Las Uvas Del Racimo PDF
Las Uvas Del Racimo PDF
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las uvas del racimo
MilO DE LA MUJER PERUANA
@ de esta edicin:
Instituto Nacional de Cultura.
Ancash 390, Lima 1, Pero.
Cartula: Octavio Santa Cruz.
las uvas
del racimo
(silva de varia versin)
javier sologuren
11.
na. Toda su teora al respecto puede reducirse a
considerar que el poema original debe asumir
una condicin igualmente original en el seno de
'la nueva lengua donde va a configurarse una vez
mds. En otras palabras, que el poema se deja leer
como escrito inicialmente en nuestra lengua. Pe-
ro esta (teoria? propsito?), quiz no tenga otro
efecto que estimular el deseo del conocimiento
del poema en su idioma nativo. Parafraseando la
conocida paradoja agustiniana, el lector podra
decir entonces del poema traducido que no lo
buscarla si no lo hubiera encontrado. Y ello se-
ria al parecer mds que suficiente.
JAVIER SoLOGURBN
12
poesla sueca
/
Edith Sodergran (1892 - 1923)
aTORO
LLEGADA AL HADES
15
EL RETRATO
EL PAIS QUE NO ES
16
y se oye una respuesta: Yo soy el que amas
y que siempre amars.
II
Arrojaste la rosa roja de tu amor
en mi blanco seno;
aprieto en mis ardientes manos
la rosa roja de tu amor, la rosa que pronto
se marchita ...
Oh emperador de fros ojos!,
acepto la corona que me tiendes,
es tan pesada que la cabeza se me inclina sobre
el corazn.. . .
II!
Hoy he visto a mi dueo por vez primera;
temblorosa, en seguida lo he reconocido.
Ahora ya siento su pesada mano sobre mi brazo
ligero ...
Dnde est mi risa clara de doncella
mi libertad de mujer de erguida cabeza?
Ahora ya siento la presin de sus brazos
en torno de mi cuerpo estremecido,
y oigo el duro sonido de la realidad
contra mis sueos rosas, rosas .. .
17
IV
Buscabas una flor
y hallaste un fruto.
Buscabas una fuente
y hallaste un mar.
Buscabas una mujer
y hallaste un alma:
ests desencantado.
LA LUNA
DlAS ENFERMOS
"18
Yo s -cmo l vive
de carbn y de arena
sobre las piedras cortantes.
El da entero estoy acostada en espera de la noche,
la noche entera estoy acostada en espera del da,
estoy acostada en mi lecho de enferma en el jardn
del paraso.
S que no sanar,
nostalgia y languidez no sanan jams.
Tengo fiebre como una planta de los pantanos,
resumo sudor dulce como una hoja hmeda.
En el fondo de mi jardn hay un sooliento lago.
Yo que amo la tierra
no conozco nada mejor que el agua.
En el agua se hunden todos mis pensamientos
que nadie h visto,
pensamientos que no me atrevo a mostrar a nadie.
El agua est llena de secretos!
LAS ESTRELLAS
VERANO EN lA MONTAlQA
19
sonre la vieja casa
y habla de la dicha hallada
el obscuro mugido del arroyo.
YO
lA RmERA BAJA
21
mis pensamientos no han nacido en este lugar;
aqu el aire es spero y las piedras resbaladizas,
aqu todo es muerte y no despierta ninguna alegra
sino la flauta ' quebrada que la primavera
ha dejado en la orilla.
EL DOLOR
22
Da flores y perlas, da canciones y sueos,
nos da mil besos que estn vacos,
da el nico beso que es verdadero.
Nos da nuestras almas extraas y nuestros gustos
singulares,
nos da las ms grandes ganancias de la vida:
el amor, la soledad y el rostro de la muerte.
ROSAS
El mundo es mo.
Por donde yo vaya
arrojo rosas para todos.
El artista ama cada oreja de mrmol
que entiende su palabra.
Qu es mi congoja, desamparo?
Todos se arrojan juntos con estruendo:
yo canto.
As se eleva el gran himno del dolor
de un pecho feliz.
DIOS
24
EL CANTO DE LA MONTA
-
El sol se ocult sobre -la espuma del mar
y la playa dorma
y arriba en la montaa alguien cantaba ...
Al caer las palabras en el agua, estaban muertas ...
y el canto se ocult tras de los pinos
y el anochecer se lo llev.
Cuando todo fue silencio, pens tan slo
que haba sangre del corazn en la roca
de tarde oscurecindose,
present oscuramente que era el canto
sobre algo que jams retoma.
25
NUESTRAS HERMANAS EN TRAJES
MULTICOLORES
LA VIDA
26
y que pjaros de oro atraviesan el cielo
y que los das vuelan rpidos como flechas.
La vida es hacer un breve gesto de adis, volver
a s mismo y dormir ...
La vida es ser un extrao para uno mismo
y una nueva mscara para todos los que vienen.
La vida es maltratar su propia felicidad
y rechazar el instante nico,
la vida es creerse dbil y no atreverse.
LA RED
I
Los rboles de mi infancia se yergu~n altos sobre
la hierba
y sacuden la cabeza: Qu has hecho de tu vida?
Las filas de pilares son como reproches: Indigno,
pasas bajo nosotras:
27
Eres una nia y debes poder todo,
por qu ests encadenada por la enfermedad?
Te has hecho mujer, extranjera odiosa.
Cuando eras pequea tenas con nosotros largas
conversaciones,
tu mirada estaba llena de sabidura.
Quisiramos decirte el secreto de tu vida:
la llave de todos los secretos est oculta en la yerba
debajo de los frambuesos.
Quisiramos golpearte la frente, a ti que duermes,
quisiramos despertarte, muerta, de tu sueo.
NADA
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VIERGE MODERNE
TOLERANCIA
29
ESTRELLAS ENEMIGAS
30
Karin Boye (1900 - 1941)
31
Harry MaTtinson (1904)
CRIADAS
32
Se hallaba la descuidada, anhelosa de las pistas de
baile,
la obstinada amiga de la flota,
fetichista del uniforme marinero.
33
MITO. TROPICAL
ATMOSFERA DE NOVIEMBRE
34
no tener que tocar para
el da del juicio y muerte universal.
y la estrella admite todo y ondula
astillada.
El grillo canta.
ANIARA (fragmento)
35
Oh, si pudiramos otra vez alcanzar nuestra base
ahora que hemos descubierto lo que es nuestra
astronave:
pequea burbuja en el cristal del espritu divino.
Contar lo que he odo del cristal
y entonces ustedes habrn de comprender. En cada
cristal
que por bastante tiempo permanece intocado
la burbuja del cristal paulatinamente se traslada
e infinitamente despacio hacia otro punto
en el cuerpo del cristal y un milenio despus
la burbuja ha hecho un viaje en su cristal.
De igual manera en un espacio infinito
donde abismo de profundidad de aos-luz golpea
su bveda
en torno de la burbuja Aniara adonde sta vaya.
Pues aunque la velocidad que lleva es grande
y mucho mayor que la de un veloz planeta
su rapidez estimada con medidas especiales
est en el punto correspondiente al que sabemos
que la burbuja lleva en esta fuente de cristal.
Atemorizado por esta claridad huyo helado
del vestbulo de Mima a las rojas luces
al saln de baile, all encuentro a Daisi.
Le suplico a sus brazos salvadores un encuentro
le ruego me permita entrar en un aterciopelado
regazo
donde no est la fra claridad de la muerte.
La vida se halla en los salones de Mima
en el regazo de Daisi viven los valles de Doris
cuando yo estoy en ella y ella en m sin fro ni peligro
olvidamos los espacios en torno de Aniara.
36
Artur Lundkvist (1906)
38
Sube al rbol y prueba las cerezas con las muchachas
que las cogen en altas escaleras,
en los grandes rboles con el viento jugndole
en las faldas.
