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La irrazonable eficacia de la matemtica en las ciencias naturales

por Eugene Wigner (traduccin: P. Crespo, nov 2004)


The Unreasonable Effectiveness of Mathematics in the Natural Sciences, publicado en
Communications in Pure and Applied Mathematics, vol. 13, No. I (Febrero 1960). New York:
John Wiley & Sons, Inc. Copyright 1960 by John Wiley & Sons, Inc.

Las matemticas, consideradas correctamente, poseen no solamente verdad, sino


una suprema belleza fra y austera, como la de una escultura, que no apela a ningn
aspecto de nuestra ms dbil naturaleza, y que carece de los primorosos atavos de
la pintura o de la msica, aunque es de una pureza sublime y capaz de una
perfeccin rigurosa como solamente puede exhibir el arte ms elevado. El verdadero
espritu del deleite, de la exaltacin, del sentimiento de ser ms que humano, que es
la piedra de toque de la ms alta perfeccin, ha de buscarse en las matemticas al
igual que en la poesa.
BERTRAND RUSSELL, Study of Mathematics

Existe un relato acerca de dos amigos que haban sido compaeros de clase
durante sus estudios de escuela secundaria y que hablan acerca de sus trabajos
actuales. Uno de ellos se ha convertido en un estadstico y se ocupa de las
tendencias de la poblacin. Muestra un ejemplar publicado de su trabajo a su
antiguo compaero. El trabajo comienza, como es usual, con la distribucin
gaussiana, y el estadstico explica a su amigo el significado de los smbolos relativos
a la poblacin real, a la poblacin promedio, etctera. Su compaero se mostraba
algo incrdulo y no estaba muy seguro de que su amigo no le estuviera tomando el
pelo. Cmo puedes saber eso? indag. Y qu smbolo es este de aqu? Ah,
contest el estadstico se trata de pi. Y eso qu es? La razn de la
circunferencia a su dimetro. Vaya, ahora ests llevando la broma demasiado
lejos dijo su antiguo compaero pues estoy seguro de que la poblacin no tiene
nada que ver con la circunferencia.
Como es natural, nos sentimos inclinados a sonrer ante la ingenuidad del antiguo
compaero de clase. No obstante, cuando escuch esta historia, tuve que admitir un
sentimiento de escalofro porque, con seguridad, la reaccin del condiscpulo deja
traslucir solamente el sentido comn ms llano. Qued an ms confundido cuando,
no muchos das ms tarde, alguien me expres su desconcierto [1 La observacin
que se cita a continuacin se debe a F. Werner, en sus tiempos de estudiante en
Princeton] por el hecho de que hacemos una seleccin bastante estrecha cuando
elegimos los datos que han de verificar nuestras teoras. Cmo podemos estar
seguros de que si establecemos una teora que enfoque su atencin en los
fenmenos que desdeamos y que desdee algunos de los fenmenos que ahora
reclaman nuestra atencin, no podemos construir otra teora que tenga poco en
comn con la presente pero que sin embargo explique tantos fenmenos como
ella? Debemos admitir que no tenemos evidencia definitiva de que no exista una
teora tal.
Las dos historias precedentes ilustran los dos puntos de vista principales objeto del
presente discurso. El primer punto es que los conceptos matemticos se revelan en
conexiones completamente inesperadas. Es ms, con frecuencia permiten una
descripcin sorprendentemente precisa de los fenmenos involucrados en tales
1

