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revista de historia y ciencias sociales

ISSN:0798-2968

Caracas, Enero - Abril 2016

Es una publicacin de la Red de Historia, Memoria y Patrimonio

TIERRA FIRME

TIERRA
FIRME

110

revista de historia y ciencias sociales

TIERRA FIRME N 110 Caracas, Venezuela. Enero-Abril, Ao 2016.

Expedicin de Los Cayos

Tito Salas, Coleccin Museo Bolivariano.

TIERRA FIRME

TIERRA FIRME
Revista cuatrimestral arbitrada
Fundada en 1983
1983-2016, Nmeros 1-110
ISSN: 0798-2968
Depsito Legal pp. 198302DF882
TIERRA FIRME
Revista de historia y ciencias sociales
Final Av. Panten, Edificio del Archivo General de la Nacin PB.
Oficina de la Red de Historia Memoria y Patrimonio.
Telfono: 0212-509-5832
Correo electrnico: [email protected]
[email protected]

TIERRA FIRME

TIERRA FIRME N 110

Revista de historia y ciencias sociales

Miembros fundadores y asesores permanentes:


Arstides Medina Rubio
Pedro Calzadilla lvarez
Carlos Viso C.
Comit Editor:
Alexander Torres Iriarte
Andrs Eloy Burgos
Fabricio Vivas
Director:
Alexander Torres Iriarte
Correccin:
Miguel Ral Gmez
Diagramacin:
Luis Gil
Andrs Eloy Burgos
Supervisin grfica:
Gabriel Serrano Soto
Iconografa:
Romer Carrascal
Osmn Hernndez
Noelis Moreno

TIERRA FIRME

Los trabajos publicados en Tierra Firme, aparecen reseados en:


Social and Human Sciencies Documentation, Unesco, Pars;
Clase, Departamento de Biblioteca Latinoamericana, Mxico;
Word List of Ciencies Socials, Unesco, Francia;
Sociological Abstracts, Universidad de California
(UCLA), Estados Unidos
y Revista Interamericana de Bibliografa,
Organizacin de Estados Americanos (O. E. A.),
Washington, Estados Unidos.

TIERRA FIRME

SUMARIO
Presentacin

Un camino en el tiempo de Caracas. Apuntes para la reconstruccin histrica de los usos


y la transformacin espacial de Sabana Grande.
Miguel Daz Chang
9
Pinceladas de un Petareo: comentarios en torno a la vida
y obra de Brbaro Rivas (1893-1967).
Luis Fernando Castillo Herrera
27
La insurreccin del Coronel Francisco Mara Faras. La Revolucin de las Reformas en
la provincia de Maracaibo (1835-1836).
Alexander Zambrano 41
La gnesis del vecino. Algunas caractersticas de la formacin del Estado-Nacin en la
Nueva Granada (1810-1831).
Carlos Franco
77
Importancia histrica y estratgica de la Expedicin Libertadora de Los Cayos (1816).
Alexis Sal Palencia Hernndez / Jos Gregorio Maita Ruiz
93
Reseas
Vladimir Acosta. Las juntas criollas hispanoamericanas y el comienzo del proceso de
independencia. Caracas, Coleccin Bicentenario, 2013.
Miguel Arcngel Manrique Torrealba
103
Iraida Vargas y Mario Sanoja. La larga marcha hacia la sociedad comunal. Tesis sobre el
socialismo bolivariano. Caracas, Editorial El Perro y La Rana, 2015.
Roger Andrs Landa Reyes
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TIERRA FIRME

TIERRA FIRME

PRESENTACIN
En estos tiempos en que nuestra patria atraviesa una difcil situacin en todos los aspectos
de su vida social, Tierra Firme ratifica su compromiso en la fuerza renovada de continuar la
difusin de la historia nacional, conscientes de que solo apoyados en ella podremos superar
prontamente todos los obstculos. Esta fe se funda en las innumerables demostraciones de
resistencia que el pueblo venezolano ha exhibido a lo largo de su existencia. Es esa cualidad
del pueblo la que nos anima a perseverar- ahora ms que nunca- en nuestra misin de divulgar
los trabajos y contribuciones que en materia de historia regional y local, historiografa y las
ciencias sociales hacen los investigadores e investigadoras de Venezuela. Habiendo asumido
desde el primer nmero el proverbio de que la Historia nos aporta claves para vivir mejor,
cmo no habramos de aferrarnos a esta idea cuando se trata de actuar con conciencia
histrica en el presente para hacer posible un futuro mejor?
Tal y como lo habamos anunciado, Tierra Firme entra en una nueva etapa como revista
cientfica. A partir de este ao 2016 ha sido asumida por la Red de Historia, Memoria
y Patrimonio (RHMP) colectivo organizado de historiadores, profesores, estudiantes y
cronistas (no dependientes del Estado y/o institucin gubernamental). El equipo fundador
de nuestra revista encabezado por Pedro Calzadilla lvarez, Arstides Medina Rubio y
Carlos Viso, habiendo llevado durante tres dcadas y ms la realizacin de este magnfico
proyecto, han decidido pasar el testigo a una nueva generacin de investigadores, para que
prosigan en el complejo pero gratificante proceso de produccin editorial de la revista Tierra
Firme. Nos corresponde agradecer a estos tres maestros historiadores por el valioso servicio
prestado a la cultura de nuestro pas; garantizndoles que emplearemos su mismo entusiasmo
y determinacin en continuar con la publicacin. Aprovechamos asimismo la oportunidad
para informar a nuestros estimados lectores que la revista saldr publicada tres veces al
ao, cumpliendo una regularidad cuatrimestral, que la coloca en la periodicidad ptima
considerada por los principales ndex a nivel mundial para las revistas de ciencias sociales.
El presente nmero 110 de Tierra Firme cuenta con importantes contribuciones de
jvenes historiadores, como muestra de la incesante produccin intelectual que nuestras
academias, comunidades, institutos y universidades mantienen a pesar de las adversidades.
En primer lugar se presenta el trabajo del profesor Miguel Daz Chang, que trata sobre la
historia del que otrora fuera el suburbio caraqueo de Sabana Grande; una reconstruccin
histrica interesante para aquellos que desean conocer detalles de la evolucin espacial de
este emblemtico lugar de la ciudad capital. El segundo artculo, del tambin profesor Luis
Fernando Castillo Herrera, versa sobre la vida y obra del notable pintor petareo Brbaro
Rivas, personaje fundamental de nuestra galaxia pictrica contempornea. Inmediatamente,

TIERRA FIRME

en tercer lugar, la indagacin del historiador Alexander Zambrano acerca de la Revolucin


de las Reformas en la Provincia de Maracaibo, un estudio que contribuye a la comprensin
de esta particular crisis poltica del siglo XIX venezolano. Abrimos as con tres estudios
claramente identificados con el enfoque de la historia regional y local, honrando de esta
manera la misin con que nacimos en 1983. Les sigue el trabajo de Carlos Franco, quien
aborda el complejo proceso de conformacin del Estado-Nacin de la Nueva Granada (18101831); y cerramos con el artculo de los investigadores Alexis Sal Palencia Hernndez y Jos
Gregorio Maita Ruiz, quienes a propsito del bicentenario de la Expedicin de Los Cayos,
realizaron un balance acerca de la importancia histrica y estratgica de esta campaa naval
de la guerra de independencia.
Dos reseas de libros, gentilmente aportadas por Miguel Arcngel Manrique Torrealba y
Roger Andrs Landa Reyes respectivamente, cierran el nmero 110 de nuestra revista Tierra
Firme. Enhorabuena porque ambas son de libros escritos por autores venezolanos.
Esperamos pues que sea del agrado de nuestros respetados lectores el contenido que
ofrecemos a continuacin y agradecemos de antemano el homenaje que con su lectura
brindan a todos los que se dedican a la edificante tarea de historiar.

TIERRA FIRME

Tierra Firme. N 110 Caracas-Venezuela,


Ao 2016, Enero-Abril, pp. 9-26

Un camino en el tiempo de
Caracas. Apuntes para la
reconstruccin histrica de los
usos y la transformacin espacial
de Sabana Grande
Miguel Daz Chang
Instituto Pedaggico de Caracas

Resumen: El presente trabajo tiene por objeto de estudio las transformaciones ocurridas
en la localidad de Sabana Grande, ubicada en la parroquia El Recreo, como parte de los
procesos de urbanizacin que, con la expansin hacia el este de la ciudad de Caracas, se
inician en el albor del siglo XX. El objetivo, planteado con el enfoque de la Historia Local,
es interpretar la incidencia de las transformaciones espaciales en la vida econmica y social
de la localidad, atisbar la interaccin de representaciones y realizaciones en diversos mbitos
locales. Este recorrido se inicia en la buclica calle Real de Sabana Grande, de finales del
siglo XIX, y finaliza en el bulevar inaugurado, con motivo de la finalizacin de las obras del
Metro de Caracas, al inicio de los aos ochenta del siglo XX. Se concluye que Sabana Grande
es la metfora de un caleidoscopio, la representacin urbana por excelencia.
Palabras clave: Urbanismo, Transformaciones espaciales, Interaccin de
representaciones, Caracas, Usos del espacio.
Introduccin

a vida de los seres humanos est


indiscutiblemente ligada al espacio
fsico en el cual se desenvuelven.
Esta premisa, aunque muy bsica, ha pasado desapercibida en el compendio general
de nuestra historia nacional. Muchos relatos
histricos parecen ocurrir en algn espacio

lejano, difcil de describir o descrito brevemente; cuando no, pareciera que transcurrieran en un no-lugar apegado nicamente a las
determinaciones del tiempo. Tomar en cuenta esta falencia ha sido vital para los nuevos
emprendimientos historiogrficos, en especial los del enfoque de la Historia Regional y

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TIERRA FIRME

Local. Desde esta corriente historiogrfica,


de arraigada tradicin en Venezuela, se ha
dado importancia al estudio del espacio y
sus relaciones con el discurrir histrico.
El enfoque de la Historia Regional y Local permite acercarnos a realidades que de
otra forma seran sumamente difciles de
apreciar. Para el historiador regional y local
la comprensin de los procesos considerados menores pueden arrojar luces sobre
problemas historiogrficos de envergadura
nacional. Este tipo de anlisis no pretende desmembrar el todo hasta convertirlo
en minsculas partculas que dificulten su
comprensin; al contrario trata de abordar
el estudio de las partes sin desprenderlas
del todo, establecer niveles de anlisis que
permitan entender, a la luz de una constante
relacin entre los grandes y pequeos procesos, las continuidades y rupturas en un mbito espacial de menor envergadura.
Olivier Dollfus, gegrafo francs, sostiene
que el espacio es el soporte de dos tipos de
relaciones. Las primeras tienen que ver con
el medio fsico, sus caractersticas y cmo
estas ejercen influencia en la conformacin
de los espacios culturales. Las segundas se
asocian a la conformacin de las sociedades
humanas, las cuales operan transformaciones en el espacio mediante un ordenamiento
que va ligado a la densidad de poblacin, y
a la organizacin social y econmica, en un
determinado tiempo y momento histrico
(citado en Rodrguez, J. A., 2000: 36-37)
Desde esta perspectiva, el espacio es una
fuente rica en informacin, un documento al
cual podemos acudir. Como toda fuente el
espacio tiene caractersticas que lo definen.
Segn Rodrguez, J. A., podemos caracterizarlo por ser localizable, diferenciado y

cambiante. Localizable por poseer coordenadas geogrficas que nos permiten conocer
lugar y posicin. Diferenciado en funcin de
su unicidad, por los elementos que definen
un espacio de otro. Y cambiante porque las
relaciones que se dan en el tiempo entre los
seres humanos y el espacio hacen que en
cada perodo histrico este tenga caractersticas propias, que resaltan y que son producto de su tiempo (2000: 37).
El presente trabajo constituye una aproximacin al conocimiento de las caractersticas que definen el espacio local del sector
Sabana Grande, ubicado en la parroquia
caraquea El Recreo. Mediante una reconstruccin histrica nos acercaremos al proceso de urbanizacin y transformacin de la
ciudad de Caracas, asistiendo a un captulo
de este proceso, un apartado que nos permita
comprender los diferentes usos que ha tenido el espacio a lo largo de poco ms de cien
aos. Nos anima un impulso comprensivo
por conocer, en especial, los cambios operados en las representaciones, los usos y las
relaciones sociales y econmicas en el mbito local.

HACIA UNA PRIMERA


CARACTERIZACIN
DE LA LOCALIDAD.
TRANSFORMACIN Y USOS
DEL ESPACIO EN SABANA
GRANDE DESDE EL SIGLO
XVIII HASTA FINALES DEL XIX
El siglo XVIII vio emerger en los alrededores de la cuadrcula caraquea diversos asentamientos que, con el inicio del siglo XIX,
fueron mermando en su reproduccin, primero, por el terremoto de 1812, y despus, por

TIERRA FIRME

la contingencia de la lucha independentista.


Esta situacin empez a modificarse tan solo
a mediados del decimonono (Acosta Saignes
citado en Lpez Maya, M., 1986: 116-118).
Hecho que se evidencia en los datos poblacionales de 1851, ao en el que la localidad apenas contaba los 1250 residentes (Lpez Maya,
M., 1986: 54). La extensin y soledad de estos
espacios facilitaban la absorcin de la demanda de vivienda. A principios del siglo XIX
los lmites orientales de Caracas estaban en
La Candelaria. Sin embargo la construccin del puente sobre la quebrada Anauco
(...) facilit la comunicacin con el poblado
de Sabana Grande (Lpez Maya, M., 1986:
32). La localidad de Sabana Grande empez a
estrechar sus vnculos con Caracas debido al
paso obligatorio que esta zona fornea constitua para las mercaderas y vveres provenientes del este, especficamente de Petare y de
los valles de los actuales estados Miranda y
Aragua. La zona tambin constitua un territorio de acopio para los capitalinos. Este no
resulta un dato menor, ya que la localidad era
productora de caa, caf, legumbres y maz.
Para mediados del siglo XIX la localidad
era susceptible de convertirse en parroquia,
por su ingente actividad agrcola, el crecimiento de su poblacin y la aparicin notoria
de viviendas. La necesidad de dar asistencia
religiosa a los feligreses era imperiosa. En
1864, se crea el Distrito Federal. El entonces
presidente de la Repblica, Juan Crisstomo
Falcn, establece un nuevo ordenamiento del
territorio de Caracas y sus alrededores. El
recin creado distrito estaba constituido por
una serie de parroquias, entre ellas la fornea El Recreo, unidad poltico administrativa en la cual se ubica desde entonces Sabana
Grande (Gmez, J., 1989: 5).

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La nueva parroquia era un espacio eminentemente rural, cuyo uso estaba destinado
prioritariamente a la produccin de bienes de
consumo agrcola y pecuario. An en el ao
1891 El Recreo era agrcola en su totalidad.
Segn el Censo Nacional de ese ao existan tres plantos de caa, un trapiche, siete
plantos de caf, un alambique, una trilla y
53 plantos de frutos menores (Lpez Maya,
M. 1986: 110). Las caractersticas de un espacio como este lo convierten en proveedor de
sustento material para Caracas, receptor de la
demanda de vivienda que la ciudad no poda
absorber y lugar para el descanso y disfrute
de los caraqueos. El espacio es ordenado y
distribuido para los sembrados productivos.
Los establecimientos de vivienda los constituyen unas pocas casas de campo, desvencijadas quintas y escasos ranchos de negros,
ms all de la produccin agrcola, Sabana
Grande es solo un lugar de veraneo (Lpez
Maya, M., 1986: 119-120).
Las extensiones territoriales a lo largo del
camino del este, entre ellas Sabana Grande,
constituan un rea de valle con ingente fertilidad y actividad. Lpez Maya, acua el trmino paisaje de suburbio para referirse a estos espacios forneos que guardan un nexo de
dependencia con Caracas, el cual, de forma
evidente, regula el uso del espacio, propicia
su inclinacin agrcola y delinea su matiz de
lugar de paso en el camino Caracas-Petare.
Sabana Grande no es nicamente un enorme granero sino tambin un lugar de descanso y recreacin para los caraqueos. Este uso
recreativo estar signado por las diferencias
entre estamentos, las cuales restringan el
uso de los espacios y la realizacin de actividades. A mediados del siglo XIX los caraqueos de linaje y fortuna comprobada

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TIERRA FIRME

incursionaban en Sabana Grande para refugiarse durante unos das en las casonas de su
propiedad. En ellas daban paseos al aire libre,
se sentaban a la sombra de los rboles y hasta
realizaban picnics en lugares destinados a tal
fin! A pesar de no existir las condiciones de
infraestructura asistan con regularidad. Segn testimonios conservados de la poca era
comn observar a personas mojando sus pies
a orillas de las quebradas que bordeaban la
zona (Alfaro-Pareja, F., 2007: 307-308).
Con la aparicin, en primer lugar, de la
ruta del ferrocarril Caracas-Sabana Grande
-que funcion entre 1862 y 1864-; en segundo lugar, la construccin de la carretera del
este en 1878; y por ltimo la fabricacin, en
1886, de una nueva ruta ferroviaria, esta vez
con extensin Caracas-Petare, se consolidaron los nexos definitivos entre Caracas y su
periferia: (...) la carretera del este consolid
el fenmeno de acercamiento entre Caracas y los pueblos del este, producindose un
avance del suburbio caraqueo o si se quiere
un crecimiento de pueblos que existan que
fueron llegando a encontrarse con la capital
(Lpez Maya, M., 1986: 34). Este ensanchamiento o acercamiento del este hacia Caracas
devino en una socializacin del espacio. La
segregacin racial y econmica que reservaba
a los ms pudientes el acceso a la zona empezara a mermar.
A finales del siglo XIX Sabana Grande
constitua un lugar consolidado de esparcimiento para los caraqueos; especialmente
cuando a partir de 1895 se inaugura el Hipdromo de Sabana Grande1. Durante casi
13 aos (hasta 1908) este fue lugar de encuentro de los ms finos caraqueos, de la
1

Ubicado en el espacio que actualmente ocupa la urbanizacin Las Delicias.

talla de Arturo Michelena, pero tambin de


grupos diversos, aficionados a la hpica, que
provenan de estratos sociales no potentados
(Alfaro-Pareja, F., 2007: 308-309).
Esta nueva dinmica denota una alteracin, no solo del espacio fsico; tambin deja
entrever el inicio de una apertura social en
el uso de esos espacios, situacin que no
se evidenciaba a mediados del siglo. Sabana Grande, como comenz a llamarse (...)
porque despus de la profunda quebrada
llamada de Mariprez se revelaba como una
amplia extensin de terreno ininterrumpida
hasta la quebrada de Chacato (...) (Barreto, M., 1984: 73), constituy, durante el siglo
XIX y hasta inicios del siglo XX, un pequeo poblado en la periferia caraquea, caracterizado por un uso del espacio destinado a
actividades productivas, y en menor medida
habitacionales y recreativas. El paisaje eminentemente rural estaba caracterizado por
sembrados, plantaciones y extensos pastizales para el ganado. Esta localidad se ubicaba al borde de un camino de tierra que estaba de paso hacia las pulperas de Chacato,
lugar donde la carretera del este hacia Petare
tena una parada obligatoria. Sabana Grande
fue por mucho tiempo una zona perifrica
a la que nicamente tenan acceso quienes
llevaban y traan sus mercaderas y aquellos
viajeros pudientes para quienes acercarse a
tan alejados parajes constitua una aventura
de esparcimiento. La tierra y lo que en ella
se produca era propiedad de caraqueos que
nicamente se acercaban en determinadas
pocas del ao, bien fuera para supervisar
las actividades productivas de sus tierras y
esclavos o para pasar unos das de descanso
en un ambiente alejado de la vida de la ciudad. Esta paz buclica se vera interrumpida

TIERRA FIRME

por la abrupta transformacin que a partir


de las tres primeras dcadas del siglo XX le
deparaba a Venezuela y a toda Caracas con
la irrupcin del petrleo.

DESDE LA PERIFERIA
HASTA EL CENTRO. SABANA
GRANDE A PARTIR DE LA
EXPANSIN DEMOGRFICA
DE CARACAS (PRINCIPIOS
DEL SIGLO XX)
Las transformaciones en el paisaje de suburbio se dieron de forma paulatina desde
finales del siglo XIX. Esta situacin era
producto de la fuerza que la economa cafetalera an tena y a la preponderancia de la
actividad agrcola en la localidad de Sabana
Grande. Este influjo mantuvo a los poblados
del este en sus caractersticas agrcolas hasta
bien entrado el siglo XX (Lpez Maya, M.,
1986: 35). Ahora bien, el siglo XX venezolano va a estar marcado por la fuerza del petrleo; esa misma que irrumpe en el cielo
marabino con el estallido de los primeros
pozos, ser la que ms incida en las transformaciones fsicas en el territorio venezolano.
La caracterstica principal de estos cambios
fue la de expansin de los espacios urbanos
en detrimento de los rurales.
Si bien en Venezuela el proceso de transformaciones de lo rural hacia lo urbano
estuvo marcado por la preponderancia del
petrleo, no se debe soslayar el hecho de
que el continente americano, en especial el
Cono Sur, atraves por procesos similares
de urbanizacin, mejoras en salud, sanidad
y erradicacin progresiva de enfermedades infecciosas. Estos hechos, junto a los
procesos de modernizacin de los estados

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nacionales, la expansin de la participacin


poltica, el crecimiento de los mercados
internos producto de las inversiones nacionales y transnacionales, y los movimientos
migratorios, fueron determinantes para
invertir la balanza del continente en poco
ms de seis lustros. Este pas de tener, a
principios de 1930, una poblacin cuyo
hbitat era mayoritariamente rural, a una
cuyos asentamientos ms poblados se ubicaban, para 1960, en centros urbanos o en
su periferia (Cartay, R., 2003: 51).
En el caso de Caracas su transformacin
fsica estuvo marcada por el denominado
ensanche hacia el este, evento modificador
que inaugura una serie de cambios en el uso
de la tierra, obligando a dueos de haciendas agroproductivas a parcelar y vender. El
nuevo uso ser el de la vivienda, modificacin a partir de la cual surgieron las primeras urbanizaciones (Alfaro-Pareja, F., 2007:
309-310). Sabana Grande es ahora, junto al
este de Caracas, epicentro de cambios y
transformaciones abruptas. Intentaremos
acercarnos a las nuevas caractersticas
de la localidad, sealando los elementos
que incidieron de manera significativa en
su transformacin urbana. Apuntar la reflexin hacia el caleidoscopio de representaciones que el proceso de urbanizacin
inaugura en la mentalidad de la sociedad
caraquea y que en Sabana Grande tuvieron su pasarela durante dcadas.
En 1920 la ciudad de Caracas apenas llega hasta el actual Parque Los Caobos, sigue
siendo aquella ciudad de los techos rojos.
Es a finales de esa dcada cuando empieza
el proceso de transformaciones conocido
como el ensanche hacia el este (Cartay, R.,
2003: 66), y la localidad de Sabana Grande

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TIERRA FIRME

pasa a convertirse en la puerta de entrada


hacia la novedad de la ciudad (Barreto, M.,
1984: 73). De parroquia fornea a epicentro de las transformaciones. Sabana Grande
segua siendo lugar de paso para ir desde
Caracas hacia el este y viceversa; solo que
ahora este trnsito se vea promovido por
la construccin de urbanismos como La
Florida y Las Delicias de Sabana Grande,
en 1928, e incentivado por una creciente
preocupacin del Estado en la inversin,
diseo y ejecucin de programas urbansticos. Quizs el ms recordado de estos sea el
inconcluso Plan Rotival, de 1940.
Sabana Grande: (...) fue uno de los nidos ms frtiles que acogi la llegada del
nuevo orden urbano, para nunca ms deslastrarse de la condicin de punto de encuentro, albergue y reflejo de las diversas
transformaciones que experimentara la
sociedad caraquea (Andrade, V., 2004:
29). Es el auge del modernismo, la arquitectura y la ingeniera de corte funcionalista. Estas concepciones no solo inciden en
los proyectos de planificacin urbana sino
tambin en el imaginario del caraqueo,
habitante de Sabana Grande, asombrado
por la magnitud de las obras, empapado por
el auge de un discurso progresista que prometa excelso bienestar.
No queda lugar a dudas del cambio que se
comporta desde el Estado y desde las empresas privadas. El este se cotiza a precios
elevados y las pujas por construir la ciudad
del futuro son elevadas. En la dcada de
1940 Sabana Grande ya aparece como polo
comercial para familias de clase media y
alta (Barreto, M., 1984: 76). El arquitecto
Luis Roche fue el gran constructor del este,
y junto a l muchos otros fueron partcipes

de ms de cien proyectos para la construccin de urbanizaciones de lujo entre los


aos 1937 y 1957 (Frechilla, citado en Cartay, R., 2003: 66). El libro Sabana Grande
era una fiesta, describe con elocuencia y
con magnfica frase el cambio que signific para la zona: () al concluir la marcha
hacia el este, la ciudad se miraba el ombligo (Mas, F., 2004: 134).
Una estampida urbana se expande avasallando las haciendas y las plantaciones, es la
supresin de la estrecha relacin entre la vida
del trabajo y la vida domstica que hace de la
ciudad un olvido del campo. Este es un atributo de la ciudad, en su onda expansiva, casi
indetenible va olvidando su relacin de dependencia con el campo, lo avasalla, lo suprime.
As Sabana Grande dejar atrs su buclica
existencia decimonnica, va convirtindose
en punto ideal para la puesta en marcha de innovaciones y modismos arquitectnicos. No
volver a tener un paisaje agrcola. La relacin
de la localidad con la ciudad de Caracas ya no
ser la del proveedor de materias para el consumo. En esa nueva Caracas, Sabana Grande
jugar un papel de vitrina de exhibicin de la
ciudad posible.
Con la aparicin del automvil y una nueva
conjuncin entre especuladores criollos de la
tierra e intereses transnacionales, se configuran para Venezuela caractersticas viales
basadas en este medio de transporte; lo cual
incide en la construccin de una red vial que
para la dcada de 1950 ha delineado la fisionoma bsica de Caracas, como una ciudad cuyos
espacios no fueron pensados para transitar de
forma libre por el peatn, cindose ms a una
red intrincada para el traslado en automvil
(Posani, citado en Barreto, M., 1984: 77; Almandoz, A., 2000).

TIERRA FIRME

Esta nueva configuracin afect la conformacin primaria de la ciudad. El casco histrico y sus alrededores van perdiendo prestigio y
habitantes, se convierte en punto de partida del
poder poltico; los caraqueos se dispersan en
una ciudad que se ensancha dramticamente.
En Estudio de Caracas, una investigacin realizada por la Universidad Central de Venezuela en el ao de 1967, se afirma: () la ciudad
se expanda en todas direcciones, desbordando sus lmites tradicionales, y los grupos de
mayores recursos se asentaban en el este (...),
mientras los ms pobres se iban a vivir hacia
el oeste y el sur (UCV, citada en Cartay, R.,
2003: 53). Estos cambios hacen que en torno a
Sabana Grande se vaya configurando una zona
de trnsito vehicular abundante, caracterizada
por ser el lugar de convivencia de las clases
ms privilegiadas; este ltimo aspecto no es
llamativo si recordamos las caractersticas
de la localidad durante el siglo XIX. Lo importante ac son los nuevos contenidos de los
que la localidad va cargndose, el discurso de
un modernismo basado en el confort y dems
suntuosidades relacionadas a la idea del progreso. Mario Briceo Iragorry ilustra bien esta
interpretacin en la introduccin al libro As es
Caracas, publicado en 1951 con la intencin
de recoger la imagen de la nueva Caracas:
As es Caracas revela en forma
artstica y sugestiva el progreso
acelerado que est transformando
la vieja ciudad de los techos rojos
en masa imponente de edificios de
moderna y empinada arquitectura
(...). Un sueo constante de progreso
ha venido a realizarse, (El mes financiero y econmico de Venezuela,
1951: s/p).

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Se evidencia una expresin entusiasta por


develar un mundo de posibilidades, fundadas en el flujo de dinero que el erario pblico
recibe a cuenta de las concesiones petroleras. No es casual que don Mario escriba estas palabras en 1951, pues Caracas llevaba
ya veinte aos imbuida en un proceso turbulento de transformaciones estructurales, que
no cesaron durante la dictadura del general
Marcos Prez Jimnez. La ciudad es ahora
moderna y cosmopolita. Sabana Grande y
su Gran Avenida son el centro comercial de
Caracas. Al rea que va desde Plaza Venezuela hasta Chacato acuden los caraqueos
de elevado poder adquisitivo a comprar las
mejores marcas de ropa, alhajas, calzado,
automviles, todo importado desde Europa
y los Estados Unidos. Las vitrinas exhiben
lo que un ciudadano moderno requiere, la
idea de la belleza radica en lo material. La
suntuosidad de las marcas es sinnimo de
placer, este ltimo entendido como el anhelo
irrefrenable por adquirir la ltima moda.
El nuevo espacio, la Gran Avenida de Sabana Grande es convertido al uso comercial
y de servicios a partir de la dcada de 1950.
Es el lugar elegido para las sedes bancarias
y profesionales. La remodelacin de la localidad responde a los intereses de sectores
minoritarios, es el reflejo de una utopa de
lo moderno, lo eficiente y lo posible. En el
libro 1950: El espritu moderno, los autores
afirman que: () a la distancia del medio
siglo [la Caracas] de los aos cincuenta es
la ciudad del capitalismo y de la expansin
(Fundacin Corp Group Centro Cultural,
1998: 104).
Sabana Grande fue el lugar de confluencia
de las transformaciones fsicas y psicosociales de la ciudad de Caracas. Entre 1950

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TIERRA FIRME

a 1960 se erigi la configuracin definitiva


hacia la caracterstica urbana basada en un
uso residencial, comercial y profesional. Se
constituy un eje entre la Plaza Venezuela, la Gran Avenida de Sabana Grande y la
avenida Francisco de Miranda en Chacao.
Grandes edificios como el Centro Profesional del Este, ubicado en la avenida Casanova Godoy y la sede del Banco Unin, erigido en la calle Negrn, dan cuenta, an en
la actualidad, de la inclinacin a establecer
sedes empresariales.
Resulta notorio que tanto en su versin buclica como urbana, Sabana Grande estuvo
sujeta a la propiedad de unos pocos, quienes
contribuyeron con la modificacin de las estructuras de uso que tuvo y tiene el espacio
en la localidad. Hecho resaltante en la definitiva configuracin urbana del espacio.
Ahora bien, si con el transcurrir del tiempo
se reform la estructura social venezolana,
pasando de estamentos cerrados a clases sociales cuyos individuos podan, bajo la gida
de mltiples factores sociales e individuales,
subir o bajar peldaos dentro de la pirmide
social, la socializacin de Sabana Grande,
el uso y disfrute del espacio para grupos de
diversa procedencia econmica, no se vio de
forma ostensible sino hasta la aparicin del
Metro de Caracas, a partir de 1983.

DE LA GRAN AVENIDA
AL BULEVAR. LA
TRANSFORMACIN DEL
ESPACIO Y LOS USOS URBANOS
DE SABANA GRANDE
Desde la perspectiva de los estudios
regionales y locales, los aportes tericos de
disciplinas prximas o lejanas a la historia
son plausibles. Bajo esta premisa, en este
ltimo acpite, asistindonos de elementos
conceptuales del urbanismo y la filosofa de
la ciudad, intentaremos acercarnos de forma
crtica a las caractersticas de la Sabana
Grande urbana, a su dinmica citadina y a los
elementos psicosociales que dan cuenta de
una transformacin de los usos del espacio,
mediante el estudio de elementos diversos
que coexisten con la actividad humana.
La ciudad y lo urbano tienen un valor cultural innegable, son el escenario donde se desenvuelve de forma predominante el drama del
ser humano contemporneo. En este sentido,
la importancia de la ciudad como objeto de estudio radica en un valor de memoria. Este valor estriba en la introduccin de elementos de
anlisis ms all de los documentos oficiales;
plantea que las viviendas, los comercios y dems elementos de la ciudad tambin poseen su
importancia desde el punto de vista histrico
(Gonzlez, L., 1991: 72). As mismo, el valor
simblico parte de la premisa de que la ciudad
visibiliza conceptos o valores: El orden urbanstico no solo refleja el orden social, sino
la razn metafsica o divina de la institucin
urbana (Gonzlez, L., 1991: 73). La ciudad
contiene un valor esttico-artstico, del cual se
desprende que esta es un producto artstico, establecindose una conexin de identidad entre
el arte y la historia (Gonzlez, L., 1991: 76).

TIERRA FIRME

Las tres dcadas que transcurren desde


1960 hasta 1990 representan el auge y la cada del esplendor de Sabana Grande. Este perodo en particular contiene la configuracin
definitiva de Caracas como rea urbana, el
asentamiento de Sabana Grande como punto
neurlgico de la ciudad y su dinamizacin
cultural, econmica y hasta racial. Estos
cambios son producto, entre otros fenmenos, del reordenamiento poltico y econmico que trajo consigo la finalizacin de la
Segunda Guerra Mundial; la hegemona que
las configuraciones urbanas pasaron a tener
sobre el antiguo orden agrcola y rural; y la
apertura social e ideolgica que empez a
gestarse en el pas con la cada de la dictadura del general Marcos Prez Jimnez en
enero de 1958.
Encontramos en la Sabana Grande urbana, a partir de los aos sesenta, el teatro,
la pasarela de cierto grupo de caraqueos e
individuos de otras latitudes; es: () el lugar de encuentro alternativo: el lugar de los
paseos, las tertulias, las compras, el buen
comer, y en general el sitio de disfrute (Andrade, V., 2004: 54). Uno de los elementos
que por esos aos va a caracterizar a la localidad es la europeizacin de sus comercios,
en especial los establecimientos dedicados a
la oferta de comida y bebidas no alcohlicas.
Se vuelve comn la instalacin de mesas y
sillas, al modo de las terrazas parisinas y
londinenses, el caf de la tarde, el encuentro
para charlar de poltica y literatura; se nutre
el espacio de contenidos llegados desde Europa, trados por una clase inmigrante fundamentalmente proletaria.
La avenida Abraham Lincoln, mejor
conocida como la calle Real de Sabana
Grande, era el lugar de confluencia de la

17

intelectualidad venezolana de las dcadas


de 1970 y 1980. En sus bares y cafs se
daban cita los literatos; personajes como
Juan Snchez Pelez, Vctor Valera Mora,
Salvador Garmendia, Miy Vestrini, entre
otros. Militantes de izquierda como Rafael
Cadenas, Manuel Caballero o personalidades de la talla de Gabriel Garca Mrquez.
Eran frecuentes los encuentros en libreras
y bares, la mayora marcados por un sentimiento y pensamiento crtico, adversos a
las polticas de los gobiernos de entonces.
Se evidencia un cambio en la dinmica social, una apertura del uso del espacio.
Estos rasgos se evidencian con preponderancia en el espacio pblico, lugar por excelencia de la ciudad: (...) este es el medio a
travs del cual una ciudad informa sobre su
esencia, identidad, historia (...) (Hernndez,
M., 2005: 8). Si el espacio pblico contiene
informacin, datos y pistas de diversa ndole,
resulta ser un material riqusimo para la configuracin de niveles de entendimiento alrededor de la localidad. En el caso que nos atae, resulta peculiar la relacin contradictoria
que se da entre una apertura social en el uso y
disfrute del espacio pblico y la permanencia
de cerramientos en torno al usufructo de la
propiedad. Las estructuras siguen su paso a
la sombra de un orden especulativo de bienes
races que hacen de Sabana Grande una zona
de alto valor monetario, mientras que las representaciones culturales que se dan en sus
espacios abiertos tienen procedencia geogrfica, econmica e ideolgica diversa.
Y es que lo urbano, como perfil fundamental de la nueva Sabana Grande, trae
consigo un rasgo esencial de la ciudad,
uno de sus atributos, en palabras de Georges Lefebvre: Lo urbano tiene el rasgo

18

TIERRA FIRME

esencial de la concentracin, la aglomeracin, y por ello exige y necesita del encuentro y la interaccin continua entre elementos representativos de todo lo que va
ligado a la existencia humana (citado en
Almandoz, A., 2000: 46). Esta concentracin, esta amalgama de diversas generaciones y procedencias est bien documentada
por el fotgrafo Vasco Szinetar; su trabajo
nos ofrece una mirada de primer orden en
torno a los grupos que en aquellos aos se
reunan en la localidad. Y es que el auge de
Sabana Grande estuvo en ser el lugar donde
se daba: () la confluencia cosmopolita de
la capital (...) (Mas, F., 2004: 13).
Toda esta actividad marca profundamente
a la localidad. Los nuevos contenidos estn
representados en usos diversos, fundamentalmente asociados a una apertura cultural
que trae elementos recreativos de diversa
ndole, tales como bares, prostbulos, discotecas, libreras, salas itinerantes de exposicin. Nuevas estructuras, cargadas con la
idea del orden, la limpieza, la seguridad y la
comodidad, tambin aparecen; hablamos del
centro comercial. Asimismo nos topamos
con la permanencia de aquellos primeros
levantamientos arquitectnicos, su modernismo y funcionalidad, acaecidos durante
la dcada de los cincuenta, ya consolidados.
En la seleccin de fotografas que aparece
en el libro de Mas puede observarse un registro del acontecer urbano en la localidad.
Era el sitio nocturno para los cortejos, el
lugar elegido para las caravanas de graduacin, para la celebracin del carnaval. Una
fotografa de Tejada refleja, con la frase que
la acompaa, la representacin y la realidad
de Sabana Grande entre los setenta y ochenta; al pie de la foto puede leerse: El bulevar

se convierte en el Times Square caraqueo.