Descansa en el csped junto al sembrado y oye crugir
y murmurar las pesadas espigas que maduran,
descifra los secretos del campo y comprende la saga
del lino,
ponte en el dedo una mariquita y djala volar como
una roja centella.
Escucha el murmullo de los grandes rboles
al medioda,
siente al tiempo permanecer inmvil o fluir
lentamente como un profundo y ancho ro.
Vive la tarde del pueblo a principios de junio cuando
florecen los ciruelos en torno de las granjas
o el tiempo de la cosecha cuando se hallan
espolvoreados los caminos con espigas de
la mies.
Vive las claras noches estivales cundo gorjea el rey
de codornices
y salen a pastar unos caballos en los prados
brumosos, ,
cuando los gatos furtivamente a travs de los campos
van a casa
y las jvenes parejas amorosas se arrullan bajo los
cinielos.
Ven, ve el campo en verano
y los viejos pueblos dond,e la vida es todava joven y
sana y sencilla.
/
Gunnar Ekelof (1907 - 1968)
HECHIZO OTOlQAL
SAMOTRACIA
41
he de tomar asiento
en el primer banco
hasta que el prximo me releve.
Se me mandar, entonces,. hacia atrs.
Nunca llego a la popa
nunca al sitio del timn.
Ni siquiera alcanzo la mitad del camino.
(Hay un timn,
hay una mitad de camino?)
Mi puesto est aqu entre los remeros,
aqu entre los acompasados remadores.
No conozco otro sitio.
42
quizs hay un puerto . ..
En las nubes hay puertos seductores !
Quin asegura la maroma?
Quin desembarca entre las altas casas,
callado, maravillndome, en puerto sin embargo?
Alguien lo hace.
Oh, puerto, puerto!
Cantamos al puerto.
Nosotros que todava remamos los primeros,
estamos lo ms cerca de ti Nik!
Pronto hemos de avanzar ms hondamente
en la banda de los muertos,
pero an nos bate en la mejilla
su manto lleno de pliegues:
Arriba, bucaneros!
Lettres de marque! Filibusteros!
Helenos! Feniciosl
Cretensesl Egipcios bogadores l
Bogadores habitantes selvticos
y an los ms relegados a popa
vosotros que nadis y chapoteis! . . .
Oh, acompasadamente, acompasadamente!
Oh, mi esclamo que restriego acompasadamente!
Hay una victoria?
Largo es el tiempo,
interminable la hilera de tiempos,
quizs haya una victoria ...
Virgen, t eres nuestra victoria!
Quin te ha posedo?
Otro, siempre otro.
43
TARDE A LA ORILLA DEL RIO
44
QUIEN ALIMENTA A LOS PAJAltOS?
OLEADA
Azules son mis deseos, azules son los deseos del cielo
y del mar
demasiado dura me es la vida de los hombres, entre
las conchas
y las algas me hallo bien
mis playas son collar del mar y el mar respira con
sosiego y hace
ruido lentamente con todos sus bellos guijarros ...
en las nubes un invisible cuarteto de cuerdas toca
con colores .
y el sol muere como un cisne de luz
tal vez alguien me da pjaros para volar con ellos
en la roja
estela del sol donde mi fosforescente estrella tiembla
si espero tal vez alguien mude mis deseos en cohetes
y los deje estallar cerca de una nube lejana
entonces estrellas azules lentamente lloveran en la
roja noche ...
azules son mis estrellas de deseos, demasiado dura
me es la vida de los hombres.
45
CREO EN EL HOMBRE SOLITARIO
POETICA
46
Erik Lindegren (1910 - 1968)
ARIOSO
47
reflejo nuestra cercana como la de una estrella
en la marejada
el sueo siempre arroja la mscara y se convierte
en ti
que dolorosamente de m se desliza
para an retornar
para an retornar hacia m
cada vez dentro de nosotros, cada vez ms t.
48
EL SUE~O
PAUSA
XVII
lo vi temblar en la dura luz de la conciencia
mientras algas gotean caracoles y verde detrs
de sus miembros
lo vi contener la respiracin cuatro negros das
en espera de que el da le dispensara una pregunta
49
vi la noche pasar con"extrafieza en su mirada
esta extraeza que es peor que un reconocimiento
lo vi sufrir por todo lo que l ha amado
y cmo su corazn se hundi para llenar el vacio
lo vi plegarse bajo el odio neutro de la tierra
reducido al cruel misterio de un metrnomo
lo vi tratar de asegurar la pesada falda
y su sonriente vara adivinatoria inclinarse a la nada
vi su boca consagrada con una crucificada X
una simple ecuacin para tortura de tercer grado
50
Karl Vennberg (1910)
51
lo habramos puesto de costado
y cubierto con paja
sin apretar o infectar la herida
y pues ha sido herido en el pecho
lo habramos hecho sentarse a medias
con la espalda sostenida
y pues ha sido herido en el vientre
lo habramos colocado boca arriba
y pues ha sido herido de pies a cabeza
habramos doblado sus piernas por las rodillas
y caderas
y se las habramos dejado extendidas.
Lo habramos transportado
sin comps y con sumo cuidado como las
instrucciones lo indican
con la cabeza en alto y los pies en aIto
a la vez que el caso as lo exige.
52
MAS NO LA MISMA SOLEDAD NUEVAMENTE
53
Werner Aspenstrom (1918)
CARTA DE NIEVE
S4
Claro que hay calor entre nosotros,
aunque fuimos hechos hombres de nieve;
un fuego hacia el que tendemos las manos,
aunque no arda con llamas.
Quienes tan largamente vivimos bajo bvedas
de escarcha,
podemos ser levantados de repente como por una ola,
podemos ser penetrados por un amor desconocido,
un himno inmenso que los frgiles tubos del rgano
de la sangre
nunca nos hizo ofr.
Una carta te escribo,
hermana en la baranda azul,
un recado de que pienso quedarme
y quizs nunca volver.
He tomado un vino de nieve,
amo a una mujer de nieve.
De nieve es el jinete, el caballo
que la carta lleva ahora hasta tu puerta.
55
Poco despus de las siete de la maana,
descenda chapoteando el barco de ruedas por el ro.
Lo llevamos a bordo. El capitn
dio la seal de partida.
T, Dios de la duda y de las catstrofes,
no perturbes los pensamientos del pintor Rousseau,
djalo creer que todo permanece inalterable
y que las flautas an doman a las bestias salvajes.
SAGA DE INVIERNO
56
Paredes heladamente desnudas contarn
una leyenda de nieve una saga de invierno
de un naufragio en un mar cristalizado.
ODA A UN HELICOPTERO
Deforme risa
que cuelgas nubes,
celeste
molinillo de caf,
te amo!
Rana de aire, es ms dulce,
que el del ruiseor tu canto!
Quin se escapa entre nosotros
al defecto fsico que nos torna cmicos?
Djanos juntos
explorar el mundo,
hermano que miras por la ventana!
Esto llamo el triunfo de la tcnica
y un amigo en el apuro.
PALABRA-OBJETO
57
NO CAE LA NOCHE
No cae la noche
aunque los ojos no cieguen,
no cae la noche
en soto de altos cedros
en donde muertos duermen
uno al lado de otro
como grises nios en mant'illas
su momento de espera.
Pues otras linternas
cuelgan all en los rboles
y hacen crecer plantas
de un brillo diferente,
y la mariposa que vol
de las grises mantillas,
aqu puede beber vientos
que no existen en la tierra.
No cae la noche
aunque los ojos no cieguen.
No cay la noche
(desapareci slo este sol)
58
EIsa Grave (I 918 )
59
NOC'I1JRNO
y la noche
lentamente sumerga
plumas rojas
en insondable tinta
la negra sonrisa del gato.
bostezante se estiraba
como un suefio
de polo a polo
y los blancos dientes carniceros
se apagaban como signos de fuego
en el espacio.
60
Bengt Anderberg (19-20)
61
de tabaco de flor y lino, mientras juntan los rboles
frutales
todo el restante aroma, tanto de aleles, cebolla y
reseda
como del mantillo donde la til calabaza mora.