conexiones. En segundo lugar, y precisamente debido a dicha circunstancia, y


puesto no que entendemos las razones de su utilidad, no podemos saber si una
teora formulada en trminos de conceptos matemticos es la nica correcta.
Estamos en una posicin comparable a la de alguien al que se le ha entregado un
manojo de llaves y que, teniendo que abrir varias puertas de modo sucesivo, acierta
siempre con la llave correcta al primer o segundo intento. Se volver escptico en
relacin con la unicidad de la coordinacin entre las llaves y las puertas.
La mayor parte de lo que se dir sobre estas cuestiones no ser nuevo; se le habr
ocurrido probablemente de una forma u otra a la mayora de los cientficos. Mi
intencin principal es iluminarlas desde diversas vertientes. El primer punto es que la
enorme utilidad de la matemtica en las ciencias naturales es algo rayano en el
misterio, y que no existe ninguna explicacin racional para ello. En segundo lugar,
justamente a causa de esta portentosa utilidad de los conceptos matemticos, surge
la cuestin de la unicidad de nuestras teoras fsicas. Con el fin de establecer el
primer punto, el de que la matemtica desempea un papel de importancia
irrazonable en la fsica, ser til decir algunas palabras sobre la pregunta qu es la
matemtica?, seguida de la qu es la fsica?, a continuacin, cmo la matemtica
se incorpora a las teoras fsicas, y por ltimo, por qu el xito de la matemtica en
su papel en la fsica parece ser tan desconcertante. Mucho menos se dir acerca del
segundo punto: la unicidad de las teoras de la fsica. Una respuesta apropiada a
esta cuestin requerira un trabajo terico y experimental elaborado que no ha sido
llevado a cabo hasta ahora.
Qu es la matemtica?
Alguien dijo una vez que la filosofa es el abuso de una terminologa que se invent
precisamente con ese propsito. [2. Esta frase est citada aqu del libro de W.
Dubislav Die Philosophie der Mathematik in der Gegenwart (Berlin: Junker and
Dunnhaupt Verlag, 1932), p. 1.] En el mismo sentido, yo dira que la matemtica es
la ciencia de operaciones expertas con conceptos y reglas inventados justamente
con dicho fin. La matemtica pronto se marginara de teoremas interesantes si stos
se tuvieran que formular en trminos de los conceptos que aparecen en los axiomas.
Es ms, si bien es una verdad incuestionable que los conceptos de la matemtica
elemental y en particular de la geometra elemental fueron formulados para describir
entidades directamente sugeridas por el mundo real, ello no parece ser cierto en lo
que se refiere a conceptos ms avanzados, en particular los que representan un
papel tan importante en la fsica. As, las reglas para las operaciones con pares de
nmeros estn diseadas obviamente para dar los mismos resultados que las
operaciones con fracciones que aprendimos primero sin referencia a parejas de
nmeros. Las reglas para las operaciones con series, es decir, con nmeros
irracionales, pertenecen todava a la categora de reglas que fueron determinadas
cuidando de reproducir las reglas de las operaciones con cantidades que ya nos
eran conocidas. Conceptos matemticos mucho ms avanzados, tales como los
nmeros complejos, las diversas lgebras, los operadores lineales, los conjuntos de
Borel (y esta lista podra continuar casi indefinidamente), fueron ideados por ser
asuntos adecuados en los cuales el matemtico puede demostrar su ingenio y
sentido de la belleza formal. De hecho, la definicin de tales conceptos, con la
nocin de que se pueden aplicar a ellos consideraciones ingeniosas e interesantes,
es la primera demostracin de la destreza del matemtico que los define. La
profundidad del pensamiento implcita en la formulacin de los conceptos
matemticos se justifica despus por la destreza con la que se emplean. El gran
2

matemtico saca provecho por completo, casi implacablemente, del dominio del
razonamiento permisible y roza el no permisible. El que su temeridad no le conduzca
a un terreno pantanoso de contradicciones es un milagro en s mismo: es
ciertamente difcil de creer que nuestra capacidad de razonamiento haya sido
conducido, por el proceso darviniano de la seleccin natural, a la perfeccin que
parece poseer. No es ste, sin embargo, nuestro objetivo presente. El punto
principal que recordaremos ms tarde es que el matemtico podra formular
solamente un conjunto de teoremas interesantes sin definir conceptos ms all de
los que estn contenidos en los axiomas, y que los conceptos que estn fuera de los
contenidos en los axiomas se definen con vistas a permitir sutiles operaciones
lgicas que apelan a nuestro sentido esttico, tanto en cuanto tales operaciones
como tambin en cuanto a sus resultados de gran generalidad y sencillez. [3 M.
Polanyi, en su Personal Knowledge (Chicago: University of Chicago Press, 1958),
dice: "Todas esas dificultades no son sino consecuencia de nuestro rechazo de
tratar de ver que la matemtica no puede definirse sin el reconocimiento de su
caracterstica ms obvia, es decir, que es interesante (p 188).]
Los nmeros complejos proporcionan un ejemplo particularmente llamativo de lo
anterior. Nada en nuestra experiencia, ciertamente, sugiere la introduccin de tales
cantidades. En realidad, si a un matemtico se le pide que justifique su inters en los
nmeros complejos, indicar con cierta indignacin los muchos y bellos teoremas de
la teora de ecuaciones, de las series de potencias y de las funciones analticas en
general, que deben su origen a la introduccin de los nmeros complejos. El
matemtico no desea abandonar su inters en estos los logros ms bellos de su
talento. [4 El lector podra estar interesado, en relacin con esto, en los comentarios
bastante irritados de Hilbert acerca del intuicionismo, que tratan de destrozar y de
desfigurar las matemticas Abh. Math. Sem., Univ. Hamburg, 157 (1922), or
Gesammelte Werke (Berlin: Springer, 1935), p. 188.]
Qu es la fsica?
El fsico est interesado en descubrir las leyes de la naturaleza inanimada. Con el fin
de comprender esta frase, es necesario analizar el concepto ley de la naturaleza.
El mundo que nos rodea es de una complejidad desconcertante y el hecho ms
obvio en relacin con ello es que no podemos predecir el futuro. A pesar de que el
chiste atribuye solamente al optimista la opinin de que el futuro es incierto, ste
tiene razn en este caso: el futuro es impredecible. Es un milagro, como ha sealado
Schroedinger, que a pesar de la perturbadora complejidad del mundo, puedan
descubrirse en los fenmenos ciertas regularidades. Una regularidad tal, descubierta
por Galileo, es que dos piedras, dejadas caer a la vez desde la misma altura,
alcanzan el suelo al mismo tiempo. Las leyes de la naturaleza conciernen a tales
regularidades. La regularidad de Galileo es un prototipo de un conjunto mayor de
regularidades. Se trata de una regularidad sorprendente, y ello por tres razones.
La primera razn por la que es sorprendente es que se cumple no solamente en
Pisa, y en la poca de Galileo, sino que es cierta en todos los lugares de la Tierra,
siempre ha sido cierta, y siempre ser cierta. La propiedad de la regularidad es una
propiedad reconocida de invariancia y, como tuve ocasin de sealar hace algn
tiempo, sin principios de invariancia similares a los que estn implcitos en la
generalizacin anterior de la observacin de Galileo, la fsica no hubiera sido
posible. La segunda caracterstica sorprendente es que la regularidad de la que
3