Se observa un cmulo de personas transitando por la avenida, en medio de una noche
iluminada por grandes avisos de nen. La
crnica pareciera apuntar al logro del progreso que, en la introduccin de As es Caracas (1951), sealaba Briceo Iragorry.
Todas estas representaciones urbanas
tienen su encuentro en Sabana Grande. A
mediados de los setenta la localidad es:
(...) [el] centro neurlgico de la capital,
[donde] concurren gentes de diferente
cultura y tradicin(Ryder, G., 1974: s/p).
Sergio Dahbar hace una interpretacin
anloga con la de Ryder: (...)la dorada
dcada saudita, en referencia a los aos
setenta, se vio reflejada en toda Sabana
Grande como un gran caleidoscopio
(Dahbar, citado en Mas, F. 2004: 9).
Existen mltiples referencias en libros
que agrupan reconstrucciones fotogrficas
de la ciudad de Caracas a lo largo del siglo
XX; en estas pueden observarse contadas
imgenes de Sabana Grande. Es destacable
el hecho de que la localidad aglomer un
conjunto de establecimientos comerciales y
de servicios que la convirtieron en lugar de
anhelos y necesidades. A esto le sumamos la
configuracin vertical de las edificaciones,
el constante fluir de los automviles y las luces de nen de llamativos colores que iban
llenando los espacios a la vista. Los cafs de
estilo europeo y las camineras, en conjuncin con la red vial, le daban caractersticas
nicas. Las actividades ilcitas de la noche,
como la prostitucin de mujeres y transgneros, el consumo de sustancias prohibidas
y de alcohol tambin constituan expresiones de los nuevos usos. Se cumple la utopa,
la comodidad y el confort, pero tambin se

TIERRA FIRME

manifiesta la segregacin econmica en un


espacio configurado para las clases media y
alta; en fin, se expresa la ciudad y lo urbano
de forma total en Sabana Grande, todo caraqueo anhela habitar en el este, encontrarse
en la Calle Real.
Este anhelo de habitabilidad se ampla con
la aparicin del Metro de Caracas. La finalizacin de sus obras bajo tierra y la reconfiguracin de la superficie generan expectativa. La
Gran Avenida ahora es un bulevar, un kilmetro y medio desde la entrada oeste de Sabana
Grande hasta Chacato. En Crnica de Caracas se lee, al pie de una foto que expone los
espacios recin inaugurados: La expectativa
del sector de Sabana Grande, con la inauguracin de los servicios viales, y la conclusin
de los accesos a la estacin del Metro, darn
definitivamente un toque de ciudad moderna a
este sector (...) (Alcalda del Municipio Libertador, 1980: 235). La transformacin operada
por la inauguracin del Metro en 1983 es total.
La socializacin de la ciudad de Caracas, la
posibilidad real de asistir al encuentro de mltiples espacios, sin importar la procedencia ni
la distancia, se dio a partir de la inauguracin
del sistema de transporte subterrneo, en su
primera fase desde Propatria hasta Chacato.
En el prlogo de Sabana Grande era una fiesta, Sergio Dahbar afirma:
El Metro de Caracas, impoluto y
desinfectado en su nacimiento, sirvi de catalizador en una ciudad que
haba crecido, pero que mantena la
violencia y la diferencia entre sus
clases a raya, en una periferia que
casi nunca se acercaba al corazn
de la capital. Un servicio pblico
eficiente y econmico abri por fin

19

las puertas de la democratizacin


social caraquea (Mas, F., 2004:
10).
La localidad emerge reconfigurada por una
interaccin que incorpora a cientos de personas diariamente. Bien sea para el trabajo,
para el paseo o el disfrute, porque se tiene en
la localidad el sitio de vivienda, porque se
acercaban a una librera a consultar y comprar textos universitarios, Sabana Grande
los recibe a todos. El espacio ha sido transformado de acuerdo con las necesidades de
la urbe y de sus habitantes.

ATANDO CABOS.
A MODO DE CONCLUSIN.
En la historia de la transformacin urbana de la ciudad de Caracas, la localidad de
Sabana Grande tiene un papel relevante. Al
igual que muchos otros lugares adyacentes
a la cuadrcula caraquea de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, Sabana
Grande atraves un proceso vertiginoso de
transformaciones que respondan a las necesidades de ensanchamiento de una ciudad
que se le haba quedado pequea al poder
poltico y econmico nacional y a los intereses transnacionales cuyos capitales empezaban a ser atrados por la novedad petrolera.
La localidad del siglo XIX, parroquia
fornea, lugar alejado, de caractersticas
agrcolas y rurales, fue acercndose, en su
discurrir histrico, a la ciudad de Caracas,
amalgamndose en una nica configuracin
poltico administrativa que proyect la idea
de una ciudad grande, en franca expansin,
imagen de lo posible, utopa de la modernidad en los conceptos arquitectnicos y

20

TIERRA FIRME

urbansticos de las tres primeras dcadas


del siglo XX.
Sabana Grande vio modificarse sus espacios y usos. Como caracterstica principal
de las ciudades contemporneas, la relacin
entre la vida del trabajo y la vida domstica
se quiebra, lo urbano se superpone a lo rural,
y la vida en la localidad pasar a cargarse
de contenidos relacionados con el comercio,
con la belleza fundada en lo material. Se
configuran estructuras laborales de tipo profesional, con la ereccin de sedes bancarias
y de empresas transnacionales. La trilla ser
sustituida por el maletn; la mula o el caballo
dejarn su paso, primero, al tranva, luego al
automvil; el rancho y la quinta del negro,
la casona del terrateniente, se derrumbarn
ante la fuerza inesperada de los vehculos de
carga que, llenos de mpetu transportaron
los materiales para las nuevas urbanizaciones, abriendo camino desde finales de los
aos veinte hasta el inicio de los aos sesenta al asentamiento de las nuevas residencias
permanentes de las clases media y alta.
Estos cambios espaciales incidieron de forma notoria en las jerarquas estamentales de
tipo racial existentes a finales del siglo XIX;
la socializacin aparece ahora fundada en las
relaciones de poder que establece el dinero.
Durante las dcadas de los cincuenta y sesenta del siglo XX Sabana Grande se convirti
en la expresin mxime de la confluencia y
la aglomeracin, la representacin e interaccin de identidades mltiples en sus espacios,
en sus habitantes y transentes, camineras y
calles. Es el centro neurlgico de una nueva
Caracas, diferente a la de los techos rojos. Es
el ombligo de las posibilidades, por lo menos
en el discurso que transportan sus vitrinas y
edificaciones, en el eco que dejan a su paso

los vehculos. La transformacin se oper


paulatinamente. Al finalizar los sesenta la
localidad es la puerta de entrada al este de la
Caracas cosmopolita.
La historia de la localidad se manifiesta en
la experiencia de lo artstico en sus monumentos y edificaciones, reflejo continuo de
lo urbano, lo funcional, lo impoluto y deseable. Pero tambin en el elemento privativo
que imponen los caporales econmicos y el
mercado especulativo de bienes races. En
la segregacin y exclusin material que se
instala, configura los usos de la propiedad,
parcela la tierra, vende y compra.
Finalmente, la ciudad se abre cual boca de
can, expulsa la tierra de sus entraas, permitiendo el paso de maquinaria y obreros. El
Metro de Caracas abre las puertas del este,
permite el acceso de nuevos contenidos; el
oeste y el este se encuentran en una dinmica que no est desprovista de prejuicios; son
dos ciudades distintas las que se cruzan, se
mezclan y se repelen.
Sabana Grande es una pasarela, un caleidoscopio; su identidad radica en no tener
identidad, en la interpretacin mltiple que
puede hacerse de un rostro cuando nicamente se perciben dos ojos detrs de una
mscara. La localidad est abierta a contenidos y representaciones de toda ndole, los
repele y acuna con el mismo mpetu. Fue
durante mucho tiempo el lugar de encuentro,
objeto de anhelos materiales y espirituales,
plataforma de la bohemia y la intelectualidad cultural, de la diversidad sexual, del
consumo y lo superfluo representado en las
mercaderas. Sabana Grande se transform
en la manifestacin urbana por excelencia.

TIERRA FIRME

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FUENTES
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Todtmann, C., Bentez, L., y Barrera Tyska, A. (2005). Santiago de Len de Caracas. Caracas, Oscar Todtmann Editores

22

TIERRA FIRME

One path in the Caracas time. Notes for the historical reconstruction of the uses and
spatial transformation of Sabana Grande
Miguel Daz Chang
Instituto Pedaggico de Caracas

Abstract: This paper shows a study about the transformations that occurred in Sabana
Grande (locality of Caracas in the parish El Recreo), as a part of the urbanization process that
started at the dawn of the 20th Century in order to expand the city toward the east side. The
goal of this research based on the local history approach is to interpret the influence of
the spatial transformations on the economic and social life of the locality. The research also
seeks to appreciate the interaction between representations and realizations on the context of
diverse local ambits. The path traced by this study begins at the bucolic Calle Real de Sabana
Grande (late twentieth century) and ends at the boulevard opened when the works of the
Metro de Caracas were finished in the early eighties. The conclusion is that Sabana Grande is
the metaphor of a kaleidoscope, the urban representation par excellence.

Key words: Urbanism, Spatial transformations, Interaction of representations,


Caracas, Uses of space.

Calle Real de Sabana Grande, s/f. Coleccin Miraflores, Archivo Audiovisual de la Biblioteca Nacional.

Marisa Kucics, Tramo de la Plaza Venezuela hacia Sabana Grande (Postal), 1940.
En: Guillermo Schael, Caracas, la ciudad que no vuelve, Caracas, Grficas Armitao, 1974.

Vista de Plaza Venezuela, 1944, Cortesa de Fred Charles Heah.


En: Guillermo Schael, Caracas, la ciudad que no vuelve, Caracas, Grficas Armitao, 1974.

Las Delicias de Sabana Grande, s/f. En: Caracas en retrospectiva, mariafsigillo.blogspot.com.

TIERRA FIRME

27

Tierra Firme. N 110 Caracas-Venezuela,


Ao 2016, Enero-Abril, pp. 27-40.

Pinceladas de un petareo:
Comentarios en torno a la vida y
obra de Brbaro Rivas (1893-1967)
Luis Fernando Castillo Herrera
Instituto Pedaggico de Caracas

Resumen: El presente trabajo busca esbozar algunos aspectos correspondientes al

turbulento trnsito vital del maestro pintor venezolano Brbaro Rivas, nacido en Petare,
estado Miranda, en la ltima dcada del siglo XIX, as como examinar el carcter artstico
inmerso en su trabajo; destacando en este sentido no solo los aspectos ms relevantes de su
trajinada vida, sino adems el significado de algunas de sus obras, donde se apreciarn los
tres ejes temticos que caracterizan su acervo: religin, autorretratos y aspectos vivenciales
de Petare, con los cuales inscribi su nombre en el arco triunfal del orbe pictrico nacional.

Palabras clave: Siglo XX, Arte ingenuo, Petare, Pintores, Artistas venezolanos.
Introduccin

eferirnos al arte pictrico venezolano implica recordar notables


personalidades que han hecho
resonar el escenario artstico nacional e
internacional. Como ecos en el tiempo retumban los nombres de Juan Lovera, Arturo
Michelena, Cristbal Rojas, Martn Tovar y
Tovar, Armando Revern, entre otros tantos
que haran una lista ms que interminable.
En aquel extenso listado de nombres y apellidos se encuentra uno muy particular, el
cual merece ser desempolvado para dejarlo
brillar con su propia y autntica luz. Se trata
de Brbaro Rivas, el oriundo de Petare, el
hombre que impact a los crticos con su estilo naif de ver el mundo.

Una cantidad importante de individuos


destacados en el mundo de las bellas artes,
como Miguel Von Dangel, Francisco Da
Antonio, Alfredo Boulton o Juan Calzadilla, concuerdan en el virtuosismo innato
de Rivas, adems de su capacidad para lograr revolucionar el mundo sin haber recibido una educacin formal. Un hombre
analfabeta que conquist y removi los cimientos del arte venezolano, dejando una
huella que puede ser ignorada pero jams
sepultada o borrada.
El presente escrito est centrado en la necesidad de analizar el contexto vivencial
y pictrico de Brbaro Rivas. Seguido de
dos objetivos especficos: a) Conocer los

28

TIERRA FIRME

aspectos fundamentales de la vida de Rivas


como claves de su expresin pictrica, y b)
Comprender algunos elementos simblicos
plasmados en la obra del artista.
Esos objetivos han guiado los rumbos de
esta sucinta investigacin, que ms all de
estar concluida o cerrada es simplemente
la apertura al estudio pictrico de varios de
nuestros notables y tristemente olvidados artistas plsticos locales y regionales, siendo
Brbaro Rivas un ejemplo de ello.

UN PETAREO ENTRE
SUEOS Y TORMENTOS
El arte lo podramos calificar como la fugaz maravilla del ser humano. Es ir ms all
del cerco impuesto y aceptado por las caprichosas reglas de la sociedad. El arte y sus
protagonistas (los artistas) responden irreverentemente ante la apata, la monotona y la
frialdad de lo comn. Redime al hombre, lo
transforma y lo lleva a lo ms profundo de su
ser, convierte a la creacin divina (hombre y
mujer) en un pequeo y mortal creador.
Las lneas precedentes describen simblicamente a Brbaro Rivas. El singular petareo
ve la luz de la vida el 4 de diciembre de 1893,
hijo de Prudencio Garca y Carmela Rivas, de
quien obtendr el apellido con el cual pasar
a la inmortalidad. A pesar de haber nacido en
Petare, ser en El Caruto donde se desarrollar la infancia del futuro artista.
Aquel lugar, escenario de futuras inspiraciones es reconstruido imaginativamente por
Reyes-Torres:
Muy cerca operaban los trapiches de
La Urbina, Marrn, Moreno y Arvalo. Tambin existieron potreros

con sus puntas de ganado que andaban y desandaban los cerros. A


poca distancia del barrio pasaba el
torrente fuerte del ro Guaire y, un
poco ms all, desembocaban en l
las cristalinas aguas del ro Caurimare. Para ir a Maiqueta o hasta
Ocumare se poda tomar el tren. Y
cerca del lugar donde se encuentra
el Hospital Prez de Len estuvo
una estacin ferroviaria (Reyes-Torres, 2011, p. 14).
Un escenario de mltiples elementos que
ms tarde cambiar drsticamente; sin embargo, mientras estuvo inclume sirvi
como el modelo y paisaje idneo.
Rivas no tuvo una educacin formal, de
hecho: nunca asisti a la escuela ni nadie de su familia le ense a leer y escribir
(Reyes-Torres, Ob., Cit p. 15). Pese a provenir de un ncleo familiar donde existieron
los elementos para un mediano desarrollo
educativo regular, este nunca lleg a materializarse. Su padre fue boticario y director de la Banda Municipal de Petare. Estos
elementos permiten imaginar que don Prudencio Garca, de haberlo deseado, hubiese
dedicado esfuerzo en la instruccin de su
retoo. Al preguntarnos sobre las causas
de la negada educacin al joven, debemos
tomar en cuenta la todava fuerte y pragmtica influencia religiosa imperante en
Venezuela (con una sociedad que an no
apreciaba diferencias entre el pasado y el
nuevo siglo). La razn por la cual Brbaro no recibe el apellido paterno es porque
don Prudencio y doa Carmela no estaban
casados. Este es otra de las razones que en
cierta medida condicionaron al padre de

TIERRA FIRME

otorgarle educacin formal al hijo (adems


de cumplir con otras responsabilidades).
Pronto don Prudencio contraera matrimonio con otra mujer. De aquella unin surgir
de forma inadvertida el espritu religioso del
joven Brbaro. Doa Daniela Surez, su madrastra, posea un innegable apego y amor
a las santas escrituras; para ella, la palabra
de Dios era un legado que necesariamente
deba ser respetado y trasmitido a las nuevas
generaciones. Es de esta manera como Brbaro Rivas entrar en contacto con el mensaje sagrado.
Aquellos encuentros donde las lneas bblicas eran las protagonistas representaron
el escenario idneo para inculcarle las primeras letras al futuro artista. No obstante,
el joven petareo estuvo alejado del conocimiento efectivo de la escritura y la lectura.
Podramos imaginar que aquel muchacho,
producto de una unin carnal no bendecida
por el Altsimo, deba en primer lugar salvar
su alma antes de conocer y manejar los requerimientos acadmicos mundanos (dem).
Ayer como hoy el desconocimiento y la ignorancia relegan al individuo a trabajos manuales inestables (subestimados socialmente).
El analfabeto queda a merced de quienes requieren su mano de obra barata y sin el ms
mnimo sentido del valor monetario, puede ser
seducido (engaado) con facilidad. Esta ser la
situacin de Brbaro Rivas, el nio que pronto
pasa a la categora de hombre trabajador.
Cabe destacar que la condicin de Rivas
era muestra de las vicisitudes de una Venezuela rudimentaria, con poca aproximacin
a los elementos culturales, donde la frrea
presencia del hombre del puo de hierro,
Juan Vicente Gmez, gobernaba de manera
implacable, reduciendo a los intelectuales

29

a disidentes o lacayos polticos, prestos a


justificar la presencia del Benemrito en el
solio presidencial.
Brbaro Rivas, estara alejado de cualquier
taller, tcnica o concepcin artstica. De hecho sus primeras incursiones laborales sern
variadas y desconectadas del mundo pictrico. Se desempe inicialmente como banderero de ferrocarril, albail, pintor de brocha
gorda, entre otros quehaceres dignificantes;
empero, desligados de la pasin artstica y
creadora. No obstante, el empleo en el ferrocarril le permita apreciar nuevos paisajes,
nuevas sensaciones que ms tarde fungirn
como materia prima para sus obras.
El analfabetismo y la inestabilidad laboral
se adheriran al alcoholismo. Brbaro Rivas
sucumbir ante la tentacin de la bebida, que
pronto le traer fuertes crisis que lo demolern. La primera de aquellas perturbaciones
emocionales se registra en 1937, cuando ya
pintaba uno que otro cuadro de pequeas dimensiones. Se estima que aquella situacin
se debi a su despido como banderero en el
ferrocarril; trabajo que lo mantena ocupado
y lo haca parte til de una confusa sociedad.
El despido lo deprime y arroja en el alcoholismo; enfermedad que empieza a consumirlo con dramtica lentitud. Una fuerte crisis
por la ingesta de alcohol lo mantuvo separado del pincel un tiempo. Tras la recuperacin, gracias a los cuidados de su hermana,
pintara La fbrica de chocolates (1937).
Trabajara en otros cuadros, pero ya sumido en las seductoras y embriagantes fauces
del licor.
En 1949 se dara el encuentro ms importante en la vida de Brbaro Rivas, fecha que
dar inicio al recorrido y reconocimiento
artstico del petareo. Un joven artista de

30

TIERRA FIRME

nombre Francisco Da Antonio reconocera


a primera vista el talento de aquel hombre:
Qu motiv el inters de Da Antonio por
Brbaro Rivas? () es posible que Da Antonio haya estado expuesto a lecturas que representan un cuerpo de textos ms amplio,
donde se relaciona el modernismo con el
arte ingenuo. (Gamboa, 2013, p. 19).
Da Antonio reconocera la calidad artstica de Rivas. En medio de un encuentro
aparentemente intrascendente, el joven artista observara una escena bblica pintada
en una bolsa de papel que portaba el petareo, y el intrigante estilo pictrico conectara
automticamente al jovial Francisco con el
carismtico personaje. Reyes-Torres (2011)
destaca que:
Para el momento en que se produjo
dicho encuentro, Brbaro no se hallaba en su mejor momento. Debido
a eso, el empeo de Da Antonio en
visitarlo y conocer sus otros trabajos se estrell contra la frrea oposicin del artista (Ob., Cit., p. 25).
Aquel encuentro dejara grandes resultados; sin embargo, pronto el artista quedara
sumido en una nueva crisis provocada por
el alcohol: dejara de pintar y la miseria lo
bordeara. Pese a ello, un nuevo halo de luz
lo terminara envolviendo. Contaba Rivas
con sesenta aos, cuando en cierta medida
vuelve a nacer, una nueva vida donde los
sueos plasmados en los pequeos cartones
brillaban con luz propia y reciben el reconocimiento de expertos y artistas de distintos gneros.
Para el ao de 1954 se cernan comentarios impropios en torno a la existencia de un

nuevo artista. Algunas auras mal intencionadas aseguraban que la figura de Brbaro
Rivas era inexistente, una invencin fantstica. Ante aquellos llamados de incertidumbre, Francisco Da Antonio busc mostrar la
efigie del maestro ingenuo, y el 25 de abril
de 1954 se publicaba un artculo de prensa
que revelaba el misterio del artista petareo.
La estocada que terminara por exponer
al hombre adusto y sencillo sera la pequea exposicin organizada por Francisco Da
Antonio en un local del pueblo de Petare
llamado Bar Sorpresa. Aquella exposicin
denominada Siete pintores espontneos
y primitivos de Petare, fue el escenario
propicio para que el mundo del arte local
conociera al nuevo integrante del olimpo
artstico venezolano.
El 23 de febrero de 1956 es una fecha significativa en la vertiginosa vida de Brbaro
Rivas. A partir de aquella presentacin pblica donde era posible visualizar al creador
con sus creaciones, se iniciara una poca de
luces brillantes para el artista. Los laureles
se posaran en las sienes de Rivas. Primeramente se le otorgara el Premio Arstides
Rojas, lauro entregado de forma unnime
por el jurado del XVII Saln Oficial Anual
de Arte Venezolano; entre los miembros del
jurado cabe sealar la presencia de notables hombres del orbe acadmico y artstico
como Manuel Cabr, Alfredo Boulton y Arturo slar Pietri.
Ese mismo ao el Museo de Bellas Artes
en Caracas expona cerca de cuarenta obras,
reuniendo piezas realizadas por Rivas entre
los aos 1926 y 1956. Sin embargo, el momento fulgurante de la vida artstica de Brbaro Rivas estar dado por su premiacin en
la IV Bienal de Sao Paulo. Entre los artistas

TIERRA FIRME

ingenuos que se dieron cita en aquella oportunidad solo Rivas recibi mencin honorfica. Rivas contaba con sesenta y cuatro
aos cuando reciba su premiacin en tierras
cariocas; esto posea una significacin de
gran peso, pues pronto el cansancio fsico,
sumado a otras vicisitudes, golpearan el
genio creador. Entre la sucesin de hechos
desafortunados encontramos el incendio de
su casa en Petare. Aquella no sera slo una
estructura fsica; ese lugar devorado por las
llamas representaba el espacio mstico y especial donde el artista se senta gustoso para
dar rienda suelta a su creatividad.
A pesar de habrsele otorgado una nueva
vivienda, Rivas nunca estuvo cmodo. As
lo refiere Calzadilla (1976): le resultaba difcil acostumbrarse a esa nueva casa
de platabanda, demasiado clara, con sus
ventanales de cristal que dan para la calle,
sobre la vista del ro, y por donde entra una
luz excesiva... (p. 16). Pese a ese nuevo escollo en su vida tan trajinada, recibir una
vez ms en 1960 el Premio Arstides Rojas
por su magnfica pintura El ferrocarril de La
Guaira (1959). Obra que podramos calificar
como una de las ms importantes del artista.
Durante ese lapso se corren rumores de la
explotacin que sufra por aquellos que llegaron a considerarse como sus marchand.
La situacin pareca explicar el crecimiento de su produccin artstica. No obstante,
Von Dangel (1994) comenta aquella aparente extorsin hacia Rivas como un elemento
mtico sin fundamento: Es buena pues la
oportunidad para romper, al menos en parte, con el mito de la rapia a Brbaro como
se ha manejado (p. 26). Para Miguel Von
Dangel, no existi tal voracidad que acabara
con Brbaro Rivas, sino ms bien un mar de

31

confusin y malos entendidos. Por su parte,


Fbregas (1967) relata y mantiene la existencia de acciones irregulares que llegaron
a ocurrirle a Brbaro Rivas, como es el caso
de la pensin de trescientos bolvares que se
le haba otorgado:
Brbaro Rivas parece resignado a
que todo el mundo lo estafe. Cuando, poco tiempo antes de ingresar al
hospital, se le pregunt si le llegaba
puntualmente su pensin, dijo que a
l le entregaban 50 bolvares y a su
hermana 30. O sea, que de los 300
bolvares solo le llegaban 80 (p. 49).
La dcada de los sesenta ser la ltima para
Rivas. En est habrn de emerger de su pincel
obras como La palomera (1960), Crucifixin
(1961), Lo que esperan (1962) y La huida a
Egipto (1964). Este perodo se caracteriz por
un mpetu mayor hacia la temtica religiosa,
y a los autorretratos ms sombros llenos de
un aparente dolor interno; sealados adems
por la relativa ausencia de color, en oposicin
a su estilo colorido de otrora:
Casi llega a prescindir del color
y comienza a valerse del blanco y
negro, utilizando tambin grises intermedios. La composicin se vuelve
virtualmente plana y aparecen zonas
muy abstractas, franjas y elementos
geomtricos que determinan a los
perfiles de las casas o las lneas de
la perspectiva, horizontes, calles y
calzadas. (Calzadilla, 1974, p. 461).
En 1967 Brbaro Rivas debe ser ingresado
al Hospital Prez de Len, ubicado en Petare.

32

TIERRA FIRME

Ya se encontraba en un estado bastante crtico. Su condicin de vida no haba cambiado.


La casa (donde habitaba) es pobre. No
tiene agua. Rivas est enfermo. Con dificultad para moverse [encima de la cama,
un cordel le sirve para ayudarse en sus
movimientos] (Carrasquel, 1965, p. 47).
Era esa la realidad del pintor petareo poco
antes de su muerte.
Tres meses del ao 1967 seran los ltimos para Brbaro Rivas, internado en el
Hospital Prez de Len desde febrero por
complicaciones reumticas. Falleci el domingo 12 de marzo. La luz ingeniosa se disip en la habitacin de aquel centro mdico. Llegaba a su fin la vida de un hombre
sencillo, talentoso, con una ingenuidad
natural, que lo convirti en vctima en
muchas ocasiones. Rivas se fue pero dej
una impronta imborrable en el mundo artstico venezolano.

ARTE NAIF, MS ALL DE LA


INGENUIDAD
Revisar el denominado arte ingenuo implica apreciar un estilo pictrico de caractersticas propias, con sentidos y abstracciones singulares, donde el artista se expresa
libremente y en apariencia desatado de los
distintos dogmas o cnones tcnicos del
arte. Para Da Antonio (1974, p. 5), el artista
ingenuo simboliza un milagro que consiste en dar respuesta de la manera ms
simple y natural del mundo a todos aquellos problemas que confronta y resuelve la
plstica de los grandes maestros. Por su
parte, Marco Gamboa afirma que no todo
aparente artista ingenuo o primitivo puede
ser interpretado como tal; su argumento se

encuentra sustentado en la existencia de


individuos formados para la produccin
de obras de corte ingenua pues este gnero
tambin posee un pblico y una demanda
comercial. Si nos apegamos pragmticamente a los conceptos, el artista ingenuo
representa una existencia excepcional, una
rareza del arte.
En este sentido, existe una diatriba en
torno al carcter pictrico de Brbaro Rivas. Para Rial (1993), Rivas representa no
un artista ingenuo sino primitivo, partiendo del hecho de que sus obras poseen una
intencionalidad, una carga simblica, una
expresividad preconcebida que no encaja
en la idea sencilla y desprendida de intencionalidad propia del ingenusimo. Sin embargo, Salvador (1992, p. 6) califica abiertamente de ingenuo el trabajo de Rivas pues
este parta:
en todo momento al margen de
la belleza tradicional, en franca
rebelda frente a las normas connacionales sobre el uso del lenguaje
pictrico y el tratamiento de formas
y espacios. Por instinto y por talante fue (en elocuente coincidencia
con su propio nombre) un autntico
brbaro en arte.
Ante las distintas pticas, podramos
aventurarnos a explicar que el artista ingenuo o naif si bien se encuentra en la
periferia del arte moderno, logra envolver con su simpleza una gran cantidad de
ideas y smbolos que narran lo comn,
que relatan la historia cercana, parroquial
o local. El artista naif suele conectar su
creacin con la realidad vivida; explica a

TIERRA FIRME

travs de la visin ms sencilla las complicaciones, estructuras y desestructuras


de la decadente sociedad.

EL ONRICO MUNDO DE
BRBARO RIVAS
El mundo construido por Brbaro Rivas es
una adecuacin fantstica de la realidad; ese
onrico lugar gira en torno a tres variables
fundamentales. En primer lugar, la concepcin religiosa de la sociedad; para Rivas el
carcter religioso y bblico es imperante, no
puede entender su escenario vivencial sin los
mensajes aleccionadores de La Biblia. La segunda variable est representada por la bsqueda de su identidad a travs de una gama
de autorretratos. Finalmente, la representacin del espacio fsico donde se desarrolla
su vida se presenta como la tercera variable,
donde es posible observar su particular forma de apreciar Petare.
De esta manera, el factor religioso cobra
auge en la vida del artista petareo, como
pudimos apreciar en el primer acpite. Rivas desconoca las primeras letras, se trataba de un iletrado total. Empero, conoca los
aspectos religiosos con gran determinacin
y ese conocimiento lo expona en sus obras.
Escenas vibrantes como la ltima cena y la
crucifixin son temas predilectos del artista.
La forma ms expedita para lograr organizar las obras de temtica religiosa en
Brbaro Rivas es mediante la ubicacin de
cuatro grandes ejes representativos. Tal y
como lo refiere Fanny Pea, la obra de este
artista se resume en pinturas cristolgicas,
mariolgicas, de santoral y devocionales. De
esta manera, las cristolgicas representan la
vida pblica y privada de Jess, as como su

33

pasin y muerte, las mariolgicas exponen


las imgenes de la virgen Mara. De seguida, las de corte santoral exponen la silueta
de algn santo de la orden catlica, mientras
que las devocionales plasman las fiestas y
costumbres propias del catolicismo.
En este sentido, revisemos a continuacin
algunas caractersticas del mundo imaginado por Brbaro Rivas. San Juan y el nio es
una obra de 1954, donde Rivas transforma la
representacin pictrica del artista espaol
Bartolom Murillo. Como lo dice Calzadilla
(1974, p. 32), es: una versin ingenua de
Los nios de la Concha de Bartolom Murillo, que el artista petareo haba visto en
una postal y traducido libremente, modificndolo bastante, a su peculiar estilo.
La obra tiene varios elementos a destacar.
En primer lugar representa uno de los pocos
trabajos donde emplea acuarelas; en ella los
espacios se encuentran expuestos con gran
sincrona. En segundo lugar, Rivas busca
con esta representacin exponer la relacin
existente y vinculante de la religin, el mensaje de Dios y la infancia, siendo San Juan
un emisario de la esperanza y la espiritualidad que impera en los nios.
Otra obra de corte religioso es El nacimiento del Seor, elaborada en 1957 con
unas dimensiones de 51 x 40 cm; en ella Rivas emple como de costumbre esmalte sobre cartn. De esta pieza, Juan Calzadilla resalta los elementos topogrficos, esa sinuosa
montaa que repunta al fondo, nos hace
imaginar al vila y probablemente sea ese
el paisaje destacado por el artista. Por otro
lado, el nacimiento es un factor que se repite en sus creaciones, as como sus autorretratos. El nacimiento evoca al Gnesis, alfa
de la vida, y es precisamente all donde el

34

TIERRA FIRME

petareo enfoca sus inquietudes pictricas.