En el fondo de la botella hallas tambin la enonne
melancola
que descansa por encima de ese rincn del Hotel
municipal adonde jams llega la msica
y donde el ms pobre viajero da cuenta de su cena.
62
Bo Setterlind (192 J )
LA ROSA
63
Dios ha creado una extraa rosa
que no sabe de la muerte.
Amor se llama
y estar en mi tumba.
LA lAMPARA
Cuando he ledo
un mal poema,
un poema gris
y tullido de gota,
cuando he ledo
un poema enfermo,
irme quiero
al bosque.
All quiero sentarme
en algo mullido
y sonrer y hacer versos
en la hondura del bosque.
All quiero levantar
las palabras
en un bao de sol
y viento,
y escuchar
el lenguaje del bosque.
LA INVISIBLE
Cabello de oro
frente de oro
plumas de oro
ojos de oro
labios de oro
cuello de oro
hombros de oro
pecho de oro
brazos de oro
64
cintura de oro
miembros de oro
trajes de oro
sandalias de oro
sueos de oro
lgrimas de oro
mar de oro
cielo de oro
montaa de oro
abismo de luz.
NO TOCAR EL PAN *
No tocar el pan!
Yen torno: el hambre acechante.
Hoy he visto un pan en una lata de basura.
Luciente como un sol estaba en la acera,
antes que el barrendero lo botara entre los
desperdicios.
La escoba del indio coca-cola
no despreciaba el pan,
pero era indiferente al mensaje-
as como sin emocin barri ante
la palabra LOVE trazada en la piedra de la acera,
la comida para los ojos de los parias.
La palabra cincelada en la piedra,
el pan rehusado a los perros.
No tocar el pan! *
* En espaol en el original.
65
Encaramado, esperando las moscas bajo el
andrajoso cielo.
No se vea a nadie.
En el centro de lo verde una esplndida sanda
partida en dos,
la roja, jugosa pulpa expuesta al mundo:
el silencioso lastimero grito del muchacho.
66
narcotizndote, mandaftdo tu yo a un camino sin fin,
sin ojos,
hasta la irrealidad de los desiertos
bajo parques verdecientes.
Has estado junto al mar en MirafIores
y visto la continuidad de las olas ~n la arena,
y la anatoma de la ciudad;
comprenders entonces la alegra, comprenders
la pena,
cuando el sol con su lenguaje te dispone a salir.
No es Washington, Pars, Roma o Madrid.
Es una calle de Lima en donde
te arcabucean los jazmines armados.
67
Llevaba un cesto y reparta
semillas nuevas, mientras cantaba,
de vida y fin de vida.
Caminaba
de amanecer a amanecer.
Fue la maana del ltimo da.
Tal un lebratillo me estaba cuando lleg.
Me arda el miedo por su hermoso canto!
Me cogi entonces, me meti en la cesta,
y al dormirse, se puso a andar.
As me imaginaba yo la muerte.
68
asten S;ostrand (1925)
69
Sonja Akesson (1926)
MORDISCO 11
70
Folke Isaksson (1927)
TRUCHAS
71
en el serbal de la iglesia
con clidos corazones dentro
de su vestidUra.
Yo paso y los pasos sacuden
la frgil escarcha
de la quieta rama.
Sacudo los propios rb~les
pero la mano
no puede sacudirlos
de su mundo de ramas.
En el polo en un rbol solitario
abierto en alto hacia el ocaso
all estil como
diecisis claras gotas
de sangre de foca,
tremante pasa,
y el viento los mueve.
Entonces se oye un primer tono.
Un helado tubo de sarga
sangra dicha
en este ltimo mes de invierno.
72
Lars. Forssell (1928)
LETfRE SENTIMENTALE
73
Nadie al lado del otro.
Ninguna huella. NingUna antorcha.
Tu vez
sus vidas levantarse en viento de la pradera
como bandadas de aves o nieves silenciosas ...
y la oscuridad sonre, abrazndolos.
y el tiempo queda abajo como una isla,
medio hundida, peligrosa para los barcos en la noche.
Son extranjeros, Sonia. Y sonren.
y te cantan, desaparecidos.
74
Hanserik Hjertn (1928)
EL PADRE
POEMA
75
una nubecilla que se va
y tu pie busca: en el cielo.
Dejaste crecer la soledad,
ms grande que el Carmelo,
como cuando el verdor huye
de sus anillos anuales
y la serpiente
cambia de piel en la maleza.
Aqu est tu ciudad mientras el mundo crece.
Oigo una lengua extranjera, o tal vez la ma propia,
todo ms incompre;sible que el grito
de los pjaros que emigran.
Una descompuesta sandalia es mi coraz9n.
16
Ann Smith (1930)
MIS PENSAMIENTOS
77
Mi amor por ti es natural
porque t no te retractas
sino me dejas estar.
Contigo quiero seguir.
Extrao tu clida mano
y la curvatura de tu cuerpo
que se encaja en el mo.
78
Giira. Pal. (19 J 1 )
79
Lasse Soderberg (1931)
CIUDADES
LINTERNAS DE NIEVE
80
plidos rostros de muchachas
se inclinaban
sobre los helados nidos del invierno
donde cada ondulante llama
arrojaba su resplandor en la memoria.
El fro all no era ni del mrmol
ni de las enormes hojas del cobre.
Slo un andrajoso guante
mantena el corazn. Era Suecia.
Linternas de nieve hechizan la tierra.
ESCRITO A MEDIANOCHE
2
Por eso me aventuro
a comer un durazno
como veo la luna.
3
La luna es siempre la misma.
Pero la luna sobre Malmo
la misma no es sobre La Habana.
GRAN TIERRA
81
rebosantes de orqudeas
y el verdor,
el rojo de la tierra
que me envuelven.
Estoy a punto.
Hay algo que debe decirse.
Pero qu?
Dnde
entre todos los rboles,
las parras
puedo hallarlo?
Dnde
entre quienes
alzan las manos
saludando?
Es una voz .
en el bosque?
El latido
de Sll corazn?
Mi propio yo
que habla o toda
la tierra' que habla?
La noche cae. El mar
cabalga lejanamente
allende las palmeras.
En el pasaje del viento
all canta
una cancin
de inaudibles palabras.
El hambre dibuja
su marca en el cielo.
(All abajo reposan
los soldados muertos) .
. 82
Pausados crculos
para todos los hundidos en el fango.
(All abajo miran fijamente
los soldados sordos).
Ltigos del negrero.
Pueblo de rfagas.
(All abajo yerran
los soldados verdes).
83
Lars Gusta/sson (19 J 6)
DESPUES DE lA llUVIA
84
Claes Antler~s01J. (1937)
DEUDA
ss
Bjorn H~kanson (1937)
SOLO EN EL SOL
86
Gortm Sonne1J (19 J 9 )
MUNDO ABSTRACTO
87
Gunnar Mollerstedt
EN LA EMBRIAGUEZ
DE LA EXTREMA SENSACION
THE BLUES
88
Tarda tanto tiempo
que hasta las casualidades
y las nadas .
quedan en cinta.
Tal vez un payaso loco de terror
que se esconde
en nuestras guaridas de sangre.
Mientras se representa en nuestro teatro
algo que siempre
es p. v. p. (1)
89
Lennart Hellsing
90
Bengt Jahnsson
LA MUJER FIEL
Necesitas
el ms clido lecho
y el ms hermoso amante
y la alcoba ms pequea.
Tu amor
se romper en pedazos brutalmente.
Tus tiernas lneas de canciones
se desvanecern por su aliento
de humo de tabaco
en sta la ms pequea alcoba.
Pues en sta la ms pequea alcoba
vivirs
bajo l
sers humus y tierra tan suave
que crea
que es verano.
ERA EL EMPERADORCITO
Era el Emperadorcito
en el gran caballo
yendo a la batalla
en la negra negra noche
91
donde la luna es un crter
y el disparo silba estrellas.