estamos tratando es independiente de muchsimas condiciones que podran tener


efecto sobre la misma. Es vlida con independencia de que llueva o no, de que el
experimento se lleve a cabo en una habitacin o desde la Torre Inclinada, de si la
persona que deja caer las rocas es hombre o mujer. Es vlida incluso en el caso de
que las dos rocas se dejen caer, simultneamente y desde la misma altura, por dos
personas distintas. Existen, como es obvio, otras innumerables condiciones que son
del todo intrascendentes en lo que hace a la validez de la regularidad de Galileo. La
irrelevancia de tantas circunstancias que podran ejercer un papel en el fenmeno
observado ha sido calificada tambin de invariancia. Esta invariancia, sin embargo,
es de un tipo distinto del precedente, puesto que no puede formularse como un
principio general. La exploracin de las condiciones que ejercen o no su influencia
sobre un fenmeno es parte de la primera exploracin de un campo de actividad. La
destreza y el ingenio del experimentador le harn ver los fenmenos que dependen
de un conjunto relativamente reducido de condiciones relativamente fciles de llevar
a cabo y de reproducir. [5 En relacin con esto vase el ensayo grfico de M.
Deutsch, Daedalus 87, 86 (1958). A. Shimony ha llamado mi atencin sobre un
pasaje semejante de la obra de C. S. Peirce Essays in the Philosophy of Science
(New York: The Liberal Arts Press, 1957), p. 237.] En el caso presente, la restriccin
de Galileo de sus observaciones a cuerpos relativamente pesados fue el paso ms
importante en este aspecto. Es cierto de nuevo que si no hubiera fenmenos que
fueran independientes de todas excepto un conjunto realizablemente pequeo de
condiciones, la fsica hubiera sido imposible.
Los dos puntos anteriores, aunque altamente significativos desde el punto de vista
del filsofo, no son los que ms sorprendieron a Galileo, ni tampoco contienen una
ley especfica de la naturaleza. La ley de la naturaleza est contenida en la
afirmacin de que el tiempo que tarda un objeto pesado en caer desde una altura
determinada es independiente del tamao, material y forma del cuerpo que cae. En
el marco de la segunda ley de Newton, esto equivale a la afirmacin de que la
fuerza gravitatoria que acta sobre un cuerpo que cae es proporcional a su masa
pero independiente del tamao, composicin y forma del cuerpo que cae.
El argumento anterior intenta recordarnos, en primer lugar, que no es en absoluto
natural que existan leyes de la naturaleza, y mucho menos que seamos capaces
de descubrirlas. [6 E. Schroedinger, en su What Is Life? (Cambridge: Cambridge
University Press, 1945), p. 31, dice que este segundo milagro podra estar muy bien
ms all del entendimiento humano]. El que esto escribe tuvo la ocasin, hace cierto
tiempo, de llamar la atencin sobre la serie de capas de leyes de la naturaleza,
cada una de las cuales contiene leyes ms generales y ms incluyentes que la
previa, y su descubrimiento constituye una penetracin ms profunda en la
estructura del universo que las capas previamente reconocidas. Sin embargo, el
punto que resulta ms significativo en el presente contexto es que dichas leyes de la
naturaleza contienen, en sus consecuencias ms remotas, solamente una parte
pequea de nuestro conocimiento del mundo inanimado. Todas las leyes de la
naturaleza son afirmaciones condicionales que permiten una prediccin de algunos
sucesos futuros sobre la base del conocimiento del presente, con la excepcin de
que algunos aspectos del estado presente del mundo, en la prctica la inmensa
mayora de los determinantes del estado presente del mundo, son irrelevantes
desde el punto de vista de la prediccin. La irrelevancia es significativa en el sentido
del segundo punto tratado en relacin con el teorema de Galileo. [7 Creemos
innecesario mencionar que el teorema de Galileo, tal como se ha enunciado en el
4