Como se ha reseado, el material pictrico
de Rivas es una muestra grfica de la palabra del Seor. A travs de su obra el artista
intenta llevar mensajes de significacin espiritual. La Samaritana es una pieza donde
Rivas intenta reflejar la buena voluntad del
ser humano, mostrando en esta oportunidad
la figura de una mujer, quien le entrega una
copa de agua a Jess. La figura de la mujer
representa dedicacin y constancia, adems
de simbolizar la figura de la madre y la hermana del artista. Los colores utilizados para
el firmamento que se impone al fondo de las
dos figuras humanas divide el cielo entre
un azul intenso y un resplandor que parece
emanar del mismo Jess.
Seguidamente, La crucifixin (1951), obra
cristolgica, se caracteriza por su dinmica
desenfrenada, donde se entrecruzan la pasin, el dolor y el desorden, donde la violencia posee una significacin tenaz, reflejada
en la sangre del cuerpo maltrecho de Jesucristo. Para Calzadilla la obra representa
grosso modo:
la violencia de una orquestacin
alocada y tmbrica, donde los rojos de
las vestiduras y los azules de la pavorosa noche alcanzan sus notas ms intensas, contrastando con los blancos
que gritan en medio de lo que, conforme a la profundidad de la escena, parece desarrollarse con el movimiento
de una danza infernal (Ibdem, p. 58).
En una misma escena, Rivas resuelve la
exposicin de los momentos ms dramticos
del hijo de Dios. Iniciando con la presencia
mariana, abrazada a los pies de aquel cuerpo

crucificado yace la virgen Mara, ataviada


con telas blancas y una aureola iluminada;
junto a ella el soldado, quien perfora con una
lanza el costado del desvalido condenado.
En la cspide de la cruz, el romano que ha
ascendido por medio de una escalera sita
el cartel donde se lee INRI. Cerrando aquel
marco, la esponja con vinagre en lugar de
agua que es aproximada a los labios del aturdido personaje objeto de la crueldad.
Por otro lado, el tema de los autorretratos
enuncia una constante bsqueda de identidad. Rivas expresa en sus autorretratos al
hombre que es observado por Dios. Estas
piezas artsticas tambin nos permiten ver el
decaimiento del personaje, pues sus ltimos
autorretratos se pierden con el uso prcticamente exclusivo de colores oscuros, donde el
negro cubre mayoritariamente las escenas.
Incluso en algunas de sus obras se aprecia
cmo los distintos personajes guardan cierto parentesco con sus autorretratos. En este
sentido, Rivas pareciera estar enlazado con
sus creaciones ms all de lo evidente.
Ms de diez autorretratos evidencian una
necesidad imperiosa de explorar su propia
imagen. l representa indudablemente el
mejor o por lo menos el ms prximo
modelo para sus obras. La ausencia paterna,
por decirlo de alguna manera, gener en
Brbaro Rivas la necesaria tarea de emprender a travs de sus pinturas la bsqueda de s
mismo, de trata mediante ellas de crear una
y otra vez al Brbaro que fue desatendido
por el padre terrenal. En cuanto a ello Von
Dangel (1994, pp. 26, 27) explica que:
nuestro artista estar condenado
a buscar por el resto de su vida una
correspondencia en la imagen de su

TIERRA FIRME

padre: por la ausencia irresponsable de este le habrn de culpabilizar


y le harn sentir hasta siempre laceraciones de indignante bastarda
El autorretrato en Brbaro Rivas se encuentra adems vinculado con elementos
religiosos. En su Autorretrato con Santa
Brbara, de 1956, se observa la conexin
entre el hombre y el carcter mstico-religioso. All aparece el artista en cuerpo completo en un paisaje portuario custodiado por la
imagen religiosa que lo contempla de manera celestial. Recordemos que el nombre del
artista est vinculado con la tradicin onomstica catlica y esta obra en particular es
un recordatorio de ello.
Por su parte, la representacin de las costumbres de un pueblo, las creencias religiosas y la vida diaria constituyeron parte de la
inspiracin de Brbaro Rivas para exponer
a travs de su pintura las caractersticas de
Petare, la localidad que lo vio crecer y surgir
como artista.
De esta manera, aparece en escena Procesin de Semana Santa en Petare (1966), pieza que corresponde al ocaso artstico y fsico
del personaje. En comparacin con el resto
de las obras de Rivas, esta refleja un carcter mucho ms violento, como lo refiere Juan
Calzadilla; se observa la horizontalidad de
los trazos. Es una obra de mayor sencillez,
en la que resaltan, sin embargo, dos elemento esenciales: en primer lugar, la posicin de
la iglesia, por encima de todo lo dems, otorgndole un grado de relevancia en contraste
con el resto de los elementos inmersos en la
obra; en segundo lugar, el eje central parece
no ser la procesin, sino el smbolo que ella
representa; los creyentes que van en marcha,

35

son expuestos de forma grotesca, desordenados, siendo los nicos elementos de la obra
que carecen de color. Ese gris posee la representacin del pecado que debe expiarse a
travs de una larga peregrinacin.
Indudablemente, para Brbaro Rivas, tanto
el aspecto religioso personal como las expresiones colectivas posean una trascendencia
singular; es por ello que el tema de las procesiones tiene un lugar en su expresiva pictrica. El Nazareno de Petare (1964), ataviado
y adornado como usualmente ocurre en Semana Santa:
domina toda el espacio, aqu se
representa no al personaje, como
acatamiento bblico sino a la figura representada en una imagen del
Nazareno puesto que aparece con
las caractersticas propios de la
imagen que se utiliza en las iglesias para su adoracin y procesin
(Pea, 2001, p. 105).
Por su parte, Placita de Petare en 1910
(1953) simboliza otra de las creaciones de
Rivas donde se aprecia la visin del artista
hacia el terruo. La plaza que se observa en
la obra corresponde a la llamada plaza La
Libertad; se trata de una muestra pictrica
que evoca el mejor momento creativo del artista, donde el uso de los colores y el espacio
parecieran insuperables:
En primer plano se destaca una cerca azul que divide la obra en dos
espacios: el primero conformado
por una empinada escalera, cuya
construccin genera un ritmo horizontal-vertical que contrasta con las

36

TIERRA FIRME

inclinadas lneas de la cerca. El segundo espacio est constituido por


el rea interior definida perimetral
por la cerca (GAN, 1995, p. 14).
Existen algunos elementos adicionales que
a pesar de su aparente intrascendencia posee
un carcter significativo; entre ellos encontramos el cableado telegrfico que parece
irrumpir en la quietud buclica de la escena.
Ese factor nos da una idea de los cambios
que un hombre como Brbaro Rivas pudo
presenciar a lo largo de su vida: el trnsito de
un Petare que avanza progresivamente hacia
una nueva poca.
Seguidamente, Ria de gallos (1965) es
otra pieza que nos relata la vida en Petare,
o por lo menos vivencias del propio Brbaro
Rivas. Estamos en presencia de una pintura
que obliga al espectador a centrar su mirada
en el enfrentamiento entre las dos aves de
corral, creando la sensacin de ser parte del
espectculo popular. El dominio del color
es innegable, utilizado con particular estilo,
tanto en los gallos que disputan el combate,
como en el arco del palco.
Anteriormente Rivas ya haba empleado
las denominadas peleas de gallos dentro de
su repertorio pictrico. En 1962 haba iniciado la realizacin de la obra Pelea de gallos,
una pieza de mayor elaboracin concluida
en 1965. La recurrencia de este tema nos
hace inferir que el artista sola concurrir a
este tipo de actividades, muy comunes en la
localidad. Esta pequea seleccin de obras
evidencia la variedad temtica en Brbaro
Rivas, aunque la mayora de las veces enmarcado en el aspecto religioso y mstico.

CONCLUSIONES
Brbaro Rivas simboliza un punto de quiebre en el concierto artstico venezolano, su peculiar estilo de singulares llamados al mundo
religioso lo hacen adems de un exponente en
el arte, un mensajero de la palabra de Dios. Sus
mltiples bigrafos concuerdan en ese aspecto.
La prolfica obra de Rivas, se clasifica en tres
vertientes fundamentales (religiosidad, autorretratos y vivencias) que incluyen el mundo
que l observ durante toda su vida.
Se trata de un caso excepcional. Iletrado,
aislado en mucho de la dinmica social,
aturdido ante las exigencias del entorno que
se encuentra en constante movimiento. Hijo
expsito, alcohlico, de crisis emocionales
suficientemente fuertes para derrumbarlo
por meses, ingenuo en su arte y en su desenvolvimiento con las masas. Todo aquel
marco dio paso al xito que probablemente
nunca comprendi en su totalidad.
La importancia de Rivas radica, en primer
lugar, en su espontaneidad autodidacta, lo
cual maravilla an ms. Es un hombre que
desconoce cualquier significado acadmico de arte, no reconoce estilos, gneros, ni
maestros del orbe pictrico. En segundo lugar, Brbaro Rivas logr conjugar el arte y
la religin desde la perspectiva ms sencilla.
Aunque su aparicin no signific la apertura
del arte ingenuo en Venezuela, s marcara
una impronta imborrable.
El arte ingenuo, naif o primitivo atraera la
atencin de crticos y del pblico general, y
con la llegada en escena de Brbaro Rivas,
marcara ms de una dcada de asombro y
halagos. Pero tambin de tristezas e injusticias, que solo concluiran con la muerte del
artista en 1967.

TIERRA FIRME

Desde la perspectiva regional y local, Rivas no solo ubic una vez ms a Petare en el
mapa mediante la evocacin de su nombre y
su estancia en aquel lugar. Adems de ello,

37

Rivas dej reflejada a Petare en su pintura,


evidenciando sus vivencias y las tradiciones
de la popular localidad.

FUENTES
Calzadilla, J. (1974). Pintores venezolanos. Caracas, Ediciones Edime.
Calzadilla, J. (1976). Obras fundamentales de Brbaro Rivas. Caracas, Edicin del Concejo
Municipal del Distrito Sucre.
Carrasquel, A. El mundo apasionante del ingenuo Brbaro Rivas. En: Revista Momento,
enero 10, 1965.
Da Antonio, F. (1974). El arte ingenuo en Venezuela. Caracas, Edicin La Huella.
Fbregas, M. Ya nadie explotar ms a Brbaro Rivas. Revista Momento, marzo 20, 1967.
Galera de Arte Nacional (1995). Brbaro Rivas: Imgenes y revelaciones. Caracas, GAN.
Gamboa Acua, M. (2013). Estudio de caso: Brbaro Rivas y el rol de la crtica de arte en la
valoracin de un pintor ingenuo. Tesis de doctorado no publicada. Lima: Pontificia
Universidad Catlica del Per.
Pea Gil, F. (2001). Esttica y religiosidad en la obra plstica de Brbaro Rivas. Trabajo de
grado de maestra no publicado. Caracas, Instituto Pedaggico de Caracas.
Reyes-Torres, E. (2011). Brbaro Rivas. Caracas, El Nacional - Fundacin Bancaribe, Coleccin Biogrfica.
Salvador, J. (1992) Brbaro Rivas: incandescencia y rescoldo. Ciudad Guayana (Venezuela),
SIDOR.
Rial, J. Brbaro Rivas. En: Brbaro Rivas: un pintor del siglo XX. Los Teques (Venezuela),
Italgrfica, 1993.
Von Dangel, M. La saba irregularidad o la tremendura irreverente de Brbaro Rivas. En:
Brbaro Rivas: imgenes y revelaciones. Caracas, GAN, 1994.
A petareo paintings: comments regarding the life and work of Brbaro Rivas
Luis Fernando Castillo Herrera
Instituto Pedaggico de Caracas

Abstract:The present article seeks to outline some aspects related to turbulent vital
transit of the venezuelan master painter Barbaro Rivas, born in Petare, Miranda state, in
the last decade of the nineteenth century and examine the artistic work immersed in his
character; stressing in this regard not only the most important of his hardest life, but aspects
besides the meaning of some of his works, where the three themes that characterize he work:
religion, self-portraits and experiential aspects of Petare, with which registered his name on
the triumphal arch of the national pictorial world.
KEY WORDS: Twentieth century, Naive art , Petare, Painters, Venezuelan artists.

Brbaro Rivas, Primer autorretrato, 1958.

Brbaro Rivas, Autorretrato, 1964. Coleccin Galera de Arte Nacional.

Brbaro Rivas, El juicio final, 1950-1957. Coleccin Banco Central de Venezuela.

TIERRA FIRME

41

Tierra Firme. N 110 Caracas-Venezuela,


Ao 2016, Enero-Abril, pp. 41-76.

La insurreccin del coronel


Francisco Mara Faras.
La Revolucin de las Reformas en la
provincia de Maracaibo (1835-1836)
Alexander Z ambrano
Archivo General de la Nacin

Resumen: La siguiente investigacin corresponder al estudio historiogrfico y de

anlisis documental sobre la causa judicial existente en el Archivo General de la Nacin y al


conjunto de documentos impresos publicados en relacin con la insurreccin al mando del
coronel Francisco Mara Faras en la ciudad de Maracaibo en el ao 1835. Se contextualiza
la investigacin en los primeros aos de la Repblica, cuando se da en Venezuela la pugna
entre los llamados reformistas y los constitucionales, adems del intenso debate sobre el
federalismo en la edificacin de la Repblica.

Palabras clave: Revolucin de las Reformas, Ejrcito Constitucional, Siglo XIX,


Federalismo, Insurreccin armada.
Introduccin

a figura del coronel Francisco Mara Faras ha tenido poca mencin


historiogrfica. Este oficial, nacido en el Puerto de Altagracia en 1791, hijo
del teniente coronel Joaqun Mara Faras,
quien fuera miembro del ejrcito espaol
y diriga las tropas realistas acantonadas
en los Puerto de Altagracia, inicia su vida
militar como miembro del mencionado ejrcito, peleando al mando del coronel Ramn
Correa. Rene una hoja militar impecable,
que contaba con reconocimientos del propio
Libertador Simn Bolvar y prcticamente
se presentaba como uno de los principales
oficiales de la regin occidental1.
1

A.G.N.V. Archivo General de la Nacin de Venezuela, Seccin: Ilustres Prceres y Servidores de la


Repblica, Coronel Francisco Mara Faras, Caja 9,
Carpeta 90, folios 1-15.

Algunos datos biogrficos, obtenidos luego de investigaciones en fondos documentales del Archivo General de la Nacin, indican que Francisco Mara Faras se incorpor
al ejrcito patriota el 16 de septiembre de
1821. El Libertador Simn Bolvar, en atencin a sus mritos y servicios, lo admite
como teniente coronel de Infantera, grado
militar que tena en el ejrcito monrquico,
durante la mayor parte de la guerra de Independencia
Faras, ejerci funciones en los principales
cargos militares. Separada Venezuela de la
Repblica de Colombia, necesariamente el
nuevo ambiente poltico de pugna por el poder (posterior a 1830) lo obligara a participar activamente de la coyuntura, hasta 1838
fecha en que muri a la edad de 47 aos.

42

TIERRA FIRME

Las certificaciones de los coroneles George


Woodberry y Miguel Antonio Barreto indican que entre sus mritos destacan crear una
guerrilla que hostiliz la plaza de Maracaibo
ocupada por los espaoles; luego, en 1823,
por nombramiento del gobernador, presidi
la Junta de Repartimiento de Bienes Nacionales del Cantn Maracaibo y fue nombrado
comandante de Armas del Cantn Maracaibo, y segn las certificaciones expuestas,
tuvo un importante desempeo militar.
As, la figura del coronel Francisco Faras y el espacio geogrfico de la provincia
de Maracaibo, se convierten en elementos
importantes para nuestra investigacin, ya
que durante el ao 1835, militar y polticamente se pleg a los reformistas, quienes
se agruparon bajo su figura en el occidente.
Mientras esto ocurra, los constitucionales
tomaron el poder en Caracas.
El coronel Francisco Mara Faras ocup
el poder como jefe poltico y militar cuando
el gobernador Manuel Ramrez y las autoridades residentes en Maracaibo emigraron
a la isla de San Carlos, huyendo de la violencia que ellos mismos propiciaron como
abanderados del ala constitucional; ante
esta ausencia del gobierno poltico, Faras
se autoproclam comandante militar, jefe
superior y civil y, promulg el retorno de la
Repblica de Colombia.
La presente investigacin pretende, mediante el estudio de fuentes documentales,
analizar las circunstancias, motivaciones de
los sucesos del movimiento reformista de la
antigua provincia de Maracaibo; tambin es
un pretexto para conocer las interioridades
de los protagonistas, sus intereses, debilidades y motivaciones; adems para entender la
sociedad, sus valoraciones, consideraciones,

posiciones, al igual que sus vicios, carencias


y fortalezas; para el caso nuestro se remontan incluso por antecedentes razonables a las
discusiones del Congreso Constituyente de
1830, en relacin con la futura autonoma de
la provincia.
Finalmente, esta investigacin constituye
un aporte y un primer acercamiento a una
nueva revisin de las fuentes documentales
relacionadas con el movimiento reformista
no solo en Maracaibo, sino en gran parte del
pas. Esta coyuntura poltica no ha sido tratada con particularidad y detallado anlisis,
aunque plantea un peculiar tema dentro del
proceso de metamorfosis que se esboza en
Venezuela, conforme los espacios institucionales de rivalidad se traspolaron tambin al
mbito geogrfico y la llamada Revolucin
de las Reformas se convirti en el primer
episodio de disenso entre los triunfadores de
la guerra de Independencia.

LA CONSTITUCIN DE 1830,
EL GERMEN DE LAS
DISCORDIAS
La creacin de la nueva Repblica, apartarse de la figura del Libertador Simn
Bolvar y la contencin de aspiraciones de
mando en la lite militar son los puntos cruciales al momento de edificar la Repblica.
A partir de 1830 se produce mayor tensin
y una desestabilizacin en la estructura de
poder y en el orden poltico en el pas, como
tambin en la provincia de Maracaibo. Para
consolidar el nuevo ensayo poltico era necesario adaptarse al naciente clima poltico
y establecer alianzas con la principal figura, el general Jos Antonio Pez, quien controlar por varios aos los hilos de poder

TIERRA FIRME

luego de la desarticulacin de la Repblica


de Colombia.
Desde 1830 uno de los focos disidentes y
contradictorios tiene lugar en Maracaibo.
Con motivo de las discusiones para la elaboracin de la Constitucin, el federalismo
asume el protagonismo, pues la lite poltica recomendaba sancionar una constitucin
que contemplara la forma de gobierno federal 2. Luego de culminado el proceso electoral, los miembros de la Asamblea Electoral,
en vista de estas consideraciones, dirigen
un pliego de instrucciones a los diputados
electos a fin de que llevaran al Congreso,
con carcter de obligatoriedad, la decisin
de adoptar un gobierno: () representativo, alternativo, responsable y federal, entendindose por federal que cada Estado se
gobierne por leyes propias de su administracin peculiar y por magistrado nombrado sin dependencia de otros3.
2

Esta motivacin poltica de habitantes o vecinos de


algunos pueblos y ciudades en asumir una desaprobacin de las autoridades y la Constitucin, muy parecida a lo ocurrido en 1835 en Altagracia, tambin
sucedi en enero de 1831 en Aragua de Barcelona,
con argumentos similares, por no decir idnticos al
movimiento reformista de 1835. Los habitantes de
Aragua de Barcelona se pronunciaron desconociendo al Gobierno de Venezuela, proclamando la integridad de la Repblica de Colombia, invitando al
general Jos Tadeo Monagas para asumir y proteger
el pronunciamiento y ser investido como jefe civil y
militar. En Asamblea, los habitantes sealaron que
la Constitucin sancionada por el Congreso en 1830
se constitua en germen de discordia, pues era una
Constitucin que atacaba la religin, quitaba el fuero eclesistico, destrua el fuero militar tan necesario
para organizar los ejrcitos que mantuvieran el orden
legal, y que no haba seguridad individual en los territorios desde que los jefes militares, los prelados y los
curas eran expulsados del territorio. GONZLEZ
GUINN, Francisco. 1954. Historia contempornea
de Venezuela, tomo II, pp., 212- 213.
Instrucciones de Asamblea Electoral a los Diputados.
Maracaibo, 4 de abril de 1830. En: Actas del Congreso Constituyente de 1830, tomo I, pp. 120.

43

Estas instrucciones adems aadan la


posibilidad de convocar las Asambleas Primarias en caso de no adoptarse el sistema
federal para que estas declarasen si queran
seguir perteneciendo a Venezuela o, por el
contrario, deban separarse y crear una entidad independiente. La posicin de la Asamblea gener controversias en la localidad
e incluso dentro del seno mismo de los diputados, no solo en relacin con la materia
del mandato, sino en torno a lo que se consideraba una usurpacin de potestades de
la Asamblea Electoral al querer excederse
en sus atribuciones, las cuales se limitaban
a elegir los diputados que deban asistir al
Congreso Constituyente.
En el debate suscitado, un grupo de miembros del cuerpo electoral insista en su opinin alrededor de la necesidad de aprobar un
rgimen federal ya que ese era el mandato
general del pueblo de Maracaibo:
() Ningn maracaibero que conoce
su dignidad se conforma con instituciones libres a medias, y siempre
apetece las mejores posibles, las
ms benficas, las ms anlogas a
las ingentes necesidades del pas
(). Desengese el que pretenda
embaucarnos con ilusiones: Maracaibo lo que quiere es libertad neta,
federacin pura y limpia4.
Esta peticin representa solo un fragmento de las diversas tendencias encontradas
4

Representacin que hacen al Congreso varios vecinos de


Maracaibo, protestando por el acuerdo de la Asamblea
Electoral de aquella provincia que dispona que los diputados de ella, tuvieran que someterse estrictamente a
las instrucciones que les transmiti. Maracaibo, 5 de
abril de 1830. En: Actas del Congreso Constituyente,
tomo I, pp. 120 y 121.

44

TIERRA FIRME

en relacin con el futuro de la provincia de


Maracaibo, la cual se divida entre quienes
argumentaban la necesidad de incorporarse
a Venezuela, constituirse en repblica independiente, y quienes proponan regresar
bajo el dominio de la Nueva Granada 5.
La opinin suscrita por los anteriores
ciudadanos es un sntoma claro de las crecientes posiciones extremas en relacin con
la forma de gobierno, que no alteraron el
desenvolvimiento del debate constitucional.
Pero que resultan interesantes para nuestra
investigacin, pues marcarn futuros desenvolvimientos en aos posteriores. Finalmente, con relacin a esta peticin, la propia
Comisin de Elecciones del Congreso manifest no creer que los diputados estn facultados y obligados a seguir instrucciones que
les transmitan sus Asambleas 6.
El resumen del acta sobre la discusin de la
propuesta realizada por algunos ciudadanos
de Maracaibo es bastante claro e incluso ya
decantaba la forma de gobierno que se expresara una vez aprobada la Constitucin
de 1830:
Procedindose enseguida al tercer debate de la mocin del seor
Tellera sobre la forma de gobierno. Tomaron la palabra muchos
seores diputados, manifestados
todos lo ruinoso del sistema absolutamente central y la necesidad y
5
6

Sobre este debate puede verse el artculo retrospectivo


publicado en el peridico La Mariposa, por un articulista annimo, Maracaibo, 14 de septiembre de 1840.
El tema es tratado con exactitud y pormenorizado
por QUINTERO, Ins. 1990 El debate federal en la
edificacin de la Repblica (1830-1863). En: Ensayos
histricos. Anuarios del Instituto de Estudios Hispanoamericanos de la Universidad Central de Venezuela. Caracas, Ediciones de la Facultad de Humanidades y Educacin. 2. etapa, nmero 2, pp. 9-24.

conveniencia de establecer uno que


no fuese puramente federal, pues
aunque conocan ser el mejor y el
complemento del sistema republicano, crean que por la falta de luces
y de poblacin, y por algunas otras
causas, no deba por ahora pensarse en ello. Probase que el sistema
mixto de centralismo y federacin
era el ms propio para Venezuela, hacindose entre muchas otras
observaciones las de que bajo este
sistema centro federal haba ms
ligazn entre los altos poderes de
la Nacin y los de las provincias, y
tenan, sin embargo, los pueblos los
medios de proveer a su bienestar,
cuidando inmediatamente de sus
intereses locales7.
En la votacin propuesta fue unnime el rechazo a una frmula de gobierno puramente
central; se cont con una amplia mayora, a
excepcin de dos votos salvados, que correspondan a la negativa a adoptar un esquema
de gobierno estrictamente federal, de manera que las tensiones fueron aliviadas por la
aprobacin de un sistema mixto de gobierno.
Esta medida era considerada por algunos un
primer paso hacia el federalismo, pero con
algunas reservas, ya que: Odioso se ha hecho el centralismo riguroso, y aunque es conocida la excelencia del sistema federal, no
se ha encontrado posible su establecimiento
que queda muy preparado desde ahora8.

7 Sesin del 13 de mayo. En: Actas del Congreso


Constituyente, tomo I, pp. 9.
8 Alocucin del Congreso a los Venezolanos con motivo de
su instalacin. Valencia, 11 de junio de 1830, En: Actas del Congreso Constituyente, tomo I, pp. 390.

TIERRA FIRME

Esta solucin salomnica buscaba limar


las posibles asperezas y contemplar un futuro clima de entendimiento general que permitiera poner en marcha el proyecto liberal
y edificar la Repblica9. En resumen, quienes alegan la pertinencia de suspender por
el momento la adopcin del sistema federal
exponen que es necesario ajustarse a las condiciones del pas, cuyos precarios recursos
y escasa poblacin converta en extemporneo el modelo meramente federal. Adems,
la frmula propuesta contribua a consolidar
otra de las premisas del consenso: impedir el
acceso a posiciones de poder de los hombres
de galones y bordados.
Para la comprensin del pensamiento poltico, durante este perodo coyuntural de
maduracin poltica existan notables crticas contra el modelo federal e incluso las
prximas palabras seran casi premonitorias
de lo que sucedera pocos aos despus en
gran parte del pas. Uno de los principales
artfices y crticos a esta frmula y sus representantes fue Toms Lander, quien en las
pginas de El Fanal sealaba que, en una nacin federal:
Cada estado necesita para administrar su gobierno muchos hombres y
como no los hay, en virtud de las circunstancias por las cuales atraviesa
la repblica, el pueblo, en su mayora ignorante y fascinado por los galones y los bordados, entregara el
mando de la cosa pblica a los hombres de armas, quienes tienen a su
favor los prestigios de la victoria10.
9 Ins Quintero, Ob. Cit., pp. 18-20.
10 Toms Lander, Editorial en El Fanal N. 32. Caracas, 6 de mayo de 1830. En: Pensamiento poltico
venezolano del siglo XIX, tomo 4, pp. 40-41.

45

La apreciacin de Lander es que, si bien


los militares merecen la gratitud por sus servicios a la causa de la independencia, no es
menos cierto que estos hombres terminaran
por desmembrar una nacin por el simple
hecho de convertir el individualismo llevado
a las armas y, convertir los espacios territoriales en una multitud de pequeos estados,
ya que los hombres de armas:
() han sido en todas las partes el
instrumento de la tirana. Tememos
mucho por esto a la federacin. Colocado un general a la cabeza de cada
pequeo Estado, desplegara sus
pretensiones y querra engrandecer
su dominio, desmembrar los de los
dems [...] fomentaran el espritu del
provincialismo que harto obra ya en
nuestra ruina, y la guerra civil sera
el funesto resultado y la consecuencia inevitable de todo11.
La anterior apreciacin de Lander de ninguna forma se descontextualiza; es una proyeccin a los diferentes acontecimientos que
ocurriran luego de definida la unin a Venezuela, por parte de la provincia de Maracaibo
en 1830. As, la sancionada Constitucin en
Valencia fijara la pauta poltica que regira la
ejecucin del proyecto: un sistema censitario
en el cual solo los propietarios e ilustrados
tendran en sus manos el derecho a elegir y ser
electos; un rgimen centro federal que permitiese una direccin fuerte y controlada del
Estado en manos del presidente y el consenso
poltico entre la lite de notables con el fin de
garantizar la contencin del descontento y repeler las aspiraciones de los adversarios.
11 dem.

46

TIERRA FIRME

ESTALLIDO DEL MOVIMIENTO


REFORMISTA, EXPRESIN
DE DISENSO ENTRE LOS
TRIUNFADORES DE LA
GUERRA DE INDEPENDENCIA
Sancionada la constitucin de 1830, comenz en Maracaibo el nacimiento de dos
bandos enfrentados, pues el sector dirigente
poltico de la provincia y los notables marabinos se aliaron en Jos Antonio Pez. Una
vez resueltos los enfrentamientos iniciales
de 1830, se fueron definiendo varias posiciones polticas en la provincia de Maracaibo
y quedaron enfrentados internamente dos
bandos polticos: los Campesinos, defensores de los tradicionales intereses autonmicos de la regin, y los Tembleques, considerados como un sector arribista y ejecutor
de las medidas dictadas en la capital de la
Repblica. Solo los una la admiracin y el
respeto por la figura de Pez12.
12 Segn plantea el autor Rutilio Ortega, tradicionalmente se argumenta que los Campesinos y los
Tembleques tenan cierta independencia ideolgica
con respecto a los conservadores y liberales. Ciertamente los bandos marabinos tenan ciertos rasgos
propios, pero si esbozamos sobre ciertas ideas que
ellos manejaban, podramos establecer analogas. Los
Campesinos luchaban por mantener lo ms posible
las condiciones y estatutos que tena la lite local durante el perodo colonial aunque no se oponan a
la repblica, es decir, se resistan al cambio y a la
prdida del poder frente al Estado central en otras
palabras, eran conservadores. Tomemos en cuenta
que los conservadores caraqueos tambin se resistan al cambio y buscaban mantener el estatus que
ellos tenan, adems de establecer pautas para tener
el control poltico. Por otra parte, los Tembleques
buscaban terminar de incorporar la regin a la naciente Repblica y aplicar nuevos conceptos de gobierno en la regin; sus integrantes eran intelectuales
y nuevos militares, lo que los converta en liberales
(ORTEGA, Rutilio. 1989. Campesinos y Tembleques.
Maracaibo, Ediluz y Vadell hermanos). Tambin puede ampliarse con el estudio de Francisco Mangano
Molero, Alianzas y vnculos de solidaridad. Pez y

Las cercanas de las elecciones presidenciales (incluso las regionales) comenzaban


por acentuar las mayores diferencias. Para
el ao 1833 en la ciudad haban circulado
pasquines annimos, en los que se criticaba al poder caraqueo, que consideraba a
los maracaiberos inferiores e incapacitados
para ocupar cargos pblicos de importancia. El pasqun annimo deca: (...) Se quebr el cetro de Espaa afirmaban se
destruy el imperio de Bolvar y va a comenzar el de los Borbones Caraqueos, y si
no cmo nos estn encapando poco a poco
cuando no hijos natos, otros tantos como
ellos, y todos nosotros considerados como
imbciles para obtener empleos?13.
En 1834 la ciudad de Maracaibo se vio
envuelta en importantes disturbios, producto de las divergencias entre los grupos polticos por el control del poder local14. Este
la lite maracaibera. En: CONHISREMI, Revista
Universitaria Arbitrada de Investigacin y Dilogo
Acadmico, Vol. 6, N. 2, 2010, pp. 56-68.
13 Archivo General de la Nacin. Seccin de Interior y
Justicia, tomo XXIX, folio 266.
14 Germn Cardozo Galu seala en su estudio las razones de este episodio previo al movimiento reformista
entre Campesinos y Tembleques en 1834; dice que
por motivos no bien conocidos, (...) los maracaiberos
estaban muy alborotados con estas elecciones. Existan dos
partidos polticos locales. Los Tembleques que apoyaban
al general Mario y que tenan un peridico llamado El
Folln, y los Campesinos, que apoyaban al Dr. Vargas.
Haca ya unos aos, los Campesinos se haban separado
de los Tembleques por desacuerdos. Los Tembleques se presentaron a defender al gobernador. Hubo tiros por todas
partes y al final, los Campesinos depusieron al gobernador
de Maracaibo y lo encerraron en el Castillo de San Carlos. El Gobierno Nacional envi a resolver el problema,
nada menos que al general Rafael Urdaneta, quien con su
autoridad logr, el 20 de diciembre, apaciguar los nimos.
Los alzados fueron apresados y los zulianos celebraron la
Navidad en paz. Para entonces, el Congreso haba perdonado (indultado) a todos los alborotados del alzamiento
del ao anterior, pero las disputas entre Campesinos y
Tembleques continuaban. Estos ltimos eran ahora reformistas y no aguantaron hasta el 5 de julio para alzarse, sino que lo hicieron el 7 de junio, y desde Maracaibo

TIERRA FIRME

difcil episodio solo plante el germen para


un episodio de mayor enfrentamiento15. La situacin fue considerada de tal gravedad, que
Pez se vio obligado a declarar alterado el orden pblico en Maracaibo e ilegal el gobierno
provisional de Lino Celis: sac de su retiro en
Coro a Rafael Urdaneta y lo puso al frente de
un batalln que march sobre Maracaibo16.
La eleccin fue doblemente acertada; por
una parte, dio origen a la reconciliacin de
Pez y Rafael Urdaneta (este ltimo no haba
aprobado la disolucin de la Repblica de Colombia), y por otra, a Urdaneta lo unan estrechos vnculos familiares y de amistad con los
maracaiberos que pertenecan a la lite que
conformaba al movimiento Campesino. Tan
as fue, que dej acantonadas sus tropas en
Casigua y se present en Maracaibo sorpresivamente solo, reponiendo inmediatamente
el orden, accin que, segn inform a Pez,
no fue () un acto de las armas sino de la
obediencia voluntaria del Gobierno17.
Los rebeldes fueron indultados por el Poder
Ejecutivo y nombrados Manuel Ramrez y
proclamaron al general Mario, presidente. Duraron tres
das alborotados hasta que fueron sometidos por el Ejrcito. La paz volvi a Maracaibo aunque no por mucho
tiempo. CARDOZO GALUE, Germn. 2003. Maracaibo: Construccin de la identidad regional en el
siglo XIX. En: Tierra Firme, Oct. 2003, Vol. 21, N.
84, pp. 483-502.
15 Sobre este episodio se recomienda, para mayor informacin y anlisis de estos hechos, el trabajo de
URDANETA QUINTERO, Arlene. 1989. La Revolucin de las Reformas en Maracaibo. Campesinos y
Tembleques, Universidad Santa Mara, Centro de Investigaciones Histricas, 33 pp.
16 Archivo General de la Nacin. Seccin de Interior
y Justicia, tomo CVIII, Informe privado del General
Rafael Urdaneta al Secretario del Interior. Maracaibo,
29 de diciembre de 1834, folio 252.
17 Archivo General de la Nacin. Seccin de Interior y
Justicia, Oficio enviado al Despacho de Guerra y Marina. Tomo CVIII, Maracaibo, 1835, sin fecha, folios
262-264.

47

Mariano Montilla, ambos identificados con los


Campesinos, como gobernador de la Provincia
y Comandante de Armas, respectivamente.
En una segunda movida poltica, muy prxima a la anterior, fueron los Tembleques quienes, disgustados con Pez por el apoyo prestado a los Campesinos, se manifestaron en
junio de 1835 como partidarios de las reformas
propuestas por Mario y respaldaron en septiembre de 1835 a Francisco Mara Faras y su
posterior invasin y ocupacin de Maracaibo;
pero solo cuando ocurren los sucesos en Caracas el 8 de julio, destapan un crisol de eventos
complejos que se manifest en diversas acciones blicas ocurridas en el pas, desde julio
hasta bien comenzado el ao 1836.
La madrugada del ocho de julio, doscientos
hombres del Batalln Anzotegui, seducidos
por algunos jefes y oficiales, dieron en la plaza
Mayor de la ciudad de Caracas el grito de las
reformas18 y derrocaron al Gobierno dirigido
por Jos Mara Vargas. Fueron apresados el
Presidente, el Vicepresidente, los Secretarios,
18 Los catorce jefes sealados son: el comandante general de la provincia Diego Ibarra; los generales Justo
Briceo y Pedro Briceo Mndez; el comandante de
Infantera Pedro Carujo; los generales Jos Laurencio
Silva y Per de La Croix; el jefe de Estado Mayor
J. M. Melo; los coroneles Carlos Mara Ortega, P.
Mares, Ramn Soto, B. Herrera, A. Ibarra, Salvador
Flores y Rafael Picazo. La revolucin reformista, as
como en Caracas, haba hecho retirarse a algunos militares de lealtad frgil. En Valencia se adhirieron a la
revolucin y se pronunciaron los coroneles Manuel
Cala y Juan de Dios Manzaneque; en los valles de
Aragua el general Francisco de Paula Alcntara; en
Puerto Cabello el general Francisco Carabao; en
Barcelona el general Jos Tadeo Mongas. Entre los
civiles figuraron como revolucionarios algunas notabilidades, como Felipe Fermn Paul, Andrs Level
de Goda, Nicols Anzola y otros. El documento del
pronunciamiento reformista puede verse en: Historia
Contempornea de Venezuela, tomo II, pp. 399 -400.
Una recopilacin de importantes documentos de los
reformistas puede consultarse en: Academia Nacional
de la Historia. Documentos para los Anales de Venezuela. Segundo perodo, tomo tercero, pp. 210-305.

48

TIERRA FIRME

el Comandante de Armas, el Comandante


del Batalln Anzotegui y algunos oficiales.
Hecho esto, deportaron luego a las primeras
autoridades, al comandante y capitanes del
Batalln Anzotegui19.
Los jefes reformistas dieron tiempo al presidente Vargas para reunir al Congreso y
este autoriz organizar un ejrcito de diez
mil hombres, y se nombr jefe del Ejrcito
Constitucional al general Jos Antonio Pez,
quien desde el Hato San Pablo fue organizando fuerzas para restablecer el orden con
el apoyo del Gobierno en recursos econmicos y militares. En un tiempo relativamente
breve y dado su prestigio militar y su popularidad, Pez, al pasar por Valencia, Maracay
y La Victoria, incorpora numerosos grupos
de milicianos armados y tambin tropas que
al mando del general Jos Laurencio Silva
haban sido enviadas desde Caracas para
combatirlo. El general Pez entra a Caracas
el 28 de julio de 1835, encontrndose con
que esta ciudad haba sido abandonada por
los reformistas.
Se procedi adems a enviar una comisin
a San Thomas (isla caribea donde haba sido
recluido Jos Mara Vargas) para traer de
vuelta al presidente constitucional, quien al
regresar al pas asumi de nuevo sus funciones constitucionales. El 20 de agosto de 1835,
19 Sobre estudios referentes al tema de la Revolucin
de las Reformas pueden consultarse: IRIBARREN
CELIS, Lino. 1958. Revolucin de las Reformas,
pp. 145-158. En: Boletn de la Academia de la Historia,
tomo XLI, abril-junio, N. 162. FIGUEROA, Marcos. 1969. La Revolucin de las Reformas, proclamacin de Mario en Maracaibo, pp. 715-718. En:
Boletn de la Academia de la Historia, tomo LII, octubre-diciembre. N. 208. MNDEZ, Noris y OLIVARES, Pedro Pablo. 1999. Santiago Mario y la
Revolucin de las Reformas, pp. 348. En: Boletn de
la Academia de la Historia, tomo LXXXII, julio-septiembre. N. 327.