El Emperadorcito dispara
mil batallones.
El Emperadorcito incendia
dos mil ciudades.
El Emperadorcito viola
tres mil mujeres
en el campamento junto al no.
y todos los cielos arden
y todas las ciudades arden.
Los palacios arden detrs
del gran bosque.
Pero el Emperadorcito llora.
Para la guerra no est maduro.
y ya no ms rosas
en sueos masca su caballo.
92
Ingemar Gustafson
LA MUCHACHA EN EL VALLE
Un da lleg corriendo
la muchachita al valle;
jadeante, plida, gritaba:
94
poesa italiana
San Francisco de Ass (1182 -1226)
SONETO I
SONETO XXXII
99
terrena carga como fresca nieve
vase fundiendo; paz luego tendremos:
Ya que caer con ella esa esperanza
que delirar nos hace largamente,
y tambin risa, llanto, miedo e ira.
Se ve cmo despus frecuentemente
por las cosas dudosas uno avanza;
qu a menudo y en vano se suspira".
SONETO XXXV
SONETO CCXCII
Los ojos de que habl clidamente,
y los brazos y pies, el rostro y manos
lOO
que de m mismo furonme apartando,
y me hicieron extrao entre la gente;
el cabello de puro oro luciente
y el relampaguear de su alba risa,
que un paraso en tierra alzar solan,
escaso polvo son que nadie siente.
y vivo yo y por ello me desdeo,
sin la luz permanezco que am tanto,
en gran borrasca y desarmado leo.
Termine aqu mi enamorado canto:
la vena se sec de exhausto ingenio
y la ctara ma se hace llanto.
LA MUERTE DE LAURA
101'
Giacomo Leopardi (1798 - 1 837)
A SI MISMO
LOS RECUERDOS
1.02
sobre el jardn paterno fulgurando,
'y poder con vosotras discurrir
de la ventana del albergue donde
viv de nio y vi cesar mi dicha.
Cuntas imgenes un tiempo, fbulas
que en mi pensar cre vuestra apariencia
y vuestras luminosas compaerasl
ahora que, callado, en verde tierra,
sola yo pasar nocturnas horas
mirando el cielo, y escuchando el canto
de la distante rana en la campia!
Erraba la lucirnaga entre setos
y, arriba en los bancales, alamedas
perfumadas al viento susurrando,
y los cipreses en el bosque; y bajo
el patrio techo alterna voz sonaba,
y las mansas faenas de los siervos.
Y cuntos infinitos pensamientos,
qu dulces sueos me inspir la vista
de aquel lejano mar y azules montes
que desde aqu descubro, y yo pensaba
poder surcar un da, rcanos mundos,
en el vivir fingiendo arcana dicha!
Cuntas veces, ajeno a mi destino,
mi acongojada vida tan desnuda
gustoso con la muerte trocara.
Ni supo el corazn decirme, no,
que estaba condenado a consumir
la verde edad en la nativa aldea
cerril, entre mezquina gente rustica,
a quienes nombres raros, y a menudo
argumento de risas y de chanzas,
son doctrina y saber; gente que me odia,
por envidia ya no, que no me tiene
por superior a s, mas por la estima
que puedo yo tenerme ntimamente,
bien que de ella jams no d yo signo.
Aqu los aos paso, solo, oculto,
sin vida y sin amor; por fuerza rudo
al tropel de malvolos accedo:
de piedad y virtudes me despojo,
103
me vuelvo desdeoso de los hombres
a causa del rebao: mientras vuela
el caro tiempo juvenil; ms caro
que el laurel y la fama, que la pura
luz diurna y el respiro: as te pierdo
sin un deleite, intilmente, en esta
residencia inhumana, y entre afanes,
de la desierta vida mi flor nica.
104
puedo olvidaros. Aunque, s, fantasmas
son la gloria, el honor; bienes, deleites,
mero deseo; ni un fruto la vida
tiene, vana miseria. Si vacos
estn mis aos; si desierta, oscura
mi condicin mortal, poco, bien veo,
me quita la fortuna. Mas a veces
en vos vuelvo a pensar, vieja esperanza,
y en mi querido imaginar primero;
luego contemplo mi vivir mezquino
y tan doliente, y que es la muerte aquello
que de tanta esperanza hoy me supera;
siento oprimirme el corazn, y siento
que no s de mi suerte consolarme.
y cuando, pues, esta invocada muerte
cerca me est, y el fin haya llegado
de mi desgracia; cuando extrao valle
se me torne la tierra y el futuro
huya de mi mirada, de vosotras
recordarnme, y an aquella imagen
har que yo suspire, y har acerbo
haberla visto en vano, y la dulzura
del da aciago amenguar de duelo.
105
das, gozosos, indecibles, cuando
al mortal arrobado las doncellas
le sonren; y al ntegro concurso
cada cosa le sonre; la envidia
calla, an no despierta o an benigna;
y casi (maravilla inusitada)
tindele el mundo una piadosa mano
sus errores excusa, su reciente
ingresar en la vida le festeja
y demuestra, con venias, por seor
acogerlo a la vez que reclamarlo?
Das fugaces!, tal como un relmpago
se desvanecen. Qu mortal ignaro
de desventura puede ser si ya
esa vaga estacin pasada fue,
si los dichosos tiempos, aos jvenes,
si su juventud, ay!, ya feneci?
106
Reina en mi corazn el viejo amor.
Si alguna vez acudo a reuniones,
a fiestas, dgome entre m, "Nerina,
para las fiestas ya no te atavas
y en reuniones ya no participas".
Si torna mayo, y flores y canciones
obsequian a las mozas los amantes,
digo: "Nerina ma, a ti no torna
otra vez primavera, amor no vuelve".
Cada da sereno, cada playa
florida que yo miro, cada goce
que siento, digo: "ahora no lo goza
ms Nerina. los campos ya no mira
ni el aire". Ay! pasaste sempiterno
suspiro mo: s. pasaste y sea
compaa de todo mi indeciso
imaginar, de todos mis sentidos
tiernos, caros y tristes arrebatos
del corazn, la remembranza acerba.
107
Umberto Saba (1881- 1957)
A MI MUJER
lOS-
que tu voz tiene
la suave y triste
msica del gallinero.
109
a la que las achicorias
y el afrecho,
que le hacen falta,
le llevas, toda ella se acurruca,
los rincones oscuros busca.
Quin podra quitarle ese alimento?
Quin el pelo
que se arranca del lomo
para formar la madriguera
donde despus parir?
Quin podra hacerte
jams sufrir?
Eres como la golondrina
que vuelve en primavera.
Pero se va en otoo;
y careces de este arte.
Esto tienes de la golondrina:
el movimiento ligero;
esto que a m, que me senta
y era viejo, otra primavera
me anunciaste.
Eres como la prvida
hormiga. De ella,
cuando salen al campo,
le habla al nio
la abuela que lo acompaa.
y as tambin en la abeja
te reencuentro, y en todas
las hembras de todos
los serenos animales
que aproximan a Dios;
y no en otra mujer alguna.
110
Dino Campana (1885 - 1932)
JARDIN OTO~
(Florencia)
111
lA PETITE PROMENADE DU POETE
112
Giuseppe Ungaretti (1888 -. 19(0)
IRONIA
113
habr de enternecer a estos rboles, no har
mucho. al sobrevenir la noche. an secos.
Dios no reposa.
S6lo en esta hora. se da algn raro
sofiador el martirio de proseguir la obra.
Esta noche nieva en la ciudad. aunque es abril.
No hay violencia que supere aquella
de rasgos silenciosos y frios.
NOSTALGIA
Cuando la noche est
por desvanecerse
poco antes de primavera
y rara vez
alguien pasa
en Pars se condensa
un oscuro
color de llanto
en el canto "
de un puente
contemplo
el silencio sin trmino
de una tenue
muchacha
nuestros males
se disipan
y como en rapto
all nos quedamos
114
Eugenio M01Itale (1896)
DORA MARKUS
1
Fue donde el puente de madera
coloca a puerto Corsini sobre el mar alto
y escasos hombres, casi inmviles, sumergen
o recogen las redes. Con una sea
de la mano mostrabas en la otra orilla
invisible tu patria verdadera.