texto, no agota el contenido de sus observaciones en relacin con las leyes de la


cada de los cuerpos.]
En lo que se refiere al estado presente del mundo, tal como la existencia de la Tierra
en la que vivimos y en la cual se llevaron a cabo los experimentos de Galileo, la
existencia del Sol y de la totalidad de nuestro entorno, las leyes de la naturaleza no
dicen absolutamente nada. Es en consonancia con esto, en primer lugar, que se
pueden utilizar las leyes de la naturaleza para predecir acontecimientos futuros
solamente bajo circunstancias excepcionales, cuando se conocen todos los factores
relevantes del estado presente del mundo. En correspondencia con esto tambin la
construccin de mquinas, cuyo funcionamiento se puede prever, constituye el logro
ms espectacular del fsico. En tales mquinas el fsico crea una situacin en la cual
se conocen todas las coordenadas relevantes, de tal modo que puede predecirse el
comportamiento de la mquina. Los radares y los reactores nucleares son ejemplos
de tales mquinas.
La finalidad principal de la argumentacin anterior es sealar que las leyes de la
naturaleza son siempre afirmaciones condicionales y que se refieren solamente a
una parte muy pequea de nuestro conocimiento del mundo. As, la mecnica
clsica, que es el prototipo mejor conocido de una teora fsica, proporciona las
derivadas segundas de las coordenadas de la posicin de todos los cuerpos, en
base al conocimiento de las posiciones, etc. de tales cuerpos. No proporciona
informacin sobre la existencia, las posiciones presentes o las velocidades de dichos
cuerpos. Debera mencionarse, en aras a la precisin, que descubrimos hace unos
treinta aos que incluso las afirmaciones condicionales no pueden ser del todo
precisas, puesto que dichas afirmaciones son leyes de probabilidad que nos
permiten solamente apuestas inteligentes acerca de las propiedades futuras del
mundo inanimado, basadas en el conocimiento de su estado presente. No nos
permiten hacer afirmaciones categricas, ni tampoco afirmaciones condicionales
categricas acerca del estado presente del mundo. La naturaleza probabilstica de
las leyes de la naturaleza se manifiesta por s misma tambin en el caso de las
mquinas, y se puede verificar, al menos en el caso de los reactores nucleares,
cuando funcionan a muy baja potencia. Sin embargo, la limitacin adicional del
alcance de las leyes de la naturaleza que se deriva de su carcter probabilstico no
representa ningn papel en el resto de la discusin.
El papel de la matemtica en las teoras fsicas
Habiendo recordado la esencia de la matemtica y la fsica, deberamos estar en
una mejor posicin para pasar revista al papel de la matemtica en las teoras
fsicas.
Naturalmente, utilizamos la matemtica en la fsica cotidiana para evaluar los
resultados de las leyes de la naturaleza, para aplicar las afirmaciones condicionales
a las condiciones particulares que resultan prevalecer o bien nos interesan. Con el
fin de que ello sea posible, las leyes de la naturaleza deben estar formuladas
previamente en lenguaje matemtico. Sin embargo, el papel de evaluar las
consecuencias de teoras ya establecidas no es el ms importante de la matemtica
en la fsica. La matemtica o, ms bien, la matemtica aplicada, no es tanto la duea
de la situacin en esta funcin, sino que sirve meramente como herramienta.

La matemtica representa tambin, sin embargo, un papel ms soberano en la


fsica. Esto estaba ya implcito en las afirmaciones efectuadas al discutir el papel de
la matemtica aplicada, segn las cuales las leyes de la naturaleza deben haber
sido formuladas en el lenguaje de la matemtica para que puedan ser objeto del uso
de la matemtica aplicada. La declaracin de que las leyes de la naturaleza estn
escritas en el lenguaje de la matemtica fue realizada adecuadamente hace
trescientos aos;[8 Se atribuye a Galileo] es ahora ms cierta que nunca antes. Con
el fin de mostrar la importancia que los conceptos matemticos poseen en la
formulacin de las leyes de la fsica, recordemos por ejemplo los axiomas de la
mecnica cuntica tal como fueron formulados explcitamente por el gran fsico
Dirac. Hay dos conceptos bsicos en la mecnica cuntica: estados y observables.
Los estados son vectores del espacio de Hilbert, los observables operadores
autoadjuntos de dichos vectores. Los valores posibles de las observaciones son los
valores caractersticos de los operadores, pero debemos detenernos aqu para no
sumergirnos en una relacin de los conceptos matemticos desarrollados en la
teora de los operadores lineales.
Es cierto, naturalmente, que la fsica elige ciertos conceptos matemticos para la
formulacin de las leyes de la naturaleza, y seguramente utiliza solamente una
fraccin de todos los conceptos matemticos. Es cierto asimismo que los conceptos
elegidos no fueron seleccionados arbitrariamente de una lista de trminos
matemticos, sino que se desarrollaron, en muchos si no en todos los casos,
independientemente por el fsico y luego se reconocieron como concebidos con
anterioridad por el matemtico. No es cierto, sin embargo, lo que se dice con
frecuencia, y es que ello haba de ser as puesto que la matemtica utiliza los
conceptos ms simples y que por tanto estn destinados a aparecer en cualquier
formalismo. Como vimos antes, los conceptos de la matemtica no se eligen por su
sencillez conceptual, aunque series de pares de nmeros estn lejos de ser los
conceptos ms simples, sino por su tendencia a manipulaciones inteligentes y a
razonamientos notables y brillantes. No olvidemos que el espacio de Hilbert de la
mecnica cuntica es el espacio de Hilbert complejo, con un producto escalar
hermtico. Es seguro que para la mente despreocupada los nmeros complejos
estn lejos de lo natural y lo sencillo, y no pueden resultar sugeridos por las
observaciones fsicas. Ms an, el uso de nmeros complejos no es en este caso un
truco de clculo de la matemtica aplicada, sino que est muy cerca de ser una
necesidad en la formulacin de las leyes de la mecnica cuntica. Finalmente, ahora
comienza a revelarse que no solamente los nmeros complejos sino que tambin las
llamadas funciones analticas estn destinadas a ejercer un papel decisivo en la
formulacin de la teora cuntica. Me refiero a la teora de las relaciones de
dispersin, en rpido desarrollo.
Es difcil evitar la impresin de que aqu nos enfrentamos a un milagro,
completamente comparable en su asombrosa naturaleza al milagro de que la mente
humana sea capaz de enlazar un millar de razonamientos sin caer en
contradicciones, o a los dos milagros de la existencia de leyes de la naturaleza y de
la capacidad de la mente humana para adivinarlas. La observacin que ms se
acerca a una explicacin del surgimiento de los conceptos matemticos en fsica que
conozco es la declaracin de Einstein de que las nicas teoras fsicas que
deseamos aceptar son las bellas. Hay que estar alerta para discutir que los
conceptos de la matemtica, que invitan al ejercicio de tanto ingenio, tienen la
cualidad de la belleza. Sin embargo, la observacin de Einstein puede explicar ms
bien las propiedades de teoras que estamos dispuestos a creer y no hace referencia
6

