir los lugares de
trabajo de una segunda campaa. En mayo de 1999 realizamos la etapa de trabajo
manual exclusivamente.
El relevamiento con el sonar se hizo en forma sistemtica, navegando con un
curso paralelo a la costa, comenzando en la zona de menor profundidad. Esta
estrategia se adopt para evitar grandes cambios de profundidades en navegaciones
muy cortas (segn el lado menor del rectngulo a relevar). Dado que los lugares
prospectados no presentaron grandes profundidades, tuvo que cuidarse
permanentemente el largo de cable con el que el transductor fue remolcado. Las
profundidades menores fueron de 8 metros y las mayores de 27 metros.
Las imgenes obtenidas presentaron buena calidad y notoria definicin. Cabe
destacar algunos problemas resultantes de las condiciones ambientales. Por la
escasa profundidad y la permanente marejada de superficie, se present una
secuencia de ondas en todos los grficos conseguidos. El fenmeno se explica
sabiendo que el equipo sumergido copia el movimiento del agua en la superficie, ya
que la embarcacin nodriza lo transmite directamente a travs del cable de
remolque. En caso de haber trabajado en aguas ms profundas, se habra evitado
este fenmeno utilizando longitudes de cable mayores, las que amortiguaran los
cambios de altura entre el transductor y el fondo marino.
Detectamos tres tipos de formaciones en el lecho marino: suelos duros
(patagonano); bancos de conchillas (zonas de redepositacin permanente con gran
compactacin del material depositado) y formas arenosas paralelas a las corrientes
de las mareas (sand ribbons). La forma genrica de todas ellas es alargada con los
extremos casi agudos (a modo de elipses). Tienen un promedio de 70 metros de
largo y 20 metros de ancho en su sector mayor. En algunos casos llegan a tener
largos de ms de 100 metros. Las formas arenosas cubren a los suelos duros, siendo
sta una situacin variable segn el movimiento de la masa de agua. En los sectores
con suelos duros se encontraron recurrentemente formas casi geomtricas, siendo
los rectngulos y los crculos el muestrario ms frecuente (Figs. 6 y 7).
354
355
largo continuo.
La presencia del sedimento es variable, hay imgenes en las que aparece un
estrato cubriendo el suelo duro pero dejando verse sus patrones formales, lo que
indicara que no hay mucha sedimentacin y que sera un estrato de poca potencia
o espesor.
A medida que se recorren zonas con profundidades menores (30 metros
aproximadamente) se nota la mayor presencia de sedimento fino, con cualidades
formales que responden a ondulaciones, lo que implicara un suelo con sedimento
afectado por la dinmica del agua. Si bien son identificables algunas diferencias con
las imgenes logradas en la zona de Caleta de los Loros, son notorios los puntos en
comn y que resultan ser producto de formaciones del suelo con los mismos
parmetros formales ya descriptos (figs. 10, 11y 12).
Una de las imgenes obtenidas por el sonar, de las 305 en total levantadas en
10 das de trabajo, se present como dudosa o sospechosa el 5 de febrero del
2002 (Fig. 10).
Esta imagen se presentaba con una alta densidad de material y alta capacidad
de reflexin, con un parmetro morfolgico que dara lugar a pensar en un posible
casco de submarino o pecio,10 no encontrndose otras formas similares en el
contexto adyacente.
Las dimensiones (largo y ancho) medidas en pantalla por el software, tienen una
cierta similitud con las que posiblemente dara un contacto de sonar verdico con
un pecio de una nave metlica de las caractersticas de un U-boat alemn. La alta
capacidad de reflexin o de rebote intenso de seal acstica localizada solamente en
un extremo, fue una caracterstica de la imagen que gener grandes dudas al
momento del levantamiento de la informacin.
En primer lugar, ese reflejo permita visualizar una forma enormemente
similar a un posible extremo (proa o popa) de un probable submarino hundido.
En segundo lugar el patrn diferencial del reflejo a lo largo de todo el
10
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359
COMENTARIOS FINALES
A partir de la informacin y documentacin pre-existente, el registro
arqueolgico, como objeto de anlisis de la disciplina, permiti que nos
acercramos a un conocimiento mas definido.
Podemos decir que los resultados obtenidos en los distintos trabajos de
campo realizados hasta la fecha fueron satisfactorios. Las hiptesis surgidas de la
interpretacin de las imgenes del sonar, fueron relevadas a travs de inspecciones
visuales por los buzos y por el ROV, lo que nos brind una fiabilidad mayor en el
registro y en los datos que de l surgan.