Luego seguimos el canal hasta la drsena
de la ciudad, lustrosa de holln,
en la bajura donde se hunda
una primavera inerte, sin memoria.
y aqu donde una antigua vida
se abigarra en una dulce
ansiedad de Oriente,
tus palabras se irisaban
como las escamas
del salmonete moribundo.
Tu desasosiego me hace pensar
en las aves de paso
que chocan con los faros
en las noches tempestuosas:
y es una tempestad tambin tu dulzura,
remolina y no aparece,
y sus calmas son an ms raras.
No s cmo extenuada resistes
en este lago
de indiferencia que es tu corazn; tal vez
I1S
te salva un ~uleto que llevas
junto al lpiz de labios,
al arrebol, a la lima: un ratn blanco
de marfil; iY as existesl
2
Ahora en tu Carinzia
de mirtos floridos y de estanques,
inclinada sobre el borde
vigilas la carpa que tmida pica
o sigues por sus tilos, entre los erizados
pinculos, las ascen$iones
del Vspero, y en el agua un ardor
de tiendas, muelles y pensiones.
La noche que se extiende
sobre la hmeda cuenca no lleva
con el plpito de los motores
sino gemidos de ocas y un interior
de nveas maylicas ennegrecido que te vio
diferente una historia de errores
imperturbados y la graba
donde la esponja no alcanza.
Tu leyenda, Dora!
Pero est escrita ya
en aquellas miradas
de hombres con patillas
altivas y dbiles en graRdes
retratos de oro y retorna
a todo acuerdo que expresa
la armnica estropeada en la hora
que se oscurece, siempre ms tarde.
All est escrita. El siempreverde
laurel para la cocina
resiste, la voz no cambia,
Ravena est lejos, destila
ponzoa una fe fiera.
Qu te reclama? No se cede
voz, leyenda o destino ...
Pero es tarde, siempre ms tarde.
116
Salvatore QuaSimodo (19 O1 - 1968)
CASI UN 'MADRIGAL
117
lA NOCHE HA TERMINADO
118
Le01lardo Sinisgalli (19 O8 )
ELEGIA ROMANA
119
los catafalcos, las ' cmaras de tortura,
el olor de estircol que hiere
al peregrino en tus puertas.
Entre estos barrios yo fui
muchacho lleno de sueo y apetito.
Fui un joven letrgico
que se esconda para leer en tus jardines
acompaado de estatuas.
Busqu los fnebres setos del Celio
para aparentar mi tedio
de musulmn vido de olores.
Quin habra podido bautizarme
en tu fe, azotar mis vestidos,
qu Virgen poda acariciarme el cabello,
qu Benedicto, qu Po
habra aceptado la ofrenda de los ganos
que yo llevaba en la canasta?
He ignorado durante aos tus catedrales.
Me acuerdo. de una tarde
que vi abrir en Va Baccina,
un cordero bajo el cuchillo, .
Hoy camino ms despierto. bajo tus puentes
en compaa -de Rafael. _
S cundo florecen en el Pincio
las mimosas, cu.Ildo hielan los algarrobos, . .
conozco la forma de tus rosas, .
de tus nubes. He visto los caballos
centelleantes mirar el cielo ,
en las terrazas, los santos en los antepechos,
las mujeres de pechos monstruosos, las golondrinas,
los muchachos en las riberas del Aniene.
Conozco el bien de tanta belleza.
Estos son los mirtos
que sueltan polvo si los toco,
estas son las piedras de la juventud.
120_
Cesare Pavese (19,0 8 ~ 1950)
122
Cario Marti.; (1908)
SAGRADA ES LA NOCHE
Sagrada eS la noche
cuando cimera se empina
y queda inmoble, a pico sobre maana.
Pero qu humana, qu desesperada,
cuando luego vacilante
al da que la aguarda se abandona
como si fuera la nica va
para an refluir hacia el perdido da
y a tientas entre luces y sombras
vanamente
el instante busca del adis.
124
Porque hay una cuesta de olivos,
un florecer de manzanos,
un ondular de asfdelos,
la mirada sobre estas pendientes
se demora, lentsima
sobreviene la llanura,
donde se halla el tierno verde
de los prados, de las mieses;
un verde con algo como
el pudor de existir;
y la mirada acoge,
saciada ya de hojas y de flores,
a fin de que renazca,
a un tmido amor.
125
Antonia Pozzi (I912 - 19 J 8)
CONFIAR
lA VIDA
En el umbral de otoo
en un callado ocaso
descubr la onda del tiempo
y tu secreta
rendicin
como de ramo en ramo
ligero
126
un caer de pjaros
cuyas alas
no los sostienen ms.
LEVE OFRENDA
127
Maria Luisa Spaz%an; (1924)
30 DE JUNIO
128
Luciano Budigna
ANIVERSARIO
El tiempo ha vencido
injustamente.
129
poesa francesa
Franpns Villn (1430 - despus de 1463)
EPITAFIO VILLON
O BALADA DE LOS AHORCADOS
133
picoteados por pjaros aun ms que los dedales,
nunca pertenezcis pues a nuestra hermandad
pero rogad a Dios que a nos quiera absolver!
Buen prncipe Jess que imperas sobre todos,
velad porque el Infierno de nos no se apodere:
no tenemos con l quehacer ni qu pagar.
Aqu, hermanos humanos, nada hay de qu burlarse;
pero rogad a Dios que a nos quiera absolver!
134
Clment Marot (1496 - 1544)
135
el corpio con tus pul~a.ptes ondas;
con razn venturoso se dir
el que con blanca leche te henchir
haciendo de Tetica de doncella,
tetica de mujer completa y bella.
136
Jean - Antoine de Ba~i (1532 - 1589)
137
Pierre de Marbeuf (I 596 - 1645)
SONETO
138
Jean - Franfo;s Saraz;n (1603 - 1654)
CANCION
139
Grard de N erval (18 O8 - 1855)
MIRTO
ABRIL
140
y este bue~ tjempo ~ame y m has4.
Es despus de lluviosos dias
qe mostrarse debe, en un cuadro,
la primavera rosa y verdeciente,
como fresca ninfa en capullo,
que del agua surge sonriente.
141
Charles Baudelaire (1821 - 1867)
HIMNO A LA BEllEZA
142
De Satn o de Dios, qu importa? Angel, Sirena,
Qu importa si t tomas -ojos de terciopelo,
ritmo, fulgor, perfume, oh mi nica reina!-
menos terrible el mundo, menos lento el minuto?
RECOGIMIENTO
EL ENEMIGO
143
Quin sabe si las nuevas flores con las que sueo
hallarn en el suelo lavado como playa
el mstico alimento cuyo vigor le otorgue?
CORRESPONDENCIAS
Qu gusto me da ver,
querida indolente,
en tu cuerpo tan bello
tal un pao cimbreante,
espejearte la piel!
144
En tu honda cabellera
de los aromas acres,
mar errante y fragante
de olas pardas y azules,
tal nave que despierta
al viento matinal,
soador yo aparejo
hacia un cielo lejano.
y tus ojos, ausentes
de lo dulce y lo amargo,
par son de heladas joyas
que alan oro y hierro.
145
Stphane Mallarm (1842 -1898)
146
Un plido y delgado trazo de azul sera
un lago, entre el cielo de nuda porcelana,
ntida media luna perdida en blanca nube
baa su quieto cuerno en el acuoso espejo,
no lejos de tres, juncos. pestaas de esmeralda.
147
Paul Verlaine (1844 -1896)
LLORA EN MI CORAZON
Llueve suavemente en la ciudad
A. Rimbaud
Llora en mi corazn
como llueve en la ciudad,
qu es esta languidez
que penetra en mi corazn?