a la precisin intrnseca de la teora. Volveremos, por consiguiente, a esta ltima


cuestin.
Es en realidad sorprendente el xito de las teoras fsicas?
Una posible explicacin del uso de la matemtica por parte del fsico para formular
sus leyes de la naturaleza es la de que en cierto sentido es una persona
irresponsable. Como resultado, cuando encuentra una conexin entre dos
cantidades que semejan una conexin bien conocida de la matemtica, concluye
que la conexin es la tratada en la matemtica simplemente porque no conoce otra
conexin parecida. No es la intencin de la presente discusin refutar la acusacin
de que el fsico es una persona irresponsable. Quizs lo sea. Importa sin embargo
sealar que la formulacin matemtica de la con frecuencia cruda experiencia del
fsico conduce en un extrao nmero de casos a una descripcin asombrosamente
precisa de un conjunto grande de fenmenos. Esto muestra que el lenguaje
matemtico es ms que recomendable como el nico lenguaje que podemos hablar;
muestra que se trata, en un sentido verdaderamente real, del lenguaje correcto.
Consideremos unos pocos ejemplos.
El primer ejemplo es el frecuentemente citado del movimiento planetario. Se
consigui establecer bastante bien las leyes la cada de los cuerpos, como resultado
de experimentos llevados a cabo principalmente en Italia. Tales experimentos no
podan ser muy precisos en el sentido segn el cual entendemos actualmente la
precisin, en parte debido al efecto de la resistencia del aire y en parte debido a la
imposibilidad, en aquella poca, de medir intervalos de tiempo cortos. A pesar de
ello, no sorprende que, como resultado de sus estudios, los cientficos italianos
adquirieran familiaridad con los modos segn los cuales los objetos viajan a travs
de la atmsfera. Fue Newton quien ms tarde relacion la cada libre de los cuerpos
con el movimiento de la Luna, advirtiendo que la parbola de la trayectoria de una
piedra lanzada sobre la Tierra y la trayectoria circular de la Luna en el cielo son
casos particulares del mismo objeto matemtico de una elipse, y postul la ley
universal de la gravitacin sobre la base de una nica, y en aquel tiempo muy
aproximada, coincidencia numrica. Filosficamente, la ley de la gravitacin tal como
fue formulada por Newton era rechazable para su poca y para l mismo.
Empricamente, estaba basada en muy escasas observaciones. El lenguaje
matemtico en el que estaba formulada contena el concepto de una derivada
segunda, y los que hemos intentado dibujar un crculo osculatriz de una curva
sabemos que la segunda derivada no es un concepto muy inmediato. La ley de la
gravitacin que Newton estableci con reluctancia y que pudo verificar con una
precisin de cerca de un 4% demostr ser precisa en menos de una diezmilsima
por ciento y se asoci tan cercanamente con la idea de la precisin absoluta que
slo recientemente los fsicos se han vuelto lo bastante audaces como para inquirir
las limitaciones de esa precisin. [9 Vase, por ejemplo, R. H. Dicke, Am. Sci., 25
(1959).] Ciertamente, el ejemplo de la ley de Newton, tantas veces citado, debe
mencionarse primero como un ejemplo monumental de una ley, formulada en
trminos que parecen sencillos al matemtico, que ha demostrado ser precisa ms
all de las expectativas razonables. Permtasenos recapitular nuestra tesis en este
ejemplo: en primer lugar, la ley, desde el momento en que en ella aparece una
segunda derivada, es solamente sencilla para el matemtico, no para el sentido
comn ni para el hombre corriente de mentalidad no matemtica; en segundo lugar,
es una ley condicional de alcance bastante limitado. No explica nada acerca de la
Tierra que atrae a las piedras de Galileo, ni acerca de la forma circular de la rbita
7