De acuerdo a la topografa de la zona de playa en Caleta de los Loros, vale
comentar que es muy difcil poder asegurar distancias en direccin al mar y buscar
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361
los testimonios de que disponemos hasta ahora, la probabilidad favorece la opinin de que... en
los lugares prospectados, entre diciembre de 1998y febrero del 2003, no se hallaron
rastros de pecio alguno y en particular de embarcaciones sumergidas del tipo UBoats de bandera alemana. Y los submarinos, dnde estn?
AGRADECIMIENTOS
Doctor Marek Jasinski (NTNU y ProMare Noruega), ingeniero Fredrik
Soreide (NTNU y ProMare Noruega), ingeniero Morten Kvamme (NTNU),
seoritas Bucy Mc-Donald (BBC Londres), Mina Panic (BBC Londres), Lorena
Salvatelli (Area Arqueologa Subacutica UNR); seores Brett Phaneuf (ProMare
USA), Alejandro Hanna, Hugo Sorbille (CEB), Sr. Guillermo Cavagnaro (CRAS),
Renato De Losa (Fundacin Albenga), Pedro Zidek (Fundacin Albenga), Federico
Orbuch (Fundacin Albenga), Ulises De La Orden (Fundacin Albenga), Rodolfo
Schenone (Fundacin Albenga), Julin Weich; Capitn de Navo Ricardo Leprn
(ARA), Capitn de Navo Diego Miles (ARA), Capitn de Fragata Carlos Villa
(ARA); publicaciones peridicas mbito Financiero y La Maana del Sur; Armada
Argentina.
BIBLIOGRAFA
MARIO BUNGE, Las ciencias sociales en discusin: Una perspectiva filosfica, Editorial
Sudamericana, Buenos Aires, 1999.
A. CARANDINI, Arqueologa y cultura material, Editorial Mitre, Barcelona, 1984.
C. O. CEDERLUND, Systematic registration of older sinkings and wrecks in swedish
waters, en: International Journal of Nautical Archaeology N 95-104, Reino Unido,
1980.
G. DANIEL. Un siglo y medio de Arqueologa, Fondo de Cultura Econmica,
Mxico, 1987.
362
363
F. SOREIDE, Tcnicas no
364
PATRIMONIO IV
(Monumental)
LISTADO DE MONUMENTOS,
SITIOS O BIENES DE INTERS HISTRICO O ARTSTICO
NACIONALES. PERODO 2002-2003
Se enumeran a continuacin los bienes que han merecido tal dictamen por leyes o
decretos de la Nacin durante el bienio 2002-2003.
1. Monumentos Histricos Nacionales
Ciudad de Buenos Aires
1.1. Casa Central del Banco de la Nacin Argentina; Rivadavia 317/25/33,
Buenos
Aires. Decreto 1055, 19 de junio de 2002.
1.2. Casa Central del First National Bank of Boston; Florida 99, Buenos Aires.
Decreto 1055, 19 de junio de 2002.
1.3. Casa del Teatro, Avenida Santa Fe 1235/39/43/45, Buenos Aires. Decreto
1462, 13 de agosto de 2002.
1.4. Casa de las Academias Nacionales; Avenida Alvear 1711, Buenos Aires.
Decreto 1495, 16 de agosto de 2002.
1.5. Casa Nacional de la Cultura; Avenida Alvear 1690, Buenos Aires. Decreto
1495, 16 de agosto de 2002.
1.6. Edificio que fuera sede del Ministerio de Obras y Servicios Pblicos; Avenida
9 de Julio 1925/Moreno 1050, Buenos Aires. Ley 25582, 13 de abril de
2002.
365
1.7. Edificio Tornquist; Bartolom Mitre 523/31/59; Buenos Aires. Decreto 1055,
19 de junio de 2002.
1.8. Inmueble proyectado por el arquitecto Alejandro Virasoro; Agero 2038/42,
Buenos Aires. Decreto 1462, 13 de agosto de 2002.
1.9. Nunciatura Apostlica; Avenida Alvear 1683/93, Buenos Aires. Decreto
1495, 16 de agosto de 2002.
1.10. Residencia Duhau; Avenida Alvear 1657/71 con acceso por Posadas 1350.
Decreto 1495,16 de agosto de 2002.