Vargas recuper la Presidencia de la Repblica. Por su parte, Mario y sus seguidores se


refugiaron en el oriente del pas, protegidos
por Monagas. Pese a su restitucin, los alzamientos militares continuaron. El movimiento del ocho de julio radicaliz obviamente las
tensiones y, as, el sector Tembleque lograra
un replanteamiento de la situacin poltica
con los sucesos ocurridos a partir del 14 de
septiembre de 1835, cuando se produce el alzamiento de Francisco Mara Faras en el cantn Altagracia en la provincia de Maracaibo.

FRANCISCO MARA FARAS:


DE ANTIGUO PATRIOTA A
LDER REFORMISTA.
La informacin sobre las razones y sobre
el inicio de los combates y cmo se organiz
el movimiento reformista en Maracaibo, es
insuficiente historiogrficamente.
La historiografa solo destaca el inicio
de las actividades de Faras, ya nombrado
como Jefe Civil y Poltico de la provincia.
No obstante, la revisin del expediente sobre
la Revolucin de Faras en el Archivo General de la Nacin, permite conocer en nuevos y diversos testimonios los argumentos
que llevaron al coronel Francisco Faras a
insurgir a principios de septiembre en favor
de Las Reformas y explicar cmo se fueron
desarrollando estos acontecimientos.
Un documento ubicado el Archivo General de la Nacin, de ttulo Diario de
los acontecimientos que han ocurrido en
Maracaibo desde el 14 de septiembre al 1
de octubre, es nuestra fuente empleada
para tener un primer acercamiento sobre
cmo se fueron desarrollando los acontecimientos en la provincia de Maracaibo

TIERRA FIRME

al momento de estallar los planes de la


faccin reformista.
El coronel Francisco Mara Faras se hallaba a finales de agosto en Altagracia, en su
hato20, pero () llamado por vecinos, quienes en el pronunciamiento que hicieron por
las reformas de la Constitucin me haban
nombrado jefe civil y militar21.
Las indicaciones de Faras sealaban que
el pueblo de Altagracia no escap de los pronunciamientos que se conocieron en el pas
en relacin con las Reformas, y quizs la
notable figura del coronel en esta regin lo
haca el principal candidato para asumir los
diversos cambios que propugnaban los jefes
militares en varias regiones; as que, llamado por un grupo de vecinos, Faras asumi el
principal cargo poltico y militar del cantn.
El alcalde Antonio Belloso, temeroso de la
situacin, se retir de su cargo. Esta noticia
corri como polvareda en los cantones vecinos, y para el amanecer del 14 de septiembre llegaban a Maracaibo embarcaciones
con personas que avisaban que el cantn de
Altagracia se haba pronunciado a favor de
las reformas22.
Esto ocasion un notorio movimiento y
activacin de los diversos sectores polticos;
un clima de tensin y confusin permeaba
cerca de las cuatro y media de esa tarde,
pues un grupo de Tembleques alrededor
de 40 se reuna en la plaza de San Juan
de Dios, comandado por los capitanes Francisco Corrales y Jos Mara Bohrquez.
Esta reunin caus impresin al jefe poltico
20 Archivo General de la Nacin, Seccin: Revolucin
de Faras, tomo I, Diario de los acontecimientos que han
ocurrido en Maracaibo desde el 14 de septiembre al 1 de
octubre. Folio 169.
21 dem
22 Ibdem, folio, 170.

49

Manuel Ramrez, quien inmediatamente


pregunt a los Tembleques el motivo de la
situacin; le contestaron que estaban all
porque queran reformas23.
A pesar de que a este grupo de adeptos de
las reformas se les conmin a que se retiraran, no lo hicieron sino hasta cuando un
grupo de partidarios del Gobierno, provenientes del barrio Carnicera, los persiguieron; entonces se encerraron de nuevo cerca
de la plaza, sin que las principales autoridades tomaran medidas al respecto. La situacin volvera a ser tensa esa noche, cuando
el capitn Nicomedes Rincones, quien haba
sido comisionado por el coronel Faras, se
present ante el gobernador y comandante
de Armas llevando un pliego y una copia del
acta, en que avisaba que el cantn Altagracia se hallaba a favor de las reformas y haba
sido nombrado como Jefe Civil y Militar el
coronel Francisco Mara Faras. Incluso ya
exista una proclama emitida desde el Cuartel General de Altagracia por el reformista
Faras donde adverta claramente su resolucin de repeler cualquier ataque y persistir
en su accin, a sacrificarse por sostener sus
garantas, vengar la sangre derramada de
sus partidarios y a pulverizar a sus enemigos; por eso afirma que () la sangre derramada de los ilustres defensores de su patrio suelo, pide venganza. Guerra a muerte,
desolacin y exterminio he jurado sobre los
escombros de mi patria24.
Esta noticia ya indicaba fundamentalmente
el anuncio formal de un movimiento militar
a favor de las reformas en un cantn vecino,
23 dem.
24 Academia Nacional de la Historia. Documentos para
los Anales de Venezuela. Segundo perodo, tomo segundo. Proclama emitida por Francisco Mara Faras en
el cuartel de Altagracia, 18 de septiembre de 1835, p. 181.

50

TIERRA FIRME

formalizado ante las principales autoridades


de la provincia como era el gobernador. Este
hecho ocasion en la ciudad una agitacin
importante, pues algunos vecinos partidarios del Gobierno constitucional comenzaron a reunirse en la plaza San Francisco desde horas de la maana, y manifestaron ante
el jefe poltico la desconfianza que tenan
en el gobernador. Inmediatamente se dirigi
un oficio al gobernador, en el que se expresaba el descontento, por no haber realizado
mayor movimiento para detener las acciones
reformistas en el cantn de Altagracia.
Rpidamente, el gobernador Manuel Ramrez orden reunir a las tropas y oficiales
para custodiar el parque de armas, mientras
se libraba una orden para detener al jefe poltico Jos Mara Belloso, quien escapara
sin rumbo definido. La situacin, con el pasar de tiempo, era cada vez ms confusa. El
mircoles 16 se nombraba a Esteban Villasmil como alcalde. El da 17 de septiembre se
relata la llegada de algunas embarcaciones
en las cercanas del puerto de Maracaibo.
Durante los das 18 y 20 transcurra en relativa calma, pero con noticias que indicaban
que pronto llegaran ms reformistas y que
entraran a la ciudad a degello y desarmando. Esto motiv que algunos militares
partidarios y amantes del gobierno se retiraran de la ciudad.
Para el da 21, el temor se apodera totalmente de la ciudad. El rumor de que el Comandante de Armas, general Mariano Montilla, se embarcaba para San Carlos dejaba
en un panorama de orfandad a muchos vecinos de la ciudad, quienes en sus hogares
optaron por la cerradura de puertas25.

Este temor no era gratuito. Numerosas


personas reciban noticias relacionadas con
los combates contra los reformistas en otras
parte del pas y sobre las acciones organizadas por Faras desde el cantn Altagracia,
que tenan matices de violencia que se manifestaban en abusar de su autoridad para atacar a la fuerza a las poblaciones y hacerles
experimentar los horrores de una guerra que
afectaba la propia vida cotidiana.
Ese da diversos padres de familias de
Maracaibo y propietarios dirigen una
comunicacin firmada al Seor Comandante de Armas General Mariano Montilla, donde le solicitan que se encargue
de enfrentar a los enemigos, pues es el
nico capaz, por sus laureados xitos militares desde la guerra de Independencia,
de enfrentar la situacin de anarqua y
desorden que sucede en la ciudad; por eso
los padres de familia insisten en pedir a
Montilla que:

25 Archivo General de la Nacin, Seccin: Revolucin


de Faras, tomo I, Diario de los acontecimientos que han

ocurrido en Maracaibo desde el 14 de septiembre al 1 de


octubre. Folios 171 -172.

Ningn otro Seor que usted puede


conjurar la tempestad que amenaza
sumirnos a todos en el horrible abismo de la anarqua y el desorden.
Ningn otro Seor, puede sino V. S.
salvar la Provincia y en ella, a toda
la nacin. Qudese usted, permanezca entre nosotros y la discordia
huir despavorida de este suelo; la
revolucin se enfrenar; los partidos, las opiniones y los intereses
opuestos se concentrarn con V. S.
para la salud de la patria. Muchos
das de gloria le debe [ilegible]
distinguidos servicios, forman la

TIERRA FIRME

historia de la vida pblica de V. S.


a favor de la antigua Colombia. Que
no le debe menos Venezuela y esta
importante provincia salvndola de
la prxima disolucin que la amenaza. Y esperando tambin con toda
confianza, que V. S. no desatender
nuestra peticin, ni desdear este
servicio a la patria y una nueva corona inicia a las muchas que adornan ya sus sienes26.
La comunicacin es clara en sus puntos;
los padres de familias sostienen que el xito de sofocar tan funestos planes en la provincia dependern en gran medida de que
el general Mariano Montilla se mantenga al
frente de los ejrcitos en la zona, e incluso
son enfticos en que su figura est capacitada para sofocar algunos desbarajustes en el
pas, pues podra amalgamar a varios sectores concentrndolos a su favor.
Para nuestro anlisis se evidencia que sectores puntuales como los vecinos y padres
de familias eran contrarios a la frmula reformista dirigida por Faras; de all la necesidad de informar al propio Comandante de
Armas que () [se] preparan para marchar
afuera de la Provincia y temerosos de que se
propague la revolucin que ha asomado en
los cantones de Altagracia y Perij27.
Esta representacin de los padres de familias caus un efecto importante en el
general Montilla, quizs no para quedarse al mando de la situacin sino, como l
26 Archivo General de la Nacin, Seccin: Revolucin
de Faras, tomo I. Comunicacin de los Vecinos y Padres
de Familias y algunos propietarios de Maracaibo dirigida
al Seor Comandante de Armas de Maracaibo General
Mariano Montilla. 21 de septiembre de 1835, folio 8.
27 dem.

51

expresa, () para mi pronta marcha a la


capital de la repblica, [pues esa representacin] ha traspasado mi corazn de
sentimientos al ver esa ciudad siquiera, y
sus habitantes expuestos a sin sabores y
disgusto causados por la efervescencia de
los partidos y dems pasiones28 .
La decisin tomada por Montilla fue
trasladarse a Caracas para poner orden
sobre la situacin y buscar las soluciones
precisas, por ello intenta calmar a los ciudadanos a la necesidad de ausentarse y
promete regresar con soluciones, pues su
deber y el honor -le requieran de sus servicios a la provincia- al igual que su deber
como padre, pues dejaba en la convulsa
ciudad a su familia. En la comunicacin
que dejara a los vecinos y padres de familia expres entonces: Qu ms prueba podra yo dar del inters que tomara
por la tranquilidad de la provincia que el
dejar en ella lo ms precioso que poseo?
mi mujer, mis hijos! () no hay motivos
que me fuerzan a abandonarlos, calclelos que es esposo y padre29.
Durante ese mismo da tambin se producan movimientos militares: el comandante Nicols Joly no asumi directrices
emanadas por el gobernador, y se embarc
con su escuadrilla cerca de la baha; el da
22 ocurri lo mismo con el comandante
Antonio Pulgar, quien ante la presuncin
de una emboscada tom posesin con su
batalln del parque de armas cercano al
28 Archivo General de la Nacin, Seccin: Revolucin
de Faras, tomo I. Comunicacin dirigida del general
Mariano Montilla a los seores Dr. Franco Balbuena y
L. Marcisca en relacin a la nota oficial dirigida por los
Vecinos y Padres de familia de Maracaibo. 27 de septiembre de 1835, folio 13.
29 dem.

52

TIERRA FIRME

puerto de Maracaibo. Al da siguiente, el


comandante Pulgar logr sacar a la goleta
Constitucin y, mientras embarcaba con
su tropa, el gobernador, al enterarse de la
novedad, mand a pedir a los reformistas
tropas que custodiasen la ciudad e hizo
publicar una comunicacin que instaba a
reunir al pueblo a las cuatro de la tarde
para que emitiese su opinin sobre lo que
aconteca. La reunin, que no se hara hasta el da siguiente,fue calificada de Populacho por quien escribe el diario; este
calificativo denotaba la impresin de un
movimiento que poda ser percibido como
poco organizado y que no tena notables
en su conformacin, pues se aduca incluso que solo algunos clrigos: () formaron un acta () bajo las mismas bases
de la de Caracas, en la cual manifestaban
se restablecieran los fueros eclesisticos
y militar, que la religin catlica fuese la
dominante y que los destinos fuesen ejercidos por los benemritos libertadores30.
Esta declaracin contenida en el acta, si
bien se pareca a la de los jefes reformistas
en Caracas, sealaba otras razones interesantes, vistas desde la ptica del oficial Juan
Celis, desde su Comandancia en Barinas,
quien nos indica un relato sobre el acontecer, pero es crtico y toma postura hacia la
figura de los Benemritos de la Independencia al sealar que los militares, despus
de ganada la campaa de independencia, no
han quedado con ganas de trabajar y sed de
vivir; se les seala simplemente como vividores y parsitos, como eran motejados por
30 Archivo General de la Nacin, Seccin: Revolucin
de Faras, tomo I. Diario de los acontecimientos que
han ocurrido en Maracaibo desde el 14 de septiembre
al 1 de octubre. Folio 173.

los dirigentes del nuevo pas31, y que segn


Juan Celis, despus de la guerra nicamente
se han dedicado a () sostener sus vicios
con el sudor de los esclavos libertos32.
A diferencia de otros movimientos reformistas, en Maracaibo se reconoci como
principal lder al general Jos Tadeo Monagas (quien para el momento comandaba las
fuerzas reformistas en oriente), y en una jugada desconocida se indicaba como comandante de Armas al general Mariano Montilla
(quien haba partido haca pocos das desde
Maracaibo) y como gobernador poltico a
Manuel Ramrez.
El nombramiento de Monagas estaba justificado por ser el principal lder del movimiento en oriente, pero el nombramiento de
Montilla era una consideracin de los Tembleques, pues al parecer los reformistas confiaban en que se incorporara al movimiento, mientras que la designacin de Manuel
Ramrez pareca incomodar ms, pues se vio
reflejada en una situacin que termin por
alejar un posible encuentro entre facciones
rivales entre Tembleques y Campesinos, que
al parecer buscaban una frmula comn y
consensual, ya que consideraban que un civil no poda estar en los principales cargos y,
segn se rumoraba, en aquella sesin, como
indica el diario, los militares no quedaron
contentos, pues ellos quieren un gobierno
puro y muy puro militar33.
Por ello algunos militares acordaron reunir firmas para anular el acta firmada, pero
31 PINO ITURRIETA, Elas. 2004. Pas archipilago,
Venezuela 1830-1858, p. 15.
32 Archivo General de la Nacin, Seccin: Revolucin
de Faras, tomo I. Diario de los acontecimientos que han
ocurrido en Maracaibo desde el 14 de septiembre al 1 de
octubre. Folio 173.
33 dem.

TIERRA FIRME

no fueron suficientes34. Este da tan acontecido en Maracaibo era la consolidacin de


la negacin a la Repblica; se desconocan
prcticamente las autoridades constitucionales del pas, pero haca mezclar todas las
rivalidades regionales en un asunto que ya
era nacional: el movimiento reformista35.
La constante discusin sobre quin sera
el gobernador poltico terminaba por comprometer la situacin en la capital del cantn. Las principales autoridades militares
e incluso una civil (el gobernador poltico
Manuel Ramrez, quien al parecer no estaba
muy de acuerdo en apoyar el movimiento reformista), mostraban que no exista un lder
claro y un mando consolidado como en otros
lugares del pas.
Esta situacin prcticamente dejaba a la
provincia de Maracaibo en un estado de
acefala en los principales cargos militares
y polticos de la regin, puesto que Montilla,
propuesto por los reformistas, se encontraba
va Curazao, y por anteriores documentos
sealados pareca estar completamente en
desacuerdo con el Movimiento Reformista,
ya que su traslado a Caracas simplemente
pareca responder a la intencin de ponerse a
las rdenes del jefe del Ejrcito Constitucional, el general Jos Antonio Pez.
El nombramiento como presidente del
general Monagas, quien estaba a ms de
800 kilmetros enfrentando a los ejrcitos
constitucionales, pareca evidenciar la falta de liderazgo en la fuerzas reformistas y,
34 Ibdem, folios 173-174.
35 Los reformista de oriente pretendan organizar de
nuevo la antigua Colombia, pero dndole ahora la
forma de una gran confederacin de estados. La religin nacional sera la catlica apostlica y romana,
el fuero militar se restablecera y los empleos pblicos
deberan ponerse en manos de los fundadores de la
libertad y antiguos patriotas.

53

finalmente, la decisin a favor del gobernador Manuel Ramrez como jefe poltico
aun causaba fuertes crticas, y no pareca
consolidar el movimiento. Pero el hecho
de que el Acta de San Francisco fuera
llevada al cantn de Altagracia de manos
del coronel Faras, ya marcaba al otrora
miembro del ejrcito patriota como lder
del movimiento reformista en la regin.
Esta consideracin toma mayor fuerza cuando el da 25 se reunieron algunos
Tembleques y Campesinos, a quienes an
no les convenca la decisin propuesta en
relacin con el principal lder militar de
las facciones, el general Montilla. Por ello
fue nombrada una comisin por parte del
gobernador designado, Manuel Ramrez,
para que fuese a buscar al general Montilla, y anunciarle la decisin. Montilla
no fue localizado, pues ya se trasladaba
a Caracas, pero con una parada previa en
Curazao. Esta noticia, segn se indica,
desconcert mucho al gobernador Manuel
Ramrez () que se disloc y empez a
decir a gritos, me voy a seguir la suerte de
mi compaero de brollos y que iba entregar el gobierno36 .
En horas de la tarde se concretaban algunos hechos; comenz a llegar un grupo de
caballera que mandaba el coronel Faras,
con fusiles, lanzas y equipo de campaa,
mientras que algunos oficiales que acompaaban al gobernador Manuel Ramrez
le indicaban que deba aguantarse en la
situacin, pues se haba llamado al coronel
Francisco Faras, para asumir el liderazgo
del movimiento y fue amenazado con cuatro balazos si no apoyaba a Faras.
El temor de la partida de Montilla,
36 Ibdem, folio 175.

54

TIERRA FIRME

oblig a enviarle una comunicacin; en


ella se destacan importantes aseveraciones que dan a entender el contexto de la
situacin. El gobernador Manuel Ramrez
primero expresa ante Montilla su preocupacin por el constante asedio que ejercan
los comandantes Antonio Pulgar y Felipe
Baptista:
() que tienen a sus rdenes en
los buques de guerra situados en
una actitud hostil contra esta Plaza, desconociendo las autoridades
superiores civil y militar de la Provincia y abandonando la capital
a las extorsiones de algunos desenfrenados del pueblo que hacan
fuego sobre el vecindario, pacfico
y cometan otros excesos; me hall
en la necesidad de pedir a Ud. un
auxilio capaz de hacerme respetar
para mantener en pie el orden y seguridad pblica que reclamaban de
m, ya los ciudadanos padres de familia, ya los agentes consulares de
potencias amigas37.
Evidenciaba en el escrito que dos oficiales
del Gobierno constitucional defendan sus
posiciones con algunos ataques militares
para enfrentar la situacin y tenan dominio
estratgico en reas de lago de Maracaibo.
Este enfrentamiento, segn Ramrez, haba
ocasionado desrdenes y temor por la vida
de muchos venezolanos y extranjeros,
pues las embarcaciones costeras haban sido
37 Archivo General de la Nacin, Seccin: Revolucin
de Faras, tomo I. Comunicacin del Gobierno de la
Provincia-Maracaibo Al Sr. Comandante de la columna
de operaciones General Mariano Montilla. 29 de septiembre de 1835, folio 320.

atacadas y apresadas, y como gobernador no


dispona de medidas para controlarlas; por
el contrario, la agitacin ha sido mayor y ha
impedido hasta el traslado del correo.
El gobernador prcticamente suplica a
Montilla que vuelva a la capital de la provincia para mantener el orden; confa en su
persona, como los propietarios y padres de
familia, ya que su figura permitir: () la
salvacin de Maracaibo de los estragos de
la anarqua ms espantosa que jams vieron los siglos38.
En la comunicacin tambin le informa
que partira rumbo a Curazao con la posibilidad de alcanzarlo en los prximos das,
para buscar solucin a los ataques de los
comandantes Pulgar y Baptista, pues teme
que en cualquier momento miembros de su
propia columna de operaciones se vean influidos por los sucesos e intenten el () uso
de sus armas contra el seor comandante
legalmente constituido39.
Al parecer la situacin del poco apoyo reflejado hacia su figura como gobernador y
estar prcticamente entre dos aguas, al no
encontrar a su amigo de brollos (el general
Montilla) y enfrentarse a una divisin total
entre Tembleques y Campesinos, ahora reformistas, acrecentaba la toma de una decisin final para el gobernador, pues consideraba que muchas autoridades haban sido
indiferentes hacia sus acciones para cooperar y mantener el orden; por el contrario, han
trabajado para someter la ciudad al caos; de
all que fueran lapidarias sus palabras al indicar que () [esta] provincia en su mayora desea y exige reformas constitucionales
y cualquiera oposicin que se oponga al
38 dem.
39 dem.

TIERRA FIRME

torrente de esta opinin general, sobre no


ser oportuna va a desprender graves males
contra la Repblica40.
En pocas palabras, su mando estaba prcticamente resquebrajado; no comparta el
movimiento reformista y, peor an, su posible oposicin de seguro ocasionara mayores males a la apenas naciente Repblica.
En vista de tal situacin, no le qued otra
alternativa que separarse del mando que estaba desempeando.

ENTRE EL CAOS Y LA
INCERTIDUMBRE.
El MOVIMIENTO DE LAS
REFORMAS EN MARACAIBO
Para el 29 de septiembre el gobernador
Manuel Ramrez haba dejado el mando,
ocasionando un considerable estado de desorden y caos. Ese da el propio comandante
de la columna de operaciones, capitn Manuel Jimnez, diriga una comunicacin al
coronel benemrito Francisco Mara Faras,
en tonos enfticos, directos y apologticos
sobre el estado de la horrorosa anarqua en
que el pueblo de Maracaibo acfalo, y su
guarnicin se encuentran.
La coyuntura plantea como nica figura
que podra asumir el mando de la provincia
al coronel Faras, ante el llamamiento deseoso y las suplicas de amigos; y tambin compaeros de armas confiaban en que Faras
era el nico oficial con mayor rango y antigedad que podra dirigir la propia columna
al mando de Jimnez, la cual se compona
() por veteranos que han enrostrado muchas veces la muerte, y que la enrostrarn
40 dem.

55

mil veces ms si es necesario para el bien


de su patria41.
Esta aseveracin simplemente afirmaba
que en caso de estallar mayores situaciones
de confrontacin, a estos oficiales no les importara tomar las armas de nuevo y asumir
bajo las rdenes de Faras cualquier decisin. Pero algo bien claro queda del pronunciamiento de los oficiales: en ningn lado
se menciona reforma o critica a la Constitucin; se habla como argumento para asumir
el liderazgo y control de la provincia, es de
la ausencia de autoridades.
Quizs esta coyuntura, aunada al hecho
de que el gobernador Manuel Ramrez fallece mientras se trasladaba a Curazao en
bsqueda de su amigo el general Montilla, favoreci la posibilidad de que Faras
asumiera el liderazgo. Efectivamente, el
30 de septiembre el coronel Francisco
Mara Faras llega con un grupo de caballera a la ciudad de Maracaibo e inmediatamente asume como jefe poltico
y militar por propia designacin y con el
apoyo de algunos compaeros de armas.
Esto colocaba un elemento interesante en
el tablero poltico del pas, pues una zona
de importancia econmica y comercial
como esta ciudad, se encontraba tomada
por el ejrcito reformista. Inmediatamente Faras investido de una autoridad casi
suprema sali a caballo a convocar al populacho Tembleque para que se reunieran
y lo proclamara mxima autoridad. En
horas de la noche, en la casa del diputado
Francisco Carrabes, se le dio formalidad
41 Archivo General de la Nacin, Seccin: Revolucin
de Faras, tomo I. Comunicacin de la Comandancia
de la columna de operaciones al Sr. Coronel Benemrito
Francisco Mara Faras jefe civil y militar del cantn Altagracia. 29 de septiembre de 1835, folios 320-321.

56

TIERRA FIRME

al acto con el grupo de Tembleques que lo


nombr jefe militar y poltico.
Acto seguido suscribi un bando con un
conjunto de artculos entre los cuales destacaban la pena de muerte para quienes
no fueran adeptos a la faccin reformista,
declarando como piratas aquellos buques
del ejrcito constitucional, e incluso pena
de muerte para quienes ayudaran a dichos
buques. Estas primeras medidas ocasionaron que muchas personas comenzaran
salir de la ciudad, ante el ambiente de
confusin y terror que tocaba las calles.
El viernes 2 de octubre todos los oficios
que se generaban, desde la comandancia
de operaciones de Faras, iban encabezados
con el ttulo Repblica de Colombia. Haban
declarado vigentes los decretos del Libertador Simn Bolvar; esto no es mera tontera:
significaba el total desconocimiento hacia
las autoridades venezolanas y su legislacin.
De hecho se constitua un pequeo Estado
que declaraba el retorno a la experiencia colombiana de haca unos aos atrs. Adems,
se asuma toda la legislacin vinculada con
la figura del Libertador. A los ojos de cualquier poltico e incluso de cualquier persona,
significaba que si Faras en su movimiento
consegua mayores xitos, la provincia de
Maracaibo se separara de Venezuela, y nos
haca recordar las palabras de Toms Lander
en el diario El Fanal, en el ao 183042.
Ser una constante en Faras la invocacin
a los antiguos libertadores de la patria, en
especial la figura de Bolvar como ilustre
gua de los patriotas de Venezuela, y afirmar
que ahora rodeado de muchos compaeros
42 Archivo General de la Nacin, Seccin: Revolucin
de Faras, tomo I. Diario de los acontecimientos que han
ocurrido en Maracaibo desde el 14 de septiembre al 1 de
octubre. Folio, 173 vto.

de armas asuma la direccin de un movimiento, pues () los votos populares me


quitaron el reposo que gozaba ().
As lo indica en un decreto emitido el 2
de octubre en el cual seala que () ya no
puede retrogradarse (su decisin), porque
la mayora de Venezuela pide reformas, si
alguno intentase contradecir estos votos
tendr sobre mi execracin pblica y un
pronto y ejemplar castigo43.
Ya indicaba Faras que la decisin de
su faccin reformista era asumir la violencia, el castigo y la fuerza militar para
subyugar cualquier negativa a aceptar su
voluntad; adems considera que muchas
personas no entenderan el objeto de las
reformas, e incluso los militares insubordinados del ejrcito constitucional han
sido el ejemplo ms claro de todo, ya que
con sus ataques a las poblaciones estn
vidos de venganza y algunos partidarios
del gobierno () afilan sus puales y se
arremangan los brazos para asesinar.
Por eso confan en que () solo el soldado subordinando est inmvil sobre el
fusil velando que el ciudadano que reposa y ofreciendo seguridad al extranjero,
qu noble conducta, qu desinters tan
digno de los hijos de Bolvar!44 .
El discurso de Faras es una manifiesto
abierto a la subversin social y se empeaba
en establecer un cisma fatal entre el pueblo
y los ciudadanos armados (militares), pero
visto desde la figura de un padre familiar,
que advierte cualquier desvo al afirmar:
43 Archivo General de la Nacin, Seccin: Revolucin
de Faras, tomo I. Proclama del Jefe Civil y Militar
de la Provincia de Maracaibo, Coronel Francisco Mara
Faras. Folios, 136-137.
44 dem.

TIERRA FIRME

() cualquiera pues que ame a su padre


debe dedicarse a salvarlo del incendio que
principiado y amenaza reducirlo todo a
nada () militares habis dado patria y libertad, vosotros habis sufrido cuanto cabe.
En esta crisis vamos a mirarla con agrado,
los perseguidos acogen vuestros pabellones
y el brillo de las armas, espasmos no terror,
sino confianza y alegra45.
Los testimonios documentales plantearon
una difcil situacin para el mes de octubre
del ao 1835. Desde las primeras actividades
blicas comandadas por Faras, sus oficiales
y principales colaboradores se concentraban
en Maracaibo y en el Puerto de Altagracia46.
Esta situacin haba ocasionado un importante retroceso de las fuerzas leales a la
constitucin. Entre las primeras prdidas
militares de las fuerzas constitucionales se
indican la quema de muchos cartuchos, pero
la propia comunicacin del gobernador de
Maracaibo Esteban Villasmil (nombrado
desde la jefatura ejercida por el general Jos
Antonio Pez) dirigida al gobernador de
Coro, indicaba que desde las acciones militares de Faras, era peor el panorama pues:
() ha sido nombrado Jefe Civil y Militar
en Maracaibo. Las tiranas que este ejerce
son imponderables: la ciudad est desolada
y su aspecto aflige al amador de la patria.
45 dem.
46 Las fuerzas militares que estaban respaldadas por el
Poder Ejecutivo nacional, para el momento se organizaban de la siguiente forma: el comandante de Armas
occidental de la provincia, Henrique Weir, se haba
mantenido fiel a sus deberes, mientras que el comandante del Batalln Boyac, Antonio Pulgar, se haba
embarcado para la Isla del Burro, frente a Maracaibo, con ciento treinta hombres de su batalln y dos
oficiales, resueltos a sostener el gobierno. El comandante del Apostadero, Felipe Baptista, con una goleta, una balandra y unos buques menores, dominaba el
lago, mientras que el comandante de la Barra, Diego
Jos Jugo, se mantena fiel al orden constitucional.

57

Faras haba asumido rpidamente el control civil y militar de la regin; en apenas


unos das, haba ocasionado un repliegue no
solo de las fuerzas militares, sino que en la
propia ciudad, muchas personas se refugiaban en sus hogares, mientras otras escapaban47. As, un temor se vio disperso en diversas localidades; aquellos militares que no
respaldaban las acciones de los llamados reformistas eran encarcelados; otros siplmente
eran asesinados en emboscadas48. Algunas
personas fueron castigadas por no asumir
posicin poltica y el terror recorri la ciudad, mientras en otras partes del pas, como
en oriente, se restableca el orden constitucional despus de someter a los principales
jefes regionales.
Era preciso denotar que tan solo anunciada
la conspiracin en la propia regin, las fuerzas militares en otras provincias, como indican las comunicaciones, comenzaban con
auxilios de infantera, caballera, armamento
y municiones a cargo de las propias jefaturas
locales; hasta las primeras acciones militares
se intentaba sofocar con los propios recursos
militares de la provincia de Maracaibo.
De igual forma, son numerosas las comunicaciones desde distintas parte del pas, que
informaban al secretario de Guerra y Marina
acerca de la situacin que ocurra durante los
primeros das de octubre. Desde Trujillo el
gobernador Gregorio Tan ofreci un excelente relato sobre la magnitud de los sucesos,
ya que desde que asumi Faras el mando:
47 Academia Nacional de la Historia. Documentos para
los Anales de Venezuela. Segundo perodo, tomo primero. Comunicacin del Gobernador de Maracaibo al
seor Gobernador de Coro. Maracaibo, 5 de octubre de
1835, p. 490.
48 dem

58

TIERRA FIRME

() haba preso varios ciudadanos; y el terror se haba apoderado de toda la poblacin por
consecuencia de los sangrientos
decretos que haba expedido; ya
mandando presentar a todos los
hombres de armas tomar so pena
de ser pasados por las armas; ya
declarando piratas a todos los
que, por constitucionales se haban refugiado en la flotilla que
estaba en el lago al mando del Comandante A. Pulgar; y ya por los
temores que infunda generalmente un tribunal que haba establecido compuesto de tres personas
para juzgar a los que intentasen
trastornar el rgimen que haba
fundado 49.
Sobre la magnitud de la fuerza militar con
que contaba Faras se indica: () hay alguna probabilidad de que puede tener sobre 200
soldados y que puede tambin hacerse de alguna gente ms, con las medidas que haba
tomado50.
Esta ltima informacin es importante, pues
exterioriza que para octubre el Cantn de Gibraltar, se haba pronunciado a favor de Faras;
de all el temor de que aumentara el nmero
de soldados a su favor, como afirma el gobernador de Trujillo: () pronunciado el cantn Gibraltar a favor de Faras hostiliza a la
flotilla del comandante Pulgar negndole los
49 Archivo General de la Nacin, Seccin: Revolucin
de Faras, tomo I. Comunicacin del Gobierno Superior
de la Provincia de Trujillo dirigida al seor Secretario de
Guerra y Marina, da parte del estado poltico en que se
encuentra la provincia de Maracaibo. 9 de octubre de
1835. Folios 137-139.
50 dem.

recursos que se pedan para sostener las tropas que tenan a bordo de los buques51.
Similares eran los temores para la principal
autoridad civil en el momento, Esteban Villasmil, quien incluso fue ms reflexivo y consider que estos hechos se relacionaban primero
con acciones que pueden catalogarse de desgraciadas. Adems, los propios oficiales, que
deberan ser los garantes del orden, la paz, el
cumplimiento de la ley, han sido perturbados
por oficiales que () han traicionado sus
deberes y juramentos, han echado el ms feo
borrn en la pgina gloriosa de nuestros militares52.
Obviamente, las palabras de Villasmil son
implcitamente directas a considerar un enfrentamiento fratricida que ha trastocado el orden y la paz y, peor an, cometido por aquellos
varones sobre los cuales el manto de la libertad e independencia recorra su extensa hoja
de mritos.
La situacin en Maracaibo pareca perderse
de control, la prensa se haca eco de la situacin, un sentimiento advenedizo y quebradizo
rodeaba la provincia, al parecer no se viva tal
caos desde la poca de independencia. Algunos editoriales, en relacin con los sucesos de
septiembre y octubre, comentaban:
El vecindario de Maracaibo, que a tan
caro precio ha comprado su independencia de la Espaa, sabr no permitir que le
arranquen las instituciones, bajo las cuales ha vivido en paz53.
51 dem.
52 Academia Nacional de la Historia. Documentos para
los Anales de Venezuela. Segundo perodo, tomo primero. Comunicacin del Gobernador de Maracaibo al
seor Gobernador de Coro. Maracaibo 5 de octubre de
1835, pp. 490-491.
53 Gaceta de Venezuela a 17 de septiembre de 1835.
Nmero 247. En: Academia Nacional de la Historia.