de la Luna, ni en relacin con los planetas del sistema solar. La explicacin de esas
condiciones iniciales se deja al gelogo y al astrnomo, que tienen con ellas una
dura tarea.
El segundo ejemplo pertenece a la mecnica cuntica elemental ordinaria. Se
origin cuando Max Born advirti que algunas de las reglas de clculo dadas por
Heisenberg estaban formuladas de modo idntico que las reglas del clculo con
matrices, establecidas haca mucho tiempo por los matemticos. Born, Jordan y
Heisenberg se propusieron entonces reemplazar por matrices las variables posicin
e impulso de las ecuaciones de la mecnica clsica. Aplicaron las reglas de la
mecnica de matrices a unos pocos problemas muy idealizados y los resultados
fueron bastante satisfactorios. No obstante, no haba, en aquella poca, evidencia
racional de que su mecnica de matrices pudiera resultar correcta bajo condiciones
ms realistas. En realidad, dijeron la mecnica tal como se ha propuesto aqu
debera ser ya correcta en sus trazos esenciales. De hecho, la primera aplicacin
de su mecnica a un problema real, el del tomo de hidrgeno, fue hecha varios
meses ms tarde por Pauli. Esta aplicacin proporcion resultados en acuerdo con
la experiencia. Ello fue satisfactorio pero todava inexplicable porque las reglas de
clculo de Heisenberg estaban sacadas de problemas que incluan la antigua teora
del tomo de hidrgeno. El milagro ocurri solamente cuando la mecnica de
matrices, y una teora matemtica equivalente a ella1, se aplic a problemas para los
cuales las reglas de clculo de Heisenberg no eran significativas. Las reglas de
Heisenberg presuponan que las ecuaciones clsicas del movimiento tenan
soluciones con ciertas propiedades peridicas; y las ecuaciones del movimiento de
los dos electrones del tomo de helio, o del nmero todava mayor de electrones de
tomos ms pesados, simplemente no tienen tales propiedades, de modo que las
reglas de Heisenberg no pueden aplicarse en tales casos. Sin embargo, el clculo
del nivel de menor energa del helio, tal como lo realizaron hace algunos meses
Kinoshita en Cornell y Bazley en el Bureau of Standards, coincide con los datos
experimentales dentro de la precisin de las observaciones, que es de una parte en
diez millones. Con seguridad en este caso hemos obtenido algo de las ecuaciones
que no pusimos en ellas.
Lo mismo es cierto para las caractersticas cualitativas de los espectros complejos,
es decir, los espectros de los tomos ms pesados. Quisiera recordar una
conversacin con Jordan, quien me dijo, cuando se derivaron las caractersticas
cualitativas de los espectros, que un desacuerdo con las reglas derivadas de la
teora de la mecnica cuntica y las establecidas por la investigacin emprica
hubiera proporcionado la ltima oportunidad para realizar un cambio en el marco de
la mecnica de matrices. En otras palabras, Jordan pensaba que quedaramos, al
menos temporalmente, faltos de ayuda si se hubiera producido un desacuerdo en la
teora del tomo de helio. Esta haba sido, en esa poca, desarrollada por Kellner y
por Hilleraas. El formalismo matemtico era demasiado costoso e irremplazable, de
tal modo que si el milagro relativo al helio antes mencionado no hubiera ocurrido, se
hubiera producido una verdadera crisis. Con seguridad, la fsica se hubiera
sobrepuesto a dicha crisis de un modo u otro. Es cierto, por otra parte, que la fsica
tal como actualmente la conocemos no hubiera sido posible sin una recurrencia
constante de milagros semejantes al del tomo del helio, que es quizs el ms
asombroso milagro que ha tenido lugar en el curso del desarrollo de la mecnica
cuntica elemental, pero con mucho no el nico. De hecho, el nmero de milagros
1

Se refiere seguramente a la formulacin de tipo ondulatorio de Scroedinger (N. del T.)

anlogos est limitado, segn nuestra opinin, solamente por nuestra voluntad de
indagar otros semejantes. La mecnica cuntica tena en su haber, sin embargo,
muchos otros xitos igualmente deslumbrantes que nos proporcionaba la conviccin
firme de que era lo que llamamos correcta.
El ltimo ejemplo es el de la electrodinmica cuntica, o la teora del desplazamiento
de Lamb. Mientras que la teora de la gravitacin de Newton tiene todava
conexiones obvias con la experiencia, sta entr en la formulacin de la mecnica
matricial solamente en la forma refinada o sublimada de las prescripciones de
Heisenberg. La teora cuntica del desplazamiento de Lamb, tal como fue concebido
por Bethe y establecido por Schwinger, es una teora puramente matemtica y la
nica contribucin directa del experimento fue mostrar la existencia de un efecto
mensurable. El acuerdo con el clculo es mejor que una parte en un millar.
Los tres ejemplos anteriores, que se podran multiplicar casi indefinidamente,
deberan ilustrar la idoneidad y la precisin de la formulacin matemtica de las
leyes de la naturaleza en trminos de conceptos elegidos para su manipulacin,
siendo las leyes de la naturaleza de una precisin casi fantstica pero de un
alcance estrictamente limitado. Propongo referirnos a la observacin que dichos
ejemplos ilustran como la ley emprica de la epistemologa. Junto con las leyes de la
invariancia de las teoras fsicas, es un fundamento indispensable de las mismas.
Sin las leyes de la invariancia las teoras fsicas podan haber quedado sin
fundamento alguno; si la ley emprica de la epistemologa no fuera correcta, nos
faltara el estmulo y la confianza que son necesidades emocionales sin las cuales
las leyes de la naturaleza no podran haber sido exploradas con xito. El Dr. R. G.
Sachs, con el cual he discutido la ley emprica de la epistemologa, la calific de
artculo de fe del fsico terico, y se trata seguramente de eso. Sin embargo, lo que
l llam nuestro artculo de fe puede apoyarse bien por los muchos ejemplos reales
adems de los tres antes mencionados.
La unicidad de las teoras de la fsica
La naturaleza emprica de las observaciones precedentes me parece evidente por s
misma. Est claro que no es una necesidad del pensamiento, y que no debera ser
necesario, con el fin de demostrarlo, indicar el hecho de que se aplican solamente a
una parte muy pequea de nuestro conocimiento del mundo inanimado. Es absurdo
creer que la existencia de expresiones matemticamente simples para la segunda
derivada de la posicin es evidente por s misma, cuando no existen expresiones
semejantes para la propia posicin o para la velocidad. Es por lo tanto sorprendente
la prontitud con la que fue dado por hecho el maravilloso regalo contenido en la ley
emprica de la epistemologa. La capacidad de la mente humana para construir una
serie de 1000 conclusiones y permanecer en lo correcto, antes mencionada, es
otro regalo similar.
Cada ley emprica tiene la cualidad inquietante de que uno no conoce sus
limitaciones. Hemos visto que hay regularidades en los sucesos del mundo que nos
rodea que pueden formularse en trminos de conceptos matemticos con una
precisin prodigiosa. Hay, por otra parte, aspectos del mundo en relacin con los
cuales no creemos en la existencia de ninguna regularidad precisa. Les damos el
nombre de condiciones iniciales. La cuestin que se presenta es si las diversas
regularidades, esto es, las diversas leyes de la naturaleza que sern descubiertas,
se fusionarn en una nica unidad consistente, o al menos se aproximarn de modo
9