1.11. Residencia Maguire; Avenida Alvear 1683/93, Decreto 1495, 16 de agostode
2002.
Provincia de Buenos Aires
1.12. Antigua casa de Andrs Garca; Mitre y Bynnon, Carmen de Patagones.
Decreto 401, 21 de julio de 2003.
1.13. Antigua casa de la Real Hacienda, actual sede del Museo Histrico Regional
Emma Nozzi del Banco de la Provincia de Buenos Aires; Juan Jos
Biedma 62/64 y Pasaje del Muelle, Carmen de Patagones. Decreto 401, 21
de julio de 2003.
1.14. Antigua vivienda de B. Bartouille, hoy Casa de la Cultura de Carmen de
Patagones; Mitre y Comodoro Rivadavia, Carmen de Patacones. Decreto
401, 21 de julio de 2003.
1.15. Rancho de Rials, (casa conocida como Casa de Mitre o Rancho Real;
Mitre S/N, Carmen de Patacones. Decreto 401, 21 de julio de 2003.
1.16. Casa Histrica La Carlota, actual anexo del Museo Histrico Regional
Emma Nozzi del Banco de la Provincia de Buenos Aires; Mitre y Bynon,
Carmen de Patagones. Decreto 401, 21 de julio de 2003.
1.17. Iglesia Parroquial de Nuestra Seora del Carmen; Comodoro Rivadavia 175,
Carmen de Patacones. Decreto 401, 21 de julio de 2003.
1.18. Using General San Martn; Ruta Nacional 252 (acceso a puertos), Ingeniero
366
2.6. Predio que perteneciera a Juan Pern y Eva Pern; San Vicente. Ley 25712,
28 de noviembre de 2002. La ubicacin no figura en el texto de la Ley
25712
Provincia de Catamarca
2.7. Solar donde naci el escritor, poeta y filsofo Luis Leopoldo Franco; Corvado
Tula S/N, Barrio de Huaco, Beln. Ley 25581, 11 de abril de 2002.
367
Provincia de Jujuy
2.8. Posta de Hornillos; Finca de Hornillos, Maimar. Ley 25574, 11 de abril de
2002.
3. Bienes de Inters Histrico-reas urbanas histricas
Provincia de Buenos Aires
3.1.Centro histrico de la ciudad de Carmen de Patagones; sector de la traza urbana
delimitado por: la costa norte del Ro Negro desde la calle Bernardino Rivadavia
hasta encontrarse con la proyeccin de la lnea que determina la separacin de la
parcela 13 del resto de las parcelas que conforman la quinta 123; la lnea separatoria
constituida por la divisin de la quinta 124 con la manzana 124a, exceptuando la
incorporacin al casco histrico de la parcela 9 quinta 124 y las construcciones
existentes en ella, las que tambin debern respetar lo normado para las
edificaciones del rea histrica; la vivienda ubicada sobre la interseccin de la calle
Prez Brito y la proyeccin de la calle F. Pita ubicada sobre la parcela 7 (quinta 125;
la lnea demarcatoria siempre con criterio frentista) que prosigue a travs de las calle
Prez Brito y su continuacin Zambonini hasta llegar a Marcelino Crespo y por sta
con continuacin sobre la calle 7 de Marzo hasta Bernardino Rivadavia, y por sta
hasta su interseccin con el Ro Negro. Decreto 401, 21 de julio de 2003.
Provincia de Entre Ros
3.2.Casco histrico-arquitectnico de la ciudad de Victoria; sector del rea urbana
delimitado por las calles Matanza, A. Bartolini, Laprida, Ezpeleta, Lapida, 25 de
Mayo, A. Bartolina, Profesor Abtalo, Sarmiento, Profesor Abtalo, Italia, 25 de
Mayo y Bartolom Mitre. Ley 25686, 28 de noviembre de 2002.
4. Bienes de Inters Histrico Provincia de Buenos Aires
4.1.Trofeos de la accin del 7 de marzo de 1827 conservados en la Iglesia
Parroquial de Nuestra Seora del Carmen; Comodoro Rivadavia 175, Carmen de
368
369
HACIA EL BICENTENARIO
VISIONES DE BUENOS AIRES EN EL ALBA
DE SU MODERNIDAD URBANA
Oscar Andrs De Masi
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371
Carta de Angel Gallardo al Intendente Bullrich, 5 de octubre de 1901 en Troncoso, Oscar, op. Cit. pag.308.