TIERRA FIRME

LAS ARMAS DE LA
REPBLICA CONTRA EL
EJRCITO REFORMISTA.
AGUDIZACIN DEL
CONFLICTO MILITAR.
Los Reformistas obtuvieron la victoria el
7 de octubre en el sitio de Los Macanillos,
forzando la retirada de Los Constitucionales quienes dejaron en poder de Faras: Un
can montado, algunos pertrechos, armas,
vveres, etc.54. El parte transmitido por el
Jefe de la Fortaleza de La Barra, comandante constitucional Diego Jos Jugo, indicaba
que con esta accin se haba perdido el Puerto de Altagracia.
Al sealar las prdidas militares, fueron
pocas: tan solo un sargento fallecido y cinco
soldados heridos, mientras que en las fuerzas insurgentes fueron ms considerables,
cinco muertos y numerosos heridos que se
dieron a la fuga. Para el 16 de octubre exista una notable informacin de la situacin
en la regin occidental; el gobernador de la
provincia de Coro, Juan Elizondo, se comunicaba con el jefe poltico del cantn Carora,
indicando que por previas noticias del gobernador accidental de la provincia de Maracaibo, Esteban Villasmil, era ya notorio
el estado agonizante de los insurrectos en la
fortaleza de Puerto Cabello55, quienes se enDocumentos para los Anales de Venezuela. Segundo
perodo, tomo primero, p. 447.
54 Academia Nacional de la Historia. Documentos para
los Anales de Venezuela. Segundo perodo, tomo primero. Escrito de la Gaceta de Venezuela. A 24 de
octubre de 1835, p. 488.
55 Singular importancia tiene la derrota sobre los reformistas en Valencia, pues despus de su retirada, que
muy bien puede calificarse como derrota, el general
Santiago Mario resolvi enviar los Batallones Anzotegui y Cantaura, a las rdenes del coronel Jos
Mara Melo, a vigorizar el pronunciamiento de Ma-

59

contraban sin agua, sin vivieres, bloqueados


por mar y sitiados por tierra; esto alentaba
no solo a la permanente tranquilidad de la
regin, sino que abra la posibilidad de ofrecer auxilios militares a favor de la provincia
de Maracaibo56.
El 24 de octubre en el campo de Juana de
vila se produjo quizs uno de los mayores
enfrentamientos entre las fuerzas constitucionales y las facciones reformistas al
mando del coronel Faras. Desde la noche
una columna de 598 hombres, de las fuerzas constitucionales que se hallaban en el
Hato el Mamn, avanzaron hacia la ciudad,
mientras que tres bergantines realizaban un
bloqueo del puerto. La superioridad numrica era manifiesta de parte de las fuerzas
que defendan al Gobierno. Un grupo de
170 infantes pertenecientes a las fuerzas
reformistas avanz hacia el campo de Juana de vila y, en una rpida accin dirigida
por el propio Faras, se adelant sobre la caballera del ejrcito constitucional, la cual
se encontraba para el momento desorganizada y sin formar una lnea regular; rpidamente fueron envueltos y en menos de tres
cuartos de hora las fuerzas constitucionales
fueron arrolladas, batidas y derrotadas. Faras resultaba triunfante y el propio Boletn
Extraordinario emitido en relacin con el
acontecimiento calificaba dicha victoria al
() jefe diestro en la guerra versado en
racaibo. Crea el general Mario que asegurando a
Maracaibo, sosteniendo a Puerto Cabello y evolucionado tcticamente en el oriente el general Monagas,
ira a buen rumbo la causa de las reformas, pero como
las revoluciones que no avanzan retroceden, las reformas iban a su estruendoso fracaso
56 Academia Nacional de la Historia. Documentos para
los Anales de Venezuela. Segundo perodo, tomo primero. Comunicacin del Gobernador de Barquisimeto al
seor Jefe Poltico del cantn Carora. 16 de octubre de
1835, p. 489.

60

TIERRA FIRME

la poltica siendo ms digna de alabarse su


piedad cuando en el campo mismo supo lo
que despus ha ratificado por oficiales, que
los vndalos de Venezuela haban dado la
orden de saquear la ciudad y degollar a todos los reformistas57.
Recordemos que Faras era un oficial que
durante su carrera militar haba contado con
importantes acciones militares; es decir, se
estaba combatiendo contra un oficial con
demostrada capacidad combativa. Quizs
estos acometimientos le hacan fulgurar
recuerdos de aquellas acciones mientras luchaba por la independencia, cuando combata contra los ejrcitos del realista Francisco
Toms Morales. Era ahora otra batalla ms,
pero quizs la ms importante en su carrera,
pues l mismo diriga su destino.
El resultado parece una derrota contundente para los defensores de la Constitucin;
adems, de esa jornada gloriosa para los
reformistas resultaron presos los comandantes Weir y Pulgar, varios oficiales muertos
del ejrcito constitucional, 257 prisioneros,
41 heridos de gravedad y 31 muertos en total. Segn el propio parte oficial de Faras,
este da: () justifica la bizarra con que
los reformistas sostienen su justa demanda
y la proteccin del cielo que nos libr de los
frenticos carniceros y de las tribus gentiles
armadas de mortferos venenos, segn el orden constitucional aunque contra el derecho
de guerra y muertes58.
Lo indicado por el comandante reformista
es interesante; all indica que hubo participacin de parte de las fuerzas constitucionales integradas por indios guajiros, quienes
57 Archivo General de la Nacin, Seccin: Revolucin
de Faras, tomo I. Boletn Extraordinario sobre la Batalla de Maracaibo. 24 de octubre de 1835, folio 319.
58 dem.

con flechas envenenadas enfrentaron a los


reformistas, y fueron los que causaron los
mayores daos: un oficial subalterno muerto, seis heridos y diez caballos () que murieron muy luego con la desesperacin del
activo veneno59.
Incluso pone en discusin un tema: generalmente la historiografa ha colocado a
las tropas del ejrcito constitucional en una
actitud benigna y afable en las diferentes
acciones ejecutadas durante la Revolucin
de las Reformas, pero, al contrario, existen
testimonios de que en algunos casos fueron
acciones hostiles y con capacidad destructora contra objetivos militares y civiles60.
Ya para finales de octubre si bien ocurran
algunas escaramuzas entre ambas fuerzas,
es notable la correspondencia cruzada entre
funcionarios que informaban sobre qu suceda en Maracaibo para finales de octubre;
en ella se reconoca que Faras controlaba
casi toda la regin, pero algunos decretos y
acciones emitidas como mxima autoridad
empezaban a resquebrajar su mando interno
en la provincia; la prisin de importantes
padres de familias y otros vecinos de mayor respetabilidad, ocasion un importante
suceso: segn indica el gobernador de Trujillo al de Barquisimeto, algunos cnsules
59 dem.
60 Hasta mediados del siglo XIX, solo las normas consuetudinarias regan el derecho de la guerra, unas
normas que se haban ido formando en la prctica a
lo largo de los siglos precedentes. Las disposiciones
legislativas nacionales y los tratados bilaterales, especialmente las treguas y las capitulaciones, desempearon un importante papel en la formacin de esas
normas consuetudinarias. Quizs la crtica emitida
por el comandante reformista Faras en relacin con
el derecho de guerra, fue por la utilizacin del veneno
como un arma de guerra; por consiguiente, en lo relativo a las leyes y costumbre de la guerra terrestre su
uso contra un ejrcito contravena muchos principios
establecidos.

TIERRA FIRME

extranjeros intentaron abogar por esas personas ante jefes de la escuadra constitucional, situacin que caus molestia en Faras,
quien solicit como nica consideracin
para liberarlos la cantidad de 12.000 pesos.
La decisin de algunos comerciantes fue negarse a otorgar esa gran suma de dinero al
lder de la faccin reformista y de inmediato:
() todas las casas de comercio de aquella
plaza han asegurado sus mercancas en las
casas de comercio extranjeras, en fin que con
la eleccin hecha por Faras, se ha disgustado todo el pueblo como algunos militares61.
Es probable que Faras detuviera algunas
personas con importante caudal econmico en Maracaibo, y la decisin de asegurar
todas las mercancas por parte de las casas
de comercio extranjeras fue una accin de
proteccin, ya que en caso de suceder una
agresin de parte de los reformistas contra las casas de comercio de otros pases
se estara agrediendo directamente a otras
naciones, lo que complicara mucho ms el
panorama al revestir el conflicto quizs un
carcter internacional.
Al parecer este evento ocasion que uno
de los principales lderes de las fuerzas reformistas, como era el coronel Manuel Jimnez, se pusiera a favor del ejrcito constitucional y todo su escuadrn. Y las noticias
que recorran la ciudad eran que Faras: ()
se quedaba sin nadie con que contar y en su
desesperacin ha nombrado un triunvirato
recordando la memoria de Robespierre ()
y que casi todos los bandos publicados para
el dictador concluyen con la pena de muerte, que Maracaibo se halla en el estado ms
61 Archivo General de la Nacin, Seccin: Revolucin
de Faras, tomo I. Comunicacin de la Gobernacin de
la Provincia de Trujillo al Gobernador de la Provincia
de Barquisimeto. 16 de octubre de 1835, folio 108.

61

deplorable que pueda figurarse, que en los


escritos del jefe revolucionario no se respira
sino muerte62.
De igual forma, ya las comunicaciones evidenciaban planes concretos para enfrentar a
las facciones reformistas en Maracaibo63; las
62 dem.
63 Para esta fecha, en vista de las victorias continuas
de Faras en Maracaibo, el propio general Mariano
Montilla propona al secretario de Guerra y Marina
un plan para garantizar retomar las posiciones perdidas, sin antes ofrecer un anlisis sobre la situacin.
Para el momento, Montilla apenas estaba designado
como segundo jefe del Ejrcito Constitucional. El
documento en extenso revela su preocupacin por
la situacin e indica el notorio conocimiento de una
posible estrategia militar. En el mencionado documento Montilla indica que Faras se encuentra muy
envalentonado con las victorias que ha obtenido, y
que es muy posible que extienda la guerra hacia la
provincia de Coro, que se halla indefensa; esto facilita que Faras pueda emprender ms acciones pues
el coronel tiene conocimiento prctico de toda la
provincia () y sus relaciones de amistad y parentesco
lo estimularn ms y ms. Esta advertencia de Montilla no estaba de ms para el secretario de Guerra y
Marina: indicaba la posibilidad de una invasin por
parte de Faras, y ante ello Montilla establece como
posibles acciones emprender un avance hacia Maracaibo con un importante despliegue militar. Esto
evidenciaba que los continuos avances de Faras causaban preocupacin en algunos oficiales e incluso en
el propio gobierno. Indica Montilla que como principio general, para organizar una accin militar debe
realizar una lnea de asedio que contemple primero
no desplazar la Divisin Carabobo, pues el enemigo
todava domina Puerto Cabello, y cualquier maniobra
de esta divisin podra facilitar a los reformista desplazarse por Patanemo y escapar hacia occidente; por
tanto es necesario que venga de Barcelona una divisin de 800 infantes hacia la provincia de Coro y que
el desembarque se haga por Cumarebo, y no por La
Vela, que posiblemente est en manos de los facciosos, opinaba Montilla. Establecido el desembarco con
municiones, se deber realizar un bloqueo del lago
intentando tomar las goletas ubicadas en el lago, para
luego, reunida toda la escuadrilla, arrollar al enemigo colocndose sobre los puertos de Altagracia y las
costas del este, siendo el fuerte de San Carlos el nexo
militar directo de la escuadrilla constitucional. Para
Montilla, el hecho de no haberse planificado militarmente contra las acciones de Faras ha permitido su
avance, pues no existe una coordinacin efectiva; por
el contrario, los comandantes militares en la provincia

62

TIERRA FIRME

primeras presunciones estiman necesario


hacer un desembarco con cerca de mil hombres armados, que segn el gobernador de
Trujillo seran los necesarios para garantizar
la derrota de aquellos que intentaban y eran
calificados como Hijos desnaturalizados de
Venezuela64; no obstante, desde su comandancia demostraba preocupacin, pues continuas solicitudes desde la Comandancia de
Operaciones del Ejrcito constitucional en el
lago, le pedan 200 hombres, pero manifestaba imposibilidad por tener buena parte de
su tropa desarmada. Como autoridad militar
consideraba que las medidas necesarias no
seran enviar tropa desde Trujillo hacia los
puertos de Altagracia, sino enviarlas desde
Barquisimeto y el centro del pas, pues ya las
costas de estos puertos se encontraban desguarnecidas y no solo se permitira salvar a
la provincia de Maracaibo, sino tambin las
de Mrida y Trujillo65.
Mientras tanto, el 3 de noviembre el comandante reformista Faras enviaba una
comunicacin desde su jefatura al secretario
del Interior y Justicia, donde manifestaba
sus constantes crticas y advertencia sobre
el asedio de las tropas del ejrcito constitucional, en especial las comandadas por
Baptista, pues se encuentra desde octubre:
de Maracaibo solo se han dedicado a la defensa, y no
ha sido nombrado un jefe de operaciones sobre Coro
y Maracaibo. Archivo General de la Nacin, Seccin:
Revolucin de Faras, tomo I. Comunicacin de General Mariano Montilla al Seor Secretario encargado
de los Despachos de Guerra y Marina. Valencia, 2 de
noviembre de 1835, folios 195-198.
64 Alocucin del Presidente de la Republica a sus Conciudadanos. En PEZ, Jos Antonio. 1990. Autobiografa del General Jos Antonio Pez, p. 285.
65 Archivo General de la Nacin, Seccin: Revolucin
de Faras, tomo I. Comunicacin de la Gobernacin de
la Provincia de Trujillo al Gobernador de la Provincia
de Barquisimeto. 16 de octubre de 1835, folio 108.

() hostilizando a esta ciudad quitando


los vveres cuando poda, ya caonendola
con frecuencia y por lo regular despus de
horas de comer y en fin, el da 23 del pasado
desembarc de la escuadrilla una columna
compuesta en partes de indios salvajes armados con flechas envenenadas con el propsito de invadir la plaza66.
Tambin reafirmaba Faras en su comunicacin, en clara advertencia al Gobierno constitucional, que deba considerar el Gran Partido que hay en la provincia en relacin con
las Reformas, pues es un movimiento conformado () por tembleques y campesinos, lo
es en su mayor parte los primeros: que estos
fueron los que en noviembre del ao pasado
sostuvieron la constitucin67.
Esta aseveracin del principal lder del movimiento reformista provincial es importante:
indicaba que aquellos dos sectores contrarios,
quizs encontraban por primera vez puntos
en coincidencia, esta vez segn el propio Faras por la ineficacia de la Constitucin y de
las dems leyes, lo que ha permitido ()
que la opinin por las reformas tienen estos
ciudadanos es formada por sus conciencias
que les dictan las ms sumas necesidades68.
Por ello Faras advierte que en relacin con
esa cantidad de personas adeptas por las reformas, el Gobierno no debe juzgar la firme
decisin de continuar en batallas; por el contrario, asegura que ser () mayor la sangre
que se va a derramar todava en este pas69.
66 Archivo General de la Nacin, Seccin: Revolucin
de Faras, tomo I. Comunicacin del Jefe Militar y Poltico de la Provincia de Maracaibo, Coronel Francisco
Faras al Secretario de Interior y Justicia. 3 de noviembre de 1835, folios 320-323.
67 dem.
68 dem.
69 dem.

TIERRA FIRME

Incluso considera que solo el gobierno es


responsable en economizar esa sangre, pero
deja un espacio abierto a llegar a posibles
acuerdos, ya que aclara: () aunque sea reformista por las mismas justas razones indicadas, estoy pronto sin embargo a emplear
los medios que se me aconsejen si en ellos se
pudieren conciliar tantos y tan distintos70.
En una comunicacin del recin nombrado comandante de Armas de la provincia
de Maracaibo, Manuel Oliva, se informaba
cmo la situacin a favor de los facciosos
continuaba siendo muy fuerte. Las fuerzas
de Faras haban comenzado a desplazarse
hacia Dara, pero en una accin coordinada
se orden, al mando del coronel Jimnez, reunir una cantidad de ganado importante que
se mantena sobre el hato del coronel Nicols
Joly. Esta simple accin garantizaba un elemento fundamental en acciones de guerra:
mantener la subsistencia de la tripulacin y
escuadrilla que se trasladaba desde la Isla
del Burro, con el nico fin de atacar con tropa marinera y de infantera para inutilizar
los buques de los facciosos, los cuales se encontraban apostados en el puerto de Maracaibo. As, los buques hicieron entrada hacia
el puerto de Maracaibo. La primera accin
consisti simplemente en inutilizar un importante grupo de canoas que se hallaban en
la costa del puerto, las cuales se constituan
en un medio de transporte que garantizaba
el acceso de algunos pertrechos militares y
la provisin de alimentos para los facciosos.
Cumplida esta accin se desat un importante combate militar entre ambas fuerzas; un furioso fuego cruzado con bateras
de tierras empezaban contra el bergantn
Rosala y el bote General Pez, segn
70 dem.

63

indicaba el comandante de Armas Manuel


de Oliva: () los enemigos haban tenido
toda su infantera desde el muelle, hasta
lo ltimo del astillero parapetados; y un
fuego horroroso de fusil cruzaba nuestros
buques, a la vez que con metralla barran
todo frente a su batera71.
Ante tal inmensidad de metrallas de fusil, los destrozos en los buques eran rpidos. Esto oblig a la tripulacin a desembarcar en pequeos botes para buscar
llegar a tierra e intentar salvarse. La tripulacin del Rosala haba desembarcado
casi en su totalidad al mando del teniente
Rafael Mara Baralt; se dirigan a tierra
con el propsito de enfrentar picamente con solo treinta hombres a un total de
cuatrocientos ubicados cerca del astillero;
a pesar de los estragos que sufra el buque
Rosala pudo evitar al mando de Manuel
Oliva, tal accin con un desenlace fatal
para las tropas constitucionales y emprendieron el rescate del teniente Baralt y su
tripulacin, para retirarse nuevamente a la
Isla del Burro. El parte final indicaba una
perdida casi total de tres buques y cuatro
oficiales para el ejrcito constitucional,
mientras que era difcil ofrecer la cuanta
en prdidas numricas de los reformistas,
pues Faras haba prohibido por decreto de
pena de muerte el decir cuntos muertos
existiesen en una accin armada72.
71 Academia Nacional de la Historia. Documentos para
los Anales de Venezuela. Segundo perodo, tomo segundo. Comunicacin del Comandante de Armas de la
Provincia de Maracaibo al Seor Secretario de los Despachos de Guerra y Marina. 9 de noviembre de 1835,
p. 69.
72 Academia Nacional de la Historia. Documentos para
los Anales de Venezuela. Segundo perodo, tomo segundo. Comunicacin del Gobernador accidental de la
Provincia de Maracaibo al seor Secretario de Estado en
los Despachos de Guerra y Marina. 17 de noviembre de

64

TIERRA FIRME

La mayor parte de la tropa de infantera


y martima se traslad hacia la costa este,
para evaluar los daos e intentar recuperar
los buques, mientras vean llegar el buque
Naguanagua al mando del coronel Ramn
Soto, acompaado de un bongo, dos piraguas y numerosas canoas que transportaban unos cincuentas hombres para unirse a
Faras en Maracaibo.
Como era de esperarse, la derrota de las
fuerzas constitucionales era inminente; segn se indica, ms de 400 hombres con un
fuerte caoneo atacaban la diversa flota martima del ejrcito constitucional; la fusilera
descarg de forma precisa a pesar de que los
combates se extendieron hasta el final de
la tarde. El parte militar indicaba notables
perdidas: el buque Rosala qued totalmente
destrozado, con multitud de balazos de can y su casco completamente intil. El buque Williams sufri tambin notablemente:
tuvo daos en su jarcia y velamen con ms
de quinientos tiros de can y cuatro mil de
fusil73. La balandra Carabobo, rota en su botavara, sus foques y un balazo a la lumbre
del agua74.
Estas cifras notables de disparos solo indicaban que los facciosos, mientras tuvieran
control de las entradas al puerto, garantizaban al menos contener las fuerzas constitucionales. El gobernador Esteban Villasmil,
consciente de la situacin, rpidamente orden a una escuadra de infantera intentar
1835, tomado de la Gaceta de Venezuela, N. 256, pp.
70-71.
73 dem.
74 Academia Nacional de la Historia. Documentos para
los Anales de Venezuela. Segundo perodo, tomo segundo. Comunicacin del Comandante del Apostadero y
la escuadrilla Constitucional al seor Secretario de Estado en los Despachos de Guerra y Marina.11 de noviembre de 1835, pp. 67.

acercarse hasta donde lo permita el puerto


y realizar ataques continuos contra estas
escuadras martimas (un bergantn, dos
bongos y un guairo) al mando de Soto, para
atacarlas y poder ofrecer menos resistencia
a otra posible incursin. De igual forma, ya
se ordenaba formar un equipo de caballera
con participacin del jefe poltico del cantn
Casigua, Manuel Jimnez, con el propsito
de reforzar una columna y ofrecer la posibilidad de un ataque certero por tierra, que
hostilizara a los enemigos. Mientras, las
tropas se refugiaban de nuevo en la Isla del
Burro para recomponer fuerzas.
Esta coyuntura de victorias por parte
de la faccin reformista de Faras pareca
alentar el movimiento, pero quizs solo
se constituan en victorias defensivas; no
exista un avance hacia otras zonas del
pas, permaneca esttica, y no se aumentaba el nmero de adeptos al movimiento;
al contrario, iba en menor cuanta, igual
que los alimentos y pertrechos militares.
Adems, la victoria del ejrcito constitucional en Puerto Cabello bloque un posible auxilio para el movimiento insurgente
en la provincia de Maracaibo75.
75 Indica Rafael Mara Baralt que: Sabiendo luego lo
ocurrido en Valencia, Pez licenci al ejrcito y regres
a dirigir y actuar sobre Puerto Cabello, los reformistas
pronto se hallaron sin vveres y con ms gente de las que
necesitaba la plaza. En algn momento se pens auxiliar
con tropas a Faras, quien para esta fecha haba conseguido algunas victorias importantes, pero no contaban
los reformistas guiados por el Comandante Pedro Carujo,
mientras se diriga hacia el sitio de Paso Real, en busca
de ganado con ms de cien hombres, fueron emboscados
en una accin al mando del jefe constitucional, vindose cercado y acometido, fue hecho prisionero y muchos de
sus partidarios se dispersaron por el campo, regresando
muy pocos a la plaza de Puerto Cabello, esto termin por
decantar la suerte de los reformistas en Puerto Cabello.
BARALT, Rafael Mara. 1960. Resumen de la Historia
de Venezuela, p. 387.

TIERRA FIRME

EL GENERAL MONTILLA
AL MANDO Y BLOQUEO
DEL LAGO DE MARACAIBO:
ESTRATEGIA FINAL DEL
EJRCITO CONSTITUCIONAL
En tan solo un mes desde el 14 de noviembre, el asedio continuo hacia el movimiento
reformista en la provincia de Maracaibo motiv a que la solucin del problema pasara
por conformar un ejrcito solamente enfocado en disipar tal accin. Si bien todava
los comandantes naturales de la provincia
mantenan un control de la zona, el nombramiento del general Montilla, como segundo
jefe del Ejrcito constitucional y del general
Jos Flix Blanco como comandante de Armas y Operaciones en la provincia, implic
la coordinacin ms efectiva de las acciones
contra Faras.
El propio 14 de noviembre el comandante Bustamante, en unin con el comandante
Manuel Jimnez, marcharon con tropas de
Coro sobre los puertos de Altagracia, en seguimiento del coronel Ramn Soto, quien no
pudo reunirse con Faras, mientras este conduca los restos del Batalln Cantaura, con
motivo del asedio martimo76.
76 El 21 de noviembre indicaba el gobernador de Coro,
Mariano Garca, que por Paraguan haban arribado
tres buques de los facciosos el da 18 de noviembre,
situacin que pona en advertencia al secretario de
Guerra y Marina, que podra ser la primera avanzada
de una posible invasin de parte de los reformista dirigidos por Faras; esta situacin provoc que () la
clase pobre, se prestara con mucho gusto y entusiasmo, para
asomar las armas y otros a hacer emprestados y donativos. Es decir, haba una reaccin de defensa contra
los reformistas, situacin que claramente expresaba
la necesidad de tener personal preparado para combatir a un enemigo ms all de las fuerzas militares,
que eran escasas en la zona. Archivo General de la
Nacin, Seccin: Revolucin de Faras, tomo I. Comunicacin del Gobernador de la Provincia de Coro al
Secretario de Despacho de Guerra. Coro 18 de noviem-

65

El 25 de noviembre ocurra un fuerte enfrentamiento en donde una escuadrilla al


mando del comandante Baptista dio un combate importante en la baha de Maracaibo a
los insurrectos, con el objeto de inutilizarles
los buques que tenan arrejados en la fortaleza. El resultado fue efectivo, pues dej
inutilizados los buques que tenan, a saber:
el bergantn Rosala y dos bongos, siendo la
prdida considerable para los reformistas.
Para finales de noviembre el balance militar y poltico no era nada favorable para
Faras: la victoria del Ejrcito constitucional
en Puerto Cabello, el decreto de Pirital en el
cual se rendan las fuerzas reformistas del
general Monagas, en las provincias de Barcelona y Cuman; la imposibilidad de trasladar la tropas ubicadas en Valencia hacia
Maracaibo y las ltimas decisiones de Faras
que optaban por proclamar la Repblica de
Colombia, adems de constantes actos de
violencia, terminaron por granjearle una importante animadversin pblica.
Faras, hacia finales de noviembre, careca
de elementos para desenvolverse en el marco
de una guerra; tena cortadas las comunicaciones martimas y terrestres, debido a que
el comandante Antonio Pulgar operaba desde La Grita, y los Puertos de Altagracia77 y
bre de 1835. Folios 402-403.
77 El 29 de noviembre, una comunicacin dirigida al
general Jos Flix Blanco, comandante de Armas y de
Operaciones de la provincia, por el comandante Manuel Oliva, evidenciaba cmo iba en constante reduccin las personas adeptas al movimiento de Faras; ya
no se ofreca una resistencia feroz y empedernida, con
tropas armadas; resultaban ahora pequeas grupos
armados, que llegaban a treinta personas que huan
a caballo, mientras las tropas constitucionales se acercaban, y en una rpida accin se controlaba el este de
la provincia. Veamos lo que indicaba al respecto el comandante Manuel Oliva: Sobre mi marcha tuve avisos
de que se encontraban an en el Hato de Ancn de Colina e inmediatamente me puse con el seor Comandante

66

TIERRA FIRME

las fuerzas navales y el castillo cerraban la


salida del lago78.
El 8 de diciembre las fuerzas constitucionales
dieron un golpe fuerte a las tropas reformistas.
El secretario de Guerra y Marina informaba
que la escuadrilla constitucional haba inutilizado los buques armados de los disidentes, influyendo as en el pronto restablecimiento del
orden legal en aquella importante provincia79.
Para el 12 de diciembre, el segundo jefe
del Ejrcito constitucional, general Mariano
Montilla, autorizado por el propio primer jefe,
el general Jos Antonio Pez, diseaba tcticamente una estrategia para lograr en breve
tiempo enfrentar y disipar al resto de los facciosos que estaban guarecidos, bloquendolos
por tierra y mar80.
Jimnez y veinte carabineros al galope sobre dicho hato
en donde los alcanzamos; verlos, cargarlos, y rendirlos fue
todo obra del momento, siendo tanto el asombro y cobarda
de estos miserables, que apenas hicieron seis u ocho tiros;
el comandante Melndez, sigui a escape en un famoso
caballo; pero perseguido por dos carabineros se ech al suelo
y huy al monte, abandonando el caballo. Concluida esta
operacin me acamp y a las cuatro de la tarde regres
con la infantera a este punto, dejando al Comandante
Jimnez rdenes de seguir al anochecer de hoy sobre las
Cabimas con treinta caballos y la piragua Carmona por
la costa, con el objeto de disolver una guerrilla de facciosos
de veinte hombres que hay all y traer todo el armamento
que pudiera reunir. El resultado de esta marcha es haber tomado a los enemigos, veinte y cinco fusiles y, diez
y ocho hombres de tropa y dos oficiales y haber libertado
toda la costa del este del poder insoportable de estos bandidos. Academia Nacional de la Historia. Documentos
para los Anales de Venezuela. Segundo perodo, tomo
segundo. Comunicacin de la Comandancia de Operaciones de la Provincia al seor General Jos Flix Blanco,
Comandante de Armas y de Operaciones de la Provincia.
29 de noviembre de 1835, pp. 73-74.
78 GONZLEZ GUINN, Francisco. 1954. Ob. Cit.,
tomo II, p. 439.
79 Academia Nacional de la Historia. Documentos para
los Anales de Venezuela. Segundo perodo, tomo segundo.
Resolucin del Ministro de Guerra sobre las precedentes
comunicaciones de Maracaibo. Caracas a 6 de diciembre de 1835, pp. 71
80 El 13 de diciembre marcaba definitivamente para el
general en Jefe de los Ejrcitos de la Repblica, la

Como se ha evidenciado, la situacin de


los reformistas en Maracaibo era difcil.
Adems de haber sido derrotados en varios
encuentros parciales, quedaban reducidos
a la plaza, cuyo bloqueo estaba establecido
para comenzar el 23 de diciembre por una
divisin martima compuesta de quince
embarcaciones armadas en guerra, compuesta por buques de dinero, armamentos,
pertrechos, provisiones y vestuarios81. Ya
el 19 del mismo diciembre haban zarpado
de Ocumare tres buques rumbo a Maracaibo, llevando a bordo al segundo jefe del
necesidad de restablecer el orden constitucional en
Maracaibo; ese da desde el Cuartel General en Maracay, diriga una proclama con atencin especfica a
los Maracaiberos. En dicha proclama se manifest
que solo cuando fue concluida en oriente la pacificacin, el Gobierno enviaba fuerzas suficientes para
respetar la Constitucin de 1830; en ella expresa
que el Gobierno lamentaba las continuas desgracias
ocurridas en Maracaibo y que desde este momento
el propio general Pez, as como haba obrado en sus
actos en Valencia, Lajas y la laguna de Pirital en donde sin derramamiento de sangre someta a la Ley,
a quienes haban alterado el orden. La proclama es
una expresa advertencia ya que indica a los facciosos
que, en caso de no someterse a las armas nacionales,
el nombrado Jefe Constitucional Mariano Montilla
tiene autorizado utilizar todos los medios coercitivos
para ello. La advertencia era clara: el envo de las tropas constitucionales significaba el acto de reconocimiento de que las acciones de Faras revestan unos
caracteres de peligro regional con influencia en la vida
social del pas. Incluso el propio Pez en la proclama
aboga que por ser tan afecto el pueblo maracaibero a
Montilla, deben Odlo y llenarles vuestro deber. Toda
esta proclama en su conjunto indicaba que los das
de jefe militar y civil de Maracaibo estaban contados para Faras. Academia Nacional de la Historia.
Documentos para los Anales de Venezuela. Segundo
perodo, tomo segundo. Proclama del Jefe del Ejrcito
Constitucional Jos Antonio Pez, General en Jefe de los
Ejrcitos de la Repblica y de Operaciones para restablecer el orden constitucional. Maracay a 13 de diciembre
de 1835, pp. 77-78.
81 Academia Nacional de la Historia. Documentos para
los Anales de Venezuela. Segundo perodo, tomo
segundo. ltimos auxilios dirigidos a Maracaibo, y
proclama del Jefe del Ejrcito Constitucional a 13 de
diciembre de 1835, pp. 76-77.

TIERRA FIRME

Ejrcito constitucional, general Mariano


Montilla, y 500 hombres de infantera, con
lo cual aumentaban a 18 las embarcaciones
que actuando sobre Maracaibo formaban la
escuadrilla al mando del capitn de fragata
Felipe Baptista conformada con 23 caones
y 372 hombres.

67

No poda el jefe reformista Faras oponer


ninguna resistencia, y, cediendo a las insinuaciones pacficas del general Montilla, el
26 de diciembre le envi un pliego de condiciones bajo las cuales ofreca someterse a la
obediencia del Gobierno.
Prometa el jefe revolucionario entregar
la plaza siempre que el Gobierno diera garantas a l y a sus compaeros de vida, libertad y propiedades82. Debiendo tambin
incluirse en estas los empleos y destinos de
toda especie: que si en la guarnicin de Maracaibo o en cualquier punto de la provincia
se encontraban algunos de los generales, jefes u oficiales que depusieron y deportaron a
los primeros magistrados de Venezuela, seran comprendidos en el goce de las mismas
garantas: que la hacienda nacional pagara
religiosa y oportunamente a las personas
que resultasen acreedoras todo lo que hubiese tomado a crdito para el sostenimiento y
dems necesidades de las fuerzas de ambos

partidos; que si entre los sostenedores de


las reformas se encontraban alguno o algunos que no fueran vecinos de Maracaibo y
deseaban pasar a sus domicilios83, el transporte lo costeara la hacienda nacional; que
la Constitucin, las leyes y las rdenes del
Gobierno seran observadas y cumplidas
desde el momento en que el general Montilla ocupase la plaza y, finalmente, que las
dudas que ocurriesen en la interpretacin
del convenio seran resueltas conforme a
los principios de equidad y justicia, restringindose lo adverso y odioso y amplindose
lo favorable84.
Cuando el general Montilla recibi estas
proposiciones no se crey autorizado para
otorgar tan amplia concesin. As se lo hizo
saber al revolucionario Faras, y por ello se
cambiaron varias notas85. El general Montilla dijo que estaba dispuesto y autorizado
para evitar el derramamiento de sangre, pero
sin ofender la dignidad del Gobierno, y en
esta virtud propuso a su vez al coronel Francisco Mara Faras lo que poda conceder86.
Faras acept las proposiciones, que Montilla -como segundo jefe del Ejrcito Constitucional- expres en un decreto fechado el
31 de diciembre de 1835. En este decreto se
garantizaban al jefe revolucionario, a los
jefes, oficiales y tropas que estaban a sus
rdenes, y a las dems personas comprendidas en los sucesos revolucionarios, sus vidas y propiedades: el coronel deba recoger
y depositar en el parque todas las armas y
municiones para entregarlas por inventario.
Adems pondra a disposicin del jefe de

82 Archivo General de la Nacin, Seccin: Revolucin


de Faras, tomo I. Pliego de condiciones bajo las cuales
propuso el Jefe Faras entregarse al gobierno. Cuartel
General de Altagracia, 26 de diciembre de 1835, folios 551- 555.

83 dem.
84 dem.
85 dem.
86 dem.

LA RENDICIN DEL
CORONEL FARAS Y EL
RESTABLECIMIENTO DEL
ORDEN LEGAL EN LA
PROVINCIA DE MARACAIBO

68

TIERRA FIRME

Estado Mayor, en el punto o puntos que se


le designasen, la tropa que tuviese para ser
licenciada, reservando 50 hombres para custodiar a la poblacin.
El Gobierno hara transportar a los individuos de tropa a los lugares de sus respectivos
domicilios. Faras, los dems jefes y oficiales tomaran, que as lo queran, sus pasaportes para cualquier punto de la Repblica
o fuera de ella, expedidos por el segundo
jefe del Ejrcito constitucional y, en ausencia
de este, por el comandante de Armas de la
provincia; y por ltimo, el que ocultara armas o municiones se tendra por conspirador
y sera juzgado como tal87.
Desapareca, pues, con este decreto la
insurreccin que se haba apoderado de la
ciudad de Maracaibo. Para sus habitantes,
el primer da del ao fue de inexplicable
felicidad, porque ese da se restableci el
orden constitucional y la plaza fue ocupada
por el ejrcito que estaba a las rdenes del
general Montilla88.
La noticia de este suceso fue acogida con
grandes muestras de contento en la capital
de la Repblica; y as el Gobierno como los
hombres de la poltica oficial aprovecharon
87 Archivo General de la Nacin, Seccin: Revolucin
de Faras, tomo I. Decreto del Segundo Jefe Constitucional aceptado por el Coronel Faras y en virtud del cual
se entreg Maracaibo. Cuartel General de Altagracia,
31 de diciembre de 1835, folio 556.
88 Los primeros decretos y resoluciones del general
Montilla como segundo jefe del Ejrcito Constitucional, ya rendida la plaza de Maracaibo, indicaban
que para el 7 de enero se haban rendido la totalidad
de las facciones reformistas y por consecuencia se
nombr como comandante de Armas de la provincia de Maracaibo al coronel Jos Flix Blanco, y para
desempear la Gobernacin de dicha provincia al comandante Diego Jugo, quien se desempeaba como
comandante de Armas y finalmente en su cargo era
designado el comandante Antonio Pulgar.

la oportunidad para encomiar la conducta


del general Montilla89. Tanto el Consejo de
Gobierno como el Ejecutivo aprobaron el
decreto expedido por dicho general, porque
haba obrado, dijeron, con arreglo a la autorizacin que se le haba dado para garantizar
la vida de los comprometidos en los sucesos
revolucionarios de Maracaibo; adems no se
haba extendido a la concesin de los grados
militares, ni a otra alguna, fuera de las vidas
y propiedades de los reformistas, pero s inclua separar temporalmente, dentro o fuera
del pas, a los indultados cuya presencia pudiese amenazar la tranquilidad pblica.
El general Montilla haba girado en la
limitada rbita de sus atribuciones, dando
en su decreto lo que legalmente pudo dar;
pero en su proclama, que daba culminacin
a este conflicto, fue claro y preciso en ir
ms all, al llamar a los venezolanos a la
unin, a someterse a las leyes, a estar en
concordancia con el espritu conciliador del
Gobierno y a desechar las confrontaciones
entre los divididos. Por eso la necesidad de
someterlos a la amnista acordada con el
Gobierno. Afirmaba el general Montilla, a
los habitantes de Maracaibo:
Que no se recuerden entre vosotros
los hombres odiosos de los partidos
que produjeron la fatal divisin; que
se olvide para siempre la conducta y hasta las opiniones de los que
obraron en las pasadas disensiones;
todos sois venezolanos, todos sois
89 Esto se confirm con la aprobacin del indulto a los
Sometidos en la Plaza de Maracaibo en la Sesin 696
del Consejo de Gobierno Constitucional. En: Academia
Nacional de la Historia. Documentos para los Anales
de Venezuela. Segundo perodo, tomo segundo, pp.
85-87.

