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Irrazonablewigner PDF
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Existe un relato acerca de dos amigos que haban sido compaeros de clase
durante sus estudios de escuela secundaria y que hablan acerca de sus trabajos
actuales. Uno de ellos se ha convertido en un estadstico y se ocupa de las
tendencias de la poblacin. Muestra un ejemplar publicado de su trabajo a su
antiguo compaero. El trabajo comienza, como es usual, con la distribucin
gaussiana, y el estadstico explica a su amigo el significado de los smbolos relativos
a la poblacin real, a la poblacin promedio, etctera. Su compaero se mostraba
algo incrdulo y no estaba muy seguro de que su amigo no le estuviera tomando el
pelo. Cmo puedes saber eso? indag. Y qu smbolo es este de aqu? Ah,
contest el estadstico se trata de pi. Y eso qu es? La razn de la
circunferencia a su dimetro. Vaya, ahora ests llevando la broma demasiado
lejos dijo su antiguo compaero pues estoy seguro de que la poblacin no tiene
nada que ver con la circunferencia.
Como es natural, nos sentimos inclinados a sonrer ante la ingenuidad del antiguo
compaero de clase. No obstante, cuando escuch esta historia, tuve que admitir un
sentimiento de escalofro porque, con seguridad, la reaccin del condiscpulo deja
traslucir solamente el sentido comn ms llano. Qued an ms confundido cuando,
no muchos das ms tarde, alguien me expres su desconcierto [1 La observacin
que se cita a continuacin se debe a F. Werner, en sus tiempos de estudiante en
Princeton] por el hecho de que hacemos una seleccin bastante estrecha cuando
elegimos los datos que han de verificar nuestras teoras. Cmo podemos estar
seguros de que si establecemos una teora que enfoque su atencin en los
fenmenos que desdeamos y que desdee algunos de los fenmenos que ahora
reclaman nuestra atencin, no podemos construir otra teora que tenga poco en
comn con la presente pero que sin embargo explique tantos fenmenos como
ella? Debemos admitir que no tenemos evidencia definitiva de que no exista una
teora tal.
Las dos historias precedentes ilustran los dos puntos de vista principales objeto del
presente discurso. El primer punto es que los conceptos matemticos se revelan en
conexiones completamente inesperadas. Es ms, con frecuencia permiten una
descripcin sorprendentemente precisa de los fenmenos involucrados en tales
1
matemtico saca provecho por completo, casi implacablemente, del dominio del
razonamiento permisible y roza el no permisible. El que su temeridad no le conduzca
a un terreno pantanoso de contradicciones es un milagro en s mismo: es
ciertamente difcil de creer que nuestra capacidad de razonamiento haya sido
conducido, por el proceso darviniano de la seleccin natural, a la perfeccin que
parece poseer. No es ste, sin embargo, nuestro objetivo presente. El punto
principal que recordaremos ms tarde es que el matemtico podra formular
solamente un conjunto de teoremas interesantes sin definir conceptos ms all de
los que estn contenidos en los axiomas, y que los conceptos que estn fuera de los
contenidos en los axiomas se definen con vistas a permitir sutiles operaciones
lgicas que apelan a nuestro sentido esttico, tanto en cuanto tales operaciones
como tambin en cuanto a sus resultados de gran generalidad y sencillez. [3 M.
Polanyi, en su Personal Knowledge (Chicago: University of Chicago Press, 1958),
dice: "Todas esas dificultades no son sino consecuencia de nuestro rechazo de
tratar de ver que la matemtica no puede definirse sin el reconocimiento de su
caracterstica ms obvia, es decir, que es interesante (p 188).]
Los nmeros complejos proporcionan un ejemplo particularmente llamativo de lo
anterior. Nada en nuestra experiencia, ciertamente, sugiere la introduccin de tales
cantidades. En realidad, si a un matemtico se le pide que justifique su inters en los
nmeros complejos, indicar con cierta indignacin los muchos y bellos teoremas de
la teora de ecuaciones, de las series de potencias y de las funciones analticas en
general, que deben su origen a la introduccin de los nmeros complejos. El
matemtico no desea abandonar su inters en estos los logros ms bellos de su
talento. [4 El lector podra estar interesado, en relacin con esto, en los comentarios
bastante irritados de Hilbert acerca del intuicionismo, que tratan de destrozar y de
desfigurar las matemticas Abh. Math. Sem., Univ. Hamburg, 157 (1922), or
Gesammelte Werke (Berlin: Springer, 1935), p. 188.]