Gallardo, ingeniero y naturalista, volva de Europa al momento de expresar su opinin sobre Buenos Aires, a pedido
del Intendente, quien tambin haba consultado a Guido Spano, Lucasa Ayarragay, Guillermo Hillman, Alberto
Capdevilla, etc. Todos coincidan en el progreso ostensible de la infraestructura y la higiene urbana, en parangn con
las grandes capitales europeas. Curiosamente, no hay referencia a ciudades de los Estados Unidos.
372
373
RELACIONES DOCUMENTALES
XVIII
Juan Bautista Masella, hijo y continuador del arquitecto turins Antonio Masella.
Nuestra historiografa ha sido con frecuencia injusta al tratar a Segismundo.
Alguien lleg a calificarlo de mediocre sin sustento que lo justifique. En
contraposicin, el maestro Agustn Conde ha merecido elogios como supuesto
autor de la Recova Vieja que cruzaba de lado a lado la Plaza Mayor, con casi 122
metros de largo. Al presentar en el nmero 30 de estos Anales mi trabajo sobre
aquella gran intervencin urbana, aclar que el proyecto de Conde era una lnea de
arcos escarzados larga, chata, sin animacin ni relacin con el entorno y que fue
desestimado.
La definitiva Recova Vieja tuvo la autora conjunta del entonces virrey,
ingeniero Joaqun del Pino y el maestro Segismundo. Tom como modelo los arcos
de medio punto de la recova del Cabildo, con el fin de impulsar el posterior
desarrollo de una arquera homognea en torno a la mayor parte de la plaza. Tena
como centro monumental el portal de los Virreyes proyectado por Segismundo
como un arco de triunfo y construido en 1804 por l y su socio, el maestro de
carpintera Juan Antonio Malaya. La mampostera de toda la obra era de ladrillo
pero con solidez ptrea. As lo demostr el enorme esfuerzo exigido para su
demolicin en mayo de 1884.
374
375
contrada con l por Pablo Salias por obras en su domicilio. Asimismo, merecen
destacarse unas partidas relacionadas con la Casa de Comedias de Buenos Aires que
construy en 1803 con Juan Antonio Zelaya y de la que ambos fueron propietarios:
El Estado tres mil pesos de la venta que le hice sin inters de la Casa Provisional de
Comedias, los que tiene dicho Estado en depsito hasta la conclusin de mi litis con Zelaya, a cuyo
trmino se me abonar esta cantidad y lo que resulte en mi favor de dicho litis, mitad en dinero y
mitad en papel del seis por ciento a la par, segn consta de la Escritura de venta en la Escribana
de Gobierno. [Escrito al margen: Pag.]
Don Juan Bautista [sic] Zelaya, lo que resulte de nuestro litis pendiente y, a ms, el nuevo
cargo que hay que hacerle desde que tom a su direccin la Casa de Comedias, hasta que se vendi
al Estado.
376
NOTAS BIBLIOGRFICAS
377
378
379
Vernica Pasiva
ROBERTO FERNNDEZ, El proyecto final, Facultad de Arquitectura, Universidad
de la Repblica / Editorial Dos Puntos, Montevideo, 2000. 215 pp., 87
ilustraciones.
Los estudios recientes de historia, teora y crtica suelen presentar visiones
380
XX.
Fernndez
381
lgicas
proyectarles.
Estas
son:
tipologista,
estructuralismo,
382
Marta Mirs
JORGE D. TARTARINI, Arquitectura ferroviaria, Ediciones Colihue, Buenos Aires,
2001
El estudio de las arquitecturas ferroviarias y el conjunto de artefactos
diseados expresamente para ese complejo sistema de transporte, ocup un lugar
menor en trabajos sobre la cultura material. Fue en tiempos recientes que se le ha
prestado mayor atencin en tanto objeto de estudio y preservacin, al calor de la
apertura de un nuevo campo: el patrimonio industrial.
Las puntas de rieles penetrando sobre los ms dispares territorios del planeta
desde la cuarta dcada del siglo
XIX
383
384
Jorge Ramos.
GRACIELA MARA VIUALES (RESPONSABLE DE EDICIN), Casas Blancas, una
propuesta alternativa, Editorial Cedodal, Buenos Aires, 2003.