asinttico a una fusin de ese tipo. Alternativamente, es posible que haya siempre
leyes de la naturaleza que no tengan nada en comn con otras. En la actualidad
esto es as, por ejemplo, con las leyes de la herencia y de la fsica. Es incluso
posible que algunas de las leyes de la naturaleza resulten en conflicto entre s en
cuanto a sus implicaciones, pero que cada una convenza lo bastante en su propio
dominio de forma que no se est dispuesto a abandonarlas. Debemos resignarnos a
tal estado de cosas, o bien podra desvanecerse nuestro inters por aclarar el
conflicto entre las diversas teoras. Podramos perder el inters en la verdad
definitiva, esto es, en una representacin que sea una fusin consistente en una
nica unidad de pequeas representaciones, formadas sobre los diversos aspectos
de la naturaleza.
Puede resultar conveniente ilustrar las alternativas mediante un ejemplo. Ahora
tenemos en la fsica dos teoras de gran potencia e inters: la teora de los
fenmenos cunticos y la teora de la relatividad. Estas dos teoras tienen sus races
en grupos de fenmenos que se excluyen mutuamente. La teora de la relatividad se
aplica a los cuerpos macroscpicos, tales como las estrellas. El suceso de la
coincidencia, esto es, en ltimo anlisis la colisin, es el suceso primario de la teora
de la relatividad y define un punto en el espacio-tiempo, o al menos definira un
punto si las partculas que colisionan fueran infinitamente pequeas. La teora
cuntica tiene sus races en el mundo microscpico y, desde este punto de vista, el
suceso de la coincidencia, o de la colisin, incluso si se produce entre partculas sin
extensin espacial, no es primario y no est en absoluto aislado en el espaciotiempo. Las dos teoras operan con distintos conceptos matemticos: el espacio de
cuatro dimensiones de Riemann y el espacio de infinitas dimensiones de Hilbert,
respectivamente. Hasta el momento, las dos teoras no han podido unificarse, es
decir, que no existe una formulacin matemtica para la cual las ambas teoras
resulten como aproximaciones. Todos los fsicos creen que una unin de las dos
teoras es inherentemente posible, y que la hallaremos. No obstante, es posible
imaginar tambin que no se pueda hallar una unin de las dos teoras. Este ejemplo
ilustra las dos posibilidades, de unin y de conflicto, mencionadas antes, ambas
concebibles.
Con el fin de obtener una indicacin de cul es la alternativa que cabe esperar en
definitiva, podemos pretender ser un poco ms ignorantes de lo que somos y
colocarnos en un nivel ms bajo de conocimiento del que actualmente poseemos. Si
podemos hallar una fusin de nuestras teoras en este nivel menor de inteligencia,
podemos esperar confiadamente que hallaremos una fusin de nuestras teoras en
nuestro nivel real de inteligencia. Por otra parte, si llegramos a teoras mutuamente
contradictorias a un cierto nivel de conocimiento, la posibilidad de la permanencia de
teoras conflictivas no puede tampoco excluirse. El nivel de conocimiento y de
ingenio es una variable continua y es improbable que una variacin relativamente
pequea de esta variable continua cambie la representacin alcanzable del mundo
de inconsistente a consistente. [10 Este extracto fue escrito despus de mucha
vacilacin. Estoy convencido de que es til, en los debates epistemolgicos,
abandonar la idealizacin de que el nivel de la inteligencia humana tiene una
posicin singular en una escala absoluta. En algunos casos puede resultar incluso
til considerar el logro posible en el nivel de inteligencia de otras especies. Sin
embargo, tambin me doy cuenta de que mis pensamientos a lo largo de las lneas
indicadas en el texto son demasiado breves y no estn sujetos a la suficiente
evaluacin crtica como para resultar confiables] Considerado desde este punto de
vista, el hecho de que algunas de las teoras que sabemos que son falsas
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proporcionan resultados tan asombrosamente precisos es un factor adverso. Si