Qu es la fsica?
El fsico est interesado en descubrir las leyes de la naturaleza inanimada. Con el fin
de comprender esta frase, es necesario analizar el concepto ley de la naturaleza.
El mundo que nos rodea es de una complejidad desconcertante y el hecho ms
obvio en relacin con ello es que no podemos predecir el futuro. A pesar de que el
chiste atribuye solamente al optimista la opinin de que el futuro es incierto, ste
tiene razn en este caso: el futuro es impredecible. Es un milagro, como ha sealado
Schroedinger, que a pesar de la perturbadora complejidad del mundo, puedan
descubrirse en los fenmenos ciertas regularidades. Una regularidad tal, descubierta
por Galileo, es que dos piedras, dejadas caer a la vez desde la misma altura,
alcanzan el suelo al mismo tiempo. Las leyes de la naturaleza conciernen a tales
regularidades. La regularidad de Galileo es un prototipo de un conjunto mayor de
regularidades. Se trata de una regularidad sorprendente, y ello por tres razones.
La primera razn por la que es sorprendente es que se cumple no solamente en
Pisa, y en la poca de Galileo, sino que es cierta en todos los lugares de la Tierra,
siempre ha sido cierta, y siempre ser cierta. La propiedad de la regularidad es una
propiedad reconocida de invariancia y, como tuve ocasin de sealar hace algn
tiempo, sin principios de invariancia similares a los que estn implcitos en la
generalizacin anterior de la observacin de Galileo, la fsica no hubiera sido
posible. La segunda caracterstica sorprendente es que la regularidad de la que
3
de la Luna, ni en relacin con los planetas del sistema solar. La explicacin de esas
condiciones iniciales se deja al gelogo y al astrnomo, que tienen con ellas una
dura tarea.
El segundo ejemplo pertenece a la mecnica cuntica elemental ordinaria. Se
origin cuando Max Born advirti que algunas de las reglas de clculo dadas por
Heisenberg estaban formuladas de modo idntico que las reglas del clculo con
matrices, establecidas haca mucho tiempo por los matemticos. Born, Jordan y
Heisenberg se propusieron entonces reemplazar por matrices las variables posicin
e impulso de las ecuaciones de la mecnica clsica. Aplicaron las reglas de la
mecnica de matrices a unos pocos problemas muy idealizados y los resultados
fueron bastante satisfactorios. No obstante, no haba, en aquella poca, evidencia
racional de que su mecnica de matrices pudiera resultar correcta bajo condiciones
ms realistas. En realidad, dijeron la mecnica tal como se ha propuesto aqu
debera ser ya correcta en sus trazos esenciales. De hecho, la primera aplicacin
de su mecnica a un problema real, el del tomo de hidrgeno, fue hecha varios
meses ms tarde por Pauli. Esta aplicacin proporcion resultados en acuerdo con
la experiencia. Ello fue satisfactorio pero todava inexplicable porque las reglas de
clculo de Heisenberg estaban sacadas de problemas que incluan la antigua teora
del tomo de hidrgeno. El milagro ocurri solamente cuando la mecnica de
matrices, y una teora matemtica equivalente a ella1, se aplic a problemas para los
cuales las reglas de clculo de Heisenberg no eran significativas. Las reglas de
Heisenberg presuponan que las ecuaciones clsicas del movimiento tenan
soluciones con ciertas propiedades peridicas; y las ecuaciones del movimiento de
los dos electrones del tomo de helio, o del nmero todava mayor de electrones de
tomos ms pesados, simplemente no tienen tales propiedades, de modo que las
reglas de Heisenberg no pueden aplicarse en tales casos. Sin embargo, el clculo
del nivel de menor energa del helio, tal como lo realizaron hace algunos meses
Kinoshita en Cornell y Bazley en el Bureau of Standards, coincide con los datos
experimentales dentro de la precisin de las observaciones, que es de una parte en
diez millones. Con seguridad en este caso hemos obtenido algo de las ecuaciones
que no pusimos en ellas.