148
Oh dulce ruido de la lluvia
en los techos y por tierra!
Para un corazn que se hasta
Oh el canto de la lluvia!
Se llora sin razn
en el hastiado corazn.
Qu! Ninguna traicin?
Tal duelo es sin razn.
GREEN
149
Paul Valry (1871 - 1945)
EL CEMENTERIO MARINO
ISO
el destellar sereno va sembrando
soberano desdn sobre la altura.
Como en deleite el fruto se desle,
como en delicia trucase sU ausencia
en una boca en que su forma muere,
.,xli
futura humareda aqu yo sorbo,
y al alma consumida el cielo canta
la mudanza en rumor de las orillas.
Bello cielo real, mrame que cambio!
Despus de tanto orgullo, y de tanto
extrao ocio, mas pleno de poderes,
a ese brillante espacio me abandono,
sobre casas de muertos va mi sombra
que a su frgil moverse me acostumbra.
A teas del solsticio expuesta el alma,
sostenindote estoy, oh admirable
justicia de la luz de crudas armas!
Pura te torno a tu lugar primero:
mrate! ... Devolver la luz supone
taciturna mitad sumida en sombra.
Para m solo, a m solo, en m mismo,
un corazn, en fuentes del poema,
entre el vaco y el suceso puro,
aguardo el eco de mi grandeza ntima,
cisterna amarga, oscura y resonante,
hueco en el alma, son siempre futuro!
Sabes, falso cautivo de follajes,
golfo devorador de enjutas rejas,
en mis cerrados ojos, deslumbrantes
secretos, qu cuerpo hlame a su trmino
y qu frente lo gana a esta tierra sea?
Una chispa alU pienso en mis ausentes.
Sacro, pleno de un fuego sin materia;
ofrecido a la luz terrestre trozo,
'me place este lugar alto de teas,
hecho de oro, piedra, rboles oscuros,
151
mnnol temblando sobre tantas sombras;
all la mar leal duerme en mis tumbas!
152
la sangre viva en labios que se rinden,
los dedos que defienden dones ltimos,
va todo bajo tierra y entra en juego!
153
Bebe, pecho mio, el naciente viento!
Una frescura que la mar exhala,
rindeme el alma .. . Oh vigor salado!
Ganemos la onda en rebotar viviente!
154
o. V. de Lubic% - Milos% (1877 - 1939)
155
en el ro del deshielo detrs del muro,
latir su corazn.
Qu patria agreste para mi nia miedosa!
La linterna se apaga, la luna se ha velado.
En el boscaje, llama a sus hijas la lechuza.
Mientras se aguardan las llaves,
dormid un poco, Seora. -Duerme, pobre nia ma,
duerme. '
Muy plida, la cabeza sobre mi hombro.
Vers cmo la ansiosa floresta
es bella en sus insomnios de junio, ornada
de flores, oh nia ma, como la hija favorita
de la reina loca.
Envolveos en mi manta de viaje:
la nieve de otoo se desle en vuestro rostro
y tenis sueo.
(En el rayo de la linterna, gira, gira con el viento
como en mis sueos de nio
la vieja -lo sabis-, la vieja.)
No, Seora, no oigo nada.
Es de mucha edad,
tiene la cabeza trastornada,
apuesto que se ha ido a tomar.
Para mi nia temerosa una casa tan negra!
Al fondo, muy al fondo del pas lituano.
No, Seora, no oigo nada.
Casa negra, negra.
Cerraduras mohosas,
sarmiento muerto,
puertas con el cerrojo echado,
postigos cerrados,
hojas sobre hojas desde un siglo en las alamedas.
Han muerto todos los sirvientes.
Yo he perdido la memoria.
Para una nia tan confiada una casa tan negra!
No me acuerdo sino del invernadero de naranjos,
del tatarabuelo y del teatro:
los polluelos de bho all coman en mi mano.
Antao.
Oigo pasos al fondo de la alameda,
sombra. Aqu est Witold con las llaves.
156
AL SON DE UNA MUSICA
VENECIA
157
ta en negro fnebre contra la prpura del viento, y
cuando la tormenta ruge sobre la vacilante ciudad,
es el horroroso Shylock, sofocante de amor y odio,
quien llama en la tarde a la desaparecida Ysica. Y
esta Venecia tiene el alma lacerada, esta dominadora
de antao con los atavos sucios de reina de carnaval
es tambin una Venecia mimosa, felina, arrulladora;
y quienquiera guste coquetear con la melancola o
juguetear con el dolor como una moza, se place tam-
bin en pasear, por las callejuelas leprosas y galan-
tes, la mentira de un vestido rosa y de una flor anu-
dada por el tallo a la empuadura de la espada. Y
esta Venecia perfumada con las pimientas de Levan-
te es as mismo una manera de Roma afeminada por
el culto de dula; y cuando sus campanas de suave
gaznate de comulgantes de antao entonan el cntico
azulgrisceo de las tardes, ellas nos recuerdan de
modo singular que antiguamente a nuestro amo el
Amor le plugo nacer de una virgencita muy humilde
y adorable. Y esta Venecia enferma de ternura es
tambin la hermana de las santas lnguidas y turba-
doras; y cuando el oro de una luna que madura dul-
cemente se apoya en el hombro de una torre incli
nada, pensis en Mara Magdalena toda sofocada bajo
la carga de la urna de piadosos perfumes.
Demasiado noble para ser cortesana, demasiado gra-
ciosa para ser madre, Venecia la Hechicera es aman-
te y slo amante; bella hasta las lgrimas, conoce de
sobra el poder de los viejos encantos paganos, y se
complace en reinar en nuestros corazones por el mis-
terio as como por la gracia. Es que, poderosa como
Venus, ha nacido de los mares, atestando de este
modo, una vez ms y para siempre, que todo smbolo
posee una carne, todo sueo una realidad.
158
Guillaume Apollinaire (1 880 - 191 8 )
159
Cae la noche da la hora
Los das se van yo quedo
MAYO
NOCHE RENANA
160
De pie cantad ms alto al comps de una ronda
y que no oiga yo ms cantar al batelero
Cerca de m traedme a las muchachas blondas
De miradas inmviles y recogidas trenzas
161
OCEANO DE TIERRA
a G. de Chirico
162
btles Supervielle (1884 - 1960)
LOS OJOS
163
Cuando, confiado en un pensamiento en que el
espritu se afirma,
sbitamente lo veo helarse bajo la duda!
No soy ms que una tierna vuelta de vuestros genios,
un violn que vibra por una armona vuestra?
Son mos mis versos hasta la raz?
No son ms que un oscuro injerto que decae?
y estar mi corazn
de s mismo en destierro?
EL DESEO
164
Saint - Jon Perse (1887)
NIEVES, I
165
Esta nube de un soplo en su nacimiento, como la
primer ansia de un acero desnudado . . . Nevaba, y
he aqu, diremos maravillas: el alba muda en su plu
ma, como una gran lechuza fabulosa presa de los
alientos del espritu, hencha su cuerpo de dalia blan-
ca. y por doquier nos era prdigo y festivo. Y la
salvacin sea sobre la haz de las terrazas, donde el
Arquitecto, el otro est{Q, nos ha mostrado huevos de
chotacabras I
166
A
Jacques Prevert (19 OO.:
Girad girad
muchachitas
girad en torno de las fbricas
pronto estaris dentro
girad girad
hijas de los pescadores
hijas de los campesinos.
Viviris desgraciadas
y tendris muchos nios
muchos nios
que vivirn desgraciados
y que tendrn muchos nios
que vivirn desgraciados
y que tendrn muchos nios
que vivirn desgraciados
y que tendrn muchos nios
muchos nios
muchos nios ...
Girad girad
muchachitas
167
girad en torno de ~ fbricas~
pronto est~k"~~,~:,!~:~l\;",
p girad girad
hijas de los pescadores
hijas de lOS campesinos,
",
Francis Ponge (1899)
.