Este libro fue concebido como un catlogo de una muestra que se realiz
entre junio y julio del 2003, organizado por el Archivo y Museo Histrico del
Banco de la Provincia de Buenos Aires y por el Centro de Documentacin de
Arquitectura Latinoamericana (CEDODAL). La exposicin y el libro/catlogo
homenajean la experiencia que lleg a su punto cumbre en la exposicin de las 14
Casas Blancas llevada a cabo en el ao 1964. Es un conjunto de testimonios
autobiogrficos de profesionales que comenzaron sus actividades y estudiaron en el
perodo sito entre 1950 y 1964, a los que se adicionan artculos analticos de la
experiencia; de autores tales como los arquitectos Federico F. Ortiz, Ramn
Gutierrez, Alberto Petrina, Juan C. Doratti, etctera.
Los arquitectos que participaron en la exposicin de 1964 buscaban nuevas alternativas, lograr una identidad propia. Detectaron elementos autctonos que
relacionaron con los movimientos funcionalistas vigentes de la poca. Esa fusin
entre ambos tipos de arquitectura deriv en un compromiso con el grupo humano
y el entorno local. Era una bsqueda de algo autentico y real.
El catlogo est dividido en varias partes, la primera de ellas dedicada al
contexto en que se da la experiencia, donde se desarrollan artculos acerca de la
Universidad, las publicaciones, la poltica, los diferentes talleres de trabajo, etctera.
La segunda titulada Casas Blancas, est compuesta por artculos que se relacionan
ms ntimamente con el tema: la forma en que esa bsqueda de nuevas alternativas
se fue dando, no slo en Buenos Aires, sino tambin en el interior del pas. En la
tercera parte se presentan, narrados por testigos, distintas visiones de la experiencia;
385
387
primer paso para una aproximacin a Hilario Zalba, y que sin duda alguna (como lo
manifiestan los investigadores que la produjeron) deber ser seguido por otros
pasos que nos permitieran acceder a una comprensin total de las ideas,
producciones y motivaciones de este personaje que, como otros, permiti generar
grandes cambios en la arquitectura de nuestro pas.
388
NDICE
ALBERTO DE PAULA
Carta del Director
Distincin Internacional para Anales del Instituto de Arte Americano
e Investigaciones Estticas Mario J. Buschiazzo11
JULIO CACCIATORE
Editorial....14
INVESTIGACIONES
ALBERTO DE PAULA
Urbanstica en el norte de San Luis (Argentina) en el sigloXVIII.....17
EMILIO J. LUQUE AZCONA
Montevideo y sus reales obras de fortificacin (1723-1810)...39
JORGE PABLO WILLEMSEN, MARTA MIRS
El espacio y las prcticas en los conventos de monjas de Buenos Aires.
La Iglesia de San Juan Bautista y el Convento de las Monjas Capuchinas...78
ROBERTO FERNNDEZ
Tareas de la metrpolis. Aspectos de la haussmanizacin de Buenos Aires
al filo de fin del siglo XIX.119
RODOLFO GIUNTA
Imaginando una modernidad...137
CECILIA RAFFA
Proyectos clsicos para Mendoza imaginaria. El Concurso para el Palacio
de Gobierno en la Plaza Independencia, 1927.167
CARLOS G. GIMNEZ
La Iglesia de la Inmaculada Concepcin. Presencia de la Compaa
de Jess en el Barrio Porteo de Villa Devoto.196
ABOLA CHIARELLO
Aspectos romnticos del pensamiento de la restauracin nacionalista..210
HORACIO CARIDE
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390
COLOFON
Esta edicin N 37/38 de los Anales del Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estticas Mario J.
Buschiazzo Ha sido preparada en el transcurso de los aos 2004 y 2005 y realizada en el marco del convenio entre
el Instituto y el Banco de la Provincia de Buenos Aires.
En este numero Han intervenido: en la coordinacin la Ctedra Dr Arturo Jauretche del Archivo y Museo
Histricos del Banco de la Provincia de Buenos Aires; en el armado de las pginas y en la impresin La Cuadricula
S.R.L. Buenos Aires.
Se termin de Imprimir en Buenos Aires, el 24 de julio de 2005.
LIX aniversario de la creacin de este instituto. ARCHIVO Y MUSEO HISTORICOS del Banco de la
Provincia de Buenos Aires. Dr. Arturo Jauretche
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