Lo mismo es cierto para las caractersticas cualitativas de los espectros complejos,
es decir, los espectros de los tomos ms pesados. Quisiera recordar una
conversacin con Jordan, quien me dijo, cuando se derivaron las caractersticas
cualitativas de los espectros, que un desacuerdo con las reglas derivadas de la
teora de la mecnica cuntica y las establecidas por la investigacin emprica
hubiera proporcionado la ltima oportunidad para realizar un cambio en el marco de
la mecnica de matrices. En otras palabras, Jordan pensaba que quedaramos, al
menos temporalmente, faltos de ayuda si se hubiera producido un desacuerdo en la
teora del tomo de helio. Esta haba sido, en esa poca, desarrollada por Kellner y
por Hilleraas. El formalismo matemtico era demasiado costoso e irremplazable, de
tal modo que si el milagro relativo al helio antes mencionado no hubiera ocurrido, se
hubiera producido una verdadera crisis. Con seguridad, la fsica se hubiera
sobrepuesto a dicha crisis de un modo u otro. Es cierto, por otra parte, que la fsica
tal como actualmente la conocemos no hubiera sido posible sin una recurrencia
constante de milagros semejantes al del tomo del helio, que es quizs el ms
asombroso milagro que ha tenido lugar en el curso del desarrollo de la mecnica
cuntica elemental, pero con mucho no el nico. De hecho, el nmero de milagros
1
anlogos est limitado, segn nuestra opinin, solamente por nuestra voluntad de
indagar otros semejantes. La mecnica cuntica tena en su haber, sin embargo,
muchos otros xitos igualmente deslumbrantes que nos proporcionaba la conviccin
firme de que era lo que llamamos correcta.
El ltimo ejemplo es el de la electrodinmica cuntica, o la teora del desplazamiento
de Lamb. Mientras que la teora de la gravitacin de Newton tiene todava
conexiones obvias con la experiencia, sta entr en la formulacin de la mecnica
matricial solamente en la forma refinada o sublimada de las prescripciones de
Heisenberg. La teora cuntica del desplazamiento de Lamb, tal como fue concebido
por Bethe y establecido por Schwinger, es una teora puramente matemtica y la
nica contribucin directa del experimento fue mostrar la existencia de un efecto
mensurable. El acuerdo con el clculo es mejor que una parte en un millar.
Los tres ejemplos anteriores, que se podran multiplicar casi indefinidamente,
deberan ilustrar la idoneidad y la precisin de la formulacin matemtica de las
leyes de la naturaleza en trminos de conceptos elegidos para su manipulacin,
siendo las leyes de la naturaleza de una precisin casi fantstica pero de un
alcance estrictamente limitado. Propongo referirnos a la observacin que dichos
ejemplos ilustran como la ley emprica de la epistemologa. Junto con las leyes de la
invariancia de las teoras fsicas, es un fundamento indispensable de las mismas.
Sin las leyes de la invariancia las teoras fsicas podan haber quedado sin
fundamento alguno; si la ley emprica de la epistemologa no fuera correcta, nos
faltara el estmulo y la confianza que son necesidades emocionales sin las cuales
las leyes de la naturaleza no podran haber sido exploradas con xito. El Dr. R. G.
Sachs, con el cual he discutido la ley emprica de la epistemologa, la calific de
artculo de fe del fsico terico, y se trata seguramente de eso. Sin embargo, lo que
l llam nuestro artculo de fe puede apoyarse bien por los muchos ejemplos reales
adems de los tres antes mencionados.
La unicidad de las teoras de la fsica
La naturaleza emprica de las observaciones precedentes me parece evidente por s
misma. Est claro que no es una necesidad del pensamiento, y que no debera ser
necesario, con el fin de demostrarlo, indicar el hecho de que se aplican solamente a
una parte muy pequea de nuestro conocimiento del mundo inanimado. Es absurdo
creer que la existencia de expresiones matemticamente simples para la segunda
derivada de la posicin es evidente por s misma, cuando no existen expresiones
semejantes para la propia posicin o para la velocidad. Es por lo tanto sorprendente
la prontitud con la que fue dado por hecho el maravilloso regalo contenido en la ley
emprica de la epistemologa. La capacidad de la mente humana para construir una
serie de 1000 conclusiones y permanecer en lo correcto, antes mencionada, es
otro regalo similar.