TIERRA FIRME

hermanos y todos debis ser amigos.


Preferirais el triste placer de un
momento de increpar a los que extraviados por desgracia, han entrado en la senda de su deber, a la dulce
complacencia de confundir vuestras
quejas con las inspiraciones de la
generosidad y del patriotismo? Negaris vuestro respecto a la amnista acordada a nombre del Gobierno
y sin la cual no podis ser dichosos?
No debo temerlo, porque media
vuestro propio inters y porque no
es creble que haya entre vosotros
quien desconozca los sentimientos
generosos del patriotismo, quien se
aparte de la marcha que ha seguido
el Gobierno, quien desobedezca las
leyes que acaban de restablecerse90.
As, para mediados de enero terminaba la
aventura autonomista del militar altagraciano, quien parti de forma forzada al exilio
luego de retirarse a Trujillo, ya que no fue
respetado el decreto establecido en su entrega, pues sus propiedades fueron secuestradas.
Finalmente, tres aos despus, el coronel Faras volvera a intentar otra insurreccin en la
provincia en 1838, pero fue vencido, apresado
y posteriormente fusilado el 8 de junio en la
plaza de San Sebastin de Maracaibo, por orden del general Carlos Soublette.

90 Academia Nacional de la Historia. Documentos para


los Anales de Venezuela. Segundo perodo, tomo 9,
Alocucin del segundo Jefe del Ejrcito Constitucional
Mariano Montilla, General de Divisin, Segundo Jefe
del Ejrcito Constitucional y Comandante de Operaciones sobre Coro y Maracaibo. Maracaibo 7 de Enero de
1836, pp. 89-90.

69

CONSIDERACIONES FINALES
La culminacin de la guerra de Independencia y la difcil convivencia en la unidad colombiana trajeron como desenlace
el ascenso de un personal poltico distinto
al de los promotores del movimiento emancipador; necesariamente implic un parto
espinoso para el advenimiento del Estado
nacional, puesto que planteaba significativamente la ruptura radical con el pasado inmediato, un pasado que haba sido glorioso,
pero que ahora simplemente se marcaba por
el rechazo categrico a la frmula colombiana y la condena abierta a la hegemona
autoritaria del Libertador Simn Bolvar y
al centralismo.
A partir de la creacin de la Repblica,
el Gobierno del general Jos Antonio Pez,
como otra de las medidas para debilitar a
aquella lite que durante los aos de la Independencia asumi definidas posiciones
autonomistas, coloc al frente de los organismos locales a funcionarios provenientes
del militarismo vencedor.
Este vuelco en la estructura de poder ocasion, para el caso de la provincia de Maracaibo, que se dividiera en dos bandos: Campesinos y Tembleques. Los Campesinos,
formados por la mayor parte de la gente notable e influyente econmicamente, pertenecan a todos los gremios y contaban con apoyo poltico en sectores menos privilegiados.
Los Tembleques, que representaban el sector
arribista, desautorizaban y desconocan
en forma permanente a los miembros de la
lite local. A mediados de 1834, durante el
proceso eleccionario nacional, los Tembleques infringieron repetidas veces la ley de
elecciones; y los Campesinos, colmado el

70

TIERRA FIRME

vaso, reaccionaron en su contra y denunciaron los hechos ante el Poder central; este se
constituy en el elemento nodal para un estallido de mayores magnitudes entre ambos
bandos en el ao 1835.
A pesar de sus diferencias, estas facciones
sentan una gran admiracin hacia Pez,
quien ejerci una sutil influencia sobre los
dirigentes polticos maracaiberos y de otras
regiones del pas. Esto hace presumir que
ambos partidos apoyaron la Repblica y no
llegaron a manifestar deseos autonomistas
por conviccin, sino por oportunismo la
mayora de las veces; ya que Pez ceda una
cuota de autonoma a la provincia de Maracaibo, as como a otras entidades, en un
juego poltico que buscaba mantener su hegemona sobre el territorio venezolano.
Los Tembleques en su mayor parte fueron
quienes, disgustados con Pez por el apoyo
prestado a los Campesinos durante las revueltas de 1834, se manifestaron en junio
de 1835 como partidarios de las Reformas
propuestas por el general Santiago Mario,
y quienes respaldaron en septiembre de 1835
a Francisco Mara Faras y su posterior invasin y ocupacin de Maracaibo.
Sobre el movimiento reformista es necesario afirmar que amalgam las posiciones
quizs ms extraas y opuestas en un determinado fin comn, pues se juntaron oficiales
militares bolivarianos como Pedro Briceo
Mndez, Diego Ibarra, Francisco Carabao,
Justo Briceo, Per de La Croix, Jos Laurencio Silva; los oficiales separatistas como
Jos Tadeo Mongas, Santiago Mario; y anti
bolivarianos como Pedro Carujo y Rufino
Gonzlez; todos ellos unidos como jefes
reformistas. A la vista de cualquier anlisis
resulta compleja la unin entre bolivarianos,

antibolivarianos y federalistas. En comn


los militares criticaban la prdida de privilegios por parte de los fueros militares y religiosos, suprimidos durante la primera presidencia de Pez, lo cual haba irritado a estos,
quienes aprovechndose del aislamiento de
Vargas, se cubren con el manto del federalismo y, liderados por Santiago Mario, no
dudaron en denunciar la existencia de una
oligarqua y de un poder autocrtico, representado por Pez. Sin embargo, hay que
recordar que muchos de los militares que
participaron como reformistas eran a su vez
grandes propietarios, como era el caso del
propio coronel Faras.
En general, los militares reformistas o
no persistieron en que el gobierno deba
residir en ellos, a travs de la figura de Pez
o Mario. Les causaba escndalo un gobierno civil, pues afirmaban en constantes proclamas que an eran herederos de la gloria
independentista y en sus frreas y laureadas
manos la Repblica deba seguir su mando.
Al desgranar el movimiento reformista en
cada sector aparecen las diferencias matizadas y claras segn las posturas. Los bolivarianos se organizaron en el movimiento reformista en contra de la hegemona de Pez
y su partido conservador, culpndolo siempre
directamente, como hizo el propio Faras, de
los males que padeci Bolvar y la ruptura
con la unin colombiana. Los antibolivarianos, como Pedro Carujo, consideraron que el
gobierno deba residir en los hombres fuertes,
tal como se lo afirm a Vargas en el conocido
relato del 8 de julio. Finalmente, en otro punto
estn los federalistas con pasiones personalistas, como Jos Tadeo Monagas y Santiago
Mario, quienes luego de la derrota de Monagas en las elecciones se tornaron bastante

TIERRA FIRME

renuentes a que el control civil se mantuviera


en otras manos que no fuesen las de ellos; por
su parte Mario, principal lder reformista,
planteaba reformas que incluyeran una participacin ms directa en acciones de gobierno;
estos utilizaron los levantamientos militares
como la posibilidad de un cambio poltico en
el pas.
El estudio de la insurreccin armada, llevada por el coronel Francisco Mara Faras,
ha proporcionado la posibilidad de medir sus
efectos concretamente. Su accin militar no
fue una simple escaramuza liderada por un
caudillo regional; constituy una respuesta a
los cambios sustanciales que sucedan en la
estructura del poder nacional y local.
Como se ha visto en la investigacin, bajo
los principios del movimiento reformista en
Maracaibo, el coronel Faras se design por
votos populares jefe superior civil y militar de la provincia, declar el regreso de la
Repblica de Colombia, suprimi todos los
nombramientos polticos y militares. Esto
representaba un abierto desconocimiento al
Gobierno constitucional. Las fuentes demostraron que fue un movimiento notablemente
violento en relacin con los de oriente y Puerto Cabello, ya que Faras empezaba a perseguir a los habitantes de la ciudad; sus diversas
medidas, en su gran mayora, fueron agresivas y de carcter violento; aprision a muchos y con las diferentes arengas a sus tropas
consolidaba su poder en la regin en cruentas batallas donde se utilizaron las armas sin
discriminacin alguna. Estableci tribunales
de seguridad pblica y de vigilancia; muchas
familias atemorizadas se desplazaron de Maracaibo; la ciudad se convirti en un caos y
las actividades econmicas se vieron perjudicadas.

71

Faras controlaba todo lo que suceda en la


ciudad, e intent por diversos medios conseguir dinero para sostener el movimiento,
como fue la presin ejercida ante los cnsules extranjeros y la toma forzada de negocios. Pero, a su vez, esta actitud quizs
desproporcionada contrastaba con su amplia
experiencia guerrera; adems logr importantes victorias militares, derrotando en varias acciones a las fuerzas constitucionales,
lo que ocasion un notable temor al propio
Gobierno constitucional.
En el caso del coronel Faras, s pudo contar con un grupo militar a su mando, pero
no pudo tener oficiales muy preparados;
realmente nunca cont con apoyo popular
significativo. Solo fue claro durante las primeras semanas del movimiento reformista;
luego simplemente se convirti en una insurreccin que desconoca las instituciones y
sus representantes hasta el momento legalmente constituidos y que llev a descontentos generalizados entre su propia tropa, ocasionado por la inexistencia en un proyecto
poltico definido en el bando reformista, lo
cual impidi una cohesin social para que
un grupo dirigente asumiera el definitivo
liderazgo en las provincias exaltadas. Las
rivalidades internas y las encarnizadas luchas personales favorecieron los intereses
del Gobierno constitucional para lograr sus
victorias en las distintas ciudades donde se
pronunci el reformismo.
Se puede afirmar que el elemento predominante, entre las actividades de las fuerzas militares reformistas en el pas, fue la
utilizacin de la fuerza y las acciones violentas para apoderarse de las ciudades, al
tomar diferentes escuadrillas militares y
asumir el control. Esto no quiere decir que

72

TIERRA FIRME

las fuerzas constitucionales fueran benvolas; para el caso de Maracaibo hay diversos
testimonios que indican respuestas desmedidas por parte de algunos oficiales, quienes deseaban restablecer el orden legal; por
eso fue comn toparse con relatos sobre
prdida de vidas numerosas por los enfrentamientos. Esta es una omisin historiogrfica importante en este tema. Por ejemplo, se caracteriza casi siempre al Ejrcito
constitucional con un manto de piedad y
absoluta indulgencia en todas las acciones,
cuando no fue as, segn los testimonios o
referencias descritas en la investigacin.
As, el gobierno de Faras se extendi por
ms de dos meses. Sus excesos en el ejercicio del poder, y el cambio radical de su
inicial orientacin poltica por una de corte
separatista, resultaron sumamente peligrosos para el Gobierno constitucional, pues
an Maracaibo era una plaza importante
para la nacin y deba ser reconquistada por
los constitucionales.
Solo cuando el general Mariano Montilla es
nombrado como segundo jefe del Ejrcito constitucional, por Jos Antonio Pez, comenz un
asedio importante y continuo. La nica estrategia militar efectiva para romper la hegemona
militar del coronel Faras fue realizar el bloqueo del lago de Maracaibo. Montilla comand
la flota de barcos para adentrarse en la ciudad y
tomarla, mas un acuerdo entre este y Faras impidi una lucha sangrienta. La decisin de rendicin de Faras pudo estar fundamentada en
que el panorama para los reformistas era cada
vez ms sombro y quizs analizando que an
no estaba agotada la clemencia del Gobierno,
acept un indulto que garantizaba a l y a los
suyos la vida y las propiedades.
Esta respuesta no solo de Faras sino de otros

lderes reformistas nos demostr que los preceptos constitucionales eran aceptados por
encima de los propios intereses partidistas o
locales y exista una respetada obediencia a las
disposiciones del Congreso o Ejecutivo, ms
all de las contadas excepciones en el irrespeto
a las elecciones y el carcter ilegtimo en el autonombramiento de autoridades como sucedi
con Faras en la provincia de Maracaibo.
El ao de 1835 demostr no solo en el caso
de Faras sino en el de otros hroes de la Independencia, que los hombres de galones y
bordados de uno y otro partido se prepararon
y enfrentaron en una guerra fratricida, ya no
contra el enemigo espaol sino entre ellos, que
se manifiesta como la primera expresin de disenso entre aquellos hroes de dcadas atrs.
Los hechos relacionados con el movimiento reformista trajeron numerosas prdidas materiales, econmicas y de vidas humanas an sin
cuantificar debidamente que causaron para
el momento un importante trastorno nacional
y demostraron ampliamente los problemas de
gobernabilidad durante la creacin del Estado
nacional, pues an predominaba la confusin
y el desconocimiento de la realidad en cada
provincia. El esfuerzo se dilua en someter los
mltiples enfrentamientos armados, acciones
conspirativas y amenazas de invasin.
El anlisis y resultado de los diversos testimonios vislumbran que el episodio de la Revolucin de las Reformas, incluso en la provincia de Maracaibo, necesita ser revisado por la
acuciosa experticia de los investigadores. Hoy
da existen herramientas innovadoras que pueden funcionar en los planos metodolgicos y
tericos para enfrentar este periodo con nueva
visin.

TIERRA FIRME

73

FUENTES
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The insurrection of colonel Francisco Mara Faras. La Revolucin de las Reformas in

TIERRA FIRME

the Maracaibo province (1835-1836).

75

Alexander Zambrano
Archivo General de la Nacin

Abstract: The following research shall be the historiographic study and document
analysis to the proceedings currently existing in the General Archive of the Nation and
to all printed documents published in connection with the insurrection led by colonel
Francisco Mara Faras in the city of Maracaibo in the year 1835 research is contextualized
in the early years of the republic, when it occurs in Venezuela, the struggle between the
so-called constitutional reform and in addition to the debate on federalism in the building
of the republic.
Key words: Revolucin de las Reformas, Francisco Mara Faras, Constitutional

Retrato del coronel Francisco Mara Faras. Tomado de: Juan Besson, Historia del Estado Zulia, Maracaibo,
Editorial Belloso Rosell, 1945, Tomo II, pp, 302.

TIERRA FIRME

77

Tierra Firme. N 110 Caracas-Venezuela,


Ao 2016, Enero-Abril, pp. 77-92.

Army, Twentieth century, Federalism, Armed insurrection.

La gnesis del vecino.


Algunas caractersticas
de la formacin del Estado-Nacin
en la Nueva Granada (1810-1831)
Carlos Franco
Universidad Central de Venezuela

Resumen: La vecindad con la actual Repblica de Colombia nos ha vinculado en


una procedencia comn en los procesos de formacin del Estado, enmarcndose factores
comunes entre ambas repblicas, pero que se han transitado de forma distinta segn las
variables internas de cada caso. En esta propuesta abordaremos algunos aspectos del proceso
independentista en la Nueva Granada, con el objetivo de analizar el papel que tuvieron las
guerras civiles y de independencia en la formacin estatal, en las diversas fases identificadas
por la historiografa colombiana. Asimismo nos acercaremos al conocimiento de cmo fue
la relacin Estado / Iglesia / clrigos / Ejrcito / sectores subalternos en la constitucin del
Estado-Nacin en el perodo independentista.
Palabras clave: Independencia, Guerra Civil, Nueva Granada, Gran Colombia.

Comn pero distinto

a formacin de los Estados-Nacin en la mayora de pases latinoamericanos inici a comienzos


del siglo XIX, cuando Napolen invadi la
pennsula Ibrica en 1808, y somete al rey
espaol Fernando VII. En esta coyuntura,
los criollos americanos, en su gran mayora,
siguieron jurando lealtad al rey, pero con el
paso del tiempo las cosas iran cambiando y
ya para la dcada de 1810 en varias regiones
de los territorios indianos la independencia
inici su escabrosa marcha. Es as como

provincias, villas y parroquias empiezan


desde sus cabildos a reorganizar sus propios gobiernos, unos jurando lealtad al
rey y a las Cortes constituidas en Espaa,
mientras que otros fueron declarando su
independencia de manera radical, es decir,
declarndose totalmente independientes
de Espaa.
En este ensayo abordaremos algunos aspectos del proceso independentista en la
Nueva Granada. El objetivo de ello ser
analizar qu papel tuvieron las guerras civiles y de independencia en la formacin del

78

TIERRA FIRME

Estado. Asimismo abordaremos, aunque


someramente, cmo fue la relacin Estado /
Iglesia / Clrigos / Ejrcito / sectores subalternos en la constitucin del Estado-nacin
en el perodo independentista.
Para situar mejor el contexto expondremos
algunos aspectos centrales para comprender
mejor el proceso de transicin de las instituciones coloniales a las republicanas. Desde
el periodo colonial se observa en el Virreinato de la Nueva Granada1 la fragmentacin
del poder, incluso promovido por la misma
Corona, para mantener as un control ms
efectivo del mismo. Sin embargo, la situacin va ms all, puesto que al realizar un
acercamiento sobre los diferentes problemas
que tena el Virreinato en el tardo perodo
colonial, encontramos diferentes problemas
de unidad en torno a la centralizacin del
poder por la sede administrativa: Santa Fe.
Algunos de los elementos ms relevantes
son: la geografa, la economa, la demografa, la fragmentacin del poder, etc. Un
ejemplo de lo anterior son las anotaciones de
F. Safford y Marco Palacios, sobre las caractersticas de la geografa relacionados con
las dificultades que presenta la topografa
del territorio para establecer vas de comunicacin que facilitaran tanto el comercio
como un control efectivo del territorio; la
fragmentacin del poder est bastante relacionada con lo anteriormente dicho, puesto
que las distintas provincias, villas y parroquias distantes del poder central tenan autonoma propia; ello permiti que las lites
locales y regionales se fueran fortaleciendo
ante el poder central, y cuando este iba a intervenirlas tena que negociar primero con
1

El Virreinato de la Nueva Granada fue creado por la


Corona en 1717, pero su establecimiento definitivo
fue en 1739.

ellas; en cuanto a la unidad econmica interna, desde el mismo perodo colonial se


observa una precaria relacin comercial interna, aunque esto no quiere decir que no hubiesen existido relaciones comerciales fuertes entre diferentes localidades y regiones
del territorio neogranadino; finalmente, en
cuanto al aspecto demogrfico, la poblacin
(mestizos, blancos, indgenas y esclavos) era
bastante heterognea y se encontraba dispersa. Aunque, respecto a este ltimo punto,
cabe aclarar que gran parte de la poblacin
se hallaba en la zona andina y la costa atlntica.

LA PRIMERA FASE
INDEPENDENTISTA 1810-1816.
GUERRA CIVIL O DE
EMANCIPACIN?
Teniendo en cuenta algunos de los factores arriba sealados, es necesario, por el
momento, hacer referencia al texto de Gerardo Molina sobre La formacin del Estado en Colombia. El autor menciona algunos
problemas fundamentales que encontraran
las lites criollas en la Nueva Granada para
organizar el Estado, en la primera fase de
la independencia: a) Las desigualdades heredadas del rgimen colonial (nfasis sobre
las aristocracias: racial, clerical y terrateniente)2; b) las desigualdades sociales y
2

Segn Gerardo Molina en su obra La Formacin del


Estado en Colombia y otros textos polticos, tomando
como referencia a Camacho Roldn, el rgimen colonial fue un mecanismo feroz de creacin de desigualdades, que se fundamentaban en tres tipos de
aristocracias: a) la racial; b) la clerical; y c) la terrateniente. Estos tipos de aristocracias sern dominantes
en gran parte del periodo colonial. En mi lugar, antes
que observar tipos de aristocracias, las referira ms
bien como caractersticas de la aristocracia que se form entorno al Estado colonial.

TIERRA FIRME

polticas3; c) la precaria organizacin econmica; c) la poltica de poblamiento heredada


de la etapa colonial, la cual repleg la poblacin a determinados lugares considerados
saludables; d) el prematuro y beligerante
espritu de partido (Molina, G., 2004: 32).
Esto ltimo es entendido por el autor como
las oposiciones que hubo, desde la colonia,
entre los diferentes sectores sociales. Por un
lado, segn el autor, los antagonismos entre
los distintos sectores sociales convergern
en una manifestacin de la lucha de clases;
y por otro, en la agria divisin entre federalistas y centralistas (Molina, G., 2004:
39). De los anteriores puntos, cabe aclarar
que si bien haba antagonismos entre los
distintos sectores sociales, para la primera
fase independentista no era propiamente
una lucha de clases, como destaca el autor.
Adems, el espritu partidario, en trminos
de idearios polticos, para ese momento todava no era muy claro, ya que la diferencia
entre centralistas y federalistas no era an
una divisin ideolgica establecida entre
dos partidos polticos, como tal. No obstante, los problemas destacados por Molina,
en parte, ayudan a entender las dificultades
que tendran las lites neogranadinas para
construir el Estado y la nacin a partir de
los cimientos de la colonia.
Un aspecto importante para entender cmo
se empezaron a construir los primeros proyectos de Estado y nacin en la Nueva Granada y en Hispanoamrica es, precisamente,
examinar cmo se dieron los procesos de
transicin del Estado colonial al Estado republicano o a los Estados republicanos, que
3

Estado colonial se organiz social, econmica y polticamente sobre cuestiones de pureza de sangre, nobleza y raza.

79

tendrn muchos cambios, continuidades,


rupturas, como tambin muchos problemas
por solucionar y acomodarse a las nuevas
circunstancias. Como bien seala A. Martnez, la transicin de un rgimen de estado
a otro supone rupturas de las tradiciones de
gobierno de las personas, pero tambin continuidades, porque la cultura de gobernar
personas no puede cambiar de un da para
otro (Martnez, A., 2005: 45). Las dinmicas que se dan entre el proceso de transicin
del Estado colonial al Estado republicano no
se pueden entender meramente como procesos de continuidades y rupturas, ya que, en tal
proceso, hay causas mucho ms complejas.
Hermes Tovar nos da algunas pistas al
respecto, por ejemplo, seala que el Estado
colonial fue articulador de poderes regionales y se () fundament sobre el desarrollo de mltiples espacios econmicos, con
diversidad de castas y poderes ha sido tambin la expresin catalizadora de estructuras mentales divergentes (Tovar, H.,
1986: 373). De tal manera que, cuando lleg
el momento de constituir el Estado republicano por parte de los criollos americanos, se
encontraron con mltiples problemas; segn
Tovar, este nuevo Estado proyectado por los
criollos deba enfrentarse a un largo proceso de depuracin de todas estas realidades espaciales [fragmentadas] afrontando
las presiones surgidas de todas las fuerzas
sociales expectantes de un cambio entre el
mundo colonial y la modernidad. Vencer
la diversidad regional, crear sistemas centralizados de gobierno, liquidar las castas
y, con ello, liquidar las mentalidades racistas y sentimientos de dependencia entre
los sectores oprimidos no poda hacerse
con una legislacin rpida sino a lo largo

80

TIERRA FIRME

de un proceso de reordenamiento [poltico],


social y econmico (Tovar, H., 1986: 373).
El anlisis que hace Tovar es bastante pertinente, puesto que los desafos que tendrn
las lites criollas en todo el siglo XIX son
precisamente los que menciona el autor; obviamente, estos problemas van cambiando o
se van trasformando dentro del espacio y el
tiempo.
Uno de los problemas centrales, en el primer momento, es sobre quin recaera la
soberana, que antes estaba depositada en la
monarqua. Por un lado, esta poda recaer en
el nuevo gobernante, Jos Bonaparte, pero
este fue visto como un intruso; por otro, en
la misma Pennsula se hablaba de que tal soberana resida en el pueblo. Segn Martnez, el movimiento de reasuncin de la soberana por los pueblos fue general. Su forma
organizativa fueron las juntas supremas de
las provincias y de los reinos. Cabe aclarar
aqu que estos movimientos empezaron a ser
liderados por juristas y clrigos (estos ltimos de la jerarqua media y baja) quienes en
el nombre del rey preso y temerosos de la
invasin francesa se comprometieron con
tres propsitos: la fidelidad al rey Fernando
VII, la defensa de la religin catlica, y la
bsqueda de la felicidad de la patria (Martnez, A., 2005: 52).
Sin embargo, cabe sealar que, al momento de la reasuncin de la soberana por
parte de los pueblos, las diferentes juntas
provinciales y cabildos entraron en conflictos. Parte de estos conflictos no eran nuevos;
algunos de ellos ya eran de vieja data, pero
que con tal situacin los viejos resquemores
empezaron a brotar, trayendo como consecuencia que:
1. El movimiento de los pueblos sujetos a

las cabeceras provinciales por hacer valer su


propio derecho a actuar soberanamente dio
origen a una pugna armada;
2. El movimiento de cesin de la soberana a favor de un nuevo Estado nacional, dio
origen a una pugna armada entre las dos opciones que representaron Cundinamarca y el
Congreso de las Provincias Unidas.
Estos dos aspectos sern centrales en la
primera etapa independentista, porque surgieron conflictos por la soberana no solo
entre las grandes provincias, por ejemplo,
Santa Fe/Cartagena, Tunja/Socorro, Cauca/
Santa Fe, sino que tambin entre estas y las
villas Tunja/Sogamoso o Cartagena/Mompox o Santa Fe/Mariquita y as sucesivamente. Estos conflictos trajeron contiendas
armadas entre ellos, pero estas no son por
peleas o disputas bobas4, sino que tienen
una explicacin ms compleja que viene incluso desde la misma colonia, ya que el poder igualmente estaba escindido. De ah que
estos primeros conflictos no sean extraos;
por el contrario, este fue el momento de dirimir las diferencias o tensiones, siendo las
vas de solucin los acuerdos o pactos polticos y la confrontacin armada.
Lo anterior nos lleva a reflexionar sobre si
los primeros conflictos armados que se dieron en el territorio neogranadino fueron para
la emancipacin o fueron ms bien conflictos intestinos de orden civil. Esta pregunta
la formula pertinentemente George Lomn
en su ensayo intitulado Colombia de 1810 a
1828: Guerra de emancipacin o guerra
civil? En este ensayo, el autor muestra cmo
las primeras guerras que se dieron dentro del
4

El primer perodo independentista, comprendido


entre 1810-1816, de la Nueva Granada es llamado
por la historiografa tradicional la Patria Boba.

TIERRA FIRME

territorio neogranadino, despus de declarada la independencia, no fueron precisamente


para la emancipacin sino ms bien guerras
por el control interno, las cuales buscaban
resolver los conflictos entre los distintos proyectos de construccin de Estado y nacin
trazados por las lites locales, regionales y
nacionales. Lomn, expresa que no es sino
hasta la segunda fase de la independencia que se observa la guerra emancipatoria
como tal. De ah que la visin de una guerra
emancipatoria desde 1810 para establecer el
Estado y la nacin es errnea. Para esta primera fase de la independencia s hay movilizaciones militares, pero estas no son concretamente por la independencia contra la
Corona espaola, sino ms bien para resolver los problemas internos. Tales problemas
se esbozan en el Congreso General de 1811,
en la sesin del 8 de enero, donde se consulta
a la opinin pblica sobre dos preguntas:
Primera: Qu ser mejor, negar
abiertamente un lugar provisional
en el congreso a todos aquellos
departamentos que con bastante
poblacin, riqueza y luces para representar por s se han separado de
sus antiguas matrices, muchas de
estas esclavas, o tiranas, o lo uno
y lo otro, a un tiempo de sus departamentos mismos; o admitir a estos
(respetando los fundamentos de la
sociedad, los principios eternos de
la justicia y la paz de los pueblos
armados y dispuestos a perecer por
su independencia) hasta que unidos
los representantes de todo el Reyno
procedan sabiamente a su organizacin y demarcacin?

81

Segunda: Qu ser mejor, Qu


cada capital antigua de provincia,
y en el supuesto anterior todas las
nuevas, centralicen un gobierno soberano a pesar de la importancia
en la que todas se hallen para este
efecto; o que siguiendo el deseo de
las que se hallan reunidas, el Congreso sea el que una y divida en s
mismo, y en sus consejos y cmaras, los poderes soberanos, dejando
a las juntas provinciales o departamentales las primeras facultades
en lo gobernativo y judicial, o para
explicarnos en trminos inteligibles
a todo el mundo, las facultades que
tenan en el anterior gobierno los
virreyes y las audiencias?
Con lo anterior se puede afirmar que las
luchas independentistas, en un primer momento fueron de carcter interno, es decir de
carcter civil. Y uno de los problemas centrales era establecer sobre quin iba a recaer
la soberana: si en las villas, provincias o
en el Congreso de las Provincias. Este problema se resolver por dos vas: la poltica
(mediante pactos y discursos legitimadores)
y la armada.
En el primer caso podemos tomar como
ejemplo los dos Congresos Generales del
Reino; adems debemos tener en cuenta
otros acuerdos o pactos a nivel provincial
y local; pero los dos Congresos mencionados son relevantes porque en ellos se trata
de resolver el problema a nivel nacional. En
segundo lugar, los conflictos armados intestinos fueron bastante recurrentes. Por ejemplo, una de las confrontaciones armadas internas, y que gran parte de la historiografa

82

TIERRA FIRME

patria narra como una batalla fundadora, es


la batalla del bajo Palac [28 de marzo de
1811]. Sin embargo, en esa batalla las tropas
de Cundinamarca que derrotan al ejrcito
monrquico del gobernador de Popayn,
Manuel Tascn Rosique, an usaban los
estandartes de la Corona. Entonces, cabe
preguntarnos, cul fue el enemigo a quien
se derrot para lograr la independencia? El
enemigo como tal no era la Corona espaola5
pues Cundinamarca tambin era realista. En
la constitucin del 4 de abril de 1811 Cundinamarca se eriga como una monarqua
constitucional, que segua reconociendo la
figura del rey como representante nacional,
aunque tal Constitucin regulaba la accin
de poder del rey.
Sin embargo, lo anterior no es homogneo
para el caso de la Nueva Granada, puesto
que otras provincias, cuando no villas o incluso parroquias, se declaraban totalmente
independientes de los lazos o vnculos que
tenan con la Corona espaola. Las villas y
parroquias no solo empezaron a declararse
independientes de Espaa, sino tambin de
los corregimientos y provincias a las cuales estaban vinculadas. Como bien muestra
Martnez, el conflicto de ese momento era
resolver la reasuncin de la soberana; por
un lado, las provincias antiguas reclamaban
sus fueros tradicionales; y por otro, las nuevas provincias reclamaban sus derechos a ser
pueblos soberanos. Esto fue entonces fuente de conflictos entre ellas, al punto de que
llev a muchos enfrentamientos armados
5

Una de las primeras provincias que declar abiertamente su independencia de la Corona espaola fue
Cartagena, en noviembre de 1811. Mientras, Cundinamarca, en su primera constitucin, abril de 1811, se
declar monrquica; no sera sino tras la reforma de
1812 cuando se declarara como una Repblica.

(Martnez, A., 2005: 57). Tales conflictos


trataron de ser resueltos en el primer congreso preguntando a la opinin pblica cules
eran las mejores formas de resolverlos para
felicidad del reino.
No obstante, la resolucin de los conflictos entre los unos y los otros no era nada
fcil, puesto que llegar a un acuerdo implicaba que los unos se sometieran a la representacin de los otros y viceversa. Estos
son algunos de los problemas que resalta A.
Martnez en la transicin del Estado indiano al Estado republicano.
Ahora bien, para resolver los conflictos
internos surgieron dos proyectos hegemnicos: el de Cundinamarca y el de las Provincias Unidas de la Nueva Granada. El primer
proyecto, de carcter centralista; y el segundo, de carcter federalista. Al lado de los dos
proyectos nacientes tambin se mantena el
proyecto realista; el virrey estableci su sede
en Panam y desde all trat de gobernar y
mantener el control de algunas provincias y
villas leales: Santa Marta, Veraguas, Portobelo, Riohacha, Darin, Pasto, Girn, Barbacoas, entre otras.
Los dos proyectos independentistas trataron de resolver sus diferencias por la va
poltica, en dos Congresos Generales del
Reino, pero estos fueron fallidos. De tal
manera que la resolucin, finalmente, se
hara por la va armada. En 1813 el Congreso de la Provincias Unidas, tras haber
derrotado algunos intentos militares de
Cundinamarca, impuls una campaa para
derrotar a Cundinamarca en Santa Fe. Sin
embargo, su campaa militar termin en
derrota y las Provincias Unidas se vieron
obligadas a entrar en negociaciones con
Cundinamarca. En tales negociaciones se

TIERRA FIRME

acord el reconocimiento de las dos entidades polticas y que estas seguiran existiendo de modo independiente: de un lado,
el supremo Gobierno del Estado de Cundinamarca, y del otro, el Soberano Congreso de las Provincias Unidas de la Nueva
Granada (Martnez, A., 2005: 78). De tal
manera que los dos proyectos, en lugar de
debilitarse, se fortalecieron y adems terminaron por reconocerse mutuamente.
Es as como cada uno de estos modelos hegemnicos organiz sus aparatos estatales.
Para ello reafirmaron su organizacin en
actas, leyes y constituciones polticas, que
establecan cmo deban de ser los pactos,
las formas de gobierno y la manera en que se
organizaran las tres ramas del poder: ejecutivo, legislativo y judicial.
La coexistencia pacfica de los dos proyectos hegemnicos no durara mucho, pues por
un lado, el peligro monrquico apareci; y
por otro, el enfrentamiento interno an continuaba. Finalmente, en 1814, las Provincias
Unidas sometieron a Cundinamarca, y se
empez a preparar el enfrentamiento contra
el ahora s enemigo externo; pero las constantes luchas intestinas haban debilitado
social, econmica y militarmente a las diferentes provincias, de tal manera que esto
facilit la reconquista espaola, en 1816, liderada por Pablo Morillo.
La suerte del primer proceso independentista fue descrita por Simn Bolvar, desde
su exilio, a finales de 1815, en la Carta de Jamaica; en ella adverta: Cuando los sucesos no estn asegurados, cuando el Estado
es dbil y cuando las empresas son remotas,
todos los hombres vacilan, las opiniones se
dividen, las pasiones las agitan y los enemigos las animan para triunfar por este fcil

83

medio. No obstante, el Libertador, en su


Contestacion a un Caballero de esta Isla
(Jamaica), guarda un fuerte optimismo sobre
el futuro de Colombia. Aunque los avatares
del momento no parecan ser los mejores,
pues Pablo Morillo, general del Ejercito Expedicionario a quien el Fernando VII encomend la tarea de restablecer el rgimen,
muy pronto obtuvo contundentes victorias,
de tal manera que el fin de la repblica result inminente. Adems, gran parte del pueblo
neogranadino, que no estaba muy contento
con las secuelas de los conflictos internos,
no sigui apoyando a las fuerzas patriotas;
por el contrario, la poblacin esperaba que
con la llegada de los espaoles todo volviera
a la tranquilidad. No obstante, en lugar de
esto ltimo, la poblacin pronto empez a
sufrir los excesos de las tropas realistas.
El ejrcito realista a punta de sable, caones y excesos contra los lderes insurgentes y la poblacin rendan victorias que la
Iglesia y los curas realistas legitimaban con
discursos que mostraban a los republicanos
como sediciosos y contrarios a la unidad
del pueblo. De tal manera que la sedicin se
opona a la sagrada justicia y al bien comunitario. Los sediciosos y pecadores deban
de recibir su castigo, mientras el pueblo deba de regocijarse, puesto que volva al seno
de la madre patria (Espaa) y al gobierno del
rey. El sermn pronunciado en 1817 por el
clrigo realista Nicols Valenzuela y Moya
refleja en algo la visin y justificacin de la
cruenta reconquista por parte de la Corona:
En una palabra: la revolucin civil y
castigo de una Repblica es el teatro
en que todos han de tragar la hiel y
sufrir la pena segn el orden de la

84

TIERRA FIRME

justicia eterna, que no solo castiga


a los grandes facinerosos, sino tambin a los pecadores descuidados
[] Mas no os aflijis mis amados:
Ya es tiempo de ser felices [] que
los cadveres pendientes en los patbulos son los trofeos de la victoria
de Dios sobre la iniquidad [] O
afortunada colonia! Ya volvisteis al
ilustre seno de aquella generosa madre que quiz no merecis, aquella
Espaa esclarecida cuyas glorias
osteis de mis labios [] O colonos
felices! Ya volvisteis como el prdigo a la casa de vuestro augusto Padre, de vuestro Rey, el mejor de los
soberanos6.
Este discurso del clrigo realista expresa la
legitimidad de la reconquista, que debe ser
vista como un nuevo camino hacia la felicidad, puesto que los colonos volvan al regazo de la generosa madre, Espaa, y del
augusto Padre, el Rey.
Para que gran parte de los neogranadinos
volvieran al regazo del augusto padre y al
de la generosa madre fue necesario usar la
fuerza. Esto ltimo, muchas veces, se sali
del control de las autoridades civiles, que
incluso se quejaron de los excesos de los militares realistas.
Aunque no todo el territorio neogranadino
sufri los excesos del ejrcito realista7 de la
misma manera; pues las villas, parroquias y
6
7

Citado por Lomn, G., 2010: 301.