ARTE POETICA
LO INSIGNIFICANTE
~.
. 169
He aqu por qu prefiero al silencio una teora cual-
quiera, y ms an que a una pgina en blanco, un
escrito cuando pasa por insignificante.
Es todo mi ejercicio, y mi suspiro higinico.
DIALECTICA, NO PROFECIA
EL PAN
170
'.
LA PAPA
171
sino que --con algunas frases sin esfuerzo- desves-
tir mi asunto, contorneando estrictamente su forma:
dejndola intacta, pero pulida, brillante y pronta a
sufrir como a procurar las delicias de su consumo.
. .. Esta doma de la papa por su tratamiento con
agua hirviente durante veinte minutos, es bastante
, curiosa (precisamente ahora que escribo se cuecen
papas -es la una de la maana- en el hornillo de-
lante de m). ,
Vale ms, me han dicho, que el agua sea salada, se-
vera: no obligatorio, pero es mejor.
Una especie de ruido se deja sentir, el del hervor del
agua. Est colrica, al menos en el colmo de la in-
quietud. Se disipa furiosamente en vapores, babea,
se asa al punto, borbotea, silba: en fin, se agita mu-
cho sobre esos carbones ardientes.
Mis papas, sumergidas all dentro, son sacudidas por
sobresaltos, atropelladas, injuriadas, impregnadas
hasta la mdula.
Sin duda la clera del agua no les hace mucha gra-
cia, pero soportan el efecto -y no pudiendo zafarse
de ese medio, se hallan profundamente modificadas
(iba a escribir, se entreabren .. . )
Por fin, quedan all por muertas o, al menos, muy
cansadas. Si su forma ha conseguido librarse (lo que
no sucede siempre), se han vuelto blandas, dciles.
Toda acidez ha desaparecido de su pulpa: se le halla
buen sabor .. .
Su epidermis se ha difer:enciado tambin rpidamen-
te: hay que quitrsela (no sirve para nada) y echarla
a la basura. . . '
Queda ese bloque friable y sabroso -lo que menos
se presta al primero vivir luego filosofar.
LA TIERRA
172
adems, por sus grmenes y races, por sus presen-
cias vivas: es la tierra.
Un picadillo, un pastel de la carne de los tres reinos.
Pasado, no como recuerdo o idea, sino como materia.
Materia al alcance de todos, del nio ms chico; ma-
teria que se puede coger a puados, a paletadas.
Si hablar as de la tierra hace de m un poeta mi-
nero, o pen, quiero serlo! No conozco tema ms
grande.
Como se hablaba de Historia, alguien cogi un pu-
ado de tierra y dijo: "He aqu lo que sabemos de
]a Historia Universal. Pero eso lo sabemos, lo vemos;
]0 tenemos; ]0 pretamos en las manos".
Qll veneracin en estas palabras!
He aqu nuestro alimento; donde se preparan nues-
tros alimentos. Acampamos encima como sobre los
silos de la historia, donde cada terrn contiene, en
germen y en races, el porvenir.
He aqu, por ahora, nuestro parque y morada: la car-
ne de nuestras casas y el suelo para nuestros pies.
Adems, nuestra materia de modelar, nuestro juguete.
La tendremos siempre a nuestra disposicin. No hay
ms que agacharse para recogerla. No ensucia.
Se dice que en el seno de las geosinclinales, bajo pre-
siones enormes, la piedra se reforma. Bueno, si acaso
se forma una, de naturaleza particular, a partir de
]a tierra propiamente dicha, impropiamente llamada
vegetal, a partir de estos restos sagrados, que se me
]a muestre! Qu diamante sera ms precioso!
He aqu, en fin, la imagen presente de lo que tende-
mos a devenir.
Y, as, presentes el pasado y el porvenir. Todo a ello
ha concurrido: no slo la carne de los tres reinos,
sino la accin de los otros tres elementos: el aire, el
agua, el fuego.
Y el espacio y el tiepIpo.
Lo que es completamente espontneo en el hombre,
en ]0 tocante a la tierra, es un afecto inmediato de
familiaridad, de simpata, hasta de veneracin casi
filial.
Porque ella es la materia por excelencia.
173
Ahora bien, la veneracin de la materia: #hay algo
ms digno del espritu?
Mientras que el espritu venerando al espritu . .. Se
echa de ver?
-No se le ve sino demasiado.
EL OBJETO ES LA POETICA
174
De no ser nosotros ms que un cuerpo, sin duda es-
taramos en equilibrio con la naturaleza.
Pero nuestra alma est del mismo lado que nosotros
en la ba~anza.
Pesada o ligera, no s.
Memoria, imaginacin, afectos inmediatos, la entor-
pecen; con todo, tenemos la palabra (o calquier otro
medio de expresin); cada palabra que pronunciamos
nos aligera. En la escritura, aun pasa al otro lado.
Pesados o ligeros, en fin, no s, necesitamos un con-
trapeso.
175
Nos es necesario, pues, escoger objetos verdaderos,
objetando in definidamente a nuestros deseos. Obje-
tos que volvemos a escoger cada da, y no como nues-
tro adorno, nuestro marco; ms b ien como nuestros
espectadores, nuestros jueces; para no ser, sin duda,
ni bailarines ni bufones.
En fin, nuestro consejo secreto.
y componer as nuestro templo domstico:
Todos nosotros, en tanto que somos, conocemos bien,
supongo; su Belleza. . - .
Ella se est al -centro, nunca alcanzada.
Todo en orden en derredor suyo.
Ella, intacta.
Fuente de nuestro patio.
EL CLAVEL
LA PALOMA
176
Donde primero ha rebotado
Con los encantadores zureos del trueno ...
Dec1ranos pronto tu cuello arco iris ...
Luego chate a volar oblicuamente, entre un gran
estallido de alas, que tiran, pliegan o desgarran
la frazada de seda de las nubes.
LA ADOLESCENTE
177
H enrioMichaux (1899)
LA CARTA
178
y de la tierra es un poema, pero el poema que h()
mos escuchado ha paralizado nuestro entendimiento
Nuestro canto en la pena demasiado grande no ha
podido proferirse. El arte de la huella de jade se de-
tiene. Las nubes pasan, las nubes de contornos de
rocas, las nubes de contornos de duraznos y nosotros
pasamos semejantes a nubes, rellenos de las vanas
potencias del dolor.
No se ama ya el da. Alla. Ya no se ama la noche,
asediada de zozobras. Mil voces para hundirse. Ni
una sola para apoyarse. Nuestra piel se cansa de
nuestro plido rostro.
El acontecimiento es grande. La noche es tambin
grande, pero qu puede? Mil astros de la noche no
alumbran una sola cama. Los que saban no saben
ms. Saltan con el tren, ruedan con la rueda.
"Guardarse uno en lo suyo?", ni pensarlo! La casa
solitaria no existe en la isla de los papagayos. En la
cada se ha mostrado la maldad. El puro no es puro.
Muestra su obstinado, su rencoroso. Unos se mani-
fiestan en los chillidos. Otros se manifiestan en lo
esquivo. Pero la grandeza no se manifiesta.
Lo ardiente en secreto, el adis a la verdad, el silen-
cio de la losa, el grito del apualado, el conjunto del
reposo helado y de los sentimientos que queman ha-
sido nuestro conjunto y la ruta del perro perplejo
nuestra ruta.
No nos hemos reconocido en el silencio, no nos he-
mos reconocido en los alaridos, ni en nuestras gru-
tas, ni en los gestos de los extraos. En torno nues-
tro, el campo es indiferente y el cielo sin intenciones.
Nos hemos mirado en el espejo de la muerte. Nos
hemos mirado en el espejo del sello insultado, de la
sangre que mana, del ciervo decapitado, en el espejo
carbonoso de las vejaciones.
Hemos vuelto a las fuentes glaucas.
179
ALFABETO
180
Era la tarde, la tarde de la angustia, la tarde gana,
implacable sirga. "Las grullas, me deca yo, soador,
las grullas que se alegran al ver los faros .....