Cada ley emprica tiene la cualidad inquietante de que uno no conoce sus
limitaciones. Hemos visto que hay regularidades en los sucesos del mundo que nos
rodea que pueden formularse en trminos de conceptos matemticos con una
precisin prodigiosa. Hay, por otra parte, aspectos del mundo en relacin con los
cuales no creemos en la existencia de ninguna regularidad precisa. Les damos el
nombre de condiciones iniciales. La cuestin que se presenta es si las diversas
regularidades, esto es, las diversas leyes de la naturaleza que sern descubiertas,
se fusionarn en una nica unidad consistente, o al menos se aproximarn de modo
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asinttico a una fusin de ese tipo. Alternativamente, es posible que haya siempre
leyes de la naturaleza que no tengan nada en comn con otras. En la actualidad
esto es as, por ejemplo, con las leyes de la herencia y de la fsica. Es incluso
posible que algunas de las leyes de la naturaleza resulten en conflicto entre s en
cuanto a sus implicaciones, pero que cada una convenza lo bastante en su propio
dominio de forma que no se est dispuesto a abandonarlas. Debemos resignarnos a
tal estado de cosas, o bien podra desvanecerse nuestro inters por aclarar el
conflicto entre las diversas teoras. Podramos perder el inters en la verdad
definitiva, esto es, en una representacin que sea una fusin consistente en una
nica unidad de pequeas representaciones, formadas sobre los diversos aspectos
de la naturaleza.
Puede resultar conveniente ilustrar las alternativas mediante un ejemplo. Ahora
tenemos en la fsica dos teoras de gran potencia e inters: la teora de los
fenmenos cunticos y la teora de la relatividad. Estas dos teoras tienen sus races
en grupos de fenmenos que se excluyen mutuamente. La teora de la relatividad se
aplica a los cuerpos macroscpicos, tales como las estrellas. El suceso de la
coincidencia, esto es, en ltimo anlisis la colisin, es el suceso primario de la teora
de la relatividad y define un punto en el espacio-tiempo, o al menos definira un
punto si las partculas que colisionan fueran infinitamente pequeas. La teora
cuntica tiene sus races en el mundo microscpico y, desde este punto de vista, el
suceso de la coincidencia, o de la colisin, incluso si se produce entre partculas sin
extensin espacial, no es primario y no est en absoluto aislado en el espaciotiempo. Las dos teoras operan con distintos conceptos matemticos: el espacio de
cuatro dimensiones de Riemann y el espacio de infinitas dimensiones de Hilbert,
respectivamente. Hasta el momento, las dos teoras no han podido unificarse, es
decir, que no existe una formulacin matemtica para la cual las ambas teoras
resulten como aproximaciones. Todos los fsicos creen que una unin de las dos
teoras es inherentemente posible, y que la hallaremos. No obstante, es posible
imaginar tambin que no se pueda hallar una unin de las dos teoras. Este ejemplo
ilustra las dos posibilidades, de unin y de conflicto, mencionadas antes, ambas
concebibles.
Con el fin de obtener una indicacin de cul es la alternativa que cabe esperar en
definitiva, podemos pretender ser un poco ms ignorantes de lo que somos y
colocarnos en un nivel ms bajo de conocimiento del que actualmente poseemos. Si
podemos hallar una fusin de nuestras teoras en este nivel menor de inteligencia,
podemos esperar confiadamente que hallaremos una fusin de nuestras teoras en
nuestro nivel real de inteligencia. Por otra parte, si llegramos a teoras mutuamente
contradictorias a un cierto nivel de conocimiento, la posibilidad de la permanencia de
teoras conflictivas no puede tampoco excluirse. El nivel de conocimiento y de
ingenio es una variable continua y es improbable que una variacin relativamente
pequea de esta variable continua cambie la representacin alcanzable del mundo
de inconsistente a consistente. [10 Este extracto fue escrito despus de mucha
vacilacin. Estoy convencido de que es til, en los debates epistemolgicos,
abandonar la idealizacin de que el nivel de la inteligencia humana tiene una
posicin singular en una escala absoluta. En algunos casos puede resultar incluso
til considerar el logro posible en el nivel de inteligencia de otras especies. Sin
embargo, tambin me doy cuenta de que mis pensamientos a lo largo de las lneas
indicadas en el texto son demasiado breves y no estn sujetos a la suficiente
evaluacin crtica como para resultar confiables] Considerado desde este punto de
vista, el hecho de que algunas de las teoras que sabemos que son falsas
10
No deja de ser extraa esta referencia por parte de Wigner al merecimiento, ya que se trata de un juicio que
escapa de los lmites racionales del resto de sus consideraciones (N. del T.)
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