Algunos de los funcionarios de la Corona denunciaron atropellos del ejrcito expedicionario. Segn
Morillo, por ejemplo, el Batalln de Granada y gran
parte del ejrcito expedicionario estaba compuesto
por ladrones, desertores y convictos; de tal manera,
a l no le sorprenda mucho que aquellos cometieran
excesos y delitos contra la poblacin.

provincias que guardaron lealtad al rey y a


la Corona tuvieron de cierta manera un trato
ms justo. Por ejemplo, Pasto, Santa Marta,
Riohacha, Veraguas y Panam no sufrieron
los excesos con que fueron tratadas las provincias, villas y parroquias que apoyaron
los primeros gobiernos republicanos. Estas
ltimas, por el contrario, fueron objeto de la
mano frrea del ejrcito expedicionario. No
obstante que en muchas provincias, villas y
parroquias se les recibi sin mayor oposicin
e incluso se les recibi como a bienhechores
y restauradores del orden.
Los excesos que empezaron a cometer las
fuerzas realistas contra la poblacin les fueron restando el apoyo que al comienzo haban ganado. Los excesos, que iban desde la
insolencia, el hostigamiento, la desconfianza
hacia la poblacin (criollos, mestizos, pardos), la alta tributacin impuesta y cuando
no el robo, fueron socavando, segn Rebecca Earle, el apoyo que al comienzo de la reconquista el ejrcito realista obtuvo, al punto
de que algunos neogranadinos empezaron a
apoyar y a colaborar con los insurgentes.

SEGUNDA FASE
INDEPENDENTISTA 1819-1830.
EL PROYECTO
GRAN COLOMBIANO.
El papel de la Iglesia catlica, en esta fase,
fue defender la causa realista y por ende al
comienzo no estuvo de acuerdo con los proyectos emancipatorios de las colonias hispanoamericanas. La Iglesia y los clrigos partidarios de la Corona realizaban discursos en
contra de las nacientes repblicas. Sin embargo, aunque la Iglesia no estuviera de acuerdo
hubo clrigos (del orden jerrquico medio y

TIERRA FIRME

bajo) que defendieron la causa republicana,


tambin de manera radical, como lo seala
Hermes Tovar en su artculo Problemas de
la transicin del Estado colonial al Estado nacional (1810-1850), la Oratoria Sagrada del
cura de Bucaramanga:
Hombres desnaturalizados: decidme () [qu] fue [lo] primero que
os dieron esos aventureros por haber contribuido con vuestras acusaciones a la ruina total de tantas
familias? Con vosotros hablo los
[que] os llamis realistas hombres dbiles, vosotros debis sufrir
el azote del espaol por la traicin
que hacis a vuestra patria. Mujeres
hipcritas, engaadas y seductoras:
// vosotras que habis dicho que no
habiendo rey, no hay religin, y que
solo los espaoles son los sectarios
del cristianismo. Desengaaos en
estos momentos, y si continuis en
vuestra credulidad, abandonad este
territorio que tan indignamente habitis Alistados todos // entre los
guerreros de la patria. Vosotros oh
ricos cundo pensis emplear mejor
vuestras riquezas que en la defensa
de vuestra patria? Podis dejar a
vuestros hijos herencia ms apreciable que la libertad? Guardis por
ventura vuestros bienes para saber
la codicia de los que tratan de encadenarnos? Qu dolor ser para
vosotros ver nuestros enemigos disfrutar vuestras haciendas, alhajas
y caudales que pudisteis haber empleado en resistirlos asegurando as
vuestros derechos! Pues no dudis,

85

porque hicieron en los 3 aos pasados, inferir lo que os suceder si por


nuestros pecados vuelven a ocupar
nuestro territorio.
Hermes Tovar advierte sobre el papel fundamental que cumpli la Iglesia tanto en la
difusin de las ideas republicanas8, como
de la satanizacin de la independencia. La
Iglesia catlica jug un papel importante,
debido a que ella desde los inicios de la conquista empez a combatir y a destruir las
visiones paganas y vel celosamente por la
adopcin de la religin catlica como instrumento de creacin espiritual. De ah que,
despus de 1819, por un lado, la religin fue
utilizada como un elemento central para sostener el carcter hereje de la independencia y
la inadecuacin de la Repblica a la fe de Jesucristo; por otro, los patriotas encargaron a
los sacerdotes afines a la causa emancipatoria demostrar que la Repblica no se opona
a la Santa religin, y que, por el contrario,
esta era conforme a la doctrina de Jesucristo (Tovar, H., 1986:376). Es as como,
segn Tovar, los curas de Teuza, Macanal,
Chopo, Labateca, Bucaramanga, entre otros,
defendan la causa republicana. Por ejemplo,
el cura de la Mesa afirmaba que la Repblica
...en nada se opone a la religin que profesis, quiero decir que podis ser perfectos
cristianos y ser unos grandes y excelentes
republicanos... (Tovar, H., 1986: 376).
Los clrigos jugaron un papel importante
en la difusin y defensa de las ideas tanto
monrquicas como republicanas, por lo que
8

La Iglesia como defensora del statu quo condenaba


el republicanismo; por lo tanto, como institucin
conden la independencia. Sin embargo, algunos sacerdotes y obispos defendieron el republicanismo y
mostraban que este no era pecado.

86

TIERRA FIRME

se puede afirmar que al lado del discurso


poltico de los abogados patriotas tambin
estaba el discurso religioso de los clrigos
partidarios de la causa republicana. Asimismo, para esta fase, otro actor central toma
notoriedad: el Ejrcito. En l los sectores
subalternos jugaron un papel importante, puesto que gran parte de las tropas era
formada por mestizos, indgenas, esclavos,
pardos y blancos pobres. Como muestra Vronique Hbrard, para el caso venezolano
de 1810-1830, el acceso a la ciudadana y a
la participacin poltica se fundament en
dos aspectos claves: la propiedad y la utilidad. Estos dos aspectos, aunados con otros
como la moralidad, la tica, la educacin, el
patriotismo, etc., eran claves en cuanto a la
definicin de la ciudadana activa o pasiva
de los integrantes de la nacin. En cuanto al
primer aspecto, es claro que en las primeras
constituciones se establece que el ciudadano deba ser propietario de un determinado
patrimonio y de guardar determinados valores ticos y sociales, como, por ejemplo, ser
buen hijo, buen hermano, buen amigo, buen
esposo y buen padre de familia9, elementos
ticos y controladores sociales que buscaban
colocar un modelo de ciudadano. Los anteriores elementos estaban relacionados con
el segundo aspecto: un ciudadano til (por
ejemplo, el hombre virtuoso) y patriota era
quien serva a su pas y defenda su patria.
De ah, la importancia del ascenso social,
poltico y econmico por la va militar, puesto que por esta va el sujeto poda adquirir su
ciudadana activa.
Hbrard, destaca la importancia de la

relacin soldado-ciudadano y viceversa.


Para esta fase de la independencia la primera relacin va a ser clave, como veremos ms
adelante, ya que tanto en la Nueva Granada
como en Venezuela y luego en Ecuador la
relacin soldado-ciudadano es parte fundamental del proyecto de la Repblica de Colombia10, puesto que desde 1819 () asistimos a un ajuste de las disposiciones frente a
los nuevos hechos nacidos directamente de
los aos de guerra. Sobresala entre ellos el
elemento militar y su papel en el seno de la
sociedad como en las instancias polticas
su reconocimiento poltico a ese patriotismo que fue desde antes de la guerra una
de las seales distintivas del apego y de la
adhesin al proyecto poltico de las lites
(Hbrard, V., 1999: 136).
De tal manera que en la segunda fase independentista se logr lo que en la primera no
se pudo concretar: una unidad poltico-administrativa y militar mucho ms amplia.
De esta unidad nacer la Repblica de Colombia. Tras la devastacin de las provincias
ms importantes de la Nueva Granada y
Venezuela, durante la reconquista espaola
iniciada en 1814, la recuperacin fue lenta
y en la mayora de los casos nada alentadora. Desde 1819, el mapa geopoltico que se
trazaba era diferente a los primeros proyectos emancipatorios. Este proyecto liderado
por Simn Bolvar establece, por un lado,
la definicin concreta del enemigo comn a
vencer y por otro se define la nueva unidad
nacional. La Ley Fundamental de la Unin
de los Pueblos de Colombia, expedida el 12
de julio de 1819 seala:

10 En gran parte de la literatura historiogrfica, para diferenciar la Republica de Colombia fundada en 1886,
a este primer proyecto colombiano se le suele colocar
el mote de Gran Colombia.

En las constituciones de Cundinamarca (1812), deberes del ciudadano, art. 28; y Antioquia (1815), deberes del ciudadano, art. 4, es explicito que no es un
buen ciudadano quien no cumple tales requisitos.

TIERRA FIRME

Art. 1 Los pueblos de la Nueva


Granada y Venezuela quedan reunidos en un solo cuerpo de nacin,
bajo el pacto expreso de que su gobierno ser ahora y siempre popular representativo.
Art. 2 Esta nueva nacin ser conocida y denominada con el ttulo de
Repblica de Colombia.
Ms adelante se unira Quito; sin embargo, en la constitucin provisional de 1819,
en su artculo 4, ya proyectaba la unidad
territorial de lo que ira a ser la Repblica
de Colombia:
La Repblica de Colombia se dividir en tres grandes departamentos:
Venezuela, Quito y Cundinamarca,
que comprender las provincias de
la Nueva Granada, cuyo nombre
desde hoy queda suprimido. Las
capitales de estos departamentos
sern las ciudades de Caracas, Quito y Bogot, quitada la adiccin de
Santa Fe.
Mientras se proyectaba el mapa territorial
y la Constitucin que regira a la Repblica,
tambin se buscaba establecer una legitimidad tanto interna como externa. En cuanto a
la primera, segn Hermes Tovar, el Estado
busc legitimarse acudiendo al consenso
mayoritario de la poblacin. Legitimar la
Repblica nacida de la guerra y de la constitucin de Ccuta fue uno de los primeros
derechos que invocaron los que se creyeron
fundadores de la nacin colombiana. De
este modo, el Estado se empez a convertir

87

en un elemento dinamizador de las luchas


sociales y polticas de la nacin desde sus
orgenes (Tovar, H., 1986: 374). En cuanto
a la segunda, el objetivo era ganar el reconocimiento de los dems Estados y naciones
extranjeras. Sin embargo, para lograr tales
objetivos todava haba mucho por hacer;
pues gran parte del territorio an segua en
manos de la Corona espaola y esta todava
conservaba al Per. De ah que, para llevar a
cabo el proyecto de liberacin, Bolvar y los
criollos revolucionarios sobrevivientes de
los primeros intentos emancipadores empezaran a presionar y hostigar a las fuerzas realistas con grupos de guerrillas. Es as como
el ejrcito patriota empezara a cumplir un
papel importante en el proyecto emancipatorio, ya que a Espaa haba que derrotarla
por la va militar.
Para Bolvar, antes que los abogados, el
ejrcito era la pieza fundamental del proceso
emancipatorio; ya en 1821 Bolvar le expresa
a Santander el resquemor que siente respecto a los legisladores: Esos seores piensan
que la voluntad de ellos es la voluntad el
pueblo, sin saber que en Colombia el pueblo
est en el ejrcito, porque realmente est;
porque el ejrcito es el pueblo que quiere,
el pueblo obra y el pueblo puede; lo dems
es gente que vegeta, sin ningn derecho a
ser otra cosa que ciudadanos pasivos11. El
desprecio de Bolvar por los abogados es notorio. Y el desprecio de estos ltimos por el
ejrcito tambin lo es, pues las lites criollas
vean, de cierta manera, con temor el ascenso de sectores subalternos por la va militar.
Aunque Bolvar manifestaba cierta aversin por los legisladores, este desde el inicio de la segunda fase de la independencia
11 Citado por Molina, G., 45.

88

TIERRA FIRME

mostr inters en establecer instancias para


la administracin de la justicia, para gobernar los territorios liberados, y evitar as
desmanes o excesos de las tropas o gobernadores polticos. Mientras se dictaba la
constitucin, Bolvar y sus adeptos dictaron
varias leyes y reglamentos.
Con la promulgacin de la Constitucin
de 1821, en Villa del Rosario de Ccuta, se
buscaba establecer los cimientos de la unidad nacional; sin embargo, ms que establecer las bases de la unidad, lo que se observa
es que empezaron a destaparse los distintos
faccionalismos (locales, provinciales y regionales) que, como se ha mencionado, eran
de vieja data. No obstante, a pesar de los
diferentes intereses y pugnas entre las lites
haba algo que las una an: el enemigo externo y el Libertador.
As mismo, la Constitucin de 1821 expresa otro articulador central de la unidad
nacional: la religin. La Constitucin comienza invocando ante todo el nombre de
Dios como supremo legislador y establece
que la religin catlica, apostlica y romana
sera la religin del Estado. Otros aspectos
centrales de la unidad son: establecer unas
reglas fundamentales para constituir un gobierno que afiance la seguridad, propiedad,
libertad e igualdad, y cuanto es dado a una
nacin que comienza su carrera poltica y
que an lucha por su independencia. Esto
ltimo lo evidencia V. Hbrard, cuando seala que la nacin, comunidad voluntaria
de individuos, se forjaba al crisol de la identidad militar (Hbrard, V., 1999: 137). Los
militares (de rangos altos y medios) junto a
los abogados y curas eran en s los ciudadanos que sentaban las bases del nuevo Estado y
de la nacin; obviamente esto no quiere decir

que los grupos subalternos no participaran en


tal construccin, pero en s los proyectos eran
liderados por grupos de lites locales, provinciales, regionales y nacionales que estaban representando sus propios intereses faccionales
y a las comunidades que decan representar.
Con la Constitucin de 1821 la relacin soldado-ciudadano y ciudadano-soldado tuvo
cambios, ya que tal relacin se revierte hacia
el de la nacionalidad; esta ser la nueva figura que va a permitir ser parte de la comunidad poltica, de tal manera que la funcin
militar () dej de constituir una ventaja directa (Hbrard, V., 1999: 139). Tal ventaja
no era bien vista por la lite neogranadina,
que vea cmo por esa va muchos hombres
del pueblo inculto o aquellos que no eran
buenos ciudadanos ascendan social, econmica y polticamente. Entonces, para las
lites haba que definir nuevamente lo que
era la nacin y cmo se efectuara la participacin poltica.
La Constitucin del 1821 esboza la forma
en que se debera organizar la nacin y cmo
se administrara el Estado en formacin.
Como en las constituciones anteriores, la
religin catlica apostlica y romana cumple un papel fundamental, ya que es la religin del Estado12. El Gobierno colombiano
se declara popular y representativo y debe
velar por afianzar la seguridad, propiedad,
libertad e igualdad. En cuanto al carcter y
constitucin de la nacin colombiana el ttulo I dice:
SECCIN PRIMERA
De los nacin colombiana
Art. 1: La nacin colombiana es para
12

La Constitucin inicia invocando a Dios: En el


nombre de Dios, Autor y Legislador del Universo.

TIERRA FIRME

siempre e irrevocablemente libre e


independiente de la monarqua espaola y de cualquiera otra potencia o dominacin extrajera; y no es,
ni ser nunca, el patrimonio de ninguna familia ni persona.
Art. 2: La soberana reside esencialmente en
la nacin. Los magistrados y oficiales del gobierno, investidos de cualquiera especie de autoridad, son sus
agentes o comisionarios, y responsables a ella de su conducta pblica.
Art. 3: Es un deber de la nacin proteger por
leyes sabias y equitativas la libertad, la seguridad, la propiedad, y la
igualdad de todos los colombianos.
SECCIN SEGUNDA
De los colombianos
Art. 4 Son colombianos

1 Todos los hombres libres nacidos
en el territorio de Colombia, y los
hijos de estos;

2 Los que estaban radicados en Colombia al tiempo de su transformacin poltica, con tal permanezcan
fieles a la causa de la independencia;

3 Los no nacidos en Colombia que
obtengan carta de naturaleza.
Art. 5: Son deberes de cada colombiano
vivir sometido a la constitucin y a
las leyes, respetar y obedecer a las
autoridades, que son sus rganos;
contribuir con los gastos pblicos, y
estar pronto en todo tiempo a servir
y defender la patria, hacindole el
sacrificio de sus bienes y de su vida,
si fuere necesario.
Los anteriores artculos muestran cmo
se conceba la nacin, en la cual resida la

89

soberana, adems de sus objetivos. Asimismo se define quines son colombianos y no


es difcil entrever la posibilidad de que, adems de los nacionales, los extranjeros tambin podan ganarse el reconocimiento como
ciudadanos por los servicios que prestaron
o prestaran a la nacin. Expone los deberes
que tenan los colombianos para con las leyes y la patria. Tambin se volva a definir el
territorio que, segn el artculo 6, es el mismo que comprenda el antiguo Virreinato de
la Nueva Granada y la Capitana General de
Venezuela, adems de los territorios que an
continuaban bajo el yugo espaol, los cuales
apenas se liberten harn parte de la Repblica, con derechos y representacin iguales a
los dems.
En el transcurso de 1821 a 1824 los ejrcitos patriotas obtuvieron sendas victorias
contra el ejrcito realista. Sin embargo,
cuando se empez a lograr la unin territorial de la Nueva Granada, Venezuela y Quito, y cuando se pensaba que la Repblica se
fortalecera, empez a suceder todo lo contrario, ya que cuando el enemigo externo mitigaba, la efmera unidad no duraba mucho tiempo, puesto que al lograr la expulsin de los
espaoles, a finales de 1824, desapareca as
uno de los elementos de la unidad nacional.
Desde 1826 las circunstancias para Colombia no son las mejores, debido a la gran cantidad de oficiales del ejrcito, los cuales en su
mayora eran venezolanos y a los que gran
parte de las lites neogranadinas teman; ello,
sumado a los problemas econmicos (deuda
externa), polticos (inestabilidad poltica del
pas) y al caos social de la joven Repblica.
Los conflictos desatados entre las diferentes
facciones de las lites econmicas, polticas y
sociales eran en parte por mantener el poder

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TIERRA FIRME

en sus reas (villas, provincias, departamentos) o incluso de ampliarlo.


Con tal magnitud de problemas la Repblica de Colombia empez a derrumbarse
poco a poco y la dictadura del Libertador,
aunque recibi un fuerte apoyo de sectores
de las lites, incluso desde algunos sectores
subalternos, en nada solucion los crecientes problemas.
En 1830 se promulga una nueva Constitucin, la cual para algunos haba ya nacido muerta y no ayud a solucionar la
crisis imperante. Lo cierto es que el Libertador, a mediados de 1830, entrega el
poder a Joaqun Mosquera, pero este fue
rpidamente depuesto y el general Urdaneta tom el poder. La muerte de Bolvar a
finales del ao 1830 termina por colapsar
el proyecto de unidad colombiana. El Libertador, presagiando el futuro incierto de
la Repblica de Colombia, antes de morir,
escriba a Estanislao Vergara:
...todas mis razones se fundan en
una: no espero salud para la patria.
Este sentimiento, ms bien esta conviccin ntima, ahoga mis deseos y
me arrastra a la ms cruel desesperacin. Yo creo todo perdido para
siempre; y la patria y mis amigos
sumergidos en un pilago de calamidades. Si no hubiera ms que un sacrificio que hacer y que este fuera de
mi vida o el de mi felicidad o el de mi
honor crame usted no titubeara:
pero estoy convencido que este sacrificio ser intil, porque nada puede un pobre hombre contra el mundo
entero; y porque incapaz de hacer
felicidad de mi pas me deniego a

mandarlo. Hay an ms, los tiranos


de mi pas me lo han quitado y yo estoy proscrito; as yo no tengo patria
a quien hacer el sacrificio.
Despus de la renuncia y de la muerte de
Simn Bolvar, en la Nueva Granada se atizaban con mayor fuerza las pugnas entre
civilistas y militares por el poder. Efectivamente, el general Urdaneta y otros militares
venezolanos, junto a algunos civiles y militares neogranadinos, trataron de controlar
el poder de la Gran Colombia. Pronto los
civilistas neogranadinos se alzaron con el
poder y as aplacaron a uno de los actores
que ms les preocupaban: el Ejrcito. Al
socavar el papel del Ejrcito, los civilistas
neogranadinos desplazaron del poder a los
militares venezolanos.
La escisin de la Repblica de Colombia
era inminente, pues sus ejes articuladores
haban desaparecido: el enemigo externo y
Bolvar. De tal manera que el futuro de la
Repblica no era nada promisorio. En 1831
la prensa planteaba la viabilidad del proyecto colombiano en los siguientes trminos:
Separados ya los departamentos del
norte i sur de Colombia, i constituidos ya como estados soberanos deber la Nueva Granada formar un
estado independiente? Tal ha sido
la primera cuestin que propusimos
en nuestro nmero anterior, i que en
nuestro concepto es de las ms graves importantes que pueden jams
discutirse entre los neogranadinos.
La gravedad de esta cuestin no
nace de las dificultades de decidirla,

TIERRA FIRME

sino de la grande influencia que va


tener nuestra suerte futura.
Desde el congreso constitucional
de Ccuta lig por la lei fundamental las tres secciones del norte, sur i centro, i que refundiendo
estas partes separadas i borrando
sus antiguos limites, form una
sola nacin; los hombres pensadores vieron claramente que esta
unin no poda ser perdurable, i
que autorizada solamente por las
circunstancias, variadas estas, deba debilitarse disolverse13.
Con la desintegracin de la Repblica de
Colombia, en Venezuela, la Nueva Granada
y Ecuador las antiguas y las nuevas lites de
estos territorios empezaron a construir sus
propios proyectos de Estado.

APUNTES FINALES
La formacin del Estado y la nacin durante
el periodo independentista deja entrever que
son mltiples proyectos los que se esbozan:
aquellos que van de lo local, lo provincial y lo
nacional. Tales proyectos no se empezaron a
constituir en el marco de la guerra contra el
enemigo externo, sino que, ms bien, las primeras batallas fueron internas, es decir, guerras civiles. Lo anterior contradice gran parte
de la historiografa patria colombiana y venezolana, que hace nfasis sobre batallas contra
un enemigo externo y de una supuesta unidad.
La guerra contra el enemigo externo se empez a perfilar en el momento en que Fernando
VII qued en libertad y decide recuperar sus
13 El Neogranadino, 9 de octubre de 1831.

91

colonias. Las pugnas internas haban debilitado econmica y militarmente a las nacientes
repblicas, que no tardaron en sucumbir ante
la reconquista de la Corona espaola; es as
como la primera fase independentista lleg a
su fin.
En la segunda fase independentista se observa un proyecto mucho ms amplio, que
recoge parte de lo que una vez fue el Virreinato de la Nueva Granada. Tal proyecto fue
liderado por Simn Bolvar y algunas facciones de las lites, con el apoyo de algunos
sectores populares. Mientras estuvo presente el enemigo externo y su artfice, la Repblica de Colombia se mantuvo, pero, una vez
desaparecido el enemigo externo y muerto
su artfice, tal proyecto tambin sucumbi.
Con la desmembracin de la Repblica de
Colombia surgieron nuevos proyectos de
construccin de Estado y de nacin.

92

TIERRA FIRME

FUENTES
Primarias digitales
El Neogranadino, 9 de octubre de 1831.
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En: Estados y naciones en los Andes. (Comp.) J. P. Deler y Saint Geours. Lima, IEP ediciones.
The genesis of neighbor. Some features of the formation of the nation-state in the Nueva
Granada (1810-1831)

Carlos Franco
Universidad Central de Venezuela

Abstract: The neighborhood with the present Republic of Colombia, has linked us in a

common origin in the processes of state formation, framing itself common factors between the
two republics, but have traveled differently depending on the internal variables of each case. This
proposal will study some aspects of the independence process in the New Granada, with the aim
of analyzing the role had civil wars in independence and state formation in the various phases
identified by Colombian historiography. We also will approach how was the relationship State /
Church / clergy / Army / subalterns in the constitution of the nation-state in the independence
period.

Key words: Independence, Civil War, Nueva Granada, Gran Colombia.

TIERRA FIRME

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Tierra Firme. N 110 Caracas-Venezuela,


Ao 2016, Enero-Abril, pp. 97-102.

Importancia histrica y estratgica


de la Expedicin Libertadora de
Los Cayos 1816
Alexis Sal Palencia Hernndez
Jos Gregorio Maita Ruiz
Direccin de Estudios y Acervo Histrico
Naval del Comando Naval de Educacin

Resumen: Este 2016 se cumplen 200 aos de la Expedicin Libertadora de Los Cayos;
sin embargo, este crucial episodio de la Guerra de Independencia es mayormente desconocido
para el pueblo venezolano e incluso para gran parte de la comunidad acadmica.
La Expedicin Libertadora de Los Cayos fue una campaa naval clave para la creacin de
la Tercera Repblica y la liberacin de Venezuela del yugo colonial espaol; pues le permiti al Libertador, acompaado por patriotas como Luis Brin, Manuel Piar, Jos Antonio
Anzotegui, Santiago Mario, Jos Francisco Bermdez y Gregor Mac Gregor, entre otros,
recuperarse de las derrotas ante los realistas del ao anterior, salir de su exilio en Hait, y
retomar la liberacin del pas.
Durante la Expedicin Libertadora de Los Cayos se dio el Combate Naval de Los Frailes,
el cual fue primer combate naval en mar abierto de nuestra Guerra de Independencia, nico
combate naval de toda la guerra en el que Simn Bolvar estuvo a bordo de uno de los buques.
En la accin de Los Frailes, Luis Brin fue herido y luego ascendido a Almirante por el Libertador; tambin Renato Beluche fue ascendido a Capitn de Navo. Este combate permiti
el desembarco de los patriotas en Margarita, salvando as del exterminio a las fuerzas de Juan
Bautista Arismendi, y el posterior desembarco en Carpano donde Simn Bolvar decret la
liberacin de los esclavos. La expedicin tuvo, pues, un impacto crucial en el desarrollo de la
Guerra de Independencia, y su legado sigue vigente para la Armada, pues las siete goletas que
la integraron estn representadas en su Escudo y en su Pabelln de Proa.
Palabras clave: Bicentenario, Expedicin de Los Cayos, Independencia, Armada.
La importancia estratgica

a Expedicin Libertadora de Los Cayos tuvo consecuencias polticas y sociales


muy relevantes para nuestra historia; sin embargo, no siempre se le percibe con el
real significado geo estratgico que posee en cuanto a los aportes de esta campaa

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TIERRA FIRME

naval para el logro de nuestra independencia. Por otra parte, el estudio de dicha campaa contribuye actualmente al proceso reflexivo de las nuevas generaciones militares
para el diseo de estrategias de seguridad y
defensa de la patria.
Cumplindose ahora dos centurias de la
Expedicin Libertadora de Los Cayos, consideramos necesario recordar que aquella
expedicin extendi el teatro de operaciones
de la Guerra de Independencia al mar. El
aspecto ms visible que nos ofrece primeramente el mar, al considerarlo bajo el punto de vista poltico-social, es el de un gran
camino, o mejor dicho, una vasta extensin
de propiedad comn por la que el hombre
puede trasladarse en todas direcciones14.
Este espacio result fundamental para introducir tropas patriotas a Tierra Firme durante
la gesta independentista, adems demostr
la importancia de los territorios insulares
como bastiones para la resistencia contra el
imperio espaol.
Los prceres de nuestra independencia
hallaron refugio en las islas del Caribe que
para aquel momento eran libres del dominio
espaol15; desde ah reflexionaron sobre el
resultado de las batallas pasadas; logrando
planificar y reunir los recursos necesarios
para emprender nuevas luchas por la libertad
de los pueblos de Amrica. Este fue el caso
de Simn Bolvar durante su exilio en Jamaica, situacin similar a la de los emigrados de
14 Mahan, Alfred T. Anlisis de los elementos del poder
naval. Geopoltica(s). Revista de estudios sobre espacio y poder naval. vol. 4, nm. 2, 2013, pp. 305-334.
15 La primera nacin en librarse del yugo espaol en
territorio latinoamericano fue Hait y rpidamente se transform en una isla que brindara apoyo a
los independentistas de tierra firme, siendo base de
operaciones para Francisco de Miranda en 1806 y de
Simn Bolvar en 1815 y 1816.

Cartagena en Hait (Vargas, F. A., 1983: 149).


Otras islas cercanas a tierra firme, como
Bonaire, Trinidad y Tobago, tambin dieron
amparo a los exiliados venezolanos y neogranadinos durante la guerra. As mismo, la
isla de Margarita fue de singular importancia
para el logro de la independencia de muchos
pueblos de Amrica; en ella se atrincheraron
los patriotas encabezados por el general Juan
Bautista Arismendi, logrando hacer frrea resistencia al dominio espaol y posteriormente
desatando una guerra de corso cuyos efectos
a nivel Atlntico an estn por estudiarse del
todo (Vargas, F. A., 1983: 149).
Si bien estos elementos son importantes de
considerar para cualquier anlisis en lo que
respecta a las consecuencias de la Expedicin Libertadora de Los Cayos, lo que marc
a nivel estratgico la Guerra de Independencia en el Caribe fue la presencia naval del
imperio espaol, quien ejerca su poder desde Cuba y Puerto Rico. La influencia de la
escuadra realista estuvo condicionada por la
existencia de una flota republicana que contaba cada vez con hombres ms experimentados, que hicieron frrea resistencia y lucharon con gran valor contra los espaoles.

LAS ALIANZAS
INTERNACIONALES
No es coincidencia que desde la expedicin libertadora de 1806 liderada por Francisco de Miranda, Hait haya decidido involucrarse en los asuntos concernientes a la
independencia de Venezuela; no con un fin
efectivamente mediador o imparcial, sino
abiertamente anti imperialista. Una postura
entendible, ya que los Estados en el sistema
internacional actan y toman decisiones de

TIERRA FIRME
acuerdo a sus intereses y preferencias, lo
cual no podra sorprender de quien fuera la
primera repblica de Latinoamrica en lograr su independencia.
Bolvar encontr en Hait el ms firme sostn de sus proyectos. El presidente
Alexandre Petin no solo impuso su autoridad para defender al Libertador de las
acusaciones que formularon algunos de sus
compaeros en la histrica asamblea de Los
Cayos, sino que le facilit en dos ocasiones (muy crticas por cierto) dinero, barcos,
hombres, armas y municiones para la guerra (Verna, P., 1970: 172-180). Los haitianos, los mejores y ms bravos marinos de
las Antillas, nuclearon las tripulaciones de
los barcos que, guiados por Bolvar, partieron de Jacmel en diciembre de 1816.
Si bien es cierto que Hait no es el nico
pas de la regin que fue aliado de Venezuela, desde 1806 se convierte en un caso emblemtico porque brind apoyo a los prceres de nuestra independencia prcticamente
sin condicionamientos de ningn tipo. La
alianza entre ambos Estados explica por s
sola la decisin del Libertador de pronunciar
el decreto de libertad de los esclavos el 2
de junio de 1816, con el objetivo de sumar
aliados en la lucha por la aplicacin de los
Derechos Universales del Hombre.

EL CONTROL DEL MAR


Desde el establecimiento de las primeras
civilizaciones que poblaron este continente, el mar Caribe ha sido un importante corredor para el desarrollo del comercio; al
mismo tiempo un espacio vital para la preservacin de la seguridad de los territorios
continentales de Amrica, especialmente

95

para Venezuela ya que tiene la mayor extensin costera y de aguas territoriales en el


mar Caribe.
Si la Naturaleza ha colocado a un
pas en circunstancias tales que,
adems de tener facilidades para
atacar, cuenta con acceso fcil al
mar libre, y al mismo tiempo domina
uno de los grandes pasos del trfico
del mundo, es evidente que la importancia estratgica de su situacin es
grandsima (Mahan, Alfred T. Ob.
Cit. 310).
Es evidente que el control del Caribe
debe ser un tema de prioridad para Venezuela; esto permitira evitar una futura
agresin y se lograra neutralizar cualquier amenaza por las vas martimas. Las
acciones ms efectivas para garantizar
nuestra defensa se resumen en el desarrollo de los medios militares, econmicos y
polticos en la regin caribea. Para esto
es indispensable seguir fortalecindonos
en trminos econmicos y polticos, principalmente consolidando las alianzas internacionales y manteniendo presencia en
los espacios martimos e insulares de Venezuela (Mahan, Alfred T. Ob. Cit. 310).
En definitiva, desde la Expedicin Libertadora de Los Cayos queda clara la necesidad de ejercer soberana sobre el mar
Caribe para lograr configurar una alianza
estratgica con las naciones que ocupan
este espacio, a fin de transformar el modelo poltico mundial de carcter unipolar,
creando contrapesos efectivos por parte de
la comunidad caribea. El resultado de la
Expedicin Libertadora de Los Cayos no

96

TIERRA FIRME

se limita exclusivamente al establecimiento


de lazos de amistad y cooperacin militar
con Hait durante la gesta independentista.
Este hecho puso en evidencia la importancia del control del mar Caribe para lograr la
liberacin de Venezuela y otros pueblos de
nuestra Amrica.
Desde el ao 1816 disminuye notablemente la influencia de Espaa sobre las antiguas
colonias americanas. Finalmente en el ao
1823 la Batalla Naval del Lago de Maracaibo demostr la importancia del control del
mar para derrotar aquel imperio (Eljuri-Yunez, A., 1985). Sin embargo, Espaa intent
mantener el control de Puerto Rico y Cuba
logrando este objetivo hasta los ltimos
aos del siglo XIX, cuando Estados Unidos
surge como una nueva amenaza en las Antillas, aplicando una poltica exterior similar
a la desarrollada por los viejos imperios del
continente europeo, procurando controlar
las islas del Caribe mediante la ocupacin
de posiciones estratgicas que le permitieran mantener la hegemona regional. Un
factor que tambin contribuy a este hecho
fue la incapacidad de las nuevas repblicas
americanas para generar intereses comunes
que lograsen enfrentar el nuevo escenario
poltico que se configuraba. De este modo
las intervenciones estadounidenses sobre
pases del Caribe se han venido ejecutando
tambin en un plano menos visible para la
opinin pblica mundial, pero de alto impacto poltico.
La Primera y la Segunda Expedicin de
Los Cayos permitieron a los patriotas tener presencia y ejercer dominio del mar
en algunas regiones, lo que conllev a
la liberacin de la isla de Margarita y su
transformacin en guarida de corsarios

anti espaoles. As se abri el camino para


muchas victorias republicanas, tales como
la captura del Morro de Barcelona y la
Campaa de Guayana, que permitiran la
fundacin de la Tercera Repblica.
Como consecuencia poltica casi inmediata de aquella expedicin se encuentra la consolidacin del liderazgo de Simn Bolvar y
la materializacin de su proyecto geopoltico, que pretenda la integracin de diferentes
territorios de la Amrica Meridional. A su
vez, el Combate Naval de Los Frailes del 2
de mayo de 1816 proporciona un antecedente
importante a la derrota del imperio espaol
en nuestros mares, al permitir el fortalecimiento de movimientos revolucionarios en
el oriente del territorio venezolano.