Era al final de la guerra de los miembros. "Esta vez,
me deca, pasar, estaba demasiado orgulloso, pero
esta vez pasar, paso ... " Inaudita simpleza! Cmo
no te haba adivinado? .. Sin maa, el pollo sale
perfecto de un huevo anodino . . .
Era durante la condenacin de la Gran Pantalla. Yo
VElA! I/Es posible, me deca, es ciertamente posi-
ble que uno as se sobrevuele?"
Era a la llegada, entre centro y ausencia, al Eureka,
en el nido de burbujas .. .
MI VIDA
18t
Jean Arp (1887)
SOPHIE
182
La tierra se cubra de lgrimas de jbilo.
El da se despertaba en una mano de cristal.
VIOLETAS ROJAS
183
el da se mece en su fluidez
sus coronas de luz
sus follajes imperecederos
la tarde me tiende una estrella
y sophie agita la flor del sueo
en la campana del cielo.
' 184
ndice
INTRODUCCION 11
POESIA SUECA
EDITH SODERGRAN
Otoo 15
Llegada al hades 15
El retrato 16
El pas que no es 16
Se acaba el da. . . 17
La luna 18
Das enfennos 18
Las estrellas 19
Verano en la montaa 19
El canto de los peascos 20
La ltima flor del otoo 20
~ n
La ribera baja 21
El dolor 22
Rosas 23
He visto un rbol. . . 23
Un deseo 24
Dios 24
El canto de la montaa 25
A los cuatro vientos 25
Nuestras hermanas en trajes multicolores 26
La~~ U
La red 27
Los rboles de mi infancia 27
N~ U
Vierge moderne 29
Tolerancia 29
Estrellas enemigas 30
KARIN BOYE
Mi piel est llena de mariposas 31
HARRY MARTINSON
Criadas 32
Cuando ha cado el roco 33
Mito tropical 34
Atmsfera de noviembre 34
Noche de fines de mayo 34
Aniara (fragmento) 35
ARTUR LUNDKVIST
La ultima nieve se ha escondido ... 37
Has visto el campo en verano? 38
GUNNAR EKELOF
Hechizo otoal 40
Ensueo 41
Al pensar en lo que sucede 41
Samotracia 41
Tarde a la orilla del ro 44
Cuando se ha llegado ... 44
Quin alimenta a los pjaros? 45
Oleada 45
Creo en el hombre solitario 46
Potica 46
ERIK LINDEGREN
Arioso 47
A las orillas del mar de Shelley 48
El sueo 49
Pausa 49
El hombre sin camino (fragmento) 49
KARL VENNBERG
Si hubiera cerca un telfono 51
Mas no la misma soledad nuevamente 53
WERNER ASPENSTROM
Carta de nieve 54
El pintor Rousseau parte de la vida 55
Saga de invierno 56
Oda a un helicptero 57
Palabra-objeto 57
No cae la noche 58
ELSA GRAVE
El durmiente pjaro marino 59
Nocturno 60
BENGT ANDERBERG
Al Sr. Pripp & Lyckholm 61
BO SETTERLIND
Cuando callan los manantiales del bosque 63
La rosa 63
La lmpara 64
La invisible 64
No tocar el pan 65
El muchacho y las sandas 65
La sonrisa de los cerros 66
Los jazmines armados 66
Las aves de la luna 67
As me imaginaba yo la muerte 67
Noche de esto en Paestum 68
OSTEN SJOSTRAND
Cntico matinal florentino 69
SONJA AKESSON
Mordisco II 70
FOLKE ISAKSSON
Truchas 71
Los ltimos pjaros del invierno 71
LARS FORSSELL
El lamento de Wivalius 73
Lettre sentimentale 73
HANSERIK HJERTEN
El padre 75
Poema 75
ANN SMITH
Cierro los ojos 77
Mis pensamientos 77
GORAN PALM
Algunos de los muertos . . . 79
LASSE SODERBERG
Ciudades 80
Linternas de nieve 80
Escrito a medianoche 81
Gran Tierra 81
El gallinazo gira sobre los rboles 82
Desayuno con Yemay 83
LARS GUSTAFSSON
Despus de la lluvia 84
CLAES ANDERSON
Deuda 85
BJORN HAKANSON
S610 en el sol 86
GORAN SONNEVI
Mundo abstracto 87
GUNNAR MOLLERSTEDT
En la embriaguez de la extrema sensacin
The blues
88
88 j
LENNART HELLSING
Hago girar tu cabeza lentamente 90
/
BENGT JAHNSSON
La mujer fiel 91
Era el emperadorcito 91
INGEMAR GUSTAFSON
Los que cierran los ojos dan vueltas
en torno al sol 93
La muchacha en el valle 93
POESIA ITALIANA
SAN FRANCISCO DE ASIS
Cntico del sol 97
FRANtESCO PETRARCA
Soneto 1 99
Soneto XXXII 99
Soneto XXXV 100
Soneto CCXCII 100
La muerte de Laura 101
GIACOMO LEOPARDI
A s mismo 102
Los recuerdos (fragmento) 102
UMBERTO SABA
A mi mujer 108
DINO CAMPANA
Jardn otoal (Florencia) 111
La pe tite promenade du poete 112
Los pilares hacen al ro ms bello 112
GIUSEPPE UNGARETTI
Soy una criatura 113
Irona 113
Nostalgia 114
EUGENIO MONTALE
Dora Markus 115
SALVATORE QUASIMODO
Casi un madrigal 117
La noche ha terminado 118
Se oye an el mar 118
LEONARDO SINISGALLI
Elega romana 119
CESARE PAVESE
Vendr la muerte y tendr tus ojos ... 121
Tienes rostro de piedra esculpida 121
CARLO MARTINI
El pequeo repartidor de pan 123
Celeste aire mueve a los pastores 123
MARIA LUISA BELLELI
Sagrada es la noche 124
Si alguna vez renaciera 124
Primavera en Toscana 125
ANTONIA POZZI
Confiar 126
La vida 126
Leve ofrenda 127
MARIA LUISA SPAZZIANI
30 de junio 128
LUCIANO BODIGNA
Aniversario 129
POESIA FRANCESA
FRANCOIS VILLON
Epitafio Villon o Balada de los ahorcados 133
CLEMENT MAROT
Blasn de la hermosa tetica 13S
JEAN-ANTOINE DE BAIF
Los amores XX 137
PIERRE DE MARBEUF
Soneto 138
JEAN-FRANCOIS SARAZIN
Cancin 139
GERARD DE NERVAL
Mirto 140
Abril 140
CHARLES BAUDELAIRE
Himno a la Belleza 142
Recogimiento 143
El enemigo 143
Correspondencias 144
La serpiente que danza 144
STEPHANE MALLARME
Cansado del amargo reposo . . . 146
PAUL VERLAINE
El cielo por sobre el techo 148
Llora en mi corazn 148
Green 149
PAUL VALERY
El cementerio marino 150
O. V. DE LUBICZ-MILOSZ
La berlina detenida en la noche 155
Al son de una msica 157
Venecia 157
GUILLAUME APOLLINAIRE
Bajo el puente Mirabeau 159
Mayo 160
Noche renana 160
Serenata cantada en Laetare hace un ao 161
Ocano de tierra 162
JULES SUPERVIELLE
Los ojos 163
La duda sigue a mis versos como la sombra
a mi pluma 163
El deseo 164
SAINT-JOHN PERSE
Nieves, 1 165
JACQUES PREVERT
Cancin de las sardineras 167
FRANCIS PONGE
Arte potica 169
La insignificante 169
Dialctica, no profeca 1io
El pan 170
La papa 171
La tierra 172
El objeto de la potica 174
El clavel 176
La paloma 177
La adolescente 177
HENRI MICHAUX
La carta 178
Alfabeto 180
Entre centro y ausencia 180
Mi vida 181
JEAN ARP
Sophie 182
Violetas rojas 183
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