tuviramos menos conocimiento, el grupo de fenmenos que tales teoras falsas
explican nos parecera lo bastante extenso como para demostrar dichas teoras.
No obstante, consideramos falsas dichas teoras por la razn de que, en ltimo
anlisis, son incompatibles con otras representaciones ms globales y, si se
descubre la cantidad suficiente de tales falsas teoras, estaran obligadas a entrar en
conflicto entre ellas. De modo semejante, es posible que las teoras que
consideramos que estn verificadas por un nmero de coincidencias numricas
que nos parece ser lo bastante grande, son falsas porque estn en conflicto con una
teora ms global que est ms all de nuestras posibilidades de descubrimiento. Si
esto fuera cierto, deberamos esperar conflictos entre nuestras teoras tan pronto
como su nmero crezca ms all de un cierto punto y tan pronto como cubran un
nmero grande de grupos de fenmenos. En contraste con el artculo de fe del fsico
terico antes mencionado, esta es la pesadilla del terico.
Consideremos unos cuantos ejemplos de teoras falsas que proporcionan, en vista
de su falsedad, descripciones alarmantemente precisas de grupos de fenmenos.
Con alguna buena voluntad, podemos descartar parte de la evidencia que esos
ejemplos deparan. El xito de las ideas pioneras de Bohr sobre el tomo fue siempre
bastante ajustado, y lo mismo se aplica a los epiciclos de Tolomeo. Nuestro
ventajoso punto de vista actual nos da una descripcin precisa de todos los
fenmenos que dichas teoras primitivas podan describir. Lo mismo no es cierto
para la as llamada teora del electrn-libre, que proporciona una descripcin
maravillosamente precisa de muchas, si no de la mayora, de las propiedades de los
metales, semiconductores y aislantes. En particular, explica el hecho, nunca
comprendido de modo apropiado sobre la base de la teora actual, de que los
aislantes muestran una resistencia especfica a la electricidad que puede ser 1026
veces mayor que la de los metales. De hecho, no existe evidencia experimental que
demuestre que la resistencia no es infinita bajo las condiciones en las que la teora
del electrn-libre nos lleva a esperar una resistencia infinita. Sin embargo, estamos
convencidos de que la teora del electrn-libre es una burda aproximacin que
debera reemplazarse, en la descripcin de todos los fenmenos relativos a los
slidos, por una descripcin ms exacta.
Desde nuestro ventajoso punto de vista actual, la situacin presentada por la teora
del electrn-libre es irritante porque no parece presagiar ninguna de las
inconsistencias que no podamos superar. La teora del electrn-libre despierta dudas
acerca de hasta qu punto deberamos creer en las coincidencias numricas entre la
teora y el experimento como evidencia de la correccin de una teora. Estamos
acostumbrados a tales dudas.
Una situacin mucho ms difcil y confusa se presentara si pudiramos, algn da,
establecer una teora de los fenmenos de la conciencia, o de la biologa, que fuera
tan coherente y convincente como nuestras actuales teoras del mundo inanimado.
Las leyes de la herencia de Mendel y el trabajo siguiente sobre los genes podran
formar muy bien el comienzo de una teora de ese tipo en cuanto concierne a la
biologa. Es ms, es completamente posible que se pueda hallar un razonamiento
abstracto que muestre que hay conflicto entre esa teora y los principios aceptados
por la fsica. El razonamiento podra ser de naturaleza tan abstracta que no resultara
posible resolver el conflicto, a favor de una o de la otra teora, mediante un
experimento. Tal situacin pondra bajo una gran tensin nuestra fe en nuestras
teoras y en nuestra creencia en la realidad de los conceptos que formamos. Nos
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dara un profundo sentido de frustracin en nuestra bsqueda de lo que llamo la


verdad definitiva. La razn de que una situacin tal sea concebible es que,
fundamentalmente, no conocemos por qu nuestras teoras funcionan tan bien. Por
consiguiente, su precisin no puede demostrar su certeza y consistencia.
Efectivamente, creo que algo bastante comparable a la situacin antes descrita
existe si se confrontan las leyes presentes de la herencia y de la fsica.
Permtaseme terminar con una nota alegre. El milagro de la idoneidad del lenguaje
de las matemticas para la formulacin de las leyes de la fsica es un regalo
maravilloso que ni comprendemos ni merecemos2. Deberamos estar agradecidos
por ello y esperar que siga siendo vlido en la investigacin futura y que se extienda,
para bien o para mal, para nuestro placer o incluso para nuestra confusin, a ramas
ms amplias del saber.
Eugene Wigner (traduccin: P. Crespo, 8 nov 2004)

No deja de ser extraa esta referencia por parte de Wigner al merecimiento, ya que se trata de un juicio que
escapa de los lmites racionales del resto de sus consideraciones (N. del T.)

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