IMPORTANCIA HISTRICA Y
LEGADO
La Expedicin Libertadora de Los Cayos
fue un hecho estratgico de primer orden, un
punto de inflexin que cambi el curso de la
Guerra de Independencia en Venezuela.
En efecto, aunque poco estudiada y menos
divulgada, la Expedicin Libertadora de Los
Cayos constituye un momento fundacional
para la Armada patriota, hoy Armada Bolivariana de Venezuela. Asimismo, fue con
esta campaa naval que se unific definitivamente el mando patriota en la guerra; fue
a propsito de esta expedicin que los patriotas venezolanos comenzaron a disponer
de una escuadra ms o menos fija y estable,
y es adems durante el curso del mayor combate de la expedicin que apareci la figura
del Almirantazgo en Venezuela.
Mencin aparte merece el hecho de que las
dos expediciones de Los Cayos; es decir, la

TIERRA FIRME

primera, en marzo de 1816, y la segunda, llamada tambin Expedicin de Jacmel, realizada a finales del mismo ao, fueron ideadas
y lideradas por el propio Libertador Simn
Bolvar; son entonces las nicas campaas
navales de la Independencia conducidas por
l. Adems, el Combate Naval de Los Frailes, primer gran combate en mar abierto de
la Guerra de Independencia de Venezuela,
fue el nico en el que el Libertador estuvo
a bordo.
Sealados entonces estos datos, podemos pasar a estudiar, con un poco ms
de detalle la importancia histrica de la
Expedicin Libertadora de Los Cayos en
dos niveles: la consolidacin del liderazgo
patriota y el legado institucional que llega
hasta la actualidad.

CONSOLIDACIN DEL
LIDERAZGO PATRIOTA
Como es conocido, tras la cada de Cartagena ante la Expedicin Pacificadora
del general espaol Pablo Morillo en 1815,
los lderes patriotas tienen que exiliarse en
el Caribe. Es en ese contexto es cuando el
Libertador en Jamaica escribe su clebre
Contestacin de un americano meridional
a un caballero de esta isla.., cuyo objetivo
fundamental era lograr el apoyo britnico a
la causa emancipadora, cosa que por ese momento no se logr. Por otra parte, otros lderes patriotas, como Montilla, Piar, Mario,
Bermdez, Anzotegui, entre muchos otros,
fueron a Hait en busca de refugio y ayuda.
Para finales de 1815, Pablo Morillo y la Corona en Madrid bien pudieron pensar que
su victoria era completa: los patriotas estaban exiliados, sin fuerzas, y profundamente

97

divididos por rencillas producto de sus diferentes criterios de comando durante la guerra, causa en s misma de sus derrotas. Pero
pronto eso cambiara
El Libertador estaba en Jamaica cuando
recibi una carta de Brin, a quin conoca
desde 1814 por sus servicios a la Repblica.
Brin se pona de nuevo a sus rdenes y le
ofreca material de guerra adquirido en Inglaterra para continuar la lucha por la independencia. Bolvar se fue entonces a Hait,
donde encontrara el decisivo apoyo del presidente Alexandre Petin, y el firme respaldo de Brin (Jimnez Lpez, H., 1991: 57).
Ante la insistencia de Petin y del an capitn de fragata Luis Brin propietario de
la mayora de los buques y de las armas,
los patriotas celebraron una asamblea a finales de febrero para decidir quin mandara y
cmo se desarrollara la expedicin. A dicha
reunin asistieron el propio Bolvar, adems
de todos los lderes patriotas que se encontraban al momento en Hait, resaltando:
Santiago Mario, Jos Francisco Bermdez,
Manuel Piar, Gregor Mac Gregor, Bartolom Salom, Carlos Soublette, Jos Antonio
Anzotegui y Ambrosio Plaza, entre muchos
otros lderes militares y civiles de la causa
patriota. Esta asamblea determin que sera
Simn Bolvar el comandante de la expedicin y Luis Brin el comandante de la escuadra, siendo ascendido entonces a Capitn
de Navo por el Libertador (Jimnez Lpez,
H., 2001: 84). Por fin la causa patriota tena
un comando nico ya no producto de la imposicin, sino de la decisin consciente y
consensuada de su alto mando. Si bien ms
conatos de divisin apareceran ms adelante, fue en aquella reunin en Hait donde
se empez a configurar definitivamente el

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TIERRA FIRME

mando patriota que llevara la causa a las


grandes victorias de los siguientes 10 aos.
Respecto al mando naval, tenemos que en
aquel momento se unen a la escuadra dos
marinos destinados a dar a las armas patriotas grandes triunfos en los aos venideros: Renato Beluche y Jos Prudencio Padilla, llamados ambos por Brin a Hait para
luchar en esta expedicin.
Fue con la Expedicin de Los Cayos que
el bando patriota en la gesta emancipadora
comenz a tener un mando nico y eficiente,
reflejndose esto en los triunfos que llegaran casi de forma inmediata. No podamos
cerrar esta parte sin mencionar un importante episodio del Combate Naval de Los Frailes. El 2 de mayo de 1816 se enfrentaron las
goletas de la expedicin patriota: Bolvar,
Brin, Mario, Piar, Flix, Conejo
y Constitucin al bergantn realista Intrpido y a la goleta tambin realista Rita. El
combate termin con una victoria patriota y
la captura de los buques enemigos. Lo que
poco se sabe es que durante el combate Brin
fue herido, por lo que Renato Beluche debi
tomar el mando para concluir la victoria. En
reconocimiento a su valor, ese mismo da el
Libertador ascendi a Beluche a Capitn de
Navo y a Luis Brin a Almirante. As, al
calor del combate, aquel da naci en Venezuela el almirantazgo, habiendo casi muerto
en accin el primer almirante de Venezuela
(Jimnez Lpez, H., 1984: 61). Brin, llegara a ser en los siguientes dos aos la mano
derecha de Bolvar y su ms fiel oficial en
momentos difciles (Jimnez Lpez, H.,
1991: 58). Beluche, por su parte, quien era
dueo de la goleta Brisona -rebautizada
Bolvar y convertida en buque insignia
por ser el mejor de la escuadra- obtuvo un

importante ascenso y abri triunfalmente


su carrera naval al servicio de Venezuela, al
tiempo que Padilla obtena experiencia y la
confianza de Brin.
Finalmente, fue con la Expedicin Libertadora de Los Cayos que los lderes
patriotas, especialmente Bolvar, se definieron ideolgicamente en un punto que
hasta el momento haba sido de los ms
complicados y contradictorios de la causa
independentista: la libertad de los esclavos.
En efecto, Alexandre Petin puso al Libertador una sola pero firme condicin para
apoyarlo: que libertara a los esclavos de tierra firme. El paso del Libertador por Hait
debi terminar de despertar su conciencia
antiesclavista, pues apenas desembarc en
Carpano el 3 de junio de 1816, decret la
libertad de los esclavos (Jimnez Lpez,
H., 1991: 60).

LEGADO INSTITUCIONAL
Como dijimos anteriormente, la Expedicin Libertadora de Los Cayos constituye
un momento fundacional para la Armada
Venezolana. Fue la primera vez que los
patriotas dispusieron de una escuadra estable, incrementndose la misma a partir del
ao 1816 gracias al corso y a la incorporacin de marinos nativos y extranjeros que
simpatizaron con la causa emancipadora.
Aquellas siete goletas que surcaron los mares como escuadra unificada, con el tricolor
mirandino en sus mstiles y bajo el mando
del Libertador, son hoy recordadas con las
siete estrellas plateadas del Torrotito o Pabelln de Proa de la Armada Bolivariana;
apareciendo tambin como siete estrellas
doradas en su Escudo de Armas. Es decir,

TIERRA FIRME

en aquella escuadra encontramos el origen


de nuestra actual Armada Bolivariana.
Es oportuno decir que ya en 1825, apenas
nueve aos despus de la expedicin, se consideraba a esta campaa como el hecho fundacional de la Armada grancolombiana;
as lo atestigu el marino y viajero sueco
Carl Gustav Gosselman (Gosselman, C. G.,
1981: 62). Tambin el historiador colombiano Leonidas Flrez lvarez, en su libro Accin de la Marina Colombiana en la Guerra
de Independencia 1806-1830, reconoce la
Expedicin Libertadora de Los Cayos como
un punto clave en el surgimiento y desarrollo de la armada de su propio pas (Flrez
lvarez, L., 1919: 87). Es decir, el impacto
histrico de esta campaa naval desborda las
fronteras de Venezuela y abarca el espacio
de lo que fuera la Gran Colombia.
Por otra parte, la Expedicin Libertadora
de Los Cayos, ms all del enfoque puramente naval, pues la misma viene a constituir segn los conceptos modernos una
gran operacin conjunta, fue la accin en
que el Ejrcito y la Armada integraron sus
fuerzas en pro de la Patria. Si bien fueron
los buques de la recin nacida escuadra
patriota, comandados por hombres como
Brin y Beluche, los que realizaron la travesa desde Hait hasta Margarita, y fueron
sus caones y tripulaciones los protagonistas del Combate Naval de Los Frailes, no
podemos olvidar a quienes se estaba transportando a bordo. Nada menos que el ncleo de altos oficiales del ejrcito patriota,
la columna vertebral del ejrcito que obtendra grandes victorias en la liberacin del
oriente venezolano, la Campaa de Guayana y las que vendran. Es de destacarse
tambin que al igual que en la campaa que

99

nos ocupa en este artculo, la de Guayana se


caracteriz por una estrecha colaboracin
ejrcito-armada, ya que se desarroll en espacios fluviales.
En todo caso, observamos que, ms que
una efemride naval, el Bicentenario de la
Expedicin Libertadora de Los Cayos, rinde honores a los hombres que valientemente
se levantaron de la derrota, obtuvieron una
gran victoria y cambiaron el curso de la
Guerra de Independencia. Que no solo es
una conmemoracin de la Armada, sino de
toda la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y de la Nacin entera. Lejos de ser una
campaa naval perdida en un viejo libro de
historia, en una suerte de limbo entre la Segunda y Tercera Repblica, la Expedicin
Libertadora de Los Cayos tuvo un impacto
histrico de tal dimensin que sigue totalmente vigente hoy en da.

100 TIERRA FIRME

FUENTES
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Fuentes electrnicas
Gosselman, Carl August. Viaje por Colombia 1825 y 1826. Bogot, Banco de la Repblica, 1981.
Descargado de: (http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/historia/viajes/indice.htm)
Mahan, Alfred T. Anlisis de los elementos del poder naval. Geopoltica(s). Revista de estudios
sobre espacio y poder naval. Vol. 4, nm. 2, 2013, pp. 305-334. Disponible en: https://webcache.googleusercontent.com/searchq=cache:SjtrT4D7SpgJ:https://revistas.ucm.es/index.
php/GEOP/article/download/46354/43574+&cd=3&hl=es-419&ct=clnk&gl=ve

Historic and strategic importance of the Expedicin Libertadora de los Cayos 1816.
Alexis Palencia
Jos Gregorio Maita
Direccin de Estudios y Acervo Histrico
Naval del Comando Naval de Educacin

TIERRA FIRME

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Abstract: This 2016 marks the 200th anniversary of the Expedicin Libertadora de
los Cayos; however, this crucial episode of the War of Independence is largely unknown
to the Venezuelan people and even for much of the academic community. The Expedicion
Libertadora de los Cayos was a key naval campaign for the creation of the Third Republic
and the liberation of Venezuela from Spanish colonial yoke; because it allowed the Liberator,
accompanied by patriots like Luis Brin, Manuel Piar, Jose Antonio Anzoategui, Santiago
Mario, Jose Francisco Bermudez and Gregor MacGregor, among others, recover from losses
to the realistic last year, leaving his exile in Haiti and resume the liberation of the country.
During the Liberating Expedition of the Keys the Naval Battle of Los Frailes, which was first
naval battle in open our War of Independence, the only naval battle of the war sea in which
Simon Bolivar was aboard one of he vessels. In the action of Los Frailes, Luis Brin was
wounded and then promoted to Admiral by the Liberator; Renato Beluche also was promoted
to Captain. This battle allowed the Patriots landing in Margarita, saving the extermination
forces Juan Bautista Arismendi, and the subsequent landing in Carupano, where Simon
Bolivar decreed the liberation of slaves. The expedition was therefore a crucial impact on the
development of the War of Independence, and his legacy remains in force for the Navy, for the
seven schooners that integrated are represented in its shield and its Pavilion Proa.
Key words: Bicentennial, Expedicin Libertadora de Los Cayos, Independence,
Navy.

Tito Salas, Expedicin de los Cayos, el abordaje del bergantn Intrpido, circa 1927-28. Coleccin Casa Natal del Libertador.

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Reseas
Vladimir Acosta. Las juntas criollas hispanoamericanas y el comienzo
del proceso de independencia. Caracas, Coleccin Bicentenario, 2013.

La publicacin de esta lcida, concienzuda e imprescindible obra titulada Las juntas


criollas hispanoamericanas y el comienzo
del proceso de independencia, escrita por el
profesor Vladimir Acosta, coincide con el
bicentenario de la Campaa Admirable en
Venezuela y con un nuevo centenario en el
que en Amrica Latina se han venido produciendo profundas transformaciones polticas, sociales, econmicas, de gran apertura
cultural para conocernos, reencontrarnos y
reescribirnos con un nuevo enfoque.
El profesor Acosta organiza su obra de forma cronolgica. Inicia con el Alto Per (actual Bolivia) y la particularidad de haberse
materializado all dos juntas, ambas en 1809.
La primera, la junta de Charcas o La Plata,
el 25 de mayo, fue verdaderamente una junta de la lite criolla; sin embargo, la primera
de una Amrica que se hallaba bajo el yugo
del Imperio espaol, ms bien del Imperio de
la pennsula Ibrica, para no olvidarnos del
pueblo vecino de Brasil, entonces colonia del
Reino de Portugal. La segunda junta, que se
puede considerar ms popular por haber tomado medidas de corte radical, se ejecut el
16 de julio en La Paz. Ulterior a esta se form
la junta de Quito (Ecuador), el 10 de agosto
de 1809, y prosigue la junta de Caracas, el 19
de abril de 1810.
Precisamente un ao despus de la junta
de Charcas o La Plata se consolida la junta de Buenos Aires. Acosta contina con

la junta de Bogot, el 20 de julio de 1810,


reanuda con la junta de Santiago, el 18 de
septiembre de 1810 y finalmente concluye
con la junta paraguaya de Asuncin, el 20
de junio de 1811 y su peculiaridad de independizarse de Buenos Aires. Todo esto en
cuanto a la conformacin de juntas criollas.
Empero, cierra su obra con el examen minucioso de las situaciones singulares que se
manifestaron en Nueva Espaa (hoy Mxico), Uruguay y Per.
El catalizador fundamental para que las
juntas criollas sentaran sus bases en el primer
decenio del siglo XIX es esencialmente por
la invasin que haba sufrido Espaa en 1808
por parte de las tropas napolenicas. Tanto
Carlos IV como su hijo Fernando haban sido
obligados a trasladarse a Bayona, una ciudad
fronteriza en territorio francs. Fernando haba provocado el motn de Aranjuez del 17 al
19 de marzo para sacar del poder a Manuel
Godoy, el favorito de los ministros de su padre, para convertirse en rey como Fernando
VII. Napolen Bonaparte hizo que ambos
abdicaran primero Fernando y luego Carlos, para posteriormente organizar en un
plazo muy breve unas cortes que sancionaran
una especie de Constitucin liberal en la que
quedase designado como nuevo rey de Espaa su hermano Jos Bonaparte, como Jos I,
quien se mantuvo durante un sexenio en el
poder y era llamado por el pueblo espaol el
rey bobo.

104 TIERRA FIRME

No obstante, es menester recordar los antecedentes de esta intervencin que haba sido
acordada por Carlos IV, rey de Espaa, siendo
Manuel Godoy su portavoz, y Napolen Bonaparte en el tratado de Fontainebleau, el 27 de
julio de 1807, en el que se permitira la presencia militar francesa en el suelo espaol, con el
objeto de que Napolen atacase desde Espaa a
Portugal, a cambio de la supuesta participacin
espaola en la reparticin del reino portugus.
Inglaterra era enemiga de la Francia napolenica y aliada a su vez de Portugal; por esta
razn Inglaterra custodia los barcos portugueses que trasladaban toda la dinasta portuguesa
hacia Brasil, que era la colonia que posean en
el continente americano.
Otra vertiente que contribuy a que se caldearan las aguas en las colonias de la Amrica espaola fueron los distintos intereses que tenan
los criollos de corte conservadora y los otros
criollos de corte liberal, antes de que aflorara
la crisis espaola a raz de la injerencia francesa. Estos se estaban disputando el poder poltico, algunos con la tendencia de compartirlo
con los espaoles, mientras que otros vieron el
momento vital para expulsar a los invasores y
tomar ellos el poder.
Las juntas criollas que se instauran en Hispanoamrica son los motores que desbrozarn
el porvenir, para luego suceder a un centenar
de cruentas, crueles y brutales batallas donde quedaron diezmadas un sinfn de vidas de
patriotas, campesinos, esclavos, pueblo pardo,
mestizo para lograr alcanzar la independencia.
Dentro de este escabroso y difuso camino, que
es el del antiimperialismo o anticolonialismo,
se encontraron prceres como el criollo y civil Pedro Domingo Murillo, quien lideriz el
movimiento paceo de 1809, que tendr por

nombre Junta Tuitiva, y como segundo al mando el militar espaol Juan Pedro Indaburu, que
terminar traicionando el movimiento una vez
que lo ve derrotado por la cuna de la antirrevolucin: el Virreinato del Per y el rioplatense.
En representacin del primer virreinato para
aplastar el movimiento de liberacin estaba
Jos Manuel de Goyeneche; y en representacin del segundo, el general Nieto.
Similares movimientos al paceo ocurren
en Quito, Nueva Granada y Caracas, donde se
aprovecha en gran medida la crisis monrquica en Espaa, pero los criollos disentan entre
s debido a los distintos sesgos e intereses que
tenan con respecto al poder poltico, ya que
varios de ellos pertenecan a las familias ms
adineradas de las provincias capitalinas.
En el caso de Quito destacan las figuras de
Juan Po Montfar, marqus de Selva Alegre,
Antonio Ante, Juan Salinas, Manuel Rodrguez de Quiroga, entre otros, considerados
amigos del promotor y protagonista de las luchas de liberacin de Quito, Francisco Eugenio
de Santa Cruz y Espejo. Todos ellos, excepto
Espejo, quien ya haba fallecido para 1795 y era
de procedencia humilde, eran terratenientes,
esclavistas, explotadores; empero, no tenan el
poder poltico y era eso sustancialmente por lo
que se lucha en sus orgenes, aunque varios de
estos criollos estaban iluminados por las ideas
de la Revolucin francesa, realmente era algo a
medias tintas, con cortapisas; no era una revolucin a fondo sinceramente, ya que era enemiga de reconocer derechos polticas a los pardos,
ni conceder las reivindicaciones que el pueblo
mereca desde haca centurias.
Ninguna de las juntas criollas del resto del
continente queda excluida del anlisis que se
dispuso a tratar el profesor Acosta; es decir,

TIERRA FIRME

todas comenzaron con una tendencia a favorecer los intereses de la oligarqua, de los
mantuanos. Estas juntas eran netamente elitistas y no tenan al principio ningn inters
en hacer profundas revoluciones sociales.
El autor hace un anlisis de las especificidades de la junta de Buenos Aires, la santiaguina y la paraguaya de Asuncin. En cuanto a
la primera, antes de su conformacin ya vena
arrastrando unos problemas muy peculiares
desde 1806, cuando los ingleses invaden el
estuario del Plata, desembarcan en Quilmes
el 25 de junio del mismo ao y dos das ms
tarde toman Buenos Aires sin ninguna resistencia; algo sencillo de explicar, ya que Rafael de Sobremonte, el virrey espaol, haba
huido de forma timorata hacia Crdova junto
con su familia en cuanto tuvo conocimiento
de la invasin inglesa, por lo que haba dejado
a la ciudad sin recursos financieros y sin defensa, debido a que gran parte de esta haba
sido usada para su proteccin.
Esta situacin lleva a que el pueblo criollo,
unido a algunos espaoles como Martn de
lzaga, y Santiago de Liniers de origen francs, pero bajo el servicio espaol, sacaran a
los ingleses de all, hacindolos capitular en
Montevideo el 7 de julio de 1807. Aos ms
tarde irn madurando la idea de liberarse de
los espaoles; sin embargo, por los momentos ven como invasores solo a los ingleses.
Cabe destacar que por la situacin que viva
Espaa, la junta de Caracas es impulsora de
la creacin de la junta de Buenos Aires el 25
de mayo de 1810.
Las curiosas particularidades que tienen
Chile y la independencia de Paraguay de
Buenos Aires tienen similitudes y diferencias profundas que no comparten con

105

ninguna de las otras latitudes donde se efectuaron juntas criollas. Estas las devela el
autor con su brillante narrativa, al igual que
hace con la de Nueva Espaa (hoy Mxico),
el virreinato de Per y Uruguay, que lograron sus independencias tomando otros caminos debido a elementos diacrnicos-sincrnicos propios de estas regiones, lo que nos
invita a inferir y a entender en buena medida
el comportamiento del chileno y la profunda y asidua lucha de los mapuches, vigente
los dos siglos continuos siguientes. Acosta
tambin nos revela la actuacin del imperioso caudillo de oriente, Jos Gervasio Artigas
Arnal; del padre Morelos, quien enarbola la
bandera y consagra la continuidad que amerita el legado del cura Miguel Hidalgo; el
papel fundamental de Bernardo O Higgins
y Manuel Rodrguez en Chile, entre otros
patriotas, amn del inmenso e inagotable
esfuerzo del Libertador Simn Bolvar, que
permiti cristalizar el sueo de la suntuosa
independencia de las incipientes repblicas
que tuvieron que ser refundadas en varias
ocasiones, mientras que el Imperio espaol
insista en mantener bajo la sumisin y en la
servidumbre a todo un continente que haba
decidido ser libre
Para los tiempos actuales, el autor plantea
la imperiosa tarea de emancipacin que tienen pendiente estas generaciones y lo comprometido de su porvenir.
Miguel Arcngel Manrique Torrealba
Estudiante de Geografa e Historia
Instituto Pedaggico de Caracas (IPC)
La larga marcha hacia la sociedad comunal. Tesis sobre el socialismo bolivariano

106 TIERRA FIRME

es la ms reciente contribucin de los profesores Iraida Vargas y Mario Sanoja. El


estudio se inscribe dentro de lo que ellos
denominan arqueologa marxista o arqueologa social, esto es, el estudio de los procesos arqueolgicos con base en un mtodo
dialctico materialista.
Su intencin es comprender el origen y
desarrollo del capitalismo, desde el nivel de
mayor causalidad estructural hasta el nivel
fenomnico, para interpretar -con compromiso poltico- los mecanismos de dominacin existentes y las necesidades actuales de
emancipacin de los y las excluidos/as. Lo
que encontramos al origen civilizacional,
entonces, no resulta un pasado romnticamente recordado, sino el origen causal que
permite comprender la historicidad social
como totalidad de la relaciones y mediaciones humanas.
La obra consta de veintids captulos que
por sus contenidos pueden ser clasificados
en tres grupos.
En el primer grupo de captulos que va del
uno al ocho se recoge el aporte ms importante y original del libro, donde se presenta
una lectura de conjunto del amplio trabajo
arqueolgico sobre territorio venezolano
que ha llevado a cabo la pareja de investigadores. Con base en categoras propias y
de otros autores (especialmente Henry Lefebvre y Fernand Braduel), en estos captulos se analiza la construccin geohistrica
de la formacin socioeconmica de Venezuela, aportando un anlisis consistente y
completo de la estructuracin del espacio
territorial en su transformacin histrico
cultural. Aqu encontramos un marco claro
para respondernos, como pueblo, De dnde
venimos? Por qu somos como somos? Y

Hacia dnde podemos ir? Adems, adquiere fundamentacin cientfica (arqueolgica,


antropolgica e histrica) la propuesta de un
socialismo comunitario para nuestro pas al
comprender que el ncleo del mismo se encuentra en nuestros orgenes civilizacionales, los cuales, trascienden la subordinacin
al metabolismo capitalista, tanto en anterioridad histrica como en proyeccin futura.
Adems, por sus resultados, la metodologa
utilizada que permite observar cmo los modos de vida y de trabajo originarios fueron
subsumidos por el capitalismo, puede servir de modelo epistemolgico para nuevas
investigaciones que logren ampliar nuestra
comprensin de los procesos de transformacin, no slo en Venezuela, sino tambin en
Amrica Latina y el Caribe.
El segundo grupo de captulos que corren
del nueve al doce contienen una relectura de
la historia de Venezuela que ya haba sido
expuesta por Sanoja-Vargas en su libro Historia, identidad y poder. Dicha relectura de
la historia nacional se encara desde un criterio emancipador, es decir, que comprende
que la historia determina los contenidos de
la conciencia de los y las oprimidos/as; por
lo cual, dicha determinacin, o puede ser
utilizada y manipulada por la burguesa y
oligarqua nacionales para la dominacin
(como en efecto ha ocurrido), o puede configurar una herramienta para la liberacin de
las mayoras excluidas. Aqu se muestra la
importancia de la historia como horizonte
hermenutico-material de sentido que posibilita la cohesin del pueblo bajo una conciencia de liberacin comn. Adems, se
analiza la impronta de las grandes mayoras
en su diversidad de clase, tnica y de gnero,
para la construccin de la identidad nacional

TIERRA FIRME

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Iraida Vargas y Mario Sanoja. La larga marcha hacia la sociedad comunal. Tesis
sobre el socialismo bolivariano. Caracas, Editorial El Perro y La Rana, 2015.
y la diversidad cultural venezolana. La reiterada sugerencia de Sanoja-Vargas para que
la educacin formal e informal venezolana
se sostenga sobre una base histrica contra
hegemnica como la presentada por ellos
-desde la dcada de los noventa!- an no ha
sido escuchada por la dirigencia de la Revolucin Bolivariana.
El tercer y ltimo grupo de captulos, que
van del trece al veintids, contiene mltiples
y sugerentes reflexiones sobre el proceso de
construccin de los Consejos Comunales y
las Comunas, cuyo horizonte ms que dar
respuestas o exponer anlisis claros y distintos, abre discusiones de fondo, deja preguntas para iniciar nuevas investigaciones y
plantea problemas actuales y futuros para la
construccin de una sociedad comunal.
Como toda obra cientfica que se propone conocer la complejidad de lo real desde
una totalidad conceptual y no desde cierta
parcialidad, La larga marcha tiene lmites
propios, algunos inherentes a los mismos
objetivos del estudio, otros derivados de la
realidad que intenta conocer.
En el primer regln podemos subrayar
que la obra carece de un balance real de los
Consejos Comunales y las Comunas que actualmente estn conformadas o en proceso
de conformacin en el territorio nacional.
Este balance, por dems, escapa a la misma capacidad de Vargas-Sanoja y, tal como
ellos mismos han propuesto en ms de una
ocasin, una investigacin que permita tener un balance cientfico de estos procesos
de organizacin es tarea de una equipo multidisciplinario de alto nivel. Dicho estudio

an est por hacerse.


Por otra parte, del ncleo fuerte del estudio deriva una debilidad que no es menor.
Al enfocarse en el nivel fenomenolgico de
la produccin cultural del espacio social que
constituye histricamente la formacin venezolana, la obra descuida el nivel esencial
de dicha formacin, a saber, la determinacin material de aquella produccin. Esto
no significa que Sanoja-Vargas desconozcan
este nivel, sino que en el estudio falta la explicacin conceptual de dicha base material
y su relacin con el nivel fenomenolgico de
la cultura.
Asimismo, causa cierto rechazo la propuesta de una tica axiolgica contractualista
como opcin para la construccin comunal,
resultando ms consistente con el anlisis
presentado un tica de corte material (por ej
la tica de la liberacin de Enrique Dussel).
Aqu encontramos otro vaco importante.
En el segundo regln (lmites derivados de
la complejidad de lo real), observamos que el
texto no aborda de manera suficiente el problema de lo que se ha dado a conocer como
Petro-Estado; y con ello, quedan fuera de
anlisis una serie de consecuencias prcticas
que son producto de la determinacin material del modelo rentista petrolero sobre la
cotidianidad del pueblo venezolano, es decir,
sobre sus modos de trabajo y modos de vida
(para usar dos categoras desarrolladas por
Vargas y Sanoja).
Tampoco encontramos una lectura materialista del rgimen poltico venezolano,
sus instituciones y los alcances reales del
nuevo modelo de democracia participativa

108 TIERRA FIRME

y protagnica impulsado desde 1998 con


la constituyente. En contraste, se observa
un examen del campo poltico que privilegia la estructura jurdica y el anlisis de las
leyes, creando un desfase entre la ley y la
realidad que no se cubre con puentes gnoseolgicos claros.
Por ltimo, notamos que falta en el estudio la apreciacin de Vargas y Sanoja sobre
la actual correlacin de fuerzas en el pas
y la regin latinoamericana y caribea (al
menos hasta 2014, ao en que se termin de
escribir el texto), y su lectura de cmo dicha correlacin podra no favorecer o posponer nuevamente para un futuro incierto
el proceso de liberacin.
Con lo dicho, no desconocemos que La
larga marcha constituya la nica fundamentacin cientfica conocida del proceso de
transformacin que vive Venezuela. Dicha
fundamentacin no se realiza con un lenguaje para lites acadmicas; por el contrario, el
texto tiene la virtud de ser accesible para un
pblico vasto y diverso, as como aportar un
marco categorial mnimo para la comprensin del proceso de construccin del socialismo comunal.
Esto debiera ser suficiente para considerarla desde ya como un clsico del pensamiento crtico latinoamericano de las
ltimas dcadas, por lo cual, hacemos un
llamado para que el texto ocupe la atencin
y discusin de los y las investigadores/as
orgnicos/as, las bases populares organizadas y los cuadros medios y altos de direccin del gobierno revolucionario.
La consigna Comuna o Nada! no puede sostenerse de intuiciones o, peor an,
de panfletos. Debemos tener la certeza

cientfica del proceso para poder incidir con


mayor propiedad sobre la realidad que nos
proponemos transformar. Los profesores
Mario Sanoja e Iraida Vargas nos han entregado herramientas importantes para ello.
Roger Andrs Landa Reyes
Red de Intelectuales en
Defensa de la Humanidad

TIERRA FIRME

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NORMAS PARA LA PRESENTACIN DE ORIGINALES


Tierra Firme, revista de historia y ciencias sociales, es una publicacin trimestral dedicada a la
investigacin cientfica en el rea de las ciencias sociales y en particular a la historia. En ella se publican artculos e informes que pueden ser: investigaciones concluidas, investigaciones en proceso y
estudios analticos, as como reseas y comentarios.
El comit editor y el consejo de redaccin de la revista han establecido una serie de normas y criterios para la publicacin de los trabajos que damos a conocer a nuestros colaboradores:
1.- Los trabajos deben ser inditos y nunca con ms de treinta (30) cuartillas.
2.- Todos los trabajos irn precedidos de una hoja en la que figure el ttulo del trabajo, el nombre del
autor o autores, as como un mini currculum de stos. Debe sealarse la situacin acadmica de
los autores y su telfono y direccin. En esta pgina precedente se incluir tambin un resumen
no mayor de quince (15) renglones y una lista de palabras clave.
3.- El consejo de redaccin revisar en primera instancia los originales y seleccionar, si es necesario
y de acuerdo con el tema, a dos miembros del comit editor o a dos expertos en la materia, quienes efectuarn una nueva revisin. En todo caso, la junta de arbitraje decidir sobre los trabajos.
4.- Las colaboraciones debern enviarse al correo [email protected]
5.- En cada cita deber hacerse referencia a su fuente dentro del texto en el cual aparece; por ejemplo: (Nez, T., 1975: 24). Al final del artculo o informe se darn las fuentes bibliogrficas o hemerogrficas completas, en orden alfabtico de autores, observando las siguientes normas:
5.1. Libros: Apellido e iniciales del nombre del primer autor. Apellido e iniciales del nombre de
cada coautor. Ttulo del trabajo subrayado y en mayscula la letra inicial de las palabras que
no son elementos de enlace. A continuacin separada por una coma, la ciudad en la cual se
encuentra la editorial, luego de dos puntos, la editorial y finalmente, separado por coma el ao
de la publicacin. Ejemplo: Stepam, A. y D. Rock; The Military in Politic, Stanford University
Press, 1980.
5.2. Artculos: Apellido e iniciales del nombre del primer autor. Apellido e iniciales del nombre de
los coautores, ttulo del trabajo con mayscula, la letra inicial de las palabras que no son elementos de enlace y todo entrecomillado, nombre de la revista subrayado, volumen y ao, nmero y pginas. Ejemplo: Cunill Grau, Pedro; Geohistoria Ambiental y expoliacin de recursos naturales en la Venezuela pre-petrolera. Tierra Firme. Vol. VI (1988), N 24, pp. 327-344.
6.- Las pruebas de imprenta no sern enviadas a los autores para su correccin final. Dichas correcciones se harn por el consejo de redaccin, y el equipo de correccin.
7.- Los puntos de vista expuestos por los autores no correspondern necesariamente con los de los
editores.
La revista mantiene una seccin dedicada a noticias relacionadas con la actividad cientfica desarrollada durante el ao. Por ello, se agradece a los organizadores y responsables de congresos,
jornadas, simposios u otra actividad de ndole cientfica, ponerse en contacto con nosotros a fin de
incorporar las informaciones correspondientes.

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Red de Historia Memoria y Patrimonio


Patrimonio (RHMP) es un entramado de relaciones poltico-culturales establecidas entre individualidades, colectivos organizados e instituciones vinculadas con la memoria y el patrimonio
histrico (tangible e intangible), que busca crear un espacio de reconocimiento colectivo
orientado a la descolonizacin de la memoria y la emancipacin cultural como formas de
activar la conciencia histrica del pueblo venezolano para la transformacin, en aras de la
construccin de una sociedad de justicia y equidad.
Cmo surge?
La existencia en el pas de un gran nmero de colectivos, instituciones e individualidades
ocupados e interesados en los asuntos de la Historia, la Memoria y el Patrimonio, sugiere la
necesidad de crear un sistema de articulacin bajo los principios de la inclusin, la participacin
protagnica y la corresponsabilidad, que incentive el dilogo de saberes y la construccin de
una estrategia comn, respetando la diversidad y propiciando el conocimiento y autorreconocimiento.
Filosofa
La propuesta de la RHMP est fundamentada en:
1. El Plan de la Patria Simn Bolvar
1.1 Consolidacin del Poder Popular a travs de una postura suprainstitucional que
promueva la horizontalidad de su organizacin.
1.2 Activacin de nuevas estrategias de promocin cultural.
2. La Historia Insurgente como apuesta para descolonizar la memoria y reconocer la diversidad de los procesos histricos locales, regionales y nacionales.
Qu hace?
La RHMP identifica problemas relacionados con la memoria histrica y el patrimonio, y
participa en los esfuerzos que se emprendan para solucionarlos de manera colectiva.
Propone publicaciones y actividades de formacin, hace registro de la memoria y diagnstico
del patrimonio documental y cultural (tangible e intangible).
Promueve la creacin de museos comunitarios, archivos de la palabra, fotogrficos, de
video,entre otros; propone, acompaa y realiza investigaciones.
Apoya la creacin y sostenimiento en el tiempo de espacios para la formacin acadmica como
los Programas Nacional de Formacin en Historia (PNFH).
Privilegia la creacin historiogrfica centrada en el estudio de los pueblos, comunidades, comunas y localidades (Historia regional y local).
Propicia las nuevas y diversas interpretaciones de la historia para la creacin de un discurso
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Cmo participar?
Estableciendo contacto y enviando sus datos personales o institucionales a la direccin de
correo electrnico siguiente:
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